SIN QUERER, QUERIENDO- 6
En menos de lo que se los cuento me desvestí y me metí a la regadera, ni me esperé a que se calentara el agua, así me metí bajo la ducha. Puta madre!!, casi me da una pulmonía, pero qué tal si Nena se apendejaba y no podía explicar que estuviera todavía vestida, más de dos horas después de haber llegado a la casa? Y yo, con la vergota bien parada y oliéndome a pescado? Me la lavé rápido, me medio sequé y me acosté así, encuerado, al cabo que necesitaba que mi vieja me sacara con las manos y la boca la lechona que la Reina de Reinas dejó acumulada. Como no se dejaba coger por el embarazo, cómo me iba a sacar la lefa?... a mamadas!!
No hubo bronca, mi esposa llegó y preguntó lo mismo que todas las esposas que llegan a la habitación y encuentran a su marido acostado: "estás dormido?, papi, estás dormido?, contéstame!", jejeje, pendejas!! Me hice el dormilón y al medio minuto "desperté" limpiándome la baba y con cara de sorprendido y modorro. Qué?!, qué pasó mami? Nada, ya llegamos, duérmete. Pos qué horas son?, pregunté haciéndome todavía el desubicado. Casi las 4:30 de la mañana. Todo bien, no hubo novedad, no hubo problemas? No, nada, llegamos muy bien, ya duérmete otra vez, ándale.
Mientras mi gorda se desnudaba yo me senté en la cama y me destapé para jalarme la verga frente a ella. Al verme masturbándome no se puso su bata de dormir y mirándome como gatita se vino en pelotas a acostar con su panzota de 7 ½ meses de embarazo, aún así estaba muy antojable, es una mujer muy hermosa y aún encinta no había ganado mucho peso. Eso sí, su pechos sí crecieron y se veían pesados y rotundos. En cuanto se recostó a mi lado me puse a masajear y chupar esos encantos pectorales que parecían ser los de otra mujer, por las dimensiones que habían adquirido y por la oscuridad de la aureola del pezón, diferente al color de rosa que tenían meses atrás. Me sentía pequeño en esas tetotas, no sé si me entiendan, como que sentía mi cabeza y cara muy chicas con referencia a esos melones.
Luego de un rato de estar cenando chiche, me incorporé y me puse de rodillas a la altura de la cara de mi esposa, Lorena es su nombre, enseñándole la verga bien paradota y diciéndole que si me iba a dejar metérsela. Nombre, mi amor, mira cómo la traes!, nunca te la había visto tan parada, puedes lastimar a nuestro hijito o a mí, mira cómo la tienes, como que te está creciendo, no?, me respondió asustada y dudosa de lo que veía.
No Lore, está igual que siempre, mira tócala, le respondí sabiendo que tenía razón, que la continua acción y demanda a la que me la sometían su hermanita menor, Maru y su sobrina Nora la rubia, algo estaban produciendo en las dimensiones de mi amigo, ahora de casi 9 pulgadas de largo y 2.5" de ancho. Como dicen los que saben: Es un músculo que si es usado y/o forzado regularmente, crecerá y ganará volumen, y vaya que yo lo estaba usando/forzando muy regularmente, y por lo que se ve, ahora lo usaría/forzaría más, pues Nena la reina, ya se había apuntado en la lista de usadoras/forzadoras de este "músculo".
Cuando Lore agarró y rodeo con sus dedos el tronco de mi vergota, era evidente el esfuerzo que su mano hacía por tocar la punta de su pulgar con su dedo medio, pero le faltaba 1 ½ pulgadas para lograrlo.
Qué bárbaro, mi amor, la tienes más gruesa que antes!, me dijo convencida de sus sospechas.
No, mami, está igual.
Te digo que no, si lo sabré yo, antes el espacio entre mis dedos no era tanto, te digo que la tienes más grande que antes. Se te está poniendo demasiado larga y gruesa. Porqué?
A lo mejor te estás confundiendo, ya ves que hace mucho que no hacemos nada, le dije, recordando sus confesiones de que yo no fui, ni en sueños, su primer hombre, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto... sino el quinto! Sí, compañeros, no hay quinto malo y ese era yo.
Mi Lorena, mujer hermosísima, como las mujeres de esta familia, había tenido infinidad de novios antes que yo llegara a su vida, y a cuatro de esos afortunados hijos de puta, les había dado a probar o a llenar, quién sabe, de sus cositas; esto me lo confesó cuando le propuse matrimonio, y yo, enamorado y para nada un angelito, pues así le entré y sostuve mi oferta de compromiso matrimonial.
Antes de la fecha de la boda nos descuidamos, la embaracé... y aquí estamos.
-Confundida, con quien?, me preguntó sin dejar de menearme la verga y verla con interés.
Con alguno de aquellos, le aclaré, de los cuatro fantásticos.
No, cómo crees, ya ni me acuerdo de ellos... porqué fantásticos?, tonto.
Porqué estuvieron contigo antes que yo, eso los hace fantásticos, no?, le dije empezando a propósito un jueguito muy morboso, andaba muy, muy caliente.
Tú crees?, me respondió halagada y con cierto temblor en su voz, apenas notorio.
Claro, si cuando te conocí estabas hermosa, imagínate años antes, cuando eras virgencita, a qué edad te dieron por primera vez?
Qué preguntón eres, mi amor!!, me respondió divertida y siempre jalándome lentamente la vergona que casi me reventaba.
Ándale, dime, cuéntame.
A los 17, cómo ves?,
-Te gustó mucho?, seguí en la cosecha.
Mucho que digamos mucho, no, yo esperaba más.
Más?, cómo más.
No sé, respondió, como era mi primera vez... no sé, algo más rico.
No sabría cómo, tu galán, no tendría experiencia, no?
Tal vez, era muy joven como yo, hay mi amor, mira cómo se te hincha!, qué rica se te está poniendo ultimamente..., me dijo y se puso a chupármela un poco.
Después de unos minutos me recosté en la cama, ya me había cansado de estar de rodillas y me recargué en la cabecera. Lorena recostó su cabeza en mi pecho y me masturbaba la verga lentamente y muy lubricada con su saliva.
Qué rica la tienes, mira qué grandota se te está poniendo, mmmhhh, qué buena la tienes, no estaba así, comentó otra vez.
De los cuatro, quién la tenía más grande?, pregunté queriendo jugar.
Para qué quieres saber?, respondió.
Dime, ándale, no quieres ver cómo me crece más con tus respuestas?, responde.
Loco, estás loquito, y luego si salimos enojados?.
Nombre, cómo crees, ándale dime, quién de todos la tenía más grande?, seguí preguntando, buscando la forma de hacer que mi esposa se portara mal, sintiendo una mezcla de sensaciones nuevas: curiosidad, nervios, morbo, calentura, todo junto.
-Bueno, si tú lo quieres te lo digo, pero no te vayas a enojar, he?
-No, Lorena, ándale respóndeme, pórtate mal por esta noche y dime quién, insistí interesado, sintiendo la suavidad de su mano recorriéndome la vergona temblorosa y muy cabezona, tan excitada como mi cerebro calenturiento y curioso.
-Sergio, el tercero con el que tuve relaciones, ese la tenía más grande que todos, me respondió al fin.
-Que todos?, incluso que yo?
-Sí, mi amor, incluso que tú, la tenía muy muy grande, gigantesca!
-Como cuánto más que yo, pregunté, agarrándomela de la base y parándola bien.
-Como por acá, me respondió poniendo su dedo índice a 5 centímetros de mi cabezona.
-Ah cabrón!!, tanto así?
-Sí, mi amor, así de grande, bien larga y gruesota, me dijo sin quitar su dedo del aire, a dos pulgadas de mi chile, despedazándome el ego.
-También la tenía muy gruesa?
-Sí, un poquito más que tú, aunque ya casi lo alcanzas, se te está poniendo como la de Sergio, me respondió masturbándome lentamente otra vez y atormentándome con ese nombre.
-Se la jalabas así?, mami.
-Sí, mi amor, se la jalaba mucho en el coche, cuando nos estacionábamos en el parque. Me gustaba ponérsela bien grande, me impresionaba mucho su cosota.
-Nunca habías tenido una tan grande?
-No, los dos primeros no la tenían tan rica como Sergio, él la tenía super sabrosa.
-Hay cabrona!
-Ya te estás enojando, verdad?, por andar de preguntón, ya ves.
-No, es que me la apretaste muy fuerte, le dije queriendo disimular esa reacción, supongo muy natural en cualquier esposo cuando le dice su esposa que otro méndigo la tiene super.
-Perdóname, mi amor, no me fijé, es que me emociono al acordarme de Sergio.
-Lo quisiste mucho?
-Sí, me traía loca.
-Con su super vergota?
-Pues sí, si he de serte sincera, sí me gustaba mucho su cosota, además lo hacía muy rico, hay mi amor, ya me están dando ganas de que me la metas.
-Ya no le tienes miedo a mi verga?
-Un poco, pero al acordarme de Sergio, me dieron ganas de coger, me respondió acelerando el ritmo de sus jaladas, sacándome goterones de baba preseminal, atorados desde que estaba en el casino, en la fiesta y cuando estuve con Nena en la sala. Hay, mira cómo te sale juguito, como a él.
-Así le salía a Sergio?
-Sí, mi amor, le salía bastante, rico como el tuyo.
-Lo probabas?
-Sí, mi vida, me gustaba su sabor saladito, mmmhhh.
-Se la mamabas, Lore?
-Sí, bebé, se la mamaba bastante, apenas me cabía en la boca, le gustaba que se la mordiera.
-Que se la mordieras?!
-Sí, que le mordiera la cabezotota, la tenía más cabezona que la tuya, cielo, se la mordía fuerte, así le gustaba a él.
-Y no se quejaba, no le dolía? No podía controlar el temblor de mi voz.
-No, para nada, se la mordía bien fuerte, mi amor, bien fuerte, la tenía muy dura, hasta parecía que estaba mordiendo un borrador de goma grandote, rico.
-Y luego?, le pregunté sintiendo como se me desplazaba incontrolable el flujo de mocos a lo largo de la verga, sintiendo su experta mano masturbarme a velocidad media, sin prisas, dueña del momento, dueña de mí. Las sienes me latían, la calentura y los sentimientos encontrados me ahogaban al escuchar a mi esposita hacerme semejantes confesiones, al compartirme sus secretos.
-Luego se la seguía mamando y mamando, papi, -me decía al oído, impúdica- mamando y mamando, mamando mucho, mamando rico, mi amor; imagíname... bien jovencita... bien bonita... de 20 años, como en las fotos de esas fechas que has visto, imagíname... mamando y mamando... chupando y chupando... mordiendo y mordiendo... mamando y mamando... bien bonita que estaba, bien buenota, mi amor... pero cómo me gustaba mamársela a Sergio... me encantaba, cielo, me encantaba comérsela rico...comérsela mucho... comerme su leche... su lechota... salada... espesa.
-Te comías su leche, mi amor?
-Sí, esposito, perdóname, perdóname porque sí, sí me tomaba su leche... tibia, lechota tibia, papi, lechota de Sergio, mi amor... se la sacaba con la boca... echaba mucha... mucha... más que tú... mucha lechota papi... y me la comía toda, cielo, perdóname... me la tragaba toda ... así... aaaghhh....aaagghhh... huummm... así, así...aaagghh.... me la tomaba y me la tomaba... y le seguía saliendo, mi amor, más que a ti, mucha... mucha lechota...rica... rica, me ahogaba con la leche de Sergio, hhuuummm, le salía mucha, muchísima. Hay, amor, mira cómo la traes, bien grandota!!, me dijo al darse cuenta de cómo me la había puesto con sus palabras, con su resumen mamatorio. -Métemela, ven, métemela por atrás, dámela por atrás, así no me haces daño, ándale papito, cógeme!!
Se puso ágilmente de espaldas a mí, ni parecía que le pesara la panzota, paró las nalgas y se las abrió, enseñándome el caminito a su culo. Apunté y le embarré la cabezona en el fundillo, de arriba para a bajo, como si se lo estuviera pintando. Sí, tienen razón, mientras le hacía eso pensaba si el maldito Sergio se la dejó ir por el culín, pero eso en lugar de mortificarme, me asfixiaba de calentura. Ya antes lo habíamos hecho así y sólo la primera vez se quejó un poco, cómo saber si yo fui el primero en llegar por la puerta de atrás, sólo preguntándoselo, no?
-Sergio te la metió por allí, Lore?
-Sí, mi amor, pero sólo la cabezota, me gustaba pero me dolía mucho, no me crees que la tenía bien grandota, verdad?, si la hubieras visto... la tenía deliciosa como la tuya.
-Mamita!, te la voy a meter toda, te voy a sacar al tal Sergio por el culito, vas a ver.
-No, mejor métemela por la vagina, mejor damela por la vagina como Sergio, me quiero venir mucho, ándale mi amor, ya no aguanto!!, gritó tan fuerte que era difícil que no la fueran a escuchar allá abajo.
Se la quise restregar en la rajita de la pucha hinchada y húmeda, como se la restregué en el culito, pero no se aguantó y la agarró, y ella solita se la fue metiendo toda. Cuando se encajó bien las 9 pulgadas de garrote empezó, ella sola también, a moverse de adelante para atrás y a decirme: -Así, Sergio, así métemela rico, ya te extrañaba, Sergio, que rica la tienes, métemela mucho... dámela cómo antes, te acuerdas cómo me cogías... aaahhh.... aaahhh.... Sergio.... Sergio... me matassss.... me matassss.... aaahhhh.... qué rica... qué grande... qué rica.... que rica la tienes.... Sergio...
Me maltrataba sicológicamente con ese pinche nombrecito, pero cómo gozaba yo!!
A los pocos minutos nos venimos juntos, la agarré de las tetazas y con mi otro brazo la abracé con fuerza y pasión, besándola desde atrás en la boca. Habíamos tenido muchos y muy variados encuentros sexuales, aún antes de casarnos, pero éste, este fue el mejor de todos, y con casi 8 meses de embarazo!!
Me agarró del brazo que le aplastaba las tetas y me lo acarició, diciéndome TE AMO.
-A quién?, pregunté haciéndome el confundido, pero más que nada dolido, para qué lo niego.
-A ti, mi amor, a mi esposo, mi vida, al padre de mi hijo.
-Pensé que a Sergio, le dije adolorido, ofendido.
-No querías que me portara mal? Tú lo pediste, no?
-Y te portaste mal o te sinceraste y me dijiste la verdad?
-Ah, pues quién sabe... adivina... piénsale... será cierto o no será?, yo no te voy a decir si fue o no fue. Tú debes saberlo, me respondió retadora, malvada.
-Lorena, no me hagas eso, no chingues, siento muy gacho, le respondí dolido, dolido pero mi verga, que aún estaba semi erecta dentro de su resbalosa vagina, empezó a crecer y a dar de brincos, sintiendo las paredes calientes y viscosas de su encharcado conducto, ahogándome entre la duda o la certidumbre de lo que esa noche me había confiado o ¿soñado?.
-Ya, mi amor, jajaja, no es cierto, ya duérmete, no es verdad, me respondió con un tonito más de "no estés chingando" que de otra cosa; -no me la saques, así vamos a dormirnos, quiero soñar... con Sergio, jajaja, no te creas!!, jajaja, hay qué maldita soy, ya duérmete, jajaja.
Con la verga bien parada dentro de ella me acomodé a dormir, qué sabroso!, no sé, todo eso me gustó, la sentía muy pegada a mí, moviendo lentamente sus caderas metiéndose y sacándose mi vergota de sus profundidades, callada, suspirando en cada embate. Yo me agarraba de su barriga, me excitaba mucho sentir su panza, le recorría las piernas por detrás y le sobaba la nalga con mi mano, luego llegaba con mis dedos hasta su rendija, donde mi verga se perdía dentro de ella y metía mis dedos por un lado, introduciéndolos junto con mi garrote, haciendo que Lore se moviera más rápido al sentir esa invasión múltiple.
-Ya vente, mi amor, ya termina que va a llegar Sergio y le toca a él, me dijo inesperadamente, sin dejar de moverse contra mi vergón.
-Le llamaste para que viniera?, le respondí siguiéndole la corriente.
-Sí, maridito, le llamé para que me viniera a coger, me dijo que me la iba a meter toda papi.
-Te gusta más que yo, verdad?
-Sí, mi vida, mucho más, me gusta mucho su vergotota, me gusta mucho cómo me la mete por atrás y por delante, cielo, sí me dejas coger con él, verdad amor?
-Sí, pero no tanto, Lorena.
-Sí, déjame cogérmelo mucho, ándale, no ves que él coge mucho.
-Te cogía mucho, mami, cuántas veces?
-Huy, mi amor, como 5 veces, me dejaba bien llena de leche y bien abierta, papi, y ya va a llegar, ya termina, ya vente porque todavía me tengo que poner bonita para él.
-Ya va a llegar?
-Sí, esposito mío, ya va a llegar y me dijo que la traía bien parada, como a mí me gusta, ándale ya vente y lárgate, que quiero que me la meta toda la tarde aquí en nuestra cama, me respondió moviéndose como si ya no le preocupara que lastimáramos al bebé con nuestras embestidas tan fuertes.
Volví a tronar en sus entrañas con venidas tan fuertes y abundantes como las que tenía con su hermana de 15 y su sobrina de 11 años de edad. Nos quedamos bien dormidos, ya amanecía, estábamos rendidos.
Seguimos con la rutina, ahora era más difícil encontrarme a solas con alguna de mis ninfas, Lorena estaba en casa a toda hora, era muy arriesgado.
La oportunidad se dio a los pocos días que llegué del trabajo a eso de la 1 de la tarde. Las nietas andaban en shorts, camisetas y abajo traían trajes de baño, al preguntarles que a dónde iban, me dijeron que al club deportivo donde mis suegros eran socios, a la alberca privada y climatizada con que contaban en sus instalaciones, como era de esperarse me invitaron a acompañarlas. Haciéndome del rogar, les dije que ya no eran fechas de piscina para mí, ya estábamos en octubre, desde luego protestaron mi negativa a enfriarme y junto con mi esposa y la abuela, ruidosamente me insistieron para acompañarlas, las adultas lo pretendían para que las cuidara, iban solas, y las nietas, ya supondrán ustedes porqué, qué conveniente, verdad?
Subí por mi traje de baño y toalla, y nos fuimos en mi auto. Era una tarde algo nublada y lluviosa, pero como la alberca era cubierta y con el agua climatizada, ni nos preocupamos. Al llegar me fui a cambiar y ellas se metieron de inmediato al agua tibia, la piscina y las instalaciones en general estaban vacías; como eran horas de trabajo, entre semana y con la tarde lluviosa de seguro no iban a llegar otros visitantes.
Me puse un calzón de baño muy pequeño, color blanco, incluso en el vestidor le arranqué la trusa que traía integrada y me lo puse así, a pelo. Me vi en el espejo y me cercioré de que se me notara bien todo el conjunto genital, perfecto!!, mis mosqueteras iban a quedar muy satisfechas, parecía que traía una toronja grande en el calzoncillo. Incluso, como buen usuario de los balnearios, me di un duchazo y con el bikini empapado, salí al espejo de nuevo, caray!, la verga se me notaba perrón, parecía que el calzón era de plástico transparente, se traslucía completamente.
Salí y caminé por la orilla de la alberca, las niñas jugaban en lo bajito al fondo del bodegón donde estaba "guardada" la piscina, por lo que me encaminé hacia ellas. Me paré en la orilla y ellas al verme vinieron a mí y se pararon a mis pies, ninguna disimuló su carita de excitación en cuanto vieron la claridad de mi paquetón. Qué morbo!, esos seis ojazos me devoraban la verga con ansiedad, sólo la rubia Nora, me sonreía enigmáticamente viéndome a los ojos y furtivamente mirándome la toronja. Pero su hermana Sara y su prima Nena, pelirroja y morena, respectivamente, no podían esconder sus caritas de impaciencia, de curiosidad al notar tan perfecta y pérfidamente, mi vergón medio dormido bajo la intencional humedad de mi pequeño bikini.
En esa área de la piscina el agua no rebasaba los 40 centímetros, por lo que todas quedaron con el agua a la altura de medio muslo alguna y otras de las rodillas. Así pude ver sus trajes de baño. Nora llevaba un traje de una pieza, azul marino, con los costados descubriendo sus caderas hasta la cintura, marcando bien su papita rica; su hermana Sara, un bikini de dos piezas, rojo, con un corpiño deportivo, sujeto en cruz por su espalda, presionándole todo el pechito, la esbeltez y la blancura pálida de su cuerpo contrastaba lúdicamente con el rojo fuerte del bañador, hermosa en verdad!; pero la que me dejó lelo, fue Nena la reina, con un bikini amarillo canario, con un calzoncito muy pequeño, demasiado, se notaba claramente que éste ya no era de su talla y uno pedacitos de tela agarrados con unos cordones que apenas alcanzaban a tapar sus pezones puntiagudos, pezones con los que me había ahogado recién, el último fin de semana.
Con la toalla en el cuello me encaminé a la esquina más próxima de la pila y me senté en los escalones que iban saliendo de el agua, con mi parte baja del cuerpo bajo la superficie. La niñas vinieron a mí y las grandes se sentaron a mis costados mientras Nora la rubia, se metía entre mis piernas, sentándose sobre las suyas. Puse mi toalla junto a mí para tomarla en cuanto apareciera alguien por la puerta cerrada del vestidor, único acceso a la alberca, al bodegón, y sin preámbulo alguno abracé a las niñas que tenía a cada costado, sintiendo la suavidad de su piel mojada y suave. Conversando con las tres no dejaba de jugar con sus cinturas y ombliguitos, embelesado con sus vientres juveniles y planos, mientras la más pequeña, Nora, me acariciaba los muslos, cariñosa, con sus manitas blancas. La verga, desde luego, me empezó a crecer amenazando con reventar la telita del calzoncillo, llamando la atención de los ojos de las tres.
Cuando la tenía bien parada, la empecé a mover con mi abdomen, haciéndola moverse con notoriedad hasta que en un momento, por la presión y la humedad, el garrote se me salió por arriba del bikini, enseñándoles la cabezota hinchada y casi media verga bajo el agua cristalina. Como si no me diera cuenta seguí platicándoles algo, hasta que Sara me empezó a hacer muecas, señalando con sus verdes ojos en dirección al gigante fugitivo.
-Qué mi´ja, qué traes?, le pregunté fingiendo demencia, pero siempre vigilando la puerta de acceso al balneario.
-Tu esa, tío, se te salió del traje de baño!, me dijo queriendo ser discreta.
-Ah caray!, ni me había dado cuenta, le respondí, volteando a mirar a Nena en el preciso momento en que se pasaba la lengua por los labios, en un gesto más de nervios que de lascivia. Volteé a ver a Norita, sentada exactamente entre mis piernas y por ende, la más cercana a mi garrote expuesto "accidentalmente", quien me seguía mirando con esa mirada traviesa. Noris, guárdalo, sí?, mi´jita. En frente de las narices de las dos mayores la rubia, sin dudar ni un poco, lo agarró del tronco con su mano izquierda y con la otra me jaló el elástico del calzón, dejándoles ver a las mayores todo completo mi chilón rodeado por su pequeña manita. Como si nada, lo soltó y lo agarró al contrario, con su pulgar hacia abajo y lo depositó dentro del traje de baño, acomodándomelo a la izquierda, como siempre lo usaba, como estaba cuando se salió solo.
A los dos minutos la forcé otras vez y ahí va, para afuera, recostada sobre mi abdomen, llegándome al ombligo. Ahora fue Nena: -Tío, ya se te salió de nuevo, mira!
-Oh que la..., porqué Norita?, no la guardaste bien mi´ja, le dije a la rubia culpándola, quien me miraba con carita de "yo qué!", mientras su hermana y prima no podían disimular sus deseos de que ahora a alguna de ellas les pidiera que la volvieran a cubrir bajo mis calzones. Contrario a esto, me agarré más fuerte de la cintura de las dos mayorcitas y le dije a Nora: A ver, huera, bájame el calzón para que me los subas bien. Ella obediente agarró con sus dos manos el elástico y lo empezó a jalar hacia abajo empezando a aparecer completo el camote submarino recostado en mi panza, al llegar a medio muslo le dije a la rubia que hasta ahí, que revisara el elástico del calzoncillo para ver si estaba defectuoso. Volteé a ver a Nena y a Sara, caramba!, si hubiera traído una cámara fotográfica para retratar y perpetuar sus caritas: estaban absortas, perdidas mirando el culebrón, mitad bajo el agua y mitad y asomándose, como aleta de tiburón.
Mientras la rubia revisaba, según ella, mi calzón, yo hacía brincarme la verga exageradamente, quejándome y fingiendo un malestar que estaba muy lejos de sentir.
-Qué tío, qué tienes?, me preguntó la pelirroja Sara.
-Un calambre, mi´ja, le dije, mira cómo brinca.
-Hay sí!, te duele?, continúo preguntando preocupadilla, en eso Nora dejó mi calzón y al escuchar la platica se me quedó viendo al vergón brincón.
-Norita, apriétala, mi´ja, a ver si se me pasa el dolor, si?, le dije a la rubiecita. Con sus dos manos me la agarró y la empezó a apretar, sólo a apretar, hasta que hice movimientos con mi cintura de arriba abajo, indicándole en silencio que quería que me masturbara como ella ya sabía hacerlo; y así con ambas manos, confiada le daba vuelo a mi vergona, exprimiéndomela, casi orgullosa, enseñándole a sus parientas cómo ella ya sabía hacerlo.
Allí es que sentí ese aromilla inexplicable de la axila de Nena la reina, abrazada con su brazo derecho a mi cuello, viendo a su primita de 11 años jalándome el animal desde la cabezona hasta la base. Estaba produciendo feromónas al por mayor, estaba bien caliente mi niña, mamita!, qué olores tan excitantes, tan pequeña! Ya Noris, ya se me pasó, mi´ja. Guárdela mi reina, le dije a la huera al sentir cómo aumentaba la brisa perfumada del sobaquito de la morena ardiente. Otra vez la guardó con devoción y les dije que fuéramos a nadar un ratito. Saqué a la rubia de entre mis piernas y me la llevé abrazada desde atrás a la parte media de la piscina, donde me llegaba el agua al pecho. Las otras dos se fueron con nosotros y allá me estuve pasando a Nora de nalgas sobre la verga, ayudado por la lógica facilidad que me daba el agua, no pesaba nada. Ella echaba sus nalguitas bien para atrás sintiendo como le embarraba la vergona en el traserito y las mayores no perdían detalles de lo que le hacía. De tanto tallar, el fierro se me salió de nuevo del pequeño calzón y así me lo dejé, le dije a Sara que se llevara a su hermana a lo bajito y en cuanto me dio la espalda tomé a Nena de la mano y me la llevé a la orilla recargándome en la pared de la alberca. Ella tenía que brincar para que el agua no le tapara la boca y a mí me llegaba al pecho.
Me reí y le pregunté si se estaba ahogando. Sí, tío, aquí está hondo, me respondió.
-Ven reina, yo te detengo, le dije poniéndola de medio lado a mí, casi montada sobre mi cadera derecha. En cuanto quedó acomodada, le agarré la mano izquierda y la puse sobre mi vergona salida por encima del calzón. Ella al sentirla se quejó bajito y agarró aire por la boca.
-Qué, linda, todavía te ahogas?, le pregunté, sintiendo como me la apretaba con suavidad.
-No tío, es que la tienes muy dura.
-Te da miedo?
-No, me dan nervios.
-Porqué?
-No sé. La tienes muy no sé cómo.
-Muy fea?
-No, muy exagerada, muy gordota.
-Huy, fíjate, y yo que te la quiero meter, le dije muy descontrolado y empezando a pasarle la lengua por los labios cuando ella hablaba.
-Por donde me la quieres meter?
-Por aquí, le dije pasándole un dedo de mi mano izquierda por su vaginita, por encima del bikini mientras la sostenía con la derecha de la cintura, sintiendo como se estremecía toda y se le iba la respiración momentáneamente.
-No creo que me quepa, tío, la tienes grandísima y gruesísima.
-Sí?, tú crees?, ya sabes cómo se llama lo que te quiero hacer?
-Cogérme, no?, y si me duele?, estoy muy chica de allí.
-De dónde?, mamita.
-De mi cosita, papito, me dijo contagiada del momento, notable!!
-Estás normal, no te acuerdas que ya te la comí, le dije. Ya mi mano derecha jalaba su calzón de baño hacia arriba, metiéndoselo entre sus infames nalguitas.
-Ah sí, verdad, me respondió dándome un apretón de verga más fuerte, cómo si al acordarse le viniera un calentoncito más, siempre vigilando a sus primas que jugaban a 10 metros de nosotros, mientras yo vigilaba la puerta de los vestidores.
-Te gustó como te la chupe, mamita?, acariciándole sus redondas nalgas y recorriendo con mis dedos la rajita de su culo en pompa.
-Sí, papito, me encantó, no dejo de pensar en eso desde ese día.
-Te la quiero comer otra vez, le dije haciéndole el calzoncito a un lado y dejando su papita a la vista, a disposición de mi mano izquierda que se adueño de ella acariciándola con toda la palma y luego con mi dedo medio, sintiendo como su gel a prueba de agua, no se disolvía, sino que conservaba su viscosidad.
-Haaay tío, siento rico, me dijo recostándose en mi hombro y abriendo más sus portentosas piernas, dejándome el camino libre a la gloria de su intimidad.
-No me digas tío, dime papito, cuando estemos así dime papito, si?, le pedí hundiéndole mi dedo medio hasta el primer nudillo.
-Sí, papito, haaay, me voy a desmayar, siento muy ricooo, me respondió, pegándome su boca abierta en mi mejilla derecha. Sin hacer mucho esfuerzo sólo volteé un poco mi cabeza y le metí la lengua en la boquita, moviéndola sobre sus dientes y su paladar y sintiendo como ella sacaba la suya, entregándomela para besarnos muy sabrosito, ya sin importarnos si sus primas o alguien más nos miraba, ya muy ajenos a lo que nos rodeaba, y sintiendo su manita recorriéndome toda la verga, bien masturbada desde la punta hasta el tope con mi abdomen, fajándonos como si de dos adultos se tratara.
Le metí otro poco el dedo en la vaginita y lo empecé a mover de adentro a afuera, parejo. Su manita también se movía más fuerte, incluso ya hacíamos olas sobre el agua y nos besábamos viciosamente, con nuestras bocas completamente abiertas. La puse de frente a mí y le jalé el calzón de baño más hacia se muslo, destapando completa su vagina y poniéndola sobre la cabezota gorda de mi vergón, todavía frotado por su manita izquierda, mientras con la derecha me agarraba del cuello, separándose de mis besos y mirándome con fuego en sus ojazos incandescentes, a pesar de sus escasos 12 años.
-Te la voy a meter mamita... te la voy a meter toda, le dije sin retirarle la mirada.
-Métemela, papito, pero despacito, mira cómo la tienes...
-Aguantas?, no tienes miedo?
-Un poco, pero dices que no estoy chica de allí, que soy normal para todo esto que tienes, no?, me dijo acariciándome la verga desde los huevos hasta la punta.
-Son 9 pulgadas, si aguantas?, le pregunté, besándola suavemente, metiéndole la lengua furtivamente entre los labios, sintiendo cómo me la chupeteaba.
-Cuánto es eso en centímetros?, 20?, más?, cuánto?, me preguntó, poniendo cara de hacer cuentas.
-Veintitrés, mamita, veintitrés centímetros, le respondí recuperando mi ego lastimado por Lorena, mi esposa.
-Híjoles!!, es muchísimo, me dijo volteando al fondo de la alberca, mirando cómo se me veía distorsionada por el efecto del agua, sosteniéndola con su mano todavía. -Es demasiado, tío, la tienes super grande, y de grueso cuánto mide?
-Dos pulgadas y media, seis y medio centímetros... otra vez mi vapuleado orgullo se reponía un poco viendo como me la rodeaba con sus deditos, queriendo darse una idea clara de cuánto estábamos hablando.
-Y si me metes la mitad?, sólo la mitad.
-No, si no quieres lo dejamos para después, a que crezcas tantito, mi´ja, mamita... Le dije empezando a cabecearla, empujándosela poquito, sintiendo su resbalosa rajita en la cabezota de mi vergota... sabiendo que con eso, su respuesta me iba a gustar.
-No, papito, si quieres ya métemela, pero despacio, si?, y sólo hasta la mitad, me respondió, moviéndose sobre ella, solita, preparándose y empezando la danza del amor sobre su macho excitado y listo... a los 12 años!!, IMPRESIONANTE.