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El pacto. (31)

en Grandes Relatos

                                       INAUGURACIÓN - DECISIONES.

                                                  El martes nos levantamos temprano y cuando fuimos a desayunar sucedió algo que no supe manejar o no lo quise hacer porque la sorpresa no me disgustó pero no podría decir que me gustó, algo me jodió y debido a lo sorpresivo, ni me tomé el tiempo de pensarlo.  Carolina se acercó a mí y me besó con un hermoso beso de lengua en que mezcló pasión, sentimiento y dulzura, mientras lo hacía tomó una de mis manos y la llevó a sus nalgas para que se las apretara.

                                                  De inmediato pensé que, de alguna manera, estaba “marcando el territorio” con las demás, la sorpresa me la dio al hablar…

  • “Mi Cielo, quiero pedirte algo que haremos desde ahora en adelante y espero que no te molestes ni te enojes.  Yo soy tu mujer y sé que todas son “tus” mujeres, vos sos, sin ninguna duda nuestro único hombre.  Si todas te compartimos, todas deberíamos  y tendríamos que recibir un saludo similar por las mañanas.  Me parece lo más lógico para todas”.
  • En tanto y en cuanto sean cuidadosas y sepan comportarse cuando hay gente extraña adelante, me parece que podemos hacerlo.

                                                  Al toque la nombró a Ana María que se adelantó para recibir su beso y su “toquecito”, luego fueron todas y las sonrisas de satisfacción se hicieron notar en ellas.  Como era de esperarse, la más efusiva fue Sol que luego del beso se dejó caer de rodillas fingiendo un gemido de hembra satisfecha y las risas sonaron fuertes.  Desde ese día, aún guardando normas, respeto y lugares, ninguna dejó de recibir su “saludo especial”.  Carolina me había vuelto a sorprender pero…

                                                  A las once de la mañana tuve la dichosa reunión con el Intendente, nos pusimos de acuerdo en lo que yo quería hacer para la campaña en su favor, no era mucho lo que debería invertir y no le faltaría nada pero todo “blanqueado”.  Le hice saber de la posibilidad de instalar una F.M. que serviría para su propaganda y le aclaré que si hacía algún tipo de alianza espuria para la recaudación de fondos o daba “bola” a los “vendedores de pescado podrido” que solían acercarse a las distintas campañas alegando miles de votos que los respaldaban, le retiraba toda la ayuda y debería arreglarse con la gente de su Partido Político.  Respecto a su campaña, no debería hacer nada que yo no aprobara, una vez que ganara (no había Candidatos o estructuras que lo pudieran hacer tambalear) yo no me metería más con sus decisiones.

                                                  Aceptó todo y quedó muy satisfecho en ponerse a mi disposición, una de las cosas que le pedí para más adelante era una reunión con sus más estrechos colaboradores y que, si alguno no me gustaba o dejaba dudas con su proceder, no debería temblarle la mano para sacárselo de encima (tenía muy claro que esos “trepas” después son los primeros que se te hacen contra y te ponen “palos en la rueda”, había que “voltearlos” de entrada porque el Candidato era muy “tierno”).  De hecho tuvo que modificar la lista de Concejales y dejar de lado a Secretarios que parecían tener de antemano el puesto “asegurado”.  Todo esto se lo conté después a José y estuvo muy de acuerdo conmigo, es más, acorde a lo que él había conversado con la Gobernadora, yo me debería mover como si fuera ella.

                                                  Cuando era casi la una de la tarde pasé por la Clínica, al estacionar en la puerta, la vi salir a Belinda, su chaqueta y el pantalón no podían disimular sus formas, recordé que su culo era aún una deuda pendiente y tenía ganas de cobrarla, al entrar en la Clínica me encontré con Gracia que ya se iba y me hizo recordar que estaba “esperando la citación”“Mi amigo” andaba alborotado y le toqué bocina para saludarla, de inmediato se acercó a la camioneta y me preguntó que andaba haciendo.

  • Tuve una reunión con el nuevo Intendente y pasé a ver si había venido Carolina pero no veo su vehículo.
  • “Hoy no iba a venir, esta semana lo hará el miércoles y el jueves para la inauguración…  Ya qué está me podrías alcanzar hasta casa, ¿no?”.
  • No tengo problemas, el tema es que si subís a la camioneta me dan ganas de perforarte el culito precioso que tenés.
  • “Mirá vos, ¿qué bonito, no?...  Sucede que Sol y mi marido no regresan hasta después de las cinco de la tarde, las mellizas se fueron a un campamento y mi culito está rogando por sentirse todo roto al recibir tu pija…  Llevame ya porque me está agarrando una desesperación que ni te cuento”. 

                                                  Cuando llegamos a la casa descendió como algo muy normal y abrió la puerta para que pasáramos ambos.  Me dio un “piquito” y salió corriendo al baño…

                                                  Al regresar vestía sólo un camisolín de gasa negra, totalmente desnuda por debajo de éste, calzaba sandalias de taco alto que moldeaban aún más sus piernas y dio un giro total para mostrarse.  Además de su belleza natural destilaba sensualidad y sexualidad cuando se acercó a mí para abrazarme y besarme, no pude evitar que mis manos se dirigieran a apretar esas nalgas chiquitas pero duras y compactas.

                                                  Mi miembro, completamente erecto, se hizo sentir apretando su estómago y mis dedos buscaron el agujerito inquieto, la muy pícara se había lubricado con algún gel y no tardé en penetrar con la primera falange del dedo medio.  Se aferró fuerte a mi cintura con una mano mientras la otra aflojaba mi cinturón, trataba de bajar mi pantalón y comenzó con una serie de temblores pequeños y altamente eróticos que ya me habían impresionado en la camioneta.

                                                  No podía determinar si eran orgasmos pero los gemidos y temblores se sucedían hasta que se liberó de mi dedo y arrodillándose, bajo los pantalones con bóxer y todo para llevarse mi miembro a la boca, yo tomé su cabeza con una de mis manos y pensaba perforarla hasta la garganta, no tuve necesidad y me sorprendió, luego de un par de besos en el “ojo” del glande, se penetró la boca hasta topar con su nariz en mi ingle, salía gimiendo de deleite y gozo y volvía a entrar, así varias veces mientras sus manos apretaban mis nalgas.  No pude ni quise seguir aguantando y le llené la garganta con una copiosa acabada.  Tragó todo, me limpió y me miró con una cara que demostraba su regocijo.

  • “Te sorprendí, ¿no?...  Aprendí en Internet como había que respirar y me salió bien…  Es un deleite poder tragarme toda tu pija sin atorarme y sentir como pasa la leche por mi garganta”.

                                                  A la par que me decía esto, sus manos no se quedaban quietas y seguía acariciando y apretando a “mi amigo” que, luego de su escasa y momentánea flojedad, se había puesto durísimo nuevamente.  Me tomó de la mano, seguramente para llevarme a la habitación pero no tenía tiempo ni ganas de tirarme en una cama.  La giré nuevamente para besarla mientras le apretaba una teta, ella pegó un saltito y enredó sus piernas en mi cintura y el agujerito de su vagina quedó en perfecta alineación con la punta del miembro erecto, sólo tuve que empujar dos veces para llegar al fondo.

                                                  No gritó pero cerró sus labios y se notó que apretó los dientes, no tardó ni dos segundos para pasar a gozar y apoyé su espalda en el sofá, estando apoyado mis manos y brazos estaban liberados y pude dedicarme a sus tetas amoldadas al tamaño de mis manos y a incrementar el ritmo de mis penetraciones.  Sus gemidos eran casi descontrolados y sus orgasmos ruidosos pero no me importó si la escuchaban los vecinos o no, cuando pareció estar a punto de desfallecer, eché sus piernas a mis hombros y encaré su abertura más chiquita, no pudo aflojarse, el glande penetró sin resistencias y detrás de él, sin detenerse, entró todo el tronco.

                                                  Al dolor de la penetración, que la hizo olvidarse de desfallecer o aflojar, se le sumó mí ritmo que, rápidamente, se hizo intenso mientras cambiaba el tono doloroso por gemidos de placer y pedidos de más y más.  Creo que su orgasmo fue uno sólo pero largo y con contracciones que se hacían sentir en el tronco del miembro, no me quise aguantar y terminé en lo profundo del recto intensificando su orgasmo.  Como siempre, quedó como un pedacito de trapo, salí despacio y la dejé reposar sobre el sofá, fui a lavarme y cuando regresé ya estaba recuperada y esperándome con una sonrisa…

  • “Para variar, me dejaste “de cama”, feliz y satisfecha…  Son tantas las sensaciones cuando te tengo adentro que… no sé, no puedo describirlas, es como que necesito que me des más y más”.

                                                  No tenía ganas de escucharla hablar de sus sensaciones, el tiempo nos apremiaba y corríamos el riesgo de ser descubiertos, le di un beso acariciándole la mejilla y le dije que tenía que irme, que en cualquier momento le avisaba nuevamente para pasarla mejor…  Lo entendió, se levantó del sofá, recogió sus pocas ropas, prendió un ventilador y me dijo que se quedaría esperando.  Cuando salí de la casa de Gracia eran las cuatro de la tarde, no había almorzado pero no quise hacerlo en lo de Francisco…

                                                  De pasada me detuve en el comercio de computación, me extrañó que el comercio no estuviera cerrado con el dueño durmiendo la famosa “siesta de pueblo”.  Estaba trabajando a full, armando un par de equipos y adaptando otros, la empresa de telefonía había sacado un nuevo plan llamado “Internet para todos” y había clientes que querían modernizar sus equipos o comprar nuevos.

                                                  Le expuse la idea de obtener un programa de música variada, detallada por años, melódica, romántica, pop, rock, folklore, tangos.  El tema era para ubicar la música y cantantes acorde a pedidos, le expliqué cual era la idea de la F.M., le pareció muy buena iniciativa pero los programas que él tenía no alcanzaban a cumplir con las expectativas, de todos modos, se pondría en campaña para conseguir mejores programas y grabaría todo el mejor material que encontrara.

                                                  Me contó que tenía un amigo que hacía un par de años había tenido la idea de poner una radio pero, como la Municipalidad quería “manejarla” desistió de la idea y se mudó de pueblo y a él le habían quedado todos los datos de la empresa que le proveería en ese momento de los equipos necesarios.  Me dio toda la información por si necesitaba averiguar algo y me vino de maravillas, lo haría todo por medio de mail y comunicación telefónica, luego de esto me fui tranquilo para casa.

                                                  Al llegar se marchaba la combi con los trabajadores y las chicas se preparaban para disfrutar de la sombra o de la pileta.  No bien estacioné se acercó Carolina a saludarme con sobradas muestras de mimos y cariños y tenía puesta una tanga infartante compuesta sólo de tiras y de dos triángulos por delante que tapaban sus pezones y uno por abajo que tapaba los labios de su vagina, más allá la vi venir a Ana María que vestía, ¿vestía?, algo similar.

  • “Cielo, ahí viene Ana María, fue a ver si Fernando se acostó a dormir la siesta porque vamos a hacer topless y no queremos hombres cerca, excepto claro está nuestro “only one””.

                                                  Me imaginé lo que sería esa piscina y fui a echar un vistazo.  Parecía una película de esas que se hacen sobre los “narcos”, llena de cuerpos semidesnudos de mujeres hermosas en el agua o en las reposeras, faltaban las copas de champán.  Las tetas “florecían” y aquellas que no tenían tangas habían recogido sus bikinis para esconderlas dentro de las zanjas de sus nalgas, faltaba el “capo” contando dinero, fumando un habano o aspirando unas “líneas blancas”, opté por ir a dormir la siesta aún contra la insistencia de Carolina para que me quedara con ellas, es más preferí irme al fresco de la habitación.

 

  • “Amor, ¿querés que te despertemos a alguna hora en especial?”, -me dijo Carolina y ese “despertemos” me sonó a que “tirarían la moneda para ver a quien le tocaba”-.
  • No, me despierto solo…  -contesté de no muy buen talante-.

                                                  Ya no insistió y me fui a dormir pensando que la manipulación es un arte que las mujeres “manejan” muy bien, para acceder a lo que pretenden y si este fuera el caso, la llevarían bastante mal conmigo…

                                                  Antes de las 20.00 me desperté solo, no tenía ganas de levantarme, estaba como quien dice, “apático”, la semipenumbra de la habitación ayudaba bastante a esa apatía y sentándome en la cama, me apoyé en las almohadas contra el respaldo y me puse a cavilar.  Ya no entendía las cosas de la misma manera que antes, comodidades no me faltaban, los lujos no me quitaban el sueño, no me enloquecía por demostrarle nada a nadie, de hecho, siempre había sido así y ahora con un determinado “Poder” que te daba el dinero, la ignorancia hacia los demás era superlativa, en realidad, no era hacia los demás, era hacia lo que podían pensar u opinar.

                                                  El amor tal como se lo entiende o te lo quieren hacer entender teñido de “florcitas de colores” quedaba de lado por el asentamiento del raciocinio, por las experiencias y por el conocimiento que uno había ido asimilando sobre las personas.  Me podía sentir bien, incluso querer a determinadas personas pero AMAR, lo que el común llama AMAR, no me cuadraba y, de alguna manera o de muchas maneras, el incentivo del egoísmo se hacía notar.

                                                  Podía escuchar, comprender, aceptar, cambiar impresiones pero… cuando “algo” no me gustaba era “jodido” porque, de última, siempre “compraba el paquete que yo quería comprar”.  Había algo que desde hacía tiempo venía notando en la gente y a la gran mayoría no le convenía aceptarlo, la hipocresía era “reina” en sus vidas, con el agravante que te hace saber que no hay peor hipócrita que aquel que te quiere convencer que sólo lo de él es lo correcto.  Eso de “Los que tienen más deben darle a los pobres pero… lo mío no lo toquen porque es mío” era una constante, el, “Hay que matar a todos los violadores pero… si mi hijo violó a alguien era porque estaba con problemas y porque la mujer lo provocó”.  Decididamente “el Pacto” me había ayudado pero, me había arrebatado los sueños e incentivado a todos mis “fantasmas”.

                                                    Me levanté, me cambié y me fui a cenar, Carolina estaba sola viendo un recital de una cantante por la tele, cuando me vio aparecer, me besó y me abrazó efusivamente, me dijo que ya habían cenado todos pero ella me estaba esperando para prepararme algo de comer.  Le pedí que siguiera viendo el recital, yo calentaría lo que fuera en el microondas y me sentaría a mirar el recital con ella.

  • “De ninguna manera Cielo, te caliento la comida yo, te acompaño cuando comas y después venimos juntos a ver esto”.

                                                  No quise discutir, ni imponer nada, no tenía ganas, me senté a mirar como preparaba todo, tenía puesta una remera de tirantes y por debajo sólo la tanga que le había visto en la tarde, me encantaba verla moverse semidesnuda.  Me sirvió la comida y se sentó a mi lado, sólo me miraba, no comí demasiado y cuando aparté el plato, me habló…

 

  • “¿Qué pasa amor, qué sentís?...  ¿Te duele algo?...  ¿Hay algún problema?... 

                                                  Siempre me había jodido contestar preguntas de esa naturaleza y esa vez no fue la excepción, aunque ignorarla y no contestarle no era ni correcto ni oportuno.  La miré con seriedad y sin levantar el tono de voz, entrecruzando los dedos de las manos, le contesté…

 

  • No Caro, me siento bien, no me duele nada y aparte de cansancio, si, efectivamente, hay un pequeño problema…
  • “Ya me di cuenta que te molestó lo de las chicas pero lo hice para darte a entender que no tenés ni tendrás problemas para disponer de cualquiera de nosotras, todas te queremos y queremos demostrártelo”.
  • No vas a terminar de entenderme nunca, ¿qué fue lo que te pedí hacer cuando tuvieras algún tipo de iniciativa o inquietud?…  ¿Cuántas de estas iniciativas o inquietudes te negué?.

                                                  La respuesta que tenía que darme la hizo poner pálida…

 

  • “Tenía que consultarte y no, nunca me negaste ninguna inquietud”.
  • Tu “bien intencionada” acción me convierte en algo que yo nunca quise ser…  Me convierte en un Jeque árabe que chasquea los dedos y tiene a su disposición a cualquier mujer de su harem, las cuales están expectantes para saber a quién “le toca”…  Lo único que te faltó es poner día y horarios y rompiste “la magia”, quizás una magia estúpida y un poco infantil pero mía… 
  • Te voy a ser claro, la cuerda está demasiado tensa y si no te gusta lo que planteo voy a respetar a rajatabla lo que decidas, si querés ser “la mujer” dueña de sus decisiones para estar a la par o por delante del hombre enarbolando el feminismo, si entendés que estás siendo pisoteada e ignorada en tu integridad y condición de mujer o crees que se está abusando de vos, te lo voy a respetar y ni siquiera lo voy a discutir, si entendés que no tenés el lugar que merecés, si no terminás de hacerte a la idea que en esta casa y en esta relación las decisiones las tomo YO, también te lo voy a aceptar y no te voy a dejar desamparada pero ASÍ NO TE QUIERO AL LADO MÍO.

                                                  Mientras le decía todo esto, las lágrimas corrían por sus mejillas, no podía discutir ni decir nada, siempre se lo había puesto claro.  Yo tampoco me engañaba, Carolina tenía un físico espectacular, era inteligente, daba gusto llevarla y lucirla del brazo pero, sabía también que para “darme gustos” había mujeres más hermosas y yo podía acceder a ellas tal y como me diera la gana, lo único que me lo impedía eran los sentimientos que Carolina había sabido despertar en mí.

                                                  Ella seguía llorando pero, conociéndome, se cuidaba muy bien de hacerme alguna manifestación o pedirme perdón o intentar algún tipo de seducción.

  • “Volví a equivocarme, sólo quería demostrarte cuanto te quería…  ¿Y ahora?”…
  • Ahora nada, mientras vos quieras seguirás siendo mi mujer y voy a ayudarte en lo que necesites pero, luego de la inauguración me voy a tomar un tiempo contigo porque me doy cuenta que esto que me pasa no es un simple enojo, lo único que te pido es que no me dejés todo en “banda” y te sigas dedicando…  Por lo pronto, a las demás, las seguiré tratando igual pero que se olviden también de mí por un tiempo, si tienen necesidades físicas que las satisfagan como quieran, podés ir dándole lecciones de “libertad femenina” o de iniciativas o de inquietudes, yo veré que resuelvo después, ya sabés que mi modo de pensar no cambia al respecto… 

                                                  Sabía que la estaba haciendo “mierda” con mis sarcasmos pero, a “alguien” o a “algo” o a parte de mí mismo le importaba tres pelotas como se pudiera sentir.

 

  • “Guille, yo te necesito para vivir y algo debo tener mal en la cabeza.  Ana María me dijo que no hiciera ni dijera nada sin que vos lo supieras, que te podía caer mal pero yo sólo quería que estuvieras bien”.
  • Al final resulta que la “paisanita” me conoce más que mi propia mujer…  Tu error es querer hacer lo que quieras hacer y me parece genial que te expreses pero, de la tranquera para afuera y estando sola, yo no quiero ser el “puto amo” pero estando al lado mio, se pregunta y YO decido, mirá, mejor lo dejamos acá porque vas a lograr que me enoje y…  mejor vamos a dormir…

                                                    Dormí para la “mierda”, ella se la pasó llorando toda la noche y aunque, en determinado momento, iba a “explotar” por esto o me iba a ir a dormir a otra habitación preferí aguantar su llanto.  En la mañana, después de saludar a todas tal como lo había pedido Carolina, la primera que nos miró concienzudamente fue Ana María…

  • “Guille, ¿necesitás algo?”.
  • Si mi “paisanita”, no te enojes pero deseo y necesito que nadie me rompa las pelotas, estoy repodrido de que se piense que tengo Alzheimer y quieran tomar decisiones por mí.  Me apretó el hombro con una de sus manos y me dijo…
  • “Quedate tranquilo, nadie te romperá las pelotas”.

                                                  Carolina desayunó en silencio y luego fue a prepararse para irse al pueblo, Ana María la siguió hasta la habitación y yo las seguí metiéndome en la de al lado, quería tratar de escuchar lo que decían.

 

  • “¿Me podés contar que pasó? y no me digas que no pasó nada porque estuviste llorando y seguramente no dormiste, él no está mejor”.
  • “Lloré toda la noche y él se aguantó para no echarme o irse…  Se enojó muchísimo con lo de las chicas y lo peor es que ni siquiera gritó…  Dijo que se va a tomar un tiempo y yo tengo mucho miedo, Ana…  Me dijo que no me iba a impedir ser una mujer “independiente” pero que lo hiciera del otro lado de la tranquera, que así no me quiere al lado de él”.
  • “Decirte ahora, “te lo dije” es al pedo, vos te la pasaste estudiando y no aprendiste nada de la vida y de tratar a quien querés tener al lado…  Seguramente nos jodiste a todas pero no te voy a decir nada más, sólo que te quiero como a la hermana que nunca tuve y, o dejás todas las pelotudeces de lado, todas, ¿escuchaste bien?, todas y si te aparece alguna te martillás los dedos antes de hablar o lo vas a perder definitivamente”.
  • “¿Qué hago si se va a “tomarse un tiempo”?”.
  • “Te las aguantás, cruzás los dedos y rezás, ocupate de la Clínica y esperalo y crecé, nena crecé…  Te la voy a hacer más clara, vos estás acá, a esta altura, él está allá y te ofrece todas las posibilidades para llevarte a la par, te trata bien, te da el mejor lugar, te lleva a su altura y no tiene nada que ver con la plata que tiene o deja de tener pero, te empeñas en romperle las pelotas desde abajo por no sé que “putas” ideas…  Son “tus zapatos” pero después no llores si no sabés calzarlos o te sacan ampollas…  Te respeto y respetaré tus sentimientos pero no sabés cuanto lamento que exista Fernando”…  Me sorprendió Ana María con sus razonamientos, era la que mejor parecía haberme entendido.

                                                   Ese día la dejé tranquila para que arreglara todo lo concerniente a la inauguración de la Clínica.  Hablé con Lucas para avisarle que la inauguración tenía más que ver con hacerle conocer a la gente la posibilidad de atenderse y por eso no le había avisado para que viniera con las nenas, eso se daría cuando fuera la inauguración con los Políticos en fecha a confirmar.

                                                  Me contó que las cosas estaban bastante aceleradas, ya estaba en marcha el tema del asfalto y el arreglo de los tres departamentos para que vivieran provisoriamente, él, las nenas y las venezolanas.  Había mandado a cambiar las alambradas de púas y varios palos para hacerlos quedar a un nivel más o menos similar, mandó a construir veinte boxes para caballos y reacondicionó todos los corrales interiores, amén de arar unas cinco hectáreas.

                                                  Me planteó algo que no me pareció mala idea, en lugar de alquilar el predio para Pensionado Equino y cuidar animales ajenos, quería ver la posibilidad de hacer un lugar para fin de semana turístico con restaurant típico, la idea no me desagradó, es más, le hice llegar un proyecto que tenía olvidado en un archivo de la computadora en el que planteaba algo similar y que no se pudo llevar a cabo porque el dueño del campo no lo quiso alquilar.

                                                  Después de esa charla, hice ensillar un caballo y me fui a recorrer parte de los campos de la Estancia, hacía años que no montaba a caballo por el problema pulmonar que antes arrastraba y me saqué el gusto de galopar un largo trecho, me encantó pero bajé del caballo y me dolían hasta las pestañas.  Las casas de los Puesteros estaban casi todas terminadas, la luz ya llegaba a tres de ellas y volví para conversar con Fernando respecto a los aspirantes.

                                                  Llegué para la hora del almuerzo pero le pedí a Marta que me hiciera llegar la comida al escritorio y le dejé dicho a Ana María que, para cuando terminaran de almorzar, le avisaran a Fernando que yo quería hablar con él por el tema de los aspirantes a Puesteros.  Vino con una carpeta en que tenía todos los datos de quienes se habían presentado, de los cinco, sólo había dos que cumplían las expectativas y le dije que los contratara, que se ocupara él y que no era necesario recordarle que era lo que yo exigía, pareció dudar.  No sabía si era mi cara de pocos amigos o ya había hablado algo con Ana María, la cuestión es que se mostraba dubitativo y temeroso.

                                                  Eso también me jodía pues era otro al que le había dado todas las posibilidades y no respondía como yo quería.

  • ¿Qué problemas hay Fernando?... ¿Cuáles son los inconvenientes con los aspirantes?...  ¿No te ves capacitado para cumplir con tu trabajo?...  Yo no puedo estar diciéndote a cada rato lo que tenés que hacer, vos estás para traerme soluciones, no estás para esperar a que todas las soluciones te las dé yo…  ¿Te puse alguna pauta para contratar a la gente que ahora te rodea trabajando?, ¿me meto en lo que vos le ordenás hacer a cualquiera de ellos?, lo único que pedí es respetar las reglas que fijé y tener un buen trato con ellos…  Ponete las pilas Fernando, si yo tengo que resolver con la gente, si yo tengo que elegirla y marcarles las pautas de trabajo y resolver los problemas, ¿me podés decir para que quiero un Encargado?...  Andá, andá y pensalo, decile a Ana María que venga a verme que también tengo que hablar con ella.

                                                  Se fue cabizbajo y yo me quedé pensando que mi temática para tratar a la gente “hacía agua” por varios lados y que eso de ser “bueno” se solía tergiversar, pasaban a tomarte de “buenudo” o “vegetaban” porque el “patrón” resolvía todo…  Cuando apareció Ana María, la cosa fue distinta, en ella se notaba una resolución y un liderazgo que los otros no tenían, bastó un poquito de confianza en sí misma para que mostrara su potencial…

  • Sentate Ana, te llamé porque hay algunas cosas que se me están yendo de las manos y no quiero solucionarlas drásticamente…  Primero y principal, ¿vos tenés algún problema con las chicas?
  • “Para nada Guille, creo que cumplen bien lo que se les manda hacer, es más, muchas veces no tengo necesidad de mandarles a hacer las cosas, ya las conocen y las hacen, yo lo que hago es controlar…  Lo de los francos se resolvió bien, aunque no vayan a ningún lado, arreglan la casa o se rascan o miran televisión o juegan con su computadora, decididamente no me traen ningún problema, ¿por qué me lo preguntás?”…
  • Para estar seguro que por tu lado no tengo ningún inconveniente…  Uno de mis problemas es Carolina pero eso es algo que tendré que resolver a título personal.
  • “Sobre eso te diría, como amiga, amante de ocasión y Encargada, que lo pienses bien, no creo que exista mujer en el Mundo que te pueda querer como lo hace Carolina”.
  • Lo sé pero me cuesta lidiar con la pelotudeces, de todos modos, mantené el culito cerrado con esto ya que es sólo una prueba para ver cómo responde, tiene que aprender y meterse en la cabeza que todo lo que tiene que ver conmigo debe consultármelo antes.  Me voy a ir unos días para que reflexione o para que tire todo por la borda, depende de ella, ya di muchas “segundas oportunidades… 
  • Otro tema tiene que ver con tu marido, te lo digo a “calzón quitado”, me tiene las pelotas llenas con lo irresoluto que es, nunca me trae soluciones, no sabe resolver con el personal, recién se lo dije, si todo lo tengo que resolver yo, ¿para qué quiero a un Encargado? y si tengo que ser sincero, si no fuera por vos, ya habría solucionado ese problema, ahora decime, ¿qué se puede hacer al respecto?

                                                  Ana María se quedó pensando y por la forma de apretar el puño, junto al ramalazo de bronca que pasó por su mirada, no quise estar en los zapatos de Fernando…

  • “¿Puede ser que me dejés hacer a mí antes de resolver nada?, voy a hablar clarito con él, si sigue en el papel de pelotudo esperando que los demás resuelvan por él y no lo entiende la que lo va a poner de “patitas en la calle” voy a ser yo…  No quiero perder lo que tengo por sus idioteces”.
  • Está bien, mirá tranquila como lo “manejás”…  Si por mi fuera te pondría a vos al frente de todo, no lo hago por no humillarlo pero así ni me sirve ni me conviene…  El viernes me voy a ir unos días y esto es sólo para vos, voy a aprovechar para saludar a un amigo que tengo en Corrientes que hace años que no lo veo y voy a ir a pescar Surubíes y Dorados, es algo que siempre quise hacer y nunca he podido…  Carolina queda a cargo como mi mujer pero vas a tener que manejar todo vos, apuntalala y asesorala, cualquier cosa me mandás mensajes al teléfono…
  • “No hay inconveniente Guille, aunque sería mejor que se lo digas a ella también…  Por otro lado, tengo una pregunta”.
  • Dale, preguntá…
  • “Me dijiste que mantuviera el culito cerrado, ¿no? pero, ¿habría alguna posibilidad que me lo abrieras por un ratito?, tengo muchas ganas Guille”.

                                                  No pude menos que ponerme a reír, la cara que puso Ana María fue una mezcla de ruego y de “calentura” que se adivinó no sólo por la cara y la mirada sino también por la dureza que adquirieron sus pezones.  El gemido que escuché cerca de mi oreja cuando me acerqué a besar su cuello y pellizqué sus pezones erectos aceleró mis ganas de poseerla por dónde fuera.  El beso que nos dimos, al igual que me pasaba con Carolina, no era un beso con puerta de acceso tan sólo al sexo, era como remarcar la entrega con labios, lenguas y salivas, algo similar pasaba con la piel y no influía la diferencia de tonalidad, su mero contacto nos encendía y esta vez no fue la excepción.

                                                  Yo acariciaba sus pechos con ambas manos, ella aflojaba mi cinturón para proceder a bajarlo junto con mi ropa interior y quedó arrodillada con todo el miembro a merced de esa boca golosa.  No lo salivó así como así, lo deslizó por su boca hasta su garganta y se dedicó a mover su lengua provocando sensaciones de gozo, sus entradas y salidas fueron tres o cuatro, cada una de las cuales las sentí mejor y luego, levantándose la falda del vestido, se arrodilló en el sofá apoyando su torso en el respaldo.

                                                  No la quise así, me senté y le dije que se sentara arriba y se penetrara cabalgándome, yo me dedicaría a besar sus pechos morenos, duros y apetecibles.  Manejar la situación y la penetración la enardeció y mientras me besaba gimiendo, calzó el glande en su vagina y se fue penetrando despacio.  Sintió y me hizo sentir cada una de sus rugosidades y cada uno de los gemidos con los que expresaba su gozo.  Cuando tuvo el miembro totalmente dentro de ella, se soltó.  Las entradas y salidas tomaron un ritmo sostenido que cada tanto paraba quedándose quieta para gemir, temblar y retomar con nuevos ímpetus su penetración, estuvo un rato así, hablándome al oído.

  • “Como te siento Guille, no te imaginás como y cuanto te siento, dame más, mi hombre, dame más”.

                                                  Hacía fuerza para que la penetración fuera más profunda pero, como la física tiene una lógica, lo único que lograba era golpearse contra su interior sin poder disimular sus gestos de dolor entremezclados con los de placer, placer que me transmitía y que hacía más profundo con sus contracciones.

  • Dame lo que a los dos nos encanta, morocha preciosa pero, hacelo despacio, quiero sentir como entro en el culo más hermoso de mi vida.

                                                  Sin duda había mejores pero el culo de Ana María no sólo era hermoso, era “especial” para mí y a ella le encantaba que se lo hiciera saber.  Salió de su vagina y tomando firme el pene con una de sus manos, colocó el glande en su ano y se fue penetrando centímetro a centímetro, gozando con la introducción del “invasor” que la transportaba.

  • “Viviría con tu pija en mi culo, has logrado que sea un culo “Guillepijadependiente””… 

                                                  Su humorada nos hizo reír a los dos y cuando sus nalgas se apoyaron en mis muslos comenzó a cabalgarme enfervorizada pero dominando cada uno de los centímetros que entraban y salían, para más, otorgando un placer que yo, ocupado siempre en penetrarla casi con dureza por allí, nunca pude sentir.

                                                  Sus músculos me apretaban haciendo la penetración estrecha y me apretaban al salir como exprimiéndome, estaba haciendo un esfuerzo tremendo con sus músculos anales.  Ana María me estaba “pegando” una cogida de antología, me iba a “secar”, ella lo sabía y gozaba más con esto.  Cuando el glande comenzó a latir anunciando mi descarga, intensificó sus movimientos y sus gemidos se dispararon, el orgasmo fue simultáneo, acalló sus gritos mordiendo mi hombro y obligándome a reprimir mi grito de dolor.  Se quedó quieta, absolutamente satisfecha y entregada y comenzó a besar el sitio mordido, sabía que la escasa ropa no había podido evitar la marca de sus dientes.

  • “Perdoname Guille, no sé que me pasó, no quise hacerte daño…  Si no te mordía iba a gritar tanto que hasta los peones del campo vendrían a vernos”.

                                                  Sabía que lo sentía de verdad y el brillo de felicidad de sus ojos claros atemperaba cualquier dolor.  Quiso levantarse para atenderme y no la dejé, moví su barbilla y la besé intensamente, abrazándola y haciéndole sentir mi abrazo noté como se abandonaba acurrucándose entre mis  brazos.

  • Me marcaste como una hembra en celo a su macho, ésta me la voy a cobrar…
  • “Como quieras, donde quieras y por donde quieras, ya sabés que podés disponer de tu hembra a entero antojo…  Yo soy y seré siempre tu hembra en celo, supiste conjugar a la mujer con la hembra y esa felicidad la llevo en el alma pero no soy la única ni me interesa serlo, la otra es Carolina, las dos, sin ningún tipo de dudas ni medidas nos sentimos “tus” mujeres y “tus” hembras en celo”…
  • Lo sé mi vida, lo sé y así lo siento, es más, tengo claros mis sentimientos hacia las dos y que siempre estaré cuando me necesiten pero, dejame manejar esto a mi criterio.

                                                  Luego de lavarse y adecentarse un poco se fue dándome un rico beso y moviendo un culo de mujer satisfecha.  Me había sorprendido la actitud de Ana María exenta absolutamente de algún tipo de egoísmo, lo que evidenciaba el amor que nos profesaba a los dos.  Cuando Carolina regresó de la Clínica y de arreglar lo relacionado con la inauguración la saludé normalmente, sin ningún tipo de reticencia y la llamé para que me contara sobre lo que había resuelto y para que me explicara como tenía las cosas determinadas para la ocasión. 

                                                  El evento comenzaría a las 18.00, no había invitados “especiales”, hablaría solamente ella explicando las funciones que cumpliría la Clínica, presentaría a los Doctores y Auxiliares de la misma, agradecería la presencia de los invitados, nombrando sucintamente a los más importantes porque le habían avisado que dos Intendentes de pueblos aledaños se harían presentes.  La vestimenta sería informal y habría música de fondo.  Me preguntó si estaba todo bien así y me pidió mi opinión, solicitando que no la dejara sola con la gente de las Intendencias.

  • Creo que hiciste todo muy bien y no vas a tener problemas, respecto a lo de las delegaciones de los otros pueblos, no dudes nunca de que voy a estar a tu lado cuando lo necesites, sos mi mujer y nuestras diferencias son sólo nuestras, bueno, quizás haya por allí alguna amiga de verdad que las conozca pero no hay porque exponerlas ante quienes no tienen ni tendrán injerencia…
  • “Podemos hablar de lo nuestro Guille, te amo con toda mi alma y no sé cómo hacer para satisfacerte”.
  • Yo también te amo Caro y lo tuyo es más simple de lo que vos pensás…  No tomés decisiones que puedan importunarme o involucrarme sin consultarme antes y no hagas lo que quieras cuando yo he opinado en contrario, ni siquiera me gustan las “fiestas o cumpleaños sorpresas”…  Es claro como un dos más dos… 
  • Me voy a ir unos días para centrarme en lo que quiero hacer de mi vida y espero que también esos días te sirvan para reflexionar y decidir sobre tu vida…  Ya no me sirve que digas que te equivocaste o que no lo volverás a hacer y al poco tiempo reincidís con los mismos errores, ya me pasó antes y no quiero lo mismo con vos…  Aunque pueda parecerlo, yo no quiero una “esclava”, quiero una compañera y una compañera primero consulta, después actúa… 
  • Vas a quedar a cargo de todo y cuando no esté acá apoyate en Ana María, es la única que va a sacar la cara por los dos cuando sea necesario y consultará siempre antes de actuar, ni siquiera le des pelota a Fernando, ese es otro que en la primera de cambio… bastante podrido me tiene con pretender que yo le solucione todo…  Cualquier duda, cualquiera que te surja, me mandás un mensaje al celular…  Demás está decir que esa noche, salvo lo de dormir abrazados, nada de nada pero al tenerla cerca las ganas no me faltaron.

                                                  Nos levantamos tarde esa mañana y cuando pasaba desnuda para ir al baño, “mi amigo” y “mis ratones” terminaron de despertar.  La dejé hacer sus necesidades y cuando escuché que abrió la ducha, me metí en el baño, al terminar de miccionar la escuché…

  • “Guille, ¿no te querés bañar conmigo?”.
  • A eso vine mi cielo, mirá como me ha puesto la vista de tu cuerpo, vas a tener que hacer algo con esto.
  • “Te amo vida y quiero hacer lo que quieras y dejarte hacer lo que quieras”.

                                                  El beso, conjuntamente con el abrazo que la fundía a mí, dejó evidenciado que no hablaba por hablar.  Cuando besaba mi cuello sus dedos tocaron la marca de la mordedura en el hombro pero no hizo ningún comentario.

 

  • Esa fue tu amiga del alma que me marcó como su macho rogando para que vos me marcaras también.
  • “Jajaja…  No creo que Ana te haya marcado queriendo, ella sabe bien quien sos y como te siente, del mismo modo en que lo sé yo…  Fue la primera en decirme como tenía que proceder y la primera en retarme por haberme apresurado”.
  • A veces es bueno escuchar…

                                                  Le dije mientras me agachaba para besar sus pechos y mordisquear sus pezones excitados, no me dejó seguir, se arrodilló y acarició mis testículos llevándose el glande a sus labios para lamerlo y absorberlo lentamente, así hasta tocar mi pelvis con su nariz, fueron varios movimientos de ese modo y luego tomó mis manos para poner las palmas a los costados de su cabeza, desde allí comenzó con un rítmico entrar y salir con su boca abierta, se estaba cogiendo la boca y trataba de mirarme con sus ojos violetas impregnados de lágrimas.  No quise que siguiera, no quería terminar así y la hice levantar para que apoyara sus manos en el borde de la bañera.

                                                  Lo hizo rápido y me miraba torciendo la cabeza.  Toqué su clítoris con el glande, pincelé sus labios y comencé a entrar muy despacio manteniendo firme sus caderas para no dejar que se moviera.  Gocé y la hice gozar, sus gemidos se intensificaban a la par que movía sus caderas hacia sus costados, el ritmo sostenido de entradas y salidas se interrumpía para dar un caderazo que hacía estrellar el glande en su útero, acusaba un poco de dolor y se contraía por el placer.  Estaba teniendo orgasmos chiquitos y cortos, no violentos pero intensos.

                                                  No olvidé que a ella también le gustaba entregarse y sentirme por su retaguardia y no desaproveché la ocasión, al salir de su vagina ya me estaba esperando y también aquí la penetración fue lenta y placentera hasta un poco más allá de la mitad de mi pene, luego salí y volví a entrar hasta chocar fuerte contra sus nalgas, el dolor pasó rápido, sus movimientos se intensificaron acoplándose a los míos y un par de orgasmos más fuertes se hicieron sentir.

                                                  Sabía que le gustaba que terminara en lo más profundo pero esta vez no fue así, salí de ella y me senté en el borde más grueso de la bañera para que, pasando sus piernas por mis costados, se penetrara ella la vagina y me cabalgara.  Lo hizo con ganas y alegría, el abrazo pecho contra pecho y el beso apasionado que nos dábamos ayudaron a que el orgasmo y los gemidos de los dos se manifestaran como si fuera uno sólo.  Su cara se apoyó en el hombro que no tenía marcado y lo besó repetidas veces mientras lloraba sin consuelo.  Era su modo de exteriorizar el placer o la culpa y aquí se mezclaba un poco de todo.  Dejé que lo hiciera y la abracé fuerte, después le pedí que terminara de bañarse, que tendría que estar más linda que nunca para inaugurar su sueño.

  • “Te amo Guille”…
  • Yo también Caro, yo también…

                                                  Fue lo único que nos dijimos antes de prepararnos para ir a desayunar.  Yo no quería remover posibles heridas y ella sabía que nada de lo que dijera cambiaría lo que había decidido.  En el desayuno le pedí que se llevara la ropa junto a lo que necesitara para cambiarse y que lo hiciera en la casa-residencia, no quería que volviera corriendo para cambiarse y luego corriendo para llegar a tiempo a la fiesta.  Yo la pasaría a buscar por ese lugar a las 17.30.

                                                  Así lo hicimos y llegamos a la Clínica caminando con ella tomada de mi brazo.  Salió todo de maravillas, salvo las conversaciones con los Intendentes y las Delegaciones del Área de Salud que trajeron y que duraron unos 20 minutos, en los que estuve permanentemente a su lado, para todo lo demás la dejé prácticamente sola.  Todo el que venía a abrazarme y felicitarme fue derivado a la Directora de la Clínica, aunque conversé con todos, siempre estuvo rodeada de sus amigas más cercanas (Ana María y Gimena, las chicas de la Estancia, las Doctoras, las Enfermeras, las venezolanas, Gracia, las mellizas).  El discurso improvisado le salió “redondito” y no se olvidó de nombrar a nadie, incluso agradeciendo a las autoridades presentes y haciendo mención al nombre de la Clínica y a “nuestra” nieta Moira.

                                                  Nadie podía decir que esa Clínica no existía en el pueblo…  A las 21.00 dimos todo por terminado y regresamos a casa, allí cenamos algo rápido y cada quien se dispersó a sus lugares, salvo Gimena y Gonzalo que se quedaron a tomar una última copa.  Esto me vino bien porque, apartando a mi hijo, le comenté que pensaba irme unos días a la casa de Víctor en Corrientes.

  • “¿Te vas solo “viejo””.
  • Si Gonza, me voy solo, digamos que quiero pensar y sacarme de encima algunas “mierdas”…  No me preguntes nada y date una vuelta una o dos veces en la semana para ver si está todo bien o llamala a Ana María y le preguntás a ella, yo me voy esta noche.  Ni idea de las presunciones que se hizo pero no preguntó más nada.

                                                        Después que se fueron todos preparé un bolso con un par de mudas de ropa, pantalones, remeras, guardé el efectivo más que suficiente, me despedí de Carolina con un fuerte abrazo y montones de besos, luego, sin hacer caso de sus lágrimas y sin permitirle preguntar nada, me subí a la camioneta y arranqué, me esperaba un largo viaje de más de 1.000 kilómetros y pensaba hacerlo muy tranquilo.  La idea era viajar por la Ruta 2 hasta la Capital, luego la Ruta Panamericana hasta Zarate, después cruzar toda la Provincia de Entre Ríos y llegar a Corrientes era fácil, una sola Ruta me llevaba.

Continuará…

 

Por favor, si les gusta, valoren y comenten.

 

Gracias. GUILLEOS1.

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