HISTORIA DE ANA (III)
Esta es la tercera entrega de la historia real de mi vida. Espero que hayáis leído las dos anteriores y os hayan gustado aunque os hayan parecido muy fuertes. En ellas os he contado mi iniciación y camino de depravación en el que pasé de una heterosexualidad normal a la pedofilia, el fetichismo y la escatología. A pesar de todo lo que iba viviendo, nunca me había planteado el incesto como parte de mi vida sexual. Pero pasó. Os lo cuento.
Pasaron los años y, prácticamente, ya no veía a Alicia casi nunca. Solamente una vez o dos veces al año. Los encuentros se iban espaciando. Además ella iba creciendo y había cambiado mucho. Está claro que siempre seremos algo muy especial la una para la otra pero se ha perdido parte del encanto de aquella relación. Lógicamente ella busca ahora otras experiencias que no había tenido hasta ahora. El caso es que yo me encontraba un poco sola. Con dos hijas preadolescentes y separada estaba muy ocupada y tenía poco tiempo para ligar. Había tenido algún hombres sin interés, muchas mujeres y muchas crías, aunque estas más en mi fantasía que otra cosa. Afortunadamente tenía Internet y ese si era un mundo en el que cada día me sumergía cada día más. Me conectaba a un servidor de iPhone que, por desgracia, ya no existe y en el que muchas veces encontraba mujeres muy jóvenes, incluso alguna cría con las que podía tener cibersexo a través de una cámara y un micro.
Un día estaba chateando y encontré un nick "SingleMom". Llamé y al otro lado de la cámara apareció una mujer de unos 40 años muy atractiva y junto a ella una niña de unos 10 u 11 años, también muy atractiva. Por un momento pensé que era una madre y su hija que se había equivocado y creían que era un "clean" chat aquello. Yo aparecía ante la cámara en sujetador y di por hecho que inmediatamente cortarían. Me sorprendió que no cortaran y que incluso se miraran y rieran. Aunque la conversación fue en inglés voy a transcribirla aquí en español.
"Hola"
"Hola"
"¿Quién eres?"
"Ana. ¿Y vosotras?"
"Meg y Sarah"
"¿Sois madre e hija?"
"Así es"
"¿Qué hacéis por aquí?"
"Buscando un poco de diversión"
"¿De que tipo?"
"Bueno depende de lo especial que seas "
"Yo soy todo lo especial que vosotras queráis"
"¡Bien!, eso nos gusta"
"Meg ¿te estás refiriendo a cibersexo?"
"Digamos que nos gusta .disfrutar con otras chicas .¿Te molesta que esté la niña aquí?"
"NO! Al contrario, me encanta"
"¿Te gustan muy jovencitas?"
"Me gustan sin pelitos (risas)"
"A mi también. Y Sarah es muy caliente"
"Cool"
"Ana, entenderás que tenemos que estar seguras de que no eres de la "poli" ni nada de eso "
"NO, ¿Qué quieres saber?"
"¿Tienes hijas?"
"Si, dos"
"¿Haces sexo con ellas?"
"No (dije yo desconcertada)"
"Pero, nos las podrás enseñar para saber que eres una mujer de familia y no eres de la poli. Me refiero a que estén ahí y las pongas en la cámara, vestidas, claro y que no se imaginen nada de esto. ¿Podrías? Si no quedamos otro día. Entiéndeme"
"No, si están en casa. Puedo decirles que sois unas amigas que he conocido y que las quieren ver, pero después se irán. Ellas no participan"
"Está bien. Con eso es suficiente".
Yo fui al cuarto de las niñas y le dije que estaba probando la videoconferencia y que quería que vieran como se podía hablar y ver a otras personas al otro lado del mundo. Efectivamente, las puse delante de la cámara y hablaron un poquito con la otra niña de Minessota y su madre. Después de la primera curiosidad decidieron felizmente volverse a su cuarto a seguir viendo dibujos animados. Una vez sola otra vez en mi cuarto pude reanudar la conversación con la madre y la hija americanas.
"Ana, perdóname pero hay que estar segura de que no es una trampa, ¿sabes?"
"Si, si, claro, no te importe"
"Tus hijas son preciosas ."
"Si lo son, pero no me planteo sexo con ellas. No es que vea nada malo, claro, si no que quizás no he dado todavía ese paso mental ¿Y tu?"
"En nuestra familia es casi como una tradición (risas) Yo lo hice con mi madre y ella con la suya"
"Jo "
"¿Bueno quieres calentarnos?"
"Siii", dijo la niñita.
"Claro"
Yo empecé a sobarme las tetas y a desnudarme poco a poco lo más sexy que podía. La madre abrazó a su hija y empezó a besarla mientras no dejaban de mirarme a la pantalla.
"¿Te gusta mi niña?"
"Mucho"
"¿Las tuyas .?"
"Ya te he dicho que ellas no "
"Quizás más adelante "
"Quizás"
Meg movió la cámara hacia abajo. Estaban desnudas de medio cuerpo para abajo. Ella cogió las piernas de la niña, se las abrió y empezó a sobarle el chochito.
"¿Te gusta?"
"Me encanta"
"Enséñanos tu coño y pajéate para nosotras"
"Meg, chúpate los dedos. Quiero que me digas como sabe el chocho de tu hija"
"Mmmmmmmmm .delicioso"
"Póntela encima para vea los dos chochos juntos"
"Míranos, preciosa, mira. ¿A que se parecen nuestros "pussies"?"
"Ábrele bien el chocho y el culo a la niña. Métele un dedo en el culo. Urga dentro y chúpatelo"
"¿Te gustan las guarradas, eh, cerda?"
"Si"
"A mi tambíen"
"¿Podía mear la niña?
"Claro"
La niña se levantó encima de su madre y empezó a mearla. Es una pena porque no se veía bien con la calidad de la webcam, pero la escena era supervaliente. Durante algo más de media hora estuvimos mirándonos a través de la cámara y tuvimos una buena sesión de cibersexo. Cuando acabamos nos despedimos y Meg me dijo:
"Me gustaría que la próxima vez que nos veamos estuvieran tus hijas ."
Esa noche me acosté muy a gusto porque me corrí varias veces, aparte de la sesión de chat, pajeándome en la cama. Hay algo que no he contado, pero que es bueno que sepáis. Yo con los años había depurado mis gustos y lo tenía muy concretizados. Cuando veía a una niña me imaginaba como sería su coñito, como le olería, como le olerían su culito, su sobaquitos y sus pies. Me gusta mucho el tema de los olores, siempre muy sutiles. No me gustan los olores de no haberse lavado, pero si esos que empiezan. Yo solía oler la ropa de mis hijas y me gustaba cuando volvían del colegio y sus braguitas olían, pero también sus calcetines y sus blusas. Me gusta mucho esos olores que todavía no son muy fuertes. Por lo tanto, yo siempre solía tener una colección de ropa de mis hijas a mi lado y también de alguna de sus amiguitas. A una en especial siempre la "liaba" para que se duchara en casa, le dejaba ropa limpia de mis hijas y me quedaba con la suya con la excusa de lavarla. Me encanta el olor de sus calcetines después de un día de colegio, y de sus braguitas. Siempre que jugaba con ella y mis hijas procuraba acercar mi nariz a sus pies, a sus sobaquitos y a su culito. En el fondo, yo creo que ella sabía lo que yo que quería, aunque no lo entendiera muy bien porque muchas veces me ponía sus pies en mi cara y yo los olía con fruición. Por mis hijas yo dudaba de seguir adelante con esta niña, pero estaba claro que me seguía, porque cuando yo la miraba con descaro dentro de sus faldas hacia sus bragas siempre abría sus piernas en dirección a mi para facilitarme la labor. Pero la verdad es que de ahí no pasábamos.
El caso es que la noche del chat, yo me rodeé de mis fetiches y de la ropa usada de mis hijas y su amiga Laura. Me corrí varias veces mientras se me escapaba el nombre de mis hijas ."Bea Bea Carlita ."
Todo ello me llevó a reflexionar y traté de ser coherente con mi vida y me pregunté a mi misma sin tapujos si sentía algún tipo de atracción sexual por mis hijas. La respuesta que me di fue contundente. No solo me apetecía, si no que la sola idea de hacerlo me volvía loca de placer. Pero siguiendo con mi coherencia debía de ser algo consentido y asumido naturalmente, sin engaños ni tapujos. Si ellas tomaban la iniciativa yo seguiría, pero no antes. Lo que iba a hacer era abrirles una puerta, si entraban era su decisión. Así que tracé un plan.
Por mi profesión tengo dominio de los ordenadores por lo que para mi era muy fácil saber por donde navegaban mis hijas. Yo sabía que Beatriz miraba páginas de sexo y me emocionaba la idea de que le gustaban especialmente las de lesbianas y, curiosamente, embarazadas. No sería de extrañar que los mismos gustos se trasladaran a su hermana porque todo lo hacían juntas, incluso ver sexo en Internet. Sabía también que alguna habían chateado y sus conversaciones con otras chicas eran bastante calientes.
Lo que hice fueron dos cosas. Por un lado, grabé en el ordenador una supuesta sesión de cibersexo durante la cual yo masturbaba. Puse el fichero muy accesible, como si se me hubiera olvidado, para que Bea o Carla lo encontraran. Por otra parte, puse una cámara de vídeo a grabar a velocidad lenta que me daba para ocho horas y así podría ver todo lo que pasaba delante del ordenador.
Pasaron varios días y ninguna de las niñas descubrió el fichero de vídeo. Yo estaba impaciente. Un día, Bea se conectó y consiguió entrar en iPhone. Una vez allí conecto con otra chica. Yo estaba viendo la grabación con una expectación enorme porque yo deseaba que pasara lo que más quería, que mi hija fuera bisexual y muy caliente. Y pasó. Se pegó una paja con la otra chica mientras mantenía una conversación que hizo que me pajeara mientras veía la cinta. Pero no encontraba mi fichero.
Una día, la pequeña Carla estaba delante del ordenador y, casi sin querer, abrió el fichero, delante de ella, apareció su madre, yo, que empezaba a desnudarse y a tocarse las tetas y abrirse de piernas. Yo podía ver su cara y, naturalmente era de de una tremenda sorpresa, pero tenía una picarona sonrisa que hizo que empezara a tener esperanzas de que, al menos, una de mis niñas fuera lo que yo quería. De pronto, se levantó y salió corriendo gritando "¡Bea!, ¡Bea!, llamando a su hermana. En seguida llegaron las dos delante del ordenador y Carla le enseñó a su hermana lo que acababa de descubrir. Para dos niñas, de 9 y 11 años hijas de una madre "normal" sería un shock difícilmente superable, pero estaba claro que para mis hijas, que se había educado en un ambiente muy liberal aquello les divertía y, no se si calentaba. Eso es lo que yo esperaba. La conversación que hubo a continuación me sacó de dudas. Bea empezó diciendo mientras sonreía:
"Será guarra ."
"Hi,hi"
"Está buena la hija de puta"
"Joder, menudo chochazo"
"Te gusta ¿eh? So putita ."
"Toma! Y a ti ¿Qué no?"
"La verdad es que me gustaría meterle una buena mamada"
"Joder! Y a mi"
"Venga, Carla, ven que te voy a follar". Apagaron el ordenador y se fueron de la habitación.
¡Dios!, mis sueños se hacía realidad! Hay que ver lo ciegos que estamos los padres. Resulta que una mujer como yo, nada sospechosa de pacatería, y muy atenta a todo lo relacionado con el sexo y los niños no me había coscado de que tenía en mi misma casa a dos putitas que se follaban una a otra delante de mis narices. Está claro que siempre pensamos que nuestros hijos son diferentes. Incluso yo.
Yo no se donde habían aprendido, pero está claro que para un niño con acceso libre a Internet como mis hijas, era muy fácil ponerse al día en temas de sexo. Una bendición. Por que a todo esto, y no es porque sean hijas mías, no hay en el mundo niñas tan buenas, generosas, solidarias y entregadas a los demás como Bea y Carla, con lo cual para mí como personas estaban en el buen camino y la educación daba sus buenos frutos. Si además, eran liberadas sexualmente, perfecto.
En fin, después de la constatación de que mis hijas ya habían despertado al mundo de la sexualidad, de que eran, cuando menos, bisexuales, y de que no le hacían asco al incesto, solamente quedaba cerrar el círculo y que ellas entraran en el mundo de mi sexualidad. Eso iba a ser muy pronto ..