miprimita.com

Entre dos tierras.

en Gays

INTRODUCCIÓN POST-NAVIDEÑA

Ante todo FELIZ AÑO 2014, confió en que el año nuevo sea para todos un baño de esperanza e ilusiones. Espero que los Reyes Magos (Papá Noel o quien quiera que sea, según vuestra particular cultura) os hayan colmado de regalos. A propósito de sus mágicas majestades, he estado hablando con Pepito y da las gracias a los comentaristas (mamona viciosa, mOOrbida, Vieri32, Yoni, Karl, varianza, akabar, Albany, Zarok, damiansorti, cristian, gata colorada, pepitoyfrancisquito,  mmj  Y elbotiija10), a todos los que valoraron y leyeron su carta a los Reyes, publicada en el texto “Felicitación Navideña”.

Por cierto, me ha pedido que os diga que ya tiene claro que los Reyes existen y no son los padres, pues le han traído todas las cosa que pidió.

La mamá de María ha respondido perfectamente al tratamiento y la buena señora ha pasado las Navidades con su familia. Aunque de momento no puede hacer su vida normal, solo tendrá que volver  al hospital para las revisiones pertinentes.

Los padres de Aurora han llegado a un acuerdo con el Banco y solamente pagarán un alquiler social. Se han mudado de nuevo  a su piso y han podido recibir el Año Nuevo en él.

Al papá de Roberto le ha salido un trabajo nuevo, no es en su profesión ni nada por el estilo, pero de momento al hombre le vale para poder sacar su familia adelante y no tendrá que irse al extranjero.

Y aunque este año no les había pedido la bicicleta, se la han traído. No es de las buenas, buenas… Pero para él es la mejor del mundo mundial. Lo que más le gusta es su color: roja. Dice que está deseando enseñársela a su primo Francisquito.

Lo que no le han dejado, es la novia para su hermano Juan, pero él ya sabía de antemano que Melchor, Gaspar y Baltasar no se dedicaban a esas cosas.

Dicho esto os dejo con Ramón.

 

21/08/12  08:30

(Ramón sigue recordando ante el espejo todos los pormenores de su relación con Mariano)

 

Tras nuestro encuentro el Lunes Santo, a Mariano pareció tragárselo la tierra. Durante Semana Santa entendí que no fuera visible, pues con lo que le gusta un paso en la calle es normal que se fuera a la capital con sus amigos. Pero las semanas siguientes comenzó a estar muy raro, siempre que lo llamaba tenía cosas que hacer y compromisos ineludibles. Yo, quien tengo a Doña Excusa por esposa, comprendí que por algún incomprensible motivo no quería verme. ¿No se lo estaba pasando bien conmigo? Porque lo que no me entraba en la cabeza es que  pensara yo pudiera terminar haciéndole daño como el Enrique ese.

A pesar de que el sexo con él, era mi fantasía diaria en la ducha matutina. No quise forzar la situación por temor a que una palabra mal dicha o un gesto mal interpretado pudieran acabar con nuestra larga amistad. Le di su espacio, su tiempo y seguí con mi aburrida vida.

Gracias a ver la paja en el ojo ajeno, había descubierto que la convivencia con mi mujer era igual de falsa e irreal que la de Mariano con su ex: ambos nos manipulaban para conseguir sus propósitos. Enrique para acostarse con todo jovencito que se le pusiera delante y mi esposa para que yo hiciera siempre su conveniencia. La diferencia estribaba en que mi amigo había salido de su cárcel y yo no tenía fuerza para romper mis barrotes. Pensar en mis niñas y en el qué dirán, me debilitaba más aún. 

Dicen que no hay verdad que tenga más fuerza que la que nos negamos a nosotros mismos. La cierto es que no solo me estaba enamoriscando de Mariano, también me había empezado a gustar el sexo con hombres.

Mentiría si dijera que fui consciente desde un principio, pero lo que sí puedo confirmar es cómo y cuándo tuve constancia de ello.

A finales de Abril me pusieron a patrullar con Israel, un chaval de unos  veintitantos años que habían destinado a la comisaria. Israel era el clásico “niñatillo” que se había metido en el cuerpo por aquello de un trabajo fijo, más que por devoción. Era el típico musculitos que enfundado en el uniforme era la fantasía de más de una y puestos, de más de uno.

Si algo malo tiene  las muchas horas que los policías pasamos transitando por la ciudad, es lo aburrida que  estas pueden llegar a ser, y si algo tengo bueno es que soy capaz de sacarle conversación a un muerto. No llevábamos ni una semana de compañeros y ya me sabía la vida y milagro del novato, con quien había empezado a tener una aparente amistad.

Israel era de Madrid, compartía piso con otro chico destinado a nuestra comisaria. Era el menor de cuatro hermanos y el único que no tenía estudios universitarios. Aunque había tenido novia, ella lo había dejado al poco de saber que venía destinado para Sevilla, era tal el “cariño” que el joven albergaba ante su ex que nunca supe cómo se llamaba, pues cuando tenía que hablar de ella lo hacía con el apelativo de “ la zorra esa ”. Aunque no sé porque,  a mí me daba la sensación que más que por  practicar el “zorreo”, el motivo de la muchacha para terminar con su relación  no era otro que  no lucir un casco de vikingo con muchos cuernos, que dada la distancia y la actitud, en algunas ocasiones, prepotente y chulesca de su exnovio era de lo más plausible, pues para mí que el chico era de los que sacaba la churra a pasear un día sí y otro también.

Entre las aficiones del muchacho estaba partirse la espalda levantando pesas en los gimnasios, algo que era de lo más  evidente pues, como he dicho,  el novato era un armario de más de metro noventa.

El madrileño, consciente de su buen físico, se solía burlar del mío y llamarme “puretilla”. Fue tanto lo que me tocó los cataplines que una tarde terminé yendo con él al gimnasio.

Dado que Israel era un poquito pijo y con todos los gimnasios que hay en la capital hispalense, fue a meterse en uno que hay cerca de la estación de trenes de Santa Justa, un local megalítico e impersonal donde, como a muchos sitios, la gente no va  a disfrutar del momento, sino a que los vean y dejar constancia de lo bien que les va en la vida.

Cómo no era socio tuve que pagar la entrada a las instalaciones. Estas no estaban  nada mal, pero tenían un trasfondo pomposo y borreguil que, para mí,  le quitaban cualquier atractivo que pudieran tener. Me dio la sensación que en cualquier momento por megafonía podían decir aquello de “Señorita Marta, acuda a caja principal”.

Nos cambiamos y nos pusimos a entrenar. Yo caí en la trampa que amigablemente me estaba tendiendo el joven culturista e intenté ir a su ritmo. Unas dolorosas agujetas me recordarían  durante los días siguientes, lo lejos que estaba mi forma física de la de Israel.

Mientras nos turnábamos en las máquinas de pesas, observé tímidamente el espectacular cuerpo de mi compañero: No había una pizca de grasa en su cuerpo. Hubo un instante al verle tirar en la máquina de Pek Dek  que no pude más que asombrarme de su fortaleza. Ver como su pecho se plegaba y se contraía al ritmo de las partes móviles del aparato de gimnasio, era un espectáculo digno de contemplar y aunque en  mi divagar, en un principio solo había admiración, sin querer comenzó a surgir un pensamiento con un contenido sexual importante.

Instintivamente, inicié una serie de miradas furtivas cuyo único objetivo era explorar más el imponente físico de mi joven compañero, el cual se encontraba encerrado en un minúsculo y ceñido atuendo. La camiseta de tirantes dejaba al descubierto sus hombros y sus abultados bíceps, el cuello de esta dejaba entrever el canal central de su abultado pectoral por el cual se asomaban unos cortos y duros bellos. Si el torso y las extremidades superiores me parecieron un mar de músculos, las piernas, en las cuales tenía hecha la cera, no se quedaban cortas: Sus cuádriceps y femorales, aunque no demasiado grandes, estaban muy bien definidos y lo que tenía inmenso (Había jugado al futbol durante mucho tiempo), eran los gemelos.

Pero como cada tonto tiene su fijación en cuanto pude le lancé una visual al trasero. El madrileño,  por lo que se podía intuir por la delgada tela de las calzonas, tenía un redondo, bonito y apretado culo.

Por un momento me quedé como petrificado, no podía creerme lo que me estaba sucediendo: me encontraba mirando con deseo el culo de un hombre.

Respiré hondo, borré el lascivo pensamiento de mi mente y proseguí entrenando como si nada de aquello hubiera sucedido, pero la tarde-noche no había concluido aún.

Una vez terminamos los ejercicios de bíceps, nos dirigimos hacia las  duchas. Lo que me encontré allí, me dejo  completamente fuera de juego.

Hacía mucho que no entrenaba en un gimnasio, estoy acostumbrado a ver como  las modas cambian y la forma de actuar de la gente también, pero no sería sincero si  no contara que me sorprendí  bastante con el proceder de los jóvenes  y no tan jóvenes que pululaban por los extensos vestuarios, los cuales por el inmenso número de espejos que cubrían su pared,  más que un sitio donde cambiarse y pegarse una ducha rápida, recordaba a  una atracción de feria.

No tengo ningún pudor ante el desnudo humano, desde muy joven  estoy bastante acostumbrado a compartir mis vergüenzas con las de los demás, así que ver un montón de tíos en bolas moviéndose de acá para allá no me supuso el más mínimo problema. Lo que sí me chocó fue el narcisismo y exhibicionismo que flotaba en el ambiente, pues por lo menos  había cuatro tíos en pelotas, mirándose al espejo a la vez que hacían posturitas para comprobar cuanto le habían crecido sus músculos en los diez segundos últimos.

Delante de los espejos de los lavabos no cabía tampoco un alfiler, pues los que no se estaban untando gomina en el pelo, llenaban su cara de menjunjes antiarrugas. Sabía que Cristiano Ronaldo y David Beckan habían dañado el prototipo de macho con pelo en la espalda, pero no hasta aquel punto.

Todo ello daba como resultado que en el cerrado hábitat flotara un desagradable olor, mezcla entre “eau de tigre” y el último perfume de Paco Rabanne.

Una vez asimilé el inusual escenario, busqué sitio en uno de los bancos y comencé a desvestirme. Para mi sorpresa, Israel se quitó la camiseta, se colocó delante de uno de los espejos y comenzó a hacer poses ante este, con el único objetivo de recordarse a sí mismo lo fuerte que estaba y lo guapo que era. La vanidad mezclada con la arrogancia propia  de la juventud, suele crear un coctel en el cual la modestia no suele  formar parte de sus ingredientes.

Me quité la ropa despacio, la soberbia de los allí presente me tenían un poco amedrentado, pues no me apetecía nada  mostrar mi tripita cervecera delante de aquel ejercito de “vigorexicos”.

Mientras mi compañero jugaba a ser la madrastra de Blancanieves, yo únicamente me había quitado los zapatos y los calcetines. Cómo vi que el madrileño no tenía ninguna prisa por meterse en la ducha, me tome mi tiempo en ponerme las zapatillas de goma, dejando lo de quitarme la sudada  camiseta para el final.

Una vez me desprendí de ella, y para mi sorpresa, nadie se quedó mirando mi pronunciada tripita.  Bueno, tampoco es que tuviera tanta pero en comparación con los allí presentes se me veía gordo y fofo.

Pasado el mal trago de la camiseta me desprendí de los pantalones de deportes y me quede solamente con los slips. Cómo vi que el duelo de Israel con el espejo iba para largo, cogí la toalla  y, tras quedarme completamente en bolas, me dirigí hacia una ducha vacía.

Lo que sucedió a continuación me dejo completamente pasmado. Si mi temor a que todo el mundo se quedara mirando lo poco en forma que estaba no se cumplió, fue mostrar mi pinga sin ningún pudor y sentí como más de una mirada, sorprendido por las dimensiones de mi hermano pequeño,  se clavaba en mi entrepierna. Si aquello me hubiera sucedido meses antes, me hubiera sentido ofendido e incluso habría soltado algún improperio a los causantes de mi enfado, pero, en aquel preciso momento, las miradas  lejos de molestarme me alagaban. ¡Coño, si hasta Israel dejó de mirarse en el espejo por unos segundos y lanzó un fugaz vistazo a mi polla!

Crucé el corto trayecto que separaba los banquitos de la ducha como el que atraviesa una pasarela, consciente de que algunos tíos tenían su mirada clavada en mi adormilado pene. Aquel día descubrí dos cosas: la satisfacción de sentirse deseado y la delgada línea que separa el “metrosexualismo” del mariconeo.

Quien diseño las duchas también compartía aquel  “filosófico” pensamiento conmigo, pues aunque desde fuera respetaban la privacidad con una opaca puerta, entre una y otra había una especie de cristal (Creo que era metacrilato) que te dejaba ver completamente como se duchaba el vecino de al lado. Las posibilidades que aquello dejaba entrever,  me parecían tan sugerentes como incomodas.

En el compartimento continuo se estaba duchando un veinteañero, que al igual que todos los que pululaban por allí era un mazacote de músculos y testosteronas. El muchacho me miró de arriba abajo  de un modo bastante atrevido. Me saludó con la mirada y siguió duchándose.

No le presté demasiada atención y me sumergí bajo el caliente chorro de agua, una de las veces que saqué la cabeza fuera me encontré con algo inesperado: el joven, de espaldas a mí, se frotaba los dedos por la raja del culo de manera provocativa.

Ignoraba donde quería llegar, ni que pretendía mostrándose de aquel modo, pero fuera lo que fuera, la situación se me antojaba sumamente morbosa y sin querer mi pajarito hizo ademán de despertarse.

El astuto muchacho se percató de ello y, sin recato de ningún tipo, introdujo un dedo en su rasurado ano al tiempo que se colocaba de perfil a mí para mostrarme una muy  tiesa verga.

Jugar con Mariano a tener sexo a escondidas era una cosa y lo que me estaba pasando otra. Follarme a aquel niñato  allí solo me podría traer problemas, así que descarté la idea por completo. Bueno yo sí, pero mi travieso hermanito seguía creciendo desmesuradamente como si fuera un ente independiente de mí.

Me enjaboné lo más deprisa  que pude para abandonar en cuanto antes aquel cubículo, pero mi cipote estaba a media asta y no era cuestión de salir de allí y a la vista de todos en aquel  estado, y puesto que mi vecino estaba empeñado en hacer reventar mi polla, seguía erre que erre con sus jueguecitos eróticos,  acrecentado con ello mi problema de querer  hacer bajar mi aparato.

Aparte de mi mente cualquier pensamiento lascivo y la llene de cosas terribles: El hambre en el mundo, no vuelvo a ver a mis niñas, mi madre se muere, me quitan la casa, pierdo mi amistad con Mariano, ¡Angela Merkel completamente  desnuda en mi cama…!

Concentrarme en la inmensa batería de situaciones nefastas consiguió mi objetivo y mi pene, para disgusto de mi ferviente compañero de ducha, fue perdiendo forma progresivamente. Me sequé levemente, cubrí mis vergüenzas con la toalla y deje al veinteañero con la única compañía de sus juegos sexuales.

Al salir de la ducha comprobé que la mayoría de los egocéntricos se habían marchado, por las bolsas  que había deduje que solo habíamos cuatro personas en los vestuarios: el veinteañero, Israel, alguien más y yo.

No había terminado de secarme aun, cuando veo que Israel sale de una de las duchas. Mientras se acercaba a mí como su madre lo trajo al mundo, lo observé furtivamente, desnudo  todavía se le veía un físico más impresionante.

A llegar a donde yo estaba, clavó su mirada en mi aparato genital y con un completo desparpajo me dijo:

—¡Vaya rabo que te gastas Ramón! Si yo tuviera eso, tampoco pisaba un gimnasio… ¡Porque está claro que con eso no pasas hambre!

Lo miré un poco desconcertado ante su evidente y desmedido descaro, al observar que su poca vergüenza no encerraba ningún doblez contesté a su observación con igual desfachatez (No iba a dejar que un niñato tuviera la cara más apretada que yo, ¡hasta ahí podía llegar la broma!):

—Pues no te creas… La mayoría de las tías al verla se asustan un poco y al final: “nasti de plasti”.

—Eso porque no has probado a meterla en un agujero con pelos…

Intuí lo que quería decir pero en mi fuero interno no podía creerlo. En principio, pensé que era una especie de trampa porque hubiera sospechado algo de lo que había pasado minutos antes en la ducha o quien sabe, que se hubiera enterado de mis encuentros con Mariano. El caso es que cuando me disponía a disparar la primera pregunta para indagar sobre el verdadero significado de sus palabras, un tío de unos cuarenta años salió de la ducha y no me pareció apropiado seguir con nuestra conversación.

Mientras me secaba vi cómo se abría la  puerta de la ducha del veinteañero, quien tras comprobar astutamente que únicamente mis ojos  eran lo que tenían acceso al interior del pequeño habitáculo, prosiguió con el excitante espectáculo. Ver como paseaba sus dedos por la raja de sus nalgas y tímidamente los introducía en el impoluto agujero, hizo que mi polla comenzará a salir de  su  corto letargo. Volví a pensar en cosas horribles (¡Un dúo lésbico entre Camila Parker y Angela Merkel!).

Me sequé y me vestí lo más rápido que pude. El muchacho al comprobar cómo me incomodaba su comportamiento, me miró desconcertado, con cara de pocos amigos y cerró la puerta por completo.

Al salir  del “hipergimnasio”, caí en la cuenta de que con las prisas, me había dejado la chaqueta atrás y como el que no tiene cabeza para acordarse de las cosas tiene pies, pedí a mi compañero de trabajo que me aguardara un momento mientras regresaba a por ella.

En los bancos de los vestuarios ya no estaba el tipo de cuarenta años, sin embargo su bolsa parecía que todavía estaba por allí. Un perverso pensamiento cruzó por mi mente pero lo deseché, pues no me parecía lógico que se hubiera metido en la ducha con el provocador chaval. A pesar de que una malsana curiosidad me impulsaba a empujar la puerta y descubrir si eran cierta mis pesquisas, lo vi del todo inapropiado y desistí de ello.

De camino al coche no pude reprimir preguntar a mi joven compañero sobre que había querido decir  con lo del “agujero con pelos”. Su sincera y espontanea respuesta, en lugar de aclararme las ideas, me crearía aún más dudas y recelos:

—Pues eso, que si un día tienes ganas de meterla en caliente y no tienes donde. Yo te puedo presentar a un maricón conocido mío, que no solo la mama del carajo sino que tiene un culo bastante tragón… ¡Tu rabo se lo come sin problemas!

Moví la cabeza varias veces en señal de perplejidad ante lo que escuchaba, aquel cambio de actitud en mi compañero de patrulla no me cuadraba para nada en él.  Israel se tuvo que dar cuenta de ello, pues sin dejarme decir esta boca es mía, prosiguió con su desconcertante retahíla.

—¿No me digas qué nunca le has “petao” el culo a un marica? ¡Pues lo tienes que probar!  El tío que yo conozco es  discreto y teniendo “cuidao”  de que  no se  encapriche de ti,   te puede servir para un desahogo. ¡Qué está la vida muy mala para irse de putas!

El grosero comentario del muchacho me molestó, pues me vino a poner de manera clarividente mi proceder con Mariano. Sin darle tiempo a que soltara mayores gilipolleces por la boca, con un gesto bastante serio y en un tono igual de cortante le dije:

—Israel, ¿Cuándo hemos comido tú y yo  en el mismo plato?

Los gestos del muchacho buscaban alguna explicación a mi cambio de actitud, pero no la hallaron.

—¡Me parece que te has pasado tres pueblos!— Proseguí en un tono que podía ser de todo menos amigable— Qué seamos compañeros y tengamos cierta familiaridad, no creo que te dé derecho a hacer un comentario del tipo  que acabas de hacer. ¿Se te ha olvidado que estoy casado? ¡Qué a ti te guste mariconear por ahí, no quiere decir que a los demás nos guste!

Sin aguardar alguna respuesta por parte del muchacho, me monté en el coche y traspasando mi ira al acelerador del coche, me marché de allí.

Hoy al analizar mi reacción, comprendo que mi enfado con Israel no era por lo que había dicho, sino por cómo yo, interiormente, había equiparado sus palabras a mi relación con Mariano: Lo estaba usando para mi desahogo sexual y si  había alguien no se mereciera aquello en este mundo, ese era mi amigo.

¿Se habría dado cuenta él de ello y por eso evitaba verme para no caer en la tentación? Aunque sabía que la realidad constataba mis reflexiones y la pregunta solo tenía una respuesta,  había una parte de mí que no quería que aquello fuera así. Mariano era mi mejor amigo y el tener sexo con él debía ser un puente para nuestra amistad, no un precipicio por el que despeñarla. ¿Por qué siempre son tan complicadas las cosas?

En las jornadas siguientes, patrullar se convirtió en un constante choque de pareceres. Menos mal que el comisario, por aquello de que ampliara su campo de aprendizaje, lo cambio de compañero. Sé que me tenía que haber excusado con el chaval por mi repentino ataque de ira, ¿pero cómo coño explicas  a alguien, que te has enfadado con él porque te ha descubierto lo canalla que puedes llegar a ser?

Los días que siguieron mi empanada mental, ante la encrucijada que se presentaba ante mí, fue  progresivamente en aumento.

Por un lado, y por mucho que quisiera, no podía apartar a mi amante-amigo de mi pensamiento pues recordaba las palabras de Israel y no podía por menos que sentirme la peor persona del mundo.

Por otro, estaba el deseo que había despertado en mí el chaval de la ducha pues yo siempre me había mentido a mí mismo y me repetía que no me gustaban los tíos que lo de Mariano era algo extraordinario por ser quien era: la persona con la que más confianza tengo en este mundo.  

Las preguntas que peores respuestas tienen son las que se hace uno a sí mismo y por más vueltas que le daba, no terminaba de entender mi proceder ante el sexo con los hombres pues una cosa era navegar en aguas desconocidas y otra era llevar el timón. Ni tenía el valor, ni estaba preparado para mirarme al espejo y repetirme  que me gustaba follar con un tío.

A hurtadillas de mi mujer, navegué por internet en busca de información sobre la homosexualidad y la bisexualidad, y sobre esta última, aunque  cada fuente consultada daba una versión distinta,  todas coincidían en que era la atracción sexual hacia individuos de ambos sexos.

Lo de que las mujeres me gustaban lo tenía clarísimo, pero con lo que empezaba a tener dudas era de mi atracción hacia el sexo masculino.

Aunque siempre  he sido un hombre  al que le han gustado los experimentos de campo y puesto que no me encontraba con el valor de enfrentar mis apetencias sexuales a la vista de todos, opté por las pruebas de laboratorio.

Busqué  una página de descargas de películas pornográficas, pinché en la categoría “Gay”. Las imágenes que allí se mostraban no levantaban mi libido, es más, algunas rallaban el límite del buen gusto. Entre el material disponible había una que transcurría en un gimnasio, automáticamente algo se encendió en mi interior y sin meditarlo la grabé en el pendrive que tenía preparado para tal fin.

En los días siguientes no veía el momento de quedarme en casa sin las niñas y Elena. Mis ansias por ver la dichosa película no era tanto por el contenido en sí, sino por las respuestas que esta podría darme.

Pero todo pasa y todo llega. Aquella tarde, como todos los miércoles, las niñas tenían sus actividades extraescolares y yo, al no tener que trabajar,  me quedaba solo en casa.

Mi estado de nervios era parecido al de un adolescente ante su primera cita. Mi curiosidad ante lo que pudiera encerrar la grabación solo era superada por mi miedo a descubrir que no era quien creía.

Me duché y con la única vestimenta de una toalla atada a la cintura me senté ante el PC. Las primeras imágenes eran una especie de presentación de los participantes, que al igual que algunas series de televisión enmarcaban el nombre del actor bajo su imagen. Algo que me sorprendió de los protagonistas fue su masculinidad, todos eran hombres que de verlos por la calle nunca pensaría su tendencia sexual, bastante lejos del prototipo de loca al que nos tenía acostumbrado la sociedad y los medios de comunicación. Al verlos con la polla mirando al techo y en una  pose  sumamente provocativa, lo último que podía pensar de ellos es que eran contertulios de un programa del corazón a quienes  habían picado una araña.

La primera escena mostraba dos hombres de una treintena de años entrenando pecho en una máquina de las que se conoce coloquialmente por el press banca.

Me llamó la atención  que a pesar de la cantidad de pelos que lucían los dos actores, la marcada musculatura de su pecho se dejaba ver  perfectamente. La cámara, de manera morbosa, se paraba en el tórax del culturista que levantaba la barra, a la vez que coqueteaba mostrando su abdomen y su entrepierna.

No habían pasado ni dos minutos y los tipos sin excusa de ningún tipo comenzaron a tocarse la prominencia que se notaba bajo sus pantalones de deporte, tras esto, se enzarzaron en un  prolongado beso.

Era la primera vez que me deleitaba en ver a dos hombres practicando el acto sexual, a pesar de lo forzado de la situación, la cámara sabía transmitir la belleza de los dos cuerpos que se frotaban en una especie de danza de apareamiento. Si bien no me parecía una escena excitante, tampoco me desagradaba su visión.

Sin querer, la imagen de Mariano desnudo asaltó mi cerebro y la cascada de  los apasionados momentos vividos con él inundaron mi mente. La reacción  en mi entrepierna no se hizo esperar. Volví a clavar mi mirada en los  sucesos de la pequeña pantalla, mi polla se endureció al mismo tiempo que lo hacia la de uno de los actores al quien  le estaban practicando  una mamada. Me rendí ante la rotunda lujuria que emanaba de las imágenes  e intuitivamente acaricié mi verga por encima de la toalla.

Uno de los individuos chupaba de manera frenética el nabo del otro, su cabeza y sus labios se movían de un modo maquinal carente de emotividad alguna. El miembro que entraba y salía de su boca era de unas dimensiones bastante respetables y con una cabeza morada  de la cual, cada vez que la cámara la mostraba, emanaba un hilillo de pegajosa saliva.

Volví a tocar el diablo de mi entrepierna y este pugnaba por salir de debajo de la toalla.  Como si se tratara de  una fiera atrapada, daba  pequeños golpes  contra la blanca tela en pos de salir de su cautiverio.

En la pantalla los actores intercambiaban sus papeles, quien anteriormente había practicado la felación dejaba que su compañero cubriera con sus labios su erecto miembro. Los repetitivos movimientos sobre la, también, enorme herramienta de trabajo del peludo treintañero,  evocaron en mí las sensaciones del encuentro con mi amigo en el escampado.

Mi cipote ya estaba tieso como una estaca, tanto que hasta me dolía un poco, entreabrí la toalla y deje que este saliera a luchar en su solitaria batalla.  

La siguiente imagen enlatada que se mostró ante mis ojos fue uno comiéndole el culo al otro. Esta variante sexual no se me había pasado ni por la cabeza, pero me pareció de lo más placentero, fue ver los primeros planos de la lengua recorrer los recovecos del peludo agujero y  mis dedos se aferraron suavemente alrededor de mi glande, para comenzar a masajearlo.

En mi relación con Mariano yo, por así decirlo, asumía el rol de hombre y él, el de la mujer. Por eso,  al ver a los actores intercambiar sus papeles y disfrutar uno y otro de cada una de las zonas erógenas de sus cuerpos, no pude evitar sorprenderme. ¿Sería eso lo habitual? Fuera como fuera, yo en aquel entonces no me imaginaba comiéndole la polla a un tío y menos, dejando que me dieran por culo. Esto último no se me antojaba nada deseable y sí muy doloroso.

Agarré fuertemente mi rabo, estaba  enorme de caliente y la sangre fluía por él vigorosamente. La ilusión de sentirme dentro de la pantalla hizo que la apretara aún más con la única intensión de acariciar el placer.  Por unos instantes, me deje llevar y me sentí protagonista de los acontecimientos de la filmación y acomode los movimientos de mi mano al devenir de estos.

 En la siguiente escena uno de los actores, el de aspecto más varonil, se tendía sobre uno de los bancos del gimnasio  y apoyaba sus rodillas sobre su pecho. El otro frotaba indecorosamente su polla,  mientras jugueteaba con  el peludo agujero de su compañero.  A continuación, el objetivo de la cámara se centró sobre los dedos y en como horadaba el, en un principio, estrecho agujero. Primero fue un dedo, luego dos,… Con una facilidad increíble el velloso orificio se tragó cuatro dedos. De nuevo a mi memoria vino mi último encuentro con Mariano, de manera intuitiva volví a estrujar mi polla entre mis dedos.

Un singular sentimiento comenzó a fluir por mi interior, por un lado  comprobé que me gustaba ver disfrutar a dos hombres y por otro no podía evitar extrapolar lo que sucedía en la película  a mis furtivos y placenteros encuentros con mi amigo.

Clavé de nuevo mis ojos en la pantalla, uno de los individuos se estaba follando al otro de una manera tan brutal como excitante. Miré mi polla estaba tiesa como una estaca y babeaba liquido pre seminal de forma descontrolada. En mi vanidad pensé que mi verga no tenía nada que envidiarle a los utensilios  de trabajo de los tíos de la grabación, más creo que al que se estaban “hilvanando” la  tenía más pequeña que yo.  Paseé plácidamente  los dedos desde la cabeza al tallo,  volvía a agarrar la bestia de mi entrepierna y supedité mis movimientos al de las caderas del actor. Prolongué el placer todo lo que pude acariciándome las tetillas o estrujando suavemente mis peludos huevos, pero fue ver como unos enormes chorros de leche salían como descontrolados misiles de la polla de la pantalla y aceleré el ritmo de mi mano, hasta que mi glande, como si fuera un geiser,  soltó el contenido de mis cojones.

Con mi pelvis y mi mano llena de semen aún, la sensación de culpa vino a visitarme, esta vez venía acompañada por su amiga tristeza. Esta última se quedó  conmigo un buen rato, pues había descubierto que no era quien pensaba y que la vida que me había construido durante tantos años tenía los cimientos débiles.  

Paré la película y eliminé el archivo de la memoria del PC. Mientras borraba las pruebas de mi delito, un miedo indescriptible atenazó mi pecho: ahora que conocía mis  verdaderas apetencias sexuales ¿Sabría mantener al monstruo bajo llave? Es más, me sentí tan mal conmigo mismo que no pude evitar echar las culpas de todo lo que malo que me estaba pasando  al mariconazo de Mariano.

Me duché de nuevo para borrar las huellas de mi pecado.  A la vez que el agua limpiaba mi cuerpo, clarifiqué mis pensamientos y me volví a sentir la persona más rastrera del mundo. ¿Cómo podía achacar mi aparente bisexualidad a mi amigo? Cuando el simplemente lo que hizo fue llamar a una puerta que ya estaba abierta. Si no hubiera sido él, hubiera sido otro…

Lo cierto y verdad es que en unos meses había descubierto que tanto mi vida familiar como la hombría de la que siempre había hecho gala, hacían aguas por todas partes. La primera porque con mi mujer solo me unían cuatro paredes y dos hijas; la segunda porque había descubierto, para mi pesar, que el sexo con hombres era igual o más de placentero que con una mujer.  Si con  lo referente a mi conyugue  no sabía qué hacer, con mi sexualidad menos.

Me vestí rápidamente, Elena y las niñas estaban ya al caer. Me miré en el espejo, aunque aparentemente me veía igual, me sentía completamente diferente. Desde que inicié mis encuentros con Mariano siempre le había intentado quitar importancia negando la realidad. Pero la evidencia me había hablado a la cara y ya no había marcha atrás, ahora sólo debía aprender a vivir entre dos tierras y sobrevivir a ello.  

Continuara en “Vivir al este del Edén”

Acabas de leer:

Historias de un follador enamoradizo

Episodio XXXI: Entre dos tierras

 

(Relato que es continuación de “El más dulce de los tabúes”)

Hola, sé que como autor insisto mucho en saber tu opinión sobre lo que escribo, también sé que si lees esto desde tu móvil la versión de TR te da pocas opciones, pero sin el “feedback” que nos dan vuestros comentarios y valoraciones esto a veces se vuelve muy impersonal y pierde sentido (¡Jo, vaya “chapa” que he metido para pedir que me valoren y comenten!)

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te apetece leer más. En su momento publiqué una “Guía de lectura”  que te puede servir de ayuda para seguir su orden cronológico.

Nota del autor: Esta historia cronológicamente se sitúa (aparte de tras el  mencionado “El más dulce de los tabúes”) entre los episodios “Algo para recordar” y “Celebrando la victoria” donde, como sabéis, se narran los acontecimientos desde el punto de vista de Mariano.

Gracias a todos los que comentaron y valoraron “37 grados”   y a modo particular: a Albany: No puedo estar más de acuerdo contigo, la diversidad de estilos narrativos y temáticas hacen más rica esta página y no siempre lo que creemos que tiene más calidad,  es lo más visitado, ni lo más valorado. A Yoni: ¡Muy travieso me parece que has sido tú! :))Las aventuras de Francisco y Pepe seguirán en un capitulo más y dada la aceptación que han tenido, creo que los dejaré jugar a los médicos en otra ocasión al menos. A danicrack: La conclusión se titulará “Lo estás haciendo muy bien”  y ya lo tengo bastante adelantado. A Longino: La verdad es que mis relatos se leen en menos tiempo de lo que pone el contador, no sé si será porque la tengo más grande (la letra). Por cierto, eres un monstruo fijándote en los detalles, lo del cincel iba para hacer un “chiste”  a cuento de que “Francisco tenía un culo para esculpirlo en mármol”. A mOOrbida: Sí, sí, mucho cuento con “Ramón es mi favorito” y todo eso, pero a la primera de cambio te vas con el primero que llega (Lo que sucede es que Francisco, es mucho Francisquito, te comprendo) Ah! Muy puesta te veo yo con el futuro de Pepito ;) Como ves, tus deseos son órdenes y el siguiente episodio también estará protagonizado por Ramón. A Zoele: Espero que te haya gustado el episodio de hoy (Personalmente  me ha sido difícil de escribir, por todo lo que encierra). En lo referente al tipo de hombres, prefiero  la gente que se puede ver, tocar y disfrutar que los manidos arquetipos de los pedestales. Este año además de seguir dándole más protagonismos a personajes antiguos, tengo pensado traer unos cuantos nuevos. A FelinoAlbino: Veo que te sirvió la respuesta que te di, de todas maneras mucho de lo que preguntas se aclara en “La masticación del tito Paco”, en cuanto pueda terminarlo lo subo. A mmj: ¿Qué tiempo llevas leyendo mis historias? Creo que desde casi el principio, ha habido historias que te han gustado más y otras que menos, pero siempre has comentado dándome ánimos para seguir escribiendo. Por eso, al Cesar lo que es del Cesar, aunque todos los comentarios son importantes para mí, el tuyo es uno de los que espero ansioso porque sé que si he hecho algo que no te guste lo vas a decir. Decirte que todas tus  reflexiones sobre la relación de los dos primos, van a tener su  respuesta. A pepitoyfrancisquito: Lleváis razón en lo que decís, pero tengo  el boceto de la historia,  a grandes rasgos, prácticamente terminado por eso, cuando avanzo algo es porque tengo previsto contarlo con más detalles más adelante. ¿Os gusta esta forma de escribir mía o por lo contrario, hace la historia más compleja?  De todos modos, salvo el motivo del viaje a JJ y lo sucedido con Genaro todo podréis leerlo en unos meses. A nunius: ¿En el Itaca?¡Estás hecho un granujilla! Bromas aparte, comentarios como el tuyo de alguien que se da de alta para comentarte hacen que esto de escribir por el amor al arte merezca la pena. Si uno escribe, es porque tiene algo que decir y que menos que sepa hay alguien escuchando. Confío no haberte defraudado con el episodio de hoy. ¡Ah! Una cosa Sr. Machirulo era mi padre, a mí me puedes llamar Machi a secas.(A Pepitoyfrancisquito se lo permito, porque son niños y hay que inculcarle un poco de respeto). A elbotiija10: Tú como lector habitual mío, sabes que le doy bastante importancia a los comentarios pero´, ¿sabías que la actual saga con Ramón de protagonista tomó como inspiración un comentario tuyo en “Retozando entre machos”? Espero que la estés disfrutando. A mrcp: No llores demasiado por los niños que volverán más pronto que tarde. En cuanto al “acontecimiento terrible”, creo que se intuye ´” lo que es” y ya tengo planificado el episodio donde se contara “el cómo” y en lo referente a los motivos del viaje de JJ a Galicia no es nada rebuscado, ni nada por el estilo y en más de una ocasión he insinuado por dónde van los tiros y a techno 20: Me has dejado el comentario en “¡Se nos va!” ¿Has leído la continuación “Las pajas en el pajar? Si no es así, léelo porque creo que te va a gustar.

Volveré el día 29 de Enero con la continuación de esta historia de Ramón. Hasta entonces, sed todo lo felices que la vida os deje.

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido