CAPITULO OCHO
Un abrazo de Oso
Mi recuperación fue rápida, ya que con los cuidados de Carlos y las atenciones de Miguel y su familia, pronto estuve levantada y caminando por la pieza. A los tres días me trasladaron al Departamento en el auto de Miguel, y me dejaron acostada en mi cama. Carlos había contratado á una señora que venía en las mañanas y limpiaba, cocinaba y lavaba todo, también me atendía á mi, mientras Carlos volvía de su trabajo, esta señora se retiraba al atardecer, después de dejar la cena en la cocina. Carlos también había trasladado é instalado el televisor a mi cuarto. Como estábamos en vacaciones, Miguel traía a su hija por las mañanas, al ir a su trabajo, y pasaba á buscarla su mamá, al final de la tarde, con Brigitte jugábamos, mirábamos televisión y almorzábamos juntas.
Cuando llegó el Domingo fueron ellos los que se vinieron a almorzar con nosotros. Carlos preparó un delicioso almuerzo y Miguel aprovechó para revisar la cicatrización de mi herida. Nos dijo que estaba muy bien y que al día siguiente me sacaría los puntos. Pasamos un día agradable, cuando se fueron Carlos preparó la cena y luego a la hora de acostarnos, le pedí que ya quería volver á dormir con él en su cama, Carlos aceptó a regañadientes, y me llevó en sus brazos hasta su Dormitorio, mientras me decía que tenía que tener mucho cuidado, para que no se me abriera la herida. Dormimos abrazados después de casi una semana de estar en cuartos separados. Para cuando empezaron las clases, de la segunda parte de ese año, ya me habían sacado los puntos, y podía caminar normalmente, aunque con Carlos no podría tener relaciones sexuales, por lo menos unos dos meses, según lo que me había dicho él. Igual dormíamos juntos de nuevo, y antes de dormirnos lo ayudaba á masturbarse y se la chupaba, hasta que terminaba en mi boquita.
Las clases empezaron, y con ella la rutina de todos los días iguales, salvo que Miguel venía dos veces a la semana á revisarme, pronto me acostumbré a que cuando llegaba por la tarde, me acostaba en mi cama, y él me levantaba el vestido, sentándose al borde de la cama casi a mis pies, me bajaba un poco el calzón y revisaba mi herida, los primeros días solo me bajaba el calzón hasta la ingle, y ya para la segunda semana, me lo bajaba hasta los muslitos, dejando a su vista mi pequeño penecito que seguía siendo muy pequeño, luego me tocaba toda mi barriguita, luego me colocaba una crema en mi herida, y me decía que era para que la cicatriz no se note.
La primera semana de clases, y á las tres semanas de mi operación, cuando Miguel vino por la tarde, estaba Carlos presente, á la siguiente semana, que á Carlos le tocó el turno de la tarde, cuando Miguel llegó, le abrió la empleada y lo hizo pasar á mi cuarto, donde yo estaba haciendo tareas en ese momento. Como ya lo quería mucho, dejé lo que estaba haciendo y me paré para que me abrase, con sus brazotes de Oso y le di un beso en la mejilla, mientras él me daba el sonoro beso de siempre y me saludaba, me recosté de espaldas, como siempre en medio de mi cama, mientras él se sentaba á mis pies en el borde, la empleada salió a seguir trabajando y Miguel me subió la faldita de tela ligera que llevaba ese día, me bajó por primera vez el calzón hasta los muslos, mientras me preguntaba si sentía algún dolor, le respondí que no, que me sentía muy bien, él tocó con sus gruesos dedos mi estomago y alrededor de la herida, que ya estaba totalmente cicatrizada, después que me colocó la pomada en la herida, me subió el calzón y me dijo si quería que conversáramos un poco, le respondí que si, sin pensar en nada malo ó con malicia, me senté sobre los almohadones bajando mi subido vestido, mientras él acomodaba su tremenda humanidad sobre la parte baja de mi cama, me comenzó a preguntar desde cuando me sentía mujer y si no tenía ganas de tocar mi pitito, le dije que no tenía nunca ganas de tocármelo, y que desde siempre me sentí mujercita, que mi mamá me trataba así, desde que tengo uso de razón.
Me siguió preguntando cosas de esa índole, mientras yo le contestaba, como habíamos quedado con Carlos. Cuando la empleada entró con un refresco para el Doctor, acabó el interrogatorio, al rato Miguel se despidió de mi, y en la puerta de nuevo el abrazo de Oso, y el sonoro beso. Las siguientes visitas fueron de esa índole, durante los dos meses posteriores, solo que me acostumbré a que me baje los calzones hasta los muslitos y que me acaricie con sus dedotes toda mi barriguita, y algunas veces llegó a tocar mi pequeño pene, pero solo de pasada y no le di mayor importancia, durante este tiempo me interrogó mucho y mantenía la historia inventada con Carlos, los Domingos los volvimos á pasar en su casa con su familia y fue en uno de esos días que Miguel nos dijo, que yo, ya estaba bien, y que podía volver a hacer ejercicios en el colegio y llevar una vida normal (Si mi vida se puede llamar normal). Esa noche Carlos me volvió a dar por el culito, pero de nuevo con vaselina, ya que no quería que haga mucho esfuerzo todavía, me encantó sentir su amado y erecto pene en el fondo de mi culito y aunque fue suave y delicado conmigo, me dolió un poco, cuando entró todo su pene bien adentro, y le dije que lo haga despacio, se movió despacio y tuve un solo orgasmo seco, mientras él se derramaba dentro mío. A partir de esa noche, lo comenzamos á hacer tres veces por semana, y a Miguel solo lo veía los Domingos en su casa ó en los cumpleaños de su familia ó de otros amigos.
Cuando cumplí los Nueve años me hicieron otra fiesta en casa de Miguel, y también fue muy linda como la anterior. Cuando llegó el momento de partir la torta, Miguel no aparecía por ningún lado y antes de que los demás lo busquen, salí al patio de la casa, y me dirigí al consultorio que tenía en la parte de adelante de su casa, donde recibía a sus pacientes particulares, pasé por el recibidor vacío y toqué la puerta de su oficina, me dijo desde dentro, que espere un momento. En eso llegó Brigitte a carrera, me dijo que si ya había avisado a su papá, de que tenía que ir para cantar y partir la torta, le contesté que no, que estaba esperando, porque él estaba ocupado, me dijo que yo lo espere, que ella estaba jugando con unas amigas, y se fue como había llegado.
Yo estaba vestida con un vestido banco con blondas celestes y rosadas, vaporoso y de mucho volado que me llegaba hasta más abajo de las rodillas, regalo de Sandra la mamá de Brigitte, con medias blancas y zapatitos de charol blancos, de taco bajo, en mi largo y castaño pelo que ya me llegaba hasta la mitad de mi espaldita, llevaba unas hebillas de nácar blancas, regalo de Carlos, adornaban mis bracitos un reloj y una pulsera de oro, regalos también de Carlos, al rato se abrió la puerta y salió Miguel con una señora de edad, la acompañó hasta la puerta de salida, mientras pasaban á mi lado, me miró sonriendo, mientras me decía que estaba hermosa y que lo espere un momento, se dirigió nuevamente a su consultorio, y lo seguí.
Vi que se sentó en su escritorio, como era la primera vez que entraba en ese lugar, me puse a mirar todo, mientras el escribía, me fui acercando al escritorio, mientras miraba y tocaba las cosas que estaban a mi alcance, Miguel me decía que espere un momento más, que ya terminaba, en su escritorio tenía muchas cosa que jamás había visto y me puse á mirarlas, cuando me di cuenta estaba parada a su lado, jugando con un encendedor, en forma de un cañón de artillería color acero oscuro. Miguel terminó lo que estaba haciendo, y dejando todo se movió en su gran sillón giratorio, quedó frente a mi y me volvió a decir que estaba hermosa y me abrió sus brazotes, lo miré mientras dejaba el encendedor en su sitio y sin saber como, me acerqué más a él y lo abrasé, su cuerpo era inmenso y yo parada de punta de pies, apenas podía colocar mi cabeza sobre su hombro, mientras él me abrasaba por mi espaldita y me decía feliz cumpleaños mi amor.
El sonoro beso que me dio cerca de mi oreja me dejó un poco atontada y solo atiné a darle un beso en su cuello, sin pronunciar palabra, él me devolvió el beso en mi mejilla, mientas una de sus manotas bajaba por mi cuerpito hasta mis nalgas, mientras la otra me agarraba por mi nuca sobre mi cabellera, Carlos me acarició mis nalguitas por sobre él vestido, mientras me daba muchos besos por mi cuello, yo lo abrazaba más fuerte, sintiendo contra mi su exuberante cuerpazo, sus caricias me encantavan, me atrajo más hacía él, con la mano que me acariciaba las nalguitas y mi barriguita quedó pegada á su gran barriga, mientras con la mano que estaba en mis nalguitas, me las apretaba y acariciaba, con la otra me tomó de un hombro y me hizo doblar mi cuerpito para atrás y me miró a los ojos, su cara estaba más roja de lo habitual y en su mirada vi el deseo, que veía en la cara de Carlos cuando me estaba por coger.
Me quieres muñeca hermosa? Me preguntó, mientras que la mano que estaba en mis nalguitas, siguió bajando por mis piernitas, mientras arremangaba mi vestido, hasta que sus manos llegaron á tocar mi piel desnuda a la altura de mis rodillas, por detrás, yo seguía mirando su rubicundo rostro y me sentía muy agitada, y solo pude mover mi cabeza afirmativamente, mientras sentía como su mano fue subiendo por la parte interna de mis muslos, hasta que llegó a tocar mi calzón, lancé un suspiro desde el fondo de mi corazón, cuando sentí su caliente mano sobando mis nalguitas por sobre mi calzón, mientras él me decía:
Te gustaría que tu tío Miguel, te dé un beso en los labios, mi vida? Moví mi cabeza afirmativamente de nuevo, incapaz de poder hablar, de negarme á lo que me pedía, llenándome de una ansiedad y deseo, como hacía mucho que no sentía.
Miguel me acariciaba por dentro de mi vestido, más arriba de mi calzón, casi al comienzo de mi espaldita desnuda, mientras me atraía hacia su rostro, y me daba un beso suave sobre mis labios, su otra mano bajó penetrando dentro de mi calzón, por arriba, y me empezó á acariciar mis nalguitas desnudas con su gigantesca mano que abarcaba casi toda al circunferencia de una de mis nalguita, yo comencé a jadear llena de excitación, al sentirme copada con su manota y sin pensar abrí mi boca y comencé a besarlo con mi lenguita, Miguel se dio cuenta, abrió su boca y respondió a mi beso, con mis manitos atrás de su espalda, lo tomé por sus cabellos y me pegué más a él, mientras lo besaba loca de deseo y le chupaba sus gruesos y grandes labios, Miguel había metido un dedo en la raya entre mis nalguitas y me estaba sobando el culito, con uno de sus dedotes que parecía un pene de lo grueso que era, me hacía gemir, mientras le chupaba sus labios y le pasaba mi saliva con mi lengua toda metida en su boca.
De pronto Miguel me soltó, me hizo dar un paso atrás y se paró, mientras me decía que no estaba bien, que nos estarían esperando y que era mejor vayamos a la casa, que sino podrían venir a buscarnos, se arregló un poco, mientras yo me acomodaba mi calzón que había quedado a mitad de mis nalguitas y me acomodaba el vestido, totalmente confundida. Miguel me dijo que no se lo cuente a nadie, le dije que no se lo diría a nadie, que sería nuestro secreto, cuando estuvimos listos, salimos agarrados de la mano como si no hubiera pasado nada.