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Me hicieron creer que era afeminado. (31)

en Amor filial

                                      Suspiré cuando María se lo tomó a broma y aunque vino hacia nosotros sentándose también en el sofá al mismo tiempo que se quitaba la blusa, se levantó enseguida arreglando la ropa y plantándose en jarras frente a nosotros.

  • Jajaja, menudo susto os he dado, si llego a quedar pidiendo otra ronda de polla, os morís, especialmente tú Carlos, si te vieras… estás derrotado, jajaja.
  • ¿Yo?, ¡si estoy para tres polvos más!, jajaja.

                                      Rosa y Nerea me miraron incrédulas y al ver que mentía como un bellaco me dio una tanda de manotazos en broma, entre risas nos vestimos y nos fuimos a casa.

  • Adiós Nerea, me ha encantado conocerte, dale recuerdos a tus hermanas, supongo que se acordarán de mi.
  • Todo lo contrario, estarán esperando para que les cuente como voy de dolorida, jajaja.

                                      Los siguientes días trabajé frenéticamente, Rosa me ayudaba y plasmaba en tela lo que yo diseñaba, trabajaba en todas las prendas a la vez y delante de mí tenía los diferentes maniquís y según iba incorporando piezas les iba haciendo modificaciones, por el suelo había montones de retales de todas las telas.

                                      Con María no tenía problema porque nada más llamarla dejaba lo que estuviera haciendo y pasaba al taller para probarse su vestido premamá, cuando lo hacía, Rosa me ayudaba a ajustárselo, cada vez tenía que corregirlo de algún sitio porque su cuerpo se transformaba día a día, Rosa miraba y señalaba por donde debía arreglar algo, de paso me hacía ver cómo le crecían las tetas y la tripita, como premio siempre que volvía a sus quehaceres nos dejaba que le besáramos un pezón cada uno, porque ya sabía mi norma, que no habría “fiesta” en horario de trabajo.

                                      Una tarde asomó por la puerta que nos comunicaba con la tienda y anunció que teníamos visita, dejamos todo lo que teníamos entre manos y pasamos a la tienda, ya se oía un rumor que llegaba desde la calle pero en la puerta de la tienda habían tres figuras a cual de todas más espectacular que se recortaban al contraluz.

                                      La gente desde la acera se agolpaba para verlas y cuando ya pasaron hacia adentro estallaron en un aplauso, en primer lugar llegaba Inés, detrás Emilia y después Nerea, cada una vestía según su estilo, Inés con su piel negra y un vestido blanco estrecho con unos recogidos desde los hombros hasta la cintura que “ocultaban” un escote espectacular, “subida” a unos zapatos blancos de 16 cm. de tacón de aguja, también andando con el paso típico de las pasarelas, al llegar a nosotros dio una vuelta imitando un desfile y pudimos verla por detrás.

                                      En parte comprendí la algarabía de la gente porque el tejido del vestido era tan suave que se pegaba a su cuerpo que por supuesto no llevaba más prendas que aquel vestido, en cuanto al maquillaje era la cara de una tigresa, las facciones salvajes que tenía naturales las potenciaba haciéndole un efecto felino, se notaba el toque profesional de Nerea.

                                      Emilia vestía más en su línea de ejecutiva con una falda estrecha de tubo que sólo le permitía cambiar las piernas lo justo para dar pasitos cortos y una blusa de flores grandes con un gran lazo en la garganta, no llevaba escote pero casi era peor porque debajo de la blusa de seda se le notaban las tetas sueltas que simulaban a una riña de gatos, los zapatos también de aguja, aunque no tan altos, le hacía que las piernas enfundadas en unas medias grises con costura perfectamente recta delineaba las curvas como trazadas con una regla.

                                      Y Nerea cerraba el grupo, por un momento recordé cómo vino vestida la vez anterior, ahora era una mujer estilizada, con su cabellera rubia platino, completamente lacia que sólo le dejaba ver los ojos y media mejilla, se había maquillado de una forma tan sutil que destacaba cada facción de su rostro, llevaba un suéter ceñido de color plateado que se pegaba al cuerpo como una segunda piel, por supuesto tampoco llevaba nada debajo y los pantalones de talle alto le hacía las piernas larguísimas, los zapatos apenas se le veían pero eran de punta y tacón fino.

                                      Por el escaparate la gente estiraba el cuello para verlas, sobre todo a Inés pues la conocían por las revistas y la televisión, Emilia se había encargado de promocionarla para que la reconocieran en todo el mundo como la “top model” que era.

                                      Nos besamos todos y eso aumentó la expectación en la calle,  nos contaron que habían venido en taxi y que prefirieron apearse en la esquina de la calle y desde allí vinieron paseando las tres ocupando toda la acera para que las vieran cómo venían a mi tienda, era una gran publicidad gratuita que había urdido Emilia, nos contaron que antes de llegar a la tienda ya había paparazis haciéndoles fotos “robadas” que no tardarían en salir en todos los medios.

                                      Para mayor tranquilidad pasamos al taller y María cerró la puerta de la tienda poniendo un cartel que decía “No tardo, disculpen las molestias”

En el taller Rosa se dispuso a preparar café y las pastas que siempre teníamos preparadas pero las tres prefirieron unos combinados, no fue problema porque teníamos un frigorífico bien surtido y les ofrecí lo que les apeteció.

                                      Nos sentamos todos alrededor de la mesa de trabajo y les expliqué cómo iban los modelos de adelantados, Inés (con más experiencia) hizo algunos comentarios que me vinieron muy bien sobre todo de la  forma para lucirlos con más soltura en la pasarela, quiso demostrarlo y quitamos las telas que había sobre la mesa larga, sin pensarlo se subió con la ayuda de una silla y desde arriba pidió que le dejáramos su vestido, todavía no estaba terminado pero sí lo suficiente para probárselo.

                                      Retiramos las sillas más hacia atrás e Inés sin más problema dejó caer el vestido que llevaba soltando los cierres de los hombros y éste quedó aplastado a sus pies.  Un ¡ooooh!, se oyó en el taller, sobre la mesa con todas las luces iluminando, aquel cuerpo negro estilizado con unas proporciones perfectas nos impactó a todos, no me fijé ni en sus tetas pequeñas separadas por un ancho esternón,

ni en su culo perfecto que realzaba las caderas armoniosas ni su pubis depilado que le hacía una tenue raya que marcaban sus labios, quedé extasiado por el conjunto pero a mi polla no le pasó lo mismo, aunque disimulé.

                                      Rosa le dio el vestido del maniquí y la ayudó a ponérselo, al agacharse por detrás pude ver que los labios del coño se le abrían enseñando el interior color fucsia, se dobló como un junco sin doblar las rodillas con lo que pudimos apreciar la longitud de sus piernas, las tetas le salieron un poco al estar agachada pero las puntas apuntaron finas hacia el suelo.

                                      Anduvo sobre la mesa haciendo los gestos del paseo y me demostró la utilidad de las modificaciones que debía hacerle para que pudiera lucir mejor la prenda, eran detalles “técnicos” pero que sobre la marcha los hice y vimos la gran diferencia que se apreció.

                                      Emilia sacó una cámara de fotos pequeña y estuvo haciendo fotografías para repasar en la oficina y hacer un “book” para mí sobre el proceso de confección.  Se quitó el vestido sobre el “escenario” y nos pidió que le ayudáramos a bajar al suelo, Rosa estaba más cerca pero dejó que fuera yo el que sujetara aquella belleza para bajar, Inés me abrazó para no caerse y noté en un segundo su calor, su olor y su tacto.  Sus ojos se clavaron en los míos y me “explicaron” con una sola mirada lo que estaba deseando en aquel momento, le aguanté la mirada cerrando un poco los párpados y sacando un poco la lengua haciéndole ver que yo estaba igual o peor que ella, lo quiso comprobar y sin pudor me cogió la polla y la sacó.

                                      Quedé sorprendido por ver la reacción de todas las damas que estaba mirando sonrientes, Rosa gozaba al verme tan azorado, María se tocaba el vientre y las tetas redondas, Nerea pasaba las manos entre los muslos y Emilia estiraba sus pezones que amenazaban romper la blusa desde adentro.

                                      Inés tiró de mis pantalones y del bóxer hasta el suelo y la polla saltó a 45º delante de su cara, subida a los tacones con las piernas en cuclillas, las tetas puntiagudas y aquella cara tan exótica me puso como un burro, me miraba a los ojos a la vez que lamía el capullo, lo noté desaparecer entre sus gruesos labios, la nariz un poco achatada respiraba con los orificios nasales abiertos del todo, la dejé hacer lo que quiso, sabía mamar una polla como nadie y se lo demostró a todas, me puso al máximo pero quiso compartir y cuando ya estaba con el glande morado se retiró para que alguna ocupara su sitio, por mi polla pasaron sus hermanas, la primera Nerea que sonrió guiñándome un ojo recordando el “engaño” anterior y luego Emilia me recordaba la visita a su despacho.

                                      María se arrodilló porque el bombo no la dejaba agacharse pero me puso la mano en una teta para que sintiera el tamaño que ya tenía y al final Rosa acabó de ponerme la polla casi pegada al vientre pero dejó a Inés que terminara lo que había empezado, la negra escultural se agachó plegada y cogió con una mano los huevos y con la otra el tronco y lo agitó sujetando el capullo sólo con los gruesos labios.

                                      Me corrí sintiendo como si me lanzara por un tobogán, una sensación de vacío me inundó cuando le llenaba la boca de leche, masajeaba los huevos para que no quedara nada y después se volvió a la audiencia y abrió la boca, les enseñó en su paladar oscuro la blanca laguna que guardaba su lengua, levantó la cabeza al cielo y la tragó haciendo gárgaras.

                                      Todas aplaudieron a la vez, alguna todavía se relamía imaginado mi polla entre sus labios.  Cuando Inés se levantó parecía que no terminaba nunca de estirarse pero se apoyó en la mesa abriendo las piernas de espaldas a mí.

  • Si te apetece seguir aquí me tienes, lléname lo que quieras.

                                      No quería seguir pero Emilia y Nerea me cogieron de los brazos y me acercaron donde esperaba Inés, Nerea se encargó de ponerme la polla otra vez en condiciones con la mano a la vez que Emilia levantaba la blusa y me daba una teta para que me motivara más.  Cuando me vieron preparado me pegaron a la trasera de Inés, yo no sabía adónde dirigirme pero Nerea eligió por mí, escupió en el culo de su hermana y en mi polla y Emilia empujó mi cadera hasta que la polla entró.

                                      La negra gimió con su boca abierta de par en par pero sacó el culo hacia mí pegando el pecho en la mesa, Nerea agachada entre mis piernas controlaba la polla entrando y saliendo, Rosa y María se acercaron para ver la enculada que le daba a Inés y no pudieron evitar que la mano de María comparara las tetas de Inés con las suyas y Rosa fue directamente al clítoris que ya conocía de la modelo, Emilia demostró su instinto maternal acariciando las tetas redondas y el bombo de María.

                                      Inés se corrió jadeando, entre todos le proporcionamos un orgasmo brutal, tardó unos minutos interminables sacudida por sucesivos espasmos, cada mano le proporciona un placer imposible de soportar y cuando saqué la polla todavía se estremecía, Nerea no quiso que se perdiera mi lechada y me lamió la polla dejándola brillante y esperó que del culo de su hermana saliera lo que le había depositado, con varias contracciones fue saliendo una masa blanca que lamía y tragaba a la vez.

                                      Entre todas me subieron como un muñeco a la mesa tumbado y me llenaron de besos y caricias, no sé cuantas manos me tocaron ni las bocas que chuparon la polla pero después de dos corridas consecutivas necesitaba un poco de reposo.

                                      Cuando pude incorporarme las mujeres estaban hablando entre ellas sobre el “rito” del desfile, Inés las ponía al corriente de cómo funcionaba el “backstage” y cuando ya me senté en la orilla de la mesa María vino a ayudarme a saltar.

  • Carlos, ¿Qué te parece si me ven con el vestido premamá y me explican si ando bien o no?
  • ¡Buena idea María!,… ¡chicas veamos el vestido de embarazada del desfile!, ya está avanzado o aunque luego tenga que reformarlo podíais opinar.
  • Claro que sí, vamos a verlo.

                                      María no tardó nada en quitarse lo que llevaba y fue a por su vestido, Rosa como siempre al detalle le ayudó a ponérselo, por la cabeza entró bien pero en las tetas ya tuvo problemas, las tenía tan gruesas que con el cuidado por los alfileres le costó, ayudé también para que no se pinchara lo que fue peor, porque mis roces hicieron que sus pezones se hincharan y abultaran todavía más, tuve que presionarlos para que pasaran pero al llegar al vientre volvimos a tener dificultades, levanté la falda y tiré hacia debajo de la cintura del vestido, pude admirar el coño velludo de la chica, olía de maravilla y estuve tentado de pasar la lengua entre sus labios pero me contuve, lo notaba húmedo, quizá de verme follar a Inés.

  • ¿Qué os parece?, tengo que adaptarlo al volumen que va cogiendo pero la forma que he ideado permite llevarlo casi todo el embarazo.
  • Es cierto, es una idea original, además María tiene un buen tipo y sabe andar bastante bien, creo que causará sensación pero si no paran de crecerle las tetas vas a tener que preparar otro vestido para el día del desfile, jajaja.
  • Sí, ¡mirad como las tengo ya!
  • ¡Oooh!  Vaya tetas y qué pezones, son tan negros que podrían servirme a mí, jajaja.
  • Si tuvieras esas tetas no podrías ir por la calle, te comían entera, jajaja.
  • Prefiero las mías, tampoco están mal ¿no creéis?
  • Sííí, a cada una las suyas.  Jajaja.

                                      Cuando salieron lo hicieron por el taller, en el escaparate de la tienda aún había gente mirando pegados por el cristal intentando ver a la famosa modelo pero las hermanas salieron discretamente hacia la otra dirección y montaron en el taxi que habíamos pedido por teléfono.

                                      A los pocos días me llamó Emilia, ya tenía una selección de modelos para los otros vestidos que había previsto y me citó en su oficina, me enseñó diferentes fotografías de las chicas, todas eran muy guapas aunque no tenían el estilo ni el cuerpo de Inés, eran más o menos chicas normales (estaban todas muy buenas) y entre los dos elegimos a tres que se adaptaban a nuestras necesidades, temí lo que nos iban a costar, porque no teníamos dinero más que para subsistir pero Emilia me tranquilizó.

  • No padezcas Carlos, las chicas cuando se enteraron de que era para desfilar en la Semana de la Moda de Paris y que además iba mi hermana se ofrecieron a ir sin cobrar, se conforman con que les pagues la estancia y que incluyamos en su currículum que han desfilado junto a Inés.
  • De maravilla, es una muy buena idea, ¿qué opinas de la colección?
  • Te confieso que me parece mejor de lo que esperaba, no es fácil armonizar varios vestidos de tu estilo, demostrarás que el de Ginebra no fue una casualidad, enhorabuena, aunque…
  • ¿Qué pasa Emilia?, dime lo que sea, estoy preparado para lo peor.
  • No te preocupes Carlos, iba a decir que lo que me quedó un poco pobre fue lo de Inés.
  • ¿No te gustó, crees que no es bonito? lo desharé y pensaré en otra cosa, aunque no hay casi tiempo no dormiré.
  • Jajaja, no es eso loquito, lo que me defraudó fue la follada con Inés, creí que seguirías con cada una de nosotras…
  • ¿Con las cinco a la vez?, imposible.
  • No, con las cinco a la vez no, una detrás de la otra, no me habría importado el orden pero me hacía falta tu polla.
  • Uf, ya quisiera yo pero no podía más.
  • No lo creo, cuando le probaste el vestido a María, le tocaste las tetas con deleite y al meter la cabeza por debajo de la falda vi cómo se marcaba la polla otra vez, jajaja.
  • Joder Emilia, es que olía de maravilla y verle el bombo desde abajo me removió la sangre.
  • Ya lo vi, ya y… ¿crees que aún tenemos tiempo de admirar el paisaje de Madrid por mi ventana un rato?
  • Por supuesto, te lo iba a proponer pero no lo he hecho por si alboroto al personal.
  • ¡Ah, no te preocupes!  Ya apostaron si me ibas a follar por el coño o por el culo.
  • ¡Vaya plantilla que tienes en la oficina, habrá que contentarlos!
  • Pero esta vez no podré bajar la persiana, querrán asegurarse si ganan o pierden.
  • Con una condición, que venga también la chica del autógrafo.
  • ¿La de las tetas hermosas?, le encantará.

                                      Detrás de la ventana estaba toda la redacción en pleno y cuando Emilia asomó la cabeza y llamó a Sonia la chica saltó viniendo con nosotros, desde adentro saludó a la audiencia y esperó órdenes, le dije que se apoyaran sobre la mesa de cristal y para dar más ambiente de escenario cerré las cortinas del ventanal (y por si era día de limpiar cristales), encendí todas las luces del despacho y fui bajando las faldas de las dos mujeres, dejé los culos cara a la ventana interior y me quité los pantalones, la polla ya la llevaba a medio gas y la pasé entre las nalgas de las dos, abrieron las piernas preparándose pero les dije que se quitaran la ropa también de arriba, quedaron totalmente desnudas y así por debajo de la mesa de cristal se veían las cuatro tetas aplastadas.

                                      Desde afuera los chicos y chicas se agachaban para ver todo con detalle y cuando tuve la polla a punto escupí entre las nalgas, desde afuera se oían las voces animándome por que empezara por una o por la otra, me era indiferente porque Sonia tenía un coño igual o mejor que Emilia y sin dudarlo se la clavé, todos lo notaron porque apretó los puños en el canto de la mesa y aplastó más las tetas en el cristal de la mesa dejando los pezones chatos, di una docena de empujones y sin avisar hice lo mismo en el coño de su jefa.

                                      La pillé desprevenida y lo acusó pues levantó los dos pies del suelo quedándose pegada al cristal con la cara también aplastada en un rictus de sorpresa, cogido a las caderas para que no se moviera le di otra docena de clavadas pero ya estaba confiada la otra chica cuando volvía a ella y con el flujo de Emilia como lubricante apoyé la verga en el culo y la hundí hasta la mitad.

  • ¡Aaaag, Diooos, eso se avisa, me has roto el culo sin dilataaaar!
  • No seas quejica, mira a tus compañeros, si por ellos fuera te la habría clavado entera hasta adentro.

 

                                      El coro de afuera gritó como si fuera un circo romano, todos quería más y más y los complací follándole el culo clavado a tope, luego pasé a Emilia y demostró que a ella también le gustaba mi polla en su culo, incluso saludó con la mano a la audiencia cuando se la clavé a fondo, se corrieron las dos dando puñetazos al cristal y cuando me iba a correr las puse de rodillas frente a mí y les arrojé varias andanadas de leche en las tetas, afuera muchas chicas emocionadas también sacaban sus tetas y los pocos compañeros que había se masturbaban, cuando me corrí miré y me estaban imitando, les llenaban las tetas de leche que ellas repartían por sus pechos.

                                      Salimos todos a la oficina, todas las chicas presumían de leche en sus tetas y algunas se acercaron a mí para tocarme la polla todavía a media asta.  Aplaudieron a Emilia y a su compañera y vieron juntos los dos mejores pares de tetas brillando de leche.

                                      Las cosas se iban solucionando, todos y cada uno poníamos de nuestra parte y los modelos iban tomando forma definitivamente, la semana anterior a la partida hacia Paris, vinieron las tres modelos que habíamos seleccionado para conocernos y de paso para probarse sus respectivos vestidos, Silvia la rubia era alta y con más curvas de lo que parecía en las fotografías que tenía en su book, me sorprendió y llamé a Emilia, al decírselo se hizo cruces pues el vestido no podía abrocharlo por mucho de caderas, después de ponerle una faja reductora pudimos embutirla como con calzador pero subir la cremallera por la espalda fue imposible, tenía unas tetas que se le salían por encima del sujetador pero cuando le pedimos que se lo quitara, hizo lo todo posible para evitarlo, Rosa empleó su “mano izquierda” para convencer a la chica y cuando por fin lo consiguió nos quedamos alucinados.  Rosa, María, Elena y Eva, abrieron la boca sin poder reprimir un ¡oh!, yo caí sentado en la silla que tenía detrás.

                                      En el momento que Silvia se volvió dándonos la espalda quedamos expectantes, en el vestido de novia blanco, se abría la cremallera peligrosamente pero al volverse nos enseñó el sujetador en la mano demostrando que nos había complacido, lo que no previó fue que al levantar los brazos y llevar el vestido desabrochado todo el delantero le cayó hacia adelante, entonces sí que el ¡oh! fue general pero de horror, las tetas de Silvia cayeron como pimientos asados, la chica nos contó entre sollozos que desde que se hizo las fotos con un bikini al comienzo de su “carrera” de modelo se había operado los pechos pero no había quedado bien, había rechazado el implante y al quitárselo le habían quedado fláccidos, era una pena porque era muy linda pero al verse descubierta y humillada estalló en llanto, se quitó como pudo el vestido y apenas se puso su ropa salió precipitadamente hacia la puerta, Rosa corrió detrás de ella para evitarlo.

  • Silvia por favor vuelve, no te vayas, no te preocupes.
  • Snif, snif, no me digas nada, no tengo perdón, he sufrido mucho intentando no decirlo a nadie, os he decepcionado a punto de presentar la colección, no merezco vuestra confianza.
  • Espera mujer, para todo hay solución, hablemos con Carlos, él no se merece todo esto, debes dar la cara por lo menos.

                                      Al momento volvió acompañada de Rosa, le acariciaba la cabeza intentando calmar su llanto, entre las dos contaron su drama y me hizo un nudo en la garganta, en un primer momento me había indignado mucho con la chica por no haberme advertido, la habría fulminado con la mirada por no ser sincera pero al contarme su problema Rosa intercedió por ella, la dejamos llorando consolada por las demás y me llevó al almacén.

  • ¿Qué opinas Rosa?, estoy hundido, a estas alturas con un pie en el avión y la tonta de Silvia me viene con este problema, la voy a despedir y no va a pisar una agencia en su vida.
  • Vale Carlos, te comprendo y todo lo que dices se lo merece pero te conozco como nadie y sé que no serías capaz de eso, creo que debías buscar una solución.
  • ¿Solución, con un vestido de novia precioso sólo a punto de plancha?
  • Tienes razón pero piensa… el vestido hay que lucirlo pero quizá si le sacamos las costuras y le ponemos un tul en el escote podríamos disimular sus tetas tan caídas, al fin y al cabo, no tiene que enseñarlas y con un poco de ayuda las subiremos para que luzca el escote.
  • No sé… si tú lo dices… a estas alturas ya no hay tiempo de nada, hasta pensé vestir a María y presentarla como una novia preñada.
  • Jajaja, ¡qué ocurrencia!  Eso sí que sería rompedor pero creo que podríamos intentar solucionar el problema con Silvia.
  • Está bien, sabes que me confío contigo, no sé donde iría sin ti.
 

                                      Si hasta entonces se notaba la tensión, ahora era un caos, las demás chicas se probaron sus vestidos de coctel y de noche con los problemas clásicos, un poco más corto, más estrecho, tirar de aquí o de allá, como estaba previsto eran chicas con sus curvas, sin muchas tetas ni culos y al final de la tarde quedamos satisfechos y se marcharon.

                                      Rosa y yo nos pusimos manos a la obra con el vestido blanco, Rosa demostró ser una profesional de pies a cabeza, además de profesora era muy buena modista y después de dos días y dos noches sin parar conseguimos adaptar el vestido para Silvia, la chica no se separó de nuestro lado y una vez pasado el berrinche resultó ser bastante simpática y abierta.

  • Estoy muy emocionada por vuestra comprensión, nunca dejaré de agradecer el trato que me dais, si queréis os hago café para relajaros.
  • Está bien, aunque para relajarnos no es lo mejor, Carlos y yo nos relajamos de otra forma aunque nunca habíamos estado tan tensos como ahora ¿verdad Carlos?
  • Es cierto, el trabajo extra me va a matar, llevamos dos días a tope.
  • ¿Cómo os puedo relajar?, lo siento pero no sé dar masajes.
  • No te preocupes, cuando terminemos nos iremos a casa y nos relajaremos toda la noche si hace falta.
  • Mmm, ya comprendo, si es lo que yo creo, también puedo colaborar, vosotros seguid con lo vuestro.

                                      Silvia pasó por detrás de Rosa, y por debajo de las axilas rozó el tórax, mi compañera al notarla se recostó hacia atrás y Silvia la besó en el cuello, estaba agarrotada y se sintió mejor, levantó los brazos para que Silvia siguiera por donde iba, las manos avanzaron hacia adelante para llegar rozando los pechos hasta los pezones, notó que era bien recibida y siguió, yo estaba sentado delante de ella al otro lado de la mesa y observaba los avances de la chica, sus besos se  extendieron por las orejas de Rosa y por la nuca, ya giraba la cabeza ofreciéndole los sitios donde le gustaba que la acariciara y Silvia seguía explorando con sus manos, al llegar a las tetas le soltó el sujetador y suspiró liberada de la opresión de la prenda.

                                      Yo veía el movimiento de los nudillos de la modelo debajo de la blusa de la modista, se notaba que se habían apoderado de los pezones y los aplastaba estirándolos con dos dedos, la boca de Silvia pasaba de lado a lado del cuello pero pasó por delante y en un principio le besaba las mejillas aunque cada beso se acercaba a la comisura de los labios hasta que la besó en un lado, Rosa respiraba entrecortadamente, se notaba que estaba excitada y al momento dejé de ver a Silvia pero la cara de felicidad seguía en Rosa, no me di cuenta hasta que una mano pasó por mis piernas hacia arriba, la modelo debajo de la mesa acariciaba los muslos de Rosa que llevaba una falda ancha.

                                      Estuve observando a Rosa, por un momento arrugó la tela del vestido blanco y se dejó caer sobre la mesa, las tetas aplastadas sobre el tablero y la cara ladeada gimiendo de placer, Silvia le estaba proporcionando un orgasmo tremendo y, antes de que se repusiera, la mano que había sentido antes volvió a posarse en mi muslo y se desplazaba hacia arriba, al instante noté cómo se aflojaba mi cinturón y mi polla salía al fresco, aunque fue un segundo porque enseguida noté el calor húmedo de una boca y era la de Silvia, me estaba dando una mamada pero de una manera muy incómoda, de vez en cuando daba con la cabeza con la mesa por lo que opté por levantarme de la silla y quitarme los pantalones.

  • Silvia te agradezco lo que haces por nosotros y lo haces muy bien pero no me gusta que estés arrodillada entre nuestras piernas, te sugiero que vayamos al sofá.
  • Uf, gracias Carlos, no sabía si estaba bien lo que hacía.
  • Hacerlo lo haces bien pero lo puedes hacer mejor.  Rosa siéntate en el sofá y abre las piernas.

 

                                      Rosa obedeció, ya no llevaba bragas porque Silvia se las había quitado pero la falda cayó al suelo antes de llegar al sofá, de paso se quitó la blusa y el sujetador que estaba suelto cayó con ella, ya desnuda se sentó con las piernas abiertas pero le dije que se sentara sobre el respaldo y a Silvia le señalé que se pusiera de rodillas sobre el asiento comiéndole el coño a Rosa, le bajé las bragas a Silvia y me gustó el modelo, la chica tenía gusto para la lencería y la falda la subí sobre la espalda.

                                      Me acordé del problema que tenía y quise ayudarle a superar su trauma quitándole la camisa y dejando que las tetas se descolgaran hacia abajo, en su momento debieron ser unas tetas preciosas con unos pezones muy sabrosos que seguían siendo los mismos, los cogí desde abajo y los apreté, Silvia se sorprendió al notar que le acariciaba sus “malditas” tetas, pensó que todavía había alguien que sabía valorarlas, quizá por eso gimió agradecida cuando le metí la polla de golpe en el coño, ella se aplicó en el de Rosa que la esperaba abierto y aspiró el clítoris hasta tragárselo literalmente.

                                      A cada empujón mío, ella aplastaba su boca entre los labios de Rosa, con las tetas sujetas por mis manos se corrió convulsivamente pero no dejó de chupar el coño de Rosa, ésta lo agradeció con una corrida abundante que le mojó la cara hasta las orejas.

  • Me alegro que te hayas corrido Silvia, se nota que has gozado, yo también lo he hecho ya dos veces con tu lengua pero ahora le toca a Carlos, ¿dónde quieres que lo haga?
  • Adonde quiera, a Carlos no le puedo negar nada.
  • Te advierto que tiene gustos exquisitos.
  • Yo creí que le gustaría mi coño, es lo mejor que tengo porque las tetas…
  • Seguro que le gusta tu coño pero es un sibarita, te lo va a demostrar, yo te ayudaré.

                                      Rosa escupió en su mano y la pasó por el culo de Silvia, ésta en un momento esquivó la caricia pero al insistir comprendió que sería inútil y estaba muy agradecida, cuando un dedo entró en su culo, su boca lamió la vagina de Rosa que suspiró y que presionó para que entraran dos dedos, Silvia esperaba que con dos dedos dilataría suficiente pero al poner el capullo en la entrada comprendió que mi polla no era un espagueti y apretó los dientes.

                                      Rosa me miró y dio luz verde, cogió la cabeza de Silvia y la apretó contra su coño, el grito de la modelo quedó amortiguado por los labios y el clítoris de Rosa pero mi capullo ya estaba adentro del culo de Silvia, ante lo inevitable se relajó y con un poco de crema la polla fue entrando hasta desaparecer completamente.  Rosa dejaba respirar de vez en cuando a Silvia y al notar que le llegaba al fondo la polla la dejó que hablara.

  • ¡Por Dios, que polla tienes Carlos!, creí morir, nunca me habían metido por ahí ni un dedo y cuando Rosa metió uno me pareció imposible que pudiera entrar algo más, ahora todavía no me creo que tu verga esté dentro de mí.
  • Ahora empieza lo mejor, Carlos se va a mover y te follará el culo como nadie lo hace, te vas a correr y te va a llenar de semen, saboréalo porque es único enculando, a mi me vuelve loca.
  • Si tú lo dices… pero ten cuidado Carlos.

                                      La predicción de Rosa se hizo realidad, cuando empecé a bombear a Silvia estaba expectante pero al notar que el placer la inundaba volvió a lamer el coño de Rosa, mi compañera debía estar en su día fértil porque estaba hipersensible y volvió a correrse, al momento fue Silvia y yo por simpatía o contagio lo hice en su culo, fue una corrida en cadena y cuando nos desacoplamos quedamos repartidos a lo largo del sofá desnudos y llenos de fluidos.

                                      Las dos se ducharon juntas y tardaron bastante, cuando volvieron andaban abrazadas, cada una cogía una teta de la otra y sonreían felices, pasaron a mi lado para recoger sus ropas y se agacharon para darme una chupada cariñosa en la polla caída, luego fui hacia la ducha, la noche iba a ser larga pero ya teníamos quien nos relajara.

                                      La inventiva de Rosa fue providencial, un sujetador de una talla menor y unos algodones como relleno hizo el milagro de levantarle el pecho lo suficiente para que asomara exuberante sobre el escote, con los retoques acabados y planchados le dimos el visto bueno.

                                      Ya nos disponíamos a marchar a casa para dormir un rato, iba a amanecer dentro de poco pero Silvia quiso agradecernos el esfuerzo, con el sujetador “trucado” puesto y recostada en el sofá nos invitó a “celebrar” el final del vestido, nos pareció una buena idea y subí al asiento dejándole la polla a la altura de su boca, Rosa pasó por debajo de mí y metió la cabeza entre sus muslos, la chica cumplió con lo que quería, cogiéndome de las nalgas se tragó la polla hasta hacerla desaparecer a la vez que Rosa le separaba los labios del coño pulsando su clítoris sin piedad con su lengua.

                                      Esta vez fui el primero y sin sacar la polla de la garganta de la rubia la llené de semen, no perdió ni una gota porque cerró los labios alrededor y medio ahogándose engulló todo lo que llegaba, cuando me vacié Rosa ocupó mi puesto y Silvia siguió lamiendo el coño de Rosa, si creyó que había terminado de tragar se equivocó, porque Rosa le inundó la boca con sus jugos en una abundante corrida, yo contribuí chupando los pezones de Rosa que lo agradeció abrazándome para mantenerse sin caerse cuando le atacó el orgasmo.

                                      Emilia nos proporcionó un baúl para meter los vestidos sin arrugarse y todo lo necesario para cualquier retoque de última hora en París, el día de la marcha salimos en taxi hacia el aeropuerto Rosa, María y yo, en la puerta de la tienda pusimos un cartel pidiendo disculpas claramente porque íbamos a desfilar en París, las tres modelos dijeron que irían por separado pues quedarían unos días para hacerse ver y aprender del ambiente de los desfiles, Inés también marchó aparte, quería reunirse con sus amigas “top model” y seguir en contacto con las marcas punteras de la moda.

Continuará.

Si les gustó, les ruego que valoren y comenten.

Gracias.

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