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El pacto. (51)

en Grandes Relatos

REUNIÓN FAMILIAR - MARÍA.

                                                  Cuando pude dormir la siesta ya era tarde pero eso no había sido nunca algo que me jodiera, acostumbrado a manejar mis propios horarios, cuando me daba sueño o tenía ganas de dormir, simplemente dormía.  Antes de mi actualidad, si tenía que cumplir horarios, los cumplía, si tenía que aguantarme de dormir porque afectaba los usos y costumbres horarios de otros, lo hacía pero, la mayor parte de mi vida fui “dueño” de mis tiempos de sueño.  Dormir la siesta obligada de 14 a 16 o de 13 a 15 porque después o antes “no se debía” no contaba para mí, sentirme mal o bien porque había dormido poco o mucho, tampoco era para mí.  Ese día me llamaron a las ocho de la tarde-noche, a tiempo para cenar.

                                                  Julia se había empecinado en cocinar ayudada por Rosalía y Marta y a la sobrina le tocó servir, como no podía ser de otra manera y sucedía la gran mayoría de las veces, la buena onda reinaba en esa mesa y tras las bromas a Julia porque estaba poco acostumbrada a cocinar y se le notaba la falta de “training”, le tocó a Carolina que tuvo que reconocer que apenas se animaba con minutas.  A Ana nadie pudo hacerle bromas con esto, ella cocinaba muy bien y nos pusimos a recordar los guisos que nos hacía cuando recién comenzábamos en la Estancia y era la única que cocinaba, la “pinchábamos” entre todos para que nos hiciera un rico guiso y el sonido estridente del teléfono de Julia nos sorprendió a todos porque no lo conocíamos.  Julia pegó un salto y volcó la silla, no esperaba que la llamara nadie, a menos que hubiera algún problema con las hijas o la familia.

                                                  Todos quedamos expectantes, atendió con un poco de temor hasta que la vimos sonreír…  Era la hermana la que llamaba.

  • “No, te digo que no sabía, fue una de las tantas sorpresas del tío, se dio así y lo pasamos fenomenal, sí, sí, esa rubia hermosa es la “tía” Carolina”.  Ninguno de nosotros entendía nada y tapando el teléfono nos dijo que prendiéramos la tele.  “¿En serio se notan?...  ¿Viste?, están geniales, me lo pagó todo el tío, si fue al otro día de llegar, si, si, después te cuento bien, ¿mis nenas están bien?, bueno, en la semana nos vemos todos, besos”.

                                                  Cortó la comunicación y fingió seguir hablando.

  • “Sí, te digo que sí y no sabés la cogida que me pegó, a todas nos dejó el culito pidiendo más”.  Carolina y yo nos dimos cuenta de la broma y de que su teléfono se había apagado.  Ana María pegó el grito, Rosalía abrió la boca poniéndose pálida y Marta se paró.
  • “¡Nena, no podés contar eso, estás loca!”.  Julia, Carolina y yo nos reímos de las tres que respiraron aliviadas.
  • “Este susto me lo vas a pagar cuando estés bien de las tetas”, -le dijo Ana María-.
  • “Agarrate Julia porque la “negra” se la cobra dejándote de cama”, -agregó Carolina-.

                                                  En la tele estaban pasando el noticiero principal de la Provincia y la noticia del día era la visita sorpresiva “no oficial” de la Gobernadora paseando con amigos, apoyando la campaña de la Unión Vecinal y saludando a los vecinos del pueblo.  Se la veía con Carolina y Julia del brazo caminando por la vereda de la calle principal -efectivamente en Julia se notaban un tremendo par de tetas debajo del sostén especial y de la remera ajustada, quienes la conocían de antes se dieron cuenta enseguida, con más razón la hermana-.  A Leticia la vimos en el local principal, en el Almacén, en el Restaurant y por último en la Clínica explicando detalladamente los servicios que prestaba.  Ana también salió con Leticia, se vio la cara de sorpresa de Francisco cuando escuchó que lo llamaban y supo quién era, la gente contenta y aplaudiendo, fue una nota hermosa pero lo que mejor nos puso a todos era la cara de felicidad de Leticia.

                                                  Había sido un acierto importante llevarla a saludar a Francisco y que aprovechara a saludar a la gente.  Apenas si pudimos terminar de ver el noticiero, se desató una catarata de llamados a mí teléfono y al de Julia, hasta Gimena la llamó a Carolina y también tuvo que explicarle que había sido sorpresivo, Gonzalo tomó el teléfono y luego de saludarla a Caro pidió hablar conmigo, Caro me pasó el celular.

  • “Hola pa, ¿quién es esa mina que estaba con Caro y la Gobernadora?, parecía la prima Julia pero “creció” un montón”.
  • Jajaja, preguntale a ella, ya te la paso.

                                                  Le avisé que era Gonzalo que quería saludarla y que la había visto muy “crecida”.  Se prendieron un rato a bromear, siempre se habían llevado bien y quedó en ir a verlo en la mañana.  Hasta Lucas llamó que también la saludó a Julia y me avisó que el jueves al mediodía estaban todos en la Estancia, sumé rápido que con los de la casa rondaría unos treinta y les dije que los esperaba con lechones, costillares y pollos.

                                                  No bien pasó todo el vendaval les dije que llegaban el jueves e iban a ser como treinta y que comían todos como “lima nueva”, además había que armarse de paciencia porque mis hermanas iban a querer ayudar, serían cuatro días de “portarse bien” y teníamos que comprar la comida, principalmente para la llegada del jueves, después no arreglaríamos haciéndole el pedido a Joaquín de un día para el otro.

                                                  Todo eso lo hablaba con Marta y Ana dijo que la ayudaría con todo lo necesario, preparar el galpón con las mesas teniendo en cuenta que habría chicos, trataríamos de comer siempre allí aunque teníamos más mesas y sillas para armar en otro lugar, preparar los freezer con las suficientes bebidas y estar atentos a lo que había que reponer, un freezer para los helados y otro freezer para lechones, carne y achuras, la batea para el hielo.

                                                  Le dije a Rosalía que íbamos a necesitar a una persona más para ayudar al servicio y para el tema de lavar la ropa de cama o de mesa, así que le podía avisar a la hermana que se sumara desde el jueves, contestó que no habría ningún problema, ella ya había hablado bien con la hermana, entonces le dije que era mejor que ya le avisara que vendiera lo que no le servía y se mudara el miércoles a la tarde, no daría más vueltas con ese tema, Rosalía no decía nada pero “saltaba en una pata”.

                                                  Había que decirle a Ricardo que tenía que comprar los lechones, seis grandes de no más de catorce o quince kilos, quince cochinillos, porque seguro repetirían esa comida, cinco chivitos.  Por los costillares y las achuras no me hacía problemas, eso se lo pediría a Joaquín junto con otras cosas y las bebidas.  Por el tema de los postres les pregunté a mis esposas si querían los de confitería o le mandábamos a pedir a Francisco, sin dudar dijeron que los hiciera Francisco, le pedirían diez para el jueves y otros diez para el sábado.  Había que destinar a dos asadores para el jueves, viernes y sábado, sólo para el mediodía, para el domingo se arreglaría mi cuñado, mi hermano y mis hijos.  Las ensaladas serían de lechuga u otra “verde” y tomate, sin cebolla y se harían en el momento.

                                                  Había que ver como estábamos de reservas de gas y combustible porque usarían los cuatriciclos.  Esto que parecía una locura quedó totalmente solucionado para el miércoles a la mañana, los freezer cargados con alimentos, bebidas y postres, vino y gaseosa para repartir, licores, whisky, vodka para poner un boliche, aperitivos, los tanques de combustibles y gas totalmente llenos y si faltaba algo siempre estaban los teléfonos y Ana María y Marta muy atentas.

                                                  El lunes Carolina se dedicó a la Clínica y yo la llevé a Ana María y a Julia a la Estancia “Los Nogales”, después de saludar a Gimena y a Gonzalo los dejé con sus abrazos y sus charlas y me fui a saludar a Miguel que se alegró mucho de verme y me estuvo contando lo bien que marchaba todo.  Al volver a la casa las mujeres estaban recorriendo la casa que Gimena mostraba orgullosa y me quedé hablando con Gonzalo.

  • El jueves vienen todos, son como treinta y te aviso que seguro van a venir en patota a saludarte, tené listo sólo un aperitivo, en casa van a comer bien y el viernes se hace la reunión de primos con novias y esposas.

                                                  Quedamos en eso y cuando regresaron las mujeres, aparte de preguntarle a Gimena como se sentía, le pregunté cómo se iba a llamar mi nieto.

  • “Si es varón lo queríamos llamar Guillermo, no sé por qué se me ocurrió ese nombre tan feo, jajaja pero, si es mujer no sabemos, todavía no pensamos, en una de esas le ponemos Guillermina, igual todavía no se sabe el sexo”.
  • Olvidate del nombre de mujer, va a ser un varón, te lo firmo ya dónde quieras.

-seguridad 100% de “hombres de negro” aunque eso no lo diría-.

  • “Dios quiera”.
  • Olvidate de Él también, yo creo que no corta ni pincha, es varón y te lo dice tu suegro, hmmm, dejame verte, va a pesar 3 kilos 800 gramos, he dicho.

                                                  Luego de un rato saludamos con abrazos y nos volvimos a casa.  En el viaje de regreso Julia se lanzó a preguntarme para sacarse unas dudas que tenía…

 

  • “Tío Guille, ¿cómo van a dormir ustedes? porque no creo que nadie de la familia esté preparado para entender que tenés dos esposas.
  • Problema de ellos, que se la aguanten.  -Allí saltó Ana-.
  • “No Guille, nos van a mirar mal a Caro y a mí”.
  • ¿Te parece?, yo creo que te van a mirar más el culazo divino que tenés, jajaja.  No hay drama mi negra, si no tenés problemas dormís con Julia, eso sí, no vayan a hacer mucho barullo, jajaja.
  • “Para nada y le voy a hacer pagar el susto que me dio con el teléfono”.
  • “Veremos, veremos porque yo no soy manca, jajaja.  Igual nos vamos a tener que cuidar porque mi hermana es muy de imaginar lo que pasa en las sábanas de los demás, habla mucho del marido pero no creo que sea tal como dice y van a estar mis hijas”.
  • A tus hijas las ponemos en la habitación más linda con las nenas de Lucas y a tu hermana la dejo culo para arriba en cualquier rincón y no jode más a nadie, además no tiene un culo para despreciar y a mí, que tenga marido no me interesa mucho.

                                                  Julia se quedó pensando y por el sesgo de su mirada me pareció que estaba pensando alguna “maldad”, enseguida me lo confirmó.

 

  • “Jajaja, ¿sabés que no estaría mal?, ella siempre tiene algo para decir de mí, que si me separé, que si salí con algún flaco, que lo único bien hecho es lo de ella.  Podemos “matar dos pájaros de un tiro”, no va a encontrar a nadie que la coja como vos, se va a sentir muy bien cogida una vez en su vida y después que te la hayas cogido bien y cuando le estés rompiendo el culo entro yo y los descubro, no va a poder abrir nunca más la boca conmigo, estaría bueno, ¿no?”.
  • “Juliaaa, no lo tientes que es capaz, es como tentar al Diablo, parecen padre e hija ustedes dos”.
  • Si se da tiene que ser en la habitación de ustedes, nadie va a entrar ahí y cuando estemos cenando el viernes, ella se va al baño, yo a hablar por teléfono a larga distancia, les hago una seña y me siguen las dos si quieren, como para que haya testigos y no sea sólo porque vos lo decís, no sé, que se les caiga el vino y vienen a cambiarse y nos sorprenden pero déjenme que le haga el culito primero, jajaja, eso si se da, si no quiere, “mala leche”, no se insiste.
  • “Son terrible los dos juntos pero yo me prendo, ya me hicieron calentar, ¿quién calma a mi culo ahora?
  • Ahora llegamos a casa y te lo parto yo, que Julia se haga un dedo o se la chupás despacito y se toma el “biberón.

                                                  Dicho y hecho, llegamos a casa y no había nadie cerca, Marta y Rosalía estaban ocupadas con el tema de las compras y Carolina tardaría en llegar, nos fuimos a la habitación de Julia y las besé a las dos con ganas, no queríamos perder tiempo y nos desnudamos rápido.  Ana se lamentaba por no poder acariciarle y chuparle las tetas a Julia y ésta estaba que hervía.  Mi negra adorada se puso en cuatro instándome a que le rompiera el culo, me puse atrás y comenzó a moverse pidiendo que me la cogiera ya, el “chirlo” fuerte en la nalga oscura la calmó y le dije que la cogería como yo quisiera, Julia que se había tirado boca arriba y estaba debajo del torso de Ana chupándole las tetas, nos hablo…

  • “¡Por Dios! me bajó un chorro de flujo, no le vuelvas a pegar en el culo porque acabo escuchándote y me voy a ir al carajo”.  Volvió a chuparle las tetas a Ana y a ésta se le cortó la risa cuando entré en su vagina de un sólo golpe de cadera.
  • “Asíííííí, amor de mi vida, así, partime la concha a pijazos, que placer, alterná mi cielo alterná”.

                                                  Julia entendió el pedido cuando vio que cambié de agujero y Ana mordió la almohada para no gritar cuando su culo se “comió” todo el miembro, después entrar y salir, entrar y salir, cambiar de agujero y realizar el mismo “juego” varias veces, la llevó a “explotar” con los dos orgasmos juntos.  La negra no paraba de temblar y contorsionarse por las cogidas, las chupadas de tetas y los dedos de Julia que pinzaban su clítoris, volvió a acabar de forma violenta e hizo esfuerzos para no dejarse caer sobre mi sobrina que salió rápido para que la morocha no cayera sobre sus tetas operadas.  Mi sobrina se acercó a besarme y me pidió que se la metiera un rato y se la sacara cuando se contraía, me la chupó hasta la garganta y se puso en cuatro volviéndome a pedir que me la cogiera.

  • “Cogeme tío Guille, cogeme un ratito, por favor, necesito sentirte, yo me aguanto”.

                                                  Ya no pensé más en los puntos y a Ana, que ya estaba recuperada, le pasó lo mismo, se puso delante de la boca de Julia para que la chupara y yo le arrimé el glande a la vagina empapada.  Entré muy despacio atento a sus contracciones corporales y cuando hice tope en su interior noté su intenso placer y como se aguantó para no acabar como una desquiciada, pareció mandar todas sus ganas a la boca y la hizo acabar como desatada a Ana María absorbiéndole el clítoris.

  • “Te aguanto bien tío Guille, probá con el culo, haceme la cola, entrá despacito, yo me aguanto pero quiero esa pija ahí adentro, dale tío Guille”.

                                                  La “turra” sabía que llamándome así me podía y cambié de lugar, lo hice con todas las precauciones porque cada centímetro que entraba lo sufría y se contracturaba, hasta que logré chocar mi piel contra sus nalgas y me quedé quieto.

  • “¡La puta madre!, esto sí que fue romperme el culo, sentirla centímetro a centímetro es de terror, se me cayeron las lágrimas pero es un placer que no se puede contar, movete tío, yo no voy a terminar”.  Comencé a salir y volví a entrar, cuando se contracturaba para iniciar un orgasmo, paraba y luego volvía a empezar.
  • “Hacé como con Ana tío, cambiá”.

                                                  La saqué del culo y la “guardé” en la vagina, el gemido fue más fuerte y luego de dos o tres movimientos, volví a entrar en el culo, repetí esto varias veces y ella gozaba y gemía aguantándose para no acabar.  La negra no la quería tocar para no incentivarla pero yo quería acabar y la llamé a Ana diciéndole a Julia que siguiera con el dedo, me hizo caso y tuvo un orgasmo “chiquito” como para cumplir porque el placer grande ya lo había tenido.

                                                  Hice lo mismo con el culo de Ana, volví a entrar pero centímetro a centímetro, no pudo aguantar esas sensaciones y tomando la almohada, la mordió para empezar a acabar en un orgasmo sostenido, yo no aguanté tampoco y la hundí toda para descargarme en el fondo de sus tripas, la leche caliente potenció el orgasmo de la negra y volvió a gritar ahogando el grito en la almohada, quedó desmadejada y se la di a Julia que la limpió dejándola brillante.

                                                  Mi sobrina le pasaba los dedos por las sienes a Ana y ésta poco a poco se recuperó totalmente.

  • “Guille, las sensaciones cuando entrabas poquito a poquito me volvieron loca, no podía aguantarlas, fue maravilloso, ¿mirá cómo nos vino a ayudar el “polvito con cuidado” de la sobrina?, ¿cómo te sentís Julia, te duele algo?
  • “Si, no sabés como me duele, las tetas ni las siento, el culo me duele, el “poquito a poquito” me lo destruyó, no sé como hice para aguantar las sensaciones, quería “reventar”.  No hay hombre que lo pueda lograr, tan despacio y con todo el amor en la punta de la pija, yo lo sentí así”.
  • “Yo lo sentí igual y debe ser por lo que vos decís”.

                                                  Nos levantamos y nos fuimos a bañar porque no tardaría en llegar Carolina y si nos encontraba así iba a tener que “atenderla” y aunque no lo dije, el “poquito a poquito” más el miedo por lo que le podía pasar a Julia, me había destruido a mí también.

                                                  Pasaron dos días sin novedades, salvo las ya contadas para comprar todo y el miércoles al mediodía conocí a la hermana de Rosalía, una mulata más clara, el cabello más corto y lacio, apenas un poco más alta que la hermana, facciones bellas y muy parecidas ambas, incluso con labios llenos y apetitosos pero en Helena (con hache), así se llamaba predominaban un par de ojos verdes que quitaban el aliento y expresivos como los de la hermana.  Físicamente Rosalía era espectacular, Helena era espectacular (+), el culo era casi igual, la diferencia estaba en el andar, si el de una era sensual, en ella era sensual y felino, no tengo otra forma de explicarlo.

                                                  Arreglé con ella una forma de pago diario y para después que regresara la Administradora de vacaciones haríamos la papelería correspondiente, previo a una charla conmigo.  Le dije a Rosalía que la ubicara y le fuera explicando todo, que cualquier duda sabía que tenía que recurrir a Marta.  Las dejé y me fui pensando qué carajo tenían algunos hombres en la cabeza para no saber tratar y mantener a una mujer como ésta, ya veríamos.  Esta no fue la única novedad del miércoles…  Julia ya estaba bien y me mostró sus tetas espectaculares, duras, grandes, altivas y con los pezones tan sensibles como entonces, con las demás retozando a nuestro alrededor, me pasé más de una hora con ella, chupé sus tetas y pezones hasta que no pudo más, luego fue su vagina la que perforé a gusto hasta que no aguanté y la llené de leche.

                                                  Sin que las ganas disminuyeran la puse colgando en el borde de la cama y me cogí a placer su boca y garganta mientras Rosalía, Carolina, Ana y Marta se turnaban para, con sus lenguas, sacar de su vagina hasta la última gota de semen, no pudo sentir el gusto de la acabada en la boca porque entré profundo y pasó limpia por su garganta.  Después fue con el culo, el “poquito a poquito” la hizo llorar y pedir literalmente por la madre, parecía haber quedado en otra dimensión cuando después de llegar al fondo comencé a acelerar convirtiendo las entradas y salidas en un pistoneo constante para terminar muy en el fondo de su recto.

                                                  Cuando se las “entregué a las fieras” era un “algo” amorfo, ellas la harían reaccionar.  Las besé de lengua a todas y me fui a dormir a otra habitación pidiéndole a Ana María las fotos de Julia “emparedada”.  Apenas si pudo levantarse a la mañana para recibir a la familia, el baño de inmersión y la pastilla que le dio Carolina lograron que estuviera esplendorosa y orgullosa de sus tetas que, sin sostén, se adivinaban debajo de la remera ajustada.

                                                  Eran las once y cuarto de la mañana cuando apareció primero el coche de Lucas con Natividad y las dos nenas, detrás mi hermano con su coche nuevo, dos modelos anteriores al último pero flamante, venía con mi cuñada y las dos hijas de Julia, seguía el coche de mi cuñado con mi hermana menor, la hija y el novio de la hija, atrás los otros dos hijos de mi hermana menor con sus novias, el coche de la hermana de Julia con su marido y los dos hijos, la camioneta del hijo de mi hermana mayor con su mujer, la hija con el novio y el hijo con la novia y mi hermana mayor, la camioneta de la hija de mi hermana mayor con el marido, la hija con el novio y el hijo menor, cerraba la fila india el hijo mayor de la hija de mi hermana mayor con la novia…  La Familia Unita.  Me esperaban cuatro días de ajetreo.

                                                  Parecieron haber estado de acuerdo porque empezaron a descender de los autos una vez que hubiesen estacionado en el parque de frente a la casa dando la espalda al bosquecito.  Había casi sesenta metros hasta la casa y los esperábamos al frente.  Las primeras que salieron corriendo y se abrazaron con Carolina y Ana María fueron mis nietas, lo mismo hicieron con sus perros que las reconocieron en el acto, eso fue del agrado de todos aunque no salían de la impresión mirando la casa de frente, lo saludé a Lucas y a Natividad y luego fui saludando a todos presentándoles a Carolina como mi esposa, a Ana María como la Encargada General de la Estancia, a Marta como la Encargada de la casa y el servicio y a Rosalía y Helena, todas vestían de jeans, no quise uniformes.  Julia se abrazaba con sus hijas.

                                                  Mi cuñado fue el primero en decir algo…

  • “¡Qué te parió cuñado, desde la entrada nos gustó pero esto es espectacular!, me quiero comer todo, ¿dónde están las parrillas, hay algo para tomar?”.
  • Está todo más o menos pensado, las parrillas están al lado de aquel galpón grande, ahí vamos a comer hoy.  Los parrilleros tienen casi todo listo y adentro hay freezer con bebidas y un barcito, se sirven a gusto, pidan sólo cuando no encuentren lo que buscan, las chicas los van a ayudar y no me salgan con ninguna vergüenza.  Se va a colocar todo en fuentes, se turnan para ir a buscarlas y cada cual se sirve, hay cochinillos, lechón grande, costillar, achuras y pollos, en cada mesa hay ensaladas…

                                                  Carolina les pidió ayuda a las mujeres mayores para ubicar a las parejas y se fueron para la casa mis dos hermanas y mi cuñada, ésta antes de irse, se me acercó…

 

  • “¿Qué hiciste con mi hija, la cambiaste toda, está hermosa?”.
  • Yo nada…  La nena tiene treinta, deseaba un cambio de look para verse mejor, mi mujer es Doctora y está relacionada, se decidió enseguida, llegamos el jueves y el viernes a la mañana se operó, prótesis alemanas de última generación, parecen naturales y está hecha una “pinturita”, no hay para quejarse.
  • “No, si no me quejo, además la paseaste con la Gobernadora y tiene una cara de persona feliz que hacía rato no le veía, eso sin contar la que debés haber gastado en esa operación…”.
  • Yo no, es ella que se hace querer, Leticia vino a vernos y congeniaron excelente, tu hija la pasó bien acá, pileta, tranquilidad, aire puro, sí, imagino que está feliz, descubrió que el tío es un “loco” bueno y la nueva “tía” Carolina usa una Tarjeta de Crédito importante, ella sabrá lo que gastó, jajaja.
  • “Mejor me voy a “chusmear” tu casa”…  Julia “secreteaba” con la hermana…

                                                  Algunos se dispersaron para recorrer las instalaciones alrededor de la casa, mi cuñado, mi hermano y el yerno se fueron para el lado de las parrillas.  Se me acercó una de mis sobrinas con el marido y el hijo menor.

 

  • “¿Tío, vos sabías que nosotros tenemos un campo, con hacienda y caballos?  Tratamos de hacerlo producir y nos va bastante bien”.
  • Ni idea, vos sabés que yo soy un despiste para la familia, cuéntenme, ¿dónde lo tienen, qué hacen, que ganado crían?, yo mucho no sé pero si puedo ayudar, cuenten conmigo.  Me contó el marido…
  • “Son apenas 60 hectáreas, unas 70 cabezas, 6 caballos y con la ayuda que nos dio vamos a mejorar varias cosas que nos estaban costando, lo tenemos cerca del límite con La Pampa, esto creo que es mucho más grande, ¿tienen hacienda acá?”.
  • Algo hay, estoy queriendo tener sólo Holando Argentino, creo que ahora hay unas 450 cabezas diseminadas y unos 30 caballos que se usan poco…  Son 400 hectáreas, no es muy grande y hay cuatro casas de Puesteros, cada uno tiene vacas y caballos pero hay sólo dos ocupados, estamos un poco lejos del pueblo y quiero hombres solos o casados sin hijos, este campo no produce porque no me dedico a eso.
  • “Para nosotros es enorme, si me permite después salgo un rato a caballo a mirar”.
  • Más tarde, luego de almorzar apartan los caballos y mandan algunos a un potrero aparte para que usen ustedes, usá el que quieras pero si querés más comodidad vayan con tu camioneta, los caminos interiores están todos marcados o llevate un cuatriciclo, los tengo porque no me gusta ver a los caballos atados todo el día, “cosas de tipo de ciudad”.  Como sea movete por todos lados como si estuvieras en tu casa.

                                                  Ellos se fueron y apareció Julia con la hermana.  Me habló la hermana…

  • “Tío, ¿a vos te parece que tengo que enterarme por la tele que mi hermana está hecha una diva, con tetas nuevas y se pasea con Políticos altos, bueno, Política?, puede que ahora consiga un hombre como la gente y se deje de pavear”.
  • No hay que menospreciar, en una de esas ya tiene alguien que la llena bien y no quiere contar, yo, por las dudas, no me meto.  Vos tenés la suerte de estar bien “atendida” y estar bien físicamente, ella no debe haber tenido esa suerte.
  • “Lo de “bien atendida”, lo dejamos ahí aunque no me quejo porque tengo mi casa, coche, los hijos, linda familia y ahora sé que cuando tenga algo que “se me cae” le pido ayuda a mi tío y listo, jajaja”.
  • Veremos, por ahora noto que no se te “cae” nada y está todo “bien puesto”, veremos cuando se vayan todas a la pileta como lucís ese “lomito” bien mantenido.  Te aviso que todas estas “locas” pasean sus culos en tanga todo el día por delante de mis ojos, ya estoy acostumbrado como para darme cuenta que vos tenés un “lomo” importante.
  • “No lo digas ni en joda, yo trato de no mostrar mucho porque mi marido es muy celoso, me mata si me miran mucho o miro a otro”.
  • Seguro que él no se va a privar de mirar.

                                                  Dejamos de hablar porque Carolina me llamaba y yo observé la mirada socarrona de Julia.  Carolina tenía problemas para ubicar a las parejas y a los chicos, entré en el Comedor y estaban sentadas muy orondas las “matronas” tratando de ordenar las ubicaciones.

 

  • “Hermano, vení a ayudarnos y dejame decirte que tenés una casa hermosísima, además ya me mudé y estando adentro es más linda todavía mi casa nueva”.
  • Esta casa se mantiene bien gracias a la Doctora y a las chicas, yo me arreglo con un cuartito y me alegro de que te sientas cómoda en el nuevo barrio”.  Vamos a hacer así, primero los chicos, una habitación para las cuatro nenas y una habitación para los varoncitos.  Una habitación para cada pareja mayor, queda una libre sin baño que está al lado, esa puede ser para vos que estás sola, a las demás parejitas se las ubica en la Casa-Consultorio y en la de los Caseros.  Si falta una habitación que los varones duerman con los padres, creo que están todos, sino habrá que utilizar las casas de los Puestos, nada más que para dormir.  Quedaron así y les dimos un número a cada uno numerándolas con un sticker en el marco de las puertas.

                                                  Ya estaba la comida y nos fuimos todos a las mesas del galpón, habíamos armado dos, más o menos juntas, para no estar tan alejados.

 

  • “Hiciste hacer un montón de comida cuñado, hay un costillar y un lechón que van a sobrar”.
  • ¿Te olvidás que el personal come lo mismo que nosotros o creías que lo decía en joda?, de todos modos las parrillas están separadas, lo que sobra después lo comemos frío o lo calentamos, a la noche la parrilla es de ustedes y en los freezer hay chivitos o más comida.  Comida no va a faltar, lo que necesiten se lo piden a Marta y ella lo encarga al Almacén del pueblo, igual ella va a hacer un pedido todas las tardes para que lo traigan a la mañana siguiente.

                                                  Un sobrino preguntó si las antenas eran de Internet…

  • Si, son antenas de televisión por cable e Internet satelital, la contraseña del Wi Fi es “Tranquilidad” y la velocidad y la capacidad es ilimitad.
  • “Tío, no nos mostraste la casa”, -dijo una sobrina-.
  • Tenés razón, me olvidé de organizar un tour, ¿me están jodiendo?, vamos a hacer una cosa mejor, después de comer, antes de ocupar las habitaciones, van y miran lo que se les cantaTengan en cuenta que en una de esas quedan un poco apretados porque quisimos separarlos por parejas y darles privacidad pero acá, a unos 1.500 metros, dentro del mismo campo hay un par de casas, una es para un matrimonio solo e hijo, la otra es para dos parejas y pueden ir con el coche, pasan el día acá y a la noche se van a dormir, tienen todos los servicios y buenas señales.

                                                  Logré lo que quería, mi sobrina que tenía campos pidió si podían ir allí, el hijo y la hija con sus respectivos novios pidieron la otra casa, les dije que sí, que después de almorzar cuando todos se estuvieran acomodando, los llevaba.

  • “Podemos usar la pileta, ya vimos que está llena”, -preguntó una sobrina-.
  • Familia, a ver si nos entendemos, usen como si fuera su casa, yo no pongo limitaciones, la única limitación es que se tienen que servir solos, nadie los va a atender.  En el quincho de la pileta hay un bar bastante surtido.  Más tarde traen toda la caballada para acá y quedan apartados, si quieren andar le piden a los parrilleros, ellos se van a las cinco de la tarde pero si van a andar seguro lo hago quedar hasta más tarde para que agarren los caballos y los ensillen, hay diez recados completos.  El sobrino-político “de campo” se ofreció a ensillar si hacía falta después de las cinco.

                                                  Comida no faltó para nadie, al contrario, sobró abundante para la noche, lo que no  perdonaron fueron los postres que Carolina se encargó de explicar quien los hacía, pronto las chicas congeniaron con las visitas y estuvieron de “tu a tu” con todos, ya veríamos cuando aparecieran los “lomos” en biquinis y tangas.  Como a las tres de la tarde vino un coche de alquiler y descendió Belinda, se acercó a los que hacíamos sobremesa y se fundió en un abrazo con Natividad y con Lucas y las nenas, le tocó a Carolina presentarla como la Vicedirectora de la Clínica y amiga personal, a la vez hermana de Natividad.  (Otro “lomo” infartante para la pileta).

                                                  Yo me fui con mis hermanas y los sobrinos “de campo”, el hijo menor y las otras dos parejas a mostrarles el camino y las casas de Puesteros.  Se quedaron encantados con la casa, el lugar y las comodidades, la ocuparían sólo en la noche.  Ellos, los padres, miraron otras cosas, el tanque Australiano grande, las alambradas sin púas y lo parejo de los postes, paramos para que observaran parte de la hacienda, se dieron cuenta que el toro era “nuevito”, la disposición de los corrales cercanos a la casa, la antena receptora de Internet y TV Cable, sus inquietudes eran distintas, volvieron encantados.

                                                  En la tarde se llenó la pileta, aparecieron los “lomitos” de las noviecitas y sobrinas nietas, algunas de tangas y biquinis y los varones sacaron a relucir sus cuerpos, en casi todos se notaba el trabajo de gimnasios.  Carolina y Ana María charlaban amenas ora con las sobrinas más chicas, ora con las mujeres mayores, los chicos se removieron inquietos cuando aparecieron Rosalía, Helena y Marta, aparecieron recatadas “mis” chicas, todas tenían biquinis, lo mismo sucedió con Belinda y Natividad pero sus cuerpos espectaculares de mujeres de treinta y pico no pasaban desapercibidos para nadie, ni que decir de Natividad que aunque andaba más cerca de los veinte que de los treinta marcaba tremendas diferencias con las otras chicas de su edad.

                                                  La nota la dio Julia, la tanga amarilla que le había prestado Carolina te dejaba sin aliento, el cuerpo bronceado, nalgas incluidas dejaba entrever que no le había hecho “ascos” al sol y expresaba con gestos y movimientos una seguridad que antes le costaba demostrar.  Los más cercanos a su entorno notaron enseguida las diferencias, sus tetas “nuevas” concordaban absolutamente con todo su cuerpo, eran un imán para las miradas de todos y aunque se daba y charlaba con todas, su atención se enfocaba en sus hijas que jugaban con mis nietas.

                                                  El cuñado de Julia no pudo disimular su interés en las tetas de su cuñada y María, hermana de Julia, la miraba asombrada y se miraba el traje de baño enterizo que llevaba, luego vino hacia mí y se sentó a conversar a mi lado.

  • “Tío, ¡qué cambio que dio mi hermana!, ¿estás seguro que no anduvo ningún peón cerca de ella?, parece como si hubiera sido “feliz””.
  • Que obsesión que tenés con eso, te cuento, a la casa no se arrima ningún hombre de la Estancia y, según me dijo mi mujer que estuvo al lado de ella cuando el Médico le dio las indicaciones, la operación y los puntos de la cirugía plástica le impiden “acelerarse”, para serte claro, ni los dedos puede usar, así que no creo que el cambio sea por eso, posiblemente sea porque se siente feliz con las tetas nuevas, por otro lado, ¿a vos en que te jode?.

                                                  Me molestaba la actitud de María y me entraban ganas de no esperar hasta la noche de mañana.

  • “No tío, no me jode pero no me vas a decir que toda esta tranquilidad no se presta para eso, de hecho, creo que hay un par de parejas de los más chicos que se fueron a “dormir” la siesta, lástima que mi marido…”.
  • Mirá “tengo ganas” de hablar “a calzón quitado” con vos para que me cuentes sin ninguna mentira lo que te pasa, creo que no podés hablar con nadie en profundidad.
  • “Si tío, por favor, no te voy a ocultar nada, vamos a algún lado y te contesto todo sin ocultar nada”.

                                                  Le dije que me viera en el escritorio en diez minutos, contestó que estaría allí y la llamé a Ana María.

  • Ana, me voy a ir al escritorio con mi sobrina, voy a “tantear” para ver qué pasa, el marido está tomando trago tras trago y no creo que se levante por un rato largo, si la llega a buscar, tenelo acá unos cuarenta minutos o una hora.  Me dijo que me fuera tranquilo, que “mi siesta” era sagrada.  Dejé la puerta entreabierta del escritorio y a los diez minutos entró María.
  • Decime María, ¿qué te pasa con tu marido?, ¿te coge bien, es seguido, tenés ganas de meterle los cuernos?, ¿cuál es tu experiencia en el tema?
  • “Yo lo quiero mucho, es buen padre y ama a sus hijos pero es muy celoso y le tengo un poco de miedo.  Me coge más o menos, no sé que entendés por “bien”, ahora es una vez por semana, yo acabo pero me quedo con ganas.  Un par de veces pensé en “entrarle” a un par de conocidos pero si se llega a enterar no sé qué puede pasar.  De la experiencia no sé, siempre cogí con él y hacemos todo pero no puedo demostrar mucho por miedo a que crea que soy una puta y se enoje.  A veces mis amigas cuentan cosas y yo sólo me hago la que sé”.  ¿Por qué será que existen tipos que parecen buenos y resultan ser unos tremendos pelotudos?

                                                  También debería uno preguntarse, ¿por qué existen mujeres que se las dan de superadas y viven defendiendo una mentira auto alimentada?

 

  • Entiendo, por eso querrías que te cojan bien cogida y te enseñen un poco aunque más no sea para discernir quienes son los que hablan por hablar opinando sin fundamentos o los que verdaderamente saben, ¿no?
  • “Y sí, a veces pienso que no estaría mal pero también pienso que, si después hablan se me viene el mundo abajo y me asusto bastante”.

                                                  Cada vez tenía más ganas de “embocarla” y dejarla pidiendo más pero también se me dio por pensar que Julia tendría ganas de coger cuando no estuviera con nosotros y le vendría bien plasmar esas ganas con la hermana, había que emputecerla a María y dejar que Julia se la cogiera.

  • Presta atención a lo que voy a decir, tengo la solución a lo tuyo pero también “tengo ganas” que no abras nunca la boca sobre esto, sólo lo hablarás con Julia cuando se cuadre de estar solas las dos en tu casa o en la de ella.
  • “Por mis hijos tío, juro por mis hijos que jamás voy a abrir la boca sobre la solución que me des”.
  • Tengo ganas” de enseñarte a coger como se debe, sin que nada te quede por hacer pero vas a tener que pedirlo.

                                                  Decirle eso y apretar el “rec” del celular sin que se diera cuenta fue sólo uno y la dejé hablar…  Se puso como “loca” y me lo pidió.

 

  • “Si, tío si, cogeme, por lo que más quieras cogeme, metela en la concha, en el culo, cogeme la boca, haceme sentir sensaciones que no conozco, quiero ser tu hembra, voy a aguantar todo sin gritar y voy a guardar el secreto, haceme acabar como una yegua, dejame ver tu pija, no me importa si es más chica que la de mi marido, me la voy a “comer” igual, dame toda tu leche.  Ya tío empezá a cogerme ya, estoy desesperada”. -le hice señas para que se sacara la ropa-.  “Sí, me desnudo toda para vos, mirame las tetas, el culo, mirame que me caliento muchísimo, mostrame, dame pija tío, dame pija”.

                                                  Aunque era un poco más baja, su cuerpo no tenía nada para envidiarle al de Julia, un par de kilos de más la hacía más agradable al tacto y bajé mi bermudas para que viera a “mi amigo” en todo su esplendor, los ojos le brillaron libres de todo pudor y siguió hablando.

  • “¡Ay tío, por Dios, qué pedazo de pija, es más grande, es enorme, me late en la mano tío, dejame chupártela primero, ayyy, tío no me aguanto, te prometo que no grito, dámela ya en cualquier lado pero dámela, dámela hoy, mañana, pasado, cogeme por dónde quieras, por favor, por favor”.

                                                  Cuando se acercó un poco la tomé de la pequeña cantidad de vello que tenía sobre el Monte de Venus, tiré de él y le hice señas moviendo el dedo índice para hacerle saber que no me gustaba.

  • “Por favor tío, cogeme igual, te prometo que hoy mismo me afeito todos los pelos, vas a tener cuando quieras la concha y el culo todo pelado pero, cogeme ahora, por lo que más quieras”.

                                                  Detuve la grabación, le pedí que no hablara más y la abracé para besarla profundamente en la boca, mi lengua incursionó en toda su cavidad y ella colaboró gimiendo luego, tomándola de los hombros, empujé hacia abajo y entendió, se arrodilló y sus manos buscaron la pija que iba a degustar.  Directamente se la llevó a la boca, absorbió el glande y una cuarta parte y chupó con fuerza, lo hacía con ganas y vehemencia pero no servía para mí.  Me senté en el sofá y ella siguió arrodillada efectuando la misma tarea, era hora de cogerme la boca de mi sobrina curiosa.

                                                  Comencé a mover mi pelvis y ella dejó la boca quieta, hacía ruidos como si hiciera gárgaras, salivaba y se le caían las lágrimas cuando la mitad de la pija entró en su boca, le dije que tragara y respirara por la nariz, le aferré la cabeza con las dos manos y empujé, la garganta se negó a la intrusión y ella trató de resistirse, aflojé la penetración y apenas respiró incrusté su nariz en mi pubis, hice lo mismo tres o cuatro veces hasta que se aflojó completamente, me retiré hasta la mitad y le llené la boca de leche que tragó atorándose, la tuve que sacar por la tos y porque de las fosas nasales le chorreaba semen.

                                                  Apreté sus tetas y pincé sus pezones endurecidos tratando de hacerlos girar, su sensibilidad se hizo sentir, su reacción fue inmediata y chupó de nuevo para limpiar todo.  No le daría tregua y la hice poner de rodillas sobre el sofá, sus dos agujeros quedaron expuestos y apretando su clítoris con dos dedos comencé a penetrarla por la vagina, primero gimió fuerte cuando tuvo hasta la mitad adentro pero mordió el respaldo cuando choqué con su interior, salí y volví a entrar de un sólo golpe, así un par de veces notando que las paredes ya se habían acostumbrado al invasor pero apretaban fuerte.

                                                  No hablaba pero me hacía señas con la mano para que parara, no le di ni cinco de pelota e incrementé mis movimientos entrando profundo y saliendo, ya sus dos manos apretaba también el respaldo y comenzó con las contracciones y a agitar todo su cuerpo, acabó con chorritos de flujo, cada chorrito expulsado a presión por la presencia del pene era un orgasmo que la hacía moverse y agitarse, fueron como cuatro veces casi seguidas y mojó toda mi entrepierna, un último empujón le dejó el útero lleno de leche.

                                                  El calor de la leche caliente la hizo gemir fuerte pero no la dejé darse vuelta, de inmediato cambié de agujero y aquí la penetración fue lenta aunque no fue el “poquito a poquito” fue en cuatro pasos y la escuché llorar y moquear.  No se rajó nada porque dilató rápido y porque el miembro estaba muy lubricado pero hubiese sido para rompérselo.  Su culo me gustó más que el de Julia, ya veríamos si lo gozaba tanto como ella.  Mis movimientos fueron parejos y metódicos, en la habitación se escuchaban sólo sus sollozos que daban paso a los gemidos y los golpes de la piel contra la piel, ya no apretaba con las manos el respaldo y sus caderas se movían acoplándose al ritmo de las entradas y salidas.

                                                  El orgasmo la sorprendió y en la mitad del mismo la saqué de un lado para incrustarme en el otro, no terminó el gemido al sentirla en su vagina y volví al mismo lugar estrecho de antes, después fue un entrar y salir de un lado para pasar a hacer lo mismo en el otro, fue casi constante hasta que otro orgasmo anal la hizo vibrar y su recto quedó anegado mientras golpeaba con sus puños el respaldo.  La saqué despacio y miré los huecos súper dilatados.  Mi sobrina curiosa había recibido lo que solicitó.

                                                  Cuando pudo moverse y trató de pararse, le fallaron las piernas y tuve que ayudarla para que no cayera.

  • ¿Era lo que querías?, ¿es suficiente o querés más?  Retrocedió un paso y me miró asombrada, su cara tenía los ojos hinchados y los cabellos caían desordenados por su rostro.
  • “No tío, por hoy no puedo más, cumpliste en todo y las sensaciones de hoy fueron inigualables.  ¡Qué tremenda puta me sentí!  Lo que vine haciendo hasta ahora y lo que escucho de mis amigas son pelotudeces, lo más dramáticos es que no puedo contarlo y te juro que quiero más pero no creo poder aguantar y corresponder.  ¡Por Dios, qué cogida!, pensé que me desarmaba en cada orgasmo.  Me llenaste de leche en todos lados, tu pija es insuperable”.

                                                  Mi ego siempre agradecido pero le pedí que se aseara un poco en el baño y que se fuera a recostar a su habitación, si me preguntaban, yo no la había visto…

  • “Sí tío voy a hacer eso y de verdad que lo necesito, estoy molida”.  Su habitación quedaba casi enfrente del escritorio, cuando salió del baño miré antes para que no hubiera nadie y salió rápido para meterse en su cuarto.  Ordené un poco, ventilé mi privado y dejé el aire acondicionado prendido, luego salí para ver cómo estaban todos.

                                                  Había varios “heridos” por los tragos ingeridos, el marido de María era uno de ellos.  Mis hermanas y cuñada conversaban animadamente con Lucas y las dos hermanas venezolanas, mi hermano se había adueñado de la hamaca paraguaya, dos de las parejas habían salido a andar a caballo, los más chicos acompañados de Rosalía había ido a sacarse fotos con los terneros recién nacidos, a mi cuñado no se lo veía por ningún lado, el matrimonio “de campo” había ido con la camioneta a recorrer la Estancia y Ana María y Julia me miraban interrogándome con la mirada, yo me hacía el distraído y la bocina de la combi llamando al personal despabiló a algunos.

                                                  La hija mayor de Julia vino buscándome para avisar que había una camioneta tocando bocina y Carolina que se acercaba a mí le respondió…

  • “Ya la escuchamos princesa, gracias, es la camioneta que viene a buscar al personal de la Estancia para llevarlos al Pueblo, queda a quince kilómetros y no hay colectivos”.  Lo dijo en voz alta y mí cuñada junto a mis hermanas se arrimaron a nosotros, habló la cuñada.
  • “Era cierto lo de la camioneta para llevarlos y traerlos, igual que la comida y el consultorio moderno”.
  • Cuñada querida, en nada, absolutamente en nada de lo que dije falté a la verdad.  Este pueblo se ha convertido en “mi lugar en el Mundo” y su gente merece toda mi consideración.  Yo sé que soy “el que manda” y ellos también lo saben pero no me satisface la explotación, quizás si tuvieras un negocito con empleados a cargo pensarías distinto, sabrías que uno tiene que darles lo mejor para que te rindan pero te tienen que cumplir porque si no pierden ellos y perdés vos, ambos se quedan con las manos vacías, vos sin el negocio que te da de comer y ellos sin sus empleos, es un simple dos más dos.

                                                  Julia y Ana María se habían acercado a la mini reunión familiar aunque yo sabía que su intriga pasaba por otro lado.  Julia se metió en la charla…

  • “Eso que no sabés todas las otras cosas que me enteré que está haciendo por la gente sin aceptar mayores agradecimientos.  Una de las mejores cosas que me pasó en este viaje es descubrir que el tío Guille, es el “loco” más cuerdo que conocí en mi vida”.
  • Dejemos algunas cosas de lado y cuéntenme como la están pasando.

                                                  Me dijeron que venían con la idea de conocer, cumplir y hacer la reunión de los primos además de agradecerme en conjunto por la ayuda recibida, nunca esperaron encontrarse con algo tan grande, con tanta paz y tranquilidad ni con la atención y dedicación que les habían brindado, que más de uno ya pensaba en quedarse.

  • Lo que dicen es cierto pero no fue nada preparado, Carolina y las chicas son así todo el tiempo, acá no se discute ni se pelea, se cambian impresiones y prima la buena onda, sin embargo, me costó mucho tiempo hacerme a la idea de “estar en el campo”, la vorágine del citadino te “ataca” mal a los cuatro o cinco días y necesitan volver, es peor con los chicos más jóvenes, salvo que se hayan criado en la zona.  De todos modos, una vez que cambias el “chip” te pasa como me pasó los otros días en San Miguel, no querés volver.

                                                  No pude seguir hablando, la bocina repetitiva de una camioneta hizo que todos fueran a ver…  Eran Gonzalo y Gimena.  Salieron todos a recibirlo y a saludarlo, Ana María y Julia se quedaron a mi lado y me tomaron del brazo para que no me fuera…

  • “Tío Guille, Ana me contó, contanos ¿qué pasó?, ¿cómo reaccionó?, ¿le dijiste algo?, ¿qué te contestó?”.
  • Me parece que vas a tener que comprender a tu hermana, vos zafaste porque, como ya te dije, debés tener algunos genes míos.  Le faltan miles de cosas en su vida y la vive como aprendió, se mete porque quiere averiguar todo lo que no sabe y como sigue sin saber despotrica contra otros y con los que tiene más cerca.  De seguir así en cinco o días años se va a convertir en la “chusma” del barrio que cree saber todo lo que pasa alrededor y acaba sin saber nada cargándose de frustraciones y auto convenciéndose que lo de ella “es lo mejor”.  Vas a tener que ayudarla.
  • “Eso que decís, hasta yo me doy cuenta que no la conozco para nada pero, ¿la tanteaste para ver si te da bola?, ¿tenés posibilidades para “entrarle” a morir y que la veamos?”.
  • Ahh, eso sí, está desesperada por coger conmigo, en realidad, desesperada porque yo me la coja, así me dijo.

                                                  A Julia le faltó poco para largarse a reír a carcajadas, me miró socarronamente y continuó hablando…

  • “Dale tío, eso es una joda que nos estás haciendo, no la veo a mi hermana pidiendo que te la cojas así porque sí”.
  • Lo único que me faltaba, que me pierdas la confianza y me trates de mentiroso, te digo que está desesperada y no se aguanta las ganas para colmo se la mostré y la dejé con las ganas de más.
  • “Jajajaja, nos estás jodiendo, me querés hacer “entrar” como un caballo, justamente la “mojigata” de María se va a “despachar” así”.  -Ana estaba seria y me miraba-.
  • “Nena, cuanto te falta aprender, si tu tío te dice que es así, jugate la vida”.
  • “Me cuesta creerlo, si escucho algo así me muero, me vuelvo loca, jajaja”.  -Le di el teléfono a Ana-.
  • Toma Ana, vayan a un lugar seguro, escuchen y dejala que se muera y se vuelva loca.

                                                  Las dejé y me fui a saludar a Gonzalo y a Gimena.  Se fueron las dos para el lado del bosquecito y yo me reí solo imaginando la sorpresa de Julia cuando escuchara lo que había grabado.  Ya lo había escuchado y el pedido reiterado más la desesperación de la voz con que lo había hecho María, quedaron perfectamente registrado en el teléfono celular.

                                                  Gonzalo y Gimena estaban eufóricos con el recibimiento que les habían hecho.  Gonzalo la abrazaba y a ella se le caían las lágrimas de la emoción por las felicitaciones que recibía, yo me acerqué a Carolina que también estaba emocionada mirándolos y la abracé.

  • “¡Qué feliz que está Gimena!, me pone muy bien eso, pensar que hace un tiempo era una “cosa utilizable” por un “mierda” y ahora parece la mujer más feliz del Mundo.  Todo esto debe haber sido una enorme sorpresa para ella”.
  • “Cuando tenga el varoncito se va a encontrar en el aire y totalmente realizada como mujer”.
  • “¿Qué decís Guille, todavía es muy pronto para saber, en que te basás para afirmarlo”.
  • “En que lo digo yo, es más va a pesar 3.800 Kg. y lo van a llamar Guillermo, ya me lo prometió”.
  • “Jajajaja, me “cago” en la Ciencia con vos, si llega a ser cierto… no sé lo que haría”.
  • “Amarme mi vida, amarme y darme ese culito que siempre me negás”.
  • “Jajajaja, llegaste tarde, te amo desde que te conocí y al culito ya le enseñaste hasta a hablar, me encanta eso y no sigas hablando porque me late y te voy a secuestrar hasta mañana”.
  • “Viciosa”,-le dije y me acerqué a saludar a los chicos-.  Se iban a quedar a cenar e invitaron a los tíos y a los primos a visitar la casa.

                                                  Aparecieron Ana María y Julia, ésta me miraba, cerraba los ojos y movía la cabeza como quien dice “no, no puede ser”.  Ana pasó a mi lado, me dejó el teléfono en la mano sin que nadie se percatara y se acercó a saludar a Gimena y a Gonzalo, lo mismo hizo Julia que se abrazó con su primo, las hijas de Julia se arrimaron a ella para estar cerca de Gonzalo y éste las felicitó por lo grandes y bonitas que estaban.  Mis hermanas y cuñadas acapararon a Gimena como antes lo habían hecho con Carolina y con Natividad y ésta se prestó al “chusmerio” de las “matronas”.

                                                  Gimena la llamó a Carolina y en cuanto se fue de mi lado se vinieron al humo Ana y Julia.  Mi sobrina estaba un tanto alterada por querer saber más y, según me hizo saber, “recaliente” por lo que había escuchado.

  • “Tíoooo, estoy chorreando, no te imaginás la “calentura” que tengo, jamás esperé algo así de mi hermana, nunca pensé que se fuera a “regalar” de esa manera, se debe de haber quedado con una “moto” de aquellas, no creo que se haya ido a dormir, debe estar haciéndose “dedos” a dos manos.  ¡Ayy, mi Dios, encima se la mostraste!, no puedo más, anoche me dejaste el culo hecho flecos pero ya la quiero de nuevo, llevame a tu habitación.  ¡Mirala vos a la modosita, tanto que se llena la boca!  Quiero verte cogiéndola, ahora me calentó hasta a mí.  Quiero saber si se depiló para vos, ¡uff!, ¡que terrible es esto!
  • Para enloquecida, bajá un cambio, vamos a ver cuando se pueda, no podemos hacerlo a lo loco, no se pueden hacer esos ruidos adentro de la casa, vas a tener que aguantarte.

                                                  La miré a Ana María y le pregunté qué opinaba de todo esto y que podíamos hacer con las ganas de Julia.

  • “Tampoco te imaginás la “calentura que tengo yo, esas “mojigatas” me ponen al rojo vivo pero comprendo que está difícil, hay mucha gente, en la casa entran y salen a cada rato, las casitas de los puestos están todas ocupadas, las otras casas también, no se me ocurre nada.  Por Julia no te hagas problemas, esta noche nos desquitamos, dale una advertencia y se calma por completo”.
  • Ya la escuchaste a Ana, Julia si no te calmas, te quedas sin el pan y sin la torta y yo no jodo cuando me pongo así.
  • “Sí tío, quedate tranquilo, me voy a calmar”.  (Alguna vez me voy a mirar al espejo para verme la cara cuando digo algo así, con seriedad, Julia se puso pálida y se calmó enseguida).

                                                  Siguió hablando Ana María…

 

  • “Una posibilidad es irnos los cuatro a una habitación de un hotel pero, ¿cómo le explicamos que sabemos y vamos a eso?”.
  • Eso no, quiero que sea una total sorpresa para ella, quiero que la graben cuando está gozando y que aparezcan cuando le estoy haciendo el culo y además que se la recontra cojan las dos.  Jamás podrá decir nada más de Julia y podrían aprovechar para “atenderse” cuando estén solas en las casas, no tendrán necesidad de salir a buscar a nadie.
  • “La idea me encanta tío aunque para mí eso no es primordial, puedo aguantar lo que sea para estar solo con ustedes pero, si vos lo querés así… ¿cómo y dónde lo hacemos?”.

                                                  Parecía que se escuchaban los engranajes de la mente de Ana María tratando de buscar una solución al tema para poder cogernos a la sobrina “mojigata”.  Indudablemente, había convertido a “mi negra” en una “depredadora sexual” cada vez estaba más convencido, lo único que le hacía falta es que yo “apuntara” y le diera mi permiso y no habría mujer que se salvara, con hombres estaba seguro que no se prestaría a hacer nada.  En ese momento se acercó Rosalía para preguntarle algo a Ana María relacionado con las ensaladas para la noche, le contestó y cuando la “mulata” se iba la llamó y me miró a mí.

  • “Ya lo tengo, el lugar ideal es la habitación de Rosalía”.

                                                  No entendí pero la dejé hablar…

  • “Rosi, necesitamos un favor, mañana a eso de las diez le tenés que prestar la habitación a Guille, hay una sobrina que necesita “atención” y es el único lugar dónde nadie va a meter las narices y está alejado de todo”.
  • “Eso no es favor, les dejo la puerta de atrás abierta y cierran al entrar, ni siquiera habrá peones dando vueltas porque Guille les dio franco y los dos parrilleros que vienen estarán cerca de los galpones, mi hermana y yo nos vamos con Carolina a asear las casas, nos llevará como dos horas, queda Marta pero tampoco es problema, tiene que recibir la mercadería aunque le podemos avisar, por las dudas”.
  • “Listo problema solucionado, te queda convencerla”, -dijo Ana María, Julia sólo se sonrió-.

                                                  Habían decidido calentar a la parrilla todo el sobrante del mediodía y comer a las nueve o diez de la noche, ensalada se hizo muy poca porque también había sobrado y en la mesa estábamos todos, María inclusive.  Yo comencé a hacer el trabajo del anfitrión e iba preguntándole a todos, ¿cómo se sentían, qué tal la estaban pasando?, si necesitaban algo, si habían descansado del viaje, me enteré que algunos se habían llegado hasta el pueblo y les pregunté que les había parecido, todos contestaron que les había encantado.  Al llegar al lado de María apoyé una mano sobre su hombro y otra sobre el hombro del marido, le pregunté a ella si se sentía mejor y me contestó que sí, que ya estaba “de diez” y dispuesta a seguir, aclaró enseguida que se había levantado muy temprano y entre la tensión del viaje, la comida abundante y las sorpresas recibidas se había quedado “destruida”.

                                                  Allí habló el marido…

  • “Tanto así, que mañana ya pedí el cuatriciclo para recorrer todo la Estancia y no quiere acompañarme, tiene miedo pero yo lo voy a aprovechar y me llevo a mi suegro, ella prefiere caminar”.
  • Está bien eso es muy saludable, recorrer los frutales o el bosquecito le va a llevar un par de horas, ¿y los chicos?
  • “Mi suegra no falla nunca, los cuida ella, aparte Guillermo después de comer vamos a tener que hablar con la gente de la pesca para reservar turno, vamos a estar allí el jueves que viene, nos vamos el miércoles y queremos quedarnos hasta el domingo, mi suegro ya tiene anotado a seis, con él incluido”.
  • Listo después me dicen bien y hablamos todo con la Encargada, no pagan nada, viajes en lancha, estadía y los guías les va a salir totalmente gratis, si llevan algo de comida y tienen gas en los vehículos les va a salir baratísimo.

                                                  La conversación se daba ante todos y yo mantenía las manos sobre los hombros apretando y soltando el hombro de mi sobrina, Julia y Ana María sentadas enfrente no despegaban los ojos de María observando sus reacciones.  El tema de la pesca llamó la atención de mi cuñado y del sobrino “de campo” y preguntaron si no se podían prender y luego otro más, en definitiva juntaron nueve.  No sabía cómo decirle a mi sobrina para que fuera a la casa a las diez de la mañana y la providencia o “alguien” siempre me brindaba una ayuda.  Uno de los chicos le pidió a la madre que lo llevara al baño y se levantó para llevarlo a la casa, le di un minuto, lo que tardé en decirles a todos que era mejor hablar ahora, no fuera a ser cosa que alquilaran las cabañas nuevas, les pedí que esperaran un poco que buscaba la notebook y hablábamos.

                                                  Entré detrás de ella y la vi entrar con el nene a uno de los baños, le golpeé la puerta y salió extrañada.

  • Escuchá bien, “tengo ganas” de cogerte de nuevo, mañana a las diez de la mañana anda a la casa blanca de las chicas del servicio, ellas no van a estar, entrá por la puerta trasera, yo te voy a estar esperando, ¿entendiste?  Cuando le dije el “tengo ganas” la vi que tuvo que apoyarse en el marco de la puerta por el cimbronazo de “calentura”, se arrimó a mí para decirme que la esperara y no perdió la oportunidad de agarrarme fuerte por sobre el pantalón.
  • “Quiero que me rompas todo de nuevo, más todavía porque me parece que aún tengo todo abierto, estoy muy caliente, ¿no hay forma de hacer algo ahora?, esta pija que tiene enloquecida”.  Le dije que ahora no podíamos que tratara de aguantar y me fui a buscar la notebook.

                                                  Salí antes que ella y me comuniqué con Berta, las cabañas nuevas no estaban ocupadas y las reservó desde el jueves al domingo inclusive, le recordé lo de la lancha almacenera por si necesitaban comprar algo, le di el nombre de mi hermano y el de mi cuñado y me contestó que no me preocupara por nada, que vinieran tranquilos, le mandé un beso prometiéndole que nos veríamos pronto y cerré la comunicación.

  • Hermano, cuñado, sobrino, ya está todo listo, ahora depende de ustedes, ya la escucharon a la Encargada, dijo “que vengan tranquilos”, camas hay, lleven un par de sábanas por las dudas pero tienen todo.

                                                  Me dieron las gracias y fui a sentarme al lado de Ana y Julia.

  • “Tío, ¿qué hiciste ahí adentro, salió con una cara de lo más feliz”.
  • Nada, arreglé para mañana a las diez, ustedes van a estar en la habitación de Helena, lleven “juguetes”, yo dejo la puerta entreabierta, filmen todo lo que puedan, hacemos así, se la sacó del culo y le acabo en la espalda, habla Julia increpándola y yo me salgó rápido, Ana, vos le enfocás el culo abierto.  Ninguna de las dos se aguantó la risa y Caro, acercándose, preguntó de qué se reían.  Le contesté en voz baja…
  • Son estás dos que están tratando de averiguar quién “mojó” hoy.
  • “Quién no sé pero está noche no te escapás”.

                                                  Me declaré vencido y ahora rieron las tres…

Continuará…

Por favor, si les gustó, valoren y comenten…

Gracias…  GUILLEOS1.

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