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Me hicieron creer que era afeminado. (20)

en Amor filial

                                                  Aquella mañana habría dado todo lo que tenía por quedarme en la cama, la noche había sido agotadora, tras los primeros polvos con Silvia se auto invitó a quedarse a pasar la noche conmigo y no pude negarme, el estar con una Miss no pasaba todos los días y Silvia reunía todas las cualidades de las mujeres con que hasta ahora  había estado, tenía todo lo que se podía desear y me recordaba a todas y cada una de ellas, las tetas parecidas a las de Julia pero perfectas, el coño estrecho de mi prima Cris, los pezones de Ana la pelirroja o el furor de Merche o su madre, en lo único que no podía competir era en el amor que me profesaba mi madre o la paz que me contagiaba mi abuela pero eso ya era demasiado pedir.

                                                  Cenamos fugazmente y enseguida subimos a la cama otra vez.  Silvia estaba desatada, al principio noté que instintivamente se quería resarcir de su marido Julio que suponía y con toda la razón que se había llevado nada menos que dos bellas secretarias para follar en Shanghái sin estorbos y ella había encontrado una polla (la mía) mejor que la de su marido y sobre todo más cumplidora, por mi parte me apliqué en cuerpo y alma pero ya la recién casada tenía muestras de agotamiento y daba por vengado el abandono de su “casi” marido cuando me propuse darle el golpe definitivo.

                                                  Me empeñé en no dejar de follarla en toda la noche, reconozco que fue una locura pero confiaba en mi polla y no me dejó en ridículo, la follé de todas las maneras que sabía y sin contemplaciones, me rogaba y lloraba que la dejara descansar, el coño lo tenía tan escocido que parecía un puñado de amapolas pero yo seguía y seguía, casi no la saqué de Silvia.  

                                                  Por el culo, la vagina o la boca se la estuve metiendo y a veces me corría sobre ella porque ya al entrar salía más leche de la que entraba, las últimas eyaculaciones fueron secas, yo notaba cómo me corría y el capullo palpitaba como si escupiera una lechada pero de allí ya no salía nada, los huevos habían declarado “cierre patronal”.  El amanecer nos encontró con Silvia tumbada desmadejada en la cama boca abajo mientras yo le metía la polla por el culo o el coño según encaraba aleatoriamente la polla.

                                                  Por la mañana, al levantarme, las piernas no me sostenían y la ducha que me di sólo me sirvió para quitarme el olor a sexo y poco más, preparé unas tostadas con café bien caliente y se lo hice tomar mientras me vestía.  Cuando salí de casa hacia la Academia la tenía que sujetar en el ascensor para que no se desplomara en el suelo, mal vestida y peor peinada le había puesto la ropa y una vez en la calle llamé a un taxi y le dije al conductor por la ventanilla que la llevara donde quisiera, si es que conseguía despertarla, el taxista la miró de arriba abajo y al calcular lo que con dificultad escondía entre las piernas aceptó con una sonrisa maliciosa, imagino que se cobraría la carrera y una buena propina de paso.

                                                  Al llegar a la Academia la clase ya había empezado, Rosa me lanzó una mirada entre reprobación y preocupación por mi primera impuntualidad pero rápidamente y haciendo un enorme esfuerzo me puse a trabajar, mis compañeras ni siquiera se percataron que había llegado tarde por primera vez, ya que ellas lo hacían continuamente.

                                                  En el rato que teníamos a media mañana para descansar se formaron corrillos entre las mujeres, yo no me uní a ellas porque prefería el descanso de la silla pero un gran alboroto me llamó la atención.  Adela subida al taburete de pruebas estaba enseñando un vestido de noche que se había comprado para una cena que tenía en breve, al momento y sin mucho tirarle de la lengua dijo que era para celebrar su cumpleaños.

                                                  Ante la insistencia de las demás y sin demasiada resistencia aceptó probárselo, la rodearon y yo desde mi asiento no podía ver nada además de los hombros desnudos de la mujer pero un ¡oh! de admiración colectivo me hizo levantar la cabeza, el corro se abrió y pude entrever la magnífica figura de Adela, vi a Rosa que desde su mesa también miraba sorprendida y ambos nos acercamos al grupo, las compañeras se separaron más para verlo de lejos.

                                                  Todos hacíamos la misma cara, con los ojos como platos admirábamos el vestido tan sensual y atrevido que lucía Adela, de tejido aparentemente metálico tenía una caída que se pegaba a su figura como un imán, por supuesto no llevaba sujetador y las tetas eran realzadas como una segunda piel y si llevaba bragas serían tan sutiles que no le hacían ninguna marca.

                                                  Rosa se me acercó por detrás, ya me conocía lo suficiente para saber que además de mi admiración por el vestido y las hechuras me estaba haciendo unos efectos colaterales que me marcaban el pantalón, disimuladamente se puso delante de mí para tratar de ocultarme a la vista de las demás para que no fuera a mayores pero a su vez con las manos detrás de ella se acercó y me cogió la polla con fuerza, me tuve que pegar a ella aprovechando el interés de todas por el vestido y por debajo del suéter de Rosa pude atraparle los pezones, la Profesora me demostró que le habían gustado mi caricias recorriendo mi polla con la mano de arriba abajo.

                                                  Estuvimos esperando así hasta que por fin Adela se quitó el vestido delante de todos, sin ningún pudor se lo sacó por la cabeza, las miradas de todos se centraron en comprobar si llevaba bragas pero sólo pudimos ver que por lo menos tirantes no se le marcaban en las caderas y si llevaba algo extremadamente minúsculo lo podía ocultar entre los muslos porque los tenía levemente cruzados pero cuando las tetas saltaron liberadas del tejido brillante mi polla dio un estirón que se asomó por debajo del cinturón.  Rosa ya estaba preparada y lo atrapó cogiéndome el glande que destilaba liquido pre seminal, con parte de la mano escurrió el capullo y me enseñó los dedos, unos hilillos se comunicaban entre ellos, me acompaño a mi pupitre para que las demás no vieran mi estado y se colocó delante para que me pudiera “recolocar” la artillería.

                                                  En toda la mañana no me levanté, la Profesora tuvo la deferencia de dejarme sentado porque sabía con seguridad que la erección no me habría bajado del todo, al llegar a casa todavía notaba el efecto.

                                                  Cuando entré a mi cuarto y vi la ropa que me había comprado me dio un bajón de moral.  De repente comprendí lo equivocado que estaba, una cosa era ir por Madrid como yo quisiera y otra asistir a un sitio de mucha categoría acompañado de gente elegante a la que no quería dejar en ridículo, saqué toda la ropa del armario y una por una tuve que desechar las prendas, me convencí y busqué el dinero que me había sobrado de la compra anterior, por supuesto con la cantidad de dinero que me había dado me había sobrado más de la mitad y decidí que debía hacer algo, recordé que lo había cogido para “gastos de representación” y eso es lo que haría.

                                                  Ya iba a cerrar el armario cuando me vi reflejado en el espejo de cuerpo entero, iba en calzoncillos y la figura que vi me preocupó más que la ropa, el pelo alborotado hecho una maraña, el pecho y las piernas con cuatro pelos mal avenidos, bajé los calzoncillos y… allí estaba mi polla colgando desmayada con cara de no haber roto un plato en su vida y con un flequillo sobre el nacimiento que parecía más bien el tupé de un cómico, por no tener no llegaba a un triángulo peludo decente y por supuesto de barba y bigote nada de nada, una pelusilla que más parecía una carrera de hormigas, enseguida tomé una decisión y a la tarde siguiente fui directo a un salón de belleza unisex.

                                                  Mi entrada fue triunfal, tanto las clientas como las dependientas se volvieron a la vez, me volví extrañado y efectivamente detrás de mí no había nadie, yo era el motivo de la expectación general, pregunté a una chica que estaba desocupada y me dio la excusa que estaba esperando a alguien, con la mirada le insinué a otra, volvió la cabeza y tuve que pasar hasta la última del salón que estaba ocupada en lavar una cabeza, no se había vuelto a mirarme y cuando le pregunté simplemente me dijo que esperara a que terminara con lo que estaba haciendo, cuando se volvió quedé deslumbrado, era con creces la chica más bonita de todas y sobre todo tenía una sonrisa tan dulce que quedé prendado, sin dejar de mirarla me senté y casi me caí al sentarme al borde de la silla.

                                                  Las demás volvieron a sus rulos, sus revistas y sus uñas, yo me dediqué a admirar a mi futura esteticista que al inclinarse marcaba un culo muy respetable y una cintura casi imposible, las piernas con el poco tacón que llevaba le marcaban unos tobillos finos  que le daban belleza ya desde abajo.

  • Hola me llamo Magda, ya estoy libre, ¿qué se te ofrece?
  • Pues… yo soy Carlos y quería varias cosas, ¿tú a que te dedicas normalmente?
  • Aquí todas hacemos de todo, ¿qué prefieres?
  • Para empezar tengo un gran problema, te confieso que es la primera vez que entro en un gabinete de estética y no sé cómo funciona esto, lo único que sé es que quiero cambiar de look completamente, tengo un evento muy importante y con esta facha no voy muy apropiado, no quiero hacer el ridículo y no me digas lo que parezco porque ya lo sé, quiero seguir como soy pero estar presentable en cualquier ambiente.
  • Me caes bien Carlos, me gusta tu sinceridad  y creo que podré hacer algo por ti, seguro que sí, ¿por dónde empezamos?
  • Te doy carta blanca, haz lo que quieras conmigo, también me gustas y confío en ti.
  • Gracias Carlos, vamos a empezar.

                                                  Las demás mujeres se volvieron al ver que Magda me hacía caso pero al momento volvieron a lo suyo, la chica me llevó a un cubículo y me dio una bata verde, me extrañé y la miré sin comprender pero ella insistió y en una taquilla dejé mi ropa tornasolada, quedé con calzoncillos solamente y me invitó a sentarme en un butacón que inclinó hacia atrás casi horizontalmente, se sentó a mi lado y me apoyó los brazos en unas mesitas, con un foco me fue arreglando las uñas de las manos, yo la miraba temiendo que me hiciera daño pero tenía una habilidad que casi me quedo dormido.

                                                  Después de dejarme las manos perfectas que ni yo las reconocía, siguió con los pies, no me había imaginado que se podían hacer maravillas con las uñas de los pies pero ella las hizo.  Me colocó una pila para lavarme el pelo y en un momento estuve seco y tras unas pruebas le autoricé a seguir cortándome el pelo, al acabar ni yo conocía a aquel tipo en bata que se reflejaba en el espejo.  Me hizo levantar y pasar a una habitación adyacente  vi una camilla y pensé enseguida que era para un masaje, me gustó la idea porque aún no me había repuesto de la noche con Silvia pero ante los preparativos empecé a sospechar.  El olor a cera caliente me alertó y más todavía cuando me abrió la bata del todo y dijo que me quitara los calzoncillos.

                                                  Creo que ni con una lupa me habría localizado la polla, se había camuflado pegada a los huevos y estos entre los muslos, Magda sonrió al verme tan apurado y me tranquilizó.

  • Tranquilo, no eres al primer hombre que depilo ¿sabes?
  • … Ya… imagino pero yo es la primera vez que lo hago.
  • Jajaja, se nota Carlos, no tengas miedo que no es para tanto.

                                                  Y no lo fue, al menos por las piernas, en los muslos ya era otra cosa y tras comprobar el calor de la cera daba unos golpecitos para disimular y ¡zas!  Tirón y cera y vello afuera.  Fue entonces cuando empecé a pensar en el pelo de la polla y los huevos, eran pocos pero largos y gruesos como escarpias.

                                                  Magda tuvo la visión de seguir por el pecho y la espalda, fue como un paseo en barca, ni lo noté apenas, la chica daba unos toques para comprobar si había pegado y otra vez ¡zas! pero aquello duró poco  porque no había mucho que quitar y por fin le llegó el turno a la polla.

                                                  Parecía querer pasar inadvertida pero Magda sabía qué hacer y cogiéndola con total suavidad la dejó a un lado, de las siguientes pasadas de cera no me quiero acordar pero el vello iba remitiendo a franjas.

                                                  Aún no comprendo por qué razón y aún con lo dramática que era la situación la polla empezó a desperezarse, ya no se escondía, Magda me hizo separar la piernas, los huevos se había puestos redondos y ásperos, la polla había cogido consistencia y ya señalaba al ombligo.  Magda no hizo ningún comentario aunque sonrió, yo estaba apurado, no me molestaba sacar la polla delante de una mujer en cualquier ocasión y menos si había posibilidades de meterla en caliente pero aquella chica era todo candor.

                                                  Magda ante todo era profesional y no se inmutó al ver mi polla como cabeceaba dando saltos con cada pulsación, el prepucio se había retirado sólo al crecer y ahora presentaba el frenillo tirante y las venas hinchadas.  La chica se había centrado en la cera, la veía ir y venir al aparato de cera caliente y cuando estaba sobre mi me apartaba la polla a un lado como quien quita una rama del camino para no darse en la cabeza, la verga iba de un lado a otro según las necesidades de Magda y con cada roce ganaba en tamaño. 

                                                  Ya no era el pubis sólo que terminó pronto, ahora ya eran los huevos, la delicada piel del escroto parecía que se iba a desgarrar de un tirón a otro pero las hábiles manos de la profesional lo impedían, al terminar con los huevos le llegó el turno a la polla en sí.  Yo no les había prestado atención nunca y cuando la clavaba en algún agujero no me importaba pero, fijándome bien, tenía a lo largo del tronco unos cuantos pelos largos y feos que desmerecían al resto ya depilado.

                                                  Magda ya no tuvo reparo de ninguna clase, cogió la polla como un garrote y sin soltarla iba pegando cera y tirando a contrapelo, la manejaba como la palanca de cambio de un coche, notaba cómo la sujetaba con fuerza, apenas podía juntar los dedos alrededor pero la asía fuerte, yo sufría porque estaba seguro que notaría los latidos de mi corazón en la palma de su mano.

                                                  El verdadero sacrificio fue después, ya había pasado el miedo, ahora sólo arrancaba las gotas que habían quedado pegadas a la piel pero luego vino el talco y la crema para suavizar toda la zona, ambas manos se dedicaron a masajear el pubis, la ingle , los huevos y la polla a discreción, ya no había excusa, la polla apuntó a la lámpara del techo como un misil a punto de ser lanzado, el prepucio lo retiró hasta el final y dejó la cabeza tan despejada como mis huevos, estaba brillante y roja pero sus manos de seda más la crema hacían milagros y se deslizaban poniéndome al límite.

                                                  Yo estaba agarrado a los lados de la camilla, con los nudillos blancos de tanto apretar para evitar correrme en su cara y ya estaba notando el calor en los huevos cuando me dio una palmada en el glande y dijo.

  • ¡Ale Carlos, ya estás como un bebé!
  • ¿De verdad, ya has terminado?
  • De depilarte sí, ahora te toca el masaje, pasa a la salita de al lado y deja la bata ahí si quieres, no la vas a necesitar.
  • Gracias, yo por si acaso me la llevo.
  • Jajaja, no te hacía tan tímido al verte.

                                                  En la otra salita el ambiente era diferente, un olor a esencias orientales con una música tan suave que apenas se reconocía la canción y una camilla tan estrecha que apenas cabía, parecía que iban a quitarme la bata a la fuerza por lo aferrado que estaba ella pero Magda se cruzó de brazos esperando y me hizo sentir ridículo después de lo que me había hecho ya.

  • Anda Carlos, sube a la camilla y ponte boca abajo apoyando la cara en el soporte.

                                                  Le obedecí sin rechistar y con los brazos a los lados noté el olor al aceite y las esencias que repartía, las manos de la masajista eran tan suaves que creí que no iba a aguantar despierto, en algún momento me tocaba algún músculo que me hacía daño pero al instante una sensación de relax me invadía.

                                                  Las piernas, los muslos y entre ellos las nalgas fueron recorridas por sus dedos aparentemente delicados, la polla la tenía caída entre los muslos asomando junto a los huevos por detrás de las piernas, a veces la rozaba pero era tan rápido el roce y tan aprisionada estaba con mi peso que no podía moverse.

                                                  Cuando me dio otra palmada en el culo para que me diera la vuelta no me había percatado de la diferencia, ahora estaba completamente desarmado y entonces vi el cambio, yo tenía calor pero ella con los esfuerzos estaba sofocada, se había despasado un botón de la bata blanca y cuando se inclinaba sobre mi podía verle el canalillo pero eso no era nada, cuando se inclinaba sobre mi cabeza para masajearme los pectorales sus tetas rozaban mi frente, me imaginaba cómo serían y mi polla hacía de las suyas.

                                                  Magda se estiraba para llegar con las manos hasta la cintura y las tetas iban y venían en vuelo rasante sobre mi cara, en uno de aquellos esfuerzos un nuevo botón se abrió y ya podía ver cómo el sujetador blanco oprimía al par de maravillas morenas.

                                                  Luego por los pies, ahora la veía venir hacia mí, ya el escote se abría del todo y sus manos subían por mis piernas depiladas y aceitadas, se separaban justo cuando me iban a llegar a la polla, entonces se desviaban alrededor de ella y seguían por el pubis hasta el ombligo.

                                                  Se puso a mi lado y se dedicó al vientre, estaba tenso y sus manos me liberaron pero mi polla seguía más y más como una bandera, ella la esquivaba a veces otras la rozaba haciendo saltar chispas, un brazo me cayó colgando a su lado y ella en sus movimientos se acercó lo suficiente y le rocé la pierna, estaba dura pero torneada, debía hacer deporte pero no moví la mano ni ella la pierna, puse la mano hueca y ya no se separaba de ella mientras sus manos se acercaban más y más a mi polla.

                                                  De un cuenco lleno de aceite roció desde lo alto un chorro de líquido viscoso, me regó desde el ombligo hasta casi las rodillas, no le importó mojar la camilla incluso se derramó algo por la bata.

                                                  La prenda era demasiado fina, adecuada para facilitar los movimientos pero no para disimular la humedad y menos del aceite que se pegó al sujetador blanco que denunció lo que tenía debajo, dos manchas marrones aparecieron a cada lado de los botones y sus manos recogieron el aceite que se me escurría por los lados reuniéndolo sobre mi vientre, la polla quedó en el medio y entre las dos manos la cogió, la abrazó y la estrujó hasta escurrirle el aceite.  El tamaño ya era exagerado y cuando llegó arriba creí que moría pero me contuve, volvió a bajar de la misma manera y lo mejor o peor es que no la soltó y siguió con el balanceo, mi mano como un tic se pegó a su pierna y ella me apretó el glande, a la vez que separaba un poco las rodillas.

                                                  Yo buscaba su mirada pero ella estaba mirando fijamente el capullo, mi mano siguió subiendo por su pierna hasta tropezar con el cinturón que llevaba con los aceites, de un manotazo soltó el cierre y lo dejó caer el suelo, tenía el camino libre y lo aproveché, pasé de largo las bragas y me pegué a la nalga que tenía más cerca, era dura, redonda y suave, la recorrí en toda su circunferencia mientras que ella ya movía las manos a lo largo de la polla acompasadamente.

                                                  Las piernas se iban separando lentamente, apenas se notaba pero el calor que salía de entre ellas me incitaba a seguir, al poder meter un dedo lo pasé por debajo del elástico de las bragas, la arruga de la ingle fue el preludio de lo que seguía, un labio del coño ya estaba pegado al otro, húmedo de flujo, aunque no lo suficiente para no poder separarlos, al notar mi dedo intrépido paró de masajearme la polla, creí que se había acabado la función en lo mejor pero sólo era una pausa, se lo pensó un momento, agachó la cabeza y metió la polla en su boca, apenas rodeó con los labios el glande pero aspiró y de una vez se tragó hasta la mitad.

                                                  Mis dedos ya no esperaron porque además Magda apoyaba un pie en las patas de la camilla dejándome hueco para meterlos enteros, la vagina ya abierta me recibió más lubricada que mi polla y el clítoris se le marcaba sobre la tela de las bragas, tiré de ellas hasta dejarlas caer y la chica facilitó que llegaran al suelo.

                                                  Comprobé que estaba tan depilada como yo y con la otra mano terminé de abrirle la bata, sin soltar mi polla de su boca se despojó de ella con los brazos y quedó con el sujetador blanco y mojado que apenas podía cumplir su cometido, le solté el cierre y la prenda cayó sobre mí.  Magda subió a la camilla por los pies, fue gateando difícilmente porque era muy estrecha pero llegó a sentarse encima paseándose sobre la polla, vi sus tetas preciosas, redondas y ligeramente caídas por la gravedad, estaba muy bien dotada, le calculé una talla 100 cumplida y las hacía balancear sobre mí cara, cuando las pude atrapar con las manos aceitadas ella levantó un poco el culo y por detrás cogió la polla la puso vertical y se dejó caer.

                                                  Cuando miré no me reconocí sin pelo, ahora era un cilindro venoso que se incrustaba en el coño partido de Magda que suspiraba el sentir la barra ardiente llenarla de carne.

                                                  Magda no perdió la compostura, se movía con una delicadeza que me ponía como un burro, apenas si se la oía gemir pero dentro de su vagina estaban pasando cosas y todas buenas, me masajeaba hasta con el coño, ella me miraba a los ojos calculando mis gestos, aceleraba cuando parecía relajarme y frenaba cuando me acaloraba, aguanté lo indecible gracias a su arte y mucho más cuando volvió a levantarse y sentarse.  Apenas noté la diferencia porque estaba tan dilatada que su culo no ofreció resistencia pero miré para acariciarle el clítoris y me encontré no sólo el botón erguido sino los labios menores vacantes, estaba clavada en el culo y yo sin darme cuenta.

                                                  Ya estábamos los dos apurados cuando ella se corrió pero no quiso privarme del placer y siguió imperturbable, volvió a levantarse y se volvió de espaldas sentándose esta vez por el coño, le veía el agujero redondo y oscuro todavía dilatado y le colé dos dedos, Magda se recostó sobre mí y me dejó que le agarrara las tetas que le asomaban por los flancos del pecho, se movía lentamente pero apretándome con fuerza.

  • ¿Te gusta cómo te masajeo?
  • Sí, me encanta, tienes un arte…
  • Yo ya me he corrido ¿y tú?
  • Todavía no pero no tardaré nada a este ritmo.
  • Tómate tu tiempo, si prefieres otra cosa, dilo.
  • Me gustaría correrme sobre tus tetas, son hermosas.
  • ¿De verdad te gustan?
  • Me encantan desde el primer botón abierto.
  • Jajaja, te diste cuenta ¿eh?
  • Cómo no y del segundo y del resto.
  • Lo noté en tu polla, no te obedece, va a la suya, jajaja.
  • Es muy sincera.
  • Y muy sabrosa, me ha gustado desde que te la vi al depilarte, me la habría comido allí mismo.
  • No te preocupes, ahora me voy a correr entre tus tetas pero no pararé hasta llenarte la boca de leche.
  • ¿No es mucha leche esa?
  • No me conoces.
  • Me gustará verlo.

                                                  Le dejé el puesto en la camilla y subí sobre ella, las tetas apenas se aplastaron al estar cara arriba y mi polla se perdió entre ellas, sólo deseaba que la polla no me defraudara y me dejara en buen lugar, con ambas manos apretó las tetas presionándome tanto que apenas salía entre ellas, Magda miraba cada vez que asomaba esperando que estuviera bañada de blanco pero no, cuando empujé de verdad le llené el cuello, el hoyo de la nuez y las tetas de semen pero no la boca, ella sonrió satisfecha pero con un punto de ironía.

                                                  Quiso soltarse las tetas y dejarme la polla libre pero subí un poco más hacia su cara y me apoyé en el soporte para la cabeza apoyado con los pies y las manos, mi cadera subía y bajaba como un pistón en su boca llena de verga, apenas podía respirar y tosió pero mi polla no salió hasta que en un espasmo me vino una oleada de leche de reserva, ni yo me lo creía, le rebosaba por los labios el semen blanco que intentaba tragar pero no podía, me daba golpes en el pecho para quitarme de encima pero no bajé hasta haberme escurrido del todo, aún pude presumir…

  • Ahora recuéstate en la camilla que te voy a llenar el culo.
  • Nooo, por favor, ya tengo bastante leche por hoy, perdona mi desconfianza, creí que era un farol.
  • Eso me pareció, de todas formas ha sido una delicia follar contigo.
  • Y contigo igual, no lo olvidaré fácilmente, cuando quieras vuelve.
  • Puedes confiar en mí, serás mi estilista preferida.

                                                  Salí del local con las piernas flojas, parecía que con el masaje y todo lo demás flotaba en el aire, me miré en un escaparate, no me reconocía con el pelo nuevo y las cejas arregladas, ahora enfilé a un centro comercial para buscar ropa adecuada.

                                                  Busqué en la sección de caballero y no me gustó nada por lo que fui a la de moda joven, realmente no tenía ninguna idea preconcebida pero al pasar por la sección de perfumería me llamó la atención un anuncio de Jean Paul Gaultier, en él, un chico joven iba vestido elegante pero informal con una camiseta a rayas azules horizontales y un pantalón blanco estrecho con una imagen que recordaba a un marino, con esta idea fui al mostrador y una dependienta me la cogió rápidamente.  En el probador me di cuenta que esto es lo que andaba buscando y compré en traje entero blanco con la camiseta rayada, también incluí ropa interior de la mejor marca que vi en los escaparates y que ahora, al estar completamente depilado, marcaba todavía más mis atributos.  Estaba pagando todavía cuando una voz que ya conocía sonó a mi espalda.

  • Veo que vas aprendiendo, te estoy observando desde hace un rato y me gusta lo que veo, el sábado próximo pasaremos a por ti a las ocho de la tarde en la cafetería ***** en la calle de Alcalá al lado del Retiro, sé puntual.

 

                                                  No me giré porque sabía quién me hablaba, ni la chica que me cobraba se dio cuenta pero cuando me volví sólo vi a un matrimonio joven con un niño en su cochecito.

                                                  El sábado estaba muy nervioso, me vi en el espejo nada más levantarme, no aprecié ni muestra de vello en todo el cuerpo y después de peinarme me gustó lo que vi, la polla aún caída se apreciaba en toda su longitud al no estar disimulada por el poco vello que había llevado, ahora se veía todo lo que era y era todo lo que se veía, por la tarde después de una buena ducha con gel de marca y una buena rasurada a contrapelo me perfumé con la misma colonia que anunciaba el modelo de la camiseta a rayas, al llegar a la cafetería concretada pedí un vermut y esperé.

                                                  A las ocho con una exactitud británica oí el ronroneo de un coche en la puerta, dos pitidos me hicieron saltar de la silla y salí con la americana en el hombro, el coche que vi no era el acostumbrado negro oficial ahora era una berlina alemana azul oscuro con la tapicería color hueso casi blanca, en ella destacaba la pareja sobre todo Adela que con un chal ocultaba un poco el vestido que yo sabía que llevaba pero con el rostro maquillado parecía irreconocible de tan bella, al verme abrió los ojos ante la sorpresa, seguramente su marido no le había informado todavía de sus planes y enseguida sonrió complacida, al volante Jorge con su traje gris me miraba sonriente al ver que había cumplido su deseo.

                                                  El coche salió raudo por el barrio elegante y en un momento estábamos en la carretera hacia La Coruña, no muy lejos en un hotel con aspecto de albergue montañés aparcó en una zona muy discreta oculta por unos altos cipreses, por una puerta lateral pasamos al interior, pensé que habría un gran comedor pero por un pasillo nos condujeron a uno reservado y discreto y después de acomodarnos en un sillón en semicírculo alrededor de una mesa el maître se despidió cerrando la puerta tras él, Jorge me aclaró que por teléfono había ordenado el menú pero si yo quería algo especial lo podía pedir sin problema.

                                                  Estaba demasiado cohibido para pedir sutilezas además que no sabría pedir nada y confié en el buen paladar de Jorge, me dijo que me sentara al otro lado de Adela, entre los dos la protegíamos o mejor la acompañábamos y ella después de quitarse el fular que la cubría dejó a la vista el vestido que aunque ya lo había visto ahora lucía mucho más, además en la pierna derecha se abría en un corte espectacular que no había visto hasta ahora.

                                                  La cena transcurrió muy fluida, pronto me sentí cómodo, sobre todo por parte de Jorge, demostró que no era tan adusto como parecía dentro del coche oficial y ella estaba encantadora, reía por cualquier cosa y tampoco se parecía a la engreída que hacía babear de envidia a las compañeras de la Academia.

                                                  En la cena comimos sutilezas que yo no había ni oído y degustado nunca y bebidas que sólo las veía en las películas extranjeras.  Adela cada vez más encantadora y Jorge más ocurrente, yo hacía esfuerzos por no quedar intimidado y con la tercera copa la lengua se me fue desatando y ya los seguía en ocurrencias jocosas.

                                                  Después del café y los combinados apareció por arte de magia el maître y nos acompañó a un ascensor privado que nos subió al cuarto piso, la habitación o mejor dicho la suite era inmensa y la cama que había en una estancia separada no era menos, por la ventana se veían las luces de un pueblo en la lejanía y la sombra de las montañas recortadas en el cielo estrellado. 

                                                  En un sofá que había en la salita anterior a la alcoba nos esperaba una botella de champan en una cubitera y tres copas, Jorge con mucha seguridad fue el encargado de descorcharla y Adela se empeñó en llenarnos las copas, tuvo el detalle de servirme primero a mí y lo hizo de manera que el escote se abrió tanto que vi las dos tetas libres colgando con los pezones en punta, el efecto fue radical y mi polla se puso dura al instante, entonces comprendí la diferencia de estar depilado, el roce de la piel era total y en un momento alcanzó un tamaño exagerado pero cuando se volvió para servir a su marido me demostró que en el culo no se le marcaba ninguna prenda debajo del vestido metalizado que era como una segunda piel, esto acabó de ponerme como un burro, la polla obligó al bóxer nuevo a ceder y siguió por la pierna abajo.

                                                  El pantalón blanco no podía disimular la erección que mostraba pero ella y él no se dieron por enterados, en el brindis ya me demostraron que yo era el objetivo principal porque Jorge sugirió que brindara por mí pasando los brazos enlazados y bebiendo con las caras casi pegadas, se acercó tanto que me aplastó las tetas en el brazo, las tenía duras como piedras, no recordaba tanta turgencia cuando se las amasé delante de todas en la clase, ahora debía estar muy excitada ya, con su marido demostró cortesía pero cierta frialdad, seguramente por el enfado todavía candente.

                                                  Jorge no sabía qué hacer para halagarla y se le ocurrió que sentados con ella entre los dos me diera un beso para celebrar su cumpleaños, Adela no perdió el tiempo y me estampó un beso en la boca que duró hasta que tuve que respirar, al mismo tiempo había apoyado la mano en mi muslo y con los dedos acariciaba el capullo ya descubierto.

                                                  Su marido esperaba paciente y como premio de consolación también le dio un beso aunque más breve que el mío, pasado este trámite volvió a besarme y esta vez rodeándome con los brazos, su marido ya estaba resignado a su papel y se sentó en un silloncito cercano, nos dejó el sofá para los dos solos y Adela se lo agradeció con una sonrisa.

                                                  Con un leve movimiento de hombros dejó caer el vestido hasta la cintura y los pechos quedaron al descubierto, se había redibujado las areolas y los pezones con maquillaje o pintalabios y parecían mucho más deslumbrantes, atrajo mi cabeza hacia ellos y pronto los tuve entre mis labios.  Adela suspiraba y se colocaba para que los chupara y de paso que Jorge no perdiera la visión, estaba decidida a disfrutar de su “regalo” y de su revancha.

                                                  Jorge se movía inquieto pero sabía que su papel era el de espectador o el de cornudo consentido y Adela se lo quiso demostrar sacándome la polla con dificultad insinuándole la diferencia de tamaño que teníamos, me quitó por fin el pantalón y exclamó un ¡oooh! cuando me vio sin pelo alguno, todo era carne dura desde el principio al fin y todo era para ella.

                                                  Su boca se hizo cargo de mi polla, después de unos besitos tímidos y lamidas con detalle de cara a Jorge fue engullendo el capullo hasta que no le cupo más, yo no estaba quieto y amasaba las tetas mordiéndole los pezones que llegaban a mi alcance, Jorge se removía intentando aplacar su polla a la vez que ella llevaba mi mano hasta detrás de su vestido, me paseó los dedos por las nalgas para que comprobara que no llevaba bragas y luego me llevó hasta el cierre que lo sujetaba, con un movimiento experto por mi parte lo solté y ella al notarse liberada se levantó y el vestido cayó al suelo, sobre él se arrodilló y metió su cara entre mis muslos, mi polla desapareció entre sus labios y dejó a la vista de su marido el culo abierto con el coño mojado.

                                                  Me quitó la camiseta rayada por la cabeza y se sentó sobre mis piernas, me abrazó y fue deslizándose por mis muslos hasta que mi polla se incrustó entre los labios del coño quedando en la puerta de su vagina.  Dio un golpe de cadera y se metió la verga hasta la mitad, luego se escurrió hasta clavársela completamente.  Pegó sus tetas contra mi pecho lampiño y con sus pezones pintados me dejó marcas por donde pasaban, yo notaba las vibraciones de su vientre al saborear mi glande que le hundía el útero hacia adentro sin piedad pero me estrujaba la polla queriendo sentirla como suya.

                                                  Jorge ya no podía aguantar y se sacó la polla también, el hombre estaba sudando, la compostura inicial ya la iba perdiendo, se había quitado la corbata y la americana y despasado algunos botones de la camisa de seda, por la bragueta abierta asomaba una polla nada despreciable pero me acordé de Susi y sus comentarios y no la vi como competencia…

                                                  Adela me susurraba lo mucho que le gustaba mi rabo y las sensaciones que estaba notando y después de abrazarme estrechamente clavó las diez uñas en mi espalda y se corrió, me sacudió arrastrado por su orgasmo al mismo tiempo que Jorge se meneaba la polla, cuando se pudo calmar se levantó y me cogió de la mano, la polla la tenía a 45º cuando entramos en la alcoba.

                                                  La cama King Size nos esperaba abierta y después de subir me llamó con los dedos, quedó en el medio con los brazos y las piernas separadas y me recibió en un misionero en el que me hundí sin apuntar, Jorge cambió su butaca por la que había en la habitación y se siguió meneando la polla.

                                                  Me moví sobre ella hasta que levantó las piernas sobre su pecho y elevó el culo, lo dejó a la vista de su marido enseñando cómo entraba mi polla en su coño rebosante de flujo blanco espumoso.  Le di la vuelta para que se quedara en cuatro manos y sin vacilar le volví a enterrar la polla en el coño, sus tetas bailaban debajo de ella y se las cogía al vuelo, hice que se dejara caer y seguí penetrándola tumbada con un almohadón debajo del vientre, las piernas abiertas seguían mostrándole a Jorge los progresos de mi tranca y el ruido que hacía al inyectarle aire que no podía salir por ningún otro lado.

                                                  Ella gemía y gritaba que quería más y más polla y no creo que lo hacía para machacar a su marido, se le notaba sincera, por eso me decidí por ampliar mis horizonte y le hice ponerse de rodillas con la cabeza en la almohada, me separé de ella lo suficiente para que Jorge viera el plano del culo abierto de su mujer palpitando, lo miré y él con cierta resignación me dijo que siguiera.

                                                  Sabía que no necesitaba su aprobación pero también me gustó humillarlo un poco, le iba a follar el culo a Adela y no sabía cómo lo iba a resistir, escupí en él y sin avisarle le puse el capullo y presioné, nunca habría imaginado que con aquella planta y demostración de poderío iba a ser el primero que entrara por su puerta trasera.  El grito que dio fue seguido por una rastra de maldiciones e insultos pero no me amilané y seguí hundiéndola mientras resoplaba y se agarraba a las sábanas, me volví hacia su marido y me pareció adivinar una leve sonrisa, él ahora también estaba disfrutando porque la polla se le había puesto tan dura que el capullo estaba morado a punto de correrse.

                                                  Adela había perdido el control y chillaba al notar que milímetro a milímetro la polla seguía entrando y no lo podía evitar, hasta que ya desesperada le pidió a su marido que intercediera para que no siguiera sodomizándola, Jorge tardó en reaccionar y cuando se levantó hacia nosotros lo hizo sin ninguna prisa, se tumbó a nuestro lado y lo primero que hizo fue escupir encima de mi polla donde iba entrando, para ella fue un alivio pero no lo suficiente, exigía que la sacara pero Jorge espero hasta que la tuvo toda adentro.

                                                  Ya sólo se veían los huevos pegados al coño abierto cuando su marido acarició el clítoris de Adela, lo hizo con precaución esperando el rechazo del enfado de ella pero las ganas de que le sacara la verga del culo la ablandó un poco y lo dejó hacer, Jorge acarició lo suficiente para que volviera a correrse con mi polla clavada y por un momento dejó de lamentarse.

                                                  Con la mirada me rogó que la sacara un poco, al hacerlo el marido me cogió la polla con la mano, no puedo describir la sensación que me dio al notar que un tío me cogiera la polla pero pensando que quería ganarse la reconciliación callé, Jorge con mi polla en la mano la guió al coño de su mujer, para ella fue suficiente el detalle y cuando la hundí gimió relajándose.  Volvió la mano y buscó la de su marido y tiró de ella, él fue como un corderito hasta que Adela lo puso sentado frente a su cara y buscó su polla morada.

                                                  Engulló el glande y todo lo que le pudo entrar y yo seguí metiéndosela en el coño, el orgasmo fue apoteósico, Adela se convulsionó y nos hizo seguirle, Jorge le llenó la garganta de leche contenida y yo le inundé el coño hasta hacerle salir por los lados de mi polla a presión.

                                                  Cuando se repuso Jorge estaba esperándola y la rodeó con sus brazos y ella se dejó pero no por eso renunció a mí, era su regalo de cumpleaños y no había acabado, me dijo que me tumbara en medio de la gran cama y se subió encima, su marido esperaba las migajas arrodillado a nuestro lado, me cabalgó despacio al principio y con energía al final, se volvió a correr mirando fijamente a su marido pero no paró aunque le hizo un gesto de conciliación mostrándole el culo.

                                                  Jorge se quedo asombrado, parecía que lo invitaba a él a metérsela en el culo después de que yo lo había desvirgado y no perdió la ocasión, mientras me cabalgaba se quedó esperando y cuando notó la polla de Jorge apuntarle separó las nalgas rogándole delicadeza, se tumbó sobre mí, con las tetas aplastadas en mi pecho y la polla en su coño hasta los huevos esperó a que su marido fuera metiéndole la polla (más pequeña que la mía) y que al estar ya dilatada y lubricada no fue tan doloroso, al notar que estábamos los dos dentro de ella levantó la cabeza y nos dijo imperiosamente.

  • ¡Folladme los dos, quiero que me rompáis el coño y el culo a la vez, quiero morir de placer!

                                                  Los dos nos pusimos en movimiento a la vez, las dos pollas se rozaban dentro de Adela con la ligera separación de la vagina y el recto, los anillos del glande quedaban enganchados al cruzarse, Adela lo acusaba gritando de placer y pedía más y más, quería que la folláramos hasta el infinito, se corrió incrustada entre los cuerpos de su marido arriba y el mío debajo de ella, se movía al ritmo que le imprimíamos y con sus tetas me marcaba suavemente en mi pecho las puntas de sus pezones.

                                                  Jorge duró muy poco, me acordé de lo que me había contado Susi sobre su aguante, no había visto follar a los conejos aunque me di una idea de cómo sería, no llevaría ni diez metidas cuando se envaró y le llenó el culo de leche a su mujer, vi la cara de desilusión de Adela junto la mía pero ella no se conformaba y siguió sobre mí con las piernas abiertas rodeándome.

                                                  De pronto noté una sensación extraña, nunca la había sentido así y por eso me impresionó más, noté una presión húmeda y blanda en mi polla, una sensación que enseguida comprendí, era la sensación de una lengua recorriéndome la polla, miré con extrañeza a la mujer que tenía encima y su cara cambió de repente volviéndose enfadada, yo por mi parte me levanté violentamente de la cama.

  • ¿Qué estabas haciendo?,
  • Nada Adela, estaba limpiándote mi leche de tu culo.
  • ¿De mi culo?, lo que estabas era chupándole la polla a Carlos.
  •  No, de verdad te lo juro.
  • ¡Ya has vuelto a las andadas!, te avisé de lo que te haría si volvía a ocurrir y tú otra vez volviendo a lo mismo, casi me habías convencido de tu arrepentimiento y te he dejado que me dieras por el culo que tanto querías pero veo que no me puedo fiar de ti.
  • Lo siento, te prometo que no volverá a ocurrir.
  • Eso lo dices siempre, ¡mira a Carlos, es mucho más hombre que tú y folla mil veces mejor, debería darte vergüenza!
  • Lo siento Carlos, ha sido sin pensar pero al ver como entrabas en Adela he creído que os gustaría a los dos.  Me equivoqué, pero ha sido sin intención de ofenderte.
  • Joder Jorge, en eso no habíamos quedado, si he accedido a esto era en parte por darle gusto a tu mujer pero también por ti porque esperaba que fueras sincero y ahora me jodes mamándome la polla sin permiso, ¡te has equivocado conmigo, me voy!
  • No por Dios, el que mi marido sea un gilipollas no merece que te enfades así, no te preocupes ahora dormirá en el sofá de la salita, tu y yo nos quedaremos en la cama ¡vamos a follar hasta que nos hartemos!  ¿Te enteras Jorge?
  • Sí, claro, no os preocupéis, seguid vosotros pero no os enfadéis conmigo.

                                                  Adela me cogió de la mano y me invitó a subir otra vez a la cama mientras Jorge se iba humillado al sofá, yo me hice el remiso aunque lo deseaba.

  • Fóllame como tú sabes Carlos, ese no merece más que llevar unos cuernos como un reno.
  • Perdona si he reaccionado así pero nunca me ha tocado un hombre y si he venido era porque me gustó que contaras conmigo para tu cumpleaños, por cierto ¡muchas felicidades!  No te lo había dicho.
  • Gracias Carlos, a decir verdad me gustó cómo me la metiste en la clase y aunque fue un juego más que otra cosa sentí como me llenabas con esa polla que tienes, por eso cuando pille a mi marido en “fuera de juego”…

                                                  Adela se había tumbado boca arriba y yo me había pegado a ella de lado entrelazando nuestras piernas, levantó una y me acoplé apoyando el capullo entre sus muslos, ella me cogió el capullo, se lo llevó a la entrada de la vagina y con un movimiento hacia atrás se lo introdujo hasta la mitad, el resto lo hice yo moviéndome y siguió hablando.

  • Sí, mi marido tiene un despacho alquilado cerca del trabajo, allí va a descansar entre cada sesión y prepara sus discursos pero me enteré que algunos día no iba sólo, al principio no le di importancia porque sé que a veces le acompaña una diputada amiga, sé que follan pero no me preocupe porque ya sé que lo hace muy mal y no la tiene contenta y así me deja tranquila a mí pero un día fui a verle y me lo encontré con un mozalbete en la cama, me puso furiosa, si al menos hubiera sido alguien que valiera la pena… pero era un pobre chico que se dedicaba a mamarla en los aseos públicos, ¡fíjate, con la mujer que tiene en casa…!
  • Joder, Adela con lo buena que estás, el primer día que te metí la polla medio en broma en la clase me encantó lo estrecha que estás y las tetas que tienes, nunca imaginé que íbamos a follar como esta noche, me ha gustado cómo te corres y me he vaciado dentro de ti como nunca, es una pena lo de tu marido, me sabe mal que lo castigues, al fin y al cabo parece que te quiere.
  • Sí pero a su manera, lo voy a tener a pan y agua una temporada, si te soy sincera aunque me ha dolido mucho me ha gustado que me hayas follado el culo, nunca se lo había dado a Jorge aunque había insistido desde hace años pero al habérmelo abierto tú le he concedido su deseo aunque luego se haya desviado.
  • No sé, me siento un  poco mal porque lo castigues pero se lo merece, no me gustan los hombres y…
  • Jajaja, la verdad es que al pronto nadie lo diría, hoy estás muy guapo pero con la ropa que llevas normalmente y tus maneras de moverte das otra impresión, las chicas de la escuela dicen que eres marica, por eso cuando me follaste se quedaron de piedra, jajaja.
  • Mejor así,  es mejor que no les saques del error, se me amontonaría la faena, jajaja.
  • Tranquilo esto queda entre nosotros, aunque… estoy pensando en hacerte un regalo a ti también ¿qué te parecería otra fiestecita pero con otra chica?
  • ¿Dos y dos?
  • Nooo, dos y uno, a mi marido ni palabra, conozco una chica, se dedica también a la política y te gustaría conocerla, me la presentó mi marido y enseguida supe que follaban juntos pero hicimos un trío porque él insistió y desde entonces somos muy amigas y nos vemos a menudo las dos solas, me gusta hacerlo con una mujer si sabe follar también.
  • Me da miedo, ¡dos fieras como vosotras me devoraríais!, jajaja.
  • Jajaja, desde luego no te ibas a aburrir, te follaríamos hasta que dijeras basta.  Jajaja.
  • Me gustaría probarlo, pero déjame reponerme de esta noche y vamos a seguir follando, ponte de lado.

                                                  Adela se puso de lado y yo me incrusté de rodillas entre sus piernas con una levantada sobre mi hombro y la otra descansando en la cama, le metí la polla en el coño y con una mano alcanzaba el clítoris y las tetas y con la otra el culo metiéndole dos dedos, la verga se hundía hasta el fondo y me gustaba ver cómo sin vello ninguno de los dos me enterraba en ella, de vez en cuando, simplemente retrocedía lo suficiente y cambiaba de agujero, metiéndole la tranca en el culo, ella ya no se quejaba porque estaba tan dilatado como el coño, un temblor en la pierna vertical delató que se iba a correr y seguí acariciando el clítoris a la vez que se sacudía en estertores, fue un orgasmos brutal a la vez que se oía como Jorge se meneaba la polla a diez metros en la oscuridad.

                                                  Los gritos de Adela hacían que Jorge se hiciera paja tras paja y se corriera escandalosamente, su mujer se lo estaba haciendo desear por eso cuando lo llamó él acudió con la cabeza baja, le hizo arrodillarse en el suelo y ver cómo me follaba a su mujer, el con cara de perrito pidiendo limosna miraba y Adela como regalo lo dejó que le chupara las tetas, la cara de Jorge se iluminó, vio un rayo de esperanza y cuando me corrí sobre el pecho de Adela se apresuró a lamer la leche que había salpicado hasta los pezones.

  • Perdóname otra vez Carlos, no sé cómo pudo pasar.
  • Tranquilo, ya está olvidado pero te advierto… no lo intentes otra vez.
  • No pasará, mientras estaba alejado de vosotros os miraba y he estado pensando, te has portado muy bien con nosotros, te debo mucho por esta noche.
  • No ha sido nada, el premio era tentador.
  • Pero soy hombre de palabra y he pensado que te mereces más, tengo un pequeño local, es muy pequeño pero está en el barrio más chic de Madrid, lo usábamos para las reuniones del partido antes de tener la sede actual y en el puedes montarte un pequeño taller, sólo tendrás que pagar la electricidad y el agua, del resto me encargo yo y por supuesto no te cobraré nada más, así podrás coser con tranquilidad, lo único que te pido es que seas discreto porque no es una tienda aunque tiene un pequeño escaparate.
  • ¡Oh! Gracias Jorge, no sabes cómo te lo agradezco porque en mi casa es complicado trabajar en el comedor.
  • ¿Ves lo que te decía? Mi marido en el fondo es un hombre de honor y generoso, eso merece un premio, te dejaré que me comas el coño y me limpies de semen y flujo.
  • Gracias cariño, lo haré con mucho gusto.

 

                                                  Aún volvimos a follar Adela y yo al amanecer, Jorge se había quedado dormido en la cama, Adela y yo pegado a su espalda, ella levantó una pierna y me cogió la polla metiéndosela en el culo, apreté un poco y haciendo la cucharita le provoqué un orgasmo que tembló el colchón, yo la seguí y nos quedamos pegados hasta que se hizo de día.

                                                  Nos despertó Jorge que acababa de ducharse enfundado en un batín blanco, mientras pedía a Recepción tres desayunos nos dijo que nos había preparado el jacuzzi en el baño, nos metimos los dos y debajo de la espuma de las sales de baño, nos acariciamos jugando, entre risas yo hice de submarino asomando el periscopio entre las burbujas y ella sacaba las montañas de la isla donde estaba la cueva secreta donde se escondía el submarino, entre risas el submarino entró en la cueva y cuando salió estaba arrugado como una pasa de uva.

Continuará.

 

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

 

Gracias.

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Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

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Mitimidez y mis tías (17)

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Mi timidez y mis tías (14)

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Mi timidez y mis tías (13)

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Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina