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El ser humano es raro.

en Gays

(JJ prosigue contando a Mariano el “acontecimiento terrible”)

Enero de 1985

 

Aquellas vacaciones de Navidad, lejos del calor del hogar,  estaban cualquier cosa menos aburridas. Había descubierto que Gregorio, uno de los  guardias de seguridad del internado y el pequeño Nicolás, el pinche de cocina,  follaban a escondidas en el almacén y, de boca de mi amigo Gonzalo, estaba conociendo todos los pormenores de dos fiestas que se celebraron en el cuarto de Blas, un adinerado y engreído chico del último curso.

En la primera fiesta, el Bombilla, un chaval al que la vida solo había mostrado su cara amarga, fue obligado a mamar la polla de Blas y sus amigos, así como la de mi compañero de clase. Circunstancia que,  inexplicablemente, me excitó  más de lo que me hubiera gustado. Máxime, teniendo en cuenta el “terrible acontecimiento” que me había llevado a estar recluido en aquel centro educativo.

No obstante, si lo acontecido en un primer momento me pareció en todo punto improcedente. Lo de Nochevieja fue mucho más retorcido, tras obligarlo a ponerse una lavativa, afeitarle los vellos del ano, el anfitrión de la fiesta le metió un pepino en el culo y le ordenó que se sentara sobre él, al tiempo que iba chupando, una tras de otra, la verga de todos los allí presente. El acto no solo era repugnante de por sí, sino que los abusos que lo acompañaban me resultaban completamente denigrantes. Como si acompañando al acto sexual con aquellas vejaciones,  ocultaran la  verdadera naturaleza  de este  y  les hiciera sentir más hombres (O menos maricas, según se vea).  

Pese a que estaba aterrorizando pensando  que era yo quien, en un principio, tenía todas las papeletas para ser la victima de todo aquello. No podía dejar de sentirme excitado, el sexo ejercía sobre mí un extraño magnetismo al que no me podía resistir. Por aquel entonces, conocía muy poco el perfil hipócrita de algunos seres humanos y  me veía como una especie de bicho raro. Un bicho raro y nauseabundo  que disfrutaba imaginando a hombres compartiendo sus cuerpos.

Pero si yo me encontraba con el pene más tieso que un palo,  Gonzalo (quien supuestamente se acordaba de una vecina suya cuando el Bombilla se la mamaba) no podía disimularlo tampoco y, pese a que las camas sobre las que estábamos sentados estaban a una distancia prudencial, podía entrever que tenía una erección bastante curiosa.

Fue comprobar que mi pecado no era particular y deje de cruzar las piernas, para evitar que se viera lo abultado de mi paquete. Sin poderlo remediar, mi mirada se detenía de vez en cuando en la bragueta de mi acompañante, quien, ajeno a mis malsanos pensamientos, seguía desgranándome lo acontecido en el cuarto de Blas.

—Yo me quedé de piedra cuando me empujó y dijo que me reservara, que todavía no había llegado lo bueno. Esperé alguna pregunta por parte de sus amigos, o alguna reacción por parte del Bombilla, pero ni uno ni otro. Parecía que el único que no sabía de qué coño iba la movida era yo. ¡Me sentía el cero a la izquierda más gilipollas del mundo!

«Blas, con su habitual prepotencia, se dirigió a Fede: “¡Anda, cógete unos vasos del mueble y ponnos una copa a todos! Una fiesta sin priva, no es una fiesta.” El tío, como el perrito faldero que era, obedeció sin rechistar. Una vez nos sirvió un lingotazo a todos, se dirigió a su jefe y,  con esa voz de chupaculos que se gasta, le preguntó: “¿Al Bombilla también?”»

« “¡Por supuesto!”, contestó con cierta chulería, “Que sea una putita no quita de que no pueda pasárselo  bien, ¿no?” Al decir esto último tiró con fuerza  del cuello de Luis, obligándole a que levantara la cabeza y asintiera de un modo visible para todos. “Pero la copa al Bombilla no se la sirvas tú, que sea David quien lo haga. Vamos a poner todos un poco de nuestra parte, ¿no?”»

—¿Volvieron a drogarlo?  —La pregunta salió escopetada de mis labios, como si las palabras me quemaran en la garganta.

Gonzalo se me quedó mirando pensativo, como si hubiera dicho algo inapropiado. No obstante,  movió la cabeza en señal afirmativa, como si no diera demasiada importancia a lo que había dicho  y prosiguió narrándome lo sucedido. Tenía la puñetera sensación de que  relatándome  aquello no solo estaba consiguiendo limpiar  un poco su mala consciencia, sino que se estaba excitando enormemente.

—El Aguilar, con lo cuco que es, pilló al vuelo lo que quería decir su “jefe”. Se fue con mucho disimulo  para la mesilla de noche, supongo que para coger los Valium esos y le sirvió un whisky al Bombilla. Al principio no quería bebérselo, pero David con la ayuda de Rafa Castro lo forzaron a hacerlo. “No sé porque no quieres tomártelo, si te vas a relajar un montón y te vamos a poder follar de maravilla”, le decía Blas acariciándole la cabeza  tal como si fuera  un perrillo.

La escena que las palabras de mi amigo dibujaron en mi cabeza, era absolutamente desagradable.  Era asombrosa la nitidez con la que podía ver la imagen del  desvalido  y desnudo chaval sentado en el suelo, con un pepino insertado en la cavidad anal  y siendo obligado a tomarse un lingotazo con ansiolíticos por los dos compinches del engreído niñato.   Me encontraba  tan metido en la historia, que hasta podía oír a los otros, burlándose y riéndose del pobre muchacho al tiempo que trivializaban lo que estaba ocurriendo,  mientras bebían un trago de whisky. Todo me sonaba terroríficamente familiar, pero el hecho de que el miembro viril del Bombilla estuviera erecto, me recordaba que a pesar del maltrato, a pesar de los insultos, había una parte de él que estaba disfrutando con  todo aquello. ¿Por qué será tan difícil de entender la naturaleza humana?

—Una vez se tomó hasta la última gota del vaso, Blas le pidió que se pusiera de rodillas sobre el banco. No sé si por que las putas pastillas ya le habían hecho efecto, o porque eran demasiadas emociones, me pareció que se había mareado un poquillo. No es que de normal  tenga cara de estar muy espabilao, pero lo noté más ido de lo habitual en él.

«Fue simplemente adoptar la postura del perrito y nuestro anfitrión comenzó a pasarle la mano por el lomo, tal como si fuera un cachorrillo. La pasividad con la que Luis afrontaba todo me tenía descolocado. ¡Yo me hubiera revuelto como una bestia, antes de dejar que me trataran como una mierda! Sin embargo, hay estaba él  menda con la churra más tiesa que un garrote. Si es que mi padre tiene razón cuando dice: “Tiene que haber gente pa to.”»

 

«Cuando se cansó de sobarle la espalda, se puso a magrearle el culo. Las caricias fueron alternándose con  fuertes y sonoras cachetadas, que no sé si le harían mucho o poco daño, pero que tenían que “picarle” mogollón. Observé  detenidamente la cara del Bombilla, no solo parecía que no le doliera, sino que se mordía el labio inferior, como si aquello, en el fondo, le diera un poquillo de gustirrinín. ¡El muy cabrón no soltó ni siquiera un gritillo de esos de marica! »

«Entre golpe y golpe, cogió y le saco el pepino de un tirón. Cuando lo tuvo fuera por completo, nos hizo una señal para que nos acercáramos a ver como se le había quedado el ojete. ¡Aquello no era un culo, era la boca del metro! Blas acarició con la yema de los dedos su enrojecido borde y  le metió dos dedos de golpe, de un modo bastante brusco. Al comprobar que entraban sin dificultad, los sacó e introdujo los cuatro de una vez. Me fije en su expresión: los ojos parecían que se le fueran a salir de las cuencas, se mordía con fuerza el labio inferior y sonreía maliciosamente al contemplar cómo sus dedos entraban y salían  de aquel orificio. ¡No lo había visto pasárselo tan de puta madre nunca!»

La idea de que un lugar tan estrecho como un recto, pudiera albergar casi por completo una mano, despertó mi lívido de un modo brutal y el hecho de que  ya no ocultara mi erección, no la hacía esta menos dolorosa. A pesar de lo escabroso de lo sucedido entre mis compañeros de internado, no podía apartar la mirada de mi acompañante y me dejaba mecer por sus palabras de un modo absolutamente obsceno. Si había una porción de mi intelecto que repudiaba aquel acto,  estaba escondida bajo mantos de lujuria y no salía al exterior. Ignoro si en ello tenían que ver mis revolucionadas hormonas, o la inconsciencia de la juventud. El caso es que no analizaba lo que realmente había ocurrido, simplemente buscaba en todo aquello lo escabroso y lo prohibido.

 

—Cuando Blas se hartó de estar pimpam, pimpam, metiéndole los dedos. Le pidió a Fede  que le metiera la churra, el perrito faldero se colocó detrás y se la metió sin ponerle pega alguna. ¡Fue tan emocionante que hasta empezamos a jalearlo y todo!  Estábamos tan entusiasmados que Blas nos tuvo que llamar al orden:  “¿¡Queréis bajad la voz!?,  porque como venga Serafín para acá, se nos va a cortar todo el puto  rollo .”

«Como si sus palabras fueran la puta ley, nos metimos la lengua donde no da el sol  y nos pusimos a mirar cómo le petaban el culo al Bombilla. El cabrón de Fede, al sentirse el centro de todas las miradas, se dejó querer y empezó un salvaje mete saca  que parecía que estaba rodando una peli porno de  esas. Lo agarró por la cintura y le metió el chorizo hasta la etiqueta. Por la cara que ponía y los suspiros que soltaba, lo de petar un culo le estaba molando mogollón. »

«Me acerqué para ver con mayor precisión como lo penetraba y, tal como pensaba, se la estaba metiendo hasta los huevos. Curioseé la polla del Bombilla y seguía mirando al techo. Cada vez tenía más claro que no era la primera vez que le partían el culo, pues cuanta más porción de cipote le entraba, más se mordisqueaba el labio y más cara de estar pasándoselo deabuten ponía.»

«A  la primera indicación de su “amo”, el perro dejo de follarse al Bombilla y cedió  su puesto a Rafa Castro. Este se tomó su tiempo en sacarse la churra, tras pajearse para ponérsela todavía más dura, se la metió de golpe. Fue tan bestial la forma en que se lo folló, que de los labios de Luis se escaparon unos pequeños quejidos. “¡Calla perra, que como me toques muchos los cojones, te hostieo y vas a chillar de verdad!”, le dijo sin parar de moverse  y pegándole una fuerte y sonora cachetada en las nalgas»

«Yo no sé a ti, pero a mí Rafa Castro me da muy mala espina. No me parece que sea un tío legal. Mira que Fede no me cae bien, pues todavía pienso que el otro es peor. Yo tengo la jodida sensación que si se junta con Blas y los demás, es para tener una excusa para hacer todas las cosas que hace. ¡Yo quisiera que hubieras visto la cara que se le ponía al tío cada vez que golpeaba con la mano los glúteos de Luis! Para mí que le daba más gusto hacerle daño, que follárselo.»

»El siguiente en mojar la croqueta fui yo —Gonzalo se detuvo un momento, como si estuviera esperando una reacción negativa por mi parte, al no verse contrariado prosiguió con su historia —.Aunque yo ya había estado a alguna que otra chavala de mi pueblo, nunca la había metido en un culo.

—¿Y qué tal? ¿Es muy diferente? — El tono de mi pregunta no podía ser más malintencionado.  

—No  está  del todo mal, pero donde se ponga un buen  coño que se quiten to los culos de los maricones—Sus palabras me siguieron sonando más a justificación que a otra cosa, por el bulto de su pantalón era más que obvio que estaba disfrutando  tanto contándomelo,  como yo oyéndolo —. Pero a falta de pan,  buenas son tortas. La verdad es que fue colocársela en la entrada del agujero y casi se me cuela dentro. Entre el pepino y las dos pollas que le habían metido, se lo habían dejado bastante bien dilatado y muy, muy caliente.

«Lo penetré y comencé a moverme del mismo modo que lo habían hecho los otros dos (yo no iba a ser menos).  No tuve que hacerlo muy mal, pues Blas se me quedó mirando y movió la cabeza, a la vez que hacia un gesto de aprobación con el labio. Saber que al tío más guay del último curso le gustaba verme como petaba un culo, me puso como una moto y comencé a moverme de un modo más cañero todavía. »

«En el momento que más emocionado estaba, Blas me echó el brazo por encima y le tuve que dejar mi lugar a David Aguilar. Aunque no me hizo mucha gracia, sabía que las reglas las marcaba él y, si queríamos que las cosas salieran como Dios manda, debíamos hacer  en todo momento lo que él nos dijera. Mientras mi sustituto se colocaba a la retaguardia del Luís, vi como nuestro anfitrión le susurraba algo al oído. Ambos se miraron y sonrieron muy maliciosamente, por lo que me dio muy mala espina»

«Acto seguido, Aguilar colocó dos cojines en el suelo y le pidió a Luis que colocara sus rodillas sobre ellos. Una vez el chaval lo hizo, David abrió las piernas ampliamente, apoyó su pelvis en la zona lumbar del Bombilla, se cogió el pollón que tiene como si fuera una especie de cable o de goma de regar y se lo metió en el culo desde arriba. Al principio, creí que no le entraba pero ya se sabe: “Con paciencia y saliva se la metió el elefante a la hormiga”. No sé porque, a David le costó más trabajo meterle el cipote que a Blas el pepino. Yo creo que era por el ángulo, pero una vez pasó la punta, el resto entró todo de corrido.»

«Era todo un espectáculo ver como esa polla gorda y grande entraba y salía de aquel ojete.  Desde la distancia que me encontraba,  se veía con la misma claridad de una película de la tele. Ver con la aparente facilidad que se deslizaba y como el agujero se abría a su paso, me tenía como una moto. Estaba tan caliente que, entre sorbo y sorbo de whisky, me pegaba  algún que otro  achuchón a la polla y esta no podía estar más dura. »

«No sé si por la postura, o por el tamaño del garrote con el cual lo estaban taladrando, el caso era que la primera vez que el Bombilla gemía tal como la perra que era. Aquello pareció molestarle a nuestro anfitrión, quien se colocó delante de él  y cogiéndolo por la barbilla comenzó a abofetearle diciéndole: “Por lo visto te gustan las pollas gordas, ¿no?  ¡Eres más puta de lo que me imaginaba! Pues, ¿sabes lo que voy a hacer para no escuchar tus gimoteos?” »

«Luis con los mofletes colorao  como un tomate (Le había propinado por lo menos tres buenas tortas) y con los ojos brillantes como si fuera a salir llorando, movió la cabeza en señal negativa. Blas, sin decir nada, se sacó el rabo y se lo hizo tragar de golpe. »

No sé qué me excitaba más, la desorbitada pasión de la que Gonzalo impregnaba sus palabras o imaginar a mis compañeros de internado teniendo sexo de manera tan salvaje. Aunque, ni por asomo, me hubiera gustado estar en el lugar del Bombilla, pues los abusos a los que lo estaban sometiendo me parecía denigrantes a más no poder, no podía negar la fuerte atracción física que sentía hacia Blas, sus ojos verdes me volvían loco.  Fue saber del secreto que albergaba David bajo su pantalón y crecieron en mi interior unas ganas locas de comprobarlo de primera mano. Sin apartar la mirada de mi acompañante, seguí meciéndome entre la efusividad de sus palabras y mis fantasías particulares.  

—Su boca y su culo se tragaban los dos cipotes hasta los huevos. Como daba la sensación de que aquello más que fastidiarle, le gustaba mogollón. Blas cogió la nariz de Luis, le tapo las fosas nasales con los dedos y empujo fuertemente su pelvis contra su  cara,  tras unos segundos así, en los que creí que el Bombilla se asfixiaba, lo soltó y lo dejó  respirar. Una vez consideró que había recuperado el resuello, volvió a repetir lo mismo en varias ocasiones.

«Al ver que Aguilar de seguir así se iba a terminar corriendo. Su “jefe” le pidió que le dejara ocupar su sitio. Al retirarse dejo a la vista el agujero del culo de Luis y se le había puesto así —junto los dedos anular e índice de sus manos, formando un redondel con ellos parecido a al ancho de una pelota de tenis. Como tuve que poner cara de que me parecía muy exagerado, se excusó diciendo — ¡No te miento! ¡Tú no  sabes el  buen pedazo de carajo que se gasta David! »

Le hice una señal con la cabeza, dándole a entender que me creía lo que me estaba contando. Sinceramente, lo que ocurría, es que estaba ansioso por saber hasta donde habían llegado y no tenía ganas de  ponerme a discutir por nimiedades.

—Blas adoptó la mismita postura que Aguilar, se echó un lapo en la punta de la polla y lo  penetró de golpe. Tuvo que ser un pelín bestia, porque miré la cara de Luis y estaba apretando fuertemente los dientes del dolor. Como estaba claro que lo de darle de mamar a la vez que se lo follaban, le había dado mucho morbo al jefecillo del grupo, le pidió a Fede que le metiera el cipote en la boca.

«El perrito faldero intento hacer aquello de taparle la nariz, para que se asfixiara un poco. Pero estaba claro que es más torpe que un   guardagujas y  no tenía ni puta idea de cómo  carajo se hacía aquello. Blas, viendo que le iba a hacer daño de verdad, lo tuvo que llamar al orden diciendo: “¡Deja esas cosas para los que sabemos! ¡Tú limítate a darle de comer polla, no vaya a ser que te cargues el muñeco!”»

«Sin querer se me escapó una risita, lo que propició que Fede, sin dejar de mover la pelvis delante del rostro del Bombilla, se volviera hacia donde yo estaba y me dedicara una mirada de “yatecogeré” tipo Chuck Norris.  ¡Yo no sé qué coño le hecho para que me tenga tanta inquina! »

La pregunta de Gonzalo se quedó sin respuesta, porque yo estaba más interesado en saber lo que había pasado que en sus batallas territoriales  en el grupito de Blas.  Le hice un gesto condescendiente y le insté a que prosiguiera con su historia, la cual me tenía excitado e intrigado por igual.

—No le hice mucho caso y seguí contemplando cómo le daban caña al Bombilla. Con ambos empujando en  cada extremo de él y del modo que lo estaban haciendo, tuve la sensación de que iban a terminar espachurrándolo de un momento a otro. Observé la cara de Blas, parecía que estuviera en el séptimo cielo. De vez en cuando cerraba los ojos y sonreía por debajo del labio. Para mí que aquello le gustaba más de lo que quería reconocer, pues estaba que se moría de gusto.

«De buenas a primera comenzó a mover el culo como los perritos, a sacarla y meterla del culo con mucha rapidez. Por los gestos que hacía me pareció que se iba a correr de un momento a otro  y no podía estar más en lo cierto. Agarró fuertemente la cintura de Luis, se paró en seco y comenzó a gemir como un poseso,  no había que ser muy listo para saber que le estaba echando to el yeso en el boquete. »

«El servilismo de Fede hacia su “jefe” no dejaba de sorprenderme  ¡En mi vida había visto antes un chupaculos así! No solo se quedó mirándolo fijamente mientras se corría, tal como si fuera una de las  putas maravillas esas del mundo, el muy capullo dejó hasta de darle polla al Bombilla. Porque sé que es machote como yo, sino me pensaría que el muy gilipollas está  completamente enamorao de él. ¡Porque  hace unas cosas que pa que!»

«Una vez Blas se recuperó un poco, le hizo una señal a su perro fiel para que ocupara su sitio  y otra a Castro para que  fuera él quien continuara dando el bibí a Luis. Automáticamente Rafa metió la churra en la boca de este y Fede, antes de seguir dándole caña de lomo, se dispuso a limpiar su ojete con una servilleta de papel. Sin embargo, su “jefe” que vio venir sus intenciones lo detuvo diciendo: “¡Eso no se limpia! Que la leche sirve de lubricante!”»

No me podía creer lo que estaba escuchando. Aunque en aquella época todavía el SIDA era una enfermedad aún desconocida por muchos y a la que se conocía por el cáncer de los gays. Ya,  en aquel entonces, circulaban teorías que la principal causa del contagio era la inoculación de semen en el recto durante la práctica del sexo anal.  El hecho de que el adinerado y engreído cabecilla del grupo propusiera a uno de sus compañeros que usara su esperma como lubricante, me parecía un despropósito sin sentido. No obstante, era tan enorme mi malsana curiosidad por saber todo lo sucedido entre aquellas cuatro paredes que proseguí escuchando con atención a mi peculiar cronista y no hice ningún comentario sobre lo que pensaba al respecto.

—¡Tenías que haber visto  la cara de asco que puso Fede! Sin embargo, por no hacerle de menos a su “amo” la metió y se pringó la churra con toa la lefa. El cabrón del Blas al ver que su “perrito” no estaba muy satisfecho con lo que estaba haciendo, le echó el brazo por los hombros y, aproximando su boca a la oreja de este, le dijo: “¿A qué entra mejor así?”.

«Fue pasarle la mano por el “lomo” y a Federiquito le entró una risilla tonta. Si minutos antes estaba empujando sin apenas ganas, fue ver que tenía toda la atención de su idolatrado “jefe” y empezó a animarse de un modo bestial. Se entusiasmó tanto, que a la vez que le daba palpelo  a Luis, le atizaba algún que otro azote en los glúteos.»

«Por su parte, Rafa Castro seguía follándose la boca del Bombilla, ¡y te digo follándose, porque era lo que estaba haciendo!  Le sacaba y le  metía el nabo en la boca a una velocidad asombrosa, haciendo que las babas le brotaran por la comisura de la boca. Parecía que lo quisiera ahogar con la polla, pues apretaba fuertemente su cabeza para que no se zafara. ¡Era brutal!  Observé la cara de ambos y tanto el que daba caña, como el que daba el bibi tenían cara de estar pasándoselo de putísima madre.  Y es que se estaban pegando un lote de follar que no se lo saltaba un guardia. »

«Unos minutos después, Fede se paró en seco y tras gritar: “¡Me coooorroo!”  Empezó a moverse como si le dieran convulsiones, ¡qué tío más exagerado! ¡Parecía la niña del exorcista, solo le faltó decir aquello de “¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija?”—Al decir esto, imito la voz del personaje de ficción de manera caricaturesca —. Para mí, que todo lo hizo para llamar la atención de su “amo”, porque si todo el tiempo que estuvo moviéndose estuvo echando leche en el boquete del Bombilla, el hijo de puta es un toro. ¡Los cuernos no se los tiene que buscar porque ya los tiene!»

«De nuevo, como si fuera un director de orquesta, Blas volvió a cambiar la gente de lugar. Rafa pasó a la parte de atrás y fue mi turno para que me la mamara. La verdad es que estaba deseando, primero porque andaba muy caliente y todo el rato que había estado viendo  como se lo beneficiaban entre todos, lo único que había conseguido era ponerme más palote. Así que, sin preámbulos de ningún tipo, le metí la churra en la boca. Es solo acordarme y ¡mira cómo se me pone! —Al decir esto último, Gonzalo cogió y señaló con sus dedos el bulto que se le marcaba bajo el pantalón, mostrándome una más que evidente erección.»

No sé lo que pretendía mi compañero de clase con aquello, si su intención era calentarme, lo estaba consiguiendo. Sin embargo, a pesar de que su narración me tenía cachondo a más no poder, tenía muy claro que no debía atravesar ese puente con él.  Primero, porque su forma de ver la sexualidad entre hombres, a pesar de mi más que notoria ignorancia del mundo gay, no me terminaba de convencer. Segundo, porque me seguía sin fiar de nadie y si daba píe a un encuentro íntimo, el secreto que tanto me había empeñado por esconder sería vox populi. Así que encerré mis instintos primarios bajo siete candados y continué oyendo su historia, como si tal cosa.

—Fue sentir sus labios alrededor de mi polla y un escalofrío me recorrió la espalda. Está mal que lo diga, pero el tío lo hace de puta madre. Tiene una boca que está mogollón de caliente. Solo tenía que cerrar los ojos para imaginar que la estaba metiendo en el coñito de una zorrita. Si a eso le sumábamos la fuerza con la que se la estaba metiendo  Castro, quien se había puesto a trincárselo como a los conejos y dándole una fuerte soba en el culo a la vez, no era difícil que terminara poniéndome cachondo, tanto  que tuve que hacer enormes esfuerzos para no correrme en su boca. Sabía que  si no lo hacía en el culo como todo quisqui, Blas se iba a enfadar y su “perrito” ya tendría un motivo para burlarse de mí. Así que en vez de pensar en mi vecinita, me puse a pensar en un examen de matemáticas…

Esbocé una sonrisa ante la ocurrencia de Gonzalo. El tío había pasado de no confiar en mí ni lo más mínimo, a entregarse por completo en lo que me estaba contando. Aunque intentaba disfrazar su experiencia homosexual de cualquier cosa, sus palabras no conseguían enmascarar el hecho de que había disfrutado plenamente. Por mucho que se justificara, argumentando que lo hacía por no ganarse la enemistad de los del último curso y de que pensaba en chicas cuando practicaba el sexo con el pobre Luis, la verdad se mostraba como algo bien distinto y la erección que se marcaba en su entrepierna era buena muestra de ello.

—…, pero ni examen, ¡ni sus muertos!  Rafa Castro le estaba pegando unos empellones tela de fuerte y cada vez que se la metía, le daba un buen bofetón en las nalgas, lo que propiciaba que el Bombilla se tragara mi verga hasta los huevos. Sentir el fuego de su garganta alrededor de mi capullo me tenía a más de mil. Mi suerte fue que Castro con tanto mete y saca  daba muestras de estar tan a punto de caramelo como yo. De buenas a primera, agarró firmemente la cintura de Luis, aplastó su pelvis contra el  trasero  de este y gritó: “¡Te voy a preñar perra!

«La embestida final tuvo que ser dolorosa, pues el Bombilla se sacó mi porra de la boca y gimoteó levemente como una nena. Blas al darse cuenta de ello, me hizo un gesto para que se la volviera a meter en la boca. Como no se la pude introducir por las buenas, tuve que forzarlo un poco, lo que le provoco unas leves arcadas. No sé porque, pero saber que alguien estaba a merced de  mi voluntad, me puso como una moto y casi estuve a punto de echarle toa la leche en la boca. »

«Una vez terminó de correrse Rafa, nuestro anfitrión me ordenó que ocupara su sitio. Sin pensármelo ni un segundo, cambie mi posición y David Aguilar ocupó mi lugar. ¿No ves to lo caliente que iba? Pues fue verle la junta de culata al Bombilla y se me quitaron toa las ganas de metérsela. ¡Era la cosa más asquerosa que había visto en mi puta vida! Tenía el agujero que le rebozaba de  lefa, ¡si hasta había caído  algún que otro goterón al suelo!»

«Me quedé parado sin saber qué hacer, tenía a todos los demás pendiente de mí y de David, quien ya le había metido todo el mandingo en los morros. Así que hice de tripas corazón y la metí en aquella especie de Blandiblu que parecía ser el ano del Bombilla, cerré los ojos, pensé en las tetas de la Brigitte Nielsen y se la colé entera de un empujón.  »

«Aunque al principio me dio un poco de cosita meterla en un sitio tan pegajoso, he de reconocer que Blas tenía razón y el esperma servía de lubricante y entraba bastante mejor. Como el que no quiere la cosa, me empezó a entrar un gustirrinín de tres pares de cojones y cuando me quise dar cuenta, le estaba echando to el queso en el agujero. »

«Dado que ya no quedaba nadie para darle el biberón a Luis. Blas le pidió a Aguilar que se tendiese en el suelo, una vez lo hizo. Levantó a la “putita” del suelo y cogiéndolo por la barbilla le dijo: “¿Te gustaría montar en el Tiovivo?” El Bombilla, sin decir esta boca es mía,  se sentó sobre el carajo de David y comenzó a simular que  lo estuviera cabalgando. A los pocos minutos, por los gemidos que profería David, supimos que le estaba echando la leche dentro.» 

«Como si lo tuviera ensayado previamente, Luis se levantó y sin decir nada a nadie se fue para el baño. Esta vez temiendo que le hicieran la misma putada de la fiesta anterior, cerró por dentro.»

Gonzalo prosiguió contándome que sucedió a continuación con una absoluta  naturalidad, como si lo que me acababa de narrar no tuviera ninguna importancia y poniendo al mismo nivel anécdotas graciosas, y  propias de la adolescencia, con la barbarie de lo acontecido en las fiestas de Blas.

En un momento determinado miramos el reloj,  caímos en la cuenta que se aproximaba la hora de almorzar y nos fuimos al comedor.

—Tío de lo que te he contado ni mu.

—No te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo.

—¿Tu secreto está a salvo conmigo? —Dijo Gonzalo imitando un tono de voz ridículo — ¡Qué novelero estás hecho! Con que no digas una puta palabra tengo bastante.

 Sonreí ante su broma y puse mi mano derecha delante de él en señal de buena amistad.

—¡Choca esos cinco, cabrón! —Me dijo echándome una mano por los hombros —Eres un empollón de mierda, pero no eres mala gente. Me alegro de que seas mi amigo.

—Yo también, a pesar de que seas un antipático descerebrado.

—¿De verdad pensabas eso de mí?

—Y cosas mucho peores, —Dije sarcásticamente —pero démonos prisa que no llegamos y no nos van a poner de comer.  

Tras el almuerzo, me fui a mi cuarto a leer un poco. Intenté meterme de lleno en las palabras que tenía ante mí y no lo conseguí. Ni siquiera la atrapante trama  de “David Copperfield” conseguía apartar de mis pensamientos los crueles actos que había conocido su existencia aquella tarde.

Una a una todas las acciones inmundas perpetrados en el cuarto de Blas tomaron vida en mi pensamiento cómo si se tratara de una película. Inexplicablemente,  el bulto de mi entrepierna comenzó a ponerse rígido y, en unos pocos segundos, se encontraba completamente en erección.

Sin poderlo evitar, me abandoné a los brazos de la lujuria y me acaricié contundentemente el miembro viril.  Tras frotármelo por encima del pantalón durante unos intensos y breves instantes, decidí que era hora de sacarlo fuera y terminar la jugada.

Cerré la puerta, me bajé el pantalón y me masturbé contundentemente. Las imágenes de los compañeros del último curso abusando sexualmente del Bombilla, me acompañaron durante todo el tiempo en aquel viaje de ida hacia el placer. No  pensé, como otras tantas veces,  en Gregorio compartiendo su cuerpo con el Pequeño Nicolás, ni siquiera en los rituales nocturnos de Oscar, que por aquella época eran mi mayor fijación y quien  mejor despertaba mi libido. Mi mente imaginaba a David y a Blas, la enorme polla de uno y el enorme atractivo del otro.

Una vez eyaculé, me sentí como si me hubieran exorcizado, como si hubieran sacado todos los demonios de mi cuerpo. De estar ávido de sexo, había pasado a sentirme sucio por haber tenido aquellos pecaminosos pensamientos. ¿Cómo me podía excitar ante el dolor ajeno, después de lo que me había pasado? En mi ignorancia desconocía la respuesta a aquella pregunta y solo podía sentirme mal.

Con los años descubriría que lo que yo únicamente era capaz de asimilar como algo impropio, estaba en la naturaleza de las personas. Que hay gente a la que tener poder sobre otra persona le excita una barbaridad, que cuanto más sórdida es una fantasía sexual más despierta nuestra lascivia. En perspectiva, al analizar los hechos a la única conclusión que soy capaz de llegar es que el deseo de lo prohibido pesó bastante más que el deseo de ayudar al prójimo, en este caso al Bombilla.

Aun así, una vez me limpié y borré cualquier rastro de lujuria de mi raciocinio, centré mis pensamientos  en el Bombilla. ¿Cómo podía estar excitado ante el cumulo de barbaridades de las que estaba siendo víctima? Ya por aquel entonces sabía que el ser humano era raro y que sus reacciones pocas veces tienen que ver con la lógica. Sabía que había hecho una promesa a Gonzalo y que no debía decir nada de lo que me había contado. No obstante, tampoco me negaba a abrirle los brazos al Bombilla, con quien me unía más de lo que estaba dispuesto a admitir. No sabía cómo, pero tenía claro que tenía que buscar un acercamiento y solidarizarme con él.

 

Continuará en: “Fuera de carta”

 

Acabas de leer: 

Sexo en Galicia 

 Episodio XXVI: El ser humano es raro.

 (Relato que es continuación de "Porkys")

Como siempre hago al pie de los relatos, me gustaría pedirte que dieras tu opinión al respecto. Esta historia ha sido bastante dura de escribir y sería bueno saber lo que  piensas de ella.  El número de visitas y las valoraciones son importantes, pero conocer con tus propias palabras las sensaciones que he podido despertar en ti lo son más. Así que anímate y escribe algo. Son solo cinco minutos.

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te has quedado con ganas de leer más sobre la vida del protagonista (Pepe), hace un tiempo publiqué una guía cronológica de sus historias titulada: “Mis problemas con JJ”.

Si te quedaras con ganas de seguir leyendo más historias mías, a primero de año publique una guía de lectura que te puede servir de ayuda para situarte  a la hora de leer las distintas series.

Si no tienes ganas de leer mucho y solo quieres leer los tres episodios que conforman  las fiestas de Blas, ahí te dejo los links de los dos anteriores: La fiesta de Blas y Porkys

No me enrollo más y paso a agradecer los comentarios dejados en “La ética de la dominación”: a hasret: Mi intención a la hora de escribir el relato (aparte de despertar la libido del lector) era transmitir el hábitat cerrado de una sauna, las reacciones de las personas (inadmisibles en otros ámbitos sociales), como así mismo lo desconcertante que puede llegar a ser. En tu caso y por tus palabras, creo que lo he conseguido; a cuco curioso: Me parecía muy importante para la historia de Ramón, llevarlo a un lugar donde se sintiera libre y no tuviera las cargas sociales. Que todo el tiempo tenga a Mariano en mente y que, a su modo, no sepa desligar sexo y amor, son claves para entender lo que sucede en los episodios siguientes de “Historias de un follador enamoradizo”; a tejota: Mi intención cuando escribo un relato, no es solo contar una sucesión de polvos, sino que el lector se sienta identificado con la historia. Esto evidentemente es muy difícil, pero esa vez que se consigue, merece la pena todos los intentos fallidos. Evidentemente las salidas graciosas (como tú las llamas) tienen que ver mucho con ello. Espero que estés leyendo también la historia de Pepe, porque si no te he metido todo este rollo para nada. Ja, ja …;a gable: Primero, antes de nada, decirte que estoy escribiendo una historia de tres capítulos, para uno de ellos no tenía un título que me gustara y cuando he leído “Yo para ser feliz quiero un camión” me lo he copiado enterito. Llegado su momento, lo mismo hasta te dedico el episodio. Ja, ja. Por las circunstancias de Ramón, creo que ha pasado mucha gente: Somos más reacios a admitirnos que nos gusta el sexo con un hombre (nuestro amigo se está haciendo un master avanzado en el sexo gay), a reconocer que estamos enamorado de uno. En su caso, ya se ha dicho a si mismo que quiere a Mariano, pero sigue teniendo el lastre familiar y el de la presión social. ; a pepitoyfrancisquito: Lo que me hacía falta a mí con el día tan “transcendental” que llevo (estoy respondiendo que parece que en vez de relatos eróticos en una web, estuviera escribiendo la segunda parte de “Cien años de Soledad”) es que vosotros os pusierais  “pijas”. Pues no, ni se marianiza Ramón, ni se ramoniza Mariano, cada uno es como es  ¡y punto! Ahora en serio, Mariano y Ramón son amigos desde siempre, en el fondo tienen más o menos la misma filosofía sobre las cosas, por eso su parecido a la hora de afrontar las cosas. En cuanto a lo de atarlo a la cama (ya se leyó de boca de Mariano), está resultando un episodio muy difícil de escribir (espero que merezca la pena). En cuanto a lo de apuntarte para ir al taller de Iván, te digo ya que no. Es un taller solo para mayores de dieciocho años (lo de menores acompañados, no cuela) y a tragapollas manchego: Mi idea a la hora de contar el cruising automovilístico fue tocar un poquito la variada fauna que habita por estos lares y no, no tengo tiempo ni para contar lo que ya tengo empezado, así que no me voy a meter en más berenjenales. En cuanto al argumento de la película es un refrito de varias que vi para “documentarme” sobre la dominación, la verdad es que todo era bastante más cutre y lo que he hecho es lavarle un poquito la cara al argumento. Que el chico fuera alguien que Ramón hubiera deseado antes, me parecía importante para que el sentimiento de sentirse mal no fuera consecuencia de haber dejado que le comiera la polla alguien no deseable.

 

Durante el mes de Agosto no publicaré nada nuevo, sino que subiré un recopilatorio en dos partes titulado “Follando hoy, ayer y siempre”. Volveré en septiembre con un relato de la serie “Los descubrimientos de Pepito” titulado “El profesor de Gimnasia”. No me falten (pienso pasar lista).

 

Hasta entonces, sed buenos y disfrutad de esa cosa llamada vida.

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido