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MIS PRIMAS DE LA CAPITAL. (9). Editado y corregido

en Amor filial

                                      Cuando llegué a la puerta de LLEGADAS del aeropuerto entre el tumulto de taxis y coches cargando maletas, distinguí a mis primas, me alegré de verlas, para mí eran unas personas muy especiales.  Les hice una ráfaga con las luces del coche y ellas me localizaron enseguida, corrieron hacia mí y al bajar del coche se me abrazaron efusivamente, me solté como pude y coloqué la trole que llevaban en el maletero.

                                      María ya se había sentado a mi lado y Maite detrás, estuvieron en silencio hasta que salimos a la carretera, después se soltaron el cinturón del coche, Maite se pegó entre los asientos de adelante y María se acercó a mí, parecía que estábamos los tres sentados en el mismo asiento.  Como una sola voz me dijeron impacientes…

  • Juan, cuéntanos como ha estado la celebración del cumpleaños de mamá.
  • Buenoooo, no ha estado mal, la verdad mejor de lo que yo esperaba.
  • ¿Cómo qué, bueno?  Queremos saber todo lo que hicisteis. 

                                      Yo no sabía si debía contar todo, pues podía herir alguna sensibilidad pero conocía a mis primas y sabía lo interesadas que estaban por mí.  Brevemente les conté…

  • Estuvo muy bien, tu padre había sacado unas entradas para el ballet, que nos encantó, no me podía imaginar una cosa tan bonita…
  • Vale, vale, y ¿qué más?
  • Después, fuimos a tomar un coctel y luego volvimos a casa.
  • ¿Y qué?  ¿Qué pasó?
  • Tu padre nos dio la sorpresa de que había contratado a un camarero que nos esperaba con la mesa puesta y nos sirvió una cena magnífica.
  • Jo, mi padre, es muy detallista.
  • Luego de la cena el chico se marchó y nos fuimos al salón.
  • Y ¿qué pasó?  Cuenta, cuenta.
  • Pues lo normal, tu madre iba muy elegante, se había comprado un vestido azul noche, estaba muy guapa, maquillada, peinada, con sus joyas y unos zapatos altísimos.
  • Ya nos lo imaginamos y como siguió la velada.
  • Pues lo normal, estábamos muy contentos todos, tu padre, contento de ver a tu madre lo guapa que estaba y de la buena acogida de las sorpresas que nos había preparado, tu madre al verse acompañada por dos personas que la querían, además que se sentía sexi y yo por verlos a los dos tan felices.
  • Bien, lo entendemos y ¿qué pasó luego?

                                      En ese momento encaramos la calle de casa y entré en el garaje cerrando el portón.  Ellas me urgían que les contara con todo detalle lo sucedido pero yo necesitaba ordenar mis pensamientos y contarles lo que a ellas realmente les interesaba.  Cuando más me hostigaban se oyó la voz de mi tío Javier, que preguntaba si ya habíamos llegado.  Mis primas hicieron una cara de fastidio y bajaron del coche. 

                                      Cuando entraron el salón se abrazaron a su padre y felicitaron a su madre por su cumpleaños, ellas también contaron que se lo habían pasado muy bien.  Después de cenar ligeramente nos fuimos a dormir.  Yo no podía conciliar el sueño, ya hacía bastante rato desde que me acosté y estaba completamente despejado, no encontraba la fórmula para contarles sin demasiados detalles el fin de semana, estaba seguro que me aplicarían el tercer grado en preguntas pero sólo quería contarles lo esencial.  Estaba en mis dudas cuando entraron despacio las dos en mi habitación, afuera no se oía ningún ruido.  Se metieron las dos en mi cama apretándose contra mí y me preguntaron otra vez…

  • Vamos Juan, cuéntanos con todo detalle lo que hicisteis. 

                                      Como estaba acorralado, empecé a contarles como empezaron los besos, omití la escena del palco del teatro, iba contando despacio divagando en detalles superfluos para hacerlo más largo y ver si se cansaban pero ellas al contrario estaban ensimismadas mirándome a la cara.  Cuando les conté que mi tío y yo nos dedicamos a comerle las tetas a su madre, ellas se removían expectantes en la cama y se apretaban más a mí y cuando les dije que su madre me cogió la polla y me la descubrió, sus manos automáticamente buscaron debajo del pijama y se apoderaron de ella, Maite enseguida se sentó y me dijo…

  • Ahora que me acuerdo, ¿es verdad que te has depilado la polla?, vi la foto en el móvil de María. 

                                      Ésta también se sentó y me dijo…

  • Esto no me lo pierdo, enséñanosla. 

                                      Sin más abrieron las sábanas, me abrieron el pijama y me la sacaron.  Maite dijo…

  • No, así no se ve bien, esperad.

                                      Se levantó de un salto y juntó dos sillas en medio de la habitación, nosotros la mirábamos intrigados desde la cama, luego separó las sillas casi un metro entre ellas y me dijo…

  • Ale, súbete en las sillas, ¡cómo el Coloso de Rodas!  

                                      Yo no comprendía bien pero ante la imposición me levanté y me dirigí a las sillas, María de un tirón me bajó el pijama y me lo quitó, cuando subí a las sillas con una pierna en cada una quedé con las piernas separadas, ellas se acercaron a mí, sus caras quedaban a la altura de mi sexo, encendieron la luz y estuvieron revisando la depilación que me había hecho Emi. 

                                      No tardaron en cambiar las miradas por las manos, María delante de mí me cogió la polla y descapullándola recorría el tronco con las venas hinchadas, me la apretaba y pasaba las manos bajo los huevos calvos, el pubis y la ingle.

  • No me lo puedo creer, parece el doble de grande y gorda y los huevos redondos y duros, las ingles, ah dan ganas de comértelo todo. 

                                      Maite estaba detrás de mí, me abría las nalgas y pasaba la mano entre ellas buscando mi culo pelado, mojaba un dedo y me lo acariciaba.

  • Que culo más duro y el agujero está pidiendo que lo bese. 

 

                                      Sin mediar palabra las dos se pusieron a la vez, una a comerme la polla dura, lamiéndome con todo esmero el tronco, los huevos y la ingle y Maite por detrás metiendo la lengua entre mis nalgas y chupándome el ano, yo me limitaba a apoyarme en sus cabezas.  Como yo estaba subido en la silla y cara a la puerta me di cuenta que se abría un poco, a los pocos segundos se volvía a cerrar, al momento me llegó una oleada de olor al perfume que le había regalado a Ana por su cumpleaños.  Me quedé helado. 

                                      Mis primas no dejaron de chupar hasta que no pude resistir más, Maite me había metido un dedo mojado con saliva dentro del culo, al tener mi polla en la boca de María palpitando en su garganta, me vacié de un golpe, tras varios chorros de semen que María aguantó casi todos en su boca y en su cara.  Maite pasó delante de mí y sin sacar el dedo de donde lo tenía metido, sacó la lengua y la lamió hasta dejarla limpia de leche, aprovechó para chupar también los huevos.  Cuando bajé de las sillas me temblaban las piernas, miré el reloj y les dije que para esta noche había sido suficiente, ya seguiríamos contando.

                                      Por la mañana estaba seguro que mi tía estaría muy enfadada conmigo, hasta ahora había tenido la sospecha que sus hijas y yo hacíamos algo pero ver a las dos como me comían la polla y el culo en primer plano, era cosa diferente.  Encontré a Ana en la cocina, iba con una bata y estaba preparando los desayunos, mi tío ya vestido de calle se tomaba un café rápido y salía hacia la tienda, mis primas aún no habían bajado. 

                                      Yo estaba esperando un aluvión de reproches, una buena bronca pero mi tía no mostraba la más mínima emoción, me acerqué a ella y me puse a secar los platos que ella iba lavando, el silencio era tenso, por lo que me decidí…

  • Buenos días Ana, supongo que estarás muy enfadada conmigo, no tengo excusa, no sabes cómo lamento que nos vieras anoche.
  • No te preocupes, la culpa fue mía, me equivoqué en muchas cosas, he estado casi toda la noche pensando y al final lo he comprendido todo.  Anoche iba con la intención que me follaras otra vez, iba por mi cuenta, Javier no sabía nada, yo ya sabía positivamente que mis hijas y tú teníais sexo y me parece muy bien, sois jóvenes y os queréis mucho, no tenéis obligaciones y la vida es para vosotros, mi caso es diferente, estoy casada y quiero a Javier y él me quiere igual, incluso más, se esfuerza en darme lo que me gusta, por lo que no es correcto que yo le engañe por mi cuenta, no estoy enfadada, sino contenta por haberlo comprendido, de todas formas no creas que renuncio a que otro día hagamos otra fiesta como la de mi cumpleaños pero con la conformidad de mi marido, me hicisteis muy feliz, no sabes cuánto, sólo espero que no tarde tanto como un año, jajajaja. 

                                      Con esta carcajada quedó zanjada la duda de su enfado, todo estaba en orden, yo tampoco renunciaba a follarme a mi tía en breve pero no se lo dije.

                                      Esta mañana estuve en la universidad, allí en la primera fila como siempre estaba Asun, cuando me senté tras ella se volvió y me saludó discretamente, sin querer pensé en su madre y en su tía, no sabía si ella estaría enterada del encuentro con ambas, por lo que preferí no dárselo a entender, luego en un descanso estuvimos charlando de temas de clase, al parecer no sabía nada.  Cuando volví a casa por la tarde cuando estaba a punto de abrir, me acorde de Emi y crucé la calle, cuando me abrió, una sonrisa de oreja a oreja me recibió, me hizo pasar al salón y me senté en el sofá. 

                                      Me miraba esperando que yo empezara a contar, yo la miraba o mejor la admiraba, estaba como siempre bellísima, no necesitaba de maquillajes ni vestidos para estar sexi, sabía vestir y con cualquier prenda estaba exquisita, cuando me decidí a empezar a contarle me cortó sonriendo…

  • Lo sé todo.  -Notó mi sorpresa, ¡cómo corrían las noticias!-.  Si, Ana ya ha estado aquí y me ha contado todo y con todo lujo de detalles, está encantadísima con el regalo que le hicisteis los dos.
  • Vaya pues me alegro mucho, siempre me quedaba la duda de que no hubiera estado a la altura.
  • Ni mucho menos, Antonio siempre la ha hecho feliz en la cama, además siempre ha estado abierto a facilitarle sus más íntimos caprichos, no hace falta repetirlos pero tú eras especial, se unía el cariño que te tienen los dos a las ganas de follarte y no los has defraudado.
  • Pues menos mal, era una situación un poco inusual pero mi tío me animó desde el principio y mi tía fue muy natural y directa, me sentí apoyado y halagado y todo gracias a ti, jajaja.
  • Jajajaja, rió, ¿de verdad?, pues me alegro, ya suponía que la depilación le daría más morbo al momento.
  • Sí que lo dio y sobre todo la crema que me diste, que maravilla, parecía que no me cabía entre las piernas y duré lo que quise, me corrí cuando me interesó, en fin, una delicia.
  • Mmm, eso sí que es un éxito, me alegro por ti y por mí, claro, jajaja.  Tu tía me dijo que aún tenía al coño escocido de como estuviste metiéndola y sacándola tanto.
  • ¿Y del culo no te ha contado nada?, también se llevó una buena ración, de parte de Antonio y mía, jajaja.
  • No me cuentes más, porque me estoy humedeciendo.
  • Pues no te cuento como está mi polla desde que he entrado.
  • Ya me he dado cuenta, no lo puedes disimular.
  • Y eso que no te he contado la pillada de Ana anoche cuando estaba con mis primas.
  • También lo sé, Ana se quedó muy tocada al principio pero es una mujer inteligente y lo ha superado, la verdad es que sería muy fuerte ver como sus hijas te comían la polla.
  • Imagino que sí y las dos a la vez.  Lo sentí mucho.
  • ¡Ah!  He hablado con mi marido, vendrá la semana que viene, espero que se marche pronto y no venga con mal genio.
  • Vaya, pues si que se ha hecho corto el viaje, lo que siento es que no podré visitarte hasta que se vaya.
  • Es cierto, con los celos me desespera pero me gustaría que estuviéramos juntos antes de que llegara, así se me haría más llevadera su vuelta.
  • Te prometo que vendré a hacerte una visita de cortesía.

                                      Cuando me levanté, Emi se acercó a mí, yo le acerqué la mejilla para besarnos pero ella me cogió con las dos manos la cara y me estampó un beso en los labios que me dejó medio mareado, me mordía con desesperación los labios y se pegaba a mí con su cuerpo, yo notaba sus pechos y su pubis dándome calor y me derretía entre sus brazos, cuando terminó el beso mis manos estaban en su culo atrayéndola hacia mí, mi pierna entre las suyas se frotaba en su pubis hinchado y mi boca mordisqueaba su cuello y orejas, contra mi voluntad tuve que separarme de ella, tenía una erección exagerada pero ella con la cara compungida, de momento, aceptó la despedida. 

                                      Volví a entrar en mi casa cuando mis primas ponían los platos en la mesa.  Mi tío nos contaba cosas de su trabajo y mi tía se interesaba por el fin de semana de mis primas, por supuesto se lo habían pasado bien, aunque confesaron que tenían ganas de volver a casa, demasiado barullo para tan poco tiempo.  Yo me fui a mi habitación pronto, me acosté pero no podía de dejar de pensar como había salido de casa de Emi, apenas pude disimular el estado de mi polla al entrar en casa, me levante, encendí el ordenador y estuve repasando las películas que había grabado de Emi desnuda en su casa, empecé a hacerme una paja, pues no podía resistir el calentón. 

                                      Tan entusiasmado estaba con las imágenes de Emi, que no me di cuenta que a mi espalda estaba Maite, había entrado despacio para darme una sorpresa, bajé rápido la pantalla pero no pude evitar que mi prima reconociera a la vecina de enfrente, me dio un cachete en la cabeza y me dijo…

  • Vaya con mi primo, se está pajeando a salud de Emi, ya se lo diré yo.

                                      Me encogí de hombros como primera respuesta con la polla en la mano y ella siguió…

  • O sea, que no te pajeas a su salud, ¡sino que ya te la has follado! 

                                      Me dio otro cachete, en ese momento entró despacio María y al ver a su hermana con ese enfado fingido preguntó…

  • ¿Qué os pasa?  No hagáis ruido que se os oye desde enfrente.
  • Sí, eso quiero, ¿sabes que he descubierto?  Que Juan se ha estado follando a Emi, nuestra vecina.
  • ¡No me digas!  No tienes mal gusto Juan, no paras ¿eh?, pues ahora no te contaremos como nos ha ido en el concierto. 

                                      Yo me arrodillé en broma…

  • No por favor, eso no, contádmelo todo. 

                                      Ellas olvidando el tema de la vecina se sentaron en la cama conmigo y María empezó…

  • Yo tuve suerte el viernes, fuimos a una discoteca de moda y estuvimos bailando solas pero al rato teníamos un montón de chicos rodeándonos, había uno que me cayó muy bien, aunque no era muy guapo era simpático y no paraba de reír, al rato estábamos en su coche, nos fuimos y  llegamos a un descampado que estaba lleno de otros coches con los cristales empañados.  Pasamos al asiento trasero, el chico no paraba de hacerme reír con sus chistes, cuando estuvimos detrás, yo me recosté sobre sus piernas mientras él seguía contándome cosas graciosas, como una cosa natural yo estaba muy a gusto con su compañía, el me puso la mano en el estómago pero yo se la cogí y se la dejé sobre mis tetas, pronto me apretó y cuando mi pezón se hizo duro, lo cogió y no lo soltó hasta tenerlo como un garbanzo, yo estaba relajada y me solté el sujetador sacándolo por la manga, me subió la camiseta y me apretaba las tetas con las dos manos, yo notaba su polla en la cabeza, dándome golpecitos.
  • Alargué la mano y le bajé la cremallera, se la saqué y la tuve en mi mano pajeándole despacio, él bajó la mano por mi vientre y la metió por debajo del pantalón, yo me lo despasé y llegó con facilidad al coño, mis piernas se abrieron sin darme cuenta y su mano abarcó todo mi sexo, dos de sus dedos entraron en mi vagina y me volví loca de gusto, no me pude reprimir, me quité los pantalones subiéndome sobre sus piernas, con la espalda entre los asientos delanteros me clavé la polla hasta adentro, él apenas se dio cuenta hasta que estábamos follando, la pena es que sólo pudo aguantar unos pocos minutos cuando me anunció que se iba a correr, no me supo mal, pues yo ya lo había hecho un momento antes, le arañé toda la espalda, fue sin querer, no me di cuenta pero me levanté y el chorro de leche fue a caer al asiento del coche.
  • Pues yo no tuve suerte al viernes -dijo Maite- sólo estuve bailando y bebiendo pero el sábado en el concierto estuve saltando y gritando como una loca, se reunieron un grupo de chicos y chicas, nos presentamos y bebimos juntos, había un chico que iba sin pareja y se puso a mi lado, también le gustaba el grupo que cantaba en ese momento, me cogió de la cintura y me levantó para que pudiera ver mejor, era muy fuerte, cuando me bajó se quedó abrazado por detrás de mí, con mis saltos le rozaba la bragueta y pronto noté el bulto caliente.  Como llevaba falda apoyé el culo a su paquete y mi tanga se metió entre mis nalgas, él pasó las manos por debajo de mis brazos, bajó mi camiseta y me cogió las tetas subiendo el sujetador, me las masajeó muy bien, pues las puso duras como melones, pasé la mano hacia atrás y le cogí la polla, la saqué con gran esfuerzo y noté el glande ardiendo, debía estar operado pues no tenía prepucio, era todo capullo, pasó las manos bajo mi falda y la subió hasta la cintura.
  • Sus amigos y amigas se dieron cuenta, cuando ya me bajaba las bragas y me apuntaba con la polla por detrás, entre todos hicieron una barrera tapándonos a la vista de la gente, me levantó de la cintura hasta dejarme clavada en su polla, apenas llevaba con los pies en el suelo, tuve que estar de puntillas mientras él me la metía sin parar, uno de sus amigos que iba con la novia me estuvo tocando las tetas, me puso muy caliente, cuando me corrí, la novia me miró sonriendo, cuando él se iba a correr me di la vuelta y me metí la polla en la boca, apenas se la meneó y unos chorros de leche me llenaron la cara y la boca, me hizo toser, al ir a levantarme las chicas pasaron el dedo por mi cara y me quitaron gotas de leche que luego chuparon, después me dieron un beso todas, se deshizo el grupo y se alejaron bebiendo, cuando me reuní con María aún tenía leche en la camiseta. 

                                      Me lo contó todo de un tirón, María la escuchaba con atención, tampoco lo sabía, cuando terminó nos reímos los tres.  Con la explicación me había puesto cachondo, la polla en mi mano no se había bajado en ningún momento, ellas lo vieron y me dijeron…

  • Quita, que tú ya no tienes práctica. 

                                      Entre las dos me tumbaron en la cama, una me chupaba la polla y otra me la pajeaba acariciándome los cojones, hasta que me sacaron la última gota de leche, luego me lamieron hasta limpiarme y se fueron a dormir.

                                      Por la mañana fui como de costumbre a la universidad, allí vi a Asun, al terminar la clase volvimos a coincidir en la cafetería pero después de un rato tuvo que volver a clase, yo ya había terminado y me fui a casa, en el trayecto me acordé de Asun y de Marta y su madre, no me lo podía creer aún pero me recordé que tenía que cambiar el conjunto de lencería, lo tenía en mi habitación, lo cogí y dejando una nota a mi tía le avisaba que no comería en casa.  Desde el teléfono llamé al número que había en el ticket, cuando ya iba a colgar me respondió una voz femenina…

  • ¿Sí?  ¿Quién es?
  • Hola Lucía.  Soy Juan, ya no te acordarás de mí, estuve con dos señoras comprando unas cosas la semana pasada…
  • Ah, sí Juan, te recuerdo perfectamente, jajaja, ¿querías algo?  Es que no puedo hablar ahora.
  • Solamente quisiera saber si estás en la tienda, quisiera cambiar una cosa.
  • Si, ahora sí pero saldré pronto, no tardes. 

                                      Me fui disparado, tuve suerte con el autobús, pues llegaba al mismo momento, en quince minutos estaba en la puerta del gran almacén, subí las escaleras mecánicas de dos en dos escalones hasta llegar a la planta tercera.  El corazón me iba a mil, por lo que estuve dando una vueltas entre la sección de señora hasta que me tranquilicé, a lo lejos pude ver a Lucía, como siempre con su uniforme impecable.  Antes de llegar a ella me reconoció y me recibió con una amplia sonrisa, hice mención de darle la mano para saludarle pero ella se me adelantó y me dio dos besos en las mejillas, me dio a entender que esperara pues tenía una clienta importante atendiendo.  Cuando terminó le dijo a una compañera que se ocupara de las demás clientas, que ella iba a atender a su “primo”. 

                                      Me gustó esa treta, así podría hablar con ella más tranquilamente.  Le expliqué que estaba todo bien pero que lo preferían en color blanco.  Lucía lo desplegó y viendo lo sexi que era me miró de reojo…

  • Entonces a tu mamá y a tu tía, ¿le gustaron los modelos? 

                                      Yo capté la mala intención que ponía en su comentario y le dije entre dientes sonriendo…

  • Sabes muy bien que no eran ni mi madre ni mi tía.
  • ¡No me lo puedo creer, si parecían hermanas!
  • Si ellas sí pero yo no “era” su hijo, jajaja
  • Jajaja, se notaba a la legua, se ve que te gustan las damas mayores que tú.
  • Pues… si la verdad, me gustan mayores… y jóvenes. 

                                      Se puso a mirar en las estanterías y luego se fue al almacén, traía una cara triste.

  • Qué pena, no quedan de éste modelo en blanco, si quieres te devuelvo el dinero o ¿prefieres ver otro modelo?
  • Pues elegiré otro modelo, el problema es si no le gusta a ella.
  • Podemos hacer una cosa, yo te oriento sobre lo que más se lleva y si te gusta me lo pruebo y lo ves puesto. 

                                      Se me abrió el cielo, tenía solución para todo, me sacó varias cajas de diferentes modelos, todos en blanco y me fue diciendo como eran y que efecto hacían, al final nos quedamos en la duda con tres.  Sin pensárselo dos veces los cogió y me dijo…

  • Acompáñame. 

                                      Yo la seguí como un corderito, pasamos al almacén, detrás de una estantería había otro probador o un cuartito para cambiarse ellas, pasamos y cerró la puerta. 

                                      Extendió las prendas sobre una mesa y se fue quitando el uniforme, la chaqueta fue rápida pero en la camisa me pareció lo más lenta que había visto, poco a poco con cada botón abierto se descubría un trozo de piel morena, cuando casi llegaba al final me miraba a los ojos sin pestañear, yo estaba fijo en sus tetas, cuando ya se veía su sujetador, el contraste de su piel morena con el sujetador azul claro de tul transparente me aceleró el pulso, un pezón quedó a mi vista, era moreno, como toda ella, la areola ancha y en punta, oscura como el café. 

                                      Cuando se soltó el cierre a su espalda no dejó caer el sujetador de golpe, se fue bajando los tirantes, uno a uno y con los brazos se sujetaba las copas, por último soltó una y luego la otra pero sus manos tapaban los pezones, yo estaba que saltaba como un tigre pero me contenía no fuera que me propasara y nos oyeran.  Cogió un sujetador blanco y se lo pegó a una teta, luego la otra copa tapó lo que yo rabiaba por ver, se abrochó la prenda y me dijo…

  • ¿Qué tal?  ¿Qué te parece lo que has visto?
  • Lo “poco” que he visto dirás.
  • Jajajaja, -se rió- o lo mucho, yo no soy mayor como a ti te gustan pero aún así soy mayor que tú, tengo 27 años.
  • Por favor no me atormentes más, sigue. 

                                      Se colocó la prenda bien para que viera como quedaba, a mi me daba lo mismo pero estaba impaciente por poderme comer aquellas tetas, si es que al final me dejaba hacerlo.  Este sujetador era de seda, se marcaban los pezones en punta y le daba la forma redondeada de la teta, me gustaba mucho pero quería ver más y más.

                                      El siguiente que se probó, fue un poco más allá, hizo como que se caía una copa, dejando por unos segundos el pezón al aire frente a mí, instintivamente subí las manos, como si se fuera a caer, ella volvió a reír, me estaba haciendo sufrir.  Yo tuve que recurrir a mi última baza, cuando estaba buscando la otra prenda que quedaba me saqué disimuladamente la polla, junto a ella iban pegados los huevos, por la boquita se escurría un gota de liquido pre seminal, estaba roja e hinchada.  Lucía cuando se volvió, dejó el sujetador a medio abrochar y me dijo apresuradamente…

  • Decidido, llévate el otro que falta, es el más bonito. 

 

                                      Se agachó frente a mí y me cogió la polla con las dos manos, la recorría en toda su longitud y luego la abrazaba para apreciar su grosor, con la otra mano me apretaba los huevos amasándolos.  Yo apenas llegaba a sus tetas pero cuando pude atrapar una noté la suavidad de la piel en contraste de la aspereza del pezón, se salían de duros, la humedad que sentí en el glande me indicó que estaba en su boca, la presionaba con los labios para no rozarme con los dientes, apenas podía abrir la boca lo suficiente para tragársela entera, tenía la boca estrecha aunque los labios eran carnosos.

                                      Yo quería aventurarme más y alcanzar su culo o el coño o los dos pero con la falda estrecha no llegaba, cuando estaba a punto de correrme, la sacó y se levantó, apenas pude lamer las dos tetas cuando recogió las prendas y vistiéndose rápido me dijo…

 

  • ¿Tienes algo que hacer?, salgo dentro de media hora, si quieres vamos a mi casa.  

 

                                      Fue tan rápido todo que no pude más que asentir, cuando me di cuenta estaba ya entre la marea de compradoras dirigiéndome a la cafetería para hacer tiempo.  En la cafetería pedí un sándwich, aún no había comido y creía que tardaría en hacerlo, por lo menos de alimento, apenas había acabado cuando me tocaron en el hombro, allí estaba Lucía mucho más guapa que antes, con su ropa de calle. 

                                      Cuando llegamos al garaje del sótano, pulsó el mando y a lo lejos se encendieron unas luces, entramos en el coche y salimos rápidamente, conducía hábilmente por los pasillos y las rampas hasta salir a la calle, giró decidida y al poco tiempo entrabamos en el garaje que había bajo su casa, aparcó en una sola maniobra, sin dudarlo era una buena conductora, cogió el bolso y me hizo una seña para que la siguiera, en el ascensor pulsó el quinto piso, sólo tuve tiempo de besarla levemente en los labios cuando se detuvo el ascensor.  La llave rodó en su puerta, nos salió a recibir un gato persa precioso, estaba muy cuidado, se enredó mimoso entre las piernas de Lucía que le hizo unas caricias.

                                      Según iba avanzando iba dejando el bolso en una silla y la chaqueta en otra, yo la seguía detrás hasta que abrió una habitación y me hizo entrar, era bastante espaciosa, tenía una cama de dos por dos metros, por la ventana entraba mucha luz, corrió las cortinas hasta dejar una penumbra mientras se quitaba la camisa y la falda, luego entró en el baño y mientras se soltaba el pelo, abría los grifos de la ducha, yo me senté en la cama y me descalcé, me quedé pronto en bóxer, al rato salió liada en una toalla, simplemente dijo, “si te apetece el agua está ideal”.

 

                                      El bóxer cayó al suelo antes de llegar al baño, me di un remojón y salí medio mojado, Lucía me esperaba en la cama, con la toalla liada pero que se abrió al llegar a ella, subí de un salto y me tumbé a su lado, ahora pude ver sus dos tetas en todo su esplendor, morenas como toda ella, no se le notaban las marcas del bikini, los pezones grandes, redondos, morenos, bajo el ombligo plano el pubis apenas poblado en un triángulo invertido señalaba el comienzo de unos labios apenas visibles, era una leve raya entre sus piernas, la piel más morena que el resto anunciaba un coño oscuro. 

                                      Me lancé a lamerle los pezones pero ella me cogió la cara con las dos manos y me hizo rodar hasta ponerse encima, le gustaba llevar la iniciativa, buscó mis labios con los suyos, me mordía el labio inferior, mientras se acoplaba sobre mí, poniendo sus tetas sobre las mías, sus piernas me rodearon y los labios del coño se abrieron para atrapar mi polla extendida a lo largo de mi vientre, suspiró al notarlo, yo notaba los pelillos de su pubis rozarme el frenillo, eso me excitaba más, mientras que yo recién depilado resbalaba sobre sus labios como un leve roce, mis huevos se pegaban a sus nalgas al pasar. 

                                      Ya notaba la humedad de sus flujos sobre mi tronco, se enderezó y levantando un poco el culo cogió con una mano mi polla, la puso vertical y tras apuntar a su vagina se dejó caer, ahora sí que mis manos podía coger sus tetas, las amasaba, las juntaba y pellizcaba sus pezones hirientes, cuando la tuvo clavada hasta el fondo empezó a subir y bajar, sus tetas oscilaban sobre mí y se agachó para que las pudiera morder. 

                                      Con suma habilidad se salía hasta casi sacarse la polla de adentro pero en el último centímetro se la volvía a clavar hasta que notaba que no me quedaba más.  Cuando me abrazó noté que un temblor sacudía su cuerpo, se agitaba espasmódicamente y respirando con dificultad saltaba sobre mí, al fin me cayó encima abrazándome con más fuerza, yo en esta posición pasiva simplemente levantaba las caderas para que la polla le entrara si cabe un poco más pero no me esforzaba, apenas lo hacía.

                                      Abrazados como estábamos, rodé sobre el colchón hasta ponerme sobre ella, se quedó abierta de piernas y con los brazos en cruz, me di la vuelta, le puse la polla cerca de su boca, con la mía busqué su coño empapado, estaba rojo por la excitación y olía a hembra, mi boca buscó su clítoris, ella se estremeció pero me dejó hacer, a cada lamida saltaba sobre las sábanas, cuando mi polla rozaba su boca la abrió y se la tragó casi entera, hacía todos los esfuerzos posibles para que mi tronco cupiera, con las manos me presionaba el culo sobre ella para que me dejara caer, me estaba follando con la boca, le abrí más las piernas y llegué hasta la vagina, unté mis dedos hasta adentro, primero uno luego dos, el tercero entró sin sentir.

                                      Cuando saqué el más fino, rodeé el ano con él, brillaba de lo mojado que estaba, en un principio el anillo rugoso se cerró de golpe pero con mi insistencia se relajó y una falange se hundió en él, otra encogida pero esta fue al contrario, abrió más las nalgas para que llegara mejor, mi lengua apoyó el movimiento del dedo y lubricaba el resto de falanges antes de entrar, cuando el primero estaba adentro el segundo se abrió paso junto a él.  Ya no ofrecía resistencia, se había relajado por completo, al sacar los dedos, el ano ya quedaba semi abierto.

                                      Estaba empeñada en hacerme correr en su boca pero eso no estaba en mis proyectos, cuando volví a girar sobre ella, le elevé las piernas sobre el pecho, las tetas le salían por los lados pero mi polla tenía a su alcance tanto su coño como su culo, me decidí por lo que aún no había catado y poniéndola en un principio a la entrada de la vagina se humedeció pero luego resbaló hasta el culo y presionando un poco se enterró el glande, ella quedó por un momento paralizada…

  • Juan, ¡por ahí n…..oooooo! 

                                      Primero quiso negarse, sólo le salió parte de la palabra, luego junto a un largo suspiro terminó de decirla, ya era tarde, la polla ya estaba dentro de ella, dos lagrimones aparecieron en sus mejillas, estuve bombeando un momento pero la postura no era nada cómoda, yo como haciendo flexiones apoyado en mis brazos y ella con las piernas como un collar, le levanté un poco las caderas y le coloqué un almohadón bajo los riñones, ya pude sentarme sobre mis talones y sus piernas cayeron a mis costados por encima de las mías, seguí metiendo y sacando cómodamente, mi polla estaba a la altura de su culo, ella soportaba con más gusto mi invasión, poco a poco el placer la inundó y ya se movía a mi ritmo. 

 

                                      Cuando noté que gozaba, con una mano separé los labios del coño, dejando el clítoris abierto en primer plano y con la otra lo acariciaba rodeándolo con los dedos, la expresión de su rostro cambió al sentir como notaba la llegada de otro orgasmo, los jugos que salían de su coño lubricaban la polla que debajo de él se hundía en su ano.  Estuve acariciándola mientras mi polla seguía un ritmo lento pero constante, al excitarse casi al máximo, se cogía las tetas y se las amasaba , entonces yo bajaba el ritmo de las caricias en el clítoris hasta que se le pasaba la excitación, después seguía acelerando hasta que la ponía en lo alto de la ola, antes que se corriera ya estaba bajando yo la cadencia, ella se desesperaba, quería correrse y yo no la dejaba, me suplicaba que se la metiera más fuerte y que la hiciera correrse, estuve un buen rato con este juego. 

                                      Lucía tenía la cara llena de rubor, el cuello y el pecho, entre las tetas estaba rojo de excitación al igual que las orejas, las tetas le brillaban de sudor igual que el estómago.  Yo estaba demasiado cómodo para vislumbrar mi eyaculación, cuando la saqué del culo apenas elevé con un impulso la polla para meterla en el coño, pensé que lo agradecería pero ya estaba gozando por el recto como por la vagina, yo sí que noté la diferencia, de la suavidad de terciopelo del recto a la rugosidad de la vagina, mi polla se endureció más aún, seguí con mi intención de prolongar la follada, la ponía al borde del orgasmo para frenar antes. 

                                      Al decidir cambiar de táctica le empecé a acariciar rápidamente el botón del placer supremo, ella estalló por fin en un orgasmo demasiado esperado pero yo bajé el ritmo lo suficiente logrando que no se calmara del todo, para seguidamente volver a acelerar y provocarle otro orgasmo seguido, así estuvo con una serie de orgasmos cortos, seguidos pero de poca intensidad, se deshacía estirándose los  pezones, parecía querer arrancarlos, su cabeza oscilaba sobre la sábana sin control, ya no me decía nada, sólo gruñía, lloraba, se quejaba, me pedía más o que parara ya, todo seguido, en medio de éste caos. 

                                      Eyaculé, fue una corrida larga, una serie de chorros que llenaron su vagina, como no estaba muy excitado dada mi confortable postura, no le dije nada y seguí, pues mi polla me pedía más guerra, supongo que ella esperaba que al sentir la leche dentro de su vagina la sacara ya pero se equivocó, por un buen rato continué metiéndola y sacándola hasta que al notar que quería vaciar por completo los huevos la saqué justo en el momento que el primer chorro amenazaba con salir.  El primero salió con fuerza, le cayó desde la nariz hasta la ceja pasando por la pestaña, los siguientes quedaron cortos y mojaron la teta y el pezón izquierdo, ella hacía rato que había soltado sus tetas y se había abandonado con los brazos sobre su cabeza. 

                                      Me dejé caer sobre ella, estábamos los dos empapados en sudor, luego me resbalé a su lado, en la habitación retumbaba el ruido de nuestros corazones, cuando me despejé Lucía todavía estaba aletargada, salté de la cama y me metí en la ducha, el agua terminó de despabilarme, al salir me vestí, cogí el paquete de la lencería de Marta, me acerqué hasta ella, le di un beso largo pero suave en su boca entreabierta, noté su respiración ya tranquila, con una voz apenas audible me dijo…

  • Ha sido fantástico, hasta pronto, llámame. 

 

                                      Cuando llegué a casa aún estuve un buen rato estudiando antes de bajar a cenar, la escena era la de rutina, mi tío leyendo, mi tía en la cocina y mis primas poniendo la mesa.  Como estaba cansado me fui pronto a la cama, mis primas me dijeron un hasta mañana a coro, se portaron bien esta noche, me dejaron dormir. 

                                      Al día siguiente después de clase me acerqué a la secretaría, esperé a que Marta estuviera desocupada y le enseñé el paquete, ella con los ojos me indicó que éste no era buen sitio para dárselo y con la mano me dijo que se lo llevara a casa.  Por la tarde llamé al telefonillo de casa de Marta, oí como me abrió sin preguntar quién era, cuando subí su puerta estaba entornada, me extrañó tal descuido, empujé la puerta y no vi a nadie, cerré tras de mí.

                                      Unas manos taparon mis ojos por detrás, me asusté por lo imprevisto, luego pensé que sería la hermana de Marta, pero al volverme y abrir los ojos vi a Marta sonriéndome, vestía sólo con un conjunto de los que se había comprado el último día, estaba exuberante, para su poca estatura las tetas dentro del sujetador se elevaban y juntaban, se le salían un poco por los lados y los pezones se marcaban bajo el sutil tejido…

  • Te he visto llegar, por eso te he abierto la puerta, te estaba esperando con éste modelo. 

                                      Se me adelantó el decirle la imprudencia de abrir sin preguntar pero ya lo había olvidado, sus brazos rodearon mi cuello y atrayéndome a ella me dijo despacio…

  • Hoy no está mi hermana… 

                                      Sonreí agradeciéndole la información, lo cierto que su hermana pese a haberme proporcionado una buena follada, no me acababa de gustar, no tenía nada que ver con Marta y mucho menos con su hija Asun.  Cuando llegamos al salón le di el paquete con el nuevo modelo, intenté explicarle que lo sentía, que no era el mismo pero llegaba tarde otra vez, ya se había quitado el negro que llevaba y se colocaba el nuevo de color blanco, sus tetas un poco caídas se marcaban espléndidas en el marco blanco. 

                                      Hizo un gesto de admiración, le gustó mucho más que el que devolví, me dijo que al final ni se fijó en él al ver a su hermana comiéndome la polla en el probador, se dio la vuelta en redondo para que la admirara, las bragas a juego le sentaba perfectas, no tenía vientre y el pubis se marcaba como una fotocopia.  Me volvió a abrazar, me besó en parte por agradecerme el recado y por otra por el buen gusto al elegirlo, por supuesto no le dije toda la tarde que había gozado a cuenta del cambio.

                                      Se me colgó del brazo y me arrastró a su habitación, la colcha ya estaba retirada cuando me senté en ella para quitarme la ropa, me tumbó de espaldas y me sacó los pantalones a estirones, luego pasó las manos bajo mi camisa y la sacó por la cabeza sin desabrocharla, mi polla apuntaba a la lámpara, así depilada parecía la torre de Pisa, yo no me acostumbraba a vérmela.  Dio la vuelta a la cama y subió por el lado opuesto, pasó a gatas sobre mí, me dio un beso en la boca y siguió hacia mi estómago, al llegar a mi altura, le solté el sujetador, sus tetas con la gravedad cayeron sobre mi cara, ávidamente las besé, las lamí y las mordí hasta ponerlas casi del color de los pezones.

                                      Tras esta pausa siguió hacia mi vientre y sacando la lengua fue recorriéndola hasta que al llegar a mi pubis, chupó mi ingle rodeando mis huevos depilados, cuando volvió al pubis, subió la lengua por mi tronco hasta llegar al glande, lamió el frenillo y chupó el glande antes de abrir los labios y absorberlo hasta hacerlo desaparecer en su boca.  Yo ya tenía la cabeza entre sus muslos, sobre mis ojos veía su sexo todavía cerrado, sus labios escondían la entrada de la vagina y su clítoris moreno pero cuando separó las rodillas a mi lado, fue descendiendo lentamente.

                                      Mientras la distancia se reducía los labios se iban abriendo y un aroma a mujer caliente me llenó los pulmones, el brillo de sus labios menores me decían que en su vagina los jugos manaban en cantidad.  Cuando mi boca la pudo abarcar ya asomaban blanquecinos, espesos y abundantes, no tardaron en pasar a mi garganta y los que faltaban mi lengua los hizo salir.  Miré a través de nuestros cuerpos, apenas podía ver, pues las dos tetas colgantes me lo impedían pero entre ellas vi como mi polla era engullida hasta mi pubis por sus labios. 

                                      Marta se adelantaba para tragar más carne y yo aprovechaba para llegar más lejos y lamerle entre sus nalgas que al estar separadas me ofrecían un ano apenas rugoso.  Estaba ávida de comer polla, le hacía toda clase de mamadas y lamidas, sus manos amasaban mis huevos, pegados al culo, duros y llenos de semen, quizás, por el placer que yo le estaba proporcionando, prefirió seguir chupando y cuando le vino el orgasmo, explotó dando un temblor sobre mí que la dejó sin aliento, soltó mi polla y su cabeza cayó sobre mi ingle izquierda con su cara hundida entre mi polla mojada y mi muslo, así estuvo varios minutos, yo solamente le tenía sujetas las dos tetas, sin mover ni un músculo, hasta que se recuperó, después se incorporó y sentándose sobre mí se introdujo el falo en su encharcada vagina.

                                      Se recostó sobre mí y me dio mil besos ardientes, mis labios, mi lengua y mi cuello fueron agasajados por Marta, mientras sólo su cadera se movía lo justo para meter y sacar mi polla dentro de ella, yo la abrazaba mientras notaba sus tetas rozar los lados de mi cuerpo.  Cuando sintió las palpitaciones que tenía mi glande, simplemente aceleró sus caderas, sus músculos vaginales hicieron el resto, unas contracciones que me comenzaban en los huevos y que terminaban en la polla la llenaron de leche, entre mis piernas se escurría un reguero de semen y flujos que mancharon las sábanas.  Aún tardamos un buen rato en levantarnos, estábamos pacíficamente abrazados, charlando de cosas sin importancia, habíamos tenido una buena follada.

Continuará…

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.

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