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Mi timidez y mis tías (46)

en Amor filial

La noche había sido épica, Alba me había provocado a seguir follando al oír a mi madre en la otra habitación, cuando caímos rendidos nos dormimos, por la mañana ya me había repuesto y después de ducharme volví a su lado y le di un dulce despertar.

Ahora íbamos de la mano hacia el comedor, era la hora del desayuno, ya estaban casi todas las mesas ocupadas, busqué una para los cuatro al lado de un ventanal, mientras esperábamos a nuestros padres estuvimos observando la cola que esperaba con un plato en la mano para cargarlo de bollería o bocadillos, la cafetera humeaba llenando de aroma todo el local.

Clara apareció precediendo a Benito, vestía muy juvenil, aparentaba varios años menos, también influía su amplia sonrisa, se notaba contenta y feliz,

Cuando se sentó a mi lado la besé felicitándola por su cumpleaños.

-        Felicidades mamá, estas radiante, quería ser el primero en felicitarte.

-        Gracias hijo pero casi lo has sido, Benito se te ha adelantado y ha sido especial, aún me tiemblan las piernas, jajaja.

-        Felicidades Clara, a mi padre también le tiemblan las piernas, espero que sólo sean dos.

-        No os metáis con este viejo, jajaja yo que quería disimular… pero aún aguanta la más importante.

Nos pusimos a la cola, la mayoría de los jubilados ya estaban devorando los platos abundantemente llenados pero todavía pudimos elegir lo que más nos gustó, cuando terminamos éramos los últimos en salir, los camareros ya habían desmontado las mesas y las preparaban para la comida.

En el pasillo nos cruzamos con una señorita vestida con bata blanca, nos estaba buscando, nos ofreció unos tratamientos especiales, mascarillas faciales, barros, chorros de agua, piedras calientes incluso manicura, a las mujeres les encantó y se apuntaron, Benito me vio la cara que ponía y le sirvió de excusa para proponerme despistarnos en el bar.

Dicho y hecho, las dos chicas se fueron con la señorita y nosotros al bar, el médico pidió un café y el periódico, yo no quise tomar nada y recogí del mostrador unos catálogos del balneario, casi todo era publicidad salvo unos artículos sobre las propiedades de las aguas y la historia del edificio, pronto lo leí todo y salí al pasillo acristalado que rodeaba el edificio, de las diferentes habitaciones salían casi en fila india los hospedados cubiertos por nos albornoces blancos con capucha, parecían monjes dirigiéndose al refectorio, en realidad iban al spa, entre un murmullo pude distinguir algunas conversaciones, hablaban sobre los distintos tratamientos de agua.

Al rato llegaron las mujeres, Alba nos enseñó las uñas recién pintadas y Clara nos contó el masaje facial con mascarilla que le había dejado el cutis como Alba, nos reímos y las invitamos a sentarse con nosotros en espera de la hora para ir al spa.

Aún tardaron los jubilados en hacer el camino a la inversa, ahora encapuchados para no coger frio, al pasar los primeros nos fuimos a nuestras habitaciones, había que cambiarse e imitar a los peregrinos.

Alba sacó su bañador recién comprado y los demás accesorios, me dio el mío y descubrió que aún tenía el de mi madre en su maleta, no se había acordado de dárselo a su padre, con los dos en la mano llamó a la puerta de la habitación contigua, abrió Benito y en su cara se reflejaba el apuro que tenía en ese momento, le había dicho que le había comprado un bañador y no lo encontraba, mi madre salió del baño desnuda preguntando por la prenda, Alba se la pasó a su padre disimulando.

Clara nos vio y nos invito a pasar, le encantó el bañador que le ofrecía Benito, se lo puso sobre su cuerpo y vimos que no habíamos fallados en la talla, Alba  aprovecho que mi madre le agradecía a Benito el regalo para entregarle el frasco de colonia de su parte, después de los besos de agradecimiento de rigor, le enseñó el suyo, a mi madre le encantó y también se lo puso sobre ella, le sobraba por todas partes, nos reímos de la facha que hacía, cuando se lo devolvió a la chica le rogó que se lo pusiera allí, Alba se desnudó frente a nosotros y se enfundó la prenda de baño, mi madre me miraba de reojo, en mi bragueta se acusaba la visión de las dos chicas, para complicar la cosa para mí Clara también se puso el suyo pero quiso provocarme insistiendo que me colocara el que me había regalado Alba a mí.

Cuando me bajé el bóxer mi madre esperaba desnuda mirando, la polla se me enganchó en el elástico y cuando pudo soltarse saltó con fuerza, los tres se rieron.

-        Manu, creo que ese bañador te va a dar dificultades para guardar todo eso que mueves, supongo que te bajará en algún momento.

-        La culpa es vuestra, os aprovecháis de este pobre adolescente que tiene una polla demasiado traviesa.

-        Sí y que se mete donde puede si te descuidas, jajaja.

Cuando estuvimos preparados nos enfundamos las batas blancas y con las chanclas y los gorritos para el pelo nos dirigimos al spa.

A la entrada había un mostrador, lo atendía una chica monísima, ya nos esperaba y no tuvimos que esperar nada, detrás de ella en una salita se escuchaban voces de varios jóvenes que charlaban animadamente, a la llamada de la chica del mostrador acudió un joven, a mí me gustó al pronto pero a las mujeres se les abrieron unos ojos como platos, tengo que reconocer que era un hombretón de una pieza, musculado pero no en exceso y con una aspecto muy atractivo, nos dijo que lo siguiéramos, las chicas enseguida se pegaron detrás de él mientras explicaba el funcionamiento de los diferentes aparatos de agua, al entrar un ambiente cargado de temperatura y humedad nos recibió, recordé que el agua manaba a 27º del suelo, sentimos un alivio grande cuando nos quitamos los albornoces y los dejamos sobre unas perchas.

El chico desapareció de momento, esperamos en la tenue iluminación y el silencio que se respiraba, de momento se encendieron todas las luces y un rumor ascendente llenó la estancia, por todos los aparatos salió con estruendo gran cantidad de agua, nos indicó que después de ir pasando de aparato a aparato debíamos salir a las duchas de agua caliente y fría y demás cabinas, incluso nos sugirió que finalmente entráramos en la sauna.

Cuando entramos en el agua el chico se despidió deseándonos buen baño.

La primera como siempre fue mi madre, era la más aventurera, le siguió Benito para no quedar mal y después nosotros dos, arrimados a la pared nos íbamos colocando bajo los chorros de agua, habían unos azulejos con las instrucciones para lo que servían y fuimos girando por toda la piscina, mi madre como siempre haciendo travesuras nos echaba agua y buceaba entre nuestras piernas.

Cuando terminamos el circuito nos metimos por orden en la ducha caliente, una regadera gigante nos lanzaba a alta presión hilos de agua que pinchaban en la piel, cuando cambiamos a la siguiente era agua helada, los gritos se oyeron hasta fuera del balneario, otras pruebas casi tan difíciles nos esperaban, mi madre se escabulló para no hacerlas, claro.

En la sauna creo que teníamos curiosidad todos, Benito se erigió guía y nos explicó las ventajas médicas del vapor, cuando nos sentamos en las gradas de madera todo parecía fácil, por mi torpeza eche dos cazos de agua en el calentador, una nube de vapor nos inundó, cuando se disipó el calor era agobiante, el termómetro había subido de golpe, Alba no pudo resistir más y se quitó el bañador, mi madre al verla la imitó y a nosotros nos encantó la idea, las chicas sentadas en las toallas se hacían aire con las manos, Alba se levantaba las tetas para secarse el sudor que la ahogaba, por los pezones de Clara goteaba el sudor también, Benito ya no hablaba de las propiedades del vapor, ahora lo sufría en sus carnes, sobre todo en su polla, debía sufrir una dilatación en la sangre que se le acumulaba toda en ella.

Las chicas no tardaron en darse cuenta, Clara le señaló a Alba.

-        Fíjate Alba, a tu padre le ha hecho ya efecto el vapor, se le ha calentado el pito, lo tiene a punto para pitar, jajaja.

-        Pues a tu hijo le cabecea subiendo a golpes, jajaja.

-        Este Manu… hijo ¿Qué te pasa ahora, es por el calor del agua o por las vistas?

-        Papá, tú también eres rápido, enseguida que ves unas tetas ya tienes la polla mirando al sol, jajaja.

-        La culpa es vuestra, sí, de Clara y tuya, a la mínima ya estáis con las tetas y los coños al aire, nosotros sólo somos unas victimas.

-        Eso somos unas victimas, no tenéis compasión de nosotros y nuestras pollas.

-        Vaaale, lo reconocemos, y nos declaramos culpable, Alba ¿qué crees que podemos hacer para calmarlos?

-        Lo único que se me ocurre es hacerles un tratamiento de choque, una mamada y sacarles el calor del cuerpo.

-        Un momento, estoy seguro que a Manu le encantaría como a mí unas mamadas pero nos esperan para darnos unos masajes y no debemos hacerles esperar.

-        Vaya ¿a mí que se me hacía agua la boca y el coño!, a ti no Alba?

-        Imagina, Manu ya está a tope.

Benito y yo salimos atropelladamente asediados por las dos chicas que pretendían hacernos una paja mientras salíamos, nos reíamos aún cuando el chico vino a recogernos y guiarnos a la sala de masaje.

En un pasillo encontramos varias salas de masaje, había cubículos con una camilla, una mesita y una estantería de aceites y cremas, nos asignaron una a cada uno con las instrucciones de quitarnos los bañadores y ponernos si nos daba vergüenza unos taparrabos desechables de papel, ya nos habíamos separado y yo opte por quitarme todo y cubrirme con una toalla, cuando entró el masajista confieso que dudé si había sido una buena idea, el chico era todavía más fuerte que el anterior, los bíceps no le cabían en las mangas de la camiseta blanca, parecía un armario y el pantalón ceñido que calzaba no dejaba duda de su hombría.

Cuando me dio instrucciones no me dio opción a replicar, estaría callado boca abajo y no protestaría por nada, tragué saliva y encajé la cara en la cabecera de la camilla, sólo veía un poco de suelo.

Empezó a sonar una suave música chill out y un olor a sándalo lleno la sala, solo veía a veces los zapatos blancos del chico, cuando un chorro de aceite me recorrió la espalda, me mordí el labio esperándome lo peor, pero cuando empezó a hundirme los dedos en los músculos una paz interior me envolvió, cada toque era una sensación que me liberaba de una tensión, por momentos me iba encontrando más liviano, me iba entrando un sopor que tenía verdaderas dificultades en no quedarme dormido, los dedos seguían hundiéndose en mi espalda cuando noté que la toalla de desprendía de mi culo, el frescor del aceite se repartió por la cintura y las nalgas, las manos abiertas amasaron la piel, los resultados eran espectaculares, del cansancio que llevaba cuando entré ya no notaba nada, por eso cuando me tocó para indicarme que me diera la vuelta no lo pensé, no abrí los ojos por no ver mi polla que no entendía de masajes, una toalla pequeña me cubrió la cara, lo agradecí cuando los dedos me bajaban por el pecho hacia el ombligo, las manos separaron los tobillos, los huevos pegados a la polla estaban libres y la verga como el asta de una bandera, las manos pasaban rozando peligrosamente, se perdían entre mis muslos, algún roce se producía pero cuando la mano pasó untada de aceite desde los huevos hasta el capullo ya no pude aguantar y me quité la toalla.

Me creí morir, la mano no era del Hércules, era de la chica del mostrador, iba vestida igual que el chico, con las mismas zapatillas, el pantalón se le ceñía igual pero en vez de marcar paquete le presionaba los labios como la pezuña de un camello, si tenía que presumir de músculos lo haría de sus tetas, pugnaban por salir del pequeño escote de la camiseta de algodón, pero sus manos eran expertas y se movían seguras, solo atiné a preguntar…

-        ¿Desde cuándo estás ahí?

-        Desde el minuto dos, ¿te parece mal?

-        No, nada de eso, sólo que he pasado un mal rato por no abrir los ojos.

-        Jajaja, te entiendo, de haberlo sabido te hubiera hecho esto…

Cuando me dijo esto me cogió la polla y le bajó el prepucio de un tirón dejando el glande brillando.

-        Y esto…

Apretando el tronco de la polla con todo el puño lo volvió a subir hasta el glande desapareciendo en la palma de la mano.

-        Y también esto…

Con la otra mano me rodeó los huevos y las apretó juntando las dos manos sobre mi polla y bajándolas sobre el tronco, yo con la cadera le seguía en sus movimientos queriendo que continuara.

-        ¿Tienes calor?, yo sí.

Se quitó los pantalones quedándose con unas braguitas blancas, tenía unas piernas muy largas y torneadas, mi mano se apoyó en la cintura y le soltó el delantal donde colgaba la botella del aceite.

-        Chico malo, veo que tienes iniciativa… yo también.

Sus manos cogían el capullo y lo desenroscaban como una botella girándolo, mi mano se deslizó bajo la camiseta, el estómago estaba suave y un poco sudoroso, cuando encontré la dureza de su teta estaba húmeda, entre las dos se deslizaban unas gotas, pasé de una a la otra, apenas tenía separación y cuando busqué los pezones ella se acercó a mí para que los alcanzara.

Le levanté la camiseta hasta asomar el nacimiento de la teta, estaba bronceado y no se notaban marcas del sol, al ver el pezón casi negro la miré, ella se encogió de hombros y me dijo.

-        Soy rubia de bote, el pelo natural es negro azabache.

Entendí que el del coño también lo tendría negro y lo acerté, simplemente le separé la braguita blanca y justo por el borde empezaba la alfombra de pelo rizado, aun estando perfectamente delineado abultaba bajo el fino tejido.

-        Mmm, eres muuuy malo, si pero yo también soy muuuy mala.

Se agacho sobre mí para que alcanzara sus pezones, fácilmente lo hice apoderándome de ellos, con dos dedos los pellizcaba estirándoles al mismo tiempo, el roce de su lengua en mi pecho me hizo cerrar los ojos, su cabeza bajaba por mi estómago con clara intenciones en no detenerse en el ombligo, cuando llegó al pubis que había despejado de vello en honor de Alba no lo tocó, simplemente su lengua siguió paseando por encima de la polla hasta llegar al glande, aprovechando el vigor que tenía le dio la vuelta lamiendo el frenillo y bajó por el revés, cuándo llegó a los huevos aspiró y uno de ellos desapareció en su boca.

Abandoné por un momento sus tetas y pasé la mano por su cintura buscando su culo, lo tenía duro y más en aquella postura algo forzada, separé las nalgas y busqué hasta rozar el ano, pasé sobre él no sin antes rodearlo suavemente y llegué a los labios menores, cuando presione sobre ellos cedieron para dejar que mi dedo entrara en su vagina, le debió gustar pues dejó inmediatamente mi huevo de su boca y se tragó directamente mi capullo, lo hizo aspirando al mismo tiempo por lo que mi verga se perdió en su paladar.

Con un  leve toque en su muslo le insinué lo que quería, con un ágil salto se subió a la camilla y pasó una pierna sobre mi cabeza, después de sentarse sobre mi cara lo primero que hizo fue quitarse la camiseta.

Durante un momento que se levantó para quitarse las braguitas pude ver las dos tetas colgando sobre mí, las cogí y la atraje hasta que su coño estuvo al alcance de mi boca, la lengua entró en su vagina y ella me correspondió tragándose aún más mi tronco, no creí que podría aguantar mucho la mamada que me estaba dispensando por lo que me centré en su clítoris, era grande, muy desarrollado un poco más y parecería un micro pene, lo traté como ella hacía con el mío, creo que era su punto débil, se quedó quieta hundiendo la cabeza entre mis muslos, no quise que se corriera tan pronto y lo dejé pasando la lengua por las ingles sin tocarlo.

-        Eres malo, muy malo, demasiado malo.

-        Reptó sobre mí hacia mis pies y cuando sus piernas rodearon mis caderas se sentó ayudándose con la mano llena de polla, no falló y se dejó caer, veía su espalda arquearse buscando la máxima penetración, de su cintura nacían dos caderas que abarcaban todo mi cuerpo.

-        Malo, malo, malisssimo, aaaah.

Levantó la cabeza al cielo y tras una sacudidas se corrió, le noté los espasmos que le atravesaban el vientre en mi polla, cuando casi se le había pasado se recostó de espaldas sobre mí, y siguió cabalgándome, cuando me corrí cogido de sus tetas se estuvo quieta hasta que la última gota de leche salió del capullo, se inclinó hacia delante apoyándose en mis talones y levantó el culo, con mi glande salió un goterón de semen caliente.

Me limpió con una gasa perfumada después de lamerme los huevos hasta dejarlos brillantes y duros, cuando se puso los pantalones para salir aún se manchaba los camales con los jugos que perdía.

Aún estuve un momento mirando al techo, la polla ya desmayada aún palpitaba, me levanté sin ganas, más que cansado estaba exhausto, el masaje me había relajado tanto que no sentía los pies en el suelo y menos con el peso que me había aligerado la chica.

Cuando salí una voz me llamó detrás de mí.

-        Manu, espera por favor.

-        Hola Benito, ¿Qué tal el masaje?

-        Déjame que me apoye en ti Manu, estoy baldado, en confianza, ¿quién te ha masajeado?.

-        Un chico muy guapo, encantador diría yo.

-        No me digas, igual que a mí pero no sabes lo mejor, que se ha cambiado por una chica morena.

-        ¿Sí? Qué suerte, a mi también, pero era rubia, bueno rubia de bote, el pelo del coño era negro carbón y rizado.

-        El mío era rubio pues, eso de tintarse el pelo… engaña, jajaja ¿Sabes lo que me ha dicho cuando me ha dejado? Que ella había empezado con la chica más mayor y luego se había cambiado por el chico.

-        O sea que a ellas también les han dado un masaje especial, jajaja veremos que nos cuentan.

-        Eso, veremos.

Apenas estuvimos esperando en el pasillo un momento hasta que aparecieron la pareja de mujeres, parecía levitar pero como todo comentario las dos dijeron lo mismo.

-        Ha sido maravilloso, para repetirlo ¿y el vuestro?

-        Igual, no tenemos palabras para definirlo.

Al pasar por el mostrador de la salida estaba la chica que había atendido a Benito, le dio un sobre con una tarjeta…

-        Es de Germán, me desea que nos hayan gustado los masajes, que personaje, jajaja.

En la habitación nos dimos una ducha, mi madre había tenido una idea luminosa, nos había invitado a comer fuera del hotel, en recepción nos dijeron que a treinta kilómetros había un pueblo de la época medieval muy turístico y que se comía muy bien.

Cogidos de la mano llegamos al parking y pronto estuvimos de ruta al pueblo recomendado, al pasar cerca del río mi madre le dio un beso a Benito.

En efecto estaba muy bien conservado, las casas de piedra todas seguían el aspecto antiguo, por sus callejuelas se respiraba el aire fresco de la montaña, en los bajos de sus casas se habrían comercios de productos típicos, vinos, embutidos, suvenir y sobre todo bares, tabernas y restaurantes.

Entramos en el sitio que nos habían hablado, nos habían dado una tarjeta de recomendación y fue la llave para que nos dieran una mesa, estaba lleno de gente.

Mi madre fue la encargada de pedir, todos teníamos buenas tragaderas y ella sabía nuestros gustos, se nos hicieron las tantas comiendo, ya estaba el comedor casi vacío cuando nos levantamos, con buen criterio del médico decidimos dar un paseo por las callejuelas, en algunos bajos habían artesanos que conservaban los oficios casi perdidos, la forja, el cuero, los tapices, etc. En cada uno de ellos nos parábamos y preguntábamos, a ellos les gustaba enseñar sus habilidades y nos regalaban alguna muestra, ya casi anochecido volvimos al hotel, apenas cenamos unas frutas, estábamos hinchados de la comida tan abundante, mi madre se había pasado pidiendo.

Oímos el rumor entre los huéspedes mayores de que después de cenar había baile, a las mujeres les encantó, yo no sé bailar y creo que a Benito tampoco se le da muy bien pero no teníamos escapatoria y aceptamos.

Me puse la mejor ropa que había traído pero cuando vi a Alba vestida de fiesta me tuve que sentar en la cama, había sido previsora y llevaba un traje de noche largo hasta los pies, estampado de flores con un escote que llegaba al estómago y por detrás a la cintura, me asomé a él y se perdía en la oscuridad, Alba notó que buscaba el sujetador y levantó un lateral del cuerpo del vestido y me dijo.

-        Creo que lo que buscas está aquí.

Efectivamente no llevaba sujetador y la redondez de sus tetas en el canalillo me lo demostró, me pasé la lengua por los labios.

-        Eso después, si bailas bien, claro.

Hice como si llorara, si cumplía lo prometido pasaría la noche a dos velas pues de bailar soy un negado.

Llamaron a la puerta contigua y al abrir entró mi madre con prisas, se dirigió a Alba y le pidió que le arreglara la cremallera de su vestido que se había atascado.

-        Tú no Manu, que eres un manazas.

Alba empezó por bajar la cremallera hasta abajo para luego empezar de nuevo, a mi madre también se le había “olvidado” ponerse sujetador aunque no le hacía falta, el vestido que había traído no lo había visto nunca, era negro muy corto, con un gran escote por delante, se lo podía permitir, no se le saldrían las tetas, no.

Alba la miró de lejos para ver el efecto, se le acercó con disimulo y le puso la mano entre las piernas.

-        ¿No llevas bragas?

-        Uff, no me he acordado, ¿se me ve algo?

-        No nada, sólo el coño.

Seguimos el sonido de la música, era una mínima orquesta, solo de dos, teclado y guitarra, para qué más, jajaja.

Nos sentamos lejos de la pista, las primeras mesas estaban ocupadas por los abueletes que primero pillaban los platos en el comedor.

Alba pidió las copas cuando vino el camarero, ya íbamos por la segunda ronda cuando se animó el baile, los pasodobles se engarzaban unos con otros y sólo se alternaban con algún bolero, los mayores salía y hacían piruetas orgullosos, cuando sonó una canción más actual Alba saltó de la silla me cogió de la mano y no la soltó hasta estar en el centro de la pista, yo le miraba horrorizado, vi a mi madre que también se tapaba la cara para no verme hacer el ridículo, fue como echar una gota de agua en el aceite, una onda se abrió desde el centro hacia las orillas, yo no sabía qué hacer pero Alba me llevaba, todos dejaron de bailar y admiraban a la pareja del centro sobre todo a la chica que era un bombón andante, todo estiraban el cuello cuando giraba para poder ver un poco de teta, de mí no se fijaba nadie, menos mal, cuando terminó la canción todos los hombres quería bailar con ella, pero Alba lo dejó claro, me dio un beso largo en la boca y todos volvieron a sus asientos.

Cuando mi madre salió a bailar parecía una chiquilla, con sus piernas delgadas y su minivestido, Benito tampoco era ningún bailarín pero se dejó llevar por Clara, al final aplaudieron todos.

Otra ronda de bebidas nos dio el suficiente valor para salir a bailar las lentas, ya con el territorio marcado por Alba no se metían con nosotros, mi madre también convenció a Benito, entre el gentío que bailaba no nos destacábamos.

Casi al final del baile apagaron las luces casi del todo, Alba se pegó a mí, me abrazó del cuello mesándome el pelo de la nuca con sus dedos, mientras le envolvía con mis brazos por la cintura mi mano bajaba por sus caderas buscando sus bragas, no las encontré y pasé por el escote trasero, ya iba por los hoyuelos de las caderas cuando me lo aclaró.

-        No busques que no las encontrarás.

-        ¿No llevas bragas?

-        Pues no, me gusta rozarme con los muslos.

-        ¿Y has hecho ponérselas a Clara?

-        Es que se le veía el coño al moverse, imagina al personal revolucionado con el coño de Clara, jajaja.

Tuve que reírme obligado, me imaginaba a todos agachando la cabeza sin querer para verle la entrepierna y las señoras dándoles codazos, jajaja.

Cuando los músicos anunciaron la última canción ya no quedábamos casi nadie, nos fuimos paseando hasta nuestra habitación, Benito parecía cansado.

-        Benito, ¡esto cansa más que una noche cabalgando!

-        Y que lo digas, estoy agotado.

-        Pues quién lo diría papá porque veo algo que sale por debajo de tu cinturón.

Se miró a la cintura y todos le seguimos la mirada, entre la camisa y el pantalón le asomaba el capullo rojo intenso sin  piel.

-        Es la fusta para la carrera, jajaja.

Mi madre con dos dedos le estiró del glande y lo sacó unos centímetros más, luego se agacho y le dio un beso.

-        Está en su punto, me gusta que me flageles Benito.

Riendo nos metimos en la habitación, apenas se había quitado Alba el vestido y yo el pantalón cuando llamaron a la puerta contigua, era Benito con una botella de champagne en una mano y cuatro copas en la otra.

-        Mirad un regalo de Germán, vamos a vaciarla, y hay otra más.

Mi madre entró detrás de él, peleándose con la cremallera otra vez, estaba incómoda con aquel vestido y se lo quería quitar, mientras yo abría la botella Benito preparaba los sillones alrededor de una mesita.

Alba pudo por fin bajar la cremallera de Clara y esta se encogió de hombros dejando deslizar el vestido hasta el suelo luego estiró los brazos relajándose, le dijo a Alba…

-        Se te va a arrugar el vestido Alba, yo de ti me lo quitaría.

-        A Alba no le pareció mala idea y se lo sacó por la cabeza.

-        Y vosotros, ¿no tenéis calor?

Benito y yo nos miramos, y nos quedamos en calzoncillos, mi madre se quitó las bragas que era lo único que le quedaba y nos miró señalando lo que nos quedaba a nosotros, sin rechistar nos quitamos lo que restaba.

-        Un momento, por favor.

Clara salió corriendo hacia su habitación, las nalgas se agitaban con la carrera, cuando volvió al momento traía una bandeja y la botella de champan que se había quedado dentro de una cubitera con hielo.

-        Subid a la cama que estaremos más cómodos

Benito escanció el champagne derramando un poco, mi madre puso el dedo sobre la espuma para que no desbordara y luego se mojo con ellos los pezones, el frescor, el alcohol del champan o el que llevábamos dentro hicieron que se pusieran duros como puntas de puros habanos, Benito alzó su copa y muy solemne bridó.

-        Chicos, sois las personas que más quiero y hoy es la mejor ocasión para brindar por esta mujer, Clara que me hace la vida muy feliz.

-        Por Clara.

-        Un momento, aún no he terminado, esto va para ti amigo Manu, tengo el honor de pedirte la mano de tu madre Clara aquí presente, sé que es un poco anticuada la formula pero tanto tú como Clara os merecéis mis máximos respetos.

-        Ooooh, Benito me has dejado anonadado, me honras en pedir la mano de Clara, sé lo feliz que es a tu lado y para mí sería una satisfacción veros juntos, por supuesto que te concedo su mano.

-        Mi mano y todo lo demás cariño, gracias Manu eres el mejor hijo que puede desear una madre.

Mi madre se incorporó y se lanzó sobre Benito, éste cayó de espaldas sobre la sábana mientras mi madre le buscaba la boca para besarlo, Alba miraba complacida cogiéndome la mano.

Clara subida sobre el médico lo besaba ardientemente, Alba estrechó la mano a su padre apoyando su decisión, mi madre sobre él lo cubría con sus besos y caricias estaba emocionada, secretamente esperaba este momento y había llegado sin pensar, con las piernas rodeándolo notó bajo su vientre el bulto de la polla de Benito que se extendía hasta el ombligo, con las piernas se movía reptando sobre él buscando encontrar su capullo.

Al ver que no lo encontraba Alba se puso de rodillas y cogiendo por la base la verga de su padre la levantó un poco hasta los labios de Clara, cuando lo notó simplemente se escurrió hasta metérsela toda, el arco que formaba el pene del médico fue desapareciendo entre los labios de mi madre, Alba observaba a corta distancia como su padre entraba en Clara, la visión inesperada de Alba cogiendo la polla a su padre para metérsela a mi madre me puso como un burro, me coloqué detrás de Alba y casi sin apuntar se la metí en su coño mojado, su cabeza cayó sobre la sábana al lado de la mano de su padre, éste lo notó cuando la cabeza de su hija se movía al empuje de mi cintura, la reacción paternal fue acariciarle el pelo mientras su chica se clavaba su polla son compasión.

Padre e hija estaban tumbados uno al lado de otro, sobre ellos mi madre y yo respectivamente, los dos cogidos de la mano felices, mi madre me cogió la mía y la besó mientras cabalgaba a su hombre.

Mi chica gemía haciéndose eco de mi madre, las dos estaban sintiendo el cariño de sus parejas, querían corresponder y nos besaban poniéndonos locos de placer, Benito gruñía a punto de correrse, estaba desatado, en la ancha cama se dio la vuelta de momento bajo de él mi madre ahora recibía los empellones dentro de ella, con las piernas abiertas recibía aquella polla curvada pero magnifica, la llenaba por completo de placer.

Alba también decidió cambiar, quería participar al máximo y me puso debajo de ella, cogió mi mano y la llevó a su clítoris, estaba tan enervado que rozaba con fuerza el nacimiento de mi polla, la otra mano la dirigió a su teta que bailaba sobre mí.

Benito fue el primero, más que gruñir berreaba cuando se quedó clavado en el coño de mi madre los espasmos en el bajo vientre indicaron que estaba llenando a mi madre de semen caliente, ella seguía moviendo sus caderas para que no se perdiera ni una gota del elixir de la vida.

Alba vio a Clara con la mirada perdida que se abrazó a Benito y se fundió con él, lloraba de felicidad y gritaba sin control, se estaba corriendo bajo el hombre que le había declarado su amor y al lado de sus hijos, éstos hijos que no pudieron soportar la escena sin correrse también, Alba empezó a mover la cabeza sin control y cuando desfalleció sobre mí, mi polla empezó a bombear leche dentro de ella, mi madre le cogió la mano, la estrecho notando las descargas eléctricas que la fulminaban.

Fue una cadena de corridas, en los dos metros de cama caímos los cuatro, me dormí agotado, después del baile, las copas, el champan y la follada mi cuerpo pedía un descanso.

Cuando al rato desperté a mi lado estaba Alba, se había quedado con los brazos y piernas abiertas y así estaba aún, nuestros padres habían desaparecido en su habitación.

En la cubitera quedaba media botella de champan todavía, me serví una copa entera, tenía mucho que celebrar, nunca había visto a mi madre tan ilusionada y Benito era una buena persona en todos los aspectos, conmigo se había portado de una manera especial desde el principio, contaba todo mi afecto y sabía que iba a hacer feliz a Clara.

El pecho de Alba subía y bajaba respirando tranquilo, sus tetas se separaban y se juntaban en cada respiración, no la quería despertar pero la visión de su boca entreabierta me dio una idea un poco morbosa, ya tenía la polla casi dura cuando metí el capullo dentro de la copa de champan, era estrecha y alta y me cupo justo, casi se salió el liquido cuando la hundí, estaba toda mojada al acercarla a la boca dormida de Alba, la chica cuando notó el frescor quitó la cara pero insistí, ya no estaba tan fría y en cambio estaba dulce, no le molestó e incluso con la punta de la lengua lo probó y sin hacer ningún esfuerzo según iba presionando sus labios se iban abriendo, era una delicia ver como se tragaba mi polla hasta durmiendo, solo se movió para ponerse más cómoda y seguir tragando, el sabor del champan me había llegado hasta casi toda la polla al entrar en la copa estrecha y mientras lo encontraba dulce iba tragando y saboreándolo, según iba ganando grosor los labios se abrían para darle paso, con el lento movimiento que imprimía no le molestaba en la garganta y solo tragaba la saliva que producía, cuando la saqué tenía el capullo rojo por la presión de su lengua en el paladar.

Quise probar de otra manera más, volví a sumergir la polla en la copa, esta vez me tumbé a su lado y levanté una pierna suya, procuré hacerle la tijera y volvía mojarme en la copa, cuando se atemperó la aproximé y la fui presionando, su cintura se arqueaba evitando el roce pero mi polla avanzaba, ya estaba casi media dentro cuando se volvió hacia mí y me susurró.

-        Tchin tchin a nuestra salud, me gusta tu manera de brindar, las burbujas estallan en mi coño.

-        Y en mi polla también, te estoy metiendo el champan a presión.

-        Si, lo noto hasta en la boca.

-        Eso es porque antes te he metido la polla en tu boca abierta.

-        Haberme avisado y te habría sacado algo más que champan.

-        Me haría gustado.

-        Me pregunto una cosa…

-        ¿El qué?

-        ¿El champan será buen lubricante?.

-        Podemos probar.

-        Probemos pues.

No cambié de postura, acerque la copa entre nosotros y hundí otra vez la verga, la saqué chorreando y la aproximé a su culo.

-        Un momento, espera.

Me quitó la copa de la mano y la inclinó sobre sus labios vaginales, el chorro cayó entre ellos y fluyó entre sus nalgas hasta rodear el capullo que presionaba su ano.

-        Ya Manu, métela ya.

La obedecí sin rechistar, un poco de presión bastó, Alba ya sabía lo que tenía que hacer, se relajó y abrió sus nalgas, el glande se aplastó contra el esfínter pero se rindió pronto para dejar paso libre, cuando entró Alba echo otro poco de champan en el tronco y limpiamente se coló hasta dentro del todo, alargué la mano a la botella y la volví a llenar, se la ofrecí mientras entraba y salía ente sus cachetes, cuando bebió de largo sorbo vació la copa, la dejó a su lado y sin sacarse la polla me ofreció su boca llena, con el beso que nos dimos me pasó la mitad, tragamos los dos sin separar los labios, nunca me ha sabido tan bien una copa de champan.

La botella estaba vacía tras varias copas mientras entraba y salía, cuando me iba a correr lo notó y me dijo mirándome mimosa.

-        Aún tengo sed.

Inocente de mí miré a mi alrededor por si había quedado algo en la otra botella, se la había llevado Benito, pero Alba se me quedó mirando fijamente y al no comprenderla me señaló la polla que seguía entrando, no esperé más, mis huevos no tenían espera y le ofrecí la verga para que se la metiera en la boca pero Alba buscó la copa y la escurrió sobre el capullo.

Cuando se la tragó relamió el frenillo, inmediatamente empecé a bombear leche en su boca, Alba se sacó la polla y la separó de los labios dejando que el semen callera haciendo un arco sobre su lengua, según se llenaba la tragaba, cuando acabé entre los dientes y la lengua se veía toda la lechada.

Por la mañana llamaron a la puerta de comunicación, abrí los ojos y me di cuenta de que el sol entraba a raudales ya.

-        ¿Qué hacéis todavía en la cama?

-        Mmm, ¡déjanos un poco más!.

-        El fin de semana ya se está acabando, ¿no habéis follado bastante?

-        Papá, no digas eso, que casi hemos follado como tú.

-        Pero yo ya tengo edad, jajaja, preparaos que nos vamos después de desayunar.

Cuando bajamos vimos llegar a mi madre abrazada a Benito como una adolescente, Alba le hizo notar las ojeras que se le marcaban.

-        Clara mi padre nos ha reñido porque dice que follamos demasiado, ¿me puedes decir a que se deben esas ojeras?

-        Ya conoces a tu padre, es un bromista exagerado, nunca es bastante, sino que me lo digan a mí, desde que salimos de vuestra habitación no me ha dejado dormir, tengo los huesos molidos, necesito otro masaje.

-        ¿Te has dado cuenta lo que has dicho? Un masaje, ¿cómo el del otro día?

-        Shhh, de aquello ni una palabra, aún me estoy relamiendo, que chico… jajaja.

Fuimos a Recepción a pagar, la chica llamó a Germán, desde lejos ya traía una sonrisa de oreja a oreja.

-        ¿Qué tal la estancia en mi hotel, jóvenes?

-        Mmm deliciosa, has tenido unos detalles con nosotros que no los olvidaremos nunca y te diré una noticia, te presento a mi chica, le he pedido la mano y ¡ha aceptado!

-        Enhorabuena a todos, eso merece algo especial, señorita Carmen a la factura de los señores hágale precio de empleado, es mi regalo anticipado.

-        Por favor Germán, es demasiado.

-        Nunca es demasiado para un amigo y familia, cuando queráis volved, aquí estaré.

Mi madre le dio un abrazo y dos besos en la mejilla, Alba igual y yo le estreché la mano con efusión, Benito le abrazó como a un hermano.

Cuando salimos a la carretera dije en tono jovial.

-        Un momento familia, a comer invito yo.

Los tres contestaron a coro ¡ASÍ SEA!.

Continuará.

Disfruto con vuestros comentarios.

Gracias.

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