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El pacto. (38).

en Grandes Relatos

MÁS DESPEDIDAS - REGRESO A CASA.

                                                  Después de la cena, hicimos un rato de sobremesa y cuando se fueron Alfredo y Camila dije de ir a bañarme antes de acostarme, saludé con un beso y un abrazo a Berta y a Amanda y me metí en el baño, no habían transcurrido dos o tres minutos y completamente desnuda hizo acto de presencia Rocío, no había forma de “zafar” de la despedida, ellas lo habían “programado” así y yo había estado de acuerdo. 

                                                  El beso que nos dimos fue para no olvidarnos y además de labios y lenguas, las manos no se quedaron quietas, mis dedos incursionaron en sus agujeros y ella atendía a “mi amigo” con las mejores caricias.  Tuvo su orgasmo con dos dedos adentro de su vagina acariciando su Punto “G” y el pulgar jugando con su botoncito de placer, sus piernas se aflojaron y se fue dejando caer aferrada a mi cuerpo, así, arrodillada dentro de la bañera, se dedicó a chuparme y mamarme.

                                                  No hizo preliminares, directamente se lo tragó y, tomándose de mis nalgas, comenzó a cogerse la boca entrando y saliendo con un ritmo lento pero sostenido, no podía verla pero estaba seguro que su garganta se hinchaba cuando el miembro se introducía en ella, después me dijo que al no tener amígdalas, le era más fácil llevarlo hasta el final y, para más, ya se conocía bien con “mi amigo”

                                                  Hoy pensaba hacerla completa y cuando menos lo esperó descargué mi primer carga en el fondo de su garganta haciendo que se atorara, lo tuve que retirar un poco para terminar de eyacular en la mitad de su boca y tragó todo con deleite, ocupándose de limpiar bien concienzudamente a su, a esta altura, “amigo” también.  Nos enjabonamos rápido, nos enjuagamos y nos fuimos a la cama de su habitación, esta noche era sólo de nosotros dos.

                                                  Ya en su cama con besos y caricias volví a estar en condiciones rápidamente y no la quise, simplemente, coger, me dediqué a hacerle el amor, de seguro no olvidaría esta noche.  Cuando terminé con ella después de haberla penetrado por todos lados y haberla dejado gritar sin que importara que escucharan su madre y su hermana, (de hecho, según contaron a la mañana, se entusiasmaron, “calentaron” y se enredaron dándose placer mutuamente), quedó tirada sobre la cama, abierta de piernas y con un fino hilillo de semen que se escapaba por sus dos agujeros.  No pude hacerla reaccionar, no porque estuviera desmayada o ida, no pudo con su cansancio y su físico vencido, entonces la corrí a un costado mirando su hermoso cuerpo y una sonrisa que su inconsciente dejaba escapar de sus labios y me dispuse a dormir yo.

                                                  Tampoco tuve tiempo de pensarlo mucho, me quedé “frito” apenas apoyé la cabeza en la almohada.  Cuando desperté a la mañana ella no estaba en la cama y me estaba incorporando cuando entró totalmente desnuda, con una bandeja y el desayuno para dos…

  • “Es lo menos que podía hacer, lo que me hiciste sentir anoche no lo podría explicar y como no te gusta que te den las gracias, se me ocurrió lo del desayuno”. 

                                                  Me besó, dejó la bandeja a un costado y me hizo incorporar acomodando un par de almohadas en mi espalda, luego acercó la bandeja, sirvió el café con leche y me acercó la taza con el plato, ella tomó sólo café y noté su mirada brillante y satisfecha.  Desde la puerta Berta y Amanda nos saludaron tirándonos un beso y se fueron a desayunar a la cocina.  Mi satisfacción era inmensa.

                                                   Cerca de las diez de la mañana recibí un llamado telefónico de José, me avisaba de la firma de la concesión a mi favor, haciéndome saber que habían ampliado el permiso en varios kilómetros de río para navegar y salir a pescar con turistas.  Le agradecí y le pedí que me enviara la Resolución a mi mail, desde allí lo envié al mail de Berta y le pedí que hiciera una copia para poner en la oficina.  También llamé a los Abogados y me dijeron que el Poder a favor de Berta y sus hijas ya estaba confeccionado firmado por ellos que eran mis representantes y debería ser firmado por Berta, ellos mandarían a alguien del Estudio para que firmara en la oficina del muelle.

                                                  Cuando le expliqué todo esto a Berta no cabía en sí de la alegría y aproveché para llevarla al living, allí le entregué 70 mil Pesos para que se movieran y para que mandara a hacer camisas y gorras para los guías con un logo que dijera “Berta e hijas - Turismo y Pesca”, que es como figuraba en el permiso y le dije también que el color lo eligiera ella con las chicas.  Pronto vino Alfredo con Camila y los hijos, habían firmado el conforme por la entrega de la casa y el muelle y estaban exultantes.  Pronto se fueron Berta y Alfredo, tenían mucho que hacer en la oficina y atender el tema del personal que necesitarían, así como ver los locales de la feria y a las posibles empleadas que los atenderían.  Yo me quedé en la isla, todavía me faltaba una despedida.

                                                  Pronto se hizo el mediodía y almorzamos un poco de pescado frío y carne que había sobrado, no daba para comer mucho ni para cocinar.  Luego de arreglar y acomodar la cocina Alicia se llevó a los chicos para que la ayudaran con las cabañas y, con la excusa de ver como había quedado la casa nueva y el muelle, Camila, Amanda y yo, nos fuimos caminando hacia la casa de la uruguaya. 

                                                  Estaban eufóricas, se sacaron las remeras y quedaron con sus tetas al aire pidiendo que las abrazara al caminar, ambas sabían que yo no podría resistirme a acariciar y apretar sus tetas y sus pezones.  Así lo hice y en un momento les pedí que aflojaran sus short de jeans, no se les caerían pero me permitía meter las manos para apretar las nalgas de las dos y no sólo las apreté, mis dos dedos medios, el izquierdo y el derecho, las deleitaron entrando y saliendo hasta la mitad en cada uno de sus culos.

                                                  Al llegar a la casa no pude dejar de notar que era hermosa, prefabricada pero tipo chalet y el muelle se notaba firme, no me dejaron ir a verlo, el apuro por entrar las dominaba, al hacerlo les “brillaron los colmillos”, pretendían darme una buena cogida y, verdaderamente, me la dieron pero no se la llevaron de arriba.  Sus gritos se debieron escuchar desde lejos, acabaron las veces que quisieron, me mostraron como se amaban entre ellas y la “calentura” que me provocaron la “pagaron” con sus conchas inflamadas e irritadas, también alterné entre uno y otro agujero rompiéndoles finalmente el culo a las dos, primero a una que quedó tirada a un costado sollozando y riendo y luego a la otra que corrió igual suerte, ambas con el culo rebosante de leche.  Estaban felices pero les costó recuperarse, yo también estaba muy contento porque las despedidas habían sido muy buenas para todos.

                                                  Para volver tardamos bastante más, ninguna de las dos caminaba con la misma energía.  Amanda no aguantó…

  • “Guille, lo tuyo es increíble, estábamos seguras que te íbamos a coger como para “dejarte de cama” y estás fresco como una lechuga y nosotras no podemos ni caminar”.
  • Si de algo les sirve, me han dado una cogida fantástica y me hicieron gozar como nunca pero, si bien es cierto que para el sexo la juventud es importante, no menos importante es la experiencia y me tuve que esforzar para demostrarla, espero que no me olviden.
  • “Debés estar borracho”, -dijo Camila-.  “Como para olvidarte ni engañándote con un montón de tipos lograríamos el placer que vos nos diste”.
  • Vos ocupate de tu marido y lo que no sepa se lo tendrás que enseñar, bueno, tampoco te olvides de Amanda aunque no creo que ella te deje, ¡lindo par de putitas son las dos!
  • “Jajaja y cuando podamos las metemos en el baile a mamá y a Rocío, jajaja”.  -Nos reímos los tres, evidentemente, las dos juntas eran “dinamita”-.

                                                  Al llegar a la casa Rocío nos recibió con una sonrisa pícara y nos dijo…

  • “Antes me pareció escuchar gritos y ahora viéndolas caminar estoy segura que fueron gritos, mejor vayan a bañarse porque apestan a recién cogidos”. 

                                                  Ni nos habíamos dado cuenta de ello y ellas se fueron al baño de Berta, yo me fui al del pasillo.  Cuando terminé de bañarme me puse a pensar que ya estaba todo finiquitado y no tenía sentido quedarme más podría dormir unas tres horas de siesta, pedirle a Rocío que me llevara al muelle y esta misma tarde-noche salir para la Estancia.  La llamé a Rocío y le dije lo que haría y que dormiría una siesta, se puso triste pero me dijo que ella me llevaría cuando despertara.

                                                  Fue lo que hice y me dormí todo, a las seis de la tarde estaba listo para irme y me despedí con abrazos y lágrimas de Camila y Amanda, me subí a la lancha y nos fuimos para el muelle con Rocío, en el trayecto también lloró y la consolé con besos y abrazos que acabó agradeciendo.  Al llegar al muelle salió Berta de la oficina preguntando si pasaba algo, le expliqué lo mismo que a las chicas y entramos a la oficina para despedirnos como si fuéramos amantes de toda la vida, después lo llamó a Alfredo y me partió al medio verlo llorar de tristeza y de gratitud.  Les recordé encarecidamente que no dudaran en llamar si tenían algún problema y luego, acompañado de Berta y Rocío me fui al estacionamiento, para sacar la camioneta y emprender la marcha…  La Estancia y su entorno me esperaban. 

                                                  No me enloquecí por llegar, eran las diez de la noche cuando paré a cenar en una parrilla al costado del camino y pasé la noche en un cuarto de un motel de ruta.  Me levanté a las siete de la mañana, me bañé, desayuné bien y continué mi marcha a una velocidad moderada, no paré a almorzar en ningún lado y si lo hice para merendar cuando transitaba por la ruta 2, ya alejado de la vorágine de la ciudad.  A las siete y media de la tarde estacioné la camioneta cerca de la entrada de la Estancia, bajé a respirar el aire puro del campo y la llamé por teléfono a Carolina.

  • “Hola mi vida, estamos en la Clínica en la ciudad, el cuadro se agravó, se ha complicado con el hígado y lo internaron en Terapia Intensiva, es posible que lo tengan que medicar con morfina porque los dolores van a ser tremendos, está todo muy tomado, les pedí que no lo hicieran sufrir y que usaran los analgésicos necesarios…  Ana está conmigo, ¿querés hablar con ella?”.
  • Hola mi negra, mucha fuerza, pronto te voy a ver y te voy a dar un abrazo enorme.
  • “Volvé pronto Guille, no quiero joderte pero te necesitamos”.
  • En cuanto pueda estoy con ustedes, ya las extraño demasiado, decile a Carolina que la extraño y luego conversamos. 

                                                  Corté la llamada y entré en la Estancia, ¡que tremenda satisfacción me dio llegar hasta la puerta de la casa!  Marta, Graciela y Rosalía estaban esperando a la camioneta de Carolina y cuando vieron que era yo, salieron corriendo a mi encuentro, me abrazaron sin que les alcanzaran los brazos, después de un rato les pedí que se fueran a descansar, que me dejaran la cena preparada que yo esperaría a Carolina y a Ana María.  Me bañé, me cambié con ropa nueva y perfumada y me senté en mi sillón favorito a tomarme un whisky de los que más me gustaban y a esperarlas, sabía que al ver mi camioneta me buscarían.

                                                  Efectivamente, la primera que entró corriendo a la casa, dejando incluso la puerta de su camioneta abierta, fue Carolina.  Me vio parado en el living y corrió a abrazarme y a besarme, lloraba sin que pudiera contenerla y ni me esforcé para ello, había que dejarla que se desahogara, lo mismo sucedió con Ana María.  Abrazado a las dos que apoyaban la cabeza en mi pecho, las acerqué al sofá y me senté en el medio manteniendo el abrazo.

                                                  Estuve un rato largo así, no me podían hablar ni contar, intentarlo era para estallar otra vez en llanto, yo sólo acariciaba sus cabellos y limpiaba sus lágrimas.  Cuando, en parte, lograron calmarse, las llevé a la habitación, las senté en la cama y comencé a desnudarlas, una vez las dos desnudas fui al baño y dejé correr el agua de la ducha, luego las fui a buscar y les dije que se dieran una buena ducha, yo me ocuparía de secarlas, después de la toalla les hice poner una bata y nos fuimos a cenar.  No quise que me contaran, ya habría tiempo en la mañana.  Cenamos bien, se nos abrió el apetito y nos fuimos a dormir, me acosté en el medio de las dos y me dejé mimar con besos y abrazos hasta quedarnos dormidos.

                                                    Me desperté temprano y parecieron estar esperando a que me moviera para apabullarme con caricias, besos y mimos, pensé que no estaban para sexo y aparte de dedos jugando en sus oquedades no quise penetrarlas, ellas obtuvieron un orgasmo así y entre las dos me secaron en base a mamadas profundas.  Carolina obtuvo el “premio” en su boca y lo compartió con Ana María que se había ocupado antes de sorber las últimas gotas. 

                                                  Después, ya más tranquilos tuvimos una larga conversación en que quedaron muchos puntos aclarados, lógicamente, a mi favor y aceptados a pie juntillas, no se los hice saber pero, en mi interior, yo sabía que tenía que “bajar un cambio” en mis exigencias o “adornarlas” para no enojarme, entendí que, por más que me esforzara, no podría lograr que pensaran y actuaran en un 100% igual a como yo lo hacía.

                                                  Cuando bajamos a desayunar saludé a las chicas tal como mi mujer lo había pedido antes, con el consabido beso en la boca y apretando cariñosamente sus nalgas, sin que lo notara la miré disimuladamente a Carolina para observar su reacción y no noté ningún malestar.  No acababa de sentarme para desayunar tranquilo cuando un torbellino de nombre Soledad apareció corriendo en la cocina, al verme sentado corrió a abrazarme y saludarme sentándose en mi falda y devorándome la cara a besos.  Las reacciones de Sol siempre arrancaban nuestras sonrisas y este caso no fue la excepción, todos reímos y el apretón a sus nalgas me hizo pensar que estaban más duras.

                                                  Le pregunté a Ana María quien cumplía las funciones de Fernando, me contestó que las cumplía ella ayudada por uno de los trabajadores que demostraba más conocimientos en el tema, le pedí la  opinión que le merecía y como me dio las mejores referencias, dije de ir a verlo…

  • Ana, no lo tomes a mal pero vos no podés cumplir esa función aunque estés más que capacitada, en este momento vos estás para otra cosa y Carolina y yo te necesitamos cercana a nosotros.
  • “Está bien Guille, soy consciente de ello pero, le prometí a Fernando elegir al mejor, él sabe que está muy mal y yo también sé que de esta no sale”.  -Las lágrimas se comenzaron a agolpar en sus ojos y se contuvo para no derramarlas-.
  • Negra de mi vida, te prometo que Carolina y yo vamos a hacer lo posible para que no te caigas y vuelvas a ser mi flor más preciada.

                                                  La abracé fuerte y traté de transmitirle mis sentimientos, ambos sabíamos que los necesitaba…  El hombre en cuestión resultó tener 35 años, sencillo y humilde, se notaba en su físico el trabajo del hombre de campo, era casado con una mujer de 30 años y ya lo había hablado al Encargado para tomar el cargo de “Puestero”, lo necesitaba porque vivía en los fondos de la casa de los padres y quería tener privacidad para su matrimonio.  Le prometí que ese puesto sería suyo pero que por el momento se tendría que hacer cargo de los deberes y obligaciones laborales de Fernando y le marqué las pautas para esto, ya veríamos como arreglábamos esto después.

                                                  Luego hablé con Ana…

  • Creo que el hombre está bien elegido, el tema es que está casado y no quiero meter a ninguna mujer más en nuestro círculo, estoy seguro que no lo entendería y no quiero después “charlatanerías” de pueblo, tampoco tenemos trabajo para darle y andaría dando vueltas al pedo todo el día.
  • “Hacé como hiciste con la mujer del Encargado anterior, enseñale a mantener el culo cerrado para los de afuera y abierto para vos, es la manera más sencilla”.
  • Esa mujer es “especial”, eso no me cuadra, además no sé cómo será físicamente y aunque estuviera muy bien, nunca será más linda que las que hay en la casa y seguiría dando vueltas al pedo…  Hay que buscar a un tipo grande y soltero o viudo que vaya y venga, viviendo aquí se mataría a “pajas”, mejor lo vemos en otro momento, a menos que…  ¡Ya sé!, lo pongo en una de las casas, que la mujer se encargue de todo eso y él que cumpla las funciones acá, que se mueva con el cuatriciclo para ir y venir, ¿qué opinás?
  • “Me parece la mejor solución”.

                                                  Luego de esto lo mandé a llamar al hombre, de nombre Ricardo y le planteé lo resuelto, le pareció correcto y le dije que se llegara mañana con la mujer, yo quería conocerla antes de darle la posibilidad expresada.  Tendría el sueldo de Fernando y la mujer el de “Puestero”.  Él recibiría órdenes de mí, Ana María y en su defecto Carolina o mi hijo Gonzalo, también estuvo de acuerdo con las exigencias para el trato con el otro personal, lo tenía claro porque Fernando había hecho una buena concientización.  Lo había nombrado a Gonzalo y apareció con Gimena, la que me abrazó con alegría, lo mismo hizo con Ana María, luego se alejaron las dos conversando en voz baja a buscar a Carolina.

                                                  Gonzalo me preguntó cómo me había ido y nos fuimos a tomar un café en la cocina, allí le conté que teníamos un “lugarcito” para ir a pescar a Corrientes y le mostré la foto que nos habíamos sacado con Víctor con el Dorado y el Pacú.

  • “¡Qué “bichos” hermosos viejo, no te imaginás las ganas que tengo de pescar uno igual o parecido!...  ¿Qué hiciste, compraste una isla?
  • Un poquito mejor, compré la concesión del servicio de lanchas de pesca con guías, cuando quieras te vas, incluso podés alojarte en la casa de la Encargada y si los guías están ocupados cualquiera de las hijas te puede llevar a pescar a las mejores correderas.
  • “Bárbaro viejo, te prometo que voy a ir y si hay mujeres de por medio lo demás no te lo pregunto porque ya me lo imagino”.
  • Excelente imaginación hijo, no puedo con mi genio, jajaja…  ¿Cómo anda Gimena y las cosas en la Estancia?
  • “Todo de diez, vendimos toda la cosecha, no se perdió nada, Miguel está en todas y nos ha dicho de vender el ganado vacuno y, sin perder el área de cultivos, dedicarnos a la cría de pura sangre y caballos de Polo, tiene muchos contactos en esto y dice que es más redituable, Gimena y yo tenemos ganas, ¿vos que opinás?”.
  • Hay algo que es primordial en eso y es tener a alguien que conozca del tema, Miguel conoce y me parece buena idea pero, eso les corresponde decidirlo a ustedes.
  • “Lo teníamos decidido al 80% y Gimena me dijo de preguntarte a vos porque sos quien nos ha ayudado a salir a flote”.
  • Por mi está bien, no deja de ser una inversión, lo que si te diría es que le ofrezcan a Miguel una participación en las futuras ventas, lo va a incentivar más y se va a dedicar con más ganas.
  • “Yo pensaba en una sociedad”…
  • Es factible pero ofrezcan un 25% ó un 30% como máximo y sólo de las ventas porque los que arriesgan son ustedes y tipos que conozcan del tema hay muchos, lugares e inversionistas, hay muy pocos, ¿entendés?
  • “Clarito viejo, luego lo hablo bien con Gimena”. 

                                                  Al rato apareció Gimena, con Caro y Ana, se notaba que habían estado llorando, luego se fueron tranquilos después de abrazos y besos.  Se acercaba la hora del almuerzo y le dije a Carolina y a Ana que iríamos a comer al pueblo porque tenía que finiquitar el tema de la F.M. y charlar con el Intendente.  Fuimos con las dos camionetas porque Caro y Ana María se irían luego a la Clínica de la ciudad para ver la evolución de Fernando, yo les dije que no podría hacerlo, me sentiría muy mal y era muy egoísta al respecto.  Lo entendieron y la idea era seguir diciéndole que yo estaba de viaje, a menos que pidiera especialmente verme. 

                                                  Fuimos a comer a lo de Francisco que, como siempre, nos atendió muy bien, después de comer me reuní con el Intendente quien, a cambio de las facturas de gastos, recibió el importe de lo que estaba gastando en publicidad y luego llamé al Sonidista, con quien nos juntamos en el comercio del Técnico en computación y le di el visto bueno para comenzar de lleno con la F.M. y su instalación.  Quería que ellos se encargaran de todo, les di las pautas de trabajo, sólo me llegarían las facturas. 

                                                  Me subía a la camioneta para irme a casa y se me ocurrió pasar por la Clínica, ya sabían de mi llegada porque habían estado con Carolina y no pude zafar del tremendo abrazo que me dio Belinda, la saludé efusivamente a Mónica y me presentaron a las Enfermeras y a la Técnica del Laboratorio, todas muy bien puestas pero, sin dudas, la venezolana les sacaba varios cuerpos de ventaja.  Nos fuimos con ella hasta la casa-residencia a tomar un café, allí estarían su hermana y su madre.

                                                  Alicia y Natividad me recibieron con gritos y risas de alegría y en un momento en que las hijas no miraban, no me pude resistir a la tentación de acariciar y apretar las nalgas de Alicia que me agradeció el gesto pegándose más a mí y mirándome con cara de exigir más.  Mi cara fue elocuente, no se podía y lo entendió, igual estaban contentísimas de verme y me ametrallaron a preguntas, muchas de las cuales no contesté afirmando que como no lo había hablado aún con Carolina no me parecía producente hablarlo con alguien antes que con ella.

  • “Así es como procede un hombre cabal, ténganlo en cuenta hijas”, -dijo Alicia y me hizo sentir bien-…

                                                  Natividad me comentó que había hablado con Lucas y éste le había dicho que estaba todo casi listo, no me quedé con eso y lo llamé a Lucas…

  • Hola hijo, ya estoy de vuelta, ahora estoy en la casa-residencia, voy a ver si Alicia o Natividad me invitan un café porque hace un rato que me tienen aquí y no me han ofrecido nada…  ¿Cómo andan las cosas por allá?,  -las dos salieron disparadas a hacerme el café mientras Belinda se reía-.
  • “Hola viejo, me alegro de escucharte bien, ya me llamó Gonzalo y me dijo lo de la pesca, hay que preparar una salida, ya me mandás las fotos de lo que pescaron…  Por acá ya está todo terminado para que vivamos cómodos nosotros, ya compré hasta los muebles, respecto a la casa grande, trabajando en dos o tres turnos, ya está construida hasta el techo, tenía ganas de ir a buscarlas a Alicia y Natividad pero con el tema de Fernando preferí esperar un poco más”.
  • Lo de Fernando no incide, eso es algo que, por desgracia, ya no tiene solución…  ¿Vos estás libre?
  • “Sí viejo, estoy como “cenicero de moto”, sólo vengo a mirar cómo trabajan, tan al pedo que ya le compré el coche a Natividad para que se mueva”.

                                                  Le dije que esperara en línea y me volví para preguntarle a las venezolanas…

  • Alicia, Nati, ¿cuándo creen que pueden estar listas para irse a lo de Lucas?
  • “Si es por nosotras, ya mismo, sólo tenemos que juntar algo de ropa y saludar”.
  • Lucas, ¿cuándo podés venir?
  • “Mañana al mediodía estoy por ahí, si están listas nos volvemos enseguida”.
  • Listo hijo, mañana al mediodía las pasás a buscar, te van a estar esperando.

                                                  Corté la comunicación y ya Alicia se levantaba para ponerse a hacer los bolsos.

  • Pará un poco mujer, tomemos tranquilos el café, todavía hay tiempo hasta el mediodía de mañana…  Tomalo con calma, esto va a ser más simple que irse de Venezuela, yo conozco bien el lugar y te aseguro que les va a encantar…  Me dice Lucas que ya le compró un auto a Nati para que se mueva por los comercios del barrio, es campo pero todo el barrio es residencial y hay muy bonitos lugares…  Además, te prometo que en cuanto acabe esto de Fernando no damos una vuelta y si se porta bien, la llevamos a Belinda.
  • “Si mi hombre, sí, como te quiero y como te voy a extrañar”, -dijo Alicia- y tirándose en mis brazos me partió la boca de un beso dado con todas las ganas, el cual respondí ante la mirada sorprendida de Natividad y las risas a carcajadas de Belinda…

                                                  Luego del café me despedí de ellas con abrazos y nos fuimos con Belinda dejando que Alicia le diera o no las explicaciones a Natividad”.  El beso de Alicia había “activado” a “mi amigo” y cuando Belinda pasó caminando hacia la puerta delante de mí, no pude sustraerme a admirar el portentoso culo que tenía esa mulata, era hora de que cumpliera la promesa de entregármelo.

  • Belinda, ¿vas para la Clínica?
  • “Sí, me pensaba quedar un rato más allí, ¿vos que pensabas hacer?”.
  • Yo “tengo ganas” de romper un culito que me habían prometido pero no sé cuánto debo seguir esperando.
  • “¡Ayy Guille, por Dios!, no esperes más, llevame a algún lado por favor y rompelo a gusto, hace rato que lo estoy esperando, no me hagas esperar, ya no hay dedos que me alcancen, por favor”.
  • Dale subí a la camioneta, volveremos en un par de horas.

                                                  Arranqué para el motel de la ruta que ya conocían Gracia, las mellizas y Alicia, en el viaje dejé que Belinda jugara con “mi amigo” acariciándolo y metiéndolo en su boca hasta dónde la posición incómoda lo permitía.  Le recordé que desde afuera no se veía nada y se sacó pronto el guardapolvo, el sostén y la tanga fue tan sólo otro pequeño trámite y la tuve completamente desnuda mirándome con cara de loba en celo.  Se hizo un ovillo en el asiento, se colocó en posición fetal con la cabeza hacia la puerta y el culo cerca de mi mano…

 

  • “Prepáralo macho mío, agrándalo que hoy será enteramente y por siempre tuyo, cogeme por dónde quieras pero el culo lo quiero roto, quiero pensarte hasta cuando me siente”.

                                                  Me causó gracia el modo en que lo dijo pero, a la vez, me di cuenta que lo decía total y absolutamente convencida.  Mi mano ya se aventuraba mojando los dedos en su conchita conocedora de mi hombría y los sacaba mojados para trasladar sus flujos al agujerito que parecía palpitar, ella se retorcía en el asiento y gemía sin tapujos.  Primero fue la punta del dedo medio y tuvo un estremecimiento seguido de una contracción…

  • “Seguí Guille, seguí, esto no me pasó nunca, estoy a punto, seguí”. 

                                                  Ahora ya fueron dos los dedos que ingresé en su orificio y grito sin contenerse mientras se llevaba las manos a su entrepierna. Debía haber empalmado los orgasmos, uno anal y uno vaginal porque estuvo un largo rato gimiendo y haciendo notar sus estremecimientos.  Cuando se quedó quieta y me miró con el cabello cayendo sobre su cara, le pregunté, sin poder evitar una sonrisa…

  • ¿Estás bien, ya pasó?
  • “¿Ya pasó?, yo tengo que preguntarme, ¿qué pasó?, es la primera vez que me ocurre algo así Guillermo, no fue sólo un orgasmo, fue una sensación de placer inexplicable, aunque haya sido una mujer, ya antes me habían tocado ahí y jamás sentí igual, digas lo que me digas, son tus dedos”.
  • Jajaja, eso es porque esperaste mucho pero, lo más importante, ¿te sentiste bien?
  • “Bien no, esto fue sensacional y no sé si voy a aguantar el placer de sentirte adentro, ¿falta mucho para llegar?

                                                  Ya casi llegábamos y cuando estacionamos en la cochera de la habitación descendió desnuda de la camioneta con las ropas en la mano, la felicidad se le notaba en la cara, en los gestos y en los movimientos al caminar y si el culo debajo del guardapolvo se notaba hermoso, al descubierto era sorprendente y como hacía mejor juego con sus caderas y muslos podía afirmar que era más atractivo que el de Rosalía. 

                                                  Entró primero y cuando llegó a la mitad se giró para besarme y abrazarme, sus labios me encantaban y, como me pasaba con pocas mujeres, me transmitían todo un cúmulo de sensaciones, mis manos no se quedaron quietas y aferraron con fuerza esas nalgas, ¡qué delicia era apretar esos glúteos duros!

  • “Apriétalos, tócalos, acarícialos, me encanta sentirte y si para mi mamá eres “su hombre” para mí, además eres “mi macho”, el único que me transporta a un mundo que antes nunca quise conocer”. 

                                                  La acerqué a la cama y se sentó en ella para comenzar a desnudarme, pronto estuvimos iguales y le pedí que no hiciera nada, que me dejara besarla, que quería saborear su piel, eso le gustó porque el escalofrío que la recorrió se hizo notar en toda su epidermis.

                                                  La recorrí con labios y lengua desde el cuello hasta los pechos que mamé mordisqueando sus pezones, todo era natural pero parecían operados, su dureza los mantenía apuntando al techo, su estómago y ombligo no aguantaron los besos y se retorció gimiendo, seguí hasta su vientre y luego su vagina.  Estaba empapada y al abrir sus labios para beber de allí flexionó sus piernas apoyando la planta de los pies en la sábana, quedaba todo a mi merced y me “soldé” con mis brazos a sus muslos.  Me dediqué con esmero a besar y lamer sus labios exteriores e interiores, el clítoris erecto que se dejaba asomar casi en un centímetro no lo toqué pero mi lengua se internó lo más que pudo en su intimidad.

                                                  Su orgasmo no se hizo esperar y cuando estaba terminando éste, absorbí con toda mi boca al clítoris que había quedado abandonado, su reacción fue espontánea, elevó sus caderas, gritó fuerte contrayendo todo su cuerpo y me mojó la cara con su eyaculación.  Apreté fuerte sus piernas y no dejé que su clítoris saliera de mi boca, lo chupaba y absorbía como cuando me lo hacían a mí en el miembro, no podía salir de un orgasmo y continuaba con el otro, tragaba sus flujos y seguía obnubilado hasta que la escuché…

  • “Por favor Guille, por favor, no puedo más”. 

                                                  Bajó las piernas y quedó con los brazos abiertos, la cara hacia un costado y con la boca en “O” buscaba aire, la dejé descansar un rato y saqué unos refrescos del mini-bar.  Luego de tomar algo fresco, comenzó a reír como desquiciada y dijo que ahora le tocaba a ella.  Se puso a la tarea con ahínco pero no era mamadora de hombres, utilizaba la lengua y las succiones superficiales y eso era algo que no me excitaba, le pedí que me lo mamara y como quería terminar comencé a entrar y salir en su boca hasta un poco más de la mitad del tronco, ella se atoraba y tenía arcadas y no quise llegar hasta su garganta, sólo tomé su cabeza y no la dejé salir mientras le llenaba la boca de leche que se vio obligada a tragar, en realidad, gran parte de ella, algo sobró que cayó por la hendidura de su boca y quedó en su barbilla.

  • “Tu semen no resultó tan malo”, -dijo sonriendo y llevándose el resto con los dedos a la boca-.
  • Seguro que otros te han gustado más.
  • “Nunca, jamás lo había probado y me había jurado que jamás lo probaría, ¿no te diste cuenta que no sé mamarte?”.
  • Bueno, me alegro que no haya sido muy desagradable.
  • “Ya te dije que sos vos, no hay algo que vos me hagas que me pueda desagradar…  Mi primera vez tomando leche y para completarla, tendrás mi culo virgen, ya me estoy muriendo de ganas”.

                                                  Luego de besarla un rato más comencé a bajar nuevamente y me arrodillé entre sus piernas flexionadas, calcé ambas sobre mis hombros y comencé a jugar con mi glande en su vagina, pasándolo por los labios y acariciando su clítoris, amagaba entrar y me quedaba en la puerta, ella comenzó a desesperarse y hacía movimientos para que entrara, hasta que me gritó que lo metiera.

  • Belinda, estás acá para recibir placer y dármelo, dejame a mí, vos dedicate a disfrutar.
  • “Es que me estás enloqueciendo, el calor que me da tu miembro no se compara con ningún consolador”.

                                                  Tenía razón y no la hice esperar más, la penetración fue lenta, recorriendo todo su estrecho interior que se iba abriendo al paso del tronco, todas las rugosidades sintieron el paso y no aguantó a que yo llegara al final, estalló en otro orgasmo que le provocó un grito agudo y un llanto que no pudo contener, yo paré el movimiento.

 

  • “Seguí Guille, seguí, es porque estoy gozando como nunca y me doy cuenta de muchas cosas, seguíííí pero antes de hacerme la cola, me tenés que decir algo”. 

                                                  No le contesté y continué los movimientos, cuando noté que estaba por tener otro orgasmo cambié de lugar y, también muy despacio, empecé a entrar en su ano dilatado y lubricado con sus jugos.  Sin detenerme llegué hasta el fondo y ella se aguantó para recibirlo sin demostrar dolor, aunque lo sintió.  Su estrechez pareció apretarme el miembro como si fuera una mano y le pedí que se aflojara, que ya su culo era totalmente mío.  Eso pareció soltarla y mis movimientos se hicieron más profundos y seguidos arrancándole gemidos de placer y dolor entremezclados y cuando ella empezaba a disfrutarlo me salí, me miró interrogando y le pedí que se pusiera en cuatro, no lo dudó y el estar así me facilitó todo, volví a penetrarla y ahora lo sintió más pero colaboró más rápido en los movimientos.  Todo este ir y venir apretando sus nalgas la llevó a los umbrales de un orgasmo anal que se me antojaba sería violento y aproveché ese momento.

 

  • El culo de tu mamá me pareció maravilloso y gozamos muchísimo cogiéndonos pero el tuyo me gusta más. 

                                                  No terminé de decirle esto cuando ella se desmadró con su orgasmo y yo la penetré más fuerte y hondo para descargarme a la par en su interior.  Todo se aunó y el grito fue espectacular, cayó derrengada sobre la cama y me llevó con ella porque su apretón pareció “abotonarme”, eso me encantó porque pude sentir todas las contracciones y temblores de su cuerpo, me exprimía con la fuerza de su esfínter y no me soltó hasta que “mi amigo” salió arrugado y vencido.

                                                  Belinda se había agarrado de la almohada y no paraba de llorar, me daba cuenta que no era por dolor ni por la cogida, era evidente que era algo de su interior y yo no se lo iba a preguntar, sólo la acomodé en mi falda y la dejé llorar acariciando su cabello.  Tardó un rato para recuperarse y cuando lo hizo la llevé al baño para bañarnos juntos, prácticamente la bañé y no pregunté nada (se me estaba dando bien esto de dejarlas llorar y después bañarlas o viceversa)

                                                  Cuando la estaba secando me agradeció e iba a comenzar a contarme le puse un dedo sobre los labios…

  • No digas nada ahora, en algún momento me lo contarás, lo único que me interesa es que lo hayas pasado bien junto a mí.
  • “Gracias por tu comprensión Guille y lo pasé tan pero tan bien que se avivaron todos los fantasmas de mis errores”.
  • Si te sirve, ya sabés que darse cuenta es el primer paso para subsanarlos…  Hace un rato veníamos para acá, eso ya pasó, ahora nos estamos yendo, esto está pasando y es lo que importa, el presente…  Lo pasamos bien y podemos recordarlo, si lo hubiésemos pasado mal habría que olvidarlo y no repetirlo, es así de simple.

                                                  No quise seguir con esa conversación y la apuré diciendo que se nos había hecho tardísimo y debíamos volver.  En el viaje de vuelta hablamos de la Clínica, de lo bien que lo estaba pasando y que se sentía fantástica con todo lo que experimentaba.  La dejé en la puerta de la casa-residencia y cuando bajó se acercó a la ventanilla y me dijo…

 

  • “No sé si rajaste algo pero yo siento que están todos los agujeritos rotos, jajaja”. 

                                                  Entró a la casa riéndose y yo seguí para la Estancia.  Al llegar a la Estancia no salió nadie a la puerta de la casa e imaginé que las chicas aún estarían en la pileta, fui para el lugar y efectivamente allí estaban.  Las tres parecían lagartos debajo de los pocos rayos de sol que todavía quedaban, noté, como ya lo había hecho con Carolina y Ana María, que sus tetas no tenían marcas claras de sostén, me deleité mirando esos tres pares de tetas hasta que aparecieron los cachorros ladrando y metiendo bulla y las tres pegaron un salto de sus reposeras sorprendiéndose.

  • Lo único que falta es que ustedes dos vengan a ladrarle a su dueño, alcahuetes… -dije dirigiéndome a los perros que ya estaban bastante crecidos-.

                                                  Se acercó Rosalía a saludarme con un beso y a preguntarme si necesitaba algo, le miré descaradamente las tetas y le dije que no, que siguieran, que yo me iba a hacer una picada y me prepararía el mate.  No terminé de entrar en la cocina y tenía a la mulata detrás…

 

  • “Vos te prepararás el mate pero yo te voy a hacer una regia picada de fiambres y quesos”…  -Le di un hermoso beso de lengua y pellizqué sus pezones-.
  • ¿No sobrará un poquito de eso para nosotras? 

                                                  La que preguntó eso fue Marta quien junto con Graciela miraban el beso que le daba a Rosalía.  No me hice de rogar y les di el mismo “tratamiento”, Rosalía no perdió tiempo y, tomándome de la mano, me llevó hasta el sofá del living, me sentó y me sacó rápido los pantalones, “mi amigo” volvió a estar en su apogeo.

                                                   Yo había “encendido la mecha” con el beso, ahora tenía que aguantármelas.   Rosalía se sentó sobre mi miembro penetrándose de una y gimiendo, me daba la espalda y aproveché para apretar y pellizcar sus pezones mientras empezaba a saltar casi desbocada.  Graciela se paró delante de su cara y abriendo los labios de su vagina puso su entrepierna en la cara de Rosalía que se ensañó con su clítoris.  Marta no se quedó quieta y se acomodó parada entre la espalda de Rosalía y mi cara, abrió los labios de su vagina y yo supe lo que tenía que hacer, me apoderé de su clítoris y afirmé mis manos en sus nalgas, luego de varias lamidas y de sorber su pequeño “botón” me empapó la cara con su orgasmo y temblaba sin despegar mi cara que mantenía con sus manos, le costó bajar de la posición. 

                                                  Rosalía tuvo un orgasmo que sentí por todo el miembro y luego de unos segundos salió del lugar para dejarle espacio a Graciela que se sentó con todo su ímpetu y comenzó a saltar hasta que el orgasmo la hizo salir y quedar arrodillada en la alfombra apuntándome con su culo.

  • Como las tres me violaron sin permiso ahora se van a poner arrodilladas en el sofá y se la aguantan sin chillar.

                                                  Lo hicieron enseguida y comencé con Marta, su culo me recibió pero no se aguantó y gritó fuerte, luego de cinco o seis entradas y salidas profundas alcanzó su orgasmo.  Después fue Rosalía y la penetración de ésta fue acompañada de un soberbio “chirlo” para evitar que me apretara, lo entendió y me dejó entrar y salir varias veces hasta que también tuvo su orgasmo, de ésta salí rápido mientras se contraía toda y la última fue Graciela, gritó más fuerte que Marta hasta que también se acopló a los movimientos, alcanzó su orgasmo sollozando y saqué mi miembro diciéndole que les daría la leche a todas.

                                                  Me toqué dos veces y las bañé a todas en la cara, por último le pedí a Marta que lo limpiara, lo dejó brillante y como si no hubiera sido usado.

  • Las perdono porque hacía rato que no nos veíamos, aunque imagino que entre ustedes no se han privado de nada.
  • “Hicimos de todo y Carolina nos regaló un consolador pero cuando estás vos la felicidad tiene otro color”, -dijo Rosalía y las otras asintieron-.
  • Y a la pobre Carolina no la ayudaron con esto.
  • “Guille, ni pensarlo, se hubieran enojado feo, Carolina y Ana María te respetan a rajatablas, nosotras lo hicimos porque nos diste permiso, la que debe estar “trepándose a las paredes” es Sol, esa sí que nada de nada”, -siguió contando Rosalía-.
  • Ya veremos lo que se hace con eso, prepárenme algo para “picar”.

                                                  Quedaba aún algo de claridad y antes de comer me fui a mirar “mí” avenida de cedros, ya estaba puesto todo el cerco de alambres con sus postes ordenados y parejos y habían plantado la mitad del camino con árboles de cedro, “pintaba” para que en un par de años eso estuviera hermoso.  Después me fui para el lado de la glorieta y ese trabajo estaba también bastante avanzado, me quedaba mirar para el lado de la hectárea de frutales pero lo haría en otro momento, ahora tenía más hambre que hacía un rato y me fui a “picar” algo de quesos y fiambres y a tomar los mates preparados por mí, ya los estaba extrañando. 

                                                  Faltaba más de una hora para que llegaran Carolina y Ana María y me fui al escritorio con la bandeja de fiambres, el mate y el termo, encendí la computadora para navegar un rato en el Facebook y la máquina repentinamente se apagó.  Yo sentí el escalofrío característico que ya había sentido en otras oportunidades y esperé hasta que aparecieron mis dos “amigos de negro”

  • Hola muchachos, ¿qué se les ofrece?, ¿cuál es la novedad?.
  • “Señor Guillermo, tenemos una noticia que darle pues nos dijo “El Maestro” que nos hagamos cargo y esperemos a ver que dice usted”.  -Esperé una mala noticia-.
  • Bueno, digan lo que tienen que decir, luego veremos.
  • “Como usted se había separado definitivamente de su ex esposa, nosotros nos desentendimos de ella, dejamos de protegerla y ha tenido un problema grave”.  -Me quedé mudo y les hice señas para que continuaran-.
  • “Desde esta mañana está internada, no es grave pero ha recibido una paliza bastante fuerte, tiene la nariz y la mandíbula rota y una costilla fisurada”.

                                                  La rabia y la bronca que me parecía corroer las entrañas creo que se dibujaba en mi cara, yo me había apartado de ella porque no entendía mi forma de ser y, además porque se había cruzado Carolina en el camino pero era una persona que no le hacía mal a nadie y siempre estaba pendiente de la necesidad de los demás, uno de los motivos por los cuales chocaba conmigo, tampoco olvidaba los cuidados que me brindó cuando más lo necesitaba.

  • ¿Qué pasó, la quisieron asaltar?
  • “No, tuvo una discusión fuerte con el sobrino político por el tema de la casa y el dinero, el tipo le pedía que le diera más dinero, se lo negó y le pegó a ella y a la esposa de él…  Ahora anda fugado y como es uno de los que usted tiene en la lista teníamos que decirle, además, aunque usted no nos dijo que no la quería protegida, tendríamos que haberle preguntado y tiene derecho a exigirle un castigo al “Maestro” para nosotros”.
  • Evidentemente aquí ha habido un malentendido relacionado con el “les dije o no les dije” o “me tenían que decir y no me dijeron”…  Como sea, no sé qué castigo suele dar o pretende el “Maestro” que yo les dé…  No sé qué dirá él pero yo no estoy dispuesto a castigar a nadie por esto y a ustedes los necesito para muchas cosas más, lo que sí quiero es a este tipo, lo voy a convertir en una “cuota” más, ya tendría que haberlo hecho antes y quiero que la sobrina abandone la casa en la que yo vivía, asústenla, muéstrenle Demonios, cúbranla con ratas o arañas, no la maten pero que huya despavorida de esa casa, que no joda más a la tía y, si se puede, que le devuelvan todo lo que le robaron, ¿hay posibilidades para esto?
  • “Si señor Guillermo, esa sobrina dejará la casa y le devolverá todo a su tía, no volverá a molestarla…  ¿Cómo quiere hacer con el tipo?

                                                  Hacía rato que lo quería hacer “mierda” al idiota ese, era un tipo violento al que no lo  querían ni sus propios hijos mayores, el eterno “dueño de la verdad” que se agarraba a trompadas con el que fuera para imponerse, en realidad, no era tan así, despotricaba contra todo tipo de autoridad y se envalentonaba con los más débiles pero “agachaba la cabeza” cuando no le convenía gritar. 

                                                  Lo que sucedía es que no quería irme lejos de la casa y de las mujeres en estos momentos, encima, se me cruzó en la cabeza la última experiencia por los dolores de “el viaje apurado”, pensé y con preguntar no perdía nada.

  • ¿Qué sucede si se hace de día y en un lugar cercano?
  • “Exactamente igual que si fuera de noche, nadie vería ni escucharía nada, tampoco molestarían y nos desharíamos de él en un lugar alejado sin compromisos posteriores, nadie podrá relacionarlo”.
  • Me gustaría que fuera mañana al mediodía en una de las casas de los Puesteros.
  • “Perfecto, la casa número cuatro está desocupada y es la más lejana, lo esperamos a las 13.00 y despreocúpese…  Estamos en deuda con usted”.
  • Olvídense de eso, cumplan con lo suyo. 

                                                  Pareció que antes de irse querían decirme otra cosa más y los miré prestando atención…

 

  • “Esto es como, digamos gentileza, el señor Fernando, su Encargado, no tiene solución, en diez días debería partir en medio de atroces dolores, si usted quiere puede irse mañana en la noche por una falla cardíaca, si quiere puede pensarlo hasta mañana y nos dice”… 

                                                  No pensé en el dinero, sólo pensé en el dolor que sufriría Fernando y en que, en días más o días menos, Ana María se evitaría el mal recuerdo de verlo destruido físicamente y sufriendo lo indecible.

 

  • No tengo mucho en que pensar, ¿qué posibilidades hay que en lugar de ser mañana a la noche sea hoy a la noche o la madrugada, tipo cuatro o cinco de la mañana?
  • “Será esta madrugada entonces pero recuerde que lo esperamos a las 13.00 horas”. 

                                      Se desvanecieron y escuché la camioneta de Carolina.  Habría que cenar, irse a dormir y esperar el llamado telefónico a la madrugada, ya me imaginaba el drama…

Continuará…

Por favor, si les gusta, valoren y comenten. ..Gracias...  GUILLEOS1. 

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