Yo tenía 17 años y Aída 14 años. Éramos vecinos, aunque nuestros padres eran amigos nosotros casi ni nos saludábamos, pero un día nuestras familias decidieron salir juntas de vacaciones, el tercer día ya habíamos entrado en confianza, y fuimos solos a dar un paseo a una playa no apta para nadar por lo que estaba casi desierta. Ahí nos detuvimos para descansar y asoleábamos un poco, ella rompió el silencio con una pregunta insulsa pero que dio pie a otras hasta llegar a: ¿cómo se masturban los chicos?
Azorado me sonrojé ¿Por qué lo preguntas? Dije.
Ella respondió: Curiosidad, en la secundaria mis amigan dicen que han oído a algunos chicos hablando de eso, pero ninguna sabe como lo hacen, aunque una de las mas atrevidas ya vio una de sus "cosas"erecta, yo aun no lo hago.
Aunque cachondo dije en broma: ¿Y quieres vérmela?. Ella asintió con la cabeza. A esas alturas, yo ya la tenía súper dura, y nerviosamente haciendo un lado mi short se la mostré: ¿ te gusta? Dije.
Volvió a asentir. Y lo blandí para mostrárselo en su esplendor. Luego empecé pajearme frente a ella, el placer de sentirme observado hizo que no tardara en correrme, salpicándola. Se limpió con la mano, y llevó esta a su nariz.
Huele raro, me dijo.
Avergonzado, le dije: lo siento.
No importa. Me gusto, respondió.
Como se acercaba una pareja optamos por retirarnos.
Esa noche nuestros padres salieron a bailar y aunque me invitaron, me quedé en él bungalow con el pretexto traer lastimado el tobillo, y Aída por su edad debía quedarse. Así nos quedamos solos. Al salir ellos intercambiamos una mirada cómplice. Me fui a duchar, y salí con una toalla a la cintura. Me senté en el sofá en que ella estaba recostada, y vi que llevaba un vestido ligero casi trasparente, por eso noté que no traía bragas. Como distraída, levantó las rodillas y entreabrió las piernas, en segundos, mi pene empezó a crecer, saliendo de entre la toalla. Ella lo miró y riéndose dijo: Parece que se quiere escapar.
Es que le gustas mucho, contesté.
¿te gustaría que lo tocara? Dijo.
Sí respondí. Acercó su cara a mi entrepierna. Hizo un lado la toalla, y empezó a tocarme, al principio apenas con las punta de los dedos.
Qué suave es, dijo. Tomo con sus dedos mi pene que se veía más grande que otras veces. Fue descubriendo el glande bajando la piel que le cubre, eso provoco que brotara una pequeña gota de liquido lubricante. Curiosa lo tomó con su lengua. En seguida comenzó a recorrerlo mi pene con la lengua, haciéndome cosquillas placenteras. Luego, sin parar, empezó a pajearme como me había visto hacerlo. Aquello era más de lo que había soñado en la mejor de mis fantasías. Lo introdujo en su boca, mientras me tocaba más rápido. Por eso me corrí en su boca, y no se retiró hasta que quedé exhausto. ella había tragado toda mi leche.
Sonriendo, dijo: Sabe saladito. Después me dio un beso, largo y tierno, por lo que probé mi propio semen.
Eso fue una invitación para seguir y le quité el vestido, desnuda abrió sus piernas. Acaricié sus muslos, hasta el pubis, mi boca suplió a mi mano. Su vulva estaba ya húmeda. Separé sus labios, y su clítoris quedo al descubierto, me entregué a besarlo y lamerlo. Ella suspiraba emitiendo gemidos. Sin dejar de chuparla, introduje un dedo en su vagina. A pesar de su estrechez mi dedo entró sin dificultad, y sus gemidos aumentaron. Noté que se había dilatado, y pude introducir otro dedo. ¿Te duele?, Pregunté.
No, siguee dijo. Estaba como poseída, y por debajo se había agarrado las rodillas, de manera que veía también su ano, y no pude reprimir meter un dedo en el, mientras otro seguía en su vagina. Ella hizo un pequeño gesto de dolor, pero en seguida se relajó pues lo disfrutaba. Yo no me cansaba de acariciarla, pero dijo que me recostara en la alfombra, sin más obedecí, y se puso encima de mí. Tomo mi pene y buscó la manera de metérselo.
Y aunque yo lo anhelaba, pregunte: ¿Estás segura?
Sí, respondió. Entonces busqué el orificio de su vagina, y aunque estaba muy lubricada, mi nerviosismo y su incontenible deseo provoco que me costaba trabajo penetrarla. Al sentirme avanzar ella se mordió los labios con gesto de dolor más que de placer, y le pregunté que si quería que parara; negó con la cabeza, y empujó más su vagina contra mi enhiesto pene, y noté entonces como algo que impedía mi avance cedió, y que ella sintió con un ay de dolor. Le había roto su himen, al ver lagrimas en sus ojos me arrepentí y quise parar y salir de ella, al percatarse ella se apalanco para impedírmelo y empezó a cabalgar sobre mí, ahora de prisa, ahora que estaba totalmente dentro de ella y sintiendo ese rico friccionar de su vagina sobre mi pene ya no quise parar. También empecé a acariciar sus pechos y nalgas, hasta que tuvo un orgasmo entre grandes gemidos, eso provoco que también me viniera inundando su interior sin dejar de moverme, era tan maravilloso que no deseaba terminar, sin embargo exhaustos caímos uno junto al otro.
Luego de unos minutos de reposo vimos que estábamos manchados de su sangre virginal. yo le dije que lo sentía, que no debíamos haberlo hecho, ella me contestó que ya no le dolía, y que le había gustado mucho, que no me preocupara. Nos levantamos y fuimos al baño; donde se limpio con una esponja de baño, y luego me lavó a mí con delicadeza. Eso volvió a provocarme una nueva erección. Al ver me así ella se arrodilló, y empezó a chupármela otra vez. Ahora parecía que fuera toda una experta, y, cuando me iba a correr, la sacó de su boca para verlo, y dejó que se derramara sobre su cara y su boca. Ahora no lo comió, sino que lo recogió con las manos y se lo extendió por los pechos, por lo que tuvo que bañarse no sin prometernos que lo volveríamos hacer en cada oportunidad que se nos presentase. Yo aproveche para borrar las huellas de nuestro encuentro, afortunadamente su sangre no mancho nada, y solo eché un poco de aromatizante y abrí las ventanas para que desapareciera el olor a sexo y nuestros padres no encontraran u olieran nada extraño.
Hubo otra oportunidad de volver a hacerlo ahí, pero muchas mas en alguna de nuestras casas aprovechando la ausencias de sus o mis padres y el pretexto de ir con nuestros amigos. Hoy 2 años después cada quien lo hace con su respectiva pareja pues nada es eterno y ambos encontramos nuevos caminos.