Sabía que podía pasar, pero no lo esperaba. Había estado por la mañana del sábado tomando el café en la terraza del bar de enfrente, como todos los sábados. Con El País en las manos y el cortado humeando encima de la mesa.
"Graves problemas de suministro de gasolinas en toda España", articulo de no-sé-quién.
"Buenos días vecino" "¿Eh? ¡Ah!" - Se asomaba la cara de Ana por encima del periódico. - "Buenos días, vecina" - le dije.
Era la típica niña de papá, estudiante, la tenía de vecina en mi edificio, en pleno centro de Pamplona. Estaba en el apartamento justo enfrente del mío. Todos los jueves fiesta estudiantil, menos mal que no estábamos pared con pared, pero Marisa y Eduardo... esos sí que lo tenían jodido. En todas las reuniones de vecinos la misma movida. PROHIBIDO HACER RUIDO DURANTE LAS HORAS DE SUEÑO, rezaba el cartel colocado en el tablón del portal. A Ana eso... se la sudaba...
En fin, qué decir de ella, siempre sonriendo, cara redondita, media melena, castaña, cuerpo de constitución normal, nada exagerado, pero en la mirada tenía algo, ese punto de locura que da el saber que tienes permiso para todo, y que tienes el bolsillo asegurado, papá y mamá enviaban su transferencia puntualmente todos los meses.
"Oye, ¿qué haces esta tarde?" - preguntó.
Molesto, levanté la cabeza, la miré, pero viendo la mirada inocente que tenia, procuré no mostrarme agresivo (yo estaba muy tranquilo leyendo el periódico y...), que qué voy a hacer a la tarde... siesta, tele, internet... sábado a la tarde, en definitiva. Dios mío, lo temía, va a hacer una fiesta de las suyas, y no quiere que haya testigos. " Pues lo de siempre, siesta, tele... lo típico" "¿Porqué no vienes a casa a tomar un café?" "¿...? ¿Un café?" " Sí, todavía no hemos entablado la típica relación de vecinos, ja, ja, ¡anda, anímate!" " No te prometo nada, ¿vale?" - a ver si conseguía deshacerme de esta tía de alguna forma. Tomar un café, vaya idea, en esa casa de locos.
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DIA 1
Lo conocí el primer día que me mudé a mi nuevo apartamento. Estaba en el portal, yo iba cargada con la súper-maleta, que por cierto parecía pesar más que nunca. Estaba a la espera del ascensor, me puse a su lado y él me miró, sonrió y me dijo: " Buenos días " Yo, como una tonta, me quedé mirándole a la cara, pero no le dije nada. Llegó el ascensor, abrió la puerta y me dijo: " Pasa, pasa, voy al último" " Yo también " " Da igual, vas muy cargada." Cuando entré, noté su mirada bajando por mi espalda, instintivamente, me di la vuelta, me daba un poco de vergüenza que me miraran el culo, más una persona que no conocía de nada. También es cierto que llevaba unos pantalones que no me quedaban nada mal.
Nada más llegar al piso, caballerosamente, él abrió, salió y me sujetó la puerta del ascensor. Dijo un escueto: "Hasta luego" y desapareció a través de la puerta de su casa. Abrí la mía, dejé caer la maleta en la entrada y me fui corriendo hacia el cuarto de baño... no aguantaba más. Que suerte tienen los hombres, con una vejiga gigante, con la que puedes aguantar horas sin hacerlo, ¡qué envidia!
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Toda la puta mañana para que el jefe acabe tocándome los huevos. Cuando llegué a casa no me lo podía creer, había dejado el grifo de la bañera abierto. Susto de muerte, claro, que si seguro que ha entrado alguien..., que quien será..., en fin. Menos mal que no tengo costumbre de poner el tapón, que si no...
Pues nada, comida al microondas y pequeña siesta. A las seis y cuarto abrí los ojos, vaya sueño más raro que había tenido, estaba la tía esa, la vecina nueva. Todo empezó cuando estaba sentado en el rellano de la escalera esperando que llegara el cerrajero, me había dejado las llaves dentro de casa, y yo estaba todo ridículo con la barra de pan en un lado y el periódico con el correo en el otro. Se abrió la puerta del ascensor y allí estaba ella, llevaba una falda que le sentaba de miedo, las piernas largas, morenas, muy bien moldeadas. Se acercó, se sentó a horcajadas encima de mi rodilla derecha y me preguntó: "¿Qué haces aquí?, ¿Esperas a alguien?" Yo, con cara de bobo, le respondí que no, que me había dejado las llaves dentro de casa y que estaba esperando al puñetero cerrajero que no llegaba nunca. " Bueno, si quieres pasar a casa y esperas conmigo..." Esto lo dijo mientras se levantaba. Tenia una camisa blanca que dejaba entrever unos pechos preciosos, pero lo mejor de todo era la visión de sus pezones, duros como piedras, se veían pero no, se les notaba pequeños, duros y jugosos. Instantáneamente se me puso dura como una roca, con lo que se me puso más cara de bobo. Lo mejor estaba por venir, vi que en la rodilla donde ella se había sentado, había dejado una marca, ¡ tenía el pantalón mojado!, ¡Esa tía me había marcado! Gracias a Dios que en ese momento se abrió la puerta del ascensor y apareció el señor cerrajero, si no me podía dar por violado. De todas formas, me desperté con una erección de caballo, por lo que tuve que machacármela inmisericordemente.
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" ¿Cuántas veces te he dicho que no te metas con tu hermano? " - Ahí estaba mi madre, al otro lado del teléfono dándome la tabarra una vez más por culpa del gilipollas de mi hermano. Al muy imbécil no se le ocurre otra cosa que casarse con la tía más puta de todo el barrio, vamos, que me la había tirado hasta yo... con eso lo digo todo.
Porque aparte de puta, ladrona, que manda huevos. Vivian con mi madre, y no hacia ella más que sangrarla continuamente, y el calzonazos de Luis, ciego completamente. Que le den.
A lo que estábamos, hoy me he bajado los correos y me he encontrado una agradable sorpresa, una chica me ha escrito. Una tarde, aburrido de navegar sin sentido, colgué mis datos en una pagina de encuentros. Al día siguiente recibí la confirmación de que " Muchas gracias por confiar en nosotros, etc, etc, etc..." me arrepentí al instante, pero ahí quedaron. Más correos basura, pensé. Pero he ahí este correo, muy gracioso, por cierto. Se llama Magdalena, eso ya me hizo sonreír, ¿cuál es el mejor momento del día? El desayuno, y todo buen desayuno, tiene sus magdalenas, ¿no? Resulta que es madrileña, esta en paro, también esta hasta el moño de su novio y que quiere tener relaciones con una persona sana, Yo, Elegante, Yo también, por supuesto, Y divertida, Tengo mis ratos, ¿por qué no? Así que, manos al teclado y me propuse escribirle un correo corto, imaginativo y divertido, conclusión:
Hola Magda:
Me llamo Antonio y soy de Almería, aunque ahora resido en Pamplona por motivos de trabajo. Creo encajar perfectamente dentro de lo que estas buscando. ¿Te gustaría conocerme? Escríbeme sin dudarlo.
Un saludo. Antonio Pereda.
¡Pero que cojones de correo!, ¿corto? si, ¿imaginativo? ...parece la carta que se adjunta a un currículo, por lo que de divertido tiene lo que un cura ahogándose en una riada. En fin, ahí va, conecta al servidor... envío realizado. Así por lo menos no la miento mucho, sabe más o menos cómo soy... que le vamos a hacer.
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" Mierda de teléfono" - dije en voz alta. Siempre me pasa, cuando estoy en la ducha, ya me he lavado la cabeza, me he puesto el acondicionador, me lo he quitado, he frotado mi cuerpo con el guante de crin dichoso y estoy empezando a cogerle el gustillo...¡ZAS! el puto teléfono, no voy ha conseguir hacerme una puñetera paja en condiciones en mi vida... en fin, ¿qué le voy a hacer?
"¿Sí? " " Ana, soy Teresa, maja, qué disgusto, el subnormal de Pedro me esta poniendo los cuernos con una fulana"
Dios mío, ¡Qué mala suerte! Jamás volverá aquella paja.
" Pero, ¿Qué dices?" " Que sí, ¿te acuerdas de Paula? Aquélla calentorra del Vicente´s... ¡ hija de puta! Cuando la coja la voy a matar." " Tranquila Teresa, ¿Por qué no vienes a casa y me lo cuentas más tranquila? ¡ Y deja de llorar, coño, ya te avisé que Pedro no merecía la pena, joder!." " Vale, estoy ahí en diez minutos, ¿sí?"
Colgó. Diez minutos, diez minutos, no puedo ni secarme el puñetero pelo. En fin, ¿dónde he puesto las bragas? Ah, sí, debajo de la toalla. Camiseta de algodón, la verde no, la blanca, eso es, vaqueros, zapatillas... ¡ya está! La verdad, no sé por qué tardo tanto en vestirme otras veces, lo cierto es que tampoco voy a salir a la calle, así que me ahorro el maquillarme, etc, etc... Decididamente, tengo que cambiar de secador, esta mierda, lo único que hace es ruido, además me reseca muchísimo el pelo, el mes que viene, sin dudar.
" Hijoputa, eso es lo que es, un hijoputa" - venia hecha un cromo. " Tranquila tía, que le den por el culo, él se lo pierde" - a ver que cojones le iba a decir, el tío era un payaso, así que... " Y encima lo niega, será cabrón" " Teresa, te he dicho mil veces que los tíos no merecen la pena, que parece que solo viven mirándose la polla..." "pero me dijo.." "mierda, tía, pareces boba, siempre me vienes con la misma historia, a los tíos hay que darles de la misma medicina, una se lo folla y a otra cosa, mariposa" "pero que bruta eres..." "no se dice bruta... se dice puta"
Menos mal, le arranque una sonrisa... En definitiva, saqué la botellita de coñac para relajarla, y acabamos las dos borrachas como cubas. Esta chica acabará conmigo, siempre la misma historia, se lía con el primer gilipollas que le dice cosas bonitas, él se la folla un par de veces y hala, a tomar por culo. En fin, que en plena borrachera, ella me planta un beso en plena boca, yo, que me animo, le meto la lengua y pruebo su sabor... borracha hasta las patas, claro. Al fin y al cabo, es una amiga, ya sabe que me gustan tanto las peras como el plátano, y a ella también parece que se esta dando cuenta, así que... Lo pasamos fenómeno, tiene las tetas más duras del planeta, está todo el día metida en el gimnasio de la uni, no es muy guapa, pero sí es agradable, y parece que sabe lo que se hace. Ya se sabe, que entre mujeres... si que sabemos donde tocarnos. Nos lo hicimos ahí mismo, en el sofá, nos entrelazamos en un largo y cálido beso, derribamos la botella y los vasos de la mesita, pero que les den... esto sí que estaba rico. Metí mi cabeza entre sus tetas y la besé, la chupé los pezones casi hasta que parecía que se le saltaron, ella no podía más, me tocaba con mucha sensualidad, acariciándome el monte de Venus con la punta de sus dedos.
Finalmente, bajé la cabeza, besándola por el estomago hasta llegar al vello de su pubis, ella abrió las piernas, y suavemente, fui pasándole la lengua a lo largo de su bien depilada rajita, tropecé una vez con su clítoris, éste se encontraba hinchado, parecía una canica, ella empezaba a jadear.
De fondo estaba escuchando la canción del anuncio de telefónica, la de Marvin Gaye. Ciertamente, no hay valle tan profundo ni montañas tan lejanas, me sonreí a mi misma, mientras Teresa llegaba a su primer orgasmo.
" Túmbate." - Me ordenó.
Dicho y hecho, ella hizo lo propio, pero con la exquisitez de quien lo hace por primera vez, introdujo su índice en mi vagina, suavemente, mientras buscaba con su lengua mi clítoris, cuando lo encontró, le dedicó tres o cuatro vueltas que me hicieron casi gritar de placer. Estaba a punto de llegar, cuando ella interrumpió sus movimientos, me miró y me preguntó:
" Oye, ¿tienes algún juguete?"
Lo hizo de forma intencionada, ella ya sabía que yo tenia mi cajita guardada en el armario. Fui a por ella, pero ella me siguió, se tumbó en la cama y esperó a que sacara cualquiera de mis artículos.
" No, ese no, el largo, el doble, vamos a follarnos juntas."
Chupó la punta que había cogido y me la fue metiendo, poco a poco, mientras me besaba el cuello, la nuca, las orejas, los pezones, la boca. Una vez en el fondo, empezó a moverlo con muchísima habilidad, cosa que me sorprendió. Se tumbó y se la fue introduciendo ella misma.
Una vez acopladas, empezamos a movernos a ritmo suave y cadencioso. Dios mío, era delicioso. Sentía su calor pegado a mis piernas, y su movimiento, me ayudé de mis dedos para acariciarme, me estaba sabiendo todo a gloria bendita. " Teresa, maja, ¡qué rico!" " ¿Cuándo repetimos?"- me dijo entre risas y jadeos.
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¿Podré algún día encontrar lo que busco? Me cago en diez, he dejado el puñetero CD en mi maletín y ahora no lo encuentro. Seguramente tendrán razón los curas de mi colegio, las pajas te vuelven tonto. ¡Hostias!, si lo dejé en la oficina, cualquier día me dejo el rabo en el baño, te digo yo... Bajo al garaje, cojo el coche, semáforo, otro semáforo, otro más, mierda de ciudad, no hay mas que puñeteros semáforos.
"Introduzca su identificación"
Ahí estaba la primera máquina que me encuentro todas las mañanas.
" Identificación correcta, buenas tardes Sr. Antonio" "Muérete puta" - la espeté.
Bajo del coche, cierro la puerta, me dirijo al ascensor, subo al hall.
" Buenas tardes Pepe" " Buenas tardes, introduzca su identificación" " Pepe, ¿todavía andamos así?, llevamos viéndonos más de tres años y sigues con las mismas tonterías. " " Ordenes son ordenes, Antonio"
Introduzco mi tarjeta y:
" Identificación positiva, bienvenido a industrias tecnológicas Echevarria." " Pepe, ¿Está el subnormal de Hoyos en mi planta?" " Un segundo, jefe..."
Pepe se puso a teclear en el ordenador, y al segundo...
" Negativo jefe, sólo están el señor Carlos Pemán y la señorita Mercedes López, despacho A45, están reunidos según esto." " Gracias." " A mandar."
Me dirijo hacia el ascensor y... ¿qué demonios hace el señor director de recursos humanos con mi eficaz secretaria?, ¿Reunidos?, ¿Un viernes a la tarde? Vuelvo hacia donde Pepe.
" Pepe, ¿tenemos video en ese despacho? " " Afirmativo, jefe." " Pues adelante, ¡conéctalo! "
En la pantalla aparece un plano general del despacho, Carlitos sentado encima de la mesa del despacho, con los pantalones hasta los tobillos y... ¡OH sorpresa!, ¡Mercedes haciéndole una eficacísima felación!
"¡Sube el volumen!" - le dije
Pepe y yo nos quedamos observando la escena, claro, los dos con cara divertida, a la vez que pelín salidos.
Oíamos a Carlos jadeando como un poseído mientras Mercedes dale que dale. Pero yo he ido a hacer otra cosa, no a ver cómo mi secretaria se la rechupetea al suertudo de Pemán.
" Pepe, esto no puede ser, mi secretaria jamás me ha hecho un trabajo semejante a mí, a su jefe" " Jódase señor Antonio." - me dice entre risas. " Pues yo tengo que subir ahí, y no me apetece nada encontrármelos en vivo y en directo, así que piensa algo."
Tras un minuto de silencio, Merceditas seguía ahí, chupa que te chupa, y nosotros mirando, calentándonos y pensando.
" ¡Ya está jefe!, vamos a hacer un simulacro de incendio" " Pepe, no seas animal, que va a salir toda la gente del edificio despavorida" "Que no, que no, sólo en su planta, y están ellos solos, así que..."
Entre divertido y acojonado le dije que sí, adelante. Pepe puso manos a la obra y empezó el festival.
" ATENCIÓN, ATENCIÓN, SE HA PRODUCIDO UN INCENDIO EN LA TERCERA PLANTA, ROGAMOS QUE SALGAN ORDENADAMENTE Y CON TRANQUILIDAD POR LA ESCALERA DE EMERGENCIAS HASTA LA SALIDA DEL HALL"
Todo esto acompañado por el estruendoso sonido de la sirena de incendios, justo en el momento que Carlos llegaba al orgasmo, Mercedes apartó su cara sorprendida, y el primer impacto de su secreción fue a parar al hombro derecho de Mercedes, Carlos todavía jadeante, avanzaba por el pasillo abrochándose los pantalones como un borracho, mientras ella se abrochaba la blusa. Nos produjo a Pepe y a mí un ataque de risa histérico. Decidí subir mientras aquellos dos bajaban por las escaleras de incendios, llegué a mi despacho, recogí mi CD y preparé dos escritos, con ellos en la mano me dirigí a la puerta del despacho de Carlos y pegué el primero en el letrero anunciando su nombre y puesto, ahí quedó reflejado lo siguiente:
Sr. Carlos Clinton y primero de Alemania Recursos humanos
En el siguiente, que puse en la mesa de mi secretaria:
Srta. Mercedes Lewinsky Ayudante de dirección
Ni que decir tiene que el lunes habría más de un comentario al respecto. En cuanto llegué de nuevo al hall, ahí estaba Pepe, muerto de la risa, intentando explicarles a ambos que había saltado la alarma por algún fallo del ordenador central, pero él no hacía más que mirar el hombro derecho de Mercedes y explotar de la risa.
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Una vez descansadas y duchadas, nos entró un apetito voraz, me dirigí a la nevera, pero no había mucho donde elegir, así que decidimos llamar a kangoopizza. Pedimos una especial de la casa con las dos latas de coca de regalo. Al cuarto de hora sonó el timbre del portero automático:
"¿Sí?" "Kangoopizza, traigo su pedido" "Adelante"
Teresa andaba buscando su camisa que estaba tirada por la sala, yo fui a abrir la puerta cuando sonó el timbre. Aquí estaba el muchacho, con su carterita roja con la pizza dentro y la bolsa con las dos latas. Teresa se asomó a la puerta, todavía no llevaba puesta la camisa y sus hermosas tetas aparecieron debajo de su cara, el muchacho, todavía con marcas de acné, se quedó a media frase:
"Especial de la casa y las dos latas de... regalo, son....." "¿Qué pasa? ¿No has visto nunca dos tetas? ¿Las quieres tocar?" - dijo Teresa
Yo me quedé muda por la reacción de mi amiga, y el muchacho reaccionó paralizando su cuerpo completamente. Inmediatamente, Teresa se acercó a él, llevó su mano hacia la bragueta del pantalón, le bajó la cremallera y la sacó el pito fuera. Yo no sabía si gritar, correr o morirme de la risa. El chico dejó caer la pizza y la bolsa con las latas al suelo, tomando su cara en ese momento el color rojo, qué digo rojo, granate más escandaloso que yo haya visto jamás en toda mi vida en una persona.
"¿Qué tipo de picha traes?" - le preguntó Teresa con cantidad de desparpajo - "la especial de la casa, espero..."
El muchacho ya no sabía que hacer, Teresa me arrancó las dos mil pelas que tenía en la mano y se las metió en la bragueta, instantes después, cerró la puerta en las narices del pobre chaval. Creí que nos íbamos a morir de la risa, pobre muchacho. Procedimos a degustar nuestra merienda-cena entre lagrimas de risa. Mezclamos nuestras coca-colas con algo de ginebra y celebramos nuestro nuevo encuentro como amigas especiales a lo grande. Le propuse a Teresa que se quedara ese fin de semana conmigo en casa, con la promesa de pasarlo a lo grande, ella aceptó sin dudarlo, así que bajamos al coche para ir a su casa y coger su neceser y algo de ropa.
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Eran las siete cuando llegué a casa, abrí el portal y subí en el ascensor. Cuando llegué a mi piso, me encuentro en el descansillo a un tipo sentado en la escalera, la luz estaba apagada, así que la encendí, era un chaval de esos que reparten pizzas a domicilio, ¡el muy cabrón estaba machacándosela sin piedad delante de mi casa!
"Oye chaval, ¿no has encontrado un sitio mejor para cascártela?" "Pero... es que... " " ¡Ni pero, ni es que y ni hostias, lárgate de aquí antes de que te meta una patada en el culo y te desenrosque esa mierda de minga que tienes en la mano, gilipollas!"
El chaval perdió el culo escaleras abajo, estaba indignadísimo, ¡vaya día!, mi secretaria sorbiéndole la tranca a Carlitos, un chaval haciéndose una paja en mi piso, ¡menudo país! Finalmente llegué a casa, eché la cerradura con dos vueltas y me dirigí a mi ordenador, a ver si puedo terminar lo que todavía ni he empezado, joder.
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Y aquí es donde retomo el relato donde lo he empezado, ella me invitó a su casa, a tomar el café, y yo le he soltado una larga cambiada o algo así. Después de comer me instalé cómodamente en mi sofá, puse la tele y, por supuesto, me quedé frito. Nada como una buena siesta después de una comida recalentada, ¡Sí señor!
Cuando me desperté, me dirigí al cuarto de baño, solté mi meada de rigor y me metí en la ducha, quería estar medianamente espabilado para catear un rato en la red. Estaba en la ducha, relajándome debajo de un buen chorro de agua templada, cuando noté un escalofrío recorriendo mi espalda... ¡Dios mío! ¡La vecina!...Bah, seguro que ni se acuerda, y a mí no me apetece ni un huevo ir a ver su casa ni tomar un café aguado, así que lo dejaré pasar, ya me disculparé de alguna forma. Seguí placidamente con mi ducha, salí, me sequé concienzudamente y me dirigí dando saltitos hasta mi habitación, allí me esperaban mis gayumbos de piolín recién planchados. En el tercer saltito, ¡ding, dong!, joder, el timbre, seguí dando saltitos hasta la puerta y observé por la mirilla... ¡ mierda, la vecina! Estaba completamente ridículo, así no podía abrir la puerta, ni por el forro...
"¿Sí? - Pregunté "Vecino, que soy yo, que sé que me has visto, ¿me abres un segundo?"
Joder, joder, yo con esta guisa no le abro ni a mi madre.
"Mira, que estoy recién salido de la ducha, cuando esté visible voy a tu casa, ¿vale?" "Vale, venía por eso, deduzco que te estás preparando, bien, te has ganado un par de puntos, ja, ja"
Maldita sea mi suerte, al final tendré que ir a presentar mis respetos a su Señoría, la madre de todos los juerguistas.
" Venga, hasta ahora" " Hasta ahora"
Me cago en la leche, calzoncillos de piolín, camisa, vaqueros, calcetines y las adidas blancas, total, son cinco minutos y a correr. Infeliz de mí, no sabía la que se me venía encima.
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" Que sí, Teresa, que ahora viene, seguro que le he pillado con pinta de tonto nada más salir de la ducha, si viene limpito y todo" " Pero, ¿Tú crees que querrá?" " Y si no quiere, que se joda, por que no le va a quedar más remedio..."
Lo teníamos bien planeado, el café, las pastitas... y el remate final, ¡Iba a ser la bomba!
"Meeeeeec, meeeeeec" - gritó el timbre. "Ahí está, abre tú que yo me quedo en la habitación" - dijo Teresa "Vale, voy"
" Hombre, dichosos los ojos, si espero un poco más, cambio de vecinos y no te conozco" " Buenas tardes" "Pasa, pasa, como si estuvieras en tu casa."
"En mi casa, ahí es donde yo quería estar, y no aquí, con la chalada ésta. Venga, que saque el café que me quiero largar." "Será memo, el tío, y mira que está bueno"
"¿Quieres que te enseñe el piso?" "No, no hace falta, si es clavadito al mío, solo que de la otra mano" "Claro, que boba soy"
"Está todo cortado el pobre..." "Aligera bonita..."
"Siéntate, siéntate, que te saco el cafecito" "Muy bien."
Ella se desplazó hasta la cocina, y me dijo desde allí:
"¿Cómo lo quieres?, ¿Cortado?, ¿Con leche?" - mientras venía con una bandeja cargada con las tazas y dos jarritas, una con café y otra con leche. "Sólo, gracias"
Con toda diligencia, le serví el café en su taza, se lo puse delante junto con el platito de las pastas.
" ¿Una pastita?" "Gracias"
Realmente, hacía mucho tiempo que no me encontraba como un verdadero gilipollas, pero ahí estaba yo, el café en una mano y una pasta de mantequilla en la otra, y ella observándome de arriba abajo.
"¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí?" "Tres años o una cosa así" - dije - "Oye, tienes la casa muy bien decorada, ¿lo has hecho tú?" Menos mal, pensé que al final este tío iba a ser idiota.
"Sí, pero me ayudó una amiga decoradora que tengo." "La verdad, que parece mucho más espacioso que el mío" "Gracias, si quieres te paso su teléfono... creo que lo tengo por aquí"
Se puso de pie, haciendo ademán de ir a buscar el puto teléfono.
" Tranquila, ya me lo darás, recuerda que somos vecinos" "Ay, sí, es verdad"
Acerqué mis labios a la taza, sorbí un poco de café y... ¡Oh Dios mío!, casi caigo fulminado, estaba hirviendo el hijo de la gran puta. Al tener un poco de ese liquido inflamado dentro de mi boca, no pude mas que tragármelo, instantes después empezó a arderme mientras bajaba por el esófago y llegaba a mi estomago. Se me debió descomponer la cara, ya que ella me miró fijamente, y vio rodar una lagrima por mi mejilla.
"¿Quema?" "No, bueno, sólo un poco." "Es que lo acabo de hacer, soy una tonta por no haberte avisado."
¿Tonta? Hijaputa, eso es lo que eres.
"No importa, ya pasó." "¿Quieres que te traiga un vaso de agua fría?" "Si me haces el favor" "un segundito"
Se dirigió a la cocina, escuché caer el agua en un vaso...
"¿Le puedes echar unos hielos?" "Claro"
Oí el tintinear de los hielos en el vaso mientras se acercaba a mí con el vaso. Me lo bebí de un trago:
" Muchas gracias, pensé que iba a diñarla aquí mismo" -La dije sonriendo.
Ella se echó a reír, lo hizo con muchas ganas, y resultaba que tenía una risa muy pegadiza, que por supuesto, me contagió. Estuvimos unos segundos riéndonos con ganas.
" Gracias a tu vaso de agua se ha roto un poco el hielo, ¿verdad?" " Pues sí, tenías que haberte visto la cara cuando tomaste el café, pensé que me iba a morir de la risa"
Ciertamente, me imaginé a mi mismo y ciertamente debió de ser muy gracioso.
" Siento haber estado tan borde esta mañana y ahora contigo." "No te preocupes, me imagino que tienes que tener tus problemas como todo el mundo" "No, no, es que soy un poco raro, ¿sabes?" "Entiendo. Todos tenemos nuestros puntos raros, ¿no?"
Nos quedamos en silencio, mirándonos uno al otro. Observé algo que se me había escapado otras veces, estaba muy guapa, sonriendo, sentada en su sillón, con las piernas arriba, descalza, y con el pelo recogido.
No estaba mal, parece que sabe llevar una conversación, creo que lo vamos a pasar en grande.
"¿Vives sólo?" "Sí, creo que ya tengo edad" "Ja, ja, claro" "¿Y tú?" "Sí, aunque no tengo edad, pero quiero acostumbrarme a no depender de nadie, tener una experiencia diferente, es decir, tener más experiencia." "Ya veo."
Estaba a punto de terminar mi café, el encuentro estaba llegando a su fin, cuando se abrió la puerta de una habitación, de ella salió una chica, no era guapísima, pero si muy atractiva, debía tener unos veintidós años, el cuerpo era escultural, desde luego. Morena, con el pelo corto, sonrió y tenía los dientes más perfectos que jamás había visto.
"¡Ah! Teresa, mira, este es mi vecino..." "Antonio, no nos habíamos presentado." "¡Es verdad! Yo soy Ana, y ella es Teresa." "Encantado"
Nos besamos los tres, y tomamos asiento.
" ¿No te había dicho que estaba buenísimo?" - dijo Ana. " Pues tienes toda la razón"
Yo me quedé pegado a mi asiento, sin saber que decir.
" Estooo... gracias" "No hay por qué darlas" - repuso Teresa - "Lo cierto que estás como un pan."
No sabía que hacer, era la primera vez en mi vida que me pasaba algo de esto.
"Mírale, se ha quedado de piedra" "Esta muy, pero que muy bueno, seguro que lo hace de maravilla"
" Oye, ¿Porqué no tomamos una copa?" - propuso Ana " Vale, a mí sácame un pacharán" - pidió Teresa -"¿Tú que quieres Antonio?" " Vale, un pacharán está bien... de acuerdo" "Marchando una ronda de pacharanes..." - rió Ana
Desapareció de nuevo en la cocina y reapareció con la botella de La Navarra, un cubo con hielos y tres vasos anchos. Sirvió tres copas generosas y procedimos a consumirlas. Teresa propuso un brindis:
" Por el amor, el sexo y la gente de bien" "Salud"
Levantamos los tres vasos e ingerimos su contenido. Ana sirvió otra ronda.
"¿A qué te dedicas?" - preguntó Teresa " Trabajo en industrias tecnológicas Echevarria, soy ingeniero de telecomunicaciones, y me encargo del diseño de procesadores integrados matemáticos. Pero no os quiero aburrir con eso...¿vale?" " ¡Cómo suena eso! ¿Llevas mucho tiempo trabajando en lo mismo?" "La verdad es que empecé nada más terminar la carrera, me contrataron cuando aún estaba caliente mi titulo." " ¡Qué suerte!" - dijo Ana. "¿Y vosotras?, ¿A qué os dedicáis?" " Yo estoy estudiando arquitectura" - respondió Ana " Yo medicina, todavía no me he decidido a ninguna especialización, me quedan tres años todavía, y tardaré seis en hacerlo..."
Ya estábamos terminando nuestra segunda ronda, cuando Teresa se apresuró a servir una tercera.
" Tranquila, tranquila, que no hay prisa" - Tuve que frenarla un poco, sino iba a pillar una melopea en menos que canta un gallo, ya estaba empezando a sentir los primeros efectos en la base del cráneo. " Es verdad, qué tonta soy."
Ana se acercó al equipo de música y puso un compact que tenía a mano, Sade, muy bien.
Las cosas parecían que marchaban bien, el mochuelo ya había picado, sólo faltaba el toque final y... ZAS.
Ana se volvió hacia mí con una sonrisa y me preguntó:
"¿Te importa si me hago un canuto de hierba?" " Estás en tu casa" - la respondí.
Empezó a liárselo, se la veía hábil, realizó un cilindro perfecto. Hacía más de cuatro años que no fumaba marihuana, así que no sabía cómo iba a acabar todo aquello.
"La planto yo mismo, si te asomas a la terraza, verás un par de tiestos ocupados por unas bonitas plantas."
Efectivamente, me puse de pie y me dirigí al balcón, allí tenia un bonita par de ejemplares de marihuana, hembras, además. "Las tienes muy bien cuidadas" - La dije "Es que todo lo que entra en mi casa, crece muy bien y deprisa" - me dijo con ironía.
Encendió el canuto y le dio un par de caladas, luego se lo pasó a Teresa, que hizo lo propio, y ella me lo pasó a mí. No me lo pensé dos veces, lo acerqué a mis labios y di una calada profunda, que me llegó hasta el último alveolo de mis pulmones. Seguidamente le di otra, y otra más. Con precaución, me acerqué de nuevo hasta el sofá, donde, sin darme cuenta, se habían instalado las dos amigas, estaban las dos abrazadas y dándose suaves besos en los labios. Yo estaba allí de pie, con el canuto en la mano y cara atónita.
" En fin, igual os estoy molestando, me marcho." "Pero qué dices, anda, siéntate aquí con nosotras y pásanos el canuto, bobo."
Por motivos de seguridad, tuve que tomar asiento, ciertamente, con tal suerte que caí en medio de las dos. Ellas riendo, se acercaron a mí, y siguieron fumando.
"Ya está, ya ha caído, ahora no le salva ni la Madre superiora." "Qué bien huele este hombre, es que no hay nada como un tío guapo recién duchado." "Madre mía, mira en lo que me he metido, sin comerlo ni beberlo, pero ¡Qué diablos! Este es el mejor plan para un sábado a la tarde." - sonreí para mis adentros.
Entre las dos me convencieron para ir a la habitación, me desnudaron, hicimos unas risas con mis calzoncillos de piolín, y me tumbaron en la cama. Mientras una de ellas, Ana, si mal no recuerdo, me besaba por todo el cuerpo, Teresa con unos pañuelos de seda, me ató las extremidades al cabecero y al pie de la cama. Acabé completamente desnudo, abierto de brazos y piernas y con una empalmada del diablo. Juguetearon conmigo, me besaban por todos lados menos en el pene. Entre el medio pedo del pacharán y la suave fumada de la maría, había conseguido llegar a un estado de excitación increíble, también gracias a esas caricias que me estaban regalando las dos muchachas.
Madre mía lo duro que está este tío, hacía tiempo que no veía una empalmada semejante, y todavía no le habíamos hecho nada. Iba a ser una noche memorable. Teresa había hecho un buen trabajo con los pañuelos, así que ya podíamos trabajarlo a gusto. Nos desnudamos mutuamente, Teresa lo hizo suavemente, de una forma súper sexy, mientras que yo la arranqué la ropa casi a jirones, Antonio no nos quitaba los ojos de encima. Nos besamos en los labios, y nos pusimos delante de él a acariciarnos sin limites, Teresa llevó sus labios hasta mis pechos, yo corrí encima de ella y nos acoplamos en un perfecto sesenta y nueve. A Antonio no le cabían los ojos en las cuencas. Le dedicamos un par de orgasmos de los buenos, sólo con nuestros gemidos, él estaba ya a punto de caramelo.
" Tú primera" - le dije a Teresa.
Y en un momento, ella se subió encima de Antonio, pero de espaldas a su cara, ofreciéndole la vista de su hermoso culo, se restregó hacia atrás, y metió su glande en su preciosa boca, en el se adivinaba una gota de lubricante natural, cosa que a Teresa pareció volverla loca.
" Esto sí que está delicioso" - dijo ella con las pupilas dilatadas por el deseo.
Empezó el movimiento de cabeza, arriba y abajo, arriba y abajo, mientras a Antonio parecía que le iba a explotar la cara de placer. Paró, dio una vuelta con la lengua alrededor del capullo, y otra, y otra, y se la volvió a tragar hasta dentro, y repitió la jugada un par de veces más, tenía la polla a punto de reventar, cuando de un movimiento rápido, se puso de cuclillas en la vertical de su miembro. Se ayudó con sus dedos a separarse los labios, poco a poco, se la fue introduciendo, al principio y suavemente, sólo el capullo, arriba y abajo, suavemente. A Antonio ya se le empezaba a oír. Más adelante, encajó su miembro hasta el fondo, Teresa me miraba fijamente, parecía decirme que le encantaría hacerme eso a mí. Se la clavó y empezó a dar pequeños giros de cadera, Antonio estaba completamente inmovilizado, pero no se quejaba, no me extraña. Yo me acerqué, y en la postura perfecta en la que se encontraba mi amiga, aproximé mi cara a su vulva, y con la lengua, empecé a darla lametazos en su clítoris, entonces ella empezó a gritar de verdad, había conseguido un orgasmo cojonudo.
Después de regodearse en un par de giros más de caderas, se levantó, se dio la vuelta, se acercó a Antonio y le besó en los labios, para seguidamente, volver a chuparle la polla. Lo hizo con salvajismo, Antonio no lo pudo aguantar más y se corrió, Teresa dejó caer el semen de su boca encima de él, se limpió con la mano, le miró y le dijo:
" Además de oler bien, sabes de puta madre."
Después se acercó a mí y me beso profundamente en la boca. Ciertamente, Antonio sabía de puta madre. Esto no había hecho más que empezar.