Pues sí, como les conté la vez pasada, en ése momento me estaba convirtiendo en toda una mujercita.
El continuó cogiendome durante un largo rato, al tiempo que yo seguía convulsionada con ésa dulce mezcla de placer y dolor. Claro que después de aguantar largamente tan violentas embestidas, ya sentía dolor en mi pequeño culo, sin embargo él no tenía contemplaciones para conmigo.
Y cuando intentaba soltarme ó hacia algún gesto de dolor, ó se me escapa algún gemido, él me decía; "Quieta chiquita, quieta mi niña, querías probar la verga ¿no es así? pues te voy a dar verga hasta que me harte, una gran verga adulta" y al tiempo que me la empujaba con fuerza me decía; ¡come verga!, vamos ¡cómetela toda grandísima putita! Y así continuó fornicandome y eyaculando dentro de mí, no recuerdo cuántas veces.
Cuando al fin quedo satisfecho, se salió de mí, se subió los pantalones y después de darme una sonora nalgada, me dijo; "Pues ahora sí chiquita, ya eres toda una muchachita y además tienes un culito ¡delicioso! eres muy dulce y te has portado como una niña buena, se nota que te encantará que te jodan.
A partir de ahora serás mi putita, puedes volver cuando gustes, ya verás que tu solita vas a venir a pedirme verga todos los días y yo estaré aquí para cojerte diario nenita.
Después que se retiró, permanecí tendida sobre el escritorio por varios minutos, realmente estaba exhausta y completamente llena de semen, incluso podía sentir como escurría entre mis nalgas y corría por mis piernas.
Después de cambiarme llegué a mi casa, caminando con gran dificultad, ésa noche sufrí de fiebre, tardé varios días para volver al colegio. Sin embargo, en todos esos días no pude apartar de mi mente lo sucedido.
Solo deseaba volver a sentir ése enorme falo dentro de mí, era cierto lo que me dijo, yo misma quería regresar y pedirle que por favor me cogiera otra vez. Me excitaba muchísimo la idea de volver a tener su miembro en mi boca, pero ahora no pensaba conformarme solo con chuparselo, quería mamarsela hasta que se chorreara en mi boca y saborear su semen escurriendo entre mis labios.
Pero sobre todo, quería que me volviera a meter ésa gran verga, ¡tan grande! ¡tan gruesa! ¡tan dura! ¡tan deliciosa! ésa verga me había ¡vuelto loca!
A los cuantos días y superando mi temor, volví a mi escondite llena de emoción y de excitación, me vestí y arregle especialmente para él y no resulto infructuoso, pues afortunadamente él fue a buscarme.
Cuando me vio de nuevo allí, sonrió lujuriosamente y acercándose me dijo; "Sabía que volverías nenita, te gustó mucho mi verga, ¿verdad? Estoy seguro que te fascinó, pues prepárate para otra cogida de ¡campeonato! Y cogiendome de mis nalguitas me levantó y me tendió de espaldas sobre el escritorio, levantó mis piernas y deslizó mi pantaleta, dejando al descubierto mi pequeño culito, el cual comenzó a comer con avidez, me besaba y me chupaba con fuerza, me lamía y metía su rasposa lengua en mi orificio, mi respiración se aceleró y comencé a jadear, se levantó y mirando mi rostro seguramente enrojecido, desenfundó su arma, me tomó de la cintura y la apuntó contra mi entrada, entonces y de un solo golpe me la ensartó completita, grité dolorosamente aferrándome al escritorio, pero nunca intente safarme.
Para consolarme se inclinó sobre mí y me plantó sendo beso en la boca, al tiempo que se mecía lentamente haciéndome el mete-saca y susurrándome al oído; "Me encantas nenita, te adoro, siempre serás mi putita, para que te meta mi vergota en tu ¡rico culito!", sus palabras me excitarón más.
Poco a poco aceleró el ritmo hasta que explotó dentro de mí, yo me incorporé para arrodillarme frente a él, tome su enorme pene con mis manos y lo metí en mi boca, no quería desperdiciar ni una gota de su semen y se la chupe con dulzura hasta dejarla completamente limpia. El sentir su espeso semen en mi boca me gustó muchísimo, su sabor me pareció deliciosamente salado y único, me recordaba el sabor y aroma de los crustáceos, que tanto me gustan.
Después me levantó y se sentó frente a mí, me despojó por completo de mis calzoncitos y cogiendome de mis nalgas me sentó sobre él , yo rodie su cuello con mis brazos y comencé a encajarme lentamente en ésa gran estaca, hasta que me la comí ¡toda!
Me tomó de la cintura y comenzó a subirme y bajarme lentamente, yo completamente excitada lo disfrutaba como loca, entonces se me ocurrió una idea, baje mis manos para coger mis nalgas y en un movimiento natural me las abría para sentirla tan adentro como pudiera y cuando me levantaba, las apretaba con fuerza aprisionando su enorme miembro, eso lo excitó muchísimo, sincronizamos los movimientos sin ninguna dificultad y pronto me estaba dando de sentones en su verga frenéticamente.
Se volvió a correr dentro de mí con abundancia y los dos quedamos totalmente batidos de semen.
Por casi dos horas continuó follandome en todas las posiciones que se le ocurrían, me cogió cuanto quiso hasta que los dos terminamos exhaustos y claro, hasta que mi pobre culito volvió a quedar enrojecido, dolorido y palpitante. Pero ¡como me encantaba! lo que me hacia ése hombre.
Nuestras entrevistas se fueron haciendo cada vez mas frecuentes, a medida que mi culo se iba acostumbrando a tan tremendas cogidas, hasta que por fin y tal como él me había dicho, pude disfrutar de su enorme verga ¡todos los días!
Así continuamos a lo largo de dos meses, aproximadamente, cuando él decidió regalarme una gran sorpresa. Un día llegó a nuestra cita acostumbrada en compañía de otro hombre, un joven de unos 25 años, con cierto parecido a él, al verme sorprendida me dijo; "No temas, te presento a Carlos, es mi sobrino y tiene muchas ganas de conocerte". Yo seguía confundida y pensaba; "acaso no cogeríamos hoy", pero me equivocaba, pues no imaginaba que ése día me darían una ¡hermosa cogida! por partida doble. Pero ésa historia se las contaré después.