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Instinto básico

en Bisexuales

21/08/12 (15:30 aprox)

El mejor invento del hombre, después de la cama y los condones, el microondas. De no ser por él hubiera tenido que comer todos los días fuera y ni está la cosa para muchos gastos extras, ni la comida de los bares se parece  ni de lejos a la que hace mi mujer. Siendo el desastre que soy en la cocina, en los días que tengo a la parienta en la playa, me he convertido en un adicto a la comida de los “Tupperware”.

Mientras espero que la carne con tomates se caliente y  me frio unas papas fritas para acompañarla, no puedo dejar de darle vueltas a lo ocurrido esta mañana: He echado  todo un pedazo de polvo con la Debo, mi primera novia. Un polvo (y nunca mejor dicho) como los que echaba antes.

Me la encontré al salir del banco, a pesar de que su aspecto es  bastante más maduro, de mucho más mujer, sigue siendo el mismo pivón  que era cuando tenía dieciocho años. Fue vernos y la confianza que nos teníamos en nuestra juventud volvió  a renacer de inmediato.

Con la  falsa excusa de que la marcha atrás del coche de su cuñada no funcionaba, fuimos al taller y a lo tonto a lo tonto, echamos un ratito la mar de bueno. He tenido todo el tiempo la sensación de que no hubieran pasado quince años y  de que fue ayer cuando nos vimos la última vez.

Una vez apagamos la calentura con un buen meneo. Mi ex ha hecho algo que me ha dejado dándole vueltas a la cabeza   toda la mañana: Me ha pedido que vaya al chalet que  tienen alquilado  para estos días en la barriada de la Ponderosa, pues quizás su marido pueda solucionar mis problemas financieros. Sin darme tiempo a indagar y preguntarle más nada, me ha dado una tarjetita con su teléfono para que la llame antes de ir.

Como está claro que necesito la pasta como el comer, no voy a tener más remedio que acercarme esta tarde a ver qué es lo que se traen entre manos  el  mejicanito y ella. Mientras saco las papas de la freidora, un pensamiento malsano recorre mi cabeza: ¿Serán una pareja moderna de esa y me habrán invitado para hacer un trío? Instintivamente me llevo la mano al calvo cabezón y compruebo que se está volviendo a poner “contentito”. ¿Cómo puede ser que tenga otra vez ganas de jarana con el día que llevo? Dos pajas y un  buen señor  polvo, de seguir lo que queda del día soy capaz de  hacer línea y hasta terminar cantando  bingo.

Esta tarde, como el Quino me ha llamado diciendo que  hasta mañana no me va a poder llevar el coche para la puesta a punto, no tengo currelo, por lo que una vez almuerce me voy a pegar una siesta que no se la va a saltar un guardia. No vaya a ser que lleve razón  yo con lo de la parejita liberal, no me coja descansado y no pueda echar un buen quiqui como Dios manda. ¡Manda cojones, una vez que me sale un  buen chapú,   no voy a tener el martillo en condiciones! Así que nada más recoja la cocina, me pongo un documental  de ballenas en la tele, seguro que me quedo frito a los dos minutos y llego flama al chalet de mi amiga. ¡Todo sea por  dejar el pabellón bien alto!

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La Debo ha cogido mi rabo y le está pegando una mamada de tres pares de cojones. Su marido, por su parte, no pierde el tiempo y se ha bajado al pilón. Contemplar la salvaje comida de coño que le está pegando, me tiene más caliente que el palo de un churrero y si a eso le sumamos que cuanto más se esmera el mejicano, mejor me la mama mi ex, tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no echarle la corrida en la boca.

El morenito parece que me ha leído el pensamiento,  para de comerle la almeja a su parienta y le hace una señal para que deje de darle besitos a mi  calvo cabezón.

Se tiende en la cama, hay tanta complicidad entre los dos que con un mero gesto ella entiende perfectamente que es lo que él quiere que haga. Sin dejar de mirarnos con carita de desvergonzada, se sienta a la grupa de su marido, coge su verga y se la coloca en la entrada de su conejito. Una vez comprueba que está perfectamente posicionada, se mete el negro salchichón del mejicano de golpe y comienza a cabalgarlo frenéticamente.

Durante unos segundos me siento como que estoy allí de más, pero, como si los muy cabrones supieran de antemano lo que estoy pensando,  me invitan con un gesto a que me una a ellos.

Me dispongo a ponerme de pie en la cama y meterle el cipote en la boca a mi ex, pero soy detenido por su pariente que me dice:

—Por ahí no Iván, ¿acaso no ves que queda un huequito detrás?

Lo miró como diciéndole: “¡Pero qué me estás contando!”, pero el tío permanece impasible, con lo que me queda claro que hoy voy a cumplir una de mis más recurrentes fantasías: Una doble penetración.

Me acomodo tras las nalgas de Débora y voy metiendo, poco a poco, mi ancho pene por el estrecho agujero. Su ano se dilata con una facilidad pasmosa y deja pasar por completo mi herramienta sexual. Una vez mi rabo está metido hasta los huevos, su marido y yo nos comenzamos a mover al compás, como si bailáramos  nuestra canción favorita.

Tras unos minutos, con la increíble sensación que es  tener  mi cipote oprimido entre las paredes del esfínter de mi ex y el carajo de su marido, mi calvo cabezón escupe el contenido de mis cojones y  llena de leche las entrañas de la Debo.

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A la vez que me voy despertando de la siesta, soy consciente de que todo ha sido un sueño y que lo único real es que tengo los calzoncillos  completamente empapados de agüilla, o liquido pre seminal que le dirían la gente fina. Sin pensármelo dos veces, me voy a la cocina y me tomo un  chute de café para espabilarme.

Como un zombi entro en el baño y me pego  una buena duchita, lavándome con esmero las partes nobles (por si las moscas). Estoy nervioso por partida doble, por un lado, no sé qué tipo de oferta me va a hacer el marido de mi ex  con respecto al préstamo, y por otro,  no dejo de pensar que estos dos se traen algún mamoneo entre manos. Iván Izquierdo no tendrá muchos estudios, pero si mucho mundo y una muy buena nariz. Cuando algo me huele a chamusquina, es porque algo se está quemando. Aunque aquí lo único que está ardiendo es mi nabo que, después del dicho sueñecito, no se me termina de bajar ni a la de tres. 

No sé porque he escogido el pantalón y la camisa más guapa que tengo. Incluso me he echado un poco del perfume que me regalo mi mujer por el día de los padres. Creo que causar una buena impresión al mejicanito me importa más de lo que pensaba. Aunque no tengo complejo ninguno por mi forma de hablar y de ser, cuando me tengo que enfrentar a desconocidos de otro nivel social, siempre me pongo un poquito nervioso, como si temiera meter la pata sin querer. En casos como estos, para armarme de valor, siempre me acuerdo de lo que me decía mi padre: “Hijo mío, nadie es mejor que nadie, por mucho que haya estudiado una persona y por mucho dinero que tenga. Al final, mea, caga y se va a morir igual que tú cuando llegue su hora”.

Antes de salir para la reunión, telefoneo a Eva, mi mujer, hablamos cosas sin importancia: cómo se lo está pasando,  las travesuras  que ha hecho nuestra hijita en la playa, los achaques de su madre, a los conocidos que se ha encontrado… Yo le cuento cuatro tonterías y le saco una sonrisa. Ni le cuento el problemón que tengo con lo del  puñetero préstamo, ni le hablo de que he visto a Débora. Lo primero para no preocuparla, lo segundo para que no se cabree y no sume dos más dos. Para no sentirme mal, me digo que ocultar la verdad no es lo mismo que  mentir  (¡y mientras no te pillen!...).

Me pasa a Evita para que chapurree  un poquito conmigo. Oírla decir cuatro palabras ininteligibles  hace que mi vida tome sentido, que cualquier sacrificio o esfuerzo por sacar mi familia adelante merezca la pena. No me importa que la gente piense si soy mejor o peor persona, si soy más listo o menos, pero lo que  no me perdonaría es que llegaran a pensar que no soy un buen padre.

De camino a la urbanización de chalets de gente bien de la Ponderosa no puedo sacarme de la cabeza su vocecita y que es una fotocopia en pequeñito de su madre. La verdad es que Eva es una buena mujer y no se merece las cosas que hago de vez en cuando. Me gustaría saber dominar mis instintos, pero es que soy de naturaleza muy caliente y, como buen macho que soy,  no desaprovecho ninguna oportunidad de las pocas que se me presentan (Cuando no las busco yo solito, ¡que ya me vale!).  

Aunque a lo de follar con el maestrito yo no lo llamaría ponerle los cuernos, lo de esta mañana con la Debo sí que  lo ha sido. No sé cómo reaccionaría si algún día se enterara que ando petándole el culo por ahí a un tío, sin  embargo lo que tengo cristalino es que el día que se entere que he estado con mi ex, me pone las maletas en la puerta y me manda de vuelta con mi madre. ¿Por qué carajo no sabré tener la polla dentro de los pantalones?  Supongo que tendrá mucho que ver con que me gusta mucho la variedad y  lo de comer todos los días lentejas cansa.

Una vez llego a la barriada de las afueras de Alcalá, marcó el teléfono que me dio mi amiga y ella me indica la dirección exacta en donde se encuentra. Apenas tengo que dar una vuelta a la manzana para localizar el sitio, aparco la furgo donde buenamente puedo y me encamino hacia la que creo que es la vivienda que tiene alquilada mi ex.

La pinta con la que me recibe Débora es más propia de alguien que va a salir de fiestas, que de alguien que se dispone a tener una reunión de temas financieros y serios. Lleva un vestido semitransparente de color verde claro, es tan corto que con un poco de imaginación casi le puedo  ver el culo. Va maquillada de un modo exquisito y, lo que más llama mi atención, lleva unos tacones muy altos y finos.  Esto con dos cervezas de más,  es lo que los tío llamamos el uniforme propio de una calienta pollas. Está claro que, o  se ha arreglado a propósito para verme o  es de las que suele ir en casa tan sencilla como la Victoria Beckham.  Por un instante me siento como el fontanero de una película porno.

Es verme y sus ojos brillan de un modo que su cara parece iluminarse por completo. No puedo evitar mirarla de arriba abajo y resoplar al comprobar lo buenísima que está la gachi.  Tras estamparme dos soberanos besos en la mejilla, muy cerquita de la boca. Me hace pasar al salón.

La decoración del chalet deja claro que, como sospechaba, mi amiga y su marido están en el “taco”. Todo  lo que veo tiene pinta de ser muy caro. No sé cuánto tiempo piensan pasar en el pueblo, pero tengo claro que el alquiler les va a salir por un huevo y la yema del otro.

La habitación a la que me lleva mi amiga huele a diseño y lujo por los cuatro costados. El mobiliario, la decoración de la pared, la iluminación,… cualquier cosa  está cuidada al cien por cien. Tengo la sensación que estoy viendo una de esas casas que salen las  revistas  de decoración que suele haber  en las consultas de los dentistas. Si mi mujer estuviera aquí alucinaría, pues estas cosas le gustan una barbaridad.

Me invita a sentarme  sobre un sofá que ocupa toda la esquina de la extensa habitación, me señala  un botellero que hay en uno de los laterales de este y  me pregunta que si quiero una copa.  Me encuentro un poco abrumado tanto por el lugar, como por su actitud, así que simplemente me limito a asentir con la cabeza.

—¿Sigues tomando Whisky con agua?

—Para que cambiar, si me va bien —Respondo acompañando a mis palabras con una sonrisa nerviosa y ligeramente  forzada.

—Eduardo ha estado haciendo unas gestiones en Sevilla y me ha llamado diciendo que ya está en camino. Si no hay mucho tráfico en unos cuarenta minutos estará aquí.

Me da el vaso de whisky, alargando la mano de un modo tal que se me antoja un tanto sensual. No sé si es por cómo va vestida,  por cómo se contonea o por cómo me mira, pero cada vez, tal como sospechaba, tengo más claro que esta tarde va haber temita del bueno otra vez. Es vislumbrar esa posibilidad y   a mi calvo cabezón le da por llenarse de sangre.

Se  coloca junto a mí, se apoya   de lado sobre sus  rodillas y  recoge el escueto vestido, dejándome ver una mayor porción de sus muslos. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que mi ex no ha tenido suficiente ración de  polla de Iván con la de esta mañana y vuelve a tener ganas de  jarana otra vez.  La observo detenidamente, seguramente  sea por la predisposición al sexo que me sugiere su actitud,  pero aún  la veo más guapa. Es imaginarla de nuevo desnuda  y mi verga se vuelve a poner dura como un martillo.

Ella coge su copa con las dos manos, pega un sorbo de un modo sumamente provocativo y, a continuación,  se relame los labios con la punta de la lengua. Sin pensármelo, aproximo mi cabeza y pego mi nariz con la suya. Paso mi mano por sus hombros, le acaricio el pelo y después la nuca. Nuestro ojos comienzan a hablar y su conversación culmina con un beso, primero pausado y afectuoso, para culminar en una estrepitosa pasión.

Del mismo modo  súbito que comenzamos a entremezclar nuestras lenguas, dejamos de hacerlo. Su marido no se me quita de la cabeza. Pese a que me da la sensación de que es un tío con la mente abierta y que no me importaría prestarme a su parienta un ratillo, no me parece oportuno estar “hilvanándomela”, mientras espero que el buen hombre se deje caer y  me haga un préstamo de seis mil euros.

—¿Debo? ¿Y Eduardo qué?

—Todavía tarda en llegar y además siempre llama cuando está llegando al pueblo, por si tiene que traerme algo del súper.

—Bueno, pues si a ti no te preocupa, a mi menos —Le digo metiendo una  mano debajo de su falda, al tiempo que poso mis labios sobre los suyos.

Si unos instantes antes he guardado un poco de cautela, es conocer que no hay peligro alguno y esta desaparece por completo. Dueño de la situación,  no contengo ni una pizca  la calentura que llevo dentro, pues me temo  que si lo hago,  el termómetro que tengo en medio de las piernas va a terminar estallando de un momento a otro.

Del mismo modo que mi lengua atraviesa sus dientes en busca de la suya, mis dedos apartan la telita  que me impiden tocar su chochito adecuadamente. Es rozar los pelillos de su coño y mi cipote empieza a vibrar pidiendo que lo saque de paseo.

Débora, por su parte,  ha desabrochado los botones superiores de mi camisa y ha deslizado su mano por la abertura, para juguetear primero con los rizados pelos de mi pecho y después acariciar mis tetillas de un modo tan cariñoso como morboso.

Poco a poco nos vamos quedando en pelotas, mi camisa cae al suelo al mismo tiempo que su vestido. Como una perra en celo mi amiga se abalanza sobre mi bragueta. Verla desabrochar  mi cinturón y mis pantalones con una destreza poco habitual, me pone como una moto. Cuando me quiero dar cuenta, ya tengo el pájaro fuera de la jaula. Por la forma en que hunde su cabeza en mi entrepierna y se mete mi calvo cabezón en la boca, tengo la impresión de que mi ex sigue igual de cachonda que esta mañana.  

Si ella quiere seguir con la dieta de paloduz, yo me muero por saborear  su conejo. Meto uno de mis dedos en su coñito, lo empapo de sus jugos, me lo llevo a la boca y los relamo golosamente.

Mientras Débora sigue pegándome un buen lavao de cabeza, repito la operación varias veces y me deleito saboreando sus efluvios vaginales. La muy hija de puta cada vez está más mojada, aunque estoy más a gusto que un cochino en un charco, me entran unas ganas locas de hacer otra cosa bien distinta.

—Debo, me gustaría follarte.

Mi acompañante se saca mi rabo de la boca, aunque al principio mi burda petición la desconcierta un poco, me sonríe, se levanta y  me hace un gesto  con la mano para que la acompañe.  

Sospecho que donde me lleva es a su dormitorio, aunque mi primer pensamiento es catalogar a Débora de guarrilla por joder conmigo donde duerme con su marido, la proposición me parece la hostia de  morbosa y el carajo se me empina aún más.

Si el salón me pareció lujoso, ¡el dormitorio es la leche en bote!  Hay una cama con un cabecero grande  de barrotes como los antiguos, con unas borlas  doradas en sus extremos. Frente a ella se encuentra un armario con una luna de cristal que coge todo su testero. La idea de imaginarme reflejado en él follando, me parece de lo más sugerente, instintivamente me llevo la mano al cipote y lo aprieto fuertemente.  

Ella al verme hacer esto, me coge el manubrio como si este fuera una correa de la que tirar y me empuja sobre la cama. A continuación, se arrodilla entre mis piernas y prosigue comiéndome el nabo, con más ganas si cabe. Nunca antes una tía me la había comido con tanto ímpetu, siento el calor que emana su garganta sobre mi glande y tengo que clavar las manos sobre las sabanas para poder soportar el placer que me invade. Como no quiero correrme aún, tiro suavemente de su pelo y aparto su cabeza de mi pelvis.

—No tan rápido, que tu marido tarda media hora todavía en llegar y quiero que esto dure un poquito, que sabe Dios cuando voy a echar otro polvo parecido…

—Te quieres tomar tu tiempo, ¿ein? —Sus palabras están pronunciadas muy despacito y con una sinvergonzonería que se ve incrementada por el hecho de que, a la vez que habla, se va relamiendo el labio superior.  

La agarro por los hombros y tiro de ella hasta aproximar su rostro al mío. No puedo reprimir darle un beso y envolverla entre mis brazos, cuando nos queremos dar cuenta estamos retozando sobre la cama como dos adolescentes. De nuevo, estar con esta mujer me hace retroceder en el tiempo y me rejuvenece lo que no hay en los escritos. ¿Cómo habría sido nuestra vida juntos si la Vane no hubiera malmetido entre nosotros?

De vez en cuando, observo nuestro reflejo en la luna de cristal y la imagen que esta me muestra no puede ser más libidinosa. A pesar de que ya no somos unos niños, aun somos jóvenes y nuestros cuerpos, sin ser perfectos, son capaces de inspirar los más tórridos deseos.

Mientras nos acariciamos y jugamos a darnos placer mutuamente, nuestros ojos se buscan y no pueden evitar soltar unas pequeñas carcajadas. Me gustaría pensar que es solo sexo lo que mueve mi cuerpo, pero a pesar de lo duro que tengo el cipote, a pesar de las ganas que tengo de meterla en su chochito, está claro que todavía queda algo de rescoldo del cariño que nos tuvimos en nuestra juventud. Dicen que el primer amor nunca se olvida…

De repente mi ex, deja de hacerse receptiva a mis achuchones y besos. Aparta sus labios de los míos, se escapa como puede de mis brazos, pone cara de pillina y me pregunta:

—¿Has visto la peli “Instinto básico”?

Al escuchar la puñetera pregunta se me tiene que quedar una cara de amamonao de las que hacen época, pues sin esperar a que diga nada mi amiga vuelve a insistir.

—¡No me digas que no! Si la ha visto hasta el Tato. Esa en la que trabaja la Sharon Stone y el Michael Douglas…

—Sí  la he visto, pero ¿me quieres decir a qué coño viene hacerme esa  pregunta ahora?

—¡Tranquilo hombre! ¡Qué no pasa nada! Simplemente quería saber si te acuerdas de la escena del principio…

—¿En la que ernota está atado a la cama y la gachi  lo está cabalgando?

—Sí, esa concretamente —Guarda unos segundos de silencio como si estuviera esperando una reacción por mi parte, como no llega, prosigue —. ¿Te da morbo el tema ese de que te aten y tal?

Sin contestarle, me deslizo por la cama y miro debajo de esta.

—¿Qué haces tío?

—Ver si tienes un picahielos escondido.

Mi patochada provoca que Débora dé una risotada, me saca la lengua haciendo un gesto de fastidio, al tiempo que me golpea el hombro suavemente con la mano abierta.

—¡Deja de hacer el tonto y contéstame!

—¿ Quieres saber si me da morbo el tema? ¡Contigo lo que sea! — A la vez que digo esto último, la cojo por la cintura, la aprisiono contra mí y termino dándole un pequeño  y juguetón muerdo en el cuello.

Contoneándose como una gatita se zafa de mis manos y se dirige hacia la mesita de noche. Con un gesto despreocupado, saca de uno de sus cajones  unas esposas y un antifaz. Haciendo alarde de su mejor carita de golfa, me enseña los artilugios en espera de mi consentimiento.

La simple idea de que me cabalgue atado a la cama, hace que mi calvo cabezón se encabrite cosa mala. Sin embargo, lo de que quiera taparme los ojos no lo veo de ninguna manera y así se lo hago saber.

—¿Qué para que he sacado el antifaz?  —Me contesta  arrastrando las silabas de un modo  de lo más sugerente, al tiempo que se mueve de un mudo tan provocativo que conseguiría levantársela  a un muerto —Para que no veas las cosas que voy a hacerte. De vez en cuando se lo hago a Eduardo y te puedo garantizar que se me pone como loco. ¡Tío, te vas a morir de gusto! 

—Pero no me mates del to, solo un poquito, que tengo que arreglar lo del préstamo con tu marido, ¿ok?

Sin decir esta boca es mía, apoya la palma de su mano sobre mi pecho y me empuja contra el cabecero de la cama.  Me da un salvaje muerdo, levanta mis manos por encima de mi cabeza,  poniéndome  las esposas con bastante destreza   y encadenándome a una de las barras de la parte alta de la cama. En unos segundos, he pasado de ser dueño de mis actos a ser esclavo de los deseos de la mujer que tengo ante mí.

A cada segundo que transcurre soy más consciente lo indefenso que estoy  ante ella,  me siento como una marioneta con quien puede hacer lo que le venga en ganas.  Arrodillado sobre la parte alta de la cama y con los brazos en cruz sobre los barrotes del cabecero, no puedo evitar pensar mi única salida es entregarme a sus deseos. Aunque no me da miedo nada de lo que puede llegar a hacerme, me veo incapaz de contrariarla.

Me toca la barbilla mordiéndose el labio y se va, dejándome encadenado de un modo bastante comprometido. Por unos momento, estoy tentado de gritar y decirle que venga a desatarme, sin embargo, la situación me supera como ninguna otra lo ha hecho antes, tanto que hasta me quedo sin palabras (¡Qué ya es difícil!).

Aunque confío en Débora con los ojos cerrados, su actitud me deja un poco desconcertado. ¿Dónde carajo habrá ido? ¿Y por qué coño tarda tanto? Me agobio un huevo, poco a poco noto como el deseo sexual empieza a abandonarme y mi “martillo” va perdiendo su dureza.

Unos eternos minutos después vuelve con una caja de condones en la mano. Al ver mi cara de desconcierto (rozando el cabreo), me dice:

—¡Tio!, ¿no esperarías que me la iba dejar meter a pelo?

Tras abrir el envase de un preservativo, me masturba un ratillo para conseguir ponérmela dura otra vez. Una vez lo consigue (lo que no le cuesta demasiado esfuerzo),  me coloca un condón, se lleva las manos al coño de un modo cuanto menos un poquito basto, se acuclilla sobre mí y se ensarta mi cipote. La sensación de estar sometido a sus caprichos por completo es sumamente morbosa, saber que mi amiga puede hacer con mi rabo y conmigo lo que le venga en ganas me pone como una moto y ella, que se da cuenta de ello perfectamente, comienza a cabalgarme con más brío.

Contemplar cómo sus dos cantaros se mueven voluptuosamente ante mis ojos y no poder acariciarlas, me hace sentir incomodo pero a la vez me proporciona sensaciones la mar de agradables. La follada que me está metiendo es de las que no se olvidan fácilmente y la muy perra sabe exactamente cuándo parar para que no me corra.  Someterme a la voluntad del volcán sexual que sigue siendo la Debo, me tiene totalmente fuera de mí.

Con cada contoneo de sus caderas, hunde implacablemente mi mazo de carne en su vagina un poco más. El roce de las paredes de su sexo contra el mío me hacen suspirar y murmurar obscenidades. Ella agarrada fuertemente a las barras que tengo tras de mí, sube y baja como si estuviera montada en un tiovivo  haciéndome gozar como pocas veces lo han hecho.

En una de estas, coge el antifaz que descansa al lado  de uno de sus muslos. Sin detener los movimientos de su pelvis, me lo coloca y me deja completamente a ciegas. Si hasta hace unos momentos me sentía indefenso ante ella, el hecho de no poder ver lo que me rodea me hace más vulnerable aún. Ignoro cuál es el motivo,  pero el  hecho de estar inmovilizado y ajeno a lo que ocurre a mi alrededor lo veo como un añadido más a nuestros lujuriosos juegos. Un añadido que me pone cachondo perdido.  

Como si intuyera que si sigue así voy a terminar eyaculando,  deja de cabalgarme y se levanta.  Se baja de la cama y camina por la habitación, como si buscara algo. Oigo como arrastra levemente los pies por el suelo de la habitación y tengo la impresión que sale de esta. Por unos segundos dejo de percibir  su presencia como si se hubiera esfumado por completo, sospecho que se ha largado en busca de algún juguetito nuevo, pero eso no me tranquiliza pues por primera vez desde que me encadeno a la cama, recuerdo que su marido está en camino y un sentimiento la mar de incomodo comienza a removerse en mi interior.

Aunque intento tranquilizarme recordando el sueño de esta tarde e imaginarme teniendo un trio con la Debo y su marido, no lo consigo del todo. Pues como decía el  chespir ese:Los sueños, sueños son.”…

Oigo como mi amiga entra en el cuarto a hurtadillas, pues apenas hace ruido al andar, como si pretendiera pasar desapercibida. Cuando noto como se sube a la cama, estoy tentado de decirle  una bestialidad de las mías, pero me callo, una parte de mí teme hacerla enfadar con una de mis inoportunas gilipolleces y, doblegado como estoy ante ella, opto por guardar silencio.

Sin pronunciar palabra alguna me quita el “gorrito del nene” y comienza a chupar de nuevo mi nabo, el cual se ha aflojado un pelín, pero nada más notar  sus mimos, comienza a despabilarse y  vuelve a llenarse de sangre. Lo primero que hace es lamerme la  zona del frenillo y pasear la lengua por los pliegues del glande. Mientras lo saborea empieza a juguetear con mis vellos púbicos, seguidamente empieza a pasarme los dedos por la parte baja de los huevos, para concluir, como quien no quiere la cosa, haciéndome círculos con ellos en el ojete.

Como no protesto, su lengua baja por el tronco de mi churra hasta los huevos. Sin dejar de tocarme el buje, mi ex comienza a lamerme los cojones. Me levanta el pompis y, una vez tiene fácil acceso a él,  comienza a darme un soberbio beso negro.

Es percibir su lengua coqueteando con los pelos de mi ano, impregnando este de caliente saliva y una oleada de placer me invade. Al poco, al igual que me sucediera cuando me lo comió Mariano, no puedo reprimir que de mi capullo brote un chorro de leche que  termina salpicándome sobre la barriga.

Ya sea por mis quejidos o porque no paro de retorcerme de gusto, la Debo se da cuenta rápidamente de que me he corrido. Sin embargo, no abandona lo que está haciendo y prosigue comiéndome el culo de una manera bestial, con lo que mi polla en vez de bajarse se pone aún más dura.

Un instante más tarde mi ex deja de chuparme el mojino y saca la cabeza de debajo de mi trasero. Noto como se baja de la cama y abre un cajón. Poco después siento algo húmedo sobre la zona genital, por el tacto y la forma de usarla pienso que se trata de una toallita húmeda. Tras limpiarme concienzudamente, Débora me toca la polla y la aprieta entre sus dedos.  

—¿Todavía estás así?

—Soy capaz de echarte otro si quieres.

—¡Fanfarrón!

—Para nada, soy capaz de correrme dos o tres veces seguidas si quiero.

—¿Qué eres multiorgásmico?

—¿Multiqué?

—Multiorgásmico, así es como se llama a los hombres que son capaces de eyacular dos o tres veces seguidas.

—Pues sí tú lo dices, será. Yo lo que sé es que si me lo propongo soy capaz de hacerlo, pero no sabía que se llamara así.

—Pues esta mañana solo me has echado uno… —Al decir esto aprieta mi capullo suavemente entre sus dedos —¿Acaso no te gusto como antes ?

La pregunta de mi amiga me coge completamente fuera de juego, eso sumado a que no veo tres en un burro por el puto antifaz, hace que en vez de darle una respuesta rápida, le suelte algo que suena a excusa por los cuatros costados, porque evidentemente la verdadera razón (que me había hecho dos buenas pajas mañaneras), lo se la iba a contar.

—Es que entiéndelo tía, estaba en el trabajo y ya sabes lo que dice el refrán: donde tengas la olla no metas la polla.

Como mi acompañante no dice ni mu y como no puedo ver su reacción,  soy incapaz de saber si se ha tragado mi trola o no, con lo que la situación se me hace un poquito tensa.  

De nuevo oigo como abre un cajón y saca algo de su interior. Lo siguiente que percibo es que unta un líquido pegajoso en el culo, la sensación es muy extraña y molesto le pregunto:

—Debo, ¿qué carajo haces?

Tranqui, tranqui…Que visto cómo te has corrido con un beso negro, creo que esto te va a gustar.

Intuyo lo que va a hacer, pero no sé si porque diga yo lo que diga va a llevarlo a cabo de igual modo o porque tengo curiosidad en saber lo que se siente, me callo y la dejo hacer.

Tras untarme lo que sospecho  es crema lubricante, la Debo mete tímidamente un dedito, yo intento relajar mis esfínter para que no me haga daño y, salvo una leve punzada al principio, entra sin ninguna dificultad.

Mentiría si dijera que no me da un poco de gustirrinin, no obstante, si no fuera por el estado en el que estoy (cegado y amordazado), no le dejaría hacerme una cosa así a nadie. Puede  parecer una tontería,  pero siento mi masculinidad tocada, como si hubiera pasado una frontera prohibida. Pues aunque la ley de Mahoma dice que tan bujarrón es el que da como el que toma, no es lo mismo darle “caña de lomo” a  un tío a que te pongan un supositorio. Aunque sea una tía la que lo haga.  

No contenta con meterme un dedo mi ex me mete dos, pero esta vez me duele un poco y no tengo más remedio que pedir que me lo saque. Intenta seguir jugueteando con uno solo, pero mi ano está un poco dolorido y lo tenemos que dejar.

Se me ha cortado un poco el rollo, creo que la churra se me ha encogido como con una ducha de agua fría. Mi amiga se da cuenta de ello y se pone a chupármela de nuevo.

Ignoro si es porque todavía siento como si me taladraran el ojete, pero tengo la sensación de que me la está mamando de un modo bastante distinto que las otras veces que lo ha hecho. No es que las anteriores ocasiones no me gustaran, es que esta vez lo está haciendo de requeteputísima madre.

Me coge los testículos  y los estruja entre sus dedos, el modo tan enérgico como lo hace no tiene nada que ver con el modo delicado que me lo ha tocado hace un rato. Tengo la sensación de que descubrir que soy capaz de echar tres seguidos, la ha puesto canchondísima y me la está chupando con más ganas.

De buenas a primera se traga mi rabo por completo, ¡qué boquita tan caliente tiene la joiamadre! Si no me hubiera corrido hace una mijina, me iba de nuevo otra vez… ¡Joder, Dios mío! Si me la está chupando casi tan bien como el maestrito (¡Qué ya es decir!).

Tras retenerla un ratito dentro, se la saca y la comienza a lamer como si fuera un “Chupa-chup”. No contenta con eso, agarra de nuevo mis huevos y los empieza a masajear de manera energica. Lo que propicia que me ponga a gemir contundentemente.

Cuando se la vuelva a meter entera en la boca, no puedo reprimir una obscenidad de esas que se me ocurren a mí y que tanto me gusta soltar cuando estoy en plena faena.

—Debo, ¡qué bien la chupas! ¡So peazo de puta!

—¿Yo? Si llevo un rato aquí de píe junto a ti. Creo que te equivocas.

La chulería con la que habla mi ex y el hecho de que su voz provenga del lado derecho de la cama, me desconcierta. Si ella  no es quien me está pegando este fenomenal “lavado de cabeza”, ¿quién es entonces?

Sin darme tiempo a reaccionar, Debo se sube a la cama y me quita el antifaz. Aunque mis ojos tardan un poco en adaptarse a la luz,  lo primero que veo es un hombre con menos pelos que el chocho de una muñeca, chupándome la polla. El tío es más grande que una Hacienda y, por lo que puedo intuir, es un musculitos de gimnasio. No se cosca para nada al percatarse de que lo estoy viendo  y sigue con lo suyo como si tal cosa. Es Débora quien reclama su atención diciéndole:

—Cariño, te presento a Iván. Iván este es Eduardo, mi marido.

El calvorota se saca mi churra de la boca, hace un gesto con la mano y me dice:

—¿Qué pasa, güey?

Continuará en: “Iván y la extraña pareja”

Acabas de leer:

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

Episodio III: Instinto básico

 (Relato que es continuación de ¡Ven Débora-me otra vez!)

Si estás por aquí todavía, sería interesante que dejaras tu valoración o, incluso mejor, un comentario. A los autores nos gusta conocer lo que piensas sobre lo que escribimos, nos ayuda a mejorar y sobre todo, sabemos si nuestros relatos te llegan o no. Sin la retroalimentación de los lectores es como hablar a la pared. Gracias de antemano.

 

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te has quedado con ganas de leer más,  hace poco (quince días concretamente) publiqué una guía de lectura que te puede servir de ayuda para seguir su orden cronológico.

Sin más preámbulos dar las gracias a todo aquel que ha valorado y comentado TE comería EL corazón y a modo particular: a Kalashnikov:  La verdad es que ha sido toda una sorpresa verte por aquí, me alegro de que te haya gustado. Lo que no te garantizo es que todos los relatos lo vayan a hacer. He de reconocer, que con el que has leído, estuve más inspirado y me ha salido mejor que otras veces. En cuanto a lo de “consciencia, conciencia”, me pasó una cosa muy curiosa, yo siempre he escuchado consciencia y así lo escribía. Consulté la RAE para ver lo que decía y admitía ambas formas. Como en mi tierra se dice mayoritariamente la primera, opté por usar esta (¡Tiene cojones que nos comemos todas las s y esta la digamos!); a keegan13: El próximo estará narrado por Ramón y dará su visión de lo narrado recientemente por Mariano. Me está costando muchísimo trabajo, dar las dos visiones e intentar no ser repetitivo. De ahí el retraso de la saga, que según mis planes debería haber finalizado este verano; a Bricod: Confío, si has leído este relato, que te haya puesto tan caliente como el anterior, si no te puedo decir que estoy preparando unas cuantas historias en la línea que sé que te gustan; a hasret: Llevo tres años escribiendo relatos eróticos-porno, con el tiempo más o menos sabe uno lo que le calienta a la gente y lo que no. Con el último relato pretendía ser  un poco más romántico (estando Ramón de por medio, me suele pasar) y la reacción de todo el mundo es que lo he puesto a tope. ¡Bienvenido sea! ; a ozzo2000: Espero que hayas disfrutado  leyendo este relato de Iván, como yo escribiéndolo. Aunque volverá de forma pausada, aparecerá de vez en cuando. Espero que te hayas quedado con ganas de más; a mmj: Pues nada decirte que de aquí a finales de año, todos los relatos (a excepción de uno) serán nuevos. Al hacer la versión de Ramón, he querido retocar la anteriormente narrada de Mariano. Creo que me han quedado un poquito mejor, ¿no? Sabía que reescribir los primeros relatos a los lectores fieles, como es tu caso, le podría molestar un poco, pero lo he preferido para dejar algo en la red de lo que medianamente me sintiera orgulloso; a Pepitoyfrancisquito: Sse equivocáis muchísimo, no me aburren para nada los elogios, creo que desde que vi “Pretty Woman”, no hay nada que me encante más que me hagan la pelota. En lo referente a las palabrotas grandotas que se dicen, son el nombre de las medicinas del “Juego de los médicos”, así que no preocuparos porque no se estaban peleando, simplemente recetando. Os copio lo de practicante y enfermito. Estoy ahora liado con un relato de Pepito que se llama “¡Arre, caballito, arre!” que le vienen que ni pintado y a tragapollas manchego: El motivo de republicar “La voz dormida” ha sido que voy a sacar la historia de la  serie “Sexo en Galicia” y darle serie propia, entre otras cosas porque quiero ir adelantando el viaje de Mariano y JJ en Galicia que se ha quedado un poco postergado.

Volveré en unos quince días con un nuevo episodio de “Historias de un follador enamoradizo” estará narrado por Ramón y llevará el título de “Los gatos no ladran”, se publicara en la categoría Gays.

Hasta entonces, procurad sed felices y disfrutad de esa cosa llamada vida.  

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido