CAPITULO ONCE
Una aventura de ensueño
Como dije antes, hasta mis trece años lo hice solo con los dos, pero ese año ocurrió algo que por suerte no llegó a cambiar mi vida, pero si me dejó otro modo de ver la vida y un recuerdo imborrable. Para mi cumpleaños número trece, me realizaron la tradicional fiesta en casa de Brigitte, con los compañeros de siempre, solo que esta vez vino un profesor al que le vi mucho parecido con el cura del que me enamoré cuando tenía seis años. Este era mi profesor desde el año anterior y siempre me había tratado bien, y yo lo estimaba por eso, y porque me traía recuerdos de mi infancia y de mi abuela. En la fiesta yo estaba según Carlos y la familia de Miguel hermosa y despampanante, con mi vestido de fiesta según la moda de esos días. Carlos y Miguel quisieron bailar conmigo y les concedí un baile á cada uno, ya que yo solo bailaba con mis amigas, porque en esa época antes de los quince años, una nena no podía bailar con los chicos. Después de bailar con los dos, mis compañeras me rogaron para que bailara con el profesor y tuve que hacerlo, aunque no me desagradaba la idea, me hice de rogar un poco y luego bailé con él.
Mientras bailábamos lo miré por primera vez a los ojos y me impresionó su mirada, tenía ojos grandes, negros, sus cejas y pestañas eran pobladas, igual que su cabello muy negro, su rostro era agraciado y su cuerpo era perfecto y bien cuidado, era alto, casi como Miguel aunque mucho más flaco y bailaba muy bien. Yo practicaba mucho con Brigitte y Sandra, ellas me habían enseñado como una se tiene que dejar llevar por los hombres en el baile y mi profesor que se llamaba Matías, me sabía llevar muy bien en ese momento. Su mirada caló hondo en mi y me hizo estremecer, me ruboricé y bajé la vista, las veces que crucé mi mirada con la de él, mientras bailamos, me producían como cosquilleos en los pies y en el estomago, lo que me excitaba, por suerte solo él se dio cuenta, ya que los demás estaban, ya distraídos en otras cosas, cuando terminó el baile, me soltó y mientras lo hacía se agachó un poco y casi en un susurro me dijo que era muy hermosa y que me agradecía por haberlo dejado bailar, con la chica más linda del Colegio, le sonreí mientras me volvía á colorear. Durante toda la fiesta nuestras miradas se cruzaron y se hablaban de la atracción que sentíamos el uno por el otro, pero no volvimos a cruzar otra palabra, hasta el momento que se despidió, cuando se estaba yendo con los demás invitados. Mi vida siguió rutinaria, trabajar en el Departamento, mis estudios y hacer el amor con Carlos y con Miguel.
Con Miguel ya podía soportar todo su grueso pene dentro de mi culito sin Vaselina, mi culito se había amoldado al grosor de su pene, aunque me lo tenía que meter muy suavemente, ya podía gozar mucho con su pene enterrado en mi culito. Aprendí a realizarme lavativas, para tener mi estomago libre de impurezas, antes de hacer el amor y así no manchar todo después de coger. Como estaba mucho más alta, casi le llegaba al hombro a Miguel, era más alta que Sandra su esposa, casi con cinco centímetros. Tenia solo trece años, pero todos me decían que parecía de Quince años. Mi cuerpo se llenaba de curvas femeninas y aunque mi voz engrosó un poco, no perdió su tono femenino, gracias a todas las hormonas que Carlos y Miguel me colocaban.
En el Colegio todo me iba muy bien, aunque no era una excelente alumna, por lo menos estaba con todas las materias con buenas y regulares notas. Matías se volvió mi profesor preferido y siempre trataba de estar a su lado, sentía en mi cuerpo el deseo que expresaban sus ojos cuando me recorría mi cuerpo con la mirada. Algunas veces me tocaba el codo ó la cintura y sentía como un estremecimiento en todo el cuerpo. Sabía que me estaba enamorando de él, pero también sabía que era un amor imposible ya que mi gran secreto no se lo podía decir a nadie y menos a él. Todo comenzó a desencadenarce el día del paseo de fin de año. Cuando los Colegios hacen un gran día de campo con los profesores y todos los alumnos, jamás había ido a ninguno de estos paseos, esta sería la primera vez, ya que antes no lo hacía por no dar oportunidad que alguien por casualidad pueda enterarse de mi secreto. A mi insistencia Carlos me dio permiso y logré que Miguel deje ir a Brigitte. El día de campo se realizó en la Finca de un padre de familia, el lugar era bonito tenía mucho campo con pasto y arboles, en donde armamos el campamento, cerca había un arroyo de aguas cristalinas, así que todos teníamos que ponernos malla, yo llevé por las dudas una malla que me había hecho confeccionar Carlos, tenía como una minúscula faldita que tapaba todo el contorno, y para ocultar en parte mis testículos y mi minúsculo penecito, tenía como un forro duro, en su parte interior, lo que me hacía ver con un monte de Venus bastante pronunciado, pero que me ocultaba totalmente mis partes intimas y me daba un poco de tranquilidad.
El día pasó hermoso y a mi alrededor siempre había un grupo de chicos que me seguían a todas partes, mis curvas pronunciadas, los atraían como las abejas á la miel, la que estaba encantada con todo esto era Brigitte, que con sus once años era ver realizado el sueño de su vida, verse al lado de todos los chicos más guapos del Colegio. Recién pude estar con Matías al medio día, cuando nos llamaron a comer y busqué la forma de sentarme a su lado, conversamos de todos los temas y reímos mucho, luego fue con nosotros hasta el arroyo y estuvo jugando con los chicos en el agua, cuando tocó el turno para que las chicas entremos al agua, le pedimos que se quede con nosotras y aceptó. Jugamos y reímos un montón, hasta que en uno de esos momentos en que estabamos con el agua un poco más arriba de la cintura, él me agarró por la cadera y pegó su cuerpo contra el mío y en el oído me dijo casi en un susurro.
"Te quiero Elvirita" Fue como si se hubiera abierto la tierra, mis piernas me temblaban, me largó y se alejó jugando con las demás chicas. Para mi acabó la diversión, me puse a pensar que había llegado muy lejos, con mis juegos con Matías, era mejor no seguir con esto, que no sabía a donde me podía llevar. Salí del agua y me dirigí donde estaban los demás profesores y me senté bajo un árbol, cerca de ellos, pero sola y me puse a pensar como le diría a Matías, que de mi no podía esperar nada.
Cuando tocó la vuelta me subí en el Bús de los profesores, y Matías se dio modos para sentarse a mi lado, yo estaba muy nerviosa y no sabía como actuar, el viaje era de una hora hasta la ciudad y nos dejaría en el Colegio, de donde la mamá de Brigitte nos pasaría a buscar, para llevarnos a nuestras casas. La primera media hora del viaje no pasó nada importante, porque estaba todavía de día y solo conversamos entre todos. Estabamos sentados casi al medio del Bús, yo iba en el asiento junto a la ventanilla y Matías a mi lado contra el pasillo, sobre mi falda llevaba el canasto de mimbre con mis cosas, Matías igual llevaba el suyo. Como a la media hora de viaje se volvió oscuro con la llegada de la noche, y como el camino era un camino rural, la oscuridad nos comenzó a envolver, pronto ya casi no se veía nada, excepto las luces delanteras del bús que daban una forma irreal á las cosas.
Casi todos se amodorraron y las conversaciones decayeron, hasta que solo se escuchaba los ruidos propios del Bús y del motor. Veníamos ya en silencio y yo a ratos miraba la silueta oscura de Matías, cuando él dejaba de mirarme, estaba muy nerviosa por su proximidad y creo que no hubiera pasado nada, si él no me hubiera mostrado lo que pasaba en los asientos que quedaban a nuestro lado, al otro lado del pasillo. En una curva del camino, los faros de otro vehículo alumbraron por unos segundos el Bús, Matías me hizo ver que en los asientos de al lado, mi profesora de Ingles que es un solterona de mediana edad, se besaba con el profesor de Matemáticas, que era casado con otra profesora. La escena me excitó de sobre manera y sin tener conciencia de lo que hacía, tomé a Matías por la muñeca de su brazo izquierdo, que estaba más cerca a mi cuerpo, se la apreté sintiendo su calor. Matías se agachó y me besó suavemente en los labios, yo cerré los ojos y recibí su beso sin apartar mi rostro.
Matías se retiró por un momento y yo me quedé de piedra sin saber como reaccionar, retiré mi mano de su brazo, la puse arriba de la canasta junto a mi otra mano. Después que pasó otro vehículo y volvió la oscuridad total, Matías pasó un brazo por mi espalda y me atrajo hacia su asiento, me besó en la boca, esta vez con los labios abiertos y nuevamente por instinto respondí a su beso, me tragué su lengua y su saliva, cuando me di cuenta es que yo también respondía a sus besos con pasión y locura, la mano que Matías tenía pasada por mis hombros fue bajando y entrándose por el escote de mi vestido de hilo y después de meterce por mi escote y la parte alta de mi malla, apretó mi pecho izquierdo y me hizo gemir dentro de su boca, apreté con mis manos el canasto, mientras él tomó uno de mis erectos pezones con los dedos y lo apretó suavemente, instintivamente llevé una de mis manos hacia él y lo tomé por el cuello, nuestras bocas se unieron en un beso más profundo, mientras que sentía que mi penecito estaba a punto de estallar de lo excitada que estaba. Cuando volvió a apretar mi pecho con toda su mano, mi penecito estalló en un orgasmo largo y profundo, mojando la parte baja de la malla que tenía debajo de mis ropas, gemí más profundo en la boca de Matías, mientras este me chupaba mis labios y jugaba con mi lengua. Matías agarró mi brazo que estaba sobre su cuello y lo bajo de un tirón suave, hasta su entre pierna, por sobre su pantalón sentí la dureza de su pene y sin tener conciencia de lo que hacía, se lo apreté y lo sentí gemir esta vez á él en mi boca. Cuando me di cuenta de lo que estabamos haciendo, me solté de él en forma brusca y me senté derecha en mi asiento. Matías se quedó quieto sorprendido, y viendo mi rostro en la semi penumbra, sin hablar el también se sentó bien en su asiento. No hubo tiempo para más, el Bús entró al rato en las luces de las calles de la ciudad y pronto todos parecieron despertar y la conversación se generalizó, hasta que llegamos a las puertas del Colegio. Matías bajó tras despedirse de mí, un poco avergonzado.
Esa noche le hice el amor á Carlos, como si no lo hiciéramos desde hacía mucho tiempo, después de chupársela con ansias, me subí arriba de él y yo solita me enterré su pene hasta el fondo de mi culo, lo cogí con unas ganas increíbles y cuando terminó dentro de mi blando culo, yo ya había terminado dos veces sobre su estomago, cuando me la sacó, se la volví a chupar hasta que se le volvió a parar, esta vez para compensarlo, dejé que me coloque de espaldas y ponga mis piernas en sus hombros, me la metió desde esa posición que a él tanto le agrada, me cogió con fuerza y nuevamente me hizo tener otro orgasmo que mojó mi barriga. Después me colocó en cuatro patas y me cogió con mucha fuerza agarrándome de las caderas, hasta que acabó, mientras yo terminaba por quinta vez, en esa noche. Carlos me la sacó, se recostó a mi lado y me dijo que cada día estaba más caliente. Lo que nunca supo fue que esa noche quien me había puesto así, fue otro hombre.
Mi vergüenza delante de Matías fue más grande y apenas me atrevía a mirarlo en el Colegio, trataba de que no nos quedemos solos en ningún momento. Por esa época era Sandra la mamá de Brigitte, la que nos pasaba á buscar por el Colegio, primero me dejaba á mi en el departamento y después se iban a su casa. Faltaba poco para que se terminaran las clases, menos de un mes, yo tenía todavía la esperanza de que Matías se olvide de mi, ya que lo que sentía por él era un amor imposible. Un día que llegué del Colegio y que Carlos tenía turno por la tarde, después del almuerzo se despidió de mi, y se fue a su trabajo. Me quedé sola como siempre, ya que hacía como dos meses que la señora que trabajaba con nosotros se había retirado y Carlos no volvió a contratar a nadie más, ante mi insistencia de que yo sola podía llevar el Departamento. Mientras recordaba que en la mañana, Matías había tratado de hablarme a solas y no lo dejé, me comencé a desnudar, para ponerme ropa de estar en casa, ya que tenía mucho que hacer en el Departamento, el sonido del timbre me sacó de mis ensoñaciones y termine de ponerme un vestido simple, sin sujetador, ya que mis senos grandes pero duros no lo necesitaban, abajo solo tenía un calzón de algodón blanco. Cuando abrí la puerta me quedé helada, frente a mi estaba Matías que me miraba sonriendo, antes que pueda decir nada me alcanzó un ramo de flores y me dijo que quería hablar conmigo, solo un momento, que era muy importante para él, por favor, me dijo por último, y acabó por desarmarme. Lo dejé pasar y se sentó en el sofá, mientras le traía un refresco de la cocina, cuando me senté frente a él en el sillón, el silencio era total, ninguno de los dos se atrevía á hablar, solo nos mirábamos a los ojos, dejó su vaso sobre la mesa del Living y acomodándose en el sofá, me dijo que Brigitte le había dicho que mi padre trabajaba por las tardes y que esta era la única forma que tenía, para poder hablar conmigo, ya que en el Colegio no lo podíamos hacer, y que lo que me quería decir, era que estaba muy enamorado de mi, que desde la noche en el Bús, no había podido arrancar de su mente mi recuerdo.
Le contesté que no podía ser, ya que yo solo tenía trece años y que él tenía treinta, que había otros motivos por los que era mejor que se olvidara de mi. Matías ocultó su rostro con las manos y no dijo más nada, mi corazón se partía de dolor, quería levantarme y abrazarlo, pero no me moví de mi asiento. Al rato Matías se paró y me dijo que se iba, lo acompañé hasta la puerta sin poder articular palabra, cuando estaba por agarrar la manivela de la puerta, sentí como me tomó por atrás de mi cadera y fue acercándose a mi, hasta que sentí en mi espalda y mis nalgas el calor de su cuerpo, me besó en el cuello suavemente, mientras me apretaba la cadera, yo cerré los ojos al sentir su caricia y no pude abrir la puerta, quedé como una estatua de sal, recibiendo su besos en mi cuello y mi oído. En ese entonces yo medía como un metro sesenta y él era bastante alto, por lo que al darme vuelta y abrasarme por la cintura, mientras me besaba me levantó del suelo y me dejó con los pies colgando, mientras respondía a su beso abriendo mis labios y besándolo, con la misma pasión que lo hicimos la noche del Bús. Cuando tomé conciencia de lo que estabamos haciendo, me liberé de sus brazos y una vez pisando la alfombra, corrí y me senté en un sillón a llorar, ocultando mi cabeza entre mis brazos, sin importarme dejarlo parado al lado de la puerta de salida. Matías vino hacía mi y se hincó en la alfombra, me comenzó a hablar dulcemente, diciéndome que yo tenía razón, que lo nuestro no podía ser, que la diferencia de edades era muy grande y que se iría y no regresaría nunca más, que no me preocupara más, que en el Colegio no me volvería á mirar. Yo levanté mi cara bañada en lagrimas y le dije que tenía un secreto muy grande y que por eso no podríamos estar juntos nunca, que era mejor que se vaya. Matías se levantó mientras volvía a ocultar mi cara entre mis brazos, me dio un beso en mi cabeza, mientras mis sollozos no me dejaban articular palabra, se fue cerrando la puerta del Departamento tras él. Sentí ganas de correr tras él, pero me contuve, me fui a mi cuarto y acostada en mi cama lloré hasta quedar dormida.
No sucedió nada más de importancia hasta el último día de clases. Matías cumplió su palabra y no me volvió dirigir la palabra, salvo si era por motivo de trabajos ó estudio, Brigitte me estuvo molestando, para que le cuente si el profesor había estado en casa, después de mucho insistir, le dije que no lo había dejado entrar y que no vuelva á dar mi dirección a nadie, porque se lo contaría á Sandra. El último día de clases nos largaron a las diez de la mañana y como la mamá de Brigitte, recién vendría a medio día a buscarnos, me despedí de Brigitte, que quería quedarse jugando y salí caminando para el Departamento, que quedaba como a unas ocho cuadras de distancia, iba sola y ensimismada, cuando sentí que un auto paró a mi lado, la voz de Matías me sacó de mis pensamientos.
Después de saludarme, me pidió que suba a su auto, que me llevaría hasta mi Departamento, ya que él se estaba yendo de la ciudad, y esta sería la última vez que podríamos hablar, lo pensé un momento y después me decidí, subí, cuando llegamos, Matías me acompaño sin hablar por los pasillos y las escaleras, hasta la puerta del Departamento, mientras abría la puerta con mi llave, le pregunté donde se iba, me dijo que le habían ofrecido otro trabajo en otra ciudad y que no quería irse sin despedirse de mi. Abrí la puerta y parada sobre el marco de la puerta, me di la vuelta para mirarlo por última vez, Matías estaba parado con las manos a los costados de su cuerpo, en medio del pasillo, y me miraba como con dolor en su varonil rostro, no pude más, dejé caer mi maletín al suelo y le tendí los brazos, dio dos pasos rápidamente y me alzó del suelo, mientras nos dábamos un beso con la boca abierta, llenos de lujuria y deseo, con mis pies en el aire por el abrazo, Matías entró al Departamento arrastrándome con él, con el taco de su zapato, pateó hacia adentro mi maletín y cerró la puerta, mientras yo jugaba con mis manos, con su nuca y su pelo, nuestro beso era cada vez más intenso y yo me tragaba nuestras mezcladas salivas, mientras jugaba con su lengua dentro de mi boca. Matías me dejó en el suelo y mientras me seguía besando, comenzó a acariciar mi espalda bajando hasta mis nalgas, cuando sentí que me alzaba y apretaba por mis nalgas, me llené de excitación y una desesperación difícil de explicar, pero me detuve, me desprendí de su abrazo y me hice para atrás, mientras le decía que no podía ser, que era mejor que se vaya, que yo no lo podía amar. Matías me decía que yo sentía lo mismo que él, y que respondía a sus besos con el mismo amor que él sentía por mi, le dije que no era por eso, sino que mi secreto era muy grande y no se lo podía decir.
Sabía que Carlos recién estaría de regreso por la tarde, por lo tanto tenía como tres horas para estar con Matías, pero mi secreto me atormentaba, y más me atormentaba el no saber como lo tomaría Matías. Mientras pensaba en todo esto, Matías me empujó suavemente hasta el sofá y me hizo sentar, él se arrodilló a un lado de mis pies, y tomó con sus manos mi rostro, mientras me decía que no había secreto por muy grande y tenebroso que fuera, que no lo pueda comprender, que confiara en él, que sabría guardarlo para siempre. Fue entonces que me decidí, le dije que no era completamente mujer, que era mitad chico y que por eso no lo podía amar. Matías me miraba sin poder hablar ante mi confesión, mientras sus manos quedaban petrificadas en mi rostro. Cuando se le pasó el shock del momento, me siguió acariciando el rostro, y me dijo que no le importaba, que lo que quería, era lo que yo era interiormente, y no lo que podía ser por fuera, él me conocía como mujer y por más que por fuera sea otra cosa, mi alma y mi corazón era de mujer. Me gustaron sus palabras y me emocionó mucho, comencé a llorar mezcla de alivio y amor por él. Nos volvimos á abrazar y nos besamos nuevamente en la boca, pero esta vez con un beso suave, calculado, con ternura, mientras sentía en mis labios el sabor salado de mis lagrimas, junto con la saliva de Matías, me solté al cabo de un rato de sus manos, y le dije que tenía otra cosa que decirle, él se sentó a mi lado en el sofá y me tomó de las manos, esperando que comience á hablar. Esta vez le conté una mentira, para romper el último cable que separaba nuestra encuentro en ese momento. Le dije que a mis diez años, un tío me había violado por mi culito y que mi padre nunca se enteró y que cada vez que mi tío venía a nuestra casa, en viaje de negocios, esperaba que no esté mi padre y me volvía a violar, me tenía amenazada con mi secreto y me decía que si no me dejaba hacer lo que él quisiera, se lo contaría á todo el mundo y arruinaría mi vida para siempre.
Matías me preguntó, que cuantas veces me lo había hecho mi tío y le respondí que él venía unas tres á cuatro veces al año á nuestra ciudad, y que cada vez que venía me lo hacía, cuando sabía que mi padre no estaba, me preguntó si me hacía hacerle algo más y yo bajando la cabeza para no ver sus ojos llenos de lujuria, por mi confesión, le contesté que me hacía que le chupe su pene, y que él me chupaba mis pechos, que ya estaban muy grandes y duros. Matías me dijo que lo sabía porque me los había tocado, esa noche en el Bús, y que le había gustado mucho sentirlos, yo dejé de llorar, mientras me limpiaba la nariz con el pañuelo que Matías me había alcanzado. Matías me volvió á preguntar si me gustaba lo que me hacía mi tío, le dije que no lo sabía, ya que siempre me hacía doler mucho, ya que él era un bruto y que me cogía hasta hacerme sangrar por mi culito, me preguntó si lo había hecho con otra persona, le contesté que no, que era muy tímida y que le tenía miedo a los hombres. Me volvió a besar en la boca mientras me acariciaba las mejillas con sus manos, me recosté contra el espaldar del sofá, mientras Matías me seguía besando, una mano bajo por mi cuello y se detuvo sobre mi pecho izquierdo, su otra mano estaba ya en mi cadera, yo estiré mis brazos y los coloqué sobre sus hombros y lo tomé por la nuca y el pelo, mientras me colocaba de costado para sentir mi cuerpo pegado contra el suyo.
Matías dejó de besar mi boca y comenzó a recorrer mi cuello con sus labios y su lengua, encendiéndome, su cabeza fue bajando hasta llegar a mis pechos y con la mano que los acariciaba, bajó el escote de mi vestido y dejó mi seno izquierdo a su vista, me dijo que era bello y lo besó, luego me lo comenzó a chupar suavemente, yo lo abrasaba con mis brazos apretando su cabeza contra mi pecho, sintiendo como me llenaba de gozo con sus lamidas en mi sensitivo pezón, me miró a los ojos y me dijo con su suave voz, si dejaría que él me haga el amor, mirándolo á los ojos, ya llena de deseo le dije que si, moviendo solo mi cabeza y sonriéndole apenas. Se levantó y me hizo parar a su lado, luego me sacó mi vestido por sobre mi cabeza y me dejó solo en calzón, recorrió todo mi cuerpo con las manos y su boca, deteniéndose largo tiempo chupando mis pechos, mi barriga y mi ombligo, besó mi ingle y el bulto de mi penecito por sobre el calzón, mientras yo jugaba con mis manos en su ensortijado cabello. Luego me hizo acostar en el sofá, de espaldas, mientras él se desnudaba, yo lo miraba hacer, sin atreverme a mover un músculo, cuando se sacó el calzoncillo miré su entre pierna, miré por primera vez su erecto pene, era como me lo había imaginado, no muy grueso, como de seis ó siete centímetros de diámetro, pero era largo y fino, casi de unos veintiún ó veintidós centímetros de largo, mucho más largo que el de Carlos y casi tres veces más, que el de Miguel, su glande estaba descubierto y su cabeza brillante por las gotas de su liquido pre seminal, se paró frente a mi, para que lo pueda mirar y me quedé extasiada mirándolo por el momento, luego sentándome en el sofá, lo agarré con las dos manos por el tronco largo de su pene y lo acerqué más hacia mi, mientras habría mis piernas para que se acerque un poco más, cuando se pegó a mi cuerpo, me lo metí a la boca y salivando mucho lo comencé á mojar y á chupar, llevé una mano atrás de él y lo tomé por una nalga, mientras mi otra mano agarraba el largo tronco y mi boca lo comenzó á chupar con deleite, me lo metí fácilmente casi hasta la garganta y lo volvía a sacar, mientras Matías me tenía agarrada por la cabeza, le chupaba su pene con fruición y lo llevaba por todos los lugares de mi boca, a ratos lo hacía que me entre hasta la garganta y así aún, su pene no me entraba todo en la boca, Matías me marcaba el ritmo con sus manos en mi cabellera, mientras que yo al chuparlo sentía su olor a macho y me tragaba sus jugos que tenían su sabor agridulce.
Matías me dijo que estaba por acabar y se lo chupé más rápido hasta que sentí como me comenzó a lanzar los chorros de semen en mi garganta, me los tragué todos y se la seguí chupando un rato más hasta que sentí que se le comenzó a aflojar, Me saqué su flácido pene de mi boca, mientras Matías comenzó a agacharse, se hincó en la alfombra frente a mi, entre mis pierna abiertas, con sus dos manos agarró mi calzón por el elástico de la cadera y me los comenzó a bajar, al principio lo quise detener por vergüenza á que me mire, pero cuando lo miré a los ojos y vi su deseo, dejé que lo haga, me los bajó hasta casi medio muslo mientras yo levantaba mis nalgas, luego me hizo levantar mis piernas del suelo y me las subió bien altas y terminó de sacar mi calzón, lo tiró a un lado, mientras yo bajaba mis pierna a su posición anterior, me miró mi penecito inflamado y duro, miró después todo mi cuerpo de mujer, desnudo, y entregado a sus deseos, se agachó entre mis piernas, me comenzó a besar mi estomago y me metía su lengua en mi ombligo, mientras sus manos jugaban y acariciaban mis pechos y mis erectos pezones, luego fue bajando y besando mi pelvis plana y sin un solo vello púvico, mientras sus manos bajaron á acariciar mis muslos y el interior de ellos, su boca llegó a mi penecito y me lo besó, se lo metió a la boca y me lo comenzó a chupar, era la primera vez que alguien me chupaba mi penecito, parecía un dedo de siete ú ocho centímetros que entraba y salía de la boca de Matías, que por primera vez me daba un placer distinto a los que conocía, comencé a gemir y a mover mi cadera mientras sentía como la mano derecha de Matías llegaba á mis nalgas, se metía entre ellas hasta alcanzar mi culo y me hacía presión con su dedo medio en mi esfínter, yo elevé flexionando mis piernas para facilitar la entrada de su dedo en mi culo, mientras me seguía mamando mi penecito que estaba á punto de explotar, con su otra mano se tocaba su pene, haciendo que este despierte de nuevo y cuando sentí que estaba por venirme mi primer orgasmo, se sacó de su boca mi penecito, y se acomodó de rodillas al pie del sofá, más pegado a mi y colocó su pene en la entrada de mi culo, abrí y suspendí más las piernas y me acomodé, esperando su estocada, con una mano acomodó su pene sobre mi esfínter y con un movimiento de su cadera me lo fue metiendo de a poco, yo gemía, lo miraba como estaba muy concentrado, mirando como su pene desaparecía dentro de mi culo, cuando entró su cabeza dentro de mi culo, se quedó por un momento quieto, mientras me miraba sin decir nada á los ojos, al ver mi cara congestionada por el deseo, me fue enterrando suavemente todo su pene dentro de mi culo, como era bastante largo lo sentía entrar pegado a las paredes de mi cavidad anal cada vez más adentro, lo sentí hundirse cada vez más adentro, abriendo mientras entraba las paredes de mi intestino, mi culo se tragaba su pene sin problemas y me gustaba sentir como se entraba abriendo mi esfínter cada vez más, y enterrándose cada vez más adentro de mi culo, cuando al fin me lo metió todo y sentí que su cuerpo chocó contra el mío, se quedó por otro momento quieto, me preguntó si me dolía, yo moví mi cabeza negando y sintiendo por primera vez un pene casi en mi estomago, me había entrado toda en su longitud y no me dolía, sino por el contrario me sentía llena de lujuria, comencé a apretar mi esfínter y mi estomago, mientras movía mi cadera para darle placer también a él, sentir como me llenaba de un exquisito placer, y como me partía en dos con su erecto pene, era la cosa más deliciosa que estaba experimentando, me tomó por los tobillos y se comenzó a mover metiendo y sacando su pene de mi ardiente y blando culo, me hacía pujar en cada embestida que me daba, sentía cada choque como si su pene fuera un fuelle, que me inflara en lo profundo de mi culo, pero me gustaba y poco a poco fui acompasando sus movimientos, pronto sentí que mi penecito se volvía á hinchar y explotaba derramando su semen en mi barriga, ante los ojos de Matías que me miraba acabar, mientras me enterraba más fuerte su pene en mi culo, hasta que él también estuvo pronto á acabar y su pene se hinchó más dentro de mi culo y me derramó su caliente semen bien adentro de mi culo, mientras apretaba los dientes y lanzaba una expiración profunda.
Se recostó un poco sobre mi y me acarició la cabellera, mientras me decía si me había gustado y si no me había hecho daño, yo jadeaba por el esfuerzo y no me atrevía a bajar mis piernas, por temor a que se salga su pene de mi culo, como pude y entre jadeos le dije que no me había hecho daño y que por el contrario me había gustado mucho y que por primera vez (le mentí) había terminado mientras me cogían. Me besó un rato más, mientras su pene se le aflojaba y no se terminaba de salir nunca de mi abierto culo, cuando al fin Matías me lo sacó, su semen salía por mi blando y totalmente abierto culo, mientras él se levantaba y me decía si podía pasar al baño, cuando se fue, me paré y me limpié con mi calzón la barriga y mi culo, sacando un poco de su semen mezclado con mi mierda, me puse mi vestido y me senté a esperarlo, cuando salió se sentó a mi lado ya vestido, me miró a los ojos y me dijo que le había gustado mucho hacerme el amor y que si yo quería él estaba dispuesto a hacérmelo, las veces que yo quiera, hasta que se realice su viaje, me dijo que se iría después de las fiestas de fin de año y quedamos que yo lo llamaría cada vez que quisiera estar con él y cuando mi padre no se encuentre, lo acompañé hasta la puerta y nos dimos el último beso antes de que se vaya. Tuve que trabajar a prisa para esperar a Carlos con la comida servida en la mesa, después me bañé y saqué de mi barriga todo el semen que aún quedaba y me cambié otra ropa que no huela á sexo.
Cuando Carlos llegó ya mi culo estaba totalmente cerrado y mientras le daba el beso de bienvenida, le conté que estaba de vacaciones y que lo quería mucho. Después del almuerzo y antes de dormir la siesta, le hice el amor a Carlos y por segunda vez en el día me enterré un pene en mi ya goloso y hambriento culo.