HISTORIA DE ANA (II)
Espero que hayáis leído la primera parte de mi historia y os haya gustado. Estaba impaciente por escribir la segunda. Me gusta esta experiencia. Y si alguien le parece mal lo que hago me da exactamente igual.
Si quiero aclarar algo porque me parece fundamental, ya que yo quiero comunicarme con gente como yo, pero no quiero servir como excusa a ningún hijo de p que no respete a los demás. Me explico; se que no soy una persona que se pueda considerar "normal" desde el punto de vista sexual. Soy una degenerada y me gusto. ¿Por qué? Porque se me han abierto los ojos. Vaya por delante que me considero profundamente cristiana, creo que Jesucristo y su mensaje como norma fundamental de vida. ¡OJO!, no soy católica, más bien al revés. Creo que la Iglesia Católica ha hecho mucho daño al mensaje de Jesús. Solamente se ha preocupado de reprimir a la Humanidad durante dos mil años en el aspecto sexual. Para ellos daba igual si eras un sinvergüenza, ladrón y embustero, siempre que fueras casto. Jesús perdonó a las prostitutas, pero echó a los mercaderes del Templo. Eso es lo que yo creo. Con todo esto quiero decir que NUNCA se debe hacer daño a nadie y menos a un niño, pero ¿por qué no tener sexo consentido? El sexo es lo más maravilloso que se puede tener en la vida, por eso me pone enferma cuando se habla de sexo y violencia, como fueran equiparables. SEXO SI, VIOLENCIA NUNCA
Una vez aclarado esto que me parece muy importante, paso a contaros la segunda parte de mi vida.
Como probablemente habréis deducido, el año en el que me "abrieron los ojos" me casé y tuve mi primera hija. Fue una época extraña, ya que mantenía una doble vida. Por un lado, mi boda, mi familia y mi trabajo y por otro mis encuentros con Alicia. Por suerte, mi trabajo (no doy pistas) me permite viajar mucho por toda España y la ciudad donde vivía Alicia no era una excepción.
Poco a poco me iba acostumbrando a nuevos conceptos en mi vida y me iba haciendo más lanzada. Comenzaba a mirar a las niñas descaradamente para detectar posibles "candidatas" y fui aprendiendo mucho de ellas. Es verdad, que en la mayoría detectaba confusión ante mis miradas y entonces desistía, pero en un porcentaje que os sorprendería encontraba respuesta, visual al menos.
Por desgracia las experiencias eran muy escasas y superficiales. Naturalmente es muy difícil encontrar la situación adecuada, en el momento adecuado con la niña adecuada. Yo lo aceptaba y trataba de aprovechar cualquier situación para fantasear o intercambiar alguna mirada o contacto breve. Por ejemplo, una vez en el Metro, que iba hasta los topes, me encontré "empotrada" con una niñita pelirroja que tendría unos doce o trece años que iba al colegio con su uniforme de falda tableada. Sobra decir que el mero contacto con aquel cuerpito me hizo lubricar del inmediato y traté de coger al mejor situación posible para frotarme contra ella lo que pudiera. Como vi, o me pareció, que la niña no le hacía ascos a los apretones que le daba, me atreví un poco más y empecé a sobarle el culito tímidamente. La niña se separó bruscamente y me quedé un poco violenta pensando que a lo mejor había ido muy lejos y que iba a montar un escándalo. Por suerte, a los pocos minutos la niña se volvió a apretar contra mi y empezó a moverse insinuante. Yo ya, sin dudas, empecé a sobarle el culito descaradamente por encima de la faldita. La niña tomó una posición más fácil para mi y abrió las piernas descaradamente y todo lo que podía sin que los de alrededor se dieran cuenta. Yo le levanté la falda y le metí la mano por debajo de las braguitas. Tenía una tenue pelusilla que era una delicia y estaba totalmente empapada. Comencé a masturbarla el clítoris y ella empezó a retorcerse de una forma que me preocupaba por el "vecindario". Afortunadamente a esas horas la mañana nadie podía imaginarse que una mujer le estaba metiendo mano a una niña a su lado en una vagón del Metro.
Yo continué con la maniobra y me dio la sensación de que la niña se estaba corriendo. Con la otra mano cogí su manita y la llevé hacia mi chocho, pero ella la quitó. Le debió parecer demasiado atrevido. Sin embargo la niña se dio la vuelta un poco indicándome claramente que su culito también reclamaba su "parte". Yo cambié la mano de sitio la metí en su rajita del culo. Me sorprendió lo abierto que tenía el agujerito ya que pude meterle tres dedos. Después de unos cuantos empujones de mis dedos de dentro a afuera de su durísimo culito, la niña se volvió a correr.
Por desgracia llegamos a la estación en la que el vagón se quedaba medio vacío y la niña se bajó del tren. Antes de irse la niña me dedicó una deliciosa mirada a la que yo correspondí. Cuando el tren volvió a arrancar yo me llevé discretamente los dedos a mi nariz. Un fuerte olor a flujos vaginales mezclado con otros procedentes de aquel culito me puso a cien mil. Yo todavía no había tenido experiencias escatológicas, aunque si de lluvia dorada, pero cada vez tenía más ganas de experimentar con aquello. Imágenes de Internet, vídeos que me había comprado, así como mi imaginación había hecho que cada vez fuera más fuerte el deseo de experimentar con algo realmente sucio como la escatología. Muchas veces había pensado proponérselo a Alicia, pero me daba "corte". En fin, el caso es que me deleité con aquellos olores y sabores que quedó en mis dedos, que no lavé en toda la jornada.
A todo esto, yo me había casado con mi novio que tenía desde los 17 años y al que quería muchísimo, aunque pronto descubrí que la convivencia es muy distinta del noviazgo. Poco a poco nuestra pasión se fue apagando. Yo lo sobrellevaba mejor porque frecuentemente fantaseaba con alguna niña que hubiera visto recientemente. Procuré sutilmente conocer si mi marido tenía oculta alguna pasión como la mía, lo que me hubiera hecho la mujer más feliz del mundo, pero después de un tiempo desistí, ya que cuando yo sacaba una conversación que simplemente rozaba el tema del sexo infantil, mi marido se mostraba totalmente rígido en esa materia y tenía las ideas muy "claras".
La situación cada vez me resultaba más asfixiante porque no podía dar rienda suelta a algo que me quemaba en mi interior. Además empezaba a ser más fácil el acceso a Internet (por mi profesión tuve contacto pronto con la Red) y allí se conocía gente y había material que me excitaba sobremanera. Todo ello, naturalmente, me llevó a una separación cuando aún no había cumplido los cuatro años de matrimonio.
Aquello fue como una liberación y para celebrarlo me fui un fin de semana a ver a Alicia. Dejé a las niñas con la abuela y me dispuse a pasar un maravilloso fin de semana con la niña (nunca mejor dicho) de mis ojos, que por aquel entonces acababa de cumplir los quince añitos.
Os podéis imaginar lo que había aprendido la criatura en estos años, si es que le quedaba algo por aprender. Pero aún tenía capacidad para ello. La madrastra se había separado de su padre, pero se había seguido viendo en secreto. La tal mujer resultó la mujer más depravada que uno se puede imaginar y 1que enseñó a mi niña no solo todos los secretos del sexo, incluida la escatología pasando por el fetichismo de los pies, excepto la zoofilia, cosa que me parece muy bien porque no me gusta.
En fin, el caso es que cuando llegué ese fin de semana a ver a Alicia encontré con una mujer hecha y derecha a pesar de sus quince años. Estaba perdiendo el encanto infantil y ella lo sabia y me lo notaba, aunque lógicamente la quería con toda mi alma. Siempre me decía que sabía que cuando creciera la iba a dejar. Yo le decía sinceramente que jamás la dejaría, pero era verdad que no me hubiera gustado que creciera. Por eso, este fin de semana me tenía reservada una sorpresa.
Nos encontramos en el apartamento que yo alquilaba por fines de semana cada vez que iba y tuvimos, como siempre, un primer encuentro cargado de lujuria y pasión. Yo no paraba de darle vueltas a aquello de tener una experiencia escatológica con Alicia (era lo único que me faltaba) y pasaba largos ratos lamiendo el agujero de su culo saboreándolo hasta lo más profundo. Pero no me atrevía a pedirle descaradamente que cagara para mí. Por otra parte, no sabía si aquello me iba a gustar definitivamente o me iba a producir rechazo, pero creía que al cabo de un tiempo sabría incorporar aquella nueva depravación a mis "aficiones" sexuales. No quería dejar de probar nada.
Así que al día siguiente, me decidí y en medio de un maravilloso 69 y estando a punto de explotar metí un dedo en el culo de Alicia, luego dos, luego tres, con el claro objetivo de provocarle ganas de cagar. De vez en cuando, sacaba mis dedos para verlos. Cuando los vi manchados con restos me los llevé a la boca con decisión. Quería saber que se sentía. Inmediatamente supe que lo que yo deseaba, aquella guarrada, me iba a gustar con locura. Quería experimentar el placer de una niña cagando sobre mi. (A partir de aquí, si a alguien no les gustan estos temas que deje de leer, porque mi vida sexual tiene componentes, de pedofilia, fetichismo, escatología e incesto, casi siempre juntos).
El caso es que Alicia debió notar mis intenciones y se volvió hacia mi y me dijo un misterioso:"Aún no ". Yo dejé de insistir y acabamos corriéndonos como locas una vez más.
Cuando nos quedamos relajadas, me dijo: "Mi amor, esta tarde antes de que te vayas te tengo preparada una sorpresa ", con una sonrisa picarona. Por más que insistí, no conseguí saber que era lo que traía entre manos. Pocas horas más tarde lo sabría ..
A eso de las cuatro de la tarde estaba yo tumbada en la cama medio adormilada y un poco triste, ya que en pocas horas me tendría que ir de vuelta y, como siempre, no sabía cuando volvería a ver a mi adorada Alicia. Me sobresaltó el timbre de la puerta y corrí a abrir para reencontrarme con mi amada. Llevaba puesto un camisón semitransparente y muy cortito que le gustaba mucho a Alicia. Cuando abrí la puerta mi sorpresa fue mayúscula, ya que, efectivamente, era Alicia pero a su lado se encontraba una pequeña rubia como de 10 años, más o menos. La niña era una preciosidad de ojos azules. Vestía un top rojo y una faldita corta del mismo color. La verdad es que nada más verla a una se le ponía la carne de gallina. En ese momento no entendía nada y por un momento pensé que Alicia se había encontrado con alguien y yo tendría que disimular. Unos segundos más tarde y ante la mirada picarona de Alicia que tan bien conocía caí en la cuenta de que "esa" era la sorpresa que me tenía preparada. Abrí la puerta de para en par y las dos niñas entraron. Cerré y esperé algún comentario por parte de Alicia. En lugar de eso, corrió hacia el salón y dijo:
"¿Podemos poner música?". Yo asentí y ella encendió la mini cadena. Yo me vi obligada a "hacer la visita" y pregunte:
"¿Queréis una Coca-Cola?"
"Lo que queremos es follar", dijo contundente Alicia. Yo me quedé, como siempre con esta cría, boquiabierta y dije en tono burlón, como si la regañara: "Pero, bueno ..".
Alicia nos empujó a las dos al sofá diciendo:
"Ana, Paloma está deseando conocerte " y guiñó un ojo. Yo me senté cogí a la preciosa niñita entre mis brazos.
"Así que tu eres Paloma"
"Ehe", asintió la nena.
"¿Y eres tan caliente como tu amiguita?", la pregunté mientras empezaba a acariciarle las preciosas y morenas piernas.
"Ha", hizo un gesto como diciendo que "eso" nadie la ganaba.
"Vamos a ver ", dije yo le planté un beso en los labios para ver que hacía. La respuesta fue inmediata y efectivamente la niña se me pegó y soltó su lengua dentro de mi boca con auténtico vicio. Alicia nos miraba sonriente. De pronto, el pánico me asalto. Allí estaba yo con dos niñas, una de ellas desconocida y por primera vez empecé a sentir auténtico miedo ante la ilegalidad de mis gustos y acciones en materia de sexo. Me levanté de un salto, ante lo que la niña se quedó desconcertada, yo miré a Alicia y le dije "Ven un momento" y me la llevé a la cocina.
"Alicia, tu estás loca. Traes a aquí a esta niña y quieres que me la tire. ¿Y si dice algo? ¿Qué quieres, que acabe en la carcel?", le dije cogiéndola del brazo.
"Bah", dijo Alicia, "antes tendría que contar como se folla a su padre, a su hermano, a un profesor del cole y a la vigilante del salón de juegos".
Yo me quedé atónita. ¿Sería posible que aquella deliciosa criatura contara ya con semejante historial? En cualquier caso, aquello me tranquilizó y como buena prueba de ello fue que inmediatamente me puse a lubricar ante la perspectiva de semejante degenerada infantil.
"No te preocupes, mi vida", dijo Alicia, "además es muy, muy guarra " y me guió un ojo. "Verás "
"Paloma!", la llamó, "ven al water", dijo cogiéndome de la mano y llevándome al servicio. Cuando estuvimos las tres allí, Alicia nos abrazó a las dos y empezó a magrearnos. Ante la invitación, respondimos y también empezamos a sobarnos una a otra.
"¿Tienes ganas de mear?", preguntó Alicia a Paloma.
"Claro", dijo protestando ella, "hace dos horas que tengo ganas y no me dejas"
Yo empecé a ver por donde iban las cosas.
"Venga", dijo Alicia, "todas en pelotas", y rió.
Efectivamente, nos desnudamos en un abrir y cerrar de ojos y Alicia tomó el mando de la "operación".
"Ana, métete en la bañera". Yo la obedecí y me tumbé en la bañera. Alicia se tumbó a mi lado con una risilla nerviosa. Paloma, sabiendo perfectamente lo que había que hacer se subió a los bordes de la bañera de un saltito y se situó justo encima de nuestras cabezas.
"Venga, cerdita, dúchanos", ordenó Alicia.
La pequeña se inclinó un poco y sin pensárselo dos veces nos soltó un chorro de pis caliente encima de nuestras caras. Alicia me abrazó y empezó a lamerme la cara y el pecho por donde iba chorreando la meada de la niña. Yo, naturalmente la correspondí.
Cuando hubo terminado yo me levante para dedicarme a lamer aquel precioso chochito sin un solo pelo que acababa de regarme. Después de lamerla un rato, la niña se retorcía de gusto. Yo paré para que no se corriera todavía y mire a Alicia y le dije: "Gracias".
Ella me cogió del brazo e hizo que me tumbara a su lado.
"Aún hay más", dijo Alicia. Yo pensé que la niña era capaz todavía de soltarnos otra meada, lo cual me pareció imposible. Pero estaba equivocada.
"¿Tienes ganas de cagar, Paloma?", preguntó Alicia. Yo me quedé de una pieza. No podía creer lo que estaba pasando. ¿Sería posible que aquella preciosa niña, de chochito sin pelitos y con unos pezoncitos que empezaban a sobresalir, fuera a hacer realidad mis fantasías más ocultas y perversas? Paloma sintió con la cabeza y se puso en posición. La verdad es que yo no sabía que hacer ni donde ponerme. No sabía si me iba a gustar que me lo echara encima y si el olor no me iba a parecer demasiado desagradable. Todavía no había terminado yo de evaluar la situación cuando, sin más aviso, Paloma empezó a soltar un chorizo de mierda enorme que iba a caer directo sobre nuestros cuerpos. Así fue. Inmediatamente esperé a que algo sucediera. Era mi primera experiencia de este tipo de lo que normalmente no se va hablando por ahí. El bañó se lleno enseguida de un olor acre que, lógicamente, me desagradó, pero esa sensación era totalmente ahogada por el subidón de sexo que me dio en ese momento. Aquella escena, tan absolutamente guarra, con la niña cagando sobre nuestros cuerpos era tan degradante que me puso a mil por hora. Paloma terminó se quedó como si hubiera cumplido su obligación, siguiendo en cuclillas encima de los bordes de la bañera. Alicia se incorporó y se fue derecha al culito de Paloma y rápidamente pasó su lengua por el ano de ésta, que lógicamente albergaba algún resto de su reciente cagada. Yo me quedé sorprendida y a la vez un poco celosa de pensar que aquello lo había hecho antes con otra persona que conmigo. Alicia volvió junto a mí y me besó profundamente en la boca. Casi me corro en aquel momento. Parecía que por fin todos mis sueños se veían cumplidos. Allí estábamos tres cerdas haciendo algo que la mayoría de la gente ni siquiera piensa que pueda existir. Miré de reojo a Paloma como diciéndole que me gustaba aquel sabor acre de los más profundo de su cuerpo.
A partir de ahora, todo se sucedió de forma natural. Las tres acabamos en la bañera untadas en nuestras meadas y nuestras cagadas. Finalmente nos dimos una ducha y nos fuimos a la cama.
Allí hicimos una rueda en la que cada boca y cada chocho se quedaron pegados y nos empezamos a lamer una a otra.
"Mmmmmmmmmmmmmmm .", exclamabamos.
"Ana, lámame el culo, por favor", me dio Alicia, yo pasé mi lengua de su coño al culo.
"Mmmmmmmmmm Así, así, mi cerda, mi amor", decía, y mientras yo metía mi lengua en su ano yo notaba que ella se esforzaba por echarme en la boca algún resto de su preciada mierda.
"Si, mi amor, si, cágame, caga en mi boca, por favor, quiero comerme toda tu mierda", dije yo en un estado de locura sexual como no había experimentado nunca.
Noté como un pequeño trocito de caca salía del culito de Alicia e iba a parar al interior de mi boca. Yo seguí lamiendo y el trocito se deshizo en mi boca. Yo estaba en la gloría.
"Siiiiiiiiiiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, la madre que me parió, la puta de todas las madres, el chocho de todas las tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiasssssssssssssssss!!!!!!", estalló Paloma corriéndose como loca.
"Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh", acto seguido continuamos Alicia y yo.
Las tres nos quedamos en estado catatónico después de la experiencia que habíamos vivido.
Esa noche en el avión de vuelta pensaba en lo sucedido y hasta donde había llegado. Me preocupaba que algún olor me delatara, aunque me había lavado hasta la saciedad, pero la verdad es que estaba exhausta. Volvía llena y con ganas de ver a mis hijas.
La tierna despedida que me habían dedicado tanto Alicia como Paloma me ponía la carne de gallina. Un nuevo mundo se abría ante mí. Yo sabía que cada vez me alejaba más de la sociedad "normal", pero sabía que al otro lado también podía haber gente maravillosa y a la que quería sin duda conocer.
Os seguiré contando la historia de mi vida, si os apetece. A mi, si hacerlo. Besos.
Ana.