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Me hicieron creer que era afeminado. (33)

en Amor filial

                                      Acompañé a Rosa a su hotel, dejamos sola a María porque se encontraba bastante bien e insistió para que lo hiciéramos, al entrar en la habitación  nos preocupamos pues estaba todo a oscuras, las cortinas corridas y en silencio, en la cama se apreciaba el bulto del cuerpo de la chica sobre todo la panza que abultaba la sábana, nos sentamos en la orilla de la cama con cuidado, era la hora de la siesta y no quisimos despertar a la preñada. 

                                      Después de todas las entrevistas y presentaciones que soportamos por la mañana estábamos cansados y Rosa empezó quitándose los zapatos de tacón, no eran tan altos como los de las modelos pero no acostumbraba llevarlos, vi que era buena idea y la imité, a los zapatos le siguió su blusa y mi camisa, al final el resto, Rosa quedó con las bragas y yo con el bóxer, nos miramos y apoyamos las cabezas en la almohada escuchando el rítmico respirar de María, debajo de la sábana sus pechos subían y bajaban suavemente además se respiraba un ambiente de paz fuera del bullicio que había en las calles.

                                      No sé si sería una excusa para oír la respiración de María o el efecto relajante que daba pero acerqué la cabeza al lado de la suya y al momento noté que Rosa hacía lo mismo que yo, cabíamos los tres boca arriba sobre la cama de matrimonio grande y no nos molestamos, Rosa y yo quedamos sobre la sábana, en la penumbra le veía sus tetas aplastadas y repartidas por los costados, los pezones apenas se distinguían en el centro de las areolas y el resto del cuerpo estaba relajado con las piernas un poco separadas, a mi me pasaba lo mismo, el bóxer disimulaba la polla que dormía plácidamente escondida entre los huevos y la ingle y abultaba casi menos que el pubis de Rosa.

                                      No sé el rato que dormimos, el ambiente fresco y el silencio reinante hicieron el resto y cuando desperté fue porque algo rozó mi pecho, como estaba depilado totalmente la sensibilidad era total y aunque el roce fue mínimo abrí los ojos, costó un poco situarme, era la primera vez que despertaba en aquella habitación y la extrañaba, sobre mi pecho no había nada y ya me iba a dormir otra vez cuando vi a mi lado a María de rodillas entre los dos, en ese momento estaba haciéndole a Rosa lo que había hecho conmigo, pasaba las tetas sobre sus pechos sin despertarla.

                                      Con los ojos medio dormidos me gustó ver la silueta a contraluz de la secretaria, estaba arrodillada con el vientre colgando y con las manos rodeando a Rosa sin tocarla para que sólo notara el roce de sus pezones, admiré el volumen de sus pechos, le aumentaban por días, ya los tenía tan grandes y llenos que le caían en cascada, hice el dormido y cuando Rosa hizo gesto de despertarse volvió a mí y repitió la maniobra.

                                      Al ver que no había tenido éxito a la primera esta vez las tetas las puso sobre mi cara, las paseó por las mejillas haciendo eses, me hacía cosquillas en la nariz pero noté que pese a la dureza de los pezones no estaban ásperos, dejé deliberadamente la boca abierta y pronto pasó uno de ellos entre mis labios, efectivamente estaba húmedo y eso que Rosa no había lamido para nada aquel pezón.

                                      Saqué apenas la lengua y rocé la inmensa areola hasta que coincidió con el abultado pezón, además de húmedo hacía un gusto especial, saboreé y volví a sacar la lengua, ésta vez más y al volver a pasar sobre mí el otro se quedó enganchado en ella, estaba igual de mojado y sabía igual, la polla no compartía mi curiosidad y pronto empezó a palpitar saliendo de su escondite, quedó sujeta entre la pierna y el huevo izquierdo y tuve que separar la pierna un poco para que pudiera desperezarse.

                                      María demostró mucha paciencia, las horas de soledad la habían descansado mucho y ahora quería despertarnos dulcemente, volvió sobre Rosa que al notar que no había nadie a su lado separó una pierna plegándola y abrió los brazos en cruz, su mano llegaba a mi lado abierta hacia arriba.  Las tetas de la embarazada se desplazaron como dos globos flotando en el aire hasta la cara de la modista, le hizo la misma operación, casi la hizo estornudar y se apartó, no era esa su intención pero volvió a pasear las tetas sobre su cara, el efecto fue parecido al mío, también notó la humedad y relamió el pezón, a la vez noté que abría los ojos somnolientos y le besé la palma de la mano que tenía al lado de mi cara.

  • ¿Os apetece merendar?  Sólo os puedo ofrecer leche pero está calentita, recién ordeñada.
  • Mmm, ¡hola María!, ¿qué dices de leche?
  • Que os invito a probar mi leche, seréis los primeros en hacerlo y espero que os guste.
  • ¿Qué tienes leche, cuando, cómo, donde?
  • Jajaja, se nota que estáis durmiendo aún pero os puedo contestar, son preguntas fáciles, jajaja, sí tengo leche, esta mañana  me ha subido, desperté con la sábana mojada en los pechos, en un principio me asusté pero apreté los pezones y primero salieron unas gotas blancas y luego unos hilillos de leche que iban en diferentes direcciones, ¿he contestado a todo lo que querías saber?
  • ¿Entonces la humedad que veo es leche?
  • Leche de la buena, si quieres puedes probarla…
  • Claro, siempre me gustó, no es la primera vez que la pruebo.
  • ¡Carlos… ya imagino que habrás mamado aunque conociéndote lo dejarías de bastante mayor, de ahí tu pasión por las tetas…!
  • ¡Nooo!  Claro que mamé de pequeño, bueno no me acuerdo, mi madre me dijo que siempre estaba pidiéndole la teta (y sigo haciéndolo) pero digo de mayor, es una larga historia aunque ya hace tiempo que mamé leche materna y no poca.
  • Jajaja, ya te imagino chupando como un bebé.
  • A mí también me gustaría probarla.
  • ¿Queréis mamar de mis tetas?, juntad las cabezas, os pondré las tetas para que vayáis mamando los dos a la vez, pero tened cuidado con mis pezones, ahora están muy sensibles.
  • Encantado, ¡ven junto a mí, Rosa!

                                      Nos colocamos como nos dijo María, con las cabezas juntas y rodeando a la “lechera”, dejó caer sus mamas sobre nuestras bocas y pronto absorbimos el líquido que le salía a la chica por los pezones.  Debió de gustarle porque sus manos fueron a cada lado, a la derecha encontró mi bóxer abultado y pasó por debajo del elástico, en la izquierda fue lo mismo pero encontró las bragas de Rosa, los dos a la vez levantamos los culos y María tiró de las dos prendas hasta dejarlas por las rodillas, con las piernas terminamos de quitárnoslas.

                                      Las dos manos se dedicaron a lo mismo de diferente manera, me descubrió el capullo y tiró de la piel hasta abajo, a Rosa le separó los labios del coño y con dos dedos descapulló el clítoris, al mismo tiempo dejaba que absorbiéramos de sus tetas no sólo los pezones sino las areolas que no cabían de tan anchas.  Lógicamente la leche no dio para mucho, posiblemente salieron unas gotas sólo, ya saldrían en abundancia cuando pariera, entonces beberíamos de las sobras del bebé.

  • ¿Ya os habéis saciado?  Ahora me gustaría mamar a mí, ¿me invitas Carlos?
  • Por supuesto, no creo que te cueste mucho porque me has puesto la polla a punto.
  • No te preocupes María, yo me ocuparé de tu coño y Carlos creo que no tendrá inconveniente de comerme el mío, también lo has dejado “al dente”

                                      Parecíamos orugas procesionarias cuando buscamos la composición que habían ideado, lo cierto es que los tres estábamos servidos y descansados, en forma de triángulo equilátero Rosa le comía el coño a María metiendo la cabeza entre su barriga, ésta mí polla y yo le correspondía a Rosa, mis manos se repartían entre las tetas llenas y brillantes de María y las duras de Rosa, sus manos tampoco estaban ociosas y siempre encontraban algún sitio donde dar placer.

                                      Pareció un ataque de tos colectivo, cuando Rosa se corrió me llenó la boca de flujo abundante que parecía una fuente, a ella le pasó algo parecido porque María le dejó caer en la boca y la nariz sus jugos blanquecinos como lluvia y al mismo tiempo llené de leche la boca de María como una fuente de Versalles.

                                      Aún tardamos en vestirnos y salimos a dar una vuelta, paseamos por el Campo de Marte, a Rosa y a mí nos apetecía subir a la Torre Eiffel pero en consideración a María lo dejamos para otra ocasión, de todas formas la iluminación de las fuentes y jardines eran de por sí un espectáculo.

                                      Con el Metro fuimos a Montmartre, el barrio bohemio por excelencia, estaba lleno de pintores y artistas, Rosa quiso que me hicieran un retrato a carboncillo para ponerlo en la tienda pero había que esperar mucho y también lo pospusimos, en la terraza de un bistreau tomamos unos aperitivos y volvimos al hotel.

                                      Había quedado con Pierre y Odette que pasaría a recoger mi maleta después de cenar (se cena pronto) y contestaron que me esperarían a la hora del café, mi idea era pasar la última noche con Rosa y María, pero ante la insistencia de la pareja francesa y mirando también por Emilia, decidí ir desde el hotel a la mansión.

                                      Cuando me recibieron en la puerta dieron una impresión muy diferente a la primera vez, tanto ella como él iban vestidos como antiguos romanos, con unas túnicas que por la levedad de la tela se adivinaba que debajo de ellas no había más que piel, me miraron con ojos cómplices y me invitaron a pasar, fui hacia la salita pues imaginaba que ya estarían tomando café pero Odette se colgó de mi brazo y me orientó hacia la escalera, en el principal estaba mi habitación y mi maleta pero pasamos de largo y fuimos a la suya.

                                      Aquello no era un dormitorio, era una suite completa, amueblada con muebles estilo Luis XV con unos ventanales altísimos que daban al jardín y varias puertas disimuladas por el papel que forraba las paredes.  Odette abrió una de aquellas puertas que daba a un vestidor, era otra habitación llena de armarios y en uno de ellos me enseñó colgados una serie de trajes, vestidos o disfraces de todas las épocas, quedé maravillado, para mí que todo lo referente a los vestidos me interesaba aquello era el universo pero eligió otra túnica como la que vestían y salimos a la alcoba otra vez.

                                      La cruzamos y abrió otra puerta disimulada, era un cuarto de baño más grande que el comedor de mi casa, en él había de todo pero en el centro destacaba un jacuzzi para varias personas, ya burbujeaba cubierto de sales de baño, desprendía un olor a flores silvestres que embriagaba y sin decir ni palabra Pierre cogió la americana que llevaba y me la quitó, entre los dos me fueron despojando hasta dejarme completamente desnudo, Pierre colaboraba igual que ella y me rozaba a veces, recordé al peluquero del desfile y me puse en guardia pero era un hombre con una psicología tremenda y sabía tensar la cuerda sin romperla (o eso pensé yo).

                                      Las túnicas del matrimonio cayeron al suelo a la vez, me cogieron de las manos y me llevaron hacia el jacuzzi, parecía que me acompañaban al altar pero yo imaginaba el “sacrificio” que iban a ofrendar, al soltarme me dejé hundir, el agua a la temperatura corporal era como flotar en el aire con las burbujas como nubes.

                                      Con el agua al cuello desde el jacuzzi a ras del suelo vi como se acercaba el matrimonio, al verlos juntos pude fijarme en ellos, el primer día con la natural reserva y la distracción con la cámara no pude hacerlo, aunque sí observé que ahora los dos estaban depilados, en Odette lo encontré normal, como tantas otras pero Pierre me llamó la atención porque cuando lo vi por primera vez la polla enana apenas le sobresalía de los pelos del pubis, ahora depilado aparentaba mucho más porque tampoco estaba tan “acomplejada”, el marido le cedió la mano a Odette para que entrara en el agua sin resbalar y luego entró él.

                                      Desde abajo vi con detalle el cuerpo de la mujer, con sus cuarenta y pocos años estaba muy deseable, más todavía al verse junto a él, tenía unas tetas medianas pero con los pezones apuntando hacia arriba, aunque se le notaba una ligera curva por debajo que hacía que cuando se agachaba le quedaran separadas del pecho, al contraste del agua los pezones se le pusieron de punta y dio un escalofrío, me miró y sonreí.

                                      Yo estaba sentado en el fondo con el nivel de las burbujas al cuello, no se veía nada debajo de la espuma y se sentó frente a mí, a su lado lo hizo su marido que cuando estuvo aposentado le dio un beso en la boca, los observaba y me alegraba por los cambios que descubría, estaban mucho más cariñosos y se acariciaban sin preocuparse de que yo estuviera de observador.

                                      Odette se giraba hacia él y lo besaba metiéndole la lengua en la boca y él le correspondía apretándole las tetas que como flotadores emergían de entre las burbujas, a mi la polla ya se había empinado desde que la vi entrar al agua y se balanceaba sumergida como un junco en la corriente, de pronto y a la vez que besaba a su marido noté que algo tocaba mi polla, miré porque a la distancia que estaban (el jacuzzi era grande) era imposible que llegaran con las manos, sentí una sensación desconocida, era un tacto suave pero diferente aunque mi polla se sentía tan halagada como si fuera una mano.

                                      Separé las piernas y con el pie intenté localizar lo que me tocaba pero pude comprobar que aquella “mano” se prolongaba hacia ella hasta que se juntaba con la otra pierna, me estaba acariciando con los pies con una maestría que nada tenía que envidiar a sus manos, entre los dos bajaba el prepucio y hacía un movimiento de giro como la mejor alfarera, incluso le daba forma, subía desde los huevos hasta el capullo recorriendo todo el tronco y con los dedos pulgares coronaba el capullo, debí de hacer cara de sorpresa porque sonrió y vino hacia mí para compensar mi soledad, casi flotando se deslizó sobre mis piernas hasta que se sentó sobre los muslos, según llegaba abrió los muslos y cuando llegó me abrazó el cuello y me estampó un beso profundo al mismo tiempo que se sentaba sobre la polla clavándosela hasta el fondo.

                                      Pierre nos miraba complacido, por debajo de la espuma se meneaba la verga, lo notaba por el movimiento de hombro, yo también los movía pero era porque le estaba amasando las tetas a su mujer a la vez que subía y bajaba suavemente sobre mi falo.

                                      El beso duró hasta que notó que palpitaba el capullo adentro de ella, luego dándome un último “piquito” volvió con su marido, la vi alejarse y noté el frescor del agua sobre la verga “desnuda”, tenía un coño muy acogedor, cuando volvió de espaldas hacia su marido también se sentó sobre sus piernas, vi como sus tetas emergían más porque estaba más alta y porque los dedos de Pierre se habían apoderado de ellas y las sacaba para que viera los pezones entre sus dedos.

                                      La besó en el cuello y la mujer demostró lo sensible que estaba porque por momentos los pezones le crecían entre las manos de su marido, estuvieron unos momentos de caricias en las orejas y la nuca de Odette que parecía bailar sobre él.

                                      Pierre no la soltaba, con las manos sobre los pechos la manejaba a su voluntad, jugaba con la flotabilidad de su mujer y la movía como una pluma, de momento aparecieron los dedos de los pies de Odette entre las burbujas de las sales de baño, me miró y me dijo que me acercara a ellos, lo hice con cuidado porque no podía ver nada y pronto me encontré con los pies de Pierre, noté como los separaba y me dejaba pasar, Odette alargó las manos para recibirme y cuando me tuvo cerca me abrazó, estaba entre su marido por la espalda y yo por delante, Pierre soltó las tetas de su mujer y me abarcó a mí también, Odette quedó entre los dos, clavándome los pezones en el pecho.

                                      Mi polla estaba entre los vientres de los dos pero de pronto vi que a mis costados emergían las rodillas de Odette y que una mano agarraba mi polla, la mujer me besó apasionadamente a la vez que guiaba mi verga hacia su coño, noté las manos de Pierre que me cogía de las caderas y tiraba hacia él, la polla entró despacio y hasta el fondo, sentí una suavidad extrema por el agua, las sales y el flujo de la mujer pero a la vez una dureza desconocida.

                                      El marido detrás de la mujer me imprimió un movimiento de delante hacia atrás, yo flotaba apenas incrustado en el coño de Odette con las tetas en mis manos cuando me dijo al oído.

  • Me gusta cómo me folláis los dos…
  • ¿Él también?
  • Claro, la tiene en mi culo ¿no la sientes?
  • Sí, la noto pasar apenas separada por tu vagina.
  • Mmm, me llenáis entre los dos, ¿lo hiciste antes?
  • Creo que sí aunque así como ahora no, seguro que me acordaría.
  • Es muy morboso, así se le pone la polla como el Obelisco.
  • Ya lo noto sí, no lo parecía.
  • Pierre engaña bastante, nos faltaba un poco de chispa, tú nos moviste la sangre otra vez.
  • Me alegro, me gustó veros el otro día follando solos.
  • Fue estupendo aunque nada comparado contigo, tienes una polla divina y es una lástima desperdiciarla, espera un poco.

                                      Odette miró a su marido de reojo y éste la levantó en vilo (mejor dicho nos levantó a los dos), al momento nos dejó caer suavemente a los dos, no llegué a sacar la polla del coño pero al momento ella me abrazó y noté como algo tocaba mi verga, la mujer no me soltaba y me besaba en la boca, el tacto en mi polla era extraño, suave pero duro, pensé que Pierre la estaba volviendo a culear, notaba como la polla de Pierre discurría despacio al lado de la mía pero un leve quejido en mi oído me hizo sospechar, no era normal que se quejara por meterle la polla en el culo cuando acababa de sacarla, me moví un poco y noté que no podía sacar la mía.

  • No, por favor Carlos, no salgas ahora que estáis adentro los dos.
  • Sólo era para meterla mejor.
  • No, déjala así, casi no puedo respirar.
  • Mujer, no es para tanto, la tengo un poco gruesa pero…
  • Ya lo sé, no me lo tienes que recordar pero la tuya y la de Pierre juntas en mi coño es demasiado para mí.
  • ¿Dices que tenemos las dos pollas en tu coño, cómo es posible?
  • Sí, Pierre ha cumplido su fantasía, siempre ha querido follarme junto con otro hombre pero no uno por cada agujero sino los dos por el mismo, me habéis llenado la vagina con las dos pollas hasta el fondoooo, ¡aaah!
  • ¿Te gusta sentir las dos pollas a la vez?
  • Sííí, me encanta, siempre me he resistido pero contigo me he animado, tienes una dulzura en ella que no podía negarme, sabes cómo follarme sin violencia.
  • Es la primera vez que follo en “paralelo” pero contigo me gusta, te veo feliz.
  • Muy feliz y muy caliente, quiero que os corráis los dos a la vez dentro de mí.
  • ¿Los dos, no preferirías los tres juntos?, me gustaría verte sacudida entre los dos por un orgasmo violento.
  • Eso sería un sueño, hasta que viniste no me había corrido en mucho tiempo.
  • Pues hoy va a ser la despedida final.
  • No digas eso, espero que vuelvas a París, siempre tendrás las puertas abiertas y… mi coño también.
  • Gracias no lo olvidaré, Pierre me cae muy bien, ahora somos compañeros de coño y eso quiere decir mucho.

 

                                      Pierre y Odette se rieron y con la agitación las pollas se clavaban más y más en el coño de la mujer, apenas se notaban los cuatro huevos pegados a ella, los troncos estaban hundidos haciéndole una mueca rara en los labios menores.

                                      Pierre en la nuca y yo en los labios nos besamos, una teta la cogió su marido y otra me la cedió gentilmente y abrazados los tres nos corrimos a la vez, el agua del jacuzzi se desbordó y las burbujas que casi habían reventado volvieron a formarse, sólo las tres cabeza sobresalían del agua, al momento unas hebras blancas subían a la superficie, era el semen mezclado de Pierre y mío junto a el flujo abundante de Odette.

                                      Estuvimos un momento más adentro de ella, no quisimos forzarle la vagina más de lo que estaba y cuando se desinflaron las pollas las sacamos, nos duchamos los tres a la vez, la ducha era inmensa y desde el techo caía una lluvia que cubría todo el techo, nos quitamos los girones de leche que se habían pegado a la piel y fuimos al dormitorio.

                                      Odette se lanzó al medio de la cama, me pareció que quería seguir y en efecto por la postura que quedó no dejaba lugar a dudas, de rodillas en el centro de la inmensa cama con las piernas separadas y la cabeza en el colchón, se podía ver el coño abierto, irritado y húmedo, miré a Pierre y encogió los hombros, educadamente le cedí el honor y sin más subió detrás de su mujer y apuntó la polla, (debía tomar algo porque la recuperación fue pasmosa) pensé que la volvería a llenar el coño pero no, apoyó el glande en el culo ya dilatado y se deslizó adentro de él, yo me fui hacia adelante esperando que me comiera la polla pero el marido me dijo que volviera con él, sin sacar la polla de su culo se retiró hacia atrás y me dejó sitio sobre sus nalgas, le puse la polla entre ellas pero Pierre quería terminar su fantasía, me cogió la polla, miré hacia abajo con las manos en la cintura de Odette y vi cómo Pierre con mi polla en la mano la pegó a la suya haciendo un  conjunto y con su cuerpo me empujó hacia adentro.

                                      Los dos entramos ignorando el grito de Odette que pese a esperarlo fue demasiado para ella, el ano dilató exageradamente pero permitió que las dos pollas entraran, para mí fue una experiencia extraña, estaba acostumbrado a ser yo el único “gallo” en el gallinero y follarme a una o más mujeres pero no había compartido ninguna, aún así me gustó, la espalda de la mujer brillaba de sudor, las tetas le salían por los costados con nuestro empuje y se corrió antes que nosotros.

  • ¡Aaah, que gustoooo, me corro, Pierre te amooo, Carlos, fóllame el culo, párteme, haz lo que quieras, tienes la mejor polla que hemos compartido, métela, metedla los dos, aaah!

                                     

                                      La francesa cayó hacia adelante en el momento que Pierre se corría también, su leche sirvió de lubricante y se salió dejándome sólo adentro de su mujer, seguí follándole el culo cogido a las tetas que le asomaban por los brazos.

  • Odette, date la vuelta, me voy a correr en esas tetas tan preciosas que tienes.
  • Sí Carlos, dame tu leche, si quieres la beberé.
  • No, extiéndela sobre los pezones y si te gusta lámete los dedos.

                                      La mujer obedeció al pie de la letra, dio la vuelta y quedó debajo de mi, le puse la polla entre las tetas y las cerró alrededor, me moví hasta que sentí que me corría, incorporado esperé mientras ella me agitaba la polla sobre sus tetas, unos cuantos goterones salpicaron desde el estómago a la garganta, las tetas se llenaron de semen caliente y espeso.

                                      Odette se escurrió entre mis piernas sin llegar a esparcir la leche y puso su boca al alcance de mi polla, tiró de ella y la metió hasta la mitad, noté como su lengua relamía todo el semen que seguía saliendo sin fuerza, luego las lamidas se ampliaron a los huevos y quedé exhausto a su lado.

                                      Su marido sentado al nuestro lado seguía meneándose la polla para mantenerla dura y sólo la soltó para aplaudir la mamada final.  La polla se había bajado cuando recogí mi ropa y salí de la habitación de matrimonio, sobre la cama el marido estaba recibiendo una mamada apoteósica, él en un perfecto 69 le comía el coño y el culo dilatados produciéndole un alivio muy gratificante.

                                      Me despedí con un “à bientôt” (hasta pronto) y me acosté en mi habitación, por la mañana al despertar bajé a la cocina, había una bandeja con el desayuno preparado y una tarjeta, “Querido Carlos, desde ya esperamos ilusionados hambriento de ti, no nos hagas esperar mucho, te queremos Odette y Pierre” se habían marchado cada uno a sus obligaciones y cuando me duché y vestí cerré la puerta y salí a la calle.

                                      Quise tomar un taxi y al momento vi que venía uno en mi dirección, no era corriente ver en aquella zona tan exclusiva un taxi pero paró justo delante de mí.

  • ¡Hola, a por ti venía!, tenemos que ver cómo ha resultado el desfile, sube que nos esperan.

                                      Al bajar el cristal de la ventanilla reconocí a Emilia, estaba tan elegante como siempre, (no se despeinaba ni cuando follaba), subí a su lado y dejé la maleta en el asiento de adelante, me miró sonriente esperando algún comentario pero no le dije nada, simplemente le sonreí.

  • ¿No vas a contarme nada, que desilusión?
  • No hay mucho que contar…
  • Pues… no tengo entendido nada de eso…
  • ¿No?, todo bien, una pareja bastante interesante.
  • Jajaja, ¡qué discreto eres!  Esta mañana desayuné con Pierre y Odette, me alegré de verles y les agradecí el favor de recibirte en su casa, aunque me han sorprendido mucho, siempre fueron muy serios y reservados, en cambio ésta mañana estaban muy habladores y sobre todo cambiados, él iba con una camisa a cuadros y un pantalón vaquero y ella con una camisa blanca medio abierta y unos pantalones rojo fuerte de pitillo, me han contado cosas… imagina, él estaba impaciente por haber cumplido una fantasía… ya me lo contarás… si quieres… ella también estaba contenta pero se movía un poco dolorida, dijo que había dormido poco, no sé si tendrás algo que ver con eso, jajaja.
  • Jajaja, me alegro del cambio, a lo mejor algo habré influido, ¡quién sabe! Jajaja.

                                      El taxi nos dejó en el hotel de Inés, subimos directamente y en la habitación nos esperaban Nerea e Inés, las dos iban muy elegantes y sobre la mesa habían esparcidos un montón de periódicos en varios idiomas, abrieron varios y en la sección de modas y sociedad estaba mi cara rodeado de periodistas haciendo unas entrevistas, debajo los titulares alabando mi trabajo y luego unas columnas explicando mi trayectoria profesional.

                                      Las chicas estaban alborozadas, las tres inclinadas sobre la mesa iluminada por una lámpara baja, eran tres bellezas cada una de un estilo pero preciosas las tres, destacaba el rostro negro de Inés, sus labios, sus ojos y su pelo, Emilia la más “mujer” con su traje chaqueta impecable, asomando su siempre misterioso canalillo y Nerea, delgada, pelo lacio pero una mirada tan limpia que daba ganas de besarla a todas horas.

  • ¡Enhorabuena Carlos, has conseguido el éxito!
  • Gracias a vosotras, tres hermanas a cada cual más bella e inteligente, no sería nada sin vosotras.
  • Eso no es cierto, tú eres el verdadero artífice de tu éxito, además de tu talento nos has ganado con tu forma de ser y… tu manera de tratar a las mujeres.
  • En eso sí que me esmero, sois todas unas princesas para mí.
  • ¿Princesas, entonces quién es la reina?
  • ¿La conocemos?, Rosa es importante para ti pero un poco mayor, María es una buena chica pero no te veo paseando un cochecito de niño ahora y las demás…
  • Mi reina sólo puede ser una y la conocéis…
  • ¿La conocemos, quién será?
  • ¡Aquí la tenéis, arrodillaos y rendidle pleitesía! Jajaja.

                                      No comprendieron hasta que vieron cómo sacaba la polla tiesa y la apoyaba sobre la mesa, Inés fue la más rápida y de un manotazo tiró todos los periódicos que habían sobre la mesa, entre las tres me cogieron de las piernas y brazos y me tumbaron sobre la mesa y de varios manotazos me dejaron como en la mesa de un quirófano, cada una se atribuyó una especialidad, Nerea me “anestesió” poniendo su boca sobre la mía, Emilia sacó sus tetas y las dejó sobre mi mano y la hermana negra absorbió la polla blanca en su boca negra.

                                      Hicieron una ronda y luego otra, iban girando y donde una dejaba el puesto libre la otra lo ocupaba y así iban rodando, saboreé las tres bocas, a cual de todas más sabrosa, las tetas de las tres cada una diferente y no por eso peores, Inés, con sus tetas-pezones minúsculos, Nerea con un puñado (sobre todo si se agachaba) y Emilia la abundancia, desbordando carne dura por las manos abiertas, y sobre todo la forma de mamar la polla, la fiera de Inés, me hacía temer por mi integridad, pensé que me comía de verdad, estaba desatada, la dulzura de Nerea, era un bálsamo en mi capullo y Emilia, el fuego hecho boca.

                                      Entre las tres me llevaron en volandas a la cama, acabaron de desnudarse en un abrir y cerrar los ojos y subieron cada una por un lado de la cama, no discutieron, se llevaban como “buenas hermanas” y fueron turnándose sobre mí cada una con sus apetencias, aquí me equivoqué con ellas, Inés se sentó sobre mi cara y le lamí, chupé y mordí el coño hasta hacerlo manar flujos blanquísimos, Emilia subió sobre mi y se clavó la polla en el coño a la vez que dejaba sus tetas sobre mis manos, pero Nerea me sorprendió cuando le dejaron actuar, se sentó de espaldas a mí y se dejó caer bastante bruscamente, pude ver cómo la polla se le hundía entre las nalgas, se había inmolado el culo sin dilatar previamente con apenas un poco de saliva, se clavó al glande en la plenitud de dureza, gritó con un grito de guerra que sorprendió a sus hermanas, saltaba sobre mí con las manos apoyadas detrás de ella, las hermanas al verla gozar, quisieron festejarla y Emilia metió la cara entre los muslos de su hermana mayor, Inés se apoderó de sus tetas que en la posición boca arriba apenas le sobresalían pero ella les hizo aparecer los pezones con sus chupadas.

                                      El otro grito de Nerea fue al correrse, noté como su culo se cerraba aprisionándome la polla, le flojearon los brazos y cayó de espaldas a mí, la polla se salió de su culo y quedó vertical, Emilia lo vio claro…

  • ¡Venid chicas que la fuente va a manar!

                                      Inés y Emilia pegaron sus bocas al lado de mi polla entre las piernas de Nerea, cuando empecé a eyacular intentaron cazar al aire las ráfagas de leche, algunas cayeron sobre el coño de Nerea y lo lamieron para limpiárselo, la chica no acababa de correrse nunca, las lamidas de sus hermanas no se lo permitían y yo no dejaba de regarle el coño y el culo.

                                      Entre las dos se ocuparon de todo, Nerea levantó las piernas abiertas sobre su pecho dejando abierto el coño y el culo, mi polla debajo de ella quedó tan limpia como ella, los huevos brillaban y siguieron chupando y lamiendo hasta que me volví a correr, esta vez no cayó ninguna gota afuera, los gruesos labios de Inés dieron cuenta de la leche que salió, después con una sonrisa con sus blanquísimos dientes nos demostró que la corrida era historia, se la tragó entera.

                                      No fue una obligación aunque moralmente se lo debía, les dije que se tumbaran una al lado de la otra con las piernas abiertas, nunca había visto tres hermanas y tan distintas una de la otra, al alcance de mi boca y de mis manos tuve los tres coños y me apliqué con ellos, según iba acercando mi lengua a ellos, se iban abriendo como flores, si lamía sólo la ingle levantaban en culo para que me centrara entre los labios.

                                      Las hice “sufrir” un poco, una a la otra se tiraban de los pezones, los dedos acariciaban los clítoris o se hundían en los coños mojados incluso llegaba a frotar con dos dedos un clítoris y meter el otro en el coño a dos hermanas a la vez, mientras a la que estaba en el centro le chupaba directamente desde el pubis hasta el culo, las dos hermanas de los lados se corrieron antes, Inés tardó un poco más porque cuando notaba que su clítoris fucsia se endurecía demasiado aflojaba el ritmo, ella se desesperaba porque quería liberarse de la corrida pero lo que quería yo era que sus hermanas le ofrecieran un orgasmo total.

                                      Las dos parecieron comprenderme y una vez que se recuperaron del suyo se arrodillaron a los lados de Inés, la negra con los brazos sobre la cabeza dejaba que sus hermanas le chuparan el cuerpo, el poquísimo pecho que tenía era lamido de derecha a izquierda, el único obstáculo que se apreciaba era los botones de los pezones, como no había tetas para las dos Nerea vino en mi ayuda le dejé que se ocupara del clítoris que aparecía entre sus labios carbón y para mayor comodidad le levantó las piernas sobre el pecho.

                                      Ante mí y Nerea teníamos el coño y el culo de Inés, me reservé el culo y lo lamí despacio procurando que relajara el esfínter, mi lengua lo consiguió y pudo entrar dos centímetros, al lado de mi cara la de Nerea, su melena caía sobre los labios menores de su hermana y los apartaba para poder lamerlos.  Los tres notamos que la respiración y los latidos de Inés presagiaban la llegada inminente de un orgasmo y nos aplicamos a la vez, Emilia acudía adonde podía darle placer.

  • ¡Síííí, me corroooo, no me dejéis ahora, quiero morir así, quiero subir más allá del cielo, ahora ya estoy en él con vosotros, me corroooo!

                                      No pudimos contestar porque teníamos las bocas ocupadas en el cuerpo vibrante de la negra, tuvimos que sujetarla para que no se lastimara los brazos y piernas y cuando se relajó nos tumbamos a su alrededor, los cuatro empapados de sudor con las caras mojadas de salivas y flujos.

  • ¡Vaya hora que se ha hecho!, vamos a tomar algo, avisaré a Rosa y María, que cojan un taxi y que se reúnan con nosotros, desde aquí iremos al aeropuerto, ya vendrán a por el equipaje, está todo facturado a Madrid desde allí nos lo enviarán al taller, las otras modelos creo que vuelven por su cuenta.
  • Sí, quieren hacerse ver por los ambientes de las casas de costura, les ha sorprendido que el público las acogiera teniendo cuerpos con curvas.
  • Me alegro mucho, espero que el viaje haya sido de provecho para todos.
  • Estoy segura, nosotras nos vamos contentas de París.
  • Y Carlos aparte del desfile no creo que tenga quejas, jajaja.
  • Uf, necesito una semana de relax, igual me voy al pueblo a ver a mi familia.
  • ¿Eso es ir de relax?  Jajaja.
  • Es cierto uf.  No lo había pensado, jajaja.

Continuará.

Los comentarios y valoraciones son el mejor premio para mí.

Gracias.

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