Sexo, viagra y unos pantalones anchos de cintura ( 2ª parte y final)
La historia hasta el momento: JJ y M han pasado la primera noche de sus vacaciones en la ciudad gallega de Vigo. JJ se ha ligado a un parroquiano con el que ha pasado toda la noche en la habitación del hotel que comparte con M. Éste que se ha quedado toda la noche en espera de una llamada de JJ. Bueno toda la noche no, que gran parte se la ha pasado follando...
A la tercera llamada me cogió el teléfono, contestándome con una voz ronca...Me dijo que estaba sólo, que el gallego se había ido que tenía que hacer no sé que cosa. Cuando llegue a la habitación, intente parecer enfadado con él, pero tengo poca madera de actor y antes de que yo le soltara el discurso sobre lo mal amigo que era, me interrumpió diciendo en un tono jocoso :
-¡Tú has follado esta noche?, pedazo de cabrón.!
Le conté, sin dar muchos detalles mi historia con el ejecutivo de Burgos, omitiendo el polvo en el WC en la discoteca ( me daba un poco de corte, contárselo)... Entonces como si de una explosión cronometrada se tratase me empezó a relatar su polvo con Paco, pues así se llamaba el gallego. La emoción se pintaba en los ojos de JJ,por lo visto el tío había conseguido viagra por internet y la compartió con él, ¡ y a mi amigo que no se le hace falta que lo animen!
-.... La hostia con patatas tío! Tiene una polla de las que hay que santiguarse delante de ella y dura como una piedra... ¡Hemos echo de “to”! Nos hemos corrido tres veces y seguía dura... ¡Mira como la tengo todavía!- Cogiendo con su mano y mostrándome su abultado paquete a través de los boxers que tenía puesto – ¡Porque se ha tenido que ir, o si no hubiéramos seguido.!
-Y te hubiera dado igual dejarme en la calle!. Yo no sé ni como te aguanto.
-¿Porque soy buena persona, comprensivo, atento, simpático...?-contesto riéndose
-Si, a algunos le toca la lotería, y a mi me ha tocado aguantarte a ti.
Entre bromas empezamos a planear el día, pero JJ no tenía pensado hacer nada hasta mediodía que había quedado con Paco para comer, por lo que su mejor opción era seguir durmiendo hasta que llegara la hora. Me costó muchísimo convencerlo para que no se quedara en la habitación del hotel, yo quería ver la ciudad, el quería quedarse durmiendo... Pero al final una palabra mágica le devolvió las ganas por querer conocer la ciudad: Ir de compras. Pero su rendición no fue sin condiciones, cuando salio de la ducha, y en ese tono del que sabe que no acepta un no, me dijo:
-Oye, la camiseta amarilla que te regale no te la he visto puesta … ¿ No te gusta?
Llevaba toda la razón del mundo, el chaval me había comprado una camiseta y yo no la había estrenado siquiera ...Y no porque no me gustara, o porque no me quedara bien... Sino porque era muy “gay”, era una prenda que una vez te la ponías dejabas poca incertidumbre sobre tus preferencias sexuales... Aquella especie de lycra amarilla me parecía un cartel de neón, con el cual le gritabas a todo el mundo que eras maricón....¡ Pero que coño! Vigo era un sitio perfecto para vestime con ella, nadie me conocía y si me juzgaban tampoco me importaba.
Momentos después las calles de Vigo se nos revelaban como un esplendoroso horizonte que recorrer...
-¡Eres más cabrón que bonito!- le dije medio en broma medio en serio a mi amigo- Me haces vestirme como si fuera hoy el día del orgullo en Vigo y tú te has vestido como si fueras a una entrevista de trabajo.
-No pretenderás que te quite protagonismo, hoy la estrella eres tú, que yo ya tengo rollo para esta tarde.
Si hay algo donde Juan José sea incapaz de contener su homosexualidad ( aparte de un buen nabo con las venas “marcas” como él dice) es ante un escaparate.... Un escaparate es capaz de sacar sus peores instintos consumistas, le gusta todo, cualquier cosa es estupenda, aunque no le quede bien...
Yo en cambio, compro ropa de dos maneras cuando me hace falta, o por impulso... Como impulso fue el que sentí al ver aquellos pantalones marrones, ¡Eran preciosos! Mire el precio, y tenían una buena rebaja .. Me acerque al dependiente a pedirle mi talla.
-Son los únicos que quedan, pero vienen pequeños. Pruébese la cuarenta y dos. Puede quedarle bien.
Pase al probador, y como Juan José estaba viendo que más se podía llevar de la tienda, tuve que llamar al señor que me había atendido para que me diera su visto bueno...El vendedor era un hombres de unos cuarenta años, ancho de espaldas, metidito en carne pero sin parecer gordo, atractivo pero sin ser guapo...
-Le queda, un poco ancho de cintura pero se lo podemos arreglar. Salvo de largo del resto le queda estupendo...
-Es que estoy de paso...¿Para cuando me lo pueden tener?
-Si se lo pongo urgente, para mañana por la tarde
-Entonces tomeme las medidas.
Mientras el amable señor que me estaba atendiendo fue por los enseres, me mire en el espejo, la camiseta me sentaba de puta madre, las horas de gimnasio no habían sido en vano, me marcaba los hombros, los dorsales y el pectoral de una manera magnifica, dejando al descubierto unos trabajados brazos... Tan hundido estaba en el pecado de la vanidad, que no sentí llegar al dependiente, que hizo notar su presencia con un leve carraspeo.
-Perdona, no te habia visto llegar
-No importa, por favor ¿ se pone usted derecho?
Y cogiendo un par de alfileres en su boca empezó a tomarme medidas. Primero me midió la cintura, la cual comprobó si quedaba muy apretado pasando un dedo por la parte delantera, no sé si fue mi mente calenturienta o paso en realidad, pero sentí como sus dedos acariciaban débilmente la parte externa de mi slip; cierto o falso el caso es que mi pene se despertó, un poquito... Para terminar por despertarse del todo cuando me tomó las medidas del tiro, que según el vendedor también había que arreglar. Mi polla estaba bastante dura, circunstancia que fue percibida por el cuarentón al pasar su mano a lo largo de la entrepierna; el vendedor respiro profundamente y disimulo como pudo . Cuando ponía los alfileres en los bajos, pude ver como una fugaz mirada lujuriosa se clavaba en mi trasero.
-Pase ahora por caja, y le preparo el resguardo del arreglo-me dijo abandonando el probador
Mientras me cambiaba, mis pensamientos no podían ser más caóticos, hasta el punto de llegar a preguntarme si tendría esa enfermedad de adicción al sexo, de la que tanto se hablaba últimamente.
Mientras rellenó mis datos en el resguardo, el vendedor se mostró un pelín nervioso, yo intente que se relajara haciéndole todos los halagos posibles a la tienda. Le dí las gracias por sus atenciones con un espontaneo apretón de mano. Tarde en irme de la tienda pues Juan José se tenía que probar todo aquello que le gustaba.... Durante aquel tiempo, pille al vendedor mirándome un par de veces,yo le respondí en ambas ocasiones con una sonrisa complaciente...Seis bolsas de supuestas gangas después abandonamos la tienda. ¡ Ya llegábamos tarde al almuerzo con Paco!
Como siempre, espero sus comentarios. Y gracias por leerme
Continuara en “El parque de Yellowstone (Yogui)” , si nada lo impide, el viernes que viene en tu pantalla