Tenía 9 años. Mi padre era mojado en Estados Unidos y enviaba dinero esporádicamente, por eso mi mamá trabajaba. A mi hermanito de 2 años lo dejaba con mi tía (hermana de papá). Yo me quedaba en casa a hacer mi tarea, recoger un poco la casa e ir a la escuela en la tarde, antes pasaba a casa de la tía a comer.
Como mi mamá era hija única y habían muerto sus padres teníamos mucha relación con la familia de la tía Ernestina, la cual la formaban, mi tío Pablo (su esposo), y mis primos, Juan (8), Luis (9 ½) , Beto (12) y Lalo (14) Con Juan y Luis me llevaba de maravillas, Beto y Lalo al ser mayorcitos tenian otros amigos, así que casi no los veía. Vivían a una cuadra de mi casa. Me gustaba mucho estar en su casa pues mi tía me trataba como su hija, y eso me permitía jugar con mis primos y sus amigas. Nuestros juegos aun eran inocentes, hasta que se nos unio Lucy, una niña de 11 o 12 años que se habia mudado a nuestro barrio.
Un día estábamos jugando a las escondidas ella me tomó de la mano y me dijo:
-Ven, escóndete con nosotros Ahí estaban Luis y Rubén (8 años) un vecino-.
Nos escondimos en una bodega abandonada, algo retirado de donde jugabamos. Yo me asomaba para ver al que nos buscaba. Cuando escuche la voz de Lucy que le decía a Luis:
-Ándale, sácatela.
Él se me queda viendo, y luego dijo que no que yo podria decirle a mi tía lo que hacia.
-No va a decir nada dijo Lucy-. Que Rubén se la enseñe y se la coja. Ándale Rubén, sácatela y métesela.
Yo no sabia de que hablaban, hasta que Rubén se bajó el short y dejando a la vista su pajarito que estaba paradito
-Ánda Luis, ya bájate los pantalones. Y tu Mary bájate los calzones, después abres las piernas y de agachas, mira como le hago.
-No, yo no quiero dije-. Eso es malo, si quieren háganlo ustedes.
Luis ya se había bajado el pantalón y se lo volvió a subir y dijo:
-No, si Rubén no se coge a Mary yo no hago nada.
-¿Saben qué? Dijo Lucy enojada-. Si Mary no se deja, le decimos a su mamá que Chuy (otro vecinito) se la ha estado cogiendo, para que le peguen.
-Pero si yo no he hecho nada malo respondí asustada-.
-No nos importa Dijo Lucy-. Además tu mamá nos va a creer a nosotros porque somos más. ¿Te dejas o no?
Me quedé asustadísima, sabía que si le decían a mi mamá, me pegaría muy fuerte.
-Esta bien. respondí nerviosa-. Pero no le digan a mamá.
Ándale, ya bájate los calzones dijo Lucy-. Vas a ver como te va a gustar, se siente rico, ¿verdad muchachos?
-Sí. Respondieron los dos-.
Luis se bajó el pantalón y mostró su pene, aunque pequeño aún, a mí se me hacía grande, era un poco más largo y grueso que el de Rubén. Lucy ya tenía los calzones en los tobillos, separó las piernas, se agachó y se separó sus pompis con las manos. Luis se puso atrás de ella y se empezó a mover. Yo imité a Lucy y me puse en la misma posición, Rubén se puso atrás de mí y sentí su pene suave y caliente. Abrió mis nalguitas y lo colocó en mi colita y se empezó a mover igual que Luis. Agarrado de mi cintura y me aventaba hacia el frente, yo, para mayor comodidad apoye mis manos en la pared.
Así estuvieron un rato, y luego se intercambiaron, mi primo conmigo y Rubén con Lucy. Lo que sentía es difícil de describir, no me molestaba y se podría decir que me estaba gustando, aunque no hubo verdadera penetración me estimulaban mi colita y el sentir eso me producia un cosquilleo extraño. De lo que sí estoy segura, es que fue la sensación de hacer algo prohibido lo que me excito mas, y fue lo que me motivo a seguir permitiendo que en días posteriores tanto mi primo como mis vecinitos me siguieran "cogiendo".
La familia de Lucy tuvo que mudarse, ya sin ella los juegos prohibidos, fueron cada vez más escasos y nos volvimos muy descuidadas ya que no teníamos la picardía de Lucy y un día llegó lo peor, nos descubrieron. Por ello pasé casi encerrada por 3 años. Había estado muy vigilada, por mi mamá y cuando ella no estaba, por mi tía Ernestina. A la que mi mamá debio contar lo ocurrido porque en un principio mi tía me vigilaba mucho y no permitía jugar a solas con mis primos, pero con el tiempo empezó a confiar en mí.
Mis primos Beto y Lalo seguían casi sin estar en casa de mi tía, por eso cuando estaban se portaban muy bien conmigo, me querían como a una hermana, no así sus dos hermanos menores, que buscaban cualquier oportunidad para cogerme, pero cada vez fue más difícil hasta que ya no lo hicimos. En parte porque nunca estábamos solos y luego en ese tiempo llegó mi Papá y estuvo un año con nosotras y para cuando se volvió a ir a los Estados Unidos, yo ya tenía trece años.
En aquel entonces estaba un poco rellenita, y me veía mas desarrollada que mis compañeras. En ese tiempo se usaban las faldas cortas por eso se me veían unas piernotas. Una vez alcancé a escuchar a un muchacho de mas de 20 años, que le decía a otro, cuando me vio pasar a la tienda:
¡Ya viste! A la guerca, la veo y se me para la verga
Hice como que no lo escuchaba, pero me di cuenta que despertaba el deseo en los hombres. Muchos vecinos me espiaban cuando me bañaba, muchos "descuidadamente" me enseñaron su pene y algunos hasta tuvieron el atrevimiento de rozármelo. Me empecé a obsesionar por verles el pene a las chicos mayores, mas grandes que los de mis amigos. Por eso sin querer les enseñaba mi ropa interior y les digo que era descuidada, pues si me hubiera dado cuenta que eso les excitaba, lo hubiera hecho siempre.
Un día jugando con mis primos, perdí todas mis canicas. Me había dado cuenta que al estar jugando, ellos no perdían detalle de verme mis piernas cuando me agachaba, y ellos se ponían adelante para verme mis calzones.
-¿Pues que tanto me ven? les dije-.
-¿Te acuerdas cuando jugábamos a los papás y mamás? dijo Luis-.
-Si le dije- ¿y eso qué?
-¿Te acuerdas cuando te cogíamos y nos la chupabas?
-Si Respondí avergonzada, pues pensaba que lo habían olvidado-.
-¿No quieres que te cojamos como antes? Pregunto Juan.
-No.
-Ándale, que te cuesta. ¿ti te gusta no? Y a nosotros también.
-No, antes era muy niña, pero ahora estoy grande y eso no esta bien.
-Sí. Dijo Luis-. Antes estábamos mas chicos, pero ahora estas más buena, se va a sentir más rico ahora, además la tenemos más grande, mira.
Se sacó el pene. Y lo puso cerca de mi boca. En verdad era más grande que antes, y estaba muy apetecible.
-Órale Mary, -dijo, haciendo un movimiento colocando la punta de su pene en mis labios-. Aunque sea danos una chupada.
-Ya les dije que no. nerviosa por el recuerdo de los golpes que me dio mi mamá, pero mi cuerpo gritaba que lo hiciera. Y me levanté-.
-No seas mala Mary. suplicó mi Juan-. ¿A poco ya no te gusta?
-Si me gusta respondí- pero mi mamá se puede dar cuenta y me pegaría otra vez.
-Mi mama no esta. Dijo Luis-. Se va a tardar horas, y vas a sentir bonito y nadie va a saberlo.
-No sé...
Luis me empezó a levantar el vestido y metió su mano en mi calzón. El sentir sus manos en mis pompis, sentí un calor que se me subió a la cabeza, él trataba de bajármelo, y yo luchaba sin mucha convicción.
-Si te dejas me dijo casi al oído, mientras me besaba en el cuello-. Te doy todas mis canicas.
--empecé a ronronear excitada.
-Bueno, pero que Juan nos eche aguas por si viene tu mamá
-¡He yo también quiero cojerte!
-¿Tienes 20 canicas?
-No.
-Cuando las consigas me dejo, pero ahora solo vigila.
Juan no quería hacerla de vigilante si no tenía participación y yo no quería hacerlo sin obtener nada. Así estuvimos hasta que algo le dijo al oído Luis, y a regañadientes se fue a la puerta principal.
Me bajé mis calzones, y me puse en la posición que siempre utilizábamos.
-Quítate el vestido me dijo- quiero tocarte las bubis
-A ver, quítate la ropa tu primero.
El se desnudo en un santiamén, la tenia muy parada, tenía poquitos vellos al igual que yo. Me desnudé, él me beso en la boca, con sus manos masajeaba mis pompis, su pene lo sentía en mi vientre, caliente. Me dio muchos besos en la boca, en el cuello y después suavemente me separo y me contempló.
-Estas bien rica primita.
Me las empezó a besar, se metía un pezón a la boca, lo chupaba y luego se pasaba al otro, con una mano me apretaba mis pompis y con la otra me empezó a meter un dedo en mi conejito.
Yo me sentía en la gloria, y me olvide de todo, ya no me preocupaba si nos descubrían o no, solo quería seguir sintiendo esas caricias que me estaban excitando como nunca antes había sentido. Los movimientos bruscos de su dedo dentro de mi conejito me volvieron a la realidad, me lo había metido todo y me estaba doliendo. Le sujeté la mano y hice que me lo sacara.
-Me duele. -Le dije-. Ya cójeme y no pierdas tiempo.
-Chúpamela.
-No, ándale, estas perdiendo tiempo.
-Un ratito nada mas.
Me hinqué ante él y me la metí en la boca.
-Sabe rara.
-¿A que? No esta sucia porque me bañe hace rato
-No sé. Sabe a algo salado.
No sabía que estaba degustando el liquido preseminal.
-Mmhh, siento bien rico; llénala de saliva y empínate para metértela.
Hice lo que me dijo, abrí mis piernas, me agaché y con mis manos me separe mis pompis, él se puso atrás de mí, con sus brazos me sujeto de la cintura y zas, que me mete un buen pedazo.
-¡Ay! ¿Qué estas haciendo? -le dije al momento que me zafaba y se escuchaba un ¡plop! cuando salió su pene de mi colita-. Me dolió.
-Te la estoy metiendo Me dijo sonriendo-. Ahora mi verga esta más grande y te llega más adentro.
Me sobé mi colita y lo miré a los ojos, se sentía orgulloso por haberme causado daño. Me gustaba lo que hacíamos, pero el sentir dolor no era algo que planeado.
-¿Cada vez que me cojas me va a doler?
-Dicen que solo la primera vez, ya después no sientes nada. Vale más que te duela ahora y no cuando estés más grande, porque te va a doler más.
-¿Y como antes no me dolía?
-La teníamos más chiquita, no siempre vas a cojer con niñitos. Empínate ¿O no quieres las canicas?
¡Qué! pensé-. Después de todo lo que me has hecho ¡Ah! Eso sí que no.
-Esta bien, pero hazlo despacito para que no me duela mucho.
Me volví a agachar. El se escupió el pene y me la volvió a colocar en mi hoyito trasero. Empujo y...
-¡Ay! grité-. Te dije que despacio.
Se quedo quitecito, a mí me palpitaba mi colita, me abrazó de mi cintura y me la fue metiendo despacio pero sin detenerse hasta que estuvo toda adentro. Yo nomás pujaba, y de vez en cuando se me escapaba un gritito pero aguante.
-No te mueves, espérate. le dije-.
Lo que sentía era muy extraño, por una parte quería que mi primo se saliera de mí lo más rápido posible y no sentir ese ardor en mi sufrida colita; y por otro lado, estaba toda mojada de mi conejito, es como si mi espíritu se saliera de mi cuerpo y desde afuera contemplara la escena, allí estaba yo, desnuda, con mis nalgas en pompa, Luis con todo su pene metido en mi colita y Juan observando excitado y en silencio las muecas de mi rostro, siendo testigo de mi primer desgarre anal. Ese cuadro erótico que veía mi espíritu y la sensación de lo prohibido era lo que me tenia súper-excitada y hacia que aguantara a tambor batiente los embistes de Luis cuando la empezó a meter y sacar frenéticamente. Mordí mi labio inferior fuertemente, mis bubis se movían como locas para un lado y para otro hasta que mi primo me las sujetó con ambas manos al momento que lanzaba un grito de satisfacción. Se quedó quito un momento y luego se volvió a escuchar ese dulce sonido: ¡Plop! Cuando salió su pene goteando aun esperma.
-¡Me manchaste! le dije enojada- ¿Qué me echaste?
-Leche, es lo que nos sale a los hombres cuando cogemos.. Ten límpiate (dándome un pedazo de papel)
Luis se vistió rápidamente y se fue a la puerta a vigilar, ya que Juan había regresado a mi lado y tiernamente me estaba ayudando a limpiarme.
-Te sacó sangre Me dijo un poco temeroso, al ver algunas lagrimas en mis ojos-. Yo también te quiero coger, Luis me dijo que te amenazará con decirle a tu mamá en caso de que no quieras, pero yo no quiero que llores, si quieres ¿cuando junte las canicas lo hacemos?
Asentí con la cabeza, mientras observaba el papel manchado de semen y sangre. Estaba asustada, cansada, adolorida, pero excitada y feliz
Al quedar sola, cuando mamá salió a su trabajo, sentía ese sopor que uno siente al despertarse y que le dan a uno ganas de seguir en la cama. Empece a recordar lo vivido el día anterior con Luis (13 años), sinti un cosquilleo delicioso en todo el cuerpo y mis manos sin pensar se fueron hacia mi conejito. Lo empecé a acariciar sintiendo oleadas de un placer maravilloso, sin pensarlo, me quité mis calzones y empecé a masturbarme. Me desnude por completo, con mi mano izquierda empecé a dar un dulce masaje a mis bubis, sujetaba mis pezones con las yemas de mis dedos, los apretaba, los estiraba; mientras mi mano derecha arremetía contra mi puchita con movimientos circulares metiendo levemente la punta de mis dedos.
A medida que pasaban los minutos las sensaciones placenteras eran más continuas, las cobijas cayeron al suelo, mis movimientos se hicieron más veloces y empecé a jadear, de mi boca surgió un grito cuando me vino mi primer orgasmo. Mi corazón latía fuertemente, lentamente abrí los ojos y contemplé mi cuerpo sudoroso, mi mano derecha seguía dando masajes suaves a mi conejito y mi mano izquierda aun sujetaba mi bubis derecha. Se escuchó un ruido que me sobresaltó, y pude ver a través de la ventana, la sombra de uno de mis adorables vecinos que me espiaban, que fue testigo de mi frenético y primerizo orgasmo. Una sonrisa se dibujo en mi rostro y así, desnuda, como Dios me trajo al mundo, volví a dormirme.
Varios días mi colita estuvo adolorida, así que me abstuve de permitir que me la volvieran a meter, la abstinencia duro como quince días, mientras tanto me hice aficionada a las masturbaciones matutinas, se corrió el rumor entre mis admiradores y cada día tenía a varios rondando por mi ventana tratando de observarme en esos menesteres.
Como una semana me estuvo rogando Juan (11 ½ años) para que accediera a saciar sus bajos instintos. Ya había logrado juntar las 20 canicas, y como ya había perdido las que obtuve con mi sacrificio, acepté. Me sugirió hacerlo en mi casa, cuando mamá saliera, pero lo que él no sabía era que había muchos fisgones rondando mi casa, así que le dije que ahí no.
Fue en su casa donde lo hicimos, mi tía salió al centro a realizar algunas compras. Juan imitó a Luis. Hizo que me desnudara, me besó en la boca, en mis bubis, y me la metió, pero con él no sentí dolor, ya que no la tenía tan desarrollada como Luis, se desanimó un poco al ver que no gritaba de dolor (pobrecillo, si supiera que disfrute más con él que con Luis), no me mancho de semen, no se si ya le salía o no, pero el caso es que esa vez no le salió. Lo hicimos hasta que él se cansó y se dio por bien servido. Yo me quedaba muy caliente, ya que le decía como me gustaba que me acariciara mi conejito y lo hacia de maravillas, pero no lo suficiente para tener un orgasmo. Me sentí feliz de que al cogerme Juan, no me doliera mi colita, y tontamente creí lo que me había dicho Luis, que solo la primera vez duele. Así que volví a hacerlo con él, me volvió a doler, y me sacó sangre de nuevo, pero ya no lloré.
Me empezó a gustar el sexo, sentía rico, un poco de dolor, pero las sensaciones eran maravillosas, me hacían muchos regalos (canicas, panes, tostadas) a cambio de que disfrutaran de mi cuerpo y gustosa aceptaba pues también lo disfrutaba enormemente.
Cierto día que estábamos jugando a las canicas, yo traía falda. Ese día estaban Lalo (18 años) y Beto (16 años) observándonos, y durante todo el juego estuvieron muy interesados en como jugaba, (lo hacían para verme las piernas y mi ropa interior) Después organizaron un torneo de lucha. Beto y Lalo contra Luis, Juan y Yo. Primero se encargaban de rendir a mis primos y luego entre los dos me tumbaban y hacían unas llaves raras. Siempre acababan poniéndome sus duros bultos, ya sea en mi cara, en mi conejito o en mi pompis, además de llevarme una buena agasajada, tanto de mi colita como de mis pechos. A ambos se les notaba un gran pene, se les formaba un bultote en su entrepierna y estaba durísimo y muy caliente, me encantaba que me repegaran sus cosotas, que se excitaran así conmigo, ya que los dos estaban guapísimos.
Ya no teníamos tanta privacidad para hacer nuestras sesiones de sexo. Si no estaba mi tía, estaban Lalo y Beto, ya no se iban a jugar a la calle, se empezaron a juntar con nosotros, eso no les gustó a Luis y a Juan, pero Beto y Lalo decían que les gustaba mucho jugar conmigo y a mi también me encantaba. Ya teníamos como quince días, sin nada de nada, en aquellos días estaba muy caliente y ni mis masturbaciones matinales podían calmarme, sobre todo por los juegos, siempre me manoseaban o me repegaban su cosota.
Un noche estuve soñando cosas muy eróticas, así que desperté muy caliente. Estaba impaciente por empezar mi masturbación matinal. Mi madre se estaba bañando, hacia calor, me imagino que a ella también le gustaba que la observaran ya que podía hacerlo en el baño, pero al igual que yo, prefería hacerlo en la cocina de a botecito. Me asomé por la ventana y si, ahí estaban dos vecinos espiándola. Y me dije: ahora va ser su día de suerte, y le grite a mi madre:
-Ma, déjeme tantita agua, para bañarme yo también.
-Y ora, ¿porqué te despiertas tan temprano?
-Es que tengo mucho calor.
Ver a mi madre desnuda y arreglarse poco a poco me llenaba de orgullo, tenia un cuerpo hermoso, era muy bonita y era natural que calentara como toros a los vecinos que la espiaban, ya que no se retiraban de las rendijas de la puerta o la ventana hasta que terminaba de vestirse.
Mientras me desnudaba, mi madre me dijo:
-Bueno mija, se porta bien, al rato viene su tía para llevársela y me espera en su casa.
-Si mami.
Los ojos de las rendijas desaparecieron por un instante, mientras tanto me metía al baño de aluminio y me empecé a tallar el cuerpo, oí cuando mi madre cerró la puerta, después de un corto tiempo, los ojos de los vecinos volvieron a aparecer en las rendijas de la ventana, ya había terminado de bañarme, pero permanecí mas tiempo en el agua, dándome vueltas de vez en cuando para que pudieran apreciarme bien
Bien, llegó el momento pensé-. Me paré, me eché el resto de agua limpia que había en la tina, me hice el cabello hacia atrás, separé mis piernas, y se fue hacia mi cuevita y empecé una rica y cadenciosa masturbación, afuera se escuchaban los ruidos de los vecinos como queriendo abrir la puerta y murmurando "anda caliente la guerca", pero para ese entonces ya no me importaba nada, cerré mis ojos y empecé a sumergirme en las oleadas de placer que experimentaba, empecé a jadear fuertemente y de mis labios surgieron sonidos guturales, que a cada segundo se hacían más fuertes, mi cuerpo fue sacudido por una intensa vibración y temblé de pies a cabeza a medida que se acercaba el orgasmo, afuera los ruidos, las voces. No me importaba, estaba próxima a venirme, mi manos se movían a velocidad, en eso. Unos fuertes toquidos en la puerta principal me sacaron del éxtasis. Abrí los ojos asustada, afuera se oían unas pisadas que corrían, eran mis vecinos que huían ante la presencia de alguien. Volvieron a tocar fuertemente.
-¿Quien? grité-.
-¡Somos nosotros prima!, ábrenos
-¡Ya voy!, estoy terminando de bañarme.
Tomé una camiseta grande, me la puse y fui a abrir.
-Mamá no pudo venir Dijo Beto- fue de compras, y nos mando a nosotros para llevarte a la casa.
A Beto lo acompañaban Lalo y Luis. Los tres vestían short y camiseta de fútbol. Lalo y Luis no me quitaban los ojos de encima ya que al estar mojada y ser la camiseta blanca, se me traslucía todo.
-Bueno, pasen dije, un poco frustrada por lo que acababan de interrumpir-. Nada más me cambio y nos vamos.
Al estar buscando la ropa que me iba a poner, ellos empezaron a jugar a las luchas, y me decían que participara.
-Ándale Rosa, ayúdame decía Luis, mientras luchaba contra sus hermanos-. No puedo yo solo contra ellos.
-Espérame, es que solo tengo puesta esta camiseta, no me dieron tiempo ni de ponerme calzones.
-Así vente, que tiene Dijo Lalo-.
-Ay si, después al estar luchando me van a ver todo.
-Nosotros tampoco tenemos calzones, mira Dijo Luis, al tiempo que se baja el short y me enseñaba su pene que estaba ya excitado.
-Asi es primita Dijo Beto, bajándose también el short-. Mira, solo estamos en short, además, ya te vimos desnuda, se te transparenta todo. Ven a jugar así como estas.
Y ahí estaban mis tres primos, dos de ellos con la verga de fuera y Lalo con un bulto enorme en su entrepierna, y yo, con una calentura de los mil infiernos. Al ver el pubis peludo de mi primo Beto, mi conejito empezó a segregar gran cantidad de jugos, estaba hermosa su vergota, llena de venas, colorada, dura, y hacia unos sensuales movimientos de arriba hacia abajo sin que nadie lo tocara. En mi cara se dibuja la lujuria y mire el rostro de mi primo Lalo un poco avergonzada de que se me notara la calentura que tenía. Pero el dulcemente me dijo: "Ven, vamos a jugar".
Beto gritó: "Yo soy con Rosa" y se abalanzó sobre Lalo. Luis se me echó encima, derribándome en la cama, y sin perder tiempo empezó a manosearme, yo forcejeaba un poco, dejándome hacer, cuando oí que Beto se rindió. Lalo se unió con Luis y entre los dos trataban de rendirme. Sentía sus manos por todo mi cuerpo, me apretaban mis pompis, mis bubis, la bata ya la traía enrollada por el cuello y sentía sus penes calientes y duros por todas partes. Todos fingíamos, ellos dizque a hacerme llaves y lo que hacían era darme una tremenda agasajada y yo a resistirme y lo que realmente hacia era disfrutar de los roces, las caricias, y el morbo de estar casi desnuda delante de ellos.
Creo que fue muy obvio lo que hacíamos, y de pronto ya no estaban dispuestos a fingir. En un momento dado, Luis se bajó el Short, y saltó su pene parado como resorte, me agarró de la cabeza y sin miramientos me la metió en la boca. Me sacó de onda, ya que no me lo esperaba, y apenas iba a protestar cuando sentí la lengua de Lalo en mi puchita, eso me desarmó. Con lo caliente que estaba, y Lalo, haciendo algo que nunca me habían hecho, y que sentía riquísimo, mucho más rico que cuando me cogían, eso fue la bomba que explotó y desencadenó todo lo demás.
Sujeté su cabeza con mis muslos, le agarraba de los cabellos y me lo restregaba en mi conejito, quería metérmelo, a pesar de tener el pene de Luis en la boca, empecé a gritar de gusto, hasta que Beto dijo: "Dame chanza hermanito, deja que también me la mame a mi" y me metió ese pedazote de carne en la boca, mientras Luis se dedicaba a besarme los pezones. Yo lanzaba gemidos mientras me venia mi primer orgasmo.
Asi duramos unos minutos, sentía oleadas de un calor abrazante, y gemía, mientras Lalo regañaba a Beto, diciéndole: "métesela bien para que no grite guey". Y Beto me la incrustaba hasta el fondo de mi garganta, sentía los vellos púbicos hacerme cosquillas en la nariz. Mi cuerpo tembló violentamente mientras era presa del segundo orgasmo, al momento que Beto se venía en mi garganta, dos chorros se fueron directos a mi esófago, y uno se quedó en mi boca, al momento que retiraba el pene, pero siguió lanzando chorros de semen, y estos caían en mis ojos, en mi nariz y en mis labios, y empecé a gritar con todas mis fuerzas:
-¡Ahh! ¡Que rico!
Estaba como loca. Me tapaban la boca los tres para que no gritara. Luis volvió a ocupar el lugar de su hermano Beto, mientras Lalo seguía enviándome al paraíso con esa lengua traviesa. Lalo le gritó que me tapara la boca al tiempo que se empezaba a comer mi colita, me metía la lengua en mi hoyito trasero y sentía maravilloso, empecé a temblar de pies a cabeza y jadeaba terriblemente al venirme el tercer orgasmo, me sentí desfallecer, pero los movimientos de Luis me volvieron a la realidad, sacó su pene de mi boca y empezó a venirse, su semen me manchó las mejillas y mi cabello.
No sé si era por lo caliente que estaba, pero el semen de mis primos me sabía delicioso, lo degustaba golosamente: "Quiero máss". Mire hacia mi entrepierna y apareció el rostro sonriente de Lalo, diciéndome "Te gustó Rosita".
-Si Contesté, con una voz desconocida, pero llena de sensualidad-. Me gustó mucho, fue divino.
-Pues ahora te toca a ti hacérmelo.
Se quitó el short y apareció un hermoso pene, era igual que el de las personas mayores que me había tocado ver. Se veían unas pequeñas gotas cristalinas en la punta, lo sujeté con la mano izquierda desde su base, se sentía divinamente suavecito y muy caliente, mi mano derecha empezó a acariciar su abdomen que se marcaba hermosamente.
El me sujetó de la nuca y me la empezó a meter en la boca, era gruesa y me cansaba un poco al tener la boca tan abierta, pero hice lo mejor que pude para darle al menos un poco del placer que el generosamente me obsequio. Metérmelo todo en la boca era imposible, pero lo hacia hasta que chocaba en mi campanilla, besaba su glande, le daba pequeños mordiscos. Esa fue la primera vez que disfruté el sexo oral.
Terminó con un torrencial flujo de semen, el cual trataba de que quedaran en mi boca.
Luis ya estaba listo para volver a las andadas, y volteándome me la incrustó en mi colita, esta vez no me dolió nada, ya que estaba muy bien lubricada. Yo seguía jugueteando con el pene de Lalo tratando de que se le parara nuevamente. Beto se acercó y me la metio nuevamente en la boca
Luis, se vino en mi colita, Beto me limpio con una toalla y también me lo metió por atrás, con él, me volvió a dolor, pero solo un poco, sentía riquísimo como me taladraba el trasero, pero lo que mas me gusto fue lo que me decía cada vez que me la metía. Frases como "Que hermosas nalgas tienes Rosa, siempre te quise ver así, empinada y con mi verga adentro, estas para cogerte todos los días, si así, mueve mas las nalgas que me voy a venir" y así se la paso hasta que se vino. Me encantó que me dijera todas esas cosas, con él también tuve varios orgasmos.
Al terminar, le dije a Lalo:
-¿Tu no me quieres coger?
-¿Tu quieres que te coja?
-Si.
-Pues ven, que yo te quiero para mi solito... Y me llevó a la cocina y con el agua con la que me había bañado anteriormente, me volvió a bañar, lo hacia con dulzura, con amor, fue hermoso, me secó, me cargó en sus brazos y me llevó a la cama.
El no me cogió como mis otros primos, el me hizo el amor, con el perdí la virginidad, fue maravilloso, divino, hermoso. El me dejó gritar mis orgasmos, fue una posesión salvaje, pero llena de amor. Nunca supe si mis vecinos fueron testigos de mi primer orgía, nunca supe si las manchas de semen que estaban afuera de la puerta las hicieron antes o durante ésta.
A partir de ese día, jamás volvieron a cogerme mis primos. A partir de ese día y durante los dos años siguientes hasta la llegada de mi Padre de Estados Unidos, fui yo, la que me los cogía... Dos y a veces tres veces por semana; durante dos años, mis adorables primos satisficieron mis deseos.