Capitulo uno
Quedé viudo y solo a los 50 años, dos años después me jubilaron de la empresa donde trabajé por casi 27 años, como no tenía hijos, vendí todo lo que tenía en la ciudad y me fui a vivir a una pequeña finca en los alrededores de un pueblito rural en medio de unas montañas, herencia de mis abuelos y a la que solo había ido a conocer y visitar tres veces en los últimos veinte años. El clima era templado y la vegetación era abundante. Hacía unos años que en ella trabajaba como cuidantes una pareja de lugareños, él era de unos 40 años y se llamaba Anselmo, ella Eulogia y tenía unos 10 años menos, tenían tres hijos, un varoncito de 5 años de nombre Gregorio, y dos nenas de 6 y 7 años. La menor se llamaba Maria y la mayor Lucrecia.
Como todos los pobladores de la zona sub andina, esta pareja era parca en el hablar, pero muy trabajadora, de piel morena, pelo negro, delgados y de talla baja. Los chicos no iban a la Escuela, las mujercitas estaban siempre con la madre y el menor con el padre. Pronto me acostumbré a la paz y la tranquilidad de la zona. Como era un camino secundario casi nadie pasaba por mi propiedad, al ser zona de quebradas la siguiente propiedad quedaba a mas de 2 Kilómetros de la mía, por lo que casi nunca tenía visitas.
Pronto mi finca se llenó de arboles frutales y de huertas de legumbres y verduras que la pareja de campesinos sabía cuidar muy bien con la ayuda de sus hijos. Los días Domingos esta pareja tenía la costumbre de irse al pueblo y dejaban a los chicos solos en la cabaña que yo les había dado a unos 20 metros ladera abajo de la mía.
Por la tarde después de la siesta solía salirme a la terraza de mi cabaña a ver las cambiantes montañas a las últimas luces del atardecer, hasta que se hacía la noche. Los chicos con el paso del tiempo me habían ido perdiendo el miedo y pronto comenzaron a llegar hasta mi cabaña y con el ofrecimiento de unos dulces acabé ganandome la confianza de ellos, y pronto se hizo costumbre que los Domingos en la tarde se vinieran los tres hasta mi cabaña atraídos por los dulces y mi caracter bonachón. Les enseñé a saludarme con un beso en la mejilla y pronto hasta en presencia de sus padres lo hacían. Los tres eran bien morenos, flacos, de pelo negro y lacio, ojos grandes de un negro profundo, sus rasgos eran finos y agradables, la mas bonita era Maria y pronto fue mi consentida, ya que también era mas viva y despierta que sus hermanos. Pero Lucrecia la mayor era mas pegada a mi.
Me acostumbré a ir al pueblo solo, una vez cada dos meses a comprar las provisiones y las otras cosas que se necesitaban en la Finca, ya que lo que producía la finca la compraba un Rescatador que pasaba una vez cada semana en su vieja camioneta, el encargado de venderlas era Anselmo y por la noche después de la cena me entregaba el importe de la transacción.
Eulogia me cocinaba y se encargaba de la Cabaña con la ayuda de sus hijas, antes de las 8 de la noche ya estaba solo en mi cabaña y me dedicaba a la lectura y a escuchar radio, casi siempre a las 10 de la noche ya estaba durmiendo, porque me gustaba madrugar para salir a caminar en el frío del amanecer y ver el comienzo de los trabajos de Anselmo y su hijo. Les ayudaba hasta medio día y mientras ellos se quedaban trabajando yo regresaba a la cabaña a almorzar. Eulogia me servía y luego se iba llevando comida para su marido y su hijo. Lucrecia y Maria se quedaban en la Cabaña ayudando en la cocina y pronto se acostumbraron a sentarse en la mesa conmigo, mientras yo terminaba de comer. Jamas logré hacer que coman conmigo, ya que su madre se oponía a esto.
Cuando se cumplió un año de estar viviendo en la Finca, tuve que preparar un viaje a la ciudad, ya que tenía que realizar algunas compras importantes y realizar algunos tramites que no se podían hacer en el pueblo. Encontré mi Departamento muy sucio y descuidado, así que el primer día en la ciudad fue para realizar limpieza y en los tres siguientes hice todas las compras y los tramites. El ultimo día lo dediqué a recorrer la ciudad y comprar regalos para mis caseros y sus hijos, luego comí en un buen restaurante, miré una buena película y terminé la noche en un bar. Al final me fui al departamento solo y un poco mareado. Por la mañana emprendí el regreso a mi granja.
Después de un viaje de diez horas por caminos en pésimo estado de conservación llegué a mi granja, los chicos se alegraron al verme llegar. Anselmo y Eulogia me ayudaron a sacar todo de mi camioneta y los chicos ayudaron con las cosas mas pequeñas. Ya en mi cabaña les entregué sus regalos a todos y los mas felices fueron Lucrecia, Maria y Gregorio, ya que les traje muñecas a las chicas y un camión para el niño. Para los padres les traje ropa nueva y de los colores que ellos usaban y les gustó mucho. Con el paso del tiempo las niñas se acostumbraron a mi presencia y me tomaron tanto cariño que todo el tiempo estaba a mi alrededor.
Lucrecia la mayor se pegó mas a mi y me acompañaba a todos lados. El jardín y los alrededores de mi cabaña pasaron a estar a mi cargo y Lucrecia pasó a ser mi ayudanta oficial, ya que su hermanita menor ayudaba a su madre en las tareas de mi cabaña y la cocina. Un día en que le pedí que me ayudara a sacar una planta de raíz, Lucrecia arremangó su vestido y se agachó frente a mi, que me encontraba de rodillas con las manos en la raíz de la planta, cuando levanté mi vista lo primero que vi fueron sus muslitos desnudos y su inverbe coñito entre sus piernitas abiertas. Por primera vez tuve un deseo carnal ante lo que veía, ya que por mas de dos años que no tenía relaciones sexuales con ninguna mujer.
Quedé paralizado y mi vista no se apartaba de esa rajita sin un solo pelito, le pedí que se acercara un poco mas y al hacerlo abrió mas las piernitas y su rajita se notó mucho mas, hice como si costara mucho arrancar el arbolito y de esa forma pude mirar durante bastante rato su entrepierna. Lucrecia tenía en ese momento 8 añitos, era bien morena, flaca, de cara redonda y ojos bien negros y grandes, su boca era pequeña y de labios gruesos, nariz respingona, su cuerpito era menudo y sus piernitas eran bien flacas, aunque estilizada y largas. Su sexo era una pequeña rajita en el centro de un pubis liso y lampiño, que de todas formas me excitó mucho al verlo por primera vez.
Cuando sacamos la planta nos paramos y me di cuenta que tenía una erección tremenda, para distraerme le comencé a explicar sobre la planta y comencé a caminar con ella a mi lado hasta el lugar donde la teníamos que sembrarla de nuevo. Cuando llegamos al sitio puse la plantita en el hueco cavado en la tierra y me agaché a sostenerla en medio, le pedí a Lucrecia que se agachara para que me reemplazara mientras yo comenzaba a hechar tierra sobre las raíces de la plantita. Como la anterior vez Lucrecia se agachó y al hacerlo abrió sus muslitos y de nuevo vi su coñito, mi erección que ya había disminuido volvió, al observar su rajita, con la excusa de acomodar en el medio y mejor la plantita me agaché y me acerqué mas a ella y pude mirar de mas cerca y con mayor detenimiento su coñito, ella no se daba cuenta de nada, cuando me volví a levantar y comencé a rellenar el pozo, mi calentura bajó un poco.
Capítulo dos
Desde ese día fue motivo de mis pajas, y cuando tenía la oportunidad la colocaba frente a mi y no me perdía detalle de su entrepierna, mientras pensaba como hacer para poder tocar ese coñito que me estaba llenando mi cabeza de pensamientos tan carnales. Cuando me tocaba ir al pueblito cada mes, me acostumbré a traer regalos para los tres chicos y esto mas mi caracter bonachón me fueron ganando la confianza de los tres y de sus padres que en cierta ocasión dejaron que me acompañen al pueblo las dos chicas, en el pueblo las invité a comer al único restaurante que había y luego les invité a helados, dulces y todo lo que quisieron, por la tarde y al regreso a Maria se le aflojó la barriguita y tuve que parar la camioneta a un costado del camino para que hiciera sus necesidades. Se bajó y con la puerta abierta se puso a cagar a un costado del camino y a la vista de Lucrecia y mía. Maria cuando terminó se medio limpió con una manita y luego limpió su manita contra el pasto. Al ver esto saqué un rollo de papel higiénico de la guantera de la camioneta y me bajé y le dije que no estaba bien limpia y que podía manchar la camioneta, que yo la limpiaría bien con el papel que tenía en la mano.
Ninguna de las dos sabía lo que era eso y se los expliqué mientras le levantaba la falda larga a Maria, la hice agacharce contra el asiento y cortando un pedazo se lo pasé por su culito desnudo, le mostré como salió sucio y corté otro pedazo y le volví a limpiar el culito, hasta que se lo deje bien limpio. Luego con una mano abrí sus nalguitas y le pase un dedo por su culito diciéndole que estaba bien limpio. El culito de Maria era solo un puntito negro y arrugadito pero me excitó mucho tocárselo y mas ver sus piernitas y sus nalguitas desnudas. Lucrecia que había visto todo sin decir ninguna palabra, me dijo que ella también tenia ganas de cagar y haciendo a un lado a su hermana que se estaba bajando la falda, se bajó de la camioneta y se paró un poco mas alejada del lugar donde su hermana estaba y se subió la falda hasta la barriguita y se agachó y comenzó a pujar hasta que comenzó a cagar.
Como lo hacía de costado solo veía sus piernitas desnudas y su carita congestionada. Mientras tanto Maria se subió a la camioneta y se puso a mirar unas muñequitas de plástico que les había regalado. Cuando Lucrecia terminó de cagar se medio levantó y me miró sosteniendo su vestido sobre su barriguita con sus manitos. Caminé hasta donde se encontraba y me coloque a un costado y esta vez me agaché para limpiarla y así poder mirar de mas cerca su culito, corté varios pedazos y la limpié bien mientras ella brotaba hacia atras su culito para que se lo limpie mejor. Cuando la terminé de limpiar se lo dije y como hice con su hermanita le abrí con los dedos de una mano los cachetes de sus nalguitas para dejar totalmente expuesto su negro culito, se lo toqué con un dedo y le dije que estaba bien limpio, me miró y me sonrió y como vi que no se movía se lo comencé a sobar sintiendo en mis dedos la rugosidad de su culito y apretándolo levemente con un dedo sentí su calor. La excitación que sentía me hacía temblar las piernas y para no cometer una tragedia dejé de tocar su culito y la ayudé a bajar su vestido y de la mano la acompañé hasta su lugar en la camioneta.
Reanudamos la marcha y mientras conversamos les pedí que no le digan a sus padres lo que habíamos hecho y me prometieron que no lo dirían. Al día siguiente mientras trabajabamos en el jardín, Lucrecia me dijo que quería cagar, le pedí que esperara un momento mientras iba a mi baño y regresé con un pedazo de papel higiénico. Al verme Lucrecia caminó hasta la sombra de unos arboles altos y ocultos de la cabaña, para que no nos vieran su madre y su hermana, se subió su falda y se agachó a cagar, me senté apoyado contra uno de los arboles y esperé que termine sin dejar de mirar sus nalguitas y sus piernitas.
Cuando terminó de cagar se levantó y se vino caminando casi agachada hasta donde yo estaba, me incorporé y la esperé de rodillas, se colocó dandome la espalda y me colocó su culito ante mis ojos, la limpie con dos pedazos de papel, y luego le acaricié como la vez anterior con un dedo el culito, le dije que su culito era hermoso y si dejaba que le diera un beso, movió su cabeza afirmativamente y dobló mas el torso brotando hacia fuera su culito, con mis dos manos le abrí bien sus suaves nalguitas y le besé su culito varias veces, luego le pasé mi lengua mientras Lucrecia me decía que le hacía cosquillas, se lo chupé por un momento y luego la ayudé a bajar su vestido. Yo seguía de rodillas y tomándola de las caderitas la coloqué de frente a mi y le pregunté si le había gustado lo que le había hecho, bajo la vista sonrojandose y me dijo que si con su vocecita casi inaudible. Le pedí que no se lo cuente a nadie para que no tengamos problemas ninguno de los dos y me dijo que si. Desde ese día siempre que tenía que cagar me buscaba para que la limpie. Maria también cuando tenia que cagar venia a buscarme para que la limpie, pero Lucrecia siempre nos acompañaba y me di cuenta que era celosa de la hermanita.
Al mes siguiente cuando llegó el día en que tenía que ir al pueblo por víveres, Anselmo me dijo que las chicas le tenían que ayudar en la cosecha de duraznos y Lucrecia insistió tanto en ir conmigo para ayudarme con las compras que al final su padre aceptó ante el llanto de Maria que también quería venir. Con la promesa que en el siguiente viaje sería ella la que me acompañaría y que en este viaje le traería un regalo, se calmó y dejó de llorar.
En el viaje de ida y a diez minutos de haber salido de la granja Lucrecia me dice que tenía ganas de cagar, por su cara me di cuenta que lo que quería era otra cosa. Paré la camioneta a un costado del camino en la parte baja, entre dos cerros. Lucrecia bajó por su lado y yo por el mío, la seguí mientras ella caminaba hacia unos arbustos que habían al lado de un pequeño arroyo de aguas cristalinas, cuando se comenzaba a levantar la falda le pedí que esperara mientras me acercaba hasta pararme a su lado, ella me miraba interrogante con la mirada, me arrodillé mientras le pedía que si se podía sacar toda la ropa para después cagar. Lucrecia se rió con su risa de niña, cantarina y alegre, pensando que mi pedido era tal vez un poco loco, y se comenzó a desprender los botones de su camisa de color indefinido por lo vieja y sucia, le ayudé a sacársela y luego le desprendí el único botón que tenía su falda y se la saqué haciendo que levante los pies.
Como ya sabía que en estos lugares nadie usaba ropa interior, Lucrecia quedó totalmente desnuda ante mi vista. Admiré su cuerpito desnudo, sus pechitos eran como dos pequeños limones, dos protuberancias pequeñas un poco mas oscuros que el resto de su piel, sus pezones casi no se notaban, su barriguita era un poco abultada y en su entrepierna apenas se notaba la rajita de su sexo. Sus piernitas eran largas y flacas y sus pies pequeños con sus deditos separados por el continuo uso de sandalias abiertas. Me preguntó si ya podía cagar, sacándome de mis ensueños y le respondí que lo hiciera. Se agachó frente a mi y se puso a hacer sus necesidades con una inocencia increíble, como si delante de ella no hubiera nadie.
Cuando terminó se medio incorporó y mirandome me dijo si la podía limpiar. Corté dos pedazos del rollo de papel que tenía en mi mano. La atraje mas hacia mi y le di la vuelta hasta dejarla de espaldas, me hinqué atras de ella y la limpié separando sus nalguitas con una mano, cuando quedó bien limpia, con las dos manos separé sus nalgas y le di un beso y acaricie con mi lengua su culito, mientras ella se mantenía con el tronco doblado hacia delante y con las piernitas semi abiertas, al sentir mi beso suspiró suavemente y apretó su esfínter, haciendo que su culito se contraiga. La solté y la hice dar vuelta hasta que estuvo mirandome de frente, la abrasé y le dije que la quería mucho, ella me sonrió con su rostro congestionado y con rubor, me puso sus bracitos por mis hombros y se pegó mas a mi cuerpo, le acaricié con una mano su espaldita y sus nalguitas y luego dejé un dedo tocando la entrada de su culito mientras le preguntaba si le gustaba lo que estabamos haciendo, me contestó afirmativamente con su cabeza mientras me sonreía, le di un leve beso en su pequeña boquita. Como me di cuenta que no sabia besar le dije como lo tenía que hacer y luego tratamos de nuevo, esta vez ella abrió los labios y respondió a mi beso. Al comienzo lo hacia mal, pero poco a poco lo fue haciendo mejor y pronto estaba respondiendo a mi beso metiendo su lenguita en mi boca y tragandose mi saliva. Mas tarde la coloqué en cuatro patas en el suelo, me hinqué atras de ella y abriendo sus nalguitas le chupé el culito y la rajita de su coñito.
Hice que recueste su cuerpito sobre sus codos y que arquee su cuerpito con lo que su rajita se abrió y con la ayuda de mis manos pude ver la pequeña abertura de su vaginita y su pequeñisimo clítoris, se los comencé a chupar y a lamer hasta que comenzó a gemir cada vez mas rapido, con mi lengua estimulaba su clítoris, su vaginita y su culito hasta que sus gemidos se convirtieron en pequeños quejidos y pronto su cuerpito se convulsionó en el primer orgasmo de su corta vida. Yo había sacado mi pene por la bragueta del pantalón y me masturbaba, hasta que terminé momentos antes que ella. La dejé por un momento y me senté en el suelo, guardando mi pene dentro del pantalón, luego la atraje hacia mi y la senté en mi falda mientras la abrazaba, su respiración estaba agitada y no abría los ojos, se pegó a mi pecho abrazándome con sus bracitos mientras seguía con los ojos cerrados y sin hablar. Cuando se calmó la ayudé a vestirse y nos dirigimos a la camioneta.
Ya en el pueblo, hicimos las compras, paseamos un rato, compramos regalos para ella y sus hermanitos y después de almorzar emprendimos el regreso. Lucrecia estaba mas abierta hacia mi y durante todo el viaje se dedicó a contarme cosas de su familia y de su corta vida. Cuando me preguntó si con lo que habíamos hecho ella podía quedar embarazada, me reí y le dije que no, le expliqué como se hacía y le dije que lo que habíamos hecho era solo besos y chupar, ella me dijo que los domingos en la noche cuando sus padres llegaban borrachos hacían eso, sin importarles que ella y sus hermanitos estén dormidos.
Que ella había visto hacerlo a los chanchos, a las vacas y también a los perros. Me preguntó si mi "pichula" era igual a la de su padre, le dije que no sabía y que cuando había visto la de su padre, me respondió que cuando su padre se bañaba, su madre la mandaba con agua caliente al cuarto donde se bañaba su padre, y en esos momentos lo había visto, pero era como un dedo apuntando para abajo, y que varios Domingos cuando llegaban borrachos ella había logrado ver la pichula de su padre dura y grande antes de ponerla entre las piernas de su madre, después su padre se movía un rato sobre su madre que gemía bajito mientras su padre resoplaba un poco, luego se bajaba de su madre y se acostaba a un lado con su pichula fuera de su pantalón y ella había visto que de a poco se iba deshinchando hasta quedar de nuevo como un dedo gordo, mientras su madre se bajaba el vestido tapando su coño y sus piernas y los dos se quedaban dormidos casi al instante de hacer estas cosas.
Me contó que una vez había visto como su madre se metía la pichula de su padre a la boca y que luego que la había metido casi toda dentro de su boca, movía la cabeza metiendo y sacando la mojada pichula de su padre por mucho rato y cuando su padre se dio cuenta que ella estaba mirando, la mandó salir del cuarto, mientras su madre seguía con lo que estaba haciendo. Estuvimos un rato largo sumidos cada uno en sus pensamientos, hasta que Lucrecia me dijo si le podía mostrar mi pichula, sin responderle paré la camioneta a un lado del camino desierto y me acomodé en mi asiento hasta quedar casi de frente a ella, me abrí la bragueta y me bajé un poco los pantalones y los calzoncillos, luego saqué hacia fuera mi miembro que en ese momento estaba en reposo.
Lucrecia la miraba con sus ojos totalmente abiertos, me bajé un poco mas la ropa y abrí un poco mas las piernas para que lo pueda ver mejor. Lucrecia se acercó mas a mi y se puso a mirar de mas cerca, le dije que la toque con sus dedos, alargó un bracito y la tocó con la punta de sus dedos, luego la recorrió con sus deditos y por último la tomó con toda la mano, me la apretó suavemente y bajó el prepucio y dejó descubierto mi glande, el color de mi pene es un poco oscuro, pero no mucho y la cabeza de mi pene es muy roja cuando esta descubierta. Puse una mano sobre su manita y le enseñé como me la tenía que mover y ella sin dejar de mirar se puso a mover mi pene hasta que este comenzó a crecer en su manito. Me estuvo pajeando por un buen rato hasta que mi pene tomó proporciones considerables y sentí que me venía un orgasmo, corté un pedazo de papel y esperé que ella me siga pajeando y la ayudé con una mano para que me lo haga mas fuerte hasta que me salió el semen en varios chorros que apenas los pude contener con el papel en mi otra mano. Lucrecia miraba como mi pene soltaba todo el semen acumulado y como mojaba todo el papel, mientras con mi mano encima de la manito de ella seguía sobando mi pene hasta que dejé de convulsionar. Le expliqué lo que habíamos hecho diciéndole que no tenía que hablar de esto con nadie y me dijo que no lo haría. Me acomodé la ropa, limpié todo y seguimos viaje. Cuando llegamos a la granja todo estaba bien y Lucrecia entregó los regalos y después de la cena se fueron a su cabaña.
Capitulo tres
La siguiente semana hice un viaje al pueblo con Anselmo y su hijo Gregorio y me sentí mas tranquilo ya que en ningún momento salió el tema de lo que había pasado con las chicas, para que no existan sospechas los invité a comer al restaurante al que íbamos con las chicas y luego compramos las herramientas, los abonos y regalos para los chicos. Regresamos sin novedad y el recibimiento de las chicas fue mas expresivo hacia mi, que a su padre. Anselmo y su familia eran bien ingenuos e ignorantes ya que la mayor parte de la gente de estos lugares jamas habían estado en una escuela, ni siquiera sabían lo que era la televisión, ya que ni en el pueblo que había cerca lo conocían. Así que me propuse que en mi próximo viaje a la ciudad traería un aparato con casetera y varios videos de películas.
Los chicos me comentaron que en el pueblo a veces llegaban unos cines ambulantes que van de pueblo en pueblo, pero que como era muy caro, solo sus padres habían visto alguna vez alguna película. Durante esa semana Lucrecia me ayudaba en el trabajo del jardín sin separarse de mi ni cuando entraba al baño. La seguí limpiando a ella y a su hermanita cuando iban a cagar. Por las mañanas con Lucrecia teníamos algunas sesiones de sexo, yo le chupaba su coñito y su culito hasta que la hacía tener unos orgasmos cada vez mas intensos y ella me comenzó a chupar la pija hasta que me hacía terminar en su boquita, se acostumbró a tragarse todo mi semen y no la sacaba de su boquita hasta dejarla bien exprimida. Lucrecia tenía ya ocho años cumplidos, pero como era bien flaca y un poco desnutrida parecía en comparación de unos cinco ó seis años de una chica de la ciudad. Maria que recién había cumplido siete años era casi del tamaño de Lucrecia y era un poco mas despierta, después de cagar dejaba que le toque su coñito y su culito solo por un momento y luego salía disparada riéndose, bajándose su falda, sin dejarme opción a hacer nada mas.
Cuando llegó el fin de mes, fecha en la que tenía que ir al pueblo por víveres, Maria saltó de alegría y me dijo delante de todos que ahora era a ella a la que le tocaba ir conmigo. Muy temprano al día siguiente salimos para el pueblo, como a la media hora de viaje Maria me dijo que quería hacer caca, como la vez anterior con su hermana, paré a un costado del camino la camioneta y la ayudé a bajarse, ella se alejó un poco, casi al lado de la rueda trasera y se levantó su falda y de puso a hacer caca, saqué un poco de papel de la guantera y me paré al lado del asiento, con la puerta de la camioneta abierta.
Cuando Maria terminó medio se levantó y le dije que se acerque a donde yo estaba, ella vino y se paró a mi lado, me agaché y la limpie bien, luego la acomodé hincada sobre el asiento dandome la espalda, le dije que se coloque como los perritos, cuando ella se acomodó le subí la falda y dejé su culito desnudo a mi vista, con las dos manos le aparté sus nalguitas y comencé a besar su culito y la rajita de su coñito, pero solo por un momento ya que sentí que ella estaba incomoda. Con mis manos se lo abrí bien y estuve un rato mirando su inberve coñito y su minúsculo culito, saque mi pene de su encierro y me masturbé, hasta acabar sobre mi otra mano, luego le bajé su falda y le dije que se siente bien, mientras yo daba la vuelta a la camioneta y me sentaba en mi lugar. Continuamos viaje y una vez en el pueblo hicimos las compras, comimos y por la tarde iniciamos el regreso a la granja. Ya en el camino Maria se durmió en su asiento al rato que salimos del pueblo, así que no pasó nada mas.
Los días siguientes, fueron igual a los anteriores, con Lucrecia haciéndome unas pajas fenomenales y yo chupando y lamiendo su coñito y su culito cada vez que podíamos. Con Maria no pasó nada mas, solo que cuando quería hacer caca venía hasta donde yo estaba para que la limpie. Cerca a fin de mes les avisé que la siguiente semana quería ir a la ciudad a hacer varias compras importantes, como ya sabía Lucrecia y Maria gritaron que querían ir conmigo y su madre les dijo que no podían ya que serían una carga para mi, les dije que pensaría la forma en que se podría hacer ese viaje y ver la forma de que puedan venir conmigo, que esperaríamos unos días y que ya les avisaría. Por la tarde después de la siesta recorría la granja y junto con Anselmo planificabamos los trabajos para las siguientes semanas.
Fue en una de esas tardes que salió el tema de mi viaje a la ciudad y Anselmo me pidió que si le podía traer ropa para su familia y le dije que porque mejor no se venían conmigo hasta la ciudad Eulogia y las dos chicas y así ellas mismas se podrían comprar lo que les hiciera falta, y que en mi siguiente viaje a la ciudad vendría él y su hijo. Anselmo lo pensó un momento y me dijo que estaba bien siempre que no fueran molestia para mi. Le dije que no eran molestia y por el contrario, que yo me había encariñado con su familia y las consideraba como mía. Al día siguiente Lucrecia me dijo durante el desayuno que su padre les había dado permiso para ir conmigo a la ciudad y que su madre y su hermana estaban muy contentas.
Mas tarde Eulogia me dijo que su marido había hablado con ella y que estaba asustada, ya que ninguno de su familia había ido a una ciudad grande y que por lo que le habían contado la ciudad era muy peligrosa. La tranquilicé diciéndole que conmigo no tendrían problemas de ningún tipo y que yo velaría por la seguridad de las tres. Lucrecia estuvo muy zalamera y contenta toda la mañana, y cuando Maria vino para que la limpie, la acompañé hasta el lugar donde cagaban y esta vez Lucrecia no nos acompañó como hacía siempre, después la limpié y le besé y chupé un rato su culito y su pequeño coñito y mientras lo hacía se me ocurrió una idea que pondría en practica con el fin de cogerme a la madre de las chicas. Cuando se fue Maria a seguir ayudando a su madre, Lucrecia vino a donde yo estaba y esta vez me dijo que lo que quería era que le chupe su coñito directamente, se subió la falda y me mostró su coñito. La recosté sobre el pasto y me hinqué entre sus piernitas y me puse a chuparle su coñito y su culito hasta que hice que tenga un orgasmo bastante ruidoso, mientras yo me masturbaba. Después me pidió que quería chupar mi pija que ya estaba con una media erección, me senté en el suelo mostrandole mi pene, inmediatamente Lucrecia se hincó frente a mi y se metió mi pija en su boquita y me comenzó a realizar una mamada, pajeándome con sus manitas al mismo tiempo hasta que me hizo terminar en su boquita, se tragó todo mi semen y después de limpiarse su boquita continuamos trabajando hasta que Maria vino a avisarnos que era la hora del almuerzo.
Capitulo cuatro
Cuando llegó el día del viaje, Anselmo me despertó casi de madrugada ya que me esperaba un viaje de casi 13 horas de mal camino, hasta la ciudad. Las cosas las habíamos acomodado la noche antes en la camioneta y después del desayuno nos despedimos de Anselmo y su hijo y partimos rumbo a la ciudad. Adelante iba Maria y Eulogia, en la parte de atras Lucrecia, sentada sobre los bultos. Durante casi dos horas no pasó nada de importante, salvo lo accidentado del camino y mi precaución para manejar. A las nueve de la mañana pasamos por el pueblo y no paramos, seguimos viaje hasta casi las doce del medio día en que hicimos un alto para comer las cosas que Eulogia había preparado la noche antes. Durante el viaje casi no hablabamos y yo me dedicaba a conducir con cuidado ya que el camino es de montaña y muy peligroso. Serían las dos de la tarde que Maria me dijo que quería cagar, su madre le dijo que no me moleste, pero yo le dije que no había problemas, estacioné a un lado del camino, en un lugar solitario, me bajé con el rollo de papel en la mano y Maria se bajó por mi lado, le dije a Eulogia y a Lucrecia que bajen a estirar las piernas, que todavía faltaban muchas horas de viaje.
Las dos se bajaron mientras Maria cerca a la llanta trasera de la camioneta se puso a cagar, me acerqué a ella y cuando terminó la limpié ante la atenta mirada de su madre, que me vio hacer sin decir nada, pero después le expliqué que lo hacía para que no ensucien el asiento de la camioneta. Lucrecia solo hizo pis y me pidió que la limpie y eso hice mientras Eulogia nos miraba sin decir nada. Las chicas corrieron al arroyo que había cerca a lavarse, mientras Eulogia me decía que ella también tenía ganas de cagar, pero que le daba vergüenza, ya que ella jamas había visto eso con lo que había limpiado a sus hijas y que me tenía mucha vergüenza, le dije que para que no tenga vergüenza que lo haga dándome la espalda y que cuando termine solo se levante un poco la falda y que yo que estaría atras de ella, la limpiaría sin que me vea. Eulogia fue caminando hasta donde la hija menor había cagado y se agachó a cagar, dandome la espalda, cuando terminó se levantó un poco y levantó su falda para no ensuciarla, pero sin mostrarme su culo.
Me acerqué y metí mi mano bajo su falda desde atras, y procedí a limpiar suavemente su culo con un primer pedazo, luego subí su falda hasta su cadera y dejé a mi vista su culo desnudo, sus nalgas eran un poco morenas y al medio se veía su negro y arrugado culo, la piel de su alrededor estaba bien curtida, casi de color negro, se lo limpié con otros dos pedazos y le dije que ya estaba limpia. Ella se irguió del todo bajandose la falda y dandose la vuelta me miró y con una sonrisa me dijo que se sentía bien y que sentía su culo bien limpio. Le dije que en la ciudad los baños son diferentes a los del campo y que una vez que lleguemos le enseñaría a usarlos. El viaje continuó sin novedad hasta que llegamos ya entrada la noche a la ciudad, las luces se veían desde lejos. Paré a un lado del camino y hice que Lucrecia se venga adelante con su madre y su hermana ya que estaba haciendo frío, y para que escuche las explicaciones que les iba diciendo sobre la ciudad.
Llegamos al edificio donde estaba mi Departamento ante el asombro de las tres mujeres que por primera vez veían edificios y tantos autos, todo las asombraba, y me llenaban de preguntas sobre cada cosa que veían. Cuando introduje la camioneta en él parqueo interior y paramos en mi sitio particular apenas podían salir de su asombro. Bajamos los bultos y nos dirigimos al ascensor y cuando les expliqué para que servía, no lo podían creer y tenían miedo de entrar. Después de regarles y amenazarlas de que si se quedaban abajo se las robarían, logré que entren y cuando el ascensor comenzó a moverse el temor y el miedo se reflejaban en sus caras.
Maria y Lucrecia se aferraban a mis piernas, apretándose contra mi con mucho miedo. Eulogia no decía nada, pero en su cara se notaba el temor. Mi Departamento quedaba en el cuarto piso y cuando el ascensor paró y abrí las puertas metalicas del mismo, casi salen disparadas las tres. Después de dejar el ascensor caminamos por el pasillo tenuemente iluminado, ninguna de las tres hablaba, solo me seguían. Abrí la puerta de ingreso al Departamento y las hice pasar al Living comedor y cuando encendí la luz, las tres lanzaron un grito de exclamación al ver los muebles, las alfombras, los cuadros, los espejos y las cortinas. Como mi Departamento es de dos Dormitorios las llevé a las tres a uno de ellos y las hice dejar sus cosas a un costado de la única cama de dos plazas que había al medio del cuarto.
Después les mostré mi cuarto y Lucrecia y Maria no salían de su asombro por todo lo nuevo que iban descubriendo, les mostré el baño de mi dormitorio y luego el baño de visitas, la cocina, el cuarto de lavandería y por ultimo la terraza, a la que salieron con temor, menos Maria que era la mas valiente de todas. Les dije que como estabamos cansados encargaría la comida y que luego de un baño nos iríamos a dormir porque al otro día teníamos mucho que hacer. Después de la comer las hamburguesas y la gaseosa que trajo un mensajero, que les encantó a todas, nos fuimos a la cocina y les enseñé a usar el lavaplatos y las otras cosas de la cocina. Eulogia decía que jamas podría aprender a manejar todas estas cosas modernas, le dije que le enseñaría ya que mi meta era poder ir llevando todas estas cosas a la granja tras que tengamos un motor de luz. Después de lavar y acomodar todo, las llevé hasta el living y las hice que se sienten en los sillones y yo me senté al medio de las dos chicas en el sofa. Prendí con el control remoto el televisor y las caras de asombro de las tres al ver las primeras imagenes fueron increíbles. Las dejé mirando televisión y le dije a Eulogia que primero bañaría a Maria, luego a Lucrecia y que luego le enseñaría a ella a usar el baño, me respondió que estaba bien y que me agradecía por todo y que las perdonara por ser tan ignorantes.
Me llevé casi a la fuerza a Maria hasta su baño y la desnudé, luego prendí el calefón y largue el agua de la ducha para que entibie. Cuando el agua estuvo tibia la metí bajo la ducha y la bañe concienzudamente hasta dejarla bien limpia. Luego la envolví en una toalla y la llevé hasta su cama donde le puse una polera mía y la acompañé hasta su asiento en el living. Eulogia y Lucrecia seguían viendo las imagenes sin pestañear, nos miraron y luego siguieron mirando la televisión. Tomé de la mano a Lucrecia y la llevé hasta el baño, donde la desnudé y la metí a la ducha, después de bañarla igual que a su hermana le chupé el coñito y el culito hasta que la hice tener un orgasmo, luego hice que me la chupe hasta que terminé en su boquita como siempre, luego la llevé a su cama y la sequé bien y le puse una polera mía, luego la llevé al living y la dejé viendo televisión. Maria se había dormido y Eulogia estaba cabeceando muerta de sueño. Llevé en mis brazos a Maria hasta su cama mientras Eulogia me seguía.
La dejamos en su cama durmiendo y luego le dije a Eulogia que me siga hasta el baño. Le expliqué como funcionaba la ducha y para que servían los frascos de shampoo y cremas, pero me miraba sin entender nada, así que le dije que la bañaría como a sus hijas, ella se rió nerviosa y me dijo que le daba vergüenza, le dije que no la tenga y la ayudé a desnudarse, su cuerpo no era gran cosa, ya que era muy flaca, pero su entrepierna era bien peluda, con un vello negro y largo, sus tetas eran en forma de copa, de tamaño mediano y un poco caídas, con pezones bien grandes y de un color oscuro, la ayudé a meterse bajo la ducha y empecé por lavarle el pelo que lo tenía bien largo y era de color negro y lacio, mientras se lo lavaba le iba explicando como usar el shampoo y la crema, luego le enjaboné todo el cuerpo y después la enjuagué bien, por último le lavé su coño peludo y aproveché para meter mis dedos dentro de su vagina, ella a ratos reía nerviosa y me decía que le daba mucha vergüenza, pero se dejaba hacer todo conmigo. Por último le lavé el culo y terminé con sus piernas, la enjuagué y luego de ayudarla a secarse, la llevé alzada hasta mi cuarto, mientras ella se moría de vergüenza y me decía que podía caminar, pero en sus ojos veía que estaba gozando de lo que le hacía, ya que no dejaba de sonreír, no pesaba casi nada ya que como era pequeña y flaca, no debía de pesar mas que unos 45 kilos, la dejé parada sobre mi cama, con sus manos trataba de medio cubrir sus tetas y su sexo, me di la vuelta y de mi ropero saqué un camisón que era de mi mujer y le dije que se lo ponga.
Le quedó muy grande y este casi llegaba a arrastrar por el piso. Para no apurar las cosas la acompañé hasta el cuarto en donde estaba durmiendo Maria y la dejé acostada, le dije que Lucrecia estaba mirando televisión y que si ella quería Lucrecia podía dormir conmigo para que ella pudiera dormir tranquila en esa cama solo con Maria, en su ingenuidad Eulogia me dijo que si, que Lucrecia podía dormir conmigo pero que si me molestaba que se la trajera a la hora que sea. Me despedí hasta mañana y me fui al living donde estaba Lucrecia mirando televisión, al verme me preguntó por su madre y le dije que estaba durmiendo y que si ella quería nos podíamos ir a la cama, ya que su madre me había dado permiso para que ella pueda dormir conmigo. Lucrecia se alegró mucho, pero me pidió que le explique algunas cosas de los programas de la televisión y me senté a su lado y ella se pegó a mi y mientras yo le hablaba ella no dejaba de mirar. Mas tarde cuando la vi cabecear, la llevé alzada hasta mi cama y la acosté entre las sabanas. Me desnudé y entré a mi baño, donde me bañé y luego de ponerme unos calzoncillos de tela me fui a la cama. Lucrecia ya dormía, así que me acosté a su lado y no tardé en quedarme dormido abrazando el cuerpito de Lucrecia.
Por la mañana, la primera en levantarse fue Eulogia, quien al no poder encender la cocina vino a despertarme para que le enseñe. Salí con ella a la cocina y me di cuenta que se había vestido ya con su ropa habitual, el vestido tubo negro, la camisa blanca y el saquito negro de lana. Le enseñé como manejar la cocina, lo que había en la heladera y la dejé preparando el desayuno. Desperté a Maria y la llevé en mis brazos a mi dormitorio y entre los dos despertamos a Lucrecia. Le saqué la camiseta a Maria y la dejé desnuda, y entre risas desnudamos a Lucrecia y luego entre las dos me sacaron el calzoncillo, nos pusimos a jugar a las luchas en la cama los tres desnudos, yo me excité al estar acariciando los cuerpitos de las dos niñas desnudas y mi pene se comenzó a levantar.
Lucrecia que fue la que se dio cuenta primero, me la agarró con sus manitos y me comenzó a pajear, mientras yo me comía a besos la barriguita de Maria y le metía mi mano en su entrepierna y le sobaba las nalguitas, mientras tanto Lucrecia había metido mi pene semi erecto en su boquita y me lo comenzó a chupar. Maria estaba acostada de espaldas y reía de mis caricias en su barriguita, le abrí las piernitas y le comencé a acariciar su coñito lampiño, le separé las paredes de su rajita y con mis dedos se lo comencé a sobar, hasta que la escuché que comenzó a gemir bajito. Lucrecia me seguía chupando y pajeando la pija que se me había parado totalmente, mientras yo besaba ya el coñito lampiño y pequeño y hacía que Maria tenga varios orgasmos en mi boca.
Terminé en la boca de Lucrecia que se tragó todo mi semen, dejando a Maria acerqué a Lucrecia contra mi cuerpo y la besé en la boca sintiendo mi olor y mi semen en su pequeña boquita. Al rato me levanté y las alcé en mis brazos y las llevé a mi baño y mientras ellas hacían sus necesidades llené la tina de agua. Después de limpiarlas como a ellas les gustaba las metí a la tina y me metí con ellas, empezamos a jugar dentro del agua mientras las bañaba y me bañaba. Eulogia entró al baño y nos miró desde la puerta asombrada y sin hablar, al verla le dije que se saque la ropa y entre con nosotros, negó con su cabeza y me dijo que le daba vergüenza, sus hijas le rogaron que entre con nosotros y por fin aceptó. Se desnudó y entró en la tina, le hicimos lugar y mientras ella se sentaba, terminé de bañar a las chicas y me terminé de bañar yo mismo, luego me acerqué a Eulogia y la enjaboné con la ayuda de las chicas que entre risas me ayudaron a bañar a su madre. Salimos nos secamos y luego en mi dormitorio nos vestimos y mas tarde desayunamos. Me despedí de las tres diciéndoles que tenía que hacer unas compras y que a mi vuelta las llevaría a almorzar.
Compré ropa para las tres y regresé a la casa, Eulogia estaba lavando en el cuarto de la lavandería mientras las chicas en el living miraban televisión. Las llamé a mi dormitorio y les di a cada una lo que había comprado, mientras les decía que con las ropas que traían en la ciudad no podían salir porque la gente aca no vestían así, las ayudé a cambiarse, primero a las dos chicas, les puse los pantalones vaqueros y unas camisas de franela, medias de algodón gruesas, un par de tenis blancos y una chamarra acolchada para cada una.
Cuando terminé las chicas corrieron a mirarse en el espejo, mientras tomé de la mano a Eulogia y la hice pararse al lado de mi cama. Me miraba con sus grandes ojos negros llenos de asombro mientras la desnudaba, me dejaba hacer sin decirme nada. Cuando la tuve desnuda le puse un calzón de algodón que le quedó un poco grande, un pantalón de buzo holgado de tela térmica color negro y luego una polera blanca de algodón gruesa y de manga larga y por último una chamarra haciendo juego con el pantalón, la senté en mi cama y le puse una media de algodón y unos tenis color negros, la llevé frente al espejo de mi ropero entre las risas de sus hijas y el asombro de ella por verse por primera vez con esas ropas.
Comimos en un Restaurante de comidas chino y les enseñé a usar los cubiertos y les gustó mucho la comida, luego las llevé a pasear por un parque y un zoológico, todo era novedad para las tres que se divertían y asombraban con todo, otra cosa que les gustó fueron las helados y las barras de chocolates. Casi al atardecer las llevé a un Supermercado a hacer compras. Como todo el día Eulogia no se soltaba de mi brazo y me di cuenta que tenía miedo de todo.
Las chicas empujaban cada una un carrito mientras yo compraba y le explicaba a Eulogia lo que iba comprando. Cuando terminé los dos carritos estaban llenos y Eulogia ayudaba a Lucrecia mientras yo ayudaba a Maria. Volvimos al Departamento en Taxi. Acomodar los víveres en las alacenas de la cocina fue otro juego para ellas, cuando terminamos nos sentamos a mirar televisión mientras Eulogia nos preparaba algo de comer. Después de la cena me llevé a Maria al baño de mi Dormitorio y después de desnudarla la metí a la ducha y le di un baño mientras Lucrecia traía la ropa de dormir para las dos. Cuando terminé de duchar a Maria, la llevé en mis brazos hasta mi cama y la dejé para que su madre le ponga la ropa de dormir, Cuando volví al baño ya Lucrecia se había desnudado y me esperaba dentro de la ducha, la bañé y la masturbé y le besé su coñito lampiño, hasta que la hice terminar. Luego la llevé hasta su cama ya que esa noche le tocaba dormir con su madre. Le puse su camiseta de dormir y la arropé dentro de las colchas.
En eso entró Eulogia y me dice que Maria estaba acostada en mi cama esperándome, pero que ahora le tocaba bañarse a ella, le pregunté si quería que yo la bañe y bajando la cabeza de vergüenza, me dice que si. La acompañé al baño y esperé que se desnude, luego la ayudé a entrar a la ducha y le ayudé a lavarse el pelo, mientras le explicaba como usar los shampoo y las cremas. Enjaboné su cuerpo, sus piernas y brazos y por último me dediqué a su sexo peludo. Después de lavar sus labios vaginales, penetré con mis dedos su vagina hasta que la sentí mojada por dentro, luego le lavé el culo, mientras ella se agachaba hacia adelante y brotaba su culo para atras, abriendo un poco sus piernas, por último le metí dos dedos en su culo y en su vagina y la masturbé hasta que la hice gemir de gusto, tenía el culo y la vagina estrecha y sus labios eran chicos, así que pronto sentí como le venía su primer orgasmo, frunció la cara y se le aflojaron sus piernas hasta que se sentó en el borde de la bañera jadeando. La tapé con una toalla y la alcé en mis brazos pese a sus protestas y la llevé hasta su cama. Les di un beso a ella y a Lucrecia y me fui a mi cama en donde me esperaba Maria.
Después de cerrar la puerta con seguro me acosté al lado de la pequeña Maria, después de desnudarme. Maria me miraba con sus ojitos bien abiertos. Apagué la luz del centro del cuarto y solo dejé encendida las de las mesas de noche. Destapé a Maria y le pregunté si le gustaba estar conmigo y en mi cama y me dijo que le gustaba mucho. Como estaba acostada de espaldas comencé a besarla en las mejillas el cuello y luego fui bajando a su pechito, le saqué la camiseta y la dejé desnuda. Continué besando sus pechitos y su barriguita hasta llegar a su inverbe coñito. Maria con sus seis añitos, su pequeño tamaño y la fragilidad de su cuerpito parecía una niña de cuatro años, lo que hacía que la situación me causara mas morbo. Le abrí las piernitas y me recosté entre ellas casi de costado para poder masturbarme cómodo, mientras le chupaba la vaginita. Maria comenzó a gemir y abría mas las piernitas al sentir mi lengua en su coñito.
Olía a limpio y tenía un sabor muy especial, la suavidad de su piel enervaba mis sentidos, pronto se humedeció y con mis chupadas se comenzó a inflamar su rajita. Yo comencé a masturbarme cadenciosamente, mientras sorbía sus jugos y me deleitaba chupando su rajita hasta que solté mi semen sobre las sabanas en una corrida monumental mientras Maria casi queda desmayada de los varios orgasmos que le saqué pese a su corta edad. Cuando se durmió me levanté a tomar agua a la cocina y me encontré a Eulogia levantada y sentada en el pequeño living. Me senté a su lado y la atraje contra mi cuerpo, le pregunté que le pasaba y me dijo que no podía pensar, que todo era nuevo, y que no sabía como actuar ante las cosas que estaba conociendo y las cosas que yo les estaba enseñando. La tranquilicé con palabras cariñosas, diciéndole que yo solo quería lo mejor para ella y toda su familia. Me dijo que tenía miedo de que yo me enoje ó me canse de ellas y las eche a la calle. Le dije que eso no sucedería nunca.
Entonces me dijo algo que me dejó asombrado. Que su marido le había dicho que se deje coger conmigo para que pueda tener un hijo conmigo y de esa forma asegurar el futuro de toda la familia, ó en todo caso que me entregue a Lucrecia que era la que estaba mas pegada a mi, y que si ella era mi mujer yo no los votaría nunca de la Finca. Le dije que la Finca sería de las tres mujeres y que yo a las tres las consideraba mis mujeres y que quería tenerlas a mi lado para siempre. Eulogia se puso a llorar y me dijo que era una pobre campesina ignorante y que todo el tiempo no sabía como actuar para agradarme. La atrage contra mi cuerpo y la besé en la frente y en las mejillas, mientras la sentaba en mis piernas.
Me preguntó después si ya me había cogido a sus hijas, le dije que todavía que esperaría que crezcan un poco, pero que mientras tanto les enseñaría todo para que cuando sean grande sean buenas amantes. Le pregunté a que edad ella había cogido por primera vez y me contó que fue un tío hermano de su madre el que se la había cogido cuando tenía ocho años y que después un hermano mayor que tenía se la estuvo cogiendo hasta que se juntó con Anselmo, embarazada de Lucrecia que era hija de ese su hermano mayor, y que desde que estaba con Anselmo no había estado con otro hombre. Estuvimos un rato mas charlando mientras le abría las piernas y le subía el camisón dejando a mi vista su coño bien peludo. Eulogia no decía nada solo me dejaba hacer. Le metí dos dedos a su vagina y la masturbé hasta que entre jadeos la hice tener un orgasmo. Cuando estaba terminando la acosté en el sofa y le chupé su coño hasta que me largó sus jugos en mi cara. Quedó como muerta tendida de espaldas y despatarrada en el sofa hasta que la tomé en mis brazos y la llevé hasta su cama. Lucrecia dormía tranquila, mientras depositaba a su madre a su lado. Limpié su coño con una toalla y luego la dejé bien arropada y me fui a dormir.
Capitulo cinco
Al día siguiente salimos a hacer compras y las llevé a conocer otras atracciones de la ciudad, luego de dejar las compras en el Departamento salimos y las llevé al Cine y después a cenar a un Restaurante. Mas tarde en la casa el rito del baño y la Paja a las tres que ya se estaban acostumbrando y tomándole el gusto a mis juegos. Esa noche Eulogia me dijo que quería dormir conmigo que a ella le tocaba esa noche y sus hijas estuvieron de acuerdo. Miramos Televisión hasta casi las once de la noche y luego acostamos a las chicas. Maria ya estaba durmiendo cuando la llevé hasta su cama y Lucrecia se durmió al rato, al lado de su hermana, con la promesa de su madre que la siguiente noche ella dormiría conmigo. Eulogia entró a mi baño mientras yo me desnudaba y sin cerrar la puerta se desnudó y se puso el camisón que le había dado y después de orinar se metió en mi cama. La atraje contra mi cuerpo y la besé en la boca, no sabía besar así que le enseñé, y mientras nos besabamos le comencé a acariciar todo el cuerpo mientras le sacaba de a poco el camisón por sobre su cabeza y la dejé desnuda a mi lado. Esa noche le enseñé a que me chupe la pija y me la cogí varias veces por su estrecha y peluda vagina, enseñandole varia poses que jamas había hecho, ya que su marido solo se la cogía de la forma tradicional.
Nos dormimos cerca de las dos de la mañana y despertamos en la madrugada. Besé su cuerpo oloroso a sexo y pronto la tuve bien caliente entre mis brazos. La coloqué en cuatro patas y comencé a dilatarle el culo con mis dedos y con un poco de Vaselina hasta que cuando la vi dilatada le metí mi pija por su culo y me la cogí con fuerza haciéndola pujar y gemir hasta que le llené su culo de semen. Nos volvimos a dormir hasta que las chicas nos despertaron cerca de las nueve de la mañana.
Seguimos con las compras y conociendo la ciudad durante todo el día. Eulogia andaba un poco despatarrada porque le dolía un poco el culo, que le acababa de desvirgar. Por la noche después de la rutina de la cena, el baño y la Televisión, Maria y su madre se fueron a dormir y yo me llevé a Lucrecia a mi Dormitorio, donde la desnudé y la arropé entre mis sabanas.
Me bañé y cuando volví me estaba esperando despierta, jugando con una muñeca que le había regalado ese día. Me metí desnudo a su lado mientras Lucrecia dejaba a un lado la muñeca y me abrazaba con sus dos bracitos pegandose a mi cuerpo. Nos besamos como ya le había enseñado y lego me chupó la pija hasta que la tuve bien erecta, mientras yo le chupaba la vaginita y el culito, con su cuerpito acostado al revés del mío. Mas tarde la coloqué de espaldas en la cama y le subí sus piernitas abiertas, hasta la altura de su pechito, hincado entre sus piernitas le chupé su vaginita y su culito hasta que le arranqué su primer orgasmo. La seguí chupando un rato mas y luego le dilaté el culito con mis dedos suavemente y le coloqué bastante Vaselina. Cuando sentí que su culito estaba bien dilatado, le comencé a meter mi pija en su culito que se abría a lo maximo, mientras mi pija entraba de a poco. Lucrecia pujaba y gemía mientras yo le metía mi pija en su culito virgen hasta ese momento.
Me la cogí suavemente por un rato hasta que la niña se acostumbró al grosor de mi pija en su culito. Después la coloqué en cuatro patas y se la volví a enterrar en su abierto culito y me la cogí otro rato hasta que sentí que me vino un orgasmo intenso y largo, derramando todo mi semen dentro de su estrecho y maravilloso culito. Lucrecia solo pujaba y gemía mientras la enculaba y cuando terminé dentro de su culito caímos en la cama, yo encima de su pequeño cuerpito con mi pija todavía enterrada en su culito. Se la saqué despacio y le di la vuelta y la estreché entre mis brazos, hasta que se calmó. Mi pija estaba dolorida y muy sensible a causa del esfuerzo y la estreches del culito de Lucrecia. Me dijo que le había dolido mucho y que tenía ganas de cagar, así que la llevé hasta mi baño y al sentarla en el inodoro se vació. Gritó de dolor cuando le comenzó a salir la mierda mezclada con mi semen y la abrasé mientras terminaba de cagar. Mas tarde en mi cama la limpié bien y al revisarla vi que le había dañado un poco su pequeño esfínter, así que le puse una crema cicatrizante y al rato se durmió abrazada a mi cuerpo.
Por la mañana hicimos las últimas compras y por la tarde las llevé al Cine, a un Circo y luego a comer a un Restaurante, por la noche les dije que este era nuestro último día en la ciudad y que al día siguiente tendríamos que regresar, a coro las chicas y su madre me pidieron que nos quedemos un día mas.
Lucrecia había estado dolorida del culito todo el día pero no dijo nada a su madre ni a su hermana, cuando podía le colocaba la crema para que sane mas rapido y esa noche las dos chicas querían dormir conmigo ya que yo acepté quedarnos un día mas. Eulogia aceptó que las dos durmieran conmigo con la condición que la última noche ella sería la que dormiría conmigo. Después del baño y la televisión, acosté a las chicas en mi cama, mientras Eulogia se fue a acostar a su Dormitorio. Lucrecia y Maria se desnudaron sin que les diga nada y me acosté desnudo al medio de las dos. Nos besamos y nos acariciamos un rato, hasta que Lucrecia se dio la vuelta y empezó a mamarme la pija. Yo senté sobre mi pecho a Maria y le comencé a chupar su pequeñisimo coñito mientras ella reía y gemía. Lucrecia ya había conseguido levantar mi pija con sus manitos y boquita, Mientras Maria seguía gozando de la chupada que le daba con mis labios y mi lengua. Maria cayó a mi lado agotada de tanto gozar con mi lengua, subí sobre mi cuerpo el cuerpito de Lucrecia que en ningún momento dejó de chupar mi pija y le comencé a chupar su coñito lampiño hasta que la sentí que soltaba mi pija para poder gemir y gozar con su primer orgasmo. Mi lengua penetraba en su pequeña vagina haciendo que Lucrecia lanzara grititos de gozo a cada momento y la sentí terminar una vez mas. Me chupó con mas fuerza y cuando ella llegaba a su tercer orgasmo me derramé dentro de su boquita y ella se tragó todo mi semen sin dejar de chupar mi pija.
Mas tarde cuando las dos niñas se durmieron, me levanté y me fui al Dormitorio donde dormía Eulogia, encendí la luz de la mesa de noche y la destapé, luego le saqué le camisón y comencé a besar su cuerpo hasta que ella despertó. Me pidió que le chupe su coño peludo, me acosté del lado contrario y la subí sobre mi cuerpo, aparté con mis manos los labios mayores de su coño y hundí mi lengua en su vagina, mientras sentía como Eulogia me comenzaba a pajear y a chupar mi pija. Le chupé su minúsculo clítoris y su vagina hasta que sentí que se llenaba de sus líquidos. La acomodé en cuatro patas y por atras la penetré por su mojado coño y la comencé a coger con fuerza hasta que la sentí terminar en un orgasmo largo, lleno de grititos y palabras ininteligibles.
Cuando cayó derrumbada sobre la cama le di la vuelta y me subí sus piernas sobre mis hombros y le volvía penetrar, mi pija por su mojado coño y me la cogí con fuerza hasta que la sentí estallar en un nuevo orgasmo. Me saqué de los hombros sus piernas y la dejé descansar un rato toda despatarrada sobre la cama. Cuando volvió a abrir los ojos comencé a chupar sus senos, su barriga y su coño totalmente inundado por sus secreciones, hasta que la sentí excitada de nuevo. Coloqué de nuevo sus piernas sobre mis hombros, pero esta vez los llevé hacia adelante y apoyé sus rodillas contra sus tetas y de esa forma su culo negro quedó a mi vista, mientras la agarraba por los tobillos, soltando una mano dirigí mi pija totalmente erecta contra su culo y se la comencé a meter, despacio pero firme, su esfínter se abrió dejando pasar la cabeza inflamada de mi pija, poco a poco le fui enterrando el tronco dentro de su blando y estrecho culo, hasta que se la metí toda mientras ella pujaba y gemía sin parar.
Comencé un mete y saca cada vez mas rapido dentro de su culo hasta que sentí que mi semen estaba por salir, por lo que solté una de sus piernas y comencé a sobar su pequeño clítoris y cuando explote en su culo sentí las contracciones de su esfínter en el tronco de mi pija señal de que ella también acababa en otro orgasmo gritando y gimiendo. Si sacar mi pene de su culo caí a un costado arrastrando su cuerpo con el mío y quedamos sin movernos por un buen rato mientras nos recuperabamos. Mas tarde Eulogia me dijo que su marido jamas la había hecho terminar y que le gustaba mucho como su cuerpo se estremecía cada vez que terminaba y que su culo y toda ella serían para mi, para siempre y que ella estaba de acuerdo para que yo pudiera hacer con ella lo que quisiera. La dejé desnuda, despatarrada y llena de semen, cuando me fui a dormir con las niñas que por suerte no habían despertado. Me dormí a las cuatro de la mañana y fue difícil para las chicas despertarme al medio día.
Ninguna se había cambiado y como las chicas estaban con sus camisetitas, estas se les subían hasta las barriguitas dejando a mi vista sus pequeños coñitos cada vez que se movían a mi alrededor. Eulogia seguía con el camisón que perteneció a mi mujer, me trajo una taza de café mientras yo jugaba a las cosquillas con las dos chicas. Se quedaron quietas mientras tomaba unos sorbos de café y luego seguimos jugando mientras Eulogia se sentaba al borde de la cama viéndonos. Por el juego la sabana que me cubría se bajo y como estaba desnudo mi verga quedó a la vista, yo estaba medio recostado mordiendo la barriguita de Maria mientras Lucrecia me tenía del cuello, montada sobre mi pecho con su húmedo coñito casi en mi tetilla izquierda. Yo no me había dado cuenta que quedé destapado hasta que sentí que Eulogia había tomado mi pija semi erecta con su mano y me estaba pajeando suavemente.
Me quedé quieto al sentirla y Lucrecia y Maria se dieron vuelta a mirarla y las dos sonrieron y le dijeron a su madre que mi pija también era de ellas y Lucrecia se dió la vuelta mientras le decía a su madre que ya sabía chuparmela, con una mano Eulogia me seguía pajeando mientras Lucrecia me colocó sus manitas en mi muslo y mi barriga y agachandose se metió a la boquita la cabeza de mi pija. Al sentir como Lucrecia me chupaba la pija, me excité aún mas y le saqué la camisetita a Maria y les dije a las otras dos que se desnuden igual que nosotros. Las dos me hicieron caso y se desnudaron. Eulogia se subió a la cama y se acostó encima de mi cuerpo y me besó en la boca, mientras las dos niñas me chupaban y me pajeaban la pija con sus boquitas y sus manitas. Con mis manos masajeaba las nalgas de la madre y le metía un dedo en su culo. Cuando mi pene se puso totalmente erecto, me desprendí de las dos niñas y colocando a Eulogia de espaldas en medio de la cama, me coloqué entre sus piernas y se la metí de un solo golpe en su vagina haciéndola gritar de placer, las chicas se abalanzaron sobre nosotros y mientras Lucrecia me besaba en la boca y recibía mis caricias en todo su cuerpito, Maria se apoderó de las tetas de su madre y comenzó a chuparselas.
Después de coger con Eulogia hasta hacerla tener un orgasmo, y de preparar a Lucrecia con mis dedos en su culo, mientras Eulogia quedaba despatarrada al medio de la cama, coloqué a Lucrecia en cuatro patas y colocandome detras de ella le chupé un rato su culito y luego la penetré, mientras ella pegaba pequeños grititos de dolor y de gozo. Maria de hincó a un costado y miraba como la enculaba a la hermana mayor, mientras con una mano yo le acariciaba su coñito pequeño. Maria estaba con los ojos dilatados de deseo y de excitación mientras yo había logrado meterle la punta de un dedo en su pequeña vaginita. Eulogia se puso de barriga y se colocó en cuatro patas a nuestro lado y me ofreció su culo negro, mojé un dedo con mi saliva y se lo enterré en su mojado culo y lo comencé a mover hasta que comenzó a gemir de gozo, cuando sentí que Lucrecia tuvo su orgasmo, se lo saqué despacito y me coloqué atras de su madre y le enterré de un solo golpe todo mi erecta y adolorida pija en su dilatado y blando culo. Eulogia chilló de placer al sentirla toda en su culo y se movió ayudandome en el mete y saca hasta que me hizo terminar dentro de su culo. Caí en medio de la cama mientras las tres me abrazaban y me besaban por todos lados.
El cuarto olía a sexo y sudor de los cuatro cuerpos que eran uno solo en esa cama. Hicimos el amor toda la mañana y la tarde hasta que mi pene quedó sangrando de tanto hacerle el amor a Eulogia y a Lucrecia. Maria también recibió lo suyo ya que aparte de chupar su coñito inverbe, logré meter la punta de mi pija en su pequeño culito, con la ayuda de Lucrecia y de su madre. Nos bañamos juntos cuando ya anochecía y después salimos a comer y a pasear por el centro. Regresamos antes de las diez de la noche y sin decir nada nos desnudamos y nos metimos los cuatro en mi cama y no estuvimos acariciando y jugando un rato hasta que se me paró de nuevo la pija y esta vez después de coger con Eulogia, traté de desvirgar a Lucrecia con la ayuda de Eulogia y Maria, pero solo le pude meter la punta de mi pene y se lo tuve que sacar ya que le dolía mucho y termine por cojerla por el culito que ya me aceptaba mi pija dura solo mojada con un poco de saliva.
Entre Lucrecia y yo hicimos tener varios orgasmos a Maria con nuestras bocas y lenguas en su coñito. Fue una noche a puro sexo con las tres, hasta que quedé totalmente agotado y no supe a que hora me dormí. Desperté en la mañana cuando Lucrecia me chupaba mi adolorida pija, mientras Maria seguía durmiendo abrazada a mi cadera. Eulogia ya no estaba en el cuarto, así que Lucrecia siguió chupandome hasta que estuve bien despierto y mi pija estuvo bien parada. La acosté en medio de la cama y me subí sus piecitos a los hombros y se la metí por el culito al que previamente había dilatado con mis dedos. Lucrecia con sus siete añitos ya era toda una culeadora, y comenzó a gozar cuando su culito se acostumbró al grosor de mi pija, y se comenzó a mover al ritmo del mete y saca que empecé con mi cadera.
Cuando estaba por terminar apareció Eulogia, venía de la cocina y estaba totalmente desnuda, en sus manos traía una charola con el desayuno para todos. La dejó en la mesa de noche y se subió a la cama a ver como me enculaba a su hija. Como estaba de rodilla a un costado logré meterle dos dedos en su coño peludo mientras se colgaba de mi cuello y me besaba en la boca, la empecé a pajear hasta que la sentí gemir. Saqué mi pija del coñito de su hija y Eulogia se acomodó en cuatro patas, así que me coloqué atras de ella y de un solo envión le enterré la mitad de mi pija en su gran culo negro. Pegó un grito al sentirla dentro de su culo y después de acomodarse bien, ella misma se la comenzó a enterrar hasta el fondo mientras aullaba, pujaba y gemía con mis envestidas. Maria se despertó a los ruidos que hacíamos con su madre y se quedó sentada mirandonos culear. Me cogí a Eulogia por el culo por un bien rato y cuando estaba por acabar se la saqué de su culo y se la di a la pequeña Maria para que me la chupe. Me la chupó con ganas hasta que terminé en su boquita y se tragó mi semen mezclados con la mierda que había salido del culo de su madre. Después de bañarnos y jugar en mi bañera un buen rato, nos cambiamos y salimos a almorzar. Por la tarde acomodamos todo y lo cargamos en la camioneta. Hicimos unas compras de último momento en el centro y tomamos unos helados en una heladería que nos sirvió de cena. Volvimos al Departamento casi al anochecer, nos desnudamos y nos metimos a la cama a seguir con otra tanda de sexo hasta casi la media noche.
Dormimos todos en mi cama y a las cuatro de la mañana Eulogia nos levantó a todos. Mientras ella nos preparaba el desayuno, nos bañamos y nos alistamos. Después de acomodar el Departamento cerramos todo y a las cinco y media de la mañana partimos rumbo a la Finca. Todo había cambiado desde el viaje de venida, ahora las tres se consideraban mis mujeres y yo estaba feliz con las tres. A medio día paramos en un Restaurante caminero y almorzamos. Media hora después paramos bajo unos arboles a la vera del camino y descansar un poco. Eulogia tendió una manta bajo unos arboles un poco ocultos de la vista del camino y mientras ella se sentaba sobre mi cara para que yo le chupe su peludo coño, Lucrecia y Maria se apoderaron de mi pija y me hicieron una mamada que en menos de cinco minutos dejó a mi pija mas dura que una roca. Me cogí a Eulogia por la vagina hasta que la sentí tener dos orgasmos, luego se la saqué y me cogí a Lucrecia por su dócil y delicado culito ante la mirada atenta de su madre y su hermana. Terminé en el culito de Lucrecia y luego Maria me limpió mi pija con su boquita. Nos vestimos y aproveché de cabecear un sueño de media hora, luego continuamos viaje.
Llegamos a la Finca a las once de la noche y a bocinazos despertamos a Anselmo que salió a recibirnos con una sonrisa, que después de los últimos sucesos vividos me pareció de una inocencia increíble. Descargamos todo en el Deposito y luego nos fuimos a mi cabaña, mientras Eulogia preparaba algo de comer, las chicas le contaron a su padre lo que habían conocido de la gran ciudad y de las cosas que se habían comprado. Cenamos por primera vez todos en mi mesa y me alegró que así lo hicieran.
Después de la cena Lucrecia le dijo a su padre que ella quería quedarse a dormir conmigo y su padre bajando la cabeza me dijo si yo estaba de acuerdo y si no me molestaría. Le dije que no. Se despidieron con besos en mi boca Maria y Eulogia, Anselmo no se cansaba de hacerme reverencias hasta que salieron de la cabaña. Una vez solos con Lucrecia nos desnudamos y entramos a mi baño, después de una reparadora ducha la llevé desnuda como estaba hasta mi cama y nos acostamos. Como no sabía como reaccionaría Anselmo a lo que su mujer le contaría esa noche, estaba un poco nervioso, así que después de dejar que Lucrecia me chupe la pija y de encularla hasta que eyaculé en su culito, la dejé que se duerma abrazada a mi cintura, mientras yo estuve despierto hasta bien entrada la madrugada. Maria nos despertó con su alegría desbordante y su inocencia a flor de piel, sus pequeños siete años hacían que parezca una niña de cuatro.
Se subió arriba de mi cuerpo y después de destaparnos se apoderó de mi pija y me la comenzó a chupar, hasta que Lucrecia que también se había despertado, ayudó a su hermana a chupármela y a pajearme hasta que al rato entró Eulogia que al vernos se puso a reír y me dijo que a partir de ahora las dos chicas no me dejarían en paz si no las ponía en su sitio. Las dejé hacer mientras Eulogia se encargaba de comenzar a limpiar la casa, recogiendo la ropa tirada mía y de su hija mientras las dos niñas se encargaban con sus manitos y sus boquitas de chupar mi pene hasta que me hicieron terminar y se tomaron hasta la última gota del semen que salió por mi pija.
Después de bañarme y desayunar salí de la cabaña y ya Anselmo y su hijo me estaban esperando sentados en la galería delantera. Se levantaron al verme llegar y me saludaron con una reverencia que es el estilo de saludo que todavía se utiliza en esta parte del país. Mientras nos dirigíamos hacia el deposito Anselmo me dio un pormenorizado informe de todo lo acontecido en mi ausencia, yo veía que me hablaba como si no hubiera cambiado nada después de haber conversado esa noche con su mujer.
Después de acomodar todo las cosas que había traído de la ciudad y de trasladar las cosas mías a mi cabaña, volvimos acompañados por Eulogia y las chicas a recoger las cosa que les había comprado para ellas. Mas tarde recorrimos la finca con Anselmo los dos solos ya que su hijo se quedó con su madre recibiendo sus regalos. Nos sentamos sobre unas piedras al lado del arroyo y aproveché para preguntarle si su mujer le había contado todo lo que pasó en la ciudad. Anselmo bajó la vista y me dijo que si, avergonzado, me dijo que estaba de acuerdo con todo ya que le hacía feliz que yo me hubiera fijado en su mujer y en sus hijas y que su deseo era el de quedarse para siempre a vivir en la Finca y que desde ahora yo era el dueño de su familia y que el no diría nada de lo que yo dispusiera sobre ellos. Le pregunté intrigado por que lo hacía y su respuesta me dejó sorprendido. Me dijo que de esta forma aseguraba el futuro de sus hijas y de su mujer para cuando el se muera ó esté muy viejo para seguir trabajando.
En estos lugares la tierra no es muy rica, y son contados los lugares aptos para la Agricultura y los campesinos son muy pobre y esta familia sabia lo que es pasar hambre y Anselmo de esta forma aseguraba el sostén de toda su familia en el futuro. También me dijo que si su mujer quedaba embarazada de mí, él sería muy feliz ya que eso ayudaría a su raza y que mi hijo sería el heredero de todo, ya que en estos lugares las mujeres no tienen derecho a herencia, y de esa forma estaría asegurado el futuro de todos. Le pregunté por Gregorio y me dijo que también me pertenecía para todo lo que yo dispusiera.
Hablamos un rato mas y luego regresamos a mi cabaña y esta vez nos sentamos todos a la mesa para almorzar. Lucrecia y Maria se creían muy importantes enseñando a su hermanito y a su padre a usar los cubiertos y luego del almuerzo, Anselmo y su hijo se levantaron de la mesa ya que según él tenían mucho que hacer. Maria quería acompañarme a dormir la siesta, así que Eulogia y Lucrecia recogieron la mesa mientras con Maria nos metíamos en mi dormitorio. Desnudé a la niña y me desnudé yo, antes de acostarnos. Le chupé su pequeño y lampiño coñito metiendo mi lengua en su diminuta vaginita hasta que la sentí suspirar y gemir en un primer orgasmo que hizo estremecer su diminuto cuerpito. Después le chupé su culito y jugué con mi lengua hasta lograr ablandar su sonrosado esfínter y poder meter la punta de mi lengua dentro del pequeño hueco de su culito hasta que la sentí estremecerse en otro orgasmo.
No dejaba de masturbarme mientras hacía todo esto y cuando sentí que ya me estaba por salir el semen de mi pija, la puse en cuatro patas y me coloqué atras de ella y alzándola por la barriguita coloqué la punta de mi pene en su culito y de un envión de mi cadera le metí la cabeza de mi pija en su estrecho culito, su esfínter se abrió y se cerró aprisionando la cabeza de mi pija mientras Maria soltaba un quejido y lanzaba un pequeño gritito al sentir su culito invadido por mi erecta y a punto de estallar pija. Solté chorros de semen dentro del estrecho canal de la niña, pero sin atreverme a meter mas dentro del culito de Maria. Caímos sobre la cama, yo encima del cuerpito de Maria que quedó bajo mi cuerpo. Era tan pequeña que su cabecita apenas llegaba a la altura de mi pecho. Le saqué mi pene de su culito y la recosté arriba mío colocándome de espaldas y entonces vi las lagrimas que salían de sus ojitos, le pregunté si estaba bien y me dijo que si entre sollozos. Antes de dormirnos le revisé su culito y vi que por suerte no estaba lastimado así que le puse un poco de Vaselina y la abrasé hasta que los dos nos dormimos.
Cerca de las cuatro de la tarde Maria me despertó con múltiples besos en toda mi cara y después de bañarnos salimos del cuarto. Eulogia y Lucrecia que ese momento estaban limpiando la terraza vinieron a nuestro encuentro y me abrazaron las dos mientras Maria les decía que por fin yo me la había cogido por su culito. Eulogia me sirvió el té mientras Maria les contaba que yo le había metido todo mi pija grandota en su culito y que ella no había llorado nada. Eulogia me miraba y se sonreía ante las palabras de su hija menor. Mas tarde salí en busca de Anselmo y lo encontré arreglando unos alambrados acompañado como siempre por su hijo. Conversamos un rato y luego regresé a la casa para terminar de desempacar mis cosas con la ayuda de Lucrecia y Maria. Estabamos terminando de hacerlo cuando llegó Eulogia con dos envoltorios y me dijo que eran las ropas de Lucrecia y Maria que desde ahora dormirían conmigo ya que así lo habían decidido las dos. Les hice un lugar en mi ropero y les dije que en nuestro siguiente viaje a la ciudad les compraría un ropero para cada una.
Desde esa noche dormí con las dos niñas, y por las mañanas me cogía su madre. Poco a poco fui agrandando sus culitos y sus vaginitas, en menos de un mes logré meter toda mi pija en el culito de Maria y en la vaginita de Lucrecia. Maria caminó despatarrada por varios días y como le sangró un poco el culito hubo que ponerle la crema cicatrizante. Lucrecia también andó un poco incomoda cuando desvirgué su vaginita pero pronto aguantaba como si nada que le meta toda mi pija en su vaginita. Poco a poco las chicas comenzaron a andar desnuda por la casa y los alrededores y algunas veces Eulogia las imitaba, casi siempre después que me la cogía en la cocina ó en el salón. Incluso algunos días que trabajabamos en el jardín Lucrecia me ayudaba desnuda. Sus pechitos seguían siendo chicos, pero sus pequeños pesoncitos estaban mas salidos por mis chupadas y mas oscuros, por lo que se notaban mucho mas, su coñito estaba mas hinchado, arriba al comienzo de la rajita ya se notaba a simple vista el botón de su pequeño clítoris y la loma de su pubis estaba mas levantada e hinchada. Me las cogía a las tres a cada rato y en cualquier lugar. Pronto Maria aguantó toda mi pija en su culito y le gustaba que la encule cada rato.
Ese año pasó sin que volviéramos a la ciudad ya que con mis tres mujeres tenía mas que suficiente y con el desvirgamiento de Lucrecia y Maria tuve ocupado todo mi tiempo. Hasta hoy vivo con mi nueva familia y me siento orgulloso de mis tres mujeres.
FIN
Autor/a: Francesca Duval