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Me hicieron creer que era afeminado. (30)

en Amor filial

                                      A partir de ese día me dediqué a diseñar una colección para presentar en Paris, iba a ser la primera y por eso quería impresionar al mundo de la Moda.  Durante el viaje de vuelta de mi pueblo estuve pensando y a mi mente acudieron ideas que pasaba a un papel arrimado a la cuneta, mi objetivo fundamental era presentar una colección ante todo funcional, sabía perfectamente lo que arriesgaba pues en el mundo de la costura no se admiten muchas innovaciones a no ser demasiado extravagantes que se hacen para llamar la atención pero mi idea era todo lo contrario, era facilitar a la gente común (pero con cierto poder adquisitivo) una ropa que pudiera ponerse en la calle o en cualquier lugar sin problema, según iban pasando los kilómetros iba afianzando la idea y cuando llegué a la tienda ya tenía el proyecto medio hilvanado.

  • Rosa, quisiera hablar contigo, ¿te puedo invitar a cenar?
  • Claro Carlos, ya sabes que sí.
  • Gracias, porque no quisiera interferir en tu vida privada.
  • Mi vida privada eres tú, Carlos.
  • Gracias otra vez pero ante todo estás tú y no quisiera condicionarte por nada.
  • No te preocupes, eso es cosa mía.

                                      Después de cenar y delante de unos vasos largos de Gin Tonic le expuse mis ideas, en un principio dudaba pues lo lógico era que como novato en el ramo impactara con unos modelos cargados de colores y diseños imposibles, así era normalmente lo que se esperaba de las “nuevas promesas”, por otra parte también los “veteranos” no se sentían amenazados y siempre podían influir en la opinión general, los críticos estaban muy influenciados por las grandes marcas.

  • No te veo convencida Rosa…
  • Sí… me gusta la idea pero… ¿no será quizá demasiado arriesgado?  Quiero decir en el sentido contrario, sabes que te juegas mucho, si fallas a la primera será muy difícil remontar y tendrás que dedicarte al “pret a porter” como máximo.
  • Ya lo he pensado pero creo que la idea es buena, sería rompedora.
  • Y tanto, porque los grandes te romperían hasta el último hueso, jajaja,
  • Si te parece podríamos probar, de aquí al desfile queda mucho, todas las firmas están empezando aún y nos da tiempo aunque empecemos desde cero y sin medios, será un reto.
  • Madre mía, si no sale bien va a ser un desastre… pero tú eres el jefe, ¡adelante con los faroles!
  • No me asustes, parece que me mandas al cadalso, jajaja.
  • No, adonde te quiero ver es en mi cama, ya hace mucho que no follamos y de paso me cuentas cómo está tu familia.

                                      En vez de ir a casa de Rosa fuimos a la mía, ya me había mudado a una urbanización en las afueras de Madrid, era un sitio tranquilo donde sólo se permitía entrar si eras vecino o conocido, en la entrada había un guardia de seguridad que nos saludó desde su garita.

  • Por favor Carlos, ¡tienes la casa hecha una lobera!, llena de bocetos por todos lados y papeles arrugados por el suelo, deberías trabajar sólo en el taller.
  • Ojalá, es que cuando me viene una idea es como si tuviera un orgasmo, hay que aprovecharlo ¿sabes a qué me refiero Rosa?
  • Mmm, ya lo creo, si es así te habrás corrido muchas veces, espero que te quede leche para mí, jajaja.
  • Vale, voy a recoger un poco todo esto y estoy contigo.
  • Espero en tu cama.

                                      Ciertamente era todo un desastre de aseo, papeles por aquí, lápices y reglas por allá y revistas por doquier, cuando lo dejé todo un poco más presentable acudí con Rosa.

                                      La luz estaba apagada y no quise encenderla porque sospechaba que Rosa me preparaba una agradable sorpresa, me quité la ropa y subí por los pies de la cama, esperaba encontrarla desnuda con los brazos y piernas en cruz pero palpé por toda la cama y no noté su presencia.

                                      Me extrañó mucho pero en un momento sentí que algo me tapaba la boca y la nariz y lo veía todo negro, no sabía que pasaba y casi grito, no lo hice porque no pude, tenía la boca amordazada y mi grito no salió de la garganta, la risa de la mujer sonó desde arriba, la oía apenas porque hasta los oídos los tenía tapados, ya me faltaba el aire cuando Rosa me dejó respirar un poco, entonces pude ver un poco de luz y comprendí, ella estaba sujeta a la cabecera de la cama pegada por completo a la pared con las piernas abiertas y cuando me recosté sobre la almohada cayó sobre mi cabeza.

                                      Sus piernas me tapaban los oídos, el culo los ojos y el coño la nariz pero el clítoris la boca entera, no dejó de reír cuando se tumbó sobre mi apoyando sus tetas sobre mi estómago y su boca encontró mi polla, le dio un giro al glande como una órbita y a la tercera vez se tragó el capullo entero.

                                      Tenía ganas de sexo porque me sujetó los muslos y se dedicó por entero a mamarme la polla, a la vez se restregaba sobre mi boca dejando un rastro como baba de caracol.

                                      Mi lengua no tardó en reponerse del susto y vibró como el cascabel de una serpiente en su botón, debía estar muy deseosa de ella porque apenas le di dos pasadas saltó sobre mi cara y se corrió abundantemente.

  • Lo siento Carlos pero necesitaba un orgasmo, me has tenido abandonada mucho tiempo.
  • Mujer, sólo han sido tres días…
  • ¡Y qué es eso, una eternidad!
  • Está bien, me alegro que ya estés un poco desfogada, ahora vamos a follar en serio, jajaja.
  • De eso puedes estar seguro, te voy a dar una mamada de antología.
  • Ya tardas…

                                      Rosa cumplió con creces lo prometido, con la polla en la boca no paró hasta que la llené de leche, tosiendo y carraspeando tragó todo lo que le había depositado y todo lo que no había podido recoger con la boca lo esparció por sus tetas, ya estábamos los dos más apaciguados y se tumbó mimosa a mi lado apoyando la cabeza en mi pecho.

  • ¡Ah, ya no me acordaba, lamento lo de tu abuela!, sé que la querías mucho.
  • Sí, era una mujer especial, me siento orgulloso de ser su nieto, me enseñó todo en la vida, como sabrás no fui casi nada a la escuela, mis estudios los hice en casa, pegado a las faldas de Antonia.  Además de estudiar me enseñó todo lo que sé y me sirvió de mucho, sin ella no estaríamos aquí.
  • Lo imagino, aunque tu madre no sería menos.
  • Claro que no, mi madre fue todo, me quiere como nadie y me educó para que fuera un hombre de bien, sufrió lo indecible cuando tuvo que sacarme del colegio porque me hacían la vida imposible por mis maneras, ya sabes…
  • Me hago una idea, en un pueblo y donde se trabajaba tan duro…
  • Sí, la mina creo que es el trabajo más duro que hay pero yo salí así y no lo comprendieron.
  • ¿Tienes más familia?
  • Claro, mi tía Julia, un amor de mujer que está muy buena para su edad, jajaja, y no te digo nada de mis primas… ya son dos bellezas, curiosamente una se parece a Teresa mi madre, y la mayor a Julia mi tía.
  • ¿Cuando dices que se parecen a qué te refieres?
  • Pues… a que se parecen en todo…
  • ¿En todo, todo?
  • Jajaja, ya sé por dónde quieres ir, sí en todo… todo.
  • No quiero saber más, entre todas te habrán llevado en andas…
  • Más o menos sí, jajaja.

                                      Antes de dormirnos Rosa me cabalgó lentamente mientras le sujetaba las tetas, de paso íbamos haciendo planes…

  • ¿Qué te parece…?, había pensado en un vestido súper lujoso de noche que luciría Inés, será la modelo insignia, la principal, la que represente a mi firma, luego podemos hacer un vestido de novia fastuoso y uno de coctel y otro de tarde y…
  • Espera no te embales Carlos, para eso harán falta modelos y cuanto más conocidas mejor, María tendrá que buscar a todas y eso es difícil porque estarán comprometidas.
  • Eso, María… y también un vestido premamá, ese lo puede lucir María, ya estará gorda cuando desfilemos.
  • Un momento, María no es modelo y aunque esté preñada no lucirá el vestido.
  • No te preocupes, pienso buscar a modelos desconocidas, nada de cuerpos estilizados, para eso ya tenemos a Inés, gente con tallas normales y a María la enseñaremos a caminar si hace falta pero sin tanto estilo de modelo, como una preñada normal, ya sabes… caminando como una embarazada real.
  • Pero no estamos metidos en esos círculos, no sé por dónde podemos empezar.
  • Creo que para eso tenemos una carta escondida, mi amiga Emilia, la hermana de Inés, me prometió que me ayudaría, espero que no me falle, tiene muchos contactos y… es preciosa.
  • Haber empezado por ahí, jajaja, ya sabía por qué te interesaba tanto.
  • Pues a ti parece que no te disgustaba, creo recordar que le dejaste un buen recuerdo, jajaja.
  • Tienes razón Carlos, es una belleza.

                                      Las tetas de Rosa estaban llenas de moratones, cuando la escuchaba atento aprovechaba para chuparle los pezones y sólo soltaba cuando le contestaba, ella hacía  casi lo mismo, cuando me contestaba se quedaba sentada sobre mi polla clavándosela hasta el fondo y al escucharme me cabalgaba lentamente, masajeando la polla con los músculos pélvicos.

                                      Estuvimos hablando y haciendo planes y cuando más animada estaba la conversación nos corrimos casi a la vez, fui el primero porque empecé a soñar despierto y a dejar volar los planes de futuro, Rosa no dejó de cabalgarme y de que me di cuenta me estaba derritiendo en su coño, ella aprovechó que me callaba para recibir la chupada de pezones que le hizo venirse con un orgasmo imparable.

                                      Caímos sobre la sábana, ya era de madrugada y nos dejamos vencer por el sueño, había sido una noche fantástica y habíamos planeado muchas cosas.

                                      Por la mañana al volver al taller llamé a Emilia, le conté mis proyectos y le parecieron muy bien con algunos detalles que debíamos pulir, le dije que por el momento sólo eran ideas pero que la línea iba a seguir esos pasos, al mismo tiempo le pedí consejo para poder encontrar modelos de las características calculadas, no quería monumentos de talla 42 sino mujeres con ciertas curvas y que fueran agraciadas sin ser figuras de porcelana, me explicó que eso iba a ser más difícil porque el “mercado” pedía chicas rozando la anorexia pero que lo intentaría, me dijo también que me pondría en contacto con alguien.

                                      Quedé conforme porque confiaba en Emilia, además que era hermana de Inés, había demostrado que me apreciaba por “muchos motivos” y cuando nos despedimos me recordó que esperaba repetir el día que nos conocimos.

                                      Con cierta tranquilidad me centré en preparar mis diseños en el taller, viendo la necesidad de consultar a Rosa con frecuencia pidiendo su opinión opté por abrir una puerta de comunicación desde el almacén del taller al de la tienda vecina, así para cualquier cosa no tenía que salir a la calle, con la ventaja añadida de que no sé por qué la gente se paraba para mirarme, quizás me reconocían por la revista de Emilia.

                                      Lo pasé bastante mal porque no estaba acostumbrado, cuando fui a la redacción de la revista de moda me trataron como a una figura del rock, todo eran atenciones particularmente de las chicas, me pedían que les firmara autógrafos en los sitios más inverosímiles, una de ella, quizá la más lanzada, con un cuerpo de infarto o la que menos sabía disimular se abrió la camisa y dejó al descubierto el pecho dándome un rotulador “permanente”, todas nos hicieron corro incluso Emilia que sonreía desde la puerta de su despacho, quedé pensando qué ponerle, por una parte no quería parecer presuntuoso ni pacato pero ante la mirada sensual de la redactora bajé la copa del sujetador y empezando desde el pezón hacia arriba, le puse. “Quien pueda leer esto habrá visto la octava maravilla del mundo, Carlos Modisto”.

 

                                      Todas quedaron admiradas con los ojos abiertos, ella no comprendía porque era la única que no podía leer al revés pero fue enseñándolo orgullosa a todo el mundo, las chicas la envidiaban y los chicos babeaban al ver aquel pezón soñado por todos, cuando pasó por delante de un espejo pudo por fin leer lo que ponía y por un momento se puso roja pero para no aparentar “vergüenza” bajó la otra copa y enseñó a toda la oficina el par de tetas al completo, todos y todas aplaudieron y después de unos murmullos cada uno volvió a su trabajo.

                                      En su despacho Emilia esperaba complacida, vestía un traje chaqueta de ejecutiva, la falda estrecha y medias grises, la blusa floreada y el pelo recogido en un moño alto.

  • Veo que vas haciendo amigos por dónde vas, jajaja.
  • Lo siento, no quería alterar el orden de la oficina.
  • No te preocupes, les has levantado la… moral sobre todo a los hombres, bueno y alguna chica también, esa chica precisamente es la única que compite conmigo cuando hacemos concurso de tetas, jajaja.
  • Uf pero no tiene posibilidades de ganarte.
  • No creas, a veces la cosa está muy reñida, sólo le gano en pezones, los tengo más anchos y largos.
  • No me importaría hacer de juez en la próxima competición.
  • Si quieres lo propondré y seguro que lo aprobarán, jajaja.

                                      Vino un fotógrafo y después de colocar unas pantallas para el flash estuvo disparando mientras Emilia me hacía preguntas sentados frente a frente delante de un ventanal desde donde se veía toda la ciudad.

                                      La revista salió y Emilia quiso darme el primer ejemplar, cuando volví a la oficina ya todas me esperaban, noté que curiosamente llevaban amplios escotes y mostraban lindos canalillos, incluso vi a un redactor que llevaba la camisa abierta casi hasta el ombligo mostrando su pecho recién depilado pero sonreí a todos y lancé unos besos al aire y me “refugié” en el despacho de la Directora.

                                      Emilia me hizo sentar y me dio la revista para que la viera, para darme detalles se levantó y se sentó en el reposabrazos del silloncito adonde estaba sentado y pasó la mano sobre mi hombro, con la otra mano señalaba los detalles de las fotografías y los párrafos que muy agudamente me había preguntado incluso que había adornado para que fueran más efectivos, su mano empezó a acariciar mi pelo metiendo los dedos “peinándome” masajeando la nuca, a mi lado justo noté el calor que despedía por su camisa blanca, entre las solapas vi que no se distinguía color alguno, debía llevar un sujetador color carne para no transparentarlo pero cuando se me acercó para señalar una foto pequeña se apoyó sobre mi hombro y sentí cómo su teta se aplastaba contra mí.

                                      La miré a los ojos y sonrió, con dos dedos abrí un botón, luego otro y otro de la camisa, el sujetador no aparecía, todo era una curva que seguía y seguía con una redondez perfecta hasta que la redondez terminó en una areola que sobresalía arrugada y dura, la coronaba un pezón redondo más oscuro todavía, lo pellizqué y la chica se levantó de improviso, pensé que me había propasado por el lugar pero ella fue a la puerta que comunicaba con la redacción y bajó la persiana veneciana dejando a todos a ciegas.

                                      Al volver fue al ventanal y abrió las cortinas, el cristal llegaba del techo al suelo y ocupaba toda la pared, daba un poco de vértigo ver Madrid a nuestros pies desde un piso tan alto pero cuando me volví hacia ella se había quitado la camisa y la falda, sólo le quedaban las medias y las bragas, de un manotazo hizo a un lado todo lo que había sobre su mesa de cristal y subió a ella, tumbada levantó las piernas hacia el techo y se quitó las bragas, luego fue abriendo las piernas en abanico hasta más de 90º, daba más vértigo ver el coño de Emilia que todo Madrid pero aún así lo preferí, mi ropa fue un ver y no ver y cogiéndome a sus muslos le enterré la polla sin siquiera mojarle el coño.

                                      No hacía falta, estaba tan húmedo que entró sin sentirla hasta adentro, con las manos agarrándole las tetas estuve clavándole la polla sin descanso, estaba muy caliente y ella más, noté que le vibraba la pelvis y se estremeció en un orgasmo pero seguí follando aquel coño precioso, la vista se me nubló, se hizo oscuro, nunca me había pasado pero seguí follándola al lado del abismo, entonces me di cuenta del motivo que la oscuridad, por afuera de la fachada colgaba un andamio con dos hombres limpiando los cristales pero que no lo hacían en ese momento, tenían sus pollas en la mano y las meneaban vertiginosamente.

                                      Nos corrimos los tres a la vez, yo en el cálido coño de la Directora y ellos en el cristal de la ventana, mi leche salía del coño de la chica junto a sus jugos, la leche de los limpiacristales escurría al piso de abajo pero ellos limpiaron rápidamente y desaparecieron hacia arriba sin dejar rastro, Emilia ni los vio ocupada con su orgasmo, cuando salí del despacho todos se pusieron en pie y aplaudieron, me extrañé porque no habían visto nada pero al volverme para despedirme de Emilia vi que se le había soltado el moño del pelo y llevaba la camisa mal abrochada.

                                                  Ahora con el número uno de la revista sobre mi mesa era un motivo más de orgullo.  Cuando vino Rosa para ver cómo iba con los diseños le pregunté qué opinión tenía de María, la chica era joven, bonita (sin ser una belleza) y tenía un cuerpo bastante atractivo, ya se le notaba la tripita de cuatro meses pero sobre todo era muy eficiente, no sólo se ocupaba del papeleo sino que estaba atenta a las explicaciones que Rosa hacía a las clientas cuando les mostraba mis vestidos.

                                      Cuando volvimos a la tienda oímos voces, detuve a Rosa y esperamos atentos, María estaba hablando a una señora encopetada que se interesaba por un vestido para su hija, le argumentaba todas las virtudes y detalles del vestido y al fin la señora se lo quedó, con la condición de que se lo ajustaríamos en caso de que no le sentara del todo bien, quedamos sorprendidos, teníamos a una nueva dependienta, además buena y esa era María.

                                      Al marcharse la señora aparecimos nosotros como si no supiéramos nada y la chica vino toda contenta enseñándonos el maniquí desnudo del vestido, nos hicimos los sorprendidos y la felicitamos, ella misma se ofreció, incluso nos pidió permiso para atender a los clientes y por supuesto se lo dimos, de paso aprovechamos para comentarle mi idea de hacer una línea de vestidos premamá y que ella podría ser, si quería, la persona que los mostrara.  No se lo creía porque no se veía capaz de hacerlo, no sabía andar ni maquillarse ni tampoco tenía tipo de modelo, la convencimos de que todo eso se podía arreglar si aceptaba.

                                      Ya con el mayor problema medio resuelto me dediqué a diseñar unos vestidos para diferentes estados de gestación, me inspiré con el que le hice a Cintia,  era un mismo vestido se adaptaba a varios meses y me basé sobre esa idea que no había visto en ningún sitio.  Rosa estaba entusiasmada, enseguida preparó los patrones y cosió un proyecto con tela barata y cuando lo tuvimos se lo dijimos a María.

  • María, ¿tienes algo que hacer esta noche después de cerrar?
  • Nada en concreto, ¿necesitas que me quede por algo?
  • Bueno… sí, si no te molesta, ya tengo un boceto de tu vestido de embarazada, era para que te lo probaras si quieres.
  • Claro Carlos, lo que tú digas, no faltaba más.

                                      Nada más cerrar la puerta acudió al taller, bajamos las persianas del escaparate y le enseñamos el vestido que teníamos colocado en un maniquí, María estaba impaciente por probarlo y no esperó a pasar al probador, dejó su ropa sobre el sofá y desnudó al maniquí.

                                      Rosa me miraba de reojo, esperaba mi impresión sobre el cuerpo de María, tenía razón, no era la clásica modelo como Inés, era una joven normal, con sus imperfecciones y sus buenas curvas, esperábamos que se mostrara cohibida al estar en ropa interior frente a nosotros pero nos sorprendió a los dos.

  • ¿Veis como no puedo ser modelo, adónde voy yo con este cuerpo?
  • Tienes un cuerpo muy bonito María, ¿a que sí Carlos?
  • A mí me gusta, tienes todo lo que hay que tener, tienes pecho, curvas en las caderas, culo… todo en su sitio…  ¿Qué más podemos desear?
  • Pero mi pecho no es bonito y menos ahora, las tetas me están creciendo por momentos sobre todo los pezones, mirad.

                                      Soltó el cierre del sujetador y se lo quitó, no sé cómo las tendría hace unos meses pero ahora las tenía muy apetecibles, las areolas se le habían extendido como una mancha marrón de casi diez centímetros y en el centro el bulto áspero del pezón se le marcaba exageradamente.  Rosa me miró, sabía cuánto me gustaban los pezones, sobre todo los que me llenaban la boca como los suyos y quiso mostrármelos bien, se acercó a la chica y quiso quitarle importancia cogiéndole una teta desde abajo apretándole para que saliera entre sus dedos, aunque estaba dura se deformó haciendo que casi toda fuera areola y pezón y sólo pudo decir…

  • Precioso María, me gusta mucho y a Carlos seguramente también ¿verdad?
  • Me encanta y eso que no los he probado pero deben estar deliciosos.
  • ¿En serio que os gustan?  ¡Yo que estaba preocupada porque se notaban mucho los pezones y los escondía!
  • Ya no los escondas, hazlo por nosotros.
  • Pues aún pueden salir mucho más, os lo aseguro.
  • ¿De verdad?  Eso sería demasiado tentador.
  • ¿Te los puedo besar?  A Carlos le gustaría pero no se atreve a pedírtelo.
  • ¡Carlos!, ¿tan poca confianzas me tienes?, tú puedes hacer con mis tetas lo que quieras, no faltaba más y tú Rosa también, me encanta sentir el roce de tus dedos.

                                      Fue como el pistoletazo de salida, llevamos a María al sofá apartando su ropa y nos pusimos uno a cada lado, no discutimos para nada cual teta quedarnos y nos lanzamos a chupar aquellos pezones que lo estaba pidiendo desde hacía rato, María acusó el tacto de nuestras lenguas y sus tetas también, los pezones empezaron a salir como los caracoles en la lluvia y nos llenaron la boca a los dos.

                                      María gemía con las dos tetas en nuestras bocas y con los brazos abiertos sobre el respaldo nos ofrendaba con lo que nos volvía locos.  Rosa fue más allá, sabía que yo no me atrevería con María por ser su “jefe” y no querer perderla pero con su condición de compañera pasó la mano por el muslo de María, esperó ver su reacción y no pudo ser mejor, la chica iba abriendo las piernas a la vez que Rosa ganaba terreno hasta que llegó a la ingle, nosotros seguíamos chupándole las tetas con avaricia cuando levantó el culo para que Rosa le bajara las bragas, nuestros ojos se cruzaron a pocos centímetros de distancia y me señalaron que mirara más abajo.

                                      Pude ver el estómago de María, su ombligo, su vientre abultado y más abajo su pubis bien poblado, curiosamente lo tenía abultado, parecía hinchado con unos labios prominentes que no podían disimular los pelos rizados, mi mano fue a acompañar a la de Rosa y una en cada muslo notamos como se separaban dejando el coño abierto de par en par.

                                      María se escurrió del asiento del sofá hasta dejar el culo en la orilla, Rosa abrió los labios del coño y vimos lo que escondía, un clítoris rosado y unos labios morenos y arrugados, dejamos descansar las tetas, estaban moradas de las chupadas que habían recibido y Rosa le cogió las piernas a la chica, las levantó y las separó, me dejó la primicia y mi boca se incrustó entre los muslos abiertos, María gimió al notar mi lengua en su coño mojado, entre suspiros dijo que hacía casi cuatro meses que no le hacían eso y todavía abrió más las piernas.

                                      Mi lengua barrió el coño de arriba abajo y de lado a lado, incluso lamió más abajo adonde nadie lo había hecho nunca, Rosa se acercó a su boca entreabierta por los gemidos y la tapó con sus labios, el beso que le dio lo noté yo en su coño porque se dilataba y cerraba a la vez, el clítoris se irguió haciéndose presente desafiando a mi lengua, fue un reto que nadie ganó o mejor dicho los dos ganaron.

                                      La boca se me llenó de flujo líquido, se había corrido aunque parecía que orinaba, Rosa la besaba a la vez que le estiraba los pezones y yo le comía el coño, mi dedo inquieto se aventuró más, había perdido mis temores y me decidí, pasé el dedo por el culo de María, se encogió pero no dijo nada y le metí medio, dejó caer las manos derrotada y no pude esperar más, saqué la polla y apunté al coño, María ladeó la cabeza esperando que la llenara de carne y no tuvo que esperar nada, empujé despacio y todo lo que metía se lo tragaba sin dificultad, a media polla se corrió otra vez, se la hundí a fondo y la follé mientras se corría.  

                                      Rosa se había quitado el sujetador y me ofreció sus tetas, no las desprecié y se las comí mientras follaba a María, su vientre se movía al ritmo de mis envites y por eso caí en la cuenta de que no podía re preñarla, fue una explosión de alegría porque me corrí en ella, María me correspondió ordeñando mi polla con sus músculos vaginales hasta dejarme seco de leche.

                                      Rosa esperó a que la sacara para acercar su boca al coño de María y recoger la leche que salía con sus jugos.  Cuando me repuse ya esperaba tumbada en el sofá, le comí las tetas a la vez que María lo hacía en su coño, demostró una habilidad recién aprendida pero no por eso dejó de proporcionarle un orgasmo brutal.

                                      Nos sentamos en el útil sofá, en medio de las dos mujeres estaba contento, ahora sí que tenía el equipo completo, con María se cerraba el circulo.  Pasé los brazos por sus hombros y las atraje hacía mí, las dos apoyaron sus cabezas en mi pecho y bajo mi mirada se besaron, María apoyó su mano en mi polla que dio señales de vida enseguida, Rosa hizo lo mismo pero me cogió los huevos y las dos se fueron inclinando hasta coincidir en mi entrepierna, por primera vez María probaba mi polla, pasé la mano por su melena y le acaricié la nuca, notaba como se esforzaba por ir tragando la verga cada vez más hinchada, Rosa la animaba amasándome los huevos y acariciándole las tetas a la chica, yo me complacía acariciando el vientre de la chica que ella ponía a mi disposición cambiando de postura.

                                      Le avisé con tiempo, le dije que me iba a correr, le insistí pero ella no me hizo caso por eso cuando le llené la boca de leche tampoco la dejé que se sacara la polla de la boca, imagino que no pensó que se atragantaría pero Rosa sí que lo sabía y se apartó, por la nariz y la boca salió expulsada violentamente la leche que no consiguió tragar y al levantar la mirada le dije…

  • Ya te lo advertí María, si quieres que hagamos buen equipo debes hacerme caso como Rosa.
  • Sí Carlos, ha sido porque todavía no te conocía bien.
  • No te preocupes María pero todavía no lo has conocido del todo.
  • ¿No, si me ha follado, me ha chupado y lamido las tetas como nadie y se ha corrido en mi boca casi ahogándome de leche, qué me falta por conocer?
  • Jajaja, te falta lo mejor ¿te la han metido alguna vez por el culo?
  • … No, nunca. ¿quieres decir que me va a meter esa polla por el culo?  Ni loca.
  • Puedes estar segura y lo mejor de todo es que te encantará.
  • ¿A ti le la ha metido?
  • Muchas veces y me gusta cada vez más, de hecho es lo primero que le pido.
  • Uf, no creo que pueda conmigo, soy muy estrecha.
  • No te preocupes yo te ayudaré cuando llegue el momento, te gustará mucho.

                                      Cada día funcionaba mejor la tienda, hacíamos vestidos y los vendíamos pronto, aplicaba las ideas de las últimas tendencias y luego la clienta podía volver para que lo retocara Rosa, así casi nos asegurábamos que se interesara por algún otro.

                                      Una mañana recibí una llamada de Emilia la Editora, me anunciaba que había contactado con una mujer que podía ayudarnos, era maquilladora y aunque no lo pareciera tenía mucha experiencia en desfiles de modelos, nos podría ser útil para ponernos al día respecto a las modelos incluida María, se lo agradecí prometiéndole otra visita a su despacho pero ella me contó que cuando me fui todos acudieron al despacho para que les contara qué había pasado a partir de cuando bajó la persiana de la puerta, yo no le conté lo que habían visto los limpiacristales y lo limpio que habían quedado después de haberlos llenado de crema.

                                      A los dos días por la mañana llegó al taller una señora mayor, delgada y con el pelo castaño oscuro recogido en un moño un poco despeinado, vestía bastante discreta, con ropa gruesa y holgada y me pareció que incluso algo encorvada, no era fea pero para ser maquilladora me causó una sensación rara ya que no llevaba ni los labios pintados, a decir verdad era muy amable incluso simpática y desde el primer momento se interesó por nuestro proyecto, me explicó que ella misma podría buscarnos tres o cuatro chicas de una agencia de modelo, sabía que no disponíamos de mucho dinero y nos explicó que como eran modelos todavía desconocidas y fuera de los cánones que se buscaban estarían dispuestas a cobrar poco o mejor dicho que lo dejaban supeditado al éxito del pase de modelos, también nos explicó que tampoco hacía falta que vinieran antes de la fecha porque ella mismo me mandaría fotografías de varias chicas y sus medidas, eso lo tenían en sus fichas personales, así podríamos trabajar en los vestido casi a medida a espera de los últimos retoques que siempre se hacen un momento antes de salir a la pasarela.

                                      A nosotros nos sorprendió todo aquello pues uno de los problemas más grandes que teníamos era el pagar a varias chicas y molestarlas con pruebas y más pruebas.  Le contamos el caso de María, quiso conocerla y la llamamos, como la puerta de la tienda tenía un avisador no nos preocupó dejarla sola.

                                      La señora quedó complacida al conocer a María, la observó como si fuera un caballo de carreras, le miró la cara desde todos los ángulos y también el cuerpo, los hombros, las caderas, la cintura y sobre todo la tripita, le gustó tocar la redondez del vientre y nos preguntó cómo solucionaríamos el problema del aumento de volumen, la tranquilicé diciéndole que no era la primera vez que solucionaba un problema como ese y quedó tranquila, por casualidad ese día María vestía unos legings ceñidos y al hacerle andar sobre una raya imaginaria en el suelo vio la posibilidades de enseñarle a moverse sobre la pasarela sin desvirtuar la forma típica de caminar de las embarazadas,  María pasó la prueba dignamente aunque debía de practicar mucho.

                                      Una vez aclarado todo le pregunté cuánto y cómo debía pagarle porque de dinero no andábamos muy boyantes y me contestó que posiblemente haciéndole un vestido o algo, lo de cobrar era lo de menos porque Emilia le habló muy bien de mí.

                                      Rosa y María volvieron a la tienda porque ya no había más que tratar y ya iba a despedir a la señora cuando me dijo que podía tomarle medida y se daría por cobrada hasta la pasarela, como no tenía nada que perder le dije que pasara al probador, no tenía nada que hacer urgente y me lo tomé con filosofía.

                                      La señora me dijo que pasara con ella, no quería violentarla y esperé afuera pero insistió, cuando entré sonrió pero no le hice caso, por el espejo vi que se quitaba el suéter grueso que llevaba y se quedaba en camiseta, se le notaba bastante delgada con apenas pecho y poca cintura, al acercarme a ella con el metro en la mano subió los brazos para que tomara el contorno de pecho y estiró el pelo y del topo que llevaba recogido no le quedó nada en la cabeza porque en realidad era una peluca postiza, debajo de ella una melena larga rubia casi blanca cayó por sus hombros.

                                      Mis ojos no daban crédito al cambio que veía, con aquel pelo parecía mucho más joven y más todavía cuando se quitó la camiseta, debajo  no llevaba nada y vi las tetas menudas que tenía, apenas un puñado pero altas, duras y puntiagudas, la miré a los ojos y de pronto una serie de recuerdos me llegaron a la mente.

  • ¡NEREA!  Tú eres Nerea.
  • Jajaja, sí que te ha costado darte cuenta.
  • ¡Por Dios, cómo me has engañado!, no lo habría imaginado nunca si no es por lo que me contó Emilia sobre ti, tu pelo casi blanco tus… tetas pequeñas pero preciosas, tus…
  • ¿Ah, te dijo que tengo las tetas pequeñas y preciosas?  Lo de pequeñas lo acepto pero preciosas… permíteme que lo dude.
  • Pues no lo dudes, a mi me parecen mucho más que preciosas, son divinas.
  • ¿Más que las de mi hermana?
  • ¿Cuál de las dos?
  • ¡Vaya, que sorpresa o sea que le has visto las tetas también a Inés, así que…!
  • Bueno sí, porque negarlo, tienen unas hermanas maravillosas.
  • Claro, por eso las dos insistían a que viniera a verte.
  • Pero yo te esperaba tal como eres.  No así.
  • Sí pero me dio miedo.
  • ¿Miedo?, si quieres que sea sincero no me ha gustado la forma de presentarte.
  • ¿Por qué?  Lo hice porque no me fiaba del todo de lo que me decían mis hermanas.
  • Ya, además querías espiarme para ver cómo era viniendo de incógnita.
  • Lo siento no era mi intención que te enfadaras.
  • No me gusta que vengan con doble cara, a tus hermanas las he conocido como son y ellas me han visto del mismo modo, si te han hablado de mi habrá sido por algo.
  • Pero yo no soy como mis hermanas, ellas son más lanzadas.
  • Son auténticas y a mí me gusta lo auténtico, la verdad estaba ilusionado contigo.
  • Compréndeme, venía asustada por lo que me habían contado de ti, me dijeron que tenías un miembro enorme y que las taladrabas sin piedad.
  • Jajaja, ¡cómo son tus hermanas! de eso nada es cierto, soy un hombre normal, no oculto que me gustan las mujeres sobretodo las bellas pero de eso a lo que dices…
  •  Me siento ridícula estar desnuda delante de ti, no me gusta mi cuerpo y el que me veas mis tetas pequeñas me hace sentirme incómoda.
  • Tranquila, no son las primeras que veo y no son de las peores pero vístete y aquí no ha pasado nada, si te preguntan tus hermanas diles que había mucha gente y no hemos podido hablar a solas, yo le diré lo mismo.
  • Snif, snif, soy una calamidad, no hay ningún chico que me acepte, todo lo hago mal.
  • No es culpa tuya pero es mejor que seas sincera siempre.  Adiós Nerea.
  • Snif snif…  Adiós Carlos y… gracias…

                                      Salí del probador enfadado, me había molestado por la treta de Nerea, desde que estuve con su hermana Emilia esperaba conocerla pero de la forma que lo había hecho no me gustó nada y lo lamenté porque era una chica con una belleza fuera de lo normal, con un aspecto frágil pero con un aire angelical, parecía que se iba a romper pero tenía un cuerpo muy proporcionado y una cara realmente bonita, el que tuviera más o menos tetas o caderas o culo a mí me daba igual, a cada mujer le encontraba sus virtudes y todas las tenían en abundancia aunque en sitios diferentes.

                                      La chica se vistió como realmente era, con el pelo casi blanco de tan rubio que le llegaba a media espalda y la camiseta fina que mostraba las puntas de los pezones, los zapatos de tacón bajo no le hacían justicia a las piernas delgadas pero largas que escondía la falda por debajo de la rodilla, en una bolsa grande que llevaba metió el jersey grueso que le sirvió de disfraz y la peluca y con la mirada baja fue hacia la puerta.

                                      De detrás del almacén apareció Rosa, había oído toda la conversación y se compadeció de la tercera hermana, fue detrás de ella y no la dejó salir, yo me fui al almacén y desde allí las escuché.

  • Espera Nerea, no he podido evitar escuchar algo y lo lamento pero es que Carlos es una persona muy íntegra y tiene sus normas, te admirarías hasta donde llegan pero no debes irte con una mala impresión de él.
  • No pasa nada, la culpa ha sido sólo mía, quería saber cómo era, no estoy acostumbrada a hablar con hombres desconocidos aunque mis hermanas me dieron los mejores informes.
  • Ven pasa adentro, sentémonos en el sofá y hablemos tranquilamente y dime… ¿qué te contaron tus hermanas?
  • Me contaron muchas cosas pero cuando se juntaron las dos dijeron que es un chico encantador y que las trató muy bien, luego empezaron a decir confidencias y contaron que les comió las tetas y más, me dijeron que se habían corrido como locas y… pero claro, mis hermanas tienen unos cuerpos…
  • Nada mujer, no seas pesimista…  ¿Qué le pasa al tuyo?, yo te veo tan linda como ellas.
  • No lo creas, no tengo casi pecho y eso les gusta mucho a los chicos, ni caderas ni culo…
  • No lo creo porque la camiseta no engaña, parece que tienes unas tetas pequeñas pero altas y duras.
  • Claro, ¿con lo poco que tengo cómo se van a caer?
  • Eso no tiene nada que ver, yo tengo mucho más pecho que tú y no me cae, mira.
  • ¡Oh!, qué tetas tan bonitas, qué envidia me dan, si yo tuviera sólo la mitad…
  • A los chicos les gustan todas y a Carlos más aún, si quieres tócalas y verás cómo se ponen también.

                                      Vi como Rosa le cogía la mano a Nerea y se la llevaba a las tetas que se había sacado por encima de las copas, obligadas por los tirantes las tenía rellenas a punto de estallar y a la joven le gustó tocarlas.

  • ¿Te gustan?  Pues las tuyas son igual pero más pequeñas, ¿me dejas que las toque yo?
  • Claro pero ya verás cómo te decepcionas.
  • Mmm, nada de eso, tienes un puñadito que llena justo la palma de la mano pero el pezón es súper sensible… me da ganas de besarlo, ¿puedo?
  • Bueno, nunca me ha besado las tetas una mujer pero no debe ser diferente.
  • Yo creo que sí, ya me dirás.

                                      Al inclinarse sobre la chica para besarle las tetas las suyas cayeron al lado de la cabeza de Nerea y ella ladeó la boca buscando las areolas oscuras de Rosa, cuando las alcanzó Rosa gimió, las dos se estaban comiendo las tetas entre suspiros y jadeos.

                                      Rosa soltó la cremallera de la falda larga de Nerea y tiró de ella, aparecieron las piernas largas de la rubia y el pubis apenas perceptible, no se le notaban los labios y recordé lo que me dijo Emilia de ella, tenía unos labios muy finos, Rosa se estaba encargando de mostrarme el cuerpo entero de la joven, mi polla ya molestaba y estaba pensando en sacarla a pasear pero esperé un poco más pues me gustaba ver la escena de las dos mujeres.

                                      La chica sin falda ya abría las piernas mostrando las braguitas de tiro alto que le hacían las piernas más largas y aún así no se le notaban los labios ni siquiera la leve melena de vello púbico.

                                      Rosa abandonó las tetas de la chica y deslizó su boca por el ombligo de Nerea hasta llegar al elástico de las bragas, ésta al notarla levantó el culo invitándola a que las quitara, Rosa vio el cielo abierto y enrolló la prenda por los muslos hasta sacarlo por los tobillos, vi el coño cerrado apenas cubierto por unos pelillos tan rubios como la melena, la polla ya pedía guerra y la saqué con dificultad.

  • ¿Te gustan mis caricias?
  • …Sííí, me encanta como me besas, tú debes ser Rosa, ¿verdad?
  • Sí Nerea, soy Rosa.
  • No podías ser otra, mis hermanas me contaron cosas de ti.
  • Espero que buenas…
  • Se quedaron cortas, tienes los labios muy dulces.
  • Nada comparables a los de Carlos.
  • ¡Qué pena! vine ilusionada en follar con él pero lo hice mal… como siempre…

                                      Desde la puerta del almacén veía a las dos mujeres, Rosa de rodillas sobre Nerea que estaba tumbada en el sofá, mi amiga sabía que yo estaba mirándolas y me hizo señas para que me acercara a la vez que se inclinaba y la besaba en la boca, con la mano abrió los labios finos del coño de la rubia y me enseñó lo que escondía, la piel del clítoris y de los labios menores era casi blanca y brillaba de jugos, me descalcé y quite la ropa, sin hacer ruido en la moqueta del piso me acerqué con la crema en la mano y me unté la polla que estaba a reventar, apenas me apoyé en el coño de Nerea empujé y la polla se coló casi toda.

                                      La rubia se abrazó a Rosa y lo que eran besos cariñosos se convirtieron en apasionados con las lenguas de las dos enredadas, bombeé clavándole la polla hasta adentro chasqueando los huevos en sus nalgas, Rosa acusaba mis empujones en la boca de la joven…

  • Nerea te presento a Carlos, el verdadero Carlos que tu esperabas encontrar, empieza de cero.

                                      Mi compañera se retiró del cuerpo de Nerea, la vi entera con sus tetas menudas y sus pezones claros en punta, su cara llena de felicidad me miraba sonriente, no pude enfadarme con ella y le cogí las piernas y las colgué en mis hombros, le metía la polla de un sólo golpe y la chica cerraba los ojos como si estuviera soñando, Rosa no quiso dejarnos y a mi lado buscó el clítoris entre los labios apenas abiertos y los masajeó, Nerea separó las piernas en V y ya pudo moverse entre los muslos, con un dedo untado con mi crema pasó entre las nalgas esquivando mis huevos que pasaban rítmicamente y rodeó el ano de la joven, ésta levantó el culo al notar la caricia y mi polla se incrustó todavía más en ella.

                                      Rosa no desistió y metió un dedo, notó como se relajaba el esfínter y aventuró dos dedos, de la vagina se escurría el flujo y lubricaba más si cabe el perineo y Rosa cuando notó que ya estaba suficientemente lubricada y dilatada cogió mi verga y al salir cambió de rumbo, el capullo entró al resbalar por el perineo y Nerea se asustó.

  • ¡Aaag!, ¿qué has hecho Carlos?, me haces mucho daño.
  • Acabo de meter la punta de la polla en tu culo, lo estaba deseando desde que tu hermana Emilia me dijo que nadie la había metido por ahí todavía.
  • Uff, es cierto, me has partido el culo, ¡sácala, sácala por favor, me duele mucho!
  • Eso ya me lo figuro pero no te preocupes, a tus hermanas también les dolió un momento pero luego me pedían que se la clavara como en el coño.
  • ¿A Inés y Emilia también se la metiste?
  • Claro, ¿no te lo dijeron?
  • Sí pero no les creí, pensé que querían asustarme por eso me disfracé, no me fiaba de ti, pensé que serías un pervertido.
  • ¿Y qué piensas ahora que tienes el coño y el culo follado?
  • Que eres adorable y que estoy impaciente porque termines de meterme esa maravilla de pija que tengo en el culo.

 

                                      Dicho y hecho, empujé y de dos golpes entró toda, ella se mordía el labio pero no se quejó, al revés con dos dedos se estiraba los pequeños pezones haciendo salir a las tetas como si fueran un cono de helado.

                                      El orgasmo que tuvo fue mucho más fuerte que el de sus hermanas, Rosa le acariciaba la melena albina y ella hundía la cara en el regazo de mi compañera a la vez que convulsionaba.

                                      Seguí bombeando despacio para prolongarle el orgasmo lo más posible, ella con la piernas sobre el pecho aguantaba estoicamente los empujones, golpeando las tetas de Rosa que le sujetaba la cabeza, le buscó las tetas que se apoyaban en su frente y levantó la boca hasta encontrar un pezón de Rosa, lo lamió haciendo que mi compañera gimiera de gusto.

                                      Mis manos libres se dedicaron a acariciar ambos clítoris, las dos gemían a coro sintiendo que no iba a durar mucho viendo esta escena, la dos chicas con los culos en la orilla del sofá y recibiendo caricias de todos, aceleré y los tres a un tiempo nos corrimos con movimientos desconexos, mi polla entraba a mitad o al fondo pero a Nerea le parecía glorioso y Rosa se deshacía en espasmos con mi mano entre los muslos y las tetas en la boca de la joven.

                                      Caímos derrotados y me senté entre ellas, mi polla goteaba leche y el culo de Nerea mucha más junto a su espuma blanca, entre los muslos de Rosa goteaba la corrida líquida que la había agotado.

  • Buena escena, os haría una fotografía si pudiera, lástima que haya llegado tarde, otro día avisadme, no me lo quiero perder, ya es hora de cerrar, ¿queréis alguna cosa de mí?  Si es así me quedo con gusto.
  • Gracias María, si quieres cierra y nos acompañas, en el sofá todavía cabe una persona más.

 

 

Continuará.

Si les gustó ruego que valoren y comenten.

Gracias.

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