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Me hicieron creer que era afeminado. (5)

en Amor filial

                                                  Cuando entré en la habitación de mis primas estaban cuchicheando entre ellas, se reían porque su amiga Asun se había enterado por su madre que yo había estado en su casa, precisamente cuando ella no estaba y le había tomado medidas, estaba las dos sentadas en una cama y yo me senté en la de enfrente, enseguida empezaron el interrogatorio.

  • ¿Qué primo?, ya nos hemos enterado que has estado en casa de Asun.
  • ¿Cómo?, si no se lo he dicho a nadie.
  • Nos lo ha dicho ella, su madre se lo contó cuando llegó a casa.
  • Es verdad, estuvo el otro día en la tienda de la abuela para buscarme y me encargó un vestido, tuve que ir.
  • Sí lo sabemos todo y que estaba su padre ¿qué morbo, no?
  • ¿Por qué decís eso?, sólo fui a tomar medidas.
  • Claro primo, no disimules que lo sabemos todo.
  • ¿Todo, cuánto es todo para vosotras?
  • Jajaja, Carlos… conocemos a la señora Merche, que por cierto… ¿qué te pareció?
  • Muy bien, muy guapa, más aún que su hija.
  • Son muy parecidas… en todo.
  • Y dale con el todo, ¿a qué os referís?
  • Entérate primo, madre e hija están muy unidas, como habrás visto su marido no es gran cosa y las dos han hecho una piña, son más amigas que familia y se lo cuentan todo.
  • Joder Alicia otra vez “todo” que quieres decir con eso.
  • Resulta que Asun quedó prendada al ver tu polla y… se lo contó a su madre, imagínate.

                                                  Mis primas estaban sentadas sobre la cama con las piernas plegadas y al ver mi cara de asombro se partieron de risa echándose hacia atrás, mi cara cambió de asombro a estupor.  Alicia al abrir las piernas del todo mostró las bragas igual que Cris, las de mi prima mayor eran blancas con unas motas rosa pero las de Alicia eran negras, me llamó la atención al ser tan joven que usara ese color.

  • Primas tener cuidado porque se os han visto las bragas.
  • A mí no primo.
  • Pues a mi seguro Alicia, no me he dado cuenta.
  • A ti también Alicia, te las he visto bien vistas, las llevas negras.
  • Jajaja, qué mala vista tienes Carlos, no me las puedes ver porque no llevo.
  • Eres una mentirosa prima, te las he visto perfectamente.
  • Mira incrédulo.

                                                  Alicia se levantó la falda en un flash, apenas me dio tiempo a ver nada pero su hermana me lo confirmó.

  • ¡Oh Alicia, no llevas, es verdad primo!
  • Estáis de broma dejadme en paz.

 

                                                  Alicia se volvió a levantar la falda y abrió las piernas, miré con atención y lo que vi era una mata de pelo rizado negro como su cabellera, su hermana también se asomó y para demostrármelo le pasó la mano y le estiró los pelos, los tenía cortos pero ensortijados.

  • Caray Alicia, no sabía que tenías tanto pelo ahí abajo.
  • Sí dice mi madre que crezco muy adelantada por eso tengo estas tetas, Cris casi no tiene aún pelos.
  • Pero ya tendré y se ven menos porque soy rubia, mamá me ha dicho que me crecerán igual que a ella.
  • ¿Qué ella tiene muchos, Cris?
  • Bueno… no, ella no tiene ninguno, una vez entré en el baño sin llamar, mamá estaba en la bañera sentada, estaba con las piernas abiertas y le vi el coño, tenía en la mano una maquinilla de afeitar y se estaba depilando toda, le pregunté qué hacía y me enseñó lo que ya se había afeitado, la otra mitad la tenía de pelos rizados también, le dije que yo no tenía, se lo enseñé y me dijo que ya los tendría pero a ella le molestaban y le gustaba sentir el roce de las bragas, acabó de depilarse se puso crema y me enseñó cómo le quedaban los labios, son muy bonitos y le vi que tenía una piel entre los dos, le pregunté que era porque yo también tengo otra y me explicó que era una almendrita que nacía ahí mismo.
  • ¿Una almendrita?  Pues yo no tengo de eso.
  • Si que la tendrás pero como estás más gordita no se te verá en esos labios tan carnosos.

                                                  Las dos hermanas abrieron las piernas para comparar los coños y los clítoris.  Alicia más morena de piel y con la alfombra que tenía tuvo que buscar su botón mientras que Cris al separar los labios enseñó la piel rosada y en el medio la protuberancia del clítoris, a decir verdad bastante desarrollado ya.  A mí la polla me molestaba entre las piernas y me puse más cómodo para que pudiera escapar pierna abajo y a Alicia no se le escapó.

  • Mira Cris, Carlos también tiene “bultito” jajaja, déjanos verlo primo.
  • Nooo, que os conozco ya.
  • Venga no seas así, nosotras te hemos enseñado nuestros chochitos.

                                                  No pude con las dos, saltaron sobre mí y como no soy de tener fuerza me dominaron fácilmente.  Alicia como siempre tomó la iniciativa y tiró de los pantalones hasta quitármelos y Cris me bloqueaba con su cuerpo la cabeza y los brazos, se apoyaba con su pecho clavándome el pezón en la mejilla, lo notaba duro ya y lo mordí suavemente.

  • ¡Eeeeh, no te aproveches primo, no me muerdas la teta!

                                                  Alicia ya tenía mi polla vertical y lo primero que hizo fue tirar de la piel hacia abajo, le entusiasmaba el champiñón que tenía en la punta y lo besó, luego la lamió desde el frenillo hasta los huevos mojándolo de saliva y enseguida se subió sobre mi y dejó la polla sobre mi vientre, me llegaba al ombligo fácilmente, ella rodeó con los labios del coño el tronco y se movió hacia adelante.

  • Mmm, Cris lo que te estás perdiendo, ¡qué rabo tiene Carlos!
  • Yo también quiero hacerlo como tú Alicia.
  • Ni hablar, tú sigue sujetándolo que no se mueva.

                                                  Cris se cansó de sujetarme y quiso tener protagonismo se quitó las braguitas y se sentó sobre mi cara, al primer lengüetazo que le di se estremeció y se dejó caer del todo, apenas podía respirar pero le ataqué directamente al clítoris, que empezó a crecer con rapidez, se movía para que le lamiera todo el coño, pude meterle la lengua un poco en su vagina virgen y le noté el himen, ella se encogió y se movió más hacia adelante con lo que le alcancé el culo, dio un salto que volvió hacia adelante y se centró en el clítoris.

                                                  Alicia estaba gozando con mi polla pero tenía ya envidia de su hermana, la veía estirarse los pezones sobre la camisa y me cogió las manos para que le tocara las tetas, eran como las de mi madre, más pequeñas pero gemelas, me puse muy burro y noté cómo me iba a correr de un momento a otro, en un esfuerzo sobrehumano las empujé a las dos gritándoles.

  • ¡Bajad las dos!, me voy a correr y no quiero tener problemas.
  • ¿Ya te vas a correr primo?  Que desilusión.

                                                  Apenas se levantó Alicia mi polla, casi tumbada sobre mí, empezó a escupir leche, las primeras ráfagas me llegaron al pecho, la polla libre cabeceaba lanzando más y más, poco a poco fueron acortando las distancia hasta que me llené el ombligo de semen, mis primas miraban con admiración la corrida tan bestial que había tenido y se lanzaron directas a mi pecho a chuparme los goterones de leche blanca, fueron siguiendo el rastro hasta que bebieron el charco del ombligo y después se dedicaron a chupar lo que resbalaba por el capullo, el tronco estaba blanco del flujo de Alicia que me bañaba hasta los huevos, ella lo recogió con un dedo y me lo metió en la boca, tenía un sabor mucho más suave que su madre.

  • Haced el favor de no hacer eso, un día tendréis un problema gordo, os van a preñar sin querer.
  • Mamá ya me ha explicado lo que tengo que hacer.
  • ¿A sí Cris?, pues a mí aún no me ha dicho nada.
  • Sí, me ha dicho que tenga cuidado con los chicos, que no me deje acercar la polla sobre todo a mi coño.
  • En mi clase las chicas dicen que sólo acercarse a un chico se quedan embarazadas.
  • No hagáis caso a las amigas, preguntad cualquier duda a vuestra madre que sabe mucho de eso.
  • ¿Entonces me pueden arrimar la polla los chicos?
  • No Alicia, es mejor que no aunque para quedarte preñada hace falta algo más pero tú eres muy lanzada.
  • ¿Y si lo hago como a ti antes?
  • A ver si lo entiendes de una vez Alicia, la leche que me sale es la que te puede preñar y si te toca el coño y mucho peor si te entra es muy peligroso, tu madre podría ya habértelo enseñado.
  • Gracias Carlos, se lo diré a mis amigas.
  • Mejor que tus amigas se lo pregunten a sus madres porque al final les contarás lo que hemos hecho.

 

                                                  Estábamos hablando y con los dedos les fui acariciando el coño hasta que se corrieron, Cris fue la primera porque iba más apurada pero Alicia lo sintió más era muy escandalosa y gimió como su madre.

                                                  Al volver a mi habitación se me cayó el mundo a los pies, había tal revoltijo de telas cortadas y sin cortar que me deprimí, miré el calendario que tenía en la pared, en él apuntaba los encargos que tenía pendientes y me asusté, estaban los dos de Olivia y Jacinta, el de Merche, el de la chica preñada y ¡las cortinas de Julia!, fui a la cocina y me preparé un bocadillo de fiambre y volví a mi cuarto, no paré hasta las cuatro de la madrugada, ya no veía los puntos que daba y me tuve que acostar.

                                                  La voz de mi madre me despertó por la mañana, el sol me daba en la cara y no me había despertado.

  • Vamos perezoso, ya es casi mediodía y todavía en la cama y tengo que lavar las sábanas.

 

                                                  Tiró de la ropa hasta los pies y vio la erección matutina que tenía, ni yo me había dado cuenta que se había salido la polla por la bragueta del slip.

  • Joder hijo, siempre te veo igual, parece que vas salido, ¿qué no me has hecho caso? te dije que te hicieras una paja cuando se te empinara así.
  • Mamá si no me he dado cuenta, estaba soñando.
  • ¿Soñando?  A saber en qué soñabas…
  • Me da vergüenza decírtelo.
  • ¿A tu madre vergüenza?, vamos hijo dímelo.
  • He soñado con tus tetas…
  • ¿Con mis tetas? Si las tengo blandas y caídas, no sé que les ves.
  • Las tienes como a mí me gustan mamá, por eso me pongo así.
  • Gracias hijo, lo menos que puedo hacer es compensarte, te las voy a enseñar y te haces una paja en mi honor, ¿vale?

                                                  Delante de mí se quitó la bata de estar por casa y se quedó con el sujetador y las bragas, con mucha sensualidad fue bajando los tirantes, se había sentado sobre mis pies y me miraba a los ojos a la vez que yo me cogía la polla y bajaba despacio dejando el champiñón al descubierto, mi madre me dedicaba un strip tease de mucha clase, se soltó el cierre y no dejó caer la prenda, con las manos sujetó las copas removiéndolas haciendo que las tetas salieran por los lados hinchadas pero sin soltarlas.  Yo iba acelerando la mano haciendo crecer la verga, dejó caer una copa pero se cubrió el pezón con la mano, con la otra hizo lo mismo, ahora se masajeaba los pezones con las manos abiertas dejando entrever entre los dedos los pezones duros,

                                                  Era la primera vez que me hacía una paja sólo y zarandeaba la polla sin ningún orden, al fin bajó una mano y después la otra y las tetas aparecieron, no era verdad que estaban blandas y caídas pero tampoco le iba a decir que las de su hermana apuntaban hacia arriba porque las tenía de forma de cono y separadas.

  • Espera Carlos… calma, debes lubricarte, échale saliva a la mano primero que la tienes muy reseca.
  • No tengo saliva mamá, tus tetas me han dejado seco.
  • No sufras aquí estoy yo para ayudarte.

                                                  Se puso sobre mi polla y desde arriba dejó caer un salivazo, con mi torpeza moviendo la mano no pude atraparlo y me cayó fuera, lo intentó dos veces más y al final desistió.

  • Te falta destreza hijo, no debes ponerte nervioso, esto no es para hacer carreras debes gozarlo lento, duro y suave, esta vez te lo demostraré.

 

                                                  Acercó la cara a mi polla y esperé que lanzara otro salivazo desde más cerca pero ella siguió bajando y esperó a que tuviera la mano abajo para meter la polla entre los labios, noté la lengua cómo refrescaba el capullo ardiente y cómo la presionaba contra el paladar aspirando y engulléndola.

                                                  Solté la verga y levanté el culo apoyando los pies alrededor de ella, me acariciaba las nalgas y los huevos, noté sus dedos suaves en mi culo y cuando metió el dedo pequeño toda la presión se fue al champiñón, me engordó todavía más y se puso rojo, mi madre notó que palpitaba demasiado y que iba a descargar y quiso tranquilizarme, sacó la polla de la boca y me cogió las piernas, las levantó como plumas y me las echó sobre la cabeza, estaba arqueado dejando mi culo frente a ella, se acercó y me abrió más todavía las nalgas, su lengua barrió las raja del culo hasta llegar a mi agujero, por debajo tenía mi polla agarrada con las dos manos y las sujetaba moviéndola lentamente, lamió, chupó y besó haciendo que subiera al cielo, notaba sus tetas presionando mi espalda los pezones duros se marcaban en las costillas flacas.

                                                  Cuando dejó que bajara las piernas descansé y caí entre las suyas, estaba sentada en la sábana quedamos encarados y puso sus muslos sobre los míos y nos abrazamos, no noté que se había quitado las bragas hasta notar la humedad de su vagina según se acercaba a mí, no hizo falta apuntar, según se iba acercando en el abrazo me iba recibiendo adentro, noté sus pelos que me hacían cosquillas en los huevos y me rodeó con las piernas, no me besó en la boca pero yo si la besé en el cuello y las orejas, movía la cabeza para que llegara adonde quería y notaba sus pechos pegados cuando resbaló sobre mis muslos hasta subir sobre mí, se estuvo quieta un momento hasta que explotó, me abrazó hasta la asfixia casi, vibraba todo su cuerpo sudado, jadeaba en mi oído murmurando palabras inconexas, sólo le puede entender…

  • Córrete hijo, córrete dentro de mí, de tu madre.
  • Si mamá, te quiero.
  • Y yo hijo y yo.

                                                  Las sábanas quedaron mojadas por completo, habíamos sudado los dos y mi semen se había mezclado con sus blancos jugos, manchas de espuma blanca se repartían en varios sitios cuando deshicimos el abrazo.

  • Anda hijo, dúchate y desayuna algo aunque con la hora que es luego no comerás.
  • Si mamá, me comería tu coño ahora mismo.
  • Calla loquito, ¿no has tenido bastante?
  • No, contigo no tengo bastante nunca.
  • ¿Tanto te gustan mis tetas?
  • Tus tetas y todo lo demás, te quiero mucho.
  • Ya lo sé cariño, ya lo sé.

                                                  Me duché y desayuné ligeramente aunque tenía un hambre atroz, me puse a coser frenéticamente y tardé a acudir al comedor, cuando me llamaron ya casi estaban acabando y mi abuela me miró triste cuando se fue a la siesta, yo me excusé con la mirada, estaba a mitad de comer y quería seguir adelantando el trabajo, Antonia se fue resignada.

                                                  Terminé de comer y llevé los platos a la cocina, al pasar por la puerta de mi abuela la curiosidad me pudo y abrí la puerta lentamente sólo para mirar.  Antonia estaba sobre la cama, ni había quitado la cubierta y se había echado sin más pero estaba desnuda completamente, en la penumbra pude ver las tetas que le asomaban por los costados al tener los brazos abrazando la almohada, pasé de puntillas y la oí cómo respiraba fuerte, dormida completamente, tenía una pierna plegada y la otra recta no hice ruido cuando me desnudé y subí por la parte trasera con cuidado andando a gatas por el colchón mullido.

                                                  Ya estaba cerca cuando vi los labios del coño, estaban deformados por la postura pero se le notaba la entrada de la vagina, con sumo cuidado me acerqué y le apoyé la verga entre los labios, una ligera presión y la polla fue entrando suavemente, entre sueños movió el culo dejándolo más alto y acabé de entrar, apoyado sólo con las rodillas y los codos sobre ella le cogí las tetas a la vez y ella murmuró.

  • Estaba segura que no me ibas a fallar, no te quedes ahí quieto, muévete mi niño.

                                                  Antes de moverme la besé en la nuca y toda su piel se erizó, tiró de la almohada y se la puso debajo del vientre, quedó arqueada pero muy cómoda y para mí fue una bendición, pude entrar hasta clavársela toda, las nalgas le temblaban a cada envite y no tardó en arañar la sábana, mordió la tela para no gritar y tembló como un flan, no quise esperar más y me corrí dentro de ella, con ella no hacía falta condones.

  • Ahora a dormir abuela, que descanses mucho.
  • Seguro que sí Carlos.

                                                  La dejé en la misma postura con el culo elevado y el coño manando leche, ella ni se movió siguió durmiendo tranquila y satisfecha.

                                                  La tarde fue dura me faltaba tiempo por todas partes y cuando entró mi tía por la tarde le rogué que me dejara solo, por suerte sólo remolineó un poco por  la habitación agachándose de vez en cuando para enseñarme las tetas y viendo que no le hacía caso se marchó lanzándome un beso desde la puerta.

                                                  Los vestidos de Jacinta y Olivia ya estaban para la primera prueba y los plegué en un pañuelo grande atándolo de los picos, me vestí con una blusa de Julia de lunares y un vaquero viejo medio roto que tenía la cintura tan baja que enseñaba los huesos de las caderas, cuando llegaba a la casa del policía, él que salía, se tapó la boca para aguantar la risa que le produje y él mismo me hizo una reverencia.

  • Pase su majestad, le esperan sus doncellas jajaja.  Vaya tipo jajaja.
  • Gracias señor, que pase un buen día.

                                                  Entré pasando por debajo de su brazo que aguantaba la puerta andando con las rodillas juntas, se me quedó mirando por detrás y todavía se oían sus carcajadas al alejarse, fui directamente a la habitación donde estaba Jacinta pero miré antes en la de Olivia, no la encontré y entré en la de la señora, me encontré a las dos juntas, la criada le estaba quitando el vestido a su señora, la dejó sólo con un ligero sujetador y unas bragas que hacían conjunto precioso, después fue Jacinta quien le quitó la ropa a la chica y la dejó igual que ella, la lencería no se parecía en nada a la que le vi la primera vez, yo estaba en la puerta asombrado dejándolas acabar.

  • Hola muchachote, no te quedes en la puerta, te estábamos esperando ya y nos hemos preparado, ¿Qué te parecen los cambios?
  • ¡Oh, estáis preciosas las dos! y con esa lencería… para comeros ya.
  • ¿Te gusta?  La hemos encargado en la tienda y nos la han traído de la ciudad, ha sido mi regalo para Olivia.
  • Estáis divinas, me habéis sorprendido, esperaba veros como el primer día y parecéis odaliscas.

 

                                                  Las dos se acercaron a mí, andaban lentamente contoneando las caderas y noté cómo me iba subiendo el calor a las mejillas, me rodearon y me abrazaron apretándose contra mí, me restregaban las tetas sobre la fina blusa de Julia y una a la otra le soltó el sujetador, las cuatro tetas se liberaron a la vez y mi polla ya no podía estar en el viejo vaquero, la llevaba pegada al ombligo y asomaba por la cintura, Olivia me abrazó dándome un beso en la boca con lengua dejando un hueco entre los dos, Jacinta se metió entre ambos y lamió el trozo de polla que asomaba por el pantalón bajándolo y dejando libre el miembro, mis manos no sabían dónde acudir, las tetas de Olivia eran tentadoras pero las de Jacinta no lo eran menos.

                                                  Todavía no sé cómo pero entre las dos me llevaron a la cama, Olivia me empujó subiendo sobre mi y Jacinta se quedó con mi media parte de cintura hacia abajo, de un tirón me quitó el pantalón y Olivia se sentó sobre mi pecho, por el camal de las bragas de tul se le notaba que se había depilado y le salía medio labio me lo ofreció y tirando un poco a un lado metí la lengua, estaba sabroso, mojado pero muy sabroso, llevaba la misma colonia que Jacinta y me recreé dejando las bragas a un lado en la ingle, Jacinta no dejó de chupar la polla hasta que empecé a gemir, me iba a correr en su boca y no lo podía evitar.

                                                  La rubia tuvo piedad y en el último momento paró, ya me salía líquido pre seminal goteando por el capullo cuando decidieron que debían cambiar, Jacinta se tumbó a mi lado pero al contrario y Olivia se levantó dejándome libertad para moverme, rodé a mi lado subiendo sobre Jacinta, tenía las piernas plegadas pero abiertas y curiosamente también estaba depilada, supuse que se habían ayudado una a la otra, hundí la cara en el coño de la rubia, la señora del poli levantaba las caderas para que no le dejara rincón seco y tiraba de mi para que mi polla que colgaba sobre su cara llegara y al no conseguirlo Olivia le puso una almohada debajo de la nuca y se tragó hasta más de la mitad, no movía la cabeza, sólo la lengua y los labios.  Olivia no quedó quieta y viendo mis piernas abiertas se pegó a mi culo lamiéndome desde la rabadilla hasta los huevos.

                                                  No me dio tiempo, la culpa no fue mía, fue… de las dos, Olivia me había mojado tanto el culo que cuando metió el dedo corazón hasta dentro de un tirón debió pulsar algún botón en mi interior que disparó toda la leche retenida hasta entonces, Jacinta tragó, tragó y tragó todo lo que le caía desde arriba como el maná, me abracé a sus muslos y lamí hasta hacerle el clítoris tan duro que le dolía y pedía piedad para que la dejara correrse.

                                                  Se quedó tendida desmadejada con las comisuras de los labios manando semen del que no había podido apurar, Olivia no perdió el tiempo, yo sabía que sería un milagro y no podría reponerme tan pronto porque la polla acababa de vaciarse pero la chica con su juventud supo compensar y me dio un trato tan suave que no dejó que perdiera toda la erección, no tardó a ponerme casi como antes y al llegar a un punto que le pareció suficiente me susurró.

  • No te muevas Carlos, quédate tumbado pero me voy a meter por el culo esta polla tan preciosa.
  • Sírvete tu misma.

 

                                                  Quedé con los brazos y piernas en X y Olivia tomó la iniciativa, se sentó sobre mí, primero se dejó caer clavándose la polla en el coño y dejándome sobre la boca sus tetas para que se las comiera, luego cuando mi polla estaba como el asta de la bandera se giró sin sacarla y me dio la espalda apoyándose en mis rodillas, levantó un poco el culo y cambió de orificio, tan mojada estaba que apenas tuvo que presionar para que se le clavara en su puerta trasera, la chica miró al techo y cerró los ojos, apenas gimió y de tres sentadas se quedó inmóvil clavada. 

                                                  Por detrás pude acariciarle el nacimiento de las tetas y ella se recostó sobre mí para que llegara a sus pezones, me folló hasta que quiso, tenía una flexibilidad pasmosa y se retorcía hasta lo inverosímil para que le entrara más y más, tras unos gemidos que lanzaba a la luna se corrió lastimosamente, parecía que sufría pero no, no me había fijado que al estar exponiendo el coño abierto con las piernas separadas Jacinta se había apiadado de ella y le estaba lamiendo el clítoris con una suavidad que la llevó al cielo.

                                                  En aquel momento no pensé nada, no estaba para eso precisamente pero cuando Olivia bajó de mi fue a buscar la boca de Jacinta, yo de espectador me excité al ver la sensualidad del beso que se estaban dando, las dos antes de juntarse habían cerrado los ojos e inclinando las cabezas se habían acoplado perfectamente, sus labios se apretaban buscando las sensaciones en sus lenguas, sus manos se buscaban ansiosamente, ya no eran las tetas sólo, también eran los coños, los hombros, los muslos, toda su piel era erotismo, Jacinta era más pasiva, Olivia la besaba por todas partes buscaba cada rincón de su piel para lamerla y Jacinta la dejaba hacer, se tumbó el pie de la cama con las piernas en el suelo, Olivia le lamió el culo y fue subiendo por su espalda hasta su nuca, le cogía las tetas y se las amasaba a la vez que le mordía las orejas.

                                                  Por un momento vi los dos culos juntos uno encima del otro y me acerqué, no me importaba quien era quien y sin apuntar metí la polla, ninguna se quejó sólo distinguí que en alguna clavadas me costaba un poco más que en otras, debía ser si era culo o coño pero los cuatro agujeros fueron míos.  Jacinta giró quedando de cara a Olivia, ahora se volvían a besar y era Olivia la que recibía las caricias en las tetas, Jacinta parecía haber recobrado la fiebre y se comía literalmente a la joven criada.  Ahora tenía los dos coños juntos a mi disposición y los llené de carne, ya me iba a correr cuando me acordé de mi abuela, no podía preñar a ninguna de las dos, subí deprisa a la cama y me puse a la altura de las caras de las dos, se volvieron justo para abrir sus bocas y recibir la andanada de lechadas que les lancé a ambas, luego siguieron besándose quitando la leche una a la otra y ofreciéndosela con la lengua.

                                                               Nos quedamos los tres tumbados sobre la cama cruzados, con las piernas colgando, Olivia fue la primera en recuperarse y me recordó el motivo de mi visita.

  • A todo esto… ¿cómo llevas los vestidos de adelantados?
  • A eso venía, a probároslos.
  • Muy bien, ya estamos impacientes.
  • Se nota.

                                                  Ni yo mismo me lo creía, las medidas habían sido muy acertadas  y apenas hizo falta alguna rectificación, le enseñé a Jacinta el suyo, tenía un poco de trampa, el escote podía llevarlo cerrado con unos cierres invisible o abierto hasta donde quisiera, su marido no podría enfadarse y ella podía ir a su gusto, en casa y si salía en compañía de Olivia, a la chica me relajé más y lo hice más juvenil aunque con mesura, sobre todo para no calentar al poli y que la acosara cuando venía bebido, que era casi siempre.

                                                  Cuando bajaba por la calle, oí una risotada, de detrás de un coche asomó apoyado en el guardabarros al policía borracho, me dijo una serie de “piropos” que más que ofenderme me dio placer oírlos, nunca se imaginaría el rato que había pasado en su casa con su mujer y con el culo de “su” Olivia.

                                                  Antonia me esperaba impaciente al llegar y esperó a que se marcharan las clientas para decirme que había estado la madre de Germán, nerviosa porque temía que no le terminara pronto el vestido premamá a su hija, ya se le notaba el bombo bastante y era muy evidente, le prometí a mi abuela que iría lo antes posible.

                                                  Por la tarde mi tía me estuvo rondando otra vez con la excusa de sus cortinas, hacía lo imposible por ponerme caliente, esta tarde ideó ayudarme a poner orden en mi habitación y se dedicó a recoger los retales que estaban en el suelo, en vez de barrerlos estuvo agachándose con las piernas abiertas, por la falda ancha que llevaba me enseñaba que no llevaba bragas, el coño depilado me lo mostraba al acercarse a mí, podía ver cómo le brillaban los labios, para mí era un suplicio pero para la polla más, todavía no sé cómo pude resistir la tentación hasta que un poco desilusionada se fue.

                                                  La noche también fue caótica pero me levanté pronto, mi madre se asomó a media mañana para ver si me había dormido otra vez y me venía a despertar, yo estaba cosiendo desde temprano para ir a probar el vestido a Cintia, la chica estaba ocupada y me recibió su madre, me dijo lo mismo que le había contado a mi abuela y llamó con apuro a su hija, la chica me pareció encantadora cuando acudió, evidentemente la tripa iba aumentando rápidamente y las tetas por supuesto también, su madre quiso que se lo probara enseguida, se notaba que estaba nerviosa y se empeñó en ayudarme, Cintia no tuvo reparo en quitarse el vestido que llevaba y quedarse en ropa interior, su madre un poco escandalizada intentó cubrirla con una sábana pero la chica le dijo.

  • Mamá, no te preocupes que Carlos es como un hermano o mejor… porque Germán… así que no te apures aunque me vea.
  • Es que niña… se te ven las tetas fuera y esa tripa y las bragas, por Dios.
  • Tranquila señora…
  • Elvira, me llamo Elvira.
  • Encantado señora Elvira, no se preocupe que no es la primera mujer que veo en paños menores…
  • Ya y encima a ti… tampoco te afectarán ¿verdad?
  • ¡Mamá!  Que dices.
  • No te preocupes Cintia tu madre tiene razón a mi… apenas me afectan.

 

                                                  Cintia sonrió volviéndose de espaldas y se dispuso a que le probara con su madre atenta a nuestro lado, la chica lo primero que hizo fue quitarse el sujetador y las tetas gordas le saltaron, su madre movió las manos para tapárselas pero la chica la cortó.

  • Mamá, ya te he dicho que Carlos es como un hermano, ¡qué digo, mejor que un hermano! y tiene que probarme pensando que todavía voy a coger más volumen.
  • ¡Ah!  Si es así…

 

                                                  La mirada de complicidad de Cintia me dijo mucho y cuando le probé el vestido, hizo que le tocara las tetas bastante delante de su madre, ella se notaba inquieta pero el colmo fue cuando la chica se quitó las bragas y me las enseñó, me dijo que las costuras le hacían llagas y me enseñó la entrepierna y la ingle, debajo de la tripa el coño estaba a la sombra y Elvira sudaba al ver a su hija enseñándome el coño tan despreocupadamente.

                                                  Cintia estaba dispuesta a apurar más cuando le dijo a su madre que aprovechara para hacerse un vestido ella también, siempre iba con el mismo y que ella misma se lo regalaba, la mujer no sabía que pensar ante la decisión de su hija, ésta le acuciaba con toda clase de argumentos hasta que la madre no tuvo más remedio que aceptar, la chica me guiñó un ojo cuando le empecé a tomar medidas a su madre, ella misma me “dirigía” por donde tenía que apoyar la cinta y no dudó en que le tocara las tetas a su madre con profusión.

                                                  La mujer viuda hacía tiempo no estaba acostumbrada a aquellos tocamientos y se notaba angustiada pero su hija del alma era la que me dirigía y eso la convencía, por eso cuando Cintia le abrió la blusa para que me ajustara más a la medida la mujer cerró los ojos y miró al techo.

                                                  Cintia no paraba de hablar diciéndome lo que tenía que hacer y yo, sonriendo para mí, la seguía divertido.

  • Fíjate Carlos, mi madre necesita ponerse al día, esto que lleva no es sujetador ni nada, no le hace el más mínimo efecto.

                                                  Me demostraba que los tirantes no estaban más que de adorno y el pecho le caía flácido, hablando y hablando le subió los tirantes bien altos, las tetas le subieron con él y me mandó.

  • Carlos, cógele las copas desde debajo para que yo le tense los tirantes.
  • ¿Así o más?
  • Un poco más Carlos.
  • ¿Así te parece bien?
  • No ahora te has pasado, tiene que tener un posición cómoda y natural, mi madre tiene un pecho muy bonito pero como no se cuida…
  • Entonces ¿se lo dejo así?
  • No me entiendes Carlos, déjame a mí, tú sujeta desde abajo y yo le suelto los tirantes.

                                                  Me quedé con las manos llenas con las tetas de Elvira, la mujer aguantaba estoicamente las ordenes de su hija, le había bajado los tirantes y las copas sueltas cayeron dejándome ejercer de sujetador, aprecié que realmente Cintia tenía razón no tenía mal las tetas, la prenda le oprimía más que le realzaba y pude admirar la dureza y el contraste de los pezones con la blanca piel de Elvira, con disimulo la soplé en los pezones y de inmediato  le salieron como toros del redil.

  • ¿Ves lo que te digo Carlos, mi madre tiene unos pezones muy sensibles, a la mínima se le marcan y ese sujetador no le disimula nada, debería comprarse uno nuevo y con el vestido que le hagas que no se le marquen.
  • Ya entiendo, la verdad es que los tiene duros y ásperos y la areola grandísima.
  • Sí, siempre me han llamado la atención, ya me gustaría que las mías fueran igual, pues imagina cuando nos diera de mamar a mí y a mi hermano, espera y verás.

 

                                                  La mujer ya no miraba, parecía estar en otro mundo con las manos en la cabeza dejaba a su hija confiada en que quería lo mejor para ella y cuando Cintia le chupó un pezón sólo se estremeció sin abrir los ojos, le dio unos cuanto lametazos y me cogió del brazo acercándome a su madre, cuando dejó el pezón me empujó a que se lo chupara yo también, la mujer se mordía el labio, no sé si de apuro o que le gustaba.

                                                  Mis lamidas y chupadas fueron más profundas que las de su hija y los notó, bajó los brazos y me cogió la cabeza, Cintia también tenía el pelo corto y supongo que no notaría la diferencia pero cuando me cambió la cabeza a la otra teta sospeché que le estaba gustando.  Cintia, al ver que su madre reaccionaba bien, acabó de quitarle el vestido, la mujer no se atrevía a abrir los ojos y prefería no ver y dejarse llevar, no dijo nada cuando me acerqué hasta dejar que rozara mi polla debajo del pantalón, Elvira no movió ni un músculo pero no apartó la mano.

                                                  Cintia me abrió la bragueta sacó la polla y me empujó del culo hasta la mano de su madre quieta como una estatua, la mujer respiraba fuerte a la vez que yo le absorbía los pezones hasta llenarme el paladar y al notar el glande ardiente movió un dedo, Cintia lo notó y me empujó más cerca, ya movió dos dedos y al tercero ya iba abriendo la mano para agarrarme la polla, cuando la tuvo bien cogida yo también tenía las manos en las tetas de Cintia pero al ver que su madre me retiraba el prepucio y comenzaba a meneármela la chica discretamente salió de la sala.

  • ¿Y Cintia, dónde está?
  • Ha salido un momento.
  • ¡Oh Dios mío!  ¿Qué estamos haciendo?
  • Nada Elvira, sólo estoy disfrutando de sus preciosas tetas y deseando comérmelas y usted creo que tampoco le hace ascos a mi polla.
  • Pero… y mi hija… si nos ve, ¿qué va a pensar?
  • Que estará muy dichosa de ver a su madre gozar.
  • Madre mía, es que hace tanto tiempo…
  • Piense en ahora y en lo que tiene en la mano.
  • Oh sí, que polla, ya no me acordaba qué tacto tenían, ¿me dejas chupártela?
  • Claro es toda para usted.

 

                                                  La señora Elvira, no se cortó y se arrodilló frente a mí, se abrazó a mi culo y se tragó la polla, me sorprendió que de una vez la hizo desaparecer, le cupo toda entera y la mantuvo unos momentos saboreándola, luego la fue sacando hasta relamer el capullo, Cintia escondida tras la puerta se apretaba una teta mientras la otra se perdía debajo de su vientre.  Elvira me estuvo lamiendo las polla y los huevos hasta la saciedad parecía no tener otra idea mejor y cuando la cogí y la levanté de los codos me miró sin saber qué hacer, la apoyé sobre el sofá tumbada sobre el asiento, ella me miraba como si flotara y ni siquiera hizo mención de abrir las piernas, se las tuve que abrir yo y me dejé caer sobre ella, cuando notó mi polla adentro empezó a sollozar abrazándome.

                                                  Cintia al no poder ser vista por su madre salió de su escondite y se sentó frente a mí, abriendo las piernas y frotándose el coño con las dos manos, Elvira sollozaba, gemía y reía al mismo tiempo, yo tenía un condón en el bolsillo y lo saqué ella al verlo negó con la cabeza, no quería que me lo pusiera, quería sentir piel con piel y yo se lo agradecí.  La madre y la hija se corrieron casi al mismo tiempo y yo estaba enervado al ver a las dos mujeres gozar por mi culpa, levanté las piernas de Elvira sobre su cabeza y las separé dejándome caer otra vez sobre ella, ni se inmutó cuando me hundí de golpe en el coño, ya no jadeaba ni gemía ahora gritaba dando gracias al cielo del orgasmo que le había dado y pidiendo otro.

                                                  El cielo o yo se lo dimos y la mujer lloraba abrazándome, su hija estiraba de sus pezones con dos dedos en su coño.

  • Señora Elvira… ¿puedo pedirle una cosa?
  • Lo que quieras querido, lo que quieras.
  • Levante un poco el culo, por favor.
  • Ooooh no me pidas eso, nunca lo he hecho aunque me han contado que da mucho gusto.
  • Por eso, usted se merece lo mejor.

 

                                                  Ella cogió las piernas por las corvas de las rodillas y se escurrió más en el asiento dejándome su culo a la vista y bien abierto, Cintia no quiso perdérselo y silenciosamente se acercó sin que la viera su madre, me miró la polla la tenía a reventar y vio cómo el capullo morado se aplastaba en el culo mojado de flujo espumoso hasta desaparecer, los ojos de Cintia no daban crédito a lo que veía, su madre estaba enculada y no se quejaba, al revés gemía de gusto, nunca se lo habría creído de no verlo y ahora le estaba metiendo mi estaca hasta el fondo y ella me pedía más, me decía que le partiera el culo y que la follara hasta reventarla.  Cintia no había oído ese lenguaje a su puritana madre en su vida y ahora desatada parecía otra mujer, aunque la verdad le gustaba más que la otra, ahora la conocía como mujer, seguro la entendería mejor desde ahora y no la culparía por su embarazo.

                                                  La mujer tuvo otro orgasmo anal, sus temblores me agitaron a mí como una batidora y me corrí en su culo, ella hizo cara de desengaño, tenía la ilusión de que le llenara el coño de leche pero tampoco se quejó y me sonrió, dándome un pico en los labios.

                                                  Al bajar las piernas, cansada y satisfecha, su hija se esfumó a otra habitación sus muslos brillaban también de humedad y no pudo ver a su madre chuparme la polla cuando la saqué de su culo, la dejó brillante como salida de la ducha.

                                                  La hija apareció vestida comiéndose una manzana como si nada, preguntó si habíamos acabado y los dos dijimos que si a coro, les dije que cuando volviera que ya les tendría acabado el vestido pero Elvira me dijo que no tuviera prisa y que volviera para probárselo otro día,

                                                  Me despidieron en la puerta de la calle, Cintia me dio un beso en la mejilla que me rozó los labios y Elvira me rozó la polla con la mano notando que aún estaba dura, luego suspiró mirando al cielo.

Continuará.

Agradezco sus valoraciones y sus comentarios.  

Gracias.

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