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Quizás en cada pueblo se practique de una forma

en Gays

Los descubrimientos de Pepito

Décimo  segundo episodio: Quizás en cada pueblo se practique de una forma.

 

(Este relato es continuación de “¿Dónde está la oveja de mi hermano?)

 

Resumen de los descubrimientos: Pepito está requeteaburrido  por aquello de que su familia está practicando el rollo ese del luto. Pero aun así, él no ha parado de descubrir cosas. Se ha enterado  que su hermano, su hermana y el novio de esta conocen el juego de las pajas. Que cuando las personas mayores se ponen “malitas” también se pueden curar haciendo lo de los actos impuros, por lo menos eso fue lo que entendió cuando vio a Matías, su profesor de gimnasia, y a Yaque, la hija de Jacinta en los vestuarios.

Menos mal que ha venido su tío Paco a recogerlo para pasar el fin de semana en su casa y su primo Francisquito (que lo sabe todo, todo, todo) seguro que se lo aclara.

Nada más desayunamos nos fuimos a jugar al campito que se hallaba entre la casa y el cercado del ganado. Mi primo me dijo que ya se sabía la historia de los samuráis pendencieros, pues  se había leído  enterito el comic que le di para él para siempre. Nada más llegamos a la hierbita, se puso a buscar unos palos, cogió dos y me dio el más pequeño:

—¡Toma tu catana!, yo  seré Takauji y tú Masachico…

—Masashige —Le corregí con mi mejor voz de niño repelente.

Mi primo  frunció el ceño y me miro un poquito enfadado, parecía que le diera coraje que yo supiera más que él, como yo no quería que se mosqueara conmigo, le solté una mentirijilla chiquitita:

—Es normal que no te sepas los nombres bien, solo te lo has leído una vez. Yo no me los supe bien del todo hasta que no me lo leí tres o cuatro veces. Seguro que tú, con  lo listo que eres, te lo sabes a la segunda…

—¡Es que los samuráis tienen unos nombres más raros que un piojo bizco…!

—Pues la verdad es que sí. Si no queremos liarnos mucho,  nos podríamos llamar Taka y Masa que son más fáciles, ¿qué te parece?

—¡Guay! ¡Lucha por tu vida Masa! —dijo levantando su catana de modo desafiante.

Solo conseguí matarlo una vez, seguramente se debiera  a que mi primo había escogido ser el samurái bondadoso y a mí me había dejado el papel del maléfico villano, con lo que estaba claro que, como en el comic,  me tocaba perder la mayoría de las veces. ¡Hosquites, me tuve que ser el harakiri por lo menos cinco veces! ¡Con lo que pinchaba la punta del palo en la barriga! Sin embargo estaba tan feliz  de estar todo el fin de semana en la granja que no me importaba para nada perder todas las partidas, pues como me dijo  mi primo Ernesto cuando jugamos al “Excalestric”: « ¡Lo importante no es ganar, sino participar! »

Cuando Taka y Masa se cansaron de matarse, nos tumbamos  a la sombra  del olivo que había cerca del granero y nos pusimos a mirar  los dibujitos que hacían las nubes en el cielo. No sé porque, pero hasta eso me parecía muchísimo más bonito en la granja que en mi pueblo. Una vez me cansé de ver gatos, perros, vacas y no sé cuántos bichos más volando,  me acordé de todas las cosas nuevas que había descubierto en el tiempo que llevaba sin ver a mi primo. Sin dejar de mirar al cielo, comencé con mi batería de preguntas.

—Francisquito…

—Dime Pepito…

—¿Los actos impuros sirven para curar a la gente igual que el juego de los médicos?

Mi primo se quedó pensativo como si hubiera dicho algo inesperado. Tras quedarse pensativo y hurgar un rato en su cabeza, me contestó como solían hacerlo las personas mayores cuando no quería responderte:   con otra pregunta.

—¿Por qué quieres saberlo? —Dijo, incorporándose un poco y sentándose sobre la hierba.

Miré a mi primo fijamente y me puse de rodillas sobre el césped, de modo que pudiéramos mirarnos cara a cara como los hombres valientes. Como no quería que se enojara conmigo por la trastada que había hecho, le hablé muy despacito. `

—Porque el otro día mi madre, como dice que estoy gordito,  me da ciruelas para merendar y  después de la clase de gimnasia me entró ganas de hacer caca. Estando en el váter  vi a la hija de la Jacinta y a mi profe de gimnasia haciendo los actos impuros esos…

Mi primo me miró sorprendido, llegué a pensar que lo que hice no le parecía del todo bien y tuve la sensación de que me iba a echar una riña, pero  tras menear un poquito la cabeza, me preguntó:

—¿Te vieron?

—¡Qué va! Yo estaba en mi papel de agente secreto y muy calladito, calladito. Ni siquiera tire de la cisterna para que se fuera la caca para abajo…

—¿Dejaste allí to el pastelón de mierda?

Como no tenía ni idea si lo que había hecho a Francisquito le parecería   malo o muy malo,  simplemente me limité a mover la cabeza en señal de afirmación.

—¡Qué bueno! ¡Qué bueno! ¡Pero qué guarro eres! —Gritó mi primo riéndose a carcajadas —¿Te imaginas quien se lo encontrara al día siguiente? ¡Seguramente estaría lleno de moscas pegándose peitos todoel tiempo!

Aunque yo no le veía demasiado la gracia a aquello, para quedar bien con mi primo me reí también. Cuando nos cansamos de hablar de culo-caca-pedo-pis, Francisquito puso esa cara de pillín tan suya,  se me quedó mirando fijamente  y me preguntó:

—¿Qué fue lo que vistes?

—No mucho, cuando terminé de hacer caca,  vi a mi profe jugando a la masticación, pero en el momento que me disponía a largarme,  apareció la Yaque. Matías le dijo que estaba malo y la Yaque le dijo que lo iba a curar…

—¿Y qué pasó?

—Pues que la Yaque se quedó en pelotas, se metió bajo la ducha y  se dieron un beso de película, pero como me tenía que ir  corriendo para que mi mamá  no me echara la bronca por llegar tarde, no pude ver más…

—¡Pues vaya birria! Creí que me ibas a contar cosas interesantes igual que cuando se te cayó la pelota en casa de la viuda…

—Es que entonces mi tío se estaba muriendo,  y no estaba mi madre para controlarme. Por lo que era libre como una paloma  y podía llegar tarde a casa.

—¡Es qué tu mamá es muy dominanta!

—Sí, que es verdad. ¿Sabes cómo le dice mi papá cuando ella no lo escucha?

—¿Cómo?

—La sargento.

Fue decir aquello y mi primo se puso a carcajear como si le hubiera contado un chiste graciosísimo. Una vez se le pasó la risa volví a insistir con mi pregunta.

—Entonces que, ¿se curan los mayores también con los actos impuros o no?

—Pues no lo sé —Contestó mi primito poniendo cara de persona mayor e intelectual —, en la catequesis  no nos dijeron nada, solamente que no los cometiéramos. Además en  “El libro de la vida sexual”, no dice nada de eso…

—¿Qué libro es ese?

—Es un libro gordo que mi padre tiene guardado en su ropero, a veces cuando mamá va al pueblo y él no está en casa lo leo, pero no me entero de la mitad de las cosas.  La mayoría de las veces usa palabras raras muy largas que no sé lo que significan…

—¿No tiene dibujos?

—En una parte de la funda viene un cuadro antiguo de una mujer con las tetas al aíre que la está besando un angelito, en la otra parte una foto de la cabeza de una mujer rubia y un hombre moreno. Dentro hay muchos dibujitos  de mujeres y hombres besándose, de cuadros antiguos, de mujeres en bikini,… Vienen unas cuantas a color, pero la mayoría son en blanco y negro. Aunque lo más guay es un dibujo de chocho de mujer que viene como si fuera un esquema…

—¿Cómo si fuera un esquema?

—Sí, como los dibujos que ponen los profesores en la clase para explicar las distintas partes de las flores, donde con una flecha señala   lo que  es cada cosa. Se ve abierto como si fueran las dos mitades de una naranja y te indica los labios mayores, los labios menores, el “grande” del clítoris…

—¡Qué guay! ¡Me gustaría verlo!

—Pues no creo que puedas, porque cuando puedo leerlo es cuando mi madre va de compras al pueblo y  los fines de semana, que es cuando tú puedes venir, no abren las tiendas.

—¡Puff!¡Vaya birria!—Tras refunfuñar un poco, volví a la carga con mis preguntas —¿Tú crees que vendrá ahí eso que te he preguntado?

—No sé, pero es que vienen muchas cosas raras que yo no tengo ni idea de lo que significa… ¿Sabes lo que leí un día?

—¿Qué?

No sé si por la cara de bobo que le puse o lo pendiente que estaba de sus palabras, Francisquito se puso muy tieso, con la cabeza muy alta y,  adoptando una postura de profesor de escuela, me contó:  

—« Que el periódico fértil de la las mujeres era entre ocho o diez  días premios a la  monstruación  y que si practicaban el “cojito”en esas fechas, podían quedar en cinta » ¿Tú entiendes eso?

Moví la cabeza negando, pues no me había enterado ni de papa. La verdad es  que el libro ese tenía que ser muy difícil de entender y debía estar escrito para gente muy inteligente y estudiada, porque ni mi primo (¡con lo listo que era!), era capaz de averiguar los misterios que desentrañaban.

—Pues todo es parecido e igual de complicado… Ahí fue donde leí lo de la “masticación”…

—¡De eso te enteraste muy bien! ¡Fíjate que me enteré hasta yo de lo que era!

—Es que venía más clarito que lo de la monstruación esa. Te juro, Pepito,  que me lo he leído por lo menos  tres o cuatro veces y cuanto más me lo leo,  de menos me entero…¡Es una leche miga!

Tuve que poner una cara tristona, porque mi primito me miró extrañado y me preguntó:

—¿Qué te pasa Pepito?

—Nada, que traía más preguntas que hacerte y ahora no sé si vas saber respondérmelas.

—¿Qué preguntas?

—Unas preguntas, pero no quiero que te enfades conmigo.

—Yo contigo no me enfado, porque eres mi primo favorito y mi socio.

—Pues cuando las pajas del Facu y Blanquita  si te enfadaste…

—No me enfade, simplemente me puse serio, ¡que no es lo mismo!

Me quedé callado unos segundos, pues no quería siquiera que se pusiera serio.

—¡Venga desembucha, Pepito!

—Es que el tema está  relacionado con las pajas…

—¿No habrás jugado? —Al decir esto arqueó las cejas y los ojos parecían que se le fueran a salir de las cuencas.

—¡Vamos, ni que yo tuviera una oveja en casa ni nada! Además yo por muy de moda que esté, no jugaré jamás de los jamases…

—Entonces, ¿qué te ha pasado?

—El otro día mi hermano y mi hermana se pusieron a discutir por una cosa. A Gertrudis se le hincharon las narices y le dijo que él se hacía una paja por la mañana y otra por la tarde —Francisquito puso cara de no creerse lo que le estaba contando, así que proseguí con mi interesante historia para que viera que no era ninguna mentirijilla —. Entonces vino lo mejor, Juanito le dijo que sí que  él jugaba a lo de las pajas, pero que Ángel, su novio, también.

—¿Tú hermana sabe que su novio hace esas guarrerías?

—No lo sé, pero ella se enfadó muchísimo al escucharlo. A mí lo que me sorprendió es que fuera un juego tan popular.

—Si tu hermana lo sabe, ¿lo sabrá tu madre? —Preguntó mi primo bastante preocupado.

—Ni idea…Lo que si te puedo decir es que lo hablaban con la mayor naturalidad, como si no hubiera ropa tendía delante…

—¿Lo sabrá mi madre?—La cara de susto y preocupación no se le quitaba a Francisquito —. Porque como lo sepa tu madre  seguro que lo sabe la mía, porque ellas se lo cuentan todo por teléfono…

—¡Jo!

—Tú no te preocupes, mientras no le contemos a nadie nuestros secretos no nos echarán la bronca.

—Yo te prometí que sería una tumba.

—Ya y yo confío en ti, socio. ¡Qué guarro tu hermano y Ángel, jugando a lo de las pajas!

—Yo me quedé estupefacto cuando me enteré.

—En tu pueblo es que son muy pajeros: el Rafita y sus amigos, ahora estos dos… ¡Seguro que hay mucha más gente!

—El Oscar y el Javier seguro, pues son inseparables de mi hermano y todo lo que él hace, los otros dos también.

—¿Tantas ovejas hay en tu pueblo?

—Esa es una duda que tengo.

—¿Cuál?

—Que los pastores de las ovejas viven pasando la ermita y mi hermano lo que tiene es una bicicleta, y si juega dos veces al día es un palizón.

—Pues le gustará mucho y no le importará…

—Es que pasa otra cosa.

—¿Cuál? —Preguntó mi primo un poco harto ya  por la de vueltas que le estaba dando a las cosas para preguntárselas.

—Que mi hermana le dijo ayer que llevaba tres partidas de pajas y él ni siquiera  había salido de mi casa desde que vino del colegio.

Francisquito se volvió a quedar pensativo, como si tuviera que poner a hervir su cerebro  de tanto pensar para contestarme. ¡Y es que la cosa tenía miga!

—No sé… Quizás en cada pueblo se practique de una forma distinta.

—¿ Y qué hago para enterarme?

—No sé, espía a tu hermano como yo lo hago con los míos.

—Pero es que Juanito siempre está encerrado en su habitación o en el cuarto de baño… ¡Y así no hay manera!  Ya quisiera yo tener las guaridas de vigilancia que tiene tú en la granja.

—Si la verdad es que en tu casa, salvo el cuarto de tu tío Manuelón “que en paz descanse”, el resto es dificilísimo.

—¡Ah! ¿Sabes lo que vi el otro día allí?

—¿Qué?

—A mi papá haciéndose una masticación.

—¡Jo, también tu padre sabe jugar a eso! Seguro que tiene el libro gordo ese de mi padre, porque ahí viene muy bien explicado. ¿Cómo fue? ¿Lo hace muy distinto a mi papá?

—Muy parecido, pero como no estaba en la ducha se fumó un cigarro antes de empezar la partida.

—¿Un cigarro?

—Sí, y cogió una revista de tías en bolas que tenía bajo la cama. Fíjate que yo creí en principio que iba a jugar a lo de las pajas, pero como no tenía ninguna oveja a mano, se ve que tuvo que terminar haciéndose una “masticación”

Mi primo volvió a quedarse callado y tras estar un rato haciendo funcionar el molondro me dijo:

—Pepito, ¿tú tienes algún animal en tu casa?

—Tres: Piolín, mi periquito, Speedy, mi hámster  y a Lassie, mi perrita. ¿Por qué?

—Porque a lo mejor en cada pueblo se practica con un tipo de animal y si tienes un perro…

—Tú crees que mi hermano juega a lo de las pajas con  mi Lassie.

—Puede ser.

Me entraron las siete cosas por el cuerpo, mi hermano no solo no le daba de comer a mi perrita, ni la lavaba, ni la sacaba a hacer sus necesidades, ¡encima jugaba a lo de las pajas con ella! Podría ser mi hermano-héroe  favorito, pero si  llegaba a descubrir que le estaba haciendo aquella guarrería a mi Lassie, iba a volver a ser mi hermano-enemigo por siempre jamás.

Todavía no había asimilado yo la terrible noticia de que mi hermano estuviera jugando a lo de las “pajas” con mi pobre  perrita, cuando una estridente voz se escuchó desde la granja:

—¡Francisquito! ¡Pepito! ¡Venid pacá !

Era mi tía Enriqueta que nos llamó para que nos ducháramos y nos vistiéramos de bonito. Por lo visto, mis primos Ernesto y Fernando traían a sus novias a comer y mi tía quería causarle buena impresión. La pobre se había llevado toda la mañana cocinando y había sacado el mantel, la vajilla y los cubiertos buenos. La verdad es que la mesa donde íbamos a comer estaba muy bonita y elegante, parecía que íbamos a celebrar la cena de nochebuena.

Mi primo y yo nos duchamos y nos vestimos en un santiamén. En menos de un cuarto de hora pasamos de ser dos a samuráis, a ser los hijos de dos marqueses,  o eso fue lo que nos dijo nuestra tía que parecíamos cuando nos vio aparecer en el comedor.

Vestido de elegantes como estábamos no quería que nos fuéramos otra vez a la calle, por lo que  nos puso la televisión, ¡y que suerte tuvimos! Acababa de empezar Mazinger Z.

 

♫♫El terror la maldad

Koji puede dominar,

Y con él, su robot,

Mazinger!

Mazinger es fuerte y bravo,

es una furia!

No pueden con él,

preparado a combatir estááá!

Es inmortal, el robot,

siempre lucha por la paz!

Su amistad y su amor

Koji puede controlaaaarrr ♫♫

 

Aunque la televisión que tenían mis titos  era en blanco y negro, los dibujos animados del Mazinger  se veían la mar de chulis , pues Koji Kabuto  era el niño más valiente del mundo mundial. Cuando decía eso de: ¡Planeador abajo!, se me ponían los vellos como escarpias. ¡Mira que sacaban monstruos el Doctor Infierno y el Barón Ashler! ¡Pues a todo se los cargaba! ¡Qué bueno era conduciendo el robot!

No habíamos terminado de ver el emocionantísimo capítulo cuando apareció mi prima menos favorita: Matildita. Traía un vestido verde aceituna que la hacía más gorda todavía  y como mi tía la había peinado con tirabuzones parecía una muñeca chochona.  A mí por mucho que ella dijera que era una mujer, yo la seguía viendo como una niña. Eso sí, muy grande y muy ancha, pero, al fin y al cabo,  una niña.

Fue llegar y, para incordiar, se puso delante de nosotros para que no viéramos la tele.

—¡Matildita, quítate de delante que la carne de burro no es transparente! —Le dijo mi primo intentándola echar a un lado.

—¡Ni la de cerdo tan exigente! —Respondió mi prima sacándole la lengua a mi primo y poniendo cara de hermanastra de Cenicienta.

—Pues yo seré un cerdo, pero tú tienes más cabeza que un mulo blanco asomao a un postigo.

—¡ A qué te despachurro una torta en la cara!

—¡Niños! ¿Qué pasa aquí? —Intervino mi tía, al ver a los dos hermanos pelearse.

—¡Na  que la Matildita no nos deja ver la tele al primo Pepito y a mí!

—¡Mentira cochina!, me he puesto delante de vosotros para que me dijera que estaba muy guapa con el vestido y sois los dos tan poco caballerosos que no me habéis dicho nada.

Francisquito movió la cabeza y carraspeó como si fuera a decir algo gordo, pero yo me adelante diciéndole a su hermana lo que quería oír:

—Perdona, primita. Pero estábamos tan enfrascao viendo los dibujos animados que  no nos hemos dado cuenta lo distinta que venías con ese vestido y ese peinado nuevo.

Matildita, al oírme, se contoneó como las artistas de cine y movió la cabeza dándose importancia. Mi tía Enriqueta, conociendo a su hija, le pidió que nos dejara y que le ayudara a poner la mesa, que para eso era  ya una mujer.

—Aprende, es más chico que tú y más caballeroso —Dijo Miss Universo Repelente sacándole la lengua a su hermano, a la vez que atendía a lo que le había dicho  su madre.

Una vez, huracán Matildita dejó de entorpecer la visión de los dibujos animados, los ojos de mi primo y los míos se clavaron en la pequeña pantalla de televisión como si estuvieran hipnotizados.

Cuando terminó Mazinger Z (nos habíamos perdido una pelea, pero tampoco es que fuera nada del otro jueves), mi primo acercó su boca a mi oído y me susurró:

—¿Por qué le has mentido a mi hermana y le has dicho que está guapa?

—No le he dicho que estuviera guapa —le respondí con el tono de voz más bajito del mundo —, le he dicho que estaba distinta.

Mi primo cuando pilló el sentido de mis palabras,  empezó a mirar a su hermana, quien estaba ordenando los cubiertos en la mesa, y comenzó a reírse a mandíbula batiente. Matildita, que parecía tener un sexto sentido para estas cosas, nos echó una mirada asesina y, acto seguido, gritó:

—¡Maaammá, los niños se están riendo de mí!

Menos mal que llamaron a la puerta y nos salvamos de tener que dar explicaciones, porque si no me hubiera llovido la bronca padre.

La mamá de Francisquito se puso la ropa bien, le dijo a Matildita que fuera  corriendo a buscar a su padre y  salió a abrir la puerta, no sin antes echarnos una mirada de esas que te decían que como no estuvieras calladito y quieto te la ibas a ganar de todos los colores.

Quienes habían llegado eran mis primos gemelos y sus novias. ¡Qué guapas, que elegantes y modernísimas que eran! Una, la que venía cogida de la mano de Fernando, era rubia de peluquería y la otra, la de Ernesto, era morena. Se parecían a la rubia y la morena  de los Ángeles de Charlie.

Mi tito Paco, quien también se había puesto el traje de los domingos, apareció  corriendo y se puso al lado de su mujer. Invitó a pasar a las muchachas y les dijo que estaban en su casa.

—Marta estos  son mis padres —Dijo Fernando poniéndose  tan finolis como la gente de la capital —Papá, mamá, esta es Marta, mi novia.

Mis tíos le dieron dos sonoros besos a la muchacha y dijeron que estaban encantado de conocerla.

—Adela… estos son mis… padres —La voz de Ernesto parecía que no quería salirle del cuerpo y estaba colorado como un tomate —Papá…mamá… esta es Adela, mi novia.

Como si fuera una cosa que hubieran ensayado muchas veces los papás de Francisquito volvieron a hacer lo mismo con la chica morenita, que no sé porque, me pareció menos moderna que la otra, pero tenía cara de ser  muchísimo más simpática. Por lo que me habían contado eran primas, por eso no era raro que se parecieran tanto (Aunque no siempre deberá ser así, pues  yo no me parezco mucho a Francisquito y a Matildita menos).

Una vez les presentaron las zagalas a sus padres, los gemelos pasaron a donde estábamos los niños. Matildita se puso muy contenta cuando la rubia le dijo que estaba muy guapa y que su vestido era muy bonito. ¿Si tenía tan mal gusto, cómo diantres se había ennoviado con mi primo Fernando? Porque los gemelos otra cosa no, pero guapos eran un rato. En fin, otro misterio más  sin resolver para mi corta existencia.

De Francisquito les llamó la atención lo grande  y doble que era para su edad y la morena dijo que yo era muy guapo, muy simpático y que tenía cara de ser muy espabilado.

—Es un máquina en la escuela —Añadió mi tío Paco que hizo lo mismo que hacia mi hermano: despelucarme. ¡Le parecería bonito! Con todo el rato que había pasado yo con el peine haciéndome la raya. Como era mi tito favorito, ni siquiera le hice ningún pucherito. En fin, ya no me importaba mucho, pues las angelas de Charlie ya me habían visto vestido de bonito y sabían lo guapo, elegante y simpático que yo era. ¡Una  de ellas hasta me lo había dicho y todo!

La mamá de Francisquito, que era muy buena cocinera, había preparado, de primero,  una sopa de tomate que estaba de chuparse los dedos y, de segundo,  unos filetes de cabeza de cerdo extremeño que no se los saltaba un guardia. ¡Qué jartacomer me pegué! Comiendo de ese modo todos los días, no era de extrañar que Matildita y Francisquito estuvieran tan gorditos. Porque mi tita no tenía pinta de bruja malvada, sino pensaría que los estaba cebando para la matanza.

Tras el postre, Adela,  Marta  y Matildita ayudaron a mi tía Enriqueta a quitar la mesa y a poner el café. Ernesto y Fernando se quedaron charlando en la mesa. Como nosotros no pintábamos nada ya allí, preguntamos si nos podíamos ir a jugar.

—Cuando se vayan las visitas—Respondió mi tío, dando a entender que no había lugar a discusión alguna.

—¿Nos podemos ir a nuestro cuarto? —Preguntó mi primito temiendo que la respuesta de su papá fuera no.

—¿Por qué no se cogéis unos juguetes y se quedáis aquí en el salón? Las novias de los gemelos han venido hoy por primera vez a la casa y no es cuestión de quedar mal con las zagalas.

—Anda —Intervino Fernando —, no funfurruñeis mucho, que si se portáis bien, mañana  cuando volvamos de misa os sacamos nuestro “Excalestric”…

Fue escuchar la palabra “Excalestric” y me entraron unas ganas locas de saltar y gritar: ¡Bien! Si no lo hice, fue porque había visita y no quería quedar mal delante de ellas. Noté que estaba tan contento que se me subieron los colores, miré a Francisquito y le dije:

—Creo que lo mejor es que seamos buenos.

—Sí, pero si tardan mucho en irse nos vamos a terminar aburriendo —Me dijo muy bajito, muy bajito, para que los mayores no se enteraran de lo que hablábamos.

—¿Qué te parece si vamos por los comics a tu cuarto y nos ponemos a leerlo?

—Es que a mí me aburre mucho leer…

—Te puedes ver solo los dibujitos.

—Vale —Respondió mi primo bastante resignado —¡Papá!, ¿Podemos subir a mi cuarto a por los comics de Pepito?

—Sí, pero no enredéis mucho.

Mientras subía las escaleras, pensé que había una cosa de Francisquito que no me cuadraba. Estaba claro que era un niño muy listo, sabía todas esas cosas de mayores: los juegos de médico, los actos impuros, la masticación… ¡Diantres si sabía hasta lo de las pajas! Si era tan inteligente, ¿cómo le podía aburrir leer? Si era una de las cosas más guay del universo mundial. Don Remigio nos explicaba que leyendo aprendías las cosas del mundo y cuanto más leías menos analfabeto eras. En fin, sería que, como bien decía él, en cada pueblo las cosas eran de una forma distinta.

Cuando bajamos los novios y mis tíos estaban tomándose el café, debían estar contándose cosas muy divertidas y graciosas, pues no paraban de reírse. Sin embargo, a Matildita no debían de gustarles mucho, pues fue vernos llegar y se vino para nosotros con esa cara que ponía cuando se disponía a decir algo para fastidiarnos.

—¿Qué hacéis?

—Estamos leyendo comics. Yo el del Capitán Trueno, tu hermano el de los Samuráis pendencieros.

—¡Vaya pamplina! Al cenutrio este, lo que le hacía falta es un tontaina como tú, para volverlo más bruto todavía.

Francisquito apretó los puños, enseñó los dientes y con los ojos llenos de furia, le dijo:

—¡Como me digas otra vez cenutrio, te pego una gayua que te vas a enterar!

—¡Cenutrio! ¡Cenutrio! ¡Cenutrio! —Dijo Matildita muy bajito para que no se enteraran los mayores.

Mi primo se disponía a arrearle, cuando lo paré:

—Sabes que si le pegas a tu hermana una torta con las visitas aquí, mañana no nos sacan el “Excalestric” y si tus padres se mosquean mucho, son capaces de no traerme más otro fin de semana.

Miró a su hermana con cara de muy mala leche, bajo el puño y dijo:

—Llevas razón Pepito, para que vamos a hacerle caso a medio día, habiendo días enteros.

—¡Cenutrio! ¡Cenutrio! —Mi repelente prima, para que no la escucharan sus padres ya ni siquiera decía nada, simplemente movía los labios para cabrearnos. Cogimos los comics, nos lo pusimos delante de la cara y así evitamos verle la cara.

Como no consiguió fastidiarnos, la molestosa de mi prima hizo lo que mejor se le daba hacer para llamar la atención de los mayores: gritar.

—¡Maaamáaaa los niños no me dejan!

—Pues vente para acá —Respondió mi tía con una voz bastante calmada —seguro que estando aquí con nosotros, no te dicen nada.

Escondidos tras las páginas de los comics, mi primo y yo nos miramos y sonreímos complacidamente.

Como Francisquito se cansó de ver su comic y yo me supe de memoria el mío. Me puse a contarle, muy bajito para no molestar a los mayores, lo que había sucedido en aquel interesantísimo capítulo del  Capitán Trueno, enseñándole cada uno de los personajes. A él le gustó muchísimo Goliat.

—Esta tarde, Pepito, cuando nos cansemos de hacer de  Mazinger Z y del robot asesino, podemos jugar al Capitán Trueno.

—Sí, yo seré Crispín y tu Goliat.

—¡Bien! — Casi gritó mi primo de contento que se puso.

Estábamos tan inmersos en planificar nuestras actividades de la tarde que no nos dimos cuenta que Adela, la morena guapa y simpática, se había acercado y estaba agachada a nuestro lado.

—Pepito, me ha dicho mi novio que te quedas aquí hasta mañana.

—Sí, hasta después de la siesta que me llevara mi tito a mi casa —Dije recalcando cada una de las palabras, para dejar claro que me lo sabía tan bien como la tabla de multiplicar.

—Pues entonces, como no tienes prisa no sé si te gustaría venir al cine de Mérida.

La propuesta de la novia de Ernesto me cogió  completamente de sorpresa.  No estaba acostumbrado a que los mayores me propusieran ir al cine. Gertrudis solo me llevaba cuando la obligaba mi madre, para que no estuviera a solas con su novio.

—Sí, pero…¿Francisquito va a venir también?

—Sí, vamos a ir todos. Tus tíos, tus primos, Marta, tú y yo —Dijo poniendo una cara tan preciosa que daban ganas de comérsela a besos.

—¡Por supuesto! —Grité levantándome del suelo y saliendo a correr escaleras arriba.

—¿Dónde vas chiquillo? —Preguntó mi tío a verme subir las escaleras como Speedy Gonzáles

—A… peinarme…, tardo un… minuto —Respondí entre jadeos.

Mientras me ponía el pelo derechito y me echaba un poquito de colonia de la buena, pensé que hacía mucho que no iba al cine. La última película que  fui a ver  con mi hermana y Ángel fue la de “Grease” y ya había pasado tanto tiempo que las canciones casi ya no estaban de moda.

No pude peinarme  tan bien como a mí me gustaba pues mi tía me apremió para que bajara, que estaba toda la familia esperándome.

Francisquito y yo, nos fuimos en el “Range Rover” con Ernesto y Adela. En el coche de mi tito Paco se fueron los cinco restantes. Fue posar mi culito sobre el asiento del coche y me puse a practicar el deporte que más me gustaba:

—¿Qué película vamos a ver?

—Pedro y el dragón Elliot — Me respondió Adela con una agradable sonrisa.

¡Guau! ¡Vaya fin de semana más guay que me estaba pasando! Había jugado con Francisquito a los samuráis, había visto un episodio de Manzinger Z, había conocido a las guapísimas novias de los gemelos y, ¡por si fuera poco!, iba al cine a ver la última película de Walt Disney. Era el niño con más suerte del mundo mundial. ¿Se podía pasar mejor?

Continuará en: “¡Arre, arre, caballito!”

                                                                                                                                                                                                                        

Hola querido lector. Si estás por aquí supongo que habrás leído el relato en su totalidad. Yo siempre llegado este punto pido tu colaboración con comentarios, e-mails, valoraciones, a través de mi cuenta de Twiter etc., cualquier cosa que me haga pensar que no estoy “hablando” a la pared. Esta serie es muy especial para mí y me gustaría saber si lo que estoy haciendo con ella te gusta o no.

Si te ha gustado, y no conocías la historia,  hace poco publiqué una guía de lectura, donde en el apartado de “Los descubrimientos de Pepito” encontrarás los links de todos los episodios que la componen.

Sin más paso a agradecer y  responder los comentarios de En unos días tan señalados y la Guía de lectura año 2016 : A Jarkus: La idea era esa remover algunos recuerdos de  los que fuimos niño en los ochenta y contar un poco el sentido trágico de la Navidad. Ese echar de menos acuciantemente a la gente que nos falta. En cuanto a las faltas ortográficas, no creo que sea falta de revisión, sino que siempre se me termina escapando alguna; A marioromeritt: La verdad es que yo creo que me lo paso escribiendo tan bien, o más, que vosotros leyendo. Así que gracias a vosotros por estar ahí; a gatacolorada: La verdad que es este tipo de relatos no es lo que uno se espera encontrar en una web como esta, pero me gusta escribirlos y mientras haya un puñado de lectores a los que le interese seguiré haciéndolo. En cuanto a las series, tengo un embolado formado de los gordos, aunque ya parece que poco a poco lo voy solucionando; A Pepitoyfrancisquito: Tenía mucho miedo de que Mariano sonara a Pepito, y en mi opinión hay momentos en que sí, pero como iba a ser algo puntual, tampoco creí que debía marearme mucho la cabeza. La verdad es que de mendrugo a todo vergajo, han pasado más de treinta años. Ja, ja, ja. Confío en que os haya gustado el relato de hoy y os alivie un poquito la toma de posesión del Pelopollo,  aunque no haya ni Rocadura, ni Polladura;  a nunius: Ramón no se ha ido del todo, pero tardará en volver un poco (este año lo traeré en un flash back, pero poco más). No sé si te gustará Iván, pero este año va a ser su año, pues va a ser la historia (a partir de marzo o cosa así) que se va quedar fija hasta su conclusión. Me ha gustado eso que me has dicho de que a pesar de que te lo habías imaginado diferente, te hago vivir las historias de los distintos personajes y a danitorresi: Sé que es útil, pues aunque muchos lectores no digan nada, el número de visitas me dan fe de ello.

En tres semanas, más o menos, publicaré el primer episodio de: La playa del amor, titulado: Hagamos algo superficial y vulgar. Protagonistas: Guillermo, JJ y Mariano.

Hasta entonces disfrutad que la vida está para vivirla.

 

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 1/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 2/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido