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Hagamos algo superficial y vulgar

en Gays

22 de agosto del 2012 (12:30 pm aprox.)

***Mariano***

A pesar de lo entretenido que puede llegar a ser George R.R.Martin escribiendo  y  que “Danza de Dragones” me tiene atrapado entre sus palabras, empiezo a estar harto de estar solo y, aunque parezca mentira, echo de menos la  incesantes puyitas de JJ. Su novio y él han  me han dejado a cargo de los bártulos y se han ido  a las calas limítrofes, para dar una vuelta por la tierra del cancaneo, pues si algo caracteriza a la playa de los Caños de Meca, es que cuenta con parajes bastantes inaccesibles donde no escasean las oportunidades de sexo furtivo entre hombres.    

Llevo  recluido bajo la sombra de esta sombrilla casi desde que llegamos. Al principio no me apetecía  bañarme, pues tenía ganas de tomar el sol para ponerme morenito,  pero tras un largo rato de aguantar el fulgor del amigo “Lorenzo”, mi cuerpo clama a gritos  que lo metan  en las refrescantes  aguas del Atlántico.

Si no hubiera sido  suficiente con tener  que quedarme de “perro de cortijo” y vigilar nuestras cosas, nuestros vecinos alemanes me han pedido en un inglés, y  no muy bueno, que le echara un ojo a las suyas mientras daban un paseo. Por la dirección que han tomado, creo que la Gaceta de Berlín también se ha hecho eco de de la hora feliz de “cruising” en los Caños.

Lo peor es que creo que, como es habitual en mí, me ha tocado hacer el canelo, pues no sé porque me da a mí en la nariz que estos cuatros están en el mismo sitio y no precisamente jugando al parchís. ¿No le da cosita a mi amigo que un desconocido le meta mano a su novio delante de él? Lo mismo es que yo soy muy posesivo, pero me tendrían que hacer de nuevo para entenderlo. Tampoco creo que yo, y menos con mi historial de los últimos meses, sea alguien para juzgar a nadie. Ramón, Iván, José Luis… ¡Dios mío, que tío bueno que se me ha puesto a tiro, me lo he terminado tirando y sin reparos de ningún tipo!

Lo único positivo  de todo esto, es que no han llegado nuevos veraneantes a la cala y mi única compañía es el “motorista” y su mujer. Le digo motorista, porque a pesar de estar en bolas, no puedo evitar imaginármelo vestido de cuero y  sobre una moto de alta cilindrada. ¡Mmm, solo de imaginarlo  me pongo cachondo!...

¿Por qué me atraerán tanto los casados? Yo creo que la respuesta está en su virilidad. Los homosexuales, por hache o por be, por muy masculinos que seamos no perdemos nunca ese tufillo estereotipado de amaneramiento (Aunque sea muy sutil).Un tío casado, a quien le gusten los tíos, está tan acostumbrado a fingir e intentar disimular su “pecadillo”,  por lo que es bastante inusual que el dichoso “amaneramiento” haga su aparición y lo normal es que se esfuercen  más de lo normal por parecer más varoniles.

Cosa que no siempre es así, pues también están aquellos  de tipo  “Mario Vaquerizo” que con lo femenino que son algunos no sabes tú qué coño ha visto su mujer en ellos, pues más que un marido  para  (entre otras cosas) desfogar su pasión, lo que  creo que se han buscado es un amigo para ir de compras y compartir sus hobbys. Pero yo a estos, siguiendo el buen criterio de JJ, los catalogo como  hombres con florero.  A mí los que realmente me ponen son  los casados con cara de macho y con ganas de meterla en caliente (o de comerse un buen rabo que de todo hay la viña del señor). 

El motorista no sé si será de los que le gusta pescar con dos cañas o simplemente está en este paraje porque prefiere la tranquilidad al bullicio. Si me he de atener a la conclusión que han llegado mis amigos, es de los primeros.

Sin importar mucho el motivo por el que está aquí, el tío consigue despertar mi libido de una manera como hacía mucho tiempo no me ocurría, tanto que yo creía que ya había pasado a la historia.  Sobre todo, después de lo de Ramón. Mi Ramón… ¡Cuánto echo de menos su compañía  en momentos como éste! Pero, cada vez estoy más convencido de que lo nuestro se dirige a un callejón sin salida,  por más enamorado que estemos el uno del otro  y por más que nos entreguemos, al final él siempre abandona mi cama para volver con su familia y a mí lo único que me queda son las migajas. Unas migajas que cada vez me parecen más insuficientes y  no calman mis ansias de ser feliz.

En nuestro último encuentro, me dejó claro lo mucho que me amaba diciendome  aquello de que si no  encontraba a alguien que pudiera  quererme, él estaría ahí siempre esperándome para darme su cariño. Fue lo más bonito que me habían dicho jamás. Estoy tan confuso con lo que siento y  con lo que debería hacer, que en vez de pararme a reflexionar sigo huyendo hacia delante. Una carrera que, no sé por qué, tengo la sensación de que,  a cada zancada que doy,  me acerca más al abismo del que quiero huir.  

Una de las veces que levanto la mirada de las páginas impresas, detecto a dos fornidos individuos bajando por la empinada loma: Son los vecinos alemanes, quienes vuelven de su paseo por la cala contigua. Por su gesto, me atrevo a sospechar  que su misión en busca de sexo mañanero  ha sido un éxito, no es solo que traigan un semblante más alegre, sino que en sus ojos se puede ver ese brillo de satisfacción tan característico que se nos pone después de echar un  buen polvo  

Ambos me saludan con una sonrisa forzada, el mayor me agradece mi vigilancia con un «Many thanks», cuya dicción me sigue resultado la mar de extraña. (Supongo mis confusiones con la Ẑ y la Ṥ in English, les sonaran a ellos igual de raras).

Aprovechando la llegada de los germanos lanzo una nueva visual al motorista, quien para mi pesar sigue estando igual de bueno (o más) que hace cinco minutos. No sé qué me gusta más de él, si sus anchas espaldas, sus fornidas piernas o ese vello rizado y oscuro que cubre casi todo su cuerpo.  Entre mi fijación con él y el  dichoso sueñecito de esta noche, creo que estoy necesitando un buen revolcón tanto como el comer. (La paja  de la ducha de esta mañana no cuenta, que  el sexo en solitario es como el que lava y no enjuaga…).

Reinicio mi lectura, en espera de que Jon Nieves, la Kalessi y compañía  consigan  distraerme y expulsar al demonio de la lujuria de mis pensamientos. No llevo ni un capitulo leído y mis dos amigos aparecen bajando la empinada cuesta.

Conforme se van acercando a mí, observo con atención el porte y  el rostro de ambos; los dos reflejan satisfacción, tanto en sus movimientos, como en su expresión, pero hay algo más que soy incapaz de dilucidar, por su semblante intuyo que algo que les preocupaba bastante ha dejado de hacerlo. Me da la sensación de que es como si se hubieran quitado un gran peso de encima. No tengo ni zorra idea de qué puede tratarse, pero lo más seguro es que me termine enterando  (Con mi “amigo del alma” más vale esperar que sea él quien te cuente las cosas que preguntar…).

JJ se acerca a mí, y cómo ya me lo conozco, sé que me va a contar con pelos y señales sus andanzas por las tierras del cruising. Cómo con la calentura que llevo encima, no veo pertinente escuchar otra narración pornográfica de sus labios y tampoco estoy dispuesto a quedarme ni un minuto más sin bañarme, antes de que pueda decir esta boca es mía, me levanto y le digo:

—¡Quillo, menos mal que habéis venido! Me estaba quedando más seco que una mojama —Y sin dar lugar  a la  más mínima réplica,  me voy  corriendo en dirección al agua. 

De camino hacia el húmedo elemento, me da por fijarme en  mis piernas.  Curiosamente, ya han cogido un poquito de ese  color que tanta falta le hacía.

Al pasar por el lado del matrimonio vecino, quienes están tumbados  impunemente de espaldas al sol,  no puedo reprimir echar una furtiva mirada al peludo culo del marido. «¡Dios! ¿Cómo se puede estar tan bueno?»

Me adentro en el mar luchando levemente contra los envites de las olas. Las cristalinas aguas me tratan como a un cuerpo extraño, me envuelve entre su blanca espuma e intenta expulsarme hasta la orilla. Haciendo acopio de mi fortaleza me enfrento a su furia, dejo que me abrace entre sus salvajes ondas, hasta  que mis movimientos parecen conseguir una especie de simbiosis con el líquido elemento.

Ganada la primera batalla al océano, me sumerjo entre las bravas ondulaciones y,  mimetizándome con ellas, comienzo a nadar suavemente. Me relajo y una sensación de plena libertad me invade; el resto del mundo ha dejado de importar y solo hay lugar en mi mente para pensar en dar la siguiente brazada. Me siento como en un remanso de paz y luchar contra el oleaje se ha convertido en mi única prioridad.

Estoy tan sumido en la satisfactoria sensación del ejercicio físico que tardó en percibir que alguien  se aproxima a mí nadando. Lo busco con la mirada, y mi sorpresa ante quien es, no puede ser más mayúscula: el motorista. «¿Qué coño querrá este?», pienso bastante incomodo ante su inesperada presencia.

Su modo de nadar me recuerda al de un cachalote,  con unas  brazadas elegantes y vigorosas. Su cabello mojado reluce bajo  los fulgentes rayos de sol, dotándolo de un aire de lo más seductor. La virilidad que transmite en cada uno de sus movimientos,  vuelven a despertar  mi libido de un modo bestial. Todo en él me parece atractivo y, para mi disgusto, mi polla se empieza a despertar levemente de su letargo. « ¡Menos mal que no estoy desnudo! », pienso bastante apurado.

Al verlo aproximarse más aún, un incontrolable nerviosismo me embarga, es tanta la perplejidad que me embarga que en vez de proseguir nadando, me limitó a mover  las piernas en pos de mantenerme a flote. Una batalla entre lo que me reclaman mis instintos y lo que creo correcto se desarrolla en mi interior.  Pareciera que en este trozo de océano no hubiera suficiente sitio para los dos, pues el tipo, con una familiaridad que roza la impertinencia, se coloca justo en  frente de mí y me mira con total descaro.

No puedo evitar observarlo minuciosamente y de cerca,  lo tengo que reconocer, es aún más guapo.  Tiene unos preciosos ojos verdes, ¡para comerle el nabo! Lo violento de la  inusual situación hace que las palabras no se atrevan a salir de mi boca. Con lo fácil que sería decir, «Hola, ¿Qué pasa?».  Mi cuerpo me traiciona como siempre  y siento como un fulgor inapropiado viene a visitar mis mejillas.

La chulesca sonrisa que me regala y la arrogancia que emana su rostro no ayudan  para nada a romper la incómoda la situación. Bajo la mirada avergonzado y lo que descubro entre las aguas cristalinas me deja aún más perplejo si cabe: el pene del motorista ha crecido de tamaño. Aunque no está erecto del todo y no se encuentra en su máximo esplendor, se denota claramente que ha salido de su letargo y se va llenando cada vez más de sangre. No es tan grande como  la churra de mi Ramón, pero el muchacho tampoco está mal despachado: Cuarto y mitad de rico nabo por lo menos.  

Vertiginosamente, pasan por mi cabeza unas cuantas conclusiones para este momento, desde que le meto mano a la polla y lo pajeo bajo el agua, a que mi intento de ligue mañanero termina con una respuesta violenta por su parte. Como ni estoy tan desinhibido para tener sexo con un hombre a escasos metros de su esposa, y  ni las tengo todas conmigo de que este tipo tenga ganas de tema (Por mucho que se le haya puesto el rabo de aquella manera).    Mi reacción es la habitual en mí, no enfrentarme a las situaciones difíciles y huir de ellas. Como quien no quiere la cosa,  me impulso hacia atrás musitando un tímido «hola» y escapo del peligro de la tentación nadando.

Regreso sobre mis pasos, sin mirar al colosal ejemplar de macho que dejo atrás. Tengo la extraña sensación de que si vuelvo la mirada, me pasará como a la mujer de Lot y me convertiré en sal. Tanto más me acercó a la orilla, más pienso lo imbécil y cobarde que soy. «¿Cómo carajo puedo rechazar algo que me parece tan apetente? ¿Por qué tantos putos reparos y trabas mentales?» De tener problemas con su esposa alguien,  ese sería él. ¡Vete tú a saber los pactos o historias que hay acordados entre ellos!  En momentos como este, me gustaría ser como JJ y  saber tomar las riendas de mi vida, en lugar de montarme sobre ella y dejarme llevar por los acontecimientos como  un pelele.   

Al pasar por el lado de su mujer, compruebo que  sigue tumbada  tranquilamente y como si tal cosa, por lo que deduzco que no se ha enterado de nada de lo ocurrido o se la trae al pairo. « ¡Mejor!» Lo uniquito que me haría  falta  ahora es una leona montándome un escándalo  en plena playa, por muy vacía que esta esté.

Llego a la sombrilla y veo que en mi ausencia, los vecinos alemanes han recogido los bártulos y se disponen a irse. Mientras me seco, miro de reojo a JJ, quien tendido sobre una alfombrilla les  muestra impúdicamente  a los germanos sus vergüenzas, luciéndolas como si se tratarán de las joyas de la corona.

—¡No pongas esa cara de pánfilo, Mariano! — La prudencia sigue sin ser una de sus cualidades —Esos dos se van porque  ya han encontrado lo que venían buscando: un buen kiki mañanero.

¡Oírlo para creerlo! El bueno de JJ me está soltando con el mayor descaro del mundo, y  con los alemanes a escasos metros, que Guillermo y él se han echado un polvo con ellos  (Cosa que dicho sea de paso, yo ya suponía).  ¡Cuánto más creo conocerlo,  su capacidad de sorprenderme es mayor!

Debo poner una cara de “tierratragame” de mucho cuidado, pues su siguiente reacción es decir una barbaridad aún mayor:

—¡No te preocupes! Sí estos dos mientras no aprendamos el idioma del Comisario Rex,  no tienen ni puta idea de lo que hablamos…

La comparación que ha hecho del idioma alemán con los ladridos, no está muy clara ni para los que entendemos perfectamente la lengua de Cervantes. Así que hoy mi amigo JJ se  va a salvar, y  por los pelos, de que le partan la cara por bocazas.

Otro de los motivos por el  que conserva todos los dientes es porque el hijo de su madre es más listo que el hambre. Hasta ahora el tono de voz que ha  utilizado   al hablar es el de alguien que no tiene nada que esconder, una vez se marchan la pareja del norte cambia radicalmente el volumen de su discurso y,  acercándose a mí de un modo que roza la intimidación, me dice casi susurrando:

—¿Qué te ha pasado con el “casadito”?

—No sé, me parece que quiere algo raro conmigo.

—No, hijo mío,  ese no quiere algo raro. Ese lo que quiere es follar y eso es  de lo más normal del mundo —Me mira, hace una pausa y cómo ve que no le respondo, vuelve al ataque con más energía si cabe —. ¿Ha habido tema o no habido tema?

No sé si  es por lo directa de su pregunta o por mi absurdo miedo a enfrentar las cosas como son, pero el caso es que  me soy incapaz de contestarle algo coherente y me limitó a mirarlo con cara de póker. Lo que daría en momentos como estos por tener una capa como la de Harry Potter y poder desaparecer.

—¡Ay,  si no te conociera! ¡Ahora me dirás que no ha pasado nada! —Dice mi amigo “jugando con la muerte”. Puede que los alemanes no le hayan dado la tunda que merecen, no obstante, como siga tocándome los huevos, a lo mejor me animo y  se la doy  — Si te ha visto meterse en el agua y le ha faltado irse detrás de ti como un perrito… ¡No sé qué les da, hijo mío!, pero en un sitio de ambiente eres como el flautista de Hamelín para los casados. ¡Todos se van detrás de ti!

Reprimo mis ganas de coger a JJ por el cuello. Respiro hondo y cuento hasta cien. (Diez es excesivamente poco cuando se trata  de él). Más tranquilo, lo vuelvo a mirar y sin decir esta boca es mía, me tiendo en la esterilla, dándole a entender que me la trae floja cualquier cosa que me diga. La cara de pasmo que pone ante mi reacción no tiene precio.

Lo peor que puedes hacer con mi amigo, es ignorar su espíritu  de cotilla. Se enerva internamente, y lo que es mejor: se queda sin palabras. Con lo que te ahorras escuchar su eterno parlotear durante un rato.

Frustradas sus ansias de curiosear en las vidas ajenas, dedica todas sus ansias comunicativas a Guillermo, quien disimuladamente  me mira levantando las cejas, a la vez que le pone cara de estar muy interesado en todo lo que dice. El pobre vivirá con él, pero me da la sensación de que todavía no lo conoce todo lo bien que debiera y es que el afán de protagonismos de JJ no tienen parangón. A veces creo  que con tal de salir en televisión y tener sus quince minutos de gloria a lo Andy Warhol,  le importaría ser un bote de detergente por un día.

Hace un sol de justicia por lo que paso  toda la mañana refugiado bajo la sombrilla, después del momento tan violento que he pasado  con el motorista, elijo no pisar más el agua. Quien quita la piedra, quita el tropezón. Es tanto lo que me atrae que lo más seguro es que termine sucumbiendo a la primera de cambio. Así, que mejor no tentar la suerte. ¡Qué bastantes problemas tengo ya en mi vida, como para arriesgarme a que   una desconocida me la arme por pisar su coto privado!

Es tan enorme  el deseo que despierta en mí el puñetero que pese a que la cala se llena de gente,  como unas diez personas más, decido seguir sumergido en mi novela y desisto de refrescarme.

—¡Oye, no te bañas! —Me dice JJ, sentándose en una esterilla junto a mí,  una de las veces que viene de pegarse un remojón.

—No, no me apetece —Digo sin retirar la mirada del libro, intentando ser convincente.

—¿No te apetece mojarte o no te apetece que te acosen? —Me pregunta bajando visiblemente el tono de voz.

No le respondo, con lo que queda claro que es lo segundo.

—¡Pero que pavisoso eres! ¿Qué problema tienes? A ti te gusta, ¿no?

—Es que está la mujer ahí —Me siento tan responsable de lo ocurrido, que no puedo reprimir que la culpa se manifieste en cada una de mis palabras.

—¡Vamos a ver, Marianito! ¿Tú te has caído de un guindo o con treintaisiete años que tiene todavía estás a medio cocer? —Sin esperar ninguna respuesta por mi parte, mi amigo prosigue hablando —Si ese tío se ha lanzado al ruedo del modo que lo ha hecho, y en el sitio que lo ha hecho,  es porque su señora esposa sabe que a su marido  también le gusta el pescado y no le preocupa lo más mínimo que lo descubra. De todas maneras, con tanto público como hay ahora no creo que se atreva… También os podéis  hacer  mutuamente una paja bajo el agua que es lo que está buscando o mandarlo a la mierda, ¡haz lo que te dé la gana! Pero no te quedes aquí como un pasmarote. ¡Se valiente una vez en tu vida!

La verdad es que no me acabo de enterar nunca con este amigo mío, entiendo que su mentalidad más abierta lo lleve a hacer cosas más arriesgadas, pero debería entender que no todo somos como él. «¿Qué coño quería que hiciera? ¿Qué me liara en la playa con él delante de todo el mundo? ¡Lo de que le haga una paja bajo el agua me ha sonado de lo más chabacano! ¡A veces  pienso que JJ se cree que la vida es  como una película porno!» Así que me limito a mirarlo resignado, cabeceo abrumado  y vuelvo a la lectura.

Por el rabillo del ojo puedo ver la cara de fastidio que se le ha quedado cuando no he entrado a saco en su pequeña polémica. Consciente de que conmigo se le ha acabado el entretenimiento, se levanta y, sin siquiera decirme un hasta luego, vuelve al agua con Guillermo.

La mañana transcurre sin nada reseñable, alguna payasada de JJ y poco más.  A la hora de almorzar, entre las sillas y la nevera, nos apañamos  cómo podemos para comer sin llenar los bocadillos  de arena.  A mí particularmente, esto del pic nic en la playa me parece un cutrerío de padre y muy señor mío, pero “cualquierilla” le lleva la contraria a mi amigo del alma para quien eso de comer en contacto con la naturaleza  es lo más “Cool” del mundo mundial. Eso de  que se te  llene el vello púbico de miguitas de pan, ¡es elegantísimo! Menos mal que yo no  me he quitado el bañador, ¡que sí no!

Durante la sobremesa, mi amigo me da una noticia que me deja un poco contrariado: Ha invitado a las tres másqueperras a pasar un día de playa con nosotros, concretamente mañana.

Las tres másqueperras, al igual que los personajes de Dumas, suelen ser cuatro y aunque todas se ganan la vida de maneras bien distintas, lo que las une es su gusto por las lentejuelas y la farándula, a todas ellas les gusta vestirse de mujer y hacer playbacks de sus divas. JJ los conoce de actuar los miércoles en una discoteca gay de Sevilla, donde, como reminiscencia de una época pasada, se suelen ofrecer espectáculos de travestidos haciendo imitaciones  de folclóricas y de las divas del momento. Puede parecer increíble, pero la sala se llena casi tanto como los fines de semana y para muchos es la excusa perfecta para salir a petardear un día laborable.   

A mí las travestis, no me caen ni bien ni mal, pero me irritan un poquito. Me  parecen demasiado exageradas en su proceder y ese alarde artificioso que hacen de su feminidad me pone de los nervios. Ese marujeo polígonero de estar hablando todo el tiempo de un coño inexistente, me parece una horterada como una catedral de grande. Tan chabacano como los tíos que se creen que los únicos que tienen pollas son ellos y cualquier excusa es buena para sacar a relucir lo grande que la tienen y lo mucho que follan como una prueba de su irrefutable  hombría.  

—¿Por qué pones esa cara?

—¿Por qué va a ser,  Jota? Porque creo que vamos a ir dando la nota por la playa… ¿Qué quieres que te diga? No me apetece lo más mínimo ser el centro de atención.

—¡Ea, ya salió la vena conservadora y eclesiástica de Marianito! —Dice con cierto retintín, mirando a su novio.

—¡Ni que vena eclesiástica, ni que niño muerto! Lo que pasa es que odio  que todo el mundo se me quede mirando. Ya bastante mal lo paso pensando que algún conocido me pueda reconocer y saque conclusiones de porque estoy en esta playa, como para  encima ir haciendo el pasacalle del “Se llama Copla”.

—A ver si te vas a creer que van a venir a la playa con la bata de cola. Vendrán a la playa como tú y como yo, con un bañador.

—¿Con un bañador o con un bikini? Como sea lo segundo, ya tenemos  el circo montado —Mi respuesta está cargada de cierta irascibilidad.

—¡Madura, Marianito, madura! ¿De verdad te crees que la gente que viene a esta playa se va a quedar mirando a unos travestis por muy horteras que sean? ¿Tú has visto el personal tan variopinto que ahí por aquí? Si me parece que a esta playa es donde viene el Loco de la Colina para  hacer los castings para los frikis que saca en su programa.

Sus palabras están pronunciadas con sorna y  simplemente con la intención de ridiculizarme, pero consiguen darme donde más me duele. «¿Cuándo dejaré de actuar teniendo en cuenta lo que puedan pensar  los demás y haré lo que realmente me place?» Miro a Guillermo, y si me quedaba alguna duda sobre lo  inapropiado de mis argumentos, este acaba con ella con un gesto de asentimiento.

—¿Dejaras algún día  de mirar el envase y fijarte en el contenido? Las masqueperras, como todo el mundo, tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Yo no las llamaría para contarles mis problemas, ni para tomar un café cuando estoy de bajón, pero cuando he estado de marcha con ellas me he reído muchísimo y a la hora de pasarlo bien son ideal. No todo tiene porque ser profundo y trascendental, lo frívolo y  superficial también tiene su momento en la vida. ¿Qué problema tienes tú con eso?

Sus palabras me golpean de un modo brutal, haciéndome sentir la persona más egoísta y carca del universo.

—La verdad es que no tengo ningún problemas con ella, pero me da no sé qué pasearme por la  playa con ellas. No debería importarme y sé que llevas razón, pero no me han educado para estas cosas. Fíjate que hasta me cuesta trabajo dirigirme a ellos en femenino — Respondo intentando justificar mi actitud.

—Hijo mío, cuando vas a aprender a no  vivir pendiente de las opiniones de la gente  y a tener bien claro que quien no te acepte como eres, no merece formar parte de tus amistades.

—¿Y la familia qué? ¿Qué se hace con ella?

—Pues te pasara como a mí, habrá gente que se siga comportando contigo como hasta ahora, habrá quien se crea mejor que tú porque les gusta el sexo opuesto y habrá quien te retire la palabra porque te considerará culpable de ser un degenerado.

—¡Qué fácil lo ves todo!

—Cielo, lleva razón Mariano —Interviene Guillermo antes de que JJ replique a mi más que agria respuesta —.Tú, por las circunstancias que los tres sabemos, no tuviste otra opción que afrontar muy pronto tu sexualidad, lo pasaste mal y eso te hizo más fuerte. El día que yo se lo conté a mi abuela, una señora mayor y con una mentalidad anticuada, me temblaba hasta la voz. Para mi sorpresa la buena mujer me dijo que hubiera preferido que me hubiera casado y le hubiera dado nietos, pero que a ella lo único que quería es que yo fuera feliz. Pero no todo el mundo reacciona así, hay gente que a esta altura de la película echan a su hijo de casa o le retiran la palabra, como si la sexualidad fuera una opción que se pudiese reprimir.

—Si el problema no es ese. A Mariano lo que le pasa es que vive atemorizado porque alguien descubra sus gustos sexuales y cada vez que pisa un sitio de ambiente lo hace como si en cualquier momento fuera a caer sobre él la espada de Damocles. La única manera de que se le quiten todas esas gilipolleces de la cabeza es obligándose a tratar con individuos impolíticamente correctos. Ya está mejor, pero tenías que haberlo visto al principio de conocerlo…

Me “encanta” cuando la gente habla de mí como si no estuviera presente. Estoy tentado de decirles algo, pero ya creo que he sido lo suficientemente retrogrado por hoy y prefiero tener la fiesta en paz. Guardo unos segundos de silencio, tal como si estuviera reflexionando mis palabras y, con un tono bastante más calmado, respondo:

— A todo eso, ¿Quiénes son las que van a venir?

—Susanita, Espe, Soripeggi y Caro.

—¿Caro? ¿Quién coño es esa?

—¡Ah, hijo mío que desfasado estás! Si salieras a petardear de vez en cuando, te habrías enterado. El día que  te eches una pareja, te veo  de mantita y peli hasta el infinito y más allá…

—Sí, mil perdones por no estar a la última y ser una antigualla. Pero, ¿me dices de una puta vez quien es la tal Caro? —Digo dando muestras de estar visiblemente cabreado.  

—¿Cómo te explico yo quien es Carolina, la descansá? Tú no la has podido ver antes porque es completamente nueva. Imita a las divas de los años setenta y a cantantes de música  soul de ahora. Su actuación estrella es cuando imita a la Amy Winehouse y cuando dice lo de ♫“No es no, es no, es no”♫. La pobre es muy rarita de ver,  no es que sea  solo fea, le pasa lo que a la Rosy de Palma, una belleza Picassiana. Vino para sustituir a Rita, la valenciana.

—¿Qué le ha pasado a Rita?

—¡Marianito,  definitivamente tienes que salir más! ¿No te has enterado de verdad lo que le ha pasado? ¡Si lo sabe hasta el tato!

—No, mil perdones por no frecuentar los antros a los que tú vas —respondo con cierto retintín —¿Qué ha sido lo que le ha pasado?

—Se murió a primeros de año.

—¿Muerto?

—Sí, hijo mío, sí. Pero como veo que estás más añejo que las revistas de mi dentista, creo que  te lo voy a tener que contar todo desde el principio y muy despacito.

Miro por el rabillo del ojo a Guillermo y este tiene puesta esa expresión  típica de “Dios mío sálvame”, por lo que me queda claro que se avecina un rollo  de los largo. Como considero que ya he sido demasiado borde, me resigno a escuchar lo que sea que tiene que contar y a poner mi mejor cara de estar atendiendo.

—A la Rita la echaron del Ítaca porque supuestamente metió la mano en la caja. Ella lo negó todo y dijo que lo único que había hecho en su vida era trabajar, que nunca había robado. Sin embargo,  sus compañeras, en vez de dar la cara por ella, le dieron la espalda. Con lo que la presunción de inocencia le duró lo que una raya de Coca a un adicto.

»Como todo el mundo empezó a largar de ella, no la querían contratar en ninguna sala de fiesta y, un par de meses más tarde, la chica que le ayudaba con la casa,  se la encontró  una mañana muerta.

—¿Qué fue lo que le pasó?

—¡Calla, Marianito! Que ahora viene lo mejor. Como toda la gente del ambiente la puso a parir por ladrona. El día que se supo de su muerte, SoriPeggi, que como tú sabes era uña y carne con ella, dio un pequeño discurso  antes de empezar una actuación. Contó que le había dado un ataque al corazón  por la presión a la que estaba sometida por todo lo que la gente estaba diciendo de ella, así que pidió que la próxima vez, ante un caso así, fueran  más prudente, pues sus actos afectaban más a la personas de lo que se suponían.  Que podían ser unas travestis locas, pero que en el fondo eran seres humanos y tenían sentimientos.

—Pero, ¡qué cara más dura! si me has dicho que  sus compañeras  fueron las primeras que no quisieron saber nada de ella.

—Sí, hijo mío, pero es que  egoístamente lo que no querían es que las echaran también, porque aunque no ganen mucho actuando, para ellas es su vida. Tendrás que entender que el hecho de que se vistan de mujer no quieren decir que sean  muy diferentes del resto de los mortales, y  actúan  como todo el mundo: en beneficio propio y sin importarle un carajo los demás.

«Yo tuve una bronca con ellas y todo. ¿Sabes lo que  terminaron haciendo  la Susanita, la Soripeggi y la Espe ?

No le respondo, me limito a negar cabeceando y  poner cara de que no tengo ni zorra idea. JJ al verme, prosigue con el mismo ímpetu.  

—¡Le hicieron un homenaje! La gente cada día es más hipócrita. Y lo peor es que todo era mero postureo, porque ellas sabían de sobra cual había sido la causa de su muerte y no tenía nada que ver con la trola que contaron…

—…¿Qué fue?...

—Un fallo hepático.

—Es que la muchacha le gustaba más la ginebra que a la reina madre —Interviene Guillermo que hasta el momento no había abierto la boca —, yo siempre la recuerdo un poquito pasada de rosca y le he visto algunas actuaciones más propias de la Amy Winehouse que de la Pantoja. Con lo que es normal que más pronto que tarde terminara teniendo cirrosis.

—¿Y entonces porque dijeron que había sido un infarto?

—Yo que sé. Lo mismo le dio por tener  problemas de conciencia o para evitar que la gente las critique si un día les pasa algo parecido. Yo estuve unas cuantas semanas muy mosqueados con ellas. Hasta me borré de su grupo de WhatsApp y todo.

—¿Cómo es eso  que la has invitado a pasar un día con nosotros?

—Porque no soy rencoroso, porque no son mala gente del todo

 y porque en el fondo soy un blando. Además me los paso bien con ellas —Hace una pausa al hablar y poniendo cara de niño travieso me pregunta —. ¿Y tú qué vas a hacer?

La verdad es que este JJ es capaz de venderle hielo a los esquimales, como no quiero parecer más rancio de lo que ya soy, me quedó en silencio unos segundos y le respondo:

—¡Vale!, me paseo por la playa con Susanita y sus amigas, les doy conversación y todo lo que haga falta. Lo que no estoy dispuesto a admitir es que la vieja madrileña me manosee el pecho y los brazos como si estuviera tocando un “Kent” tamaño natural.

—Eso ya es cosa tuya y quien le debe dar el corte eres tú, pero si no te llevaras todo el año poniéndote macizo en el gimnasio no te pasarían esas cosas. ¿O creías que solo se iban a fijar  en ti los tíos buenos? Los feos también tienen ojos en la cara.

—¿Quién es la vieja madrileña? —Pregunta Guillermo, antes de que yo le pueda responder algo medianamente inteligente a su novio.   

Espe. ¡Esa es otra! Sabe perfectamente cómo se llama, tanto su nombre artístico como el real. No lo conoce solo del ambiente, sino que más de una vez hemos ido a comer al restaurante en el que trabaja de camarero. Anda que pone poco grande su nombre en la chapita identificativa. ¿A ti te gustaría que se refieran a ti por el nazareno musculoso?

—No.

—¿Entonces porque lo llamas a él la vieja madrileña? ¿Te lo digo?

—¿Por qué me creo superior a él? —Respondo con cierta ironía.

—No, hijo mío, porque quieres ridiculizarlo. Te repele tanto su modo de vida y te asusta tanto que los demás te vean igual que a  él que en vez de llamarlo Espe, Alberto o Granados, lo llamas la vieja madrileña. Porque seamos claro, no te preocupa que te vean con las cuatro travestis por la playa, lo que te preocupa realmente es que la gente te meta en el mismo saco que a ellas. ¡Lo tuyo no es xenofobia, es clasismo puro y duro!

Cabeceo perplejo. ¿Dónde se mete mi JJ frívolo y díscolo cuando lo preciso? Le ha caído como una patada, y  donde dijimos, mi actitud con las másqueperras y se ha transformado en el hombre serio y sensato que te dice las cosas por su nombre y sin paliativos. La verdad es que no he estado nada de fino y cada vez que he intentado arreglar la cosa dando mis “sesudos” argumentos, daba la sensación de que me metía de lleno en el pantano de la incomprensión. Como Guillermo se ha dado cuenta que me ha dejado sin palabras, y fiel a ese estar “demasiado amable” conmigo del día de hoy, sale en mi defensa.

—Cielo, tienes que reconocer que Espe es bastante pulpo o le cortas el rollo o te magrea cosa mala.

—Sí, ¿pero para que tenemos la boca? Para pegar un buen corte a tiempo. Ella, como todo el mundo, si ve un tío que le gusta intenta ligárselo. Si le mete mano  y no le dice nada, lo más probable es que se sienta correspondido. De todas maneras Mariano, ya puede ser muy reivindicativo y amigo de no callarse una nunca,  que estas situaciones le sobrepasan y lo único que hace es poner cara de “yonohesido”. ¿Te he contado lo que pasó el día que lo conocí?

Como ha quedado claro que voy a hacer de tripas corazón y no voy a poner ninguna pega  más a sus amigas travestis, JJ cambia el tono de la conversación por otro más distendido y cinco minutos más tarde nos estamos riendo con sus ocurrencias. Cuando se cansa de hacer el payaso se coge una revista se tira en una de las alfombrillas y se pone a leer. Su novio y yo terminamos haciendo algo parecido.

22 de agosto del 2012 (17:30 pm aprox.)

***Guillermo***

—¡Joder, qué cabrón eres algunas veces con él! —Digo entrando en la habitación del hotel y reprimiendo una escandalosa carcajada. ¡Es que me parto el culo de la risa con las ocurrencias de mi chico!

—Cielo, deberías saber que si le digo esas cosas, no es para cachondearme de él, es para que sea consciente de lo absurdo que resulta su actitud  en algunas ocasiones. ¡A veces parece que está a medio hacer todavía!

—Sí, que ahora lo tuyo con él va a ser un tratamiento de choque —Mi sarcasmo no puede ser mayor —. Yo creí que me daba algo cuando le dijiste que el tío  de la playa se sabía el horario de mareas tan bien como él, que lo que venía buscando era que se fuera con él para darle una mamada ¡La cara que te ha puesto!

—Es que el tío no ha podido ser más descarado. Yo creo que se la puso morcillona y todo, antes de ponerse a charlar con él.

Aunque parezca que nos estamos burlando de Mariano, no es así. Es que lo que no le pase a él, no le pasa a nadie. Esta tarde, a la hora de la sobremesa, se nos ha acercado el tío ese que está con la mujer en la playa y que parece que le ha hecho tilín a nuestro amigo. Ernota no solo venía en bolas, sino que venía con el nabo un poquito de aquella manera, como intentando provocar al personal.

La pregunta no podía ser más de manual: el horario de las mareas. Según nos ha estado contando JJ después, en los Caños que te pregunten eso es la forma más disimulada de decirte que quieren tema contigo, es como el “Hola, ¿qué haces?” de las botellonas. ¿Qué es lo que ha hecho Mariano? Primero ponerse tan nervioso como si le fueran a hacer la prueba del alcohol, segundo largarle el muerto a mi chico diciendo que no tenía ni idea. ¡Una mierda! Ha repetido no sé cuántas veces que nos tenemos que ir antes de las seis, que la pleamar comenzaba a esa hora y después nos iba a costar la misma vida  pasar.

En vez de marcharse,  y una vez JJ le ha informado pertinentemente de los putos horarios de las mareas,  se ha quedado plantando delante de Mariano y  se ha puesto a darle conversación. El tío, que me parece a mí que es de los que su abuela le dejo dicho que estaba muy bueno y no se le ha olvidado, no solo ha presumido de tener un buen  ciruelo, sino que de vez en cuando se lo tocaba disimuladamente como si le picara.  Nos ha contado que es de Pilas y que se llama Isidoro (Isi, para los amigos). La cara de apuro de Mariano no podía ser mayor y ha contestado a las preguntas del hombre casi tartamudeando. Menos mal que JJ le ha echado un cable,  y fiel a su lema de que si no quieres sopa dos platos llenos,  le ha dado charla al tal Isi hasta aburrirlo. Le ha contado que él y yo somos parejas, que vivimos juntos desde hace casi un año y todo lo que ha venido en ganas.  Eso sí, el tío fue más listo que el hambre pues cuando le preguntó que cuánto tiempo llevaba casado, se hizo el gallego y  le respondió con otra pregunta.  

Lo mejor ha sido de vuelta a casa, mi chico ha vuelto a sacar el tema y Mariano ha terminado poniéndose  colorado como un tomate. Lo peor es que, en vez de reírse con él, se ha mosqueado un poquillo. Ha hecho falta que yo interviniera y todo. Parece mentira que con los años que hace que lo conoce, todavía caiga en sus trampas y se cabree con JJ.

—Cielo, voy a entrar en el servicio. Ahora te aviso cuando termine por si te quieres duchar conmigo.

Me siento en la cama a esperar  que mi chico termine de hacer sus cositas y, como quien no quiere la cosa, la pequeña orgia de esta mañana con los alemanes se me viene a la memoria. En principio me excito un poquito al recordar lo sucedido, pero  la imagen de JJ siendo penetrado por un tío más alto y con más polla que yo  me corta el rollo cosa fina.

Mola taco lo de ser una pareja abierta y no tener perjuicios, hacer un cuarteto ha sido flipante,  pero ver como se cepillan a mi novio, y con un rabo bastante más grande que el mío,   tengo que reconocer que no me ha gustado tanto. Que sí, que yo me  lo estaba montando con el otro tipo y él ha debido sentir algo parecido. No soy celoso, ni nada de eso, pero saber que el placer que yo le doy, lo puede obtener de otro, me ha jodido mogollón.  Sé que  lo nuestro va de puta madre y no debería comerme el molondro con estas paranoias, pero no puedo remediarlo.

La culpa de todo está claro que la tengo yo. Me puse muy cansino con lo de hacer un trio con Mariano. Mi chico, que de tonto no tiene un pelo, ha querido ver qué tal se nos daba  eso de ponernos los cuernos mutuamente. Porque lo de hoy, más que me pese, ha sido una especie de ensayo general. No sé cómo le habrán sentado a él, que está claro que tiene  mucho más mundo  recorrido que yo. Lo que sí sé es que, aunque en su momento me lo estaba pasando de lujo,   ha sido  recordar cómo alguien se lo follaba,  me he rallado un montón y me he puesto completamente emparanoiao.

No sé si porque necesito de  su aprobación, o porque no quiero parecer inmaduro ante él, pero no le voy a hacer partícipe de mis neuras. Primero porque en este embolado me he metido yo solito, segundo porque no quiero que se burle de mí o se crea que soy un moñas. Lo peor es que si hacemos ese trio con el que yo sueño, yo me pegaré el gusto con Mariano y, quiera o no quiera,  al final tendré que ver como él se lo montan delante de mí. ¡Vaya marrón! Y lo dicho la culpa es mía por tener las fantasías que no debo.  Lo mismo sino le insisto más con el tema, se le olvida (¡Una mierda pa mí!). Me he puesto tan pesado con el tema del puto trío que o le cuento lo que me pasa (que no soporto que esté con otro tío delante de mí) o me dejo de hacer pajas mentales y  simplemente me limito a hacerlo.  

La verdad es que no sé por qué me estoy montando esta película. No entiendo mi obsesión con Mariano. Hay que reconocer que  el tío es simpático, buena gente y está retaco de bueno... pero no más que otros con lo que he estado. Luego está la cosa del trío, el sexo grupal tiene su morbo y ha estado presente en mi vida desde mi iniciación sexual. Pero tampoco es eso. «¿Qué coño me pasa realmente? ¿Qué raritos somos los seres humanos?»

No soy de comerme  mucho el tarro, ni de agobiarme con gilipolleces, pero a veces creo que el puto capricho del trío con su mejor amigo se debe no a que Mariano me mole más o menos, se debe a que ha sido el gran amor de mi novio y quiero ver con mis propios ojos si lo ha superado o no.

Él me contó que después de haber estado liados han estado liado en varias ocasiones, que incluso llegó a proponerle  a JJ empezar una relación formal y que este la rechazó. Sin embargo, sé que donde ha habido llama siempre queda rescoldos y mi chico estuvo muy colado por él. Creo que aún sigue prendado, por mucho que él se empeñe en negarlo.

«¿Tan poco legal soy que estoy poniendo a prueba   al hombre que más he querido y quien me da todo su cariño?  No, Mariano me atrajo desde el primer momento y confío mucho en JJ como para tenderle una especie de trampa », unos pensamientos  vacíos de credibilidad  resuenan en mi cabeza y no hacen otra cosa que acrecentar mis dudas.

¿Y si no me quiere tanto como yo me creo? ¿Y si todavía sigue prendado del que hasta que aparecí yo fue el amor de su vida?  Creo que lo mejor es llevar a cabo el jodido trio y  si que se lo monten delante de mí me molesta, tendré que hacer de tripas corazón. Debo saber si todavía sigue enamorado de él o no,  porque lo que no quiero es descubrirlo  más adelante, cuando esté más enganchado aún  y ya  sea demasiado tarde. ¡Bastantes palos me han dado ya en esta puta vida!

Lo veo salir del baño, coger un bote de ambientador y rociar el aire del pequeño cuarto con él. Me mira con una de sus sonrisas picaronas  y me dice:

—Espérate unos minutos a que los “soldados” se lleven a los “muertos” y nos pegamos una duchita.  

Le sonrío casi de compromiso, a lo que responde con una mueca de suspicacia. Se acerca, me coge la barbilla entre sus dedos y me pregunta:

—¿A ti qué te pasa?

—Nada —Respondo con cierta desgana.

—Nada, nada, no creo que te pase. Algo te pasara, que tienes una carita que parece que te hubieran llegado los recibos del gas, la luz y el teléfono juntos.

—Nada en particular —Le digo mostrando la mejor y más forzada de mis sonrisas.

No sé si  con lo intuitivo que es, se traga la trola que le he metido, el caso es que persiste de seguir preguntando. Me empuja sobre la cama y se tiende sobre mí. Diciendo:

—Pues habrá que hacer algo para evitar que no te pasé nada en particular y te pase algo bueno en concreto.  

Siento el peso de su cuerpo, mientras su boca se posa en mi barbilla buscando encontrarse con la mía  y el corazón me comienza a palpitar como si quisiera salirse de mi pecho. Nunca he estado tan a gusto con nadie como con JJ. Desde el día que lo conocí supe que era alguien distinto a los demás y sé que para él yo también soy sumamente especial. Cuando su lengua se entrecruza con la mía, mis manos le acarician la espalda. Siento la dureza de su entrepierna sobre mi pelvis, a la vez que noto como me empalmo de un modo bestial. Deseo y amor se entremezclan pasando a ser la misma cosa. «¡Joder, cuánto quiero a este tío!»

Tras unos minutos retozando sobre la cama, me invita con un gesto a que lo siga al cuarto de aseo. Nos quitamos recíprocamente el escueto bañador y nos metemos bajo la ducha, sin dejar de acariciarnos de un modo de lo más pasional. Nos enjabonamos mutuamente, alternando delicadeza y pasión por igual a la hora de hacerlo. Podría parecer que después de casi un año de convivencia y  de todos los días comer “lentejas”, que su cuerpo  hubiera perdido  algo del atractivo que un  principio tenía  para mí, pero no es así. Verlo desnudo sigue despertando mis más libidinosos instintos y continuo viendo su cuerpo tan deseable como el primer día.

Podré albergar mis dudas sobre si yo soy el hombre de su vida, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que él es la persona que me complementa.  Es sentir su piel desnuda rozarse con la mía y dejo de rallarme con mis paranoias, para volcarme completamente en hacerlo disfrutar y disfrutar de él. 

Sus dedos se pasean por el manto de vello que cubre mi pecho, para terminar haciendo pequeños círculos sobre mi piel. Instintivamente busco sus labios y le propino un intenso muerdo. Mezclo mi lengua con la suya hasta que siento que me falta el oxígeno. Lleno mis pulmones con una bocanada de aire y vuelvo a besarlo con una renovada pasión, como si quisiera fundir mis labios con los suyos.

Empapados como estamos, y lo jodidamente pequeño que es el plato ducha de la habitación del hotel, seguir desfogando nuestra pasión se convierte en un deporte de riesgo. Tras dos o tres resbalones decidimos secarnos y concluir el acto sexual en un sitio más apropiado para ello.  

Nada más salimos del baño, me empuja sobre la cama y se agacha ante mí. Es notar su caliente boca sobre la punta de mi polla y no puedo evitar resoplar de placer, para terminar diciendo un « ¡Qué bien la chupas, mi vida! » que me sale del alma.

Una de las cosas de mi chico que me vuelve loco es la pasión que le pone a todo aquello que me hace.  Y no es solo un  crack a la hora de comerte la polla, las tetillas, el culo, los pies y lo que haga falta, sino que también  tiene una buena polla y me mola mogollón mamársela. Como él único que está disfrutando del sabor del rico nabo es él, le hago un gesto para que hagamos un sesenta y nueve.

Como mi JJ es incapaz de negarme nada, su verga  no tarda en atravesar mis labios al tiempo que la mía es envuelta por el calor de su boca. De nuevo un enorme placer me viene a visitar y mi reacción es devolverle todo lo bueno   que él me da. Atrapo sus huevos entre mis dedos y empujo el erecto proyectil hasta el fondo de mi garganta. Una leve y satisfactoria arcada por mi parte, me recuerda que mi boca ha llegado a su límite, pero no por ello desisto de tragarme su tranca en todo su esplendor.

—¡Para, para,  mi vida! —Me dice sacando mi ciruelo de su boca — ¡Que como sigas así me voy a correr y quiero sentirte dentro!

Sus palabras son alimento para mi vanidad. Saber que, a pesar de que esta mañana ha estado follando con un tío que me supera en todo, sigue queriendo que yo lo penetre, me hace sentirme especial para él. Cualquier resentimiento por lo sucedido esta mañana pasa a un segundo plano y un único pensamiento ocupa mi mente: meterme dentro de él y hacerlo gozar como nadie lo ha hecho.

Me saco su polla de la boca y me incorporo de manera que le doy a entender que estoy preparado para lo que me pide. Me mira dejando que en su rostro se dibuje  una sonrisa picarona, de esas suyas que tanto me ponen.

Me tiendo boca arriba en la cama, agarro contundentemente mi gruesa polla y, tras mostrársela como una especie de reclamo, lo invito a que se siente sobre ella.

Una vez se coloca sobre mi pelvis, se echa un salivazo sobre los dedos y los lleva a su ano, de un modo tan sensual como chabacano. Las muecas de su rostro, mitad placer, mitad dolor, dejan claro que se está agrandando el recto con los dedos. Cuando lo considera oportuno busca mi rabo y le indica el camino a seguir.

No deja de sorprenderme nunca la capacidad de dilatar tan rápido que tiene mi chico. Mi nabo no es que sea de exposición, pero no es pequeño, ni estrecho. Bastante más ancho de lo habitual, diría yo. No obstante,  nunca he tenido problemas para metérsela de golpe, una vez paso el anillo exterior, el resto  consigue entrar con una facilidad pasmosa.

Una vez acomoda mi polla en su interior,  y haciéndose dueño de la situación, comienza a cabalgar sobre mí de un modo casi frenético. Percibir como las paredes de su esfínter se rozan con mi virilidad hasta que su perineo casi choca con mis huevos, consigue sacarme un desorbitado quejido. Clavo mis ojos en los suyos, el reflejo de pasión que hace unos segundos  se podía ver en su mirada se ha transformado en una salvaje lujuria, que consiguen sacar fuera mi lado más oscuro. Atrapo su cintura entre mis manos y comienzo a marcarle  el ritmo. Tal como si me estuviera masturbando con su cuerpo.

A mis suspiros de placer se unen los suyos, el aire se llena de un pequeño concierto de jadeos que por momento llegan a ser de los más escandalosos. Vuelvo a buscar sus ojos  y estos, escondidos bajo sus parpados, reinan sobre un rostro de plena satisfacción.  Me apoyo sobre mis pies y levanto mi coxis para darle más potencia a mis envites. Él consciente de que voy  a llegar al éxtasis, se comienza a masturbar de forma contundente.  Agarro con más fuerza su cintura y, aumentando el ritmo de mis caderas, consigo precipitar nuestros cuerpos al precipicio del gozo. Antes de que me quiera dar cuenta, su semen llena mi pecho y unos segundos más tarde eyaculo en su interior.

Tras unos momentos donde nos obsequiamos todas las caricias, besos y mimos  de las que  somos capaces, nos  tumbamos en la cama y nos abrazamos de un modo de lo más afectuoso.

—¿Sigo estando suspendido?

Suspendidísimo —Dice con cierta sorna —, vas a tener que volver a examinarte otro día.

—¿Y los de esta mañana?

—Aprobado y con nota, no hace falta que se presente de nuevo.

Como me quedo callado, me lanza una mirada aguda y me dice:

—¡Oye, tonto! Que el tío de esta mañana no estaba ni la mitad de bueno que tú, que todo lo que tenía de grande lo tenía de artificioso y ya sabes lo que pienso de esas cosas.

—Pero entonces, ¿por qué lo hemos hecho? —Digo con cierta melancolía.

—¿Yo cocino bien?

—Sí, de puta madre —Respondo sin saber a qué viene la dichosa pregunta

—¿Por qué salimos a cenar de vez en cuando?

—Para salir de la rutina y probar cosas nuevas.

—¿Tú dejarías de comer lo que yo cocino por mucho que te guste la comida de un restaurante?

—No, me encanta como cocinas —Al decir esto, creo saber por dónde va y no puedo evitar sonreír —, además tú a tus guisos les pone un ingrediente que no les ponen en un restaurante de cinco tenedores: muchísimo cariño.

Dándose cuenta de que he pillado a la primera lo que quería decir, me sonríe y me da un pequeño piquito.

—Además lo extraordinario se puede volver rutinario y la cura para ello puede ser algo de lo más normal. Ya lo decía Alaska: ♫♫ Hagamos algo, superficial y vulgar…♫♫

—…♫♫Algo tonto que hayamos hecho ya ♫♫

Continuará en: Un baño de sinceridad.

 

Querido lector acabas de leer:

HAGAMOS ALGO SUPERFICIAL Y VULGAR

Episodio I de “LA PLAYA DEL AMOR”

Hola, si lees esto. Me gustaría que me dejaras un comentario o me enviaras un e-mail o un mensaje a través de Twitter, con lo que te ha parecido mi nueva aportación a la página. Es como únicamente los autores sabemos si el tiempo que le estamos dedicando a esto nos merece la pena, o por el contrario está cayendo en saco roto.

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te has quedado con ganas de leer más, hace poco publiqué una Guía de lectura que te puede servir de ayuda para seguir las historias de forma cronológica.

Sin más dilación paso a contestar a los comentaristas (pocos, pero es lo que hay) de Quizás en cada pueblo se practique de una forma.: A Pepitoyfrancisquito: La verdad es que tenía ganas de retomar vuestras “andanzas”, pero el tiempo que dispongo para escribir es limitado y son relatos que me toma mucho tiempo. Me alegro que os haya gustado, temía que la conversación de los niños (que prácticamente coge todo el relato) aburriera, pero creo que no ha sido así. Matildita está distinta con el vestido, pero no es muy distinta de Pepito, como se puede ver a cada episodio que avanza. Este relato es de transición y se abren muchas puertas para posibles relatos. Lo de la perrita y el libro embarazador de López Ibor, son anticipos de por dónde van a ir los tiros en las próximas entregas, espero no tardar tanto; A vieri32: La verdad es que el hecho de que Pepito sea muy ingenuo para unas cosas y tan bujardón (avispado) para otras choca, pero es que el personaje está concebido así desde un principio, ya está en la mayor o menor maña mía para contar las cosas. Me alegro de que te hayas pasado un buen rato, era lo único que pretendía que quien lo leyera se divirtiera un ratillo.  

El próximo relato será de la serie “Sexo en Galicia” tendrá como protagonistas a Mariano y JJ, y se titulará: Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño. Nos vemos en aproximadamente tres semanas.

Hasta entonces procurad disfrutad de esa cosa llamada vida.

 

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido