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El buen gourmet

en Bisexuales

12/08/2010   Una de la madrugada(más o menos)

 

La discoteca se llenaba a cada momento de más público, creándose cada vez un sesgo mayor entre los habituales y los que como yo, estábamos fuera de nuestro hábitat.

 

Las miradas se clavaban en mí, a veces de forma descarada, otra de manera comedida... Volví a mirar la pantalla del teléfono por si había señales de JJ, pero éste (como descubriría más tarde) estaba conociendo las excelencias de la viagra y no se acordaba de su compañero de viajes.

 

Me pedí otra copa, para matar el tiempo, mientras esperaba que mi móvil vibrara en cualquier momento. Lo saque del bolsillo para cerciorarme, cuando una voz a mi espalda me dice:

 

-¿Plantón?

 

El propietario de aquella voz era un tío de unos cuarenta y largos años de edad, sin ser guapo unas plateadas sienes  le daban ese aire interesante de la madurez, observe por su vestuario que al igual que yo que no era de los que frecuentaban el local.  El tipo tenía un concepto raro de la moda; confundía la ropa clásica, con vestir antiguo. Porque, la vestimenta que llevaba puesta, no es que hubiera dejado de llevarse; ¡es que no se había llevado nunca! A pesar de sus ropajes, que le daban aspecto de pez fuera del agua, el individuo tenía cara de buena persona y una  simpatía, poco común,  emergían de sus  grandes ojos negros. Así que aparte el deseo de decirle ”¿Le importa?” y le dije tímidamente, y de un modo bastante más amable : - No, un amigo que ha quedado en llamarme y no lo hace

 

-Pues muy importante debe ser la llamada, porque lo has comprobado como quince veces en los últimos cinco minutos- sus palabras rebozaban de esa seguridad que tienen los que están acostumbrado a que la gente hagan siempre su voluntad.

 

Lo mire de arriba a abajo, como perdonándole la vida y le dije esbozando una sonrisa:

 

-Te podría decir que ¿si te importa?, pero como tú mismo te has delatado, llevas cinco minutos mirándome y eso en los tiempos que corren ; es  de agradecer .

 

Me sonrió mostrando un aspecto de él que me pareció hasta agradable, baje las defensas y me dije: “Anda, si no tienes otra cosa mejor que hacer”

 

Nos presentamos dándonos la mano, me dijo que se llamaba Roberto que era de Burgos y que estaba allí por viaje de negocios, yo le dije mi nombre y que era de Sevilla. Me comentó que conocía la ciudad y me soltó el decálogo de bares de ambiente y saunas de la capital hispalense como si de la tabla de multiplicar se tratara; yo le dije que, aunque hubo un tiempo en que sí, ahora no los frecuentaba mucho,  y que actualmente,  no me iban muchos  los guetos, que lo de estar allí, era algo excepcional; a partir de aquel momento la conversación comenzó a ser más fluida, yo le conté cosas de mi vida, él me dijo que estaba casado, pero que desde muy joven le habían gustado los hombres y llevaba una doble vida; aquello me chocó muchísimo pues la imagen que había tenido de homosexuales casados era la de gente tipo Raphael, y Roberto, que me empezaba a caer bien a pasos agigantados, no podía estar más lejos de ese  prototipo; el tió era muy masculino, rezumaba  simpatía por todos los poros y era muy zalamero e introvertido.

 

En un momento determinado,  volví a mirar si tenía alguna llamada y nada, mi gesto tuvo que ser muy evidente porque cuando levante la vista me dijo:

 

-Nada, plantón, ¿no?- al decir esto, una sonrisa que achinaba sus ojos marcando un poco  unas imperceptibles patas de gallo.

 

Entonces le conté la verdad, que estaba esperando que mi amigo  dejara la habitación libre, pero esto no ocurría y tampoco quería cortarle el rollo...

 

Me ofreció irme a dormir con él a su habitación; lo mire extrañado, pues aunque estábamos a gusto hablando, no había habido lugar para que surgiera algo sexual. Ni el se me había insinuado, ni yo le había dado píe a nada. Mi gesto de perplejidad tuvo que ser muy evidente, pues su reacción fue de lo más teatral:

 

-¡Dormir sólo!- dijo levantando las manos como en son de paz- ¡Lo prometo!

 

Una hora más tarde y como JJ seguía con su noche apasionada, abandonamos la Roy Black para irnos al hotel donde pernoctaba el burgalés. Desde el momento en que accedí a ir, yo sabía que había abierto la caja de Pandora... Porque existe un código no escrito, y es que si estás en un sitio de ambiente; y para más inri solo: Tú estás caliente y tienes ganas de echar un polvo; ¡ Te pongas, como te pongas!

 

Ya en la habitación, me dijo que si quería asearme, le dije que sí y me indicó donde estaba todo; cuando salí de la ducha con la toalla amarrada a la cintura, me encontré con que mi anfitrión se había quedado en calzoncillos, tenía un pecho bien formado y peludo; los brazos eran una muestra clara de que más joven había hecho mucho deporte; pero lo que más me puso, fue su abdomen; el cual lejos de ser plano como el de un tío de revista, se veía trabajado y duro, una mata de pelo negro que subía desde su pelvis, cubría por completo su barriga hasta llegar a la parte baja de sus pectorales. Ante tal panorama mi libido se  despertó levemente, pero  la  adormecí diciendo: “¡Noo, tú has venido aquí a dormir!;¿acaso no has tenido bastante ya, con el otro “hetero”?”

 

Mientras Roberto se duchaba, yo me tendí en la cama cubriendo mis vergüenzas con la toalla, me quede un poco embelesado; pues no lo sentí llegar y cuando fui consciente de su presencia estaba acostado a mi lado, diciéndome:

 

-Tienes una espalda preciosa,¿ me dejas que te de un masaje? Te vas a dormir superrelejado.

 

No pasaron ni unos escasos minutos cuando allí estaba yo tendido boca abajo sobre la cama, con una toalla blanca que me tapaba el pompis, y un macho peludo, que se refregaba las manos en un aceite oloroso, sentado en cuclillas donde terminaba mi espalda.

 

Sus aceitosas manos hicieron maravillas en mis cervicales, masajearon mis omóplatos alternando la suavidad con la firmeza, sus dedos viajaron a lo largo de mi espina dorsal despertando unas sensaciones para mí desconocidas, no sé cuánto tiempo duró aquel placentero ejercicio que el burgalés me practicaba, pero, como muy bien sabía él, en vez de relajarme, estaba haciendo que la bestia que descansaba entre mis piernas, quisiera que la sacaran a pasear...

 

 

Sus manos se pararon sobre mi trasero, y empezó a acariciar mis glúteos por encima de la toalla, como vio que yo no ponía impedimentos, me la quito y la arrojó fuera de la cama....Con las dos manos se aferró a mi culo, y comenzó a moverlas sobre él de forma circular.... Tiró con fuerza de mi poniendo mi trasero a la altura de su pecho, escupió varias veces sobre mi hoyo y  a continuación sentí como un líquido caliente resbalaba por la raja de mi ano, abriendo la puerta del placer... uno de sus dedos comenzó a empujar suavemente contra mi agujero... cuando vio que era imposible penetrarlo desistió diciendo:

 

-¡Estamos durito! ¿ein?

 

Me soltó y volví a quedar tumbado boca abajo sobre la cama, el se tendió sobre mí, apoyando su paquete contra mis glúteos, se desprendió de los calzoncillos y de manera suave restregó su erecto pene entre mis nalgas... Estire la mano para tocarle la polla, al tacto me pareció enorme, sobre todo muy gorda... mis dedos se llenaron de líquido pre seminal cuando acaricie su glande...

 

Sin dejar de pasar su gordo cipote, a lo largo de la raja de mi culo, tiro de mi cabeza y de forma casi violenta, metió su lengua en mi boca, clavando su pecho contra mi espalda casi dolorosamente... Mi polla atrapada contra las sabanas de la cama, vibraba pues quería salir a jugar... El pareció darse cuenta de ello y metiendo una de sus manos bajo mi abdomen, comenzó a masturbarme...cuando el placer me invadía y antes de terminar sobre las sabanas, hice que me soltara; me incorpore, y por primera vez lo veía completamente desnudo... ante mi tenía un hombre que había perdido toda su normalidad, transformándose en una bestia peluda deseosa de tener sexo... y yo tenía la suerte de que era conmigo. Su polla sin ser enorme, era gorda y cabezona,... una cabeza que parecía que estaba pidiéndome que me la comiera...La introduje en mi boca de forma gutural, de golpe hasta el tronco, hasta que su glande choco con mi campanilla, soporté la leve arcada y seguí mamando... No pasó mucho tiempo sin que nos sumiéramos en un placentero 69. Sus labios se aferraron a mi polla, e intentaba emular la mamada que le estaba dando, si yo aumentaba el ritmo el lo hacia, si yo escupía el también... aunque el tío no era la primera vez que la mamaba, daba la sensación de estar recibiendo una lección de como se hacia, y lo mejor es que  aprendía a pasos agigantados... Sus dedos comenzaron a pasear por mi agujero, intente emularlo pero se negó, diciendo que no le gustaba... me corto un poco el rollo... pero seguí mamando aquella rica polla como si fuera la última de mi vida.

 

Minutos después, Roberto apartó su delicioso nabo de mi boca, diciendo de forma casi complaciente: “¡Espera chiquitín, todavía no me quiero correr!”

 

Me pidió que me pusiera a cuatro patas al píe de la cama, lo mire desaprobándolo, pero accedí cuando dijo: “ ¡No, no te voy a penetrar!”

 

Adopte la postura que me pidió, y agachándose en pos de mi ano, hundió su lengua en mi hendidura haciéndome que me retorciera de placer. … Sus manos apartaban delicadamente mis glúteos para hacer mayor la simbiosis entre mi agujero y su boca... Sus lengüetazos lubricaban mi recto y se abrían paso hacia un lugar que hasta ahora le había parecido infranqueable...

 

Cuando creyó que estaba preparado, y pidiendo mi aprobación de manera silenciosa, me lubrico el ano y se puso un preservativo, mi primer impulso fue negarme ( nunca antes me había follado en un primer encuentro y siempre lo había hecho con gente a la que me unía cierto afecto) pero este tío se lo había ganado y podía ver en sus deseosos ojos, que si no entraba en mi cuerpo; todo lo que había pasado aquella noche no tendría sentido para ninguno de los dos , y sería un polvo olvidable...

 

Como quería que mi historia con aquel machote casado, perviviera en mi recuerdo. Me relaje todo cuanto pude; con el único fin de que pudiera entrara en mi cuerpo. ,Pero hijo mio, el cipote del burgalés no era gordo, era lo siguiente.  Y por más que el pobre lo intentaba, aquello  no me traspasaba. Así que Roberto, que no estaba dispuesto a que la noche terminará sin hacer mio su culo, se armó de paciencia y poco a poco comenzó a dilatarme;  con un dedo tímidamente al principio, hasta que con muchísimo empeño; consiguió introducirme tres dedos.

-Ya estás preparado... ¿Quieres que entré en tu cuerpo?

 

- Siiii- dije con una voz impregnada de lujuria.

 

 

Cuando la cabeza, de aquel gordo cipote,  pasó a lo largo de mi recto, un dolor me invadió las entrañas... El paró su embestida aguardando que mi esfínter se dilatara, cuando fue consciente de este cambio bombeó su cuerpo contra el mío, despacio al principio, después un poco más rápido, hasta que su polla entraba y salía de mi de un modo frenético... Mi cuerpo se debatía entre el dolor y el placer, cediendo ampliamente ante este último a medida que el peludo macho empujaba su cuerpo dentro de mí...

 

El aguante de mi ocasional amante era tremendo, moviendo su pelvis en pos de prolongar más el placer que atenazaba mi cuerpo, que a pesar de haber sido  follado anteriormente, nunca lo habían hecho,  con tanta maestría y empeño... nos corrimos al unísono derrumbándonos como dos muñecos rotos...

 

Aquella noche había practicado el sexo en sus dos vertientes más opuestas, el sexo rápido y guarro que nos puede deparar un W.C. y el más magistral y delicado que te puedas imaginar....

 

Volviendo a hacer un símil con la gastronomía, aquel sexo fue como la comida de diseño, exquisito pero nunca pareces tener bastante... Aquella noche, me sentía como un buen gourmet, degustando todo tipo de platos, aunque los manjares que había devorado, no se sirviera en platos. Sino en lugares tales, como un mugriento servicio y una habitación de hotel.

 

 Después de permanecer abrazados, el uno contra el otro durante una buena porción de tiempo, Nos dimos un prolongado beso y nos volvimos a duchar....Me invito a que me quedara a dormir con él... Acepte, Juan José no me había llamado- aunque yo en las últimas tres horas tampoco lo había echado de menos, ni siquiera había mirado el teléfono. Me abracé a Roberto y me hundí en aquel libidinoso pecho peludo, para dejarme mecer, al poco,  por los brazos de Morfeo....

 

*****************************************************

-Buenos días guapo...

 

 Que lo despierten a uno así, tiene su magia. Y más si quien lo está haciendo, pocas horas antes te ha regalado todo el placer que otro ser humano te puede dar.

 

Los buenos días fueron seguidos por unos besos en el cuello y unas caricias en el lóbulo de la oreja; este directivo de Burgos sabía dónde tocarme para que bajara todas las defensas. A pesar, de que sólo habíamos dormido unas escasas tres horas, mi cuerpo volvía a tener ganas de ser cabalgado por aquel semental peludo. Alargue mi mano, hacia su pelvis y pude comprobar que su gordo cipote estaba bien duro. Acto seguido él empezaba a pasearlo por el canal de mis glúteos; me hizo tenderme boca abajo en la cama y muy suavemente paso sus brazos por debajo de mis axilas, irguiendo levemente mi tórax, sin que su polla dejara de hacer el trayecto comenzado. Soltó brevemente mi cuerpo y poniéndose en cuclillas a la altura de mi trasero, escupió sobre mi raja, y siguió masajeando los cachetes de mi culo con su pene. Cuando más complacido estaba por lo que Roberto estaba regalando a mi cuerpo este se apartó diciendo:

 

-Nene, vamos a hacer las cosas bien- y acto seguido cogió el lubricante y un preservativo.

 

Dilatado como estaba de unas horas antes, mi cuerpo se abrió rápidamente ante su empuje dejando pasar su grueso miembro a través de mi esfínter; al principio me dolió un poco e intente echarlo fuera de mí, pero pocos segundos después todo su cuerpo caía sobre mí, haciéndome llegar a lugares donde el placer todavía no me había llevado. ¡Cómo me gustaba! Su pelvis se flexionaba al final de mi espalda, introduciendo su nabo cada vez con más fuerza dentro de mi ano.... Mis manos intentaban aferrarse a la cama, como si quisieran con ello dirigir a mi descontrolado cuerpo. Y si al principio mi agujero se resistió a la entrada de aquel dolmen de carne, ahora parecía pedir que más parte de él explorara mis interiores

 

-¡Más, más mi vida, no pares! – musitaba entrecortadamente mis labios

 

-Si! no pienso parar!, si! te voy a dar todo lo que ese culito tuyo se merece.

 

El burgalés empujaba su ancha polla al interior de mi esfínter, sacándola de golpe cuando conseguía meterla del todo. La volvía a meter sin dilación, para volver a repetir la operación. Lo que más me excitaba, era sentir como sus huevos golpeaban mi pirineo. Síntoma inequívoco de que tenía todo su miembro en mi interior. Con mi agujero ensanchado ante el poder de aquel erecto trozo de carne y  la maestría y tesón que mi amante demostraba, mi cuerpo  se despertaba a un placer que nunca hubiera soñado.

  Llegado a un punto, mi cuerpo pareció explosionar, no quería que aquello acabara, mis sentidos querían un poco más de lo que se le estaba proporcionando... Pero  a veces, los deseos poco tienen que ver con la realidad y un quejido, casi sordo, salió de la boca de Roberto, señal inequívoca de que había alcanzado el éxtasis, segundos después su semen transitaba por la parte baja de  mi espalda... Me puse a cuatro patas sobre la cama y comencé a masturbarme, y tras unos intensos minutos en los que Roberto llegó a meterme hasta tres dedos en mi hoyo, mi boca profería incomprensibles insultos a la vez que llenaba las sabanas de semen. … Extenuados me abrace a él y nos besamos.

 

No sé durante cuanto estuve adormilado, me saco de mi duermevela la voz de Roberto diciendo:

 

-¡Dúchate! Que tengo que ir a currar

 

 

Cuando salí de la ducha, el corazón se me agito ante lo que se le presentaba a mis ojos, mi fogoso amante se había ataviado con un impoluto y elegante traje negro de rayas. ¡Joder, el tío estaba de toma y pan moja con él! Y lo mejor, es que no hacía falta que me lo imaginara desnudo.

 

Una vez, me vestí, bajamos a desayunar, el último beso me lo dio en el ascensor; al abrazarme sentí como su polla se volvía a endurecer con nuestro mero contacto... la palpe como despedida, un pequeño murmullo de placer escapo de sus labios.

 

El desayuno fue rápido, pues tenía bastante prisa, me dio un correo electrónico para que estuviéramos en contacto...( Nunca lo llegué a usar)  Yo apenas probé bocado, no sé si porque todavía no había asimilado las peripecias de la noche o porque el tío que en principio, ni me atraía lo suficiente, me tenía anonadado con sus gestos, su porte, sus palabras....Yo por aquel entonces, no había aprendido a aprovechar la fugacidad de estos encuentros, y no podía evitar que en el estómago me invadiera una sensación de tristeza, cuando era consciente de que un buen momento se iba, para no volver....

 

Nos despedimos con un apretón de manos en la puerta del hotel, él se cogió un taxi y yo me fui caminando. Mire el teléfono, tenía un montón de llamadas perdidas de Juan José , la primera a las siete de la mañana, ¿El cabronazo este donde esperaba que yo pasara la noche?

 

 

 

Antes de salir, por favor, valora el relato y si, te apetece, deja un comentario. Son la gasolina, que hace funcionar a los autores.

(Sí te gustó, y te quedaste con ganas de más… La continuación, la encontrarás en mi perfil: “Sexo en Galicia: Tarde de Sauna”… Esta vez en la sección Gay)

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