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Viaje de un jubilado a La Argentina (42)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Me despedí de Berta en la Terminal de Tucumán, habría intentado cenar con ella, incluso desayunar pero mi hijo estaba al caer y no quería que hiciera suposiciones, le dije a la chica que me gustaría verla de nuevo pero tanto ella como yo sabíamos que era imposible.  Tomé un colectivo que me llevó al centro de la ciudad y allí recibí otra llamada de mi hijo, me decía que había reservado una habitación doble en un hotel de lujo, pensé que querría compensarme el abandono del viaje, me dijo también que no lo esperara porque tenía unos asuntos que resolver y que fuera a cenar a un buen restaurante que todo estaba pagado, primero fui al hotel, una maravilla en el centro mismo.  En la habitación nada más llegar me quité la ropa y me metí en la ducha, me reconfortó bastante y salí nuevo, me iba a vestir pero me miré en un espejo grande y me di cuenta de lo poco que valía como modelo, con mi cuerpo ya un poco ajado, mi vello canoso y mis pocos músculos me parecía imposible que llevara la vida que llevaba. 

                                                  Me acordé de Dora, Linda y de Berta, las tres tan buenas y tan diferentes, debo reconocer que no tengo prejuicios con las mujeres, todas me gustan y sé encontrar sus virtudes, me vi la polla, en eso la cosa variaba, no era gran cosa pero tenía un diámetro verdaderamente inusual y a las mujeres les gustaba, aún era pronto para cenar y me tumbé en la cama, tenía dos camas, la otra era para Javier, cogí el teléfono y busqué las fotografías de Corina, la iba a borrar por si la veía Javier pero estaban las dos tan apetitosas que las dejé, la milanesa me la habría comido allí mismo en la habitación y el coño de Corina antes, vi también las tetas que me había enviado y la polla se me puso dura apuntando al techo, quise oír su voz y la llamé.

  • ¡Hola viajero!  ¿Cómo te va la excursión?
  • De momento de maravilla, he visto cosas encantadoras, estoy contento.
  • ¿A qué te refieres, a paisajes o a monumentos?
  • A los dos.
  • ¿Qué clase de monumentos, de los que te gustan tanto a ti?
  • Mmm, Corina no empecemos… lo mejor que he visto ha sido lo que me has mandado…
  • ¡Ah!  ¿Te gustó la milanesa?
  • Sí y tú concha me ha abierto el apetito.
  • Jajaja, qué goloso que sos, seguro que ya la tienes parada…
  • Espera… mira…

                                                  Enfoqué la cámara, le hice un plano largo y fui acercándola hasta coger el capullo de cerca y se la mandé.   Al momento me contestó.

  • ¡Qué malo que eres Pepe!, sabés el hambre que estoy pasando y me mostrás ese menú de lujo, ahora vas a ver…

                                                  Tardó un momento y recibí otro mensaje suyo, lo abrí y vi otro video en el que se veía su cama, con la luz de la lamparita se había enfocado el coño, con la mano se lo abría y me enseñaba el clítoris y luego se metía dos dedos en la vagina, al momento me habló.

  • ¿Viste lo que te estás perdiendo?
  • Joder Corina no me pongas malo, ¿dónde estás?
  • En mi habitación arreglando cajones, tu mujer esta con el bebé, está intentando dormirlo después de cambiarlo.
  • Me imagino si estuviera a tu lado.
  • ¿Qué harías?
  • Imagínatelo, te iba a comer el coño y luego te metería la polla que acabas de ver.
  • Mmm,  ya noto como entra, no sabes las ganas que tengo de chupártela, me tenés muy abandonada.
  • No te preocupes pronto estaré por ahí y buscaremos una ocasión, ¿cómo están Javi y Elena?
  • Muy bien los dos, sobre todo Elena, ya la vas a ver.
  • ¿Qué le pasa, está enferma?
  • Nooo, todo lo contrario, ya verás.
  • Dime algo por favor.
  • Ni hablar, es sorpresa.

 

                                                  En ese momento recibí otra llamada y le dije a Corina.

  • Corina tengo que dejarte, me está entrando una llamada de tu marido, ya nos veremos te mando otra foto como recuerdo.

                                                  Me hice otra foto de muy cerca sólo se veía la boca del capullo abierta como suplicante con el zoom al máximo y se la envié, mi hijo me dijo que en nada estaría conmigo, yo me vestí rápidamente  y bajé al hall del hotel, al momento entraba y preguntaba por la llave, lo llamé desde el salón y vino con una sonrisa de oreja a oreja.

  • ¡Hola papá!  Te veo muy bien, disculpá mi abandono, se me complicaron las cosas, no tienes ni idea de aquí para allá y vuelta atrás.
  • No te preocupes, me manejo bastante bien por aquí y no me he aburrido, ya te enseñaré las fotos que he hecho.
  • Menos mal, estaba preocupado por ti, no se me iba de la cabeza si te perdías o te pasaba algo…

                                                  Miré a Javier con una sonrisa de incredulidad socarrona y él se justificó un poco.

  • Vale papá… ya sabes lo que es esto, ¿qué quieres que te cuente?
  • Nada Javier nada, mejor que no nos contemos y… ¿has llamado a casa?
  • ¡Oh!  Pues… ahora que lo dices no, se me pasó con tanto lío, espero que se te haya ocurrido a ti.
  • No te preocupes, acabo de hablar con tu mujer, me ha dicho que están muy tranquilas sin nosotros, jajaja.
  • Me lo creo, jajaja.

 

                                                  De allí salimos a un restaurante en la misma avenida, se lo habían recomendado y cenamos, mientras se levantaba  para ir al aseo a lavarse las manos aproveché para borrar las fotos de Corina.

                                                  Estuvimos hablando de cosas de su trabajo, en realidad yo no entendía nada lo único que me interesaba es que hubiera tenido éxito y hubiera dado soluciones a los problemas que le habían surgido a la compañía, yo le conté donde había estado pero sin darle detalles de con quién.

                                                  Por la mañana temprano salimos del hotel y dimos una vuelta en taxi por Tucumán, tenía una ordenación muy cuadriculada como un tablero de ajedrez, era fácil caminar y conducir por ella, vimos los monumentos que nos enseñaba el conductor, me habría gustado callejear y visitar el museo que había en la Casa de Tucumán, lugar donde se firmó la Independencia, nos explicó que allí se había declarado la separación con el virreinato español después de una batalla famosa,  se conservaban muchos edificios antiguos todavía, me hacía la ilusión de haber visto a Berta otra vez pero ya era tiempo de volver y a mediodía casi llegamos al aeropuerto Benjamín Matienzo y tras una breve espera despegamos hacia Buenos Aires, durante el vuelo comentamos las diferencias de unas ciudades a otras, le conté que había estado a más de 4200 m. de altitud en los Andes con el Tren a las Nubes y en Salta a 1300 m., ahora en Tucumán a 400 m, el clima y la gente eran muy diferentes, ahora estábamos a 1300 Km. de casa y en poco rato llegamos, yo miraba de hurtadillas por si Viviana nos había preparado otra ceremonia de bienvenida pero tuvimos suerte, de momento se mantenía alejada de nosotros.

                                                  Pero de pronto se me iluminó una idea y no era buena.

  • Javier ¿por casualidad no se te habrá olvidado comprar algún detalle para las mujeres?
  • Joder papá, no me digas que no te has acordado, yo no he podido por esos montes…
  • Venga Javier no me jodas… que se te haya olvidado como a mí no quiere decir que no hayas tenido ocasión, si fuera otras cosas seguro que no se te habría olvidado.
  • ¿Y qué hacemos ahora?  No es ético comprarles nada en Buenos aíres con los sitios que hemos estado.
  • Vaya bronca nos espera, estarán con una cara que les llegará al suelo, sólo nos faltaba esto.

 

                                                  Llegamos a casa y al entrar teníamos la cara como quien va al patíbulo, éramos conscientes del fallo que habíamos cometido, en cambio nuestras mujeres nos recibieron con toda la alegría del mundo, Elena estaba hasta pintada, con los labios de un tono suave y los ojos sombreados a juego, Corina se había maquillado, los labios delineados  pintados de rojo fuego y los ojos también sombreados como ella sabe que mejor le sienta.  Se nos echaron al cuello abrazándonos, nosotros nos mirábamos por encima de los hombros de las mujeres sin comprender pero esperábamos que cuando les dijéramos que no nos habíamos acordado de traerles un detalle… los dos con voz baja les confesamos que no habíamos “podido” traerles un regalo y mi mujer me dijo.

  • ¡Ah!  No te preocupes marido, no nos hace falta nada y además suponemos que por aquellas tierras tendrías pocas posibilidades de comprar nada.
  • Ya aunque en Salta si podría haberme escapado un momento pero estaba en las afueras y los comercios que allí habían…
  • Tranquilos, lo importante es que ya estáis en casa, ahora arreglaros un poco y a cenar, os hemos hecho una cena especial, hemos preparado milanesas…

                                                  Yo miré a mi mujer que estaba muy contenta y Corina me miraba con doble intención.  Abracé al pequeño Javi, lo encontré el doble de grande o eso me pareció, estaba muy despabilado.  Realmente se habían esmerado con la cena, no es que tuviera hambre porque habíamos comido en un buen restaurante cortesía de Javier quizá contentándome sobre sus correrías por el norte pero hice por comerme casi todo en honor de las cocineras.

                                                  Nos acostamos pronto, yo notaba a Concha muy melosa, hasta cierto punto lo veía normal, yo también tenía muchas ganas de verla pero tampoco es que hubiéramos venido de la Antártida, sólo unos días fuera de casa pero cuando nos acostamos ya notaba que la noche iba a ser movidita, me acosté antes y al momento vino mi mujer, me extrañó que apagara la luz al meterse en la cama y lo primero que hizo fue darme un beso de los que quitan la respiración, no me pareció mal comienzo pero cuando busqué con mi mano lo que encontré fue una teta desnuda, se había acostado ya sin nada, mi otra mano por inercia fue a buscar el coño pero ella con delicadeza me la cogió y se la puso en la otra teta, con las dos cogidas por los pezones la polla se me puso ya de una dureza importante, ella la cogió y la desenvainó poniéndome el capullo tirante, se arrodilló a mi lado y pensé que se subiría y me follaría como era su costumbre recién adquirida pero me equivoqué porque se inclinó sobre mí sí pero dirigiéndose hacia abajo, me lamió desde el ombligo hasta llegar a la polla y se la metió en la boca, a su vez pasaba una pierna sobre mi cabeza y dejaba al alcance de mi boca su sexo. 

                                                  Me extrañaba cada vez más, normalmente era yo quien le sugería comerle el coño y aún así se resistía un poco, que tomara ella la iniciativa no era normal, cuando tuve el coño sobre mi boca pegué la boca a él y aspiré lamiéndolo, Elena me guardaba una sorpresa, se había depilado totalmente, desde el pubis hasta la rabadilla no se había dejado ni un pelillo, no sabía que había pasado y el porqué de aquella novedad pero me lancé a lamer y chupar hasta que se corrió sobre mi boca, ella no perdía el tiempo con mi polla pero la tensión por ver mi reacción ante la novedad pudo más, soltó mi verga y se desplomó sobre mi hundiendo la cara entre mi ingle mientras yo le atacaba el clítoris y ella agonizaba en su orgasmo, le lamí toda la zona, sabía lo que le gustaba más y no la dejé descansar hasta que no pudo aguantar tantas convulsiones, tenía las piernas tan abiertas al lado de mi cara que sus labios se me habían quedado en mi cara como una máscara de oxígeno, dejé de lamerle el clítoris pero seguí amasándole las tetas que salían por los costados entre los dos, yo esperaba que seguiría con mi polla cuando se rehiciera pero se dio la vuelta y me volvió a besar en la boca, no le importó que llevara las mejillas pringadas de su flujo, incluso me relamió hasta dejarme limpio pero esta vez sí que subió sobre mi polla y tumbándose sobre mi me apoyó las tetas en el pecho y se deslizó hacia abajo hasta meterse mi tranca en el coño.

                                                  Me cabalgó con dulzura primero, me puso las manos en mi pecho y sólo movía la cintura, yo le cogía las dos tetas con las manos y ella con los ojos cerrados miraba al techo, notaba la diferencia del coño depilado y le acaricié el clítoris que asomaba provocador entre los labios suaves, fue ganado velocidad, no llegó muy lejos, porque se volvió a correr pero no paró, al contrario, siguió moviéndose a pesar de los temblores, dio un gemido que parecía un lamento y se corrió por tercera vez, cosa totalmente inusual en ella, desde jóvenes estaba acostumbrada a correrse silenciosamente, cuando nos casamos vivimos una temporada con sus padres y no quería que la oyeran gemir y después cuando tuvimos a Javier tampoco quería que el niño oyera cómo jadeaba y lo hacía casi en silencio, esta vez en cambio lo había hecho como si estuviéramos solos en un desierto, se tumbó desfallecida sobre mí y al momento se oyó en la quietud de la noche otro gemido tan fuerte como el de Elena, yo en broma le dije.

  • ¿Has oído Concha?  Has tenido hasta eco.

                                                  Mi mujer me dio un bofetón de broma y me dijo.

  • ¡Qué tonto que eres! ¿no te das cuenta que no he sido yo?  Habrá sido Corina desde su cuarto.

                                                  Esta era la noche de las sorpresas, mi mujer me aclaraba que aquella “corrida” era de mi nuera, yo me estaba imaginando a Corina también cabalgando a Javier pero pensando en mí al correrse, le di la vuelta a mi mujer y al estilo misionero la estuve follando con vigor hasta que la llené de leche, me quedé sobre ella sin sacarla y al momento perdí turgencia hasta que se le salió la polla y lo que le había echado, nos quedamos dormidos, apenas nos movimos, luego nos separamos y ella se puso en su postura preferida boca abajo con una pierna plegada.

                                                  Dormí bastante bien para la comida y la cena tan suculenta pero me desperté pronto con la boca seca, acababa de oír cerrarse la puerta de la calle, Javier se había ido a trabajar, era muy pronto todavía pero me urgía la vejiga y luego atraído por el olor a café fui a la cocina para beber aunque fuera agua, por la ventana entraba aún poca luz del día y abrí el frigorífico, ya tenía la botella del agua en la mano cuando de atrás de mi salió una voz.

  • ¿No te gustaría más un café?
  • Hola buenos días Corina, ¿ya levantada?
  • Sí, me levanté para prepararle el desayuno a tu hijo, como premio, esta noche se ha portado bien.
  • Mmm, ya te oí,  bueno creo que te oirían todos los vecinos.
  • Jajaja, no digo nada pero no fui la única, de otra habitación cercana también salió un gemido que parecía una loba aullando a la luna.
  • Jajaja, no se te escapa nada ¿verdad?
  • Ya me conoces, si te sirve de algo los dos aullidos eran en tu honor…
  • Ya lo sé y me hizo mucha ilusión pero el de Elena es el primero que le oigo, nunca se ha destapado tanto, siempre ha sido muy discreta.
  • Eso será consecuencia de la novedad.
  • ¿A qué te refieres?
  • No sé, ¿no has notado nada nuevo?  O es que ya lo das por hecho en todas.
  • ¡Ah!  ¿Te refieres a la depilación?
  • Vos dirás, si te gusta más o no, en todo caso siempre se puede dejar crecer otra vez.
  • Mmm, Corina, me das miedo, ¿cuánta parte tienes tú en este cambio?
  • Digamos… ¿el 90%?
  • ¿El 90% de responsabilidad, entonces el otro 10% que fue?
  • Solamente decir que sí.
  • ¿No me digas que es obra tuya? te creo capaz.
  • Bueno, simplemente hablando de cosas salió la conversación, era una novedad y como le conté las ventajas y las nuevas sensaciones con afán de sorprenderte accedió.
  • ¿Y donde se lo hizo?
  • ¿Dónde?  Aquí mismo, se lo hice yo.
  • ¿Qué tú le has depilado el coño a mi mujer?  Jajaja, no me lo puedo creer.
  • Pregúntale y a lo mejor te lo dice, yo le enseñé el mío.
  • Joder Corina, ¿qué le pareció?
  • Le encantó pero no le dije que a vos también te gustaba.
  • Por favor Corina, un día vamos a tener un disgusto…

                                                  Mi nuera se acercó a mí, yo tenía la puerta abierta del frigorífico todavía, ella se apoderó de mi polla que abultaba el pantalón del pijama y me la sacó, apenas estaba cubierto por la puerta de la posible vista pero no era difícil deducir qué tenía Corina en la mano de haber entrado Elena, la chica llevaba el camisón que había lucido esta noche, se lo había comprado adrede para el regreso de Javier, era negro y le cubría hasta los pies pero un escote por delante y por detrás que le llegaba a la cintura sobre una franja de encaje, el resto era de tul trasparente, los pezones y el triángulo oscuro no lo escondía y su mano estaba subiendo y bajándome la piel del capullo.

  • Por favor Corina, no seas loca, me estás poniendo malo y sabes que no puede ser.
  • ¿Por qué no?, tu hijo me ha dejado a medias, necesito tu pija para poder dormirme, no seas tacaño y dame uno rapidito.
  • No Corina no y suéltame la polla que me voy a correr en la comida de la nevera.
  • ¿Serás capaz de dejarme con la miel en la boca, ni siquiera meterme la punta en la conchita? o prefieres que me apoye en la mesa y me la metes por atrás, te podrías correr en mi culo.
  • Corina no me hagas esto, me voy a correr nada más pensarlo.
  • Pues te lo pierdes, y… yo claro.

                                                  Corina me soltó la polla, tenía el glande morado ya a punto de eyacular cuando abrió el cajón de la verdura y sacó algunos pepinos, buscó uno que tuviera mi tamaño, los fue midiendo con mi polla hasta que encontró uno que era muy semejante aunque más largo.

  • ¿Qué vas  a hacer con ese pepino?
  • ¿A vos que te parece?  Me lo llevo a la cama, no será igual pero por lo menos me haré la ilusión aunque a decir verdad ni se parece, además está frio.

 

                                                  Corina cogió el pepino que estaba helado, me lo imaginaba entrando en el coño de Corina en mi lugar y me ponía enfermo, la chica lo metió en el microondas y le dio unos segundos, cuando lo sacó me lo dio, estaba sólo un poco más caliente que el mío pero a ella le gustó, se subió la falda del camisón y abrió las piernas, con dos dedos se mojó con saliva la vagina y se separó los labios, el pepino entró despacio pero casi todo, luego soltó la falda y salió hacia su habitación, al trasluz se le veía entre las piernas un trozo de la hortaliza asomando, cerré la puerta del frigo y volví a mi habitación.  Elena estaba como la había dejado boca abajo y me acosté a su lado, al levantar la sábana le vi el culo con la pierna plegada y tuve curiosidad, miré entre sus muslos y vi que no tenía ni un sólo pelo.

                                                  Corina había hecho un trabajo completo, se le veían los labios limpios de vello, un poco húmedos todavía y me pegué a ella, al notarme se quedó de lado apretándose contra mí y le puse la polla entre los muslos, Elena levantó un poco la pierna y mi polla se paseó por toda la raja de sus nalgas hasta entrar en la húmeda vagina, al notarse llena bajó la pierna y me aprisionó, le pasé la mano por delante y la puse sobre su pubis, le hice notar que me cabía justo en la palma de la mano y con un dedo le separé los labios, el clítoris ya me estaba aguardando y lo pulsé como un diapasón, noté como se encogía su vientre y empujé hasta donde pude, Elena buscó mi otra mano y por debajo de ella se la puso sobre la teta.

  • ¿Te ha gustado?
  • ¿A qué te refieres, al coño depilado, al botón precioso o a la teta provocativa?
  • Zalamero, a la depilación.
  • Me ha encantado, ha sido una grata sorpresa, no te la habías hecho nunca, ¿cómo se te ha ocurrido?
  • Estábamos hablando Corina y yo de los problemas del matrimonio y no sé porqué salió el tema del sexo, yo no había hablado de eso con ninguna mujer, sólo contigo y más que hablar lo habíamos hecho, le dije que con el tiempo la fogosidad se pasaba y llegaba el cariño más apacible pero ella me dijo que procuraba ir cambiando para tener siempre a su marido contento con las novedades, yo le dije qué nosotros en los años que llevábamos juntos ya lo habíamos probado todo y ella sonrió, me intrigó, yo estaba segura de que no se podía hacer más pero lo primero que me preguntó era si me había depilado el sexo, me quedé asombrada, nunca había hablado de esto con nadie pero reconocía que no me había atrevido nunca y como tú no me lo habías pedido tampoco…
  • A mí me gustas de todas las maneras.
  • Le dije lo que pensaba que pasaría, que me picaría o saldrían granitos o me escocería pero ella me dijo que nada de eso y entonces la chica delante de mí se bajo las bragas hasta los tobillos y separó las piernas, me enseñó su coño, Pepe no te quiero contar pero si las tetas te gustaban el coño te encantaría, apenas se le nota tiene tan juntos los labios que sólo se asoma el clítoris un poco, lo demás esta como si llevara cremallera.

 

                                                  Yo me hundía en el coño de Elena, a la vez que le acariciaba la teta y el clítoris, ella se estaba calentando y cada vez era más explícita.

  • Te juro que me dio envidia, un coño tan joven, moreno y perfecto, yo no quise ser menos, más que nada para que viera que no había comparación y se lo enseñé, ella, lejos de burlarse, me alabó el sexo y me dijo que lo tenía perfecto para depilarlo, me puso en un aprieto, aunque no era ningún crimen probar, me dijo que podíamos probar a recortarme un poco el vello, tampoco se perdía nada y accedí, la chica trajo tijeras y una afeitadora de hoja, me recortó el largo, me lo iba enseñando con un espejo, me hizo la ingle y me gustó, me iba recortando y enseñando cómo quedaba, me cortó hasta dejarme apenas, trajo unas tiras de cera y me las puso, yo creí que me iba a hacer daño pero casi no lo noté, cuando me puso la mano en el coño me dio mucha impresión, ella lo comprendió y se acercó diciéndome que se la pasara a ella para que viera cómo me iba a quedar, no tienes ni idea que tacto tan suave tiene, no raspa en absoluto y se separó los labios para que viera que quedaba por todo igual, pese a lo morena que es de piel tiene el coño por dentro de un color rosa muy claro y los labios menores apenas si le cubren la vagina, ya me tranquilicé, si a mí me quedaba la mitad que a ella me conformaba, con la cera con cuidado fue estirando tira a tira y me quedó muy suave, no se nota el tacto al revés a contra pelo y no obstante me puso una crema especial, es muy suavizante, me pasó por todo, me sentía tan a gusto que te confieso que el clítoris se me puso duro como una almendra pelada pero no le dije nada, Corina quiso acabar de depilarme y me lo hizo todo hasta por detrás, aunque no le entendí al decirme que por si acaso.
  • La verdad es que te ha quedado un coño como el de una niña y si el clítoris se te puso como lo tienes ahora…
  • Casi, Corina tiene unas manos de seda.

                                                  Mi cintura se movía dando golpes hasta el fondo del coño de Elena, mi mujer sacaba el culo hacia mí y suspiraba a cada golpe, en uno de los movimientos bruscos se me salió la polla y ella levantó otra vez la pierna para que se la volviera a meter, lo pasé entre las nalgas y al rozar el culo Elena se encogió un poco, entonces caí en la cuenta del comentario de Corina, quizá lo decía por si se la llegaba a meter por el culo a Elena o a saber, ya lo habíamos probado alguna vez pero más que nada por variar, en España teníamos un sexo de lo más clásico, dos o tres posturas y vuelta a empezar pero yo había cambiado mucho, había probado las mieles del sexo en Argentina y ahora para mí meterla por el culo era tan normal como por el coño, pensé por un momento si Corina le habría hablado de metérsela por ahí y le pregunté.

  • ¿Y no te dijo alguna otra novedad?
  • No llegó a concretar pero me dijo que todavía habían cosas que podía probar, lo dijo cuando me repartía la crema por todos lados, me pasó entre las nalgas, y me dijo que tenía un culo de jovencita, ¡fíjate a esta edad! pero no me molestó cuando me pasó los dedos por detrás, sólo que no lo esperaba.

                                                  Por un momento pensé que Corina estaba preparándome el terreno para que probara nuevas posibilidades, estaba convencido que no se iba a arrepentir y me propuse por lo menos intentarlo, de momento aceleré y Elena se corrió, en mi mano cayó parte de los flujos que le salían y en compensación me vacié dentro de ella, una pasta de semen y jugos pegajosos se repartían entre los labios pero apenas se notaba estaba tan lisos que parecían pintados.

                                                  Cuando nos levantamos en la basura de la cocina había un pepino ajado, parecía que hubiese estado más de una semana fuera del frigorífico y cuando vi a Corina estaba muy sonriente, no podía calcular cuantas veces se habría corrido con aquel pepino, aún así abrió el cubo de basura para enseñármelo y que viera cómo había quedado después de la batalla.

                                                  Elena me preparó un buen almuerzo, no el café con tostada acostumbrado, me lo hizo como en España, una tortilla de patata en bocadillo y con la cerveza que alcancé de la nevera y el café que culminó, salí a la calle como un marajá, una vez fuera dudé donde ir y de pronto recordé un asunto que si bien me había conformado aún tenía algún poco de duda y llamé a Malena.

  • Hola Pepe, ¿qué es de tu vida?
  • Hola Malena he estado de viaje por el norte, casi en los Andes en Salta y Jujuy.
  • ¿Tan lejos?  Me habría gustado acompañarte.
  • Fui con mi hijo aprovechado que iba por trabajo y ti ¿cómo vas?
  • Ya ves… bien.

                                                  El corazón empezó a bombear fuerte, la contestación no era muy convincente.

  • Ese bien no me convence, ¿dónde estás, me gustaría que me contaras cosas?
  • Estoy en casa pero no puedo atenderte mucho rato, después de comer tengo que acompañar a un grupo de japoneses a Córdoba, son industriales de automóviles y  pagan bien.
  • Jajaja, ¿pero tú hablas japonés?
  • Un poco, para defenderme pero ellos hablan todos inglés y eso si que lo hablo correctamente.  Te espero.

                                                  No tardé en llegar a su casa, me interesaba que me aclarara aquel “bien” y cuando subí ya me esperaba, estaba preparando el maletín de viaje con la ropa y el uniforme de guía, me hizo sentarme en la cama mientras elegía el que ponerse.

  • Bueno…  Malena ¿qué querías decir con eso de bien…?
  • Fernando me llamó después de muchos días, yo ya lo daba todo por perdido y le contesté mal y él al otro día tomó un avión y vino para hablar conmigo, los dos nos contamos lo que pensábamos, me confesó todo lo que me había dicho el bailarín gay, estuvieron unos días cogiendo con Tania los tres músicos, era una orgía continua, la chica es inagotable y les exigía más y más pero tuvieron la suerte que el bailarín que contrataron es un semental, con una polla como un burro y él se encargó de ella a partir de entonces, jajaja, me dijo que perdió tres kilos en una semana, yo le conté lo del italiano, que había cogido con él en un albergue transitorio toda una tarde, al final nos perdonamos los dos llorando como críos, le dije que estaba embarazada y él lo comprendió pero me sorprendió cuando me dijo que no pasaba nada, que para él yo era su mujer.
  • Joder, que marido tienes.
  • Se ha arreglado todo, estuvimos cogiendo toda una noche, no dormimos, lo hacíamos con desesperación como si no lo hubiéramos hecho nunca y por la mañana tuve una sorpresa, me bajó la regla, había sido un fallo del test de embarazo, así que la dicha fue completa, se volvió a ir y quedamos como siempre, le pregunté si volvería a estar con otra y me dijo que lo mejor sería seguir igual, que yo también lo hiciera pero que tomara precauciones, me gustó porque pensé en ti, somos un poco especiales ¿no crees?
  • Sois una pareja perfecta y me alegro mucho que lo del embarazo fuera una falsa alarma.

 

                                                  Lo dije con toda la calma que pude pero el corazón me saltaba de alegría, la historia del italiano no me la creí del todo y cuando se lo conté a Corina también me dijo que de haber sido ella tampoco me lo habría dicho por lo que respiré hondo y me abracé a ella.

  • Me alegro mucho Malena, he estado preocupado por ti.
  • ¿Por mi sólo?  Mmm, me parece que no estabas tranquilo por si era tuyo, jajaja.
  • Pues… no del todo, aunque confiaba en ti la historia del italiano… no me convencía.
  • Eeeeh, il ragazzo e molto bene, jajaja.

                                                  Malena me empujó a la cama y se sentó sobre mí, con los zapatos puestos se quitó la ropa que acababa de ponerse,

  • ¿Te gustan mis tetas?  Cómetelas, son tuyas.
  • Me encantan y lo sabes.
  • Pero no te empaches porque luego me tienes que comer la concha.
  • Con mucho placer, también lo sabes.

                                                  Malena me ofreció sus manjares y dispuse de ellos, ya los había lamido y chupado a placer y cuando se puso a cuatro sobre la sábana y me dijo.

  • Ahora puedes estás tranquilo, cógeme como tú sabes ya me tomo la píldora otra vez, lléname de leche y luego me partes el culo, lo estoy deseando, desde que estuvo Fernando no he cogido y estoy desesperada.
 

                                                  Se la metí con mucho gusto, me recreé con cada rincón, le eché saliva en el culo y la hundí en dos golpes, la chica gemía y jadeaba, se corrió cuando le pregunté si había notado que no me lo había creído, confesó que sí y que le habría gustado que fuese mío, me dijo lo mismo que Corina que no me lo habría dicho nunca pero habría sido muy feliz, más que con aquel italiano que no conocía, estuve metiéndole la polla nuevamente en la vagina y cuando me iba a correr tuve la precaución de meterla en el culo, por lo menos quería resarcirme de los malos ratos que había pasado, me duché mientras ella se recomponía un poco, la cama había quedado deshecha y los vestidos por el suelo y miré la hora, ya era un poco tarde y ella tenía cosas que hacer, desnuda como iba se dirigió a la ducha cuando yo me iba, por las nalgas le salía la leche que le había llenado, ella se volvió y me dijo.

  • Hasta pronto Pepe, espero que no te tardes, cierra la puerta al salir por favor.

 

                                                  Cuando salí a la calle, Villa Devoto me pareció Hollywood, el día era esplendido y de momento las nubes habían desaparecido del horizonte.

                                                  Después de comer me senté de cara a la ventana, la tarde se había vuelto gris y había viento, me extrañó la facilidad de cambio de tiempo, no tardé en dormirme y me desperté cuando una mano me tocaba la rodilla, era Javi que estaba en una manta en el suelo jugando, al niño le gustaba estar conmigo y me senté en su manta a jugar, ya se manejaba con las piezas de colores y lo esparcía todo en un momento, con suma paciencia le recogía lo que me señalaba y lo volvía  arrojar lejos, mientras lo hacía estuve pensando que aquel niño era el futuro y en cambio yo ya sabía que por mucho que quisiera no iba a mejorar la vida, me dio un bajón la moral, no tenía miedo a envejecer pero me aterraba sufrir y sobre todo tenía mucha curiosidad por ver cómo pasaban los años a mi alrededor, ver crecer a Javi, de adolescente, de estudiante, de mayor… me puse triste, todo eso no lo iba a ver a no ser que la naturaleza hiciera una excepción y en eso no creía, los ojos se me humedecieron al ver la vitalidad de mi nieto y la torpeza mía, me costaba levantarme cada vez que el niño echaba un juguete lejos de mi alcance.  Corina pasó por el salón y regañó al crío pero yo lo disculpé abrazándolo, Corina me vio y muy prudente salió y se marchó con Elena que estaba planchando.

                                                  Me acosté pronto, no tenía humor y no se me había pasado la nostalgia, sabía que el tiempo pasaba rápido, mi nieto ya no era un bebé y no tardaríamos en hablar del tema de la vuelta a España, tanto Concha como yo estábamos encantados en casa de Javier y Corina, nos habían recibido mejor que podíamos soñar pero debíamos dejarlos vivir sus vidas, era un tema que estaba ahí encima de nuestras cabezas pero que aún no queriéndolo abordar tendríamos que hacerlo más pronto que tarde, dormí de un tirón porque aunque noté a mi mujer arrimarse, cuando se acostó no me dijo nada, pasó un brazo sobre mí y se durmió pronto.

                                                  Por la mañana estaba mejor de ánimo y noté que Corina me miraba de reojo observándome, desayuné y me senté en una silla, no sabía qué hacer, si irme a dar una vuelta o quedarme amargado en casa, sabía que todo el tiempo que estuviera ocioso me lamentaría al recordarlo en mi casa pero lo cierto es que no sabía ni adónde ir.  Corina me miró y con mucha dulzura me dijo.

  • Pepe no te atormentes, no sigas pensando negativamente y sonríe, no sabemos lo que nos deparará la vida en el futuro y eso ya vendrá, te propongo que si no tienes ganas de salir no lo hagas, entre todos procuraremos que te sientas feliz.
  • Gracias Corina, lo cierto es que estoy un poco triste, cosas mías y no me apetece mucho salir, noto que me hago viejo.
  • Jajaja, ¿tú viejo?  Si acaso mayor pero por eso no te preocupes, yo firmaría por estar como vos a tus años.
  • No me quejo pero soy tan feliz aquí con vosotros… y mi mujer igual, ya la ves.

 

                                                  Vi a mi mujer llevando a Javi en brazos lo había vestido para salir y ella también estaba arreglada, me pidió que le preparara el cochecito y aunque me ofrecí a acompañarle me dijo que no, que tenía ganas de pasear con el niño y comprar algunas cosas, cuando salía por la puerta le preguntó a Corina.

 

  • ¿Corina voy a salir a comprar, quieres que recoja los encargos que hiciste?
  • Sí por favor Elena, ya te expliqué…

                                                 

                                                  Corina se sentó en el sofá y palmeó el asiento invitándome a acompañarla, lo hice sin mucha ilusión y me cogió la mano, la giró y me besó en la palma, se la llevó entre las dos tetas y sentí cómo palpitaba su corazón, me emocioné ante el gesto tan cariñoso que tenía conmigo, era una sensación tan emotiva… otras veces hubiera movido los dedos buscando sus pezones y ella lo habría facilitado pero aquella ocasión era totalmente diferente me había hecho sentir en mi mano sus sentimientos, el corazón le palpitaba fuerte, joven y rápido.  Corina apoyó su cabeza en mi hombro sin soltar mi mano y su cabellera se me metía en los ojos pero no me molestaba, notaba su rostro suave y el olor de su piel su mejilla contra la mía, no hacía falta que le contara nada ella había adivinado mis pensamientos como un libro abierto, sus labios me besaron en la mejilla, no era un beso como los que acostumbrábamos era todo ternura, me llenó de besos y al llegar al oído me dijo.

  • Pepe sé lo que estás pensando pero sólo debes recordar siempre lo que te queremos, los dos han sabido querernos a nosotros como nadie lo habría hecho y no sólo por lazos familiares, son unas personas adorables y de ti que quieres que te diga… has llenado mi corazón, me has hecho ser feliz, sentirme mujer y he aprendido a dar importancia sólo a lo que realmente vale la pena, me has dicho muchas cosas sin darte cuenta, a veces con tus silencios me has contado más que hablando y por eso te adoro, eres un hombre que contagias felicidad a cualquiera, no me extraña que todas las mujeres caigan a tus pies, yo soy la primera…

 

                                                  Corina me hablaba tan bajito que apenas la oía, a pesar de estar solos en casa me lo decía de una forma tan íntima que me llegaba al alma directamente, mi mano seguía sintiendo el palpitar cada vez más rápido de su corazón y me emocionó,  sabía el amor que me tenía Concha y que yo le correspondía pero Corina me demostraba que con ella no era sólo complicidad y sexo lo que tenía, era un cariño especial, una unión profunda que traspasaba todos los límites, ella, no obstante, sabía hasta dónde podía llegar y no quería que yo me sintiera mal, sabía perfectamente que yo quería a Concha y para ella eso era lo primero por eso quería vernos felices a los dos.

                                                  La chica soltó mi mano pero no me la quitó y yo seguí manteniéndola debajo de su pecho izquierdo, en la palma notaba el pom pom de su corazón, sentí como se me hacía un nudo en la garganta y en ese momento noté la humedad en mi cara de las lágrimas de Corina que se deslizaban entre los dos, mi mano fue a su rostro, le sequé las lágrimas y le acaricié la sien y el pelo, nos miramos a los ojos y la mirada fue fulminante, cerramos los ojos y nuestras bocas se buscaron, ahora era su respiración la que se desbocaba y buscaba en mis labios desesperadamente mi calor, cruzamos nuestros labios buscando más proximidad y nos parecía poca, el roce de su lengua entre mis labios hizo que la dejara entrar en mi boca y recibirla con la mía, nos abrazamos y nos besamos locamente, le besé los ojos el pelo y toda la cara, ella me correspondía igual me pasó la mano en la nuca y me atrajo hacia si  no dejándome separar, me arrastró sobre ella, se hizo hacia atrás hasta apoyar la cabeza en el brazo del sofá, quería que la hiciera mía, ya no era sexo lo que quería, Corina quería que le hiciera el amor.

                                                  No me acuerdo cómo nos quitamos la ropa, lo cierto es que poco a poco estábamos sobre el sofá los dos desnudos, su cuerpo joven debajo del mío viejo pero sus piernas separadas me esperaban y sus brazos me llamaban para darme un abrazo, no pensaba en meter la polla ni siquiera en chuparle los pezones como tantas veces había hecho ahora me volvía loco por besarla, por sentir sus suspiros en mis oídos, ella quería sentir mi calor, mi peso sobre ella, sentirse poseída y entregada a mí, no sé cómo ocurrió pero estando abrazados besándonos y murmurando palabras de amor, la penetré, ella me recibió con un largo suspiro, no era de placer era de sentirse complacida, saciada de amor, me rodeó con sus piernas para notarme más adentro, yo notaba como movía la cintura para que entrara y la poseyera sus brazos me presionaban la espalda para que mi pecho se amoldara al suyo, sus tetas eran como topes que cedían y nuestros pezones se conectaban como enchufes eléctricos.

                                                  Apenas me movía pero ella gemía como si la estuviera martirizando, jadeaba y me susurraba al oído las sensaciones que notaba, mi polla notaba cómo su vagina me absorbía y me masajeaba, no nos habíamos acariciado con las manos ahora eran nuestro cuerpos los que se frotaban y la piel la que sentía, fue un orgasmo sincronizado, estalló con toda su fuerza y yo me sacudí como si hubiera recibido una descarga eléctrica, mi polla resbalaba adentro, me daba cuenta como salían los jugos de ella, al no poder contenerlos en su vagina mojaban mis huevos y sus nalgas, cuando notaba cómo la llenaba de semen Corina gritaba, nunca la había oído gritar al correrse, ahora los gritos, los gemidos y los jadeos le salían de dentro del corazón, siguió besándome, yo le devolvía los besos estando sobre ella y cuando mi polla se salió exhausta sólo me dijo al oído.

  • Gracias Pepe por hacerme el amor, nunca había sido tan feliz.
  • Yo también he sido muy feliz, me has demostrado que me quieres, eso es más de lo que merezco y nunca lo olvidaré dónde sea que esté.

                                                  Me incorporé y vi a Corina tumbada sonriente y feliz, su cuerpo bañado en sudor, brillaban las tetas guiaban un reguero de gotas por el canalillo y los pezones goteaban un poco de leche, en el ombligo también habían algunas gotas de sudor y sobre el pubis depilado se apreciaban perlas brillantes, vi cómo su vagina se contraía y poco a poco salía mi leche junto al flujo abundante y espumoso, yo me apoyé en el otro brazo del sofá, la diferencia era evidente, mi cuerpo delgado sin músculos con el pecho poblado de vello canoso que me llegaba el pubis y la polla desmayada pegada a los huevos .

                                                  Corina me miró sonriente, en un momento había cambiado de expresión y se incorporó hacia mí.

  • Pepe el momento íntimo ha pasado, ahora vamos a coger.

                                                  No me dejó reaccionar, me cogió de las corvas de las rodillas y tiró, quedé tumbado a lo largo del asiento y ella se subió sobre mí, me cogió la polla y la dejó flácida sobre mi vientre, se sentó sobre ella y con los labios del coño la rodeó, estuvo moviéndose atrás y adelante dejando las tetas sobre mi pecho, el sudor ahora me caía encima mientras entre sus labios aparecía y desaparecía mi capullo cada vez más duro, se adelantó y me puso los pezones sobre la boca, me los comí sin misericordia, estaba rabioso, sabía que aquel momento maravilloso había terminado y ahora tocaba follar, se los mordía pero ella no se quejaba sino que se movía más sobre mi verga que ya frotaba su clítoris con decisión, la chica levantó un poco el culo adelantándose para que volviera a morderle los pechos, los pezones goteaban leche sobre mi cara y cuando se la bebí se volvió a sentar pero yo la esperaba con la polla a 45º la notó y le gustó, no se detuvo hasta notarla hundida en su matriz, me cabalgó gimiendo, con gemidos de placer inmenso, sus jadeos eran sensuales y los suspiros eran de gozo infinito.

                                                  Se corrió sin avisarme, fue un orgasmo violento pero no se derrumbó siguió sin parar apretándome la polla, queriendo exprimirme, sentir mis venas hinchadas, ya se le había pasado un poco cuando levantó las caderas y se adelantó un poco, mi capullo salió de ella pero muy poco tiempo porque buscó la punta y al notarla en su culo se dejó caer suave pero decidida, lo enterró hasta adentro,  mis manos no sabían dónde acudir, las tetas brillaban duras la piel no daba más de sí y con los pezones goteando, mis manos los exprimían hasta sacarle chorritos de leche que intentaba beber al aire, pude atrapar su clítoris cuando estaba a mi alcance y se lo advertí.

  • Corina me voy a correr, no puedo aguantar más.
  • No por favor Pepe, esperame, ya casi me viene otra vez, cómeme las tetas y acariciame donde sea pero espérame.
 

                                                  Le chupé las tetas, estaban saladas de sudor y la leche sabía a sudor también, la mano que estaba entre sus labios revolviendo el botón de placer estaba tan mojada que resbalaba entre las ingles de los dos, a duras penas pude cumplir sus deseos.

  • Ya Pepe ya, acabá que ya me viene, me viene, ¡qué gusto Dios!  Ooooh.
  • Toma mi leche Corina, córrete con ella dentro del culo, nota como hierve.
  • Siii, la noto me abrasa, mi coño se derrite y me partes el culo pero sigueeee Pepeee, no pares.

                                                  Notaba cómo le iba pasando la leche a su culo, por mi polla le inyectaba chorros calientes que ella recibía apretándose contra mí, su esfínter apretaba mi polla para que no se saliera y se pegaba a mis huevos, la tenía toda adentro.

  • Pepe, no te salgas aún, espera que me baje de ti y sacas el culo fuera del sofá, tengo el culo y el coño lleno de leche y lo vamos a mojar.

 

                                                  Seguí sus precauciones, en efecto me deslicé fuera del asiento y nada más sacarla salió un chorro de semen al suelo, Corina pasó una pierna sobre mí apoyándola en el respaldo para que comprobara cómo le había dejado, el coño y el culo estaban rojos, irritados pero bañados, por los muslos le escurría el líquido cuando se fue a la ducha, yo me quedé unos minutos relajado en el sofá, dudaba si podría ponerme de pié y estaba muy satisfecho de cuerpo y de ánimo.

                                                  Corina salió de la ducha y entró en su habitación para cambiarse, yo me duché y volví al sofá, mi nuera preparó café, unas pastas y merendamos, Elena no tardaría en volver con Javi.

Con este relato aprovecho para felicitar a todos los lectores de Todorelatos y especialmente a mis seguidores y desearles FELIZ AÑO NUEVO y que todos sus deseos se cumplan.

Continuará.

 

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

 

Gracias.

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