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El pacto. (42).

en Grandes Relatos

MULATAS - CENA CON PUESTERA.

                                                  Afortunadamente en la casa reinaba la paz y la cordialidad, estaba Belinda que dormiría en casa y esperaban que a la mañana siguiente aparecieran Gracia y Sol, en apariencia se habían limado las asperezas y estaba seguro que en la cena hablarían conmigo.  Las saludé efusivamente a Carolina y a Ana María que salieron a recibirme en trajes de baño y no pude resistirme a acariciar a apretar sus nalgas, después las abracé pasándole a cada una un brazo por sobre sus hombros y, ya que estaba, meter una mano en sus tetas y apretar suavemente sus pezones, las dos se estremecieron.

  • ¿Están más tranquilas, arreglaron sus diferencias?,  -me contestó Carolina-.
  • “Sí mi cielo, quedo todo solucionado, nos dijimos de todo pero quedó aclarado, es tan sólo una cuestión de piel o de sentirse más a gusto pero no es cosa de “parejas”, no volverán a suceder estas equivocaciones”.
  • Mejor así, no me gusta que estén disgustadas entre ustedes.

                                                  Ana María asentía a lo que me decía Carolina y se movía para que mi mano abarcara toda su teta.

  • “Seguí acariciándonos, a las dos nos encanta que nos toques”, -dijo Ana y agregó-.  “La que está destruida es Belinda, dice que quiere hablar con vos y demostrarte que está entregada a su único hombre y que todas nosotras somos las únicas mujeres que necesita, Rosalía está igual, ya lo hablamos con Caro, las dos mulatas quieren cogerte a como dé lugar, jaja”.
  • ¿Sin ustedes?
  • “Sí, sin nosotras, nos quedaríamos con Graciela y Marta pero eso lo decidís vos”.
  • ¡Ahhh, me quieren engañar, es como decirme, “te damos pero queremos recibir”.
  • “Nooo, si lo pensás así no se hace nada y listo”. -Caro fue la primera en saltar-.

                                                  Las dejé pensando y les dije que iría al escritorio a tomar mate y comerme una “picadita” de quesos, antes entré en el baño y cuando salí ya las dos me habían preparado todo.  Les di un beso, dije que quería estar solo y las mandé a la pileta, que después hablaríamos todos.  Víctor me había avisado por mail que había puesto una computadora en la oficina del muelle para que me pudiera comunicar con Berta a cualquier hora y había sido una buena idea, ya no tendría que esperar  a que en un determinado horario estuviera en la casa. 

                                                  Encendí la computadora para comunicarme y vibró el celular, era Ricardo, el Encargado, ¿qué problemas habría?, ni siquiera pensé en algo relacionado con la mujer, jamás se enteraría de nada por parte de ella y salvo que me “pescara” in fraganti, no había temores.  Atendí preguntando qué pasaba.

  • “Guillermo, lo llamaba porque unos amigos me invitaron a un fin de semana de pesca.  Pensamos ir a una laguna que está a unos 100 kilómetros y la idea era salir el viernes a la noche y como el sábado a la mañana yo tendría que trabajar quería pedirle permiso para ausentarme”.
  • No hay inconvenientes, vayan tranquilos y dígale a la patrona que cierre bien las puertas si se van porque usted entusiasmado con la pesca se va a olvidar, jajaja.
  • “No Guillermo, ella se queda en la casa, es salida de hombres solos, ella ya lo sabe, yo volvería el domingo a la tarde”.
  • Bueno, está bien, en ese caso dígale que cualquier problema que tenga y, a la hora que sea, que me llame por teléfono y que esté tranquila que el lugar es muy seguro.
  • “De eso no hay dudas pero ella ya está acostumbrada, bueno le agradezco Guillermo”.
  • Vaya tranquilo hombre y, si se puede, un par de pejerreyes no vendrían mal.
  • “Prometido, si hay pique yo le alcanzo algunos”.  Corté la comunicación y pensé, -“ella ya está acostumbrada”, claro que si, a plantarte cuernos con el vecino cuando vos te vas de pesca-.  Me sonreí y luego no pude establecer la comunicación con Berta, le mandé un mensaje para que me llamara…  Opté por un rato de sofá.

                                                  Me dormí como un lirón y me despertaron para cenar, me tomé mi tiempo y cuando llegué a la cocina estaban todas sentadas esperando por lo que yo pudiera decir.  Me senté, me sirvieron la comida y me puse a comer sin decir nada luego de tres o cuatro bocados les hablé:

  • Quiero que todas tengan en cuenta algo, no voy a permitir más estos malos entendidos, de alguna u otra manera me suenan a “puterios” del “me dijo, me dijiste, nos dijimos”, ya estoy grande para aguantar esas cosas, además, eso no es lo que hablé con ustedes desde un principio.  En mi casa no quiero rumores pero tampoco quiero darme cuenta de algo sin que me lo cuenten antes o que “estén probando la mercadería” para “ver qué pasa”. 
  • Yo no estoy en contra de que ustedes puedan tener a su pareja, hombre o mujer pero, si tienen ovarios para pensar en otro como su posible pareja, tengan ovarios para decirlo y jugársela de entrada, salga “pato o gallareta”, ustedes mismas no pueden vivir con determinados temores a lo que dirá “fulano o mengano”, los miedos de entrada afectan cualquier relación, yo no las voy a juzgar, ni a tratarlas mal, ni a cambiar el buen trato, ni a despedirlas.  Lógicamente, por respeto al otro interesado, dejarían de existir determinadas “intimidades” y eso también lo tuvieron claro desde el inicio.

                                                  Ninguna decía nada, permanecían en silencio mirando cada una a su plato…

  • Yo he notado “acercamientos” entre algunas de ustedes que son más “íntimos” que los que tenemos todos y eso sólo se logra con intimidades “de a dos” o conversaciones “a escondidas” para tratar de conocerse mejor.  Hoy todas querían hablar conmigo y es mejor que no lo hayan hecho porque eso me permitió abrir un poco más mi propio panorama y tratar de tomar esto sólo como un error, de adultas o inexpertas pero error al fin. 
  • No me caben las excusas y haberlas recibido esta mañana me hubiese enojado mucho.  En el caso de las tres, yo les permití “jugar” entre ustedes tres, si dos “se cortan solas” sin aclararlo antes se están “cagando” en esa tercera al no darle participación y en todos nosotros porque nos ocultan algo.  Ya se los dije no me molestan los resultados que busquen, me joden las formas de conseguirlo y la falta de confianza para exponerlo de entrada. 
  • En el caso de Belinda y Rosi, estuvieron una sola vez juntas y luego, ayer a la tarde, no me cierra tanta “reciprocidad de piel” a menos que hayan conversado sobre eso y, que nadie se haya enterado al respecto me suena a algún tipo de “traición” que no esperaba en Belinda, ni tampoco en Rosalía pero especialmente en Belinda porque con ella hubo otro tipo de temas que nos acercaron más.
  • La base de toda nuestra relación es la confianza y la confianza es algo que se gana y edifica todos los días pero se suele derrumbar ante la primera pelotudez.  Ustedes son adultas, yo no soy un ogro ni ninguna es esclava mía para aceptar todo lo que yo diga sin poder discernir pero… no oculten nada pues jamás les cerré las puertas.  No voy a pedir explicaciones y voy a dejar pasar esto, creo que mañana se van a ir a acompañar a Ana María y espero que piensen y decidan qué es lo que harán desde ahora en adelante, si quieren tener una pareja, que lo digan y que sean felices, si no es así yo “tengo ganas” de que no me fallen nunca más ni se fallen ustedes como amigas.

                                                  Belinda sollozaba en silencio y las lágrimas caían por su rostro, amagó con decir algo y Ana María que estaba sentada a mi lado le hizo señas con la cabeza para que no lo hiciera.  Terminé de comer y le pedí a mis “esposas” que terminaran de empacar y de solucionar todo para que no tuvieran que andar a las carreras antes de salir, después las llamé al escritorio para darles el dinero prometido y que lo guardaran.  Ana iba a decir algo y le dije que no tenía ganas de seguir hablando del tema.

  • “Ya lo sé, te quería decir que estuviste muy bien, Carolina y yo pensamos igual”.
  • En una de esas es por eso que están junto a mí, ¿no?  Vayan a calmarlas, yo tengo que ver si puedo conseguir una comunicación por Internet.

                                                  No hubo caso, no me contestaban y decidí llamarla por teléfono, Berta me atendió enseguida…

 

  • “Hola Guille, mi vida, ¿cómo estás?, ya te extrañábamos”.
  • Bien, estoy bien y mucho no deberían extrañarme porque no me contestan los mensajes que dejo en el mail ni se comunican por el Skype.
  • “Es porque Amanda se mandó una tocando no sé qué cosa de la computadora y se descalabró todo, no nos entra el Internet”.
  • Ayy, Berta, Berta, ¿no sabés que Víctor te la puede arreglar desde la casa?  Llamá por teléfono y que te vaya indicando lo que tenés que hacer, suele ser más fácil que quitarle el dulce a un chico.  ¿Cómo están las cosas por allí?
  • “Mejor imposible, Rocío te está preparando un informe detallado para que veas”.
  • Bueno, que me lo mande cuando pueda al mail, ¿ustedes están todas bien?  Me dijo que sí y le contesté que era lo único que quería saber y que ahora no podía seguir, que en otro momento hablaba con la cámara.

                                                   Belinda golpeaba a mi puerta pidiendo que por favor la atendiera, que necesitaba hablar conmigo.  Le dije que pasara y le indiqué el sofá para que se sentara, yo lo hice en un sillón individual.  Le pregunté qué era lo urgente, que quería hablar conmigo.

  • “Guille, lamento en el alma que se haya malinterpretado lo de Rosalía, es verdad que hablamos varias veces por teléfono y nos contamos cosas, principalmente yo porque ella quería saber de mi país, de mi gente y de mis lugares, ella no lo hacía porque no conocía casi nada pero me contaba de sus penurias y los malos tratos sufridos, era como si buscara con quien sacarse de encima todos sus dramas pero jamás, jamás hablamos de algo que se pudiera relacionar con amor o estar en pareja, nos prodigamos cuando estamos juntas, creo que por el color de la piel y por la estatura, lo pasamos bien como con todas pero no existe nada en especial”.
  • Está bien pero yo dije que no se hablara más de este tema.
  • “Es que necesito hablar todo lo que siento con y por vos.  Te dije alguna vez que sólo con el alma podría pagar lo que hiciste por mí y por mi familia y traicionarte es algo que no haría nunca además, no me lo perdonarían en la vida.  Me incliné por las mujeres porque casi me violan de chica y le tomé repulsión a los hombres pero jamás estuve enamorada de ninguna.  No supe lo que es el amor hasta que te conocí a vos y tus “esposas”, las amo con locura y a vos con más locura todavía, me siento muy plena cuando tenemos contacto físico con ellas y con vos llego al delirio, sos y serás el hombre de mi vida y no es por decirlo tratando de quedar bien, es porque lo siento”.

                                                  Belinda estaba lanzadísima y también parecía tener ganas de sacarse cosas de adentro, expresar sentimientos que tenía muy guardados y que nunca había exteriorizado.  Ella siempre se había mostrado como simpática y seductora natural aunque, muchas veces, se le notaba la “pose”.  Le di pié para que siguiera…

  • Te entiendo pero no podremos ser pareja nunca, por lo menos no de la manera convencional.
  • “Ni lo pretendo Guille, a vos no te gusta ni lo pedís pero yo me siento tu esclava y dispuesta a lo que me pidas, castígame, alquílame, véndeme, úsame pero no me prives jamás de tu presencia y de tu cuerpo tampoco de Caro y Ana, gozo con las demás porque gozamos todos aunque el sumun para mí es que estén ustedes ahí.  No puedo pensar en alguien más para compartir nada y nada de lo que tengo, familia, casa, trabajo, inteligencia, título, significa algo si no están ustedes.  Al conocerte dudé porque creía que debía y estaba dispuesta entregarme a vos como un sacrificio por lo favores pero desde que estuvimos juntos en Buenos Aires cambió toda mi vida y todo mi modo de pensar.  Tuve muchas noches para pensar y llegué a esa maravillosa conclusión, los amo con el alma y haría lo que fuera por ustedes aunque vos siempre estarás en un plano superior y te puedo asegurar que Rosalía piensa exactamente igual, nunca podríamos traicionarlos”.  Todo lo que la venezolana decía me había tocado muy profundo y su sinceridad era algo que no se podía discutir y si a eso unía mis pensamientos por el culo y el cuerpo de Rosalía, se lograba el “dos más dos” que “mi amigo” agradecía.

                                                  Tendría que hacer caso a lo que Carolina y Ana María me habían dicho, le pedí a Belinda que las llamara a mis mujeres.  Vinieron rápido las dos.

  • Va para las dos, yo sé que puedo hacerlo sin consultarlas pero por algo son “mis” mujeres, ¿sigue en pié lo que me dijeron hoy de las mulatas?,  -contestaron que si las dos, sin dudarlo-.  ¿Cómo querían hacerlo?
  • “Vos quedate acá, nosotras agarramos unos “juguetes” y nos vamos a la casa de las chicas, nos vemos mañana”.
  • ¡Reverendas “putitas tortilleras” elegí como esposas!
  • “Sí pero TUS “putitas tortilleras”, por y para vos, no existe hombre en el mundo al que le podamos consentir esto”.  Se fueron después de besarme y me dijeron que me amaban, ¡de locos, ¿no?!

                                                  Al poco rato entraron Belinda y Rosalía, ésta con un poco de temor que se le reflejaba en la mirada.

  • Rosi, no pongas cara de miedo porque todavía no sabés lo que te espera.
  • “Lo que sea Guille, me dijo Ana María que me preparara”.  -¡Qué negra turra!, ¿qué le habría dicho para asustarla?-.
  • Vamos a mi habitación y no quiero que se cojan, quiero que se hagan el amor, quiero ver que tanto se quieren.
  • “Pero no, Guille, es que no…”.
  • Silencio, yo quiero ver la entrega.  Belinda no decía nada, ella estaba para hacer lo que yo quisiera.

                                                  En la habitación les dije que se desnudaran y se besaran con pasión, sin disimulos porque yo sabía cómo actuaban cuando estaban calientes.  Al empezar a sacarse la ropa, yo busqué un consolador grueso y el rebenque que había quedado como un recordatorio para Caro y Ana.  Las dos mulatas besándose y entrecruzando las piernas en mi cama era una vista para el infarto y me desnudé rápido poniéndome de rodillas junto a sus caras, sus labios gruesos chocando entre ellos y las lenguas que entraban y salían de sus bocas me hacían saber de la “calentura” que ya las embargaba, sus manos no se quedaban quietas y se acariciaban las tetas y las vaginas.

                                                  Mi pija a centímetros de sus ojos las alejó del beso y ambas se dedicaron a ella, pasaban la lengua a todo lo largo y se alternaban para chupar el glande, Belinda se hizo dueña y Rosalía se metió los huevos en la boca, primero uno y luego el otro, parecía masticarlos pero no provocaba daño.  Me tiré hacia su espalda y, al llegar “mi amigo” a la garganta de Belinda, aferré sus culos duros, dos dedos perforaron el ano de Belinda que gimió fuerte y apenas pude entrar uno en el ano de Rosalía.  El “chirlo” sonó fuerte y ella se tragó el grito de dolor.

  • Si volvés a apretar el esfínter te vas a arrepentir.

                                                  Pareció tomarlo como juego porque le entraron dos dedos pero los apretó fuerte y tuve que sacarlos, no le dije nada por esto pero le pedí que parara el culo y le chupara la concha a Belinda.  Se puso contenta a la tarea esperando que yo la penetrara desde atrás, le puse bastante crema en el ano y, sin que me viera embadurné todo el mango del rebenque.  Belinda gemía con placer por las chupadas de Rosi y cuando apoyé el glande en el agujero de su portentoso culo lo movió contenta esperando la penetración, ésta llegó pero fue el mango del rebenque el que penetró su culo sin pausas y hasta que empezaba el tiento de cuero, eran casi treinta centímetros de madera gruesa alojados de un envión en su interior.

                                                  El grito tuvo algo de miedo mezclado con dolor y se quedó quieta, ya no pudo volver a gritar, Belinda le incrustó la cabeza entre sus piernas.

  • No juegues conmigo, te dije que te ibas a arrepentir, tratá de apretar ahora.  Moviendo la cabeza me pedía que lo sacara, que no lo aguantaba.
  • Te prometo que te lo saco… cuando sea el momento de dormir.  No lo toques, dejá que tu culo se acostumbre, vamos a ver que tanto apretás ahora.

                                                  Con mi mano comencé a moverlo haciéndolo entrar y salir hasta que se acostumbró y colaboró en el ritmo de entradas y salidas, se escuchaban sus gemidos de placer provenientes de la entrepierna de Belinda.  La “Doc.” tuvo un orgasmo con gritos sincopados y Rosi se retiró lentamente de sus piernas, se movía despacio y con temor a lastimarse, boca abajo y con el culo que mostraba una lonja de cuero.  Puse una almohada doblaba debajo de su cintura y quedó boca arriba exponiendo su vagina y el culo tapado luego coloqué otro almohada debajo de su nuca y levantando su cabeza me arrodillé con el miembro apuntando a su cara.

  • “Esto es enorme”, -me decía Belinda mirando el rebenque en el culo de su amiga-.
  • Chupala bien y hay que moverlo para que se acostumbre. 

                                                  Rosalía abrió la boca para decir algo y entré directo a su garganta para salir enseguida y al tomarle los costados de su cabeza con las dos manos, supo que es lo que debía hacer.  La mamada de la mulata autóctona fue espectacular y ella gozaba desaforada por la cogida a la boca y por las lamidas y la absorción al clítoris que le practicaba Belinda mientras movía el cabo del rebenque entrando y saliendo de su culo.  Casi me arrastra con ella, logré evitar por un pelo la eyaculación y pude sacarla de su boca cuando sollozó gimiendo y contracturó todo su cuerpo en un orgasmo brutal.

                                                  Belinda se aferraba a los muslos de Rosalía para que no la despidiera con sus movimientos, el pellizco que le di a sus duros pezones la hizo continuar con su orgasmo y estallar en un grito similar a una liberación que se prolongó hasta que se fue calmando, saliendo de dónde estaba arrodillado me arrimé a su cara y se mereció el beso apasionado que me devolvió apretándome fuerte.

  • “¡Por Dios!, quiero uno igual eso fue impresionante”, -dijo Belinda asomando su cara brillante de flujos-.

                                                  Con las pocas fuerzas del momento y los ojos llenos de lágrimas Rosalía se dirigió a mí diciendo…

  • “Yo soy toda tuya Guille”. 

                                                  Ahora el beso profundo fue de Belinda tirándose sobre el cuerpo de Rosi que la abrazó con fuerza.  Volví a introducir el pedazo de madero que sobresalía un poco y me puse en la posición del misionero encima de Rosalía.

  • Aún no termino contigo. 

                                                  Despacio para que la fuera sintiendo toda comencé la introducción al interior anaranjado de su vagina, sin hacer paradas hasta topar en su matriz, ella gemía sin parar y había logrado aflojarse para gozar más, se recuperó pronto y comenzó a moverse para acoplarse a mi ritmo lento de entradas y salidas.  Belinda besaba su boca y acariciaba sus tetas luego fue prenderse a sus pezones y mamárselos como si quisiera arrancárselos, los labios gruesos de la mulata venezolana enloquecieron a Rosalía que aumentó sus movimientos y comenzó a pedir más y más.  Así como estaba no podía, por eso, le puse las piernas en mis hombros y la penetré profundo.  Cuando comenzó su orgasmo y se movió agitándose retiré rápido el rebenque y guardé mi miembro allí, salí y entré un par de veces y me dejé ir llenándole el culo de leche caliente, su orgasmo seguía pero el apretón a mi miembro no tuvo la fuerza necesaria y muy adentro de ella dejé que las contracciones, ya no tan fuertes, se hicieran sentir en él. 

                                                  Belinda se tocaba y tenía un orgasmo a la par que quería tapar los gritos de placer de Rosalía “comiéndole” la boca.  La pobre Rosi quedó despatarrada y vencida completamente entregada al placer recibido y respirando agitada.  Belinda se agarraba la cabeza, me miraba a mí y la miraba a Rosalía que ponía los ojos en blanco, luego fijó la vista en mi pija aún dura y, estirándose, se la metió en la boca para mamarla y limpiarla.

                                                  La mamada de Belinda había recuperado pronto a “mi amigo” y ella también recibió su visitas varias veces hasta el fondo de su garganta.  Pensé que era yo hasta que me di cuenta que ella se había aferrado a mis nalgas y me movía haciendo que mis caderas tomaran el ritmo que la Doctora quería.  La cogida que ella misma se estaba dando en la boca no tenía desperdicio y apoyando las manos en su espalda oscura y transpirada me dejé ir adentro de su garganta. 

                                                  Se estremeció toda y tragó hasta la última gota, salí de su boca limpio y brillante, su mirada deslumbrante de felicidad decía más que mil palabras.

  • “Definitivamente ya soy adicta a tu semen, jamás existirá otro”, -me dijo besándome muy profundo-.  Rosalía nos miraba a los dos sonriendo.
  • “Antes se había hecho dueño de mi culo, ahora es indiscutido amo y señor, lo acaba de terminar de domar.  No sé si mañana podré aguantar un viaje de tres horas y pico sentada”.  Nos abrazamos los tres riendo y fui a buscar algo para tomar.
  • Ya vuelvo, jueguen entre ustedes si quieren, necesito algo para recuperarme.

                                                  Cuando regresé con el whisky, vasos, hielo y gaseosas, estaban las dos sentadas, apoyadas en la cabecera de la cama y abrazadas.  Las miré interrogándolas porque imaginé que estarían en otros menesteres.

  • “Sin que vos o las chicas estén presentes nada de nada”, -dijo Rosalía con seguridad-.
  • No sean tontas, lo que dije antes era cierto pero no aplica para ustedes, jamás dudé de su forma de brindarse, las que van a ponerse “en pareja” van a ser Graciela y Marta pero, en realidad, no saben lo que quieren y no les va a funcionar, es una pena porque alguna va a salir herida de esa relación y no son malas personasAmbas han sido superadas por la llamada “liberalidad”, no la entienden y no saben manejarla.
  • “No se puede hacer que comprendan”,-dijo Belinda con la mejor intención-.
  • Es difícil que lo entiendan hasta que lo sufran o les duela.  Vamos a ver si me explico: Ellas entienden el sexo con el concepto arraigado de ser “de a dos” pero con una sola excepción, yo.  Una venía de una mala relación y mal sexo, la otra no tenía casi nada y se encontraron con demasiado de golpe y compartiendo entre muchos y allí es dónde se les embarra la ecuación, permitirían que yo disfrute con ellas pero ellas, aunque están obligadas a hacerlo, no quieren que yo disfrute con nadie más, no lo entienden y se aíslan porque gozar con otros/as además de hacerlo conmigo rompe sus conceptos y se sienten mal.  ¿Se entiende?…

                                                  Allí contestó Belinda que se había quedado pensando en lo que yo decía.

  • “Pero ese concepto no deja de ser egoísta y vos no querés egoísmos a tu alrededor”.
  • Es un riesgo que se corre al tratar con la gente pues no todos van a entenderlo del mismo modo.  También hay algo de maduración de por medio y tendrán que hacerlo de prisa o irse.  Yo no las quiero echar y joderles la vida pero…  les pongo un ejemplo:  Nosotros no vamos a cambiar por ellas, entonces, ¿qué pasa si se presenta algo similar a lo de la pileta de ayer a la tarde y todos queremos estar con todos?, es simple yo no las dejaría participar y ustedes tampoco porque son pareja y ¿sabiendo que antes gozaron de algo similar, podrán aguantar las ganas sin pasar por sobre esa unión de dos?, ¿qué les queda, irse, quedarse mirando, imaginar que antes estuvieron con una u otra o conmigo y ahora no pueden?  Imaginen, ¿cómo les “caminaría” la cabeza a ustedes?  Ahora opinó Rosalía…
  • “Eso sería tremendo Guille porque se acumularían ganas de dar y sentir y además, frustraciones, ¡ufff! yo sé lo malo que es eso cuando te tenés que conformar con lo poco que te dan sabiendo que necesitás más.
  • Por eso hablo de “maduración” y comprender que aunque se reciba poco es con total aceptación y entrega, lo que, en definitiva hace que ese “poco” sea en realidad “mucho”.

                                                  La charla estaba linda pero las tetas duras de las dos me gustaban más y comencé a acariciar el estómago de Rosalía esperando la contestación que me dio…

  • “Porfa Guille, comprendo que tengas ganas, yo también me excito cuando me tocás y te ayudo en lo que quieras pero estoy destruida allí abajo”.  Le di un beso y me volví hacia Belinda a la que besé de lengua y le acaricié suavemente las tetas y los pezones, poco porque se me tiró encima.
  • “Yo con vos me caliento y me das “candela” sólo con tocarme el codo, dejame besarte y acariciarte todo, macho de mi vida”. 

                                                  En esto se “prendieron” las dos recorriendo todo mi cuerpo con besos y lamidas desde la cara hasta los pies, el miembro lo lamían de costado y se daban “piquitos” al llegar a la punta, yo me sentaba para alcanzar con las manos a alguna parte del cuerpo de ella, las caderas, la espalda, el culo y me comencé a desesperar cuando tragaron mi pija hasta la garganta, lo hacía una hasta el fondo, salía y lo hacía la otra, a la cuarta vez tuve que salirme de allí, me hubiesen exprimido.  Le dije a Belinda que se pusiera en cuatro atendiéndola a Rosalía que se sentó abriendo sus piernas delante de la cara de su amiga.

  • “Despacito Belu mía, estoy en carne viva”. 
  • “Apenas estás irritada, yo te curo”, -le dijo Belinda zambullendo la cara en la vagina-, la lengua y la saliva debían ser un refrescante porque Rosi comenzó a gemir fuerte.  

                                                  Yo me dediqué a acariciar la espalda y a besar el nacimiento de la zanja y comenzar a bajar para que mi lengua se deleitara con el agujerito cerrado luego pasaba la lengua por el ano y los labios escuchando como gemía Belinda y notando sus estremecimientos, seguí así un rato y cuando estaba a punto del orgasmo salí y me paré detrás, ahora fue el glande el que “pincelaba” la zona haciendo presión en uno y otro agujero pero sin penetrar ninguno.

  • “¡Por Dios! Guille, me estás haciendo enloquecer metela en algún lugar, rompé algo”.  Rosalía no la dejó seguir hablando pues le hizo meter la cabeza entre sus piernas.

                                                  Me decidí por la vagina y empecé a penetrarla en cámara lenta, haciendo que sintiera toda la pija a medida que abría su estrecho conducto.  Belinda movió su cara y habló nuevamente después de gemir.

  • “¡Ahhhh, qué placer, Cristo, carajo, qué placer!, seguí Guille, mi hombre, te siento hasta en el alma, seguí”. 

                                                  Al llegar al final suspiró y le hice una seña a Rosalía que entendió perfectamente porque volvió a meter la cabeza de Belinda y presionó, yo salí lento y la clavé de golpe hasta el fondo, el grito lo ahogó la vagina de Rosalía y seguí dándole al mismo ritmo mientras se movía enloquecida por las penetraciones bruscas y los choques en su interior, fueron seis o siete veces y cambió el ritmo de los movimiento tratando de acompasarse a mí.  Tomaba aire y volvía a zambullirse hasta que Rosalía comenzó a gritar en un orgasmo imparable, evidentemente, cuando Belinda sorbía el clítoris con sus labios gruesos provocaba estragos y estos se notaban.  Yo seguía en la mía y al punto de orgasmar se la saqué para cambiar de agujero, aquí también fue muy lento y volvió a ponerse loca y a insultar.

  • “Puta madre, puta madre, rompeme el culo de golpe, puta madre, me vuelvo loca con tu pija abriendo todo, por lo que más quieras dame fuerte”. 

                                                  Se puso a sollozar por el placer y salí para hacerlo otra vez muy despacio para que el placer se le hiciera insoportable.  Rosalía, reptando, se había puesto debajo de su cuerpo y le cruzó las piernas en la cintura, le venció los brazos y comenzó a “comerle” la boca, el culo de Belinda quedó más parado mientras devolvía los besos y retrocedí para volver a entrar con fuerza y ganas estrellando mi pelvis en sus nalgas, el ritmo se hizo violento y los gritos se ahogaban por medio de besos apasionados. 

                                                  Comencé a alternar los agujeros y los “Ayyy, ayyy” de Belinda se hicieron escuchar.  Varias veces por el culo, varias veces por la vagina y no aguantó más, explotó por la vagina y, mientras temblaba por eso, cambié de lugar y pronto le llegó el anal, no la podíamos tener, se movía, lloraba, gritaba, reía y cuando le llené el culo gritó más fuerte y se desmadejó cayendo sobre Rosalía.

                                                  Toda la tensión del día y sus temores se fueron en esos orgasmos y se desvaneció, Rosalía se asustó y aplicándole un poco de alcohol en la nariz comenzó a reaccionar.  Nos abrazamos y ninguno de los tres decía una palabra, la felicidad y la satisfacción se les notaba a las dos en la mirada, estuvimos un rato así y luego dije de irnos a bañar, lo hicimos rápido y después de secarnos Belinda sacó del botiquín una pomada que le aplicó abundante a Rosalía en la vagina y el ano y luego se aplicó a sí misma, dormimos los tres abrazados.

                                                  Me despertaron temprano, un pezón quería entrar en mi boca de prepo.  Ana María la corrió a Rosalía y se había arrodillado a mi lado y tomando una teta con la mano la arrimaba a mi boca, enseguida lo reconocí y me lo llevé a mi boca mordiéndolo suave.  Ana dio un gritito de placer, por el pezón en mi boca, por el beso en el cuello que le daba Rosalía y por los dedos que Belinda le metía en la vagina, noté sus estremecimientos y la morocha de ojos claros se montó sobre mí para penetrarse con el miembro que Belinda dirigía a su vagina empapada.  Bajó despacio sobre él gimiendo de gusto y cuando hizo contacto con la piel de mi pelvis empezó a mover las caderas hacia los costados sin entrar y salir.  Se abalanzó sobre mi pecho para besarme y apenas si sacó el miembro de su interior.

  • “¡Ahhh, mi cielo!, como me gusta, no hay como la pija de mi hombre para darme placer…  Beluuuu, mi culito te llama”.

                                                  La venezolana no perdió tiempo y su lengua y labios se deleitaron con el agujerito de Ana haciendo delirar a una de mis “esposas”, no pudo aguantar mucho y me besó fuerte para ahogar el grito de placer que desató su orgasmo, quedó tendida sobre mí sonriendo satisfecha.  Me extrañó que no estuviera Carolina, su gemido profundo me hizo saber que Rosalía la estaba “atendiendo” y no bien notó que Ana se incorporaba, tomó su lugar y se penetró rápido y profundo, acusó el dolor cuando “mi amigo” chocó en su interior pero se recuperó enseguida y se enloqueció cabalgando y gritando un orgasmo que no pudo contener.

                                                  Mí miembro palpitaba a punto de eyacular, ella salió y las cuatro arrimaron sus caras para recibir la carga con Ana haciendo de directora que dirigía la “batuta” a cada rostro, Carolina se encargó de limpiarme con su boca.  Eran las siete de la mañana y Ana contó que ya no se aguantaban las ganas de venir, lo habían pasado bien con las chicas pero hablaron mucho más de lo que hicieron.  Caro las miró a las mulatas.

  • “Ustedes no me cuenten porque ya vi como está Rosalía por allí abajo y Belinda debe estar igual, jajaja, van a tener que viajar arrodilladas”.  La salida la festejamos todos y yo me levanté para ir al baño.

                                                  Al regresar escuché lo que decía Carolina…

  • “Graciela es la que se plantea iniciar una relación con Marta pero ésta no está convencida porque al escucharlo a Guille se dio cuenta que es mucho lo que tiene que dejar de lado.  En definitiva, no están enamoradas y se nota una diferencia de maduración para aceptar tal o cual cosa.  Marta es más centrada y sabe lo que da y recibe, no ha tenido suerte estando en pareja, Graciela está indecisa entre lo que le inculcaron siempre y el gusto que siente cuando nos brindamos porque tampoco quiere perder nada.
  • “Sin haber hablado con ellas, eso es lo que nos explicó Guille anoche”,-dijo Rosalía-.
  • “Es como yo digo, siempre un paso adelante, veremos que sucede, ellas deben decidirlo”.  Rosalía y Belinda se levantaron para preparar el desayuno y yo me quedé en la cama abrazando a mis dos “esposas”.  Se sentía muy bien.

                                                  La mañana fue un embole total, muy poco para hacer y me quedé haciendo “fiaca” hasta el mediodía, las mujeres, preparando el viaje, me dieron poca bola y las dejé tranquilas.  Después de almorzar me encerré en el escritorio porque quería hablar tranquilo con José, lo llamé…

  • Hola José, ¿podemos hablar tranquilos?
  • “Hola Guille, me llamaste justo, recién acabo de pedir el almuerzo, no hay casi nadie en la oficina y tenía algo urgente que decirte”.
  • La verdad que no te envidio, no esperaba que tuvieras que almorzar así.
  • “No me queda más remedio, tengo unos quilombos jodidos y uno atrás del otro.  Hablé con la “jefa” sobre lo que me comentaste y me dijo que tiene ganas de hablar con vos”.
  • No tengo inconvenientes aunque no creo que sea para “mangarme” y de candidato sabés que no me prendo en nada.
  • “No, nada que ver, eso lo tiene claro, entre nosotros, necesita hacer uso de tus conocimientos, ¿cuáles?, no tengo idea, de lo que estoy seguro es de quiere “limpiar” esa Municipalidad y vos sos la persona idónea porque sabemos que no te “casás” con nadie”.
  • ¿Quiere que yo sea el “malo de la película”.
  • “Algo así pero quiere hablarlo personalmente con vos”.
  • José, a menos que venga por casa, no tengo ganas de hacerme 500 kilómetros para ir a la Gobernación.
  • “Ya me dijo y me preguntó si podrías recibirla el domingo, tiene ganas de escaparse y pasar un día de campo, anda con la hermana, la Secretaria, el conductor del helicóptero y un sólo custodia, ni siquiera quiere móviles policiales en la puerta, me dijo que quería un rato de sol, pileta y almorzar tranquila, de paso charlar con vos”.
  • ¡Justo este domingo!, no hay una sola mujer en la Estancia, las mandé a todas a Mar del Plata, bueno, decile que si se animan yo las recibo sin problemas pero confirmame antes de las cinco de la tarde, tengo que tener un peón por si quieren andar a caballo y a alguien que cocine.
  • “Listo, le pregunto y te aviso aunque ya sabés que a la “flaca” la arreglás con cualquier cosa, es muy sencilla”. 
  • Ya que está preguntale que les gustaría comer.  Quedamos así y me despedí, lindo “fardo” me cargó mi amigo pero no podía decirle que no.

                                                  Decidí no decirle nada a ninguna de mis mujeres, iban a posponer todo y no era el caso además, no estaba nada confirmado.  En lo inmediato traté de solucionar el tema del peón y me fui a hablar con el que había estado haciendo asado en la reunión anterior, era uno de los que sabía bien de todas las faenas.

  • ¿Qué dice amigo, necesito algo de usted?
  • “Usted mande Guillermo, ¿qué se le ofrece?”.
  • Hoy todas las mujeres de la Estancia se van de viaje y ya le he dado permiso al Encargado para que se tome el fin de semana y resulta que recién me avisaron que el domingo podrían venir unas visitas importantes a los que no les puedo decir que no, para eso necesito a una persona de confianza que les ensille los caballos, los lleve a ver los animales o los haga recorrer el lugar, tampoco sé si van a querer comer asado o cochinillos u otro tipo de comida pero quiero estar preparado.
  • “No se hable más, cuente conmigo para lo que sea, tampoco hay que decir nada como la otra vez, ¿no?”.
  • Efectivamente, es preferible que nadie sepa, ¿cómo podría comunicarme con usted si me confirman esto?  Yo le avisaría, usted se toma un coche y se viene a las ocho de la mañana el domingo, si no se hace nada, le aviso igual para que no esté esperando. 

                                                  De inmediato me dio el número de su celular y no preguntó nada, sabía que yo le pagaría las “extras”, me dijo que había carbón y leña de sobra.  Volví para la casa pensando en que, acorde a lo que pidieran, podría pedirle ayuda a Francisco, ya se vería…  Me estuve fijando que vino tenía, bebidas varias y gaseosas también, miré dónde estaban los cubiertos, vasos, copas, servilletas y manteles, quedé conforme con todo, lo que necesitara podría comprarlo mañana.  Como a las cuatro llegó Gracia, me saludó loca de contenta por irse al mar pues no conocía.  Aproximadamente a las cuatro y media llamó José y me fui a atenderlo adentro.

 

  • “Guille, está confirmado, llegan como a las diez de la mañana, quizás un poco antes, van con el helicóptero, se agregó un matrimonio, amigos personales de ella.  Le hablé de los cochinillos y está enloquecida por probarlos o hacé asado, con ella no hay problemas.  Me dijo que le gustaría comer a la sombra de árboles, vos fijate si se puede, ¡ahh!, pileta si o si”.
  • Quedate tranquilo que te voy a hacer quedar bien, ya preparo todo.

                                                  Cuando volví a la cocina las mujeres estaban sacando los bolsos porque ya había venido la camioneta Van que las llevaría y se presentaron conmigo el conductor y la esposa.  La despedida fue con abrazos y besos para todas y recomendaciones para viajar tranquilos, nadie se olvidaba nada y a las cinco y cuarto partieron, ¡pobre tipo el que manejaba!, no era “moco e´ pavo” aguantar tres horas ese cotorreo.  A las cinco y media me estaba yendo para el pueblo, iba a hablar con Francisco para ver si me podía conseguir los cochinillos además, tenía que comprar otras cosas en el Almacén y posiblemente cenaría temprano en el restaurant.

                                                  Cuando llegué a lo de Francisco estaba como de “entrecasa” y se rió pidiendo que “la” disculpara por no estar presentable.  Preguntó por la rareza de estar allí tan temprano y le dije que venía a verlo porque necesitaba de su ayuda, me llevó a una mesa y nos sentamos.

  • “Vos dirás, ¿qué necesitás?, porque me parece que hay que ser discreto”.
  • Tengo un problemita el domingo…  Mandé a todas las mujeres a Mar del Plata, van a acompañar a Ana María para arrojar las cenizas de Fernando al mar y me acaban de confirmar de la Gobernación que la Gobernadora va a venir a visitarme de modo informal con un par de amigos personales y familiares para pasar un día de campo, seremos diez o doce.  Me han pedido cochinillos y no sé dónde conseguirlos, aparte, necesitaría que me mandes a alguien para atenderlos, al asador ya lo tengo y tendría que comprar el pan y los postres.
  • “¿Ese era todo el problema?”.
  • Que te parió, para vos no será nada, yo no sé qué mierda hacer.

                                                  Sin decir “agua va” tomó el teléfono y llamó para que le mandaran cuatro cochinillos para el sábado al mediodía, también le pedí algo de asado y achuras.

 

  • “Eso ya está y tengo otra solución para vos, ¿qué te parece un chef internacional para hacerles el postre y servirles tragos en la pileta?
  • No jodás Fran, ¿cómo te voy a pedir eso?
  • “Fuera de broma, me vendría bien desenchufarme un poco de todo este lío, me tomo ese día para mí, que para eso soy el dueño y, de paso, conozco a la Gobernadora, te aseguro que no vas a quedar mal.  ¿A qué hora llegan?
  • Van a llegar entre nueve y media y diez.  De verdad Francisco, podés venir a casa cuando quieras, no es necesario que vayas a trabajar.
  • “Despreocupate, yo te llevo hasta el pan, imagino que tendrás un buen lugar en la cocina para moverse, ¿no?, ¿qué bebidas tenés”.
  • Hay de todo, es una cancha de fútbol. 

                                                  Le dije las bebidas que había y dijo que llevaría otras tantas y frutas para los tragos largos, le dejé dinero para los gastos y quedamos en él se encargaba de todo, ya tenía el problema solucionado, luego lo llamé al peón para confirmarle que estuviera el domingo a las ocho de la mañana y me iba a ir hasta la FM, eran casi las siete de la tarde.  Al subir a la camioneta vibró el teléfono, era Gloria, seguramente ya se había ido el marido a pescar.

  • “Hola Guillermo, ¿cómo está?, lo llamaba para decirle que mi marido ya se fue a pescar con sus amigos y si quiere puede venir a ver cómo está el Puesto”.
  • Ahora no puedo ir, estoy en el pueblo, Gloria, ¿vos sabés manejar el cuatriciclo?, -me contestó que sí-.  Para que no te quedes sola “tengo ganas” de que vengas para la casa, cenaremos los dos juntos porque también estoy solo.  Vení a eso de las nueve y con minifaldas.  Te espero. 

                                                  Estaba esperando que me llamara y no iba a dejar pasar la oportunidad de romper ese culo infiel.  Entré nuevamente al restaurant y le pedí a Francisco que me preparara tres porciones completas para llevar.

 

  • Tengo ganas de ir a cenar a los “Los Nogales” y lo menos que puedo hacer es llevar la comida. 

                                                  Me preparó urgente tres porciones, sólo había que calentarla en el microonda.  Regresé a casa a las ocho y media, mientras preparaba la mesa con los cubiertos y bebidas, escuché el cuatriciclo de Gloria, salí y le pedí que lo dejara en la cochera.  La recibí en la puerta, la saludé con un beso en la mejilla y tomándola de la mano le hice dar un giro completo diciéndole que estaba preciosa.

                                                  Verdaderamente estaba para morderla, vestía una remera ajustada que dejaba notar que no tenía sostén, sus pezones excitados querían romper la tela, la minifalda negra de tablillas, un poco más arriba de medio muslo, mostraba unas piernas apetecibles que las sandalias de taco medio estilizaban, poco maquillaje y el cabello suelto al viento junto a la picardía de su mirada la convertían en una mujer muy deseable.  Le serví una copa de Vodka, yo me serví Whisky, le mostré la comida que pondríamos al horno pero le dije de ir al living para terminarnos primero la bebida.  En principio pensaba comer primero pero notando el culo parado que la minifalda no disimulaba preferí dejar la comida para más tarde.

  • Gloria, iba a ir a calentar la comida pero tu culo me calienta más y ya “tengo ganas” de rompértelo, ¿dejamos la comida para después?

                                                  Se levantó del sillón individual en que se había sentado y se acercó a mí.

  • “Comemos cuando quieras, ahora soy yo la que no quiero esperar, rompeme lo que quieras, atame, pegame pero por lo que más quieras cogeme hasta que no pueda más”. 

                                                  Alcancé a dejar el vaso para recibir su abrazo y besarla con todas mis ganas, ella no se quedó atrás.  Pellizqué con una de mis manos sus pezones endurecidos y gimió fuerte, mi otra mano fue a su culo desnudo, -la muy puta había venido sin ropa interior- para tocar su agujerito que parecía palpitar, me puse a tantearla con la primer falange de mi dedo medio y se estremeció por completo, gritando que quería chupármela.  Me había dado una idea y la pondría en práctica con ella, estaba seguro que enloquecería, la tomé de una mano y nos fuimos al dormitorio.

                                                    Entramos y no tardamos en desnudarnos, un nuevo beso en la boca la ablandó además, me ocupé de sus tetas y pezones acariciándolos y pellizcándolos.  De verdad que era su punto más erógeno porque comenzó a moverse como loca y a delirar.

  • “¡Por Dios, lo que son esas manos!, apretame más, chupalas y rompeme por dónde quieras”. 

                                                  En la posición del misionero, apretando sus pezones y con ella moviéndose, mi miembro se ubicó entre sus piernas y pugnaba por agarrarlo e introducírselo, no la dejé pero comencé a “pincelar” su entrepierna depilada y sus labios exteriores.  Se puso más loca todavía y me levanté a buscar las esposas.

  • Dejame darme un gusto y te cojo como quieras.
  • “Sí, Guillermo, sí, siempre quise que me ataran para saber que se siente”. 

                                                  Le coloqué las esposas y quedó a mi merced con piernas y brazos abiertos, las almohadas fueron debajo de su cintura y de su cabeza, iba a poder ver lo que le hacía pero se movería poco.  Me hice dueño de sus tetas y ella sin poder siquiera tocarme, tuvo dos orgasmos que no se privó de exteriorizar.  Yo comencé a descender a su vientre, sabía lo que se le venía y su desesperación fue total, clamaba a los gritos cuando chupé su vagina y su clítoris hasta saciarme mientras le metía la totalidad del dedo medio en el culo.  Tenía el cabello y todo su cuerpo empapado, la estaba destruyendo.

  • ¿Querías que te cogiera “putita”?, aguantá un poco más, estos son sólo preliminares.
  • “Haceme lo que quieras, yo estoy atada, desesperada por tu pija pero más que nada, entregada a lo que decidas”.

 

                                                  Le puse otra almohada debajo de la cintura y sus dos agujeritos quedaron a mi disposición por completo y fue con el glande con el que empecé a “jugar”, enseguida se puso a dar saltos tratando de hacerlo entrar cuando pasaba por su vagina y al no lograrlo comenzó a sollozar.

  • “Por favor Guillermo, metémela, necesito que me cojas, entrá, no me hagas desear más, es una tortura”. 

                                                  Dejé que el glande hiciera punta y la penetré despacio, sabía que al principio era estrecha y la violencia la lastimaría, el “aaaaaayyyyyy” extendido se hacía notar pero contracciones y flujos parecían absorberme, llegué adentro apenas con lo justo para no hacer tope y salí, después volví a entrar despacio y todo fue una cosa de locos o de loca.

  • “Más fuerte, metelo más fuerte, me estás matando de placer, partime la concha, ¡ahhhhh, por Dios!, no puedo parar de acabar”.

                                                  Era cierto, me daba cuenta con sus contracciones, apretones al tronco y el flujo expulsado que corría hacia el agujero de su culo y por mis huevos, comencé a acelerar el ritmo, otra locura más con movimientos más fuertes y orgasmos más explosivos, dejé de moverme cuando creí que iba a tener un orgasmo casi final.

  • “No te pares, no te pares, seguí, seguí”. 

                                                  Se desesperaba abriendo y cerrando las manos y yo cambié de lugar, se dio cuenta y trató de dilatar el hueco, no le sirvió de nada, aquí entré sin detenerme y el grito fue espeluznante.  Ya no sollozaba para que me apurara, lloraba por el dolor que no esperaba.

  • “Sacala Guille, sacala, me duele, nunca me cogieron así, me lo estás rompiendo de verdad”.
  • ¿Qué creías, qué iba a ser de mentira?  Ese culo a partir de hoy es mío y lo voy a usar cuando yo quiera sin que exijas nada, ahora bien o te relajás y gozás o te lo termino de romper por querer evitarlo. 

                                                  Ni pensaba en detenerme y mis entradas y salidas fueron rápidas, violentas y profundas, al rato trataba de acompañarme y entró otra vez en la vorágine de su placer enloquecido, gritando y pidiendo más.  Los orgasmos parecían arrojar chorritos de orina sobre mi pelvis y no sé cuantos fueron pero cuando le llené el fondo de su culo con leche caliente gritó y se contrajo como nunca, ya no se recuperó, quedó desvanecida, yo salí despacio, solté y guardé las esposas, me di una ducha y luego salí con la bata a buscar mi vaso de Whisky.  Ella seguía en la misma posición pero no me hice problemas porque veía que su pecho subía y bajaba acompasadamente.  A la media hora volvió en sí y me miró sorprendida.

  • ¿Ya descansaste?...  ¿Querés ir a cenar o querés que sigamos?
  • “¡Por Dios, qué fue esto?  No quiero a ningún hombre más, ni a mi marido lo quiero al lado, antes han estado conmigo y yo he estado con ellos, fue eso sólo, nada más, la verdadera “señora cogida” la he recibido hoy, estoy molida a polvos, destruida a pijazos.  Idiota de mí que creí que sabía…  Gracias Guille y no tengas dudas que mi culo será sólo tuyo”.
  • Mío y de tu marido, a él no debés descuidarlo y conmigo es “cuando quiero, con quien quiero y como quiero”, ¿queda claro?
  • “¿Me vas a prestar para que me usen otros?”.
  • Con otros hombres jamás, con otras, ya veremos.  Andá a bañarte que vamos a cenar y después la seguimos.
  • “¿Más todavía?”.
  • Sí, todavía falta más, si no querés no hay problemas, te bañás, te cambiás y te vas para tu casa, si te animás nos quedamos y dormís conmigo.
  • “Cenamos y me quedo”.  La cena fue muy amena y entretenida…

Continuará…  Por favor, si les gustó, valoren y comenten…  Gracias…  GUILLEOS1.

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Mi timidez y mis tías (13)

Mi timidez y mis tías 12

Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina