Ocurrió la tarde de un sábado de noviembre de 1965, contaba yo en aquella época diecisiete años, cumplidos en septiembre, mis padres, por razones de un óbito ocurrido en la familia, habían marchado el día anterior a la ciudad de Alicante para acudir al sepelio de mi tío fallecido, teniendo previsto regresar el domingo por la tarde.
Mi madre, una mujer adorable y extrovertida, tenia amistad con una señora aproximadamente de su edad, a la que había conocido hacía unos años, donde generalmente se conocen a las amistades femeninas, es decir, en la peluquería.
Esta señora estaba casada con un señor cuya profesión en aquella época era conocida como "viajante". Nunca vi al mencionado señor, pero parece ser que este hombre estaba toda la semana fuera de su domicilio, y eso hacía que esta mujer visitara con frecuencia mi casa donde pasaba largas horas conversando con mi madre.
Cuando esta mujer visitaba mi casa raramente había alguien, excepto mi madre claro, habida cuenta que mi padre se hallaba trabajando en su bufete de abogado y yo estaba en el instituto o con mis amigos. De todas formas, a la referida mujer la conocía pues en alguna ocasión había coincidido con ella al llegar o marchar yo de mi casa.
La descripción física de esta mujer y lo que llamaba poderosamente mi atención de adolescente, eran sus enormes pechos y un gran trasero montados sobres unas poderosas piernas. Aquello, hacía discurrir mi imaginación y no solo la comparaba con otras mujeres que veía por la calle, si no también con aquellas artistas desnudas de la clandestina "Paris Hollywood", revista culpable entre otras cosas, de tantas y tantas masturbaciones juveniles, yo, en mas de una ocasión intentaba buscar referentes en dicha revista para imaginármela desnuda, pero era complicado.
Nunca en mi vida había visto en la realidad a una mujer desnuda, pero la imaginación de un joven es infinita y me preguntaba como sería esa señora desnuda, nunca podía imaginar que aquello se iba a producir tan rapidamente debido a los acontecimientos ya citados al principio.
SABADO POR LA TARDE. NOVIEMBRE DE 1965
Me hallaba yo en el confortable e inolvidable despacho que mi padre tenía en casa, - cuanto lo echo de menos desde la perspectiva de los años transcurridos -, decía, que me hallaba en el referido despacho, hojeando y en ocasiones leyendo pequeños párrafos de un libro que se encontraba entre mis favoritos de la época, "LUISO", un libro que había formado parte de mi educación secundaria y concretamente de la asignatura obligatoria "FORMACION DEL ESPIRITU NACIONAL", trataba el libro de las aventuras de un niño creo recordar de unos nueve años, a bordo del Buque Escuela de la Armada Española "JUAN SEBASTIAN ELCANO" en él se describían pasajes y singladuras de dicho buque, así como las aventuras narradas desde la imaginación del personaje.
A media tarde, sonó el timbre de mi casa, dejé el libro y me dirigí hacia la puerta, no sin antes observar a través de la mirilla de quien podía tratarse, por ella descubrí a la amiga de mi madre, quité el cerrojo y abrí con normalidad la puerta, La mujer se sorprendió de que quien abriera la puerta no fuera mi madre, yo rapidamente la puse al corriente de su ausencia, lo que trastornó un poco a la mujer. Ante tal circunstancia, la mujer me dio su pésame para que se lo transmitiera a mis padres a su vuelta, acordando que les llamaría por teléfono, dio media vuelta y se fue, cerré la puerta puse el cerrojo y volví a mi lectura, transcurridos unos minutos, volvió a sonar el timbre, yo ya malhumorado pensé quien sería ahora, volví a mirar por la mirilla y ahí estaba otra vez esa mujer, volví abrir, comentándome si la dejaba pasar pues tenía que ir al baño, le dije que por favor que pasara, con lo que la mujer pasó y se introdujo en el baño, yo por mi parte, me introduje en el despacho de mi padre, y no se por que circunstancia cerré la puerta, a sabiendas que tenia a una mujer en el baño
Estaba yo otra vez ensimismado en la lectura de "Luiso", y a la vez imaginando aquellas intrépidas navegaciones a lo largo y a lo ancho de los mares, cuando al unísono como si de un sueño profundo despertara, la puerta del despacho de mi padre se abrió y una imagen desnuda apareció bajo el marco de la puerta, yo, confuso, sorprendido y por que no asustado, ante mí, la imagen de la amiga de mi madre totalmente desnuda, imagen que después de tantos y tantos años transcurridos recuerdo con total nitidez y que puedo describir con total certitud. Su brazo izquierdo, sosteniendo por debajo unos enormes pechos adornados con una gran areola y rematados de también grandes pezones. Siguiendo hacia abajo con mi vista, recorriendo aquella desnudez observé el entrelazado de la pierna izquierda con la derecha, unos enormes muslos, y en el vértice de las ingles un negro triángulo invertido de vello púbico que subía y terminaba casi por debajo del ombligo de aquella mujer.
Yo, ante tal visión, sentí como si me hundiera en el sillón donde me hallaba, no sabia que hacer, que decir, noté un ligero temblor en las piernas, aquella imagen desnuda seguía allí, inmóvil, callada, su mirada me cegaba, los segundos me parecían horas, de pronto aquel silencio se rompió, la voz de la mujer murmuró, "ven aquí", yo no podía, no quería, pero algo sin darme cuenta cogió mi brazo derecho apoyado en el sillón, al alzar la vista, ante mí, escorada a mi derecha , la imagen de aquella tremenda mujer sus enormes pechos caídos se balanceaban al estar ella con su torso doblado intentando arrancarme del sillón, toda resistencia por mi parte fue inútil, me levantó tirando de mí ayudada por su mano que sujetaba mi brazo, y entonces poniendo su otra mano sobre mi cogote presionaba para que mi cabeza fuera en la dirección de sus pechos, mi vista asustada miraba sus ojos pero mi boca rozaba ya el pezón de su pecho izquierdo, "chupa, chupa" me decía, "no tengas miedo", "te doy miedo?, preguntaba, "chupa, chupa aquí" insistía, mi mano izquierda libre de toda atadura la tenía en mi espalda como escondiéndola, pero fue por poco tiempo, su mano derecha aprisionó mi brazo dirigiéndolo hacia una masa negra de vello púbico que me obligaba a acariciar, extendió mi mano abierta sobre su vientre con vaivenes de arriba abajo mientras su brazo me sujetaba la palma de mi mano, recorría aquel vergel, de pronto mi mano quedó medio húmeda, quise ver como podía lo que estaba ocurriendo, ya que mi cabeza continuaba sujeta, vi como mi mano había desaparecido entre tanto vello y carne, pero por el tacto noté que mi mano se hallaba toquiteando su sexo incluso su ano.
Aquella mujer no hablaba, un silencio recorriendo la habitación del despacho de mi padre solo roto por un leve gemido que aquella mujer lanzaba lo rompía , mi cabeza estaba ardiendo por la presión que ejercía con su mano así como por la dificultad respiratoria que sentía al tener mi cara y boca contra sus enormes pechos casi sudorosos y calientes. De pronto todo terminó, me liberó de su manos y de sus pechos, dio media vuelta y un enorme trasero de inmensas nalgas apareció ante mí, pensé que todo había terminado, que aquella pesadilla había llegado a su fin, pero no, solo fue un respiro, desapareció hacia el baño, pensé que iba a vestirse y se marcharía, pero oí su voz diciendome "traeme una toalla limpia guapo", como sabia donde hallarlas, corrí al armario del dormitorio de mis padres en busca de ella, la cogí, me dirigí al baño, toque en la puerta con los nudillos, me abrió y en vez de coger la toalla que yo esgrimía, nos cogió a los dos, cerró la puerta con el pestillo, al ver esa acción me temí lo peor, había entrado en el baño como adolescente y saldría como hombre, también me equivocaba
La mujer se había puesto sus zapatos negros de tacón, - creo que no los había llevado hasta entonces -, y poniendo sus brazos en jarras, con unas palabras que me parecían impropias de una mujer, me espetó: "Qué, no te gusto ? ", " O acaso te doy miedo ?", "ven siéntate en la banqueta, voy a lavarme el coño, ¿ sabes lo que es el coño de una mujer ?, "mira, esto es el coño de una mujer, el que antes me has tocado, fíjate como se abre, fíjate que hermosura, lo ves, eh, bueno voy a lavarme", "Oye ni una palabra a tus padres eh, ?, queda claro verdad ?", la mujer en vez de sentarse en el bidet mirando hacia el interior del baño, se sentó mirando hacia la pared, un enorme culo sobresalía de la taza del bidet, el agua empezó a correr mientras la mujer se enjabonaba sus partes, yo sentado enfrente de su espalda, sin pensarlo dos veces y al ver como la mujer tenia las manos mojadas y ocupadas, me levanté de la banqueta me dirigí hacia ella por detrás e inclinando mi cuerpo, con mi manos y por detrás, cogí sus enormes pechos caídos, eran enormes, comencé a manosearlos, ella sorprendida me buscaba con su cabeza mientras reía y reía de satisfacción, diciéndome "estate quieto, estate quieto", le solté los pechos pero mis manos se fueron en busca de su vientre y de su vello púbico enjabonado, al tener sus piernas abiertas mi mano buscaba y buscaba su sexo, mis dedos lo recorrían, con los dedos de mis dos manos lo abría y lo abría, el agua seguía corriendo, ella en su mano derecha la esponja de mi madre y en la izquierda el jabón de baño de mi madre, no los soltaba, mi boca buscaba su boca, su cuello, su oreja, mi lengua por instinto recorría su cuello hacia el encuentro con su boca, boca con boca, lengua con lengua, mi espalda me dolía por la postura forzada, así que paré, ella exclamó "vaya con el nene, quien te ha enseñado estas guarrerías, eso es lo que veis en el cine ?, eh, ?", levantó su enorme trasero del bidet, diciéndome "ahora nos iremos a tu cama y te enseñaré mas cosas, de acuerdo ?", asentí con la cabeza, se secó sus partes, abrió el armario del baño, miró, buscó y cogió una pequeña botella de perfume de mi madre, desenroscó el tapón, olió el contenido y agitando el frasco, se puso un poco por el cuerpo, guardó la botella y cogiéndome por el brazo, mientras ella se miraba en el espejo, arreglaba con una mano sus cabellos y luego pasaba los dedos por sus labios, me dijo "donde está tu cama", yo con el brazo libre la indiqué, nos dirigimos a mi dormitorio, ella desnuda, yo vestido, con las mangas de mi camisa totalmente mojadas por el agua del bidet, llegamos a mi habitación, me dijo: "baja la persiana de la ventana y enciende la luz", así lo hice, ya no temblaba, la espalda no me dolía, solo esperaba que pasaría, cerré la puerta, ella de pié observando los posters mi habitación, puse mis manos en su trasero, lo estrujé, sus nalgas se volvieron rojas por falta de riego sanguíneo, ella se contorneaba, gemía, se excitaba, mi mano derecha buscó su sexo, mi mano en forma de cuchara palpaba su sexo y su ano, ahí en ese punto me entretenía, se me antojaba un enorme agujero, el perfume de mi madre en su cuerpo me excitaba, ella gemía, intentaba volverse pero no la dejaba, su cuerpo cada vez estaba mas inclinado hacia mí, tenia su enorme trasero clavado frente a la bragueta de mi pantalón y ella lo movía y movía, yo, sin dejar de toquitearla y a duras penas, conseguí desembarazarme de mis vaqueros que cayeron como una plomada hacia mis zapatos, mas esfuerzos tuve que hacer para desembarazarme de mi slip, pues mi pene estaba a mil, y entre la goma elástica y el pene erecto lo mío me costó, pero lo conseguí, ella enseguida notó la rigidez de mi pene y la fricción de mi vello en sus carnes traseras, ahora sí decidí soltarla y girándose, atravesó sus poderosos brazos en mi cuello, con su legua me lamía los labios y con su vientre apretaba mi cuerpo, mi pene se hallaba entre los dos a la altura de su ombligo, mientras ella sin soltarme, me teledirigía hacia la cama, de un pequeño empujón me abalanzó sobre la cama, con uno de sus pies se ayudó a descalzar, me desvistió, poniéndose sobre mi, con sus enormes pechos que cubrían mi cara y se me atojaban todavía mas grandes, mientras ella masajeaba su vientre y su vello púbico con mi erecto pene.
Poco duró tal escena, deslizándose hacia atrás como una serpiente metió en su boca mi pene, sus manos recorrían mi cuerpo, unas pupilas blancas y dilatadas me observaban, yo comenzaba a sentir una excitación tremenda, mi pene engullido en su boca parecía que iba a estallar, lo soltó murmurando "cariño, ahora vamos a follar mi chochito", se puso tres dedos en su boca y los mojó en saliva, se lubricó repetidas veces con ellos el sexo, cogió mi pene con la mano y acercando su boca dejo escapar un chorro de saliva sobre mi pene, con la mano que lo asía lo masturbó y levantado una pierna, mi pene desapareció en el interior de su sexo el cual ardía y entre la mata de pelo púbico, comenzó a moverse levantando su trasero y bajándolo, yo sentía la fricción de mi pene en el interior, ella, con un brazo trataba de inmovilizar sus pechos que saltaban y saltaban, mis manos estaban asidas a sus costados acompañando el vaivén por orden de suya, ella gimiendo, y gimiendo yo a mil, de tanto en tanto sus dedos volvían a su boca y de su boca a su sexo para lubricarlo,
En mi mente solo había un objetivo a parte de eyacular, quería ver y a ser posible lamer aquel agujero situado detrás de su sexo, había leído en una revista francesa, que era una práctica muy placentera para la mujer y también para el hombre -, no dejaba de pensar en él, me lo imaginaba grande y en proporción al cuerpo de la mujer.
Mientras ella me seducía y me seducía, yo me preguntaba como hacerlo, entonces vi que aquella mujer entrada en carnes comenzaba a sudar, unas minúsculas motas húmedas comenzaban aflorar por su cuerpo, es especial por sus pechos, mis manos también notaban la sudoración, incluso la delgada cadenita con una pequeña medalla, se había pegado a su cuerpo, no se movía, comprendí que su plan no funcionaba, que no decía nada por no mandarlo todo al traste, que veía que yo no eyaculaba, pese al empeño que ella ponía y a pesar de que mi pene seguía erecto en su interior, pero callaba, solo gemía como diciéndome "que bien lo haces", pero no, mi pene seguía erecto por que en mi imaginación solo me veía lamiendo su ano y ese era mi único objetivo, intentar desentrañar, explorar y lamer su ano, como en la revista francesa, fue entonces cuando le dije "lo siento no puedo, lo siento", ella me miró y se detuvo, y acariciándome la cara con su mano sudorosa dijo: "es normal eres muy joven hijo mío, te falta experiencia".
Se levantó, el ambiente de mi habitación se había caldeado, la puerta se hallaba cerrada y la calefacción hacía el resto.
Con sus manos a modo de abanico se daba aire, "buff, que calor", decía, "que calor Dios Santo", se dirigió hacía la puerta, la abrió, se sentó en el borde de la cama mientras sus manos no cesaban de aportar aire a su cara, yo me incorporé, y buscando su espalda sudorosa con mi lengua empecé a recorrerla de arriba abajo, de izquierda a derecha, ella tenía cosquillas, reía, mis manos puestas en sus pechos o recorriendo con mis dedos su espalda al unísono con mi lengua, su cabeza me buscaba, quería que cesase aquel juego, lo dejé, levanté su brazo hasta la altura de la axila, - también lo había leído -, aparecieron unos diminutos pelos que con mi lengua comencé a lamer, su sabor era una mezcla de sudor, de perfume y excitación corpórea, había hallado su punto débil, se dejó caer manteniendo su brazo erguido mientras todo su cuerpo se estremecía, yo seguía lamiendo, ella, con su mano izquierda comenzó a acariciarse la parte superior de su sexo, gemía de placer, de verdadero placer, su vello púbico se alborotaba, al cabo de unos instantes la axila había dejado de segregar, sudor, perfume, aquellos diminutos pelos estaban irritando mi lengua y debía parar, así lo hice, busque su boca y metí mi lengua hasta lo mas hondo, ella con su mano derecha me alborotaba mis largos cabellos de aquella época, mientras que con su mano izquierda seguía excitando su sexo, saqué mi lengua de su boca y empecé a lamerle la barriga, metía mi lengua en el agujero de su ombligo, la retorcía en su interior, lo lamía, con mi legua recorría lentamente hacia abajo hasta encontrar el principio de su vello púbico lo mordisqueaba con mis dientes, con mis labios tiraba de sus rizados pelos, ella se retorcía, con mis dedos apretaba hasta el infinito sus erectos pezones, mi pene estaba mas erecto que nunca, con ganas de algo más, de pronto, un largo gemido, contracciones y mas contracciones corporales de la mujer, su cabeza se levantaba una y otra vez, gemía, gritaba, con una de su manos se aferraba a la arrugada colcha de la cama, había llegado a su orgasmo, ante tal situación, no lo pensé, me levanté de la cama, me arrodillé frente a sus cerradas, sudorosas, gordas y apretadas piernas, con gran esfuerzo las separé, con mis codos presionaba en sus muslos para que no se cerraran, apareciéndome los enrojecidos labios de su sexo, con mis manos los separaré mostrándose ante mí una enorme cavidad rosácea, ahora eran mis pupilas las dilatadas que observaban las ultimas convulsiones de la mujer, metí mi lengua en la cavidad, produciendo un tremendo espasmo en la mujer, y a modo de extractor comencé a succionar aquellos jugos maravillosos de sabor inconfundible, ella mientras tanto, revolviéndose y gimiendo, intentaba cerrar sus piernas, pero a su vez con sus manos me apretaba la cabeza contra su sexo, entre delirios de placer, me deshice de ella, e incorporándome volqué el contenido de mi boca en su boca, lengua con lengua, mordico labiar con mordico labiar, mis manos alborotando sus cabellos, ella los mios, fundidos los dos en un solo cuerpo, pero mi principal objetivo seguía sin cumplirse.
No era capaz de hallar la forma de acceder a su ano, mi pene mantenía su rigidez e incluso comenzaba a dolerme.
Aprovechando el momento hábilmente le susurré, "tengo un deseo", "cual es, que quieres" me contestó en tono desenfadado, incluso relajado, sus ojos medio abiertos solo mostraban parte de su blanca pupila, su rostro miraba al techo, mientras sus brazos se hallaban extendidos, "tu ano" le dije, "que pasa con mi ano" incorporándose súbitamente, "quiero verlo" le contesté, " para que quieres ver mi ano, no lo entiendo, por que quieres mirar eso", yo insistía, "déjamelo ver solo un poco", exclamó, " bueno va, pero rápido, que se me está haciendo tarde y fíjate como estoy", se puso de espaldas atravesada en la cama, su enorme trasero parecía todavía mayor, le separé las nalgas pero no veía casi nada debido a la postura y al entramado de vello púbico, no había forma, hasta que ella en un gesto de desagrado recompuso la postura diciendo "A ver si ahora lo ves y terminamos", ella ayudada por sus manos y las mías separamos aquellas enormes nalgas.
Por fin, allí estaba, espléndido, negruzco con respecto del color del cuerpo, rodeado de vello, miré a la mujer, su cabeza estaba mirando hacia la pared, no me veía, aprovechando esta circunstancia, mi lengua le soltó un lamido descomunal con gran cantidad de saliva añadida, ella gritó: "No eso no", intentando cerrar sus nalgas y retrayendo su cuerpo, le dije "por favor", me contentó "no seas guarro, además no me gusta", "solo un poquito y te vas" le contesté.
Su ano volvió a mostrarse más impúdico que nunca, la labor de mi saliva había hecho su efecto, se mostraba desafiante, húmedo, insultante ante mi vista, todos los pelos se habían pegado entre sí dejándolo al descubierto.
Doblé mi lengua en el interior de mi boca y con la punta comencé a soltar pequeños golpes en el negro orificio, - tal como había leído -, la mujer se movía, ¿ de placer, de asco ?, quien sabe, me decía, "para, para" pero nada mas, lo cierto es que, con mis insistentes golpecitos logré doblegar el rechazo de la mujer y la resistencia de su esfínter externo hasta el punto de que mi lengua hacia tímidos intentos de penetrar, el sabor que mi lengua traía a mi boca me excitaba hasta el punto que no aguantando mas la rigidez y el dolor de mi pene y mis testículos, lo encaré contra el ano de la mujer y solté un orgasmo mayúsculo, al tiempo que ella gritaba y gritaba de placer al sentir en su mucosa aquel líquido viscoso, radiante y ardiendo que inundaba exteriormente su ano y resbalaba hasta su sexo, yo por supuesto me estremecía cerrando mis ojos de dolor, mientras sentía en el interior de mi pene como fluía aquel liquido que a mi me parecían litros de semen inmaculado de mi primera experiencia sexual, arrollando aquel agujero, creando una textura pegajosa en aquel maravilloso orificio propiedad de una mujer a buen seguro treinta años mayor que yo, agujero que supe desde aquella tarde de un sábado de noviembre, que conquistaría en su totalidad a corto plazo.
No contento ni satisfecho con esto, y ante el espectáculo que había formado con mi múltiple eyaculación, mis manos separaron aquellas nalgas nuevamente, mi legua recorría el ano y el sexo de la mujer recogiendo mi propio semen, mientras, ella parecía como anestesiada, solo sus manos agarraban y tiraban de la colcha hacia arriba y hacia abajo pero muy lentamente a intervalos, su cabeza reclinada a la derecha y sus ojos, cerrados y apretados a cada lametón que yo le daba, su ano parecía como querer abrirse a cada paso de mi lengua mientras su trasero intentaba levantarse, mi cabeza discurría a mil por hora, donde le meto esto, me preguntaba, donde se lo meto, por fin me decidí, me incorporé, noté que mi pene volvía por sus fueros, cogí por los cabellos a la mujer, ella se giró como dormida, intentó incorporarse por si misma, pero con mi mano izquierda cogí su barbilla, la apreté, ella abrió su boca mientras sus ojos permanecías cerrados, y en ese instante mi boca pegada a la suya vació todo su contenido, no recuerdo que pasó ni cuanto tiempo transcurrió, pero si recuerdo que despertamos pasadas las diez de la noche, con el correspondiente susto, ella rápidamente se dirigió al baño se lavó, se vistió, se arregló un poco el cabello, mientras yo la contemplaba completamente desnudo desde el umbral de la puerta, me apartó, me dio un beso y me dijo "el lunes vendré a ver a tu madre, espero verte aquí", y se marchó.