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Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

en Amor filial

Los ojitos abiertos de Manuel seguían como focos el movimiento de su madre, dentro de la cuna estaba tranquilo después de haber mamado, sólo miraba atento a la persona que ya conocía pero no comprendía por qué saltaba así.

Ana botaba sobre mí en la cama de matrimonio, había seguido el consejo de Mónica y se había metido mi polla con cuidado hasta que comprobó que no le dolía o por lo menos no demasiado, la alegría de saberse recuperada y estar montada sobre mí la hacía saltar como una niña.

Gimiendo y jadeando se levantaba hasta casi sacarse mi polla y volvía a dejarse caer mientras se sujetaba las tetas con las manos, al apretarlas salían unos chorros de leche que caían sobre mí cara, cuando le acaricié el clítoris no pudo aguantar la tensión y se corrió, habría querido acompañarla pero me acordaba de los consejos de la médica y haciendo toda clase de esfuerzos pude retrasar la  eyaculación hasta que Ana se derrumbó sobre mí, cuando se pudo levantar se quedó sobre mi polla tumbada sobre mi cuerpo y estuvo moviéndose sobre ella, mientras yo le seguía estrujando las tetas me corrí entre sus labios, el clítoris me rozaba el frenillo y me fue ordeñando sacándome hasta la última gota de leche.

Cuando ya estábamos tumbados entrelazados de brazos y piernas me dijo que Jorge le había llamado anunciándole que volvía al día siguiente, dormimos casi toda la noche sin querer separarnos, habían sido unos días felices pero la vida seguía y Jorge tenía más derecho que yo para disfrutar de su niño y su esposa.

Venía muy contento deseando ver a su Manuel y su Ana, me emocionó verlos a los tres abrazados, Ana también estaba afectada, quería mucho a su marido y yo sabía que así debía ser, cada uno sabíamos nuestro lugar.

Por la mañana mi tío estaba pletórico, me saludó muy contento incluso más de lo que esperaba, me dio un codazo de complicidad.

-        ¿Cómo has dormido Manu, tu primo se porta bien? Yo he dormido de maravilla, ya tenía ganas ya sabes, tu tía ya está recuperada.

Ana detrás de él me lo confirmó con la cabeza.

-        He dormido de maravilla, y Manuel es una preciosidad de crío, solo llora cuando tiene hambre o está sucio, parece un señor pequeñito.

-        Me alegro, yo le he visto muy mayor en los pocos días que he faltado de casa.

Daba gozo ver a Jorge afanarse en tener todo dispuesto para el niño y su mujer, estaba atento y se prestaba ayudarle en las tareas de la casa, sabía que no le faltaría nada a Ana y me dispuse a atender a mis estudios.

Por la mañana se me pegaron un poco las sabanas, quizá la tranquilidad de que Ana y Manuel estaban bien atendidos me relajó, cuando salí a la calle ya era bastante tarde.

En la universidad el hormigueo de chicos y chicas era constante, cada uno iba a averiguar las clases, los profesores y las matrículas que debían resolver antes de comenzar el curso, saludé de lejos a varios compañeros, unos iban en grupo y todos íbamos con prisa, cuando me dirigí a Secretaría casi no pude entrar, la cola de estudiantes salía del edificio, me acerqué al mostrador entre las protestas de los chicos, al fondo vi a Merche, estaba atareada asesorando a una chica mientras los de detrás le metían prisa, Merche me vio y me hizo señas de que le esperara fuera.

Me senté en un banco hasta que por una puerta lateral salió mi amiga, me dijo que era imposible atenderme pero había pensado invitarme a comer y llevar los documentos.

Se lo agradecí infinitamente pues la cola cada vez era más larga, a la hora de cerrar la oficina aún quedaban chicos por atender y salían protestando por la falta de personal.

Cuando ya no quedaba nadie salió Merche, llevaba un fajo de papeles en una carpeta.

-        Uff qué mañana, todos los días así, ya tengo ganas que comiencen las clases, será como unas vacaciones para mí.

-        Siento molestarte, podría haber vuelto mañana temprano, te invito a comer.

-        ¡Ah! No te lo había dicho, ayer preparé una ensalada especial, creía que iba a venir Asun a comer, si no nos la comemos se perderá, es mi especialidad, me encantaría que la probaras.

Me lo dijo con un tono que no me pude negar, llegamos pronto y cuando cerró la puerta de casa se colgó a mi cuello.

-        ¿Quieres comer antes o después?

Mientras me lo pedía se iba quitando los zapatos de tacón grueso, no esperó a que le contestara y cogiéndome la mano me guió a su habitación, volvió a besarme y me empujó hacia la cama, le fui soltando la cremallera de la falda que cayó al suelo, me sorprendió que llevara medias pero eran pantis, le llegaban a la cintura aunque se vislumbraban las bragas blancas, mientras intentaba quitarle las medias Merche se quitó la blusa que llevaba, la abrace para arrojarla en la cama y poder bajar las dos a la vez pero me resultaba imposible, lo intenté varias veces hasta que me susurró…

-        Rómpelas Manu, sin miedo.

Tuve que emplearme a fondo, con las uñas pude hacer un agujero y desgarrar sin piedad la prenda, la destrocé y ya las bragas no fueron obstáculo, Merche levantó el culo y salieron hasta los tobillos de una vez, la mujer conservaba el cuerpo muy cuidado y podía medirse con cualquier chica joven, tenía muchas cosas de su hija Asun, además de sus rasgos, su culo y sus tetas eran casi iguales con la salvedad de la edad pero seguía tan apetitosa como siempre y estaba dispuesta a demostrarlo, me desnudé mientras me miraba con cara de deseo, la señora tan modosa y afable de la secretaría se volvía una fiera en la cama.

Subí a la cama entre sus piernas, no me dejó entretenerme entre sus muslos y tiró de mí hasta tenerme sobre ella.

-        Fóllame Manu llevo mucho tiempo esperándote.

-        Quería comerte el coño primero.

-        Déjalo para otro momento, necesito sentirte dentro.

Con los movimientos de cadera que hacía debajo de mí se acopló de manera que mi polla se pegaba a sus labios húmedos, con un leve quiebro se metió el glande, sólo tuve que empujar para estar completamente hundido en su coño.

El  gemido que salió de su garganta fue la señal para salir y clavarle la verga a fondo, Merche jadeaba cada vez que se sentía llena, creo que se habría corrido en poco tiempo si no hubiera cambiado de postura, le di la vuelta y con las piernas juntas pasé la polla entre los muslos, sus nalgas parecían los labios gigantes de un coño y sin mirar me hundí entre ellas, la humedad me guió hasta su vagina que admitió sin reservas a la barra de carne que le entraba como un tren en un túnel, por los lados de su cuerpo le asomaban las dos tetas aplastadas sobre la sábana, con la cabeza ladeada me animaba para la clavara más hondo cada vez, estaba desatada y se puso de rodillas sin levantar la cabeza, las tetas se balanceaban desde el estómago hasta la barbilla con mis empujones, me puse en cuclillas pegándome a su culo, cogido de su cintura no la dejaba moverse, simplemente sacaba y metía la verga, Merche gemía y sólo susurraba.

-        Más, más, más Manu, no pares.

Pero paré, o más bien no paré, sólo cambié de agujero y en uno de los empujones que se salió el glande resbaló hasta el agujero vecino, con la presión que imprimía no hubo resistencia posible y cuando quiso darse cuenta ya tenía el capullo dentro, se sorprendió igual que yo pero dijo.

-        Sigue Manu, me da igual, métela hasta dentro.

La falta de lubricación solo duró tres metidas, cuando la sacaba brillaba, sentía como fuego en el glande pero a Merche no parecía importarle, el esfínter me rodeaba tan fuerte que entraba y salía conmigo.

Me corrí dentro de su recto, Merche al sentir el calor de la leche no pudo más y todo el cuerpo fue sacudido por un calambre, se derrumbó sobre el colchón y me arrastró con ella, temí por mi polla pero todavía estaba dentro de ella y no salió hasta que bajó la erección.

Los dos estábamos agotados y lo que menos nos apetecía era levantarnos pero Merche se acordó de su ensalada y a duras penas se levantó.

-        Quédate ahí Manu, cuando esté preparada la comida te llamaré.

Se lo agradecí de todo corazón, las piernas me temblaban por la postura, cuando aparecí en el comedor no me dejó ni vestirme.

-        Ven Manu, comeremos desnudos, me gusta verte cerca de mí, parece que prolongue así la follada.

-        Como quieras Merche.

Ciertamente la ensalada de Merche era especial, la había preparado con primor, aunque estaba destinada a su hija Asun estaba complacida de que la degustara yo, le gustaron mis alabanzas aunque estaba segura de su guiso lo merecía, cuando terminamos nos sentamos en el sofá, en un momento esparció alrededor varios folios con las instancias y datos sobre los cursos y horarios, ella misma me rellenaba los impresos complacida pues yo mientras le acariciaba como a una gatita.

Antes de irme le quise agradecer el favor y apartando los papeles a un lado le recosté el sofá y abriéndole las piernas le comí el coño hasta hacer correrse otra vez, mientras me vestía para irme Merche me miraba satisfecha tumbada sobre el sofá, con las piernas abiertas su coño brillaba de saliva y jugos.

Mis tíos se interesaron por mis gestiones ya que no había ido a comer pero se alegraron de que había podido resolverlo aunque había llegado tarde.

Al día siguiente Ana me preguntó si quería acompañarles, habían pensado salir al centro para comprar ropa al niño y luego irían a tomar algo en un bar.

Mi tío iba empujando el carrito del niño mientras Ana se apoyaba en su brazo, yo llevaba los paquetes que habíamos comprado.

En una terraza nos sentamos a la sombra, la tarde era buena y estuvimos hasta bastante anochecido.

Cuando llegamos a casa lo primero que hicimos fue cambiarnos de ropa, todos estábamos cansados y Manuel bastante hambriento.

Mi tía salió con una bata, enseguida cogió al bebé y abriéndose la prenda le ofreció su pecho para que mamara, el crío se aplicó y chupó con avidez.

Yo me había puesto el pijama y mi tío un chándal para estar por casa, nos sentamos a su lado admirando como el niño tragaba mientras sonreía.

La escena era de lo más tierna, Ana con dos dedos presionaba su teta para que saliera más cantidad y Manuel se apresuraba a tragar, por su boquita se escapaba la leche que no podía beber.

Cuando terminó ya tenía la mirada medio apagada, se había bebido buena cantidad de leche, una teta y casi media.

Ana se limpió los pezones con una gasa, Jorge mirándome me dijo.

-        Manu ¿has probado alguna vez la leche materna?, debe estar muy rica pues Manuel se pone hasta arriba.

-        Pues la verdad sí que la he probado, tiene un gusto especial, aunque no se parece mucho a la leche que bebemos embotellada.

-        Y ¿dónde la has probado? A mí también me gustaría probarla.

-        Yo la probé hace poco, el farmacéutico del pueblo tiene una mujer joven, hace poco que tuvo un niño y tenía tanta leche que le rebosaba por todos lados, le pidió a Benito que le dejara su sacador de leche porque los que vendía en la farmacia no bastaban, fui el encargado de sácasela y como el aparato tampoco era suficiente tuve que ayudarle chupando de la otra teta, al final desechamos los aparatos y era yo el que tenía la exclusividad de sus tetas.

-        Vaya con mi sobrino, ya es un experto en chupar pezones, me gustaría saber cómo mama un adulto, ¿Os apetece probar a alguno?

-        A mí sí me gustaría, Manu me lleva ventaja pero me puede enseñar, ¿qué debo hacer?

Ana puso los brazos sobre el respaldo, con las tetas dispuestas esperaba a que le diera instrucciones a su marido para que le chupara los pezones, yo lo puse como mi tía me había puesto, era una postura cómoda para los dos, le puse la cabeza sobre las piernas de Ana y le dije que se metiera un pezón en la boca y chupara, la verdad es que no era muy hábil y no acertaba a chupar, viendo que no avanzaba tuve que hacerle una demostración práctica, mi tía me lo recomendó y puse también la cabeza sobre su muslo en la otra teta, le expliqué in situ cómo debía hacerlo mientras Jorge atendía con interés, al final fue aplicándose hasta que lo vi tragar leche, mi tía nos cogió las dos cabezas y las atrajo contra sus pechos, nos hundía hasta la nariz en la suave piel y se oía a los dos chupar con avaricia.

A mí me había tocado la teta que Manuel había desechado ya por vacía pero seguí chupando suavemente como si nada, Ana se dio cuenta y cogió  la mama con la mano y la paseaba por mi cara para que mi lengua abarcara desde el nacimiento hasta casi el cuello.

Jorge seguía con su labor, se cuidaba en no lastimar a su mujer y abría la boca al máximo para que los dientes no se marcaran, con las dos cabezas tocándose mi tía nos acariciaba el pelo pero noto que la mamada tenía efectos secundarios, bajo del chándal de Jorge se formaba un bulto sospechoso, y entre la bragueta holgada de mi pijama aparecía mi capullo cada vez más curioso.

Ana dejó nuestras melenas y llevó una mano a cada polla, las cogió a la vez y ninguno de los dos pusimos ninguna queja, Jorge dejó de chupar leche y se dedicó al resto de la teta, los dos recorríamos toda la piel tibia sin dejar ningún rincón por lamer.

Mi tía con una polla desnuda en cada mano las había descubierto de piel y las recorría lentamente hasta los huevos, sin decirnos nada fuimos despojándonos de los pantalones hasta quedarnos desnudos a la vez habíamos desatado el cinturón de la bata de Ana, mi mano se deslizó entre los muslos de mi tía, al llegar al elástico de la bragas pasó por debajo hasta el pubis, me llevé una grata sorpresa, Ana sin decirnos nada se había depilado como antaño, ahora ya no le molestaba el vientre y lo pudo hacer, por  eso separó las piernas para que apreciara la suavidad de la piel del coño.

-        ¿Sabéis una cosa? Me dais envidia, a mí también me gustaría mamar y tengo unos biberones en las manos llenos de leche calentita, ¿me podéis invitar?

-        Manu se merece ser el primero, yo le seguiré mientras te caliento la leche un poco más.

No puse objeción alguna y mi tía me señaló el reposabrazos del sofá para que me recostara sobre él, se puso de rodillas sobre el asiento y metió la cabeza entre mis muslos.

Apenas rodeó con la lengua el glande cuando se lo metió entre los labios, mi tío vio la postura adecuada y se acopló detrás de ella, pronto notaba en mi polla los empujes de Jorge mientras él le cogía de las caderas para que no se escapara yo le sujetaba las tetas para que no oscilaran tanto.

Ana gemía al sentir como entraba la polla de Jorge, la notaba dentro del todo, sus huevos los pegaba a sus nalgas haciendo que mi capullo llegara a su garganta.

Al lado del sofá sonó mi teléfono, hice un gesto de fastidio pero Jorge me indicó que lo cogiera para acabar antes, era un número desconocido.

-        ¿Dígame?

-        Hola, ¿te acuerdas de mí, me reconoces?

-        No.

-        ¿De verdad?

-        No.

-        Que desilusión, ¿estás seguro?... ¿es qué estás ocupado?

-        Si.

-        No te creo.

Volví el móvil y le hice una foto al cogote de Ana, vi el resultado y me gustó, solo se veía el pelo, la oreja y la mejilla abultada por mi capullo dentro de ella, se la mandé a la voz que me preguntaba.

-        Ooooh! Que envidia, ¡yo también quieroooo!

-        ¡Y yo también!

Otra voz se había sumado a la de la chica, esta otra voz sí que la reconocí, era Vicenta, la chica del tren, debían estar en casa de su amiga con ganas de fiesta.

-        Manu, ¡eso no está bien! Nos haces la boca agua, ¿Cuándo nos tocará a nosotras?

-        Jajaja, sois encantadoras pero ahora no puedo.

-        Claro, ahora te están comiendo la polla pero ¿cuándo podrás? Te prometemos una tarde por todo lo alto.

-        ¿No será por todo lo bajo? Jajaja.

-        Eso es jajaja, no tendrás queja, espero que no le sepa mal a tu novia jajaja.

-        No te preocupes, mi novia no dice nada, mejor dicho no puede ahora, jajaja es una chica especial.

-        Me gusta tu novia y es preciosa, te la mereces pero la envidio mucho, jajaja.

-        Adiós Vicenta, te dejo, tengo cosas que hacer.

-        Si claro, correrte seguro.

-        Chica lista, chao.

La cabeza de Ana subía y bajaba sin cesar, estaba ya muy cargado y Jorge también, yo estaba admirado por la resistencia que demostraba, había hecho muchos progresos, estaba muy caliente pero no al límite, mi tía lo sabía, lo notaba en su coño como si fuera un termostato, por eso quiso cambiar, ahora sus atenciones bucales se centraron en Jorge, yo ocupé su puesto y entré en su vagina lubricada como si nada, Ana me dio la bienvenida moviendo las caderas, no hacía mucho que la cabeza de su mujer subía y bajaba con su biberón en la boca cuando esta vez sonó el teléfono de Jorge.

Tampoco lo iba a descolgar, estaba muy a gusto sintiendo la lengua de Ana en su frenillo pero lo miré y se sintió obligado moralmente.

-        ¿Hola?

-        Hola Jorge soy tu cuñada Julia, ¿cómo estáis? ¿y mi sobrino Manuel?

-        Muy bien Julia, precisamente tenemos una reunión intima ahora.

-        Me alegro, te llamo para invitaros a cenar el sábado, será una cena familiar, tengo una buena noticia que daros, me gustaría que vinierais los tres, bueno los cuatro, claro.

-        Me parece bien, voy a preguntarle a tu hermana.

Mi tía estaba comiéndole la polla con unos grandes vaivenes de cabeza, sólo murmuró.

-        Mmm.

-        Julia ha dicho que si, pero no podremos quedarnos a dormir, no tienes sitio para nosotros.

-        No te preocupes, ya lo he previsto todo, voy a llamar también a Cris, hace mucho que no la veo y es una buena oportunidad, hasta el sábado, besos a todos.

-        Igualmente recuerdo a todos por ahí.

Las tetas de Ana goteaban sobre el sofá cuando se corrió, una serie de sacudidas obligaron a que la sujetara de la cintura mientras salpicaba la tapicería pero no por eso dejó de chupar la verga de su marido, sabía que estaba al límite por las palpitaciones de su glande y no quiso perderse la riada de leche que se acercaba.

Jorge no pudo resistir el descontrol de la cabeza de Ana y se dejó llevar, sólo cuando le vi coger la cabeza de su mujer y retirarle el pelo para ver su cara, las mandíbulas casi desencajadas procuraba no arañarle con los dientes y tragar las lechadas que llegaban a torrentes, por la nariz goteaba lo que la garganta no podía admitir.

Toda esta visión hizo añicos mi resistencia y sentí como en la espalda me daba un escalofrío, seguido de un calambre que llegaba a mis huevos, me convencí que había llegado mi momento y me apreté dentro del coño de Ana pero en el último momento me acordé de Mónica, le había recomendado que no eyacularan en su coño como precaución, con mucho sacrificio empuje sus caderas y salí cuando ya escupía la primera descarga, Ana sintió el vacio que le quedaba y movió el culo hacia atrás, la segunda descarga salió cuando el capullo se apoyaba en su ano y mi tía no quiso que se perdiera buscándome con el culo, el semen no es mal lubricante y facilito que el esfínter no pusiera demasiada resistencia y entrara acompañando a mi glande, no saqué la polla del trasero de Ana hasta que la erección había bajado, nos sentamos en el sofá, estaba húmedo de la leche de Ana.

El viernes decidí adelantarme a mis tíos y fui al pueblo en el tren, me habría gustado ver a Vicenta, era una chica especial y la cabina trasera del vagón no era mal sitio para haber tenido un buen viaje pero en su lugar vi a su padre, el hombre me reconoció, era buen fisonomista y vino directamente a saludarme.

-        Hola Manu ¿cómo estás?

-        Hola buenas tardes, me ha dicho Vicenta que usted es su padre, me alegro de conocerlo, tiene una hija muy guapa.

-        Gracias, también me dijo que eras un chico muy especial para ella y eso ya sé lo que quiere decir, tiene buen gusto y no lo dice de todos, jajaja.

-        Es muy generosa, me gustara volver a verla, ya hemos hablado.

-        Pues seguro que no os aburriréis, jajaja, conozco mucho a Vicenta, hasta luego Manu.

Cuando llegué al restaurante se preparaban para servir las cenas, a la primera persona que vi fue a Raquel, la chica se alegró mucho, yo también había pensado con ella muchas veces y con su abuela Encarna, era una mujer admirable y le habíamos dado unos momentos de alegría, me habría gustado estar con ella un rato pero ya me había visto mi madre y me sonreía desde la barra.

-        Hola hijo, ¿cómo estás?

-        Muy bien mamá, ¿y tú?

-        ¿Yo? …. Bastante bien, y ¿la familia? Y Manuel?

-        Todos bien, la tía nos ha invitado para una cena familiar, ¿sabes algo?

-        Algo sé pero es mejor que te lo diga ella, tiene mucha ilusión por anunciarlo.

No quise presionar a mi madre con preguntas de las que ya sabía las respuestas, a lo lejos Ricardo me hizo señas y me acerqué a él.

-        ¿Qué tal Ricardo?

-        Muy bien Manu, ¿has venido para la cena?

-        Si, y también para veros, ¿es para lo que me imagino?

-        Si, a tu tía le ilusiona mucho anunciar el compromiso, a mi me daría igual pero ya sabes…

Mi prima Lisa estaba esperando que terminara de hablar con Ricardo, cuando llegué a ella me abrazó como ella solía hacerlo, se pegó a mí rodeando mi cuello, noté como sus tetas se aplastaban contra mi pecho, debía llevar un sujetador muy ligero pues podía diferenciar los pezones del resto, el pubis presionaba mi bragueta mientas me plantaba un beso en la mejilla que rozaba mis labios.

-        Hola primo, me alegro verte.

-        Y yo también prima, no sabes cuánto.

-        Si lo sé, lo noto entre tus piernas, eres demasiado rápido de reflejos, me estas abriendo el coño con tu polla.

-        Y tus pezones me salen casi por la espalda ya.

-        Pues imagínatelo sin ropa.

-        Ya me lo imagino, por eso mi polla anda así ya.

La presencia de Julia me hizo dejar a mi prima a mi pesar, cuando estuve a su lado me abrazó aunque más discreta que su hija, pero en vez de besarme acercó sus labios a mi oreja y rozándolos susurró.

-        Mmm que ganas tenía de verte y siempre que lo hago te veo con la polla dura, tu prima ya te ha puesto a cien ¿no?

-        Lisa me quiere mucho.

-        Ya lo sé, como todas, jajaja.

-        Y tú ¿cómo estás?

-        Ya lo ves, muy bien, ya sabrás cuanto.

-        No hace falta que lo jures, estás más buena que nunca.

-        Jajaja, menos mal que te conozco adulador, sino ya estaría a tus pies chupándote la polla, aunque no lo desestimo, todo se andará.

Aprovechando que estaba allí ayudé a servir las cenas, realmente no había mucho trabajo y mi tía le dijo a mi madre que nos subiéramos antes a casa.

Me gustó volver a mi habitación, mi madre la tenía ordenada casi igual como cuando yo estaba, mi ropa todavía estaba allí y no extrañé la cama al sentarme.

Mi madre entró con la cabeza envuelta con una toalla, su cuerpo dentro de otra de baño apenas se notaba entre los pliegues por su poco volumen pero cuando se desató el nudo que la aguantaba y cayó el suelo me hizo recordar los momentos tan cálidos que habíamos pasado juntos, ahora la añoraba por ambos motivos pero sobre todo por el cariño de mi madre, su amor era mi alimento espiritual.

No me atrevía a abrazar a mi madre estando desnuda para que no pensara que la prefería como mujer a como madre pero Clara era mucho más inteligente que yo y sabía que podía ser ambas cosas a la vez.

Cuando me besaba como madre no había duda del amor que me tenía y cuando era como mujer, me hacía subir al cielo, ahora frente a mí con las piernas entreabiertas como una modelo y la mirada que me dedicaba no dejó lugar a dudas, se acercó a mí hasta casi rozarme, esperó a que mis manos no pudieran resistir y abrazarla, cuando lo hice, estaba desatado, el olor, el tacto y la calidez de su piel era única, le besé en el ombligo y subí hasta los pequeños bultos que marcaban sus tetas, las protuberancias de sus pezones no me defraudaron y cuando llegué a ellos ya estaban en su máxima dureza, me guió la cabeza de uno al otro apretándolos y ofreciéndomelos sabiendo lo que representaban para mi, caímos en la cama y en un momento de respiro me pidió que fuera a la suya, quería recibirme como a su chico.

Cuando entré desnudo bajo la sábana mi madre me estaba esperando con los brazos abiertos, me besó nuevamente y tiró de mí para que subiera sobre ella, con las piernas separadas encajé perfectamente entre sus muslos y me acople perfectamente hasta estar dentro de ella, estaba deseoso de hacerla feliz y me moví con energía, Clara seguía mis empujones pero en algunos momentos notaba que se reprimía un poco.

-        ¿Qué te pasa Clara, estás bien?

-        Si… claro ¿porqué lo dices?

-        Te noto un poco rara, ¿tienes algún problema?

-        No, nada no es nada, es sólo que estoy un poco cansada.

-        Es que trabajas demasiado, hablaré a Julia para que te ponga a alguien para ayudarte.

-        No le digas nada, solo es eso, un poco de cansancio.

-        Pues podías plantearte dejar el trabajo, a lo mejor Benito querrá tenerte en casa.

-        Eso no, ya lo hemos hablado y está conforme de que trabaje ayudando a tu tía.

Reconozco que me convenció y más cuando subió las piernas sobre su pecho y dejó a mi disposición su coño abierto, me incorporé sobre ella y me descargué sobre sus nalgas metiéndole la polla en el fondo de la vagina.

-        Clara, no sabes las ganas que tenía de estar contigo, lo eres todo para mí.

-        Ya lo sé Manu, ya lo sé, a mi me pasa igual, me gusta sentirte dentro, me provocas unos orgasmos inigualables.

-        Dime una cosa, ¿Benito te hace feliz?

-        Claro tonto, muy feliz pero es diferente, tú eres tú y nada podrá sustituirte.

Cuando dijo esto Clara se estremeció bajo de mi.

-        No pares Manu, no pares ahora.

Le obedecí como el buen hijo que era, y pronto vi su menudo cuerpo vibrar de placer.

-        ¿Te puedo pedir una cosa Manu?

-        Por supuesto Clara, dime.

-        Hoy no te corras dentro de mí, por favor.

-        Lo que prefieras, ¿Dónde lo quieres?

-        Donde gustes pero me hace ilusión sobre las tetas, ¿te parece bien?

Por toda contestación me salí y trepando por su cuerpo me puse sobre el pecho, mi madre después de chuparme el glande unas cuantas veces me cogió la polla con las dos manos y no la soltó hasta tener las tetas llenas de leche.

-        ¿Cómo están las cosa en casa de tus tíos?

-        Pues mejor de lo que esperaba, Jorge ha cambiado para bien, ahora parece el marido perfecto, me ha sorprendido gratamente.

-        ¿Entonces trata bien a Ana?

-        Muy bien, a Ana, a Manuel y a mí también.

-        Me alegro, y… ¿la trata bien en todos los sentidos?

-        Si te refieres en la cama también, es más me dijo muy emocionado que éramos una familia los tres a todos los efectos, no me lo esperaba.

-        No sabes lo que me alegra saberlo, siempre he temido que tuvieras algún problema por tu proximidad a tu tía.

-        Pues no hay ningún problema, yo también dudaba aun después de haber dicho eso pero me lo ha demostrado en la práctica también.

-        ¿Quieres decir que habéis… los tres?

-        Pues si Clara si, los tres.

-        Fantástico, me alegro por todos, se nota que se quieren.

Por la mañana mi madre se levantó a la misma hora de siempre, la vi moverse con más lentitud, parecía que había perdido algo de energía, no creía que el compromiso la hubiera afectado en tan poco tiempo, confiaba totalmente con Benito pero no estaba en la piel de mi madre, no me habría gustado ser yo el motivo de su bajón.

Cuando bajé al bar a desayunar ya vi a mi madre como siempre, un poco lívida pero tan activa como el primer día, en la comida vino Benito, nos abrazamos como si hubiera pasado una eternidad, le pregunté por Alba y me dijo que a cada momento la sorprendía sonriendo pensativa, se imaginaba porqué lo hacía.

Por la tarde llegaron mis tíos, como no podía ser de otra forma el pequeño Manuel fue el centro de la atención, todos le hacían gracias y él parece que sabía que era el motivo y a todos sonreía.

Mi madre le dijo a Ana que se podían instalar en su habitación, no lo comprendí hasta que me contó que la cena sería en casa de Benito, habían pedido la cena a otro restaurante amigo y así podríamos estar juntos todo el rato, la idea me encantó por varios motivos sobre todo porque estaría con Alba.

Ya bastante tarde apareció por la puerta mi tía Cris, nos volvimos todos al verla pero detrás de ella apareció un joven, cuando lo vi cerré los ojos incrédulo, creí que había visto visiones, el chico era un poco mayor que yo posiblemente de la edad de Cris pero… era prácticamente igual que yo, era como un clon mío, a los demás les pasó lo mismo, me miraron a mí y luego a él, cuando Cris nos lo presentó se reía explicándose.

-        Hola a todos, os presento a Pedro mi pareja, supongo que os habrá sorprendido por su parecido a Manu, para mí también fue una sorpresa y decisivo para salir con él, ya era una garantía y no me ha fallado el instinto, es un chico ideal y una persona fantástica, como Manu.

Tras un instante de silencio nos abalanzamos a saludar a Pedro y a Cris, todos por unanimidad lo acogimos como uno más de la familia, cuando pude abrazar a mi tía Cris me dijo al oído.

-        Es igual que tú, bueno casi, en la cama todavía no te llega pero aprende pronto, ya le enseñaré yo.

-        Tienes buen gusto Cris, jajaja.

-        No lo sabes bien, jajaja.

Julia abrazó a su hermana Cris, era la más independiente de las tres y siempre había ido por libre, ahora volvía a estar con todos, le dijo que podía instalarse en la habitación de arriba.

Entonces caí en la cuenta de que había quedado libre la habitación de Ricardo pues Julia como sorpresa le había trasladado sus cosas a su habitación, se lo había ganado de una vez.

Al poco rato vino Benito le presentamos a todos y al rato decidimos irnos hacia su casa, en su coche naturalmente íbamos mi madre, Lisa y yo, detrás en sus coches iban Jorge con Ana y Manuel y cerraba la marcha Pedro con Cris, Julia y Ricardo.

Cuando llegamos ya nos estaba esperando Alba en la puerta, había engalanado el portal con sus macetas más bonitas y había iluminado con luces el camino de la entrada, vestía un vestido largo estampado y estaba preciosa.

Cuando me vio vino corriendo y me abrazo, cuando me besó todos empezaron a aplaudir, creí que se azoraría pero en vez de eso se volvió hacia ellos y les hizo una mueca de burla, luego se colgó de mi brazo y abrimos la marcha.

En el cenador había preparado una mesa larga que en estos momentos ya tenía servido un aperitivo, se había preocupado de todos los detalles, hasta había forrado las sillas, nos sentamos según nos iba organizando, yo estaba rodeado por mi madre y por Alba claro, mi tía Julia al lado de Benito y Ricardo,  alrededor las demás parejas, al lado de Alba se sentó mi prima Lisa, tenían una clara complicidad, de Manuel solo se veía la coronilla metido en si carrito.

Pronto las conversaciones se derivaron a contarse las novedades sobre todo Ana y Cris, mi tía Julia le insinuó a Jorge si ya había asimilado la paternidad, mi tío comprendió el alcance de la pregunta y se lo aclaró sin dudas.

Julia como hermana mayor ejercía de madre, se interesaba por los problemas de cada una, a Cris abiertamente le preguntó por sus anteriores parejas, por supuesto Pedro estaba enterado de la bisexualidad de mi tía y no le presentaba ningún problema, el chico era de mente abierta también, le gustaba Cris como era y eso era un punto a su favor para mi tía.

La cena trascurría muy animada, todos nos sentíamos felices y muy habladores, el restaurante que nos había servido el catering se había esmerado y la cena era exquisita.

La curiosidad no era exclusiva de Julia, las demás hermanas también le preguntaban por su vida, ella contestaba con evasivas hasta que en los postres ya se animó y levantándose nos hizo callar, todos esperábamos alguna novedad, bueno yo no porque ya lo sabía y mi madre y Lisa también, haciéndose de esperar anunció.

-        Familia os he reunido hoy para anunciaros una buena nueva, Ricardo, este mocetón aquí presente me ha pedido que sea su novia y yo ¡he aceptado!, ya somos pareja.

Todos aplaudimos la noticia, a Ana le alegró pero a Jorge le encantó y se levantó y abrazó a Ricardo y besó a Julia, todavía estaba agradecido de cuando estuvo en su casa y le “calmaron” sus necesidades.

A petición de todos, Ricardo se levanto y recibió las muestras de cariño, no esperaba tanto apoyo y al dar las gracias se le humedecieron los ojos, cuando ya dejaron tranquilo a Ricardo y a Julia las miradas se volvieron hacia mí y Alba, tener todos los ojos mirándome aunque me sonreían me hizo sonrojar, Alba se dio cuenta y me besó en la mejilla, a todos les gusto los detalles que la chica tenía conmigo, tuve que aguantar estoicamente las bromas de todos, hasta mi prima hizo comentarios refiriéndose a mis salidas con sus amigas.

Tuve suerte porque yo no sabía cómo salir de aquel interrogatorio, Manuel con las risas se despertó y de paso reclamó su cena, mi tía Ana no lo dudó y se abrió la blusa, bajó el sujetador y sacó la teta hinchada, todos estábamos atentos a la reacción del pequeño, se portó muy bien pues parecía que quería demostrarnos lo apetitosa que estaba la leche de su madre, cuando terminó mientras le daba unos golpecitos en la espalda para que expulsara el aire el pecho de mi tía seguía goteando, Cris se fijó lo desarrolladas que tenía las tetas con la maternidad y claramente lo dijo.

-        Que tetas más gordas tienes Ana ¿cómo lo has conseguido?

-        Pues ha sido sin querer, la culpa es de Jorge.

-        Y la inestimable ayuda de Manu mi sobrino preferido.

-        Claro, no tienes otro, jajaja.

-        Pues ya me gustaría tener las tetas como tú, mirad las mías.

Cris sin cortarse se abrió la camisa y como no usaba sujetador nos enseñó sus tetas que eran como las de mi madre.

Julia quiso marcar la diferencia y enseguida se despasó su blusa y también nos enseño sus tetas, claramente eran más grandes que las de sus hermanas y todas las alabaron pero Lisa quiso desmarcarse y se subió la camiseta de algodón que llevaba, de paso se subió también el sujetador y las dos tetas verdaderamente duras quedaron sueltas vibrando, Lisa sonreía orgullosa, hasta su madre tuvo que reconocer la turgencia de los pechos de su hija.

Sin llegar a bajarse la ropa dijo.

-        Pero las mías no son ni la mitad de bonitas que las de Alba, ¡animarla a que las enseñe!

Todos aplaudieron y Benito se quedó esperando indeciso, conociendo a su hija no creía que lo haría pero se sorprendió al ver cómo Alba lo hacía y además se levantaba y las enseñaba a todos, mi prima no se equivocaba, las dos tetas duras con unos pezones grandes y rubios, llamaron la atención de todos, Pedro fue uno de los que más aplaudió, teníamos los mismos gustos también, cuando ya solo quedaba mi madre y se preparaba a enseñar sus tetas a la familia la detuvo Benito, nos sorprendió a todos, sabíamos de su mente abierta pero se levantó y esperó a que nos calláramos, luego sacó un papel del bolsillo y se lo dio a mi madre.

Clara dio un grito y se sentó llorando, nos preocupó y más porque Benito seguía de pié sonriendo, mi madre sin dejar de llorar levantó el papel.

-        ¡Estoy embarazada!

-        Ahora tú también vas a tener unas tetas como Ana, enhorabuena.

El efecto fue fulminante tras un segundo de silencio todos empezamos a gritar de alegría, nos felicitábamos entre todos, también lo hacía conmigo y con Benito, claro.

Para mi madre lo que más le interesaba era mi reacción, quería saber mi opinión y cuando se hizo un poco de silencio me preguntó.

-        Y tú ¿qué opinas Manu, que te parece tener un hermanito?

-        Me gustaría pero preferiría que fuera chica.

-        Manu ¿quieres que me ponga celosa?

La carcajada fue general, mis tías comprendieron mi matiz enseguida pues se miraron con complicidad.

Yo comenté que le había notado un poco cansada y Benito explicó que le preocupaba que trabajara demasiado y Julia antes de que siguiese anunció que le pondría a alguien para ayudarla o sustituirla, Ricardo añadió que ya tenía un candidato y sacando una foto de la cartera nos enseñó a un chico joven en bañador.

-        Aquí tenéis un chico casi tan guapo como yo, es mi  hermano pequeño se llama Andrés, os gustará mucho sobre todo a Lisa, te lo aseguro.

Todos los que conocíamos las cualidades de Ricardo miramos a Lisa, la forma de morderse el labio indicaba su aprobación, a partir de entonces el rumor de todos fue atronador y la velada duró hasta la madrugada, todos estábamos muy felices.

Serie finalizada.

Espero que les haya gustado.

Si es así coméntenlo.

Gracias.

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