Odio estar en el medio.
Peor todavía. Odio estar en el medio de las dos en un taxi, buscando ferias de artesanos.
Es vergonzoso verlas calentar al chofer contándose en voz alta las propiedades de mi pija que comparten.
El tipo mira por el retrovisor con una mezcla de envidia e incredulidad, y ellas disfrutan hablando.
En el centro del asiento trasero no puedo ocultarme de su mirada, pero le puedo leer el pensamiento. ¿Cómo carajo hace este coso con esa cara de boludo y ese esmirriado cuerpo para que semejantes diosas acepten distribuírselo?
Vicky apoya su mano izquierda sobre mi pierna, muy cerca de un lugar abultado y Patty atesora con la mano derecha dentro de mi bolsillo, la cabeza del palo.
Empezábamos una Primavera festiva aquel año 86.
El pobre hombre nos ve pero no se anima a hablar, supone que es una broma pesada.
No es así.
Hace algún tiempo que me convertí en amante doble.
Ambas tienen novio, pero yo las atiendo.
Si el novio de Vicky la libera a las tres de la mañana yo paso por ella a esa hora y la devuelvo a su casa.
Si Patty queda sola el fin de semana yo me encargo de su diversión en esos días.
Si se enferman, están depresivas o se aburren, estoy para acompañarlas. Para escucharlas y amarlas. O sólo para entenderlas.
Las ayudo con la facultad, con el contrato del alquiler, con las tareas de la casa.
Si necesitan cualquier otra cosa siempre estoy yo. Pero plata no pongo, para eso están los novios y además mi sempiterna vaciedad de bolsillo no me lo permitiría.
Vicky adoptó mi pija por un tema casi pueril. Es la más grande que se puso en la boca. Ella me llevó hasta Patty relatándole sus orgasmos interminables y mi eterna erección nocturna.
Ni lesbianas, ni trío, a ambas les calzo sólo como amante.
Y no es difícil decir sí.
Me gustan las tetas de Vicky y el culo de Patty, la boca de Patty y las piernas de Vicky.
Me siento afortunado de ser objeto del experimento: 2 mujeres que desean demostrar que la amistad no es sólo un atributo masculino.
Volvamos al taxi.
Vicky gesticula ampulosamente detallando el tamaño de mi pájaro y Patty trata de explicarle la manera en que entra completo en la boca.
Estoy empezando a disfrutarlo, al fin de cuentas no sé cuantos pueden contar, (sin mentir), lo mismo.
Llegamos. Pagan y nos bajamos
Íntimamente siento que el taxista no me pide un autógrafo por pudor.
Recorremos abrazados todo el repleto Parque Lezama, lindero al Barrio de La Boca en nuestra Buenos Aires.
Buscamos un talismán "astrológicomultifacético" que tenga propiedades curativas contra el pie de atleta y el pulgón del rosal.
Pero esa no es la historia.
Anoche, Viernes, dormí en casa de Vicky.
Llegamos después de las 21.00 hs. El novio había decidido ir a jugar al fútbol con sus amigos y yo llevé a Vicky desde la facultad de regreso a su casa.
Él es "Bostero", (cariñoso argentinismo dedicado al fanático de Boca), eso hace que no me sienta culpable.
Idéntica sensación para con el novio de Patty que es Gallina, (fanático de River). Mi tercera posición Racinguista pone a salvo mi conciencia.
Amo desvestirla completamente en el ascensor. Esta vez opto por devolverle el abrigo largo que lleva y termina de taparse justo cuando llegamos a su piso.
En el palier espera una pareja con 2 niños, a quienes contestamos un cordial saludo disimulando el secreto morbo. Su concha arde, peluda e inquieta, rozando la entretela del abrigo, y su ropa colgando de mi brazo oculta mi erección lubricada y semiexpuesta.
No dejo que encienda la luz, me aferro a su cintura como si fuera la última oportunidad en mi vida y me dedico a besarla. Sé lo que quiere. Sé qué es lo que quiere de mí.
Su imagen desdibujada en el trasluz se eleva sobre los tacos y no puedo evitar emocionarme cuando desliza el abrigo piernas abajo, calenturas arriba.
La clavo así parada.
Se ancla en mí cruzando por detrás las piernas y empuja con ellas más adentro.
El camino es estrecho ya que le falta trabajo previo, pero le gusta así. Camino todo el living con ella gimiendo y retorciéndose subida a un original "caballito".
La dejo caer suavemente sobre la cama y vuelvo a penetrarla.
Salvajemente entro y salgo sin consideración.
"¡Hacedme el mal, quiero que me duela!"
No la considero masoquista.
Sé que su entrepierna necesita un poco de maltrato para entregarse.
La doy vuelta y sin preguntarle la vuelvo a clavar.
Está en cuatro patas, con el torso cayendo casi hasta la cama y agarrada con las dos manos de las sábanas.
Su cara va y viene arrastrándose por la almohada y sus ojos se entreabren solamente cuando se le escapa un gemido.
Abre más y más su concha, demostrando que los humores de su excitación la lubrican infinitamente.
Empuja hacia atrás. Se clava lo más profundo que puede.
Es un festival para mí y no puedo contenerme mucho más tiempo. Le aviso y se acomoda mirándome y permitiéndole a mi pija ingresar entre sus tetas. Su lengua lame sin parar mi cabeza sexual, hasta volver a dejarla dura y reluciente. Bebió toda mi leche con un ansia que parece amor.
Ahora me dedica su mirada.
"Y la noche recién empieza" - Disparó a modo de consejo.
Se tira a mi lado cruzando el brazo izquierdo sobre mi.
"Suerte que soy zurda" - Analiza.
Y su mano se agarra de mi pija para dormirse.
A eso de las 2.00, (madrugada sabatina), Patty llega arrastrando una resaca de Gintonic que apenas le permite descubrir que soy yo quien abre la puerta.
"¿Vicky duerme?"
"Desde hace un rato"
"¿Comieron? Traje pizza"
"Vicky tomó mi leche, yo iba a la heladera"
Odia que la trate como a un amigo más.
Ella es mujer, no quiere ser un amigo y ese tipo de trato la rebela.
"No seas pelotudo"
"No te aguantas una joda, amor" - y me acomodo el bóxer.
Desvía su mirada hacia abajo y nota mi erección plenaria en su presencia.
No lo puedo evitar e incluso se lo digo cada vez que puedo.
Patty apenas necesita de su olor para ponerme caliente.
Ni pensar en su cuerpo o en la manera en que se desnuda.
Con solo estar en la misma habitación que ella se me para.
Comemos. Hablamos.
Reímos.
Negociamos unos masajes en el cuello por un strip tease.
Estoy 20 minutos regodeándome con su piel. Mis manos sueltan, uno por uno, cada nudo de su contractura y la aligeran de sus tensiones.
Es increíble pero no tengo ganas de dormir. Sigo como si fuera un sueño pero despierto. En una voluntaria vigilia. Trasnocho, empecinado, buscando el momento para estar con ellas. No tengo horarios y mis otras responsabilidades están minadas de defectos, trabajos mal terminados, llegadas tarde, siestas en colectivos y sueños en trenes.
Bien vale la pena el deterioro.
Suena Santana en el equipo. Para Patty esa onda latina agregada al Rock sajón es el camino y, aunque sus rasgos hebreos la desmientan, su cuerpo se desliza en esa música como si fuera de sexta generación caribeña.
Ya dejó caer la falda y su blusa apenas le cubre un brazo. Lleva portaligas y toda su ropa interior es negra, como sus medias, como sus zapatos altos.
Es impresionante tan blanca, tan sensual y tan expuesta.
Obvio que en ningún momento se me bajó la erección, ni tampoco se me ocurrió moverme para ir al baño desde que llegó.
Hace más de una hora y media que estamos en este juego de seducción y apareamiento. La miro desde el sofá y no puedo creerlo. Es realmente hermosa.
Ahora me entrega su sostén, se aleja y se saca la trusa. La acomoda entre sus tetas y se me acerca para que la quite con los dientes.
Mi pájaro vuela libre hace rato.
No fue rozado siquiera por propia mano, (lo prohibió en la negociación), y se acerca el momento de su entrada a escena.
Se arrodilla y lo mete en su boca.
En la segunda bajada su maestría lo lleva hasta la garganta y ahí lo maneja a su antojo.
Esta llevándome al juego que mejor juega y que más le gusta. Me deja sin control y desesperado.
Estoy entregado.
A partir de ahora, ella hace de mí lo que quiere y me deja hasta el alma sin aliento.
Se sube en mi.
Me coge sin permitirme el menor manejo. Aprieta mi humanidad contra los almohadones y cabalga. Está buscando que acabe antes, nunca pudo conseguirlo y cree que es hoy el día. Se retuerce y convulsiona.
Pero yo sé el punto justo de su explosión y ahí precisamente tiene mi palo. Otra vez le gano.
Sus orgasmos son largos y profundos pero no la debilitan.
Mira mis ojos con lascivia y excitación.
"No lo puedo creer, ¿Todavía no vas a acabar?"
"Estoy esperando mi turno y mi lugar"
"No, hoy no. Se lo negué a Agustín, además después me duele" - (Agustín es el Gallina).
Consigo salir de ella y la doy vuelta, ahora no puede manejar nada.
Está boca abajo contra el asiento en la misma posición que Vicky tuvo antes, así que ahora es mi fiesta y yo decido el juego.
Destruyo su defensa con un ataque al corazón mismo de su concha.
En esa posición está entregada, cualquier movimiento que hago le llega como electricidad y goce a su cerebro.
Es fácil ahora jugar con ella pero el cambio de rol no parece afectarla porque sigue gozando como al principio.
Mojo mi dedo mayor con el abundante jugo de su concha y se lo meto en el culo.
Hago presión con ese dedo en la pared que lo separa de la vagina y alcanzo a sentir mi propio calor embistiendo, esto la termina de convencer.
"¡Qué placer!. Hijo de puta, ¡¡Me estás matando!!. ¡¡Seguí no pares ahora!!.
De todas formas paré para dedicarme a mi goce.
Le retiro el dedo y la pija al mismo tiempo y cuando se voltea a mirarme con incredulidad ya estoy acomodándome en la entrada de su culo.
No protesta y sonríe más lasciva que antes.
"Siempre haces lo que quieres conmigo" - Se sincera.
"Claro, si hasta ahora vos no gozaste nada, ¿No?" - Ironía machista a mi cargo.
Apenas pude meter la cabeza antes que su agujero se cerrara. Empecé a deslizarme hacia adentro con mucha dificultad y muy lentamente.
Cuando ingresé la mitad empujé violentamente clavándola entera y ella aulló de placer.
Me dio acceso a cada uno de sus códigos erógenos y sé que éste me habilita a entrar y salir a un ritmo impresionante. Avanzo y retrocedo a mi antojo hasta que no puedo más y acabo entre gritos, mientras le lleno el culo de semen.
Tardé demasiado en recuperar el aire.
Ella me gana el lugar en la cama grande, cerca de Vicky.
Me toca el sofá.
Mala leche.