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El pacto. (49).

en Grandes Relatos

LA SOBRINA Y LAS CHICAS.

                                                  Al final no tuve ganas de ir al Bingo, entré a la habitación pensando en aplicar el “tengo ganas” con algunas de las chicas de RR.PP. o vendedoras que conocía desde años atrás pero se me cruzó en la cabeza que debería esperarlas hasta las tres de la mañana y desistí de la idea porque no dormiría nada, me bañé y dormí profundamente desde la una de la mañana hasta… casi las cuatro de la mañana en que el ruido del tránsito me despertó mal, acostumbrado a la tranquilidad del campo y a sus sonidos pegué un salto en la cama y me costó volver a cerrar los ojos.  Di vueltas en la cama hasta que decidí bañarme nuevamente, me relajé bastante y me volví a dormir hasta las nueve, era imposible, parecía tener un bombo repiqueteando en mi cabeza, bajé a desayunar y no había servicio, ¡me cago en la idiotez de haberme quedado allí!, tomé el bolso, pagué la cuenta y me fui a desayunar a la Confitería ícono de la esquina de la plaza central.

                                                  En la “25 de Mayo” las cosas no habían cambiado, Comerciantes, algún empleado municipal o Concejal o Puntero Político “rosqueando” con otro, compañeras de trabajo a punto de entrar a los comercios, alguna mamá acompañada de otra mamá amiga, un par de amigos, era una “figurita repetida” en el pasar de los años.  Había dado una vuelta enorme con la camioneta por el distinto ordenamiento vehicular hasta que, finalmente, pude estacionar frente a la Catedral junto a la acera de la plaza y bajé para cruzar la avenida y entrar en la Confitería.

                                                  Luego de un cortado con un tostado me lancé a caminar alrededor de un par de manzanas mirando negocios.  No sé me ocurría comprar nada para llevar de regalo y me decidí a ir al Estudio Jurídico para firmar la renuncia testamentaria, entré, me presenté y tardaron muy poco para darme el papel que firmé, después me fui tranquilo, ya había cumplido.

                                                  Fui un rato a sentarme en la plaza, desde dónde estaba sentado podía ver la puerta principal de la Municipalidad y parte del núcleo central de la plaza.  En las cercanías del edificio municipal noté a personas que iban y venían en sus veredas anchas o se quedaban estacionados a media vereda o apoyados en las paredes, esperaban, siempre esperaban, ora algún Funcionario que los pudiera escuchar o ayudar, ora algún conocido para que lo pudiera “arrimar” a algún contacto a quien dirigirse, ora algún otro “par” que estuviera “en la misma” que él o ella para cambiar impresiones y tratar de “arreglar el Mundo” sólo con palabras y/o ideas inconsistentes.

                                                  Pasaban años y algunas caras cambiaban pero los modos y las actitudes permanecían, lo mismo sucedía en la confitería que estaba situada al lado del Palacio Municipal, en sus mesas, café de por medio, se “cocinaban entuertos”, se “negociaban” como “ciertos y seguros” los votos que algunos podrían arrimar para tal o cual lado, en definitiva una gran mentira constante que a algunos, siempre a muy pocos, les permitía sacar algún tipo de provecho ilusorio.

                                                  La gran mayoría seguía inmersa en esas mentiras que ellos se creían y dejaban pasar los años sin llegar a lograr nada, todo bastante triste por cierto, lo peor es que no era potestad de esa ciudad o de esa Municipalidad, sucedía en todos los municipios de la Provincia de Buenos Aires y si se miraba bien la cantidad de tiempo y de horas productivas que se perdían con Funcionarios que no funcionaban como debían hacerlo, Políticos que servían sólo a quienes los beneficiaran o “conocedores y opinólogos de cartón” que no trabajaban en nada, eran incalculables.

                                                  En la mitad de cuadra de una calle transversal estaba la Catedral, hermosa como fachada pero totalmente cerrada para los fieles, cada vez con menos adeptos y con horarios determinados para expresar la Fe, otro “negocito” en el que sólo le interesa al Clero recibir los subsidios del Estado para abonar sueldos de Religiosos o mantener sus Colegios Privados.  En el centro de la plaza y sus alrededores había mucha gente movilizándose y denotaban marcadas diferencias sociales o de educación.  Se notaba en el modo de vestirse, hablar, moverse o gesticular, eso también alguna vez lo había notado como algo “natural” pero ahora se me mostraba muy magnificado.  Posiblemente en la vorágine o en el convivir diario todo ese tipo de cosas se pasan por alto pero para el que estuvo allí, se fue por un tiempo largo y regresó, las diferencias se hacen notar demasiado.

                                                  Los recuerdos aparecían y permanecían, muchos de ellos agradables pero… al darte cuenta que sólo eran recuerdos, te causaba cierto dolor la ciudad y su gente y ni siquiera me estimulaba ver pasar algún que otro cuerpo femenino digno de mirar.  Me levanté y decidí que estar allí ya no era lo mío, era un forastero en la ciudad que me vio nacer, si no fuera que debía pasar a buscar a la sobrina, hubiese salido a la ruta para emprender el regreso hacia lo que era, desde hacía algún tiempo, mi elegido lugar en el Mundo.

                                                  Subí a la camioneta, di un par de vueltas más por el centro, estirándome algunas cuadras para fijar en mi retina lugares por los que seguro no volvería a transitar, me tenté incluso con pasar por la casa de algunos conocidos pero desistí de la idea y me fui para la casa de mi hermano.  Se extrañaron al verme llegar tan temprano y les conté a él y a mi cuñada lo que me había pasado desde la madrugada con el tránsito y después observando el movimiento de la gente en el centro de la ciudad.  Me entendieron, a ellos les pasaba, estaban tranquilos en sus casas en un barrio apacible y hacer trámites en el corazón de la ciudad los alteraba bastante, imaginaban lo que sucedía conmigo que venía de la tranquilidad “del campo”.

                                                  Me contaron que en la mañana habían pasado por el Banco para abrir una cuenta y estaban dudando en poner una cantidad en plazo fijo para que les redituara un muy buen ingreso mensual o utilizar una parte para arreglar la casa y efectuar otros gastos.

  • ¿Cuánto te sale dejar la casa hecha un chiche con los arreglos que los dos quieren para estar cómodos?
  • “Para dejarla bien, bien tendría que gastar 200 mil Pesos, también hablé con el albañil para que empiece porque con la mitad del efectivo que me diste puedo hacerlo y gastaría la otra mitad en un buen coche que me hace falta”.
  • La cuenta es sencilla, si ponés la plata en plazo fijo te va a redituar más de cinco o seis veces lo que les ingresa ahora y podrás moverte cómodo a partir del mes que viene pero, gastando en un coche y en las refacciones de la casa, se quedan en bolas hasta cobrar los intereses, -saqué dos mil Dólares que llevaba en unos de los bolsillos-.  Quedate con esto también van a estar comodísimos hasta que comiencen a cobrar.  

                                                  Mi cuñada me dijo que era un montón.

 

  • No te fijes en eso, pensá que podés comprar algunas cosas para ustedes y otras para los nietos.  Si se puede caminar más o menos bien en firme no hay necesidad de andar a los saltos.  Lo aceptaron y me dijeron que las chicas habían ido a abrir también una cuenta y que Julia, la separada, ya no viviría con tantos dramas con las nenas (vivía sola en los fondos de la casa de los padres y mantenía a sus dos hijas sin o escasos aportes del padre de ellas).

                                                  Estábamos hablando de eso, tomando unos mates que buena falta me hacían y entraron las dos chicas que regresaban del Banco junto con una vecina con la que se habían criado juntas.  Conocía a esta chica desde que era una criatura y siempre había sido una belleza, ahora estaba mejor que nunca y con un cierto parecido a Ana María (comparar a otras con las que conocía muy bien me ayudaba a la evaluación de sus físicos y modos de ser, para ejemplo, mi sobrina tenía mucho de Marta aunque sus pechos eran más chicos).

                                                  Me saludó con un fuerte abrazo y sabiendo lo que le habían contado mis sobrinas me dijo riendo que estaba dispuesta a ser mi novia.

  • Vos no tenés paz, te querés aprovechar de un pobre “viejito”.
  • “No te va a dar resultado, por lo que vimos tiene esposa y un harem esperándolo”, -dijo mi sobrina casada de nombre María-.
  • “Me voy a cambiar pero el intento de ella no está mal, yo no creo tanto en lo del harem”, -dijo Julia y se fue para el fondo, a su propia casa-.

                                                  María me siguió contando…

 

  • “Estábamos hablando con Máximo y con parte del dinero que nos regalaste decidimos arreglar la casa y cambiar el auto, además nos liberaremos de un montón de deudas que siempre te joden”.  La amiga-vecina también opinó lo suyo.
  • “Yo estoy tratando de convencer a Julia, mi negocio anda de maravillas (tenía un negocio de venta de ropa interior y de prendas para mujeres de tallas variadas) y podríamos expandirnos haciendo una sociedad”.

                                                    En ese momento regresó Julia, vestía una remera ajustada que resaltaba sus tetas chiquitas, un short de jeans de color claro que marcaba nalgas y piernas y un par de zapatillas, junto a un bolso no tan grande.  El cabello renegrido le caía como cascada y sus ojos pícaros se hacían notar con una pequeña línea de resaltador, no llevaba otro maquillaje, salvo el brillo aplicado sobre los labios hechos para besar.

  • “Lo estoy pensando pero esta semana es imposible, me voy a pastorear junto a vacas y caballos y a disfrutar de la tranquilidad del campo.  Tío, cuando quieras, yo estoy lista”.

                                                  La amiga se despidió saludándome y diciendo que la esperaba a la vuelta de su “pastoreo” y se fue a su casa, mi otra sobrina también se fue luego de un abrazo y un beso.

  • Dejame terminar unos mates más y nos vamos tranquilos, eso sí, te aviso que vamos a parar por el camino a comer algo porque me está entrando el hambre.
  • “Vos conducís, vos decidís,  vos mandás”,  (lo que no sabía es que ello era una realidad). 

                                                  Después de conversar un rato más con mi hermano y cuñada y de pasarle mi teléfono y datos de las Redes Sociales, finalmente, con todas las recomendaciones del caso, salimos como a las tres de la tarde.  Luego de una hora y pico que nos llevó cruzar toda la ciudad capital, llegamos a la ruta que nos llevaba directos, en ese tiempo me contó sus problemas y vicisitudes para tratar de evitar que el marido saliera de las malas compañías y de las que tenía que sortear para educar y criar a sus hijas, luego se quedó un buen rato callada.  Paré para cargar combustible, ir al baño y comprar algunos chocolates y galletitas, reanudamos la marcha.

                                                  Allí se lanzó a hablar de nuevo…

  • “Tío, ¿sabés que vos sos un tipo raro?”.  La miré interrogándola por lo que decía.  “Un día te vas, no aparecés sino hasta después de años, nos das una mano enorme a todos y te volvés a ir, casi sabiendo que no vas a regresar más porque eso es lo que diste a entender”.
  • ¿Qué ves de raro en eso?, yo no fui nunca de estar supeditado a la familia, no los olvido pero no me meto ni vivo pendiente de ellos, tengo mi propia vida por vivir.  En las “fichas personales” que utilizo para valorar a los que quiero no existe el ítem “Parentesco”, lógicamente algún tipo de afinidad hay pero, para mí, no es condicionante. 
  • Al común se le hace difícil entender que vos no tenés unas hermosas piernas de sobrina, tenés un hermoso cuerpo de mujer y no recurro a la hipocresía de esconder lo que pienso, ¿qué es lo raro?  De un modo u otro, más tarde o más temprano, todos actuamos parecido y acorde a conveniencias, ¿acaso vos no hiciste lo mismo para ponerte de novio o para embarazarte?, ¿a cuántos les pediste permiso?, ¿cuánta bola le diste a tus parientes papá y mamá para hacer o no lo que querías?  Para mí lo de “la familia o la sangre tira” es un invento.  No soy raro, soy frontal.
  • “¿Con todas tus mujeres sos así de frontal?”.
  • “Absolutamente y no sólo con las mujeres, es el único modo”.

                                                  Poco acostumbrada a hablar de frente, quizás con temor a “meter la pata” o ese “estigma prefabricado” que las persigue sobre “lo que podrá pensar el otro”, algo que siempre noté en las mujeres, por lo menos en la gran mayoría de ellas, la llevó a quedarse un rato pensando antes de volver a abrir la boca.

  • “Tío, yo quiero sacarme una duda, ¿es verdad que las chicas en tu casa andan desnudas en la pileta?”.
  • Yo preferiría que me llames Guillermo o Guille, ese “tío” que decís de continuo no me marca ninguna pauta de respeto, ni me condiciona para no mirarte, en cambio parecés usarlo como una forma de “freno”.  Parece que pensaras, “si le digo tío no me va a violar”. 
  • Contestando a tu pregunta original, sí, las chicas en casa suelen andar desnudas y todas depiladas porque saben que no me gustan los pelos nada más que en la cabeza o las cejas.
  • “Yo no pienso así como decís cuando me mirás.  ¿Vos las ves a todas ellas desnudas y ninguna te dice nada?
  • ¿No te entiendo?, ¿qué me deberían decir?, ¿si yo te digo a vos que “tengo ganas” de chuparte la conchita hasta que me ruegues que te penetre?, ¿te negarías a algo tan placentero?

                                                  Primero, por décimas de segundos me miró un tanto sorprendida, luego dio un “¡ahhhhhhh!” largo inclinando su cabeza hacia las rodillas.

 

  • “Nooooo, no me negaría en absoluto, ya estoy toda mojada deseando que lo hagas, necesito tu lengua y todo tu cuerpo, ahhhh, por Dios, me cuesta aguantar estas ganas, por favor tío Guille, pará a un costado, hacelo ya, lamé todo lo que quieras”.  Le pedí que se desnudara y se entretuviera con los dedos hasta llegar a algún hotel.

                                                  No lo pensó en absoluto, primero fue la remera dejando las tetitas al aire, parecían hechas para que me entraran todas en la boca, para mejor, sus pezones eran grandes, puntiagudos y, según pude corroborar al tocarlos, muy sensibles.  El short y la tanga quedaron rápido en el piso de la camioneta y con una mano en el pezón y otra en su vagina comenzó con todo un concierto de gemidos, exclamaciones y contracciones de orgasmos cortitos a intervalos lógicos.  No aparecía ningún motel y no la quería cansada.

  • Pará un poco con tus dedos y tus manos, ocupate de mí.  Secó sus dedos húmedos con la remera, aflojó el cinturón y bajó el cierre buscando debajo del bóxer a “mi amigo” que doblado, se resistía a salir a tomar aire, ella lo tocó y lo palpó sorprendiéndose.
  • “¡Ohhh!, tío Guille, es enorme, ¡con razón!, al fin lo puedo notar y tocar, necesito tenerlo adentro, no sé cómo voy a hacer pero tiene que entrar en mí.  Pará en algún lado, por favor, estoy desesperada. 

                                                  Ese, ¡con razón!, llamó mi atención, ya averiguaría como venía esa historia.  Cuando lo sacó, acarició el glande después de ensalivar su mano, acercó su cara con un poco de temor y haciendo un poco de malabarismo metió bien su cabeza entre el volante y mi abdomen, cobijó con sus labios en forma de “O” toda la cabeza del miembro aspirando con fuerza.

                                                    El cartel me avisó que el motel quedaba a sólo 500 metros y llegamos rápido cuando trataba de meter medio miembro en su boca.  Se incorporó para ponerse únicamente la remera y espero a que pidiera la habitación, además de cuatro emparedados grandes de miga con gaseosa que sería llevado al cuarto a la brevedad.  Ella entró rápido a la habitación dejando ver su culito duro por debajo de la remera, yo entré detrás y cerré la puerta, no la dejé avanzar, la abracé y apoyé mi dureza entre sus nalgas, una mano acariciaba sus pezones y la otra se llenaba de flujos para poder tocar el clítoris erecto, sobresalido y súper sensible.  Bastó que besara su cuello y apretara su clítoris para que estallara en un orgasmo que me hizo esforzar para mantenerla derecha.

  • “¡Por fin!, este fue distinto y ahora estoy temblando esperando por todo lo que viene”. 

                                                  Se incorporó y giró para luego arrodillarse, desabrochó el cinto y bajó con prisa los pantalones y el bóxer y aferrando a “mi amigo” con ambas manos, se metió en la boca de labios llenos el cuarto que quedaba afuera, movía toda su lengua por el frenillo y por debajo del glande aspirando fuerte, me gustaba pero así no me haría terminar y golpearon la puerta, tomé el pedido y cuando giré la vi totalmente desnuda sobre la cama, invitándome.

                                                  Así como estaba me tiré sobre ella y comencé a besar sus labios con todas mis ganas, mi lengua recorrió todo el interior de su boca y ella no se quedó atrás, me devolvía los besos casi con ferocidad.  Bajar a lamer y chupar sus tetas fue glorioso, no por la gran calidad de las mismas o por el tamaño, sino por lo receptivas que resultaron.  Lamer y morder suave los pezones le provocaban contracciones y gemidos que no podía controlar, no llegaban a ser orgasmos pero la “calentura” le iba ganando terreno aceleradamente porque todo su cuerpo pedía más.  La cabeza de mi pija había quedado entre sus labios que destilaban flujos y ella hacía toda clase de movimientos para que calzara en el lugar empapado.

                                                  Yo no quería dejarla ganar ese lugar, me había hecho a la idea de cogerla cuando estuviera semi destruida por las mamadas pero logró que el glande penetrara un poco y cuando iba por el “caderazo” que lo incrustara más profundo en ella, me salí.  Ni tiempo a protestar tuvo porque enseguida metí mi boca abriendo sus labios inferiores y me hice un festín, mi lengua estaba electrizada, penetraba, recorría, entraba, salía y ante su desesperación, mis manos apretaban sus caderas evitando que se moviera como desaforada.  La boca no podía tapársela y los gemidos altos y las exclamaciones de placer, junto a algunos insultos para que la cogiera antes de morirse por lo que experimentaba.

  • No podés morirte sobrina, cuando te coja te voy a partir en cuatro por todos lados, -le dije metiéndole dos dedos lubricados en el culo-

                                                  Gritó elevando el culo como para zafar y muy poco después se dejó caer permitiendo que penetraran en su totalidad en ese conducto.  Con sólo una mano sosteniendo sus cadera no pude contenerla, los dedos en el culo, que se notaba bastante estrecho, fueron el detonante para un orgasmo que la dejó tirada sobre la cama con los brazos abiertos y “boqueando” como pez sacado del agua.  Volví a tomarla de la cintura y me agradó notar que casi podía abarcarla con las dos manos, acomodé sus piernas a los costados de mi cuerpo y apoyé el glande en su agujerito vaginal.  Acusó la entrada de media pija con un grito destemplado, en el segundo empujón, ya con toda la pija adentro de su vagina estrecha, se quedó disfónica y vi lágrimas que caían por el costado de sus sienes, le había dolido pero lo había tolerado bien.

                                                  Hacía rato que por allí, si algo entraba eran sólo dedos, entonces me quedé quieto profundamente instalado en ella, hasta que sola se comenzó a mover pero muy despacio, en un ritmo que no me provocaba nada y me salí… para entrar muy despacio sintiendo y haciéndole sentir sus propias rugosidades, otra vez quiso gritar pero ahora gesticulaba sin voz con una sonrisa de satisfacción y una mirada complacida cercana a la felicidad, algo, muy poco le escuchaba decir…

  • “Así… tío… partime… concha… cogeme… eso asííí… puta… desde chiquita quiero… cogeme… mucho. 

                                                  Yo no quería parar y le propiné tres orgasmos seguidos así, aplicando un ritmo que no me pudo seguir, no la dejaba recuperar de uno para entrar en el otro.  En el tercero le rebalsé la concha de leche y sólo escuché…

  • “Leche… leche… más tío… Guille más… leche”.

                                                  Salí despacio y le alcancé un vaso con gaseosa que se tomó de una sola vez y luego se tocó la vagina mirando sorprendida como los dos dedos mayores entraban con facilidad, los sacó chorreando leche y me dijo con picardía.

  • “Tendré que conseguir una pastilla, no me estoy cuidando, me partiste, nunca la tuve tan dilatada y me llenaste la conchita de leche, jajaja, sos un tío degenerado”.
  • No te hagas ninguna película, estoy operado y vos sos una sobrina con ganas pero se te nota muy mal cogida, ¿me equivoco?
  • “Si tío, ¡cómo me calienta decirte tío!, te equivocás, desde hoy soy una “bien cogida”, ni te imaginás lo que te gocé, con mi hermana desde chica tratábamos de ver como la tenías de grande porque por algo debería ser que tenías tantas mujeres, hoy lo descubrí y estoy queriendo más porque no se te bajó.  Diciendo eso comenzó a mover la mano en una paja suave mirándome provocadora.
  • Pensé que íbamos a comer pero, si tenés tantas ganas, la que va a comer sos vos.

                                                  Le puse el glande en la boca y comencé a penetrarla, todo iba bien hasta la mitad, chupaba, movía la lengua sobre el tronco adentro de la boca y gemía, la cosa se complicó cuando la tomé de la cabeza y llegué hasta su garganta quedándome allí uno o dos segundos para después salir, tosía, tenía arcadas, le lloraban los ojos y salivaba todo.  Yo no la dejaba recuperarse, respiraba hondo cuando yo salía y volvía a meterla hasta la garganta.

 

  • Conmigo se coge “cuando yo quiero, como quiero, dónde quiero y con quien quiero”, ¿estás de acuerdo? 

                                                  Antes que contestara, como no se resistía, solté su cabeza y le di un ritmo más fuerte a las entradas y salidas aferrando su clítoris entre el pulgar y el índice de una de mis manos, moví los dedos masturbándolo y salí de su boca para que me respondiera.

 

  • “Sí tío Guille, como vos quieras pero seguííí, seguííí”. 

                                                  No pudo decir más nada volví a rellenar toda su boca y el orgasmo violento de ella acompañó al mío que le llenaba la garganta de leche.  Salí rápido de su boca porque sus contracciones y temblores no paraban, creo que hasta ella se sorprendió del orgasmo que la asaltó.  La abracé recostándome contra el respaldo de la cama y ella apoyó la cabeza en mi pecho, estaba sollozando y estaba seguro que no era por dolor.  La mano del brazo que la abrazaba quedaba libre y me dediqué a acariciar su tetita más cercana y a apretar el pezón que reaccionó al instante igual que todo su cuerpo pues noté el escalofrío que la recorrió cambiando la tersura de su piel.

                                                  Me habló entrecortadamente…

  • “Tuve tres novios antes de mi marido, con él tuve dos hijas, después de separada tuve unos “tiroteos” con tres tipos circunstanciales más y resulta que en menos de dos horas he gozado y me he sentido más plena y más mujer que nunca, estoy feliz, ¿cuál es el secreto tío? porque vos de “viejo” sólo tenés los documentos”.
  • El único secreto es tratar de hacerte sentir lo que siento y aceptar que tu entrega es total y sincera porque necesitás darla y finalmente encontrás a quien dársela.  Es una mezcla rara de amor, sexo, entrega, recepción, parece complicado pero es sencillo.
  • “Si con todas sos igual, entiendo claro todas las “películas” que me hice con “tu harem””.
  • Soy igual con todas con las que tengo algunos sentimientos, hay otras que son sólo “ratos”, con esas no me interesa la lealtad y la discreción, tampoco aplicó mi máxima, la cual es inamovible con mis íntimas.

                                                  Se quedó un rato pensando mientras comíamos y tomábamos la gaseosa matizada con un poco de whisky y vodka que había en el frigobar, luego me habló nuevamente…

  • “Tu vara es altísima y no admite comparaciones, lo de la discreción lo entiendo clarísimo, como vos me dijiste antes, “está lleno de hipocresías y de hipócritas para muchas cosas”, creo que yo misma lo soy en muchas pero, ¿cómo es lo de la lealtad?”.
  • Parece egoísta pero ni me preocupo por lo que le parece a los demás, la que está a mi lado es sólo mía y de todas, no admito a otro hombre ni siquiera en los pensamientos y, según ellas, ninguna lo necesita.
  • “Soy mujer y lo entiendo, ¿para qué el riesgo de la estupidez si la perfección la tenés en casa?  ¿Te puedo seguir preguntando?, tengo muchas dudas desde chica porque tu vida siempre fue una incógnita”.
  • Preguntá, yo contesto sin dudas y con la verdad pero, exijo lo mismo.
  • “De acuerdo, prometido.  ¿En tu casa es todos contra todos?”.
  • No es tan así, en casa existe la cordialidad y el respeto, alguna vez estuvimos “jugando” todos contra todos y cumplir con todas no es cosa de todos los días, sigo siendo un hombre, no tengo veleidades de Dios, así y todo ninguna de las chicas anda “matándose en los rincones” con ninguna otra ni con besos o toqueteos, si lo hacen es con discreción y con mi autorización, nadie tiene una opinión en contrario o deja aflorar los celos, si alguna deja aparecer esas negatividades no la queremos al lado, si tienen necesidades sentimentales y las quiere plasmar en pareja, nadie se lo va a negar y lo apoyaremos pero, deja de pertenecer a nuestra intimidad, es una decisión sin retorno.
  • “Teniendo todo el “dulce” nadie va a conformarse con una “cucharadita”.  Yo no lo haría”.
  • ¿Quién sabe?, hay necesidades, traumas, tabúes, conceptos arraigados, son muchas las cosas que pueden influir en las decisiones, hasta el “empacho de dulce”.

                                                  Julia se sonrió porque entendió perfectamente el concepto.  Se le notaban claramente las ganas de seguir preguntando y, extrañamente, no me molestaba ni me molestaría contestar sus interrogantes, algo que normalmente me pasaba cuando alguno quería saber de mí.  Ante ella no me sentía con trabas para expresar lo estrictamente mío.

  • “En un rato con vos me he replanteado montones de cosas de mi propia vida y aclarado muchas dudas pero…”.  No la dejé seguir.
  • Ya sé, es como dice Carolina, una de mis “esposas”, “necesito conocer y saber”.
  • “Es cierto pero, ¿cómo una de tus “esposas”?, ¿cuántas tenés?”.
  • Dos, son las mujeres que amo y tienen prerrogativas que las otras no tienen, lo cual es aceptado por todas las demás, sin ningún tipo de discusión.  Mi confianza en ellas dos es ciega aunque no por capricho, me han demostrado su entrega total en infinidad de oportunidades.  Ante los demás la esposa es sólo Carolina, en nuestra intimidad son las dos, Caro y Ana María, con ellas comparto todo.
  • “¿A mí también me vas a compartir con ellas?”.
  • Yo “tengo ganas” de que estemos los cuatro juntos pero, eso es decisión tuya.
  • “Nunca estuve con una mujer pero me basta con que vos lo digas para no plantear nada en contrario, además, si están a tu lado no deben ser malas personas”.

                                                  Estuve tentado de decirle que de malas personas no tenían nada pero entre las dos la iban a destruir físicamente desde lo sexual.  Sólo me bastó mirarla socarronamente e irme hacia el baño para preparar la ducha y la tuve atrás preguntando a que se debía esa risa.

  • Después la seguimos y te contesto lo que quieras, ahora vamos a bañarnos, mejor dicho, te voy a bañar, es un gusto que me quiero dar mimándote.  Lo de “darme un gusto” era un verso que le encantó y no pudo disimular pero, en realidad lo que yo quería era calentarla a tope de nuevo porque no se iría de ese cuarto sin que le rompiera el culo.

                                                  Mientras el agua caía sobre su cabello y su cuerpo, la observé bien, ni pizca de flojedades, una cintura perfecta, las caderas a tono con un culito respingón de nalgas firmes sustentado con piernas de tobillos finos y pantorrillas y muslos acordes a todo su físico, un vientre plano, la vagina de labios semi gruesos pero cerrados, una “pinturita” hecha mujer.  Lo único que desentonaba todo el conjunto eran las tetitas que eran bastante magras para su espalda y lo que más llamaba era su cara angulosa pero llena, una boca “dibujada” de labios gruesos que no eran exagerados, de pómulos altos y una mirada de ojos negros que “hablaban” y que había sabido conocer llenos de tristeza pero que hoy brillaban. 

                                                  El gel corrió por su espalda y tuvo un escalofrío esperando la mano que lo desparramara.  Comencé despacio por sus piernas recorriéndolas y enjabonándolas una a una, por delante con una mano y la otra por detrás, al llegar a su entrepierna ya gemía pero enjaboné su vagina sólo por el exterior, igual se estremeció aunque con el culito fue distinto, mi dedo recorrió toda la zanja de sus nalgas y presionó un poco en su agujero, el dedo medio amagó a entrar y tuvo que sostenerse apoyando las manos en la pared por el estremecimiento.

  • “Me estás volviendo loca tío, tengo el Cielo al alcance de la mano”.

                                                  La dejé de tocar y seguí por su cintura y su espalda notando en que partes del cuerpo se la notaba más erotizada.  Descendí nuevamente con mi mano lubricada para seguir con su culito y apenas la toqué gimió con placer.

  • ¿Te gusta que jueguen con tu culito?
  • “Es con vos tío, ese lugar no es virgen pero siempre le escapé a eso, nunca sentí placer con el sexo anal.  Con vos es distinto, raro, me desespero, tengo ganas de gritarte que me cojas fuerte y me mojo toda sólo al imaginar cómo vas entrando y cómo vas a ir tomando posesión de él.  Sé que va a doler y no me importa, la necesidad es imperiosa, tomalo, usá los dedos, hacé lo que quieras con él”.

                                                  Dilatado por la calentura y por la punta de dos dedos que hacía girar en su esfínter más la lubricación del gel ayudaron a que los dedos mayores penetraran hasta el fondo.  El gemido fue profundo aunque enseguida retrocedió su culito tratando de empujar para que entraran más, se contrajo orgasmando y aunque corto, fue su primer orgasmo anal.

                                                  Saqué los dedos, la hice girar, la abracé y nos besamos debajo del chorro de agua para enjuagarnos los dos juntos, se desesperaba para tocarme, besarme otras partes del cuerpo, apretarme con las uñas, todo era placer y era muy evidente que no era sólo por lo que recibía, plasmaba una imperiosa necesidad de dar y una entrega que parecía no haber experimentado nunca.  Nos secamos rápido entre los dos y luego de besar el glande tomó el tronco en su mano y me llevó a la cama.  Le pedí que se pusiera en cuatro.

  • “Como vos quieras, quiero gozar sintiéndome tuya, “como quieras, cuando quieras y con quien quieras”, la máxima está grabada a fuego y placer”. 

                                                  En cuatro sus nalgas parecían más atractivas y acerqué el glande para “pincelar” la zona como me agradaba y comenzó a moverse de forma agitada mientras gemía.  Hice fuerza y metí el glande muy despacio en su vagina y noté como ésta dilatada trabajosamente sus paredes al paso del tronco pero se relajaba aceleradamente, estaba contraída porque esperaba el “pijazo” en el ano y esto la hizo aflojar completamente.

                                                  Su goce no se hizo esperar y se acopló al ritmo de entradas y salidas con facilidad aunque, de vez en cuando, se salía de ese ritmo para empujar las nalgas a fin de penetrarse más profundo, mucho más cuando con mis pulgares dilataba fácilmente al agujerito chiquito.

  • “Siempre me contuve tío, en mayor o menor medida me contuve y hoy no sé lo que es eso, quisiera que me entraras hasta el estómago y me dieras y me dieras y me dieras”… 

                                                  No pudo seguir, cambié de agujero sin avisar y forcé la entrada de su ano entrando el tronco de “mi amigo” hasta la mitad.  El grito fue tremendo pero el “síííí´” que también gritó a continuación me hizo entender que no todo había sido dolor.  La contracción del orgasmo anal que no se hizo esperar, la volvió “loquita”, yo no quería moverme, me aferraba fuerte a sus caderas para no lastimarla y ella quería empujar para penetrarse sola hasta el fondo.

  • “Dámela toda tío, partilo, rompelo, dame con fuerza, no tolero el placer que me estás dando, reventameeeee el culo por lo que más quieras, tíoooo, tu verga me enloquece”. 

                                                  Desde allí en más fue una sucesión de orgasmos a cual más violento, por lógica, le enterré la pija hasta lo más que pude e inicié un movimiento de entradas y salidas que se iba acelerando, los golpes de pelvis y nalgas se escuchaban por toda la habitación y ella pedía más y más…

  • “Sííííí, más fuerte, ¡por Dios!, que puta me siento, ¡qué de tiempo perdido al pedo!, rompé tío, rompé con más ganas, tomaaaa, ahhhhh, ¡me estás matando a polvos!”.

                                                  No sé cuantos orgasmos tuvo porque también mojaba la cama con chorritos de flujo que expulsaba su vagina, lo que si yo sabía es que quería terminar y empujando lo más hondo que pude, deposité todo el semen caliente en el fondo de su recto, el resultado fue un orgasmo que la dejó temblando y con contracciones que no podía detener, tampoco era conveniente que lo hiciera y seguí adentro de ella hasta que al rato se calmó y no se desmayó, corrió el cuerpo, se hizo un ovillo obligándome a salir y se durmió profundamente.  Eran casi las nueve de la noche y me tiré a su lado, cuando nos despertáramos seguiríamos viaje.

                                                  Me desperté como a las tres de la mañana y la vi sentada a mi lado, apoyada en el respaldo de la cama y mirando a un punto fijo de la habitación con los ojos bien abiertos, apenas me moví me miró y me habló…

  • “Hace un rato que estoy despierta, apenas si me puedo mover, estoy destruida físicamente pero plena de felicidad, me siento una mujer total, nadie podrá entender lo que siento salvo que haya experimentado esta comunión de hombre-mujer que experimenté contigo.  No hay tabúes, no hay miedos ni condicionamientos, no hay nada que pueda estar por encima del amor y las ganas de dar y recibir sin trabas fijadas por los que están “de afuera””.
  • Me alegra que lo pienses así porque tus expectativas pasan a ser distintas y mejores, de todos modos, como la sociedad y sus integrantes suelen ser hipócritas hay que aprender a tener ese equilibrio que nos permita ser con todos y no chocar con todos.
  • “Si, me doy cuenta que las pautas que te fijan y/o que vos mismo te fijás no te permiten ver ni gozar de un montón de necesidades que se estancan y te deprimen”.
  • Tenés la ventaja de aprenderlo de joven, a mí me costó muchos más años entenderlo.
  • “Como sea, Guille, porque aunque el parentesco existe, es una idiotez ponerlo por delante, cuando quieras y pueda moverme, seguimos viaje, con lealtad, discreción y la máxima aprendida, quiero gozar y compartir todo lo tuyo, aunque más no sea por unos días, seguramente, los mejores de mi vida”.

                                                  Nos fuimos y desayunamos algo en el camino, cuando llegamos a la tranquera de la Estancia salía la combi que había dejado a los trabajadores, saludé con la mano al conductor y Julia me dijo que parara en la puerta, lo hice apenas transpuestos unos metros, se bajó de la camioneta y miró la entrada y todo el abovedado de los árboles, luego subió y me pidió que entrara despacio.

  • “Quiero absorber toda esta belleza, la estoy comparando mentalmente con las fotos y no existen tales comparaciones, ni contándolo con detalles se puede comparar”.
  • “Preparate entonces porque más adelante no vas a parar de sorprenderte”.  Cuando terminamos de pasar el bosquecito y desembocamos con la casa, se quedó con la boca abierta, la entendía porque hasta a mí que estaba acostumbrado, me sorprendía.

                                                  No bien estacioné salieron por la puerta de la cocina las cuatro mujeres que había en ese momento en la casa, Carolina, Ana María, Marta y Rosalía, las cuatro con Carolina en punta se lanzaron a abrazarme y saludarme.  Con las presentaciones los saludos fueron igual de efusivos, mi sobrina Julia estaba anonadada y con un cúmulo de sensaciones que le pasaban por la cabeza.

 

  • “¿Qué te dije de las fotos Guille, es todo mucho mejor personalmente, hasta ellas son diez veces mejores que las fotos y lo que me contaste”.  Carolina y Ana la abrazaron y sonriendo, cada una la tomó de un brazo.
  • “Vamos a elegirte una habitación, te mostramos todo y nos vas a contar que te ha dicho el hombre de la casa”.  Se fueron riendo las tres, yo me puse a preparar el mate y saludé a las restantes con el saludo acostumbrado que esperaban, lleno de besos profundos y nalgas duras y deseosas.

                                                   Lo llamé a Lucas para avisarle del viaje que realizarían todos sus tíos a mitad de semana y le comenté que se reunirían todos los primos, le encantó la idea y dijo que se pondría de acuerdo con ellos para viajar juntos, él vendría con Natividad y las nenas, mandé besos para todos y después lo llamé a Gonzalo, se puso muy contento de saber que había venido la prima y más contento aún con la futura reunión de primos.  Le pregunté por la salud de Gimena y me comentó que estaba fenomenal, con una energía que no la podía tener quieta, también mandé besos para Gimena y corté la llamada.  Como a la hora regresaron las “esposas” con Julia, ésta venía maravillada, la habían instalado en una muy linda habitación y habían recorrido toda la casa por dentro y por fuera, la glorieta terminada, el parque, las flores, la piscina con sus instalaciones y hasta la cochera la habían dejado enloquecida, estaba eufórica.

                                                  Rosalía preparó una regia “picada” y nos sentamos bajo el alero principal a comer y a tomar algo.  Le conté a las chicas que el jueves siguiente vendrían mis hermanos con todos mis sobrinos, que se quedarían el fin de semana para hacer una reunión de primos, también vendrían Lucas y Natividad con las nenas.

  • “No hay problemas, habitaciones hay, preparamos las necesarias o usamos las casas sobrantes”,-dijo Marta-.
  • Por eso no hay problemas, ya lo veremos llegado el momento.  Caro, ¿hay alguna novedad?
  • “No amor, está todo muy tranquilo, después de almorzar voy un par de horas a darle una mano a Belinda a la Clínica porque cada vez hay más gente y, si quiere, me la llevo a Julia para que conozca el pueblo y a algunas otras personas”.
  • “Yo no tengo ningún problema, estoy totalmente a vuestra disposición”.
  • “Ahh, Caro, Ana, “a calzón quitado” con Julia, ya hablé con ella y sabe todo lo que tiene que saber”.

                                                    Carolina y Ana María se largaron a reír con ganas, se le caían las lágrimas, Julia las miraba sin entender nada y yo sabía que iban a salir con una de las de ellas.  Las dos la abrazaron a Julia.

  • “No te enojes “sobrina”, nos dimos cuenta cuando te vimos caminar y cuando te sentaste no pudiste disimular un “dolorcillo” que ya sentimos todas”.  Las risas fueron también de Marta y Rosalía, además de Julia que salió de la sorpresa haciéndoles coro, yo me levanté.
  • No puedo con ustedes, voy a hablar con los Jardineros y con Ricardo.  Las dejé para que hablaran de sus cosas, cualquiera de ellas sabía perfectamente de qué y cómo hablar.

                                                  Los Jardineros estaban trabajando con los frutales y no tuve ganas de caminar hasta allí pero me puse a observar que mi calle de robles estaba hermosa.  Con Ricardo tampoco hubo novedades, sólo que para hoy a la noche o mañana esperaban la parición de cuatro vacas y las tenía apartadas.  Recordé en ese momento que le había prometido a Gloria un cuatriciclo más chico y hablé a la agencia para que me trajeran dos a la tarde, les di los datos de la Tarjeta del Banco zonal y me avisaron luego de unos minutos que estarían aquí a eso de las cuatro de la tarde.

                                                  Al regresar a la casa Caro, Ana y Julia andaban por la casa-consultorio y la que era de Ana, según Rosalía, se habían puesto los trajes de baño y pasarían luego por la pileta.  Faltaban como dos horas para almorzar y me fui a dormir pidiendo que me avisaran a la hora de la comida.  Mi cama y el aire acondicionado me llamaban.

                                                  Cerca de la una de la tarde, la mamada de Ana María, sí o sí me despertó pero estaba tan dormido, tan profundamente entregado al sueño que me sobresalté y moví la pelvis al tratar de incorporarme, resultado: la garganta de Ana sufrió las consecuencias ante lo inesperado de la penetración y se atoró teniendo arcadas, las risas de Carolina y de Julia desde la puerta me despertaron completamente.

  • Por reírse así de mi negra hermosa, nosotros dos vamos a comer aquí en la cama y ustedes en la cocina.  Ana me besó y dijo:
  • “Vamos a comer “marido”, por hoy las vamos a perdonar porque está Julia de visita”.  Me estiró la mano y me levanté sonriendo para ir con ellas.

                                                  En el almuerzo siguieron hablando con la “sobrina”, le contaban de Sol y Graciela que estaban de vacaciones, de Gracia que era la madre de Sol, de Belinda que era la Vicedirectora de la Clínica y toda la historia en la que habíamos participado con su Título y con el viaje de la madre y la hermana desde Venezuela, que ambas vivían con Lucas y que Natividad era la novia de Lucas desde hacía poco.  Caro dijo:

  • “Salvo las venezolanas que viven con Lucas, las ocho restantes pertenecemos al “Círculo de Intimidad” permanente de Guille, el hombre que amamos y a menos que estemos locas o por una causa extrema, no nos sacan de ese “Círculo” ni con el Ejército.  Independientemente de nosotras que somos “permanentes” pueden acoplarse otras pero sólo con la expresa decisión de Guille, si él lo decide son recibidas como lo fuiste vos y nos brindamos esperando reciprocidad”.
  • “¿Me dijiste que Gracia es la madre de Sol?
  • “Sí, de la tranquera para afuera si, aquí adentro son dos mujeres hermosas que aman a Guille y se brindan como lo hacemos todas, los parentescos y los de afuera son “de palo””.

                                                  Julia se dio cuenta perfectamente que este diálogo, tan natural y sencillo, que se estaba dando entre ellas, implicaba una madurez de conceptos que desde afuera no se entendería nunca.  Ana le tomó la mano a Julia y le dijo:

  • “No te compliques pensando demasiado, esto es amor puro hacia y desde el hombre que amamos, somos felices y tratamos de dar felicidad, respecto al parentesco, ¿cómo se llama tu hermana?”,  -María, le contestó-.  “Si ella estuviera en la misma tesitura y junto a vos, sería solamente María, por ella misma, no por ser tu hermana pero, por algo no está”.
  • “Es muy dada, muy dicharachera pero muy aferrada a ciertos conceptos predeterminados, si supiera de esto, huiría despavorida”.
  • “Seguro que físicamente está tan bien como vos, ¿no?”.
  • “Somos parecidas pero ella tiene lo que yo añoro, tiene tetas bien formadas”.

                                                  Se tocó las tetas e hizo un gesto de disconformidad.

  • “Dos cosas te voy a decir que vos no sabés.  Guille tiene una capacidad que pocos hombres tienen, te “saca la ficha” en el acto, sabe cómo vas a pensar y cómo vas a actuar en consecuencia, con ella lo supo y con vos también, por algo estás vos acá y no las dos y no, no me digas nada, no sé como lo hace pero es algo o tiene “algo” a lo que no te podés ni te querés resistir, si te quiere para él, no hay hijos o marido que valga. 
  • “Es verdad, te creo porque lo experimenté”. 

                                                  La “negra” se sonrió como sabiéndolo…

 

  • “La otra cosa que te quiero decir es que tus “tetitas” son tuyas pero con un “tajito” de nada “armás” una copa 85 o 90 y pasás a ser una hembra excepcional por dónde se te mire, aunque eso lo tenés que hablar con Carolina”.
  • “Yo no hago eso pero conozco a un “Plástico” en la ciudad que te lo hace en el acto, con los mejores materiales luego, en cuatro o cinco días ya podés lucirlas, lo que yo puedo hacer es controlarte y evitar cualquier problema aunque, lógicamente, todo pasa por la decisión de “nuestro hombre”, su palabra es indiscutible”.

                                                  Julia me miró suplicando pues era evidente que sus “tetitas”, aún con toda su sensibilidad, eran una “deuda pendiente” para con ella misma.

  • Caro ya me había comentado de este profesional, antes hablamos con Sol sobre lo mismo pero Sol está enamorada de sus tetas chiquitas y hacen juego con su físico, con vos es distinto, ¿verdaderamente lo deseas?
  • “Si Guille, sería como un sueño hecho realidad, me miro al espejo y no me siento bien con lo que tengo”.
  • Está bien pero con dos condiciones inamovibles que te las digo si Carolina te consigue turno para mañana a la mañana. 

                                                  Caro se levantó apresurada y fue a la computadora para hablar por Skype con el Cirujano Plástico, volvió enseguida llamando a Julia.  “Vení conmigo que quiere verte”.  Se fueron para adentro y Ana María no perdió tiempo para preguntar por las condiciones pero la dejé con la duda.  Al poco rato regresaron con una Julia exultante y Carolina explicó todo dando especificaciones.

  • “Tenemos turno para la operación, mañana a las diez de la mañana y nos dijo que le han llegado unas prótesis de Alemania que son extraordinarias, de talla 90, ni se notan que son postizas y el tajo es muy chico además tiene un sostén especial que mantiene la presión en la herida ayudando a la cicatrización, en tres o cuatro días puede exponerse al sol”.

                                                  Todas me miraron esperando por las condiciones.

 

  • La segunda condición es que “tengo ganas” que a las “nuevas” las probemos todos los presentes aunque tengas que quedarte un par de días más y la primera condición es que “tengo ganas” que las probemos todos ahora mismo a las “viejas” porque a éstas no las veremos más. 
  • “Sííí, ya” dijeron todas y la primera que reaccionó fue Julia echando los brazos a mis hombros para “comerme” la boca a besos.

                                                  Carolina y Ana la tomaron de las manos y la llevaron para la habitación, las seguían Marta y Rosalía y yo cerraba la marcha.  Dentro de la habitación, mientras Carolina la besaba profundamente, Ana se ocupaba de sacarle la escasa ropa que tenía.  Me tocaba mirar gozando con el placer de las cinco, Julia quedó en la cama boca arriba.

                                                  Caro intercambiaba saliva con mi sobrina que respondía enfervorizada a sus besos y Ana se zambulló en su entrepierna para gastarle la vagina y el ano con lamidas, chupones y algún que otro dedo que por allí se perdía.  Marta y Rosalía, a los costados de Julia se prendieron como terneros a cada una de sus tetas y las hacían delirar absorbiendo sus pezones, a la par que recibían en sus tetas y pezones caricias de las manos de Julia.

                                                  El mar de lenguas provocó dos tremendos orgasmos que Julia expresó contrayendo todo el cuerpo y gimiendo, Caro no la dejaba gritar hasta que tampoco aguantó y cruzando una pierna por sobre la cabeza puso su entrepierna en la boca de Julia que no le hizo ningún asco.  El primer culo que vi a mi disposición fue el de Ana y allí me perdí haciendo que su grito se trasladara al clítoris de Julia.  Mover el culo con placer y absorber fuerte el clítoris de Julia trasladando el placer que recibía por la retaguardia fue como soplar una vela para Ana pero Julia comenzó a tener orgasmos en cadena que influían en el clítoris de Carolina que gemía descontrolada y en los pezones apretados por los dedos de Julia en las tetas de Marta y Rosalía.

                                                  Alternar en el culo y la vagina de Ana derivó en un orgasmo gritado con fuerza y quedó tirada con la cabeza apoyada en la pelvis de Julia.  La siguiente fue Marta y el tratamiento combinado acabó con el mismo resultado.  Rosalía me esperaba y con el culo y la vagina hirviendo y casi me lleva con ella cuando acabó gritando como loca, desquiciada y pidiendo más.  Carolina ocupó el lugar anterior de Ana entre las piernas de Julia que rogaba piedad y se preparó para sentirme.

  • “Sí mi amor, así, más adentro mi vida, te siento hasta en el alma”. 

                                                  Gritó cuando choqué sus nalgas con mi pelvis y volvió a ocuparse del culo y la vagina de Julia que se debatía teniendo orgasmos por Caro y por las lamidas combinadas de Ana y Rosalía en sus tetas y pezones.  Carolina tampoco fue un dechado de timidez cuando acabó, su gemido de placer convertido rápidamente en un grito que se hizo oír, las enardeció a todas nuevamente.

  • ¿Chicas quieren leche para todas o se la damos a la visita?
  • “A la visita”, gritaron y poniendo las piernas de Julia al costado de mi cuerpo entré y salí de ambos orificios mientras trataba de debatirse y volvía a contraerse por los orgasmos.  Cuando le llené el culo de leche, cuatro aplaudieron, Julia quedó semi-desvanecida y con la cara ladeada.

                                                  Caro la recuperó con sales, yo salí despacio y me fui a bañar, al regresar, la cama parecía el altar de un aquelarre y los consoladores “varitas mágicas”.  Las dos brujas mayores penetraban con un strapón cada una a Marta y Rosalía pero eran penetradas por el culo con sendos consoladores por Julia que parecía poseída por algún embrujo de placer.  Necesitaba ir a tomar un whisky y las dejé solas.

                                                  Después del trago que repetí, quedé medio adormecido hasta que, como a la hora y media las vi salir, vestidas con sus trajes de baño se iban todas a la pileta.

  • Caro, ¿no ibas a ir al pueblo?
  • “No amor ya hablé con Belinda, le conté de Julia y se viene para acá con Gracia, también quieren conocerla y hacerle la “despedida””.  No me quedó más que largarme a reír con ganas.  Julia se acercó con Ana.
  • “Guille, tío Guille, esto no te lo voy a poder agradecer nunca, no hay palabras para el placer, la dicha, el gozo y la felicidad que he experimentado desde ayer”.
  • Disfrutá lo que quieras mi cielo, vos lo merecés pero… recordá siempre, Lealtad y Discreción, nosotros no te vamos a fallar.
  • “Creo que ahora nos entiende mucho más a todas”, -dijo Ana María llevándola para la pileta-.

                                                  Recordé lo de la hermana de Rosalía y me fui a la pileta para hablar con ella, la llamé y le dije que se sentara a mi lado

 

  • ¿Qué pasó con tu hermana?
  • “Me aceptó todo lo que le dije, le pagué el Salón de Belleza y le compré ropa nueva, cambió totalmente, ahora está yendo tres veces por semana al gimnasio y le tengo un poco de envidia porque se está poniendo mejor que yo, jajaja”.
  • Eso va a ser difícil porque a vos te quiero y a ella todavía no.  Ahora escuchá bien, tengo una duda enorme y necesito que me averigües algo sin que se entere Marta porque también debe estar en bola, entrá en la habitación de Graciela y fijate que se llevó cuando se fue de vacaciones, después me contás a mí solo. 

                                                  Me dijo que luego lo hacía y me contaba.  Se me había metido entre ceja y ceja que Graciela no regresaría a la Estancia, también pensé en que tenía ganas de ver a los “muchachos de negro”, estaba seguro que tendrían novedades para que yo me enterara…  Ya veríamos…

Continuará…

Por favor, si les gusta, valoren y comenten…

Gracias…  GUILLEOS1.

Mas de tauro47

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El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

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Mi timidez y mis tías (37)

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Mi timidez y mis tías (349

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Mis primas de la capital (17)

Mitimidez y mis tías (17)

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Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

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Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

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Mi timidez y mis tías 4

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Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

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Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

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Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina