CAPITULO TRES
El padre de mi muñeca
Regresó como á los diez minutos cargando una bolsa de papel, miré como se paró a mi lado y me volvió a preguntar si mi amigo no había llegado, le contesté que no. Entonces me invitó a que lo espere en su Departamento, moví mi cabeza afirmativamente, él empezó a subir los escalones y yo lo seguí, rogando que nadie saliera del Departamento de mi amigo y me viera con él. Me hizo pasar a una sala no muy grande donde había un pequeño comedor y un living, también muy funcional, estilo moderno, pasé y me senté en el amplio sofá, mientras él se dirigió a la cocina a traerme un refresco, que me había ofrecido y yo acepté. Miré todo, viendo con cara de asombro donde y como vivía Carlos, el hombre de mis sueños de niño, tratando de imaginarme como sería vivir con él en ese lugar, que se veía tan pequeño. Regresó con el refresco y me lo entregó mientras se sentaba en un sillón, frente a donde yo estaba, me miraba mientras yo tomaba unos sorbos y luego me sonrió, me preguntó que si me gustaba su Departamento, le dije que no sabía, él se levantó y me dijo que lo acompañe, dejé el vaso en la mesa del living y lo seguí, me mostró la cocina, el cuarto de servicio, su dormitorio y su baño.
Me iba explicando todo y yo lo escuchaba sin hablar, cuando terminamos de ver todo, volvimos al living y me volví a sentar en el sofá, mientras él se sentaba en el sillón de enfrente, mientras le contaba como era la casa de mis padres en mi pueblo, él me escuchaba y me hacía algunas preguntas sobre mi familia, que le respondía prontamente y cuando me di cuenta, había perdido toda la vergüenza que tenia y al rato me sentí reír de sus ocurrencias y las bromas que me hacía, fue después de ese momento que Carlos me preguntó, que desde cuando me gustaba jugar con muñecas.
Yo le contesté contándole lo de mi hermana y de que siempre me gustaron los juegos de las niñas, me preguntó si me gustaba jugar al doctor y los otros juegos que jugaban las niñas, le contesté que si, me dijo que él vería la forma de poder comprar ropas para mi muñeca y que él no se oponía á que yo juegue y haga lo que más me guste. Me gustaba lo que me decía, pero me acordé que tenía que regresar a la casa de mi abuela y se lo dije, se levantó y me acompañó hasta la puerta y cuando me despedía me revolvió mi pelo, mientras me decía que podía venir cuando quisiera y que si quería, podía traer mi muñeca, porque acá nadie me molestaría ni me haría preguntas. Le dije que si y escapé a todo carrera, hasta llegar al Departamento de mi abuela.
Al día siguiente por la tarde, salí con el permiso de mi abuela para ir al Departamento de mi compañero, solo estuve un rato, ya que de los nervios y el deseo de ver a Carlos no me dejaban hacer, ni jugar a nada. Me despedí de mi compañero y salí al pasillo, después que escuché que se cerró la puerta a mis espaldas, me di la vuelta y corrí hasta el Departamento de Carlos. Me detuve frente a su puerta, sin atreverme a tocar, no se de donde saque valor y toqué el timbre que apenas alcanzaba, Carlos me abrió enseguida la puerta, al verme me sonrió y me dijo que pase, yo pasé como la vez anterior, y me senté en el sofá, mientras Carlos me decía que estaba preparando una torta para la merienda y si me gustaría ayudarle, me levanté de un salto, feliz de hacer algo que sabía hacer y más si era con él.
Esa tarde preparamos la torta entre los dos, en su cocina y luego me invitó una taza de chocolate y comimos la torta sentado en su pequeño comedor. Más tarde le ayudé a limpiar y lavar todo en la cocina, cuando llegó el momento que tenía que regresar se lo dije, mientras él me abría la puerta, lo abrasé por su cadera y apoyé mi cabeza sobre su barriga ya que él era muy alto para mi, no se por que lo hice, él no dijo nada, solo me revolvió el pelo como hacía siempre, me entraron nervios, lo solté y sin despedirme porque sentía un nudo en la garganta, comencé a correr hasta llegar al Departamento de mi abuela.
El Sábado Carlos tuvo que venir a casa ya que mi abuela estaba dolorida y quería que le den masajes, yo le abrí la puerta, Carlos después de saludarme me dijo que me había extrañado y si yo lo había extrañado, le contesté moviendo la cabeza. Mientras Carlos le daba los masajes á mi abuela, me fui a la cocina y le dije a Nana que iría a jugar á casa de mi amigo y Nana me dijo que le diría más tarde a mi abuela y que no me tarde mucho. Salí y esta vez esperé a Carlos sentado en el último escalón, donde empezaba el pasillo que llevaba a su Departamento, en mis manos llevaba mi muñeca, envuelta en un papel de diarios para que nadie la vea. Carlos tardó como media hora en regresar, cuando me vio, me sonrió mientras me revolvía el pelo y yo me paraba para seguirlo. Entramos a su Departamento sin decir ninguna palabra, y esta vez él se sentó a mi lado en el sofá, me dijo que quería ver mi muñeca, la saqué de su envoltura y se la di, Carlos la tomó y mientras la miraba, me decía que era hermosa y que como se llamaba. Le contesté que la llamaba Heidy como los dibujos animados, que me gustaba jugar á que era mi hija. Me preguntó desde cuando me gustaba jugar con muñecas y le dije que desde siempre, que con mi hermana siempre lo hacía. Carlos me dijo que mi abuela le había dicho, que yo era una persona especial, que había tenido muchos problemas con los miembros de mi familia, y que si yo quería se los podía contar, que él no se los contaría a nadie y que por el contrario, él vería la forma de ayudarme.
Como ya le tenía confianza, le dije desahogando mi alma por primera vez, que no me sentía como los otros niños, que me sentía como niña, que siempre estaba pensando en como sería vivir como niña, que desde siempre me habían gustado los chicos y que me sentía atraído por ellos, que mi deseo era casarme con otro chico y que esto no lo lograba entender nadie, que siempre me castigaron, cuando traté de dar á conocer lo que sentía, que hasta hoy no lo había comentado con nadie y que era la primera vez que se lo decía á otra persona . Carlos me escuchó mientras le conté también mis problemas con mis padres y hermanos, por mi forma de ser, cuando terminé de hablar me pregunto:
Me quieres Gabriel? Bajé mi vista, sorprendido y avergonzado por su pregunta, y le dije que si en un susurro. El tomó mi rostro por la barbilla y lo levantó, me dio un beso en la mejilla y me dijo que confíe en él, que él no me defraudaría jamas y que me quería mucho, me levanté y sin pensar en nada lo abrasé, coloqué mi cara sobre su hombro, mientras me entraban ganas de llorar, Carlos dejó la muñeca a un lado y me abrazó sobando mi espaldita con sus manos.
Te amo bebé! Me dijo mientras me hacía mirarlo a la cara, besaba las lagrimas que salían de mis ojos sin que pueda reprimirlas, yo sentía que lo amaba y quería decírselo, pero no podía ó no sabía como hacerlo.
Ven siéntate en mi falda! Me dijo mientras yo seguía hipando sin poder controlarme.
Calma mi reicito, calma mi amor! Me decía Carlos, mientras besaba mis mejillas y probaba mis lagrimas, lo volví á abrazar, mientras él me acariciaba la nuca y la espalda. Cuando me calmé Carlos me levanto de su falda y se paro, me tomó de la mano y me llevó a la cocina, lo ayudé a preparar el té, que luego tomamos sentados en la pequeña mesa de la cocina, sin volver a tocar el tema. Carlos me habló de su vida, me dijo que el era de otra ciudad, que hacía tres años que vivía en este Departamento, que se había casado muy joven, que hacía un años que se había divorciado y que no tenía hijos, pero que siempre soñó con tenerlos, luego me contó historias divertidas, con lo que pronto se me pasó todo y me encontré riendo. Al rato me dejó en el living para que juegue con mi muñeca, mientras él se fue a su cuarto porque tenía que escribir unas cartas, yo no pude jugar mucho tiempo solo, quería estar con Carlos y sabía que en un rato más tenía que regresar con mi abuela. Me dirigí a su dormitorio, como la puerta estaba abierta me paré en el dintel, Carlos se dio la vuelta, estaba sentado en un pequeño escritorio al lado de su cama, me sonrió y me dijo que me acerqué, entré a su dormitorio y me paré a su lado, abrazando mi muñeca contra mi pechito, movió su silla hasta quedar sentado frente a mi y me dijo:
Ven!. Siéntate acá! Yo dejé mi muñeca en su cama y me acerqué más a él, abrió sus brazos y sus piernas y yo me pegué contra su cuerpo, colocando mis bracitos por sobre sus hombros sin dejar de mirarlo, Carlos me tomó por la cintura y me dio un pequeño beso en los labios, mientras me sentaba en sus faldas. Yo le respondí sin abrir mi boca porque todavía no sabía besar. Carlos tomó mi rostro con sus manos y me dijo que yo era muy bello, yo le sonreí nervioso y le dije que me tenía que ir, me levantó y lo tomé de la mano mientras él se levantaba, comenzamos á andar hacia la puerta, antes de que Carlos pueda abrir la puerta, lo abrasé por la cadera y pegué mi mejilla á su barriga, mientras le decía que lo quería, Carlos se desprendió de mi abrazo y se hincó en el suelo, tomó mi rostro nuevamente y me dio otro beso en la boca que duró más tiempo, pero siempre con los labios cerrados, luego se paró y abrió la puerta y mientras me revolvía el pelo le pregunté si podía volver mañana, me dijo que podía venir cuando yo quisiera y si me llevaría mi muñeca, le dije que no que quería que él la tenga, me despedí con la mano sin decir palabra y me fui corriendo. Esa noche no podía dormir recordando a cada instante mi primer beso, sentía que amaba á Carlos con todo el alma y que quería estar junto a él todo el tiempo. Solo tenía siete años, era niño pero quería ser niña, me sentía niña, me sentía mujer, mujer para un hombre grande, la mujer de Carlos.
El domingo estuve con un desasosiego que no se me pasó en toda la mañana y muy nervioso, mi abuela me dijo que era porque al día siguiente empezarían mis clases nuevamente y le dije que si, después del almuerzo ayudé a Nana en la cocina y cuando mi abuela se alistaba para dormir la siesta le pedí permiso para ir a jugar á casa de mi amigo, le dije que su mamá nos llevaría al cine, mi abuela me dio permiso después de múltiples recomendaciones y Nana me acompañó hasta el portón del edificio del frente y esperó que yo entre, la espié cuando se iba y luego subí los escalones corriendo y no me detuve hasta que me encontré en la puerta del Departamento de Carlos. Me abrió la puerta al momento que toqué el timbre, solo me sonrió y se hizo a un lado para que yo pase adentro, cuando Carlos cerró la puerta lo abrasé por atrás y me pegué contra su cuerpo, sin saber porque lo hacía en ese momento, Carlos se desprendió de mis bracitos, se dio la vuelta y me tomó en sus brazos, me alzó por mis piernas y me dio un beso suave en los labios y me preguntó como estaba, le dije que bien y que quería jugar con él, me llevó en brazos hasta el sofá, se sentó y me colocó sentado en su falda y me preguntó que quería jugar, le dije que quería jugar a las muñecas, se rió y me dijo que estaba bien, que le explique como era el juego, sin sacar mis manos de sus hombros le dije que quería que él sea el papá de mi muñeca y que yo sería la mamá y que jugaríamos á que esta era nuestra casa y que él estaba llegando del trabajo y que yo lo estaría esperando con la cena lista, el se reía mientras me escuchaba hablar y cuando terminé de explicarle el juego me levantó de su falda y empezamos á jugar, él hizo como si llegara de la calle y yo estaba parado a un costado del sofá y fingiendo que llegaba me saludó y me preguntó por nuestro hijo, yo fingiendo un poco la voz le decía que se había portado mal y que tenía que castigarla, él se sentó en el sofá y le alcancé la muñeca, él hizo como que le daba unos golpecitos en las nalgas y luego la dejó castigada en un rincón del sofá. Le pregunté que como le había ido en la oficina y que si quería cenar, me dijo que si, y yo hice como que la servía imaginariamente y luego me senté frente a él mientras él hacía como que comía.
Al rato me puse a cambiar imaginariamente a la muñeca y después Carlos me llamó y yo me acerqué a su lado, me tomó de la mano y me sentó en su falda, me preguntó si lo había extrañado en el día y le dije que si, me dijo si le quería dar un beso, acerqué mi rostro para que me dé el beso, me dio un beso suave en mi boquita y yo le respondí pegando mis labios a los de él, cuando nos separamos me dijo que quería darme un beso de esposo y le pregunté que como era, me explicó como tenía que abrir mis labios y como tenía que dejar que su lengua entre en mi boquita y que me tenía que tragar su saliva y que él haría lo mismo conmigo cuando yo meta mi lengua en su boca, cuando nos besamos hice lo me había dicho y sentí como su lengua entró en mi boquita y mientras respondía a su beso le puse mis brazos sobre sus hombros y lo abrasé, mientras, él me acariciaba mi espalda con una de sus manos, con la otra me acariciaba el rostro, me gustó lo que hacíamos y comencé á tragarme su saliva, mientras yo también salivaba y se la pasaba dentro de su boca con mi lengua, estuvimos besándonos no se cuanto tiempo porque me gustó lo que hacíamos, mientras su mano que estaba en mi espalda había bajado y sentía como me acariciaba mis nalguitas por sobre mi short. Al rato me dijo que si lo quería y le dije que mucho y me dijo que en lugar de que sea un juego él quería ser mi esposo verdadero y que yo sería su esposa y que la muñeca sería nuestra hija de verdad y que cuando yo viniera a su Departamento tenía que ser como si entrara á mi casa y que me compraría muchas cosas, todo lo que yo quisiera, y que sería nuestro secreto hasta que yo sea grande y nos pudiéramos casar de verdad, emocionado le dije que si y nos volvimos á besar, esta vez lo hice mucho mejor y el beso duró mucho más y me entró como desesperación, él me abrasó más fuerte y después fue bajando una mano y terminó con su mano acariciando mis nalguitas y mis piernas, yo dejé de abrasarlo para acariciar su rostro sin dejar de besarlo y tragarme su saliva. El se recostó en el sofá y yo quedé encima y pude sentir su poderoso pecho bajo mi cuerpito, mientras él con las dos manos acariciaba mis nalguitas, sentía sensaciones difíciles de explicar y estaba muy emocionado y excitado, al rato se hizo un poco a un lado y me recostó de espaldas en el sofá, él de costado me miraba mientras me acariciaba mi rostro y mi pechito, estaba acurrucado contra su cuerpo y el espaldar, yo lo miraba y todo mi cuerpito se me inflamaba, sentía una calentura que no la había sentido jamás, mi pitito me palpitaba como no lo había sentido nunca y por primera vez lo sentí hinchado, lo miraba arrobado, loco de amor por este hombre que me hacía sentir mujer y que me daba lo que sin entender en ese momento estaba buscando. Nos volvimos á besar otro rato más, mientras sentía que me sofocaba y luego me dijo que tenía que irme y que mañana en la tarde él tenía que darle masajes á mi abuela y que con la excusa de estudiar con mi compañero podía venir a su Departamento y esperarlo en él. Le dije que eso haría pero que para que no exista problema entraría un momento al de mi compañero y luego me vendría al de él. Me dio una llave que era de su puerta de entrada y me dijo que no la muestre a nadie y que no la pierda. Nos despedimos en la puerta con un beso intenso mientras me alzaba en sus brazos por mis nalguitas, luego me fui cuando lo que quería era quedarme a su lado.
Mi cara me ardía y sentía un calor extraño en todo mi cuerpito, mis labios estaban doloridos y los sentía un poco inflamados, sentía miedo de que mi abuela ó Nana se dieran cuenta de lo que había hecho, así que me senté en los escalones que subían al Departamento de mi abuela mientras me calmaba, pero tras que pensaba en Carlos mi corazón se me desbocaba. Estuve un rato largo sentado en los escalones sintiendo miles de sensaciones encontradas, sabía perfectamente que lo que estaba haciendo con Carlos estaba mal, pero sabía también que lo amaba, que lo quería para mi, que quería estar con él toda la vida, que quería que sea mi marido y yo su mujer, no lo quería perder y haría todo por que él se sienta bien conmigo y me quiera como yo lo quería en ese momento. Más tarde ya más calmado me paré y me dirigí al Departamento.
CAPITULO CUATRO
Mi transformación
En mi cama esa noche no podía dormir pensando en Carlos, lo amaba mucho y solo pensaba en que sea el día siguiente para estar con él y poder hacer las cosas que él me estaba enseñando y que me gustaban mucho. Al día siguiente volví a clases, distraído como nunca, sentí que las horas pasaban muy lentamente, cuando llegó el momento de salir sentí un alivio muy grande y corrí hasta el Departamento de mi abuela solo esperando la hora de poder estar con Carlos. Después del almuerzo ayudé a Nana en la cocina, luego conversé un rato con mi abuela y le pedí permiso para ir a la casa de mi compañero para hacer la tarea, me lo dio y me fui a mi cuarto a esperar la hora de salir. Estaba terminando la tarea cuando sonó el timbre, espié desde mi puerta entornada como Nana le abrió la puerta de ingreso á Carlos y luego como lo hizo pasar al cuarto de mi abuela. Verlo me produjo un vuelco en mi corazón y cuando él pasó cerca á donde me encontraba me guiñó un ojo y me sonrió, mis piernitas me temblaban solo de verlo. Nana me acompañó hasta el ingreso del edificio de enfrente y se volvió a la casa, subí y toqué el timbre en el Departamento de mi compañero y su mamá me hizo pasar, mi compañero no había terminado su tarea, así que le ayudé un rato y cuando terminó me dijo si quería jugar, le dije que no, que tenía que ir a terminar mi tarea y me acompañó á la puerta, después que él cerró su puerta me dirigí corriendo un piso más arriba y con la llave que me dio Carlos abrí la puerta y entré en su Departamento.
Lo recorrí todo, mirando todas las cosas de Carlos y terminé en su Dormitorio, mi muñeca estaba acostada sobre su cama y parecía que dormía sobre sus almohadas, á un costado de la cama había un gran espejo en un ropero antiguo y muy grande parecido al que tenía en mi Dormitorio, me paré y me miré frente á él, realmente parecía más chico que los 6 años, casi 7, que tenía en ese entonces, mi piel muy blanca contrastaba con mi pelo castaño oscuro, lacio y mis ojos cafés, mi corte de pelo con cerquillo le daba un aire aniñado a mis facciones y mi cuerpito flaco con los short azul que me quedaba un poco grandes y mi camisa blanca igual un poco grande, no dejaban ver mis formas, por primera vez me imaginé que como sería vestirme con otras ropas más bonitas para que Carlos me pudiera ver, me abrí la camisa y miré mi pechito plano con los pezones chiquitos que apenas se notaban como dos botones de color claro casi del mismo color de mi piel, me acordé de las veces que me vestí con las ropas de mi hermana y de como mi familia se había enterado, eso me calmó un poco y me volví a vestir. Más tarde me acosté en la cama de Carlos y me puse a jugar con mi muñeca hasta que sentí que la puerta del Departamento se estaba abriendo, me levanté y corrí a ver a Carlos, él estaba terminando de cerrar la puerta cuando me vio, se agachó y me tendió sus brazos, corrí y lo abrasé lleno de ansiedad, mientras Carlos colocaba sus manos en mis nalguitas y me alzaba, nos besamos en la boca con pasión y me tragué su saliva, me chupaba mis labios y yo se los chupaba con desesperación los de él, era un beso apasionado, urgente, me agarré de su pelo con mis manitas mientras nos besábamos, Carlos me llevó alzado hasta el sofá y se sentó conmigo montado sobre él, con mis piernitas arrolladas sobre su cadera.
Me preguntó si lo había extrañado y le contesté que si, lo besé yo esta vez tragándome su saliva y chupando sus labios como él hacía con los míos y luego Carlos me dijo que lo acompañe a su Dormitorio, me senté sobre su cama mientras él abría un cajón y sacaba unos paquetes, me los dio, eran varios y estaban envueltos en papel de regalo. Carlos se sentó a mi lado en el borde de la cama, mientras yo me paré y comencé a deshacer el primer regalo. Eran vestidos para mi muñeca, una mamadera de juguete de esas que parecían que tenían leche y que cuando se las colocaba hacia abajo la leche desaparecía, dejé todo a un costado y abrí el segundo paquete, casi me desmayo del asombro, ante mi tenía el vestido más bonito que jamas hubiera visto, era de tela blanca, con encajes y volados, estaba todo bordado de color rosa claro y verde, le dije a Carlos si era para mi y si me lo podía poner, él movió la cabeza afirmativamente sonriendo y me dijo que primero abra los otros paquetes. Había un par de zapatitos de niña color blanco, cerrados, con una flores pequeñas rosadas iguales a la del vestido, medias rosadas de hilo, y en el último paquete había un juego de ropa interior, era un calsoncito color rosa pálido con blondas blancas para niña y una camisetita de seda color rosa sin mangas y bien corta.
Te lo quieres probar? Me dijo Carlos, le dije que si mirándolo a la cara, con una emoción muy grande. Carlos se paró y me tomó por la cintura y me paró sobre la cama, parado sobre su cama apenas le llegaba á la barbilla. Lo tomé por los hombros y le di un beso en la boca. Me desprendió uno á uno todos los botones de mi camisa y yo lo miraba hacer sin decir nada. Me sacó la camisa y miró por primera vez mi pechito y mi barriguita plana, después de mirarme por un rato me preguntó si me podía sacar lo demás y le dije que si, todavía con un poco de vergüenza. Me bajó el short , luego los calzoncillos y agachándose me los sacó, después me sacó los zapatos y las medias, después se hizo á un lado y me observó desnudo parado sobre su cama, mi pene era tan chico que apenas se me notaba, en ese entonces no debía tener ni tres centímetros, pero igual me dio vergüenza y lo tapé con mis manitas. Carlos tomó el calsoncito y me lo puso, yo me apoyé en su hombro mientras él me lo colocaba, cuando me lo subió , me lo acomodó bien y se hizo á un lado, vi mi cuerpito reflejado en el espejo, el calsoncito me quedaba un poco grande, pero igual se acomodó en mi cintura, luego tomó la camisetita y subí mis brazos para que me la ponga., apenas me llegaba a mi ombligo, pero me gustó su suavidad contra mi piel, se lo dije a Carlos y me dijo que me quedaba muy bien, mientras me comenzó a colocar el vestido, subí de nuevo los brazos y Carlos me puso el vestido por mi cabeza, que entró sin ninguna dificultad, luego se sentó a mi lado y me comenzó a colocar las medias, mientras me apoyaba en él para poder levantar una piernita y luego la otra, me puso por último los zapatitos y me los ajustó. No podía creer lo que veía, el reflejo del espejo no era yo, era una niña con un vestido de fiesta hermoso, me llegaba un poco más abajo de la rodilla y era ajustado arriba hasta el talle y plisado y amplio abajo, salté de la cama y comencé a moverme frente al espejo, mirándome de todos los ángulos mientras le sonreía á Carlos, que me miraba y me decía que él sabía que me iba á quedar muy bien. Caminé por toda la casa y así vestida le ayudé a Carlos á servir el té, á ratos me tomaba en sus brazos y me decía que estaba bella y luego nos besábamos. Cuando nos sentamos á la mesa le dije que quería que me ponga otro nombre, de mujer le dije, me respondió que nombre quisieras tener, me acordé de mi hermana y nuestros juegos y le dije que quería llamarme "Elvira". Carlos se rió y me dijo que para él a partir de ese momento yo sería Elvira, su amor!, me reí de nervios y le dije que me sentía feliz de estar con él y de que él me pueda llamar como me decía mi hermanita cuando éramos más chicos.
Después del té jugamos un rato con mi muñeca mientras yo sentía que me gustaba sentir sobre mi cuerpito las ropas de mujer, me sentía más cómoda y como si esto fuera mi verdadera forma de vestir desde siempre. Sobre una silla en un rincón de su Dormitorio Carlos hizo una cuna para mi muñeca con ropa de cama que no usaba, yo jugué otro momento más con mi muñeca y luego le dije a Carlos que mi muñeca se había dormido, la llevé y la dejé acostada en su cuna, mientras miraba como Carlos se recostaba en su cama y me miraba jugar. Al rato me paré a su lado y le dije si me podía acostar á su lado, me tendió sus brazos y me tiré encima de él, feliz de estar á su lado.
Nos besamos intensamente, mientras Carlos me acariciaba mi cuerpito por sobre la ropa, luego con una mano suspendió el ruedo de mi vestido y comenzó á acariciar mis piernitas, directamente sobre mi piel, yo seguía besándolo y acariciando su rostro acostada encima de él, sintiendo como la mano de Carlos subía por la parte de atrás de mis muslos, cuando sentí que su otra mano que me acariciaban las nalguitas, se comenzó á introducir por dentro de mi calzón levantando el elástico de la cintura y comenzó á acariciar mis nalguitas directamente sobre la piel, me recorrió como una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, y lo besé más intensamente. Carlos masajeába mis nalguitas y pasaba sus dedos por la raya de mi culito, yo comencé a suspirar y dejé de besarlo al sentir estas nuevas sensaciones, Carlos besaba mi cuello y mi rostro sin dejar de acariciar mi culito, Yo comencé a besar su rostro mientras abría mis piernitas y las colocaba á ambos lados de su cadera, sintiendo que su dedo ya no tenía que abrir mis nalguitas para tocar mi culito.
Te amo chiquitita hermosa! Como quisiera que fueras mi mujer! Me decía Carlos cada vez más excitado.
Quiero ser tu mujer! Le dije, sacando valor no se de donde, mientras lo seguía besando con los ojos cerrados, las caricias de los dedos de Carlos en mis nalguitas y mi culito hacían fruncir mi esfínter y mi barriguita, me gustaba lo que sentía. Al rato Carlos me soltó y sacó la mano de dentro de mi calzón, me dijo que ya era tarde y que tenía que regresar con mi abuela, me levantó y me pidió que me pare al borde, arriba de la cama. Se levantó y me ayudó a desvestirme, cuando estuve desnudo, me volvió a abrazar y me preguntó si lo amaba, yo le dije que mucho y que me gustó toda la ropa que me había regalado, y que si mañana me podía volver a vestir de nuevo con esa ropa, me dijo que era mía y que la podía usar cuando yo quisiera.
Tenés un cuerpo hermoso mi reinita! Me dijo, mientras me acariciaba mi pechito plano y mi barriguita, luego llevó su mano más abajo y tomó mi penecito con dos dedos, me lo acarició, mientras yo le acariciaba los cabellos y sentía como con sus caricias, mi esfínter se contraía. Después me hizo dar vuelta y me miró de espaldas, acarició mi espaldita hasta llegar a mis nalguitas, me las apretó y luego con las dos manos me abrió los cachetes de mis nalgas, se agachó y me lamió por un momento mi culito, yo solté un gemido y apreté mi esfínter al sentir por primera vez en mi vida como una lengua lo lamía, me dio otro besito más en mi culito y me soltó. Me ayudó a cambiar y cuando estuve listo, conversando y tomados de la mano me acompañó a la puerta, le dije que nunca me gustó las ropas de niño y que los zapatos que me compraba mi mamá eran muy pesados é incómodos y que los odiaba. Nos dimos otro beso, antes de que abra la puerta y le prometí que volvería al día siguiente. Esa noche mientras me bañaba miré y toqué mi penecito y no sentí nada de lo que sentía cuando Carlos me lo tocó, era minúsculo y apenas se notaba, dejé de tocar mi penecito y llevé mis manos a mis nalguitas, las abrí, con un dedo toqué mi culito y tampoco sentí la sensación tan rica que Carlos me dio, cuando me lo acariciaba, me lo besó y lamió. Esa noche en mi cama por primera vez me sentí incomodo con mi pijama, me lo saqué y me dormí desnudo.
Al día siguiente por la tarde, me fui con permiso de mi abuela á casa de mi amigo. Solo estuve un rato, pretextando que tenía que salir con Nana me despedí. Una vez que abrí la puerta del Departamento de Carlos se me pasaron los nervios, sentía que me moría de ansiedad por verlo, cerré la puerta y me dirigí a su dormitorio, ya que no lo vi por ningún otro lado, la puerta estaba entornada y cuando la abrí otro poco, lo vi, estaba acostado, de costado, casi de barriga, durmiendo y solo vestía unos cortos calzoncillos de tela, estaba dándome la espalda, con una pierna semi encogida y las sabanas tiradas, arrugadas á un costado de la cama. Me entraron ganas de abrazarlo y besarlo, pero también sentí vergüenza ya que era la primera vez que lo veía casi desnudo y que podía mirar todos sus músculos, me acerqué despacio a la cama, sin dejar de mirarlo, era inmenso y en mi imaginación de esa época lo veía como un gigante velludo, ya que cuando se paraba á mi lado apenas le llegaba á la barriga, lo amaba, lo amaba mucho. Después de estar un largo rato mirándolo dormir, me acosté a su lado y lo abrasé, él despertó al sentirme y medio abrió los ojos, me sonrió y me abrasó dándose la vuelta, pegando mi pequeño cuerpito contra el suyo, mientras me decía que me amaba y que me había extrañado mucho, yo le dije lo mismo, buscando sus labios y comenzamos a besarnos y por primera vez toque su pecho velludo y desnudo, me encantó sentir sus vellos en mis dedos, se los acaricié y tiré de ellos, mientras nos besábamos de costado.
Quieres que te desnude? Me dijo y le respondí que si, me soltó y se paró al lado de la cama, me hizo levantar y pararme al borde del colchón, me desnudó rápidamente, mientras yo lo observaba, veía algo oscuro entre el hueco de la bragueta de su calzoncillo y me intrigó saber como sería su pene, pero no me atreví a decirle nada, por que mi imaginación en aquella época no había llegado a saber y entender, como era el pene de un adulto, ya que jamás había visto uno y todavía pensaba que todos eran igual que el mío.
Después de sacarme la camisa, los short, el calzoncillo y los zapatos y mirarme un rato parado desnudo sobre la cama, se dio la vuelta y de un cajón de su ropero sacó una bolsa de papel grande y la dejó a mi lado, parándose a mirarme mientras me decía que la abra, me senté en la cama desnudo como estaba y abrí la bolsa, saqué un calzoncito blanco, pequeño, de algodón con pequeños estampados de mariposas de colores y luego un camisón bien cortito, de color blanco, de seda transparente y una bata de seda también blanca y mucho más larga que el camisón. Le sonreí y me paré sobre la cama, ya casi sin nada de vergüenza, me puse yo solo el calsoncito, luego el camisón que me llegaba solo unos centímetros abajo de mi entrepierna, por último la bata de seda y me paré de frente, para que él me vea. Carlos me dijo que estaba hermosa, me miré en el espejo y realmente parecía una niña con su ropa de dormir, le tiré mis brazos, Carlos vino hacia mi y me abrazó, le agradecí por este regalo, mientras lo abrazaba por su cintura y pegaba mi mejilla sobre sus costillas. Carlos se soltó de mi abrazo y se sentó en el borde de la cama, yo me hinqué en el colchón á su lado, nos abrazamos de nuevo y volvimos a besarnos, mientras Carlos metía sus manos por dentro de la bata y me acariciaba por sobre el camisón, luego dejando de besarme, me tomó de la mano y me hizo bajar de la cama y sacó del fondo de la bolsa un par de pantuflas blancas, con un rozón encima, me las puse y comencé a modelar delante del espejo y me encantaba, me encantaba verme como una niña, reía y bailaba, mientras Carlos sentado en la cama me miraba sin decir nada, solo sonreía. Estuve así vestida toda la tarde con él, ayudé en la cocina y como hacia calor me saqué la bata, a ratos Carlos me acariciaba las nalguitas por sobre la ropa y nos dábamos besos de lengua á cada momento, mi cuerpito se transparentaba por el camisón.
Carlos no sacaba sus ojos de mi cuerpito, mientras yo lo miraba caminar solo en calzoncillos, me llamó la atención el bulto grande que tenía en el lugar donde debería estar su pene, mi curiosidad crecía por saber como sería el pene de Carlos, su cuerpo joven y duro, me atraía y no dejaba de observar sus músculos, mientras realizábamos los preparativos en la cocina, tomamos el té y luego lavamos todo en la cocina. Carlos me tomó en sus brazos y me llevó hasta el dormitorio. Nos acostamos en su cama, él de espaldas y yo de barriga á su lado y comenzamos a besarnos mientras me montaba sobre su barriga sin dejar de besarlo. Cuando estuve bien montado sobre él y sintiendo por primera vez su piel desnuda en mi entrepierna. Carlos me sacó el camisón por sobre mi cabeza y me dejó solo con los calzones. Estuvimos besándonos mientras Carlos me acariciaba todo mi cuerpito, metía una mano dentro de mi calzón y me acariciaba mis nalguitas, al rato me acostó de espaldas y se coloco a mi lado de costado y mientras nos seguíamos besando, me comenzó a bajar mi calzón hasta que me los sacó, me dejó desnudo en sus brazos, después él se acostó de espaldas y yo me coloqué de costado y comencé a besar su velludo pecho y su barriga, bajé una de mis manitas hasta su calzoncillo y le sobé su pene por primera vez, mientras le metía mi lengua sin saber porque en su ombligo, sentí su tamaño enorme en mi mano y se lo apreté un poco por sobre el calsoncillo. Luego metí mi mano por el elástico superior de su calzoncillo y se lo comencé a bajar, él me ayudó con una mano, y de pronto a mi vista quedó su erecto pene, jamás había visto una cosa tan grande, gorda y oscura, lo miraba arrobado, sin atreverme a tocarlo ni moverme, era como una estaca de carne palpitante, mucho más grande de lo que me había imaginado.
Carlos se dio cuenta y me pregunto si ya había visto un pene antes, le dije que no, que el suyo era el primer pene de un adulto que veía, sin apartar mi mirada de su columna de carne. Me dijo que lo tocara, llevé mi mano y se lo toqué con la punta de mis deditos, estaba caliente y se le notaban las venas, a ratos se movía como si tuviera vida propia, mi curiosidad pudo mucho más y lo tomé con toda mi mano, no lograba abarcarlo todo con mi manita, era un pene muy grueso en ese momento para mi manito, pero su piel era muy suave. Como mi cara quedó cerca a su entrepierna, miraba la cabeza del pene de Carlos y veía como al bajarse la piel de su prepucio, se lograba ver su canal seminal como si fuera una pequeña boca, yo no sabía nada de todo esto en ese momento, solo sabía que quería agarrárselo y que me encantaba sentir la dureza de su miembro, la suavidad de su piel y su calor en mi manito. Carlos llevó una de sus manos a su pene y se lo agarró junto con mi mano y me explicó como se lo tenía que mover, luego medio se incorporó , me tomó de la cadera y me colocó encima de él, de barriga y colocó mis piernitas abiertas a los costados de su pecho y quedé en una posición en la que él podía ver toda mi entrepierna, sentí en todo mi cuerpito desnudo el calor de la piel desnuda de Carlos, bajo mi barriguita sentía sus vellos del pecho, en ningún momento solté su pene, mi carita quedó a centímetros de él. Carlos con sus manos abría y cerraba mis nalguitas y comenzó a acariciarme, mientras yo comencé a mover su pene como él me había explicado, subiendo y bajando mi manito por todo el tronco de su grande, bello y erecto pene.
Lo estuve pajeando por diez minutos más ó menos, mientras él jugaba con mi culito, mis nalguitas y mi minúsculo penecito, a ratos Carlos mojaba uno de sus dedos y me lo pasaba por mi culito y apretaba suavemente mi esfínter, sin llegar a penetrarme, lo que me daba un gusto muy grande y apretando mi esfínter y mi barriguita, lo pajeaba más rápido, cuando me dijo que estaba por terminar me sacó de sobre su barriga y me hincó a su lado, yo no soltaba su pene para nada y lo seguía pajeando, él se medio se sentó apoyado en sus codos y me dijo que le diera un besito en la punta de su pene, sin dejar de moverlo me agaché y le di un beso en la cabeza de su pene y sentí por primera vez el olor de su pene, olía á limpio y muy raro, pero tenía un aroma denso, como jamás había sentido y estaba húmedo por las gotas que le salían de su canal, y que yo esparcía por todo su tronco, entre cada beso corto que le daba á la cabeza de su pene.
Sigue besándolo! me dijo, mientras llevaba una de sus manos y tomaba su pene por el tronco, casi por la base de su pene y me ayudaba a moverlo, lo seguí besando con mis labios cerrados y me dijo que le pasara la lengua, como si fuera un helado y así se lo hice, sentía su sabor medio salado y agrio mientras movía mi lenguita por toda la cabeza de su pene, y parte del tronco que quedaba libre de nuestras manos, comenzó a mover más rápido su mano ayudándome a pajearlo, mientras yo le pasaba mi lengua más rápido también, por la cabeza de su pene, unas veces cubierto y otras descubierto por la piel de su prepucio. De pronto Carlos se acostó totalmente sobre la cama, mientras profería un quejido y de la cabeza de su pene le comenzó a salir un pequeño chorro de liquido blanco, que me dio en mi rostro, en mis mejillas, mi nariz y mi boca, era viscoso y caliente y parte de este liquido cayó en mis labios, lo llevé dentro de mi boca con mi lengua y me lo tragué, era medio salado, espeso, pero no tenía mal sabor, después que me lo tragué, le salieron dos chorros más ya sin tanta potencia, mientras el tronco de su pene palpitaba entre mis deditos que se mojaron por este liquido casi ligoso que jamás había visto.
Lo seguí pajeando un rato más esparciendo todo el liquido por el tronco de su pene, pero más suavemente, mientras sentía como se iba tranquilizando y se comenzaba á ablandar su pene en mis manitos. Me tomó por la cadera y me hizo acostar a su lado, esparció con su mano el liquido blanco que tenía en mi rostro y luego me besó en la boca, me dijo que lo había hecho muy feliz, le pregunté sobre eso que le salió por su pene y me dijo que se llamaba semen, era una especie de leche que todos los penes votan cuando son grandes y que del mío saldría cuando sea más grande, contra mis rodillas sentía su pene ya blando y húmedo, nos besamos un rato más y luego me llevó en sus fuertes brazos hasta su baño y me depositó en la ducha, después se metió conmigo y nos bañamos, mis mejillas estaban duras por su semen seco, él me baño acariciándome todo y luego yo lo bañé a él desde su pecho para abajo, mientras me explicaba como lo tenía que hacer, su pene estaba flácido y parecía un dedo gordo y grueso apuntando hacia el piso, se lo lavé bien mientras lo observaba, era más oscuro que el color de su cuerpo, tenía mucho pelo alrededor incluso en sus testículos y alrededor de su culo, le di muchos besitos cuando se lo terminé de lavar.
Cuando terminamos, me llevó alzado en sus fuertes brazos hasta la cama, donde nos acostamos desnudos como estabamos. Conversamos un rato más, en donde me preguntó si me había gustado lo que habíamos hecho, le dije que no sabía, que todo era nuevo para mi, el me explicó que poco á poco iría encontrándole gusto á todo lo que me iría enseñando, le dije que me gustaba todo lo de él y que quería saber todo y que si él me enseñaba yo aprendería rápido porque quería estar todo el tiempo á su lado.
Los siguientes días fueron iguales, llegaba á su Departamento y entraba con mi llave, y si él no había llegado abría el cajón que él me había destinado en su ropero y me vestía con las ropas de niña que él me había estado comprado y luego jugaba con mi muñeca hasta que Carlos aparecía y después de besarnos me llevaba á su cama y nos desnudábamos y luego yo lo pajeaba y aprendía á chupársela, mientras él me besaba y jugaba con mis nalguitas y mi culito.
Como a las dos semanas yo ya sabía chupar su pene muy bien, aunque no me entraba todo en la boca, lograba meter más de la mitad, incluso me tragaba su semen y me comenzó a gustar hacérselo, algunos días lo hacía terminar hasta dos veces con mi boquita, no me entraba todo cuando estaba bien parado, pero lograba metérmelo entero cuando estaba flácido y me encantaba sentir como crecía dentro de mi boquita, al comienzo me dieron arcada y ganas de vomitar, pero Carlos me iba explicando y poco á poco se lo pude hacer sin problemas, hasta hacerlo terminar dentro de mi garganta, me tragaba su semen y se la chupaba un rato más hasta que se la dejaba reluciente y limpia.
Carlos lograba hacerme excitar mucho con su lengua en mi culito y poco a poco me lo fue acostumbrando metiéndome su dedo cada vez un poco más adentro, siempre después de mojar bien mi culito con su saliva. Después de hacer el amor como decía Carlos jugábamos desnudos por todo el Departamento y me encantaba que él me vea así y a mi me gustaba mucho verlo desnudo.