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Mis primas de la capital (23)

en Amor filial

Cuando volvíamos a casa en el coche mi tío me dijo.

-        Cómo has pasado el día Juan?

-        Muy bien, he aprendido mucho y hemos comido muy bien.

-        Sobre todo comido, jajaja. Crees que las chicas están contentas con los nuevos uniformes?

-        Creo si, aunque han estado más rato sin ellos que con ellos.

-        Si lo contáramos no se lo creería nadie.

-        No creo, de todas formas yo no pensaba contarlo.

-        No te preocupes, a tu tía ya le conté la primera vez que se la metí a Pepita, la chica era virgen y a mí me dio un subidón la polla, me costó convencerla, en principio solo quería que me calmara haciéndome una paja, pero se nos fue de las manos y al final acabé desvirgándola y ella teniendo el primer orgasmo de verdad de su vida.

-        Es un poco tímida, menos mal que Elena la ha convencido, es una chica especial.

-        Es cierto, no había reparado nunca en ella y es preciosa.

-        Unos ojos y unos labios muy lindos.

Cuando llegamos a casa aún no había llegado mi tía y Antonio se fue a tomar una ducha, yo le imité.

Ana me preguntó nada más llegar mi opinión sobre el trabajo de la tienda, le dije que realmente había aprendido bastante, le conté el tema de las referencias que era lo más difícil y la dificultad en el manejo de la registradora.

-        Cuando vengas a mi tienda verás la diferencia, la de tu tío está en la zona antigua de la ciudad y tiene un aire romántico, conserva la decoración de hace años, a la clientela que tiene le gusta recordar aquellos años, pero le va bien aunque yo le intento convencer que haga una reforma total, pero se resiste, es muy sentimental, mi tienda está en la zona más comercial y es moderna y muy luminosa, te gustará.

-        Pasado mañana me iré contigo, si quieres.

-        Encantada, nos iremos en el bus, allí no se puede aparcar, o si prefieres llamamos a un taxi.

-        No te preocupes por mí, estoy acostumbrado a ir en bus, es lo más cómodo.

Cuando mi tía se levantó tocó con los nudillos en mi habitación, lo tuvo que repetir porque estaba profundamente dormido, cuando quise abrir los ojos para mirar la hora noté que Ana estaba al lado de mi cama, se acababa de levantar, siempre madrugaba bastante para maquillarse y preparar los desayunos de la familia pero ahora apenas entraba la luz del amanecer por la ventana.

-        Hola dormilón, no era hoy cuando ibas a venir conmigo a la tienda?

-        Si tía, pero qué hora es? Si está amaneciendo!

-        Bueno si, hoy he madrugado un poco más, estaba impaciente por verte, me haces un ladito?

-        Claro, pasa dentro, te vas a resfriar con ese camisón.

-        Te gusta? Si no me lo quito, es igual, me lo quito.

-        Y el tío? No tardará en levantarse.

-        Tranquilo aún tardará más de una hora, anoche lo agoté bastante, venia caliente, me contó que habíais comido con las chicas y que se habían probado los uniformes, te gustaron?

-        Mucho, a todos nos gustaron mucho, muy  bonitos.

-        No sufras, no hace falta que me cuentes los detalles.

-        Gracias Ana, eres una mujer encantadora.

-        Lo sé, y tu también y muy madrugador por lo que noto.

Me había pasado su mano tibia por debajo del elástico del pantalón del pijama y me había cogido la polla, normalmente por las mañanas se me ponía bastante dura pero a esto se añadió el tacto de mi tía que sabía muy bien cómo tratar a mi polla para que pronto se montara la tienda de campaña.

El calor que irradiaba la piel de Ana se extendía desde la cabeza hasta las piernas que entrelazaba con las mías, mientras me acariciaba el pelo fue subiendo por mi lado, primero una teta y luego la otra aplastó mi pecho, me estiró con su pié del pijama hasta sacarlo por los pies, luego acabó de pasar la pierna sobre mí hasta quedar tumbada a lo largo de mi cuerpo, me sujetó la cara con las dos manos y me besó en la boca, cuando su lengua entro entre mis labios la polla que descansaba sobre mi vientre se elevó.

Ana la notó entre sus piernas y se escurrió hasta besar mis tetillas, entre sus nalgas mi polla estaba doblada al revés apuntando a mis pies, cuando volvió a subir sobre mí la verga se fue deslizando por la raja de sus nalgas hasta apuntar a su coño, separó las piernas como una rana a punto de saltar y se hundió el glande, un golpe de mi cintura acabó de clavársela.

Un gemido se oyó junto a mi oído a la vez que me besaba en el cuello, se incorporó lo suficiente para que le colgaran las tetas y se las pudiera coger, con las dos manos las separé a los lados y volvió a recostarse sobre mí, los pezones salían entre los dos a cada lado, con los dedos estuve rodeándolos y estirándolos más de lo que estaban ya.

-        Juan, quiero que me hagas correr antes de salir a la calle, necesito tu leche para empezar bien el día.

-        No te preocupes, la tendrás; una cosa… ya no te pones el vibrador que me enseñaste?

-        Jajaja, claro sobrino, no lo has notado?, lo llevo metido en el culo ahora, me lo he cambiado para notar solamente tu polla, esta noche lo tenía en el coño, tu tío ha preferido mi culo y se lo he dado, claro.

-        Ah!, me extrañaba mucho no notarlo.

-        Tenemos un acuerdo Antonio y yo, no nos lo quitaremos ninguno de los dos, hasta ver quien se rinde primero.

-        Pero os da resultado?

-        Claro, es impresionante, cuando me vibra casi me corro de inmediato, aunque no debe funcionar bien porque de vez en cuando se dispara solo, a tu tío le pasa lo mismo, el domingo después de comer se pusieron a vibrar solos, tuvimos que irnos a la cama y follar como locos.

-        Entonces eso de que no estabas bien?

-        Claro tonto, porque estaba mejor en la cama con Antonio dentro, jajaja.

-        Pues nos quedamos preocupados los tres.

-        Si claro por eso estuvisteis parados detrás de la puerta de mi habitación escuchando, vi el reflejo de vuestros pies por debajo de la puerta.

-        Vaya Ana no se te escapa nada, aún follando estás en todo, jajaja.

-        Y no apostaría nada por saber a qué os dedicasteis esa tarde los tres, jajaja.

-        Bueno Ana, hablemos de otra cosa, jajaja.

-        Será mejor que no des detalles, pillín.

Mi tía me había subido los brazos sobre mi cabeza y me besaba desde las manos hasta las axilas, más que besos eran lamidas y en su coño se libraba una batalla, mi glande dando pulsaciones como un telégrafo Morse y los músculos vaginales contestando a la llamada.

De momento se levantó sentándose sobre mi polla.

-        Dime sinceramente Juan, te gustan mis tetas?

-        Me vuelven loco Ana, ya lo sabes.

-        Y no te gustarían más grandes y duras?

-        Tienes unas tetas preciosas, cuantas mujeres jóvenes las quisieran tener así.

-        Gracias Juan, pero es que me estoy planteando operarme, me las pondría con los pezones mirando al techo.

-        Jajaja, Ana tú no estás bien, si las tienes duras, altas, con los pezones hipersensibles, qué más quieres?

-        No sé, he visto unas tetas que me encantan y eso que están recién operadas y no han cogido la forma definitiva.

-        No creo que superen a las tuyas naturales, me gustaría comparar.

-        Bueno quizá sea posible…

-        Pues yo me operaré la polla jajaja.

-        Tú? Ni se te ocurra, quieres torturarme más con ella? La noto clavada en el estómago casi, jajaja.

-        Me encantaría tenerla como mínimo igual que tu marido.

-        Jajaja, no está mal eh! Pero te diré un secreto y si lo dices lo negaré, con tu polla me corro antes que con la de Antonio, no tienes ni idea lo que me haces gozar, es grande, gruesa, tierna, cálida y aguantas un montón, cuando me llenas de tu semen me hacer derretir y te voy a contar otro secreto, la vecinita de abajo esta colada por ella, me lo dijo el otro día, se está haciendo muchos dedos esperando a tenerla dentro.

-        Tía tienes la virtud de ponerme cachondo solo con hablarme, pero no es mérito mío, te mereces todas las atenciones y caricias que se puedan hacer, eres guapa, eres inteligente, caliente, te gusta follar, sabes follar y follas como los ángeles, tienes un cuerpo espectacular en general y por partes si quieres te las califico, pero tus tetas, tu culo, tus labios y me refiero a los del coño, el clítoris es cuenta aparte, está sabroso y da gusto comértelo, se hace más del doble de grande de lo que es y el culo… es para perderse dentro y fuera de él.

-        Calla ya Juan, me voy a correr nada más oírte aún sabiendo que exageras, solo te doy la razón en una cosa, soy ardiente y me gusta follar, pero también que tengo buen gusto y tu eres mi hombre favorito.

Ana se inclinó sobre mí, creí que iba a besarme pero puso sus tetas al alcance de mi boca, los pezones se balanceaban sobre mí, los lamí al pasar y el primero que salió duro lo cacé y lo absorbí, se dejó caer sobre mi aguantando mi cabeza para que chupara mejor, cuando lo solté parecía que la areola era el doble ancha de lo roja que la había dejado.

La hice rodar dejándola debajo, con las manos se cogió la piernas y las plegó sobre ella, ante mí sus muslos terminados por las nalgas y entre ellas sus labios mojados y su culo con la antena del vibrador asomando.

Me dijo que si prefería su culo se quitaba el vibrador, pero le dije que no, que su coño era más sensible, los pliegues internos me pulsaban el anillo del glande.

Tuve una idea, cuando me dejé caer sobre ella la polla entró directamente, había parido dos veces y se notaba, sus hijas tenían la vagina mucho más estrecha pero mi móvil acababa de recibir un mensaje y se encendió la pantalla, seguramente era publicidad pero lo miré y abrí la app del vibrador, tuve cuidado de no pulsar el de mi tío que estaría roncando aún pero ya estaba dentro de Ana y empecé a empotrarle mi polla, ella gemía suavemente cuando me notaba en el fondo, pero cuando noté el vibrador al lado de mi capullo, comprendí el efecto que le haría.

Soltó las piernas y las dejó estiradas pero abiertas al máximo, le entró como un ataque epiléptico sintiendo al vibrador zumbar descontrolado mientras mi polla la cosía a golpes, una mano le frotaba el clítoris y la otra restregaba un pezón.

No pude calcular lo que le duró el orgasmo, yo ya me había corrido dentro de ella cuando aún le temblaba todo el cuerpo, los ojos en blanco con las manos y las piernas extendidas por la cama.

-        Juan no le digas esto a nadie, ha sido el orgasmo más brutal que he tenido nunca, gracias.

-        Me alegro Ana, yo también he disfrutado sobre todo viéndote gozar.

Aún tardó un rato en poderse levantar, pero cuando lo hizo la sabana estaba mojada de sudor, flujo y semen.

Aún tardó casi una hora en oírse a mi tío entrar en el baño, la afeitadora se oyó después de ducharse y salir hacia el salón, el olor a tostadas me llegaba desde la cocina, me duché y me fui vistiendo, cuando bajaba al comedor la sombra de una de mis primas se cruzó en el pasillo, no podría decir quien fue, llevaba una toalla liada al pelo y otra al cuerpo.

Ana ya estaba arreglada, maquillada, peinada, solo a falta de vestirse, la bata que llevaba le marcaba por delante el sujetador de tul, por detrás se notaba la punta de la antena en su culo.

El matrimonio se dio un piquito en la boca cuando se fue mi tío, aún se tomaría como siempre un café en el bar de la esquina de la tienda mientras ojeaba un poco el periódico.

Desayuné, recogí todo y lo dejé en el lavavajillas, aún quedaban dos servicios en la mesa para mis primas.

Cuando Ana salió taconeando parecía una diosa, yo iba a su lado orgulloso y ella se cogió a mi brazo, en la parada del bus nos miraban todos.

El primero que pasó ni paró siguiera, estaba abarrotado de gente, nos quedamos todos defraudados sobre todo los que tenían que acudir al trabajo, nosotros…  como era la jefa jajaja, pero no había prisa, la dependienta tenía llave y la limpiadora estaría acabando ya.

El siguiente bus que llegó también venia lleno pero el conductor se apiadó y abrió la puerta, si bajaron tres personas subimos quince, entre empujones, codazos y gruñidos nos pudimos colocar pegados a la ventana, me puse frente a Ana intentando protegerla de los empujones y vaivenes, el aire acondicionado era insuficiente para el calor que allí hacía, en la siguiente parada también abrió las puertas.

Ya no nos pareció tan bien a nosotros pero entraron diez más, aquello esta sofocante, en un  frenazo me aplastaron contra mi tía, note como sus tetas se hundían en mi pecho, ella hizo todo por dejarme sitio pero era imposible, ya no recuperé lo que había perdido y tuve que seguir pegado a ella, su boca estaba a dos centímetros de la mía, la notaba respirar, olía su perfume, hasta notaba el aire de sus pestañas, no era dueño de mi cuerpo, Ana abrió los ojos del todo, estaba notando como mi polla crecía entre sus muslos, me excusé con la mirada pero ella cerró los ojos suavemente indicándome que le encantaba.

Yo estaba un poco violento por si de momento se vaciaba el bus y me veían con la polla tiesa pegado a una súper hembra.

Mi tía hizo lo único que podía, movía sus muslos rodeando mi polla, estaba disfrutando de mi agobio, se movía restregándome las tetas, le notaba los pezones duros y ella cada vez más se frotaba como una serpiente, los calzoncillos me torturaban frenando mi erección hasta que ganó mi polla y salió hacia abajo, ya mi tía cambio de expresión mi capullo le presionaba directamente sobre su pubis, notaba lo acolchado que lo tenía y entonces fui yo quien me movía, notaba como las ingles se juntaban entre sus muslos y allí insistía yo, en mi barriga notaba los espasmos que le daban a Ana, ella apoyó su cabeza en mi hombro cuando se corrió, el beso que le di en el cuello fue el remate.

En ese momento se paró el bus, era frente una parada del metro, se bajaron la mitad de pasajeros que enlazaban con el suburbano, me quedé solo pegado a Ana e intenté separarme de ella, pero mi tía me abrazó por la cintura y no me dejó moverme, se habría caído seguramente, las piernas no le respondían.

Cuando paró enfrente de la tienda bajé y le di la mano a Ana para ayudarla, lo hizo con dificultad y enseguida se cogió a mi brazo y me rogó que anduviéramos despacio hasta la tienda.

Llegamos justo cuando la dependienta subía la persiana, me distraje mirando como subía enrollándose y cuando miré al frente me llevé una  grata sorpresa, frente a mí una chica más de diez centímetros más alta que yo, perfectamente maquillada, ojos, cara, labios, preciosa y con un cuerpo… le calculé que no llegaba a los treinta años.

Aún con la pega del uniforme se adivinaba el cuerpo que tenía, hombros anchos cintura estrecha, anchas caderas y unos muslos torneados, de tetas más vale no hablar, altas, duras, hinchadas, cuando pensé lo de hinchadas me acordé del comentario de mi tía sobre las operaciones mamarias, posiblemente se refería a este par de melones.

Me presento mi tía

-        Buenos días Alicia.

-        Buenos día Ana, has dormido bien?

-        Si claro, porqué?

-        Te veo un poco lívida.

-        Es que me he mareado un poco en el autobús, pero ya estoy bien, te presento a mi sobrino Juan, hoy nos va a acompañar para ver como es el trabajo en la tienda.

-        Encantada Juan, yo me llamo Alicia.

-        Claro, ya he oído a mi tía, encantado de conocerte, no me había dicho nada de lo guapa que eres.

-        Jajaja, vaya con el mocetón! Sabe tratar a las chicas, te auguro un buen fututo.

-        Mi sobrino será un seductor nato, jajaja.

-        Pasad mientras enciendo las luces.

Al momento toda la tienda se iluminó, era totalmente diferente a la de Antonio, con grandes espejos que la hacía mucho más espaciosa, unos asientos corridos a lo largo de la pared, con mesitas bajitas para probarse los zapatos cómodamente, mi tía me enseñó el almacén, las estanterías modernas con una escalera hasta el techo casi, un despacho amplio con un sofá de tres plazas, el ordenador de diseño, y la silla de ejecutivo muy cómoda.

Ana estuvo repasando la caja del día anterior, había sido un buen día de ventas, Alicia salió un momento al banco para ingresar el dinero de la caja, mi tía se me acercó mientras miraba las faltas en el escaparate.

-        Eres incorregible Juan, has hecho correrme en el bus, no te lo perdono, me vengaré cuando pueda. Jajaja.

-        Yo de ti reclamaría a la compañía de autobuses, jajaja pero yo he estado a punto de seguirte, dos paradas más y tendríamos los dos una mancha en la ropa.

-        Que te ha parecido Alicia?

-        Que está buenísima, podías haberme lo advertido, casi me quedo bobo.

-        Lo he hecho adrede, quería ver tu cara de niño bueno.

-        Que mala eres tía, te mereces lo del autobús y más.

-        Más? Pues buena mañana llevamos hoy!

-        Aún se podría arreglar más!

-        Lo dices por Alicia? Jajaja.

-        Mmm, chica lista Ana.

-        Una curiosidad, te has fijado en sus tetas?

-        Claro, casi lo primero, bueno no ha sido lo primero, jajaja.

-        Pues acaba de operárselas.

-        Lo he supuesto y el interés que tenías por las tuyas.

-        Me ves con unas tetas como esas?

-        Pues no Ana, te veo con las tuyas, que tan mal las tenía Alicia?

-        Ni pensarlo, lo ha hecho porque a su marido le gustan más grandes, ella tenía una talla cien.

-        Qué barbaridad, una cien y naturales, se me hace la boca agua.

-        Bribón, siempre pensando en lo mismo, no se a quien te pareces, jajaja.

-        No sería más parecido a ti si fuera hijo tuyo.

-        Ya me gustaría a mí ya.

-        Y… follarías conmigo igual?

-        Pues… si supiera como lo haces, seguro.

En ese momento apareció Alicia, dejó el resguardo en la caja y se puso a arreglar el escaparate, yo a su lado le preguntaba sobre cómo colocar los zapatos, ella me explicaba los trucos para que se vieran atractivos desde la calle y que no se taparan unos a los otros la luz.

Me enseñó a marcar los precios y colocarlos correctamente, estaba agachada con el cuerpo dentro de la vitrina, su culo sobresalía y me quedé mirando, desde dentro de la tienda mi tía golpeó un espejo con el tacón de un zapato, me volví y la vi reírse.

Ana le dijo a Alicia que yo le ayudaría a sacar las faltas del almacén y a ella le encantó, mientras le iba contando que en la tienda de mi tío, Elena me había enseñado a reconocer las referencias.

-        Ya lo sabía, me ha contado que eres un alumno muy aventajado.

-        Que la conoces?

-        Claro, somos amigas, ella me consiguió el empleo aquí.

-        Una chica preciosa Elena.

-        Solo te ha faltado decir… y competente.

-        Claro perdona, las neuronas…

-        Si eso debe ser, las tuyas las tienes  muy alborotadas, jajaja.

Alicia llevaba una lista de los modelos que tenía que reponer y se subió a la escalera, estaba mirando referencias y me daba las que iba encontrando, el uniforme que llevaba no era nada parecido al de Elena y Pepita, se notaba el mejor gusto de Ana, falda ancha por la rodilla y una blusa con un estampado muy pequeño.

Yo iba amontonando las cajas a mis pies, cuando me volví hacia la chica esperando una nueva caja ella levantó los brazos para alcanzar las más altas, la falda se le subió casi un palmo y me quedé embelesado, las piernas ideales pero de rodillas arriba eran columnas de mármol, perfectas y morenas, no se llegaban a juntar, las bragas blancas hacían de puente entre ellas.

Me despabilé cuando me dijo.

-        Te gusta lo que ves?

El rubor cubrió mis mejillas mientras ella bajaba con dos cajas en la mano.

-        Eres un crío Juan, no debes ponerte rojo por lo que te he dicho, solo te preguntaba si te gustaba lo que hay bajo de mi falda.

Una nueva oleada de rubor me sofocó la cara, no sabía dónde mirar, pero Alicia misma me sacó del atolladero que me había metido.

-        Anda Juan sube tú ahora, coge las más altas, a ver lo que aprendiste el otro día.

Me subí deprisa, habría deseado que fuera escalera de bomberos para desaparecer de allí, cuando llegué casi al techo estuve disimulando como que no encontraba la caja para que me bajara el sofocón.

-        Qué tal se ven las cosas desde ahí Juan?

-        Muy bien Alicia, estoy buscando.

-        Pues desde aquí se ven mucho mejor.

Alicia se había subido dos escalones y tenía frente a ella mi bragueta, me puso la mano en el tobillo y la fue subiendo lentamente, en un principio pensé que se quería sujetar y señalarme la caja que buscaba pero cuando pasó la mano por dentro de mi muslo, empecé aponerme nervioso, la mano subía y subía hasta que se quedó en mi entrepierna.

La mantuvo quieta hasta que el pantalón fue inflándose a muy poca distancia de su mano, mi polla se estaba empinando como una cometa.

-        Juan creo que no eres tan crío como pensaba, me he equivocado.

-        Perdona Alicia ha sido sin querer, yo…

Noté una vibración en la bragueta, se oyó un ziiip, un frescor en el glande y la presión de la mano de Alicia sacándome la polla fuera.

No me atreví a mirar hacia abajo, no quería ver su mirada pero cuando bajé la mía solo vi su melena rizada, su cara estaba pegada a mi pantalón, tampoco vi mi polla, quizá porque ya estaba en la boca de Alicia, no me atreví a moverme, aferrado a la escalera estaba helado solo tenía caliente la verga entre los labios de la chica, cuando ya empezaba mi capullo a dar aviso de corrida Alicia se la sacó y me miró.

-        Perdona Juan, retiro lo dicho, no eres un crío, tienes una polla, grande y gruesa, ideal para follar.

Se bajó de la escalera y esperó a que yo lo hiciera también, cogí las cajas del suelo y se las di, ella las recibió pero apretó sus tetas en mis manos, se rió al ver mi expresión, estaban duras como piedras y se marcaba los pezones que volvieron a su forma cuando se separó de mí, solo le pude decir.

-         Gracias Alicia.

Cuando salí del almacén detrás de la dependienta ya me había guardado malamente la polla, a mi tía no se le escapó el detalle y nos miró a los dos, sonrieron irónicamente.

A media mañana por la calle empezó el trasiego de paseantes, compradores en potencia que se paraban a mirar, Alicia estaba atendiendo a una señora mayor con varios zapatos por el suelo, entró una señora con un carrito de bebé, al tras luz de la calle no me pude fijar tendría unos treinta y algo y vestía muy elegante, una chaqueta camisa y falda de tablas, el cochecito de bebé se notaba que era de calidad, seguramente carísimo, mi tía en ese momento estaba ocupada al teléfono y me hizo señas para que la atendiera yo, tragué saliva y me acerque preguntándole que deseaba, la señora se sentó y me pidió un modelo del escaparate, estaba yo en la escalera del almacén cuando empecé a oír al bebé llorar, al salir la mamá estaba meciendo el carrito intentando calmar a la niña, mi tía se había acercado para consolar a la cría, pero cada vez lloraba más.

La madre toda apurada le dijo a Ana.

-        Perdone mi atrevimiento, pero me dejaría darle pecho a la niña? Es que en muchos sitios no me dejan porque les resulta desagradable.

Yo salté sin darme cuenta y respondí.

-        Cómo que desagradable, si es lo más bonito que se puede ver como una madre amamanta a su bebé.

Mi tía me miró sorprendida igual que la mamá, no se esperaban que un muchacho joven tuviera una opinión tan tajante.

-        Como dice mi sobrino Juan, puede dar el pecho a su hija el tiempo que quiera. Juan acompaña a la señora al despacho, estará más cómoda y tranquila.

-        Enseguida tía, me acompaña señora?, yo llevaré el cochecito.

-        Muchas gracias, no sabe lo mucho que siento molestar.

-        No es molestia, me encanta ver a un bebé mamar.

-        Pues no se vaya, por mí no hay problema, es usted muy amable y me ha emocionado su defensa a dar libremente el pecho a los niños.

-        No podía ser de otra forma pero no quiero molestar usted estará más tranquila.

-        No me deje sola, la niña tarda bastante, casi no tiene apetito y me deja los pechos casi llenos.

-        Bueno, si usted lo dice…

-        Gracias, siempre es emocionante ver a un hombre, porque usted ya es un hombre… defender a las madres.

-        Será porque a mí me criaron con biberón.

-        Jajaja que ocurrencia, pues se ha criado muy bien se lo aseguro.

-        Gracias, imagine si me crían con teta, jajaja.

-        Sobre todo si tienen tanta leche como las mías.

-        Que envidia me da la niña, como se llama?

-        Se llama Aída, y no tiene que darle envidia, es que no ha probado nunca la leche materna?

-        Nunca y reconozco que siempre he sentido curiosidad, debe ser muy suave, tibia y dulce.

-        La mamá ya se había despasado la camisa después de quitarse la chaqueta, cogió la niña que no paraba de llorar y se sentó en el sofá, yo de pié frente a ella miraba como buscaba entre el sujetador, apenas podía contener aquella teta rebosante de leche, soltó el tirante del hombro y se bajo la copa, vi el pezón más grande que había visto nunca, la areola era como la palma de la mano, oscura, color café, la mamá me miró y apretó el pezón.

-        Mire Juan ya sale la leche.

Dos chorritos finos salían en diferentes direcciones cambiando según se estrujaba el pezón, la niña con su instinto buscó con la boquita y se lo tragó, la mamá hizo un gesto de dolor.

-        Que le pasa, le duele?

-        Un poco, como está tan llena la niña muerde un poco y estoy muy sensible.

-        Me imagino, está mamando como si se le fuera a acabar, que delicia verla, me encanta.

-        En cambio a mi marido le repele el olor a la leche.

-        No lo puedo creer, si huele a inocencia, a vida.

-        Pues a él le da asco, me ha preguntado hasta cuando le tengo que dar y me ha sentado muy mal.

-        Lógico, yo en su lugar estaría pegado a usted para mamar lo que le sobrara a la niña.

-        Jajaja, pues se atragantaría porque aquí hay leche para rato, de hecho me la tengo que sacar.

-        Y como se la saca?

-        Con un aparato que llevo en la bolsa del carrito, acérquemelo.

Busque en el carro y lo único que encontré entre la ropita era un frasco con una ventosa.

-        Se refiere a esto?

-        Si claro, con esta ventosa se aspira y provoca la salida como si fuera la boca de la niña, quiere probar en el otro pecho?, si no me va a reventar.

-        Pero le hará falta a la niña!

-        No que va, ella en un momento está saciada es de buena calidad, el resto es para usted.

Se soltó el otro tirante y sacó la otra teta por encima de la copa, el pezón gemelo al primero, apretó un poco y los chorritos manaron de él resbalando teta abajo.

-        Deprisa, ponga el aparato, que me voy a mojar toda.

-        Me apresuré, sin querer tocarle la piel le puse el embudo de cristal pegado a la areola, pero no salía nada.

-        No así no, tiene que aspirar con la ventosa y apretar el pecho, así ve?

La mamá apretaba la teta como si fuera una esponja, pero lo cierto es que salía leche y en abundancia.

-        Ya va aprendiendo ya, siga, siga así.

Sentado al lado de la mamá procuraba apretar el pecho, la ventosa, el embudo al pezón, un lío y la leche acababa escurriéndose fuera.

-        En esa postura es difícil Juan, porqué no hacemos una cosa… la niña ya no quiere más, la voy a dejar en el carrito se ha dormido satisfecha, porque no nos hacemos un favor mutuo, me saca la leche que me sobra y usted cumple su curiosidad, qué le parece?

-        Me parece muy amable por su parte pero creo que sería abusar mucho de usted.

-        Al revés me aprovecho de su boca y me descargo de esta hinchazón.

-        Vale, lo haremos así, pero si le hago daño me lo dice.

-        No se preocupe, túmbese en el sofá y apoye la cabeza en mis piernas, yo le pondré el pezón a su alcance.

En mi oreja notaba el calor del muslo de la mamá, apenas me había acomodado cuando ya tenía el pezón intentando entrar en mi boca, abrí los labios, no sabía cómo mamar, hasta ahora las tetas que había chupado era para dar placer y lo mismo lamía que chupaba o mordía, ahora era chupar y chupar.

-        Ya está Juan, ahora chupe, chupe sin miedo si me hace daño se lo diré.

-        Es que nunca he mamado, es la primera vez.

-        Pero usted le habrá chupado las tetas a alguna chica, no?

-        Pues… si pero las lamía e incluso las mordía.

-        Pues haga lo mismo, mientras no muerda muy fuerte…

La mamá me cogió la cabeza a las primeras chupadas efectivas, me metía casi toda la areola en la boca aspirando y ella me pasaba los dedos entre mi pelo y me atraía hacia ella.

Apenas podía respirar por la nariz que se hundía también en la teta, pero los chorros de leche me llenaban la boca, no era dulce, me había equivocado, era como la de vaca desnatada y muy clara, pero deliciosa y sabiendo de donde la sacaba… más.

Miré hacia arriba, la mamá estaba con los ojos cerrados, se mordía los labios cada vez que le daba una chupada fuerte, no sabía la leche que tenía pero estaba decidido a vaciarle la mía y lo que hubiera dejado la niña en la otra.

Me acariciaba la cabeza, pasándome los dedos por las cejas amorosamente, me cogió la mano y se la llevó a la otra teta, me la puso debajo de la suya y se acarició los pezones, cuando yo le seguí sus movimientos me dejó solo y mis dedos presionaron primero el pezón y luego la teta entera, ya no le importaba si la leche le manchaba el vestido, solo suspiraba al tacto de mi mano y mi boca, no me cansaba de chupar y chupar, estaba cómodo y haciendo lo que más me gustaba, ya notaba como las tetas estaban perdiendo tirantez cuando noté la mano de la mamá pasando sobre mi pecho, me fue abriendo la camisa y estirándola para sacarla del pantalón, ya estaba abierta cuando me pasó la mano por el vello del pecho, no tengo mucho, pero la sensación de hacer ricitos en ellos me ponía la polla más dura de lo que ya la tenía mamando.

Me quise cambiar a la otra teta y me dijo.

-        Sabes una cosa Juan?, a mí también me criaron con biberón, me dejas probar?

Fue un segundo lo que tardé en comprender, en principio creí que quería chuparse los pezones ella pero como metió la mano bajo del cinturón de mi pantalón ya no tuve duda, levanté la cabeza y ella se escurrió del asiento del sofá y se quedó de rodillas a mi lado, yo apoyé la cabeza en el asiento tumbado, por mi cara escurría la leche que no me había tragado.

La mujer abrió lentamente la bragueta y separó el pantalón abriéndolo, tiró de él junto al bóxer y mi polla saltó casi vertical, la vi con las manos abierta como adorándola y sin más se la tragó toda.

Ella sí que estaba hambrienta, se tragaba mi polla hasta que sus labios me tocaban los huevos, su garganta se hinchaba al paso de mi glande, con las dos manos abarcaba el tronco y los huevos, su cabeza martilleaba sacando carne y tragando, yo miraba al techo, las luces me giraban un poco, miré hacia la puerta, vi las dos cabezas de Ana y Alicia, sus caras me sonreían, miré el reloj de pared que había en el despacho, ya hacía media hora que habían cerrado la tienda y estaban allí mirando, esperando pacientemente el final.

El final no tardó mucho, no me dio opción a avisarle, cuando me corrí se atragantó, los chorros de leche no eran como los suyos, eran a presión, espesa y caliente, y el sabor a semen requemado ya.

Tosió y tragó, hasta le salió por la nariz, pero no paró hasta dejarme seco.

Alguna salpicadura le había caído sobre los pezones, cogió las tetas y las estiró hasta que pudo llegar con la lengua, los lamió y me sonrió.

Cuando se levantó se guardo las tetas en el sujetador mojado y se arreglo el vestido, la niña seguía durmiendo.

Al salir a la tienda se extraño de la hora, las dos mujeres estaban disimulando, les dijo que volvería con más tiempo y les pidió disculpas a las dos y se fue.

Alicia y mi tía me rodearon.

-        Que tal sobrino? Es bonita la lactancia eh?

-        No te lo iba a decir pero estoy preñada de tres meses, ya te avisaré cuando tenga que amamantar.

-        De verdad Alicia?, me alegro mucho, enhorabuena.

Mi tía la besó felicitándola, Alicia me cogió la mano y se la llevó a su vientre, ya se le notaba un poco, lo acaricié con esperanza.

Continuará.

Espero sus comentarios.

Gracias.

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