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El pacto. (50).

en Grandes Relatos

OPERACIÓN - REFUGIO - CAMINATA.

                                                  Apenas un poco después de las cinco de la tarde llegaron Gracia y Belinda que, tras saludarme, se fueron rápidamente hacia el lado de la pileta.  Fui a mirarlas y la bienvenida a Julia por parte de las dos que llegaron fue con besos, abrazos, risas y comentarios jocosos que escuché sólo en parte.  La mamá rubiecita y la Doctora venezolana se cambiaron a un costado de la piscina y quedaron vestidas con sus trajes de baño, (Bahh, vestidas es sólo un decir porque eran tangas mínimas).  Julia parecía estar fantástica junto a todas ellas y yo no quise quedarme a la “despedida” de sus “tetitas”, me fui para el escritorio porque me había dado esa sensación rara que me anunciaba “visitas”.

                                                  No bien entré apareció la luz y los dos “muchachos de negro” mirándome serios.

  • “¿Nos estaba necesitando señor Guillermo?”.
  • No por nada en especial, quería saber cómo estaban y, si fuera factible, saber si tenían alguna novedad que reportarme.
  • “Hacerle saber que “El Maestro” contabilizó cinco “pagos” a su cuenta, hay dos más que han partido solos pero no se le avisó porque estaban casi al final de su lista, una era una ex novia que lo había engañado y otro un ex compañero de colegio que lo había traicionado.  Su “ex” anterior remodeló toda la casa en que vivía con usted y la sobrina dejó la casa asustada por “apariciones””.
  • Si esa familia ya no la jode, pueden hacer más suave la vigilancia.
  • “Sus hijos no tienen ni tendrán problemas.  Las dos que quisieron tirar bombas incendiarias al local no volverán por el pueblo y su Candidato se impondrá cómodo.  Una de sus empleadas que está de vacaciones se fue hace dos días a vivir al Uruguay con un tipo que conoció en la Costa y no volverá a la casa, si usted quiere que nos ocupemos de ellos o de ella, nos avisa”.
  • No, sólo ocúpense de ella si intenta volver, no la quiero más por acá.
  • “Por lo demás, no hay nada, sólo recordarle que si nos necesita debe pensarnos”.  Les agradecí y la luz “rara” se fue con ellos.

                                                  Me había imaginado lo de Graciela y extrañamente ni se me movió un pelo, le resultara o no, no volvería a la casa y de querer hacerlo le saldría muy caro.  Por las “cuotas” me podría quedar tranquilo por un tiempo, salvo que apareciera alguno con ganas de servir de “cuota” y no dudaría.  Pensaba en esas cosas y no entendía ese “no actuar de frente” y con evidentes traiciones a la entrega y a la confianza, me sacó de los pensamientos el golpe en la puerta, era Rosalía.

  • “Guille, me escapé recién a buscar algo a casa, abrí la habitación de Graciela y…”.
  • No me digas nada, están los cajones “pelados”, ¿no?
  • “Sí, no hay nada, ¿cómo sabías?”
  • Recibí un mensaje ayer de un conocido que estuvo en la fiesta de la “reunión” y me dijo que la había visto en un pueblo del Uruguay, la reconoció porque ella servía la mesa y habían estado hablando.  Andaba muy “acaramelada” con un tipo, entraban en ese momento a una casa e hizo como que no lo conocía.  Me mandó una foto y bromeó preguntando si iba a ser invitado a la fiesta de casamiento de la chica. 
  • Estoy tratando de calmarme porque recién me enojé y borré la foto.  No la voy a querer acá así venga de rodillas, vamos a esperar a después de la reunión con mi familia y luego de este fin de semana voy a conversar con tu hermana o…  ya veremos.  Rosalía estaba apesadumbrada pero no pensó en la hermana.
  • “Guille, esto que me decís me pone muy mal, ¿lo puedo compartir con las chicas?”.
  • Si pero no se pongan “locas” ni se “embalen”, luego en la cena lo hablamos todos juntos.

                                                  Como a la media hora entraron Carolina y Ana María como una tromba al escritorio.

  • Adelante chicas, ¿me tengo que enojar porque entran sin golpear?  La que había abierto la puerta era Ana María y  estaba enfurecida.
  • “Disculpame Guille, este tipo de “broncas” me hacen olvidar hasta de quien soy.  ¿Qué es eso que nos contó Rosalía?”.
  • Con ustedes no hay problemas pero piensen antes, no hagan “cagadas” en caliente.  Lo que le dije a ella, que me habían avisado que está viviendo con un tipo en el Uruguay y que a Graciela no la quiero más acá porque no tuvo los ovarios para actuar de frente.  La mandé a Rosalía a la habitación y me dijo que se llevó hasta las fotos, lo pensó antes para jodernos.  Hagan de cuenta que se murió pero guay con que la vayan a llorar.
  • “¿No podemos hacer nada para devolverle la canallada, todas confiamos en ella y vos le diste todo?”.
  • Con una mano en el corazón, ¿vos crees que vale la pena?  Ocúpense del hoy, ya le dije a Rosalía que la semana que viene, después de todo el lío de mi familia, quiero hablar con la hermana que anda “en banda” con el trabajo y sola, no sé si no lo hago antes.

                                                  Carolina estaba callada y concentrada en sí misma, le pregunté qué le pasaba.

 

  • “Estoy mal…  Cosas así te hacen pensar si vale la pena ser buena con la gente”.
  • El tema no es tan así, siempre habrá “malos” que son ignorantes y desubicados, lo importante es saber dejarlos de lado y que no te perjudiquen la cabeza.  Yo no pienso cambiar por la idiotez de una persona.  Sigan con la “despedida” y diviértanse, a mí me basta con saber que hay otras que son maravillosas.
  • “Por lo menos te reconforta saber que hay otras como Julia que aprenden a vivir la vida de otra manera, cambiando para mejor”.  Se fueron más tranquilas y me puse a pensar en el culo de María Eugenia.  Decidí que no la iba a llamar, primero quería hablar con Francisco, nos iríamos a cenar allí.  Me fui a la pileta y las encontré a todas desnudas, Julia inclusive.
  • ¡Parece que tardaste un montón para que se te pasara la timidez y los remilgos, ¿no?!  ¿Viste que era verdad que andaban desnudas y con los culos fofos? 

                                                  Apreté las nalgas de Belinda que se arrimó sonriendo cariñosa y las de Gracia que vino corriendo para ponerse al lado de mi otra mano para recibir la misma caricia.

  • “Esto es la libertad total tío Guille, sin molestar a nadie y sin que nadie que te moleste, ¡qué atrasada estaba en mi modo de pensar y actuar!  Aunque son muyyy malas todas porque con el tema de la “despedida” me hicieron acabar hasta por las orejas, nunca pensé que se podía gozar tanto y me hicieron la mujer más feliz, tengo que reconocer que tienen unos “lomos infernales” y pensar que… no me gustaban las mujeres pero ahora voy a mirar otros culos femeninos, ¡ojo!, nada más que para comparar, jajaja”.
  • Después charlamos un rato más porque ahora los “modelos” de las otras personas no van a llegar a los tuyos y tenés que aprender a balancearlos aunque, yo venía por otra cosa, ¿no va a haber cena hoy?

                                                  Marta y Rosalía se incorporaron sin dudarlo.

  • No se apuren bellezas, pónganse más lindas y vamos todos a cenar a lo de Francisco.
  • “Yo no puedo, tengo que ir a darle de comer al “Alemán” y a las mellizas”.
  • No me jodas, avisá por teléfono y decile que a las nueve y media tienen que cenar con nosotros, si jode, pasámelo a mí.  Julia se sorprendió y le preguntó a Carolina.
  • “¿Siempre es así?”.
  • “Siempre, es una sorpresa atrás de la otra y nos encanta eso”.

                                                  El “Alemán” y las mellizas no tuvieron problemas, Francisco preparó urgente una mesa para todos y luego de cambiados sencillos (sencillo yo sólo, lo que ellas se pusieran las hacían parecer modelos), nos fuimos todos al Restaurant.  Antes dimos una vuelta por el centro del pueblo, pasamos por la casa-residencia, por la Clínica y por la Radio para que las viera Julia y luego fuimos a comer.  Francisco con las chicas estaba como pez en el agua y en el aire, además, muy entusiasmado por el tema de la Política.  Julia congenió rápido con las mellizas y con Pedro, se enteró lo de la Unión Vecinal, lo del almuerzo y las dos cenas con la Gobernadora.

                                                  Antes se había enterado de la “reunión secreta” y los conocimientos que yo tenía en las más altas esferas del Gobierno y no pudo evitar preguntar.

  • “Tío, ¿por qué la familia no sabe ni “J” de las amistades y contactos que tenías antes y los que tenés ahora en la Política, mucho menos que te consultan y ni saben de todo lo que estás haciendo en este pueblo?”.
  • Yo te dije antes que vivo mi vida y dejo vivir la vida de los demás, todos tienen que entender que uno no es más o menos por los amigos o conocidos con contactos que tiene.  Aparte hay otra cosa que es importante, nunca me lo preguntaron, yo soy “el loco” y ellos parecen saber siempre más, así que sigo como “el loco” y no paso facturas.  Alguna vez me ayudaron y ahora que puedo los ayudo, nunca fui a golpearles para preguntarles que necesitaban, el que necesita es el que pide y/o cuentan sus problemas y uno, si puede y quiere, se ofrece a ayudar.

                                                  Belinda se metió en la charla y le dijo en voz baja.

 

  • “Algo así pasó con mi Título y con mi mamá y mi hermana, después de un montón de tiempo de espera me lo firmaron en el momento y a ellas, en un “tris”, las sacó de las necesidades y del hambre, fue de un día para el otro, sólo le pedí que viera que se podía hacer y solucionó todo como si sólo respirara, eso no se paga con nada y únicamente aceptó las gracias.  Te lo digo bajito porque no le gusta que se sepa”.  Carolina la miraba.
  • “Ya te vamos a contar más de tu tío que nadie sabe.  Vive ayudando a todo el que puede y a nadie le pide nada a cambio, es un ángel pero él dice que de alas negras y te aseguro que algo de eso hay, no lo quiero a mi lado enojado”.

                                                  La cena estuvo fantástica, el “Alemán” y la familia se fueron temprano, quedé en reunirme con Francisco y Joaquín el fin de semana y luego de pasar por la Clínica para mostrársela a Julia por dentro y de reírse todas de ella porque repetía, “todo gratis, pero, pero, no puede ser, todo esto es gratis, la atención, los análisis y los remedios, todo gratis”, nos volvimos para casa porque Caro y Julia debían madrugar.

                                                  Se fueron a las siete porque debían llegar temprano para hacerse un estudio pre quirúrgico que llevaba como una hora y las despedimos deseándole lo mejor.  Quise dormir un rato más y Ana María moviéndose desnuda por la habitación no me lo permitió.  Su boca, ano y vagina pagaron las consecuencias de su ondular provocativo y la “negra”, feliz de la vida, se quedó dormida conmigo hasta las diez en que me levanté, luego de desayunar lo que ella misma preparó y me llevó a la cama.

                                                  Diez y media de la mañana nos llamó Carolina.

  • “Ya le están haciendo la intervención, está chocha de la vida con el Médico, le explicó al detalle todo, le mostró las prótesis y el corte no llega a tres centímetros, entró muy confiada, no van a ser más de cuarenta minutos, yo los llamo luego”.

                                                  Me quedé con las chicas, hablé con Berta e hice que hablara Ana María, ambas lo hicieron como si se conocieran desde siempre.  Ella aprovechó y me mandó unas fotos de unos turistas americanos que habían sacado un Surubí como de treinta kilos y un par de Dorados que rondaban los quince kilos, riendo porque imaginaba su reacción, se las pasé rápido por Whatsapp a mi hermano, luego mandé besos y abrazos para todos los de la isla y corté la comunicación.  Estábamos nerviosos, había pasado una hora y Carolina no llamaba.  Cinco minutos después se comunicó con nosotros.

 

  • “No llamaba antes porque salía de a poco de la anestesia y estaba con ella.  Salió todo genial, ahora los comunico por el Skype”.  Al rato vimos por la computadora a una Julia arreglada y maquillada que aparecía en la pantalla.
  • “Me tuve que arreglar para salir en la tele, jajaja, gracias tío, gracias Ana, chicassss, tengo unas hermosas tetas nuevas, ya las vi, están un poco hinchadas pero son espectaculares, no se las muestro ahora porque estoy vendada.  Me van a tener acá hasta las seis y después volvemos a la Estancia. Besos, besos, besos tío, estoy muy feliz”.  Luego apareció Caro diciendo que no agregaba nada más porque Julia ya lo había dicho todo.

                                                  Yo tenía más de cinco horas por delante y me decidí a llamar a María Eugenia, atendió su celular haciéndome notar que estaba complacida de mí llamada.  Le pregunté por dónde andaba y me dijo que estaba en el local principal, que pensaba irse para uno de los otros locales.

  • No te vayas a ningún lado, en media hora te paso a buscar.
  • “Te espero, va a ser la media hora más larga de mi vida”.  Pasé a buscarla y me la encontré vestida con un vestido de verano semi ajustado que marcaba todas sus curvas y resaltaba sus pechos turgentes.

                                                  No bajé en el local y ella dejó dicho que iríamos a una reunión, subió a la camioneta y me besó diciendo que me extrañaba.  Salimos hacia el motel y cuando dejamos el pueblo la noté callada.

  • ¿Qué te pasa, te arrepentiste?
  • “Para nada Guille, estoy chorreando y rogando para que nada lo arruine”.

                                                  Se arrimó muy “mimosa” y dejó que le acariciara la nuca, luego el cuello y seguí bajando para sobar y apretar sus tetas y pezones, ella sola, sin yo pedírselo se sacó el sostén y bajó el escote del vestido para dejar sus tetas al aire, estaban duras y sus pezones erectos y receptivos.  Me devolvió con gemidos los apretones a las duras puntas de sus tetas y subió su vestido casi hasta su cintura para que la tocara en la entrepierna mojada.  Lo hice aferrando su clítoris y el “ahhhh” sostenido que dejó salir de su boca puso a “mi amigo” en más que óptimas condiciones.

                                                  Entró en la habitación casi corriendo y cuando entré yo me la encontré parada en el medio del cuarto con sandalias y sólo una mínima tanga que la cubría, le dije que se la veía hermosa y giró para mostrarme sus nalgas.  Me desnudé rápido haciendo malabares porque ella me besaba con desesperación diciendo que no veían el momento de sentirme adentro.  Ni siquiera nos habíamos arrimado a la cama y le pedí que se ocupara de “mi amigo” para hacerme gozar como pudiera.  Se esmeró pero sólo pudo cobijar un poco más que el glande dentro de su boca, sus dientes me rozaban y si la forzaba iba a terminar por lastimarme, entonces volví a desistir de la idea de la mamada.

 

  • Vas a tener que practicar con algo grande en tu casa Mari porque quiero desvirgarte la garganta y no estoy para que me lastimes.

                                                  Se sintió mal y puso cara de desilusión por no poder darme lo que quería pero no la dejé pensar demasiado porque el pequeño empujón la depositó sobre la cama y dejó las piernas abiertas colgando, allí me sumergí para lamer y chupar sus labios y su clítoris erecto y palpitante.  Gemía y se contraía sobre la cama cuando absorbía su pequeño botón aunque el detonante fue el dedo lubricado que penetró su culo y el movimiento rápido que le propiné entrando y saliendo de él.  El grito de placer no lo pude evitar, sus movimientos y contracciones los evité sólo en parte apretando fuerte sus caderas pero no pude zafar del chorrito de flujo que mojó mi cara y mi cuello.  Fue un “polvo” precioso que le llevó un tiempo para recuperarse, tiempo que yo no tenía y seguí, ahora con dos dedos, tratando de dilatar más ese músculo con poco uso.  Aún jadeando me habló…

  • “Metelo Guille, rompé si es necesario, te necesito ya, que sea tu verga quien provoque este placer”.

                                                  Fuimos hasta el medio de la cama, la besé traspasando su aroma a hembra caliente y le pedí luego que se pusiera en cuatro, obedeció pero la sentí tensa y me dediqué a aflojar su tensión, primero con lamidas, después “pincelando” toda la zona con el glande, su tensión fue desapareciendo cuando la cabeza de mí verga penetró su intimidad vaginal, ajustado pero el tronco se deslizó confiado rozando las paredes y abriendo lo que encontraba a su paso.  Las exclamaciones de placer de María Eugenia no tardaron en escucharse y comenzó a pedir más moviendo sus nalgas, más fuerte, más profundidad, más velocidad, gritaba y pedía gestando un orgasmo enorme.  No tardó en llegar y mientras gritaba, temblaba y aflojaba sus brazos hasta apoyar la cabeza en la sábana, cambié de orificio y penetré su culo sin detenerme, sin paradas, sin contemplaciones.  El grito fue tremendo y comenzó a llorar pidiendo que la sacara.

  • “Sacala Guille, sacala, la puta madre, me rompiste todo, sacala que me duele hasta el alma, por favor Guille, sacala”.

                                                  Sus sollozos no me conmovían y dos sonoros “chirlos” en las nalgas ayudaron a que se quedara quieta, con “mi amigo” profundamente instalado en su recto y palpitando esperamos a que se calmara.

  • “Dame de nuevo Guillermo, marcame el culo por fuera, dame fuerte de nuevo, me gustó, es raro pero me gustó”, -me pedía moviéndolo despacio-.

                                                  Cambié de mano y le di más fuerte en la otra nalga, el grito de placer amenazó con desembocar en un orgasmo violento y me empecé a mover con velocidad, entrando y saliendo sin que me importara si rompía, rajaba o lastimaba hasta que le llené el culo de leche.  El resultado fue una “explosión” de placer que la mantuvo en tensión y temblando por un par de minutos, finalmente sus piernas tampoco la mantuvieron y se dejó caer estirada boca abajo sobre la cama respirando con agitación.

                                                  Acompañé su caída y quedé sobre ella aún instalado en su interior, le pregunté si estaba bien y no me respondía, opté por salir despacio de su culo y ni fuerzas le quedaron para tratar de cerrar el músculo dilatado de su esfínter.  Pasaron un par largo de minutos para que comenzara a moverse y me buscó mirándome entre los pelos que cubría parcialmente su cara, la sonrisa y su mirada me contaron de su felicidad.

  • “Nunca pensé que esto sería posible, todavía no me creo todo este placer, ayudame a moverme Guille, vamos a bañarnos que se hizo muy tarde y no puedo con mi alma”.

                                                  La abracé para llevarla al baño y el agua la reanimó mucho más, tampoco aguantó las ganas de llevar mí pija morcillona a su boca y tragarla entera, fueron dos veces y la saqué porque si crecía no podría sacarla y se dio cuenta sin decirme nada.

  • “Algo voy a encontrar para practicar y poder “comerla” toda, quiero que también me cojas la boca como lo hiciste con el culo, de paso, fijate si todavía está ahí porque no lo siento, jajaja”.

 

                                                  Ya estaba totalmente recuperada.  Luego de decirme que todavía tenía ganas pero no era tan “loca” como para intentar enseguida, me contó lo sucedido con el marido y la discusión que habían tenido por el tema del “seguimiento” que quiso hacerle anteriormente, lo amenazó con echarlo de la casa y él le prometió que no haría campaña para el Intendente.  Aparte de eso había hablado con los hermanos del tema y, no sólo la apoyaron, sino que le pidieron que lo echara al marido ya porque se convertiría en una carga.  Me dijo que estaba pensándolo muy firmemente pero primero había que ganar las elecciones.  La dejé en uno de los locales y me volví a casa satisfecho, el mate y la “picadita” me esperaban.

                                                  En casa estaba todo muy tranquilo, me senté a degustar mi “vicio” en mi lugar favorito, las chicas estaban en la pileta, salvo por los saludos y la “picada” que me hicieron, volvieron a hacer lo que hacían normalmente a esas horas, generalmente, nada o sólo tomar sol.  Pensaba sonriendo para mí que el dinero te daba facilidades y prerrogativas en algunas cosas pero no te daba la posibilidad de “acomodar” el tiempo a tu gusto.  Si te “acelerabas” y querías vivir apresurado para hacer todo lo que pensabas, el desgaste del físico te hacía pagar las consecuencias y si te tirabas “panza arriba” te perdías de hacer otras, lo difícil siempre pasaba por el equilibrio.

                                                  Esto me venía a la mente porque recordaba un comentario de un vecino del pueblo, estando en uno de los locales comenté que me iría a dormir la siesta y él me dijo, “con toda la que usted tiene yo no perdería tiempo en dormir la siesta”.  Lo había dejado pasar y ahora lo recordaba, ¿qué entenderá la gente que se debe hacer cuando tenés dinero?, ¿cómo se debe usar el tiempo de que se dispone?, ¿qué será lo que se entiende por disfrutar del dinero que tenés?  ¿Tiene más horas el día cuando tenés dinero?, ¿te cansás menos?

                                                  Definitivamente, había llegado a la conclusión que cada cual disfruta de su vida, su tiempo y su dinero como quiere y puede, no existen parámetros para medir lo que cada uno pretende.  De todos modos entendía el comentario de ese vecino, cuando no tenía un Peso solía pensar como él pero hoy, si podía, nada me privaba de la siesta.  El sonido del celular vibrando me sacó de mis pensamientos.

                                                  Era Carolina avisando que estaban cerca, le habían dado el alta antes y venían con hambre, le pedí que vinieran tranquilas, que no nos íbamos a ir y después le avisé a Ana María y a las chicas para que les hicieran algo para comer, enseguida prepararon algo de comida que acomodaron en una mesa chica, a mi lado, bajo el alero principal de la casa y allí las esperamos todos.  Cuando asomó la trompa de la camioneta después del bosquecito, la algarabía de las chicas fue fenomenal y Julia bajó con una sonrisa enorme que se le dibujaba en toda la cara.  Salieron disparadas hacia la paciente y cuando llegaron a su lado se notó que se contenían para abrazarla, igual la llenaron de besos y felicitaciones.

                                                  Julia se acercó a mí que la esperaba parado y me abrazó apoyando la cabeza en mí pecho.

  • “Gracias tío Guille, de ayer a hoy me has regalado una vida nueva y jamás me alcanzará el tiempo para agradecerte”.
  • “Para gracias, una vez es suficiente sobrina y ni sueñes que va a ser fácil, ahora tenés la obligación de ser feliz”.
  • “Soy inmensamente feliz tío Guille y si me toca aflojar un poco, con recordarte a vos y a las chicas, se aclarara cualquier “oscuridad”.  Lo de Carolina no tiene palabras, no me dejó ni un segundo, ni comió por cuidarme, maquillarme, atenderme y todas son iguales me conocen hace sólo un día y me brindan todo como si se hubieran criado a mi lado”.
  • “Yo te dije que eran “especiales”, no es sólo por la belleza física que tienen, resplandecen desde su interior y lo demuestran de continuo”.  Las miró, abrió los brazos y les gritó con fuerza, “las amo a todas”.  Ni que decir lo “agrandadas” que estaban las chicas.

                                                  Después, sentadas todas en mi cercanía, me volvieron un poco “loco” con el “cotorreo”, las preguntas y las risas.  Carolina se sentó en mis piernas y me pasó el brazo por la nuca, como algo normal y natural para empezar a contarme como se sentía y lo que había recomendado el Médico.

  • “Estoy muy feliz de que haya salido todo bien, el corte no llegó a los tres centímetros y la cicatriz que le quedará no será mayor a un centímetro pero en uno o dos meses no se le notará nada, parecerán pechos naturales y no perderá la sensibilidad del pezón, ¿escucharon chicas?, cuando tenga que cumplir la condición que falta hay que “gastárselo” a lengua”.  “Síííí”, gritaron las tres riendo fuerte y Julia que también reía, se agarraba la cabeza.
  • “Puede tomar sol desde mañana pero sólo por arriba y con el sostén “especial” que lo tiene que usar por cuatro días, por dos días nada de sexo y luego, muy moderado, sin apretar las mamas por unos diez días, recién al quinto día podrá soltarse un poco”.
  • “Con “soltarse” vos querés decir tener orgasmos y patalear como loca, ¿no?”, -dijo Ana María provocando la risa de todos-.
  • “¡Qué malas que son!, me van a provocar un trauma y no podré volver a tener un orgasmo”, -agregó risueña Julia-.
  • “Eso no te lo crees ni vos, ya lo probaste, tu cuerpo y tu mente no podrán resistirlo, viciosa”. -Ana María lloraba de la risa y nos contagiaba a todos-.

                                                  Yo la completé…

 

  • Ana, vos fuiste la que le dio la idea de las tetas nuevas, ahora te vas a encargar de aislarla en la que era tu casa, apartada no nos escuchará y no se hará ninguna “película”.
  • “Está todo listo, en cuanto digas la encerramos”.
  • “Nooooo, yo me aguanto.  No me hagan reír que se me salen los puntos”, -dijo Julia mientras las lágrimas de la risa caían por sus mejillas-.

                                                  Fue un hermoso momento que Julia y todos disfrutamos.  Esa noche nos cuidamos mucho para no hacer ruido, Carolina y Ana María de parabienes, la forma tranquila y sosegada de hacerles el amor les entregaba una felicidad distinta y la disfrutaban a pleno.

                                                  A media mañana del sábado, cuando aún estábamos en la cocina, sonó el teléfono de Carolina y ésta nos llamó a los gritos a Ana María, a mí y a Julia.

  • “Es Gabriela por el Skype, nos quiere saludar”.

                                                  Nos fuimos los cuatro al escritorio y pusimos la comunicación con el monitor más grande y esperamos unos segundos hasta que apareció la cara de Gabriela.

  • “Hola chicos, queríamos saludarlos, acá estamos con Emilia y la hija disfrutando de estas “asquerosas” playas caribeñas gracias a Guille y a su promesa cumplida, miren bien esto es sensacional, es el paraíso”, el paneo que realizó mostrando la mole del hotel que se notaba lujoso y distante a unos cincuenta metros, luego la playa de arenas blancas y el mar de un color azul verdoso nos encantó.
  • “Les vamos a mostrar lo gordas y feas que estamos, no vengan por acá porque se ponen así”, -dijo Gabi riendo y nos mostró a Emilia y a la hija que nos saludaron gritando y nos mandaron besos-.

                                                  Las dos estaban muy bronceadas, los físicos muy parecidos, con una tanga mínima de color blanco por debajo y las tetas completamente expuestas al sol y tan bronceadas como toda su piel.  Emilia se acercó a la máquina.

  • “Las amamos, te amamos Guille y mi hija Sofía quiere conocerte”.  La chica mandaba besos por detrás de la madre.
  • “¡Jajaja, otras gordas “fofas” más!, me imagino lo “fofa” que será la que habla, -dijo Julia, alabando los cuerpos de Emilia y la hija-.

                                                  Gabriela preguntó quién hablaba y Caro le dijo que era mi sobrina, que estaba todo claro.  Gabi le pasó la máquina a Emilia y le pidió que la mostrara para que viéramos como “sufría” todo ese sol.  La imagen de Gabriela moviéndose sólo con una tanga amarilla, yendo y viniendo, era para alquilar balcones.  Enseguida continuó hablando…

  • “Esto es maravilloso chicos, después tenemos spa y masajes a cualquier hora del día, hay unos “negros” divinos pero no les damos bola a ninguno, la sumamos a Sofía y nos “matamos” pero después de la playa, tuvimos que comprar “juguetes” nuevos porque el que nos regaló Caro se “gastó”, jajaja.  Si hubiera estado Guille acá no conoceríamos el sol, no lo dejaríamos salir del cuarto, ahhh, el “cuartito” es una suite con ventanales que dan al mar, no tengo palabras”.
  • “¡Locas, qué lindo que la estén pasando bien, disfruten con ganas!, ahh y cuando vengas por acá, juro que te vas a comer la sábana por hacernos sufrir con esto”, -acotó Ana María-.
  • “¡Negra de mi vida, te amo, el mes que viene nos damos una vuelta y la llevo a mi tía, vamos a ver si Guille es capaz de “plancharle” el culo, jajajaja”.

                                                  Las saludamos y les dijimos que las esperábamos.

 

  • “¡Tíooo, nunca una boliviana vos, ¿no?, me parece que el día que aparezca una fea me hago monja.  Son un sueño esas tres, bueno, todas nosotras también, ¡qué joder!  ¿Qué es eso de “plancharle” el culo a la tía?”, -preguntó Julia-.
  • Es la Directora de una Fundación dedicada a los tratamientos pulmonares, es dónde ellas trabajan y en la que antes trabajaba Caro, la ayudé comprando parte de ésta y Gabriela me dice que lo único que me falta es “acomodar” a la tía cuando venga a conocer la Estancia pero, tiene como 75 años.
  • “Ese día lo dejamos solo y nos vamos todas a orar debajo de los árboles, Jajajajaja”.

                                                  La risa estridente de Ana nos contagió a todos.  Habíamos pasado un momento fenomenal con Gabriela, Emilia y Sofía.  Para el almuerzo se lo comentamos a Rosalía y a Marta, se pusieron contentas y Caro les dijo que después les mostraba la grabación.  La noté un poco mal a Marta y le pregunté que le pasaba, estaba seguro que era por Graciela pero quería que lo hablara ella.

  • “Estoy furiosa con lo de Graciela, uno puede comprender que el otro maneje conceptos de pareja única, familia con hijos y todo lo que siempre nos enseñaron y lo quiera plasmar, lo que no entiendo es que nos mintió, nos usó, se aprovechó de todos nosotros, aprendió, casi destruye mi propia felicidad por tratar de entenderla, nos hizo creer en ella y de forma solapada pensaba en traicionarnos, me duele todo eso pero además, no sé lo que haría si la tuviera a mano”.
  • Te dejé hablar para que te descargaras pues creo que es un poco lo que les pasa a todas pero tienen que entender que esta forma de pensar y ser que ustedes han adoptado requiere muchos ovarios, amor, inteligencia para dar y darse, madurez, altura y grandeza de buenas personas, sensibilidad, autenticidad y lealtad para el otro y, fundamentalmente, para ustedes mismas.
  • No todos son buenos y tienen esas cualidades innatas, el que disimula no puede lograrlo, sus propias inconsecuencias lo llevarán a sufrir mucho más de lo que ha hecho sufrir a otros.  A Fernando lo seguiremos extrañando después de muerto porque demostró ser buena persona, esta “cosa” se ha muerto en vida y no merece ser extrañada, yo ya ni la nombro y ustedes deberían hacer lo mismo, es muy ínfimo lo que ha demostrado como para que se la piense.

                                                  Las chicas se abrazaron consolándose entre ellas y cayeron algunas lágrimas, yo me levanté y le hice señas a Julia para que me acompañara.  La llevaba abrazada del hombro y nos fuimos caminando para el lado de la glorieta, la sombra de los árboles que ya estaban allí y la enredadera que trepaba por una de las paredes hasta llegar al techo le daban un marco muy íntimo al lugar y se prestaba a la charla, los bancos de plaza en su interior la hacían muy confortable.

  • El tema de lo mal que lo están pasando con lo de Graciela es culpa mía, Rosalía, Marta y Graciela entraron a trabajar juntas y me confié en lo que demostraba, de hecho, fue la última en entrar en la intimidad porque no me decidía, notaba en ella una veta egoísta que no me terminaba de cerrar, quizás no la quería ver para no reconocer que me había equivocado desde un principio.
  • El caso es que cuando lo noté, debido a la afinidad que parecía haber entre ellas, no quise apartarla y sucedió tal cual lo esperaba, de todos modos, tan de sorpresa no me toma porque a varias les dije antes lo que podría hacer.  Decía y demostraba una cosa pero quería la exclusividad del hombre a su lado y muchísimo más.
  • “Tampoco es para que te eches ninguna culpa, “mierdas” que saben disimular hay en todos lados o ignorantes que no saben evaluar ni siquiera sus propias conveniencias seguro que abundan”.

                                                  Quería llevar la charla a algo que la pudiera beneficiar porque sus hijas y la vida apartada de nosotros la llevaría por otros carriles y no aprender bien, la haría infeliz.

  • La charla viene al caso porque ahora te vas a encontrar con muchas personas así, incluso familiares.  Tu forma de ver y vivir la vida es distinta y no sólo por lo sexual, eso va a ser un karma porque mejor o igual no vas a encontrar, tiene que ver con lo que vas a notar en los otros, tu actitud de entrega desinteresada te hará notar las hipocresías o las conformidades asumidas que chocaran con el conocimiento que te lleva a saber que hay más, mucho más.
  • Tu madre, tu padre y tu hermana son de “conformarse” o solamente despotricar cuando no se concuerda con lo que piensan, no los juzgo ni los considero malas personas pero, “es lo que hay”, vos sos distinta, debés tener algún gen mío mezclado, tenés la mente más abierta a la capacidad y a la inteligencia.  Eso es lo que te decía de aprender a saber cómo moverte para no chocar o no amargarte con estas formas de pensar.
  • “Lo que decís del karma, ya lo pensé después de la primera noche en el motel, ¿dónde encuentro ahora a alguien similar o parecido?, después lo de las chicas fue maravilloso y el karma se hizo enorme, tendré que volver un fin de semana por mes para hacer la “descarga”, jajaja”.
  • Lo decís como si alguno te lo prohibiera, para todas sos una más y te adoran como tal y a mí me calienta mucho cuando me decís “tío Guille”.
  • “¡Tíoooo, sigamos con la otra charla porque me estoy mojando toda, se me paran los pezones y, ayyyy, no debo”.

                                                  Me daba cuenta que estar conversando con ella me encantaba y no sólo eso, me “calentaba” como si hubiera un “algo” especial que nos atraía.

  • Perdón, no quise…  En parte vas a tener que aprender a ser como yo, para todos soy, “el loco” pero yo sé muy bien quién soy, es una forma de evitar las explicaciones.  Todos opinan y ya te has dado cuenta que no soy el que ellos “pretenden” conocer.  Lo mismo pasa con mis hijos desde antes, los respeto y si puedo los ayudo pero exijo que me respeten, no les digo que no hagan tal o cual cosa, les cuento porque yo no lo haría, ellos evalúan y las paredes para golpearse son de ellos, luego me acercó a curarle los chichones pero nunca les dije “yo te lo dije”, ellos saben que es así.
  • “Por mi condición de mujer eso se me hará muy complicado, siempre estará el que quiera creerse más”.
  • No jodás con eso, es muy simple, es querer que se respeten tus Derechos de Mujer.  El que los respeta y lo entiende sigue en tu consideración, el que no los entiende o lo dejás de lado sin que se te mueva un pelo o lo ignorás y hacés lo que querés, como hiciste siempre con tus padres, por ejemplo, ¿o me vas a negar que siempre hiciste lo que querías y le hacías creer que les hacías caso?
  • “No se te escapa una, ¿no?”
  • Son años de mirar a las personas…  Dos cosas más que quiero decirte.  Una, te tenés que ir de al lado de tus padres, vivir tu vida junto a tus hijas es primordial, también educarlas acorde a tu criterio, no hay dramas que valgan, si aparecen los dramas es por egoísmo de ellos, tu hermana se fue y no surgieron dramas.
  • Elegís una casa y me avisás, la ponemos a nombre de tus hijas por si jode tu marido, además si jode me avisás también y solucionamos ese problema que no tendría que existir, soy mucho más malo de lo que pensás.  Dos, no te pongas de socia con tu amiga, no van a coincidir en muchas cosas y será para problemas, con el dinero que tenés podés vivir muy cómoda por, mínimo un año y medio, dejá tu trabajo y buscá algo para ser propietaria vos, cuando te decidas me avisás y no le rendís cuentas a nadie y yo no hablo por hablar.

                                                  Se quedó mirándome profundamente, con su mirada me decía miles de cosas y además, dejaba entrever otro montón de cosas que pensaba, absolutamente inimaginables al momento de pedirme que la trajera unos días al campo para evitar de estar sola, sin sus hijas y encerrada en la casita del fondo.  Sus ojos se anegaron y un par de lágrimas caían sin que atinara a decir nada, los dos sabíamos que si se ponía a decir algo terminaría llorando a mares.  La tomé del brazo para que se levantara y volvimos a la casa, las demás chicas estaban en la pileta, antes de ir a cambiarse me besó diciéndome que me haría caso en un 100% y se fue a llamarla a Carolina para que le ayudara con el sostén “especial”.

                                                  Yo no lo pensé demasiado, me fui a dormir la siesta.  A las cuatro de la tarde volvió a vibrar el celular y pegué un salto en la cama, estaba profundamente dormido y miré para saber quien llamaba, era Leticia, enseguida me puse en alerta y atendí.

  • “Hola Guille, necesito que me hagas un favor, tenemos que “escapar” de todo esto y quiero ir a tu casa.  Lo que sucede es que…”.
  • Ni me cuentes, vení cuando quieras, ya si es necesario.
  • “En cuarenta minutos estamos allí, voy sólo con Lidia”.

                                                  Corté la comunicación y salí rápido para hablar con las chicas.  Ana María se sorprendió al verme en bóxer y Carolina corrió rápido para ver que me pasaba.

 

  • No es nada amor, a mí no me pasa nada, acaba de llamar Leticia y estará aquí en cuarenta minutos, dijo que viene sólo con Lidia, ¿Hay algo decente para cenar?  La que respondió fue Marta.
  • “Si Guille, se puede preparar algo pero es más para nosotros, lo demás, incluso un par de cochinillos, está todo frizado”.
  • No importa, Carolina hablá con Francisco y decile que nos mande a las ocho de la noche comida para ocho personas, helados y un par de postres, le decís en confianza que viene Leticia pero que el tema que la trae es personal, él lo va a entender.

                                                  Mientras iba a cambiarme Carolina habló con Francisco, le dijo que se quedara tranquila que iban a comer como reyes y mandaría el postre que llevaba su nombre.  Julia se enteró quien era Leticia y preguntó si era necesario cambiarse, le dijeron que no, que era probable que se quedaran en la pileta con ellas.

                                                  El helicóptero fue puntual y bajaron las dos de shorcitos y remeras ajustadas, Leticia hermosa, Lidia, además de bella, imponente.  Cuando me acerqué Leticia le decía al piloto, “mañana a las dos de la tarde”, las saludé abrazándonos y cuando la aeronave despegó corrieron a abrazarse con Carolina y Ana María y luego lo hicieron con Rosalía, Marta y Julia.  Ésta, haciendo un aparte, me tomó del brazo riendo.

  • “No me digas nada, otras tremendas gordas “fofas”, jajajaja, cada vez entiendo más lo de “el loco” es para la “gilada”, jajaja”.

                                                  Marta trajo copas para tomar algo y una “picada” nutrida que ya habían preparado con Rosalía.  Ana María se sacó la remera mostrando las tetas bronceadas y Leticia y Lidia la miraron.  Habló Carolina dirigiéndose a las recién llegadas.

 

  • “Leti, para que no haya dudas, todas somos de un único hombre y para afuera sordas, ciegas y mudas, vos dirás”…
  • “No hay mucho que decir, si todas pertenecemos al mismo círculo fuera ropas, es lo que veníamos añorando”.  En un parpadeo se quedaron en pelotas y yo me agarré la cabeza, tratando de evitar que mis ratones se desbocaran.
  • “No, no, vos no podés sacarte todo, tampoco tomarás alcohol”, -le dijo Carolina a Julia-. Lidia preguntó por qué…
  • “Ayer le pusieron tetas, hermosas tetas nuevas y está a “pan y agua” y sin sol hasta dentro de tres días”.

                                                  Le pregunté a Leticia que es lo que le andaba pasando y el por qué de la urgencia para escaparse.  Se paró, le pidió permiso a Carolina y a Ana María y ante su consentimiento, se sentó desnuda en una de mis piernas para contarme.

  • “José está en el interior y hoy hubo reunión de Gabinete, en un momento dado me sacaron de quicio con las pelotudeces y decidimos con Lidia “escaparnos” a algún lado, no podemos tener intimidad por la Prensa y pensamos en las casitas que nos mostraste, quería que nos la prestaras por esta noche sin tener que joder a nadie de la casa pero si te dejan venir un ratito no nos vamos a quejar, jajaja”.

                                                  Saltó Ana…

  • “Ni locas, si te lo llevás a él, nos vamos todas, ese es nuestro territorio, jajaja”. 
  • Perdón, antes de que lleguen a discutir por algo, ¿alguna pensó lo que opinó yo?  Todas se quedaron calladas.
  • Primero vamos a cenar y después vemos y vos, no vuelvas a pedir permiso para venir a mi casa, además me venís bien, ya que estás acá quiero discutir algo con vos sobre la Unión Vecinal, vestite y acompañame al escritorio.  Carolina, Ana, cuiden a Lidia y dispongan como quieran.
  • “¿Ahora querés hablar de trabajo?”.
  • No mi cielo, “tengo ganas” de romperte el culito a solas.

                                                  Se volvió loca en un instante y me tomó de la mano para guiarme hasta la primera habitación que encontró, entramos y se arrodilló, me bajó el pantalón junto con el bóxer y se tragó mi miembro hasta la garganta, tenía arcadas, salía salivando todo y lo intentaba nuevamente, a la tercera vez lo dejó adentro y me miraba triunfadora.  La levanté de las axilas y los dos parados hice que me rodeara la cintura con las piernas y ubicara el glande en su agujerito, descendió rápido penetrándose por el conducto empapado y ahogó el grito besándome con pasión y ganas.

                                                  Moverse para entrar y salir le costaba y la acerqué a la cama, allí la hice gemir y casi delirar cuando comenzó a orgasmar ante mis continuas entradas y salidas fueron tres orgasmos seguidos y medio abandonada en mis brazos la giré y busqué su culo.  Me gritó que la perforara sin piedad y le hice caso, un sólo golpe de cadera bastó para que gritara desaforada, no fue necesario quedarse quieto para que se acostumbrara, moverse y pedir más fue instantáneo y la complací.

                                                  Mi ritmo fue creciendo y sus orgasmos no tardaron en aparecer, noté la presencia de Julia que se arrimaba para levantarle la cabeza y besarla profundamente, Leticia le devolvía los besos enfervorizada hasta el momento en que Julia se controló y la dejó para correrse de lugar, meter su mano y pinzarle el clítoris, el resultado para Leticia fue tremendo y el orgasmo enorme, quedó derrengada y saliendo despacio de ella, le pregunté a Julia si estaba loca.

  • “No tío Guille, acá me controlo, afuera no hubiese podido, esa chica Lidia es una belleza pero entre Ana y Rosalía la hacen pedir por la madre”.

                                                  Se quedó ayudándola a Leticia a ir al baño y me fui para afuera.  Carolina hacía un 69 con Marta, Ana María en el borde de la pileta recibía la cara y la lengua de Rosalía entre sus piernas y Lidia estaba en cuatro enloquecida con el culo de la mulata, quedó con el culo a mi disposición y cuando me vio venir lo movió incentivándome.  Recordé que a ella le gustaba y la penetré por la vagina, el gemido fue placentero pero no abandonó el culo y los labios de Rosalía.  Dos o tres movimientos de vaivén profundo y lo saqué para metérselo en el culo, el grito fue destemplado con una mezcla de dolor y placer que me llevó a darle con ganas, los orgasmos y los empujones no le permitieron seguir con la mulata que se dedicó de lleno a Ana María.

                                                  Apareció Leticia abrazada a Julia y la dejó para besar profundamente a Lidia, mi sobrina se arrodilló a mi lado para pinzarle el clítoris justo cuando le llenaba el culo de leche, los dos orgasmos juntos fueron devastadores y sus temblores le hicieron perder el equilibrio y… al agua con su humanidad, yo caí detrás para agarrarla y Rosalía y Ana María enseguida estuvieron a nuestro lado.  Salió feliz y contenta Lidia, diciendo que había sido un orgasmo “húmedo”.  No podíamos parar con las risas.  Carolina se acercó a Julia y ésta le dijo que se quedara tranquila que no se había agitado ni había tenido orgasmos, allí nos enteramos que podía tener orgasmos, lo que no podía era entrar en contracciones musculares fuertes.

                                                    Leticia se quedó recostada en una de las reposeras, absorbiendo los pocos rayos de sol que quedaban y se le notaba en todo el cuerpo un relax que no había mostrado cuando bajó del helicóptero.  Yo estaba al lado con mi vasito de whisky, Rosalía y Marta preparaban una mesa para cenar afuera, Ana, Julia y Lidia bromeaban no sé con qué cosa, seguramente sobre la zambullida sorpresiva de Lidia y Carolina se acercó a Leticia.

  • “¿Se te pasó el pico de estrés?  Viniste como si hubieras peleado con un batallón”.
  • “Sí, ya estoy mejor, este lugar me tranquiliza mucho pero es porque están ustedes, creo que ni el mejor lugar del mundo me daría tanta paz, además de la “yapa” de vuestro esposo que te lleva al Infierno y al Cielo en viajes relámpagos de placer y locura.  Igual voy a tratar de venir menos, no quiero que se sientan “usados” para que yo esté bien”.

                                                  Todas escuchaban porque se habían acercado y me miraron.

 

  • A mí no me miren, es el cargo que la tiene mal y viene acá a hablar boludeces, todavía no aprendió que si me molestara ya se lo habría dicho.
  • “Jaja…  Gracias Guille, tenés razón, no diré más nada y vendré cuando quiera”.
  • Ahora está empezando a curarse.  Lidia se acercó a hablarme…
  • “A mí no me diste ni un sólo beso además, casi me ahogás, me dejaste el culo tan abierto que pensé que me iba a entrar toda el agua de la pileta por ahí”.
  • Pobrecita, le dije tocándole ese culo fabuloso y dándole un beso de lengua con todas las de la Ley.  Las risas de todas no paraban.

                                                  Julia que, en dos días no paraba de recibir sorpresas, se había quedado sentada un poco alejada, Caro se acercó a ella y, tomándola de la mano, la arrimó al grupito hablando para todos.

  • “Julia hace dos días que está con nosotros y vivió tanto en tan poco tiempo que su cabeza debe estar llena de sorpresas y de dudas sobre su tío y todas nosotras”.
  • “No lo conocía nada más que de visitas familiares y estoy muy arrepentida de no haberlo conocido antes, ahora lo amo, antes lo quería, Caro me dijo anteriormente que era un ángel que podía tener las alas negras y, hoy, por algo que me dijo, lo vi clarito a ese ángel de alas negras pero no me importa el color de sus alas, me importa él, como le debe pasar a todas ustedes.  Las sorpresas están y me asombran pero la duda grande es tratar de saber, ¿cómo hace?, ¿cómo logra todo con tanta facilidad?, ¿cómo para que congeniemos y nos brindemos sin historias o histerismos?”.
  • “Las mismas dudas tuyas las tuvimos todas y en muy poco tiempo vas a llegar a la misma conclusión que nosotras, el “cómo” no nos importa, jamás lo dirá, nos importa que “lo hace” y, lo gozamos, disfrutamos y lo vivimos como parte de nosotras mismas, lo amamos, lo necesitamos, queremos verlo, escucharlo y, creo que es lo primordial por nuestra propia esencia, sabemos que siempre estará allí para nosotras, si no le fallamos, claro, hasta el sexo que, con él es genial, pasa a ser relativo ante todo lo demás”.
  • “Después de ver que las necesidades de todas son similares a las que aprendí a tener yo, supongo que no debo dudar de nada, esperar que el tiempo calme la ansiedad por saber y seguir disfrutando esta felicidad”.

                                                  La bocina de una camioneta nos avisaba que había llegado la cena.  Como de costumbre, la comida de Francisco nos dejó sin ganas de movernos y, para colmo los postres “Leticia” que nos mandó tampoco debían ni podían despreciarse.  Después que Julia comió todo como si fuera la última vez, le preguntó a Carolina si el Médico le había dado alguna indicación sobre la comida.

 

  • “Tarde piaste sobrina”, hasta le pasaste la lengua al plato”.

                                                  Leticia pensaba y dijo…

  • “Francisco nos va a hacer engordar como chanchas y estos postres que creó con mi nombre son irresistibles, lástima que no traje a nadie de Prensa sino mañana pasaba por el restaurant y me hacía unas fotos con él”.
  • Mirá que drama, yo te consigo fotógrafo y filmación, te llevo por los locales que están abiertos y luego al restaurant que el domingo al mediodía está lleno de gente y después te llevás las fotos y la filmación, para las dos de la tarde estamos de vuelta y sino que el del helicóptero te espere un poco.
  • “José me va a matar porque no traje custodia ni ropa”.
  • Ropa le pedís a Carolina y la de Ana le puede andar a Lidia y yo lo llamo al Comisario para que te mande un móvil o dos, sólo para que estén cerca, al lado mío nadie se mete con vos.
  • “Dale pero no avises nada, quiero darle la sorpresa”.

                                                  En el acto llamé al de la radio para que me filmara y para que consiguiera al fotógrafo, tenía que estar a las doce en el local principal, no tuvo inconvenientes.  El Comisario tampoco me dijo nada, a éste si le avisé que era para la Gobernadora que estaba de viaje “no oficial”, creo que hasta se puso en posición de firme.

                                                  Llegaba el momento de ir a dormir.  Repartir las habitaciones no era un inconveniente pero, me había llamado la atención el pedido de Leticia para ir a la casita nro. 4, la más solitaria y alejada de todas.

  • Leticia, Lidia, ustedes saben que cualquiera de las habitaciones de la casa está a disposición pero me intriga el pedido que me hiciste sobre la casa número 4, ¿obedece a algo en especial?
  • “En realidad, es tan poca la intimidad que podemos tener con Lidia que habíamos pensado en aislarnos toda la noche para nosotras dos solas pero recién lo hablábamos con ella y no nos molestaría compartir con ustedes el lugar, en este “territorio” aislarse es muy de egoístas y aunque nos encanta esa casita, decidí vos adónde vamos”.
  • Yo les voy a proponer algo, vayan ustedes a la casita, si alguna quiere irse con las dos, no voy a poner objeciones, yo me quedo aquí con Julia, ella no está en condiciones de hacer nada porque es contraproducente y estar por estar también le hará mal.  Vos decidís, ¿solas o acompañadas?
  • “Acompañadas”, dijeron ambas.

                                                  Rosalía y Marta se abstuvieron cuando se anotaron Ana María y Carolina, sabían de la intimidad de esas cuatro y no quisieron estar en el medio.  Ana y Caro me miraron y asentí.  De seguido eligieron la ropa que se pondrían en la mañana, un bolsito y Carolina me dijo que las guiara porque ella no conocía bien como llegar.  Las cuatro se fueron con Carolina en la camioneta y yo me fui con Julia para llevarlas y para que ésta conociera.

                                                  Julia se maravilló con la casa, era un sueño empotrado en medio de la nada rodeada de oscuridad y soledad, se acomodaron enseguida diciéndonos que dormirían hasta tarde y nosotros nos volvimos con una Julia pensativa.  Le pregunté qué pensaba.

  • “Estoy muy sorprendida con Leticia, una se hace una imagen por el Cargo que ocupa pero como persona es excepcional, tiene fuerza, garra, dulzura, belleza que parece esconder ante todos y está totalmente entregada e integrada en el Círculo, Lidia también es igual y tiene un “lomo” impresionante, similar al de Belinda que podrían estar en lo más alto del Jet Set mundial, con miles baboseándose con ellas”.
  • Eso te da la pauta de que no todo es lo que se aparenta, las personas suelen ser más sencillas de lo que uno piensa.
  • “Hablando de otra cosa tío Guille, esa casa me encantó, es un sueño, me encantaría tener una igual para mí y mis hijas”.
  • Yo tengo los planos para una, dos o tres habitaciones, elegí un buen terreno, lo compramos y te la mando a construir, vos supervisás los detalles y modificaciones como hizo Carolina con la casa-consultorio, en tres o cuatro meses la tenés terminada.
  • “¿Me lo decís en serio? Porque el terreno ya lo tengo visto, es un cuarto de manzana desde una esquina a unas cinco cuadras de la casa de mis padres”.
  • ¿Te engañé en algo?  Averiguá el precio y dame los datos de la Inmobiliaria junto con los tuyos, cuando vuelvas estará a tu nombre y mandamos a la empresa que le construyó el caserón a Lucas, ellos hacen todo, eso sí, secreto absoluto hasta que esté conforme a tu gusto y tengas que mudarte.
  • “Es un sueño atrás del otro, no lo puedo creer, encima estoy “recaliente” y tengo muchas ganas de sentirte, estos dos o tres días van a ser una tortura”.
  • Ya sos una “putita” total.
  • “Tuya tío Guille, totalmente tuya”.

                                                  Cuando llegamos a la casa Rosalía y Marta ya se habían retirado y le dije a Julia que dormiría conmigo, ni lo dudó, entró al baño y salió toda desnuda a excepción del sostén “especial”, me quedé observándola porque el “bulto” que se adivinaba detrás de ese sostén era maravilloso.

  • “¿Te gusta cómo me quedan?, a mí me parecen hermosas, no veo la hora de poder mostrártelas para que me las acaricies, me las muerdas y me vuelvas a romper el culito, se volvió adicto, pienso en tu pija y me late el agujerito”.
  • No sigas hablando porque me caliento y no respondo.
  • “Dejame chupártela y acabame en la boca, yo me hago un dedo y acabo despacito, el dedo lo puedo manejar, ya estoy acostumbrada, dale tío Guille, llename la boca de pija”.

                                                  Mientras decía esto fue bajando su cuerpo y se arrodilló, su cara quedó a la altura de mi entrepierna y bajó el bóxer para comenzar a lengüetear todo el miembro.  Con el glande metido en su boca hacía maravillas con su lengua recorriendo toda su circunferencia a la vez que trataba de absorberlo con una succión pareja.  Me sentó en la cama y ella siguió en la misma posición mirándome con ojos deseosos y deseables, era de esas mujeres que me encantaban, que sólo con la mirada te calentaban hasta extremos.

                                                  Tranquila y sin apuros lo llevó hasta su garganta sin tener arcadas, permanecía unos segundos así y lo sacaba apretándolo con los labios para secarlo de la saliva que tragaba.  No quería que me moviera y ella sola se dio el ritmo necesario de entradas y salidas con una mano que acariciaba mis huevos y otra que seguramente tenía en su intimidad.  Lo tenía en el fondo de la garganta cuando el glande comenzó a latir y lo llevó hasta la mitad de su boca, el chorro de la acabada no la sorprendió y tragó con deleite, cerró los ojos y noté su orgasmo contenido, de seguido me limpió todo y dejó a “mi amigo” reluciente.  Subió a la cama diciendo que le había encantado cogerse la boca y se durmió abrazada a mí.

                                                  A las once de la mañana aparecieron las cuatro, venían radiantes, les dijimos que se las veía a todas muy bien, Ana María y Carolina me abrazaron dándome las gracias y la que habló fue Leticia.

  • “Verdaderamente esto de dormir pletórica, amada, satisfecha, sin ¿por qué?, en silencio y que te despierte el sonido del canto de los pájaros, es algo sublime, no se puede explicar con palabras.  Guille, ese lugar tiene que ser el refugio mío y de Lidia”.
  • Concedido, no lo ocupará nadie, sólo nos daremos cuenta que están cuando veamos el helicóptero, si lo vemos.
  • “Tonto, yo te voy a avisar, los “plastiquitos” están bien pero tu carne es invalorable”.

                                                  Después de las risas nos fuimos al pueblo, el fotógrafo y el camarógrafo fueron avisados para que fueran al local del extremo de la entrada del pueblo y allí nos esperaron con un móvil policial.  Leticia se acercó a saludar a los Policías, a los cámaras y luego hizo lo mismo con los vecinos y la gente que atendía el local, departió un rato con ellos, se sacó fotos sin que la gente del lugar pudiera creerlo y seguimos viaje hasta el local central.  Aquí había mucha más gente y tomada del brazo de Carolina y de Julia, a la que no quiso dejar de lado, saludó a los otros Policías, recibió aplausos de la gente que se acercó e hizo lo mismo con la gente que esperaba para firmar el apoyo a la Unión Vecinal, los saludó, los abrazó, les agradeció el apoyo y se sacó fotos a granel con todos.

                                                  Le dije del Almacén del Primer Concejal y también se acercó hasta allí para saludarlo, la sorpresa de Joaquín y María José fue tremenda, lo mismo sucedió con toda la gente que estaba en ese momento allí.  Las dos cuadras restantes hasta el restaurant las quiso hacer caminando, saludando, abrazando y sacándose fotos con la gente, siempre con la compañía de Carolina y Julia, alguna que otra vez con Ana María y Joaquín que se plegó a la caravana.  Estaba feliz y ni ella misma podía creer la repercusión que tuvo esa visita en la gente del pueblo.  En la puerta del restaurant se paró mirando hacia adentro y abriendo los brazos lo saludó a Francisco llamándolo por el nombre.  A Francisco y a ella les faltaron manos para abrazarse y la gente aplaudía a rabiar coreando el nombre de los dos.

                                                  Saludó a los comensales en cada una de las mesas y accedió a un reportaje que le hizo el Encargado de la radio a los dos.  Nadie se amontonó, nadie forcejeó y a la comitiva se sumaron, María Eugenia que recién llegaba y estaba muy sorprendida y Rogelio, el Comisario que saludó a Leticia cuadrándose, ella lo tocó en un brazo y le extendió la mano que le estrechó con franqueza.  Luego de un rato largo en que la gente se tomaba fotos con ella y Lidia anotaba todo lo que le pedía o decía la gente, se me acercó Francisco.

  • “Sos un hijo de mil, no me esperaba esto, revolucionó a toda la gente, se la ve genial”.
  • Jajaja, acostúmbrate, vas a ser el Intendente y parece que Ana María y Carolina la “atendieron” como una reina, jajaja.  Francisco no pudo contener la risa.

                                                  Estaba enfrascada en su Mundo y más que contenta alejada del protocolo y los estereotipos, para más, la respuesta de la gente fue fabulosa.  Lo siguiente que se le ocurrió fue pasar por la Clínica, también lo hizo caminando aceptando los saludos de la gente que salía de las casas para ello.  En la Clínica se hizo filmar en la puerta con Carolina y Belinda, a la que saludó efusivamente y recorrió con una comitiva de seis o siete personas todas las instalaciones mientras contaba en cámara cual era la función que cumplía esa Clínica para la comunidad del pueblo y aledaños.  Después saludó a todos desde el paragolpes de la camioneta y emprendimos el regreso a la Estancia, todos quedamos contagiados de su fuerza y empuje.

                                                  Lidia llevaba las copias de todo lo filmado y todas las fotos que se habían tomado, revisaba las notas y comentó algo con Leticia, yo las miré y me habló…

  • “Le contaba a Leticia que toda la gente que se acercó fue para saludar y para dar fuerzas al Proyecto, no hubo quejas ni pedidos que suelen aparecer en otras reuniones de vecinos.  Hubo una sola señora que pidió que los sacáramos rápido a los que estaban.  Esto fue genial por lo inesperado y por cómo reaccionó la gente”.
  • “Yo estoy en el aire, me sentí querida y mimada por todos, es muy difícil de lograr, menos con algo así, que no estaba preparado, jajaja, el pobre Francisco casi se cae de culo y Joaquín ni te cuento”.

                                                  Todavía nos reíamos cuando entramos en la Estancia.  El helicóptero estaba recién descendido y después de los saludos, los abrazos y los besos se fueron y a nosotros nos tocó almorzar como a las tres de la tarde.  Durante el almuerzo comentamos todo lo que había acontecido, ninguna podía creer la repercusión que había tenido esa visita y se asombraron cuando la vieron a Leticia en su verdadero metiers porque lo que notaron sobremanera fue que se mostró auténtica, no disimulo nada y se brindó con todos, yo no lo decía pero también me había sorprendido gratamente con el “muestreo”.

                                                  Carolina y Ana María comenzaron a contar lo que había sucedido en la casa número 4, contaban del emparedado que le había realizado a Leticia entre ellas dos y Julia se levantó.

  • “No puedo, así no puedo, estoy a punto de explotar, son demasiados detalles y me hierve la sangre, se me van a volar los puntos y va a ser un desparramo de tetas, ustedes sigan, yo voy a averiguar algunas cosas en Internet”.

                                                  Se fue al escritorio seguida de las bromas de todas.  Al rato, como a la hora, me acercó los datos de la Inmobiliaria que tenía el terreno que le gustaba.  No perdí tiempo y me comuniqué con ellos pensando que algunas tenían una atención mínima los domingos.  Tuve suerte, estaba el dueño, me mostró fotos de un terreno hermoso, me puse de acuerdo con el precio, le pasé los datos de la tarjeta y de Julia y le pedí que me hiciera llegar el Boleto de Compra Venta a nombre de mi sobrina por vía mail.  Media hora después las llamé a Carolina y a Ana María, les entregué el Boleto de Compra Venta impreso y les dije:

 

  • “Llámenla a Julia, hagan el verso que quieran y regálenle, de parte de ustedes dos, este Boleto, corresponde a este terreno que ella deseaba con todas sus ganas”.  Les mostré las fotos del terreno y se miraron complacidas, dar ese tipo de sorpresas las hacía sentir muy bien, se fueron con el “papelito” para el lado de la pileta, yo me recluí para mi rigurosa siesta.

                                                      ¡Qué rigurosa siesta ni rigurosa siesta!  A los diez minutos los gritos destemplados y los llantos descontrolados de Julia me sacaron de la cama y fui para el lado de la pileta.  Carolina y Ana María abrazaban fuerte a Julia y lloraban las tres sin poderse contener.  Las miré a Rosalía y a Marta que miraban compungidas, Rosalía me explicó que empezaron con una broma hasta que le hicieron el regalo, Julia comenzó a llorar por la sorpresa y las dos la abrazaron para consolarla pero era tan sentido el llanto de la sobrina que terminaron contagiadas, sin poderse contener.  No quedaba más remedios que dejarlas llorar hasta que se calmaran solas, esto del “contagio” de las lágrimas y los llantos era una de las cosas que nunca entendí de las mujeres, como muchas otras cosas, claro…

                                                  Me fui para adentro a servirme una copa de whisky y regresé al “lloratorio”, jajaja, ya se habían calmado y Julia se acercó.

  • “Las chicas me dijeron que no te dijera nada pero no puedo controlarlo, gracias tío Guille, son tantas las cosas que tengo por decirte que se me hace un nudo en la garganta y no me salen”.
  • Sólo recordá, “Lealtad y Discreción” lo demás es relativo y tratá siempre de demostrar que sos buena persona.

                                                  No quedaba nada más por decir, le di el plano de la casa-consultorio y se juntaron las cinco para decidir modificaciones y planificar, vaya a saber uno que cosas.  Yo volví a la siesta…

Continuará…

Por favor, si les gusta, valoren y comenten.

Gracias.  GUILLEOS1.

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