El chico para encargos especiales
Me llamo Paco, tengo 18 años y mi ser amado se llamaba Pedro. No quiero ni acordarme de cómo le conocí, aunque él me lo había perdonado. A los 15 años tuve mi primera experiencia sexual con un hombre, al cual conocí en una sala de billares. Me ofreció una cantidad de dinero y yo por aquel entonces lo necesitaba, así que
acepté. Yo tenía mi trabajo y mis padres me daban la mitad del sueldo, pero, ya se sabe, la juventud quiere más y más.
Aquel señor de quien les hablo me llevó a un piso bastante grande, con una decoración muy bonita y con luces de colores. Aquello en vez de vivienda parecía una discoteca. Yo estaba totalmente cohibido, pues la primera vez siempre es difícil. Seguramente que se dió cuenta, porque me pidió que me tranquilizara, que no iba a pasar nada, que lo pasaría muy bien. A todo esto, el hombre me iba desnudando lentamente mientras me seguía hablando. Una vez desnudo yo, rápidamente se desnudó él y comenzó a acariciarme y a besarme. Yo estaba un poco frío pero pronto
me puse a tono. Nos revolcamos por la cama, él me hizo una felación y después yo se la hice a él. Después llegó la hora de la penetración, por más fuerza que hacía no me la podía meter y a mí me hacía un daño horrible. Se levantó y trajo un tubo de vaselina, con la cual se untó por todo el miembro y me untó a mí por el ano. Cuando me penetró, ésta
vez sentí un placer inmenso, mucho más que en las masturbaciones que me hacía antes. Mientras me penetraba, con la otra mano me masturbaba, por lo que me hacía sentir mucho más placer. Luego se lo hice yo y gozamos tanto que quedamos rendidos de placer, sobre todo yo que era mi primera experiencia. Me invitó a descansar un rato en su cama, diciéndome que después tenía que hablar conmigo de algo muy importante. Me quedé dormido unas dos horas al cabo de las cuales me despertó y comenzó diciendo que podía ganar mucho dinero si era listo, no es ningún trabajo, me adelantó, es algo mejor, sólo tienes que repetir lo que has hecho conmigo pero con clientes. Como yo te los proporcionaré, los clientes me pagarán a mí y tú te llevarás la mitad, porque vales, y si eres listo, les puedes sacar bastantes billetes.
Siempre pruebo yo el material nuevo, para saber si valen, siguió diciendo, y tú vales. Yo, con 15 años, me entusiasmó esa clase de trabajo, no tenía que hacer ningún esfuerzo, sólo tenía que dar y recibir placer, como lo que había hecho esa tarde. Así es que acepté y de la noche a la mañana me convertí en un jovencito prostituto. Tenía que estar dispuesto siempre, el hombre me daba una dirección y yo tenía que ir allí. El cliente estaba esperando, algunos se comportaban bien conmigo y me daban algunas propinas, pero esos eran escasos, la mayoría se comportaban brutalmente, sólo querían su propio placer.
Pasó el tiempo y mi profesión terminó por asquearme, estaba arrepentido de haberme metido a puto. Por casualidad me enteré que ese hombre llevaba a unos 10 chicos en la prostitución, cuyas edades oscilaban entre los 15 y los 18 años. Aquel día me llamó mi jefe diciéndome que tenía trabajo, que fuera a verle a las 6 de la tarde.
Como no tenía nada que hacer, me presenté a las 5 y he aquí que me encontré con un chico que estaba recibiendo la tarjeta de un cliente.
Cuando me quedé a solas con el jefe, éste se puso furioso, diciéndome que me había citado a las 6 y no a las 5 y que otra vez acudiera a la hora indicada. Cuando salí del maldito piso con la nueva dirección, el chico me estaba esperando en el portal y aunque traté de despistarlo, no fue posible. El quería ser amigo mío, por lo que quedamos en un lugar para vernos despues del "trabajo". Hablamos y me contó que estaba harto del oficio. Nos hicimos buenos amigos. Creo que nació algo en nosotros, pero no dijimos nada, no queríamos llegar a lo sexual. Cuando no teníamos clientes nos íbamos al cine y lo pasábamos muy bien.
Pero un día el destino quiso que fuera feliz aunque sea por un tiempo. Jamás olvidaré el día en que lo conocí. Para mí se trataba de un cliente más, pero resultó todo lo contrario. Me dirigí en taxi al lugar de la cita y una vez allí me recibió un señor muy simpático, que me invitó a tomar algo. Me extrañó toda su actitud, evidentemente éste cliente era distinto a los demás. Además de simpático era muy alegre y divertido. Me contó que tenía 33 años y no cabía en mí del asombro cuando me preguntó si quería ir al cine. Acepté y me llevó a ver una película española de homosexuales, se llamaba creo "Los Placeres Ocultos". Me ví reflejado en ella, pero lo que no me imaginaba era que
los clientes se pudieran enamorar de uno como nosotros. Cuando salí del cine estaba triste, de mal humor, pero como estaba en horas de trabajo, tuve que seguir con mi cliente. Fuimos a tomar unas copas, después me llevó a ver Valencia que aunque la tengo más vista que el tebeo, ya que soy de allí, con él me pareció diferente. Después de
todo esto me quería acompañar a mi casa, a lo cual me negué, pues no quería que un desconocido supiera mi dirección. Quiso que nos viéramos al día siguiente.
Antes de despedirnos, le pregunté por qué no habíamos ido a la cama, y me contestó que tal vez le pasaba como al protagonista de la película.
Al día siguiente me llamó el jefe con un nuevo trabajo, pero cual no sería mi sorpresa cuando me dí cuenta que era Pedro otra vez. Desde que había comenzado éste trabajo, ningún hombre había repetido conmigo. Mi compañero de trabajo me había dicho en las conversaciones que habíamos tenido que a nadie le gustaba repetir. Algunos eran
gente conocida en el medio Valenciano. Y tenían razón, porque si llego a decir los nombres de gente de la política y el espectáculo que me han contratado, no me podrían creer... Pero esa es otra cuestión, lo importante era que Pedro requería mis servicios otra vez. El jefe me recomendó que le sacara todos los billetes que pudiera, pero a mí no me interesaba Pedro por su dinero, ya que era la única persona que me había tratado con dignidad en este oficio. Fui a su piso y lo encontré tan amable como la tarde anterior. Toda la tarde la pasamos escuchando música. Tampoco fuimos a la cama. Al día siguiente el mismo mandato del jefe y allí me dirigí a la dirección de Pedro radiante de
felicidad. Lo encontré triste y preocupado y cuando le pregunté me dijo que se estaba enamorando de mí, que me quería con locura y que no podía consentir que siguiera en este oficio. También me dijo que iríamos a hablar con el jefe para contárselo. Fuimos al día siguiente y lo comprendió, lo tomó muy bien y dijo que él también estaba
enamorado de un chico que había trabajado antes en esto y que vivía con él. Nos deseó que fuéramos muy felices, como él lo era con su chico.
Un día había entrado en ese mundo de la prostitución y ahora gracias a una persona iba a terminar todo. Antes de salir quise despedirme de mi compañero y amigo, el cual me deseó felicidad y mucha suerte. Ha pasado un año de todo eso, ahora tengo 18 años, y ese año que pasé con Pedro no me faltó nada, ni afectívamente ni en forma material.
Siempre me demostró mucho cariño y fue la única persona en quien encontré humanidad sin pedir nada a cambio. Pero esa persona que tanto amé y que amaré toda mi vida, se la llevó Dios. Se llevó a la persona más maravillosa de la Tierra y difícilmente encontraré otra alma igual a la de Pedro.
No queriendo caer otra vez en la prostitución, traté de buscar trabajo, pero no encontré en ningún sitio y por fin fuí a ver a mi antiguo jefe y aquí estoy otra vez metido en el mundo de la prostitución. Qué diferentes son los clientes. Se creen que somos trapos sucios a los que hay que maltratar.
Si me he decidido a escribir este testimonio, ha sido para dedicárselo a la única persona que me ha querido, y a quien yo he correspondido de la misma manera. Sirvan estas líneas para rendir un pequeño homenaje a Pedro, al cual no olvidaré nunca.