Sin saber cómo empezar esta triste historia, para empezar os diré que soy un chico andaluz, de una bonita ciudad costera de la bahía de Cádiz, de estatura normalita, delgadito, sin ninguna cualidad en especial, más bien del montón. Allá por Navidades del 2000, casi recién cumplidos mis 17 añitos, tuve el regalo que hacía años que deseaba y que sabía que cambiaría mi vida a partir de ese momento : Internet.
A mí me encantaba estar en Internet. Antes cuando iba a mi academia siempre aprovechaba los últimos 15 minutitos para estar por ahí por Internet, buscando cualquier cosa. Siempre he sido bastante curioso en todos los aspectos e imaginaba que, teniendo Internet, tenía un abanico lleno de posibilidades para todo.
Sabría que desde ese momento tendría música gratis, carátulas de CD's, información de cualquier tema para trabajos, algún que otro momento X, y muchas más cosas que ni yo mismo podría haber imaginado en ese momento.
Y ese día llegó. Me acuerdo perfectamente. Fue un día en que estábamos casi toda mi familia en casa, eran vísperas de Navidades y aprovechamos una oferta de conexión de Tarifa Plana a bastante buen precio. Fue un amigo de mi hermano que es un genio en todo esto de los ordenadores el que nos instaló el Internet. Tenía unas ganas enormes de que se acabara de instalar y entrar por todas las páginas y navegar a mi libre albedrío por toda la Red. Tras una charla de cosas de motos con mi padre y mi hermano, el chaval éste se fue con ellos al salón para seguir hablando y más tarde irse. Empecé a temblar cuando puse mi mano en mi ratón. Desde ese momento, nada sería igual. Aquel día, mi ordenador, mi nuevo Internet y yo vimos amanecer.
Y bueno, estuvo bastante bien. Había muchas cosas que ver. Esos días estaba eufórico. Una noche, antes de ir a cenar, me decidí a entrar en un Chat. Ya había visto antes a gente chateando pero nunca me llegó a picar la curiosidad de hacerlo. Me animó un amigo, me decía que estaba muy bien. Y yo, como curioso que soy, le hice caso.
Mi primera impresión fue bastante buena. Conocí a bastante gente, hablé de muchas cosas... puedo decir que me gustó mucho la novatada. Así alguna que otra tarde me ponía a chatear y chatear y se me pasaban los horas volando.
Mi historia empieza un sábado, 20 de Enero del 2001, donde encontré un nick parecido a una chica con la que estuve hablando un día, su nick era Sam, le abrí privado, y muy decidido le pregunté si era con quien estuve hablando hace unos días. Me dijo :
-"No, no soy yo. Lo siento."
Yo no entiendo mucho como va esto de formalidades a la hora de hablar pero no entendía por qué me dijo eso de "lo siento".
Empecé a hablar con ella y no sé porqué, pero, tenía algo especial, algo que nadie podrá entender nunca, ni yo mismo entendía que un simple nombrecito en una ventanita de privado, con el cuál charlé y charlé durante un par de horas sin parar, me pudiera inspirar tanta confianza. Durante nuestra charla coincidimos casi en todo, teníamos unos gustos muy selectos, deseé con todas mi ganas que esa tarde no acabará nunca. Pero lo fue haciendo. Me sugirió dejarlo, había quedado con unos amigos para salir por ahí. Me sentí muy bien cuando me dijo que no le importaría vernos otra vez. Tras darme su e-mail y confesarme que no se lo daba a nadie, decidimos quedar otro día.
Así empezó todo. Después de ese día, vino otro, y luego otro, y otro, y otro, y otro. Yo no entendía cómo ella, sabiendo mi diferencia de edad con respecto a ella, seguía conmigo, creo que es algo a lo que la gente le da demasiada importancia. Ella decía que yo era muy maduro para mi edad (de hecho, y sin intentar ponerme bien, creo que lo soy, y bastante, a veces demasiado diría yo) y que no le importaba estar conmigo, no le daba impedimento a eso. No entendía por qué pero me encantó que me dijera eso. Ella era morena, tenía 23 años y vivía en un pueblecito de Málaga. Sin saber casi ni el por qué, quedábamos casi a diario para contarnos cómo nos iban las cosas. Luego fuimos intimando hasta conocernos completamente. Los fines de semana en los que ella no trabajaba al día siguiente nos llegaban a dar hasta las 4 de la mañana chateando. Una locura... que me fascinaba.
He de decir que soy un chico bastante reservado, con sólo unos pocos de muy buenos amigos, muy vergonzoso para contar mis intimidades aunque deseoso de decirlas. Con ella, vi el cielo abierto ante todo eso. Podía decirle mis cosas más íntimas a una pantalla de ordenador, mis deseos inconfesables, mis dudas personales...TODO, sabiendo que habría siempre detrás una chica que estaría siempre dispuesta a escucharlas. Ella también me confesaba sus secretos, sus anteriores relaciones, su trabajo, sus pasiones...su vida. Era una especie de ideal perfecto, no puedo explicarlo, me sentía sereno, me sentía bien cuando chateaba con aquella chica, no podía creer que aquella relación de amistad pudiera ser posible.
Una noche calurosa, no me acuerdo muy bien quién de los 2 fue..., se nos escapó un Te Quiero, el cuál fue correspondido inmediatamente. En esos momentos, me sentía libre de hacer y decir cualquier cosa sin temor a nada, porque sabría que ella siempre estaría allí, conmigo.
A partir de esa noche, todo fueron Te Quieros, Te Amos, blablabla cielo, blablabla cariño, muchos besos y tal, y cosas de esas que sólo dicen los tontos enamoraos, y eso, sin contar los innumerables e-mails llenos de poesías. Yo notaba que ella se sentía bien conmigo y eso a mí me encantaba.
Nunca llegamos a mandarnos ni siquiera una mísera foto. Pensamos que sería mejor conocernos en persona, sería mejor así.
Una noche, yo le dije algo que ella se tomó muy mal. Yo y mi cabecita de niño de 17 tacos seguimos creyendo que no tenía importancia, pero supongo que ella, y debido a nuestra diferencia de edad, tenía otras experiencias vividas que resurgieron a su memoria con mis palabras. En ese momento me dijo que no quería volver a saber nada mí en un tiempo, que ya me volvería a escribir cuando pasara un tiempo, que estaba llorando con el corazón encogido como cuando éramos niños, me dijo que le había hecho mucho daño. Y yo, ahí sentado frente a mi ordenador, con los ojos humedecidos de las primeras lágrimas, sin más, acepté su propuesta, no por el hecho de que no quisiera arreglar ese malentendido, sino por intentar convencerla, que se enfadará más conmigo, y el temor de perderla para siempre.
Esa noche dejé la cena y me harté de llorar y llorar en mi almohada. En los días siguientes experimenté una sensación extraña que nunca antes me había sentido : amor.
Al día siguiente de esa noche me quedé en mi casa todo el día, sentado como un idiota frente a mi ordenador, con el correo electrónico encendido esperando... algo. Pero no llegó nada. Por primera vez en mi vida, sentí verdadero cariño por alguien. Me sentía mal por haberla hecho llorar, tenía miedo de no volver a tenerla, de tener que olvidar aquellas preciosas noches de risas, alegrías y sueños. En los días siguientes, me dediqué a dar vueltas solo por la ciudad, no tenía ganas de ver a nadie, sólo tenía ganas de andar, fumar y pensar.
Fumar me relajaba. Sólo fumé antes una vez con mi mejor amigo, por ese gusanillo de la novedad y algunas caladas con una amiga. No me arrepiento de ello ni mucho menos. Yo mismo soy el primero que digo que es una tontería fumar, pero en aquel momento, no me planteaba que ganaría haciéndolo, sólo pensaba que ya no tenía nada más que perder.
Un día inesperado me llegó un correo suyo que tenía el Título de "tormento". No podía creer que me hubiera escrito de nuevo después de algo más de una semana de silencio. Me decía que toda esta pelea estaba siendo un tormento para ella, que ya no lo aguantaba más, que deseaba volver a verme aunque sólo fuera unos instantes, que había vuelto a llorar con el corazón encogido de felicidad recordando todo lo que habíamos pasado juntos. Yo le propuse por e-mail volver a quedar en el Chat a lo que ella contestó al día siguiente que sí. Y bueno... allí estábamos en el Chat de siempre, a la misma hora de siempre, con los nicks de siempre.
Después de que yo le diera mis por qués de mi actuación aquella noche, ella quedó creo que casi convencida y seguimos hablando de todo esto y por qué estábamos así. Ya llegando casi el final, en el que ella se tenía que ir a la cama para madrugar al día siguiente, nunca olvidaré su contestación cuando le dije que la seguía queriendo :
-"Gracias por hacerlo". Cuando me dijo eso, sentí mi corazón palpitar más fuerte y notar como si me quitaran un peso de la espalda que me estaba matando.
Volvíamos a quedar, los primeros días por mi parte con un poco de tensión, ya luego fue mejorando. Me acuerdo que en mi vida diaria, cuando había algo que no podía hacer o que me costara mucho trabajo, me decía a mi mismo : -"Lo haré por ella", y así, con estas palabras, hacía cualquier cosa y me esforzaba más. Todavía quedan algunas pintadas en mi mesa del instituto con su nombre escrito cuando me dedicaba a pintarlo cuando me aburría en clase de Químicas. Aprendí con todo a valorar más a la gente. Sentía un cariño extremo por alguien a quien no conocía de nada, que vivía a casi 200 km de mí, y de la cual conocía cosas que no ha contado a nadie, lo mismo que ella también sabe cosas de mí que yo tampoco nunca me he atrevido a confesar.
No me lo podía creer, volvía a ese mundo de sentimiento de cuento. Notaba poco a poco que ella volvía a confiar en mí, creo que volvía a ser la misma de antes, luché por ello, la quería otra vez feliz.
Pasaron varias semanas así. Precisamente cuando estábamos otra vez mas unidos, a ella no paraban de surgirle cosas en su trabajo, lo cual nos quitaría horas para estar chateando. Yo por aquellas fechas también estaba muy liado con mis exámenes finales, así que estábamos los dos igual, siempre ocupados, por eso solo nos "veíamos" un par de horitas, dos días a la semana.
El 7 de Junio, recibí un inesperado e-mail suyo diciéndome que había cogido unos días de vacaciones y que no sabía cuándo volveríamos a conectarnos. Al principio no le di ninguna importancia. El e-mail decía que volvería el día 10 de junio y que me escribiría un correo cuando volviera a su casa.
Hoy, aún sigo esperando su e-mail.
Ha pasado más de un mes en el cual ni me ha escrito ni responde a mis mensajes. Quizás de pronto se hartara de mí, quizás ya no quiera volver a verme, quizás le haya pasado algo... no lo sé. El caso es que no sé nada de ella desde hace tiempo. No puedo entender que me dijera días antes que sentía impotencia de vivir a tantos kilómetros de mí y no poder siquiera tomar un refresco conmigo en la terraza de un bar para luego dejarme así, triste sin saber nada de ella. Quiero disimular que estoy bien ante el resto de la gente, pero por dentro de mí, cada noche cuando me acuesto, pienso en esa chica que me hizo sentir sensaciones nuevas, y siento tanto deseo de volver a recibir un mensaje suyo que daría cualquier cosa por ello. Yo sólo sé que hoy me ha pillado de bajón y que estoy desahogándome escribiendo esta parte de mi vida a las 5:34 minutos de la madrugada del 23 de julio. No sé dónde estará ella ahora ni qué estará haciendo pero, esté donde esté, siempre tendrá un lugar en mi corazón esa morena que me hizo soñar tanto.