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Viaje de un jubilado a La Argentina (17)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Cuando volvieron de las compras Javier y su madre nos enseñaron todos los paquetes que llevaban, los dos habían “tirado de tarjeta” sin piedad, me extrañó de mi mujer, era bastante ahorrativa y no solía gastar mucho pero al ir con Javier se había contagiado y al parecer habían tenido una conversación íntima entre ellos.  Elena mucho más incisiva que yo le había sacado a su hijo sin darse cuenta la situación en que se encontraba su matrimonio, yo había tocado con él por encima el tema del sexo pero Elena había metido el dedo en la llaga en el tema de los sentimientos, ahí había cogido desprevenido a Javier, lo trató como si fuera su hijito pequeño pero poco a poco le fue cantando “las cuarenta” y poniéndole los puntos sobre las “íes” parece ser que tuvo bastante éxito porque habían hablado largamente y Javier había descargado su conciencia, yo me enteré de todo esto en la cama con mi mujer, cuando me acosté ya estaba preparado para la plática acostumbrada, un repaso de lo que había pasado mientras yo me movía dentro de ella al compas de la conversación, cuando ya habían pocos temas más era cuando yo atendía a su clítoris y ella me acariciaba los huevos animándome a vaciarlos dentro de ella, siempre acabábamos igual, me preguntaba cómo estaba yo (próximo a correrme)  entre los dos procurábamos hacerlo a la vez, eso además del goce que producía el orgasmo compartido parecía como una reafirmación de nuestro amor.

                                                  Elena tardó un poco en acostarse, no era habitual y yo ya me estaba quedando dormido cuando se metió debajo de la sábana, automáticamente me coloqué en la posición de lado preparándome a cruzar mis piernas entre las suyas buscando su coño para entrar en él pero Elena me sujetó dejándome en medio de la cama boca arriba cómo estaba, tiró la sábana a los pies y me dijo al oído que me estuviera quieto, imaginé alguna confidencia especial y me relajé esperando, el aroma del perfume de mi mujer era diferente y quise rozarla con la mano pero ella adivinó mi intención y me bloqueó el brazo, por lo tanto me conformé a esperar, la siguiente maniobra fue que me cogió el elástico del calzoncillo y mientras me daba besos suaves por el pecho de un tirón lo bajó hasta los tobillos, esto me animó la curiosidad, siempre Elena había sido bastante pasiva respecto al sexo y además de las posiciones tradicionales no habíamos hecho ninguna travesura especial, ya me extrañó mucho que sin pedírselo y rogárselo me cogiera la polla blanda y la comenzara a lamer y chupar hasta ponérmela dura como una estaca, eso era una novedad importante y más cuando se dedicó a ponerme los huevos duros haciendo un conjunto bastante importante, yo le dejaba hacer admirado esperando el final pero en la oscuridad de la habitación del hotel no se oía nada excepto algún rumor en la habitación de Javier, mi mujer sin prisa iba consiguiendo ponerme la polla y los huevos en un estado de excitación como nunca, en otras ocasiones ya me habría corrido hacía rato pero me mantenía en tensión hasta que sacó de debajo de la sábana un artilugio que rodeó al conjunto de mis huevos y mi polla y lo cerró, era como un anillo que oprimía todo y que me obligaba a tener la polla dura sin opción a bajarse, como fin de acto Elena se metió la polla en la boca todo lo que pudo y cuando la sacó dejándola llena de saliva me dijo al oído,

  • Ahora tú vas a ser el macho que quieres pero en las mejores condiciones y yo voy a ser la primera entre todas, que no se te ocurra que ninguno de tus… ligues suba un peldaño más alto que donde yo estoy, ¿entendido?

                                                  Yo, en la oscuridad, con los ojos bien abiertos sólo pude decir que si con la cabeza, me daba hasta miedo la advertencia que me acababa de hacer, hasta temí por la integridad de mi polla tan expuesta y tan “indefensa”, el colmo de “terror” me dio cuando muy melosa apoyándose sobre mi me dijo alargando las palabras.

  • A partir de ahora cuando follemos (nada de hacer el amor) lo haremos a mi manera, se acabó de ser la esposa sumisa que espera las migajas de su marido.

                                                  En tema de sexo no es que me diera miedo pero lo que me hacía temblar era la forma en que lo decía, ya he contado las placidas “conversaciones” sexuales que manteníamos con la excusa de estar un rato en más o menos intimidad tanto de confidencias como de sexo pero ahora parecía que se abría una etapa de sexo duro, desconocía la conversación que había tenido con mi hijo y lo que le habría contado pero el resultado sí que era notorio, había tomado unas decisiones que no llegaba a comprender el alcance que podrían tener, de momento toda la dulzura y mansedumbre acostumbradas parecía que se habían esfumado, no sé donde habría estado de compras pero de una bolsa sacó dos frascos, en la oscuridad no podía ver las etiquetas pero la sensación al ponerme rodeando la polla era de frescor, por lo demás olía muy bien, el otro frasco que sacó se lo reservó para ella, también olía muy bien incluso diría que a frutas frescas pero pronto me demostró que  no tenía nada que ver el sabor con el olor.

  • Maridito, hoy vamos a cambiar las tornas, desde hace mucho he tenido como casi todas las mujeres mis deseos y fantasías, siempre he creído que eran irrealizables pero ahora sé que no, así que no creo que te sepa mal que empecemos por el que elija yo cómo quiero el sexo, sé que no te va a desagradar porque eres un “polla-inquieta” pero hoy voy a disfrutar yo.

 

  • Sabes que lo que tú quieras a mi me encanta, estoy a tu disposición pero no debías habértelo guardado, creo que hay confianza.  Jejeje.

 

  • Es cierto pero la educación que recibí… ya sabes parecía mal visto, ahora espero recuperar el tiempo perdido.

                                                  No me dio más explicaciones, hasta ahora no había tenido oportunidad de tocarla siquiera por lo que tenía la vaga esperanza de que me sorprendiera con algún modelito de camisón tipo “picardías” muy a la francesa pero cuando pasó una pierna sobre mi cabeza y se sentó prácticamente en mi boca descubrí que la única prenda era el gel que se había untado en el coño, recordé a Marilyn con su famosa gota de Chanel nº 5, en este caso era un gel con efecto calor para el coño que chupé nada más tenerlo a mi alcance, la lengua me ardía, imagino que el coño de Elena sentiría lo mismo porque se movía sobre mi cara procurando que llegara a todos lados, inmediatamente noté como sobre mi vientre se apoyaban las tetas de Elena y a renglón seguido mi polla tiesa por obligación era engullida sin contemplaciones por mi mujer, agradecí que me dejara las manos libres por lo menos pude atraparle los pezones que no hicieron más que ponerse tan duros que el coño empezó a manar jugos que me atragantaban.

                                                  Al parecer el gel estaba haciendo estragos entre los labios de Elena mientras que mi polla dura como una barra de hierro se mantenía en un nivel que no avanzaba hacia la eyaculación pero el capullo lo tenía a punto de reventar, las piernas de Elena increíblemente se abrían con una agilidad pasmosa, a nuestra edad no pensaba que ciertas posturas serían posibles pero se sentaba en cuclillas paseando su coño desde el clítoris hasta el culo con una intensidad que notaba cómo vibraba de placer, a mi me había obligado a separar las piernas y su lengua recorría todo el paquete sujeto por el anillo de silicona, los huevos presionados, duros y ásperos estaban tan pegados a la polla que parecían uno sólo, el tronco estaba tan mojado de gel y saliva que se podía escurrir y el glande en cambio no tenía nada de saliva porque estaba casi siempre dentro de la boca de Elena.

                                                  Mi mujer parecía que había recibido un curso acelerado de sexo porque me estaba haciendo cosas que nunca las había intentado, me lamía el perineo, desde los huevos atrapados hasta el ano y me hacía saltar de gusto cada vez que su lengua me recorría la zona, mi culo no se escapó, no sé donde habría aprendido el masaje de próstata pero no dudó en mojarse el dedo con más gel y hundirlo en mi culo hasta llegar a donde más gusto me daba, la polla parecía estallar pero el gel refrescante me mantenía al 99%, no pude más y encendí la luz de la mesita, quería ser testigo de aquella exhibición.

                                                  Elena debía estar igual porque tampoco se estaba quieta, me buscaba con la lengua y los labios donde más podía hacerme gozar, sus manos escudriñaban mis rincones más secretos hasta que le pareció el momento propicio y se dio la vuelta, se subió sobre mí, volvió a poner una buena ración de gel a cada uno y se sentó sin más, no sé si sería la acción de la química o qué pero el resultado es que al juntar los dos geles se produjo una reacción que fue una explosión, mi mujer estaba desatada, saltaba sobre mí, ya no estaba de rodillas sino en cuclillas, caía desde lo más alto y se hundía la polla, los huevos y el anillo en el coño, se corrió dos veces seguidas que yo sepa y luego se cambió dándose la vuelta, me dejó a la vista las nalgas abiertas y cogiéndome la polla entre sus piernas buscó el orificio y después de rodearlo hasta centrarlo se lo hundió hasta medio glande, el resto lo hizo la gravedad al dejarse caer, suspiró y vi como mi polla se metía de un tirón entre sus nalgas, después de unos segundos, siguió moviéndose hasta que le atacó otro orgasmo que soportó cogida de mis tobillos, cuando se recuperó y volvió a saltar mi polla no pudo resistir ni con el gel y me vacié en su culo, se quedó quieta sintiendo como mi leche caliente la llenaba y se dejó caer inclinada sobre mi pecho de espaldas, la cogí de las tetas y estuve acariciándole los pezones hasta que mi polla se salió junto con una notable cantidad de leche.

  • ¿Seguimos?, el anillo no dejará que se baje la polla, puedes seguir follando si quieres…
  • Lo que tú digas… pero creo que de momento me gustaría descansar un  rato.
  • Bueno… creo que te subestimas, debemos aprovechar el momento, abre la boca que te voy a dar un regalo.

                                                 

                                                  Inocente de mí abrí la boca esperando un bombón de los que tanto me gustan rellenos de licor pero lo que me dio era una pastilla, ante la cara que hice de extrañeza me dijo.

  • No te preocupes trágatela, ya verás, tiene buen sabor.

                                                  La verdad es que no tenía ni buen ni mal sabor ni tuvo ningún efecto al menos inmediato pero al momento sin apenas notarlo empecé a sentir un vigor en la polla que no estaba previsto, la miré, Elena la tenía abrazada entre sus labios meciéndose suavemente sobre ella, evidentemente estaba esperando la reacción, estaba claro que mi mujer había optado por confiar en la química y estaba teniendo éxito, mi corazón empezó a bombear y parecía que toda la sangre se concentraba en el mismo sitio el capullo.  Elena en su vaivén sobre mi polla notaba los progresos que se producían lentamente y dando impulsos esperó pacientemente mientras me acariciaba los huevos amasándolos y preparándolos para el próximo asalto, cuando ya estaba en condiciones de presentar batalla, ella me enseñó el frasco, eran unas pastillas azules con forma de rombo, entonces ya supe que no tenía “salvación”, ya no era dueño de mi polla, ahora Elena me tenía a su capricho y no tardó en demostrarme que iba en serio.  

                                                  No llegó a explicarme las intenciones que tenía pero con la mirada tan sensual que me dedicaba sabía que iba a ser suyo, decidió que su clítoris se merecía un masaje directo de la polla y por eso estuvo rozando su pequeño glande contra mi  capullo, mi frenillo levantaba el prepucio del clítoris y se excitaban mutuamente, yo estaba a punto de correrme pero las pulsaciones que mostraba me delataron y Elena cambió de táctica, simplemente se adelantó lo suficiente para que se colocara entre sus labios menores que en su caso eran bastante desarrollados y abrazando el capullo lo arropó para acompañarlo hasta dentro de su vagina tan lubricada que apenas sentí un leve roce hasta que noté el fondo de su coño, una serie de vaivenes me hacían subir al cielo, llegaba casi hasta sacarlo del todo para hundirlo de golpe, mientras me paseaba las tetas por la cara dejándome de vez en cuando un pezón a mi alcance para que yo gozara y la hiciera gozar a ella. 

                                                  El orgasmo no tardó en llegarle pero lo soportó cerrando los ojos y gimiendo hasta que se calmó, yo palpitaba cuando se dio la vuelta y me dio la espalda vi desaparecer mi polla dentro de su vagina de una forma forzada, casi se salía pero ella arqueaba las caderas de forma que lo evitaba, se puso a cuatro para que la penetrara más a fondo y lo hice con furor, quería agotarla pero aguantó el siguiente orgasmo mientras le sujetaba las tetas por debajo de su cuerpo, debía estar cumpliendo sus fantasías secretas una a una, hasta me hizo tumbar en la cama con las piernas colgando, me las separó lo suficiente para poder arrodillarse entre ellas y mamarme la polla vertical hasta que sin atender a mis ruegos hizo que me corriera en su boca.

                                                  Quedé agotado  totalmente, sólo rogaba que la pastilla dejara de cumplir su cometido y el anillo dejara de retener la sangre en la verga para poder descansar, mi mujer desnuda estaba más bella que de costumbre, había abandonado el papel de mujer sumisa y había tomado las riendas por lo menos esta vez, cuando ya estaba deseando sólo dormir mi mujer se puso en posición de “confidencias” y con dificultad me puso la polla semi rígida y la metió en su coño dilatado, tenía ganas de hablar.

  • Pepe, creo que te debo una explicación de esta noche, he estado hablando largo y tendido con Javier, aunque él no lo sepa me ha contado muchas cosas, está claro que ya no es el muchacho que nos dejó para venir aquí, ahora es un hombre adulto y bastante atractivo por cierto, con mucho éxito entre muchas cosas con las mujeres, no lo voy a defender pero entiendo su posición, lo que sí que estoy convencida es que con Corina no tiene ningún problema y al niño lo adora pero la bragueta la tiene demasiado ligera.  Fíjate hasta que punto que estábamos hablando de este tema, yo intentando ponerlo en razón cuando lo llamó una mujer, aunque intentaba disimular noté que ella le estaba proponiendo una cita, él en un principio y creo que por respeto a mí se negaba pero como vi que le acorralaba le dije que acudiera a su “reunión” y que yo le esperaría allí tomando algo en una cafetería.  Él se alegró de mi comprensión y salió disparado, yo me aburría y me puse a mirar los escaparates de las tiendas hasta que vi uno que anunciaban lencería sexi, entré y me di cuenta que me había equivocado, era un sex shop, adentro había cualquier cosa que pudiera imaginarme y otras que jamás me hubiera imaginado pero la dependienta al verme tan despistada se me acercó y después de unas preguntas me hizo sentar junto a ella, era una chica muy simpática y pronto cogimos confianza, me contó muchas cosas, era joven pero muy experta.  Siguió contando… 
  • Me explicó que aborrecía la manera que le hacían vestir, parecía un putón, además llena de piercing y tatuajes, me contó que todo era parte de la ambientación pero estaba casada y con un niño y hablando me contó que tenía los mismos problemas que yo, al fin me estuvo dando unos consejos que no me parecieron mal del todo por eso te he ofrecido esta noche de sexo, quizás me he pasado pero quiero demostrarte que siempre seré TU mujer, no quiero hacerte un viejo verde desgraciado y aburrido pero sólo te pido respeto y discreción, ¿me has entendido?
  • Claro que te he entendido y te pido perdón por las veces que te he podido hacer de menos y perderte el respeto, si antes te consideraba una mujer ideal ahora te considero la mejor esposa posible por comprensiva y buena amante.

                                                  Se lo decía en serio, en un momento pasaron por mi mente las veces que había subestimado el cariño de mi mujer, me propuse cambiar o por lo menos intentarlo, incluso pese a mi agotamiento me había emocionado y mi polla había recobrado sin ayudas la dureza necesaria para seguir moviéndome dentro de ella hasta que como antaño nos corrimos y nos dormimos inmediatamente.

                                                  Por la mañana Corina entró sin llamar, la puerta de comunicación entre las dos habitaciones ya no la cerrábamos y mi nuera necesitaba alguna cosa de maquillaje con bastante prisa, la confianza ya estaba demostrado que era total por lo que no hicimos caso que sólo llevara unas bragas negras bastante traslucidas, mientras Elena buscaba la crema tuve la entrepierna de Corina a escasos centímetro de la cara, fui el primer sorprendido de la nula sensación que me hizo, aunque la chica hizo todo lo posible para que admirara los labios que se movían debajo del tul, como única justificación descubrí la sábana lo suficiente para mostrarle la situación de mi polla ligada por el anillo que estrangulaba la lánguida polla, la chica hizo una mueca entre admiración, comprensión y pena aunque también me pareció que tenía curiosidad por probar aquel artilugio, mi cara no parecía muy animada para nada y la chica tan inteligente me dejó descansar aún sin perder la esperanza de que en un futuro probaría tal novedad.

                                                  Por su semblante parecía que su noche no había sido nada aburrida, la conversación de Elena con Javier había calado más de lo que creyó y el matrimonio había estrechado lazos nuevamente.

                                                  Yo estaba agotado, al contrario de Elena que se había levantado de lo más activa, canturreaba canciones que hacía mucho no se las oía cantar, estaba contenta y lo demostraba, le dije que pidiera el desayuno para mí en la habitación, tenían la intención de volver a la playa ya que era el último día de estancia, mi hijo se había vuelto a ir a una de sus reuniones y Corina ya con el bikini puesto prefirió quedarse para preparar todo el vestuario que había llevado.  Elena prefirió coger al pequeño Javi y dar un paseo por la orilla hasta la carpa que teníamos reservada, al poco rato llamaron a la puerta de la habitación y una camarera trajo en un carrito el abundante desayuno, por deformación “profesional” me fijé en el bonito canalillo que asomaba del uniforme azul marino de la chica, ella debía estar acostumbrada a las miradas de los clientes y no hizo caso, yo en cambio me quedé encandilado en el par de tetas que recogía el sujetador.  Me arrepentí enseguida, a la primera ocasión ya estaba faltando mi intención de reformarme, me centré en el desayuno, me había traído una mesita que sentado apoyado sobre los almohadones estaba muy cómodo, aunque estaba desmayado me parecía una barbaridad la cantidad de comida que me habían servido ya que me conformaba con apenas un café y unas tostadas.

                                                  Si pensarlo dos veces y sin ninguna doble intención llamé a Corina que en su habitación preparaba las maletas, aún tardó un poco en venir y empecé a servirme el café, entró preguntando qué quería y además consultándome sobre una duda, llevaba un bikini que ya le había visto en la playa, era el tipo brasileño “correrizo” que me había provocado casi un infarto pero ya estaba habituado y no me causó tanto efecto, en la mano llevaba otro pero lo dejó sobre mi cama y me preguntó que quería, al enseñarle el desayuno tan ampuloso comprendió que la invitaba a compartirlo y como ella también había tenido una noche movidita no le pareció mala idea.  Se sentó frente a mí sobre la cama y pronto empezamos a engullir todo aquella cantidad de comida, estábamos tan desmayados que no reparamos en nuestra indumentaria, yo sentado en la cabecera de la cama con unos almohadones y las piernas cruzadas debajo de la mesilla plegable del desayuno, Corina frente a mí al otro lado de la bandeja con las piernas separadas a los lados, yo sin camisa y sólo con el pantalón corto del pijama, mal abrochado por cierto, mientras ella al tener la intención de cambiarse el bikini por el otro no se había esmerado en ajustárselo demasiado bien, los cordones de la braga los llevaba demasiado sueltos y las copas del sujetador tan mal ajustadas que lo que una tapaba demasiado la otra lo dejaba al fresco.

                                                  Mientras hubo hambre feroz no hubieron comentarios pero cuando el café se fue acabando y las tostadas ya escaseaban nos dimos cuenta que el desayuno estaba pensado para una persona sola, propuse pedir otro pero Corina se dio por satisfecha y asomándose por debajo de la mesita me dijo.

  • A mí sólo me gustaría algo de postre.

                                                  En principio no comprendí pero al volver a asomarse me fijé que entre la bragueta mal cerrada asomaba la punta de mi polla, con el capuchón todo cubierto y completamente dormida no podía disimular claramente el capullo que guardaba, de paso que me miré alargué la vista y entre las piernas abiertas de par en par de Corina la cintas no cerraban las sisas de las bragas lo suficiente para dejar ver los labios entreabiertos, sin darle importancia, le dije…

  • Pues a mí me apetecería una papaya.

                                                  Corina me miró extrañada, por una parte pensaba que si hubiera pedido esta fruta tropical me la habrían servido pero ahora…

                                                  Lentamente bajó la mirada hasta su entrepierna, no hizo falta mover las cintas del bikini, claramente se le veían los labios morenos entreabiertos, la forma y el color parecían exactamente una papaya madura, me miró y apartó la mesita dejándola en el suelo, acabó de soltar las cintas del bikini y se fue acercando a mí con las piernas abiertas, me escurrí de los almohadones y cuando mi cara estuvo debajo de su coño se dejó caer, me llené la boca estaba delicioso y Corina fue ofreciéndomelo para que no quedara nada sin chupar, tenía la cara totalmente mojada de jugos y saliva cuando se dio la vuelta y buscó entre mis pantalones, ya tenía el trabajo un poco avanzado pero se dedicó con ansia a ponerme en plena forma, fue una mamada de antología, sin prisas tumbados en la cama gigante, me había despojado del pantalón y yo a ella de lo que quedaba del sujetador, piel contra piel estuvimos saboreando de nuestros cuerpos, cada uno sabía lo que más le gustaba al otro y se lo proporcionó.  Corina se corrió sin avisarme, simplemente se abrazó a mis piernas y estuvo chupándome los huevos hasta que las convulsiones le impidieron hacer cualquier movimiento coherente y quedó entre ellos y mi polla vertical, yo seguí lamiendo su coño suavemente para no excitarla excesivamente y cuando noté que las nalgas dejaban de temblar volví a acelerar pulsando el clítoris hasta hacerle mover el culo retorciéndose de gusto.

                                                  Habría estado toda la mañana admirando el perfil de mi nuera, con las piernas a mi alrededor y las nalgas al frente  tenía una visión perfecta de sus labios mojados por mi lengua y sus jugos, la chica normalmente se lubricaba bastante pero cuando se corría de aquella manera parecía un manantial, a mi me encantaba bebérmelos porque ella gozaba doblemente igual que yo notaba cuando me corría en su boca los esfuerzos que hacía para que no se le saliera ni una gota de leche entre los labios y sobre todo la mirada que me dedicaba cuando abría la boca llena de semen y la volvía a cerrar para demostrarme que se lo había tragado de un tirón, aquella mirada me volvía loco y ella lo sabía.

                                                  Me acordé de Elena, había salido ya hacía rato para dar un paseo  con el pequeño Javi, la abuela se deshacía en cuidados con el pequeño y eso conquistaba a Corina, Viviana su madre normalmente le hacía alguna carantoña o le llevaba un regalo pero con eso creía estar cumplida en cambio mi mujer estaba pendiente del mínimo detalle tanto con el niño como con su madre, he de confesar que yo también aunque con su madre tenía un interés especial.

                                                  Corina después de su potente orgasmo se había quedado adormilada sobre mis piernas, yo la dejé tranquila esperando que cuando se recuperara siguiera atendiendo a mi polla que emergía al lado de su oreja pero no fue así, al notar su respiración pausada en mi huevos comprendí que esta vez tendría que esperar, tampoco me importaba demasiado pues como ya he dicho la visión del trasero de la chica y la sensación de sus tetas apoyadas sobre mis piernas me compensaba bastante.  Miré el reloj, ya era tarde y le di una palmada suave en un cachete del culo, no reaccionó y le pasé el dedo mojado por toda la raja hasta el pubis, en su sueño la reacción fue separar las piernas del todo dejándome accesible el camino para lo que quisiera hacerle pero tuve que renunciar y despertarla del todo, me habría encantado (y a ella también) tumbarme sobre su espalda y llenarle el coño o el culo con mi polla.

                                                               Aún tuve que pasar el “suplicio” de untarla de crema bronceadora por todo el cuerpo, antes de ponerse el nuevo bikini “para no mancharlo”, a mi me costó una erección de campeonato pero pude soportarlo pensando en Elena y en Javi.  Me duché y me puse un bañador de tela holgado, a ella le di el que había traído para enseñármelo y en el último momento se lo puso delante de mí, Corina tenía muchas virtudes pero la de ponerme caliente era su especialidad y tuve que echarla de mi habitación, so pena de follarla allí mismo y vaciarme la leche que no había hecho antes.

                                                  Ya estábamos a la vista de la carpa cuando vimos salir a Elena con el cochecito, llevaba el parasol puesto y venía hacia nosotros con paso rápido y cara seria.

  • Ya os podía esperar, el niño no debe estar tanto tiempo en la playa, ya me contareis  porqué habéis tardado tanto…
  • La culpa ha sido mía Elena, Pepe estaba empezando a desayunar y me he auto invitado y ya sabes, hablando y comiendo… se nos ha hecho tarde pero no importa volvamos al hotel.
  • No mujer, ya que estáis aquí quedaros un rato, yo mientras lo cambio y lo baño pero no tardéis que la comida no será tarde.

                                                  Elena casi ni se despidió y nosotros salimos disparados hacia la carpa, Corina miró hacia los lados y vio que no había nadie cerca, cuando entró debajo de la lona ya se había quitado el bikini.

  • ¿Te gustaría coger en el agua del mar?  Es una sensación especial.

                                                  No me tuvo que convencer y me quité el bañador y salí corriendo detrás de ella, los glúteos se le balanceaban al correr al agua y yo no quería pasar el mal rato de tragar agua otra vez, la alcancé a punto de lanzarse de cabeza y me cogí a su cintura, la travesía con la seguridad que me daba la disfruté al máximo, el movimiento de sus tetas flotando debajo de su cuerpo al compas de sus brazos y el movimiento del culo debajo de mi cara me pusieron como un burro además de que sus pies, aun no queriendo golpearme, me rozaban la polla.

                                                  No esperamos a que el banco de arena tuviera mucho espesor, en el momento que sentados en el fondo nos cubría por los hombros, Corina se subió sobre mi y cogiendo mi polla sin valorar si estaba blanda o dura se la metió en el coño, nos abrazamos y ella se colocó entre mis piernas cruzadas y se hundió la polla hasta adentro, sus tetas flotaban entre los dos haciendo espuma y las leves olas que llegaban muertas nos mecían provocando que folláramos casi entre dos aguas.

  • Pepe, me gusta tu polla y como me haces disfrutar de ella, además eres un cielo de hombre, si te hubiera conocido antes no te me habrías escapado.
  • Pero… si soy un  viejo… donde iba a ir yo con una chica tan joven como tú, se me reirían todos.
  • A lo mejor, todos menos yo, porque sólo yo sabría el secreto de tu hombría.
  • Jajaja, gracias pero es una idea descabellada, ya me conoces, soy un poco “veleta
  • Ya lo sé pero eres leal y es lo que importa, además no te dejaría con muchas ganas de coger con otras.
  • Jajaja, que mala eres… ¿ni con una solamente?
  • No sé, quizás si lo hicieras delante de mí…
  • ¿Me dejarías follar con una mujer y tú estarías mirando?
  • A lo mejor, no se me había ocurrido, igual seríamos tres cogiendo…
  • Mmm, me estás tentando… nunca lo he hecho.
  • No te creo nada pero por ti lo haría.
  • Eso lo dices ahora que tienes mi polla dentro pero después…
  • También la tendría y además me estaría comiendo la concha de una amiga.
  • Me gusta la idea… si esa amiga está tan buena como tú…
  • O podría ser un amigo…
  • ¿Amigo?  Ni hablar, eso sí que no, a ti sólo te follo yo… bueno y mi hijo pero eso ya es otra cosa, mira más vale que dejemos las cosas como están.
  • Como quieras.  ¿Sabes otra cosa?
  • Claro,
  • Me gustaría tener un hijo tuyo.

 

                                                  Se me paró el corazón y por lo tanto la polla cayó en picado.

 

  • ¿Tú estás bien, un hijo conmigo?
  • Jajaja, ha sido una broma pero en el caso de estar contigo sí que tendríamos uno o dos hijos, me encantaría.
  • Vaya cuadro que haría yo empujando un carrito de bebé por el parque.
  • Siempre podrías decir que eras su abuelo, jajaja.
  • Y cuando me vieran contigo todos imaginarían que llevaría unos cuernos como un reno, mmm.
  • Eso sólo sería envidia, te desquitarías cuando estuviéramos cogiendo como tú quisieras, te aseguro que íbamos a disfrutar, jajaja.

                                                  Estábamos pasando un rato inolvidable, mecidos por el agua mi polla se hundía y salía dentro de Corina, ella sólo me abrazaba cuando corría el peligro de salirme y mientras hablábamos medio en serio y medio en broma, nos reíamos a carcajadas sin ninguna preocupación, era un momento feliz.

                                                  Las risas se cortaron cuando miramos a la carpa, a corta distancia llegaba andando una chica, no nos preocupaba porque no tenía aspecto de tener intención de perjudicarnos pero cuando empezó a llamarnos agitando el bikini de Corina con los brazos, nos sentimos descubiertos, miramos entre nosotros y con la poca cantidad de agua que nos separaba claramente se veía mi polla a medio meter en el coño abierto de Corina, sus tetas apenas dejaban ver entre ellas pero no había excusa, la cosa se agravó cuando la chica vino con los bañadores en la mano directamente hacia nosotros, nos vimos pillados, cómo mínimo se enteraría todo el mundo que nos habían descubierto completamente desnudos en un lugar público y follando como locos, cuando la chica se lanzó al agua hacia nosotros nos vimos perdidos, no nos atrevíamos a levantarnos porque con el agua a las rodillas aún era peor y esperamos.

                                                  Cuando la chica cruzó el vado y emergió por la loma de arena empezamos a respirar, me llamó por mi nombre.

 

  • Vaya Pepe, que casualidad encontrarte, bueno reconozco que venía con la esperanza de verte y te encuentro en el mejor de los momentos, ¡Hola, me llamo Rosa!
  • ¡Hola, yo soy Corina!
  • Encantada, ya me había desengañado de encontrar a Pepe, desde la orilla casi no se los ve pero al ver los trajes de baño…
  • Lo siento no pensábamos que nos iba a encontrar nadie y menos sin ropa.
  • No se preocupen, a mí tampoco me gusta llevarla.

                                                  Dicho esto se soltó el lazo del cuello y dejó caer el sujetador y agachándose se quitó las bragas, el cuerpo completamente lleno de pecas rojas sólo palidecía con la melena suelta de su pelo, en el pubis también lucía una mata no muy poblada que dejaba traslucir sus labios, según se acercaba a nosotros hizo un nudo con las dos prendas y las unió a las nuestras, llegó a nuestro lado, todavía sentados en la arena con las piernas entrelazadas se veía mi polla dentro de Corina.

  • Tenés un cuerpo muy bonito, unas tetas muy morenas y unos pezones grandes, me encantan.
  • Tú también tienes un tipo precioso, tu pelo es precioso y las pecas te dan un morbo especial, ¿verdad Pepe?
  • … Si claro y… me alegro de verte otra vez por aquí pero has llegado en un momento…
  • ¡Ah!  No se hagan problemas por mí, sigan en lo suyo… me gusta verlos como cogen, ya veo que Pepe tiene su “aparato” adentro de ti, a mi me hizo acabar enseguida, una maravilla, no me había pasado nunca, tenía la esperanza de que me lo volviera hacer.
  • Pues… por mí no te quedés “pagando”, Pepe seguro que podrá darte lo que quieres e incluso a las dos a la vez.
  • ¡Corinaaaa! ¿qué dices?
  • Nada, sólo me he acordado de un comentario de hace un rato, ¿no te gustaría cogerte a dos chicas a la vez?
  • ¡Por Diooos!, eso era de broma, donde voy yo con dos chicas y menos como vosotras dos.
  • Yo ya he probado tu pija y me encantó, me conformo con que me comas el coño, debes hacerlo como para aplaudir, me correré enseguida.

                                                  Corina me miró demostrándome que mejor ocasión no la tendría nunca y me rendí a la evidencia, ella se apoyó con las manos hacia atrás y Rosa pasó una pierna entre nosotros, no llegué a sacarla del coño de Corina porque me rodeó el culo con sus piernas obligándome a estar enganchado a ella pero entre los dos dejó que Rosa se pusiera a la altura de mi cara sujetándose los labios pecosos con los dedos dejando el clítoris al descubierto, para ser una niña tan joven tenía un botón bastante desarrollado y me lancé a él, la chica se movía y Corina se mecía metiéndose y sacándose mi polla en su coño, a la vez guiaba a Rosa cogiéndola de las caderas para que mi boca no tuviera que buscar mucho, también encontró los pequeños pezones de la pelirroja haciéndolos crecer mucho más de lo que parecía posible, cuando Rosa se corrió bajo la acción de mi lengua me cogió la cabeza y no la soltó hasta que se le pasó el orgasmo, le duró más de la cuenta porque Corina desde atrás le acariciaba sus zonas erógenas que una mujer conoce más y mejor que nadie, la chica se deshacía en convulsiones y espasmos hasta caer rendida.  Corina quiso premiarnos a los dos y se separó lo suficiente de mí para sacarse mi polla que saltó vertical, guió a Rosa para que se sentara en cuclillas por encima y le metió mi polla, el suspiro que lanzó se debió oír hasta en la orilla pero me abrazó y empezó a saltar cabalgándome.

                                                  Cuando Corina vio el peligro fue cogiéndola suavemente desde atrás por los pechos la levantó y le sacó mi polla metiéndosela ella, fue un movimiento rápido y preciso pues yo simplemente me corrí sin importarme qué coño estaba regando, cuando vi a Rosa levantarse chorreando agua mientras yo seguía lanzando chorros de leche me alegré, la chica se inclinó sobre mí y dejó a mi alcance sus dos pechitos como peras a medio madurar para que se las chupara mientras Corina seguía acariciándole el clítoris, si Rosa era multi orgásmica lo descubrió en ese momento gracias a Corina, se volvió a correr sobre los dedos de mi nuera y lo soportó de pie agachada sobre mi y ofreciéndole su culo a Corina que la hizo subir al cielo, luego nos dio un beso a los dos, fue un piquito en la boca, me gustó que a Corina también se lo diera y no sólo en la boca, también le besó los pezones morenos, buscó su bikini se lo puso y despidiéndose con la mano se lanzó al agua de vuelta.

  • Adiós a los dos, no sé si volveremos a vernos pero no os olvidaré nunca, os quiero.

                                                  Entre Corina y yo las miradas lo decían todo, me había demostrado tantas cosas en un momento que me emocionó, nos besamos largamente mientras las hebras de semen flotaban a nuestro alrededor, aún tardamos en separarnos.  Rosa nos había hecho un favor, nos había ofrecido un regalo sin darse cuenta, había cumplido una fantasía apenas declarada, de paso nos había traído los bañadores y nos los pusimos dentro del agua, cuando llegamos a la carpa, me fijé en la escultural figura de Corina, al lado de Rosa era un monumento de mujer pero aún era más grande como persona.

                                                  Ya sólo nos quedó tumbarnos al sol como en un principio era nuestra intención, cuando volvimos al hotel los bañadores se habían secado y a Elena le pareció que nos habíamos preocupado innecesariamente por el niño llegando tan pronto.

                                                              

                                                  Mientras las dos mujeres se ocupaban de Javi en la habitación de Corina yo me duché en la mía, además de sal en la piel tenia jirones de semen pegados.  Corina aprovechó para darse una ducha rápida, también tenía arena dentro del coño además de mi leche recién ordeñada.

                                                  Cuando volví a verlas estaban vestidas para ir a comer, mi hijo había quedado que volvería a tiempo para unirse a nosotros en el restaurante y cumplió, él mismo se admiró de lo elegantes que estaban su madre y su mujer, era curioso pero Elena había hecho unos cambios drásticos, yo tenía muchas dudas en mi cabeza pero no me atrevía a hacer indagaciones porque no era la persona más adecuada para pedir explicaciones, por lo que opté por fijarme en detalles que pudieran darme pistas.

                                                  Las dos mujeres habían cambiado completamente, desde la escena desagradable de rivalidad entre las tres, quizás motivadas por Viviana ahora las dos eran uña y carne, íntimamente me alegraba ver a mi mujer y a mi nuera tan compenetradas, parecían más amigas que otra cosa, una a la otra se cambiaban las prendas para estar más elegantes, parecía qué Viviana era el único obstáculo entre ellas aunque yo no estaba tranquilo, la repentina desaparición de escena de la madre de Corina no era propio de una mujer tan sensual como ella y que abandonara el campo de batalla no era su estilo pero la pasividad de su hija me daba cierta confianza.

                                                  Las “vacaciones” habían llegado a su fin y ya tocaba volver, a mi hijo le había salido todo a pedir de boca, no me había dado detalles ni yo se los había pedido pero estaba convencido que había follado más que yo y no precisamente con Corina, no le guardaba “rencor” porque yo no tenía queja, incluso estaba seguro que había salido ganando si no en variedad si en calidad, había descubierto una faceta secreta de Elena y Corina me había dado momentos tanto sensuales como íntimos que me habían llenado de orgullo, además el detalle que tuvo con Rosa había sido glorioso, nunca me lo habría esperado y menos con tanta naturalidad y generosidad.

                                                  En el viaje de vuelta apenas hubo algún comentario sobre Viviana aunque deduje que Javier se habría encontrado con ella en algún lugar intermedio y habían “sellado” un pacto de colaboración mutua, yo estaba decidido a apartarme de ella pues no me fiaba de su discreción y menos sabiendo que Corina conocía su promiscuidad.

                                                  La llegada a casa fue un descanso para todos, volver a la rutina nos vino muy bien y con las experiencias pasadas en el hotel el ambiente reinante en casa era de lo más distendido.  Elena ya no era tan recatada en el vestir o en el devenir, por su parte Corina ya no se ocultaba lo más mínimo, acostumbrada a pasar de una habitación a otra en el hotel con cualquier indumentaria, ahora el dar el pecho a Javi era tan normal como tomarse un zumo, en cualquier lugar y momento sacaba los pechos y se los daba a su hijo, la poca discreción que tenía al menos figurada cuando estaba yo presente había desaparecido y Elena no le daba ninguna importancia, respecto a vestir por casa en ropa interior tampoco era nada raro, la lencería de Elena había evolucionado tanto que era de un sexi inaudito y la de Corina no tenía competencia tanto en modelos escuetos o en transparencias, la diferencia cuando estaba en casa mi hijo era simplemente alguna bata que las cubría lo justo, el clima ayudaba y no había mayor problema.

                                                  La diferencia evidente fue cuando vino Carla a limpiar, ella misma se quedó asombrada el primer día que las vio deambular tan liberales incluso me lo hizo saber, me dijo que se sentía un poco “cortada” al lado de ellas, aunque no decían nada parecía que le hacían sentirse ridícula y poco a poco fue variando su vestimenta que curiosamente era alabada por las dos mujeres, el único “perjudicado” era yo, a los pocos días Carla con su juventud pronto encontró ropa que con su edad la hacían más juvenil de lo que era, ahora los pantalones empezaron a estrecharse y a acortarse igual que las camisetas y blusas, los botones de las camisas ya no estaban tan recatadamente abrochados y la lencería que antes era discreta ahora era más importante que luciera más bonita y sexi.

                                                  El golpe de efecto fue un día que un chupete de Javi se había caído debajo de un armario, la chica se adelantó a la madre y se agachó para buscarlo, aquel día parecía que se habían puesto de acuerdo los Dioses del Olimpo, la falda súper corta de Carla y la blusa escotada ofrecieron todo un espectáculo, Corina fue testigo presencial mirando a la vez a la chica y a mí, sabía el efecto que estaba produciendo en mi polla y quiso facilitarme la escena incitando a la chica a agacharse con posturas cada vez más complicadas, el tanga que llevaba Carla apenas era un hilo, no me imagino la función de aquello pues se le incrustaba entre las nalgas y los labios del coño desapareciendo entre ellos, el coño le brillaba y la vagina apenas cubierta por los labios menores se partía en dos, por otra parte el escote colgaba casi hasta el suelo, uno de los tirantes del sujetador al quedarse flojo se soltó y dejó que la teta saliera libre coronada por un pezón hinchado y redondo como una pelota de ping pong, Corina a su lado arrodillada junto a ella la dirigía aumentando la tensión porque ella también podía ofrecer sus muslos morenos descubiertos hasta que unas bragas de tul ocultaba justo uno de los labios dejando el otro para mi vista, cuando mi polla se me había salido del calzoncillo y bajaba pierna abajo me rendí y les dije que el chupete no estaba donde buscaban sino que había rodado y estaba al lado de otra pata del mueble.

                                                  La chica me agradeció que hubiese encontrado yo el chupete del niño, mientras se había dado cuenta que tenía una teta asomando por encima del escote de la blusa, Corina se recolocaba las bragas para que cubriera los dos labios a la vez, Carla con un gesto de coquetería contenida me dio un beso en la mejilla como premio pero se apoyó en mi pierna precisamente sobre la polla dura, no apartó la mano pues no le sorprendió ya que la había visto ya.

  • ¿Has visto Pepe?  Carla tiene un gran futuro, es muy observadora, lo encuentra todo.

                                                  Después de terminar su trabajo Carla haciendo una exhibición inconsciente de su anatomía se despidió muy contenta por los halagos que le habían dedicado mi mujer y Corina, las dos mujeres incluso le habían aconsejado algunos trucos para potenciar su juvenil cuerpo y Elena le regaló una caja de maquillaje de marca que habíamos traído de casa, Corina le correspondió también con un par de medias caladas que se sujetaban con una banda elástica a medio muslo, yo poco pude hacer sino aprobar con entusiasmo todas las alabanzas que le hacía a la casi veinteañera.  Cuando cerró la puerta al irse crucé los dedos para no estar en casa el próximo día que viniera y menos quedarme a solas con ella.

                                                  Como teníamos la nevera prácticamente vacía a Corina se le ocurrió que la acompañara al hipermercado con el coche de Javier que estaba en el garaje, yo pretendía que condujera ella que aunque hacía tiempo lo hacía, lo dejó el quedar embarazada pero no lo pude conseguir, se metió en el coche antes de que pudiera darme cuenta y me fue guiando hasta salir a la calle.  Durante el trayecto sólo me dirigía mientras yo la miraba de reojo, ella también lo hacía esperando cualquier comentario sobre lo sucedido durante estos días.

                                                  Tuve que ser yo quien rompió el silencio.

  • Corina, ¿te puedo hacer una pregunta?
  • Claro, supongo que tendrás muchas que hacer.
  • No, sólo tengo una que me quema por dentro.
  • Me lo figuro.
  • ¿Si te lo pregunto me lo dirás?
  • No lo sé, es algo que debes decidir tu si quieres saberlo y si estás preparado para asimilarlo.
  • Ni yo lo sé, por una parte mi orgullo machista me quema por dentro, siempre hemos estado juntos pero por otra creo que Concha tiene todo el derecho de ser la persona que quiera con sus gustos y apetencias.
  • Me gusta oírtelo decir, es difícil oír esto de un hombre con la mentalidad actual, pero creo que no debo decirte nada yo, si Elena quiere algún día te lo contará, lo que te puedo asegurar es que te quiere muchísimo y lo que ha hecho no, ha sido con la mejor intención.
  • Me gustaría pedirte un favor, es especial pero para mí vale mucho, ¿me querrías ayudar a averiguarlo?
  • Me pides mucho, más de lo que tú piensas pero lo pensaré, hablaré con Elena y veremos que se puede hacer pero, no te prometo nada Pepe.
  • Con eso me sobra, ¡Ah!  ¿Te puedo decir otra cosa?
  • Claro hoy se ve que es el día de las confidencias.
  • Me gustó mucho que quisieras tener un hijo conmigo. ¿lo dijiste en serio?
  • ¿Aún no me conoces?, claro que te lo dije en serio y sería una niña.
  • No me jodas Corina, encima una niña, con la ilusión que me hace tener una nieta.
  • Jajaja, la naturaleza es sabia…

                                                  Me dejó con más dudas que antes pero estaba tan henchido mi ego que me conformé, compramos un carrito entero, quise pagar yo pero Corina se enfadó conmigo y no tuve más consuelo que llenar el coche, cuando salimos del aparcamiento me indicó con la mano la dirección que debía tomar y sin mirarme siquiera me dijo.

  • Pepe ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para despejar tus dudas?
  • Hasta donde hiciera falta.

                                      No lo había llegado a pensar pero le respondí tajante, ella sonrió y no dijo nada hasta llegar a casa.

Continuará.

 

Agradezco mucho sus opiniones y comentarios.

 

Gracias.

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