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Viaje de un jubilado a La Argentina (30)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.          

 

                                                  La provincia de Misiones iba pasando rápidamente, por el camino las mujeres me contaban lo que habían visto en Puerto Iguazú, allí confluían tres fronteras y ellas cruzaron para ver las diferentes tiendas, realmente no habían muchas diferencias en los nativos guaranís pero era curioso las costumbre propias de cada país, Brasil, Paraguay y Argentina, yo había leído antes de salir algo de la historia de las provincias y en realidad habían pasado muchas vicisitudes con todo tipo de circunstancias, ahora vivían dedicados sobre todo al turismo y se notaba que no era su momento más boyante, mi hijo me comentaba los detalles que no habíamos visto antes y decidimos hacer menos paradas y así poder ir a ver la Ciudad de Gualeguaychú en la provincia de Entre Ríos, cruzamos la provincia de Misiones y me habría encantado desviarme a la ciudad de Aristóbulo del Valle pero habíamos decidido pasar por la provincia de Corrientes y allí buscar un sitio para comer, una vez orientados sobre donde pasábamos, al final mi hijo se apartó a un lado, en una gran explanada que rodeaba a un restaurante muy concurrido, entramos después de aparcar debajo de un cubierto, caía un sol de justicia y llevábamos el coche lleno de equipaje, al que habíamos traído había que añadir los regalos que habíamos ido comprando, además estaba más vigilado.

                                                  No teníamos ni idea que pedir para comer pero Corina se impuso y decidió que probáramos las especialidades de la región y pidió unos platos desconocidos para nosotros donde imperaba el chicharrón, trenzado de chicharrón, pan con chicharrón y queso chancho, hasta ahora no conocía ninguno y no me sonaban pero cuando añadió al pedido asado correntino ya me animé, decidió pedir un poco de todo y así ir picando y probar de todo.

                                                  Cuando salimos del restaurante estábamos empachados, todos los platos estaban deliciosos y bien regados con vinos del terreno nos animaron para seguir, antes de continuar el viaje Corina cambió a Javi en el asiento de atrás del coche, el niño al sentirse limpio, sólo pidió su alimento para estar conforme, dentro del coche le dio el pecho hasta que el niño se quedó dormido con el pezón en la boca, con cuidado lo dejó en su sillita y lo tumbó para que durmiera cómodamente, la idea era dar otro empujón importante a la ruta y acordamos que mi hijo descansara un rato y se sentó atrás, mi mujer se quedó también allí pendiente del niño por si acaso se despertaba aunque era difícil, Corina se sentó a mi lado adelante.

                                                  Salí a la ruta 14, sabía que teníamos muchos kilómetros por delante y nos decidimos a llegar lo antes posible, me arrellané en el asiento y cogido al volante atendía a mi nuera que procuraba mantenerme despejado, su intención era buena el sol hacía que me entrara somnolencia apoyada por la potente comida que habíamos hecho, poco a poco mis parpados me iban pesando, me costaba mantener la atención en la cinta de la carretera y no seguía la línea recta como sería lo normal, Corina tuvo una idea que aunque inusual no dejó de solucionar el problema, llevaba una falda larga y una camisa, lo cual le había facilitado alimentar al pequeño, yo ya no prestaba tanta atención como antes pues consideraba que el ver dar de mamar a un niño es una de las imágenes más tiernas que se pueden ver y la visión de un pecho materno no me causaba tanta sensación como hacía poco pero una cosa era ver a Corina alimentando a Javi y otra asomarme entre las solapas de su camisa, ya no era el pecho materno goteando de alimento infantil, era una teta hinchada suave, dura y que rebosaba néctar.  Corina todo esto lo sabía tan bien como yo, había notado que ahora cuando le daba el pecho al niño yo no estaba tan pendiente de ella, me retiraba discretamente pero en contra estaba ávido de verle las tetas y más aún de poder acariciarlas o chuparlas, por eso se sentó de forma que su camisa con los botones casi despasados iba abriéndose con los movimientos del coche, sabía que yo estaría pendiente de ella y era una buena forma de mantenerme despierto.

                                                  No tardé en notar los cambio que se producían bajo su camisa, de reojo vi que habían más botones abiertos que de normal y eso empezó a interesarme pero no quise demostrar demasiada dependencia, quería hacerme de rogar un poco aunque estaba convencido que tenía todas las de perder, por el retrovisor miré atrás y vi a mi hijo apoyado en la ventanilla durmiendo y mi mujer apoyada en su hombro también durmiendo, la adrenalina empezó a fluir y las miradas fueron más frecuentes, Corina miraba hacia adelante sin prestarme atención aparentemente pero yo notaba que la camisa se iba ahuecando cada vez más, ya claramente le veía el tirante del sujetador negro que llevaba, la prenda oprimía con dificultad el pecho por lo lleno de leche que estaba además de su volumen, con los vaivenes de la carretera provocaba que asomara una porción de teta por encima, yo en silencio miraba y callaba y ella hacía lo mismo, en una de mis miradas furtivas me di cuenta que el tirante ya no se veía, enfoqué más la mirada y efectivamente no se veía sin embargo los movimientos de la teta era más libres, eso me gustó pero no quise que se notara mi creciente interés. 

                                                  Al seguir callado ella quiso exponer más y abrió otro botón ya se podía apreciar la redondez del pecho pero aún faltaba mucho para salir de dudas.  Corina se estuvo arreglando la tensión del cinturón de seguridad del coche y el resultado fue que al apartar las manos se podía ver casi toda la teta, la copa había bajado “milagrosamente”, el corazón me sonaba como un tambor, en las rectas interminables de la carretera no dejaba de mirar de reojo a la chica que no dejaba de moverse y yo sabía que a cada movimiento había una posibilidad de mejora, ya no hablábamos, el ronroneo del coche ya no me daba sueño ahora estaba pendiente de la carretera y de Corina,  ya tenía la seguridad de que el sujetador de Corina ya no hacía su labor, había caído arrugado debajo de las tetas de la chica y mi interés se centraba no sólo en ver aquella maravilla que por otra parte había visto miles de veces sino por cómo estaba jugando a provocarme con algo que sabía que me encantaba, aunque sólo fuera por admirar su redondez.

                                                  Se soltó un momento el cinturón y se quitó los zapatos porque según ella tenía los pies doloridos para ello subió las piernas sobre el salpicadero y con cuidado se fue quitando los zapatos mientras su falda por el peso subía por sus muslos, mis ojos se concentraron ahora en los muslos y con el cuerpo inclinado sobre ellos que aplastaba las tetas debajo de la camisa.  Me acordé del despiste que había tenido ya por mirar donde no debía y me propuse mirar al frente por eso cuando volvió a sentarse bien no le hice caso, oí el clic del cierre del cinturón y me tranquilicé, ya sólo de reojo controlaba y vi que la falda que se había quedado por encima de las rodillas no resultaba demasiado escandalosa, al mirar la camisa fue cuando realmente me quedé asombrado, el cinturón claramente dividía a las dos tetas que asomaban por la camisa abierta, las dos bolas no se veían desde el asiento de atrás además que los ronquidos que de allí provenían daba algo de tranquilidad. 

                                                  Las mitades de la camisa ahora estaban separadas completamente y sólo cubría las tetas el cinturón que separaba el canalillo entre ambas, para mí todo aquello habría sido bastante porque ya desde muchos kilómetros atrás tenía la polla creciéndome por el camal del pantalón pierna abajo pero sin darme cuenta fui aflojando el pie del acelerador, estaba extasiado ante las dos tetas hasta que vi realmente el motivo de tanta exhibición.  Corina en alguno de aquellos movimientos continuos se había colocado el anillo que en teoría “yo” le había regalado, se lo había incrustado en el pezón derecho y con la posición ladeada que estaba me lo enseñaba en primicia, el anillo se ajustaba perfectamente al pezón hinchado y ella presionaba un poco la teta para que goteara por él, para mostrarme la presión que ejercía lo estiraba hacia delante y me demostraba que no se le caía por lo justo que le venía, tanto bajaba la velocidad del coche que alguien por detrás se removió y pareció despertarse, Corina  me cogió la mano cuando cambié de marcha y me puso el dedo en el pezón, me lo mojó con su leche y me lo devolvió para que lo chupara yo.

                                                  Lo hice y noté el sabor ya tan familiar de la leche materna de Corina, aceleré el coche y volvía a la velocidad de crucero, ella cogió del anillo, lo fue estirando hasta que el pecho tomó la forma de un cono y entonces se salió, la teta al volver a su estado normal se agitó como un flan de gelatina hasta igualarse a la gemela, luego con toda la lentitud que pudo se subió el sujetador y las fue recolocando en su sitio cerrando la camisa, aún estuvo jugueteando un rato con el anillo en la mano hasta que lo guardó, como premio pasó la mano a lo largo del bulto que marcaba debajo del pantalón y se bajó la falda.

                                                  Al rato llamó mi atención con el letrero que anunciaba que entrabamos en la región de Entre Ríos, el día estaba avanzado y ya suponíamos que llegaríamos de noche a Buenos Aires, más adelante vimos otros letreros, los pueblos y ciudades estaban cerca pero había que salirse de la carretera principal, cuando vio el anuncio que estaba cerca el pueblo de Gualeguaychú no pudo resistir y poniéndome la manos sobre el muslo se acercó y me dijo.

  • Salí a la derecha y por el desvío cruzaremos la carretera y veremos el pueblo de Gualeguaychú que queda a la izquierda, vale la pena verlo y de paso descansamos un rato.

                                                  Tal como me había indicado salí y a poca distancia estaba la entrada del pueblo, no esperaba encontrarme con aquello, pensé que sería un pueblo típico más pero estaba lleno de animación, se anunciaban los carnavales que se celebraban en enero y según decían los carteles eran de los más importantes del mundo junto a los de Rio de Janeiro en Brasil y los de Venecia en Italia, a mi me pareció exagerado pero al ver los cartelones me quedé convencido, aquello no era un pueblo cualquiera, era una ciudad y nada más entrar en ella Javier se despertó y por ende Elena, Javi estaba despierto pero con las luces de neón estaba distraído, todos se sorprendieron de lo bonito que era, en medio de una verde vegetación con hoteles y mucho ambiente, me enteré que estaba bañada por dos ríos, el que le daba el nombre a la ciudad y el río Uruguay además de otros riachuelos, además contaba con casino, parques, teatros y edificios históricos desde su fundación, tenían una casa original amueblada con los muebles auténticos de la época, aparcamos en un lugar céntrico y bajamos en un restaurante, tomamos un tente en pie porque la comida de Corrientes había sido copiosa.

  

                                                  Corina y Elena desaparecieron con Javi y cuando volvieron lo habían cambiado y ellas se habían acicalado, Corina, en la mesa, aprovechó para dar su “merienda” a Javi mientras mi hijo y yo íbamos al servicio, cuando ya volvíamos a la mesa Javier se encontró con un compañero de la compañía que era de allí, se alegró mucho de verlo y le dijo que quería presentarnos, el chico de la misma edad más o menos que Javier, era muy amable y se sentó con nosotros, nos estuvo contando cómo era la ciudad sobre todo y se ofreció a dar una vuelta y enseñarnos lo que pudiera, nos enseñó el Corsódromo, el lugar donde se reunían la gente para ver desfilar a las comparsas que eran varias, tenía una capacidad de 40.000 personas con zonas VIP y tribunas, era como el Sambódromo de Rio, a Corina le encantó y le dijo a Javier que en el carnaval quería volver a verlo, el chico que se llamaba Manuel se ofreció a enseñarnos las interioridades del carnaval, su familia era de una comparsa importante y estaba en plena actividad preparando los vestidos y carrozas.

                                                  Fuimos con él y en un local había un montón de gente cosiendo los diferentes trajes con lentejuelas, plumas, apliques y toda clase de adornos, con todo el colorido y brillo posible, el director de todo aquel tinglado iba de un sitio a otro histérico, se le notaba un poco amanerado pero era un artista muy buscado, parecía que iba a llorar de un momento a otro de desesperado que estaba, cuando nos vio de lejos abrió los brazos como si nos estuviera esperando.

  • Por fin has llegado Alicia, ya estaba desesperado.

                                                  Nos quedamos extrañados pero cuando estuvo al lado de Corina dijo.

  • ¡Oh! perdón, ¡pero si eres igual que Alicia!, estamos esperándola para hacer la prueba del vestido y no ha venido, tengo a toda la gente parada.

                                                  Nos reímos por la confusión hasta que el artista se quedó serio mirando a Corina.

  • Perdona bella, no sé cómo te llamas pero no importa, eres igual que Alicia y tengo que pedirte un gran favor.  ¿Quieres probarte el vestido de la reina?, ya sé que pido mucho pero no tardaremos demasiado.
  • ¡Oh! pues…  No sé qué decir, ¿a vosotros que os parece?
  • A mí me gustaría verte vestida de reina de los carnavales.
  • Y a mí.
  • Y a mí.
  • ¡Qué vergüenza!, no sé si me atreveré.
  • Si mujer, nunca tendrás otra ocasión como esta, yo te acompaño.

                                                  Elena cogió del brazo a Corina y nosotros nos quedamos con Javi, tardaron un buen rato pero de pronto se encendieron todos los focos del local, todos enfocaron a la Reina que salía en la carroza, Corina estaba desconocida, su vestido (por llamarlo de alguna manera) lleno de brillos, era diminuto, lo justo para enseñar lo más posible sin que la censura pusiera pegas, en la cabeza una diadema brillante y de la espalda salían plumas largas por todos lados, no sé cómo se las sujetarían porque lo que podría llamarse sujetador no llegaba a eso, era simplemente un aro y un cubre pezones y en la parte de abajo era similar, los justo para que no se le viera el coño pero estaba bellísima, ella estaba exultante, con todas las luces parecía una diosa, pusieron la música y empezó a bailar, estaba preciosa. 

                                                  Yo saqué el móvil y le grabé en video, me costó seguirla y con el zoom intentaba sacarle los detalles más sobresalientes, las pezoneras apenas podían mantener su sitio y según iba bailando se desplazaban peligrosamente, cuando estuvo a gusto del artista ya vino con nosotros, ahora sí que la veíamos con detalle, ella también quería lucirse y aprovechar el momento, a mi me dedicó alguna postura que sabía que me iba a gustar, en ocasiones el armazón del sujetador era tan rígido que no la seguía a ella y me demostró como sus tetas iban por libre, Javier se embelesaba con las nalgas que movía al ritmo de samba. Elena estaba orgullosa, ella había estado en el proceso de vestirla y había visto mucho más, yo estaba impaciente para que me contara con detalle todo lo que habían hecho.

                                                  Cuando volvió vestida con su ropa parecía que volaba, giraba su falda larga para que viéramos que era merecedora de ser reina del carnaval, cuando abandonamos el taller, el artista se deshacía en elogios y le prometió que si quería ir podría desfilar, sólo tenía que avisar un poco antes porque como ya tenían sus medidas le harían un vestido para ella.

                                                  Corina no cabía en ella, y Javier tampoco, yo iba detrás con Javi en los brazos y de la mano de Elena, la pareja se veía muy feliz y eso nos hacía sentirnos afortunados.

Nos despedimos del amigo Manuel, sin él no habríamos visto la esencia de la ciudad y menos privilegiadamente la del Carnaval, lamentablemente teníamos que continuar el viaje de vuelta, muy a gusto nos habríamos quedado un par de días para verlo todo pero Manuel nos invitó a unos refrescos y lo más importante se empeñó que a los próximos carnavales nos esperaba, por lo menos a mis hijos.

                                                  Ya en el coche Javier cogió el volante Corina se quedó junto a él y yo pasé con mi mujer, estaba verdaderamente cansado, había conducido muchos kilómetros y a la tensión añadida de la visión de Corina estaba rendido pero Elena en cambio había estado todo el rato dormida sobre Javier y tenía ganas de hablar.

  • ¿Cómo estás Pepe, te ha gustado el viaje?, ha sido precioso.
  • Si Concha si, ahora déjame dormir un poco, estoy cansado.
  • Claro, pero…  ¿Te has fijado en lo guapa que estaba Corina?
  • ¡Ah!, si claro, estaba linda.
  • Pues si te cuento cuando se ha puesto el vestido de reina…

                                                  Concha con los años que estábamos casados conocía muy bien mis puntos débiles y cómo y cuándo atacarlos, decididamente no tenía ganas de dormir ni de estar callada y me dio donde más me dolía.

  • Qué lástima que tengas sueño, si no te contaría la prueba del vestido de carnaval…
  • Por favor Concha, ya me lo contarás… tengo más ganas que tú en que me lo cuentes pero estoy hecho polvo.
  • Qué pena con lo sexi que estaba, lo que no esperaba es que tuviera que desnudarse del todo…

                                                  Era como si Concha me metiera un dedo en el ojo, al final me despabilé pero me quedé pegado a la ventanilla, ella se apoyó en mi y sin que la oyeran la pareja de delante me estuvo contando al oído.

  • Pues… Corina iba muy ilusionada, se veía probándose aquellos vestidos tan bonitos, cruzamos todo el taller, un montón de mujeres cosiendo unas a mano y otras a máquina poniendo adornos y lentejuelas, en el taller los hombres preparaban la carroza con luces y todo, nosotros fuimos al despacho que tiene el diseñador arriba, el chico tiene una soltura y un arte… pero tiene mal genio, claro para mandar a toda aquella gente… cuando entramos en el despacho nos enseñó el traje que tenía tapado con un paño en un maniquí, era secreto, nos quedamos asombradas, era una maravilla brillaba con todos los colores posibles pero era tan diminuto que casi sólo se veía el maniquí, él sin inmutarse se puso a quitarlo del maniquí mientras le ordenaba a Corina que se quitase la ropa, la chica estaba cortada delante del diseñador pero tuvo que quitarse la camisa y la falda, se quedó con sujetador y bragas, ¡ah!, no tienes idea que modelo llevaba, se lo había regalado Javier en Misiones, le sentaba perfecto, es negro y tan trasparente que enseña más que tapa, te habría gustado verlo pero cuando se volvió el diseñador con el traje en la mano se enfadó y dijo.
  • ¿Pero es que no me ha oído?  Le he dicho que se quite la ropa.
  • Nosotras nos quedamos extrañadas, Corina estaba con las tetas que se le salían por encima del sujetador y las bragas le marcaban los labios del coño, no sé que más quería.
  • Todo, le he dicho que se quitara todo.
  • Corina con vergüenza se quitó todo, ¡uf!, Pepe, mejor no te lo cuento, que tetas, que culo, que piernas, sin barriga ninguna estaba preciosa pero el diseñador ni la miraba, para mi… que no le gustaban la mujeres, le hizo ponerse el vestido que en realidad eran alambres forrados con adornos, le estuvo ajustando todo a sus tetas, con los pezones tuvo problemas porque Alicia, la chica que lo iba a llevar, tiene las tetas más caídas y le tuvo que subir las pezoneras para que le taparan a Corina, por la parte de abajo hizo los mismo, entre las piernas estuvo ajustando porque se le metía entre los labios y le molestaban, al final se lo hizo quitar y ponerse unas mallas hasta la cintura, así le recogía el culo y no le dejaba que se le metiera en el coño el alambre del vestido.

                                                  Concha cuando quiere puede ser muy descriptiva pero a mí en ese momento se me estaba poniendo la polla como un burro, después del calentón con Corina ya estaba yo para pocas bromas pero inclinada sobre mí seguía contando.

 

  • Corina me miraba apurada pero el diseñador le decía que estaba perfecto, a mi la verdad es que me encantaba parecía una diosa, ¡joder Pepe, no se te puede contar nada, mira como se te ha puesto la polla!
  • Es que como estás tan pegada a mí noto tus tetas apretadas a mi brazo.
  • No te quejabas tanto cuando íbamos buscando sitios oscuros en aquél Citroën que tenías, entonces sí que me buscabas las tetas. ¿eh?
  • Y tú me cogías la polla, confiésalo.
  • ¿Entonces qué quieres que te la coja aquí con lo acompañados que vamos?
  • Bueno aunque sea un poco, si quieres me la saco y me acaricias un poco.
  • Que loco que estás, Corina ahí delante, Javier conduciendo y quieres que te haga una paja aquí.
  • Yo te acariciaré el coño que también sé que te gusta Concha.
 

                                                  El grosor y el calor de mi polla vencieron la resistencia de Concha que aunque opinaba que era una barbaridad tenía tantas ganas como yo, mi mano se deslizó entre sus muslos y ella abrió las piernas hasta ponerlas debajo de la sillita de Javi, al tocarle el clítoris agarró mi polla con fuerza, la había sacado de varios estirones y ahora era suya, los dos apretados estuvimos acariciándonos. Corina dormida en el asiento de adelante y Javier escuchando la radio del coche, Concha sabía cómo frenar y acelerar mi polla y la fue graduando hasta que sintió que se iba a correr ella, en el último momento me pidió un pañuelo de papel para recoger la leche que me iba a salir pero estaban en el asiento de adelante, ya se estaba corriendo ella cuando notó que mi polla se ponía dura al máximo y que iba a explotar ya.  A Concha nunca le ha gustado que me corriera en su boca y menos tragarse el semen, decía que no le gustaba el sabor pero ante la urgencia no tuvo más remedio que meterse la polla en la boca y mientras con la mano terminaba de agitármela espero hasta que se la llené de leche, la falta del pañuelo se hizo más necesaria pero tuvo que tragarse toda la lechada que llevaba entre las mejillas hinchadas, lo hizo agarrada a mi brazo porque el orgasmo le estaba atacando con fuerza, nos quedamos dormidos abrazados y nos despertamos varios kilómetros después, mi hijo tenía la radio bastante alta por lo que tuvo que alzar la voz.

  • Señores pasajeros, el comandante les informa que estamos cruzando el puente de Zárate, como es de noche no verán nada más que luces pero dentro de muy poco estaremos en casa.

                                                  Todos aplaudimos hasta Javi que se había despertado en ese momento, estábamos admirados de lo bien que se había portado el niño, debía haber salido tan curioso como su abuelo, mi hijo fue buscando la carretera que entraba a Buenos Aires por nuestra zona, al pasar por un desvío me dijo.

  • Papá, por ahí se va a Tigre, cuando quieras volvemos.
  • Mmm ¡Qué bien comí allí!  Me gustaría volver.
  • Pues cuando quieras ya sabes dónde ir a comer.
  • Jajaja, gracias hijo no se me olvida.

                                                  Entramos en la autopista panamericana y nos desviamos a Villa Devoto, en pocos minutos estábamos debajo de casa, Elena mandó a Corina primero con el niño para que lo acostara, estaría agotado de tanta sillita, nosotros descargamos el coche y fuimos subiendo las maletas, mi mujer había ido a ayudar a Corina y cuando por fin cerró la puerta Javier, dijo.

  • Por fin en casa, ¿lo has pasado bien papá?
  • De maravilla, con razón dicen que las Cataratas de Iguazú son la séptima maravilla del mundo.
  • ¿Y la gente de Misiones muy hospitalaria no?
  • No tienes ni idea, nos han tratado de maravilla, lo digo por mí.

                                                  Apenas cambió a Javi su madre lo acostó, el pobrecito se dejó manejar sin despertarse, lo puso en su cuna  con su peluche preferido y se quedó plácidamente dormidito, nosotros no llegamos ni abrir las maletas y nos fuimos a dormir, yo me había prometido que hasta media mañana no me iba a despertar pero Concha tenía otros planes.

  • Pepe, ¿aún tienes ganas de dormir?
  • Concha, ¿tú qué crees? Llevamos todo el día dentro del coche sin movernos.
  • Tanto como sin movernos…
  • Vale Concha, hemos tenido nuestro momento de juventud.
  • ¿Juventud?  Si ya estamos jubilados y nos hemos hecho una paja como adolescentes y nos hemos corrido como dos recién casados…
  • Vale Concha, tienes razón pero mañana lo haremos más tranquilos ahora estamos agotados, tú al menos has dormido un rato.
  • De novio no habrías dicho lo mismo…

                                                  Mi mujer se volvió dándome la espalda, había apoyado el culo contra el mío e intenté dormir, sólo lo intenté porque no pude, a mi memoria acudían muchas escenas, la belleza de las Cataratas, las tetas de Ingrid, y las de su madre, el coño tierno de Herta y las fotos que les había hecho a Corina y su amiga, no había forma de conciliar el sueño, todo lo contrario entre la bragueta mal cerrada del pijama me asomaba la polla dura al recordar todas aquellas vivencias, al final me volví a mi mujer, me pegué a su espalda y le dije en el oído.

 

  • Concha… no me puedo dormir…

                                                  Concha se hacía la dormida respirando fuerte pero sólo levantó una pierna y me dejó vía libre para que le metiera la polla por detrás, le llené el coño de carne y suspiró de gusto, a ella también le hacía falta una buena corrida para poder dormir, mi mujer me buscó las manos y se las puso sobre las tetas sacando el culo hacia mí, acariciándole los pezones y moviéndome dentro de ella nos corrimos juntos, no nos preocupamos de la leche que salía de su coño ni de sus flujos que mancharían las sábanas, ya se lavarían.  Con la polla todavía dura me dormí, no nos separamos hasta que de madrugada oí un ruido y me levanté, entré en el servicio y vi a Javier que se anudaba la corbata.

  • ¿Dónde vas tan pronto Javier?, si aún está amaneciendo.
  • Es que tengo que hacer unos informes para presentaros a primera hora, luego vendré a comer.

                                                  A la cocina acudió con cara de sueño Corina, llevaba una bata para ponérsela sobre el camisón y el cabello alborotado.

  • Buenos días Pepe, ¿cómo han dormido?
  • Bien, bastante bien, bueno Elena todavía está durmiendo ¿y tú?
  • Regular.
  • ¿Cómo regular, tan cansada estabas?
  • No estaba cansada, estaba caliente.
  • ¿Caliente?  Después del viaje tan largo.
  • No me refiero a eso, tenía muchas ganas de coger.
  • Pues nosotros estábamos agotados pero a media noche también follamos.
  • Ya los oí, cuando nos acostamos quise coger con Javier pero me dijo que estaba cansado, que le podía hacer una mamada como siempre, se la hice, se durmió enseguida y me quedé con las ganas recordando todo lo que habíamos hecho en el viaje pero luego oí cómo jadeaba Elena y comprendí que estaban cogiendo, me enojé y me propuse coger como fuera, desperté a Javier, me puse el anillo en el pezón para excitarlo pero ni lo vio, se tumbó boca arriba y tuve que subir encima y cogerlo yo a él, me corrí y él ni se enteró, me dormí y al rato se ha levantado y se fue sin siquiera darme una palmada en el culo.
  • No me lo puedo creer Corina.
  • ¿No?  Pues mira como no miento.

                                                  Corina se abrió la bata, no llevaba camisón estaba completamente desnuda, excepto el anillo que llevaba en el pezón.

  • Pepe, ven a mi cama un  rato, por favor.
  • ¿Estás loca Corina, cómo puedo irme a tu cama si Elena está ahí al lado y se puede despertar en cualquier momento?
  • No te preocupes, con la cogida que le diste dormirá hasta mediodía.
  • No Corina, no podemos exponernos tanto, sería una locura que pagaríamos muy caro.
  • Por lo menos cómeme las tetas pero no te tragues el anillo.

                                                  A tanto no me podía resistir y le chupé las tetas, por el anillo supuraba leche que recogía con la lengua, ella me apretaba la cabeza contra ellas para sentirme más, entre las tetas notaba el olor de coño caliente que salía de entre sus piernas y ella me quiso dirigir la boca a su coño para que terminara la faena.

  • Por favor cógeme Pepe, me hace mucha falta tener tu pija adentro.
  • Corina no puede ser, ayer ya nos arriesgamos demasiado, si mi mujer sospechara algo… ella no es de calentones así.
  • ¡Ah!  Por eso no te hizo una paja en el asiento de atrás mientras tú le acariciabas el coño.
  • ¿Cómo sabes eso Corina? Si no nos oyó nadie, tú estabas durmiendo y Javier con la radio alta.
  • En principio tienes razón, Javier tenía la radio alta y no se enteró, como siempre pero yo no dormía, os estaba escuchando y me tuve que meter todos los dedos que pude debajo de la falda, me metí cuatro en la vagina y el pulgar en el clítoris y encima no pude correrme porque acabasteis antes que yo y me quedé a medias, por eso necesito tu polla, la de mi marido estaba medio dura cuando me la metí y me ha sabido a poco.
  • Pero mujer fíjate, Elena está al lado al final del pasillo, cualquier ruido se levantará y nos pillará, imagina que disgusto.
  • No te preocupes…  espera.

                                                  Corina salió al salón y abrió la puerta de cristal del mueble, cuando volvió junto a mí se veía por el reflejo todo el pasillo a lo largo, seguía siendo un riesgo pero bastante menor, yo intentaba convencerme y me volví hacia Corina, ya estaba esperándome con los brazos cruzados sobre el banco de la cocina y la cabeza entre ellos, la bata subida hasta los hombros y toda la espalda hasta los pies desnuda, por los lados le colgaban las tetas morenas y la cintura realzaba las caderas y el culo abierto por las piernas separadas, miré hacia la puerta, por el cristal no se veía más que mi habitación en la oscuridad, me volví con la polla afuera y sin pensarlo dos veces la hundí en el coño de Corina, un gemido ahogado fue la respuesta y arqueó la cintura para levantar aún más el culo, se puso de puntillas para que le entrara mejor la polla y cogido a sus tetas me balanceé dentro de ella, a cada metida suspiraba y cuando dejó los talones en el suelo le temblaban las piernas, pensé que sería por la tensión de la postura pero era que se estaba corriendo calladamente, los pezones goteaban leche entre mis dedos y mi polla expulsó varios latigazos de semen dentro de ella, yo no perdía de vista el cristal y todo seguía tranquilo, cuando le saqué la polla su cara se había transformado, ahora era dulce y mimosa, ya estaba tranquila y se iba a dormir como un bebé, yo volví a mi cama, Elena entre sueños notó como me acercaba y con la mano buscó mi polla, casi sin entenderse aún dijo.

  • Pepe por favor, ¿aún la tienes dura, qué quieres más? Déjame dormir, mañana te prometo que habrá más.

                                                  Elena cumplió el vaticinio de Corina, se despertó a mediodía, cuando salió de la habitación con el pelo hecho un lío Corina miró el reloj y me dijo.

  • ¿Ves?  Podíamos haber cogidos tres veces.

                                                  Me lo dijo agitando las tetas haciéndolas chocar una con la otra.  Me acordé de mi amigo del parque y puse en una bolsa el regalo que le había traído, el bombillo de mate y las bolsas de yerba, además le llevé el que había comprado para mí para enseñárselo, lo encontré en el banco habitual leyendo, se alegró al verme y me dijo que tenía mejor aspecto, que me habían sentado bien las aguas del Iguazú, nos reímos y le entregué su regalo, el hombre se quedó sorprendido, porque me había acordado de él y lo bonita que era la “matera”, le expliqué que aunque no era de marca, era privada y enseguida quiso probarla, me hizo que yo probara la mía y nos hicimos las dos como buenos compadres, le encantó y a mí también pues no me había engañado la chica guaraní, como le gustaba tanto le regalé también mi yerba y le dije que sí siempre que viniera a verlo nos haríamos unos los dos juntos.

                                                  Me contó que él no había estado inactivo, que Magda había pasado por allí dos veces y habían estado hablando, la chica se preocupaba mucho por su estado de salud pero también iba controlando su mejoría hasta decirle que su hermana le había propuesto otro encuentro con nosotros, parece ser que su marido cada día estaba más frio con ella y después de haber probado estaba deseosa de otra cita a cuatro, le dijo que ya no tenía recelos de nada y que estaba dispuesta a todo, que confiaba plenamente en nosotros dos.  Nos reímos ante la sorpresa, creíamos que habíamos pasado con aprobado pero parecía que la nota era mucho más alta, esto nos animó y decidimos probar apostando más fuerte, según parece las hermanas habían hablado varias veces sobre el tema porque lo tenían ya bastante planeado, después de un rato de plática contándole por encima las maravillas que había visto en Iguazú a él sólo le entusiasmó la descripción de las alemanas, las tres le volvían loco, la madre por su experiencia, la hermana Ingrid por su sensualidad y Herta por su juventud y al contarle la cara y el cuerpo que tenían se le caía la baba de envidia.

                                                  Al día siguiente de volver vino a visitarnos Viviana, la madre de Corina, con motivo de ver al niño, recogió el regalo que le había traído su hija de Iguazú, un frasco de colonia de la que ella usaba que se apreciaba a distancia, era como su sello de identidad, hizo alguna mención de que yo pasara por su casa pero Corina le atajó rápidamente, sabía que volvería a las andadas y intentaría que folláramos a la primera de cambio, la mujer se fue un poco decepcionada por el poco éxito de sus insinuaciones.

                                                  También vino Carla a poner la casa en orden, la chica estaba igual de delgada pero parecía que iba tomando formas su cuerpo, la veía más hecha, más mujer tenía más de todo y lo comprobé cuando le entregué la pulsera tribal que le había comprado a Yuma la guapísima guaraní, Carla me abrazó como si le hubiera regalado un diamante de Tifany me estrujó literalmente clavándome las tetas en mi pecho, yo estaba acostumbrado a que se le marcaran dos bultitos que aumentaba con sujetadores con relleno pero ahora se notaba la suave blandura natural, era curioso cómo le habían crecido en tan poco tiempo, ella me lo hizo notar moviéndose pegada a mí y no tardó en recibir respuesta en su pubis, notó mi reacción rápida e inconfundible, nos separamos enseguida porque no estábamos solos pero estaba decidida a demostrármelo y en un momento que las mujeres estaban ocupadas en la cocina se subió la camiseta y el sujetador a la vez, las dos tetas antes casi inexistentes ahora eran don apetitosos bocados que ya se podían abarcar en la palma de la mano, también levantó la falda lo que pudo y se bajó las bragas lo suficiente para demostrarme que seguía depilándose como le había aconsejado, ahora sin melena salvaje tenía unos labios apretados y carnosos.

                                                  Pero a quien estaba impaciente por ver era a Malena, la chica era mi remanso de paz, con ella podía hablar de todo, no habían vínculos familiares y prácticamente no conocía a nadie lo suficiente, a las demás no las consideraba “amigas”, estaba Gloria, Olga Marlene, Lidia, Cati y alguna más pero eran agua pasada, me apetecía andar por el barrio y recorrer los comercios, las calles, la gente y anduve por el barrio de Villa Devoto, pasé por delante de casa de Marlene y procuré no hacerme ver, la mujer me gustaba, el acento francés que tenía y su delicadeza me agradaba pero me gustaba más su hija Malena.  En ella estaba pensando cuando me llamaron al teléfono, casualmente era Malena.

  • Hola guaraní, ya no te acuerdas de mí.
  • Hola belleza, si te dijera que en estos momentos estoy cerca de casa de tu madre y he pasado rápido por si me veía me he acordado de ti sobre todo, tengo ganas de hablar contigo como siempre.
  • Pues ahora estoy en casa si quieres te puedo invitar a un café o mejor dicho te podemos…
  • ¿Qué quieres decir? Podemos…
  • Si es que mi hermana Marina está conmigo, me dice que también le gustaría verte.
  • Malena… aún estoy convaleciente.
  • Me lo imagino, en Iguazú habrás estado de vigilia, jajaja.
  • Casi, casi.
  • Con las alemanas que hay por allí…
  • Joder Malena, no se te escapa nada, voy para ahí pero… a tomar café solamente.

                                                  Estaba decidido a mantenerme duro, Malena me chiflaba pero Marina me había demostrado que se había servido de mí para joder a su marido y eso no me gustaba de ella, por lo demás como era gemela de Malena no tenía ningún defecto.

  • Hola Pepe, pasa, me encanta verte.
  • A mí también Malena, eres mi musa.
  • Hola Pepe, cada día más interesante,
  • Hola Marina, tú tan guapa como tu hermana, dos beldades.
  • Precisamente el otro día estábamos hablando de ti, no podemos olvidar la última reunión y mi madre quiere tomar café o chocolate contigo una tarde, aunque nos ha dicho que prefiere hacerlo a solas contigo.
  • Muy amables las tres, yo sólo pasaba por aquí.
  • Debe ser casualidad porque Malena te ha presentido, le gustas mucho ¿sabes?
  • No digas eso, yo estoy casado y ella también, yo soy viejo y ella una joven preciosa igual que tú, ¿dónde iba a ir conmigo?
  • Jajaja, me parece que a tus años aún no conoces a las mujeres, tú tienes la sensatez, la experiencia, el saber tratar a una mujer y…  lo que hay que tener.
  • Eso también lo tiene tu marido y es más joven.
  • ¿Quién, mi marido?  Lo mandé a la mierda hace una semana, lo volví a pillar con una puta, el muy boludo.
  • Lo siento mucho, parecía un buen chico.
  • Si buen chico pero le gusta coger con todas, menos conmigo.
  • ¡Ah!, Malena en Iguazú vi a tu marido, hicieron una exhibición de tango con todo el grupo.
  • Ya lo sabía, se han ido de gira hace días, sólo me ha llamado una vez, seguro que Tania le hará una mamada antes de salir a tocar, otro boludo.
  • Joder, si lo sé no digo nada.
  • No te preocupes, sabemos lo que queremos y nos merecemos mucho más que esos dos pelotudos.
  • Yo prefiero los hombres como tú Pepe.
  • Eeeh, gracias Marina pero creo que se me hace tarde.
  • No tengas miedo Pepe, Marina ahí donde la ves es inofensiva, sólo quiere lo mejor para ti y lo mejor es esto.

 

                                                  Malena se había acercado a mí y me había empujado sobre el sofá, caí suavemente pero cuando llegué al asiento, ya se había quitado la blusa y estaba en sujetador, la visión de aquellas tetas me volvía loco, a mi memoria venía el viaje en el avión, fue lo primero argentino que disfruté y ahora las volvía tener a centímetro de la cara, mejor dicho a milímetros porque se soltó el cierre de la prenda y las dos tetas saltaron sobre mi boca.

                                                  Si hubiera sido valiente, joven y con arrojo las habría despreciado pero no era nada de eso, puse la boca en uno de los pezones y aspiré, me llené la boca de teta suave y dura, mis manos buscaban la otra para que no se alejara mucho, mientras notaba como mis pantalones bajaban solos por mis piernas, los estaba estirando Marina y en un momento estaba con la polla dentro de su boca, las hermanas parecía que se habían repartido bien los papeles, no se interferían para nada, cuando una dejaba mi polla la cogía la otra y me dejaba sus tetas a mi disfrute, cuando se repartieron entre las dos mis huevos y mi polla tuve a mi alcance los dos culos y por consiguiente sus dos coños, no se distinguían por detrás ninguno me daba igual uno que otro, les metí uno, dos y tres dedos a cada una en el coño y ellas aún lo movían pidiendo más, me mojé los pulgares y se los hundí en el culo, en eso distinguí a Marina, hizo un gesto de extrañeza que Malena agradeció sin embargo, ya no se volvieron a levantar estaban de rodillas en el suelo con el torso en el asiento, me dejaron levantarme y no lo dudé metí y saqué sin miramientos, las dos recibían con gemidos y palabras de ánimo, no respeté ni culos ni coños, a Marina ya no le molestaba nada.

  • Pepe métemela por el culo, después de probar tu pija, la de mi marido era un juguete, es un boludo de mierda.
 

                                                  Ahora era la que más deseaba que le penetrara por el culo y cuanto más violentamente mejor, se corrieron juntas, casi me emociona el abrazo que se dieron consolándose una a la otra mientras temblaban de placer, por sus agujeros manaban jugos de todas clases hasta caer por los muslos, cuando se calmaron yo estaba pacientemente sentado en un silloncito, con la polla mirando al techo, las dos vinieron a mí y estiraron las piernas para sacarme el culo del asiento y me levantaron las piernas en vertical, me las separaron y entre las dos lamieron, besaron y chuparon cada centímetro de mi piel, el culo, los huevos y la polla la dejaron brillante de saliva, hasta quisieron darme un homenaje, mientras una metía el dedo en mi culo la otra tragaba mi polla hasta tocar con la nariz en mi pubis, el colmo fue que la del dedo se metió un testículo en la boca y jugó con él como si fuera un caramelo de fresa, eso lo pudo hacer hasta que notó que su hermana se ahogaba, no podía tragar la leche que le inyectaba en la tráquea y tuvo que acudir ella a recibir el resto, entre las dos no se perdió nada de semen, quedamos los tres desparramados en el sofá hasta que volvimos a recuperarnos, Malena dijo.

  • Huy, si aún no hemos tomado el café, Marina, ¿lo quieres con leche?
  • No Malena bastante leche hemos tragado y además condensada.
  • Yo me lo tomaré sólo y sin azúcar, aún tengo en la boca el sabor dulce de vuestros coños.

                                                 

                                                  Estuvimos los tres sobre el sofá un buen rato, contamos algunas cosas sobre las Cataratas de Iguazú, Malena ya había estado dos veces pero Marina no, les conté lo de la lengua del Diablo, ni Malena lo conocía pero las dos se rieron mucho, daba gusto ves a las dos hermanas desnudas como yo las dos chicas jóvenes con unos cuerpos de infarto y yo ya en la tercera edad pero los tres satisfechos.  Marina sin darse cuenta nombró algo de su madre, también quería follar conmigo, incluso se conformaba con un trío pero Malena con un gesto le hizo callar, seguramente no lo suspendían, solamente lo aplazaban.

Continuará

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

Gracias.

                              

 

                                              

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