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El pacto. (35).

en Grandes Relatos

EN LA ISLA

                                                  Temprano en la mañana no desayunamos y salimos rápido porque si nos poníamos “mimosos” no salíamos hasta el mediodía de la cabaña.  Eran las 06.00 de la mañana cuando estábamos cargando los cuatro bidones de nafta en la Estación de Servicio del pueblo y comprábamos siete u ocho paquetes de emparedados de miga con un pack de leche chocolatada para desayunar.  Berta aprovechó para llamar a su hija Amanda y le dijo que se acercara al muelle con la otra lancha porque tenían varias cosas para cargar.  Al llegar al muelle, ya nos estaba esperando, vestía una remera ajustada que la hacía ver como hija de Berta y hermana de Rocío, sus tetas eran calcadas y un short de jeans recortado dejaba apreciar sus piernas esbeltas y un culo para quedarse mirándolo. 

                                                  Era de cabello castaño claro pero las facciones eran muy parecidas, al igual que la forma de darse cuando Berta me la presentó, su risa sonó franca y abierta cuando la madre le dijo que yo era Guillermo, un Papá Noel moderno.

  • “¡Se compraron medio pueblo!, Guillermo, me imagino que se habrán acordado de mí, ¿no?”.
  • Jajaja, es que me salió carísimo el sombrero de paja y respecto a si se acordaron de vos, preguntale a tu madre y a tu hermana, a mí no me dejaron opinar.  -Allí saltó Rocío para meter su bocadillo-.
  • “Quedate tranquila Ami, tuvimos un momento de lucidez y pensamos en vos, no mucho pero algo pensamos, creo que un lápiz de labios te compramos, jajajaja”. 
  • “Ustedes son capaces, bueno, algo es algo”. 

                                                  Me llamó la atención porque me pareció que no captó la broma y sin embargo se daba por satisfecha por lo que recibiría.  Rocío siguió hablando…

  • Ahora fuera de bromas Amanda, hay varias cosas para vos y para todas aunque compramos mucho más para Alfredo y su familia, por un tiempo largo se van a olvidar de ropas y zapatillas”.
  • “Me parece genial, lo necesitan y mucho y ¿por qué vino todo esto?”.
  • La culpa es mía Amanda, tengo un montón de dinero y no sabía dónde gastarlo, que luego te cuente tu mamá, yo sólo quiero pescar algo más o menos grande. 

                                                  La hija menor de Berta se quedo pensando y seguramente sin entender nada.

  • “Vamos a hacer algo, de vuelta a casa te vas con mamá y le pedís que te explique todo, yo me voy con Guillermo

                                                  Cuando todo estuvo cargado y nos apartamos del muelle la vi a Amanda que se sentaba junto a su madre para comenzar el interrogatorio.  El enorme y ancho río Paraná estaba prácticamente “planchado”, eran las 07.45 de la mañana y ya el sol comenzaba a calentar, yo me estiré en el asiento de la lancha, me puse el sombrero de paja y recordé que no había llevado ni un solo pantalón corto, en la mochila había puesto una muda de ropa interior, otro jeans, zapatillas, tres o cuatro envases en aerosol de repelente de insectos y bronceador, tendría que ver cómo me arreglaba.  El viaje duraría unos veinte minutos y el ruido del motor de la lancha me produjo una modorra que me hacía entrecerrar los ojos.  Rocío se encargó de hacerme salir de esa modorra pues se estaba sacando toda la ropa que traía hasta quedar totalmente desnuda…

  • “Guille, agarrá el timón y mantenelo derecho, yo me voy a poner la malla que compré, veremos si te gusta”. -me dijo, agachándose para buscar entre las bolsas, dejando sus nalgas a la vista de mis asombrados ojos-.

                                                  No pude menos que reírme en voz alta y ella se dio la vuelta para mirarme con toda la picardía y el deseo en la mirada.  Me imaginaba su entrepierna empapada porque sus pezones dejaban ver una dureza muy evidente.

  • Más mala no podés ser, te aprovechás de un pobre “viejito” y le mostrás el culo sin avisarle nada, ahora tengo ganas de volverlo a romper y me tengo que aguantar hasta llegar a tu casa.
  • “¿Quién te dijo que te tenés que aguantar?, yo estoy tan caliente que me voy a sentar arriba de tu “amigo”, como vos le decís, y lo voy a “guardar” para que no le dé el sol.  Nunca hice algo así pero me desespero por sentirlo adentro Guille, sé bueno, ¿me lo ponés un ratito?  Vos no te muevas dejame todo a mi”. 

                                                  La miraba moverse en el espacio reducido y parecía buscar algo en una de las bolsas…

  • ¿Qué estás buscando?...
  • “Una crema para el sol pero creo que quedó en la otra lancha”.
  • Alcanzame mi mochila, -le dije mientras desabrochaba mi pantalón y trataba de bajarlo junto con el bóxer-. 

                                                  Cuando me alcanzó la mochila saqué el tubo del bronceador y le pregunté si eso le servía.  Se le iluminaron los ojos, agarró el tubo con una de sus manos y se arrodilló en la lancha para comenzar a chuparme la pija como si fuera su última voluntad, ya no hubo arcadas y sus entradas y salidas se hicieron rítmicas mientras yo le pellizcaba los pezones que parecían piedras. 

                                                  Al decirle que así me iba a hacer terminar, abrió el tubo de la crema bronceadora y me embadurnó todo el pene, luego se llevó la mano hasta sus nalgas y dejó el resto de crema que tenía en ella, después se giró y arrimó el culo a mi miembro, lo tomó firme con sus manos y apoyó el glande en su agujerito, desde allí se dejó caer despacio penetrándose con facilidad.  Cuando sus nalgas tocaron la piel de mi pelvis contrajo todo el cuerpo y el gemido de satisfacción sonó fuerte en el medio del río.

  • “Agarrame las tetas, hace lo que quieras con ella, yo estoy ocupada rompiéndome el culo con la mejor pija de mi vida”. 

                                                  Mis manos se fueron solas a esas dos hermosas ubres y al apretar sus pezones ella comenzó a moverse desaforadamente subiendo, bajando y gritando su placer al viento.  No sentía la estrechez del conducto por la crema pero al sacarlo me lo exprimía con su músculo anal provocándome una hermosa sensación.  Al disminuir sus entradas y salidas después de no sé cuantas contracciones y gritos, me aferré a sus caderas y entrando lo más profundo que pude llené sus tripas de leche.  Al sentir el líquido caliente tuvo una contracción más fuerte y se quedó quieta y encorvada con los pelos hacia adelante que seguramente tapaban su cara. 

                                                  El golpe en el costado de la lancha me volvió a la realidad, las caras entre sorprendidas y sonrientes de Berta y Amanda me hicieron recordar que no estábamos solos, no pude menos que sonreírles.  Rocío fue saliendo despacio y se tiró a lo largo sobre todas las bolsas de las compras, diciendo:

  • “No me pregunten nada, jamás voy a poder explicar esta felicidad”. 

                                                  Todos nos reímos pero la mirada golosa de Amanda a mi miembro semi rígido no me pasó desapercibida.

  • “Lo menos que puedo hacer es pasarme a esa lancha y ayudarla a mi hermana para limpiarlo a Guillermo”,-dijo Amanda amagando a saltar a nuestra lancha-.

                                                  Berta riendo más fuerte aceleró la lancha de ellas y se fue andando más rápido.  Rocío volteó la vista, me miró y me dijo:

  • “Me parece que vas a tener que atenderla a mi hermana también, el tema es que quiere seguir siendo virgen pero del culo no te vas a poder quejar, se lo ha “ablandado” bastante “a mano”, ¿te animarías?”.
  • No tengo inconvenientes mientras tu madre no ponga “peros”, además hay otra cosa más, no se equivoquen conmigo, no tengo mentalidad de “consolador de carne”, mi lema es “cuando quiero, como quiero y con quien quiero”, no me gustaría tener que ponérselos claro, no quiero malos entendidos, si están de acuerdo será genial sino, está todo bien pero cada uno en su lugar, sería bueno que se los aclares a tu madre y a tu hermana.
  • “Más claro imposible Guille, estoy seguro que estaremos a tu disposición sin joderte para nada”…

                                                  Su voz y sus gestos se me antojaron muy sinceros y después de darnos un rico beso, se puso el traje de baño, mini traje de baño y me avisó que ya estábamos llegando a la casa.  El lugar era hermoso, el muelle estaba bastante firme aunque parecía chico para los casi ochenta metros de costa apuntaladas con casuarinas elevadas y frondosas que tenía el terreno.  Había que caminar luego unos setenta metros hasta la casa, todo esto por una pasarela elevada que dejaba ver todo el parque bien cuidado que rodeaba la edificación.  La casa estaba erigida sobre pilotes de material de dos metros de altura, tenía una galería cubierta llena de macetas con flores, dos ventanas grandes que miraban al río y una puerta de entrada todo con sus correspondientes mosquiteros, una cocina amplia con un living comedor con sillones y un baño chico a uno de los costados y luego un pasillo que llevaba a otro baño de mayor tamaño y a tres habitaciones grandes, una de las cuales tenía un baño con vestidor, seguramente la que ocupaba Berta. 

                                                  Había luz eléctrica y desde la ventana de uno de los cuartos se podía apreciar una especie de galpón, también asentado en pilotes altos de material donde se guardaban herramientas y un generador eléctrico, a un costado de este galpón corría un canal de aproximadamente 2 metros de ancho donde se guardaban las lanchas bajo techo.  El lugar era un paraíso bien pintado todo, ordenado y arreglado, me puse a pensar que era lo que quería arreglar Berta para venderla mejor.  Después que bajamos todos los bártulos que traíamos, las chicas acomodaron todo en una de las habitaciones y comenzaron a separar lo que correspondía para ellas y para los hijos y la familia del tal Alfredo. 

                                                  Berta me hizo pasar al living y me ofreció una copa, le acepté un whisky con hielo y me acompañó con lo mismo poniéndose a conversar conmigo.  No sabía cómo comenzar a decir lo que sentía y yo sólo la miraba sin decir nada lo que la cohibía todavía más, hasta que se decidió…

  • “Guillermo, posiblemente yo no sepa expresarme muy bien, lo que quería decirte es que has resultado una aparición cercana a un milagro y ni mis hijas ni yo podremos agradecer nunca todo lo que hasta ahora has hecho por nosotras y sin conocernos de nada”.  -Hasta aquí la dejé llegar-.
  • Dejame decirte algo antes de que sigas, las gracias ya me las diste una vez y para mi es suficiente, me gustaría que no vuelvas a repetirlo…  Me gusta darme pero soy un tipo muy jodido, si hubiera notado que alguna de ustedes era mala persona o interesada, ni siquiera hubiese querido comprar el sombrero, mucho menos lo que se me ocurrió después, a la que deberías agradecer es a vos misma por ser como sos y por la educación que le has dado a tus hijas…  Si las personas me son leales podrán contar conmigo, si no lo son las ignoro.
  • “Si pero…”…
  • Cambiemos de tema, el lugar que tenés es un paraíso, te felicito por la forma en que lo mantenés, aunque…  ¿Me podrás decir que le querés agregar o cambiar?...
  • “Tengo que hacer el muelle un poco más grande y apuntalar toda la costa con toda una empaliza de material, son listones de concreto encastrados unos con otros que se clavan profundo pegados a la costa para evitar que el oleaje se vaya comiendo la tierra y eso no es barato, es rápido para hacerlo porque vienen con máquinas que lo hacen pero no te dan facilidades de pago”.
  • ¿Cuánto te sale hacer ese trabajo?

                                                  Me miró y no me quiso contestar, las llamó a las chicas preguntándoles si ya habían separado todo lo que era para la familia de Alfredo, las hijas le contestaron que ya estaba todo listo y separado, entonces las mandó a buscar a Alfredo y la familia para entregárselos allí mismo, además les dijo que les avisaran que se vinieran todos a almorzar, que había un cliente para que Alfredo lo llevara a pescar.  Se cambiaron y se fueron, tardarían un rato y no bien salieron me dirigí a Berta.

  • Berta, ahora que nos quedamos solos te diría que “tengo ganas” de romperte el culito y no me quiero quedar con las ganas y también me tenés que contestar todo lo que te pregunte, ¿se entiende?…
  • “Sí Guillermo, se entiende y tengo tantas ganas de que me lo rompas que juro que no voy a gritar, ¿querés acá o en mi habitación?, estoy recaliente pero, ¿podemos usar alguna crema?, me dijo Rocío que es mejor”.  Me decía todo esto y se bajaba el pantalón junto con la ropa interior quedando desnuda de su cintura hacia abajo…
  • Traé la crema y preparate a gozar apoyándote en el respaldo del sofá.

                                                  Trajo rápido una crema humectante que sacó del baño, me la dio y poniéndose luego apoyada con los brazos en el sofá dejó el culo en pompa.  No me pude aguantar y le metí dos dedos en la vagina empapada, el gemido y el “ponela, ponela” junto con el movimiento de sus nalgas no se hicieron esperar.  Tomé el pote de crema y puse bastante en mis dedos trasladándolos al agujerito de su culo cerrado y temeroso, allí comencé con un dedo para que se aflojara y perdiera el temor, al poco rato sus gemidos eran bastante audibles y ya tres dedos repartían crema por el interior de su culo.  Bajé apurado mis pantalones y puse crema en mi miembro que parecía relamerse por el soberano culo que se “comería”.

                                                  “Pincelé” la zona en dos o tres pasadas notando como se contraía cuando sentía que el glande pasaba por el orificio, en ese momento, de entrada, cuando lo apoyé nuevamente y volvió a contraerse, le apliqué una buena palmada en una de sus nalgas, el “Sííííííí” que gritó con ganas no le dejó notar que el glande ya había penetrado en su totalidad, todo lo demás, con la crema, fue más fácil y el tronco entero se deslizó de una y sin parar hasta que mis testículos chocaron con su vagina.  Se quedó quieta por la impresión y porque seguramente lo sintió al penetrar pero cumplió, no gritó y yo no me detuve en mis movimientos de entradas y salidas, al rato de esto, entre grititos y gemidos, comenzó a moverse con más ganas y me acoplé a sus movidas de caderas y de culo.

                                                  En un momento dado Berta se “enloqueció” o eso pareció, su culo y caderas se volvieron como “independientes” para moverse y se “desbocó” gritando lo primero que le venía a la mente…

  • “¡Así Guille, así!, rompeme bien el culo, hacelo mierda, reventalo, es tuyo, es tuyo, sos mi macho, meteme la pija más adentro, rájalo, sangralo, soy tu hembra, haceme tu puta, no me puedo resistir a lo que mi macho quiera, rompelo, rompelo, dame más fuerte, así, así”…  

                                                  Me llevó con ella al descontrol y entre y salí como desaforado mientras gritaba sus orgasmos a viva voz, cuando no aguanté más y acabé en el fondo de su culo, tuvo un orgasmo violentísimo y quedó tirada con medio cuerpo sobre el respaldo y la otra parte con el culo todavía ensartado, sus convulsiones no paraban y salí despacio notando un color rosado en el miembro, algo se había rajado allí adentro.

                                                  Me costó levantarla porque estaba derrengada y con el peso “muerto”, como pude la llevé hasta el otro lado del sofá y la recosté, fui al baño de su habitación y traje un poco de alcohol fino, me mojé la mano y la puse debajo de su nariz, recién allí comenzó a reaccionar y luego de mirarme bien esbozó una sonrisa y muy tenuemente le escuché decir “gracias”.  Luego la ayudé a levantarse y la llevé al baño, la dejé sentada en la bañera bajo la ducha y fui a recoger la ropa y a limpiar la mancha que había quedado en el sofá, cuando vi que todo estaba acomodado, me puse los pantalones y volví al baño, estaba bañándose normalmente y me miraba sonriendo…

  • “Cumpliste Guille, lo rompiste pero valió la pena, era el tabú de mi vida, sólo alguien como vos podía lograrlo por completo, mi finado marido lo intentó muchas veces y nunca pudo pasar de la mitad, nunca pudo satisfacerme por allí y siempre pensé que era yo, que era mi culpa”.
  • Lo importante es que ahora te sientas bien, ¿no tenés alguna pomada cicatrizante o antiinflamatoria?
  • “En el botiquín hay una en una cajita amarilla, alcanzámela y dámela que me la pongo yo, si vos me tocás voy a querer que me cojas de nuevo, jajaja”… 

                                                  La dejé en el baño riéndose sola, me fui a lavar al otro baño y salí a la pasarela de madera a esperar a las chicas.  En ese momento la vi venir corriendo a Amanda, gritaba algo del muelle y no entendí hasta que estuvo relativamente cerca, quería que fuera hasta el muelle y le hiciera señas a la lancha almacenera, llegué justo para gritarle y agitando los brazos logré que detuviera su marcha para atracar en el muelle.  Al terminar de atracar ya estaba Amanda a mi lado y también se acercaban Rocío, dos nenes y una nena de entre siete y diez años de piel bastante oscura y una hermosa mulata unos 30 años, de cabello corto y rizado, aún en zapatillas, su altura andaría cerca del metro setenta, el vestido simple y de una sola pieza, sólo un poco por arriba de sus rodillas, no alcanzaba a disimular sus pechos de copa cercana a los 90 y sus caderas bien formadas. 

                                                  Del cuello hacia abajo era muy similar a Rosalía e imaginaba que su culo también sería parecido, de los que tanto me gustaban y recuerdo que lo primero que pensé fue en que “ojalá no fuera de los que aprietan tanto como el de la morocha de la Estancia”.  Me terminé riendo solo, como los locos.

  • “¿Qué estarás pensando o que picardías estarás recordando?”, -preguntó Rocío-…
  • Mejor no te lo digo, ¿qué querían comprar en la lancha almacenera?...  ¿Los dejan comer golosinas a los chicos?, preguntale.
  • “Si, de hecho lo que vamos a comprar es casi todo para ellos, fideos, yerba, azúcar, una garrafa de gas, esas cosas”.
  • Bueno, mandalas para adentro con Amanda, que traiga el envase de la garrafa y vos quedate conmigo.
  • “¡Ufff!, ya me imagino, pobre lanchero”… 

                                                  Los mandó a todos para adentro y regresó Berta con dos envases de la garrafa de gas, nosotros ya le habíamos bajado media lancha, hasta medicamentos de venta libre y una barra de hielo seco junto a dos conservadoras portátiles compramos, sólo nos faltó lo que el lanchero no llevaba.   Cuando Berta se acercó, Rocío le dijo riendo:

  • “Está loco mamá, lo único que nos falta es el changuito del supermercado”…  -Berta no le contestó y me tiró un beso-…

                                                  Cuando entramos nuevamente a la casa me presentaron a la vecina, se llamaba Camila, era uruguaya, al igual que el marido y dentro de la simpleza de sus modos y su presencia tenía una mirada muy vivaz que sus enormes ojos negros dejaban percibir.  Se acercó a mí y me tomó las manos para agradecerme todo lo que estaba haciendo por los hijos y por ella, haciéndome saber que no sabría como “pagarme” todo eso.

  • Camila, me alegro mucho que todo lo que te trajeron Berta y Rocío para vos y tus hijos te haya servido pero las gracias no deben ser para mí…  Tu agradecimiento debería ser para estas vecinas de “fierro” que tenés, ellas son las que te tienen siempre presente a vos y a tu familia…  Yo lo único que quiero es ir a pescar alguno de los grandes y ya veo que me han “engañado” un poquito porque ni visas aún de ir a pescar.
  • “No señor, esperemos que venga mi marido y él lo llevará a lugares en que seguro pescará”.
  • Guillermo, recordá que mi nombre el Guillermo y voy a confiar en lo que me decís pero, lo que veo es que se me está yendo el día y no veo cañas por ningún lado. 

                                                  Amanda que estaba repartiendo las cosas entre los chicos pues Berta y Rocío estaban en la cocina preparando el almuerzo y no participaban de la conversación, se levantó y me dijo:

 

  • “Me dijo mamá que hoy te ibas a quedar con nosotras”… 

                                                  Luego, tomándome de la mano me llevó a un armario que había en una de las habitaciones, se puso delante de mí y agachándose colocó las nalgas a la altura de mi entrepierna…

 

  • “Si me hacés unos “mimitos” a mí te muestro lo que hay adentro de este armario”.  -No le hice “ascos” a ese culito tentador y acaricié las nalgas firmes por sobre el short-.
  • No sólo te voy a hacer “mimitos” también “tengo ganas” de rompértelo y hacerte gozar.  -La reacción fue inmediata, se giró y me devoró la boca haciéndome sentir su estremecimiento y su repentina “calentura”-.
  • “¡Ayyy, Guillermo!, ¿cómo podemos hacer para que me lo rompas ya?, desde que te vi en la lancha con Rocío estoy deseando tu pija.  ¡No aguanto las ganas!”. 

                                                  Giré su cuerpo y arrimé su espalda a mi pecho, cubrí sus tetas duras con mis manos, besé su cuello y le apoyé a “mi amigo” en la zanja de sus glúteos, lo que le provocó escalofríos y movimientos para sentirlo mejor.

 

  • Ahora no podemos, la casa está gente de gente y de chicos, si me quedo veremos de hacer algo en la noche, aguantá y mostrame lo que hay en ese armario. 

                                                  Abrió el armario y me mostró toda una colección de cañas, reeles, anzuelos y aparejos de pesca.  Me contaba que todo eso era del padre y mientras me contaba había metido la mano por su short y se acariciaba la entrepierna.

 

  • “Estoy “sacadísima”.  No sé cómo voy a aguantar hasta la noche”.  -Me decía mientras se acariciaba los pechos-.
  • Vas a tener que poder porque yo no estoy a disposición de todo lo que ustedes quieran.  -Me miró y bajó la mirada aceptando lo que le decía-.

                                                    Los dos regresamos hacia el comedor y ya Rocío y Camila estaban preparando la mesa para sentarnos a almorzar, allí tuve oportunidad de mirar las nalgas de la uruguaya y, efectivamente, eran similares a las de Rosalía, algo que, indudablemente, me tentó.  Me acerqué hasta la cocina donde Berta terminaba de hacer la comida, me puse a su costado y al acariciar una de sus nalgas la sentí estremecerse.

  • “Es toda una corriente eléctrica la que me recorre el cuerpo cuando me tocás Guille, ¡qué felicidad!”.
  • Contame Berta, ¿cómo es eso de que me voy a quedar a pasar la noche aquí?
  • “Te lo iba a pedir hace un rato pero después tuve “algo” profundamente metido en mi culo y me olvidé…  Creo que todas necesitamos tu presencia junto a nosotras, no queremos joderte pero, aunque nos diste mucho, te necesitamos un ratito más y nos harías muy felices que te quedaras esta noche”.
  • Tengo ganas de quedarme, no una sino tres noches pero con condiciones.
  • “Las que quieras Guille, mis hijas y yo nos consideramos tuyas y aceptamos todo lo que pidas, no lo dudes”.
  • Primero, nos acostamos todos juntos, sin celos ni diferencias…  Segundo, me tenés que decir cuánto salen los arreglos y todo lo que concierna a ello y tercero, ¿cómo viene la historia con Camila?, me encanta ese culo y se me hace que está muy mal cogida.

                                                  Se me quedó mirando como si no le hubiera gustado lo que le decía pero, de inmediato cambió su mirada y se le “encendió” toda la picardía.

  • ¡Sos terrible Guille!, la pobre está recontra mal cogida, Alfredo es buenísimo pero, desde hace años, una botella de vino lo pierde y se duerme toda la noche, para colmo la bocona de Rocío se “fue de boca” contándole las cogidas que nos pegaste en la cabaña y Camila está que arde por vos, además, está muy agradecida y quiere “pagarte” como sea”.
  • Yo no me cobro las atenciones con cogidas, luego me arreglo con ella…  A todo esto, ¿cuándo voy a ir a pescar?
  • “Tipo 18.00 horas Guille, alcanza para hacer un par de “tiradas”, el temor que tenemos ahora es que Alfredo se haya “chupado” recorriendo los espineles y venga “destruido”, si es así le pido a Camila y a Amanda que te lleven, ellas conocen bien el río y te van a llevar a los mejores lugares”.
  • Te tomo la palabra.

                                                  Volví para el comedor almorzamos todos juntos entre preguntas de Camila y Amanda sobre el campo y el lugar dónde vivía, les mostré fotos del lugar y aparte de las “cargadas” por el harén de bellezas que tenía en la Estancia y las alabanzas por la belleza de mi mujer y la enormidad de la casa, tuve que contar de Mar del Plata y Buenos Aires porque se “colaron” las fotos de los viajes que habíamos hecho con las chicas.  Normalmente los habitantes de las islas, nacen, viven y mueren rodeados de una muy pequeña parte de su particular mundo y no conocen otra cosa, todo lo que los saque de ese entorno les asombra y sorprende.

                                                  Luego de almorzar unos ricos fideos con estofado armamos con Rocío, Camila y Amanda un par de cañas listas para lanzar desde la lancha, después nos fuimos hasta la orilla del río, a la sombra de las casuarinas grandes y probamos a sacar pescados chicos para encarnar en los anzuelos más grandes, los chicos nos acompañaban y todos se pusieron a la tarea, sacando incluso un par de anguilas en uno de los zanjones que suele hacer el río a los costados de las casas, de hecho, en uno de estos es dónde guardaban las lanchas de Berta, según ellos, las anguilas trozadas eran un manjar que los dorados no despreciaban.  Habíamos llenado un par de baldes con carnada cuando se escuchó venir una lancha de motor chico, “es mi papá”, dijeron los chicos y, efectivamente, era Alfredo, de cabello castaño, largo y descuidado, tendría cerca de los 40 años pero parecía de más edad, el físico era bastante enclenque, delgado y le calculé una altura igual a la de la mujer.

                                                  Éste detuvo la vieja lancha de madera golpeando contra uno de los pilotes del muelle, venía totalmente borracho y la mujer, absolutamente avergonzada, con alguna dificultad trataba de ayudarlo a bajar de la lancha.  Me acerqué a darle una mano y Berta me dijo que no lo hiciera, se la veía enojada, más que enojada furiosa, lo mismo se notaba en Amanda y Rocío…

  • “Sos una vergüenza, traigo un cliente para que lo saques a pescar los grandes, le trajo un montón de presentes a tus hijos y a tu mujer y me hacés quedar como el culo, a mí y a mis hijas”. 

                                                  El tipo me miró e intentó saludarme levantando la mano, la sonrisa fue una mueca y la mano quedó a mitad de camino.

  • “No lo bajes de la lancha Camila, llevalo a tu casa y ponelo a “dormir la mona”, que venga a la noche a cenar, bañado y cambiado, vos lo dejás y te volvés que van a ir con mi lancha y con Amanda para que Guillermo haga unas “tiradas”.  No lo quiero ni escuchar”.

                                                  “Perdóneme Guillermo” me dijo Camila y se subió de inmediato a la lancha, lo corrió al marido del asiento y tomó el timón de la lancha alejándose rápido.  Eran casi las cuatro de la tarde y entre idas y vueltas Camila tardaría como una hora, me dieron ganas de “calmarle” la furia a Berta pero estaban los chicos.

  • Bueno chicas, visto lo visto, ahora “tengo ganas” de recibir una buena mamada pero, como están los chicos, vamos a tener que tomar mate, Berta, ¿podrán ser unos ricos mates?  -Las tres se pusieron como locas y la primera que habló fue Amanda-.
  • “Yo voy primera, ustedes cuiden a los chicos”.
  • “No, que los cuide mamá y vamos las dos juntas”, -terció Rocío-.
  • “Claro y yo me la tengo que aguantar sin comerla ni beberla, ¿no?, no es justo”.
  • No discutan entre ustedes, vamos a tomar mate y a la noche vemos.

                                                  La verdad no tenía muchas ganas de “jugar” pero dije lo del “tengo ganas” para incrementar la “calentura” de las tres y me divertía mirándolas enfurruñadas, de alguna manera, solventaba con ellas el disgusto que me ocasionó el borracho Alfredo.  Mientras tomábamos los mates, Rocío le dio un paquete de galletitas a cada uno de los chicos y los mandó a jugar afuera.  Amanda cebaba y le pedí a Berta el presupuesto de las empalizadas y del arreglo del muelle, todo lo cual lo hacía la misma empresa, lo fue a buscar dándome antes un regio beso de lengua, la cara apesadumbrada de las dos chicas hizo que ellas también recibieran esa atención, sin permitirles ir más allá.  Regresó con un papel y vi los números que le habían pasado hacía escasamente una semana.  Tomé mi teléfono y le pregunté a Berta:

  • Sin darme vueltas Berta, ¿querés hacer la empalizada y el muelle?

                                                  Me dijo que si y no esperé más, llamé al número que figuraba en el presupuesto, me atendió un hombre y le pregunté por el Gerente o el dueño de la empresa, me dijo que era él y luego de darme el nombre, lo consulté por el presupuesto, me confirmó que el precio no había variado.

  • Siendo así señor, ¿cuánto tiempo les demandaría realizar el trabajo y cuándo podrían empezar si el pago es de contado?
  • “En esas condiciones la máquina y el lanchón con los materiales podría estar allí, a más tardar, a las 10.00 de la mañana, se emparejaría la costa y se comenzaría a clavar los postes el mismo día, para terminar al otro día al mediodía, al día siguiente se terminaría el muelle”.
  • ¿Cuánto me aumenta el presupuesto si manda otra cuadrilla para que vayan armando el muelle a la par del otro trabajo. 

                                                  El importe que me dijo era accesible, le di los datos de la tarjeta y le pedí que por favor me avisara apenas tuviera el visto bueno del pago.  Me pidió que aguardara un segundo en la línea, que pronto me contestaba, no llegaron a pasar dos minutos y me contestó…

  • “Señor, la operación es aceptada y mañana 09.30 ó 10.00 horas nos tiene allí para comenzar con los trabajos”… 

                                                  Lo saludé diciéndole que los esperaba…  Cuando terminé la comunicación levanté la vista y la mirada interrogante y la boca abierta de las tres mujeres me causó gracia.

  • Si no me como un buen par de Dorados o de Pacú o de Surubí en las cenas que me tocan, me van a tener que escuchar las tres.  Mañana vienen a colocar la empalizada y a arreglar el muelle, ya está todo arreglado, ¿viste Berta que no era tan difícil?

                                                  La madre no pudo aguantar, se tapó la cara con las dos manos, se puso a llorar a los gritos y las chicas trataron de consolarla pero no pudieron hacer mucho, hay llantos que son “contagiosos” y éste era uno de esos casos.  Las dejé allí para que lloraran y descargaran frustraciones o alegrías porque era indudable que ambas cosas se mezclaban, yo agarré la caña usada para sacar carnada y me senté en el muelle para tratar de pescar algo más, no quise intervenir en ese llanto compartido porque me pareció muy íntimo, muy de ellas tres y su historia. 

                                                  No habían pasado quince minutos cuando se escuchó la llegada de la lancha de Camila, la uruguaya se había cambiado de ropa, usaba una de las ajustadas remeras nuevas en que se notaba la falta de sostén y unos short de jeans que le marcaban perfectamente el culo parado que tenía.   Cuando atracó la lancha se acercó a mí para darme algún tipo de explicación por el comportamiento del marido y no la dejé.

  • No, no me digas nada Camila, vos no tenés culpas ni nada por justificar y admito que no me gustó pero como “tengo ganas” de romperte el hermoso culo que tenés mientras Amanda recibe tus atenciones creo que la vamos a pasar bien y olvidaremos todo el “pedo” de tu marido. 

                                                  Estuvo a un tris de tirarse encima para comerme la boca pero se contuvo porque venían los hijos a recibirla…

  • “Vámonos urgente Guillermo, ¿qué hay que llevar a la lancha?, quiero que me empieces a coger lo más pronto posible…  ¡Ayy, por Dios! que calentura tengo, necesito que me des hasta reventarme”… 

                                                  Indudablemente era cierto porque los pezones que se notaban a través de la remera parecían a punto de explotar.  Desde el muelle vi que salieron las tres mujeres de la casa y Amanda se fue hacia un costado para ir a traer la lancha grande, Rocío y Berta se acercaron hasta el muelle y la cara de ambas no dejaba lugar a dudas respecto a sus llantos.  Camila se alarmó.

  • “¿Qué te pasa Berta, te sentís mal?”.
  • “No Cami, nunca nos hemos sentido mejor en nuestras vidas, es un cúmulo de cosas que no esperábamos, cuando estemos más tranquilas te cuento, vayan a pescar y traigan algo, los vamos a esperar con una rica cena”.  -No bien Amanda arrimó la lancha al muelle subimos, sin olvidar el balde de la carnada-.
  • “¿Para dónde vamos?”, -preguntó Amanda-…
  • Vamos para tal lado, allí el río hace un lindo remanso, es un lugar muy tranquilo y suelen andar los grandes”,  -contestó con seguridad Camila-.

                                                  Amanda arrancó la lancha y nos fuimos despacio, apenas doblamos en el primer recodo del río, Camila se paró y comenzó a sacarse la ropa, pronto quedaron a la vista sus pechos duros de la excitación.

 

  • “¿Qué hacés loca?,-le preguntó la amiga riéndose-.
  • “Guillermo me prometió que me va a romper el culo y lo voy a chupar todo para ponerlo en condiciones, vos andá preparándote”. 

                                                  Yo me empecé a reír y sacando uno de los almohadones del asiento le pedí a Camila que se arrodillara y me sacara el pantalón que yo ya me había desabrochado, primero se sacó su short y no tenía ropa interior.  Amanda también se rió.

 

  • “De acuerdo a lo que me dijo Rocío y a lo que sentí apoyado en mi culito, estoy esperando para verte la cara cuando encuentres lo que buscás”.

                                                  La uruguaya no entendió bien lo que le decía Amanda, sólo lo comprendió cuando terminó de bajar mi bóxer, su cara, su boca abierta de labios gruesos y sus ojos no pudieron disimular la sorpresa.  “Mi amigo” estaba en todo su esplendor y Camila, arrodillada como estaba, volteó para mirar a la amiga que se reía a carcajadas.

  • “¡Ayyy Virgen santa, cómo voy a hacer con esto!”.
  • Como lo hagas es tu problema, yo espero que lo hagas bien, estoy esperando tus chupadas. 

                                                  La ventaja de su boca grande no alcanzaba, los besitos y lamidas al glande no me servían para nada, entonces le pedí que me dejara a mí, que tratara de no tocarme con los dientes y respirara por la nariz.  Abrió su boca en “O” como si fuera un pescado y esperó, yo tomé su cabeza con mis manos y la penetré por la boca, despacio, primero una cuarta parte del tronco y dos o tres movimientos después ingresé hasta la mitad, cuando quiso sacarla, me afirmé y llegué hasta su garganta, volví a salir arrastrando saliva y vi en su cara algunas lágrimas.  Lo intenté de nuevo y resultó un poco más fácil, ese juego lo repetí varias veces hasta que ella sola comenzó a mover la cabeza y a tragárselo hasta chocar la nariz en mi pelvis…

 

  • “Hija de puta, te lo estás comiendo todo, dejá algo para los pobres” -dijo Amanda mientras trataba de sacarse los short-.

                                                  La remera hacía rato que había “volado” y mostraba mejores tetas que su madre y hermana.  Le pedí a Camila que se tocara y vi que estaban ambas depiladas por completo.   Rápidamente acercó la lancha a la costa y debajo de unos sauces que caían casi sobre el agua detuvo la lancha, la ató a una de las ramas gruesas del árbol y tiró al agua un objeto pesado que hacía de ancla, luego se volvió completamente desnuda hacia nosotros.

                                                  Saqué el miembro de la boca de Camila y le pedí que se diera la vuelta, Amanda giró el asiento de la lancha y, sin yo pedírselo, se sentó abriendo las piernas y arrimó la cabeza de Camila a su entrepierna, evidentemente las dos conocían lo que hacían porque la vecina de Berta se amorró a la vagina de Amanda sin decir agua va, dejándome el culo a mi merced.  Los gemidos de Amanda recibiendo los lengüetazos de su amiga no se hicieron esperar y se incrementaban, yo daba “pincelazos” sobre la vagina de labios cerrados que tenía a disposición y pasaba el glande por ambos agujeritos aprovechando lo mojado de uno para lubricar al otro. 

                                                  La cabeza del miembro entró en la cavidad “natural” de la uruguaya y ella contrajo todo su cuerpo, yo pensaba “jugar” en la puerta pero, era tal el calor que emanaba de allí que decidí seguir hasta el final, penetrándola despacio pero firme hasta chocar con sus nalgas.  A pesar que Amanda tenía bien agarrada la cabeza de Camila sobre su entrepierna, ésta se zafó para dar un grito de placer mientras movía sus nalgas.

  • “¡Por Dios Guillermo, movete despacio!, Ami, nunca tuve nada tan grande allí, me está partiendo la concha”. 

                                                  Fue lo único que dijo porque Amanda volvió a tomarla de la cabeza para que siguiera chupando su clítoris y su vagina y empecé con los movimientos lentos que se iban incrementando.   Mis dedos pulgares incursionaban en el agujero del culo de Camila y ésta se retorcía gimiendo y buscando más profundidad, el apretón que me dio con los músculos de su vagina y la contracción de todo su cuerpo anunció un orgasmo fuerte que también evidenció moviendo la cara y gritando por el placer que sentía.

                                                  No terminaba de relajarse cuando cambié el miembro de agujero y no bien el glande estuvo adentro, dejé seguir todo el resto sin detenerme, el grito ahora no fue de placer, el dolor se hizo presente y la escuché llorar, no me importó, seguí entrando y saliendo cada vez con más velocidad y ritmo.  No tardó mucho en acoplarse a mis movimientos y a pedir más y más, había dejado de chupar a Amanda que se tocaba con toda la mano y sus gritos desaforados se hacían escuchar en todo el río.

  • “Rompelo Guillermo, rompelo, al principio me dolió pero es delicioso, más, dame más”. 

                                                  Más no podía entrar pero el culo hermoso y atractivo de Camila se merecía el alivio del semen caliente y muy en el fondo lo deposité gritando mi propio placer, ella no se quedó atrás, el orgasmo anal fue tremendo y convulsionó de tal manera que hizo que la lancha se oscilara hacia uno y otro costado.  Me quedé un rato adentro mirando como Amanda consolaba a una Camila que lloraba.

  • Disculpame Cami, tu culo me encanta y me perdí un poco.
  • “No es nada Guille, no lloro porque me hayas roto el culo, me lo prometiste y lo cumpliste, lloro por el placer que recibí, necesitaba tanto recibir a un hombre y estoy segura que ahora lo voy a añorar.  Por favor Guille, prometeme que antes de irte me vas a volver a coger así, te lo voy a agradecer toda la vida”.
  • Te lo prometo mi cielo.  -le dije y la besé con ganas apretándole las tetas y notando como se abandonaba en mis brazos-.
  • “Está todo muy bien pero yo acabé dos veces con las lamidas de Camila y una con mi mano, me encantaría acabar con un pijazo en mi culito, ¿podrá ser?”, -dijo Amanda y nos hizo reír a los dos-.

                                                  Mientras Camila mojaba una toalla y me limpiaba el miembro, éste se recuperaba entre sus dedos y se miraron las dos.  Camila se lo llevó a la boca, lo introdujo hasta su garganta y lo ensalivó, luego, sacándolo de la boca le dijo a Amanda.

  • “Ahora te toca a vos putita virgen, mi botoncito te necesita”. 

                                                  Ya no cabían dudas que se conocían muy íntimamente las dos y después me lo confirmaron, eran su recíproca fuente de placer ante tanta soledad, comenzaron probando la masturbación con sus dedos y terminaron enredadas cada vez que querían quitarse las ganas de sexo.  Cambiaron los lugares y Camila se sentó en el asiento mientras Amanda se arrodillaba apuntándome con su culo blanco, duro y bien formado que dejaba asomar unos labios vaginales gruesos e irritados pero bien cerrados.  La cara y la lengua de Amanda se zambulleron en la entrepierna de la morocha y yo hice lo mismo con mi lengua en el apretado agujero anal de la hija menor de Berta, no se lo esperaba y gimió tensando el cuerpo.

                                                  Dilataba mejor y mi lengua se movía a sus anchas por el lugar pero lo dejé de hacer, yo quería pescar y ese culo quería una penetración, entonces “pincelé” la zona como lo había hecho con Camila que se escuchaba gozando con la lengua de la amiga y apunté con el glande a la vagina.  Amanda se tensó cerrándose y el “chirlo” en la nalga resonó fuerte.

  • No te muevas, sólo voy a lubricar el glande, quedate tranquila… 

                                                  Se relajó de inmediato y me otorgó su confianza, el flujo vaginal cumplió la función y yo, a pesar de la tentación, respeté su virginidad, lo que no respeté fue su culo, con “algo” ya había practicado pero, los dos golpes de cadera para llegar hasta lo más profundo la hicieron comprender que no había comparación con lo anterior.

  • “¡Sacalo, por Dios, sacalo!...  Me duele Guille, no lo aguanto”.

                                                  La tuve que mantener firmemente asida de sus caderas para que no se escapara y Camila ayudó echando su cuerpo sobre ella.  Con Amanda esperé a que se calmara bien metido adentro de su culo y con las manos de Camila acariciando su espalda y una de las tetas.  Viendo que no podría moverse para salir, se comenzó a relajar y sus nalgas se comenzaron a mover casi por sí solas, en un momento dado, impuso su ritmo moviendo sus caderas y el culo, parecían independientes de todo su cuerpo, entraba, salía, se movía, lo agitaba y nos hacía notar que tenía pequeños orgasmos encadenados y gemía sin parar pasando, muchas veces, a dar gritos de placer.  Ya había abandonado a Camila que se procuraba el placer con los dedos de una mano y con la teta y el pezón de Amanda en la otra.

                                                  Como siempre me pasaba con un culo que estaba bueno, me volví a desmadrar y, entrando y saliendo fuerte, sólo me faltó “hacerlo hablar”, luego, llenarle el culo de leche fue para mí un placer que ella incrementó con el grito destemplado y un temblor que asustó a Camila pues se arrodilló para abrazarla.  Quedó laxa apoyada en su amiga y con los ojos en blanco, un par de sopapos de la mulata ayudaron a que se estabilizara.

  • “No te puedo contar lo que sentí Cami, primero fue un Infierno y después el Cielo, no me puedo mover, estoy destruida”.
  • “Jajajaja, ¿a mí me lo decís, te olvidás que me cogió primero?, ¿por qué crees que quiero repetir?”.  -Yo las miraba mientras me limpiaba con la toalla mojada y les hablé-.
  • Chicas, estuvo todo genial pero…  ¿Me van a ayudar a pescar algo?... 

                                                  Se rieron con ganas y se pusieron a preparar las cañas y las carnadas.  En esa hora y media la paz y la tranquilidad del lugar me transportaron, se me escapó un Surubí, según ellas, “grande” por apurado y por no saber cómo pescarlo pero, como nadie nació sabiendo, había que seguir intentando.  Allí me enteré que el Surubí es muy difícil de pescar “clavándolo” por la boca, suele pegarle un tremendo coletazo a su presa para aturdirla y después comerla, por eso muchos de estos peces se sacan del agua “enganchados” por la cola. 

                                                  Como sea tuvimos varios “piques” más, Palometas como de 40 centímetros de diámetro, a mí me parecían Pirañas y ellas dos se reían de mí ignorancia, un Pacú redondo, hermoso, como de 4 kilos que no les dejé devolver al agua porque yo quería probar su carne y me di el gusto con dos Dorados, “chicos” según las isleñas, yo los veía “monstruosos”, uno como de 9 kilos que tenía destino de parrilla y otro como de 7 kilos que devolvieron al agua, a pesar de mis ruegos.

                                                  Regresamos a la casa como a las 20.30, el río parecía un túnel oscuro y las luces de la casa no se acercaban nunca, Amanda manejaba la lancha como si fuera mediodía mientras Camila terminaba de limpiar los pescados que se cocinarían.  Yo estaba contento como chico con juguete nuevo y ellas dos reían felices recordando mis yerros como pescador, mucho más nos reímos cuando Camila, tocándose las nalgas nos dijo:

  • “Pescar, pescamos poco pero nuestros culos nunca se sintieron más contentos que hoy por haber estado en una lancha, más mi cuerpito que recibió una atención “completita””
  • “Sos una guacha de mierda, si no fuera por la promesa que hice, yo también me lo habría “comido” por todos lados”.
  • “Shhhh, hablemos despacio que en el río se escucha todo, el borracho de mi marido debe estar en el muelle y yo soy una “señora””.

                                                  Se nos caían las lágrimas con la salida de Camila y efectivamente cuando nos acercamos al muelle estaba el marido de Camila, bañado, arreglado y sobrio, esperándonos.  Me saludó, se presentó, me agradeció efusivamente la ayuda y nos preguntó si nos habíamos divertido y pescado.  Camila le contestó escuetamente que algo habíamos pescado y le dio los pescados para que los pusiera en la parrilla, algo que éste fue a hacer de inmediato.  Nosotros caminamos desde el muelle a la casa, Amanda fue directamente a guardar la lancha.  Berta y Rocío me recibieron con un abrazo y el olor a la salsa fue como si “cachetearan” mis papilas, previendo esto, Berta tenía preparada una “picada” con queso y fiambres que nos sentamos a degustar después de lavarnos un poco.

                                                  La cara de pícaras de la madre y la hija mayor no se podía disimular y en un momento en que Alfredo se fue afuera a atender la parrilla, Rocío no se pudo aguantar.

  • “Mamá, me parece que aquí hay dos personas que si las metemos en el agua empiezan a hacer burbujas, creo que están “pinchadas”, jaja”, -Berta le añadió otro comentario-.
  • “En una de esas se torcieron los tobillos porque caminan un poco rengas, jajaja”. 

-Amanda no se aguantó-.

  • “Ni “pinchadas” ni “rengas”, requeterecontra culeadas, menos mal que nos quedó tiempo para pescar algo”.
  • Yo mejor me voy afuera, me van a hacer poner colorado, -dije amagando con levantarme-.
  • “Gracias de nuevo Guille, creo que hablo por todas, nos has dado una tremenda felicidad que no sentíamos y que necesitábamos”.
  • Si falta un rato para la comida me gustaría bañarme, -dije para cambiar el tenor de la conversación y no darle mayor importancia a sus agradecimientos-.  Berta me dijo que usara el baño de ella y agregó:
  • “Lástima que está Alfredo sino nos sorteábamos para pasarte la esponja, jajaja”.  Me hacían sentir bien porque las veía felices a las cuatro.

                                                  La cena estuvo exquisita, la carne de esos pescados eran manjares y las salsas y ensaladas que acompañaban no les iban en zaga.  Al momento de los postres Alfredo se disculpó conmigo por el espectáculo que había dado, le contesté que a mí no me afectaba pero que su actitud egoísta afectaba a los chicos y a su mujer y el hombre se notó muy avergonzado y no me pareció un mal tipo pues, como siempre pasa, la falta de capacidad para generar las posibilidades llevan a las personas a hundirse en la comodidad de la desesperanza y suelen arrastrar con sus restas a todo su entorno.  En la charlas comenzaron a brotarme ideas que, eso lo asumo, al que tiene dinero se le hacen más fácil de llevar a cabo.

                                                  Le dije a Berta que yo no estaba de acuerdo en que vendiera la propiedad para poder tener algo en la Capital, que era una pena deshacerse de algo tan hermoso.  Le pregunté qué era lo que se necesitaba para convertir el lugar en un recreo para pescadores, me contestó que sólo era un permiso de la Secretaría de Turismo de la Provincia que era difícil de conseguir por las coimas que pedía el Secretario, que éste venía de la gestión anterior y amparaba a los lancheros del muelle, además se necesitarían dos casitas prefabricadas, unas tres camas superpuestas y un par de armarios por casa, la propaganda se podría hacer por las Redes Sociales y las lanchas colectivas podrían llegar hasta allí, más las dos lanchas de ellas para el traslado hasta la casa y salidas a pescar. 

                                                  Ella ya lo había pensado y tenía un proyecto que tuvo que dejar de lado por los “aprietes” tipo “mafiosos”.  Alfredo se metió de lleno en la conversación diciendo que a él lo había corrido de esa posibilidad pero que en una época ganaba muy buen dinero llevando gente a pescar.  Les pedí que lo habláramos más tranquilos en la mañana, que yo tenía “contactos” pero que ahora me caía de sueño.  Alfredo, Camila y los chicos se despidieron yéndose con su lanchita y yo le pregunté a Berta dónde dormiría.

  • “En mi habitación, ¿no me dijiste que tendríamos que dormir todos juntos?...  Andá tranquilo que nosotras terminamos acá y vamos luego”. 

                                                  La habitación era enorme y la cama no lo era menos, estaba claro que los cuatro podríamos dormir cómodos allí pero no pensé en nada más, sólo quería dormir.  Solamente con el bóxer puesto, prendí el ventilador, me acosté y me “desmayé” casi en el acto, había sido un día agitado, levantado desde muy temprano las había “atendido” a las cuatro y aunque sentía que podía, entre seguir haciendo “jueguitos” y dormir, opté por dormir.  No sé cuánto tiempo estuve dormido pero las escuché al entrar, entreabrí los ojos y aún en penumbras alcancé a ver que las tres estaban completamente desnudas, estuve atento pero ninguna intentó nada.  Berta se acomodó a mi lado, abrazándome y pegando sus tetas a mi espalda y luego lo hicieron las dos chicas.  Fue evidente que la suma de emociones nos “dejó de cama” a todos.

                                                  Como a las seis de la mañana me despertaron dos cosas, el canto de los zorzales y una boca que se tragaba a “mi amigo” endurecido.  Al notarme despierto y mirar hacia mi entrepierna, la cara sonriente de Amanda me dio los buenos días…

  • “Esta te la debía desde ayer”, -me dijo mientras se tragaba mi miembro hasta la garganta-. 

                                                  La mamada no tuvo desperdicio pero no quise terminar en su boca, ya las manos de Berta acariciaban mi pecho desde atrás y Rocío se levantaba y rodeando la cama se puso a ayudar a su hermana en la mamada.  Una entraba hasta tocar mi pelvis con su nariz y salía para dejarle lugar a la otra que hacía lo mismo.  Berta me besó profundamente, me puso los pechos de pezones excitados para que se los besara y luego se levantó para preparar el desayuno.

                                                  Las chicas se acomodaron mejor, Amanda se montó a mi boca para que la mamara y mi lengua se ocupó de su hendidura delantera, dos dedos de mi mano se ocuparon de su entrada trasera y la escuché gemir fuerte.  Rocío no esperó más y lo cabalgó a “mi amigo” dejando que éste la penetrara por delante, el grito que quiso pegar por bajar rápido fue silenciado por el beso de la hermana y ambas se soltaron dándome o dándose una cogida de antología.  Llegaron las dos juntas a un orgasmo espectacular y se dejaron caer hacia un costado de la cama enredadas por las piernas y sin despegar sus bocas.

                                                  Yo me levanté y así con el miembro empapado de los flujos de Rocío, me fui para la cocina, Berta me daba la espalda y apretando desde atrás sus pechos la penetré sin demasiados chiches por la vagina, cuando llegué al fondo su grito fue de verdadero placer y agachando un poco el cuerpo me permitió ir y venir sin trabas y acorde al ritmo rápido que tomé.  Luego de varias entradas y salidas acabé en lo profundo de su matriz y ella hizo lo mismo sin poder contener, primero el gemido profundo y luego el grito destemplado mientras temblaba en todo su cuerpo.  La tuve que mantener de las axilas para que no se derrumbara, las piernas no la mantenían y las chicas, que había visto, paradas en el dintel de la puerta, disfrutando de la cogida a su madre, vinieron a ayudarme.  Cuando la levantaron Berta me abrazó por el cuello y comenzó a besarme como desesperada en toda la cara.

  • “Pobre mami, no pudo echarse un “polvito” como la gente”, -dijo Rocío riendo-.
  • “Habrá que comprarle consoladores”, -dijo Amanda siguiendo la chanza de la hermana-.
  • “Váyanse al Diablo las dos, tontas, esto es lo mejor que me pasó en la vida”, -dijo-.

                                                  Se abrazaron las tres demostrando una felicidad que las desbordaba.  Sin decir nada me fui para el baño y cuando abrí la ducha entraron las tres.

  • “Te guste o no te guste, te vamos a bañar y a mimar entre las tres”.

                                                  No me quedó otra que “entregarme” y lo hicieron muy bien sin exigirme nada más.  Mientras le tocaba los pechos a Amanda, dije que tenía muchas ganas de entrar en un lugar hasta ahora “prohibido”.

  • “No te imaginás las ganas que tengo de romper la promesa que he hecho, dejame pensarlo”.
  • “Ni lo pienses Ami, lo decía bromeando, no es algo que me obsesione, tu culito seguirá “pagando” las consecuencias, jajaja”.
  • “Dame por lo menos hasta la noche para que se recupere, ayer lo hiciste bramar de gusto pero quedó un poco desvencijado”.
  • “¿Viste que no era tan fácil, yo también me quise hacer la valiente cuando veníamos en la lancha y me quedó hecho una flor”,-dijo Rocío-.
  • “Yo mejor ni les cuento hijas, el mío quedó rajado y marcado por nuestro macho pero fue el mejor gusto de mi vida”.
  • “Jajaja, faltaría el culo de Alfredo porque lo que es Camila, ayer se le salían los ojos cuando la tuvo toda adentro y le pidió repetirlo como toda una putita viciosa”.-dijo Amanda con una risa que le llenaba toda la boca-.

                                                  Les dije que por el de Alfredo pasaba, que no me interesaba y luego de cambiarnos nos pusimos a desayunar.  Había que esperar que llegaran los lanchones y la gente con las máquinas para poner las empalizadas y agrandar el muelle.

Continuará…

 

Por favor, si les gusta, valoren y comenten. 

 

Gracias.  GUILLEOS1.

Mas de tauro47

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Viaje de un jubilado a La Argentina (43)

Viaje de un jubilado a La Argentina (42)

Cada vez me encanta más la Navidad

Mi vecina de ático y sus habilidades.

Viaje de un jubilado a La Argentina (41)

Viaje de un jubilado a La Argentina (40)

El divorcio de mis padres me hizo feliz

Viaje de un jubilado a La Argentina (39)

Viaje de un jubilado a La Argentina (38)

Viaje de un jubilado a La Argentina (37)

Viaje de un jubilado a La Argentina (36)

Viaje de un jubilado a La Argentina (35)

Viaje de un jubilado a La Argentina (34) completo

Viaje de un jubilado a La Argentina (34)

Una Nochebuena especial

Viaje de un jubilado a La Argentina (33)

Viaje de un jubilado a La Argentina (32)

Viaje de un jubilado a La Argentina (31)

Viaje de un jubilado a La Argentina (30)

Viaje de un jubilado a La Argentina (29)

Viaje de un jubilado a La Argentina (28)

La conversión de mi hijo Eduardo

Viaje de un jubilado a La Argentina (27)

Viaje de un jubilado a La Argentina (26)

Viaje de un jubilado a La Argentina (24)

Viaje de un jubilado a La Argentina (25)

Viaje de un jubilado a La Argentina (22)

Viaje de un jubilado a La Argentina (23)

Viaje de un jubilado a La Argentina (21)

Viaje de un jubilado a La Argentina (19)

Viaje de un jubilado a La Argentina (20)

Viaje de un jubilado a La Argentina (17)

Viaje de un jubilado a La Argentina (18)

Viaje de un jubilado a La Argentina (16)

Viaje de un jubilado a La Argentina (14)

Viaje de un jubilado a La Argentina (15)

Viaje de un jubilado a La Argentina (13)

Viaje de un jubilado a La Argentina (12)

Viaje de un jubilado a La Argentina (11)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (4)

Viaje de un jubilado a Argentina (3)

Viaje de un jubilado a Argentina (2)

Viaje de un jubilado a Argentina (1)

Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

Mis primas de la capital (28)

Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

Mi timidez y mis tías (48)

Mi timidez y mis tías (47)

Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

Mis primas de la capital (26)

Mis primas de la capital (25)

Mi timidez y mis tías (45)

Mis primas de la capital (24)

Mi timidez y mis tías (44)

Mi timidez y mis tías (43)

Mis primas de la capital (23)

Mis primas de la capital (22)

Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

Mi timidez y mis tías (36)

Mi timidez y mis tías (35)

Mi timidez y mis tías (349

Mis timidez y mis tías (33)

Mi timidez y mis tías (32)

Mi timidez y mis tías (31)

Mi timidez y mis tías (30)

Mi timidez y mis tías (29)

Mi timidez y mis tías (28)

Mi timidez y mis tías (27)

Mis primas de la capital (18)

Mi timidez y mis tías (26)

Mi timidez y mis tías (25)

Mi timidez y mis tías (24)

Mi timidez y mis tías (23)

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Mi timidez y mis tías (21)

Mi timidez y mis tías (20)

Mi timidez y mis tías (19)

Mi timidez y mis tías (18)

Mis primas de la capital (17)

Mitimidez y mis tías (17)

Mi timidez y mis tías (16)

Mis primas de la capital (16)

Mi timidez y mis tías (15)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (14)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (13)

Mi timidez y mis tías 12

Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina