Hola amigos, esta es la primera vez que envío un relato a este magnífico sitio y la verdad estoy nervioso, espero que quede bien redactado y que les guste. Es completamente verídico, es algo que guardo como un grato recuerdo y no me arrepiento de lo vivido. Espero les guste.
Mantendré los nombres reales en secreto, pues esta es una historia de a dos, entre primos, y no cuento con la venia de él para publicar su nombre ni deseo que se conozca el mío tampoco. Para estos efectos me llamaré Andrés, tengo 26 años ahora, soy un abogado exitoso y llevo una vida cómoda y tranquila, diría que feliz, tengo una pareja estable, es un niño maravilloso al que amo con locura y que me ama también, pero mi historia de descubrimiento y placer comenzó hace ya muchos años, cuando tenía apenas 10 años, y la experiencia la compartí con mi primo, al que llamaré Esteban.
En esa época, vivíamos en un gran terreno donde había 2 casas, en una de ellas vivía mi familia y en la casa del fondo la de mis tios. Era una época hermosa, en que como niños, todo era jugar, divertirse, experimentar. Solo interrumpíamos la diversión por la escuela, pero en el verano era increíble, todo el día jugando al fútbol, paseando en bicicleta, subiéndonos a los árboles y cosas así. Eramos un grupo pequeño, de primitos y amigos del colegio, pero no necesitábamos más, así lo pasábamos bien. El vivir tan cerca y el compartir tanto tiempo juntos nos llevó con Esteban a ser muy cercanos y vivir más experiencias juntos que con los demás. Éramos y aún somos muy diferentes, el inquieto, irresponsable, desordenado, mientras que yo era el seriecito, el tranquilo y el responsable. Físicamente también somos muy diferentes, el es de cabellos casi rubios, y unos ojos azules que derriten, piel muy blanca y un físico siempre fabuloso por su fanatismo por el fútbol, hoy mide 1,75 y pesa unos 64 kilos. Yo en cambio, sin tener mal físico, soy mucho más cercano a "un tipo normal", moreno, algo más bajo, 1.70, de 70 kilos, cabellos y ojos negros, pero que igual tengo un cierto atractivo que me ha permitido algunas gratísimas experiencias.
Un día, mientras jugábamos en el patio, mi primo me contó, con unos ojos que brillaban de curiosidad y hasta algo de malicia, que había descubierto que sus papás hacían algo que les gustaba mucho. Que ellos juntaban sus cosas y las frotaban y que les gustaba por lo que decían y como gritaban. A mí la curiosidad me empezó a ganar y pues poco a poco, empezamos a conversar más, que qué había visto, que como lo hacían, y por supuesto empezaron a salir dudas como qué se sentirá, que pasa si se hace esto, o cosas así. Con Esteban somos casi de la misma edad, yo apenas unos meses mayor, y pues las cosas llevaron sin darnos cuenta a dar el primer paso, mostrarnos nuestras aún pequeñas vergas. Esteban la tenía muy blanca, se veía tan interesante y atractiva como nunca antes lo imaginé. La mía era más oscura. De inmediato, con unas sensaciones extrañas, como sabiendo que era prohibido lo que hacíamos, empezamos a compararlas, a medirlas y pues no hubo necesidad de mucho diálogo hasta que él me dijo, "¿qué dices, lo hacemos como mis papás?". Yo a esas alturas sentía una extraña pero muy agradable sensación en mi verguita, y pues no lo dudé mucho, y acepté. De inmediato nos fuimos a un sitio más apartado y seguro del patio y, como sin saber cómo hacerlo, y vaya que no lo sabíamos, nos empezamos a acercar, titubeando, hasta tocarnos uno la verga del otro. Fue una sensación tan extraña como agradable. La sentí tan tibia, tan agradable, que la mía comenzó a ponerse dura al contacto con su mano. Empezamos a sentir unas cosquillitas muy agradables y de verdad que nos gustó mucho lo que sentíamos. Así que dimos el siguiente paso y juntamos nuestros sexos. Vaya, eso fue grandioso, empezamos instintivamente a frotarnos como si estuviéramos follando, moviendo nuestras caderas buscando el mayor roce posible y así el mayor placer. Esa fue nuestra primera vez, pero nos gustó tanto que ya no pudimos parar. Desde ese día ya no pudimos parar, cada vez que estábamos solos era una buena ocasión para frotarnos y acariciarnos. Ahora parece tan inocente e ingenuo lo que hacíamos que es como si hubiéramos desperdiciado mucho tiempo sin llegar a un placer realmente intenso.
Siempre era Esteban quien llevaba la iniciativa en esto, aunque yo jamás puse obstáculos. Cada vez tenía más sensaciones respecto a él, deseaba estar con el, añoraba que tuviéramos otra ocasión para estar solos y hacer cositas. Fuimos creciendo, y cada cierto tiempo, añadíamos alguna novedad a nuestros juegos. Empezamos a tener erecciones más importantes y nuestros cuerpos empezaron a desarrollarse. En eso yo le llevaba gran ventaja, pues a los once años ya tenía muchísimos vellos y mi verga ya había aumentado considerablemente de tamaño. En comparación conmigo el aún era un niño, un niño muy caliente, debo agregar. Juntos fuimos creciendo en el sexo y la exploración. Mi primera vez, en casi todo lo que el sexo implica fue con él. De a poco comenzamos a acariciarnos el trasero, a penetrarnos con un dedo, a lamer los contornos de nuestras verguitas y a masturbarnos. Éramos tan inocentes e inexpertos que nos acariciábamos "hasta sentir las cosquillas" y pues ahí nos deteníamos, justo antes del orgasmo, lo que hoy me parece descabellado.
Ya teníamos casi 12 años y nos habíamos vuelto inseparables. Éramos amigos, primos, y amantes. No perdíamos ocasión de estar solos, de dormir juntos, de hacer cosas. Lamentablemente yo tuve que mudarme de ciudad, y me tuve que conformar con verlo en las vacaciones. Él viajó a visitarnos un par de veces, y aprovechamos cada minuto para tener sexo. Nos bañábamos juntos al volver de la playa con la excusa de ahorrar agua. Nos acariciábamos el trasero en cuando el adulto más cercano se volteaba, era algo delicioso, nuestro secreto, nuestro placer, nuestro mundo. Ese año fue muy importante para mi, no sólo por los conflictos familiares, sino que por que terminé mi desarrollo, con apenas 12 años, casi 13 yo ya era todo un hombrecito, tenía una buena verga, una voz muy grave y masculina, había crecido y tenía pelos en todo el cuerpo.
A fin de ese año volvimos a mi ciudad natal y Esteban y yo nos reencontramos. Sin una explicación clara, pasamos casi año y medio sin volver a tener sexo. Hasta que un día, solos en su casa, empezamos a jugar a las luchas. Forcejeamos bastante, y como siempre, yo tomé ventaja y logré ponerme sobre él. La sorpresa vino cuando para lograr escaparse me agarró mi trasero tan directa y profundamente que llegó hasta mi ano. Yo respondí de inmediato, así, como por accidente, empezamos a acariciarnos, hasta que me pidió ver mi verga. Recuerdo su cara de asombro cuando la vio y me dijo "tremendo pico!", jajajaja, no es tan grande, pero para un niño que aún no se desarrolla, ver una verga desarrollada, llena de vellos y erecta debe ser impresionante. Recuerdo claramente la noche en que me tuve que quedar en su casa. Ambos habíamos cambiado ya, estábamos más grandes, teníamos más amigos, y Esteban estaba más atractivo que nunca, estaba delgado, musculoso, con un estado físico envidiable, un traserito pequeño y muy redondo, exquisito, y una verga ya más grande, y donde asomaban, como me mostraba orgulloso, los primeros vellos de adolescente. Estábamos en la cama, pues debíamos salir en la mañana temprano rumbo a un viaje al campo, y ninguno podía disimular la erección que teníamos, pero tampoco sabíamos como empezar. Como siempre, él dio el primer paso. No era un tipo que se andaba con rodeos, así que simplemente puso su mano en mi verga y la comenzó a acariciar. Yo me giré y comencé a acariciar la suya, que cada vez tomaba mejor tamaño, pero que aún seguía lejos de la mía. Como siempre también, fue Esteban quien hizo la innovación. "Te la chupo si tu me la chupas también". Wow, no lo podía creer, era lo que más deseaba, así que mi verga cobró más vigor y empezó a brotar ese delicioso líquido lubricante. Acepté de inmediato, y Esteban, como niño chico con juguete nuevo, de lanzó sobre mi verga, con una sonrisa pícara, sin importar que a menos de un metro, en el cuarto de al lado, estaban mis tíos. Ya antes nos habíamos "chupado" las vergas, pero la regla de él era que solo se podía lamer el tronco, no la cabeza, así que era agradable pero no demasiado placentero. Yo esperaba esa chupada, cuando de repente siento en mi glande esa maravillosa humedad, tibia y resbalosa de una boca. Se había metido toda la cabeza de mi verga en la boca y chupaba deliciosamente. Era un placer fuera de este mundo. No podía evitar tener la respiración agitada, estremecerme cada vez que su lengua llegaba a la parte del frenillo, sentirme empapado en saliva y líquido preseminal era lo más genial del mundo. Estuvimos así varios minutos, hasta que como siempre, empecé a sentir las cosquillas y lo detuve. Entonces fue mi turno. Nunca tuve dramas con mamarle la verga, y con la excitación que tenía, se la devoré, procuraré darle el máximo placer posible, me agarraba de la cabeza y me acariciaba el pelo, fue tan rico mamársela. Después nos dormimos y nos preparamos para el viaje del día siguiente.
Era obvio que ya estábamos más grandes. No queríamos solo frotarnos, sino mamadas, simular penetraciones, acariciarnos el trasero, especialmente el agujero mismo. Pero aún no nos animábamos a probar la penetración. Yo acababa de cumplir los 14 y él aún tenia 13. Como les dije, yo ya estaba completamente desarrollado y Esteban comenzaba su desarrollo también. Una tarde, en que íbamos camino a su casa lo notaba extraño. Yo no me consideraba gay, menos él, y no es que lo amara, nunca tuve ese tipo de sentimientos por mi primo, pero su sola presencia me excitaba, sentirlo cerca me aceleraba el pulso y me provocaba una erección. Sexualmente hablando vivía para estar con él. Ese día me dijo, "vamos a mi casa, mis papás salieron y estaremos solos". Que bien, le digo yo, será rico. "sí, agregó, hoy día vamos a probar las metiditas". Claro, le dije yo, pero con ropa?. Se que suena estúpido, pero cuando simulábamos coger lo hacíamos en calzoncillos. Por eso digo que por ingenuidad y timidez nos perdimos muchos buenos polvos. "No, me dijo, esta vez será de verdad". Casi me dio un paro cardíaco, mi verga se empalmó automáticamente a niveles fuera de serie. No podía creerlo, por fin cogeríamos.
Llegamos a la casa y estábamos visiblemente nerviosos. Esa iba a ser la primera vez para ambos. Él, como siempre sin ningún detalle tierno ni cariñoso, sebajó su buzo y dejo ver una verga hermosa, de unos 12 centímetros, rosadita y con una bella erección, pero aún era le verga de un niño, comparada con la mía. Como siempre, me tocaba de pasivo primero. Nunca tuve objeciones a ser primero pasivo, siento que en michos aspectos el era como el ser activo en esa especie de relación que teníamos. No fue hasta 10 años después que me di cuenta que yo prefería más bien ese papel que el de pasivo. El caso es que me bajé mis jeans hasta los tobillos. Estábamos solos, pero ni por eso se nos ocurrió desnudarnos completamente y estar más cómodos. Me acomodé en la cama, boca abajo, y el se subió sobre mi. El solo contacto de su verga caliente en mis nalguitas me hizo estremecer, era algo delicioso. El, se dedicó a recorrer con su verga todo mi trasero, especialmente siguiendo la línea que separa mis nalgas. Después se dejó caer sobre mi espalda, y acomodando su verguita comenzó los movimientos de una follada, aunque estaba lejos de penetrarme. Así estuvo largos minutos, hasta que supongo, a juzgar por su respiración entrecortada, empezó a sentir las cosquillas del orgasmo. Entonces fue cuando me pidió que me pusiera en posición de perrito. Yo no tenía objeción, pero me sorprendió lo que hizo. Se puso de pie en la cama y se agachó sobre mi trasero, acomodando esta vez su verga exactamente en mi agujero. La posición es perfecta para la penetración, y sin ningún esfuerzo, ni ningún dolor de mi parte, me penetró. Sentí esa sensación tan particular, que sin ser exactamente placer, como es una mamada, es algo que te llena, literalmente, es una sensación de plenitud y deseas que se mantenga, y que aumente. Pero al él solo le preocupaba que su verga por primera vez había entrado en mi culo.
Entonces fue mi turno. Hasta yo me sorprendí al levantarme y ver que tenia toda mi verga y alrededores completamente empapados de líquido preseminal. Estaba más exitado que nunca, realmente la calentura era enorme y mi verga estaba más grande que nunca. Le pedí usar la misma posición, en cuatro, y con mano temblorosa puse mi verga en su culito. Lo rocé varias veces y la sensación era única. Fui acercándome en círculos a su agujerito hasta que la punta de mi verga estuvo justo en la entrada. La tibieza de verdad que invitaba a entrar. Y presioné un poco. Esteban reclamó de inmediato. Tuve que volver a intentarlo, pues estaba tan caliente que ni aunque me hubiera pedido que parara lo habría hecho. Ya no controlaba mi respiración, la excitación me tenía el pulso en las nubes. Comencé a frotar con locura mi verga sobre su agujero, consiguiendo penetrarlo solo con el glande, hasta que ya no reclamaba, nos gustaba, a ambos, y la sensación era incomparable, y de repente... pues exploté. Puedo decir con seguridad que ese día perdí la virginidad, ese día mi primo Esteban fue mío, me lo culié con frenesí y me encantó.
Tiempo después le pregunté si el se consideraba bisexual, pues seguiamos hablando y nos atraían las mujeres, pero follábamos todo el tiempo. El me dijo que no, que el era heterosexual. Eso nunca lo entendí, pues así como yo me lo culié mil veces, con los años él recuperó el tiempo perdido en su más lento desarrollo y me culió a mi mil quinientas veces. Debo reconocer que llegó a tener una verga más grande que la mía, es exquisita, de unos 18cm, gruesa y ligeramente curvada hacía abajo. El solo tiene relaciones con mujeres y hasta tiene un hijo, pero seguimos follando hasta los 24 años. Pero estoy seguro que la próxima vez que compartamos cama, o vacacionemos juntos, él volverá a ser mío, y yo encantado de la vida volveré a ser de él.
Espero que les haya agradado, si me animo, les contaré como fue la primera vez que él eyaculó sobre mis nalgas, su primera vez, la vez que él perdió la virginidad, también fue conmigo. El sigue considerándose hetero, pero yo soy más sincero conmigo mismo, y ya asumí que por más historias que haya tenido con mujeres, soy gay, amo a mi novio, vivo por él y el vive por mi. Soy un tipo muy feliz...