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Porkys

en Gays

(JJ prosigue contando a Mariano el “acontecimiento terrible”)

Enero de 1985

 

Gonzalo me acababa de relatar lo que sucedió en la fiesta de Blas de Nochebuena y no podía menos que solidarizarme con el Bombilla. No solo se había visto obligado a  chuparles la polla y tragarse el semen de sus cinco compañeros, sino que acto seguido lo habían meado de arriba abajo. Perpetrando con ello lo que, para mí, se me antojaba como una de las peores humillaciones  que se podía someter a un semejante.

No dejaba de causarme estupefacción que cinco compañeros del centro hubieran obtenido placer con alguien del mismo sexo. Aunque hoy, en perspectiva, veo que las razones que llevaron a cada uno a cometer aquel cruel acto fueron bien distintas, estaba claro que todos tenían sus  particulares motivos.

Blas, por lo que pude saber después, era bisexual o un homosexual reprimido. Gustaba de follarse el culo de un tío y de que se la mamaran unos labios masculinos. Fue el organizador de la “fiestecita”, quien al ver que yo había optado por no ir   y  que Gonzalo, sabiendo jugar bien al póker,  no iba ser presa fácil de sus artimañas, hizo uso   en última instancia del  infeliz del Bombilla. Algo que no me cuadraba del todo, fue por qué recurrió a la pantomima del  juego de cartas, ¿quizás para justificarse delante de sus compinches? Creo que nunca lo sabré a ciencia cierta  y cualquier cosa que diga serán simples conjeturas.

Fede lo hizo para no quedar mal ante Blas, su ídolo. Tenía en un pedestal a su amigo y era capaz de hacer cualquier cosa por satisfacerlo. Aunque todo el mundo lo tachaba de perrito faldero y chupaculos, a él le daba igual. Él era feliz así, pareciera que   su único propósito en la vida era contar con el beneplácito del engreído jefecillo. Creo que en ningún momento se planteó que el acto inmundo que estaba practicando estaba muy cercano a  una violación, él vio cómo su admirado Blas lo hacía  y no se cuestionó nada.

David Aguilar siempre me había parecido un chico insípido, guapo, pero sin gracia alguna. No sé si por su timidez  o porque realmente tenía menos personalidad que los “Modern Talking”, el caso es que  nunca mostraba a los demás  su verdadero yo. Aunque no llegaba al servilismo de Fede, se dejaba arrastrar por las ideas de Blas y si había que darle un escarmiento a alguien lo hacía sin pudor. Si aquella noche lo  que tocó fue denigrar a alguien sexualmente, porque su “jefe” así  lo había decidido, él, sin reparos de ningún tipo, puso el pollón que le había regalado la madre   naturaleza a su entero servicio.

Lo de Rafa Castro era harina de otro costal, ni tenía tan endiosado a Blas como sus otros compañeros, ni necesitaba tanto de la aprobación de este para  hacer las cosas. Creo que si andaba siempre con él, es porque lo utilizaba como coartada para dar rienda suelta a sus más bajos instintos. Aquel tío disfrutaba haciendo daño a sus semejantes y en el grupo de Blas encontraba más que sobradas excusar para practicar ese “deporte”. No estuve presente, pero por lo que me contó Gonzalo  y por lo que llegué a conocerlo después, me veo capaz de inferir que si el Bombilla  hubiera accedido de buenas ganas, habría gozado mucho menos con ello.

Aunque la reacción más extraña, y a la vez más contradictoria, ante lo acontecido aquella noche fue la de Gonzalo. Su discurso intentaba evidenciar que no había disfrutado con el sexo, sin embargo la pasión con la que vestía a sus palabras, contándome lo sucedido, manifestaban otra cosa. Si bien no ocultaba que el Bombilla  no le caía bien, tampoco estaba de acuerdo con lo que sucedió. Su excusa para dejarse llevar era que no quería que los mayores (apelativo que no me cuadraba mucho viniendo de él, pues  ellos eran prácticamente de su misma edad: dieciocho años) le dieran de lado.

Fuera como fuera, no era demasiada mala persona y cuando los cafres aquellos vaciaron su vejiga sobre Luis, él no lo soportó y se quitó de en medio para no verlo.  

—Los muy cabritos salieron del baño como si hubiera pasado la cosa más guay del mundo —Prosiguió contándome su historia, impregnando sus palabras de cierta rabia —. Al ratillo salió el Bombilla, quien sin secarse del todo, cogió la ropa del suelo, se vistió, miró a Blas como pidiéndole permiso para marcharse y, cuando este le dio su aprobación, se fue.

»Nos quedamos un rato allí bebiendo y charlando de  todo lo que había ocurrido. Comentando las “mejores jugadas” como si de un partido de futbol se tratara.  Blas estaba eufórico, me dio la sensación de que al obligar al Bombilla  a chupársela a todos, se había quitado una especie de espinita que tenía clavada. Si podía tener alguna duda de que iba aquella movida, fue escucharlo y se me aclararon todas: “¿A qué llevaba yo razón en que la chupaba de abutem? Me hubiera gustado estrenar una “zorrita” nueva, pero aun así ha estado bien”.

No le dije nada a Gonzalo, pero yo no tenía ni pajolera idea de jugar al póker. De no haber tomada la decisión de quedarme en mi cuarto, de quien habrían abusado aquella noche hubiera sido de mí. Un escalofrío recorrió mi espalda y mis pensamientos quedaron desnudos de lujuria, mi polla, que hasta el momento había estado juguetona, pareció querer encogerse y meterse dentro de mi escroto. Era evidente que me atraían los chicos, pero el sexo desmedido que se practicó en aquel cuarto, estaba muy lejos de agradarme y, mucho menos, de proporcionarme placer.

—Como ya había participado en la “fiesta” a Blas no le importó seguir contando sus planes delante de mí. Es más, no sé si por la priva o por lo a gusto que estaba, creí que me consideraba como a uno de ellos, un colega más. “Pues en año nuevo, nos lo vamos a traer a primera hora y nos vamos a pegar un homenaje de los buenos, ¡de los buenos, buenos!”.

—¿Fue por eso por lo que no me invitaron en Nochevieja? 

—Sí, pero además Blas me comentó que no es que piense que seas mala gente, ni nada por el estilo. Es que te ve muy crio y que de haber ido la primera noche, no habrías estado a la altura como lo estuve yo.

Escuchaba a Gonzalo hablar y no dada crédito. Primero, porque se le hinchaba el pecho pensando que los “mayores” lo respetaban y segundo, porque se creía todo a pies juntillas. ¿Cómo podía ser tan ingenuo?

Si me invitaron la primera noche es porque la “zorrita nueva” iba a ser yo, estaba claro que Blas y, quizás alguno más, habían tenido sus historias con el Bombilla. Supuse que la novedad  y el morbo estaban  en hacerlos todos juntos. Lo imaginé como un tipo  de rito iniciación antropológico, un demostrarle al grupo lo macho que eran. Lo que se me escapaba es por qué no recurrieron al pobre de Luis desde un principio. Creo que la respuesta no la sabré nunca.

 —A pesar de que Blas me había invitado a la segunda movida,  Fede se negó  en redondo a que participara en los preparativos. Convenció a todos diciendo no sé qué  rollo de  que la veteranía había que ganársela y pamplinas de las suyas ¡Sus muertos! Es un envidioso de mojones y se cree que le voy a quitar su puesto en el grupo. En fin…

» Como bien sabes, en Nochevieja, después de tomarnos las uvas, nos fuimos sigilosamente para la zona de las habitaciones. Una vez estabamos todos, Blas envió al Fede por el Bombilla. Este como buen el  perrito amaestrado que era, fue por el palito que le tiró su amo sin rechistar.

»No sé si porque estaban bastante más calientes que la vez anterior, o porque ya no disimulaban delante de mí. El caso era que  no hacían más que tocarse el paquete. Para mí, que  estaban muy  salios y tenían el nabo más duro que una piedra. No sé si porque me apetecía que me la chuparan otra vez o por adaptarme a lo que hacía todo el mundo, el caso es que empecé  también a refregarme el bulto y me comencé a poner cachondo. Muy, pero que  muy cachondo.  De buenas a primeras,  sentí como mi soldadito tenía ganas de guerra y se puso  en posición de revista.

»Al llegar Fede con la  “victima” de nuestra tropelías, Blas cerró la puerta por dentro y nos pidió que no armáramos mucho jaleo. Encaminó sus pasos hacia uno de los armarios, sacó una lavativa de una bolsa negra  y se la dio a Bombilla, diciéndole: “Ya sabes lo que tiene que hacer, ¿no?”.

»Más cagao que once viejas, el chaval cogió el artilugio de plástico, asintió con la cabeza y dirigió sus pasos hacia el baño. Tuve que poner cara de que no sabía de qué iba la cosa pues Fede, dándose esos aires  de importancia  que se da,  me dijo: “Enano, ¡está claro que eres más tonto que hecho de encargo! Eso es para que cague en condiciones, se limpie bien por dentro  y así no mancharnos el cipote con su  mierda”.

»Escuchar cómo se refería a darle por culo a un tío con tanta naturalidad me dejo patidifuso. Una cosa es que te la chupen y otra cosa era follártelo. Miré a Blas por el rabillo del ojo y estaba más contento que unas pascuas, ni él ni sus amigos dejaban de meterse mano al paquete, pimpam pimpan  y pimpam, hasta que se pusieron un   bultaco de tres pares de cojones de grande. Estaba claro que le iban a petar el culo al Bombilla, sí o sí.

»Todo me resultaba tope  raro y creo que,  al igual que en la primera fiesta, todo estaba más que hablado entre ellos. Me dio la sensación de que tenían planificado lo que iban a hacer al dedillo. Durante unos momentos, cuando veían como cuchicheaban a mis espaldas, me sentí como un cero a la izquierda. El único que no sabía de qué coño iba todo aquello era yo y lo que estaba viendo no me gustaba una pisca. No me molaba para nada petarle el culo a un  tío, pero estaba claro, que si no quería quedar ante los colegas como un pringao, no iba a tener más remedio que hacerlo.

La facilidad con la que Gonzalo me estaba contando todo me tenía atónito.  Si en un principio se había resistido en relatarme nada, fue abrir la boca y cada confidencia era más trascendental que la anterior. Tuve la impresión que necesitaba contar lo sucedido, como si compartiéndolo conmigo, se sintiera menos culpable. Culpabilidad que no dejaba de parecerme contradictoria, pues la pasión que emanaban sus palabras era más que evidente de que aquello había estado muy lejos de desagradarle.

—El Bombilla  volvió del baño con el pelo  un poco mojado y solo con los calzoncillos puestos. El chulito del Blas al verlo venir le dijo: “Veo que te has duchado sin que yo te tenga que decir nada, ¡mejor, mucho mejor!” Rafa Castro haciendo alarde  de  ese código secreto que parecía tener entre ellos dos, se metió mano a la entrepierna y Blas asintió con la cabeza.

»Sin decir nada, se colocó frente al pobre de Luis y cogiéndolo por los hombros lo obligó a que se agachara ante él. El tío en vez de resistirse se dejó hacer y cuando tuvo la cabeza a la altura de su entrepierna, comenzó a lamer la parte del bulto de la polla. “Llevabas razón, Blas, el cabrón cuando coge confianza es muy, pero que muy putita”.

»Por un instante no creí estar viendo a una persona, más bien parecía un perillo que chupeteara a su amo. Algo así debió pensar Rafa pues, sin contemplaciones, le pegó una bofetada diciéndole: “¡Estate quieto gilipollas! Me vas a poner perdido el pantalón con tus babas”. Acto seguido, se desabrocho el cinturón y se bajó la cremallera sacándose el  tranco que lo tenía  tieso como un garrote.

»Fue quedar su polla al alcance de Luis y este se abalanzó sobre ella de una forma que parecía que se la fueran a quitar. Blas se acercó por detrás, le acarició la cabeza como si fuera un animalillo y con una voz que se  parecía a  la de los malvados de películas le dijo: “No ves chaval, si haces en condiciones todo lo que te pidamos, no tiene por qué pasarte nada malo.”. El Bombilla, sin dejar de mamar la polla de Castro ni por un segundo, lo miró de reojo y asintió con la cabeza. Tanta sumisión por su parte, me dio hasta un poco de canguelo.

»En sus ojos no había miedo como en la otra “fiesta”, aunque en un principio, supuse que fuera porque estaba  disfrutando, fue observarlo detenidamente y lo descarté. Lo que reflejaba su mirada no era otra cosa que alivio, un tremendo  alivio. Solo iban a abusar de él sexualmente y no le iban a pegar una paliza como en otras ocasiones. 

»Me da vergüenza confesarte esto, ni yo mismo entiendo porque me pasó aquello, pero fue ver con las ganas que el Bombilla  se tragaba el rabo de Rafa y me puse tope de cachondo. Seguramente fue porque me acordé del gustirrinín que me dio la primera vez o porque andaba más salio que el pico de una mesa. De pronto, me entraron unas ganas locas de que me llegara mi turno. Es más, me decía a mí mismo que iba a aguantar todo lo que pudiera, con tal de que me la estuviera chupando durante mucho rato.

»Blas, tomando de nuevo la iniciativa,  hecho el brazo por el hombro a Fede, le hizo un gesto con la mano a Rafa para que se apartara y dejara ocupar su sitio a este. A los pocos segundos, se sacó la churra, la tenía  más tiesa que puntilla del almanaque y   se la acerco a Luis  para que se la mamara. Fue tanta el ímpetu con la que se le metió en la boca, que Rafa, quien todavía estaba a su lado, le volvió a dar una bofetada diciéndole: “¡Capullo, no le pongas tantas ganas que lo vas a hacer correr! ¡Y todavía  te tenemos que romper el culo!” Para no contrariarlo, prosiguió mamando más suavemente, dándole pequeños lengüetazos como si estuviera saboreando una piruleta.

»Cada vez era más evidente que se lo iban a trincar por detrás, quisiera el Bombilla o no. Volví a mirar disimuladamente al resto de los participantes de la fiesta. Rafa Castro se había puesto junto a Fede  y  no perdía detalle del buen lavao de cabeza que le estaban haciendo. Tenía puesta su mejor cara de guarro y no dejaba de tocarse el capullo con los dedos. Blas, quien también estaba muy cerca, permanecía inmóvil deleitándose con la singular mamada y  mordiéndose el labio inferior.  David, por su parte,  se masajeaba el paquete con la palma de la mano, como si la polla no le cupiera dentro de ella. Estaba claro que todos estaban disfrutando con aquello y si ellos, que eran de último curso,  no lo veían mal, ¿quién carajo era yo para criticarlos?

Asentí con la mirada, dándole a entender a Gonzalo que no lo juzgaba por lo que pudiera haber hecho. Aquello dio confianza al inseguro muchacho quien, al sentirse apoyado por mí, comenzó a poner mucha más fogosidad (si  aquello era posible)  en cada una de sus palabras.

—El siguiente en darle el biberón fue David. Luis fue tener cercano el enorme rabo que se calza el tío y pareció que se le iban a salir los ojos de las cuencas. Lo agarró entre sus manos y, tras descapullarlo,  comenzó a chuparlo como si le fuera la vida en ello. Al principio no le cabía entera en la boca, pero como si fuera una especie de reto se la tragó completa. Soportó las pequeñas arcadas con facilidad y aunque lagrimeaba no le importaba. Miré al Aguilar,   tenía los ojos cerrados y cara de estar en el séptimo cielo. Yo en aquel instante no lo sabía, pero por lo que pude comprobar después,  al Bombilla   le van las pollas cantidad. ¡Después de pringao, marica!

Aquel comentario último no me hizo mucha gracia y aunque estuve tentado de decirle lo de la ley de Mahoma (Tan maricón es el que da como el que toma), me callé pues era demasiado mi curiosidad por conocer todos los pormenores de la fiesta y conocer hasta donde habían sido capaz de llegar. Así que para no cabrearlo, me metí la lengua donde no da el sol y proseguí escuchando.

Aún al día de hoy, me parece inaudito que, después de lo que me había sucedido con los dos de Cañete, no me repugnara escuchar las vejaciones a las que estaban sometido al pobre chaval. Muy al contrario, me excitaba de un modo malsano. Tan malsano, que cada vez tenía que cruzar más las piernas para que mi compañero no se percatara que volvía a tener una erección en toda regla.

—Blas, como si el Bombilla  tuviera una correa invisible, tiró de su cuello y lo obligó a desembarazarse del cipote de David.  La verdad es que el cabrón estaba devorando el nabo con tangas ganas, que le había dejado el capullo más reluciente que una patena. Aquel cipote imponía un poco de respeto, tan grande y con la cabeza tan brillante. ¡No sé cómo  coño se lo podía meter entero en la boca!

»Tras soltar el pollón de David (a mí me pareció que de malas ganas),  el “perrito” obedeció las ordenes de su “amo” y  se subió a cuatro patas a  un sillón como ese —Al decir esto me señaló una especie de taburete largo, entapizado con escay rojo y que nos servía para quitarnos los zapatos o para poner las mochilas y carpetas después de clase —. Una vez estuvo colocado correctamente, Blas se puso a manosearle la parte trasera: el culo, las piernas, la espalda... Me recordó las ferias de ganado de mi pueblo, cuando los compradores acariciaban el lomo  a las bestias para comprobar si estaban sanos.

»Todos estábamos pendientes de lo que hacían aquellos dos. La altanería y soberbia de uno, contrastaba con la humildad y sumisión del otro. No sé si los demás  conocían de antemano por dónde iban los tiros y en que putada iba a terminar todo aquello, yo los observaba expectante pues estaba más perdió que una puta en misa. Intenté no mostrar extrañeza alguna, para evitar que  el capullo de Fede  se diera cuenta y  me tratara como a un gilipollas. Así que puse mi mejor cara de póker y espere a verlas venir.

»Del magreo, Blas pasó a pegar cachetadas en el culo del Bombilla. Primero suavecito, sin ponerle muchas ganas. A medida que fue cogiéndole el tranquillo, las bofetadas eran más sonoras. Miré de refilón la cara de Luis y el muy cabrón ni se quejaba. ¡Lo que yo te diga, está hecho a los palos como los burros viejos!

»Unos minutos después, no sé si porque se cansó o porque no quería causarle demasiado daño, detuvo la tremenda soba que le estaba propinando.  Nos miró, con esa cara suya  de chulillo perdona vidas y, dejándonos claro con su maliciosa sonrisa que se lo estaba pasando del carajo, tiró de los calzoncillos del Bombilla  y dejó su trasero al aire. ¡Las tortas le habían dejado las nalgas más colora que un tomate!

» Blas, tras concluir con la zurra,  comenzó a pasar sus manos por el enrojecido culo, primero por las cachas, después por la raja central. Tocó con  los dedos al agujero, los retuvo durante unos segundos allí y se los llevo a la nariz. Tras olerlo minuciosamente dijo: “Veo que eres un chico obediente y te has lavado bien. Aunque hay algo que no me gusta todavía”.

»Sin comentarnos nada y  con una actitud tan intrigante como sus palabras, se dirigió hacia el baño. Busqué de reojo la cara de Fede y de Castro, ambos estaban tan pasmao como yo. Parecía que ninguno tenía ni zorra de lo  que se disponía a hacer Blas. Seguramente se le había ocurrido sobre la marcha y no  nos dijo ni plin  para hacerse el interesante.

»Salió del aseo con una cuchilla de afeitar y brocha en una mano y el tazón del jabón en la otra. Sin prestarnos ninguna atención, le dio el recipiente a Fede para que se lo retuviera y se agachó tras el sillón donde se encontraba arrodillado el Bombilla. Al ver que le era imposible separar los glúteos y enjabonarle el culo al mismo tiempo, me pidió que lo abriera con las manos, mientras el pasaba la brocha por agujero. Aunque no me hizo mucha gracia, accedí sin rechistar a lo que me pidió.

»Minuciosamente, fue enjabonando el agujerillo. Una vez lo tuvo cubierto en su totalidad con espuma, procedió meticulosamente a afeitarlo. Pasaba la cuchilla con sumo cuidado, evitando por todos los medios hacerle sangre. El Bombilla  permaneció todo el rato  tan  inmóvil como una estatua, me dio la impresión que, que estaba tan cagao de mieo, que estaba aguantando hasta la respiración.

»Me dio por fijarme en  la expresión de Blas y te puedo garantizar que se lo estaba pasando como nunca, afeitar aquel culillo  lo tenía absolutamente extasiado. Al pasar la maquinilla por la espuma del ojete, hacia unos mohines extraños.  Tan extraños, que me recordaron  a los pintores esos raros cuando daban los últimos retoques a sus cuadros. Lo estaba dejando tan peladito,  que no parecía que aquel trasero fuera de un chaval de más de dieciocho años, sino el de un bebé.

»Después de haberlo rasurado a conciencia, lo observó detenidamente por si había dejado algún pelillo atrás. Cuando comprobó que no era así, le pidió a Fede que le trajera una toalla húmeda del baño. Su perrillo faldero se la trajo con su rapidez habitual, con la misma que Blas limpió el trasero del Bombilla. “Has visto que suave, ¡toca!”, me dijo mientras tiraba de mi mano para que lo comprobara. La textura de aquella piel me agradó más de lo que quise reconocer y si ya estaba más caliente que un recluta en Ibiza, acariciar aquellas nalgas consiguió ponerme a más de mil.

»Blas tuvo que percatarse de  lo salio que iba yo, porque tras dar una cachetada al Bombilla  le dijo: “Chatín, el enano está más caliente que el cenicero de un bingo, así que se la vas a mamar, pero muy despacito. Ya sabes que  este con poco que le hagas se  corre, ¡así que cuidadito con emocionarte!”.

»Me coloqué delante la boca de Luis y me saque el rabo. Fue dejarle el camino libre y el muy cabrito se la metió en la boca sin contemplaciones. Probablemente por lo cachondo que ya iba, tuve la impresión de que lo estaba haciendo mucho mejor que la otra vez, ¡y eso que iba mucho más despacito! Cerré los ojos y me imaginé que era una vecina de mi barrio (¡qué esta taco de buena!), quien me la estaba comiendo. Estaba disfrutando tanto que tuve que recular para atrás, pues de seguir así le iba a echar toda la lefa en la boca, como paso en la otra ocasión.

»Al abrir los ojos y me encontré con Blas untando con crema Nivea el rasurado culo. Por el modo tan puntilloso de hacerlo, sospeché que no era la primera vez que hacía algo por el estilo. Fede al ver que el Bombilla   no me estaba mamando ya la polla, aprovechó para  mofarse de mí. “¡Mirad el enano no aguanta que se la chupen ni  un minuto siquiera!”

» A Blas no le hizo mucha gracia las burlas de su amigo y, sin dejar de pringar el pelado agujerillo con la crema,   lo interrumpió diciendo: “¡Deja al chaval en paz!, prefiero que se reserve para lo bueno”.

»Si las miradas matasen, la que me echó Fede, al ver como su idolatrado “amo” lo contrariaba por defenderme, me habría fulminado allí mismo. Me sentí orgulloso, pues era más que  obvio que le caía bien a su “jefecillo”, de no ser así, no habría intercedido por mí. Aun con esas,  por lo que pudiera pasar, cerré el pico y no levanté mucho la patita, no se fuera a poner el viento en mi contra. Que Blas lo mismo le da por  comerte a besos, que por cagarse en tu boca. Viendo lo que le estaba pasando al Bombilla, no quería yo que me ocurriera  lo mismo.

»Considerado que ya había untado bastante crema en el ojete se agachó tras él y se puso a contemplarlo como un niño a un pastel antes de comérselo. Apoyo las manos sobre los glúteos,  tras relamerse varias veces, separó las cachas con una mano y, con la otra, procedió a meter un dedo dentro del ano. Inicialmente parecía que se resistía un poco, pero empapado hasta arriba de Nivea como estaba,  se  terminó resbalando dentro.

»Ver como el Bombilla se estremecía de dolor, me daba mal rollo. Para evitar verle  la cara, opté por colocarme junto a los otros. Desde mi nueva posición veía perfectamente la mano de Blas, quien introducía su índice dentro del estrecho ojal, haciendo círculos como si fuera la broca de un taladro. Primero metió uno, cuando lo estimo oportuno metió el segundo y después un tercero. ¡Parecía mentira que algo tan estrecho se pudiera ensanchar tanto!

»Probó a introducir un  cuarto dedo, pero este se negaba a entrar y Blas no insistió. Estuvo  durante un buen bueno mete y saca con los tres dedos. Caminé en dirección al rostro del Bombilla y lo que vi me confundió más todavía. Su expresión era de dolor, pero por otra parte parecía como si le gustara, pues de vez en cuando se mordía el labio con mucho morbo. Pegaba pequeños grititos, pero no demasiado exagerados. Eran casi parecido a los que pegamos nosotros, los machotes,  cuando estamos a punto de corrernos.

»De buenas a primeras, Blas le  sacó los tres dedos y, pegándole un fuerte tirón de estos, le quitó los calzoncillos por completo. No se inmuto al encontrarse completamente desnudo. Ni siquiera hizo un leve gesto y se limitó a permanecer quieto como si se fuera la puta estatua del jardín botánico ese.

»Al quedarse en bolas, descubrimos algo que todo sospechábamos: Al Bombillas aquello le ponía mogollón y, prueba de ello, era que estaba empalmado a más no poder. Rafa, antes de que nadie pudiera decir nada, soltó una grosería de las suyas: “¡Mirad la maricona, le petan el culo y se pone cachonda perdia!”

»Sus palabras parecieron ser la excusa que necesitábamos todos para empezar a insultarlos…

—¿Tú también? —Pregunté extrañado.

—Sí. Pero… ¿qué querías que hiciera? ¿Ponerme a las malas con la peña por un estúpido marica?

Me quedé callado, pues cada vez entendía menos a Gonzalo, quien cambiaba de parecer como una veleta, según le conviniera. Lo mismo criticaba la forma de actuar de los del último curso y parecía demostrar un poco de compasión por Luis, que se unía a ellos, mofándose y denigrando al pobre muchacho. Por lo que lo llegué a conocer después, puedo asegurar que no es mala personal. Su gran defecto es su falta de carácter.

—¿Quieres que te siga contando lo que paso en Nochevieja o pasas?

—Sí, hombre por supuesto —Dije afirmando con la cabeza vehementemente —. Lo que pasa es que me ha extrañado que con lo buena gente que eres, entraras en su juego.

—Si lo hice fue porque temía que me hicieran a mí lo mismo —Sus palabras sonaban a falsa justificación —¿Por dónde iba?

—Rafa había visto que el Bombilla tenía una erección y empezó a burlarse de él.

—Pues eso, Blas cuando vio que nos estábamos ensañando mogollón con él, nos ordenó que paráramos. El tío es más listo que el hambre y lo que no quería es que le espantaran la presa. Para lo que tenía pensado hacer necesitaba que Luis estuviera muy relajado. ¡Muy, pero que muy relajado!

»Sin decir nada, caminó de un modo intrigante hacia el armario. Rebuscó en un cajón y volviéndose hacia nosotros,  nos mostró un pepino diciendo: “¡Mirad lo que he mangado hoy de la cocina!”

Una endemoniada sonrisa se pintó en su cara, al tiempo que manoseaba la verde hortaliza como si se tratara de una polla. Miré de reojo a los otros y estaban tan impresionados como yo. Si hay que reconocerle un mérito al puto Blas, es que una jodida caja de sorpresas y con él no se aburre uno nunca. ¡Y eso que no teníamos ni pajolera idea de lo que se disponía hacer!

»Cogió la lata de crema y untó el pepino con ella hasta más de la mitad. Posó fuertemente la mano contra la zona lumbar del Bombilla y, tras colocar el pepino en su agujero, comenzó a empujar. Haciendo uso de la misma técnica que para meter sus dedos, poco a poco el pepino fue entrando. El pobre chaval no se quejó en ningún momento y aquello, con lo gordo que era, le tenía que doler una barbaridad.

»Lo metió hasta algo más de la mitad y lo dejó allí. Se acercó al oído del Bombilla y le dijo: “Estate quieto chiquitín, como te muevas y se te salga, no voy a tener más remedio que ser malo contigo”. Acto seguido tiro de la cabeza del pobre chaval y le hundió la cara en su entrepierna, como si con ello pretendiera axfisiarlo. Al intentar escapar de su brutal ataque, el pepino se salió de su culo, lo que propició que le pegara un par de bofetadas en la cara y unas cuantas reprimendas.

»Blas cogió la hortaliza del suelo y se lo volvió a meter de nuevo. Esta vez, quizás porque estuviera ya dilatado, entró más rápido. Una vez estuvo bien incrustado en el ano del Bombilla, le ordenó que se sentara en el suelo con las piernas cruzadas. El mariconazo hizo ademán de sacarse el pepino del culo, pero su “amo” lo detuvo diciéndole de muy malas maneras: “¡De eso nada monada, te vas a sentar sobre el de manera que no se te salga de nuevo!”

»Sin decir esta boca es mía, se sentó cruzando las piernas y apoyando levemente el culo en el suelo. Aquello no le gustó ni un pelo a Blas, quien cogiéndolo por los hombros, lo empujó hacia abajo, con la única intención de que fuera mayor la porción de pepino que entraba en su culo. ¡Fue tremendo, le tuvo que llegar por lo menos a la campanilla!

»A pesar de lo doloroso que tuvo que ser aquello, el Bombilla lo soportó bastante bien, simplemente cerró los ojos e hizo una leve mueca de dolor. De nuevo, Blas volvió a enterrar su cara en su bragueta. En esta ocasión no se resistió y dejo que hiciera con él lo que le diera la gana. Cuando se cansó de restregar su rostro contra su paquete, se sacó el nabo fuera y le golpeó la cara con él. A cada chasquido contra las mejillas, le acompañaba un gritito de dolor. El tío entre lo que le estaba entrado por detrás y los churrazos en los mofletes, tenía cara de ido, parecía que se hubiera fumao un peta.

»La polla de nuestro anfitrión estaba chorreante de líquido pre seminal y tan hinchada que las venas parecían que iban estallar en cualquier momento.  Tanto más zurraba con ella los carrillos del Bombilla, más dura parecía que se ponía. La expresión de Blas era de completa euforia. No lo había visto así nunca, era como si por fin hubiera dado rienda suelta a sus más bajos instintos y fuera incapaz de parar. Una de las veces, en vez de atizar con su polla en los cachetes de Luis, se la metió de golpe en la boca y le apretó la nuca para que se la tragara por completo. Lo agarró con tanta fuerza que creí que lo asfixiaba.

»Cuando se hartó de putearlo, hizo una señal con la cabeza a Rafa para que ocupara su sitio. No había recuperado el pobre chaval el resuello y volvió a sentir como le propinaban unos zurriagazos en los pómulos. Como si fuera el juego  de “lo que haga la mano” imitó a la perfección el modo en que su “jefe” había tratado al Bombilla. Pero estaba claro que su mala leche era mayor y si no llega a ser por Blas, que lo detuvo, ahoga con su cipote al pobre muchacho.

»Lo pasó tan mal, que David y Fede se limitaron a golpearlo con la polla y a que se la mamara. Lo de empujarle la nuca, ni se le paso por la cabeza. La verdad es que si con la de Castro casi se atraganta, con la de Aguilar (que era mucho más grande) se nos hubiera quedado tieso como un pajarito.

»He de confesarte que aquello no me ponía nada, pero por no contrariar a los mayores, me adapté a las circunstancias y donde fui, hice lo que vi. Cuando me tocó mi turno, le di cuatro o cinco pollazos  al Bombilla y se la metí en la boca. De nuevo volví a cerrar los ojos y a pensar en mi vecina. Tuve que poner cara, que de un momento a otro iba a soltar toda la leche. Blas se dio cuenta, me empujó para atrás y, con esos aires de chulito que se da, me dijo: “¿Dónde vas campeón? ¿¡No te querrás correr todavía!? Si aún queda lo mejor.”

 

Continuara en: “El ser humano es raro”

 

Acabas de leer: 

Sexo en Galicia 

 Episodio XXV: Porky’s.

 (Relato que es continuación de “La fiesta de Blas”.)

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Si es la primera vez que entras en un relato mío y te has quedado con ganas de leer más cosas del protagonista Pepe, hace un tiempo publiqué una guía cronológica de sus historias titulada: “Mis problemas con JJ”.

Si te quedaras con ganas de seguir leyendo más historias mías, a primero de año publique una guía de lectura que te puede servir de ayuda para situarte  a la hora de leer las distintas series.

Agradecer todos los comentarios dejado en mi último relato: “Autopista al infierno”: a hasret: La verdad que al igual que con “Perdiendo mi religión” tenía cierto reparo al escribirlo, por el cambio de actitud que suponía en Ramón y que no fuera del agrado de los lectores, por lo que me alegro de que te haya gustado. Si no variara la temática de los relatos, vosotros os aburriríais y, por ende, yo también;  a Rosloff: Me ha parecido muy acertado tu comentario sobre las justificaciones que se da Ramón para hacer lo que hace. Tienes que tener en cuenta que él siempre ha sido una persona que ha antepuesto el bienestar de los demás al suyo propio, por eso le está costando tanto trabajo ser tan egoísta. Cada vez que busca el sexo fuera de su relación tiene problemas de consciencia. Tu pronóstico sobre lo que queda por ocurrir, no puede ser más acertado, tanto él como Mariano están atrapados en una relación que tiene muy poca solución; a Arismendi: Efectivamente como dices, el ser humano tiende a hacer muchas cosas que no son las correctas y, como bien dices, hace falta un interruptor que baje, te diga que lo que estás haciendo no es lo adecuado; a mamona viciosa: No tengo problemas por incluir sexo, pero prefiero que este siga el ritmo de la historia, a veces me es más interesante contar los preámbulos y motivaciones de un polvo, que el polvo en sí. Sin desmerecer para nada a esto último; a Pepitoyfrancisquito: No soy mucho del ABC (me gusta leer algo más de tres letras) y soy más un hombre de este PAIS o de MUNDO. En cuanto a cómo hago  para documentarme sobre los lugares “exóticos” que saco en mis relatos, dispongo para ello de los agentes de la agencia EFE (Enviados Follador Enamoradizo), que son los que me cuentan todos los detalles de estos locales y demás. Os puedo asegurar que yo jamás he puesto un píe en ellos; a mmj: Aunque hace mucho tiempo que se narró (desde el punto de vista de Mariano) espero que no se te haya olvidado del todo el relato en el que Ramón regresa de las vacaciones y lo cambiado que vuelve (de todas maneras, volveré a reescribirlo para los lectores nuevos). Fue uno de los que más te impresionó en su momento (si me atengo a tu comentario). Sé que estoy tardando mucho en escribir esta historia, pero era publicarla de este modo o no hacerlo; a Gable: La historia de la Debo, Iván y compañía ha gustado bastante. Aunque cada episodio tendrá una ambientación distinta (el siguiente que ya estoy trabajando en él, será con los personajes ya casados y con treinta años), así que espero no defraudar con la continuación. En cuanto a lo que dices de Ramón, yo no lo hubiera expresado mejor. Una de la ideas que llevaba en mente a la hora de plasmar la sauna y el sex-shop es que los lectores que no las hubieran visitado nunca, se hicieran una idea del ambiente sórdido que reina en su interior y contigo creo que puedo dar la prueba por superada. En cuanta a Albert Rivera, yo creo que si hay un acuerdo entre los actuales secretarios de PSOE y Ciudadanos, creo que voy a tener dos motivos para estar pendiente de la actualidad política y a SrLoko: Sé que la historia, tal como la estoy contando, puede ser un poco liosa, pero creo que a la vez que los lectores tienen más material para leer lo es menos y con los relatos de Pepito una de mis metas era despertar sensaciones en los lectores de los recuerdos de su infancia. Así que me has dicho lo mejor que me puedes decir.

Volveré en unos quince días, con una revisión de un relato protagonizado por Mariano de “Historias de un follador enamoradizo”, es el que lleva por título: “La procesión va por dentro”. ¡No me falten!

Hasta entonces: ¡Disfrutad de esa cosa llamada vida!

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido