Nunca pensé que llegaría a caer tan bajo, bueno, si es que se puede considerar bajo el dar rienda suelta a tus deseos sexuales más escondidos.
Me llamo Andrés, tengo ahora mismo 32 años y socialmente soy lo que se podría llamar un hombre de éxito: buen trabajo, buen sueldo, un abogado prestigioso con bufete propio, físicamente atractivo, y sin aparentemente problemas. Me casé hace 13 años obligado por las circunstancias, ya que mi novia se quedó embarazada, y dada la edad de ambos (yo tenía 19 años y ella solo 17) la boda se hizo a toda prisa y empezamos una vida en común un poco a la fuerza, pues no estábamos preparados para ello ninguno de los dos. Encima, para más INRI, aquel primer embarazo se malogró, así que me vi de repente con 20 años y viviendo atado a una mujer que realmente no amaba, pero como nos llevábamos bien, pues así seguíamos.
Nuestra hija Ariana vino con los años, fue un error de cálculo de unas vacaciones de verano, y la verdad es que no nos hizo mucha gracia a ninguno de los dos, teníamos nuestros trabajos, nuestra vida cómoda, pero que se le iba a hacer, ya estaba allí, y lo cierto es que yo lo tomé mejor que mi mujer, ella estaba rabiosa de verdad y no paraba de decir que esa criatura le cortaba sus alas profesionales, por su trabajo viajaba mucho y no estaba dispuesta a cambiar de estilo de vida por una mocosa.
Ariana nació un precioso día de otoño, era un bebé lindo, muy morenita, sana y de increíbles ojos azules, y desde su nacimiento mi mujer se apresuró a contratar una niñera que la cuidaba por las mañanas y parte de la tarde porque ella no estaba dispuesta a sacrificar su trabajo por nada ni por nadie; yo llegaba a casa sobre las cinco de la tarde, y desde esa hora hasta las diez de la noche que llegaba mi mujer, era yo el que se ocupaba de la niña.
Todo empezó cuando Ariana tenía un año y medio, fue por entonces cuando empecé a darme cuenta de que cuando bañaba a la niña, sentía algo extraño a la hora de pasar la esponja por sus partes, por su culito, por su rajita, era algo raro y placentero a la vez, me daba como cosquillas por dentro cada vez que la esponja en mi mano acariciaba las partes intimas de la niña... pero ni siquiera al principio pensé que aquello podía ser algo malo, total, la niña ni se daba cuenta y a mi me encantaba hacerlo. Una tarde incluso fui más allá, y después de bañarla, la tendí sobre la cama de matrimonio como hacía siempre para secarla, y allí estaba mi pequeña Ariana sonrosada, hermosa, desnudita, riendo y pataleando, cuando yo empecé a darme cuenta de que al secar su sexo con la toalla una erección súbita se alzaba dentro de mi pantalón..... aquella noche le puse su talco en la rajita suavemente, acariciándola, ella estaba quietecita como si entendiese que papá disfrutaba cuando ella se dejaba hacer, tanto que al acabar de vestirla tuve que hacerme una paja en el baño de excitado que me había puesto.
Nunca pensé que aquello estuviese mal. Total, ella no se daba cuenta de nada y yo disfrutaba, así que seguí haciéndolo a diario, a veces iba más allá y haciendo como que jugábamos besaba todo su cuerpo de arriba abajo, besaba sus pezoncitos pequeños, su ombliguito, sus muslitos cálidos, besaba sus nalgas redondas y duras, besaba su pubis intacto y suave, hasta que no podía más y tenía que ir al baño a hacerme una paja porque mi pene estaba estallando.
Ariana tenía ya dos años, y este jueguecito de los besos de papá la gustaba tanto que casi me lo pedía ella con sus gestos cada tarde, la gustaba que mis manos acariciasen su piel después del baño, que mis labios besasen sus muslos rosados, y que al ponerle la crema en su coñito me detuviese mas tiempo de lo normal en acariciar sus labios mayores una y otra vez....
Un día, teniendo Ariana tres años, se me ocurrió que podíamos darle un enfoque nuevo al jueguecito del baño, y después de secarla bien y besarla como siempre, me detuve en su vientre y separé despacio sus piernecitas, empezando a lamer su sexo muy despacio para ver su reacción... mi pequeña ponía carita de estar en las nubes, sonreía y se dejaba hacer, así que seguí y seguí lamiendo, arriba y abajo, estaba tan suave y calentita que mi polla se puso a reventar dentro del pantalón mientras mi lengua iba acariciando aquella piel rosada y tibia, pasaba mi lengua por su clítoris diminuto y ella se estremecía un poco a cada paso.
Mmmmm, mi niña preciosa, que gusto de rajita tienes, papá te va a comer hasta que te corras en su boca mi niña.... que coñito más dulce....
La hablaba como si pudiese entenderme, pero ella seguía con los ojos cerrados y las manitas agarrando mi pelo, se dejaba hacer de tal forma que entendí que le causaba tanto placer como para no moverse apenas. Finalmente, me tuve que hacer una paja delante de ella, no me importó que me viera, ni que sus ojitos azules mirasen sorprendidos como brotaba la leche de mi polla escurriendo por encima de la cama.
Desde entonces en unos años no volví a bañarla, me daba miedo ir más allá y por suerte Ariana empezaba a ir al colegio, así que los juegos con papá terminaron.... pero no por mucho tiempo.
(TODO ESTE RELATO SON SOLAMENTE FANTASIAS, QUEDE CLARO QUE SIMPLEMENTE ES UN TEXTO PARA EXCITAR LA IMAGINACIÓN Y NADA MAS, JAMAS PARA LLEVARSE A CABO. ).