«Putita…»
Te oigo llamarme así mientras te como la polla y esa impertinente palabra consigue que se difumine en mi paladar el agradable sabor de tu miembro viril.
Tu insulto, para el cual no tenemos confianza y ni te he dado permiso, rememora imágenes terribles en mi cabeza y cada cual más desastrosa. Pasas de ser un guapo muchacho que me he ligado en la barra de un bar de copas, a convertirte en un individuo carente de atractivo alguno.
Putita… Cuánto aborrezco esa palabra por el odio, incomprensión y sufrimiento que encierra para algunos.
Tu polla, un amasijo de venas hinchado de sangre, deja de parecerme un manjar apetecible. Tus ojos verdes dejan de seducirme y tus labios carnosos cesan de gritar encarecidamente que los bese. Alguien capaz de proferir una palabra tan agresiva, capaz de destrozar con ello un momento sexual tan maravilloso, no se hace merecedor de probar el sabor de mi boca, no merece que siga deseando tu cuerpo.
Tengo miedo de que puedas ser igual de ordinario para todo, por lo que no me atrevo a pedirte que te marches. No vaya a ser que me termines montando un escándalo y la cotilla del segundo consiga tener tema de conversación hasta el día del juicio final.
Esto me pasa por mi mala cabeza, por mi costumbre de meter en casa a todo tío bueno que me ligo en cualquier antro nocturno. Me creo que todo el mundo es bueno y después me pasa lo que me pasa, que cada uno es de su padre y de su madre. ¡Que hay mucho hijo de puta suelto por el mundo!
Me has tratado como si fuera una mierda y me encuentro bastante dolido. Aun así, sigo comiéndome tu enorme apéndice sexual, devorándolo desde la cabeza hasta el tronco, aunque de un modo más mecánico que pasional. Buscando que te corras cuanto antes y con el piloto automático del deseo puesto.
Intento devolverte el daño que me has causado y, de forma sutil, voy apretando tu bolsa testicular hasta que consigo que un quejido brote de tu garganta. Sigo presionando con mis dedos tu escroto y al primer gemido lo acompañan varios. Si el primero me sonó lastimero, los siguientes evidencian una morbosa satisfacción. «¡Cabrón, parece que te va el rollo duro!», pienso mientras disfruto apretando tus cojones.
Bajas la mirada y las esmeraldas de tus iris conversan con mis ojos de un modo tan pasional como visceral. De nuevo me siento afortunado, pero no puedo olvidar que me has ofendido y el resentimiento vuelve a surgir en mi interior. Mi único propósito es hacer que te corras rápido, para que te vayas, cuanto antes, mejor.
Sin embargo, intuyo que tus planes son bastante diferentes a los míos, pues me pides gentilmente que me levante. Una vez lo hago me metes mano al paquete y empiezas a estrujar mi falo entre tus dedos. Te agachas y, de forma apasionada, comienzas succionando la punta de mi nabo para terminar tragándotelo por completo. Hace tiempo que no me la comían tan estupendamente, tanto que mi polla, adormecida por tu maltrato verbal, no tarda en ponerse dura como una roca.
Obnubilado por la lujuria y el placer carnal me sumerjo en el mar de sensaciones que me regala tu boca. La palabra “putita” ya no me suena tan mal. Bajo la mirada y me encuentro con el atractivo hombre que me conquistó con una sonrisa.
¿Qué coño hago comiéndome la cabeza con gilipolleces?, si lo que tengo que hacer es disfrutar del pedazo de tío que estás hecho, sacar la zorra que llevo dentro y suplicarte que me folles de una vez.
No obstante, tú con esa espontaneidad que has demostrado tener durante el corto tiempo que hemos pasado juntos, vuelves a romperme los esquemas. Antes de que yo pueda decir nada, te levantas, desnudas tu trasero por completo, te colocas de rodillas sobre el sofá, me das un preservativo y me dices, poniendo una voz de lo más seductora:
—Tu puta quiere que su macho le rompa el culo.
«¿Será verdad eso que dicen que, a veces, las palabras no son tan mal dichas como mal interpretadas?», pienso mientras termino de endurecer mi polla para ponerme el condón pues tengo claro que esta noche vas a ser mi “putita”.
Ya saben me pueden hacer llegar sus comentarios a través de esta página, por mi correo o por Twitter: @MachiTodoRelato. ¡Gracias por leer!