SIN QUERER, QUERIENDO-8
A Lorena, mi esposa, se le complicó el embarazo. Por prescripción médica debía estar en cama el último mes... De tener sexo ya mejor ni hablamos. Ni siquiera podríamos hacerlo parcialmente, es decir, solicitarle que me vaciara los testículos con la boca o con las manos, pues se "cambió de casa"; me explico: Ella se fue a la parte baja de la residencia, a su antigua habitación de soltera, donde su mamá pudiese cuidarla de cerca sin tener que subir y bajar escaleras, y yo me quedé en el segundo piso, en nuestra morada. Con esto y con ella tan cerca las 24 horas del día, se me complicó mucho echar mano de mis 4 amores infantiles: Maru, mi cuñada, y Sara, Nora y Nena, mis sobrinitas políticas.
Incluso, esperanzado de poder tener a alguna de ellas a solas aunque fuera unos minutos, no me quería masturbar. ¿Qué tal si se daba la oportunidad y yo, precisamente en ese momento, me acababa de sacar la leche a jaladas? ¿Qué desperdicio, no?, pero esa oportunidad no se presentaba, por una u otra razón no se podía. No pasábamos de pequeños choques sexuales, de apenas un par de minutos, insuficientes para lograr siquiera que la verga se me parara completa. Con Maru, mi cuñada de 15 años, me daba unas fajadillas incipientes que sólo me dejaban más caliente, no pasábamos de besos voraces y manoseos mutuos y veloces. Con Nena, la morena de 12, no perdía el tiempo y en cuanto la tenía a tiro, caía de rodillas ante ella, le levantaba la faldita y me metía de bruces a besarle las piernas, a morderle la vaginita sobre el calzón, a lamerle las ingles y a apretarle su portento de nalgas; no había tiempo para más; pero con eso, yo quedaba mucho más acalambrado del garrote y mucho más alterado.
Con la hermanas, Sara y Nora, apenas me estaba sacando la verga por la bragueta para que me la sorbieran un ratito y alguien las llamaba o escuchábamos que se acercaban a donde estábamos. Total que siempre se me cebaba la oportunidad de tener un orgasmo decente, si algo de decente tenía lo que les hacía a esas criaturas. Ya sé lo que están pensando: ¿Porqué no recurrir a la profesionales, a las putas vaya u otras opciones, las que no cobraban y lo hacían por gusto, y que por mi aspecto y presentación, no me faltaban? Pues no. A las primeras nunca fui afecto y, con las segundas, no me llamaban la atención, ya había tenido mi vasta cuota de pedorras cuando era soltero. Además ya me estaba acostumbrando a la carnita joven, muy joven... ya se me había hecho vicio; para qué más que la verdad?
Fueron diez largos día con sus noches, ¡claro que los conté!, de puros arrimones incipientes y escasos que me enfermaron, andaba muy grave, con fiebre... iracundo.
Ya ni mi pequeña Nora la rubia, me visitaba por las mañanas en mi cama para despertarme con su boquita, con sus mamaditas tempraneras, no. La presencia de mi esposa en casa cambió toda la rutina sexual que teníamos los cinco. De las 2 ó 3 descargas diarias de semen que acostumbraba, ya ni una sola se podía dar. Era una verdadera tragedia. Los martes de mercado, se suspendieron. Mi suegra prefería quedarse a cuidar a su hija embarazada y les encargaba a sus otras hijas y mí lo que necesitara para el diario. Terrible.
Al décimo día de esta veda forzada de piernas, nalguitas, vaginas y bocas infantiles, yo ya estaba perdiendo la razón. A toda hora andaba con la verga reventándome, malo en verdad, grave.
Ese día por la mañana, sábado, llegué de correr como a las 10. Fui a ver a Lore a su cama y estaba bien dormida, mi suegra andaba en el jardín, regando su flores y sus plantas. Cuando me dirigí a las escaleras para subir a casa, las tres mosqueteras estaban sentadas conversando, las tres juntas en un escalón, igual que hacía 6 meses, como aquella ocasión en que les expuse la verga cubierta con mi short por primera vez.
En cuanto me vieron acercarme cortaron de tajo su plática. Los ojos de ellas se posaron de inmediato en la abultada prominencia de mi bragadura color azul claro, atentas, obvias.
-Qué hacen, princesas?, les pregunté buscando quedarme con ellas. Allí mismo provocaría la oportunidad esperada, ya no podía más, necesitaba a alguna de ellas con desesperación, o a dos... o a las tres, me valía madre!
-Platicando, tío, dijo Sara, corriste mucho?, cuando me llevas contigo a hacer ejercicio?
-Cuando quieras mi´ja, mañana mismo, pero aguantarás?, son 4 kms.
-Yo creo que sí, pero si no aguanto, me cargas, no?, me respondió seductora, coquetona, como queriendo sobresalir.
-Claro, qué me dura!, estás muy delgadita y yo bien fuerte, mira, le dije quitándome la camiseta y subiéndome el short bien arriba, ahorcándome el encuarte, agobiándome la vergota y los huevos con la telilla del corto, exponiéndolos completos a la mirada de estas abejitas curiosas y chifladas.
-Tío!, se te va a salir otra vez, como en la alberca... dijo de nuevo la pelirroja, era la única que hablaba, las otras dos se limitaban a mirar camote.
-No, reina, sólo cuando se para se sale, le respondí acariciándomela como si fuese un animalito, tomándola con mi mano y apretándola maliciosamente.
-No se ha parado todavía?!, siguió machacando, mirándola fijamente.
-No, todavía le falta crecer más, porqué?
-Ya se te nota bastante, tienes mucho.
-Tú crees? Y tú, Nena, qué dices?, está grande?, le pregunté a la morena, queriendo que participara. Quería ver hasta dónde se podría llegar con ellas juntas. Uno de los obstáculos de los últimos 10 días era que nunca estaba una sola, siempre estaban con una u otra o las tres juntas, como ahora.
-Sí es cierto, tienes mucho, me respondió cuando ya no me cabía en una mano y utilizaba la otra para con las dos, agitarme bien todo el pepinote gordo.
-Mucho qué?
-Mucho pene, me respondió mirándolo fijamente, con cierta humedad sobre su boca, formándosele un bigotito... le empezaba a subir la temperatura, ahi la llevaba yo.
-Y tú, Nora, cómo ves?, le dije a la rubia con la misma intención. Ella sólo movió su cabeza afirmando lo mismo, pero si abrir la boca, viendo cómo se me estiraba la tela del short, ya con la verga bien parada.
-Hay, tío... se me hace que ya se paró mucho, mira se quiere salir, ya creció más, mucho más, volvió a atacar la pelirroja.
-Sí ya se paró, miren cómo se me puso por su culpa, les dije apretando bien mis nalgas, a que saliera todo el conjunto, forzándolo bajo el pantaloncillo color celeste. Viendo los hermosos ojos de las tres devorándome la macana con sumo interés.
Al verlas así no pude más, la inacción sexual de 10 días se me amontonó en el cerebro y, sin recapacitar en las consecuencias, me saqué la verga por arriba del corto y me empecé a masturbar en su presencia. Me arrimé a los escalones y, a medio metro de sus caras, me zarandeaba el garrote con tal impudicia que yo mismo no me lo creía. Ellas, mudas, se limitaban a contemplar en toda su magnitud mis 23 centímetros de tan desatendida verga, la cabezota se manifestaba rotunda y rechoncha, insolente. Paco a poco se las fui acercando más, hasta pasársela a cada una a escasos 15 centímetros de sus caras, sin decirles nada, sólo enseñándoselas en close-up, a una, luego a otra y luego a la otra..
La primera en dar señales de vida fue Sara la pelirroja, quien empezó a abrir y cerrar su boca mirándome a los ojos y a la verga, cuando le tocaba a ella el pasón, dándome a entender que la quería probar allí mismo. Ella estaba sentada en el tercer escalón, con las otras dos a sus costados.
Sin más me planté en sus narices y me bajé el short a medio muslo, le arrimé la vergota bien erguida, paradísima, y se la ofrecí en los labios. Sarita la agarró con su fría manita y la empezó a lamer por la cabezota, por los costados y por abajo ante la mirada atenta y silenciosa de Nena y Nora. Luego con algo de esfuerzo pues la traía muy cabezona, se la fue metiendo a la boca. Con mucha diligencia me la empezó a chupar, se veía que a ella también ya le urgía su ración de camote y la disfrutaba con ganas, importándole poco las mironas. Fueron cerca de cinco minutos los que la pelirroja me estuvo comiendo el fierro con amor del bueno, poniéndomelo terriblemente erecto y venoso. Cuando hice un esfuerzo por retirárselo, ella más me lo mamaba, no quería compartir. La dejé otro minutito, me estaba dando una real mamada, buena en verdad.
Se la saqué por fin de la boca y se la ofrecí a su hermana, la rubia Nora. Ella abrió su boquita y con más esfuerzo que a la primera se le fue yendo poco a poco hasta el cogote. Las otras dos no pudieron dejar de mostrar su asombro al ver como, la pequeña huerita, se comía semejante porción de escabrosa verga.
-Qué bárbara!, cómo le cabe tu cosota a la boca de Nora, tío... me dijo su hermana.
-Sí es cierto, la tienes bien gorda y mira cómo se le mete en la boquilla!... secundó la Reina, Nena, mientras yo agarraba a la pequeña de la cabeza y empezaba un lento vaivén en su boquita apretadita, deslizándole el garrote de ida y vuelta, enseñándole a las otras de lo que era capaz la rubia comelona, ya bien adiestrada por mí.
-Ven, Sarita, dame besitos mi´ja, le dije a la pelirroja empeorando las cosas.
Ella, sin mucho pensarlo, se puso de pie y se prendió de mi boca mientras su hermanita me seguía absorbiendo media verga. Luego sentí que alguien me tiraba de la barbilla por el otro lado, dejando a la rubia sentada en medio, a mis pies. Era la morena, que sin yo decirle nada, se había parado y reclamaba atención, recargada en el barandal de la escalera. Dejé la boca sonrosada de su prima y me prendí de la suya, carnosa y tibia, empezando una nueva danza de besos lenguosos y muy caldosos. No pasó ni un minuto cuando Sara también me jalaba la cara, ahora al lado contrario, para que la continuara besando. La quise bajar a mamar cachiporra junto con su hermana, pero no se dejó, estaba empeñada en quitarle mi boca a su prima. Cabrona jovencita celosa!
-Chúpamela tantito, mi vida... le pedí a Nena cuando me convencí de que su prima no iba a acceder a dejarla que me siguiera besando, sus celos iban en serio en contra de ella.
La Reina me soltó y sin expresar desaprobación se sentó junto a su rubia prima. Alejé a esta de mi deformada reata y se la ofrecí a Nena directamente a su boca.
Ella la medio limpió con sus manitas, pues estaba cubierta de babas de la huerita y se metió a la boca lo poco que pudo, la traía ya muy hinchada por los azotes labiales de las primeras dos, la cabezona estaba muy abultada para la pequeña boquita de la diva de divas.
Así estuvimos un ratito. Con la reinita mamando verga, con la pelirroja comiéndome la boca y la lengua, y con la rubia amasándome los huevos con sus suaves manitas, como le había enseñado, como me gustaba, en una auténtica semi orgía pedofílica de escalera... poca madre!
Me liberaba de la boca demandante de Sara para ver a su prima mamarme el chile, quería ver a la Diosa chuparme la verga, era una perspectiva sin igual, insuperable. Sólo la contemplaba atragantada unos segundos y la pelirroja me atraía con fuerza de la barbilla y con la boca de fresa, completamente abierta, atacaba la mía con afán, con hambre.
Con doble intención: De que no nos fueran a sorprender en tan lúgubre escena, y de que Sara me dejara ver bien a su prima mamarme la vergona, le pedí que fuera a ver a su abuela y a mi esposa, y que se cerciorara de que no fueran a venir para acá.
Cuando se fue pude por fin contemplar a Nena la reina, atacarme a mamadas la verga. Qué deleite!, la niña más notada de la casa, la que más miradas impúdicas y sucias atraía, de conocidos y desconocidos, me atendía genitalmente con su celestial boquita y tersas manitas. Me la jalaba muy tiernamente, como si se fuera a romper, con suavidad incomparable, con extremo cariño. Esta deidad infantil que hasta a su propio padre se le antojaba tenerla así, atendiéndolo con manos y boca, a mí me dispensaba sus favores orales; me costaba creerlo, parecía un sueño, sólo un sueño.
-No viene nadie, tío, mi abue está afuera, chismeando con la vecina y mi tía Lore está bien dormida... me dijo Sara cuando regresó de la ronda de vigilancia, abrazándome por la cintura y mirando a su prima Nena mamándome con dulzura y con los ojos cerrados la vergota ya bien desfigurada, bien irrigada por las potentes venas azules que la morena había hecho resaltar violentas con sus atenciones bucales y manuales.
-Sí, mi cielo, no vendrá nadie?, segura?, le pregunté
-No creo, como quiera entrecerré la puerta principal y las dos siguientes también, si alguien se acercara lo escucharíamos desde aquí, me respondió sin dejar de mirar a Nena chupándome la deformidad con devoción y a su hermanita, acariciarme los huevos con sus inmaculadas manitas, muy pequeñas en comparación con mi costal.
-Hay, tío!, se ven bien chiquitas las manos de mi hermana en tus bolas, me dijo la pelirroja.
-Sí verdad?, y mira la carita de tu prima, le respondí mirando a Nena con mi longaniza en la boca estirada al máximo por las comisuras, con los ojos llorosos por el esfuerzo que hacía para contener las arcadas que el engendro provocaba en sus anginas.
-La tienes enorme, tío, me dan nervios, siguió asombrada la flaca.
-Porqué nervios?
-No sé, cuando te la veo me dan como escalofríos, como frío... me dijo temblando como pajarito mojado, nerviosa, mirando a Nena lamerme la cabezota como si fuera paletón.
-Te da miedo?
-No, me dan ansias, miedo no, la tienes bien bonita, me gusta mucho.
-Te gustan grandes?
-No sé, yo creo que sí, sólo he visto la tuya y la del viejo aquel que nos la enseñó, pero no la tenía así de grandota, la tenía flaquilla... pero la tuya... está muy ancha... me gusta mucho, me encanta... siento bonito cuando la veo.
-Sientes algo en tu cosita?
-Sí, la siento muy mojada, ahorita fui al baño y me revisé ahí y traigo muy mojado, como con moquito, muchísimo. Ya mejor ni me puse los calzones, para no ensuciarlos.
-Y cuando te acuerdas cómo te la metí la otra vez, qué sientes?
-Mmmmhh, se me moja más y siento que se me abre, porqué tío?
-Porque ella quiere que se la meta, mi amorcito, que se la meta toda como en la alberca. A ver, metete los deditos y dame moquito... le pedí queriendo degustar de esa miel tan dulce.
Ella se subió la faldita y se metió la mano en medio de sus largas piernas sacándola y acercándomela a la boca. Yo chupé sus dedos con suavidad saboreando el liquidito transparente que me ofreció, mientras le sacaba la verga a Nena de la boquita y se la pasaba a Nora para que continuara ella mamando. A la morena la puse ahora en el lugar de la huera, en mis testículos, pero con su cara pegada a ellos, con la pérfida intención de que me los lamiera. Ella sacó su beata lengua y me los empezó a teñir con sus saliva.
Era el colmo del desenfreno!, la hecatombe del placer!... tres niñas, tres ninfas finas y cándidas dándome placer como ni una sola de mis muchas novias y amantes lo hicieron.
Mi sueño de sueños, Nena la morena, ensalivándome las pelotas con su larga y esbelta lengua. La rubia de cabellos lacios y ojos azules con mi vergotota obesa entre sus labios, punzándole el paladar y el fondo de la lengua con la cabeza goteante; y por último, la bellísima pelirroja, Sara, dándome a chupar sus dedos inundados de su esencia de adolescente poderosa, de infanta intacta... bueno ésta ya ni tanto, apenas hacía 10 días que mis 9 pulgadas habían estado dentro de ella, atravesándole todo el abdomen hasta el esternón. Con este ennegrecido pensamiento le dije a Sarita:
-Sí, mi´ja, tu moquito sabe a que tu cosita quiere que se la meta.
-Sí, tío?... y aquí?... delante de ellas?, me respondió sustituyendo sus dedos por su lengua, besándome suavemente, a medias nada más, pero dándome mucha saliva, hablándome sin dejar de besarme, hablando con la boca llena.
-Sí, mami, no quieres?, te da vergüenza?, le respondí devolviéndole la saliva.
-No, tengo muchas ganas, me pica la pipi... me pica mucho... además quiero que Nena vea cómo me la metes a mí y a ella no, ándale... me pica... métemela ya... no me da vergüenza ni nada, me dijo en el limbo, casi inconsciente de la calentura, sin dejar de chuparme la lengua y los labios... Qué niña tan férvida, tan fabulosa! Me la imaginaba en 6 ó 7 años, iba a partir muchas madres! Bastantes!
La recargué en el pasamanos de la escalera con sus nalguitas hacia mí, ella sola se arremangó totalmente la falda sobre la cintura. Ya antes había llegado yo por esa parte, allá en la piscina, cuando la subí a la tapa del escusado y así, de nalgas se la metí toda la primera vez, ya sabía lo que seguía. Les retiré mis muy incitados genitales de las bocas golosas a las otras dos, sentadas todavía y le puse el animal a Sara por atrás. La cabeceé un poco, mirando a Nena y a Nora expectantes, viendo a 30 escasos centímetros las maniobras, a la altura justa de sus rostros semi asustados y le metí la cabezona entre los labios vaginales a la pelirroja que se agarró más fuerte del barandal y se quejó sordamente al sentir la dislocación de su papita.
-No tío, le duele!, estás demasiado grande... me dijo Nena asustada, observando la terrible diferencia de tamaños entre mi super cabezota y la tierna ranurita de su prima.
-No me duele, no es cierto, le respondió Sara en un pujido, sin poder ocultar el esfuerzo hecho al albergar mi voluminosa manzana y, desde luego, la propensión al celo que sentía por aquella.
-Ssshhhtt, calladas las dos!, les dije algo fuerte, no quería que desviaran su atención y la mía.
Poco a poco le fui metiendo mi vergota completa a la flaquita. El silencio era absoluto, las tres contenían la respiración, como si a las otras dos también me las estuviera cogiendo. Se la dejé así un momento para que, sobre todo la morena, viera cómo su prima la recibía hasta el tope y nada le pasaba, para que le perdiera el miedo.
-Te duele, Sarita?... le pregunté a la empalada.
-No, la siento demasiado adentro... muy... muy adentro, la... la otra vez... no la sentía... aaayy... tan adentro, pero no me duele... aaahhh... tío!... qué grande...
-Te la saco?, le pregunté, desenvainándosela unos 6-7 centímetros, calándola, tanteándola, sabiendo de antemano lo que respondería, quería que Nena la escuchara.
-Nooo!, así déjamela, la siento rica... muy rica... me gusta mucho, la tienes muy grande... muy gorda... siento sensación... siento rico... muy rico, me respondió, echándose de nalgas contra mí, recuperando lo que le había sacado, encajándose ella sola hasta el tope otra vez. Cabrona niña!, con doce años, se imaginan cuando crezca?
Con uno de mis pies un escalón abajo, se la fui sacando poco a poco y de nuevo se la hundí toda y vuelta otra vez. Al verme los pelos del pubis noté la gran humedad que se me acumulaba encharcándome el bello del pene, hasta parecía que me habían vaciado un frasco de brillantina transparente, se estaba derritiendo la púbera. Sus quejidos eran descontrolados y algo subidos de volumen, pero no me importaba, una vez más mi sentido común estaba de vacaciones, como cuando tenía a Nena semi ensartada en la alberca. Me valía madre si alguien nos sorprendía, las contracciones de esa vaginita me interesaban más que todo el pinche mundo, lo juro.
Los pies de la niña estaban en el aire ya que con mis manos en su cinturita y con mi garrote la mantenía flotando en el viento mientras ella se asía a la baranda con sus antebrazos, con su cabeza descansando sobre ellos, viendo por entre sus piernas lo mismo que su hermana y su prima: Mi brilloso cañón entrando y saliendo con furia de su ranura... protervo, fatídico en comparación con la pequeñez de su patatita tierna e infantil.
-Ven mamita, ven bésame... le pedí a Nena sin dejar de bombearme a su prima.
Ella se puso de pie y se ubicó a un lado de mí, un escalón más arriba y se puso de puntitas, me rodeó con sus brazos del cuello y nos empezamos a besar deliciosamente. Nuestras lenguas ya identificadas se movían en la boca de una y otro, reconociéndose. Ella traía un pantalón de mezclilla y una camiseta de tirantes, le solté la boca y le dije que me diera a chupar sus pechitos. Se levantó la camisetita y me echó sus pezones en la cara, dándome a sorber cosas tan exquisitas, tan dulces, tan paraditas. Era temprano, se acababa de bañar, pero el potente aroma erótico de sus axilas me llegó más fuerte que las veces anteriores, poderoso y embriagador. Si algo quedaba de cordura en mí y si me medio preocupaba todavía que alguien llegase y nos sorprendiera, con eso, acabé de disiparme.
Los dos fabulosos senos de mi adolescente favorita eran devorados por mi boca como si me fuera la vida en ello, ya no sabía quién se quejaba más, si la morena en mi boca o la pelirroja en mi tronco, convulsionándose sin control, teniendo los primeros orgasmos continuos de su vida. Como si esto fuera poco, la pequeña rubia no se quedó de brazos cruzados y sin solicitarle nada metió su manita por detrás de mis piernas y me empezó a sobar y a rascar los huevotes y el escroto con su manita mientras me picaba con todo a su hermanita... increíble!, asombroso!
Esto ya no era una cuasi orgía, ya era una orgía completa. En la cima de la locura le quise abrir el pantalón a la morena, no sé, de alguna manera me quería comer su vagina sin dejar de cogerme a su prima, pero los pantalones estaban muy apretados y mis flemas ya me venían incontrolables y vertiginosas por todo el tubo de la verga. Se la saqué a la pelirroja y la senté junto a su hermana. tomé de la mano a Nena y le dije que me la jalara fuerte de arriba para abajo y de abajo para arriba, apuntando a las caras de sus primas. Las dos ya sabían lo que venía y se quedaron quietas y expectantes, esperando el inminente baño de crema hombruna.
La morena se afanaba jalándome el garrotote con furor pero la manita no le daba, era demasiado gordo y fuerte para ella y se le zafaba cuando me respingaba. Cuando por fin sentí la venida en la punta se la arrebaté y empecé a aventar tal cantidad de esperma que parecía que estaba orinando leche. Los primeros chorros pasaron por encima de la cabeza de las hermanitas y tuve que corregir la trayectoria para que no se desperdiciaran, empezando a cubrir sus divinas caritas de arriba hacia abajo, una a la vez.
-Qué es eso!!, preguntó asustada la morena de fuego, era la única que nunca había visto mis venidotas y esta era de coleccionarse, en serio. Toda la leche guardada por diez días estaba saliendo a la luz, abundante y ligera, no era espesa como normalmente me salía, cuando la estaba vaciando más seguido.
-Es lechita, mami, lechita rica, espermatozoides, como ustedes les dicen, le respondí.
-Pero... te sale bastante!, es demasiado... nunca pensé que saliera tanto, no había visto que le saliera tanto a un hombre!
-Pos a qué hombre viste que le saliera?
-A mi papá. Una noche que me levanté al baño, él estaba allí con la puerta entre abierta y se jalaba su cosilla como tú, y le salió eso, pero unas gotillas nomás, a ti te sale mucho más!
Lo dicho, mi concuño traía en jabón a su propia hija, puta madre! Si su vieja estaba tan buena como la mía, qué puñetas andaba haciendo masturbándose en lugar de gozársela a ella, a su esposa?, hijo de la chingada,.Eso fue premeditado, lo preparó! Cabrón incestuoso.
Seguí vaciando huevo sobre los rostros de las hermanas. Chorro tras chorro salían directo a esas caritas divinas, una rubia de ojos azules y la otra pelirroja de grandísimos ojos verdes, recibían su mascarilla reafirmante de esencia de macho, que desde luego, todavía no necesitaban. Incluso la huerita sacaba su lengua para sorber lo que estaba embarrado junto a su boquita, a ella sí le gustaba el sabor de mis mocos, a su hermana no tanto, pues mantenía su boca bien cerrada.
Desde sus cabellos hasta su boca quedaron nadando en Blanco de España. Dos o tres goterones más cayeron sobre las piernas desnudas de Sara, con la falda todavía hasta la cintura, con sus nalguitas descalzas en el frío azulejo del escalón.
-Límpiamela, Nenita, le pedí a la morena cuando ya no salió nada. Ella dijo sí, y se iba a ir a buscar un rollo de papel a un baño, pendejita!, la tomé de un brazo y le dije: -No, mami, con la boca, mi cielo. No muy convencida se sentó al lado de las embadurnadas y se puso a lamerme la verga con reservas al principio, pero luego con más confianza al comprobar que los residuos no sabían nada mal. Al rato ya me estaba dando una santa mamada tan dedicada como la del principio, sin importarle que trajera la reata impregnada del juguito de la vagina de su prima, incluso le pedí que me lamiera los pelos, donde permanecía la inundación del chocho de Sara... también el pubis me lo dejó bien limpio.
Lo dicho, a estas niñas nada que se relacionara con el sexo, trátese de sabores u olores, les desagradarían ya jamás... tal pareciera que hubieran nacido para esto...
... PARA EL SEXO...