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El pacto. (45).

en Grandes Relatos

BALLET EN LA PLATA - OTRO LÍO.

                                                  Tal como sabía que iba a suceder, a la mañana tuve que “atenderlas” a las tres.  Belinda estaba desaforada y, en realidad, Caro, Ana y yo la “atendimos” a ella porque a la par que me hacía una mamada prodigiosa las chicas se ocupaban de sus dos agujeritos con sendos consoladores, después me pidió penetraciones intercaladas en ano y vagina mientras le arrancaba un orgasmo a Carolina con su boca absorbiendo el clítoris, bastó que Caro terminara para que se corriera a hacerle lo mismo a Ana María que no pudo controlar su grito de placer.  Sin dudas era otra Belinda, su “cartel” exclusivo de “lesbiana” había pasado al olvido, disfrutaba horrores con las chicas pero se notaba que necesitaba de mi presencia y actividad con ella. 

                                                  El tiempo las apremiaba a las tres y cuando me dejé ir en lo profundo de su culo mulato gritó como una enloquecida durante un orgasmo con contracciones que se prolongó bastante, parecía querer demostrarnos todo el amor y la entrega que tenía hacia los tres.  Las dejé que se bañaran juntas, se cambiaron y salieron disparadas porque se les había hecho tarde, yo seguí un rato más haciendo un poco de “sebo”, me dormí y desperté pasadas las nueve de la mañana, me bañé y me fui para la cocina, estaban allí las cuatro chicas restantes a las que saludé con efusividad.

                                                  Hacía un rato largo que estaban hablando con Sol y poniéndose de acuerdo con el tema de las vacaciones, es más, ya habían tomado una decisión, saldrían el viernes.  En primer turno se iría Marta a las sierras de Córdoba y Rosalía con la hermana se irían a Mendoza, sabiendo esto, pedí los datos de todas y me fui para el escritorio, saqué los pasajes vía Internet, además me comuniqué con los mejores hoteles de las localidades turísticas mencionadas y reservé habitaciones con pensión completa (desayuno, almuerzo, merienda y cena) a utilizar como quisieran.  Las reservas eran por quince días a contar desde el sábado, asimismo dejé pagas y reservadas tres excursiones que brindaba el hotel para cada una de ellas.  Los micros saldrían de la ciudad, uno a las siete y otro a las ocho de la tarde-noche, Ricardo tendría que llevarlas a las cinco de la tarde. 

                                                  Me confirmaron todo por medio de mail, tanto de la empresa de micros como de los hoteles, con los nombres de las interesadas, los imprimí y se los di para que los llevaran.  Me volvieron a agradecer y contentas salieron disparadas a preparar sus cosas o a confirmarle a la hermana en el caso de Rosalía.  No puedo negar que al mirarle el culo a Rosalía también pensé en el de la hermana, sería lindo que fuera parecido, ¿no?  Me quedé con Graciela y con Sol, a las que les dije que se prepararan porque saldrían en unos veinte días, que les sobraba tiempo para decidir adónde ir.  Mientras tomaba unos mates me puse a explicarle a Sol lo que pretendía de ella.

  • El asunto es muy sencillo, vas a pasar a ser la Administradora de la Estancia, Marta como Encargada te pasará las listas de las compras y vos te encargarás de pedirlas y abonarlas, lo mismo pasará con Ricardo, deberá consultar con vos por los gastos que quiera efectuar, así como abonar honorarios de Veterinarios, Herrador, de Viveros u otros que surjan y, lógicamente, los viáticos de los trabajadores.  Lo mismo que los sueldos que deberás aumentar cada tres meses acorde a la inflación aunque eso tendrás que hacerlo recordar y hablarlo con el Contador, aclarando que la que decide sos vos no él.
  • “Ayy, Guille, es una responsabilidad tremenda, me cae todo junto de “sopetón””.
  • Por eso te la doy a vos, sé que estás absolutamente capacitada y llevás al detalle todo el tema de los gastos sin que se te escape nada y no sos de despilfarrar.  Te voy a dejar una chequera firmada y habilitarte en el Banco con las tarjetas de crédito y débito, incluso tendrás que hacer tarjetas personales que digan “Estancia “Tranquilidad” - “fulana de tal” - Administradora”.  Además, claro está, tu sueldo será superior al de Marta en un 50%.  Sabés que yo quiero que el trato con los demás no varíe por un cargo o poder de decisión o nombramiento superior.
  • “Por eso quedate tranquilo Guille, nadie me va a pasar por arriba pero sé muy bien como es tu modo de pensar al respecto, ¿me vas a decir por qué es todo esto?”.
  • He aceptado un cargo que implica tener más vida social y alejarme por días de la Estancia y quiero estar tranquilo, por otro lado, en seis meses nos vamos a ir con Caro y Ana a recorrer el Mundo y necesito la tranquilidad de pensar que aquí está todo bien aunque nos podamos comunicar por teléfono y vía Internet.  Se alegró mucho por la noticia y me dijo que esperaba envidiarnos cuando viera las fotos.

                                                    Después de esto lo llamé a Ricardo para avisarle de las decisiones y pedirle que las llevara con la camioneta a las chicas hasta la ciudad el día viernes a las cinco de la tarde para que tomaran los micros, lógicamente, no puso el más mínimo “pero”.  Solucionado este tema lo llamé al Gerente del Banco de la capital y le pedí que hiciera una transferencia al Banco del pueblo por Un Millón de Dólares, me contestó que lo haría de inmediato, asimismo debería transferir todos los meses el 30% de los intereses mensuales a este mismo Banco, tras cartón lo llamé al Gerente del Banco local para avisarle de la transferencia actual y de las futuras, darle los datos de Sol avisándole que sería la Administradora de la Estancia y le pedí las tarjetas de crédito y débito correspondientes autorizándola a movilizar esa cuenta.

                                                  También le di los datos de Belinda para que extendiera otra tarjeta de crédito que utilizaría para los gastos de la Clínica o la casa-residencia, ambas tendrían que pasar por el Banco a firmar las solicitudes y se lo hice saber a las dos.  Había acelerado todos los tiempos pero me sentía conforme y satisfecho.  Me preparé otra vez el mate y me disponía a gozar de la mateada individual pero…  el día se prestaba a convertirme en un “paganini” aunque no tenía más remedio, yo lo había prometido.  Al segundo mate me llamó Gabriela desde la Fundación, ya antes había hablado varias veces con ella y con Emilia pero, ya sabía a que obedecía esta llamada en particular.  Luego de las consabidas conversaciones en que me enteré como estaban las dos y como marchaban las cosas en la Fundación, les pregunté directamente dónde querían ir de vacaciones.

  • “Siempre tan directo Guille, me daba un poco de vergüenza decirte y me aclaraste todo de entrada.  Con Emilia salimos de vacaciones en una semana y teníamos ganas de ir a un lugar del Caribe”. 

                                                  Me dijo el lugar y que disponían de quince días a partir del lunes siguiente, me comentó que eran tres porque Emilia iba con la hija y que no les importaba compartir la habitación.  Le pedí que me llamara en media hora y le tenía una respuesta.  Hice lo mismo que con las chicas de casa, llamé por teléfono a la Compañía Aérea y aboné los tres pasajes de ida y vuelta para un vuelo que partía la noche del domingo, luego llamé al mejor hotel de la zona que visitarían y pedí una suite residencial para tres personas abonando los quince días desde el lunes, el “paquete” incluía las comidas, servicios de spa completos, espectáculos y confitería bailable  que brindaba el hotel y tres excursiones guiadas a corales y acuarios.  Mi tarjeta hacía “milagros” y de inmediato tuve las confirmaciones detalladas por medio de mail que trasladé a los mail de Gabriela y Emilia. 

                                                  Cuando volvió a llamar ya había recibido los mail y daba unos gritos tremendos por el teléfono agradeciendo lo que les daba.  Le dije que se dejara de joder y que lo único que les pedía a cambio es que disfrutaran, asimismo les dije que cualquier problema que se les presentara me llamaran.  No fue mucho gasto para mí y cumplía con lo prometido, me sentí bien y volví a mis mates.

                                                  Pasada la una de la tarde volvieron Carolina y Ana María, estaban hermosas, se habían hecho una depilación completa con laser, apenas un poco de maquillaje y unos cambios en el corte de cabello que las hacían ver muy bien, las manos y los pies parecían esculpidos.  Las alabé y me dijeron que era todo por y para mí, también comentaron que habían pasado por la Clínica para darle un par de datos a Belinda y se habían enterado por Gracia del nombramiento de Administradora para Sol y que ésta estaba de lo más contenta, aprovecharon para acompañar a Belinda al Banco porque la había llamado el Gerente para que fuera a firmar la solicitud de la extensión de la tarjeta, me hicieron saber que el Gerente estaba exultante por las transferencias.

                                                  Yo sólo quería almorzar y tirarme a dormir la siesta pero antes les conté de las novedades de los viajes de Rosalía y Marta y también les dije que había llamado Gabriela, les conté que les había prometido las vacaciones y se iban al Caribe el domingo junto con la hija de Emilia.

  • “Tengo que llamarla a Gabriela, tengo un montón de cosas para contarle y con todos los líos siempre lo dejo pasar, me va a terminar puteando”, -dijo Carolina-.
  • “No creo que te diga nada, te lo va a entender y se va a alegrar”, -afirmó Ana-.
  • Después de las vacaciones seguro que se dan una vuelta con la tía que quiere conocer la Estancia y en una de esas la dejó “culo para arriba” a la vieja.
  • “¡Guilleeee, lo único que te faltaba!, -dijeron las dos casi en un sólo grito, una porque sabía que era una mujer mayor, la otra porque la conocía, yo me fui a dormir la siesta-.

                                                  La única salvedad de la siesta fue la presencia de Gloria, la Puestera de la casa número 1 y esposa del Encargado.  Golpeó las manos frente a la casa y salió a atenderla Ana María poniéndose una bata que mal tapaba su desnudez, según me dijo después la negra, “la chiquita que vestía un short corto y una remera muy ajustada, abrió grandes los ojos cuando la vio y venía a comunicarme que el gallinero estaba completamente terminado y a preguntar cómo debía hacer para comprar las aves necesarias”.  Ana María le preguntó si estaba sola, ella le contestó que sí, que el marido ya se había ido para la casa, que él no quería preguntar nada porque eso le correspondía a la Puestera.

                                                  Con toda la santa intención (que de santa no tenía nada porque yo ya me había dado cuenta antes que le había “echado el ojo”) le dijo que a mí no se me podía molestar a la hora de la siesta y la hizo pasar a la zona de la pileta para que hablara con Sol que era la Administradora.  Se reía con Carolina cuando me contaba que la Puestera se había sorprendido y no sabía dónde meterse cuando Sol la atendió completamente desnuda junto a todas que se paseaban igual sin darle importancia a la presencia de ella totalmente vestida.  Delante de ella Sol llamó al criadero y pidió que le mandaran al día siguiente la treintena de aves que la Puestera le pidió, además le dijo que las semillas para la huerta se las pidiera mañana a los Jardineros.

                                                  Gloria no sabía para dónde correr mirando esos cuerpos de mujeres hermosas y, animándose, le habló a Carolina…

  • “Señora, la verdad que las envidio y las felicito, usted no hace diferencias y parecen pasarla todas muy bien”.
  • Como dice Guille, no es “señora”, yo soy Carolina o Caro, ella es Ana María o Ana y está Sol que es la Administradora, ya hablaste con ella, además de Rosalía, Graciela y Marta, la Encargada.  Para todas nosotras vos sos Gloria y hay algo que debés saber, ningún hombre entra en la casa o sus adyacencias sin el permiso expreso de Guillermo, si querés disfrutar un rato de la pileta con nosotras, sos bienvenida pero, esto se muere con vos, si tu marido u otro hombre se entera, habla o quiere meter las narices, el despido es inmediato.
  • “Quédese tranquila Carolina, yo no cuento intimidades de mujeres a mi marido y sé guardar secretos, no voy a poder siempre pero me gustaría pasar un rato con ustedes aquí”.

                                                  En el acto le dijeron que podría sacarse la ropa y nadar o estar un rato desnuda.  No se animó, sólo lo hizo cuando Sol le prestó la tanga de ella y las tetas se las cubrió con el sostén de Rosalía, todas le alabaron el físico chiquito pero nutrido en donde hacía falta y bromearon con sus tetas abundantes comparándolas con las de Sol, luego nadó un rato, tomó un par de refrescos, se divirtió charlando con todas -no sé de qué porque no me lo comentaron- y después de un rato que estimó prudente se volvió muy contenta para la casa porque, según dijo frunciendo el ceño, ya era hora que el marido despertara de la siesta.

                                                   Dormí casi hasta las siete y media de la tarde y cuando desperté fue cuando me contaron todo esto, las miré serio y les pregunté a que venía todo eso y si habían hecho algo más.

  • “Ni locas Guille, sabés que si vos no estás o no autorizás ninguna de nosotras haría nada, es que me hizo acordar tanto a mí, reconozco que a ésta se la nota un poco más “lanzada” pero en lo otro es igual a como yo era, “mal cogida y usada”.  Tendrías que verla bien y, por otro lado, no está nada mal, culito bien parado, unas tetas muy sensibles porque al ponerse el sostén se le endurecieron los pezones al máximo, con la anuencia de “mi hombre” yo no le haría ningún asco”.
  • “¡Anaaa, ¿qué te pasa?!”, -le pegó el grito Carolina-.
  • “No sé, lo de mañana y las noticias que nos ha dado Guille para el viaje me tienen en el aire y excitadísima, ¿no te pasa a vos?”.
  • “Sí, para que te lo voy a negar”.  Me lancé a reír por las salidas de las dos y les contesté.
  • Tienen dos opciones, lo violan a Francisco en el viaje o esperan hasta el miércoles a la noche que en una de esas hacemos algo o les alquilo un travesti.
  • “Con Francisco, humm, él es genial pero pasamos de largo las dos, con un travesti ni ahí, en nuestras conchitas y culitos entrás sólo vos y, bueno, los consoladores”, -dijo Ana con énfasis-.

                                                  Al irnos a acostar sólo cumplí pero ellas se quedaron un rato más y no precisamente hablando.  A las diez y media después de saludar a Rosalía y a Marta y desearles felices vacaciones y de llamar a Sol y a Graciela para autorizarlas a no privarse de nada con la debida discreción, nos fuimos a recoger a Francisco.  Éste, siempre elegante, nos esperaba con un bolso de mano y la funda del esmoquin.  Viajamos tranquilos salvo el par de veces que tuve que decirles que aflojaran el parloteo porque me estaban volviendo loco, ¡para lo que sirvió!, apenas un rato y vuelta a darle a la lengua, ¿dormirme manejando?, ni soñando.

                                                  Llegamos al hotel a las tres de la tarde, nos acreditamos en el mostrador y pagué la suite y la habitación de Francisco con la tarjeta, si nos trataban bien porque las reservas se había hecho desde la Gobernación, al momento de pagar cambió todo el trato para mejor, que el spa estaría habilitado a horas ilógicas, que el servicio de habitaciones era por las 24 horas, que la cochera estaba a disposición y… toda otra serie de detalle.  Francisco me miró sonriendo…

  • “Como cambia la “historieta” con ese “plastiquito, ¿no?”.
  • Sí, lo he notado varias veces, antes me jodía un poco, ahora lo utilizo a mi favor. 
  • “Y bien que hacés”, -me contestó después nos fuimos a las habitaciones-.

                                                  Entramos en la habitación y apenas utilizaron tiempo para recorrer la suite, probar la cama sentándose arriba, peinarse un poco y salir disparadas a hacer las compras, “las” tres preguntaron en el mostrador del hotel adónde se podrían dirigir y les dieron la dirección correspondiente.  Carolina sabría lo que comprarme, una de las ventajas de mí físico “acomodado” a gusto era el de las medidas de la ropa, lo que me pusiera me calzaba perfecto, no lo había pedido así pero, venía con el “paquete” y no me parecía para nada mal.  Tardarían fácilmente un par de horas largas y me fui al bar del hotel a tomarme un whisky y a mirar un poco el ambiente.  Había una excelente “mercadería” dando vuelta por la recepción y por el bar pero yo pensaba en cómo me las iba a arreglar con Leticia y si estaría Lidia o si aparecía Mora, al rato me di cuenta que era “al pedo” pensar así, podría arreglarlo todo con sólo dos palabras.

                                                  En ese instante me llamó José, andaba por el hotel y quería saber dónde estaba yo, le dije dónde estaba y me contestó que venía.  En el interín se acercó a mí una pelirroja despampanante que ya había visto conversando con un empleado de recepción, seguramente quien le “marcaba” los posibles “clientes”.  Alcanzó a decir “hola” y huyó despavorida cuando el Ministro de Seguridad se arrimó y me dio un abrazo, si hay algo que las “profesionales” conocen son las caras de los Funcionarios de la Gobernación, mucho más a éste.

  • “Hola Guille, que gusto que ya estés aquí, ¿te espanté un “asunto”?”.
  • Hola José, para nada, ya sabés que soy un hombre casado.  La carcajada de él sonó clara y fuerte.  Me preguntó por mi mujer y le dije que se había ido a hacer compras con mi Secretaria y con Francisco.
  • Estarán “locas” revolviendo todo, -le dije-.

                                                     Se sentó a mi lado en la barra y me miró serio y pensativo.

  • Dale José, desembuchá, ¿qué es lo que te ronda?
  • “Yo te quería agradecer el espaldarazo porque estoy seguro que algo has tenido que ver para que la “jefa” me haya dado tremendo aval de confianza delante de los demás Ministros, me gané algunos pseudo enemigos pero eso no me calienta tanto, los puedo manejar, de hecho hoy me pidió los “trapitos al sol” de todos y más de uno anda con el “culo a dos manos””.
  • Yo no le pedí que hiciera o dijera nada, me comentó que me querría como “hombre de confianza” a su lado y como sabrás, me negué pero… le dije que el mejor hombre de confianza que tiene al lado sos vos, no creo haberle dicho nada raro.
  • “Palabra santa, no sé que le habrás hecho pero, lo que vos decís pasa a ser indiscutible.  Como sea, me ayudaste un montón, te vine a agradecer y a dejarte las entradas preferenciales, la función de gala comienza a las 21.30 pero quiere hablar con vos una media hora antes.  Las quiere a las dos mujeres y a ese Francisco sentadas junto a ella, a vos te puse detrás.  Va a haber Prensa, no sé qué hablaste con tu mujer”.
  • Mirá José, a vos no te puedo engañar pero es un “secreto de Estado”, Carolina es mi mujer y la Directora de la Clínica gratuita, Ana María… también es mi mujer, son las dos números 1 pero la podés hacer pasar como mi Secretaría y Administradora de la Estancia, ellas ya lo saben.
  • “No podés, hijo de mil…  Son dos mujeres infernales, no sé como harás pero conociéndote a vos, no creo que estén al lado tuyo por la plata”.
  • Para nada, me han demostrado su amor, fidelidad y entrega de mil maneras, digamos que es un “matrimonio abierto” pero para mí solo, ¿se entiende?
  • “Vos con quien sea y ellas sólo con vos”, ni en eso cambiaste.  Quedate tranquilo que de mi no sale nada, igual no creo que la pasen mal y le darás todos los gustos”.  Voy a seguir un rato más con los líos de laburo y después te veo.  Se fue y me quedé tranquilo porque José era una “tumba” para los secretos y yo me fui a dormir un rato.

                                                  Me desperté como a las seis y media y fue por los grititos y voces de “las” tres chicas, estaban enloquecidas con las compras y les avisé que teníamos que estar a las nueve de la noche en el teatro.  Francisco se fue diciéndome que iban a estar esplendorosas y las dos se metieron al baño a bañarse, yo me quedé afuera, me bañaría tranquilo cuando ellas hubiesen terminado, sabía que a mí me sobraría tiempo para cambiarme sin tantas vueltas ni maquillajes, me entretuve mirando la ropa que habían comprado para mí y me gustó todo, fundamentalmente el esmoquin y la camisa, Carolina no se había olvidado de nada y seguramente Francisco había “metido mano” allí.  Tal como lo preví, me terminé de cambiar y vestir a las ocho y les dije que las esperaría en el bar, que tenían media hora para estar totalmente listas.

                                                  Francisco apareció en el bar veinte minutos después que yo y venía impecable y muy varonil enfundado en un esmoquin de primerísima marca, no quiso tomar nada y las esperamos a las damiselas.  Los dos le dábamos la espalda a la puerta y cuando escuché el murmullo le dije a Francisco, “Ya están listas, están entrando”, no me fallaba nunca, las dos juntas generaban siempre ese murmullo de admiración y sabía también que me encantaría verlas a las dos.  Estaban despampanantes, los vestidos de noche tenían buen escote, uno largo casi hasta la cintura con un gran tajo que llegaba poco menos que más arriba de medio muslo en la pierna izquierda y el otro en forma de “U”, con un largo tajo en la delantera, en ambos casos tuvieron que usar sujetadores invisibles pegados a la tela para que las hermosas tetas de mis “esposas” no se escaparan.

                                                  El de Carolina era de un rosa oscuro y el de Ana María de un verde limón, en ambos casos resaltaban los colores de su piel, el sobre y las sandalias de tacos altísimos hacían juego y se las notaba sutilmente maquilladas en los ojos y brillo en los labios y en las mejillas.  Sin ninguna dudas eran dos mujeres monumentales.  Ambas se tomaron de mis brazos y salimos a la camioneta que nos esperaba en la puerta, el teatro no estaba lejos pero fuimos tranquilos para llegar a la hora estipulada.  Al arribar la custodia preguntó mi nombre y apenas se lo dije, la gente de Relaciones Públicas nos guió a un estacionamiento para invitados especiales, al entrar al teatro por una puerta distinta a la de todos, volvieron a preguntar mi nombre y no bien se lo dije a la chica de RR.PP. nos acompañó a ver a la Gobernadora.  Nos recibió con una alegría que no pudo disimular y repartió abrazos para los cuatro, agradeciendo que hubiéramos aceptado la invitación, lo mismo hizo Lidia que estaba a su lado.

                                                  Leticia y Lidia estaban también muy bien vestidas e impactaban a la vista, principalmente Lidia que tenía un cuerpo de infarto que parecía no poder mantenerse dentro de esa ropa.  Francisco demostraba estar en su salsa y cambiaba comentarios con las anfitrionas y con dos o tres mujeres que las rodeaban.  Ana se separó un poco de todos y me agarró del brazo.

  • “Guille, amor mío de mi vida, por la forma en que te miraron Leticia y Lidia y por cómo le brillaron los ojos, el domingo hubo más que almuerzo y cena, hasta me parece que están un tanto “mojaditas” al recordar, ¿a que sí?”.
  • ¿Qué querés que hiciera?, me pidieron que les fuera a mostrar las casas de los Puesteros.  Me miró con esos hermosos ojos verdes y se rió diciendo que era terrible.  Carolina giró la cabeza para mirarnos e hizo una seña con la cabeza como diciendo “yo también me di cuenta”…  Eran dos “brujas”.

                                                  En el palco se sentó la Gobernadora, a sus costados, a izquierda y derecha lo hicieron Carolina y Ana María, al lado de Carolina se sentó Francisco, luego venía una fila de señoras y señoritas que eran Funcionarias de la Gobernación y yo me senté en la tercera fila junto a Lidia que, en la semioscuridad me tomó de la mano y me dijo:

  • “Guille, te juro que estoy muy caliente porque recuerdo tu pija destrozando mi culo y Leticia debe estar igual”.
  • Me viene bien lo que me decís porque “tengo ganas” de acostarme con las dos de nuevo y hacerles todo lo que quieran pero no puedo dejar a mis mujeres afuera y no sé si Leticia querrá.
  • “Ayyy, Guille, ¡por Dios!, no me digas así que ya tengo ganas de acabar sin tocarme, yo la convenzo o la agarro de los pelos.  ¡Qué calentura que tengo!, ¡Cristo Santo!, estoy toda mojada, no sé cómo voy a aguantar”. 

                                                  Después se quedó callada por un largo rato y en el intervalo salió corriendo al baño, Leticia preguntó que le pasaba.  Yo me acerqué al oído para decirle:

 

  • Le comenté que “tengo ganas” de acostarme con las dos junto con mis dos mujeres y parece que no se aguantó la calentura.  No me dijo nada pero se notó muy claramente que hacía esfuerzo por contenerse y me apretó fuerte el brazo apoyándose para que no le fallaran las piernas.  Al llamar para seguir la función, me dijo al oído volviéndome a apretar el brazo.
  • “Dejalo por mi cuenta, nadie nos va molestar, ya quiero que esto termine”.  Caro y Ana me miraban y les hice señas para después.

                                                  Por fin terminó el espectáculo, reconozco que es hermoso pero nunca me gustó el ballet, para peor, tenía la cabeza en otro lado y “mi amigo” estaba inquieto.  Al finalizar le pregunté a Francisco por su “pareja” y me dijo que lo esperaba en el hotel, ya lo había arreglado así con él y se iría enseguida.  Había un ágape para los Funcionarios y los invitados pero Leticia lo llamó a José y le dijo que ella se retiraba para preparar todo lo que tenía que conversar conmigo y que, a más tardar en quince minutos, me llevara a mí junto con mis acompañantes a la suite que ella ocupaba.

                                                  Se despidió de algunos después de atender a la Prensa que también se abalanzó sobre Caro y Ana que contestaron las preguntas con aplomo y sencillez y se fue.  Carolina y Ana María se acercaron a mí y me preguntaron qué era lo que le había pasado que se había ido tan rápido.

  • No sé, le dije que “tengo ganas” de estar los cinco juntos en una cama, le dijo algo a José que nos llevara en quince minutos y se fue.
  • ¡Ay, Dios mío!, vámonos ya que estoy recaliente.  ¿Nos dejás que nos demos con todo?”.
  • Sí mi negra, vale todo, no sé Carolina porque está muy callada.
  • “Si digo algo acabo así parada como estoy, estoy que vuelo.  Ellas están calientes porque Guille se las cogió, ahora van a quedar de cama cuando las agarremos nosotras dos, lástima que no trajimos los “juguetitos””.  Pobres Leticia y Lidia, mis “esposas” estaban “sacadísimas” y las iban a agotar en base a orgasmos.

                                                  José nos mandó con un hombre de la custodia y luego de golpear Leticia asomó la cabeza y le dijo que podía retirarse y que no quería ser molestada por nadie.  Una vez el muchacho se retiró, nos abrió la puerta y nos hizo pasar, calzaba las sandalias que tenía esa noche y tenía puesto un camisón muy corto, transparente y sin nada debajo, Lidia estaba igual salvo por una tanga muy chiquita.  No bien cerré la puerta y la trabé escuché como caían los vestidos de mis “esposas” y Caro con Leticia y Ana con Lidia no perdieron tiempo y se prendieron besándose y tocándose como desesperadas caminando a tientas hacia la enorme cama.  La voz cantante la tenían mis chicas y sus lenguas y sus bocas hicieron maravillas en las tetas, los labios íntimos, los clítoris y los anos de las Funcionarias.

                                                  La Secretaria no podía evitar gemir fuerte y tener contracciones cuando Ana absorbía su clítoris endurecido y metía primero dos y luego tres dedos en su culo imprimiendo velocidad a su mano.  Leticia no la pasaba mejor, la boca y la lengua de Carolina era mortal cuando se empecinaba, la tenía encorvada con los dedos metidos en el culo, recogía los flujos con la lengua como si fuera una cuchara y subía a besarla para trasladárselos mientras seguí presionando con el pulgar el clítoris de la “flaca”, la cual entró en una sucesión de orgasmos que la dejaron laxa y pidiendo clemencia.  Yo me había desnudado despacio y cuando Caro vio que comenzaba a recuperarse puso la cara de Leticia en su entrepierna para recibir su lengua y me hizo una seña.  Yo fui por detrás, la incorporé un poco para que se arrodillara y entré en su vagina sin hacer escalas.

                                                  La “flaca” quiso gritar y no pudo, Caro se lo impidió apretando su boca y los movimientos que hizo para tratar de zafar terminaron acelerándola más.  Mis entradas se hicieron fuertes, rápidas y profundas, sus gemidos eran tremendos y apenas si podía hacer algún sonido porque Caro le corría la boca sólo para que respirara y luego la volvía a retener.  Después de varios orgasmos así, le hice señas a Caro para que se girara y lo hizo para poner su boca en el clítoris duro y sensible, pasándole además las manos por la cintura y aferrándola fuerte para que no pudiera escapar de lo que se venía.  Aprovechando que aún se movía gozando cambié de agujero y comencé a penetrar despacio su ano, pataleó, lloró y el grito no lo pudo dar porque Ana le selló la boca con la suya.

                                                  Lidia con “cara de destruida” se puso detrás de Ana y le metía los dedos en el culo y la vagina provocando los movimientos de las nalgas de mi negra que gozaba con eso, gozaba besando a la “flaca” y gozaba acariciando sus tetas y pellizcando los pezones de quien dejó de sufrir cuando la tuvo completamente adentro de su culo y comenzó a experimentar el placer de mis entradas y salidas de ritmo fuerte, parejo y muy profundo, fueron tres orgasmos consecutivos mientras le destrozaba el culo y Caro y Ana le hacían sentir sensaciones multiplicadas.  Mis mujeres también tuvieron compensaciones, Ana la hizo acabar a Carolina pellizcándole el clítoris con la mano que le quedaba libre y Ana gozó con los dedos de Lidia en su culo y vagina.

                                                  Yo no quise aguantar más y cuando Leticia gozaba de su orgasmo combinado de culo y clítoris, empujé hasta el fondo y le llené las tripas de leche caliente, tembló a más no poder y ahora sí que le costó recuperarse, quedó tirada a un costado mientras yo sacaba despacio mi pija aún dura de su culo.  Sin decirle nada, Lidia se aferró al miembro y se lo llevó a la boca para tragárselo hasta lo profundo de su garganta y limpiarlo con la lengua y su saliva, lo sacó reluciente y se puso en cuatro, sumisa y esperando el mismo tratamiento.

                                                  Ahora nadie la atendió, Carolina y Ana María se enfrascaron en un 69 mortal y yo sabía que estando en eso, nada más les importaba, salvo que fuera yo quien me metiera en el medio, por supuesto.  A Lidia no le importó, ella quería ser cogida y no se la podía despreciar, yo tampoco quería, claro.  La penetré por la vagina directo y fuerte y nuevamente la escuché putear por el pijazo, no era en mi contra, era contra ella por no poderla aguantar y luego de varios movimientos y tras notar su primer orgasmo, cambié de agujero y aquí no entré despacio y en dos caderazos me instalé en lo más profundo de su recto, evitó gritar porque en un último momento mordió el cubrecama pero moqueó sin contenerse y comencé a darle fuerte y parejo hasta que volvió a gemir y a contraerse sin poder disimular el orgasmo.

                                                  Ana y Caro me pidieron que parara y la pusiera en otra posición porque querían chuparle las tetas, entonces la puse boca arriba, elevé sus piernas a mis hombros y volví a entrar y salir por los dos lados mientras las chicas tocaban, apretaban sus tetas y mordían sus pezones.  El orgasmo fue devastador y Caro la besó para evitar el grito, salí rápido de allí y los culos de mis chicas se llevaron el premio de la lechada compartida, me lo agradecieron con un orgasmo cada una y unas miradas de amor que lo decían todo.

                                                  Me levanté fui al frigobar por una gaseosa para cada una y traje desde el baño una toalla húmeda con la que reanimé a ambas Funcionarias que seguían estando en un limbo no imaginado hasta hacía un par de horas.  La primera en reaccionar fue Leticia que nos miraba sin entender nada o eso parecía.  Hasta que se abrazó a mis mujeres y se le caían las lágrimas.

  • “Chicas, Guille, me han dado la mejor noche de mi vida, perdónenme si se los robé un rato el domingo, pensé que aquello había sido sensacional pero esto fue sublime”.  La que contestó fue Carolina…
  • “No hay problemas, ya lo sabíamos, nos alegramos las dos que lo hayan disfrutado pero como tienen unas pieles bellísimas tengo ganas de seguir comiéndolas a las dos y estoy segura que Ana piensa lo mismo”.

                                                  ¡Tremendas turras!, ellas sabían que ninguna de las dos quería más.

  • “Nooo, chicas, por favor, no quiero más, no tengo dudas que mi cuerpo les respondería porque ustedes son maravillosas y me harían calentar como loca de nuevo pero les juro que me muero en el próximo polvo, además, no me puedo mover bien, con mi ex siempre fue un drama hacerlo por el culo y hoy Guille me partió al medio sin pedirme permiso y no se imaginan como lo gocé aunque está todo roto”.
  • “Sabemos muy bien lo que es…  Dejame mirarte, quiero ver si está con alguna rajadura”. 

                                                  Carolina se puso a revisarla y la tocó provocando un estremecimiento que fue muy notorio, para más, apoyó su lengua llena de saliva y jugueteó un rato allí, Leticia gimió y cometió el “error” de empujar con el culo hacia la cara de Caro que la tomó fuerte de las caderas y penetró con parte de la punta de la lengua en el ano dilatado.  “Sííííí” gritó Leticia y no pudo contener su enésimo orgasmo volviendo a quedar tirada boca abajo.  Ana, al toque, hizo lo mismo con el culo de Lidia que trató de zafar pero al sentir un par de centímetros de lengua dentro del agujerito abandonó la resistencia y se dejó hacer colaborando con sus movimientos hasta que terminó mordiendo una almohada y tirada boca abajo como Leticia.  Las dejaron descansar un rato y después se fueron las cuatro juntas a bañarse, -según me dijeron las chicas, tuvieron que bañarlas ellas porque no podían ni moverse-

                                                  Luego me tocó a mí y lo hice rápido para después vestirme, a posteriori los tres vestidos y las Funcionarias en batas, nos tomamos unas copas.  Leticia me dijo que no quería hablar de trabajo pero me dio una carpeta con un contrato para que yo lo viera y si estaba de acuerdo se lo enviara firmado, le contesté que lo miraría.  Más tarde se reían las cuatro por lo que estaría haciendo Francisco, José le había informado que el esposo de Mora había sido visto en el hall del hotel y enseguida se imaginaron para que estaba allí.  En un momento Leticia le tomó las manos a Carolina y a Ana y les dijo:

  • “Chicas, les quiero decir algo que estoy segura que Lidia también lo piensa.  El domingo nos descubrimos ella y yo como algo “especiales” para brindarnos cuando podamos porque en este ámbito es todo muy difícil pero descubrimos una cosa más importante todavía, vuestro “marido”, porque tampoco me caben dudas que su “matrimonio” es de tres y las envidio por ello, nos hizo dar cuenta que tan mujeres y que tan hembras somos, ¿cómo explicarlo?”
  • “No es necesario que nos expliques nada, nosotras en un momento sentimos igual y nos lo recuerda todos los días, con mimos, caricias, atenciones, detalles y con el culo para arriba cada dos por tres, jajaja”.

                                                  La carcajada ante la salida de Ana María fue unánime.  Ahora la que habló fue Lidia.

 

  • “El gran problema es que ya no estará…  Yo he “probado” un montón antes y les aseguro que nadie me ha sabido llegar tanto y tan profundo como hombre haciéndome sentir mujer y hembra a la vez y bueno, sí, con lo otro también ha sabido llegar más profundo que nadie, jajaja”.  Las risas se volvieron a instalar.  Cuando ya la cosa no dio para más y eran aproximadamente las cinco de la mañana, bajamos un par de pisos y nos fuimos a nuestra habitación.

                                                  Quedamos fundidos y tirados sobre la cama, apenas si pudimos sacarnos la ropa, nos despertamos al mediodía, lo llamamos a Francisco para juntarnos a almorzar y dijo que ya había pedido el servicio a la habitación, que se quedaría allí hasta la cinco de la tarde en que tomaría el micro para volver.  Le mandamos saludos, le dimos las gracias por la compañía y le deseamos feliz viaje.  No teníamos muchas ganas de movernos y optamos por lo mismo, pedimos la comida a la habitación y tuvimos como cuarenta minutos para que nos la trajeran.  En ese lapso de tiempo las chicas me dijeron que la habían pasado sensacional, que el espectáculo había sido maravilloso, que se habían sabido mover muy bien con la Prensa a pesar de los nervios iniciales y que estaban muy contentas de compartir esta nueva vida conmigo. 

                                                  Lógicamente, no pudo faltar lo bien que lo pasaron con Leticia y Lidia y Ana comenzó a reírse a carcajadas.  La miramos los dos y Carolina le preguntó…

  • “¿De qué te reís, loca?, contanos, no nos dejés con la duda”.
  • “¡Las matamos!...  ¡Las destruimos!... ¡Las tuvimos que bañar porque quedaron de cama!, jajaja.  Te acepto que Lidia está como Belinda o se parece en el físico pero ni se le compara a Belinda, si la agarra la mulata se la come con fritas, jajaja”.  Ninguno pudo aguantar la risa ante esas salidas.
  • Tampoco se puede decir que están mal.
  • “Nooo, para nada, son dos mujeres hermosas y muy dadas pero… lo que hay en casa es muy superior”.
  • Cuando comparás es cuando entrás en un lugar común, así estén mejor, las de casa siempre van a ser superiores porque corren con la ventaja del sentimiento, eso siempre las pone en un escalón más alto que cualquiera.
  • “Tenés razón, son insuperable, no voy a volver a cometer el mismo error”.
  • Perdón, con eso que querés decir, que vas a seguir “volteando muñecos”, muñecas en este caso.
  • “Para nada, esas son tus decisiones pero, si te gusta la pierna, no sé qué dirá Caro pero yo te “hago la gamba” a muerte porque vos sos nuestro único amor y nosotras somos tus amores indiscutibles”.

                                                  Sin quererlo Ana me estaba dando lugar a una idea que tenía desde hacía rato, ya era hora de disfrutar de otro tipo de mujeres y que mejor que hacerlo junto a las dos que amaba, sin que aparecieran nuevos compromisos de por medio.  Era tiempo de aprovechar, disfrutar y no preocuparme si se sentían bien o mal, ya tenía a quien dedicarme con ello, ahora sería muy selectivo con las que fueran apareciendo y disfrutaría haciéndolas disfrutar a mis “esposas”, no se “desbandarían” porque yo tenía la potestad de frenarlas y pobres de aquellas que cayeran en sus manos.  Carolina terminó de completarla y metió en el medio de la charla una “boludez” de las suyas que me caían como “patada en los huevos”.

  • “Yo no tengo ningún inconveniente hasta incluso podemos elegir a la que nos guste y vos intentás que nos dé calce, si se da bien y si no se da intentaremos por otro lado, eso sí, bajo ningún punto de vista te podés olvidar de nosotras porque te estaremos “marcando de cerca” y te tendremos muy “cortito””.
  • A ver si entendí bien, ¿eso de “no te podés olvidar de nosotras” o “marcarme de cerca” o “tenerme cortito” son condicionamientos? porque si es así les digo que se están equivocando, yo no acepto impedimentos ni condicionamientos de ninguna índole, se los digo de frente, pensé que me habían entendido todo cuando me fui unos días afuera, si me siguen estará todo bien si tratan de condicionarme en algo, una o las dos se vuelven a casa.  Así no me interesa.

                                                  Mis modos, mis gestos y mi mirada habían cambiado y tenía que imponer a rajatablas mi manera de pensar para evitar que, de alguna manera, tomaran el mando.  Ana María saltó como leche hervida.

 

  • “No Guille para nada vos decidís y podés hacer como gustes.  Carolina, ¿qué estás haciendo, ya volvés a las pelotudeces de siempre?, ¿me podés decir cuando se olvidó de nosotras?, ¿desde cuándo es eso de estarle encima?  Pensé que habías entendido cuando me pasé horas hablando y vos llorando por ese tipo de idioteces que Guille dijo que no volvería a perdonar”.  Se enojó feo Ana María y reaccionó peor.  “Hasta a mí me dan ganas de mandarte a la mierda cuando te aparece la “idiota independiente.  Abrís la boca sin pensar y después llorás en los rincones, ¿dónde mierda tenés la inteligencia?”.

                                                  Salió corriendo y se encerró en el baño llorando, yo lo entendí como una crisis porque Carolina siempre terminaba por hacer zozobrar todo.  Aún sabiendo que debería controlarme y no darle bola o pasar por alto este tipo de discusiones, me cambié, abrí la puerta y me fui al bar porque, a la vez, me estaba empezando a enojar feo y si “eso” me dominaba podría llegar a mandarla a la mierda a Carolina y a todo lo que significaba.

                                                  Al rato bajó Francisco despidiendo a su “novio” y se vino a sentar a mi lado poniendo cara de preocupación.

  • “¿Qué pasó Guille, me llamó Carolina llorando a lágrima viva diciendo que era una estúpida, que no sabe pensar, quise hablar con Ana María y cuando Caro le avisó gritó desde el baño que no quería hablar con nadie?  No te pregunto qué cagada te mandaste porque conozco a las mujeres y siempre son ellas las que “meten la pata””.
  • Te lo digo sólo porque sos vos, aclarándote que no acepto ni críticas, ni consejos ni recomendaciones.  Carolina y Ana gozan de determinadas prerrogativas y facilidades porque son las que más quiero y hasta te diría que las amo pero en mis relaciones no acepto “feminismos”, “liberaciones femeninas”, “imposiciones” o “pelotudismos de igualdad” y/o las “mierdas” que se les ocurra exponer por una Educación “vanguardista” que lo único que logra es apartarlas y hacer que se queden solas llorando en los rincones.  En contraposición, les doy todo lo que puedo, buen pasar, mimos, atenciones, detalles, creo que de sexo no se pueden quejar pero… yo decido, mando e impongo y no es acorde a como se me ocurre, todo esto está aclarado de antemano y bien explicitado, quien acepta y está de acuerdo sin dudas, se queda a mi lado, quien pone “peros” termina por no interesarme.
  • “Ese modo de pensar y actuar podría discutirse de entrada pero, como somos adultos o lo parecemos, si se aceptan todas esas premisas y están consensuadas no veo el motivo para que haya divergencias”.
  • Eso tendría que entenderlo Carolina, dije siempre que no daba segundas oportunidades y ya tuve varias “peloteras” con Caro porque no sabe mantener la boca cerrada y toma decisiones sin consultarme.  La última fue cuando me fui a Corrientes para alejarme y pensar para no pegarle una patada en el culo.  Ella lo pasó muy mal y la ayudó Ana María a tratar de pensar distinto y parecía haber entendido.  Hoy volvió a cometer la misma “cagada” de hablar poniéndome imposiciones, por eso Ana está tan enojada y yo me vine a tomar algo para calmarme y no tomar ninguna decisión final que, sé muy bien que le haría mal.
  • “Mujeres, ¿cuándo carajo entenderán?  Abren la boca y siempre la terminan embarrando.  ¿Qué pensás hacer ahora?”.
  • No lo sé, sinceramente no lo sé…

                                                  Verdaderamente no sabía cómo actuar, el “impulso testicular” me llamaba a mandar todo a la “mierda”, algo que se contraponía con mis sentimientos y con el “auto juramento” que me había hecho para no enojarme con todo.  Evidentemente era una especie de “castigo”, mi capacidad para tener a la mujer que quisiera se contraponía con el sentimiento que había sabido cosechar con algunas.  Francisco me miraba y no sabía cómo proceder, entendía que defender de alguna forma la postura de Carolina implicaba “atacar” la mía pero no tenía de dónde aferrarse para estar en contra de mi posición, el consenso y la aceptación de ellas a las condiciones impuestas por mí, dejaba a cualquiera de las chicas sin defensa.

                                                  Francisco tomó una decisión, me dijo que viajaría más tarde y se iría con Carolina a tomar algo para charlar con ella.

  • Mirá Francisco, te agradezco sinceramente la intención pero aquí la cosa y los arreglos deben ser de tres, si lo entiende bien, si no lo entiende “a otra cosa mariposa”, si te metés en el medio corrés el riesgo de que me enoje con vos y no quiero que suceda.  Ya conozco sus respuestas, va a llorar, me va a pedir perdón, va a decir que no se repetirá, que no sabe porque dijo lo que dijo, se ofrecerá hasta para un castigo físico y estoy un poco podrido de eso.  Creo que el tema va a pasar por lograr calmarme y no darle pelota haciendo lo que quiero teniéndola en cuenta hasta por ahí nomás.
  • “De acuerdo, tratá de tranquilizarte y nos vemos la semana que viene”.  Francisco se fue a preparar sus cosas para irse y yo me pedí otro whisky con hielo.

                                                  Cuando volví a entrar en la habitación iba bastante “picado”, sin darme cuenta había tomado tres copas y normalmente no lo hacía, por eso, con la poca cordura que me quedaba, les dije que me iba a dormir porque había tomado de más.  Las dos estaban calladas esperando una “explosión”, como siempre, la más compungida era Carolina que miraba llorosa y no se atrevía a abrir la boca, para más, sabía que ahora tenía a Ana María en contra y no podría apoyarse en nadie.  Les dejé dinero arriba de una mesita y les dije:

  • “Quiero dormir y que no me molesten y tampoco quiero hablar del tema, váyanse a caminar, a mirar vidrieras, a tomar algo y no regresen hasta que sea de noche, después iremos a cenar”.  Al instante de decirles eso recordé que ni siquiera habíamos almorzado.

                                                  Me tiré en la cama, hambre, “pedo” y bronca no era buena combinación…  Dormí un montón y desperté cerca de las ocho de la noche, me fui a bañar quedándome un rato largo bajo el agua y escuché cuando entraban.  Salí del baño desnudo y secándome la cara y la cabeza, cuando pasé a secarme el cuerpo vi que no tenían ninguna bolsa de compras y, de alguna manera, me alegró, la “cosa” no estaba para ir de compras.  Les pedí que se cambiaran que iríamos a cenar, yo quedé muy de sport, ellas estaban deslumbrantes, averigüé en la recepción del hotel por un buen restaurant de categoría y me dieron solícitos la dirección.

                                                  El lugar estaba cerca de un barrio denominado “El Bosque” y me dejó una impresión excelente, nos atendieron de primera y comimos mejor.  Cerca de nuestra mesa, frente a nosotros, estaba sentada una reconocida cantante y actriz que siempre me había gustado, chiquita, menuda, con un cuerpo al tono pero con una cara y una mirada que provocaba un morbo especial, la acompañaba una chica de una edad similar a la que no conocí y a dos mesas a nuestro costado estaba sentada una actriz de unos cuarenta años muy bien llevados acompañada de un señor mayor, diría que de mi edad. Noté, en determinado momento, que me había mirado de modo bastante especulativo, lugar caro, “viejito” bien puesto, elegante, vestido con ropa de marca y cara y dos mujeres despampanantes, se quiera o no, llamaba la atención y daba para pensar.

                                                  La miré a Ana María y volví la mirada a la mesa de la cantante en cuestión, la negra me hizo una señal de asentimiento pero no me decidí, no tenía ganas de estar con Carolina y pensé en mandarla para el hotel, algo que mucho no me cuadraba.  Terminamos de comer, subimos a la camioneta, nos fuimos al centro de la ciudad y nos pusimos a caminar con las dos aferradas a mis brazos, tomamos helados, vimos la Catedral con todas las luces encendidas y luego de un tiempo nos volvimos para el hotel.  Ana se quiso poner “mimosa” y le dije que no, que esa noche nada de nada con nadie, dormí a un costado con la negra abrazándome por la espalda, en clara alusión a que ignorábamos a Carolina, ni osó abrir la boca.

                                                  El viernes a la mañana, después de desayunar en la habitación, les dije de ir a “La Ciudad de los Niños”, seríamos como muy “mayores” para estar allí pero era un lugar que me encantaba, lo mismo le pasó a ellas que disfrutaron recorriendo las edificaciones chiquitas y sacando fotos a granel del lugar, me encantó la belleza, limpieza, pulcritud y orden del lugar, nada que ver con lo que antaño había conocido, regresamos al hotel y no bien entramos en la habitación me llamó José para preguntarme sobre la decisión que tomaría con lo que me había dado Leticia.

  • José, no te enojes, entre pitos, flautas y otras cosas no me tomé el tiempo de leerlo, dame media hora y te contesto. 

                                                  Me dijo que no había problemas y que me llamaría en un rato.  Se me otorgaba un Poder firmado por la Gobernadora y avalado por la Ley de Municipalidades para ejercer el cargo de Síndico y de Contralor de Cuentas, no se utilizaba la palabra Interventor pero era casi como si lo fuera.  Era por tres meses a partir de la fecha siguiente a la elección de autoridades y renovable a mi criterio, lógicamente, en tanto y en cuanto la Gobernadora siguiera en su mandato.

                                                  En lo único en que no estuve de acuerdo fue en el tema de los honorarios, era un buen dinero pero yo no pretendía cobrar por eso.  Primero opté por donarlo a una O.N.G. aunque pensé que repartir entre todas no le redituaría a ninguna y elegir a alguna por sobre otra sería como diferenciarlas, decidí que figurara como un trabajo ad-honorem, sin sueldos ni honorarios y así debería quedar registrado.  Cuando lo llamé a José para que se cambiaran esas condiciones, me dijo:

  • “Era cantado, le dije a la “flaca” que no pusiera ningún importe para pagarte porque te ibas a negar.  Si lo demás está bien, hago registrar las modificaciones y te lo tengo listo en quince minutos para que vengas a firmarlo”.

                                                  Me fui solo al Ministerio, firmé los papeles con el beneplácito de José, no pude verla a Leticia porque andaba por el interior pero cuando me iba por los pasillos casi desiertos del Ministerio me crucé con una mujer cercana a los cuarenta, pechugona y con cara de pícara, tenía puestos tacos y usaba una pollera tableada con el largo, apenas por sobre la rodilla.  La encaré y le pregunté el nombre, me dijo que se llamaba Analía y que era la Secretaria de no sé que “fulano”.

 

  • Mayor gusto Analía, te paré para decirte que “tengo ganas” de cogerte hasta que no des más de placer, tendrás algún lugar para eso.

                                                  Se excitó enseguida y cruzó las piernas diciendo que no podía esperar, que ya estaba deseando tenerme adentro, me tomó de la mano y me llevó a un baño de mujeres que estaba cerca.  Trabó la puerta desde adentro y levantándose la pollera se sentó sobre el mármol de las piletas, no utilicé ningún preliminar, le abrí las piernas y, corriendo su tanga, la penetré de un sólo empujón, ahogó su grito en mi hombro pero como su túnel se adaptó enseguida, le di ritmo a mis penetraciones, tuvo dos orgasmos casi seguidos y la llené de leche, yo guardé mi miembro y dejándola sentada en el mismo lugar me aparté para irme, atinó a preguntarme mi nombre y le dije, Guillermo.

                                                  Volví al hotel y les comenté que no había podido ver a Leticia ni a Lidia porque andaban por el interior pero les dije que una Secretaria me había atendido muy bien.  Me bajé los pantalones junto con el bóxer y le dije a Carolina que me la mamara para limpiarme las huellas de la otra mujer y para que me hiciera gozar.  Su mirada primero fue de alegría pero sus ojos se enturbiaron cuando se metió el pene en la boca, igual no dijo nada y siguió con su labor.

  • Eso es para que te des cuenta que yo cojo, cuando quiero, con quien quiero y como se me dé la gana sin que puedas o debas opinar al respecto.
  • “Perdón, Guille, por favor, perdón”.
  • Son demasiados perdones con vos Carolina, te lo digo delante de Ana María como testigo, ya no te perdono una más, pensé que lo habías comprendido bien cuando regresé de Corrientes pero insistís siempre con tus pelotudeces.  La próxima vez que abras la boca para decir algo que me moleste o pongas el mínimo “pero” a lo que yo decida, hacés las valijas y te vas, te aparto definitivamente de mi lado y te arreglás sola con tus cosas.  Si estás de acuerdo seguimos como hasta ahora, si no estás de acuerdo me lo decís y quedamos bien pero con vos afuera de nuestra vida.  Aceptó todo y como “mi amigo” estaba alborotado, aunque Ana María tuvo su parte, el culo de Carolina sufrió las consecuencias de una cogida brutal y, a pesar de estar acostumbrado, no pudo evitar sangrar.

                                                  Terminamos bien el viernes y el sábado al mediodía, después de almorzar regresamos a la Estancia con una Ana María satisfecha de las nuevas experiencias y una Carolina incómoda para estar sentada, las dos extremadamente cariñosas.

Continuará…

Por favor, si les gustó, valoren y comenten…

Gracias…  GUILLEOS1.

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Viaje de un jubilado a La Argentina (9)

Viaje de un jubilado a La Argentina (8)

Viaje de un jubilado a La Argentina (7)

Viaje de un jubilado a La Argentina (6)

Viaje de un jubilado a La Argentina (5)

Viaje de un jubilado a La Argentina (4)

Viaje de un jubilado a Argentina (3)

Viaje de un jubilado a Argentina (2)

Viaje de un jubilado a Argentina (1)

Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

Mis primas de la capital (28)

Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

Mi timidez y mis tías (48)

Mi timidez y mis tías (47)

Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

Mis primas de la capital (26)

Mis primas de la capital (25)

Mi timidez y mis tías (45)

Mis primas de la capital (24)

Mi timidez y mis tías (44)

Mi timidez y mis tías (43)

Mis primas de la capital (23)

Mis primas de la capital (22)

Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

Mi timidez y mis tías (36)

Mi timidez y mis tías (35)

Mi timidez y mis tías (349

Mis timidez y mis tías (33)

Mi timidez y mis tías (32)

Mi timidez y mis tías (31)

Mi timidez y mis tías (30)

Mi timidez y mis tías (29)

Mi timidez y mis tías (28)

Mi timidez y mis tías (27)

Mis primas de la capital (18)

Mi timidez y mis tías (26)

Mi timidez y mis tías (25)

Mi timidez y mis tías (24)

Mi timidez y mis tías (23)

Mi timidez y mis tías (22)

Mi timidez y mis tías (21)

Mi timidez y mis tías (20)

Mi timidez y mis tías (19)

Mi timidez y mis tías (18)

Mis primas de la capital (17)

Mitimidez y mis tías (17)

Mi timidez y mis tías (16)

Mis primas de la capital (16)

Mi timidez y mis tías (15)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (14)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (13)

Mi timidez y mis tías 12

Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina