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Me hicieron creer que era afeminado. (40)

en Amor filial

                                       Cuando al día siguiente llegamos a la tienda Bea nos miró intrigada, no dudaba que habíamos pasado la noche juntos pero no podía imaginar el motivo de la amplia sonrisa que lucía Rosa, Elena no se extrañó aunque notó algo en Rosa que no llegaba a comprender porque en los últimos días tenía una cara bastante triste.

                                      Rosa esperaba que fuera yo quien anunciara el “cambio” sustancial en nuestra relación hasta ahora profesional, yo no sabía como “lidiar” la noticia porque había una relación tan particular con las dos mujeres y eran tan distintas una a la otra que no podía predecir sus reacciones.

                                     

                                      Me miraba con impaciencia animándome para que las pusiera en antecedentes de la novedad, al fin pensé que sería más fácil después de una cena, por experiencia sabía que cualquier problema se solucionaba mejor con el estómago lleno.

                                      Las invité a cenar en mi casa, las mujeres se extrañaron pues conocían mis nulas habilidades culinarias pero Rosa con mucha vista se metió en la cocina y con las cosas que la señora que cuidaba de la casa me tenía provisto en la nevera hizo una serie de platos rápidos que nos sorprendió a todos.

                                      A Bea le sorprendió la soltura que demostraba Rosa en mi casa, hasta entonces las tres venían como “invitadas “, el ambiente siempre era lógicamente considerando que estaban en “mi casa”, en cambio ahora Rosa abría y cerraba cajones y armarios como si los conociera de toda la vida, noté la sensación y que no dejaban de preguntarse qué había detrás de todo aquello.

                                      Pasamos casi toda la cena alabando la soltura que tenía cocinando y la originalidad en preparar una exquisita comida con nada de tiempo y sin ensuciarse ni ensuciar la cocina.  Bea se manejaba sola en su casa y lo comprendió bastante bien pero Elena no sabía ni encender el fuego y eso fue motivo de bromas de las dos mayores.

                                      Después de los postres llegó el momento que tanto deseaba Rosa, había recogido la mesa sin que nos diéramos cuenta y en vez de sentarse en su silla se puso a mi lado apoyada en mi hombro.

  • …. Ejem… bueno chicas, no sé si habréis notado algo…
  • Sí, -dijo Bea- yo sí que noto algo muuuy raro pero no tengo ni idea qué puede ser…
  • Pues yo no he notado nada, bueno… que Rosa cocina muy bien, ¡qué envidia!
  • Tranquilas, no pasa nada solamente es que tenemos una noticia importante que deciros.
  • ¿Quieres decir que vamos a abrir otra tienda?
  • No, Elena no, es más importante, sobre todo para Rosa y para mí, como ya sabéis nos conocemos hace muchos años y siempre nos llevamos muy bien, somos dos personas que tenemos muchas cosas en común…
  • Eso ya lo sabemos Carlos, no es ninguna novedad.
  • Calma Elena, el caso es que hemos advertido que tenemos muchas afinidades y esta complicidad nos ha hecho comprender que en realidad nuestros sentimientos van más allá del compañerismo.
  • No lo entiendo.
  • Calla Elena, yo sí voy comprendiendo.
  • Pues cuéntamelo.
  • Mejor que lo cuenten ellos.
  • Dejadme las dos, el caso es que hemos decidido ser pareja, la verdad es que no sé cómo no se me había ocurrido antes porque siento desde hace mucho un sentimiento especial por Rosa.
  • ¡Huy qué bien!...  ¿Y os vais a casar?
  • Pues no lo hemos hablado todavía Elena, esto lo decidimos anoche.
  • Lo digo porque Rosa… quiero decir… que eres más joven que Rosa.
  • Eso no tiene importancia pero… Bea no dices nada… ¿qué opinas?
  • ¿Qué quieres que diga?  Que me alegro por vosotros, en cierta manera era muy lógico que pasara pero… si quieres que sea sincera siento que el ambiente entre nosotros vaya a cambiar radicalmente.
  • Un momento, creo que en eso tengo algo que decir, en principio quiero aseguraos de que nada va a cambiar entre nosotros, es una de las cosas que hemos hablado, conozco a Carlos hace muchísimos años y sé que es un hombre especial y con unas características especiales, como ya sabéis no soy celosa ni posesiva por lo tanto tiene libertad para seguir siendo lo que siempre ha sido y no sólo son palabras os lo voy a demostrar…

                                      Estaba callado esperando la reacción de las tres por lo que no esperaba la reacción de Rosa y menos cuando se inclinó sobre mí y soltó el cinturón de mi pantalón, al mismo tiempo cogió de la mano a Bea y la acercó a mí, ella a su vez cogió la de Elena y las tres se reunieron delante de mí.  Rosa ejercía de maestra de ceremonia y con la maestría que le daba la experiencia y la costumbre me sacó la polla que aunque no tenía la dureza ni el tamaño adecuado pronto la puso a tono.

                                      Quiso demostrar que lo que había acabado de decir no era un farol y cuando tenía la polla al nivel que le gustaba la descapulló y se la ofreció a Bea, la chica no se lo creía, dudaba mucho desde que se enteró de que éramos oficialmente una pareja estable que el ambiente tan liberal entre nosotros iba a seguir.

                                      Tímidamente y casi sin creérselo cogió mi polla y la acercó a sus labios, tuvo la “delicadeza” de acercársela a la mejilla y darle un beso suave, cuando se levantó para dejar sitio a Elena, Rosa le dio un beso en la boca que Bea correspondió y la abrazó emocionada.

                                      Elena no tuvo tanta “delicadeza”, metió la polla en la boca y aspiró, me dio la impresión de que se la iba acabar pues desapareció entre sus labios

comenzando a chupar desesperadamente, daba la impresión que mientras que las otras dos se emocionaban ante la noticia ella no quería perder la ocasión y seguir “degustando” mi verga una vez más.

                                      Bea tuvo que tocarla en el hombro para que le cediera el puesto y una vez que Elena abrió la boca y dejó salir lentamente la verga mojada de saliva se arrodilló entre mis piernas y acercó su cara al capullo palpitante pero lo pensó mejor, miró a Rosa y le hizo un hueco a su lado.

                                      Entre las dos, una en el capullo y la otra por el tronco lamieron, chuparon y mordieron la verga que ya estaba en un nivel máximo, estiraron los pantalones y el bóxer hasta sacarlos por los pies y me separaron las rodillas, Elena que quedó admirada con la suavidad y la sensualidad con que “cuidaban” de mi polla se acercó a mí y pasó su brazo por mi hombro acercando su pecho a mi cara.

                                      Si hubiera sido cualquiera de las dos habría pegado su teta en mi mejilla pero ella apenas me rozó con el bonito sujetador con relleno que llevaba, mi mano bajó entre sus piernas hasta el borde de su falda, los muslos los tenía casi como las rodillas pero cuando subí entre ellos la chica fue abriendo las piernas hasta que llegué al puente que juntaba las dos sin rozarse, sentí el tacto de las braguitas mínimas que llevaba, imaginé que serían a juego con el sujetador porque Rosa y sobre todo Bea le habían enseñado a vestir con gusto.

                                      Seguí por la parte de atrás de las braguitas, las nalgas casi lisas de la joven temblaban al paso de mis dedos separando los cachetes, inconscientemente se apretaba a mí a la vez que facilitaba los progresos de mi mano.  Cuándo mis dedos llegaron a la cintura bajaron prendiendo el elástico de la braga y tiré hacia abajo, las caderas planas no opusieron resistencia y al momento le colgaban en las corvas de las rodillas porque ya tenía las piernas tan abiertas que la prenda no daba de sí.

                                      Mis dedos se separaron, cada uno tomó una dirección y un destino, el pulgar quedó remolineando entre las nalgas mientras que el índice y el corazón seguían hasta los labios menores, entre el anular y el meñique se encargaron un poco más allá de descubrir el prepucio del clítoris y rodearlo, los cinco a la vez entraron en acción, un largo gemido hizo levantar las cabezas agitadas de las dos mayores, no comprendían ni sospechaba lo que ocurría debajo de la falda de Elena.

                                      La humedad que destilaba la vagina lubricó mis dedos y la acción de los dos pequeños aceleraron la erección del clítoris que asomó orgulloso, el pulgar paseó alrededor del agujero plisado y se lubricó con los flujos que se extendían por la zona, los tres “actuaron” a la vez, un movimiento rápido y las bragas acabaron en el suelo y las piernas pudieron abrirse como las alas de una mariposa, el pulgar y sus compañeros entraron en Elena, un largo suspiro y las dos amigas dejaron mi polla unos segundos para comprobar que la joven gozaba con los ojos cerrados y volvieron a su quehacer.

                                      Quedé con el pulgar clavado en el recto hasta la palma de la mano rozando a los otros dos que pulsaban los pliegues de la vagina paralela, la cercanía excitaba todavía más a Elena que se abrazaba a mi cabeza insistiendo sin éxito frotar sus tetas en mi boca.

                                      Cuando me escurrí en la silla apoyando sólo el culo en el canto del asiento Elena no pudo resistir y con admirable agilidad pasó la pierna por encima de las dos cabezas de las mayores y se ahorcajó sobre mi cintura, la otras que vieron debajo de la falda el coño manando espuma blanca y el ano dilatado  dejaron de chupar y entre las dos aguantaron la polla en la dirección correcta.

                                      El capullo rozó los labios del coño de Elena y ella se dejó caer, Rosa y Bea iban retirando las manos según iba entrando la verga en Elena y cuando mis huevos se pegaron a su culo Rosa le llenó el agujero con dos dedos, Elena no llegó a asimilar lo que le ocurría porque Bea le había atrapado el clítoris y lo agitaba rápidamente.

                                      Rosa con la otra mano desabrochó el sujetador de la joven por debajo de la camiseta y Bea tiró de ella sacándosela por la cabeza, los pezones como aceitunas rozaron mis labios y los mordí.  No fue ni un gemido ni un suspiro ni un jadeo, fue un grito liberador del orgasmo que le sacudió todo su cuerpo, las costillas que se le marcaban en el pecho y en la espalda vibraban como cuerdas de guitarra y su vientre se estremecía violentamente, mi espalda pagó con sus largas uñas clavadas y arrastradas y las dos mujeres siguieron y siguieron hasta que la chica dejó de temblar desfallecida.

                                      Me quitaron de encima a Elena y Rosa cogió mi polla goteando flujo y me llevó a la cama, ella misma le ofreció a Bea que subiera sobre mi polla y me cabalgara a la vez que apoyaba su coño sobre mi cara, se habían desnudado en un plis-plas  y lo habían hecho conmigo también, el coño de Rosa sabía especial, a mujer “hecha”.

                                      No tenía que moverme, ella lo hacía todo, se deslizaba sobre mí sin dejarse caer pero recorría todos sus rincones más sensibles sobre mi lengua vibrante.  Bea después de una sentada lenta y placentera empezó a moverse cogiéndole las tetas a Rosa, las cuatro tetas saltaban y pese a que Rosa las tenía levemente caídas no desmerecían de las macizas de Bea.

                                      Noté que por la polla bajaba un líquido espeso y que Bea miraba con los ojos extraviados, se estaba corriendo en silencio, no soltaba las tetas de Rosa pero se había sentado sobre mi dejando que le clavara la verga hasta el fondo de sus entrañas, Rosa suspiraba profundamente cuando tocaba con la punta de la lengua su clítoris y estaba al límite, Bea notaba en sus manos los pezones de Rosa que se ponían tan duros que le indicaban que se iba a correr pronto, también notaba en su coño que mi polla palpitaba a un ritmo loco y de pronto se levantó y le dijo a Rosa.

  • Esto te corresponde a ti, cámbiate y correos los dos a la vez, la leche de Carlos debe ser tuya.
  • Gracias Bea, eres una buena amiga, precisamente estoy ovulando y no me tomo la píldora.
  • ¿De verdad, entonces va en serio, queréis tener hijos y todo?
  • Claro, anoche estuvimos toda la noche follando sin precauciones, espero que me quede preñada.

                                      Se tumbó boca arriba y Bea le puso un almohadón debajo del culo, Rosa encogió las piernas y las subió hasta la cintura abiertas al máximo, cuando entré en ella Bea observaba entre mis piernas como entraba la polla en su coño, estuvo entre ellas hasta que quedé quieto como una estatua, la polla hundida en el coño hasta los huevos y por debajo de ella se notaban las sacudidas de semen que la estaba llenando, Rosa sacudía los brazos con las piernas abiertas, se estaba corriendo a la vez y gemía con la boca cerrada pero no se movía apenas para evitar que se perdiera el elixir de la vida.

                                      Estuve quieto sin sacarla, Bea aguantó hasta el final, se admiró que no saliera ni una gota de leche del coño después de sacarla y dejar hueco el agujero profundo de la vagina, cuando salí con la polla blanda la boca de Bea estaba esperando, me lamió para dejar limpio de semen todo el miembro pero los labios del coño de Rosa me habían estrujado tanto que no quedaba rastro.

                                      Cuando Elena se reunió con nosotros, subió a la cama y me besó suavemente el capullo, se tumbó a nuestro lado, las tres desnudas tal como yo me rodearon y besaron mis brazos que tenía por debajo de sus cuellos.

  • ¿Cómo le vais a llamar?
  • ¿A qué te refieres Elena?
  • A qué va a ser, al niño o niña que nazca.
  • Jajaja, ¿no vas un poco deprisa?  Acabamos de follar y ya piensas en el bebé, asombroso.
  • ¿Acabáis de follar?, eso ya lo he visto pero ayer también follasteis, lo termináis  de decir.
  • Bueno… sí, anoche fue una noche muy especial, Rosa y yo estábamos muy encariñados y lo hicimos varias veces, luego me dijo que éste mes no toma precauciones.
  • Ya lo figuro porque está embarazada.
  • Jajaja, que chiquilla eres o sea que, ¡porque ayer lo hiciéramos sin precauciones ya tengo que estar preñada, qué puntería tienes Carlos, si lo sé dejo de tomar la píldora antes, jajaja!
  • Ya lo verás, tengo cuatro hermanos, soy la mayor y mi padre es marino y está casi siempre fuera de casa, he visto demasiadas veces el resultado de sus vuelta a casa después de una larga travesía, mi madre cuando salía de su habitación tenía la misma expresión que tú ahora y no fallaba, a los nueve meses hermanito al mundo.
  • Joder con tu padre, también tenía buena puntería…
  • Y buena polla, se la vi muchas veces, si venía de noche se duchaba e iba a buscar a mi madre a la cama, iba siempre desnudo y como mi habitación estaba al lado de la suya…
  • ¡No digas que los espiabas!
  • No era necesario, estaban confiados que dormía y ya salía de la ducha con la polla en ristre, he de reconocer que tenía una verga enorme, mejorando lo presente, claro.
  • ¿Y tu madre no ponía medios?
  • ¿Medios?  Jajaja, lo que ponía era el coño bien caliente, era muy escandalosa al correrse y nunca estaba satisfecha con la polla y le pedía más y más, exigía que se corriera adentro del coño, no le dejaba meterla en el culo ni en la boca y claro, la llenaba de leche a rebosar.

                                      Nos reímos a carcajada limpia los cuatro, imaginábamos a la frágil Elena con pocos años sabiendo la rutina, su padre de vuelta, ducha, desfile con la polla armada y follada sin freno, cada uno daba una idea y los otros nos tronchábamos de risa al imaginarlo.

                                      La treintañera fue la más cuerda y después de un rato de relajación le dijo a Elena que era hora de dejarnos solos, la chica estaba a gusto piel con piel con todos y no le apetecía vestirse pero al fin como despedida le dio unas chupadas a los pezones a Rosa y otras en mi capullo blando y se vistió, ya sabían el camino y al salir nos dieron la enhorabuena y Bea las gracias por lo que seguíamos siendo todos juntos.

                                      Cuando nos quedamos solos Rosa se abrazó a mí, la cama era inmensa pero ahora era toda para nosotros, cruzamos la almohada y quedamos mirando por el ventanal cómo aparecía la luna llena iluminando nuestros cuerpos desnudos.

  • Me gustaría ser más joven que tú Carlos, me da miedo la edad.
  • ¿Miedo por qué, lo bonito es cumplir años?
  • Sí, eso se dice siempre pero ahora me parece que junto a ti me faltará tiempo para ser todo lo feliz que soy ahora.
  • No te preocupes, vamos a ser muy felices, hasta ahora la vida nos ha tratado bastante bien y en adelante todavía será mejor.
  • ¿No te cansarás de ésta vieja?
  • Jajaja, no digas tonterías, tienes muchos años por delante, imagina cuando la polla no me responda, jajaja ¿qué harás, buscar un joven bien dotado?
  • ¿Tú crees que lo encontraría?  Contigo rompieron el molde, jajaja, de todas formas según dicen “mientras hay lengua hay amor”, jajaja.

                                      Rosa se incorporó rápidamente para subir sobre mí y “castigarme” por lo que había dicho en broma, quizá fue por eso o por la rapidez que se incorporó pero de momento le dieron unas arcadas que tuvo que salir corriendo al baño y vomitar, no le dimos importancia pero una luz se encendió en nuestras cabezas y recordamos a la madre de Elena, cuando volvimos a la cama se tumbó con cuidado, estaba demacrada y sudorosa pero sonriente y feliz.

                                      Pasaron los días, de momento Rosa siguió viviendo en su casa hasta que un fin de semana largo decidimos con la ayuda de las chicas trasladar sus cosa más precisas a mi casa, ahora sí que éramos una pareja de verdad, lo hacíamos todo en común y no notamos apenas el cambio, todo lo contrario.

                                      Una mañana me despertó más temprano de lo habitual, pensé que le apetecía hacer el amor antes de ir a la tienda y sin preguntar me quité el pantalón del pijama y con dos meneos puse la polla vertical pero ella con una sonrisa de oreja a oreja me puso delante de los ojos el test de embarazo y me dijo…

  • Buenos días Carlos, esto es para ti…
  • ¿Qué es, el termómetro, estás enferma, te pasa algo?
  • No tonto, ¡despierta y verás!

                                      Encendí la luz de la mesita de noche y acerqué el aparatito, de golpe me senté y pegué los ojos a la escala… si no mentía decía que era positivo, estaba preñada, solté el lápiz y la abracé pero a ella le volvió a dar las arcadas y salió hacia el baño otra vez, al verla salir me di cuenta de que estaba completamente desnuda, se acababa de hacer la prueba y no pudo esperar, la seguí y le sujeté la cabeza por la frente inclinada en el lavabo, no llegó a vomitar, sólo fueron arcadas pero al notar mi polla colgando entre sus nalgas la cogió y no la soltó hasta ponerla dura, siguió inclinada sobre el lavabo y mirándome a través del espejo separó las piernas y se metió la polla en el coño.

  • Ahora ya puedes hacer lo que quieras, ya no me puedes preñar, jajaja.
  • Gracias por la invitación…

                                      Rosa apoyó una pierna en una banqueta que había al lado nuestro y me dejó campo libre para elegir, en principio se la clavé en el coño, con la postura tenía los labios abiertos y el glande resbaló sin impedimento y se coló de una vez hasta el fondo y cogiéndola de las tetas le cosí a pollazos.

                                      Recibía con sumo gusto el tratamiento que le estaba dando aunque por los empujones peligraba el espejo pero cuando se corrió se cogió al grifo con las dos manos y casi sin voz me dijo.

  • Si te apetece tengo crema en el armario de al lado, es el tarro más grande de los dos.

                                      No le contesté, maquinalmente abrí el armario y entre otras cosa mías estaba un tarro de crema hidratante suyo, lo abrí y con los cuatro dedos cogí un buen puñado, unté el culo con ella y mi polla de cabo a rabo.

                                      Al notar el frescor de la crema arqueó la cintura elevando el culo, sabía lo que iba a suceder después y soltó el grifo, separó las nalgas con las dos manos, cogido a sus caderas apunté y suavemente fui entrando despacio pero sin parar hasta que los huevos se pegaron a su coño mojado.

  • Muévete, haz que me corra otra vez y me llenas de leche de paso, sé que te encanta y a mí también.

 

                                      La noticia sorprendió a las dos compañeras, bueno… a Elena no, al decírselo alborozados hizo una cara como que estaba al tanto ya de sobra, recordé e imaginé a su padre, follando con la tranca enorme, (que así sería si lo decía Elena) después de desfilar por el pasillo con la polla como un poste de teléfonos y ganas acumuladas desde mucho tiempo.

                                      Bromearon hasta cansarse por lo que contó Elena y entre Rosa y Bea hicieron que les enseñara la polla para saber si era tan grande como la de su padre y tenía la misma puntería por eso, nos reímos hasta doler el estómago pero me regalaron una chupada cada una premiando el “detalle”.

                                      Descubrí varias veces a Rosa mirándose de perfil al espejo intentando descubrir algo de barriga incipiente, en una de ellas me sorprendió Elena.

  • ¿Qué, ahora ya me crees? está visto que donde pones el ojo pones la bala, tendré cuidado, jajaja, ¡ah, se me olvidaba!, tienes una llamada en el despacho.

                                      Cogí el aparato distraídamente pero cuando reconocí la voz de mi prima Cris, me dio un vuelco el corazón.

  • ¡Hola Carlos!, ¿sabes quién soy?
  • Hola Cris ¿cómo voy a olvidar tú aterciopelada voz, jajaja, cómo estás?
  • Mejor que nunca, tengo una noticia que darte…
  • ¿Ocurre algo, Carlitos, mi madre, la tuya, tú, Alicia… tu… mujer?
  • Jajaja, nooo, nada de eso, todo está muy bien y yo sobre todo.
  • Pues me alegro, yo también tengo una noticia que daros.
  • Estupendo pues entonces lo mejor es que vengas a casa y nos las contamos.
  • ¿No me lo puedes contar ahora?
  • Sí, claro pero es que vas a ser el primero en saberlo y quiero ver la cara de mi madre al saberlo.
  • No me dirás que…
  • Nada, no te digo nada, ya lo sabrás.

                                      Me tuve que sentar en la silla de Elena, el corazón me iba a mil por hora, no me acordaba ya de Cris y su “proyecto” pero al nombrar a su madre el mundo se abrió debajo de mí.

                                      Cuando llegamos a casa Rosa se cambió de ropa y se puso cómoda, de paso hizo su “revisión” particular de cintura y aproveché que se notaba algo más rellena para sentarla en mis rodillas y ponerla en antecedentes.

  • Cariño, tengo que contarte una cosa, es algo importante pero tengo miedo que te enfades y mucho conmigo, lo que sí te aseguro es que todo lo que hice y hago es sin mala intención.
  • Tranquilo amor, ya te dije en su día que lo que hicieras para mí sería bienvenido.
  • Bueno… no sé cómo empezar…
  • ¿Quieres decirme que te has follado a alguna clienta?  No pasa nada, tu polla es tuya, mientras no me recortes mi ración…
  • No es eso, bueno algo sí, verás… en parte lo comprenderás porque a ti te ha pasado lo mismo -empecé dorándole el tema- tú como mujer tenías muchas ganas de tener hijos y eso es de alabar, el instinto maternal, etc…
  • Vamos Carlos, suéltalo…
  • Resulta que el instinto maternal no es exclusivamente tuyo…
  • Claro, si no la especie se acabaría… sigue.
  • Pues que las mujeres… ya sabes, si quieren tener hijos… pues ¡qué te voy a decir!, hace falta… un hombre que colabore.
  • Eso ya lo sabía, hasta ahí llego, sigue.
  • ¿Te acuerdas de mi prima Cris, cuando vino a Madrid al teatro con su novia?
  • Claro es encantadora, las dos son encantadoras, ¿qué me quieres contar que te follaste a su novia o a tu prima o a las dos?  Eso casi lo daba por seguro, no pasa nada.
  • Sí, eso es verdad… a las dos.
  • Si no lo hubieras hecho me habría extrañado de ti, jajaja.
  • El caso es que mi prima quería tener un hijo y su novia también pero les faltaba algo…
  • Claro, si son lesbianas lo lógico es que no puedan follar con un hombre.
  • Poder, lo que se dice poder si pueden pero iban a buscar a un extraño, que a saber quién sería, resumiendo que me pidieron a mi si quería ser “donante” de semen, así se solucionaban muchas cosas, la tranquilidad de la procedencia, del cariño asegurado, la solución al deseo de mi tía de ser abuela…
  • ¡No me digas que la has preñado también!  ¿Y por qué no me lo habías contado antes?
  • Pues… no lo sé, pensaba que no era necesario, que no tendría trascendencia pero me ha llamado y me ha dicho que tenía que decirme una cosa importante, yo le he contestado que yo también tenía algo muy importante que contarles y entonces me ha dicho que es mejor que vaya (que vayamos) y nos lo contará.
  • Vaya con Carlos… o sea que me has preñado a mí, que soy “tú mujer” y a la vez has embarazado a tu prima que tendrá un hijo que será primo segundo tuyo e hijo, sobrino y nieto de Julia y sobrino-nieto de tu madre y…
  • Calla por favor, todo eso ya me lo dijo ella y me espantó.
  • Y… digo una cosa…  ¿No habrás preñado también a su novia, verdad?
  • Pues no sé, la verdad sólo me habló de su madre, ¡joder Rosa, en que mala hora!  Ahora me vas a odiar.
  • Jajaja no, ¿por qué?, te dije que tu polla era tuya aunque reconozco que tener un reguero de hijos no era tu idea creo, cuando te casaste con María lo vi como un acto de amor hacia el crío y su madre, ahora ya eres un semental en toda regla, si se corre la voz va a tener que dar número como en la frutería.
  • Entonces… ¿no te enfadas conmigo?
  • ¿Enfadarme, para qué?, si lo miras bien tu hijo y el mío tendrán con quien jugar, ¡ah! sin contar con Carlitos que será el hermano mayor, jajaja.
  • Por Dios Rosa, no me vuelvas loco, tenemos que ir al pueblo y darles la buena nueva nuestra.
  • Y de paso recibir la “sorpresa” de ella, jajaja ¿y qué dirá tu tía cuando sepa que te has follado a su hija y la has preñado?
  • Eso no creo que sea el mayor problema…
  • Mmm… sospecho que me tienes que contar muchas cosas sobre ti y tu polla, jajaja, cuando quieras iremos a tu casa.

                                      Un fin de semana decidimos que debíamos hacernos el ánimo, Rosa era la que me animaba más porque yo me sentía incapaz de mirar a mi madre y a mi tía aunque bien pensado en el fondo sabía que no iba a tener ningún problema y menos cuando supieran que Rosa era mi mujer e iba a tener un hijo mío.

                                      Cuando paré delante de mi casa del pueblo vi a Julia que cerraba la tienda, me gustó ver los escaparates llenos de género, señal que vendía mucho y todo era de última moda, salió a recibirnos mi madre, Carlitos corría detrás de ella, me emocionó y a Rosa también ver al chiquillo, era la viva estampa de María, su madre y lo abrazó como si fuera suyo, el crío me recibió con los brazos abiertos  llamándome “papá” con todas las ganas, fue un momento verdaderamente emocionante que me impedía hablar, mi madre no dijo nada, ya con vernos adivinó que éramos algo más que compañeros y la forma de abrazar al pequeño le hizo mirar la tripa a Rosa.

                                      Le iba a presentar a Rosa a mi madre ya como mi mujer cuando apareció Julia, el abrazo que me dio no le pasó desapercibido a Rosa, me incrustó las tetas como de costumbre pegando su pubis a mi polla, mi madre ya estaba acostumbrada aunque siempre le recriminaba que fuera tan efusiva sobre todo delante de gente pero Julia era así.

                                      En el interior de la casa esperaba el resto de la familia, mi prima Alicia, bellísima, era una criatura que la naturaleza le había dado todas las gracias y ella… lo sabía.  Su cara, su cuerpo y sus movimientos demostraban que era una folladora nata, estaba sola porque unos días antes había roto con su enésimo novio, ya vivía sola o mejor dicho cuando no tenía pareja.

                                      Como una parejita de recién casados estaba Cris y Gema, sus miradas lánguidas, cogidas de la mano demostraban que estaban muy enamoradas, Julia y Teresa ya se habían acostumbrado y la habían aceptado como la “nuera” aunque hubieran preferido que tuviera polla como yo, por lo menos Julia.

                                      Mientras preparaba un aperitivo estuvimos jugueteando con Carlitos, Rosa se deshacía en caricias con el niño, la verdad es que él también la trataba como si la conociera de toda la vida y la besaba y la abrazaba continuamente llamándola tía Rosa, cuando estuvimos todos sentados (Carlitos en las rodillas de Rosa) solté mi noticia, mi madre sonrió beatíficamente, lo había adivinado nada más entrar igual que estaba preñada pero se hizo la sorprendida y la abrazó como si la acabara de conocer.

                                      Mi tía abrió los ojos sorprendida, parecía que en sus cálculos no entraba que yo pudiera tener mujer propia, supongo que se le desmontaría el castillo de seguir follando conmigo como antes (menos mal que no sabía del acuerdo con Rosa) Alicia igual le encantó la noticia, también mi prima Cris se alegró pero no tanto, intuí que sintió una punzada como si le hubiera quitado la exclusiva aunque lo disimuló lo mejor posible, Gema se alegró aunque no desestimó de seguir teniendo posibilidad de follar conmigo.

                                      Todo eran parabienes cuando Cris soltó la suya, en ella sí que hubieron sorpresas, ni mi madre ni la suya sospechaban que podía estar preñada, sabían de su condición sexual y nunca la habían visto con ningún chico en plan “novio” o parecido, siempre juntas a todos lados y súper enamoradas.  Rosa disimuló como una maestra de la comedia e incluso se hizo la sorprendida de que fuera lesbiana (o por lo menos bisex) pero pasado el momento de euforia sobre todo de Julia de que iba a ser abuela y demás apareció volando la pregunta de rigor…

  • ¿Y… se puede saber quién es el padre, porque es de suponer que habrá un padre, no?
  • Claro, mamá ¿cómo no iba a haber un padre?  Sólo hacen falta los “bichitos de un hombre”
  • ¡Uf, creí que habrías estado con cualquier desarrapado de por ahí, te creo capaz!

 

                                      Nos miramos, Cris dudaba y mucho si decir la verdad o contar una “historia de un donante anónimo” o parecido, no me atrevía a aconsejarle, por una parte me habría gustado que siguiera todo igual, era una cobardía porque “ojos que no ven…” pero por otro lado el niño era mío, de mi sangre y al fin y al cabo aunque era mi prima y yo tenía mi mujer y otro hijo o casi dos no me gustaría mirar al futuro niño como si no me “tocara” nada.

                                      Fue Rosa la que me sacó del atolladero, nunca se lo agradeceré bastante, ella no lo sabía pero con la relación tan “especial” que reinaba en ésta casa, el caso de ser el padre de un niño en la familia complicaba o no la situación, lo cierto es que se levantó sin dejar el niño en el suelo y abrazándolo una vez más les dijo a todas las mujeres que nos miraban expectantes.

  • Familia… porque ya me considero de vuestra familia, os voy a desvelar quién es el padre del niño de Cris, es mi marido, Carlos accedió a fecundar a Cris, incluso a Gema para que cumplieran el deseo de ser madres, podréis pensar que debía tomármelo mal pero ahora que voy a serlo yo lo comprendo perfectamente y no se lo reprocho, además antes que hicieran una tontería y consiguieran semen de alguien inadecuado prefiero que sea Carlos el que sea el padre del niño deseado.

                                      Se hizo un silencio sepulcral, todas la miraban sin pestañear y por fin el valor me llegó a mí y me levanté cogiendo del hombro a mi mujer que cambió a Carlitos de brazo y lo puso entre los dos.

  • Queridas mías, efectivamente soy el padre del futuro hijo de Cris y me siento muy orgulloso, reconozco que tuve mis dudas, me daba miedo tener parte de mi distribuida por ahí pero sé que Cris y Gema y por supuesto Julia lo van a criar como nadie, ahora voy a tener un hijo también con Rosa, ella es la mujer que amo y lo criaremos entre los dos y por supuesto con vuestra ayuda, sobre todo con mi madre aunque nunca le agradeceré bastante lo que hace con Carlitos, pero cuando nazca mi hijo me lo podré llevar a casa porque Rosa como veis lo quiere desde ya.

                                      Todas las mujeres se levantaron al unísono y nos abrazaron, mi prima me abrazó primero y después a Rosa, las dos lloraron y se masajearon los respectivos vientres, los hermanitos se alegrarían de conocerse también, Gema me besó en la mejilla muy cerca de la boca y me dijo al oído.

  • Lo siento, a mi no me has preñado pero no pierdo la esperanza.
  • Creo que a partir de ahora ya tienes en quien derrochar tu cariño.

                                      Rosa no se perdió la escena y sonrió, también lo hizo cuando vio el abrazo de Julia, además de hundirme las tetas en mi pecho me cogió con disimulo la polla y la apretó diciéndome despacio.

  • Si lo llego a saber me habrías preñado a mí, siempre he deseado que lo hicieras pero por consideración a tu madre y a mis hijas no me decidí.
  • Gracias Julia, mejor así.

                                      Mi prima Alicia también me dio un corto mensaje al besarme, noté el contacto de sus tetas “gemelas” a las de mi madre y me dijo…

  • Siempre pensé que tu polla hacía maravillas, no me equivocaba.

                                      Mi madre nos abrazó a los dos (a los tres contando a Carlitos) y nos dijo…

  • Carlos, hijo no sabes qué mujer tienes, es la mejor que podías encontrar, ya me caía bien desde que la conocí pero desde hoy la quiero como a una hija.
  • Gracias Teresa, te puedo asegurar que te quedas corta, es mucho mejor que todo eso, su comprensión es mayor todavía que su amor por mí.
  • Todavía la admiro más que la quiero y eso que…
  • No digáis tonterías, a Carlos hay que quererlo como es y es una persona encantadora y buena, con eso me basta.

 

                                      Nos besamos en la boca delante de todos, Cris también lo hizo a Gema y mi madre a Julia, la felicitó por ser abuela también y las dos salieron hacia la cocina haciendo planes para la ropita que iban a necesitar.  Cris y Gema se acercaron a nosotros y nos abrazaron.

  • Rosa, gracias por tu comprensión, al verte sentí terror, pensé que odiarías a Carlos por haber hecho esto con nosotras pero fuimos las que lo propusimos, habríamos sido capaces de hacer una tontería y grande.
  • Ya lo sé, me lo contó tu primo, sólo os pido que consideréis lo que representa la paternidad para Carlos y cuidéis del bebé como si estuviera él presente.
  • Eso os lo juramos desde ya.

                                      Esa noche dormimos en la cama de mi abuela, el colchón nos recibió como me recibía a mí de crío cuando hacía las siestas con Antonia, en la oscuridad pensé en los momentos vividos en aquella cama y suspiré hondamente, Rosa apretó mi mano y me dijo.

  • Daría algo grande por saber qué estás pensando ahora.
  • No pienso, estoy recordando, ¿quieres saber el qué?
  • Por supuesto, todo lo tuyo me interesa.

                                      Me volví hacia ella y le cogí la mano, le conté de “pe a pa” todo lo que había pasado en aquella cama, desde que mi abuela me invitó a acostarme con ella a la hora de la siesta.  Cuando terminé me besó y noté las lágrimas que corrían por sus mejillas, luego me dijo…

  • Carlos fóllame como lo hacías con Antonia.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.

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