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La mili

en Gays

"¡Lo llevas claro chaval! No sabes la mili que te espera."

De todo lo aprendido y de todo olvidado, este es el primer recuerdo que viene a mí cuando vuelvo a aquellos años. Ha llovido desde entonces, pero su recuerdo sigue sobresaltándome con el mismo poder del rayo. Igual que éste, aquella recomendación venía vestida de amenaza, y era este vestido el único que captaba tu atención y tu miedo.

De la miseria y esperanza de aquellos años, aquel tiempo lo veo como un nuevo parto, como un nacimiento tardío, pero igual de doloroso, y que llega cuando uno cree que ya lo sabe todo. Pero para esa alba, tenía que llegar antes el olvido de lo que uno había aprendido a lo largo de todos esos abriles; y tras ese vacío la violenta luz se colaba a golpe de tambor arañando profundamente tu sentir, para hacer hueco a un universo íntimo y profundamente detallado que abarcaba un campo enorme de ritos, valores, códigos morales, que delimitaban cada paso, cada segundo de la vida que allí perdías.

En ese galimatías, donde los objetos sufrían las mismas condenas que las personas, equiparándose el tratamiento y la consideración que a ambos se tenía entre esas cuatro paredes que la gloria había dejado huérfanas, por mucho oropel de mierda patriotera con que se vistieran, era una cárcel de doce meses; ni un día menos, aunque puede que unos días más, pues los calabozos estaban a la orden del día.

Esa gloria soberbia y hueca se expresaba en gritos terminantes dictados con un nuevo lenguaje, venía empapado de una autoridad de siglos columpiándose al abrigo dictatorial que profesaban. Aquellos gritos se sucedían a una velocidad de vértigo, acelerando a su alrededor una vida hecha para el vacío, pues eso era la mili: llenar el vacío. Sin embargo, pronto aprendías que éste no se daba por vencido y poco a poco iba conquistando el espacio que le era propio dentro de aquella paradójica organización. La mili era un motor a dos tiempos. El primero determinado por la premura de un campamento donde el tiempo se sucedía a golpe de metralleta, creando la vana ilusión de que se agotaría con la gran cantidad de cosas que había que hacer; después llegaba el segundo, aquí la nada lo llenaba todo y ni el toque de diana era capaz de desviarte un milímetro del escaqueo en el que habías entrado para reinar. Para algo eras el veterano, para algo tenías el mejor hachís, para algo pronto serías abuelo... y un montón de memeces más, con las que comenzabas a escudarte de ese orden, del que contabas los días que faltaban para huir y olvidar.

Leí no hace mucho que las gallinas también gozan de cierta organización social. Situadas en sus palos, el gallo caga por encima de todas ellas, y así en una implacable y misteriosa disposición, cada una defeca sobre su inferior, hasta que esa procesión continua termina encharcando de mierda a las pobres parias que malviven al ras. Cuando lo leí, no hallé metáfora más perfecta para describir la prepotente jerarquía que holgazanea tras los sólidos muros cuartelarios, ajenas a cualquier control y empapadas en una legitimidad que el paso de los años aún cuestiona.

Pero sobre esta mancha negra y espesa, que el recuerdo evita remover, hay otros colores que me reconcilian con aquellos años.

Estoy en pelota, con mi cuerpo de diecinueve años. Estoy musculado, pues en mi estupidez me he estado mamando un montón de gimnasio. Quiero ir cachas a la mili y lo he conseguido. Mi polla esta dura y tengo que follar una peseta que me espera seca sobre la litera. Intento seguir la coña y lo cierto es que estoy erotizado. Algunos de mis compañeros de quinta están en cueros y verlos me la pone dura. También me gusta que no dejen de mirarme, que miren como el gallego se folla a ese hijo de puta ferrolano. Entre embestida y embestida observo con detenimiento qué ojos arden al verme de este modo. Tengo un rabo guapo, de la misma altura que mi edad y que se yergue sobre unos cojones achicados y llenos de vello formando en su unidad un mismo cuerpo. Mi pija comienza a babear dándole brillo a mi acampanado capullo. Noto que en sus miradas no hay pasión, sólo miedo. Sigo follando a la peseta, mientras escucho las burlas de esos veteranos de mierda; pero hay uno que no sólo sonríe.

Él no tiene miedo, en su rostro no hay venganza por toda la mierda que ha comido, tampoco se distingue ningún asomo de burla o curiosidad: él tiene pasión; y su único miedo es esconderla. Así que follo para él. Quiero que vea mi leche, quiero que vea lo que gana el puto Franco, que me mira desde la moneda hacia la derecha, para que sepa lo que ese cabo puede perder sino espabila. El miedo que se alojaba en mis huevos ya no está. Me la pajeo frenéticamente. Los comentarios jocosos enmudecen. Todo está en silencio. Todo ese corro de maricones hijos de la gran puta mira para ver hasta dónde voy a llegar. Mi mano se desliza por el tronco de mi pene a gatillazos rápidos, como los de una metralleta. Me importa un nabo que me miren, quiero que ese cabo vea mi leche, quiero que la envidie, quiero que me la pida. Distingo, a las puertas del orgasmo, su paquete. Desde mi ceguera, brilla. Tiene cuerpo, color y calor.

Los huevos se me achican y ese conocido cosquilleo comienza su danza. Me convulsiono como una puta. No es la primera vez que me pajeo delante de alguien; pero sí es la primera vez que ese alguien es desconocido y no terminamos follando como locos. Esa circunstancia y el hecho de desear con todas mis fuerzas al cabrón que no deja de mirarme con lascivia, hacen que galope en uno de los orgasmos más bestias que me dio mi juventud. Los trallazos de leche salpican a ese hijo de puta impasible que me mira desde su cárcel de cobre. La carrera continúa y los siguientes siguientes, cuando ya domino mi cuerpo, los dirijo a ese grupo de veteranos que protestan y esquivan mi virilidad; sólo el cabo está hipnotizado.

Sé que lo voy a follar. Es cuestión de tiempo; pero tengo claro que ese macho me chupará la pinga, como que me llamo Matías Castro.

Han pasado dos semanas. Ya no he follado más pesetas, aunque si me he pajeado abundantemente pensando en ese macho. Ya sé un poco más. Es zamorano, de plena capital. Tiene un nombre que en ese momento se me antoja precioso: Ángel Salcedo; aunque todos lo conocen por "Chuski", sin que sepa aún la razón. Dejó de ir a putas por unas ladillas; pero se cuentan historias asombrosas de su masculinidad. Eso me calienta más, pues sé que estoy tratando con una maricona que es puto macho.

He tratado de entrarle, pero el cabrón me evita. Con buenas maneras pero me evita. Es una prueba que para mi lujuria no pasa desapercibida. Así que por la noche, en la ruidosa litera acompaño ese coro que producen los muelles de todo el pabellón. Aunque hablo de tal o cual tía; lo cierto es que me la sudan. Sólo pienso en él.

Tiene una cara esculpida como a hachazos, de una fortaleza que amilana. Sin embargo, cuando sonríe esa dureza se suaviza hasta convertir en arrebatador su bello rostro. Unos ojos oscuros y recónditos desnudan todo lo que miran hasta que terminas hundido en la profundidad de su mirada. Todo acentúa su masculinidad. Su metro ochenta reforzado con ese atajo de músculos que lo distingue; su porte marcial que subraya toda la parafernalia de la que nos rodean en ese tiempo. Todo en él huele a macho, a un macho bravío y agreste; seco como la piedra, duro como el acero, pero tierno como el cielo, pues así lo ve mi corazón cuando mi pinga no se mete por en medio a calibrar el espécimen que le espera. Toda esta coraza es tan palmaria que pocos se atreven a hacerle sombra. No inspira temor, inspira resolución. Uno sabe, pues así lo presiente, que él que se cruce en su camino tendrá todas las posibilidades de no contarlo, pues es un hombre que ataja en los desenlaces hasta lograr hacerlos suyos y moldearlos a su gusto y forma.

Se aproxima el primer permiso. Estamos como perros antes de salir de caza: olisqueando ya la libertad del campo sin parar de mover el rabo. La conversación ha variado; aunque seguimos hablando de lo hijos de la gran puta que son, ahora intercalamos estas verdades con las infinitas juergas, borracheras y polvos que nos vamos a largar una vez que crucemos la puerta. Yo no digo ni que sí ni que no. No paro de comerme el tarro pensando en cómo lograr que ese Ángel descanse en mi cielo. Fantaseo todo el rato. No para de empitonarme salvajemente partiéndome el culo, de mamármela y mamársela, de follarlo hasta que diga "basta", de besarle esa cara y que su lengua se enrede con la mía, de comerlo, de que me coma. Creo que me paso el día follando con él, y así me paso el día con la bandera alzada.

Cuando me quito el calzoncillo una gran mancha de presemen señala la calentura. En ocasiones estoy tan empapado que recojo ese fruto como si fuera un ovillo de lana, y un hilo elástico y suave, insípido pero sabroso, se enreda entre mis dedos antes de que mi boca los engulla. Cuando me descapullo unas secreciones blancas, como avanzadilla guerrillera de mi espesa leche, adornan las comisuras. De nuevo junto toda esa semilla y a la boca, pensando que es la suya y no la mía la que trago. Tiene una leche deliciosa.

Lo veo, la cosa se agrava. La pija se endurece con ese juego de mira y no mira en el que me enredo con sus profundos ojos. Él sonríe, no dice nada, y yo tengo unas ganas de darle de hostias y follarlo allí mismo. Desde que lo conozco no me conozco. Estoy todo el día instalado en esa puta calentura que me hace ver lo que no sé si existe, que me hace interpretar cada uno de sus gestos para traducirlos todos al lenguaje de mi carajo y pensar en cada instante que él me desea con la misma fuerza que yo.

Mañana, a las tres de la tarde, salimos a la calle. Le he entrado de nuevo con una disculpa pijotera de la que ya ni me acuerdo a estas alturas; pero sí recuerdo una disculpa peregrina que vuelve a situarme en tierra de nadie. Faltan horas y no tengo ni puta idea de cómo hacer. Recuerdo que en mi delirio pensé en secuestrarle, atarle a la pata de la cama y no parar de follarlo hasta que se licenciase. Desecho esta idea pues tengo dos zánganos, uno de Vitoria y otro de un pueblo perdido de Badajoz, que no se despegan de mí ni a sol ni a sombra, aparte del corro de gallegos, con los que aún no he intimado, pues todos son del sur y a mí me consideran un pijito de La Coruña. Intento buscar en ellos lo que encuentro en él, consolarme con un segundo plato cuando veo que ni coñas tomo el primero; pero no hay manera. Ni despierto ni soñando arranco de estos mercenarios una pequeña luz con la que hacer sombra a mi cabo. Llevo muchos días pajeándome por él como para engañar a mi polla con una patraña tan gilipollas.

Ya tenemos preparado el macuto. A la salida, queremos ir de civiles, pero estamos tan apijotados que ni cuenta nos damos de la pinta de militronchos de mierda que tenemos. Ni tres capas de pintura simularían el abandono en el que vivimos; pero a los diecinueve años sirve lo que piensas, no lo que ves. He decidido llevar mis mejores galas; si salgo a romper: rompo con todo. Deseo con toda el alma llevarme el mundo por delante, volver a disfrutar de un tipo al que no conozco entre tantas ordenes y gritos, y que durante diecinueve años tantas alegrías me dio.

Como perros de Pávlov, babeamos. Creo que si en aquel momento nos dicen que no salimos, nos atrincheramos en el cuartel y los pasamos a todos a tajadas de bayoneta. La cantina está animada. El bullicio es ensordecedor y aumenta a cada paso recordándonos que es el único modo de saber que aún estamos vivos. Lo veo entrar con su grupito de mierda y buscar sitio a lo largo de la barra. Va hacia una esquina y allí se queda mientras piden las consumas. Se le ve feliz, como un gallo con sus gallinas, como si supiera que el resto de su vida se dirige hacia ese destino de dormir, comer y follar. Me tomo la cerveza de un trago y pido una copa de coñac del más peleón, del "Fundador" de toda la vida. Unos diez minutos después la tengo entre mis manos. En ese tiempo no he parado de hacer elucubraciones. "Si ahora mira hacia ese lado significa que me quiere; si el vasco me suelta una pijada es la señal de que tengo que ir allí y entrarle; si ahora entra el sargento es señal de que esta tarde me lo follo..." Y así chorrada va y chorrada viene.

Me tomo un trago de la copa y ese coñac canalla baja arrasando por la garganta. Con ese ardor me digo que le entro ahora o nunca. Así que me aproximo con ese arrojo de soldado que no sabía que tenía. Serpenteo por entre la gente sin perderlo de vista. Sabe Dios de qué estará hablando, pero las risas son muchas. No me ve, ¡el muy hijo puta no me ve!, y estoy esperando su mirada como si fuera una señal; pero la muy cabrona no viene. El valor que llevaba me pesa y se baja a los pies; otro lingotazo y vuelve a subirme a los cojones, y ocurre una cosa muy curiosa: lo tengo tan centrado que sólo está él. Mientras me acerco todo ese barullo ensordecedor pasa a segundo plano hasta desaparecer para mí; lo mismo ocurre con la gente, todos esos guripas de mierda comienzan a tomar un tono como metálico en el que pierden toda su textura hasta deshacerse en sueños, en chiribitas que se unen en sombras difusas hasta perder todo su cuerpo, todo su significado.

-          -     ¿Qué pasa "follapelas"? (De este modo me entero de cómo me llaman, aunque ni siquiera me molesto en contestarle a ese burgalés de ful, pero el nombre me quedará para lo que me queda de mili) ¿Andas perdido? ¿Buscas cambio para follar esta tarde?

Estallan las risas, pero me la suda. En ese momento ni existen. Él también se ríe, pero al momento corta esa sonrisa tan deliciosa como si estuviera avergonzado. Ese pequeño gesto que pasa desapercibido para los demás, aunque no para mí, me anima a continuar. He pensado en decirle mil cosas, las ensaye de todas las maneras posibles, pero le suelto lo primero que se me viene a la cabeza.

-          -     Mi cabo, quería hablar con usted –digo acercándome a su oreja. Él asiente y se aparta hacia la ventana. Los demás dejan de prestarnos atención y comienzan a soltar sus sandeces en una especie de ping-pong compartido.

-          -     ¡Dime! Tú dirás –me responde hablándome a la oreja. Escuchar su voz así me excita.

-          -     Quería pedirle un favor mi cabo. Es una tontería, pero le estaría muy agradecido. Hoy quedé en el centro con mi tío para pasar inspección. (Él me mira extrañado, por su mirada sé que la mentira va por buen camino.) Es para dar el visto bueno a todas las llamadas que he hecho a casa. Es que antes de venir tuve bastantes follones con el hachís y querrá comprobar que ando con buenas compañías (me sonríe) y la única que tiene esa pinta es usted, mi cabo (vuelve a sonreír, ahora hay un pequeño reflejo de incredulidad). No es peloteo mi cabo, que me vea con usted le indicará que ya ando por buen camino. Total sólo será un momento.

-          -     No sé si debo.

-          -     El taxi lo pago yo y usted puede quedar después con la basca. No será más de cinco minutos. Le aseguro que mi tío es puntual. Es banquero (Se ríe de nuevo, esta vez francamente y escucho una risa que espanta a las palomas). ¡Bueno, claro! Los banqueros nunca llegan tarde: time is money.

-          -     Vale. Nos vemos a la salida. ¿Te parece dentro de veinte minutos?

-          -     Hecho, mi cabo. A sus órdenes.

Estoy tan feliz que ni siquiera me preocupo porque no exista ese tío banquero. Lo que sé es que lo voy a tener conmigo, y que por lo menos durante quince minutos o media hora lo tendré para mi solo; después, el tiempo dirá.

Estuve luchando contra el reloj, pero aunque llego siete minutos antes, él ya está allí. Yo sigo con la felicidad a flor de piel y rezando para que ésta no la joda con ninguna estupidez, pero a la muy puta se le dio, mientras estamos esperando el taxi, de salirse por peteneras y comenzar a comportarse como una estúpida enamorada. No recuerdo las mariconadas que dije, pero es que para los malos recuerdos tengo el antídoto de que los sepulto en el olvido. Por fin llega el taxi y cargados con nuestros macutos nos ponemos atrás. De no parar de hablar como una cotorra pasé a una fase contemplativa en la que, fuera de la dirección de la pensión, no dije esta boca es mía. Estaba demasiado nervioso para decir algo; pero es que él tampoco hablaba. Cada vez que lo miraba el estaba mirando el insulso paisaje; en ocasiones cruzábamos nuestra mirada y al momento, como si quemaran, volvíamos al muermo de paisaje que nos acompañaba.

Sin venir a cuento me desabroché el pantalón. Ni tan siquiera lo miré. No quería estropearle la vista que me brindada a ofrecerle.

-          -     ¿No le importa, verdad jefe? Así llego a la pensión y ya puedo salir.

-          -     Para nada, hijo. Lo que te pida el cuerpo. ¡Quién tuviera vuestros años! –contestó el veterano taxista ya acostumbrado a otros espantos.

Y ahí comenzó a darnos el coñazo durante todo el camino, sin importarle que no le prestáramos puñetera atención, pues los dos estábamos a lo que estábamos: yo a exhibirme y él a mirar. Me bajé con cuidado y lentamente los pantalones dejándolos en el tobillo y abriendo el telón que tapaba la puñetera de la camisa. Me coloqué el paquete para que luciera bonito: con los huevos bien puestos y la polla en el mismo centro pidiendo espacio. Desabroché los cordones de aquellas botas interminables, y como si fuera una starlet barata, que tras el zapato quitara con sensual movimiento la media, obré de la misma mantera. Me desabroché la camisa y me la quité tratando de moverme lo menos posible para que la ropa cayera por su propio peso. Y allí me quedé, con mi camiseta de tirantes y gayumbos, disimulando sin saber qué venía después del desvestirse. Busqué una postura en la que los músculos de mi cuerpo mostraran su lenguaje. Me levanté los brazos palpándome los sobacos para recoger el sudor y que me viera con todo lujo de detalles. Lo mismo hice con mis tetas. Más que un aseo era un magreo puro y duro, en la que cada parte de mi cuerpo recogía su merecido homenaje.

Durante cuatro o cinco minutos sólo presté atención a mi cuerpo. En ese momento lo adoraba, pues era el único método que encontré para no sucumbir al suyo. Pero pasado ese tiempo, cuando mi falo ya estaba como el hierro miré por el rabillo del ojo para ver cómo estaba la suya. Y lo que vi me la puso aún más dura, pues reventaba. Hasta que la pudiera tocar no quería mirarlo. Así que comencé a vestirme con lo que rompía en ese momento: un vaquero de pitillo, desechando la camiseta, pues la de tirantes me quedaba de puta madre. Tuve que volver a hacer una coreografía y deslizarse como un loco para que aquella ajustada prenda marcara lo que tenía que marcar. Tras este cierre el taxista volvió a su estado catatónico escuchando la COPE y las loas de Encarna Sánchez a sus admirados taxistas.

-          -     Así cuando llegue a la pensión bajamos a ver a mi tío y cuanto antes termine, antes queda con la basca – dije a modo de disculpa para cerrar el espectáculo que le había ofrecido.

-          -     Tampoco tengo tanta prisa. Además no quedé a ninguna hora. Me será fácil localizarlos porque la ruta no cambia.

-          -     Ya. Pero no sé que me da que por mi culpa aún tenga que hacer otra misión.

-          -     ¡Bueno! La tarde es larga y hay tiempo para todo. Y puedes tratarme de tú, ya no estamos en el cuartel.

-          -     Sí, claro.

-          -     Lo que nos sobra es tiempo, aunque no lo parezca. Es sencillo pillar una moña si lo que queremos es pillárnosla. Algunos con cuatro tragos están como con cuarenta.

-          -     Sí. Yo soy de los que voy rápido; no siempre. Pero he tenido pedos con cuatro duros; en cambio, otras veces he privado como un cosaco y ni de coñas agarraba la torrija.

-          -     Yo voy más lento. Me gusta saborear las cosas. Tomarme mi tiempo; pero también me ocurre lo que tú dices; pero con las cosas caras y guapas me tomo mi tiempo; sólo las baratas las tomo rápidas.

-          -     No es un mal método.

-          -     Pruébalo y ya me contarás.

-          -     Cuando esté montado se lo comentaré;¡perdón!, te lo comentaré.

-          -     No todo se prueba con dinero. Si lo tienes, bien; si no lo tienes, sólo perderás aquello que no puedas comprar.

Poco a poco comenzaba a entender de lo qué estábamos hablando. Era un modo de bordearlo, pero de no perderlo de vista; de no citarlo a gritos, pero de no parar de susurrarlo. Estaba convencido de que raspando un poco, saldrían a relucir nuestras pichas.

-          -     ¿Y quedan bastantes cosas que sean buenas y gratis?

-          -     Para los que pueden pagarlas, no; para los demás, más de las que crees.

-          -     Mujeres, por ejemplo.

-          -     Esa sería una –dijo sonriendo con picardía-, pero no la única.

-          -     Sexo, drogas and rock and roll.

-          -     Todo depende de lo que quieras. Era como antes. Si lo que quieres es beber, es fácil beber.

-          -     ¿Y así con todo?

-          -     Si te lo sabes montar, te puedo decir que con casi todo.

-          -     ¡Interesante...!

-          -     Claro que tiene sus riesgos, pero como dice un gallego de la compañía... ¿Cómo es...? Si quieres

-          -     Percebes tes que mollar o cu por eles.

-          -     ¡Claro! El que no se moja el culo nunca sabrá el valor de los percebes.

Y así llegamos al final del viaje y entramos en el principio del paraíso. Era una pensión cojonuda, llevada por un ovetense que sólo tenía ojos para su mujer a la que no perdía de vista, pues tenía el convencimiento de que se la pegaba a la mínima de cambio. Esa obsesión hacía que poco o nada se preocupara por los visitantes de aquella gruta infecta, pues sólo el dinero y su mujer lo movían, así que una vez pagada la habitación, la paz estaba asegurada.

Subimos el desconchado tramo de escaleras para meternos, tras pasar unas cortinas roídas y sucias, en un pasillo umbrío lleno de puertas. Una de éstas era la nuestra. No podía distinguir muy bien su rostro, pero el mío ardía. A esas alturas tenía el firme convencimiento de que no abandonaríamos esa habitación sin habernos follado bien. Claro que aún quedaba un pequeño tramo de representación para entrar en el meollo del drama que nos unía, pero la dureza de nuestras pichas indicaba que aquella figuración duraría lo que un suspiro.

-          -     No tiene duchas, pero te puedes cambiar igual –dije al entrar- La ducha creo que es una de las puertas del pasillo.

-          -     No está nada mal; esperaba otra cosa –dijo inspeccionando todo con serenidad mientras se dirigía hacia la cama y se sentaba como si fuese un trono, y con la voz de rey continuo dictando- ¡Acércate, follapelas!

El valor con el que ardía mi deseo se desvaneció ante esa orden cargada de rotundidad. Aunque desde que tenía uso de razón, y pija para jugar, siempre había estado en el mismo bando, intuía que lo que había aprendido de poco iba a servir estando con un hombre escrito en mayúsculas. Al acercarme me tomó entre sus manos, y con la seguridad de un terreno ya conquistado me sentó en su regazo.

-          -     ¿Era esto lo qué buscabas?

Yo ni respondí a la pregunta. Estaba turbado. Ahora que lo tenía allí, todo me parecía demasiado grande para mí. ¡Dios, lo deseaba tanto que lo temía!

-          -     ¿No dices nada?

Mi silencio se arrulló en mi rubor. No sabía qué decir pues en mi cuerpo había como una tormenta que desechaba cualquier hilo de pensamiento. Él buscó la respuesta en mis labios, y aquella cara esculpida, con la belleza de las veinte primaveras, se acercó a mis labios que se abrieron como una tímida flor a los suyos. Fue un beso breve, pero intenso. El solo contacto con sus labios, la ternura que en ellos depositó, hizo que la pasión que sentía tomase un rumbo más sereno, pues así obraba él con las cosas que le gustaban.

-          -     Veo que sí era eso lo que buscabas –sentenció sonriendo con complicidad, mientras me abrazaba-. Te lo dije en el taxi, hay un montón de cosas que se pueden conseguir si te lo propones. ¿No dices nada?

-          -     No sé qué decir –respondí murmurando.

-          -     No hará falta decir mucho. Creo que sobran las palabras, ¿no te parece?

-          -     ¡Dios, sí!

Él sonrió ante esta salida que reflejaba el mismo estado de ánimo que uno puede sentir tras pasar una dura prueba.

-          -     Tranquilo. Ya te dije que tenemos toda la tarde, aunque creo que se nos pasará como un suspiro –dijo besándome en la mejilla para tranquilizarme.

-          -     Creo que en este momento no me llega toda la tarde.

-          -     ¡Coño para el salido gallego! Aún no empezamos y ya siente morriña. Sois la hostia.

-          -     ¡Joder! –asentí avergonzado-. Es que ya la estoy gozando.

-          -     ¡Ya lo veo, cabrón! –dijo palpándome el paquete- Eres muy guapo, ¿sabes? Eres la hostia de guapo.

-          -     ¡Tú sí que estás bueno!

-          -     Me gusta la gente guapa; pero me gusta más la gente guapa que se ama (yo lo miré con cara de alucinado). Me refiero a los que se cuidan. Y tú te cuidas –dijo acariciando mis bíceps.

-          -     Creo que ninguno de los dos nos podemos quejar.

-          -     Eso será lo que no haremos: quejarnos.

Y ahí volvieron nuestros labios a fundirse en un beso tórrido y húmedo que señalaba los grados de nuestra pasión. Su lengua se enroscaba en la mía, la perseguía para atraparla y volverla a abrazar, para después dejar el turno a nuestros labios que se besaban con gula mordisqueándose levemente. Las caricias comenzaron a homenajear nuestros cuerpos que luchaban por abandonarse al placer. Cambié la posición para situarnos frente a frente y que fuese la pasión de nuestras caricias el amarre de nuestro precario equilibrio.

Nuestras pollas rugían con su dureza. Sabían del ardor que se estaba cocinando, y el aroma del sexo las hizo entrar en un delicioso vaivén que marcaba el ritmo a nuestros besos y magreos. Era delicioso sentir como incluso oculto tras aquella camisa su cuerpo seguía marcando su glorioso empaque. Deslizar la mano por aquella pujanza era darse de bruces con la virilidad rotunda que aparece en nuestros sueños más húmedos.

Aunque yo había ido al gimnasio y presumía de cierta carnosidad, seguía habiendo en mi una suavidad que evitaba las inserciones bruscas y marcadas; en él, el concierto era otro. No era una musculatura exagerada, de esa que por su desmesura, termina perdiendo la perfección por el camino. Su estilo hacía que cada parte de su cuerpo estuviese perfectamente delimitada, sin que se llegara a confundir con otras vecinas, sumando tan solo su singular gallardía a la del conjunto. Esa cualidad hacía que no fuese necesario desnudarlo para tener una idea certera del tesoro que se guardaba entre esos paños. Para los ojos avariciosos de un maricón como yo, él estaba siempre en cueros.

Sospecho que era todo lo que llevábamos. Desde que lo vi, lo deseé; desde que me vio, me deseó. Esa combinación sólo puede hacer fuego. Menos es nada. Y desde ese calor, continuó nuestro encuentro. La sensación que recuerdo era como la de subir a una montaña rusa. Primero esperas en la cola, deseas que la puñetera avance de una puta vez; una vez que te sientas en el coche, tu adrenalina comienza a multiplicarse y a viajar por tu cuerpo; y no tanto por lo que vives, sino por lo que se anuncia en ese horizonte, al que te aproximas a una velocidad moderada subiendo una inclinada pendiente que te lleva a un clímax del que no bajas en todo el viaje. Pues así fue aquella tarde. En esos primeros minutos caminábamos lentamente por la pendiente, después nos deslizamos ferozmente en una follada enérgica y sin límites que señaló cómo serían nuestros encuentros.

Sentía su verga deslizándose bajo mis cojones, pues no dejaba de cabalgar mientras morreábamos como posesos hechizados por el olor de nuestro sexo. Aprisionada sobre aquel dril caqui la pujanza mi encendida amiga supuraba sus fluidos, y el aroma de su sexo me decía que su polla estaba secretando el mismo sustento. Nuestros labios estaban empapados, babeando por las comisuras, extendiéndose por la cara, pues no parábamos de viajar hacia otras partes tan apetecibles como la que abandonábamos momentáneamente. En esos lapsos de tiempo, nuestras miradas se unían reconociendo en esa milésima de segundo la pasión que nos dominaba. No hacía falta decir más que lo que decíamos. Las palabras frente a nuestras mingas y deseos, parecían como pequeños intrusos indeseables, por lo que sólo aparecían aquellas que atizaban más el fuego.

Hubiese deseado tener un coño. Desenfundar su tranca y sentir como ésta penetraba en mis ardientes entrañas hasta hacerlas reventar de puto placer. Aquel meneo lascivo que imprimía a sus caderas, llegaba a su cirio alumbrando una intensidad que te cegaba. Sus manos recorrían con fiereza todo mi cuerpo, magreando aquellas partes que despertaban su apetito. Sobaba mi culo con avidez, exaltando toda la lujuria que allí se alojaba. No podía dejar de menearme ante sus ataques, intentando, dentro del descontrol en el que me hallaba, armonizar nuestros movimientos en choques cada vez más violentos.

Una fuerza arcaica, nacida de nuestra entrepierna, pedía no sólo la consolación del deseo, sino la violencia del instinto. Éramos dos machos, cuerpo a cuerpo, enfrentados en una lucha sin cuartel por poseer el mando de una calentura que nos calcinaba. Su polla seguía con esa embestida muda que me exaltaba, hasta que mi deseo no pudo más y me lancé como una maricona hacia su rabo.

Despuntaba en el pantalón como una especie de carpa de circo apuntando hacia el cielo. Allí lance mi boca, y por encima de la tela comencé a mordisquear ese apetitoso chorizo. Embadurnaba mi cara en su potente virilidad, restregándome sin sentido por aquel mástil que me había llevado a ese estado febril. Comenzó a jadear y a realizar movimientos guiados por un espíritu refinado, que dilataba cada una de sus embestidas dibujando en el aire sensuales virguerías. Yo apretaba con fuerza sus pelotas al tiempo que mordisqueaba con gula, empapando la tela que ocultaba el tesoro.

Aún oculto, su poder era inmenso. El aroma de su masculinidad atascaba mis sentidos, embotándome para cualquier otra cosa que no fuese su mango. Ese pijo duro que arañaba desde su guarida la obscenidad en la que nadaba. Hizo un leve movimiento tratando de desabrochar el cinturón, y mis diestras manos lo adelantaron en la carrera. Dejé de magrear sus bolas y quité la hebilla en una sacudida rápida, a la que sucedió inmediatamente la apertura de su bragueta, hundiendo mi cara en el pozo de los deseos.

Una ola de calor acarició mi piel. El olor de su polla era ahora más concentrado, casi físico, apuntando con su acre dulzor la delicia del manjar que se cubría tras el calzoncillo blanco. Allí sepulte mi cara moviéndola violentamente tratando de tragar todo aquel aroma que se escapaba. Él me tiró del pelo aumentando los movimientos que la desesperación de mi deseo se había marcado. Mi lengua lamió con profusión el algodón de su calzoncillo, empapándolo poco a poco, para extraer todo el jugo que su nabo había depositado durante todo el día. Mis jadeos se mezclaban con los suyos, igual que mi saliva con su sudor. Toque mi polla que pedía a gritos salir de su cárcel. De nuevo me tiró violentamente del pelo hasta subirme a la altura de su cara para besarme con una efusión caníbal que le hizo morder mis labios con la rabia de su calentura.

El dolor era placer. Aquel meteisaca no estaba escrito con la delicadeza de los sentimientos, sin que estos desaparecieran, pues los había, sino con el hierro candente de nuestros falos, que pedían estar a la altura de nuestra fortaleza. Éramos dos machos cara a cara, despojados del más mínimo barniz de civilización, vestidos tan solo con la lujuria y la avidez de nuestros apetitos.

Me quitó la camiseta de un tirón y comenzó a lanzarse sobre mis pezones para encharcarlos y morderlos a placer mientras yo me derretía entre sus brazos. El mismo hambre que destaparon mis pezones erectos, lo llevo a mis axilas y allí restregó su lengua con furor en una de las caricias más deliciosas que he vivido. Mientras una de mis manos apretaba con fuerza su pija, iniciando un suave pero violento masaje, pues se la apretaba con saña, él mordisqueaba mis pelos arrancando algunos que, en su voracidad, no escupía dejando que estos cayeran por la comisura de sus labios llevados por la saliva. Volvimos a besarnos, a calmar la sed de nuestro apetito, a enredar nuestras lenguas y mordiscos en un lenguaje que sólo aparece cuando el sexo hierve.

Seguía meneando su nabo y tras finalizar el beso me lancé a mamársela. Seguía allí, cubierta por su blanco e impoluto calzoncillo, que a estas alturas había tomado una leve transparencia que permitía entrever su magnifico rabo. Metí el glande en mi boca guiado por sus jadeos hasta sentir la carnosidad y el sabor de su pujanza. Bajé los pantalones hasta la rodilla y me asombré de la hermosura que concentraba aquella parte de su cuerpo precisada por una marcada dureza. Con mis dientes mordí la goma de su calzoncillo y el glande apareció repentinamente, como si surgiera de una caja sorpresa. Estirando la goma al máximo, la solté batiendo la goma con su acorazado capullo. De nuevo repetí la jugada, como unas cuatro o cinco veces, hasta que hipnotizado por su poder de seducción, baje violentamente los calzoncillos con mis dientes y mi codicia.

Seguía deslumbrado por su visión. Permanecí estático durante unos segundos, como quien contempla un espectáculo que la naturaleza tardará milenios en repetir. He gozado de muchas pollas, grandes y torpes, chicas y virtuosas, y viceversa; pero ninguna se aproxima a la que portaba este Ángel. Ahora, analizando esto desde el recuerdo, creo que era la única polla que podía casar con un macho de sus características.

Estaba marcada por el mismo sino que su musculatura. La definición de sus partes era palmaria, pudiendo trazar un croquis de semejante ejemplar. Medía como unos dieciocho centímetros, aunque esta medida era engañosa pues era un arma preparada para engañar a la vista. Su tronco se fundía con los cojones haciendo un todo recio que se veía surcado por infinidad de venas que bañaban aquel regalo. De un grosor medio, que no variaba en todo su recorrido hasta acercarse al glande donde mermaba ligeramente, de un modo casi imperceptible; apuntaba una rectitud que resultaba arrogante, sino fuera por lo apetecible que se mostraba. Después venía la nota más curiosa de ese instrumental. Un bálano acampanado y desproporcionado culminaba aquella obra de ingeniería. Parecía que aquel glande había sido colocado allí tras un transplante, pues la diferencia de su perímetro, te llevaba a pensar que aquello no se correspondía con el tronco que la sostenía ya que, en ningún momento, la unión de su glande se mostraba a la luz pública. La piel era tersa y oscura, igual que sus pelotas cubiertas de un vello ensortijado; pero aquella negritud saltaba de alegría en su capullo regado por un color rosado y carnal que sugería la salud de la pieza.

Su punta supuró un chorro manso de presemen que cayó suavemente por la fuerza del vértigo. La punta de mi lengua se acercó a ese manjar y con un movimiento compulsivo tomo los primeros sabores de aquel portento. Como todo lo bueno, una vez probado, uno siempre quiere mas. Cogiendo la pinga por su base, cerré mis labios en torno aquel dócil surtidor que empapaba con su brillo la fortaleza del bálano. Sorbí aquel jugo de su virilidad y mis labios sucumbieron abriéndose a la pieza, engulléndola en una cálida mamada. Tuve que tocarme la picha que comenzó a babear del mismo modo al enfrentarme al vigor de su hombría. Mis labios abrazaron codiciosos aquel sabroso glande llegando hasta el borde mismo de ese barranco que continuaba con la tranca que ahora le meneaba.

Todas las pollas saben a macho, no pueden saber de otra manera, saben a lo que son; pero ese baluarte desplegaba una artillería pesada que terminaba embriagándote pues no dabas consumido su sabor. Parecía que la energía su interior renovaba constantemente ese fuerte sabor que enaltecía tu voracidad. Mis labios subieron y bajaron por ese glande empapado mientras la punta de mi lengua masajeaba el orificio de su capullo. Él me tomó por la cabeza para acariciarla. Sus dedos surcaron mi pelo en movimientos descoordinados que me hablaban de su goce y de mi maestría. Mi estriada lengua repasaba ahora los bordes de su apetecible glande intentando buscar un resquicio inexistente, pero sorprendiéndose de la rugosidad que encontraba. Cada uno de los movimientos de salida terminaba en un beso; para después dirigir una mirada al rostro que sucumbía, y volver, tras otro húmedo beso, a iniciar aquel celestial viaje. Mi mano seguía masajeando su tranca, de arriba abajo; de ahí, a sus cojones para estrujarlos con pasión y hurgar tímidamente por la vía hacia el ano; para volver de nuevo a asentarme en la robustez de su mango que me permitía un poder temporal sobre este macho. El sonido de la saliva acompañaba a sus jadeos, teniendo como línea de coro el magreo que le estaba pegando a mi minga por encima del pantalón, que armonizaba su ritmo con la mamada que le estaba realizando. Comenzó a revolverse como una puta, y aquellos dedos, que momentos antes acariciaban mi pelo, presionaron para que me tragase aquel cipote. Su capullo se alojó en mi campanilla, y mi nariz reposó en el mullido colchón de su vello respirando el seductor aroma de su sexo. Fueron unas penetraciones deliciosas, guiadas por el más puro instinto que rejuvenecía con cada embestida, como si para su movimiento necesitase alimentarse del sabor y aroma de su férrea virilidad. Mi lengua pulió cada pulgada de su miembro, trabajándolo con el primor que me inspiraba. Él follaba mi boca, y en un par de ocasiones su pija tropezó con mis dientes, sin que ese dolor momentáneo supusiera alguna quiebra en su ardor, más bien al contrario. Retiré la picha de mi boca y lamí toda la superficie de aquel pasmoso engendro y me dirigí hacia sus cojones.

Levantó un poco la pelvis y tragué aquellos huevos peludos de narcotizante aroma y sabor. Eran ovalados y pequeños, si los comparamos con su vecino; de hecho, se podía pensar que era la envidia la que transfiguró a estos cojones que alargaban la extensión de la verga hasta confundirse uno y otros. Restregué mi cara por su anegada pija, aumentando la brusquedad de mis movimientos como si hubiera entrado en un trance infinito.

Me cogió por los hombros y me tumbó sobre él para comenzar a magrearme sin límites. Sus expertas manos recorrieron todo mi cuerpo, hurgando aquellas partes que aún estaban encerradas. Era un intercambio intenso, pues lo mismo que él perseguía lo buscaba yo. Nos revolcamos por la cama, sumando nuestros delirios con una ferocidad caníbal. Éramos dos bestias en celo, dos apetitos insaciables que buscaban en cada centímetro de nuestro cuerpo la llave que saciara nuestra obscena lascivia.

Todos sus acciones eran bruscas, viriles; aunque a la vez dejaban un poso que continuaba afilando tu placer aunque el dueño atacase con su hombría por otro flanco. Pocas veces gocé de una sensación así, de sentir que él estaba en todas las partes. Ese cuerpo que imanaba todo lo que tocaba, comenzó a desvestirme con rudeza, como si en vez de un polvo consentido, fuese una violación. Aquel ímpetu resultaba exquisito, haciéndote comprender que la pasión del momento no era sólo la suma del deseo, sino la violencia con la que se manifestaba este. Sin dolor, no había placer.

Marcaba mi cuerpo como si fuera una res, dejando los rastros de su paso. Si en un principio, mi juego fue el mismo, pronto sucumbí al placer de su fortaleza. Ya no respondía con la misma hostilidad que él, sino que me corría de gusto ante ese ardor que me enrojecía y violentaba, porque era yo, y sólo yo, quien se lo estaba provocando. Ángel notó ese pequeño cambio y se empleó con más saña en el camino que había tomado su polla. Me quitó violentamente el pantalón, mientras yo, en mi placer, fingía resistirme para que incrementase más su pasión. Comencé a darle patadas, que él devolvía con mayor discordia, variando el menú con cachetes y sopapos que se repartían por todo mi cuerpo. Era delicioso y había que premiarlo. Así que buscaba el perdón en sus besos, acariciándole primero sus labios con ardor para después comérselos con rabia. Se tumbó encima de mí, aprisionándome con su cuerpo y me dio uno de los morreos mas salvajes de mi vida. Eran como dos movimientos contrarios, como dos coches que se dirigen a toda velocidad el uno contra el otro. Yo trataba de zafarme de su excitante intimidación, él de apresarme. Nuestros cuerpos ardían y mordí sus anchos hombros en un intento por tragar a mi amante. Aquello despertó aún más su gula y con el encarnizamiento que alumbraba comenzó también a morderme con encono despertando un placer inaudito hasta ese momento. Jadeábamos como locos, pues aquella violencia, por su intensidad, no se manifestaba en gritos, sino que, como en las cloacas, viajaba más soterradamente, como si temiéramos que el grito vampirizara la energía de nuestros combates.

-          -     ¡Te costará follarme, cabrón! ¡Antes te mato que dejar que esa pinga de mierda me toque!

-          -     ¡Cállate maricona de mierda! Te voy a follar a gusto. Lo quieras o no. Pero mucho me temo que tu nabo –susurró esto apretándomelo fuertemente- quiere que lo folle.

-          -     Mi nabo quiere una mierda.

-          -     Tu nabo, mi amor –dijo bajándome los calzoncillos y cogiendo de la punta del capullo una muestra de mis fluidos para llevársela a la boca-, está pidiendo a gritos que se lo coman.

-          -     ¡Cuánto más me deseas, más te odio!

-          -     Así me gusta.

-          -     ¡Te odio, hijo de puta!

-          -     Y yo creo que no he odiado a nadie tanto en mi vida como a ti.

De nuevo nuestros labios se mordieron para expresar el odio que sentíamos. Y tras esto un delicioso sesenta y nueve abrió el segundo acto de la función.

Mamaba que daba gusto. Su lengua recorría mi picha con extrema ansiedad despertando en ella rugidos hasta ahora nunca alcanzados. Comencé a follarle la boca hasta atragantarlo; pero cuanto más le jodía, más le gustaba. Me tomó por las nalgas y en un mismo impulso las magreo con saña dándoles de hostias y empujándolas hacia él para pasar toda mi polla de un trago. Eran movimientos tan violentos que en ocasiones no era su rugosa lengua o sus succionadores labios los que llevaban el mando, sino sus afilados dientes los que tomaban el castigo. Aquel dolor intenso, como un latigazo restallante, afinaba aún más el sendero de mi placer, que estaba entre la polla que tenía en la boca y la fiereza que la dominaba. Cuando no la embuchaba hasta la empuñadura, su lengua recorría alocada con su excitante rugosidad toda mi polla. Era increíble la velocidad de este instrumento. Creo que mamo muy bien las pollas. Es uno de mis platos preferidos y llevo bastantes años cocinándolo como para no hacerlo bien; sin embargo, ni en mi mejor día me acerco a las revoluciones con las que era capaz de actuar su lengua, desde una frecuencia vivísima y sincopada, a una lamida larga y mansa que esclavizaba tu sensibilidad encumbrándola cada vez más alto, cada vez más lejos, presintiendo siempre un clímax que volvía a alejarse pues aún llevaba más elementos de los conocidos hasta entonces.

Sus manos separaron mis nalgas y con su nariz comenzó a hurgar en el jebe. Hacía aspiraciones profundas, tratando de sorber todo su aroma, de llenarse de mí. Restregó su cara por mi culo y comenzó a comérmelo. ¡Lo hacía de puta madre!, pues serpenteé como la mayor de las putas. Cada lamida era realizada con mayor frenesí, como si buscara un empacharse. Yo por mi parte presionaba con fuerza mi culo para que su rostro quedara marcado en el, cogiéndolo entre mis piernas para privarlo de cualquier movimiento.

-          -     ¡Cómeme el culo, maricón! –ordené despojándolo de aquel abrazo y levantándome para quitarme el pantalón- ¡Cómeme el puto culo, comemierdas!

Tras eso me situé de pie a la altura de su rostro, dejando que por un momento contemplará mi polla tiesa, que babeara por ella como un perro hambriento. Él miraba con los ojos abiertos de par en par y su lengua salió de su escondite para pedir su ración, lamiendo frenéticamente el aire que lo separaba de su objetivo. Yo me toqué los huevos, levantándomelos con lujuria para después continuar un breve tramo hasta que mis dedos entraron en el pantano de mi culo. Tenía los dedos empapados con sus babas y los bañe con las mías. Después, en un viaje lento y caprichoso, aquellos transeúntes encharcados recorrieron mis pezones, mi capullo, mis cojones, y siguieron hacia mi culo. No lo dejaba de mirar mientras ejecutaba esto que me salía de lo más profundo de mi nabo, me costará olvidar su cara cuando abrí un poco mis nalgas para sepultar el dedo índice en la gruta que él tanto anhelaba y allí hacer un breve meteisaca. Sabía que, en ese momento, deseaba con todas sus fuerzas que mi dedo fuese su polla; pero no era él único, yo también lo deseaba.

Moviéndome como una maricona cesé repentinamente la penetración y caí con toda la fuerza sobre su rostro.

-          -     ¡Cómeme el culo, maricón! –mandé arrastrando mi culo por toda su cara

Mis huevos quedaron a la altura de su boca y en un momento ésta actuó tratando de tragárselos, casi comiéndolos literalmente, avanzando a mordiscos hacia ese culo. Mis manos le ayudaron. Abrí las nalgas para mostrar en toda su amplitud la gruta en la que sucumbiría su hombría. Sobre ella lanzó su avaricia. La humedad de mis jadeos se mezcló con el goteo de sus chupadas. Su lengua circuló por todo el perímetro en una carrera vertiginosa por llegar primero a meta. Yo dilataba y contraía mi ojete para permitir que su rugosa y magistral lengua cavara más hondo, hasta mis entrañas.

-          -     ¡Te gusta, maricón! La estas gozando como una perra en celo. ¡Lo estás haciendo de puta madre! Mi culo ya chorrea. Sigue así, calentando mi puto culo hasta que arda. Quiero que arda, para que después tu polla, tu leche de polla, se cargue este incendio que estás provocando. ¡Sigue, maricón, sigue!

-          -     ¡Sabe a Dios! ¡Y cómo traga!

-          -     ¡Claro que sabe de puta madre! Este culo es tu premio. Es aquí dónde vas a gozar como una maricona, pues te va agarrar la pija de puta madre. Nadie te va a apretar la picha como yo, con toda la fuerza de mi deseo, con toda la maestría de mi culo, con todo el calor de mi polla.

Y yo seguía cimbreándome como una puta pues su lascivia me estaba quemando el culo. Notaba como su lengua encharcaba todo mi ojete, como sus dientes me mordían las nalgas, en una sucesión frenética y descontrolada. Mi pijo chorreante chocaba con su frente, marcándosela con mis fluidos, yo arrastraba mi culo, tratando de controlar tanto placer, por toda su cara hasta sepultarlo entre mis nalgas, para volver después a bajar y encontrarme con aquella lengua maravillosa que lamía con su rugosidad esa gruta que deseaba ser horadada. Era un placer intenso e insólito. Me habían comido el culo un montón de veces, era una práctica que me encantaba, pues ese cosquilleo tomaba caminos imprevistos hasta situarse en mi polla y desde allí irradiar a otras partes. Pero pocas veces me comieron el culo como en aquella ocasión. Sus mordiscos y la astucia de aquella puta lengua, subieron varios grados la temperatura de aquella jugada, hasta que noté que, de seguir así, me correría. No es que me desagradara la idea, pero aquella leche que hormigueaba en mis cojones llevaba mucho tiempo macerándose y quería finalizar sus días en las entrañas de aquel macho devorador. Así que, con fuerza, sepulté mi culo en su cara hasta ahogarlo y fui arrastrándome poco a poco, venciendo sus protestas, hasta quedar mis nalgas en su nariz y, ahí, tomar su huida.

-          -     ¡Fóllame! ¡Fóllame, joder! –imploré a un macho más que dispuesto- No. Pero así no. ¡Átame! ¡Átame bien fuerte!

Merece la pena describir su mirada. Era ardiente, como de fuego, pero, sin embargo, tras este ruego, subió unos grados más, mostrando la ardorosa condición que guardaba mi hombre. Mordió su labio empapado y una sonrisa maliciosa se cruzo por décimas de segundo en su rostro, hasta juraría que su verga también se rió, pues le dio un meneo con fuerza, como diciéndole: "¡Prepárate, amiga! Esto era lo que estabas esperando desde que creciste". Su recia musculatura se lanzó como un perro de presa a la búsqueda de un cinturón. Yo, mientras tanto, "reposaba" en la cama, trémulo como un junco, sabiendo que a partir de ese punto, nada sería igual a lo que había gozado, presintiendo, en una palabra, que iba a tener lugar EL POLVO, y que pocos se acercarían ni remotamente a lo allí alcanzado.

-          -     Esto servirá. ¿No crees? –dijo mientras su descomunal polla portaba el cinturón del uniforme.

-          -     Pégame. ¡Pégame por qué te odio!

Primero tocó su polla con arrogancia; después cogió suavemente la hebilla del cinturón y dejó que éste se deslizará con elegancia por su miembro. El cinturón cayó pesado, sin vida, pero amenazador. Su color negro y su anchura mostraron en su mano la diabólica cara que ocultaban.

-          -     ¿Qué haces, joder? ¡Pégame, por qué te odio, hijo de puta! ¡Me cago en tu madre!

El cinturón seguía inerte. El sudor regaba aquel cuerpo vigoroso hecho a hachazos. Él estaba petrificado, concentrando toda su energía en esa quietud amenazadora que deambulaba por sus formados músculos. El rostro estaba serio, lacónico, sólo sus ojos mostraban el mismo odio que nos teníamos, entendiendo en ese instante todo el amor que se reunía en la humillación. Pues era la humillación el amor más desenfrenado que se podía entregar.

Como un rayo el cinturón restalló violentamente sobre mi piel, dejando su rastro sobre mis piernas.

-          -     ¡Tienes que quererme, hijo de puta, tienes que quererme como yo te quiero!

Ni tiempo me dio a contestar, una segunda firma se depositaba sobre mi sorprendido abdomen. Él avanzó hacia mí, se subió a la cama y abriéndose de piernas me encerró en la cárcel de su belleza. Yo me abracé extasiado de placer, tratando de protegerme de lo que más ansiaba, y dispuesto a recibirlo, pues nada deseaba más. Las lágrimas anunciaron con su urgencia todo lo que estaba disfrutando.

-          -     ¿Me oyes? ¿Escuchas lo que te digo?

-          -     Te odiaré. ¡Te odiaré con toda mi alma! –contesté sollozando entre jadeos-. ¡Eres el hijo de puta que escogí para odiar!

Y aquella mole empezó a azotarme con violencia. El canto de mi cuerpo se fundía con el silbante viaje del cinturón, trazando una melodía casi continua. Su maldad tomó el mando, llevándome a un placer salvaje, pues de improviso, mis huevos comenzaron a cosquillear, iniciando ese viejo llamado que anunciaba una corrida deliciosa. Yo lo miraba agradecido, cegado por su entrega, sumido por su infinita masculinidad, y él me correspondía con una malicia astuta, pues muchos de sus latigazos no caían sobre mi cuerpo sino en la roñosa colcha, consiguiendo un efecto similar al que conseguirían si estallasen sobre mi piel. Tengo que explicar que el placer de esto estaba repartido en todo el conjunto. Se iniciaba cuando su poderoso bíceps erguía su vuelo restallando el cinturón que silbaba el aire al cruzarlo, allí suspendido, daba tiempo para que tu cuerpo asimilase el placer que venía a continuación, y que se precipitaba en décimas de segundo hasta explotar, en un viaje adrenalítico, marcando tu piel y mostrar otra naturaleza cuando ésta escocía e irradiaba por todo el cuerpo el ardor de la violencia. Me di cuenta que la leche de mi polla, se abría paso, era un orgasmo distinto a todos los que de allí habían salido, y necesite compartirlo con mi macho.

-          -     ¡Ven, ven, rápido! –imploré ahogando mis palabras- ¡Abrázame rápido, cabrón!

Él me miró con extrañeza, pero entendió al instante por dónde cabalgaba yo en ese momento y se lanzó sobre mi cuerpo, y comenzó a besarme apasionadamente. Mi rabo quedó sepultado por el suyo, pero una fuerza diabólica y descontrolada lo hacía ascender como un cohete, y comencé a cabalgar, a saltar alteradamente, tratando de dirigir aquella poderosa corrida a algún sitio difícil de localizar, pues el orgasmo se expandía por todo mi cuerpo. Él mordía mis labios, su lengua hurgaba mi boca, todo con una voracidad creciente, parecía un animal feroz, poseído por la misma saña que a mi me transportaba a una muerte súbdita. Nos abrazamos fuertemente y mi polla comenzó a eyacular copiosamente sobre su abdomen, al tiempo que no paraba de saltar y gemir en un orgasmo sin fin. No sé el tiempo que estuve así; sí puedo decir que nunca tuve otro orgasmo igual, tan dilatado, tan explosivo; los demás, ya fueron conocidos, este era totalmente nuevo.

Mi leche unía nuestros ardorosos cuerpos, y seguía manando sin fin, mientras yo continuaba con movimientos taquicárdicos que elevaban el cuerpo de Ángel hasta el cielo donde yo me encontraba. Le clavé las uñas en su espalda, le mordí su hombro, así hasta que desfallecí y quedé resoplando como una mula cansada después de un duro día de trabajo. Mis ojos estaban cerrados y el seguía besándome, lamiendo toda mi cara, mordisqueando como un perro todo lo que estaba a su alcance. Era delicioso estar con él, disfrutar de una entrega que no tuvo igual, estar al cobijo de su hombría, desfigurado por su placer que aún en esos estertores te situaba en cotas muy altas. Tantas que ese deseo que ahora embadurnaba nuestros cuerpos ni tan siquiera se vio alterado. Mi pijo seguía duro, como hipnotizado por la potencia de su verga que marcaba a fuego mi cuerpo. Su amor trazaba su escritura por mi ser, rindiendo lo que ya estaba entregado, pues desde que lo vi me había enamorado como un colegial, aunque pusiera mil disculpas que sólo podía discurrir mi nabo.

-          -     ¡Fóllame! ¡Átame y fóllame! ¡Quiero tenerte, mi vida! Sino te tengo, muero.

-          -     ¡Te odio!

-          -     ¡Yo también te odio! Te odio desde el primer momento que te vi, y creo que nunca te dejaré de odiar.

Al momento, sin salir de mi regazo y deslizándose ayudado por mi leche, hizo un nudo con el cinturón en mi muñeca y ató la otra extremidad al barrote de la cama; después saltó a por mi pantalón y le sacó el cinturón, repitiendo la misma jugada y atándome fuertemente al barrote de la cama. Y allí quedé, atado de manos a la cama, y de cuerpo a mi amado. Él se subió a la cama y se puso de rodillas frente a mí. Después pasó su mano por mi abdomen, que respondió a su caricia, y sustrajo avariciosamente la leche que allí había hasta embadurnarse la pija. Con la que él tenía hizo lo mismo, sólo que la escondió en su boca, deleitándose de su sabor y sacando su lengua para hurgar entre sus dedos en busca de las pequeñas migajas que guardaban. Mientras aquella polla extraña y descomunal mostraba su apetitosa cara, haciendo que me corriera de gusto sólo con verla. Estaba húmeda, encharcada, vibrante, viril, recia, tersa, dura, potente, arrogante, feroz, avariciosa... Eran tantas las palabras que me venían a la mente que no paraba de adorar aquel sensible ejemplar que tanto me odiaba, y que se hallaba situado a las puertas de mi acogedora gruta.

Cogió mis piernas y las levantó, poniéndome el culo a la altura de su gran capullo. Éste husmeó la entrada , y agarrando la base de su polla se dispuso a entrar. Fue doloroso y duro alojar aquel ejemplar, pero consciente de su naturaleza su capullo permaneció quieto durante unos segundos en los que no paró de decirme cuánto me odiaba y que culo tan rico tenía. Sus palabras calmaban mi dolor, pues espoleaban el deseo de mi magullado cuerpo, implorando que aquel recio ejemplar me perforase totalmente. Mi rostro dolorido fue mudando lentamente su cara, al tiempo que me acostumbraba a tan caliente y delicioso intruso, para asentarse en una mueca placentera que no abandonaría en toda aquel glorioso polvo. Estaba literalmente agujereado. Su peculiar glande mostraba su férrea naturaleza, su propósito invasor, sacando unas notas de dolor que pronto se convertirían en un inenarrable placer. Hacía ademanes de querer abrazar su robusto cuerpo. Mi cara intentaba morder sus bíceps, su cara, pero era una marioneta manejada por su ardiente rabo. Siguió allí quieto, dejando que mi culo se adaptara a su pija, hablándome del placer que sentía y de lo mucho que me iba a matar. Recuerdo que no paraba de decirlo: "¡Te voy a matar a polvos!" Y yo allí, sabiendo que lo que me contaba era una pura verdad, pues tenía el cuerpo blando como el merengue y sólo mi cipote estaba duro para la pelea. Me estrujó los huevos y me retorcí como una alimaña. ¡Qué rico era todo aquello! Aquella equilibrada muestra de dolor y placer, estar enganchado a un macho como él, que me iba a partir por la mitad, a matar a polvos, que me iba a dejar pal arrastre.

Introdujo un poco más la picha. De nuevo el dolor volvió con saña, pero en segundos mi intestino se adaptó a mi inconfundible invitado. Cada una de sus pequeñas incursiones era recibida con un pequeño grito. Si los primeros fueron agudos, ahora eran graves, soterrados, como si surgieran de una profundidad difícil de dominar, pues no era yo quien hablaba, sino mi nabo. También él gemía y me decía en su fiebre "¡Cómo agarras, cabrón!"

¡Dios, pero si te quería comer! Pero así, literalmente, devorar palmo a palmo aquel arrebatador cuerpo. Los últimos centímetros de su arma entraron de golpe y su pubis chocó con mi culo con un sonido húmedo. Yo ronroneé y cómo pude me volví a retorcer de placer, pues me aprisionaba con fuerza haciéndome sentir todo su cuerpo. Allí quedó parado, hasta empezar un meteisaca delicioso. Sus primeras embestidas, fueron largas, pronunciadas, tanto que podía sentir como su glande araba deliciosamente mis entrañas, destapando ese frasco que desde nuestro primer beso seguía ardiendo. Mis jadeos se sumaron a los suyos y aumentaron su potencia cuando las incursiones se hicieron más feroces, casi animales. Tenía una fuerza tremenda y me deslizaba por la puta cama. En un par de ocasiones su polla salió de mi culo y con su férrea dureza golpeó mis nalgas, para introducirse, de un solo movimiento, nuevamente en mis entrañas, pues era allí donde reinaba. Me encantaba la sensación de verme abandonado, de ser un puto títere a las órdenes de su lujuria, de que de nada sirviese implorar para suspender la follada de mi macho. Estaba drogado, estábamos drogados, poseídos por la mejor droga que se pude conseguir: una buena polla, un buen culo; lo demás, sobraba. En aquel momento, sólo existíamos él y yo. Nadie más. Teníamos los sentidos ahorcados, sólo respiraba, sólo existían para ese instante.

Su empuje me llenaba. Cada embestida hacía que esta viajase por todo mi cuerpo marcando a fuego la pasión por él trabajada. Creo recordar que no paraba de hablar, de decir lo mucho que me odiaba, de mezclar polla con corazón. Así palabras ardientes que sólo podían estar pensadas con el capullo, se mezclaban, en perfecta armonía, con otras que sólo podían ser tejidas por un corazón fino como el suyo. Pues esa era nuestra comunión: una alianza de cuerpo y alma. Sus frenéticos asaltos acrecentaron su cadencia, hasta llegar a un ritmo sincopado en el que mi amado quedo repentinamente mudo, y a partir de ahí, sólo la pija habló con sus taladradoras palabras. Yo era un guiñapo ahogado, sofocado por todo ese mar de placer en el que nadaba en medio de un oleaje tempestuoso, que llevaba a nuestros sudorosos cuerpos a un más allá alucinante. Estábamos en un punto tal de sensibilidad, de afinidad, que aún teniendo los ojos cerrados por el ardor del momento, presentí cuando se correría, pues como una pequeña corriente eléctrica, como una vibración que se sumaba a sus trémulas penetraciones, tomó la sincopa de su follada.

Sentí como mis ardientes entrañas se regaban de su fogosa leche, como los trallazos salían en un todo continuo, sin que él frenará su perforación, hasta inundar mis intestinos con su deliciosa hombría. Ni un gemido salió de su boca, su ahogado grito era lo único que pude vislumbrar desde la ceguera que me acompañaba. Yo, en cambio, no dejé de jadear, como si aquella leche no fuese la suya sino que saliera de mi dura verga. Fue una sensación extraña, como un orgasmo seco, si es que éstos existen; pero así lo viví.

Diez segundos después se derrumbó sobre mi cuerpo, exhausto y sofocado, como recién salido de un ataque epiléptico. Aplastó mi rabo haciendo un poderoso masaje con la hondura de sus resuellos. Yo lo besaba tiernamente, agradeciéndole todo el amor que había vertido en mí. Él sonrió, con una sonrisa que expresaba la felicidad de lo que había vivido y de la que aún se estaba recuperando. Su polla agradecida seguía palpitando en mi culo, dando con sus agonías los últimos coletazos de la gloria que había alcanzado. Yo continuaba atado, siguiendo con mis movimientos inútiles tratando de abrazarlo, de mimar a tan poderoso caballero, sólo mis labios depositaban toda la ternura que afloraba un Ángel como aquel. Al poco, respondió a mis besos, con una ternura que contrastaba con la ferocidad de segundos antes. ¡Dios, era tan dulce! La punta de su lengua bailó con la mía una marcha sincopada, para después situarse con suavidad sobre mis labios y besarlos con todo el amor que contenía un hombre como él. Así estuvimos como unos ocho minutos o más, sin hacer otra cosa que intercambiar nuestros besos, nuestro amor sin palabras. Su polla se fue achicando mansamente, hasta ser expulsada de la gruta que lo acogería con agradecimiento en todas las ocasiones que nos restaban. Su semen, espeso y cálido se escurría por mi culo dándome un gustillo particular, pues aún en ese estado, parecía tener vida propia, como si esos minúsculos animalillos viniesen dotados de espuelas.

Aunque atado seguía embriagado por su seducción, por el amor que concentraban todas sus acciones. Mi picha seguía dura, poderosa, rezumando todos los jugos que contenía y que el llamaba con el calor de su cuerpo. Como en una especie de broma, cuando hurtaba mis besos, yo respondía con sacudidas que simulaban una penetración y que intentaban hacerlo caer de mi cuerpo, del que, por supuesto, no quería que se separase. La broma le gustó y nació un juego en el que él me robaba los besos y yo fingía que lo penetraba. La historia pareció gustarle, pues en breves instantes el ejemplar que iluminaba su entrepierna volvió a alcanzar el brillo deseado. Aquello que emergió como un juego se convirtió en el elemento central de nuestra entrega. Los besos se sucedían, y nuestras húmedas y férvidas lenguas se unían en sus abrazos a los pollazos que nos brindábamos. Repentinamente se levantó. Por un segundo, pensé que volvería a follarme, y, por supuesto, no me desagrado la idea. Pero situó su espléndido cuerpo a la altura de mi cabeza, y girando se agacho para comenzar a mamarme la polla, situando su precioso ejemplar a las puertas de mi boca. Comenzamos un delicioso sesenta y nueve. Un número mágico donde los haya, pues éste me llevo a las puertas de un orgasmo. Tragaba toda mi polla con una facilidad pasmosa, situándola en calidad humedad de su boca para allí, en el viaje, de vuelta chupar con fervor y sacar todo el juguillo que se puede quitar a mi pija. Mi mamada no era fácil, no quería morderle y, en ocasiones, su rabo salía de mi boca pese a la avaricia de mi chupada. Él me ayudo a mi propósito, y empujándola hacia mi boca mantuvo la gloriosa pija a buen recaudo. Fue una mamada sabrosa, pues al tiempo que saboreaba ese rico manjar sus dedos se metían en mi boca para jugar con mi lengua. Mientras el continuaba su chupchup delicioso. La hacía con tal exaltación y desenfreno que la saliva parecía gorgotear ese canto rico que se da en una buena comida de polla. Yo seguía lavándole la cabeza, respondiendo al placer que recibía. Mi estriada lengua se conducía por todo el glande, circulando por su perímetro a una velocidad fogosa. Estas maniobras lo derretían y lo hacían perecer en un marasmo arrebatado, cambiando la magistral chupada que me realizaba, y tragándose de un solo golpe mis diecinueve centímetros y resoplando por su nariz a la altura de mis cojones. Era un bufido fuerte, que refrescaba el calor de mis cojones haciendo aumentar mi temperatura.

Repentinamente paró su mamada y quitó su polla de mi boca. Se giro, y después de darme un beso que finalizó en un mordisco en mi labio inferior, puso su polla a la entrada de mi boca, situando sus rodillas encima de mis brazos. Y con su voz determinante, adoptando esos aires de cabo o sargento que tan bien se le daban, ordenó un mandato sencillo: "¡Cómeme la cabeza!" Y allí lamí con fruición su peculiar y arrogante capullo, besándolo tiernamente, lamiéndolo con lascivia, saboreando ese sabor a macho que no se daba extinguido. Mientras le hacía esto, él se masajeaba su talle, se sobaba los cojones, se tocaba el culo, todo con una elegancia natural que aumentaba los gestos que en otro pasarían desapercibido. Así estuve como unos quince minutos, y podría haber estado más, pues lo estaba disfrutando segundo a segundo, sin darme saciado de tan abundante plato. Y pasó una cosa muy curiosa, que nunca más me volvió a pasar. A las puertas de su orgasmo él aumentó su meneo y me indicó con la mano que parase de mamársela. Y de nuevo ese grito ahogado tomo el camino de su boca y vi que me esperaba el rico manjar de su leche de polla; ¡y eso era algo que no me perdería por nada del mundo! Así que abrí totalmente mi boca, dejando el paso libre para ese torrente, y esta palabra no está empleada al azar. Sino que fue eso lo que salió de su nabo: un torrente de espesa y tórrida leche. Me pilló tan de sorpresa que me atraganté, pues a la abundancia se le sumó la fuerza de sus eyaculaciones. Tosí con fuerza, evitando el atragantamiento, y su leche ¡me salió por la nariz! Parecía un sifón. Los restos de su corrida cayendo en lamparones por mi nariz, y todo el acre y viril sabor de su fruto comiéndome de gusto por las húmedas paredes de mi boca. Tuvo un orgasmo delicioso, con risas y trallazos que salpicaron todo el ring. Yo, cuanto más me reía, más me atragantaba, pero no podía parar, aquello tenía demasiado coña como para no celebrarlo. Saqué mi lengua y lamí toda la leche que caía de la nariz, pero cada gesto que hacía, por muy lujurioso que pretendiera ser, tenía la coña de ver la leche salir por mi nariz.

Cuanto terminaron las risas, su culo aplastó a mi rabo, que por aquello de los jajajás, había perdido un poco de su consistencia. Pero su cuerpo tenía el efecto milagroso de resucitar a un muerto, y a los pocos segundos, tras pasear su culo por el talle de mi polla, ésta volvió a jurar bandera.

Agarrándola por la base se la metió de un golpe. ¡Cómo apretaba el muy cabrón! Tenía un culo sabroso, que hacía notar su presencia en toda la follada. Y allí, pellizcándome los pezones, acariciándose como una puta, saboreó mi nabo a todo meter. Como había hecho cuando me follaba, las primeras penetraciones, tras la entrada triunfal con la que se inició, fueron largas, meditadas, deliciosas; después el ritmo iba ganando en frecuencia, como si cada perforación no saciara el hambre que la guiaba, sino que la aumentaba hasta valores difíciles de categorizar.

Lo más jodido y lo mejor de este polvo era que yo no llevaba el control. Cuando te follan, aún te puedes acoplar de alguna manera, tratar de contrarrestar sus acometidas, cerrándote un poquillo más, o por el contrario azuzarlo para que te dé más caña. Pero cuando "follas" de esta manera, no hay modo de llevar el ritmo. Estaba atado, y sus incursiones eran tan frenéticas y potentes que me sepultaban. Así que durante todo el polvo no hice otra cosa que jadear como una perra en celo, moviendo la cabeza de un lado para otro, pues mi leche estaba hirviendo a toda presión. Y así fue. Estalló en un volcán sin que el parara de meterse mi pijo como un poseído. Cuando eyaculé, deseaba con todas mis fuerzas que el parase, que me dejase correrme en paz, que no aumentara ninguna de las sensaciones que se apelotonaban en mi cuerpo, pues creía morirme. Pero no fue así. Al contrario, su fogosa follada multiplicó por mil todo lo que sentía y que un grito desgarrador escribió en el aire. Palpitante y agitado, sin ningún control sobre mi fui desfalleciendo poco a poco, como si tras el orgasmo mis fuerzas se perdieran por mi cipote. Tarde tiempo en recuperarme, pues Ángel continuó durante un minuto o más con su follada, hasta que sintió el culo roto. Después, poseídos por la misma turbación caímos uno en brazos del otro. Y allí permanecimos en nuestra vibrante agonía.

Lo que restaba de tarde, no paramos de hablar, de acariciarnos, de besarnos. Parecíamos dos quinceañeros ilusionados con el regalo que habían recibido. Tanto él como yo teníamos claro que aquello no había sido un polvo como los demás, y en pequeñas porciones, con la timidez de los primerizos, nos juramos un odio eterno. Sabíamos que nuestra historia no era fácil. Nunca lo fue. Pero en aquellos tiempos con los maricones no se hacían películas, sino chistes. Así que decidimos que aquel odio que nos quemaba se expresase en un código secreto, lleno de disimulos y miradas esquivas, de encuentros casuales y broncas representadas. Cada una de aquellas artimañas era una declaración de rencor en toda regla. Sabíamos qué se ocultaba en cada uno de nuestros movimientos, y no desaprovechábamos la ocasión para gozarlo con todo el odio que nos teníamos. Y así vivíamos felices, sabiendo que ese odio profundo, y que considerábamos eterno, era nuestro pequeño secreto y nuestro gran tesoro. Años después, cuando la historia ya era otra, me encontré en Valencia con un antiguo compañero de aquellos años. Sin quererlo terminamos haciendo el amor, y a la hora del pitillo me preguntó por Ángel; yo le dije a qué venía preguntarme por él, su respuesta me dejó sorprendido: "Se os veía muy enamorados". En ese momento me percibí que se pueden ocultar muchas cosas, pero difícilmente el amor. Aquel secreto que nosotros creíamos poseer estaba en boca de todo el mundo, que no llegara a nuestros oídos se debía a la ceguera que produce el sentirse amado y el amar.

Avanzamos por ese pasillo umbrío y antes de traspasar la roída cortina, nos besamos. Bajamos las escaleras cogidos de la mano como una pareja de novios en lo mejor de su romance. Nos acariciábamos la palma de la mano con ternura y al llegar a la recepción, el cariño se fue a nuestros ojos. Nos despedimos del cornudo marido que regentaba aquel nido y con nuestros macutos al hombro, salimos a la calle. Ya era de noche y teníamos que volver al cuartel. En el taxi volvimos a sentir el calor de nuestras manos, sabiendo que aunque miráramos el oscuro paisaje, uno y otro estábamos pensando en lo mismo.

Poco antes de parar el miedo separó a nuestras manos.

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2 minutes to midnight

Carta anónima

Primera experiencia zoo y sexual

Vigilando a mi vecina

Secreto de confesión

Intercambio con futuro

en el puerto

Divina Confesión

El despertar en el autobus

Mi amada diosa

Un superdotado en la secundaria

Mi primera vez

Como me ama mi papá

Mi adorable desconocido

Un espectaculo para mi suegra...

Mi Odisea incestuosa (11: Todo sobre mi Madre)

El rey madura

Violación troskista

Mi Mujer y su vida secreta

Con mi vecina jamona

Convencela Tú

Con la vecina

Alan, mi primito... mi putito (2)

Por mirar un culo... (2)

Infidelidad natural y deseada por los dos

Por mirar un culo... (1)

Hablando sola

Alan, mi primito... mi putito

Mi primera cogida

A mi mujer y a mí, nos hicieron el amor

Cleo y su mascota (perro)

La V. de C.

Un trio, muy especial

Costumbres tribales

Tragedia Regia (4)

Mi secretaria

Mi prometida es una golfa

Más que una venganza

La conocí en el colectivo

Me masturbo con tus fotos

Enloquecedora lujuria

En una reunión de amigos me desvirgaron mi culito

Temor Excitante (4 - ¿Final?)

Orgía en la oficina

De maniobras

Violé a mi novia

Tragedia Regia (3)

Ropa Interior Femenina (Delicioso Manjar)

En la selva del amazonas

Hombre con deseos de mujer

Vacaciones con mi cuñada

Morbo anal...

Transexual y padre

Tragedia Regia (2)

Me gustaria que fuera realidad (1)

Cuando pense que Piru era mi profe

Castigada

Otro sueño con Piru

Me albergo y tuve sexo con ella

Con mi hermanita hoy

Me gustaria que fuera realidad (2)

Me gusta ser cornudo

Esa intensa etapa de la vida

Cuando pense que piru era mi jefa

A mi mujer la gozó un colombiano guapísimo

El campamento

Orgía en el DF

Despues de una noche de copas

Como disfruté con mi joven novia

Una tarde aburrida

Una noche inolvidable

Hijos del Diablo - Extra

Mi sueño con Piru

Incesto fantasia erotica

Mi esposa vive a cambio de un prestamo...

Tragedia Regia

Vacaciones merecidas (1)

Violada por mis trillizos

Follada en la casa de campo

Desvirgada en la playa

Dejé desnuda a mi mujer con un amigo negro

Mi sueño con Liliana

En medio de los dos

Viaje a Mallorca (1)

La Dulcerita (2)

Follada en el campamento

Lo hice con mi madre al FIN

Esto lo leen las mujeres

El día que firmé ser un cornudo sumiso

Star Wars X

Tres chinos en la ciudad

Temor Excitante (3)

Mi novia de 17 me dió su culo

Karla, mi linda hermanita

Un día en el mero

La Dulcerita

El secreto de las arenas

Menuda familia...

Minerva, mi linda prima

Caro

Mi mujer quiere tener relaciones con más hombres

Eduardo

Mi joven hijo, mi semental

Cuñados

El whisky

Londres, durante la 2ª Guerra Mundial

Me pone cachonda excitar a mi hermanito menor

El mejor culo

No se como sucedió (1)

Hijos del Diablo... (5)

Eliezer

Mi esposa fue feliz esa noche con otro hombre

Eduardo mi primo mas sexi

me tire a mi hermana

Temor Excitante (2)

¿Seré una Perra? (4)

Mi fantasía mi mujer la había hecho realidad

A su lado soy una bebe...

Mi primera vez con mi primo

Aprendiendo a follar

Me sorprendieron

Sexo en clase de mate

Mi extraña familia

Y que primera vez!

Mi primita de 13

Follando a la zorra de Isabel

La despedida

Hacer realidad una fantasía...

Alma

¡Qué hembra! Mi segunda vez con el marica

Temor Excitante (1)

Necesidad Ardiente

Fantasias con mi Cuñada

¿Seré una Perra? (3)

La Primera Vez de mi Novia

Violada a los 12

La feria (1)

Relato de la casa de huéspedes: mi paisano

Mi mujer conmigo no, pero si con su primo

Me encanta bailar desnuda

Guerra en los Balcanes

Incesto (1)

La mejor de las navidades

Los videos porno de mi esposa

El instructor del club

Como me cogí a mi prima

En manos de la ley

Un Reino Herido

Mi abuelo pervertido

Cuando tenia 15 años...

Mi cuñada y yo

Siempre he sido infiel

Hijos del Diablo (4)

Sexo no deseado por 48 horas

La apuesta

Andreita

Todo puede suceder

Arcelia y yo

Rosi

Susy (2)

Mi compañera de servicio social

Gozando con mi prima

Mi hermana mi amiga y yo

karen

Mi hijo me toca

Pepe violador

Empecé con mi amigo

Sexo caliente

Pequeños consejos sobre la escritura de relatos

Mi fogosa tía Adela

Unos señores hospitalarios

Las grandes series americanas (4: Bel-Air)

Diablos que primita!

La penultima vez con Marta

Pequeña inocencia (1)

Mi prima la conta

Ultrajada en forsta

Con mi primo miguel

Mi novia y mi sobrino

Lety

Ada y Edgar

Ada

Juego de niños (2)

Hijos del Diablo... (3)

Aida

Se me hizó con mi colegiala

Discusión de tráfico

Monotonía olvidada

Marta me la chupó en mi cuarto

En Casa

Las grandes series americanas (3: Bel-Air)

Todo por un café....

Nunca imaginé que pudiera estar tan salida

¿Seré una Perra? (2)

desvirgada por un perro

Lo que quiero

La sustitución

Mi prima de 21 de Bolivia

Sorpresa en el autobus

Fantasía en Viaje

Mi Amigo el Médico

Juego de niños

Mi primera vez

Maria, la niña pefecta

Me cogi a mi amiga Marta

Las grandes series americanas (2: +Cosas de casa)

En familia

Mi defensor

Suegrita urgida

La Esposa de mi Primo (3)

Dos Hermanos, una sola cama

¿Seré una Perra?

Mi fantastica novia

Mujer caliente

Mi mejor amiga

Hijos del Diablo... (2)

El encuentro

Que calor

Mi vecina...

Mi prima Paty

Mi profesora favorita

Sexo Pleno con Toñita

Las grandes series americanas (1: Cosas de casa)

Entre amigos

La mujer de mis sueños

Y paso?

Mi tia Sara

El primer marica que follé hasta cansarme

En la oscuridad...

La ardiente susana

Salio conmigo y se llevo una sorpresa

Una dulce venganza!

Mi primera vez fue con el hermano de mi amiga

Paola, la cheerleader colosal

Servicio Militar

Mi chica asombra a su acosador con su relato

La sobrina de mi esposa

La esposa de mi primo

El castigo de Paul Urrubia

La Gran Verguenza de Paul Urrubia

En casa de la abuela

Hijos del Diablo...

La primera es la mejor

Mi primera vez gay

Mi cuñada

Me comió la sangre

Mi inicio con Patty

De dos en dos

Me pasó en acapulco

Mi amigo y yo

Mi vecina Totey

Matemática

Amigas para siempre

Letra retorcida

Mi linda hermana

Eva María y Federico

Sexo pleno con Toñita

Como la novia de mi amigo me pedia ayuda.

Vírgenes

Autopista de placer

Una forma diferente de amarse...

Mi yegua salvaje

La cala

Quería hacerme lesbiana con mamá

Un primo muy especial

Mi madre y mi tio

Violadas en la tienda

Fantasia cumplida

Todo inició con una broma

La mesa de billar

La estilista

Fuegos en el Bosque

Una cena en el campo (2)

Mi cuñada se dejo cojer

Tiré de un fin de semana

Mi esposa dando clases particulares

La tia de mi novia

Semen para Sara

Mi tío Juan

Otra navidad con la misma prima (final)

La lección de Piano

Lo que me pasó a mí

Entre musica, luces y alcohol... el sexo es mejor

Una deliciosa cogida

En el Sex Shop con mi hermana

Prima en vacaciones

Mi prima

Noche de confesiones

Los clientes de mi marido

Otra navidad con la misma prima

Me violaron

Follada por los tres agujeros

Mi primera vez con Laura

Hacer el amor con otro

Follada en los vestuarios

Fantasía cumplida

Sentar a alguien en tu mesa por Navidad

Mi prima cogida por mi padre y luego por mi

Richard, solo un compañero?

Mi navidad con mi prima

Mi Prima Carol y Yo

Mi primo y el mar

Mi rutina personalizada en el gimnasio

Mi Tia...¡Simplemente un Encanto!

Esto es lo que te daría

Una cena en el campo

Un Macho Colombiano

Cosas inesperadas

Dalia (2)

Cogiendo con mi tía Ceci

Fantasía

Abusando de una mama preocupada por su hijo

Como se entrego mi ex

Descubriendo nuevas sensaciones

La venganza contra Jessica

Paja en la ducha con tres tias

Isla y pasión

Dalia

Cogiendo con my friend VANESSA

Esa fantasía

Masturbé a un amigo de mi novio mientras dormía

Mi Cuñada Adolescente (2)

Mi novia y los policias

Como filmamos nuestra película porno

Las zorras de mi tia y mi hermana

5 Meses

Dos Errores

Fin de Semana

Obligada a ser infiel

Mi vecina pilarica

Como no resistirme

Cómo saber tratar a mis amigos

Mis primeros cuernos

Mamá

Viviendo con mi suegra (1)

Sentados en un sofá

Follando en la azotea

Mi deliciosa primita

Avance laboral

Mi novia quiere mas pollas

Dos maduros para mi (15)

Me comí a una profe en su oficina

Vanesa el Angelito del SEXO

Al fin me folle a mi hermana

Dos maduros para mi (14)

En el vagón abandonado

Del Cyber-Chat, al Encuentro Real

Mi Cuñada Adolescente

Tarde de ocio

Mi aventura con la Marisa

Mi mejor verano

Como dio inicio la relación

Valeria, mi dulce flor

Nuestra primera experiencia en una playa nudista

Follada en familia

Toda la noche

Confesion de un esposo

Primera vez y muy contento

La alemana

La fauna del MSN

Yo... un regalo de cumpleaños

Mi tía Marta

Argentina mi amor

Nos gustan las chicas con lentes

Dos maduros para mi (13)

Penetrada por 2 alumnos

Los cuatro a la alberca

Sade... Todo un genio

El negro de los estereos

En el colegio

Secuestrado por Karen y Sara

La Esposa de mi Primo (2)

Mi primo... y su bienvenida

Las grabaciones

Feminizado (version definitiva)

La ardiente esposa de mi jefe

Del Chico mas cuero al mas...

mis primos y mi hermano me violaron

Querida amiga

Danone, mi yogurcín del MSN

Experiencia inusual!

El besito robado

El fin de mi relacion con celia

Una hermosa locura!

Maitane; mujer plena

Podría ser mi padre

Mis compañeros de clase (Desenlace)

Loreto

Descubriendo mi sexualidad

Mama luchis

Ducha deliciosa

Para romper mi soledad

La Esposa de mi Primo

Violación a un niño pastor (2)

Guarradas con mi novia

El reencuentro

El Hermafrodita

Entre la espada y la pared (5)

Entre la espada y la pared (4)

Aún la extraño

Experiencia imprevista

La Gran Mamada

Salome (2)

Ducha sorpresiva

Mis compañeros de clase (2)

El chantaje de Andrea

Entre la espada y la pared (3)

Salome (1)

Entre la espada y la pared (2)

Violación a un niño pastor

Mi sabrosa tia

Me violaron con 11 años

Los calzoncillos de mi compañero de piso

Dos maduros para mi (12)

Deseo cumplido

El tío de mi amigo

Entre la espada y la pared (01)

Un momento de diversión

Una tarde de ensayo en el teatro

La primera vez de mi novia

Feminizado (4)

Un sueño cumplido... puede ser peligroso

Cuarenta y veinte

Los militares

Mis compañeros de clase

Dando una lección

En el hospital

12 horas de hace 24 años

Mis inicios como chapero

Mi tía y yo

Feminizado (3)

El profe de gimnasia (2)

Vacaciones de verano

Madrastra

Con mi profe de compu

Entre juegos y bromas

Feminizado (2)

Los electricistas

Mi novia entretiene a mis amigos

Esa llamada de emergencia en la oficina

Aventuras del pasado

Dos maduros para mi (11)

Me case con mi esposo para ser amante de su prima

sexo en la finca

Feminizado

Conociendo a la familia

Dos maduros para mi (10)

Orgias con adolescentes

Una violación real

Dos maduros para mi (9)

Encontré

Juego de niños

¡Mi mejor hallowen!

Una Tarde para Recordar

De nuevo en la carretera

Mis amiguitas

Mi hermano Marcos

La tragedia de mi vida

Caro, la puta novia de mi mejor amigo.

Dos maduros para mi (8)

La engañe solo para romperle el culo

Dos maduros para mi (7)

Los relatos de mi perra

El profe de gimnasia

Dos maduros para mi (6)

El carate

Venganza cruel

El castigo de mi señor.

Yo en la cama de mi hermanita

Primer orgia de mi novia

En la oficina

Fiesta para la puta de mi novia

Esa noche pedí mi virginidad.(De 4 Vientos)

Los jovenes del autobus

Una prueba de amor

Imitando las putas

Un miércoles por la tarde

Mi Odisea incestuosa (10: La Gran Orgia familiar)

Dos maduros para mi (5)

Me cogi a mi novia en las escaleras de su depa...

Mi cuñada Monis

Viaje inolvidable con un par de maduritos

Dos maduros para mi (4)

Entre la multitud...

Dos maduros para mi (3)

Madre e Hija

Mi Madre

Mi amigo, Mi gordito, Mi novio

Un suceso muy extraño

Una propuesta dificil de decir que no

Historia familiar

Aniversario para 3

En el puerto

Mamando vergas en el cervantino

Dos maduros para mi (2)

Dos maduros para mi (1)

Bendita inexperiencia

Medianoche

Mi Odisea incestuosa (09: Mi hijo Edu)

Como me convertí en una puta

Tomás y yo, dos chicos en pubertad

Hermanito calenton

Follada en familia

Sola

Desestesante

Iniciandose en ...

En el taller

Cena para cuatro

Mi tía Carmen

Mi Tía

Mi madre... solo pasó.... no me arrepiento

Cosas de la ingenuidad (2)

Primera experiencia a tres

Los pies de Daniela

Vegaciones a mi cuñada

Cosas de la ingenuidad

El encule a la profesora

Denisse, mi cuñada preferida

El Parchís

Chupando culos

Sorpresa de fin de vacaciones

Sorpresa de fin de vacaciones (2)

Una historia de compartir algo

Mi Odisea incestuosa (8: Mi hija Beatriz)

El Retrete

Amores delictivos

Así imagino nuestra primera vez

En el servicio militar

Cornudo sin remedio

Vero y yo

Recuerdos

Qué morbo!

Logré compartir a mi mujer

Vacaciones de verano con mi madre

La consulta

Mi amiga / mi fantasía

Cómo me gustaría verte

Primavera ... Mi perro y yo

Elisa, voyeur y exhibicionista

Sorpresa negra

Como perdi mi virginidad

Mamá me hizo su mujer

Mi hermana y mi sobrina (2)

Estamos en el cine

Imaginación

Mi hermana y mi sobrina

Mi Odisea incestuosa (7: Mi hija Isabel)

Fumando con mama

Mi fantasía

La Gitana

Nada es lo que parece

El mecánico y su colega

Turismo

Sorpresa

Historia de Ana (V)

Marcelita (2)

La jugadora

Historia de Ana (IV)

Historia de Ana (III)

Historia de Ana (II)

Follada por mi hermano

Ella recien comenzaba a madurar

Mi viaje con la clase

Violaciones en la guerra

En el camión

1era vez fallida....

Carlos nos visita

Al instituto! (5)

Compañeras de Universidad (3)

Mis comienzos

Historia de Ana (I)

Viaje a Zurich

En la playa

Rencor

Pasión desde pequeños

Vanesa

Compañeras de Universidad (2)

Día de Playa

Mi Novia y 2 jovencitos

Madre Santa

Nuera y gitana

El Inicio

Compañeras de Universidad (1)

Un Aventón

En el trabajo

En el Servicio militar

Lo que aprendí yo solita (1)

Mi primera vez con una chica

A Ramón

Mi novia es penetrada y yo disfruto

Mi primera vez: cogiendo con una amiga...

Segunda infidelidad

Mi Odisea incestuosa (6: Mi hija Yolanda)

Pero que puta es mi mujer

Olivia crece

Una noche con Claudio

Verano de sexo y paella

Decian que pareciamos padre e hijo

Gaby y Kartla (2)

Gaby y Kartla (1)

Dulce oscuridad

Virginidad versus Voluptuosidad

Mi historia con Daniel

Perdí la virginidad con mi propio padre

Mi amiga Mariana

El servicio social puede ser buenisimo

La Buena Suerte

La primera vez con un militar

Sucedió en el baño de chicos

Una madura me pagó por sexo

Mi suegra, mi amante

Mi primera experiencia

Cuentos (01: Caperucita Roja)

Mi madre me pilló con una revista porno...

Mis 15 Años con mi Prima...

Un Extraño arte japones

Mi experiencia con mi suegra

Laura, la pijita

Al instituto! (4)

Solo 14 años

Primera vez con mi amigo (p.2)

Noche de pasión

Los placeres de la soledad

Mis mejores orgasmos los he vivido con el

Mi primera ves con mi macho

Ricas, ricas vacaciones

Confesión a una amiga

Elsa, la amiga de mamá

El Chantaje

El repertidor ardiente

Al instituto! (3)

Mi amiga Maria Eva

Mirna

Al instituto! (2)

La violación de mi madre

El puto cornudo sumiso mirón

Excusión formidable

Cogiendome a mis alumnas

El profesor

3 no son multitud

Viaje a Alicante

La Madre e hija

Lo que vi hacer a mi mujer

Al instituto! (1)

Mi Odisea incestuosa (5: Mi hija Helena)

Mi historia

Cosquillas en vacaciones (2)

Las Dulces cosquillas de Ana

La noche te trae sorpresas

Cosquillas en vacaciones

Paty, mi gran amor es mi prima

Esther y su Bebesote

La puta de mi hermana

Mi exhuberante y caliente suegra.

Mi sobrina y yo

Con mi pequeño niño

Mi hermanita Hayde

En la estancia

La vendedora

Eran las tres de la mañana

Con mi padrastro y mi madre

Mi primera vez (1)

El güero de la tienda

Mis Primas Zorritas Inglesas 2: Viaje a Inglaterra

Un chico muy cabrón y caliente

La pasión por los pies

Mi primera experiencia zoofilica

Mi tía rica

El Precio De La Ley

La chica del Instituto (2)

Cambio de Mentalidades

Volando

Mi querido compañero

Paseo con sorpresa

Pajeo en la piscina

La chica del Instituto (1)

Mis Primas Zorritas Inglesas

Confesiones

Mi particular noche de bodas

Orgía hecha realidad

La Mina

Diosa negra

Mi papa me hace el amor mu rico

La despedida erótica

Compañera de trabajo

Ana, la dudosa

Una noche impensada

Un Psicopata Definio mi Sexo

Mi increible profesora lesbiana

La Madre de mi mejor amigo

Mi amigo mayor

Follada con mi hermana por orgullo

Los sueños se cumplen

Alicia despierta de pronto

Todo empezo cenando

Mi Prima de 14 Años (1)

Un excelente regalo de cumpleaños

Me desvirgó mi perro

La novia mas puta del mundo

7 contra 1

El casting

Violación en el campo

Lisette y yo rumbo a ACAPULCO

Mi amigo Marcos (o La paja del urogallo)

El despertar

Primera vez con mis hermanos

Mi primera experiencia adulta

La revancha de Ana

Mi vecina Patricia

Como me desvirgaron

Doble descubrimiento

Me follé a mi cuñada

Esclavo de mi padre

Mi vecina y yo

La verdad de un hombre

Mi éxito travesti a los 14 años (2)

El video de mi novia y mi sobrina virgen

Mis pintores favoritos

Alexandra

La casa de huéspedes - mulato

Aventura fetichista

Mi deseada Maria

Segunda experiencia con mi Siberiano

Mi éxito travesti a los 14 años

Maniobras bien aprovechadas

Convertí a mi sobrinito en una putita

Mi Odisea incestuosa (4: Mi Suegra)

Carlita y su papá

Sexo con mi madura casera

Enséñamelo todo (02)

Mi querida suegra

Una mañana hermosa con Tino

Piso en alquiler

El diario de Aida

Marcelita

No sos macho hasta que no la probás

Esperame cariño

Soy cura, y Purita me saca la leche a mamadas

Viendo desvirgar a mi hermana

Mi maestra de francés

Jessica se equivocó y entregó su virginidad a Rene

Mas allá de la Arena

Mis sobrinos mulatos

Mis inicios en el sexo

Los Juegos de la Adolescencia y mi Primo

Venganza?

Por despecho

Mi primera experiencia como mujer

La hermana de mi mejor amigo

Mi prima la peluquera

La chica del metro

Me excita ver como se cogen a mi hermana

La enfermera

Una sensación inusual

Pasión y amor ¿por qué no?

El padre de mi amiga, mi amiga y yo

Mi hermana, buen fin de fiesta

De como se masturba mi mujer

Mi Odisea incestuosa (3: Mi tía)

De esposa recatadita a putita

El ex de mi novia se la folló en mi presencia

Un día inesperado

Reforma Ortografía Castellana

Espiando a mi hermano

Entrega inmediata

Y de amigos, amantes

La madre de mi amigo Pedro

Me Di Cuenta

Violé a mi hermana

Una amiga me contó lo que hizo con su hermana

Iniciándose en el Jogging

La mamá de leo

Primera ves

Confesiones de una ramera

De visita en el rancho de mi primo

Qué niño!

Una experiencia real excitante y arriesgada

Mi sobrina religiosa

Lorenita de doce años y su culito respingón

Nuestra primera noche real

Mi cuñada y mi mujer

Mi padrastro

Por fin lo hicimos

Mi pequeña lolita

Me cogí a la mejor amiga de mi novia

Jonson el Psiquico (1)

Aquella directora de la academia

Su Culo en mi Cara

El Irresistible de mi Cuñado (1)

Con intuición

La primera vez de mi hermana

Dilatación

Una primita juguetona

Juguetón, chico juguetón

Aventuras en la Ruta 116

Prueba del AMO

Sexo, sudor y ....15 años

Sexo en la oficina (4 - Final)

Sexo en la oficina (3)

Disfrutando con su dolor

Mi prima de 16 y sus raras zonas erogenas

Sexo en la oficina (2)

Sindy

Anoche entregué mi culo

Sexo en la oficina (1)

Cibersex

¡Qué niño!

Mi maestra de química (muchachos)

Aventuras de un Pie-Fetichista

Yo virgen, mi prima y una grata sorpresa

Mi tía y mi prima... ¿quien lo diria?

Mi vecina

Curiosidad y algo más

Excelente capacitación

Breve historia de los anticonceptivos

Don Javier

El juego de la sirena

La fiestita de mi esposo

Extasis y luego un balde de agua fria

La novia de mi hermano

Infidelidades consentidas a mi novia

Vacaciones sin mi marido… pero con mi hijo

Las mañanas con mi empleada

¿Me violaron?

Empezó como un juego

Fin de semana de a tres

Mi marido asi lo quiso

Enamorada de mi cuñado!

El Momento de Gran Placer

La segunda vez

Sexo y amor con mi hermana

Mi Vecina (1)

SSS, una novia para dos

Mi tía Claudia

Las amiguitas de mi esposa (IV - Final)

Mi historia (1)

Abusada por marido y extraños

La fantasía de mi esposo

Sara, la novia insatisfecha de mi mejor amigo

Las amiguitas de mi esposa (III)

Fantasias

Historia de Amor entre Tío y sobrina

La historia de María

Mi sumisa Leylah

Las amiguitas de mi esposa (II)

La secretaria que me hace el amor

Mi hija, mi mujer

Mi primera vez a los 5 años

Mi hermana Vanesa

Mi primera vez

Descubriendo el ciber-incesto

Las amiguitas de mi esposa (I)

Gracias a la biblioteca

En una primavera

Como lo hice por primera vez con mi profesor

Mi primo y yo.....

Mi primera infidelidad

Me calenté con mi cuñado!

Lucifer y papá

Poco para el trio

16 y 45

Seduciendo a mi vecina de 12 años

Vaya entreno de baloncesto

La primera vez fué con la madre de mi amigo

Confesiones con mi hermana

El inicio

Con mi tía pilar en una boda

Las Profesoras

Mi Odisea incestuosa (2: Mi hermana)

Mi primera vez

Aquella noche de sumo placer

Desvirgada por papa

Carla, el volcán sexual

Contratado para mirar

Enséñamelo todo

Laura

Desvirgando a Doris (2)

Quise ser mayor

Mi pajarito

Mi Odisea incestuosa (1: Mi madre)

De la micro a la cama

Pagando con la misma moneda (I)

Desvirgando a Doris (1)

Mi hermana

Una orgía para mi esposa

Con la mama de mi amigo

Andrea y Gina... mis primas

Mi tio y yo (13 años)

Noche de copas, noche de bar

Nieves es asi de puta

Chantajeando a mi prima casada (2)

Cerveza VS Vagina

Chantajeando a mi prima casada (1)

Mi hermana y yo

Qué puta soy

Maestra de Biología

A mi comadre en año nuevo

Me cogí a mi cuñado

Sopresas

Mi primera vez

Mi cuñado es hijo mio (I)

Dominación femenina por chat, 4 mujeres a por 1

Infiel despues de casada

Trio con sopresa

Viviendo con mi hermanita

La graduación de mi hermana

Sexo gracias a un relato y con embarazo incluido!

Que puta boliviana!

Follada con mi ex

El padre de mi mejor amiga

Los Dioses tambien se masturban: Volvemos a follar

Descubriendo el placer sexual

LDTSM: Te sabe el chocho a canela

Playa nudista con mi hermana y hermano

Mi sobrina Sonia

LDTSM: Nos van a comer la polla

Los Dioses tambien se masturban: Liberación

Primera vez con mi amado novio

Los Dioses tambien se masturban: Follame

Una de vikingos

Mi cuñado y yo

La mama de Benito

Ana Carmen

Eva y su familia

Mi amiguito y yo...

Elvira (10 - Final)

Papi

Elvira (09)

Mujeres de marte y hombres de venus

Elvira (08)

Hermanita

Elvira (07)

Mi relato

Mi dulce hermanita

Elvira (06)

Mi primera vez

Elvira (05)

Mi familia campesina

Hay hermanita linda

Con mi propio jefe

La visita de un primo y sus amigos

Elvira (03)

Elvira (04)

Un extraño ta, ta, ta

Comiendo la lana a mi hermana

Elvira (02)

Elvira (01)

Desnudos al sol

A las ordenes de mí mujer

Mi hermano y yo

En el asiento de atrás mientras mi marido conduce

Alicia sin su marido

El culote de mi prima

Mi esposa y el brasileño

Mi prima y yo

Inseminación Artificial

La violacion de Eva

Papito (II) by Francesca Duval

La madre, la hija y yo

Papito (I) by Francesca Duval

Llorando, lloviendo

La camarera que me vuelve loco

Mi primo y yo

Cena de empresa

Cumpleaños de una esclava

Orgullosa de mi hija

Grandes amigos

Mi profesor predilecto

Triunfo

Mi niña de doce años

Me lo hice con mi prima y con mi tía

Fue mi prisionera

Curso para Mujeres...

La fiesta (I)

Mi amado primo

Mi novia de 17 (II)

Iniciación con mi tóo

Iniciación de Puta

Beatriz y Aitziber, unas encuestadoras...

Primera vez con un hombre

Me di un gusto y ahora no puedo parar (II)

Con mis primitas ¡Qué delicia! (IV)

Mi querida hermanastra

Navidad con mi tía

Juego de amigos (II)

Virgo en el Inquilinato

Mi novia de 17 (I)

Juego de amigos

El encuentro

San valentín

Me di un gusto y ahora no puedo parar

Corazón destrozado

La Agencia (1)

Liliana Mi cuñada

Con mi mujer y su hermana

Orgasmotil complex, las pastillas del placer

Mi venganza

La madre naturaleza

Mi cuñada cochonda

Disfruta del sexo!

Mi viciosa sobrinita

La primera paja

Juego misterioso

Buscando empleo

Orgias juveniles (I: sorpresa inolvidable)

¿Cúal es tu personaje animado favorito?

Ver la cara de mi tía al vernos

Un exámen cualquiera

Pues sí

Mi compañera de trabajo

Aprobar mmm (II)

Pequeña

Ver tan cerca a mi prima de mi...

Dominado por Manuel

Mis Tres Hermanas y Yo en la Carretera

La novia de mi amigo

Situaciones Insólitas

Comparaciones eres más... que...

Ana una mujer estupenda a pesar de su edad

Una amiguita

Si amas a alguien...

Grandes frases de Groucho Marx

Tu árbol

Anécdota del Papa

La pubertad

Vacaciones Erotico-Festivas

La masturbación

Juguetes y afrodisíacos

Salud e higiene

En la boca de mi suegra

Ciber sex real

El me compartió con las tres

Como un niño de 5 años

Fuí infiel en mi noche de bodas

El comienzo de todo

Sexo por chat

En casa

Un día antes de mi boda

Los hombres somos simples

Mi vecinita y mi sobrinita, la ingenua

Métodos anticonceptivos

Compañeros de trabajo

Frases para enamorar

Simplemente Nelly

Mi profesora Mercedes llegó borracha

Ciber sex

Mi mujer con una desconocida

Mi mejor amigo a los 11 años

Me saqué el gusto con mi sobrina

Con mis primitas ¡Qué delicia! (III)

Test de amor

La primita de mi novia

Una tarde de cine

La travesti sumisa

Enamorado a los 13 años

Los alumnos

Me gusta mi trabajo

Dinora

Leyenda india

En la mili

Con mis primitas ¡Qué delicia! (II)

Confesiones de mi prima

Las fantasias sexuales

Y estallaron las estrellas...

Fiesta de disfraces

Fiebre sexual

Lo hacemos!

Violación a la niñera

Jugando con mi madre

Soy un genio

Cybersexo puro

Mi tía, lo que la hice. Menuda maravilla (I)

Con mis primitas ¡Qué delicia!

El teléfono movil

Cruel Hermano

Madre psicologa

Día luminoso

¡Qué buena persona!

Ringo un perro fuera de lo normal (IV - Final)

A una madura me la folle en el trabajo

Sorpresa a mi novia en el coche

Mamá lo sabe todo!

Un psicópata definió mi sexo (II)

Ringo un perro fuera de lo normal (III)

Mi linda hermana

Un psicópata definió mi sexo

Ringo un perro fuera de lo normal (II)

Mi mujer arregló los problemas económicos.

La chica del parque

Ringo un perro fuera de lo normal (I)

Chico sexy del cine

Mi padre me lo abrio

Iniciación en el Instituto

Hoy sólo puede entrar uno

Desfloré a mi prima

¿Usted sabe quién soy yo?

Ver a dos hermanos haciendolo

Estar ocupado

Mi verdadero sexo

Remedio contra las flatulencias

Hasta lloró esa vez

Fantasias

Las amigas de mi hermana

El último dia de clases

Lee el texto

Los Pinos

Mi primo y yo...

Programa de radio

Con mi padrastro

La esposa de mi cliente

Mentiras del porno

Amigos?

Mi prima Romina

Mi Sobrinita

Es Casada

A los 14 con Christie

Mi mujer me dió el aval (III - ext)

Sexo con la sirvienta

Una noche en la oficina

El amigo de mi padre

La cachonda de Ángela

Un amor de locura

La primera vez el culo de mi mujer

Mi adorado tio

Sex shop

Tren nocturno

Jugando con el vagabundo

Marcela mi cuñada

Raquel en la discoteca

Por una discusión

Silvia ya no es una niña (I)

Julia

Orgía inesperada en el club

El trasero de mi hermana

Una rana en mi habitación

Mi compañera

Cambio en el portal

La presectora

En tu casa...

En la playa

Con mi compañera del colegio

Cristina la policia

Me follé a la amiga de mi hija

Paja en directo

Carta a Santa Claus

El trenecito

Por tener valor (II)

Accidente de avión

Lo mejor para el estres

La operación

Suegra

La primera vez de Yiyi

Técnicas de masturbación

Nuevas Experiencias

Diario de un Rodríguez

Cosm*politan por hombres

Mi cita con Raúl

Beatriz (III)

Mi Violación

Beatriz (II)

Beatriz (I)

Por tener valor

Mi novia, su hermana y su amiga

La sedución de mi mujer

Culebron sexual

Me meti la mano

Un cura muy especial!

Mi hermana siempre lo supo pero lo callo

Mi primera vez

El director

Lección de Amor (I)

Mi primer amor

El mejor regalo

Nadie sabe mi pecado

Mi amante compañera

Me la quitaron

Recuerdos de guerra (I)

Mi vecina Isabel

La virginidad

Mi inicio y final

Mis primeras corridas sin leche

Siempre había deseado a mi prima

Fisgón y amor

El Tsuru Blanco

El suplicio de Yuei

El profe

La Tarde

La Doctora y yo

Rony

En el trabajo

Mi experiencia con una veterana

Mi amiga Estela

Mi cuñada y yo en la alberca

El autobús

Abriendo las piernas por primera vez

La primera y última

Mi prima-hermana y yo

Evanhelion

Un sábado por la tarde

Se llama Pilar

Inicio gay por accidente

Mi amo y yo

San Bernardo

La peña

Inicio con mi madre

Victima número 1

El director

Compañera de Colegio

Me follé a las dos ladronas

Al final el sexo anal era la solución

Fantasias premonitorias

Violado

Follando con mi profesora favorita!

Beatriz

Amistades calientes

Colegas (II)

Ampliando la familia

Solo era un chat erótico!

La declaración de Hacienda

Penetrada por travestis

Sobre hombres y mujeres perfectos

Mi compañera de trabajo

Colegas (I)

Cosas imposibles

El piloto de mis sueños

Sorprendido con mi suegra

Mi cuñada caliente

El vestuario

En la oficina

De las menores del colegio

Mojados

Toma de decisiones (hombres)

Sexboy

Mi vecina del 4º

Lucia

Sexo en el mar

Mi primer momento erotico con un hombre

La chupada de Nora

Cuando la realidad supera cualquier relato

Follas como nadie, chaval

Safari Salvaje

Evaluación de placer

Una absurda escena de celos

Mi cuñada la pelirroja

Mi polvo con el fontanero

Edu y yo

La noche que mi mujer lo dió

Explicación de un accidente

Un macho policía

Una tarde de placer

Mi novia y yo virgenes

Mi hermana y mi novia

Lillybeth, 12 años de experiencia (V)

Dolor y placer a los 17

Flor de luz

Mi Historia

Me la follé antes que su novio

Una noche inesperada

Lillybeth, 12 años de experiencia (IV)

Mi vecina madurita

Lillybeth, 12 años de experiencia (III)

Aprendiendo de un jovencito

Lillybeth, 12 años de experiencia (II)

Lillybeth, 12 años de experiencia (I)

Mi cuñada, Mi regalo

Una noche en una terraza

La tía de mi mujer

Descubrí que era lesbiana, una noche...

Y después del Foro que?

Vender un coche

Sexualidad Veraniega

Juan y Rolando

Harry Potter: Las Historias Inéditas

Resquicios de luna de miel

Duele Amar

Doble trabajo

Por fin probe una verga

Historia de mi vida

Fábulas

Con la mujer de mi empleado

Como haces el amor según tu signo

Hermanito ideal

Cuando me partieron el culo

La mama cachonda

Gracias relatos de amor filial!

Mi madrastra con mi papa o conmigo

Instrucciones de uso

Mi querido profesor

Accidente domestico (caso real)

Mi primer orgasmo

Mi querido Primo

La diosa de Alemania

18 son pocos

Le hizo el amor a mi mujer y a mi también

Mi primer anal

Una puñeta en honor a mi hermana

Suegra cachonda

Un viaje para toda la vida

Albañiles en celo con la ejecutiva

Follada a dos bandas

Cura no tan santo

Una cena especial

El footing

Lo que mas quiero (I)

Enculado

Experiencias reconfortantes

Gozando de mi madre

Me hice exhibicionista por culpa de mi niñera

Me follo a mi hijo

Equipo de ganadores

Por debajo de la mesa

Confusión

Mi amiga y amante

Día del padre

40 Maneras de Cabrear al de TelePizza

Orgasmo en el tren

No es lo mismo...

Fin de de estudios

Una Increible Aventura

Mi hija

Una paja entre hermanos (II)

Aprendiendo de los maestros (II)

El Pelotazo

Una paja entre hermanos

Tras el sueño

Aprendiendo de los maestros

Frases estúpidas

Puteando a mi esposa

Acuerdo carnal

Mis primas y yo

La orquesta de los obreros

Super tabu (05)

La caliente tia de mi novia

Smileys

Super tabu (04)

Mi pequeña gran amiga

Satisfacción algo dolorosa

Una noche en el yate

¿Las monjas son listas?

Mi primera con mi primo

Super tabu (03)

La esposa de mi hermano (II)

Super tabu (02)

Nombres Reales Curiosos

Super tabu (01)

Mi amada suegra

Me gusta mostrarme

Mi nenita

En el supermercado

Madura gorda y calentona

Seminario universitario

Fantasias

Clasificación de las mujeres en la cama

En el instituto, con Evelin

Frases más usadas para rechazar sexo

Empleada madura y caliente

Un bollito relleno de leche

Mi madre es una zorra (I)

La esposa de mi hermano

Grandes misterios de la humanidad

Marta y el Duende

El amigo de mi hermano

Recuerdos de mi Sandra Maria

Mi noche con Diana

Una noche caliente y mojada

Despacho de abogados

Aprende a ligar como Torrente

Don Polo

Una familia muy normal (V)

Una consulta muy particular

Hermanos mellizos, mamá y papá

Abeces

El joven doctor

En la Playa

Mi cuñada

Disfrutando a mi novia que esta buena

Un trío de miedo, muy esperado

Viendo a mi madre y culenado con mi padrastro

¿Cuanto cuesta una novia?

Las primas

A escondidas con mi jefe

Egipto (II)

Egipto (I)

Una familia muy normal (IV)

Mensa Urgente!

Diferentes Idiomas

Trio perfecto

Dos virgenes

Leyes de pareja

Carolina

Una familia muy normal (III)

Memorias

El regalo de cumpleaños

Preservativos con marca

Blind Date (II)

Que Primera Vez!

Una familia muy normal (II)

Todo comenzo como un juego y termino en amor

Mi novia y sus dos enanos

Una familia muy normal (I)

Como buenas hermanas

Test Cachondo

Blind Date

El hombre más inteligente del mundo

¿Por que despedí a mi secretaria?

¿Existe Santa Claus?

Mi madre, mi abuela y yo

Una llamada inoportuna

Mi Enfermera Favorita

Le rompi a himen a mi hija

Bajar Peso

Me arrepentí

Mi novia me masturba mientras me obliga a mirarlas

Como perdí la verguenza a mis compañeros

Aprenda a ligar en menos de una semana

Historias del Paraiso

Breve Historia del Condón

Mi cuñada

Mi pequeña Ariana (II)

La Historia del Dildo

Mi pequeña Ariana

Los tres castigos chinos

Primeros pasos sexuales

Una tarde con saxo

Fin del mundo

Mì papá me da lechita

Violación a una embarazada

El Ratoncito y su amigo el Elefante

Me mojo de sólo recordar

Vacaciones Inolvidables

Natación al Desnudo

Confusión por ignorancia

La princesa que todo derretía

Mi cachonda madre (II)

Piropos de albañil

Aprendiendo a meterlos

Le hice el amor a mi prima

Partes de accidente

Tira millas

El Verano

La Sorpresa de mi Prima

Mi tío

Preguntas sin respuesta

Un relato masoquista (II)

Ya vives en la Era Digital?

El regreso (II)

La vendedora

Yo Sóla

Mi cachonda madre

Hacer el amor

Mi primera vez con mi pololo

El regreso (I)

Laura -Chantajeada-

Deborah

Sueño realizado

El piso (III: La cocina es un buen lugar...)

Xena, la princesa guerrera

Espio a mi vecina y ella lo sabe

Los 7 enanitos

La sorpresa

La fábula del pescador

Mujer ajena

La pequeña puti

Judias Pintas

Saliendo de una crisis

El amigo de mi marido

El cuento de Filiperto

Ensalada Especial

Como ser una buena Pija

La madre de su novia

El piso (II: La mejor amiga de una mujer...)

Bailando en la noche

El padre de mi amiga

Emulando a Henry

La historia de Stella

Buena Venta

En el vestuario

¿Puede congelarse el Infierno?

Frases Geniales

Primera Vez

El jefe

Volar

La calentona

Aprobar mmm

El folla maduras

Cuando tenia 15 años

Diccionario del mundo

Isela

Maldita noche de verano

Diario de un joven emancipado

Piquito

El equipo -A-

Le dí mis conocimientos y mi leche

Definiciones

Afortunado Reencuentro (II)

Andrea (II)

Mis vacaciones

Una lagrima por Astrea

Vivir

El confiado

Carta de una madre escocesa

Doctor Automático

La primera vez

Entre primos, más me arrimo...

Mi primer sexo

El amigo de mi mama

Sentirse una puta por una noche

Un león con copas

Inglés para novatos

La ruleta rusa... y africana

Violé a mi amiga

Líos de familia

Mi consolador favorito

Desvirgación en ferias

Mis vecinitas

Mi primera orgía

Una vieja amiga

Estudio de Consulting para un restaurante

Eugenia

Yo fui una babysiter ninfomana de barrio

Un relato masoquista (I)

Andrea (I)

Manual del ligón de discoteca

Fantasía de una madura

Casualidad

Azotada por su cumpleaños

El piso (I: Dos son pareja, tres... mejor)

¿Tienes Email?

La mejor amiga de mi esposa

La enfermera de mi Abuela

CiberAmiga hecha realidad

Tercer trio

Peli Porno Gay

Fiebre del sabado noche

Parejas

Mi cuñada (I)

Experiencia lesbica

Principios Religiosos

La cena de negocios (I)

La confusión

El juego (II)

Navidad

Carlos y su -Arma-

Al ritmo del saxo

El que la sigue, la consigue...

Un corte de pelo muy especial

Mi prima me desvirgó

El género del PC

Mi curso de postgrado

Prestando a mi mujer

El sexo desde varios puntos de vista

Mi historia

En la disco

Verdades sobre los hombres

Autobús nocturno

Los pies de Carmen

Jeny y Helen

Nuestro primer trio

Tren expreso

Frases célebres

Baño de mujeres

Una tarde en el cine

La boda del padre de Rut

Duro trabajo

Lamentación de un día

Doña Elsa

Memorándum en una Empresa

Dos a un tiempo

Ocurrió sin querer

Mi amiga Inés

Karie, ardiente Karie

Chantaje adolescente

Como animales

Algo natural

¿Crees que has tenido un mal día?

El juego (I)

Un encuentro muy especial en la playa

La película

Mi primer contacto

El piercing

Afortunado Reencuentro (I)

La isla

Mi tesoro

Actualización de novia a esposa

Embarazada y caliente

Viaje ajetreado en autobus

Leyenda de los sentimientos

Bajos fondos

La ducha: mujeres y hombres

Me la follé y ni se enteró

Orgía en el campo

El abrazo

La marrana de mi madre

Mi madre estaba muy necesitada

Mujeres y preguntas difíciles

Carta de Dios

Magali

La madre de mi mejor amigo

Riqueza del lenguaje Castellano

Mi compañera sandra

Mejor que una acampada...

Pecados capitales

Aprendiendo a dar noticias

Venganza de mujer

En la alberca

Mi colega Ovar

En el portal

Frío

Contradicciones

Repetimos?

Modesta

El hombre quieto

Solicitud de aumento de salario del pene

La chica de la panadería

Excursion por la montaña

Una bella historia

Quizás un extraño

El ginecólogo

Una fiesta de disfraces

Cuarenta cartones

La chica perfecta... ...y el polvo perfecto

Quise probar como era

El juego de los dioses

Amo virtual

Ayer fue mi primer día de gimnasio

Debemos estar locos

Desvirgando a la hija de mi amigo

Mientras mi marido duerme

Yo y mis gallinas

La boda del incesto

Mi hermana, su amiga y yo

La acampada en la playa

Carpe Diem

Zet: la diosa de la lujuria y lascivia

Mi prima Sabrina

Volvieron a verse con su antiguo amante

La putita de mi mujer y su primer trío

Arrebato de pasión!

Viendo desvirgar a mi hija

Mama, papi me desvirgó

Soy mujer de mi padrastro (I)

Mi padre, mi primer hombre (II)

El que la sigue la consigue

Reacción biológica

Un suave masaje

Mis queridas alumnas

Madurita y caliente

Una historia con mi madre

Mi padre, mi primer hombre

Me dicen -Lobuna-, pero soy...

Primer sexo

Mi primer enculamiento

Mi profesor

Mi fantasia... mi cuñada

Mi mujer... muy puta

Amor Lésbico

Grupo de amigos

Encuentro con Bigman

Tijuana caliente

La vecina

Sabor de un viaje

Sky is broken, apartamento de Scully

Vacaciones con mi cubana

Mark

Aquel lugar en new york

Primera leche

Como me cogi a mi madre

Arreglos en el apartamento

Unas vacaciones con su hermano Christian (II)

Unas vacaciones con su hermano Christian (I)

Satisfaciendo mi cuerpo

Le engañe haciendo un trio

Urgencias

Me cogi a mami

Despues de hora

La primera vez

Una noche con un desconocido

Vacaciones super maravillosas

Haciendo la compra en el supermercado

La noche que fui sola a un bar

Unas vacaciones muy calientes

Simplemente la vecina

Laura busca su límite

Mi jefa

La compra

Mi viaje a Perú

Hicimos un trío sin que ella lo supiera

Laura

El verano pasado

Los viajes de Sofía

Soy adicta al semen de mi cuñado

La balada de Don Juan Tenorio

Mi dulce Erika

Lolitas

Suspiro de una maquina

Hija y madre, todo a la vez

Aprendiendo de los que saben

Conocí a Javier ya hace casi 10 años

La chica del 9A

Orgía con dos perras

Capaces de cualquier cosa (I: La excursión)

Marcela (III)

Marta (III)

Curiosidad y placer (II)

Un fin de semana solos los dos

Victor, mi amigo del alma

Mi gimnasio

La madre de mi novia

Deseo anhelado

Hermanas Barbaras!

Pareja de Montreal

Mi hermana, mi amiga, mi novia, mi amante

Fantasías en la playa

Por causa de la recesión

Una clienta diferente a las demás

Mi secretaria

Mi vieja amiga

Una película porno

Las Profanadoras

El esposo de mi hermana

Gloria: Historia de una sumisa feliz

El video XXX de Laura

Censura XXX

Realidades y fantasías con mi secretaria

Anoche soñe con Carola (I)

Curiosidad y placer

El culo de mamá (I: Viendo cómo se masturbaba)

El cuervo

Ganosa

Profesor de colegio

El portero

El amigo de mi hermano

Memorias de un adolescente (I)

Mi prima

Renacer

Solos en la oficina

Gloria: Historia de una hembra

Amigos para siempre

Se acabó la castidad

Mi nuevo vecino

Cita a ciegas (I)

Cartas calientes en la red

Las fantasías con mi esposa (I)

La conspiración

Por un balde de tierra

El sueño anhelado

Tendencia sexual

Mi madre caliente

El profesor de Ishtar

En el espejo

Probadores

Arrodillada (II)

Mi querida jefa

Me saqué el gusto con mi suegra

Una vez en la PC...

Fui su hembra

Puro morbo

Mi primera vez en mi auto

El mejor viaje de mi vida

Arrodillada (I)

Viaje con Joel

Roxana

Clases en Galicia

Deseo estar otra noche contigo

El reencuentro

Era una de esas noches tórridas de verano

Los dulces labios de Laura

Mucama complaciente

El perfume de Elena

Una fantasía hecha realidad

Auto satisfacción masculina

Ella decidían (III)

Una nochevieja movidita

Affaire con el joven

El profesor

La promesa

El que no corre, vuela

Ella decidían (II)

Roxana

Sin imaginarlo siquiera

Lección de latin

Venganza

Mi obsesión

Compartiendo a Mar

Deseo incontrolable

Mientras ella dormia

Primera vez de mis primas

La recesión

Impuros deseos

Mujer desconocida

Marcela (II)

Sueño

C. E. S.

80 en Japan

Bianca

Visita al despacho de abogados

Toda la verdad

Mi prima

Sorpresa en el trabajo

Masaje especial

Monja

Una noche en la playa

Cosecha con mis tíos

Marcela (I)

Gimnasio

Mi padrino, desquiciado sexual

Mi vecina

Patty

Mujer (I)

Guía de turismo

Un cuento de navidad

Grupo de Oración (I)

Un paseo a la casa de la playa

Amante bandido

Fantasias

Una barbacoa muy movida

La futura esposa de mi mejor amigo (III)

Cena de vacaciones

Ilustrísima señora

Hasta que se me hizo

Retos

A mano

Descubriendo a mi esposa

Fin de semana en el camping (II)

Pamela (II)

Qué experiencia!

Dani

Ishtar: (II: La aprendiz)

Sorpresa

La futura esposa de mi mejor amigo (II)

Orgía en la playa (IV)

La fantasía porno

86 en Glass

Ahh, lujuria! (V: Epilogo)

La primera vez de mi esposa con otro

Perra Vida

Ahriana

Mi arrepentimiento

Ahora me toca a mí

Ahh, lujuria! (IV: El otro final)

Playas mexicanas

Bienvenido a tu casa, cariño

Como cambian las cosas

Ahh, lujuria! (III: 4. final previsible)

Mi novio y yo

Andrea, secretaria y amante

Inesperado

La futura esposa de mi mejor amigo

Fin de semana en el camping (I)

Mi amiga Ana

Buscando setas

Mi sirvienta

Pamela (I)

Enseñando informatica a Vanesa

Ahh, lujuria! (III: 3. -casi- final previsible)

Al fin viva

Cómo cambió mi esposa

Vaya hotel

Hermanas

Ahh, lujuria! (III: 2. Madre Mía!)

Las cofrades

Ishtar: (I: La descripción)

Aquellos años felices

Un tercero en la pareja

Sésamo Sésamo

Sucedió en la oficina

Un viaje de egresados con final feliz

Ahh, lujuria! (III: 1. Entrando en confianza)

Viaje de novios al Caribe

Mi primera historia

Qué quieres que haga que?!...

En el trabajo

En un país extranjero

La masajista

Amor fraternal y zoofílico

Ahh, lujuria! (II)

Soñar despierto

La hija de su amiga

Un día de mis Vacaciones (III)

Mi suegra y yo

El sueño se hace realidad

Mi segunda historia

Ahh, lujuria! (I)

Mi sobrina

Sexo y Ley

La primera vez de mi recatada prima

Fea de cara... pero, ¡qué cuerpo!

Mi cuñada Carolina y su amiga Ivonne

Con mi madrastra

Mónica, Pedro y Yo

G: Un puntito de placer

La sirvienta caliente

Verónica mi madrastra

El amor de mi vida

Bebíamos

La obsesión de Rogue

El examen médico

Black Passion

El cielo despues del infierno

Sexo con mi tia

La seducción de mi esposa

Dejar embarazada a mamá

En el metro

Mi relato gay

Los gamberros

Para que sientas lo que yo

¿Homosexual mi hombre?

Mi Madre

La mansión

Historias (VI)

La venganza es dulce

Polvazo con mi cuñada

Dulce venganza

Memorias de un sacerdote

Paloma y sus sueños

Vacaciones en Mallorca (II)

Mateo (II)

La bombacha de Sandra

Esclavo por un solo día

El probador

Aquel viernes

En el sex shop

Orgia en la playa (III)

Historias (V)

Una zorra para dos (II): El primer sándwich

El ático

Por fin hicimos un trio

Y siguió virgen cómo quería

Orgulloso de mi verga

Televisión estropeada

Orgia en la playa (II)

Historias (IV)

La sorpresa

Basico

Fantasias sexuales con Beatriz

Noche espontanea

Me descubrió Él

Mi inconfesable relato

El poder del recuerdo

Un sueño muy intimo

Gemelas

Historias (III)

Mili y el abuelo

Orgia en la playa (I)

Problemas de fontanería

Historias de control mental (I)

Una fiesta campestre

Chantaje a Ana

El mesero

A por ella (III)

Don Benigno

La amiga de mi tía

El restaurante del Sr. Leo

Sexo en las alturas

Esto si es amistad

Mi prima solange

Historias de Ariki: Bárbara (I)

Me han descubierto

El nuevo trabajo

El sacerdote que me amó

Jenny

Violé a mi Jefe

Buscando la chica ideal

Qué manera de iniciarme

Mi putísima comadre

Cambio repentino

La cueva de nieve

Las ayudas de mi suegra

Mis primeros cuernos

Humillada por mi propia carne

El arte de besar

Primer intento (I)

Quiero tu semen

Juan volvió

Apuesta

El juego de la baraja (II)

Grata sorpresa

La antigua novia del colegio

Inicio de cornuda

Una noche con Juan

Dados de la Suerte

La pérdida de la inocencia

Después del chat, la cita

En un canal del irc (II)

Manuela (17: Capítulo final)

Las Reinas (II)

Abusando de Irene (II)

Manuela (16)

Suegra atendida

Manuela (15)

Carta a una antigua amante (I)

Manuela (14)

Rosa, viuda fantástica

Vicky

Mi amiga Lidia

Mimi (07: Epílogo)

Manuela (13)

Manuela (12)

Mimi (06: Londres, el principio del fin)

Silvia, la novia de mi mejor amigo

Quién iba a decirlo?

Las Reinas (I)

Manuela (11)

Mimi (05: Dos más una son cuatro)

D.D.

Manuela (10)

Mimi (04: El Amigo de Julia)

Repartiendo pizzas

Mimi (03: Que los cumplas feliz)

Manuela (09)

El cine

Deliciosamente erótico (III)

Mimi (02: La Apuesta)

Como comerse un coño

Mi Prima y yo

Manuela (08)

Mimi (01: Prólogo)

Con mi tia y su perro

Deliciosamente erótico (II)

Manuela (07)

Nunca más

Mi Hermanita

Manuela (06)

Una perfecta putita

Deliciosamente erótico (I)

Manuela (05)

Manuela (04)

En un canal del irc (I)

Abusando de Irene (I)

Infiel, tres veces

Manuela (01)

Manuela (03)

Sonia

Manuela (02)

Placeres

Vacaciones inolvidables

Mi suegra es bien atendida

Novios de otros tiempos

El despertar de la sexualidad de mi esposa

Cartas de amor

Un hombre rico

Sensaciones prohibidas

Cyber Sodomización

Mi mejor maestra

Mi Hermanita

Campamento

Mi querida alumna

La Noche que comenzó todo

Puede hacerse realidad

Fidelidad

Un día de mis vacaciones (II)

El luto de mi suegra

Después del estudio (II)

Mi Suegrita

Solidaridad agradecida

Un día de mis vacaciones (I)

Enamorada de mi verga

Debutando prematuramente

Cuñada supercachonda

Las Aventuras de Eduard

Crónicas X (II y final)

Mi secretaria

Súper salido

Encuentros virtuales con Eliza

La Hija espía (II)

Tendida en la cama

Una tía muy marchosa (II)

La Verdad por teléfono

Obsesión y placer

Un Trabajo

Follándote en mi mente

Satisfacción cibernética

Vacaciones de verano

Me ocurrió hace unos días

Una tarde con Julia

Conociendo a mi suegra y mi novia

Rosa

Me sacó las lágrimas

Historia de parejas

Verano con mis tios

Qué mujer

Renacer despues de mi divorcio

Sonia

Ranma

Jugando con el consolador

El Sexo más placentero

Nuevas experiencias

Dominio en un despacho

Noche excelente (II)

Contactos en panamá (II)

Fantasía cumplida

La primera vez de Vanina

Noche excelente (I)

El Establo

La Poción azul

Me pasó en Acapulco

Experiencia anal

El Reto pepsi

Mi primo Eduardo

Sabrina (II)

Tequila, shots y adios virginidad

La mamá de mi novia

La Gorda: El primero que se lo pida

El Espía

Micromanía

Me lo merecía

El Mercadillo

Historias de Ariki (Continuación de Rapanui)

Juan

La Hermana de mi mejor amigo

Florencia

Fiesta

Crónicas X (I)

Experiencias reales

Los sueños si se hacen realidad

Mi novia es experta en mamarlo

Deseo

El Escape

Hermafrodita

Esposa para todo

Eva

La Escalera

La Entrevista

Aposté a mi novia... y perdí... pero gané

La exhibición de Nuria

Follando con mi abuela

Ese día

La Crema bronceadora

Descubriendo el goce anal

La leyenda de Anguile

Aventura sexual con mi compañera

Mi Deliciosa tía

Agujeros en la pared

La Bienvenida (Paseo alternativo)

Construcción

Boca y River

Mi vecino

Adios a mi virginidad

La Veterinaria

Toty y Barri, la pareja explosiva

Mis vecinas favoritas

Mi Vecino

Variación salvadora

Los hombres también pueden

La terapia

Trío, una buena opción

Qué suerte la mia

Regalo de Navidad

El Reencuentro de dos hermanos

Esos restos maravillosos

Qué cuñada!

Strong

Mi perro San Bernardo

La primera vez de un tontín

Regalo

De la piscina al cielo

La prometida de mi amigo

Quieres problemas?

Viaje de aventura

Es una reputa

Mi Rotwailer

Preparada para la fiesta

Pensada en ti

El perro de mi tio

Mi gran profesora

Moni

Noche de brujas

Los pasos a seguir

Mi pene está fláccido

Mi primera vez

Qué manera de tener sexo

Lun

Mi padre y mi socio

Pepa, su hijo y yo (II)

LLeno de sexo, lleno de amor

Pepa, su hijo y yo (I)

Sonia y su madre

Lina y Carolina

Nancy

Tenerife

Me lié con la hermana de mi novia

El mejor ejemplar de la exposición

La verdadera historia de Cenicienta

Sin inhibiciones

Hace tiempo

Mi fiesta de diecisiete

Un adorable mastin

Fedra

Me gustó que tocaran a mi mujer y mi hija

Jvr

Estudiante en prácticas

Noches de Verano

El juego de la silla

Primer trío con nuestro amigo

Fin de semana en el campo

Leticia

Ella

Mi maestra y su perro

Nautic

Dulce venganza

Joao (II)

Historia de mi patrona

Supersexo

Al salir de clase

Increible aventura

Joao (I)

Sábado y sin plan (II)

Serás mi esclavo

La gatita persa

Realtime (I)

Servicio de masajes

Sábado y sin plan (I)

Mal amigo?

Dia de muertos

Mi esposa se libera

Me encanta el sexo (IV)

Me encanta el sexo (III: El Regreso)

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Querido Guille

Sabía que podía pasar

Oliendo a femenino

Nock, nock, abre el IRC

Mi Fox-Terrier

Muy Especial

Mateo

Vida Campesina

Trucos para ligar (I)

Consejos tras la ruptura con al pareja

Nuestra relación

Folderty

Desvirgando a mi cuñada (IV)

Comentario femenino sobre el arte de seducir

Carla

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La petición (II)

Un paseo inolvidable

En la plataforma

Feliz cumpleaños, Carlos

Por Chicuelinas

Mi compañera de trabajo (I)

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Compañeros de oficina

Religión, represión y sexo

Manual de buenos modales ante una mamada

Estimulacion del punto-G

Como chupar una polla

Diccionario del cine porno

La Mirilla

La Culiona

Con mi suegra

El padre de mi amiga

Qumm

Inocentes historias de exhibicionismo

Espiando a mi vecina

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Encuentro en internet

Del cyber a lo real

Mi Aventura (I)

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Experiencia familiar

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Aventura en Vallarta

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La Educación de William

Sucedió una noche

Después del verano

Manual para ligar (comentarios)

Avería afortunada

La Boda de Pam (II)

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Masturbación en la ducha

Loretto embarazada

Ocurrió hace dos meses

El culo de mamá (II: Enseñandole la polla a mamá)

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Mi mujer me calienta más que ninguna

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Médico de familia, la verdadera historia

Cachondeo en el FBI

Mi Amigo de la Net

El noviazgo es peligroso

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Confesiones de mi esposa (Otra versión)

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Aventura en Veracruz

Angel de la guarda (II y final)

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La partida de lamedores (II)

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Mi esposa y mi fantasía

Dudas sobre el semen

Diccionario de términos sexuales inglés-español

Gama de condones del mercado

Apuesta muy comprometedora

Tenorio, poesía erótica

El estilo sexual de cada signo

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Un día típico en la vida de Abilito

No Rompas la cadena sexual

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La Abuela (II)

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La primera vez que provoqué un orgasmo

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Cigarrillos para ellas

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Guia de bestialismo perro-mujer

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El Agradecimiento de mi prima

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Algunas costumbres sexuales del mundo

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Diferencias entre cine porno y cine erótico

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Soneto a M.E.G

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