Hola, soy Diana*, tengo 20 años y les contaré como perdí virginidad. Esto me pasó hace un año, mi novio y yo cumplíamos dos años y hasta el momento teníamos una relación maravillosa, llena de cariño, confianza y sobre todo respeto. Como todas las parejas, empezábamos a sentir ya el deseo de estar uno con el otro, pero teníamos miedo, sobre todo yo, quien había conocido muchos casos de niñas embarazadas y la sola idea de pensar en ello me aterraba, mi novio, que se llama Alejandro, tiene 28 años, me había propuesto en repetidas ocasiones tener sexo, pero como les decía temía mucho.
Cumplimos nuestro segundo aniversario, y tuve la grandiosa idea, de festejar nuestros 2 años en su apartamento, él vivía solo y por esas fechas mis padres se encontraban fuera, así que aproveché la ocasión para hacer algo inolvidable, les confieso que no iba con la idea de perder mi virginidad, pero si quería hacer algo maravilloso tanto para él como para mí
Tenía todo planeado, ese día, Alejandro salía a las 8:30PM de turno en el hospital, tiempo suficiente para prepararlo todo, cena, película todo, él no sabía nada al respecto, tenía la gran ventaja de tener las llaves de su apartamento, por si se les perdía, yo tenía una copia, llegué a eso de las 7 y armé todo, una película romántica, muchas velas, y la cena. En efecto, el llegó a las 9, y vio el super cambio, bueno, para aligerar el relato, comimos, vimos la película, bailamos en fin, hasta que el cansancio nos dejó en la cama de él, frente a frente
Me miraba fijamente, yo estaba un poco apenada, y me sonrojaba con facilidad, él me sonreía sin decir nada, era una mirada pícara pero a la vez dulce, esa mirada que me enamoró. Yo rompí el silencio:
"¿Qué tanto me miras?"- Dije con voz suave y sonriente
Que estás muy hermosa esta noche.-
No digas bobadas- Repliqué
En serio.-
Sonreí
¿Sabes? Me siento un poco mal, porque no te di nada para nuestro aniversario.-
No te preocupes.- Dije sonriendo
En serio, quiero darte mi regalo.- Dice Alejandro
A ver, son las 11:00 de la noche, no hay nada abierto, que me piensas dar.-
En ese momento, se me acerca y me besa apasionadamente, y yo no opongo resistencia, siento su mano que recorren mi cintura subiendo mi camisa blanca, y las mías toman sus brazos, luego baja sus labios hacia mi cuello, y sentí que toqué el cielo, mientras me quitaba la camisa, en ese momento se detiene y me mira a los ojos, y me dice:
¿Estás segura?-
Yo, sin decir palabra lo seguí besando, dando así mi respuesta. Todo lo hacía suavemente, y eso me excitaba mucho más, me quitaba la blusa, luego el bra, quedando totalmente desnuda de la cintura hacia arriba, mientras él maniobraba en mi, yo también le quitaba la ropa, nos incorporamos mejor, quedando él encima mío, me quitaba lo que restaba de mi ropa y yo también le quitaba todo, quedamos completamente desnudos frente a frente, estaba temblorosa y él me seguía besando sin parar. Bajó de nuevo a mi cuello, y luego a mis pechos, estaba muy caliente, y ni se diga él, jugueteaba con mis pechos y yo daba pequeños gemidos, la verdad, aun tenía vergüenza de empezar a gritar como loca, porque temía dañar el momento, él seguía allí, jugando, y siguió bajando, lentamente como disfrutando cada centímetro de mi cuerpo y yo, miraba cerraba los ojos y gemía, llegó a donde esperaba, abrió mis piernas y se encontró cara a cara con mi sexo, estaba bastante mojado, y empezó a lamerlo pausadamente, eso me excitaba aun más, metía su lengua, sentía su nariz en mi clítoris, subió un poco y lo empezó a lamer, luego lo succionó y yo me empecé a agitar, y ya mis gemidos eran más fuertes, hizo de todo, me lamía, me mordía, me chupaba, ese hombre si que sabía hacer lo suyo, yo cerraba mis piernas para que no se detuviera y mis manos se aferraban a la cama, gritaba de placer, sentí mi primer orgasmo, que sensación!, sin igual.
Luego de unos pocos minutos, le pedí que se detuviera, era mi turno de complacerlo, así que se puso boca arriba en la cama, y de una introduje mi boca en su pene, estaba bastante grande y muy erguido, lo lamí, ya que al parecer se había corrido antes, y me lo metí todo en la boca y lo empecé a masturbar, gemía, lo que me decía que lo estaba disfrutando, seguí más rápido sin detenerme, masajeaba sus testículos, estuve así bastante tiempo. Se corrió en mí boca, me tomé todo su jugo, como quien come el manjar más dulce y delicioso, él me miraba con cara de satisfacción, así seguí bastante tiempo, se corrió varias veces.
Él me quería penetrar, así que me puse boca arriba y él encima mío, abrió mis piernas, y me la metió pausadamente, estaba un poco asustada, así que se acerco a mí y me besaba los senos, los mordía, con el fin de excitarme más de lo que estaba, poco a poco me lo metía y no sentía ningún dolor, yo gemía, y él lo disfrutaba entró todo, me tomó de las caderas, y me lo metía y lo sacaba, a medida que pasaba los segundos, subía el ritmo, empezaba a gemir de placer, luego sin sacarlo de mi ser, se me acostó encima mía y me besaba el cuello, mientras hacía movimientos dentro de mi vagina, me susurraba palabras al oído, palabras hermosas, yo me sentía en las nubes y no quería que se detuviese. Luego le propuse sentarnos en una silla que estaba junto a su cama, él se sentó y yo me senté encima de él frente a frente y despacio me lo metía, y lo galopé, mientras él me mordía los pechos y jugaba con ello, que delicia!, me advirtió que se correría, así que yo me levanté y fui a recibir su leche en boca, él me acariciaba la cabeza mientras recibía su semen, luego cuando acabó me volví a sentar sobre él y seguimos, hubo un momento en que nos quedamos quietos, yo sentada sobre él, su polla dentro de mí, abrazados.
Estábamos cansados, pero no queríamos acabar, así que fuimos al ducha, estábamos sudorosos de placer, mientras caminábamos hacia el baño me tomó por la cintura y me susurró al oído
Amor, ha sido la mejor noche de mi vida, espero volverla a repetir.-
Yo también, amor.- Le dije
Nos besamos, entramos y el agua estaba fría, nos metimos, mientras nos enjabonábamos, nos besábamos, nos acariciamos, lo masturbaba, y él a mí.
Cuando acabamos, nos acostamos de nuevo en la cama, para descansar, él se acostó en mi regazo y se quedó dormido. Y sin duda, fue la mejor noche de nuestras vidas.